MÓDULO TEXTO BASE CURSO SUPERIOR Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias Ecología prenatal y las causas de deficiencias y discapacidades Unidad 1 - El macroambiente, matroambiente y patroambiente fetal 1.1 La salud y sus determinantes 1.2 El macroambiente fetal 1.3 El matroambiente fetal 1.4 El patroambiente fetal Unidad 2 - El microambiente fetal 2.1 Etapa preembrionaria o etapa ovular 2.2 Etapa embrionaria 2.3 Etapa fetal Unidad 3 - Enfermedades y deficiencias prenatales y sus causas 3.1 Enfermedades y deficiencias por causas biológicas y fisiológicas 3.2 Indicadores y factores de riesgo de enfermedades y deficiencias prenatales FdW Fundación de Waal 2 Unidad 1 - El macroambiente, matroambiente y patroambiente fetal Ob­je­ti­vos • Identificar el grado de influencia que tienen diversos factores en la salud del/de la bebé por nacer y ponderar su importancia. • Diferenciar el macroambiente, matroambiente y patroambiente y establecer su incidencia sobre el desarrollo fetal. • Valorar la importancia de mantener una ecología fetal saludable para prevenir enfermedades y deficiencias prenatales. 1.1 La salud y sus determinantes Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Constitución de 1946, la salud no es solo la ausencia de enfermedad o dolencia, sino el estado de completo bienestar físico, mental, espiritual, emocional y social. La salud implica también que todas las necesidades fundamentales de las personas (afectivas, sanitarias, nutricionales, sociales y culturales) estén cubiertas. Es difícil dar una definición universal de salud, por lo cual es más útil identificar y analizar los factores determinantes o condicionantes de la salud. Además, debemos tomar en cuenta que estos determinantes influyen grandemente en los riesgos de tener un o una bebé con una enfermedad o deficiencia. Los determinantes de la salud son los factores y condiciones que caracterizan el contexto de los individuos y las colectividades y que han demostrado tener una correlación con el estado de salud. Estos factores no actúan aisladamente y las interacciones entre ellos tienen una repercusión aún más profunda sobre la salud. De acuerdo a lo anterior, la salud es el conjunto de interacciones de los determinantes relacionados con el medio ambiente, los factores sociales, los factores biológicos y el sistema de asistencia médica, todos los cuales pueden influir en el desarrollo del o de la bebé intraútero (ver gráfico 1). Gráfico 1. Determinantes de Salud de una población Características sociales Ambiente Físico Genes y biología Comportamiento saludable Según la OMS, los determinantes sociales de la salud son las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud disponible. Esas circunstancias son el resultado de la distribución de la riqueza, el poder y los recursos en los ámbitos mundial, nacional y local, los cuales dependen -a su vez- de las políticas que se adoptan en cada campo. Los determinantes sociales explican la mayor parte de las inequidades sanitarias, es decir, las diferencias injustas y evitables observadas en y entre los países en lo que respecta a la situación de salud. Más de la mitad de los problemas de salud tienen relación con nuestro estilo de vida y nuestro entorno, por lo que constituyen una responsabilidad personal, de la pareja, la familia y la comunidad. En nuestros países, es imprescindible realizar estudios que permitan establecer con precisión las situaciones sociales y biológicas que pueden afectar el crecimiento y bienestar del feto, así como la inversión adecuada y suficiente de recursos públicos para la prevención. Esto ayudará a fundamentar medidas preventivas eficientes para lograr que nuestros/as bebés, al nacer, tengan condiciones de salud y bienestar adecuadas para el desarrollo a largo plazo de su potencial biológico, cognitivo, emocional y social. En el gráfico 2, Determinantes de la salud, se pueden apreciar dos tipos de factores que, combinados, pueden condicionar el estado de salud de cada persona en particular: • Determinantes estructurales, que se refieren al entorno social, político, económico, ambiental y tecnológico que rodea a la persona, y aquellos relacionados con la biología humana en general. • Determinantes intermedios, que están relacionados más directamente con el individuo, como su estilo de vida y las características culturales individuales, los riesgos inmediatos a los que se encuentra sometido y sus condiciones de vida. Servicios de Salud Fuente: Center for Disease Control and Prevention, 2014 (Agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos). R 3 Gráfico 2. Determinantes de la salud. En las páginas siguientes de este módulo nos enfocaremos en los ambientes que acogen al bebé intrauterino, desde la concepción hasta el nacimiento, y que inciden en su desarrollo. La ecología fetal permite describir el desarrollo embrionario. Esta perspectiva toma en cuenta todo el entorno de la madre y su pareja, tanto en el aspecto físico como social, que se organiza en cuatro ambientes: • macroambiente fetal o entorno ecológico de la pareja; • matroambiente fetal o medio interno de la madre; • patroambiente fetal o medio interno del padre; y, • microambiente fetal o medio interno del feto. El crecimiento armónico en peso y talla del embrión y del feto, así como el desarrollo y maduración funcional de todos los órganos y sistemas fetales y de la placenta, dependen de la composición de estos cuatro ambientes. 1.2 El macroambiente fetal El macroambiente está constituido por los entornos sociales, ambientales, económicos, políticos, culturales y religiosos en los que se desenvuelven la madre, el padre, la familia y la comunidad, todos los cuales influyen en el feto a través de la madre. Las características de este macroambiente pueden determinar múltiples perturbaciones en los procesos del embarazo e impactar en el microambiente fetal. Estos factores podrían poner en riesgo los embarazos en los grupos vulnerables, como son la población en edad reproductiva, los y las adolescentes y sus parejas. Es necesario conocerlos para desarrollar acciones de prevención que mantengan un ambiente saludable para todos. Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 4 1.2.1 Factores del entorno ambiental La contaminación ambiental, tanto en las ciudades como en el campo, puede repercutir en el feto. Las condiciones ambientales se ven alteradas por la presencia de ríos contaminados, basuras, desperdicios radioactivos, desperdicios hospitalarios, plomo en el aire, etc. También existe la posibilidad de accidentes industriales, con liberación de sustancias radioactivas o de gases tóxicos, cuyos efectos nocivos podrían difundirse con rapidez en la sangre y, por lo tanto, atravesar la barrera placentaria. En el ámbito doméstico, pueden producirse intoxicaciones por la exposición a pesticidas, a monóxido de carbono, o incluso a la nicotina, por ejemplo, en espacios cerrados que frecuenta la mujer embarazada. Otro factor que merece atención es el ruido, como sonidos violentos, música muy fuerte o el ultrasonido, por los efectos estimulantes que pueden tener en el feto. La altitud, que causa una disminución de la presión parcial del oxígeno atmosférico, también puede influir en el desarrollo fetal. Las observaciones realizadas en regiones situadas a gran altura -por ejemplo, en Quito (Ecuador), La Paz (Bolivia) y determinadas zonas del Perú- parecen confirmar que el peso de los recién nacidos es proporcionalmente más bajo (380 g a 500 g) al de los recién nacidos de zonas situadas más cerca del nivel del mar, a pesar de que, para compensar el déficit de oxígeno, la placenta se desarrolla más y adquiere mayor tamaño y peso. Los/las mediadores/as deben determinar los factores de riesgo ambiental en su servicio de salud o educación y en la comunidad, a fin de evitar peligros para las mujeres embarazadas y para la población en general. En este trabajo son excelentes colaboradoras las personas jóvenes, quienes generalmente tienen una clara comprensión de la importancia de cuidar el entorno ambiental y adoptar comportamientos saludables. 1.2.2 Factores geopolíticos y socioeconómicos La territorialidad, las políticas de Estado y las condiciones socioeconómicas generales (el subdesarrollo, los conflictos bélicos, la situación económica del país, el nivel educativo, el nivel de ingresos, etc.) son consideradas como factores geopolíticos determinantes de la salud y como posibles causas de enfermedades y deficiencias al nacer. Algunos riesgos se concentran en grupos sociales con altos índices de pobreza. Los bajos ingresos se asocian al bajo peso del recién nacido, y esto se relaciona a su vez con otras variables como la poca ganancia de peso de la madre durante el embarazo, el desarrollo de preeclampsia, anemia e infecciones. Por ejemplo: • Muchas veces, los hijos e hijas de familias indígenas tienen un peso de recién nacido menor que los hijos o hijas de familias mestizas. • Las migraciones (internas y externas) son generalmente de gente joven en edad reproductiva, quienes deben enfrentar dificultades de adaptación, carencia de vivienda, privaciones económicas, sobrecarga de trabajo, etc., lo que puede tener consecuencias negativas en las y los bebés por nacer. • Las madres analfabetas tienen un mayor porcentaje de hijos e hijas con malnutrición fetal y retardo del crecimiento intrauterino (RCIU). • Ingresos familiares bajos han sido asociados con falta de apoyo emocional, problemas de apego y de comportamiento. También hay una diferencia entre las condiciones urbanas y las rurales, así como entre países con normativas más orientadas a proteger los derechos sexuales y reproductivos y aquellos que no lo hacen. 1.2.3 Factores laborales Se ha observado que, paralelamente a la industrialización de un país, aumenta la frecuencia de la prematuridad. La situación puede ser grave si la mujer embarazada, sobrecargada por las faenas caseras, trabaja también fuera de su casa. El trabajo nocturno, aunque fuese relativamente cómodo, obliga a un cambio en el ritmo de descanso, lo que no es deseable en el embarazo. Las mujeres embarazadas que trabajan en actividades agrícolas o agroindustriales, manipulando pesticidas y plaguicidas, presentan un alto número de abortos. Determinados trabajos que se realizan cerca de aparatos de rayos X o en los que se inhalan gases anestésicos (médicas, enfermeras y auxiliares de enfermería) requieren normas especiales de protección. Se ha comprobado en estas profesiones una mayor incidencia de abortos, partos prematuros y malformaciones neonatales. Las legislaciones laborales pueden facilitar los cuidados o la vigilancia prenatal de las trabajadoras embarazadas. La creación de un macroambiente adecuado para el feto es el resultado del esfuerzo de los progenitores, la comunidad y la sociedad en su conjunto. Como parte de ello, los servicios de salud, educación y desarrollo comunitario deben promover acciones orientadas a: • educar para una buena preparación del embarazo, una buena nutrición y hábitos saludables; • lograr una red asistencial para el apoyo prenatal; • mejorar los factores socioeconómicos; • disminuir las condiciones de riesgo para el feto; • aconsejar sobre las medidas de planeación familiar; • favorecer una legislación y prácticas laborales adecuadas para el embarazo; y, • estimular la creación de consultas especializadas para los casos de alto riesgo por factores emocionales y sociales. R 5 Gráfico 3. Factores del macroambiente que influyen en la salud. en la disminución de las medidas antropométricas. En mujeres embarazadas menores de 17 años, la incidencia de recién nacidos de menos de 1500 g es el doble que en las mujeres de 25 a 30 años. Esto se debe a la inmadurez biológica de las adolescentes. Esta situación puede comprometer severamente el desarrollo de el o la bebé, acarreando secuelas en la infancia o incluso en la adolescencia. Los educadores o líderes comunitarios que trabajan con jóvenes deben conocer esta información, pues el número de embarazos de adolescentes es cada vez más alto y las edades en que las jóvenes quedan embarazadas son cada vez más tempranas. 1.3 El matroambiente fetal El matroambiente fetal es el organismo materno. Entre el feto y el matroambiente hay un órgano fundamental, que es la placenta; por esta razón, es muy importante la composición de la sangre materna que fluye hacia el feto. El prolongado tiempo que pasa el feto en el vientre materno explica la trascendencia que tienen las condiciones de la madre para el desarrollo y evolución fetal. A continuación se describen las condiciones y las características que estructuran el matroambiente y que pueden influir en el desarrollo y crecimiento fetal. 1.3.1 Condiciones físicas y biológicas de la madre Edad. Es un factor importante como soporte de una condición adecuada para el embarazo. La edad más apropiada para tener embarazos saludables es entre los 20 y los 30 años. Este es el período de mayor capacidad biológica para el proceso del embarazo, durante el cual se obtienen los índices más altos de supervivencia y de bienestar materno-fetal, menos abortos y malformaciones. La madre alcanza una excelente predisposición anímica y, si la nutrición es adecuada, el crecimiento intrauterino se acerca al ideal. El embarazo en las mujeres menores de 18 años con frecuencia se acompaña de preeclampsia o eclampsia, prematuridad, distocias, asfixia intrauterina y extrauterina, retraso del crecimiento intrauterino y mortalidad perinatal. A estos resultados también contribuyen la escasa asistencia a los controles prenatales y diversos factores socioeconómicos adversos, como pobreza, bajo nivel educativo y desnutrición. La extremada juventud supone una menor capacidad de adaptación a los cambios que se producen durante el embarazo. Se produce una verdadera competencia materno-fetal de nutrientes para satisfacer las necesidades del feto y de la madre, lo que puede afectar el crecimiento intrauterino. Las repercusiones en el crecimiento fetal se reflejarán En el otro extremo deben considerarse los riesgos de la edad avanzada. El feto de las madres mayores de 35 años está más amenazado durante el embarazo debido a una incidencia mayor de diversas patologías en la madre, como: toxemia, hipertensión, nefropatías, diabetes. En las mujeres mayores de 40 años hay mayor probabilidad de morbilidad materna y perinatal. También puede existir rigidez de los tejidos, lo cual puede provocar trastornos de implantación y de vascularización. A esto hay que sumar la mayor frecuencia de anomalías cromosómicas, con su secuela de malformaciones genéticas y discapacidad intelectual. Los riesgos se incrementan en las mujeres que dan a luz por primera vez pasados los 35 años de edad. Además de un mayor riesgo de un o una bebé con enfermedades o deficiencias, el peso promedio de los/las recién nacidos/as de las madres primerizas mayores de 35 años es 300 g más bajo que el de bebés de madres menores de esta edad. Estatura y peso. El riesgo para el feto es mayor en mujeres de talla inferior a 1,50 metros debido a un desarrollo insuficiente del aparato genital y una mayor probabilidad de complicaciones que pueden surgir durante el parto. En el estudio de Nancee, los y las bebés de madres con estaturas inferiores a 1,43 metros tuvieron menor peso y mayor índice de malnutrición fetal y retardo de crecimiento intrauterino (RCIU) que los de madres de mayor estatura. No obstante, ciertas investigaciones sostienen que el peso y la talla del recién nacido dependen más del estado nutricional de la madre que de su talla. El peso de la madre antes de quedar embarazada también puede desempeñar un papel importante. Según un trabajo del Proyecto Perinatal de la Universidad de Columbia, el peso del feto al nacer está influenciado por la corpulencia de la madre y no por la del padre. La obesidad o el sobrepeso son factores de riesgo para la salud y pueden afectar la salud fetal o causar problemas de desarrollo a largo plazo (Martin, Dombrowski, 2008). Este es un factor a tomar en cuenta por las altas tasas de obesidad que existen en América Latina (ver tabla 1). Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 6 Tabla 1. Porcentaje de las mujeres con sobrepeso en las zonas de trabajo de PreNatal. Sobrepeso Obesidad Bolivia 56% 22% Ecuador 57% 23% El Salvador 60% 27% Honduras 56% 24% Perú 62% 27% Fuente: World Nutrition Report, 2015. Paridad. La mortalidad perinatal es mayor en el primer embarazo, disminuye en el segundo, vuelve a aumentar en el tercero y se eleva al máximo a partir de la quinta gestación. La mortalidad perinatal en primíparas es un riesgo ineludible, en tanto que la gran multiparidad es un riesgo que puede evitarse. Por otra parte, las primigestas presentan más frecuentemente preeclampsia, enfermedad que determina una mayor incidencia de neonatos de peso bajo. A la inversa, la diabetes (que se relaciona con fetos de peso elevado) predomina en las multíparas. Una esterilidad involuntaria prolongada previa al embarazo representa un factor que hay que valorar en el pronóstico con respecto al porvenir fetal. médicas señaladas deben visitar a su profesional de salud antes de embarazarse, acompañadas por su pareja y/o alguien de su confianza, para conocer los riesgos y los cuidados especiales que deben observar durante el embarazo. Ciertos medicamentos utilizados para el tratamiento de la hipertensión -como la metildopa- pueden disminuir el crecimiento del feto y/o afectar algunas medidas antropométricas; sin embargo, es difícil diferenciar con precisión si el retraso en el crecimiento se da por efecto del medicamento administrado o por la propia enfermedad materna. Además, es importante destacar que la baja presión arterial -de 55 a 64 mm Hg- por tiempos prolongados durante el tercer trimestre se asocia con una disminución del peso neonatal de 300 g en promedio. Anemia. La incidencia de anemia en mujeres embarazadas es de entre el 10 y el 32%. Una de las consecuencias de la anemia es la disminución de la entrega de hemoglobina y, por tanto, de oxígeno al útero, a la placenta y al feto en desarrollo. Un nivel de hemoglobina inferior a 11 g/dl es, según la OMS, una de las principales causas de discapacidad. La anemia es la mayor causa de riesgo de prematuridad, bajo peso al nacer y anormalidades en la estructura y función de la placenta. El sufrimiento fetal ocurre más en mujeres anémicas y origina mayor morbimortalidad perinatal. Tiempo entre embarazos. Se ha demostrado que los embarazos demasiado próximos entre sí o demasiado distanciados también pueden ser problemáticos. Algunos autores encontraron que un intervalo intergenésico mayor a seis años disminuye el desarrollo intrauterino, mientras que intervalos menores a 24 meses son perjudiciales para la salud de la madre (anemia) y del o de la bebé (menor peso al nacer, mayor mortalidad neonatal). Se considera que un intervalo de dos a tres años entre partos es el lapso ideal para una total recuperación del organismo tras el embarazo. Sin embargo, la tendencia a volver a tener un hijo o una hija con RCIU es más significativa que el intervalo entre gestaciones. El 95% de las anemias del embarazo son causadas por una deficiencia de hierro. La anemia es frecuente en embarazadas adolescentes por el aumento de las necesidades de hierro en esta etapa de crecimiento acelerado, así como por las dietas bajas en micronutrientes que consumen usualmente las jóvenes. Embarazo múltiple. Cuanto mayor es el número de fetos que se gestan al mismo tiempo, tanto menor es el peso de los neonatos. Más de la mitad de los gemelos recién nacidos son de bajo peso debido a nacimiento pretérmino o a RCIU. El riesgo de tener un bajo peso al nacer es alrededor de diez veces mayor en los embarazos dobles que en los únicos, y la mortalidad perinatal es entre cuatro y cinco veces más alta. Debido al riesgo obstétrico que representa la anemia, se recomienda un hemograma completo en la consulta preconcepcional o en el primer control prenatal. Se lo puede repetir a la mitad y al final del embarazo. Más importante que el tratamiento de la anemia ferropénica por deficiencia de hierro es la prevención sistémica de esta deficiencia en todas las mujeres embarazadas. Patología materna. Las afecciones renales, la hipertensión esencial (propia de la madre), los trastornos hipertensivos del embarazo y la diabetes son las causantes de aproximadamente un tercio de las restricciones o los excesos de crecimiento intrauterino. Las mujeres que sufren una o más de las condiciones Infecciones virales y bacterianas. La rubéola y el citomegalovirus pueden producir RCIU, en el primer caso principalmente debido a daños en el endotelio (capa de células que recubre el interior de los pequeños vasos), y en el segundo, por la destrucción celular que causa. En ambos casos hay también inhibición La altitud, la condición física de la madre, la edad y la ingesta continua de algunos medicamentos determinan los valores de la hemoglobina (Hb). Otras causas predisponentes de anemia son: nivel socioeconómico o educativo bajo, paridad elevada, gestaciones múltiples, dietas bajas en carnes y ácido ascórbico, y ciertas parasitosis. R 7 de la mitosis. Estos niños y niñas presentan un menor número de células en la casi totalidad de sus órganos, con la consiguiente disminución de su peso y talla al nacimiento. En la rubéola, la inmunidad materna protege al feto; en el caso del citomegalovirus, no. Este último es la causa más frecuente de infección viral congénita. La varicela y el herpes zóster también pueden ocasionar RCIU. La malaria, especialmente en primigestas, otros parásitos como el toxoplasma e infecciones bacterianas como la neumonía por micoplasma, la clamidia (Chlamydia trachomatis) y la sífilis (Treponema pallidum) pueden causar bajo peso al nacer. Infecciones de transmisión sexual (ITS). Las adolescentes sexualmente activas, quienes frecuentemente no conocen los signos de las ITS, son especialmente vulnerables. Las ITS más frecuentes son: sífilis, gonorrea, clamidia, virus de la hepatitis B, virus del papiloma humano, herpes genital y el VIH. Todas ellas repercuten en el desarrollo del feto y su detección debe formar parte de las pruebas preconcepcionales y prenatales. Tabla 2. Porcentaje de mujeres en edad reproductiva con anemia en las zonas de trabajo de PreNatal. Mujeres en edad reproductiva con anemia Población afectada % de la población Bolivia 826 000 32% Ecuador 936 000 24% El Salvador 407 000 24% Honduras 364 000 18% 1 442 000 11% Perú Fuente: Global nutrition report, 2015. 1.3.2 Condiciones de vida 1.3.2.1 Factores socioeconómicos La pobreza, la carencia de servicios básicos, la educación deficiente, el matrimonio forzado a causa del embarazo, la relación inestable de pareja, las desavenencias familiares, la desintegración familiar, la violencia, el estrés y la irresponsabilidad paterna o materna son factores que pueden estar interrelacionados y conducir a crear un ambiente desfavorable para el embarazo. La mayoría de las consecuencias derivadas de condiciones sociales y económicas deprimidas durante el embarazo se reflejan en tres aspectos concretos: nutrición deficiente, vigilancia prenatal nula o escasa atención médica, y cuidados personales y ambientales inadecuados. Por su importancia para el porvenir del o de la bebé por nacer, PreNatal promueve la actuación sobre los aspectos señalados mediante una intervención estructurada y sostenida de capacitación a la población meta. No se trata de un simple traspaso de información, sino de generar un proceso de reflexión que llegue a la comprensión y construcción de conocimientos útiles, que luego puedan traducirse en acciones de cambio de hábitos hacia comportamientos saludables. 1.3.2.2 Factores relacionados con hábitos y estilos de vida Las costumbres que rigen el modo de vida de la mujer embarazada pueden influir en el desarrollo fetal. Las horas de descanso, los hábitos de sueño, el ejercicio, el tiempo de relajación, son factores que intervienen, en forma positiva o negativa, en el bienestar fetal. El comportamiento saludable de la madre influye positivamente en el desarrollo fetal. De igual manera, hábitos perjudiciales como el consumo rutinario de substancias nocivas (tabaco, alcohol, drogas, automedicación, etc.) pueden afectar de forma adversa al embarazo, así como el uso de cremas, tintes, materiales de limpieza con químicos peligrosos, medicinas naturales, plantas y otras substancias similares. PreNatal pone especial énfasis en estos aspectos, sobre todo en los sectores más pobres, en donde no se suele dar importancia al descanso, al ejercicio o a la recreación debido a las múltiples tareas que se deben realizar y a los escasos espacios para el esparcimiento. Trabajar con la población meta en estos aspectos favorecerá el que las mujeres desarrollen hábitos y comportamientos saludables en favor de sus bebés por nacer y de su propia salud. 1.3.2.3 Factores emocionales La ansiedad, el temor, la tensión, la depresión, el estrés y otras emociones pueden expresar inestabilidad psíquica y adquieren mayor importancia cuando el embarazo se desarrolla en circunstancias adversas. Situaciones como un embarazo no deseado o extraconyugal, relaciones inestables, el embarazo adolescente, un número elevado de hijos, edad de riesgo, graves problemas económicos o familiares, violencia física y/o psicológica, etc., incrementan las tensiones y pueden provocar un desequilibrio emocional profundo. La inestabilidad emocional generalmente está vinculada a una conducta higiénica o dietética incorrecta, principalmente con disminución de los cuidados prenatales adecuados, lo que repercute en las funciones placentarias. Entre las causas más comunes de morbilidad durante y después del embarazo están las afecciones mentales. Las perturbaciones psicológicas como depresión, ansiedad, desórdenes por estrés postraumático, Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 8 desórdenes de alimentación y trastornos de personalidad de la madre pueden influir directamente en el feto. Estos trastornos pueden afectar de alguna forma a un 20% de las mujeres embarazadas. Tanto los estados emocionales adversos de la madre, que afectan la cantidad de sangre que fluye hacia la placenta, como el estrés, que impulsa el transporte de hormonas al feto, pueden perjudicar el desarrollo neurológico de este. De igual manera, el estrés puede afectar el sistema inmunológico de la mujer y hacerla más susceptible a infecciones, que a su vez influyen en el desarrollo del sistema nervioso central (SNC) del feto (Martin y Dombrowski, 2005). Otros factores podrían ser los cambios epigenéticos, alteraciones en el funcionamiento de la placenta, presencia de catecolaminas (por ejemplo, adrenalina y noradrenalina), alteraciones en la microbiota intestinal y cambios la salud materna (Van den Heuevel, 2016; Bijeres et al., 2014). Como resultado, los niños y niñas pueden desarrollar problemas emocionales, cognitivos y de comportamiento; ver afectado el desarrollo del sistema nervioso central y bajar las defensas. Las mujeres que atraviesan estados críticos de angustia durante los últimos meses del embarazo dan a luz niños o niñas hipercinéticos y con dificultades funcionales. Algunos estudios vinculan el estrés con bebés prematuros y con bajo peso al nacer. El estrés y la ansiedad pueden afectar la cantidad de sangre que fluye a las/los bebés y la producción de ciertas hormonas que son el resultado de esas emociones, lo que a su vez influye en la programación de ciertos hábitos. El estado mental del feto sigue siendo todavía una gran incógnita, pero ciertos hechos demostrativos de su actividad motora son cada vez más conocidos, entre ellos: capacidad para deglutir líquido amniótico, micción, movimientos torácicos, movimientos musculares más coordinados de los que se supone, reflejo pupilar, orientación espontánea a la luz, reflejo de prensión, etc. Para algunos autores, el que los movimientos fetales tengan lugar con mayor frecuencia en la noche podría demostrar que el feto puede tener sueños alucinatorios simultáneos con los de su madre. Lo que está claro es que el o la bebé se prepara durante el embarazo para la vida fuera del útero y esta programación influirá en su carácter y temperamento durante toda su vida. El estado emocional de la mujer embarazada y su pareja es un aspecto que recibe poca atención. Un instrumento para detectar eventuales problemas tempranamente debería ser parte de la atención obstétrica. Para mujeres y sus parejas embarazadas en situación de riesgo, sean adolescentes o no, se pueden definir intervenciones específicas. En todo caso, debe cuidarse de no generar sentimientos de culpa u otros factores que aumenten el estrés de la madre. La comprensión de la incidencia de estos factores en los embarazos, sobre todo en los no deseados, nos debe llevar a entender la necesidad de trabajar en la planeación de embarazos para promover y lograr posicionar una cultura de prevención prenatal de discapacidades. 1.4 El patroambiente fetal El patroambiente se refiere al entorno y contexto donde se desenvuelve el padre, en el cual se encuentran factores externos que lo afectan y que podrían generar alguna deficiencia o discapacidad en el bebé por nacer. Históricamente se ha restringido el rol paterno a la fertilización del óvulo de la mujer y la salud reproductiva masculina se limitaba a considerar solamente los problemas de fertilidad, sin tener en cuenta los factores intrínsecos del proceso. Sin embargo, desde el punto de vista biológico, el hombre contribuye con la mitad del material genético del bebé y hay evidencias de la importancia que tiene la condición del esperma para el resultado del embarazo. El esperma del padre es el resultado de un proceso de formación, crecimiento y maduración de los espermatozoides, que dura aproximadamente 2 meses. La calidad de los espermatozoides depende de la salud y el estilo de vida del padre desde el inicio de su formación. Ciertos estudios han demostrado que el nacimiento de bebés con enfermedades y deficiencias puede ser atribuido a la calidad del esperma. Por lo tanto, debemos tomar en consideración los diversos factores, sustancias y agentes agresivos que inciden en el hombre y que pueden afectar el embarazo. Edad. En la reproducción humana, la calidad de los espermatozoides puede disminuir considerablemente con el paso de los años y por el estilo de vida. Varios mecanismos genéticos podrían estar detrás de la relación entre enfermedades y deficiencias prenatales y la edad paterna, incluidas las mutaciones espontáneas en los espermatozoides. A partir de los 40 años de edad, el ADN del esperma es más frágil y empieza a romperse, la información cromosómica se altera y puede generar desórdenes genéticos en el momento de la concepción. Una edad del padre superior a los 40 años está relacionada con un mayor riesgo de tener hijos/as con problemas de salud tales como síndrome de Down, autismo o esquizofrenia. Por otro lado, padres muy jóvenes tienen un riesgo más alto de tener bebés con síndrome de Down, enanismo, patologías cardíacas, acondroplasia o esquizofrenia. Las probabilidades de tener un bebé con enfermedades y deficiencias prenatales se incrementan si el factor de riesgo paterno se combina R 9 con el materno. La incidencia de la edad del hombre en la reproducción humana recién se empieza a estudiar con mayor interés, ya que la orientación ha sido mayormente hacia la mujer; por ello todavía queda mucho por conocer. Condiciones laborales. En algunos estudios se identificó (aunque con una baja tasa de incidencia) que niños y niñas con alguna enfermedad o deficiencia tuvieron padres cuyos trabajos estaban vinculados a la producción agrícola, la pesca, artesanías, entre otros, en donde estaban expuestos a químicos como tolueno, n-hexano, xileno, acetato etílico, disulfuro carbónico, etilenglicol y sus acetatos, estireno, tricloroetileno, bisfenol y ftalatos. No existe la misma incidencia en los hijos e hijas de padres profesionales o trabajadores en ramas administrativas. Otros estudios asocian niveles altos de cadmio, plomo y mercurio -que se encuentran en plaguicidas y se usan en trabajos de minería- con problemas durante el embarazo. Hábitos y estilos de vida. Una mala alimentación puede dañar la calidad y cantidad del esperma. Un déficit de zinc puede reducir la cantidad de semen, en tanto que el calcio y la vitamina D podrían mejorar la fertilidad masculina. Una investigación de la Dra. Sarah Kimmins de la Universidad McGill, Canadá, demuestra que el consumo de ácido fólico por parte del padre puede ser tan importante para el desarrollo y la salud de sus hijos e hijas como el de la madre. La investigación muestra que hay regiones del epigenoma de los espermatozoides que son sensibles a la experiencia de vida y, sobre todo, a la dieta. Esta información se transfiere a un mapa epigenómico que influye en el desarrollo y puede afectar al metabolismo y generar enfermedades como el cáncer y la diabetes en la descendencia en el largo plazo. El estudio plantea que los padres deben prestar tanta atención como las madres a su estilo de vida y su dieta antes de concebir un hijo o hija. relación, impide que el hombre sea solidario con su pareja y que ella tome conciencia sobre adoptar conductas preventivas. La actitud machista restringe la libertad de la mujer para buscar atención médica y consejería sexual y reproductiva, con lo cual se incrementan las probabilidades de tener un embarazo no deseado o de riesgo y, consecuentemente, un o una bebé con alguna deficiencia o discapacidad. Estas actitudes también aumentan el riesgo de que el hombre infecte a la mujer con alguna ITS, lo que podría dar origen a una enfermedad o deficiencia en el o la bebé por nacer. Algunos estudios en la región demuestran que el machismo es un factor que impide disminuir la sífilis congénita. El machismo es, además, un motor de las desigualdades laborales y sociales, que repercuten en una remuneración menor para la mujer y, por consiguiente, afectan el acceso de la futura madre a una vida independiente y con mejores controles prenatales. Los comportamientos machistas desencadenan también violencia intrafamiliar, que en el caso de una mujer embarazada eleva el nivel de estrés y de agresiones físicas, lo que pone en riesgo la salud del o de la bebé. Indirectamente, el estado emocional del padre en su interacción con la madre puede tener injerencia en el desarrollo del o de la bebé. Una participación positiva del padre actúa como factor de protección y aumenta el bienestar de la madre. Por eso, los padres deben ser incluidos en la atención a la mujer embarazada. Aunque varias de estas asociaciones requieren mayores investigaciones, la corresponsabilidad del padre con el embarazo de la madre puede garantizar que este sea más saludable. Gráfico 4. Ambientes de desarrollo del bebé. El consumo de sustancias tóxicas, tabaco, alcohol y drogas también afecta de forma negativa el material genético y la fertilidad del hombre. El alcohol disminuye la producción espermática. La nicotina, la cocaína, la heroína y el éxtasis pueden dañar el ADN de los espermatozoides. La marihuana puede afectar la movilidad de los espermatozoides, dificultando la fertilización del óvulo. Otros factores. Ciertos medicamentos disminuyen la cantidad y motilidad de los espermatozoides y algunos de ellos pueden degenerar el material genético. Agresiones físicas como las radiaciones afectan la calidad del esperma y el estrés puede influir negativamente en los espermatozoides. Desde la perspectiva social, también el machismo, como comportamiento cultural prevalente en América Latina, puede contribuir a crear riesgos en el embarazo. El machismo reprime la voluntad de la mujer en una Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 10 Unidad 2 El microambiente fetal Ob­je­ti­vos • Caracterizar las etapas de desarrollo del/de la bebé intraútero e identificar las funciones de algunos órganos. • Identificar los momentos de mayor fragilidad del feto frente a los peligros que pueden ser causa de enfermedades y deficiencias en el/la bebé por nacer. • Determinar las acciones preventivas más efectivas y eficientes durante cada fase del desarrollo embrionario. Todo ser humano, como cualquier organismo vivo, desde que se gesta hasta que muere está sometido a un proceso evolutivo constante y a un cambio permanente de su forma. Esta transformación morfológica es mucho más rápida y notoria en las primeras fases de su evolución. La vida de un ser humano comienza a partir de una sola célula: el óvulo fecundado, o cigoto. Este tiene origen en dos gametos: un espermatozoide del padre y un ovocito de la madre. El desarrollo fetal se lleva a cabo durante 38 semanas (266 días a partir de la fecundación) a 40 semanas (alrededor de 280 días a partir del último período menstrual). En el transcurso de su vida en el interior del vientre materno, el cigoto pasa de ser una célula microscópica apenas visible al ojo humano -que mide 130 micras y pesa un diezmillonésimo de gramo- a adquirir el tamaño y la forma de un recién nacido, con sus sistemas y órganos diferenciados y con capacidad funcional. Las potencialidades del individuo residen en la sustancia genética nuclear del huevo fecundado. El cigoto contiene los cromosomas y los genes –unidades de información genética o DNA–, que se derivan tanto del padre como de la madre. A través de la división, migración, crecimiento y diferenciación celular, con aumento permanente de su complejidad, este organismo unicelular se transforma progresivamente en un ser humano conformado por billones de células, que llega a medir unos 50 cm y pesar alrededor de 3200 g. Este proceso es posible debido a que el cigoto posee la información necesaria para generar todos los tipos de células y para integrar estas en tejidos y órganos. El desarrollo y crecimiento embrionario y fetal deben realizarse en un ambiente apropiado, el microambiente fetal, que está formado fundamentalmente por el líquido amniótico, que constituye el escenario físico de la nueva vida, y por las paredes de su hábitat, que es el útero. Este ambiente acuoso es importante para garantizar el desarrollo correcto del embrión y del feto, ya que ofrece comodidad a sus movimientos, protección de las presiones externas y, sobre todo, resguarda al sistema nervioso, tan vulnerable al inicio de la formación. La placenta, el líquido amniótico y las membranas ovulares determinan la ecología fetal. Las características del entorno que rodea al embrión y al feto son factores que favorecen o perjudican el desarrollo y crecimiento intrauterino. El microambiente fetal mantiene un intercambio continuo con el medio interno de la madre (matroambiente). Este proceso se realiza a través de la llamada “barrera placentaria”, que desempeña una función activa en la regulación del paso de nutrientes hacia el microambiente fetal. Dicho intercambio debe cumplirse para que la nutrición, el metabolismo y el crecimiento del feto se produzcan en forma normal. En este ambiente, el feto crea su propio medio, ya que es capaz de sintetizar todas sus proteínas, pero siempre subordinándose a las funciones maternas. A pesar de la considerable protección que le proporciona su hábitat materno, el feto está expuesto a un elevado número de riesgos que pueden amenazar su futuro. La insuficiencia del intercambio metabólico entre el feto y la madre puede deberse a varios factores: lesiones placentarias, hipertensión arterial materna, circulares de cordón umbilical alrededor del cuello o el tronco del feto, o asfixia fetal crónica. Estos factores reducen el aporte de oxígeno al feto y pueden producir serias enfermedades y deficiencias prenatales. El diagnóstico prenatal se realiza principalmente estudiando la composición del líquido amniótico, examinando el cariotipo (conjunto de cromosomas) de las células fetales obtenidas del mismo líquido y cultivadas in vitro, mediante muestreo de las vellosidades coriónicas (membranas que envuelven al embrión) y por ecografía con ultrasonido. Las alteraciones del microambiente fetal pueden producirse por: • Factores genéticos, incluidos los errores congénitos del metabolismo, que pueden originar una gran variedad de enfermedades hereditarias, así como retardo en el crecimiento y en el desarrollo intrauterino. • La disminución del intercambio de nutrientes y de oxígeno entre el micro y el matroambiente a través de la placenta, como ocurre en la toxemia del embarazo, lo que produce asfixia crónica y un crecimiento intrauterino retardado. • Anomalías en la composición del medio interno de la madre, como sucede en la diabetes materna. • Factores del macroambiente, por ejemplo, el bajo R 11 nivel socioeconómico de la madre, la inadecuada nutrición materna, el hábito de fumar o el alcoholismo, y estados mentales que pueden producir retardo en el crecimiento intrauterino. • Otras agresiones provenientes del macroambiente, como bacterias, virus y diversos fármacos, que actúan desde etapas tempranas del embarazo y pueden producir malformaciones congénitas y crecimiento intrauterino retardado. características anatómicas observables a simple vista y que distinguen a la especie humana (morfogénesis). El desarrollo intrauterino es un proceso continuo de crecimiento y diferenciación conformado por una serie de episodios parcialmente superpuestos. Cada episodio se halla condicionado por los precedentes y, a su turno, condiciona a los subsiguientes. Esto hace que las descripciones embriológicas a menudo resulten complicadas. Para facilitar la comprensión, describimos el desarrollo fetal en tres etapas: preembrionaria, embrionaria y fetal, junto con la probabilidad que existe en cada una de ellas de que se produzca una enfermedad o deficiencia en el o la bebé intraútero. Esta etapa comienza en la novena semana del desarrollo y finaliza con el nacimiento. Algunos autores afirman que se inicia a partir de la semana doce del embarazo. En esta etapa, el o la bebé en gestación se llama feto. 2.1 Etapa preembrionaria o etapa ovular La etapa preembrionaria comprende las dos primeras semanas después de la concepción. Este período ocurre antes de la primera falta de la menstruación y, por lo tanto, antes de que la mujer sepa que está embarazada. Abarca el transporte del cigoto por la trompa de Falopio, mientras van dividiéndose sus células hasta llegar al estadio de mórula, la implantación en el útero, ya en fase de blastocisto, y la fase inmediata posterior a la implantación. Durante estas dos primeras semanas, las alteraciones ambientales pueden interferir en la división celular del cigoto o en la implantación del blastocisto, y causar muerte temprana o aborto espontáneo del embrión. Al parecer, los teratógenos no producen anomalías hasta que se inicia la diferenciación celular. Los teratógenos que actúan durante las dos primeras semanas matan al embrión o, en el mejor de los casos, sus efectos destructores son compensados por las propiedades reguladoras del embrión temprano. 2.2 Etapa embrionaria La etapa embrionaria se extiende desde el inicio de la tercera semana de embarazo hasta el final de la octava, aunque algunos autores consideran que dura hasta las 12 semanas. En esta etapa, el/la bebé en gestación toma el nombre de embrión. Este período se caracteriza por tener una actividad celular intensa y es crítico debido a que el embrión plano compuesto de tres capas (endodermo, ectodermo y mesodermo, a partir de las cuales se desarrollan todos los tejidos y órganos), se transforma en un embrión cilíndrico. En este momento comienzan a aparecer los esbozos de la mayor parte de los órganos (organogénesis) y el embrión ya ha desarrollado la mayoría de las El desarrollo del embrión se altera con mayor facilidad cuando se forman los tejidos. Durante este período, los teratógenos pueden producir anomalías congénitas mayores. 2.3 Etapa fetal En este período se produce el crecimiento, aumento de peso y la diferenciación de los tejidos y órganos que comenzaron a desarrollarse en la etapa embrionaria. Durante esta etapa hay un retraso relativo del crecimiento de la cabeza en comparación con el resto del cuerpo. Este complejo proceso es el resultado del crecimiento sincrónico de los diferentes órganos y partes del organismo. Se alternan períodos de crecimiento continuo con intervalos prolongados sin incremento. Durante el tercer, cuarto y quinto meses es extraordinario el aumento en longitud, mientras que el incremento de peso es más acentuado durante las últimas semanas. Probablemente los defectos fisiológicos, las anomalías morfológicas menores -por ejemplo, del oído externoy las alteraciones funcionales -como la discapacidad intelectual- resultan de alteraciones del desarrollo durante el período fetal. Pueden encontrarse también algunas deformaciones causadas por fuerzas mecánicas como, por ejemplo, la compresión intrauterina. La morbilidad durante el período fetal puede ser causada por una gran variedad de factores intrauterinos. Entre ellos se encuentran: disminución de la oxigenación fetal debido a alteraciones de la placenta o del cordón umbilical; infecciones como la sífilis, toxoplasmosis, citomegalovirus y otros procesos virales o bacterianos; lesiones por irradiación; traumatismos; agentes químicos nocivos y trastornos inmunológicos. Las deficiencias en la dieta materna afectan el peso y el estado general del feto y conducen a un alto índice de abortos y de nacimientos prematuros. El déficit de calcio y proteínas estaría relacionado con el desarrollo inadecuado de la estructura ósea y la masa muscular del/de la bebé. La viabilidad de un feto se define por su capacidad para sobrevivir en el ambiente extrauterino. No hay un límite preciso de desarrollo, edad o peso en el cual un feto sea viable automáticamente o después del cual se asegura la supervivencia, pero la experiencia indica que es raro que sobreviva un o una bebé con un peso inferior a 500 g o menor de 22 semanas. Incluso Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 12 los fetos que nacen entre las 26 y 28 semanas tienen dificultad para sobrevivir, principalmente porque su aparato respiratorio y el sistema nervioso central aún no se han diferenciado por completo. El control preconcepcional y prenatal, además de la ingesta diaria de 400 mcg de ácido fólico para prevenir defectos del tubo neural, serán condiciones preventivas importantes en esta etapa. Mediante la amniocentesis se puede diagnosticar cromosomopatías, trastornos metabólicos, madurez fetal, cronología del embarazo y malformaciones. 2.3.1 El útero y la ecología embrio-fetal La ecología fetal entra de lleno en el concepto de autoecología, es decir, el estudio del feto en íntima interacción con el medio físico y biológico que le rodea. El útero desempeña un papel importante durante todo el embarazo e incluso antes de que este tenga lugar. Aunque la placenta y el líquido amniótico estén en más íntimo contacto con el feto, el útero es el principal responsable del bienestar fetal. Este órgano es el centro del proceso de gestación, desde el ascenso de los espermatozoides y la preparación del endometrio para la anidación, hasta la expulsión del feto en el momento del parto. Las modificaciones de la forma del útero y la capacidad para adaptarse a su “huésped” son indispensables para la evolución normal del embarazo. Sus alteraciones provocan no solo problemas de espacio al feto sino, fundamentalmente, trastornos fisiológicos, como la mala circulación sanguínea. Las malformaciones uterinas también pueden alterar la ecología fetal y ser causa de infertilidad. El aborto precoz es la repercusión más importante de una inadecuada preparación del lecho uterino para la anidación del huevo. Un útero mal preparado puede obligar al blastocisto a implantarse directamente en zonas más bajas de lo normal o en otras zonas fuera del cuerpo uterino, lo que produce un embarazo ectópico. Esto sucede con mayor frecuencia conforme aumenta la edad de la mujer. 2.3.2 El líquido amniótico y la ecología embriofetal El líquido amniótico ocupa un lugar importante en el crecimiento del tejido fetal. El estudio de la dinámica circulatoria y de los componentes biológicos del líquido amniótico ha permitido conocer numerosos aspectos normales y patológicos de la vida intrauterina. El embrión flota libremente en el líquido amniótico suspendido por el cordón umbilical. El líquido pasa al torrente sanguíneo fetal y los productos de desecho de este cruzan la membrana placentaria y pasan al torrente sanguíneo de la madre. El líquido amniótico tiene funciones esenciales para el desarrollo normal del feto: • Permite el crecimiento externo simétrico del embrión y el feto. • Se estima que un 10% de los nutrientes que requiere el feto provienen de este líquido. • Actúa como barrera contra infecciones (bactericida y bacteriostático). • Permite el desarrollo normal de los pulmones fetales. • Evita que la cubierta del saco amniótico (amnios) se adhiera al embrión y al feto. • Protege al embrión y al feto contra lesiones, al amortiguar los impactos que recibe la madre en el abdomen. • Ayuda a controlar la temperatura corporal del embrión al conservar un clima intrauterino relativamente constante. • Permite que el feto se mueva libremente, lo que ayuda al desarrollo muscular de sus miembros. • Interviene en la conservación del equilibrio entre líquidos y electrolitos. La cantidad de líquido amniótico puede alterarse y ser causa de complicaciones. Un volumen bajo de líquido amniótico en cualquier edad gestacional puede provocar trastornos que se denominan oligohidramnios. Esto se debe a que la placenta no cumple de forma óptima sus funciones, lo que disminuye el flujo sanguíneo de esta. La causa más común de oligohidramnios es la ruptura prematura del saco amniótico. También se produce oligohidramnios cuando la orina fetal no sale hacia el líquido amniótico debido a agenesia renal (falta de formación de los riñones) o a una obstrucción de las vías urinarias. Entre las complicaciones de oligohidramnios están los trastornos producidos por la compresión del feto con la pared uterina, como detención del desarrollo pulmonar o anomalías faciales y de los miembros. También puede producirse un exceso de líquido amniótico (más de 2000 ml), trastorno que se denomina polihidramnios. Este se presenta cuando el feto no deglute la cantidad adecuada de líquido amniótico debido a alteraciones como la atresia esofágica (bloqueo de la luz del esófago), por lo que el líquido no puede pasar al estómago e intestino para ser absorbido. El polihidramnios puede causar anomalías graves del sistema nervioso central, como anencefalia, y alteraciones del tubo digestivo. La diabetes gestacional de la madre, el embarazo múltiple y otros factores de causa desconocida están asociados con el polihidramnios. El control gineco–obstétrico y obstétrico preconcepcional y prenatal periódico, con ayuda de ultrasonido como técnica de diagnóstico de oligohidramnios o polihidramnios, es una medida preventiva importante para evitar la mortalidad por esta causa. R 13 2.3.3 La placenta y la ecología embrio-fetal La placenta y el cordón umbilical funcionan como un sistema de transporte de sustancias entre la madre y el feto. Los nutrientes y el oxígeno pasan de la sangre materna a la fetal, en tanto que los materiales de desecho y el dióxido de carbono de la sangre fetal pasan a la sangre materna a través de la membrana placentaria (ver gráfico 5). Las funciones principales de la placenta son: • Respiración. La placenta actúa como los “pulmones” del feto. El oxígeno de la sangre materna se difunde desde los tejidos placentarios hacia la sangre fetal a través del cordón umbilical, mientras que el bióxido de carbono pasa en dirección opuesta. La interrupción del transporte de oxígeno, incluso por algunos minutos, pone en peligro la supervivencia del feto. • Nutrición. Agua, sales orgánicas, carbohidratos, grasas y proteínas pasan por los tejidos placentarios hacia la sangre fetal a través del cordón umbilical. Los nutrientes constituyen la mayor cantidad de sustancias transferidas de la madre al feto. • Excreción. Los productos de desecho, como urea y ácido úrico, salen de la sangre fetal hacia la circulación materna a través del cordón umbilical, traspasando las membranas o tejidos placentarios, y se excretan por el sistema renal de la madre. • Protección. La mayor parte de los microorganismos, como las bacterias, no cruzan la membrana placentaria gracias a la inmunidad materna, pero algunos parásitos sí lo hacen, como el Toxoplasma gondii. • Almacenamiento. Los carbohidratos, proteínas, calcio y hierro se almacenan en la placenta y se liberan hacia la circulación fetal según se requieran. El ambiente fetal puede ser perturbado por numerosos mecanismos patológicos. Una insuficiencia del intercambio metabólico entre el feto y la madre puede deberse a varios factores: • lesiones placentarias; • reducción del flujo sanguíneo materno, que ocurre cuando aumenta la presión arterial; • circulares de cordón umbilical alrededor del cuello o del tronco del feto, lo que causa la oclusión de la vena y las arterias umbilicales; • el déficit de intercambio de nutrientes entre el micro y el matroambiente, que produce una restricción del crecimiento fetal y un incremento de la morbimortalidad perinatal; • la asfixia súbita genera o está asociada a insuficiencia metabólica entre la madre y el feto; • enfermedades tales como diabetes o hipertensión arterial. En todo caso, las patologías que afectan a la placenta deben ser tratadas desde los servicios de salud. Las mujeres afectadas deben ser informadas y orientadas para adoptar medidas de prevención o un tratamiento que eviten daños a su propia salud y la de su bebé. Recuerde que en nuestra página web, www. prenatal.tv, se encuentra un glosario en el que puede consultar los términos técnicos y médicos cuando lo necesite. Gráfico 5. Transferencia a través de la membrana y tejidos placentarios. Fuente: Ilustración diagramática de la transferencia a través de la membrana placentaria. (tomado de Moore KI: The Developing Human, 5ª ed. Philadelphia, Wb Saunders, 1993, p120) Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 14 2.3.4 Crecimiento y desarrollo intrauterino Actualmente, a la luz de los conocimientos acerca de la biología celular, se tiende a un concepto unificador de los términos “desarrollo” y “crecimiento”, que abarca tanto la magnitud como la calidad de los cambios que se operan en un organismo hasta alcanzar su madurez. Puntualizamos brevemente algunos elementos relacionados con el desarrollo y el crecimiento. La herencia y el medio ambiente desarrollan el potencial biológico por medio de muchas fuerzas o interacciones relacionadas entre sí. Los factores genéticos, de los que muchas veces se ha pensado que establecen límites finales al potencial biológico, están estrechamente entrelazados con el medio ambiente. Por ejemplo, en la galactosemia (incapacidad para procesar la lactosa de la leche), el efecto limitante de los genes anormales puede ser superado si la dieta del recién nacido no contiene lactosa. Recientemente, algunas investigaciones explican que posiblemente las modificaciones epigenéticas, que son mecanismos moleculares que alteran la actividad génica sin cambiar su secuencia de ADN (Monk et al., 2012), pueden estar subyacentes a las alteraciones en el desarrollo neurológico que se observan en la exposición al tabaquismo materno, el consumo de alcohol, el estrés y las toxinas ambientales. Estos cambios epigenéticos están, a su vez, vinculados a un menor peso al nacer en estos/as bebés (Mulligan et al., 2012). La nutrición es fundamental para el crecimiento óptimo, tanto prenatal como posnatal. Una alimentación deficiente de la madre puede contribuir a aumentar la posibilidad de abortos y de partos prematuros y favorecer la aparición de otros procesos, como la toxemia del embarazo, que a veces representa un riesgo para la supervivencia del recién nacido. Los factores sociales y emocionales son importantes modificadores del crecimiento potencial, tanto prenatal como posnatal, y pueden ayudar a la estimulación oportuna del bebé. Los factores culturales son capaces de alterar de modo latente ciertas habilidades, tales como permanecer sentado, arrastrarse, ponerse de pie o caminar, de las que siempre se había pensado que eran determinadas casi completamente por el estado de madurez biológica. 2.3.5 Indicadores del crecimiento y desarrollo intrauterino Algunos indicadores que reflejan el crecimiento intrauterino y que pueden servir para medir el riesgo durante el período neonatal son: el índice ponderal (de peso), el perímetro de cefálico (de la cabeza), el perímetro braquial (del brazo), la relación entre perímetro braquial y perímetro cefálico, el perímetro del muslo y los pliegues cutáneos. Sobre estos indicadores, los profesionales de la salud y los interesados podrán encontrar más información en las Lecturas de apoyo, en www.prenatal.tv. Gráfico 6. Desarrollo de los órganos del bebé durante los 9 meses de embarazo y los riesgos de anomalías congénitas. R 15 Otro indicador clínico que señala si el crecimiento fetal es adecuado o inadecuado es el peso previsto al nacer, clasificado como: peso adecuado o apropiado (PAEG), peso elevado o grande (PEEG), pequeño para la edad gestacional (PEG), o restricción del crecimiento intrauterino (RCIU). 2.3.6 Retardo del crecimiento intrauterino (RCIU) El RCIU implica un retraso en el crecimiento potencial del feto y puede causar deficiencias o la muerte en el o la bebé por nacer. El crecimiento embrio-fetal normal puede ser definido como aquel que resulta de una división y crecimiento celulares sin interferencias, cuyo resultado es un o una bebé nacido/a a término, en quien se expresa todo su potencial genético. Sin embargo, es muy difícil conocer esto último con la tecnología disponible actualmente. Por esta razón, el diagnóstico del crecimiento fetal normal se basa en la comparación de las medidas antropométricas del/de la recién nacido/a con los estándares que se consideran “saludables” por provenir de embarazos sin patología conocida. Se considera que un feto presenta RCIU cuando su peso es inferior al que le correspondería para su edad gestacional. La mayoría de los autores aceptan que este límite inferior corresponde al percentil 10 de la curva de crecimiento intrauterino normal (ver gráfico 7). En un sentido estricto, no todos los niños o niñas de bajo peso al nacer son RCIU (puede corresponder a un feto con un potencial de crecimiento bajo, pero normal), ni dejan de serlo todos aquellos que nacen con peso mayor al percentil 10 (puede corresponder a un feto que crecía en un percentil alto y en un momento determinado comenzó a descender). Gráfico 7. Curva de crecimiento intrauterino normal. 4500 P90 Peso (gramos) 3500 P10 2500 La prevalencia de RCIU en América Latina oscila entre el 12% y el 17% de todos los/las nacidos/as vivos/as. Estos/as bebés tienen una tasa de mortalidad perinatal 8 veces mayor y un riesgo de asfixia intraparto 7 veces mayor que los/las nacidos/as con peso adecuado para su edad gestacional. Estos neonatos presentan frecuentemente hipoglucemia (bajos niveles de glucosa en la sangre), hipocalcemia (bajos niveles de calcio en la sangre), policitemia (aumento anormal de la cantidad de células sanguíneas) y estrés por enfriamiento. Un adecuado crecimiento fetal repercute en la salud inmediata y a largo plazo del/de la recién nacido/a. Hallazgos recientes sugieren que el RCIU tiende a producir cambios en la fisiología y metabolismo del feto, que pueden ser el origen de enfermedades en la vida adulta, como diabetes, hipertensión y enfermedades coronarias. Por esto, todo esfuerzo dirigido a garantizar un buen desarrollo fetal sería la medida más costo-efectiva para mejorar la salud de la población en general. Los niños con RCIU simétrico evidencian una reducción proporcional de su talla, peso, perímetro cefálico y circunferencia abdominal por debajo del décimo percentil para una edad gestacional dada. Este patrón puede originarse por inhibición de la mitosis a causa de infecciones virales; anomalías congénitas; exposición a toxinas, radiaciones, fármacos o alcohol; anormalidades cromosómicas o genéticas; desnutrición intensa y tabaquismo al inicio del embarazo. El factor determinante actúa desde el inicio del embarazo, o por lo menos durante la fase embrionaria. Los recién nacidos con RCIU asimétrico tienen una talla y perímetro cefálico relativamente normales, mientras que el peso está por debajo del décimo percentil, debido principalmente a una reducción del tejido visceral y graso. Por lo general han sufrido desnutrición desde el tercer trimestre del embarazo. La causa principal es la inadecuada función intraplacentaria, que puede deberse a hipertensión crónica de la madre, preeclampsia antes de la semana 37 de embarazo, enfermedad renal materna, restricción de la circulación útero-placentaria o disminución del área de intercambio materno-fetal. A continuación se presentan los factores de riesgo que, según la OMS y la OPS, pueden causar un retardo de crecimiento intrauterino. 1500 PEG 500 25 27 29 31 33 35 37 39 41 43 Semanas de amenorrea Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 16 Tabla 3. Factores de riesgo para RCIU. • • • • • Factores fetales • • • • • • Factores placentarios Factores maternos Embarazo múltiple: 25 a 30% de RCIU. RCIU previo. Malformaciones del aparato digestivo; malformaciones congénitas. Anomalías cromosómicas: trisomía 13, 18 y 21, síndrome de Turner. Cuando coexisten RCIU y retardo mental, el 20% de los casos corresponden a alteraciones cromosómicas. El 5 a 10% de todos los/las recién nacidos/as pequeños/as para la edad gestacional (RNPEG) presenta anomalías congénitas y cromosomopatías. En fetos con RCIU simétrico y precoz, la incidencia de anomalías cromosómicas puede llegar al 30%. Embarazo extrauterino. Embarazo prolongado. Infecciones fetales crónicas (citomegalovirus, rubeola, sífilis). Lesiones posradiación. Hipoplasia pancreática. Déficit de insulina o del factor de crecimiento análogo a la insulina tipo I. • • • • • • • • Disminución del peso y/o de la celularidad de la placenta. Disminución de la superficie de la placenta. Inflamación de la placenta por bacterias, virus o parásitos. Infarto placentario. Tumor (corioangioma, molahidatiforme). Desprendimiento de la placenta. Síndrome de transfusión feto a feto en embarazos múltiples. Anomalías placentarias: desprendimiento de placenta, placenta previa, insuficiencia placentaria. • Anomalías del cordón: inserción velamentosa, arteria umbilical única. • • • • • • • • • • Madre pequeña, con peso pregestacional menor de 50 kg y talla menor de 150 cm. Escasa ganancia de peso en el embarazo y/o desnutrición materna previa. Enfermedad vascular materna: hipertensión, diabetes. Enfermedad renal crónica. Hipoxia crónica: madres que viven en grandes alturas o madres con insuficiencia respiratoria crónica o cardiopatía cianótica. Tabaquismo: disminuye el peso de nacimiento en 175 a 200 g. Drogas: alcohol, heroína, metadona, cocaína. Infecciones: TORCH (toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus, virus del herpes). Anomalías uterinas: miomas, útero septado (dividido), útero bicorne (con forma de corazón). Nivel socioeconómico bajo. 2.3.7 Desarrollo del cerebro durante el embarazo Cuatro semanas después de la concepción, antes incluso de que una mujer sepa que está embarazada, el cerebro del feto ya se está empezando a formar. Durante los cuatro primeros meses, las neuronas o células cerebrales se forman a una velocidad asombrosa. Posteriormente, la formación de nuevas células disminuye el ritmo, mientras se va estableciendo un gran número de interconexiones entre las neuronas. A lo largo de todo el embarazo, la nutrición adecuada de la madre es fundamental para construir los componentes del sistema nervioso y evitar los riesgos de posibles toxinas en los alimentos. Es importante que la dieta de la madre contenga suficiente ácido fólico, cuya falta puede limitar el desarrollo cerebral y dar origen a espina bífida (un cierre incompleto de la espina dorsal que deja expuesta la médula espinal). Además, se debe incluir la ingesta de proteína y ácidos grasos como el omega 3-6-9. El bienestar psicológico de la madre también afecta el desarrollo cerebral. El estrés durante el embarazo tiene efectos en el feto que resultan evidentes solo después del nacimiento y que en algunos casos pueden ser duraderos. Mes a mes se van registrando las siguientes etapas de desarrollo: • Tercer mes: el sistema nervioso está lo suficientemente desarrollado como para que se manifiesten reflejos físicos básicos, junto con reacciones tales como dar patadas o doblar los brazos. • Cuarto mes: los ojos y los oídos ya están conectados con el cerebro en desarrollo y el feto reacciona a los sonidos y a las luces brillantes. • Quinto mes: los movimientos corporales del feto son más controlados y variados, al madurar las partes del cerebro que controlan el comportamiento motor. • Sexto mes: el crecimiento de nuevas neuronas se desacelera considerablemente, en tanto que se R 17 crean muchas más conexiones entre ellas. Se observa entonces el aprendizaje, ya que el feto empieza a manifestar acostumbramiento a los estímulos repetidos (mediante una reducción de las reacciones), por ejemplo, a los mismos sonidos. Para mayor información puede leer la publicación El cerebro en desarrollo en la sección Lecturas de apoyo de nuestro sitio web, www.prenatal.tv. Gráfico 8. El cerebro en desarrollo. Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 18 Unidad 3 Enfermedades y deficiencias prenatales y sus causas Ob­je­ti­vos • Identificar las causas biológicas y fisiológicas de las enfermedades y deficiencias prenatales. • Comprender y analizar el origen de las enfermedades y deficiencias prenatales como una herencia multifactorial de diversas índoles etiológicas. • Establecer criterios para clasificar el grado de riesgo fetal. En PreNatal se define como deficiencia no solo la que es visible al nacer, sino también los problemas que se manifiestan después de algunos años. Existe un gran número de deficiencias del desarrollo, algunas de las cuales se identifican al momento del nacimiento, otras durante los primeros días de vida o en el desarrollo, y algunas incluso en la vida adulta. Se evidencian como problemas o atrasos en el desarrollo físico, metabólico, hormonal, intelectual, emocional o social, y pueden a su vez causar enfermedad y discapacidad. Son el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales, que representan agresiones al feto dentro del útero. Entre las agresiones más importantes están la falta de una alimentación adecuada de la madre y la falta de un entorno adecuado de apoyo al desarrollo prenatal y postnatal del/de la bebé. Todos los seres humanos iniciamos nuestras vidas como una sola célula, el cigoto, el cual posee toda la información genética que permitirá el desarrollo, organización y crecimiento durante toda la vida del individuo. Este proceso se da por etapas y está dirigido por la expresión de miles de genes en un orden y armonía que permite desarrollar estructuras complejas y equilibradas entre sí. La determinación de este desarrollo también es influida o afectada por el ambiente, del cual se toman las sustancias necesarias para la formación, por lo que la deficiencia de nutrientes y el contacto con elementos nocivos pueden alterar la formación normal de un nuevo ser. Los estudios de epigenética nos permiten establecer el mecanismo de influencia del ambiente en la herencia. Existe un complejo sistema de regulación de la expresión de los genes, que junto con otros códigos que se encuentran en el ADN, forman parte de la epigenética (epi=sobre, genética=relativo a los genes), en la cual el ambiente puede inducir cambios que se heredan, pero sin alterar la secuencia genética. Gracias al proyecto Genoma Humano, que concluyó en el año 2003, se han podido identificar todos los genes presentes en la especie humana, determinando que poseemos entre 20 000 y 25 000 genes, además de otras secuencias de ADN que permiten establecer el control sobre la expresión de los genes. No todos los genes se expresan al mismo tiempo; una gran parte de estos se manifiestan únicamente durante el desarrollo embrionario e intervienen en la formación del sistema nervioso. El desvelamiento del genoma posibilita el desarrollo de tratamientos para enfermedades causadas por deficiencias en el genoma, así como la comprensión más amplia del funcionamiento de las células y del organismo. Esto permite mejorar el diagnóstico y tratamiento de enfermedades comunes como la hipertensión arterial, la epilepsia, la diabetes mellitus y el cáncer. Saber más sobre la constitución genética permitirá desarrollar también métodos más individualizados de medicina preventiva. Las deficiencias o trastornos durante el desarrollo prenatal pueden clasificarse en: • Deficiencias congénitas. Son aquellas que están presentes al nacer. Pueden deberse a causas genéticas o a variaciones en el desarrollo embrionario ocasionadas por factores del entorno, como enfermedad de la madre, medicamentos, sustancias químicas, virus, radiaciones, o por un accidente durante el parto. • Deficiencias genéticas. No necesariamente son identificables al nacimiento. En algunos casos, la deficiencia puede manifestarse al momento del nacimiento, como en caso de síndromes o malformaciones, y en otros, durante la infancia o la adolescencia, como en los errores innatos del metabolismo. Corresponden a deficiencias cuya causa son cambios en el código genético o en los cromosomas. Las deficiencias pueden tener una causa cromosómica monogénica (cuando la mutación se da en un solo gen) o poligénica (cuando intervienen varios genes). Las deficiencias genéticas pueden ser: -- hereditarias, cuando uno o ambos padres portan genes mutados o con rearreglos en los cromosomas, y estos pasan de una generación a la siguiente por medio de alguna de las células sexuales, ya sea en los espermatozoides del padre y/o en el óvulo de la madre. -- de aparición de novo, es decir, un caso nuevo, sin antecedentes familiares, atribuible a mutaciones espontáneas en los gametos de los padres o en el cigoto una vez fecundado, sin que los padres sean portadores de mutaciones en el ADN. De esta clasificación debemos recordar que no todas las deficiencias congénitas son genéticas y de las deficiencias genéticas, no todas son heredables. También las interacciones del ambiente con el genoma influyen durante el desarrollo prenatal. Se estima que R 19 las causas de las deficiencias en los humanos pueden distribuirse de la siguiente manera: regulación de la expresión de genes codificantes como un mecanismo epigenético. • 80% son detectables al nacimiento, es decir, son congénitas; de estas: -- 20% son debidas a causas genéticas, -- 20% por factores ambientales nocivos durante el embarazo (alcohol, mala nutrición, drogas, radiaciones, infecciones de la madre, entre otros), -- 40% es una combinación de ambos. • 10% están asociadas a la atención del parto (trauma obstétrico, hipoxia, etc.). • 10% se presentan en el período neonatal (prematuridad, sepsis, hipoglucemia, hipocalcemia, entre otros). Los genes se encuentran organizados dentro de un cromosoma. Los seres humanos tenemos 46 cromosomas, que están dentro del núcleo de nuestras células. Todos nosotros somos el resultado de una combinación única y exclusiva de los genes de nuestros padres: el ovulo de la madre aporta 23 cromosomas y la otra mitad proviene de los espermatozoides del padre. Las enfermedades y deficiencias de nacimiento pueden ser causadas por factores biológicos, fisiológicos o ambientales. En este módulo trataremos únicamente las enfermedades y deficiencias por causas biológicas y fisiológicas. Conocer las causas que producen enfermedades y deficiencias constituye un factor fundamental para planificar acciones de prevención. 3.1 Enfermedades y deficiencias por causas biológicas y fisiológicas Pocas enfermedades o deficiencias de nacimiento pueden atribuirse a una causa en particular. Se considera que la mayoría de las enfermedades y deficiencias son el resultado de una combinación de factores biológicos con factores ambientales. Esto se denomina herencia multifactorial. El resultado depende del factor biológico, de la etapa del embarazo y del grado de riesgo y peligro ambiental presentes. 3.1.1 Deficiencias cromosómicas Las deficiencias cromosómicas son las más frecuentes dentro de las deficiencias genéticas y son también las mejor estudiadas. Los genes presentes en el ADN determinan las características individuales de cada ser humano y conducen el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de cada uno de sus sistemas anatómicos, bioquímicos y fisiológicos. Los seres humanos poseemos 2 copias de cada gen, cada una heredada de uno de nuestros padres. Estas dos copias se conocen como alelos. Los cromosomas se agrupan por pares, por lo cual tenemos 23 pares. De estos, 22 son llamados autosomas (cromosomas responsables de la herencia de los rasgos no sexuales, es decir que no intervienen en la determinación del sexo). Los hombres y las mujeres nos diferenciamos únicamente en el par 23 constituido por los cromosomas sexuales. El hombre tiene un cromosoma X y un cromosoma Y, mientras que la mujer tiene dos cromosomas X. En los gametos, el cromosoma sexual del óvulo siempre será un X, mientras que los espermatozoides pueden portar un cromosoma X o un Y. Por lo tanto, el espermatozoide es el que define el sexo del nuevo ser en la fecundación. Cuando mecanismos complejos como la mitosis (división de la célula en la que cada célula hija recibe una dotación completa de cromosomas) y la meiosis (sucesión de dos divisiones celulares de la que resultan cuatro células con el número de cromosomas reducido a la mitad) funcionan mal, son comunes las deficiencias cromosómicas. Estas se encuentran en un 6 a 7% de todos los cigotos. La mayor parte de los cigotos, blastocistos y embriones que presentan anormalidades son abortados en forma espontánea. Se estima que entre el 10 al 15% de los embarazos concluyen como abortos espontáneos antes de las 12 semanas de gestación. De estos abortos, alrededor del 80% presenta un embrión con defectos estructurales y se calcula que entre el 50 y el 60% se debe a anomalías cromosómicas. Un gen es un segmento de ADN que tiene la información para producir una o varias proteínas. Los genes primero producen una copia de ARN, la cual lleva la información a los organelos donde se produce la proteína (ribosomas). Estos genes son conocidos como codificantes. Los cambios en estos ocasionan que las proteínas se produzcan en forma o cantidad deficiente. Las alteraciones cromosómicas pueden ser de tipo numérico, cuando existe un cromosoma completo de más o uno menos. Suelen ser el resultado de la “no disyunción”, es decir, debido a un error de la división celular durante la mitosis, en la meiosis o durante la formación de las células sexuales materna o paterna, por lo cual no se separan un par de cromosomas o dos cromátidas (cada una de las dos hebras hermanas de un cromosoma en división). Como consecuencia de ello, el par de cromosomas o las cromátidas se transmiten a una célula hija, mientras que la otra célula hija no recibe ninguna. Esta alteración se puede producir en forma de mosaico, en el cual un grupo de células posee el número normal de cromosomas y otro tiene un número alterado. Los genes que no producen proteínas se conocen como no codificantes. El ARN que producen interviene en la La falta de un cromosoma se conoce como monosomía. Una trisomía es una anomalía genética que consiste Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 20 en la presencia de un cromosoma adicional en uno de los pares normales de cromosomas. La pérdida de material genético no es bien tolerada en el embrión en desarrollo, en tanto que el exceso es mejor tolerado. Trisomía 13 (Síndrome de Patau) Monosomía X (Síndrome de Turner) Este síndrome presenta las siguientes anomalías: deficiencia mental, anomalías graves del sistema nervioso central, orejas malformadas, defectos en el cuero cabelludo, labio leporino y/o hendidura bilateral del paladar, polidactilia, prominencia posterior de los talones. Por los serios problemas neurológicos, los/las bebés afectados/ as no sobreviven más allá de seis meses. El síndrome de Turner o monosomía X es causado por la presencia de un solo cromosoma X. La ausencia del cromosoma Y determina el sexo femenino de todos los individuos afectados, y la ausencia del segundo cromosoma X ocasiona la falta de desarrollo de las características sexuales primarias y secundarias. Esto confiere a las mujeres que padecen este síndrome un aspecto infantil, baja talla, malformaciones cardíacas e infertilidad. En algunos casos se produce mosaicismo, es decir, que la falta del cromosoma X no afecta a todas las células del cuerpo. Su incidencia es de aproximadamente 1 de cada 2 500 niñas. Las deficiencias en los cromosomas pueden ser de tipo estructural, cuando hay un cambio en la forma de los cromosomas (translocaciones, inversiones, cromosomas en anillo), en los cuales se pierde o duplica un segmento de uno o más cromosomas (deleciones, duplicaciones). También puede producirse la presencia de un cromosoma marcador, formado por partes de diferentes cromosomas. Estas alteraciones cromosómicas son llamadas rearreglos y pueden ser responsables de abortos a repetición en parejas en las cuales uno de los miembros es portador, aún si no presenta deficiencias orgánicas o intelectuales. Trisomía 21 (Síndrome de Down) 3.1.2 Deficiencias por alteraciones genéticas Es causado generalmente por la presencia de una copia adicional del cromosoma 21. El cromosoma adicional cambia por completo el desarrollo ordenado del cuerpo y el cerebro. Se caracteriza por: retardo del crecimiento; discapacidad intelectual de diverso grado; prolapso de la lengua; anomalías cráneo-faciales que comprenden hendidura oblicua de los párpados, epicanto, cara aplanada, orejas pequeñas; defectos cardíacos y tono muscular inferior al normal. También hay una incidencia relativamente alta de leucemia, infecciones, disfunción tiroidea y envejecimiento prematuro. En casi todos los afectados aparecen signos de la enfermedad de Alzheimer después de los 35 años de edad. Una mutación es cualquier cambio permanente en la secuencia del ADN genómico. En general, implica una pérdida o cambio en la función de un gen. La mayoría de las mutaciones son perjudiciales y algunas son mortales debido a que un cambio al azar no suele producir una mejoría en el desarrollo. El índice de mutaciones puede aumentar por distintos factores ambientales. Las siguientes son algunas de las deficiencias cromosómicas más frecuentes. La incidencia del síndrome de Down es de 1 en cada 2000 bebés de madres menores de 25 años. Este rango se incrementa con la edad materna, aproximadamente a 1 en cada 300 bebés a los 35 años, y a 1 en cada 100 a los 40 años. Trisomía 18 (Síndrome de Edwards) Los recién nacidos con trisomía en el cromosoma 18 tienen retraso mental grave, retraso del crecimiento, occipucio prominente, defectos del tabique interventricular (tabique que separa los ventrículos del corazón), micrognatia (mandíbula muy pequeña), orejas malformadas de implantación baja, dedos flexionados, uñas hipoplásicas (de tamaño, grosor y textura disminuidas), pies “en mecedora” (un tipo de pie plano). Generalmente fallecen al poco tiempo de nacidos. La incidencia de esta trisomía es de 1 por cada 12 000 nacidos vivos. Entre el 7 y el 8% de las anomalías congénitas están causadas por defectos de los genes. Las anomalías resultantes de la mutación genética se heredan según las leyes mendelianas, por lo que es posible hacer predicciones sobre la probabilidad de que aparezcan en los hijos o hijas de las personas afectadas y en otros parientes. Existen diferentes formas de transmisión de la información genética a la descendencia. Herencia autosómica recesiva. En este tipo de herencia los padres no necesariamente se encuentran afectados, aun cuando son portadores de genes mutados. Para que se presente la enfermedad, el niño o niña debe heredar dos alelos mutados. La posibilidad en cada embarazo de tener un hijo o hija afectado/a es de un 25%. Ejemplos de esto son la fibrosis quística (trastorno pulmonar), la hiperplasia suprarrenal congénita (déficit hormonal que afecta la producción de hormonas suprarrenales y hormonas sexuales, puede producir genitales ambiguos) y el síndrome de Usher (condición genética que cursa con sordera infantil y ceguera en la edad adulta). Herencia autosómica dominante. Las manifestaciones clínicas son causadas por un alelo anormal. En esta R 21 variedad, la persona no afectada no transmite esta característica a la descendencia. Cuando encontramos un caso, o bien existe historia familiar de la enfermedad, o representa una mutación nueva. Una persona afectada tiene un riesgo de 50% de heredar su alelo afectado por cada embarazo. Dos ejemplos de anomalía congénita con herencia dominante son la acondroplasia (un tipo de enanismo) y el síndrome de Marfán (una enfermedad del tejido conectivo). Herencia ligada al sexo, ya sea dominante o recesiva. Se relaciona con genes mutantes ubicados en los cromosomas sexuales, especialmente el X. Afecta con mayor frecuencia al hombre, ya que tiene un solo X en su cariotipo, y al estar este afectado, el carácter siempre se expresa. Se conocen más de 400 desórdenes ligados al cromosoma X (Mckusick, 1998), entre ellos la hemofilia (un trastorno de la coagulación de la sangre), la distrofia muscular de Duchenne (debilidad muscular progresiva) y síndrome de frágil X (alta talla y discapacidad intelectual). Una mujer portadora puede tener en un 50% hijas portadoras y en un 50% hijos afectados por la condición genética. Un hombre afectado tendrá un 100% de hijas portadoras y ningún hijo afectado. 3.1.3 Malformaciones congénitas Las deficiencias en el desarrollo prenatal pueden afectar el complejo proceso de formación de las estructuras de los órganos y sistemas. Esto puede dar origen a malformaciones congénitas reconocibles al nacimiento, algunas de las cuales pueden afectar la estética de la persona sin afectar su función, por ejemplo, los apéndices preauriculares (apéndices cutáneos en la oreja o en torno a ella), mientras que otras pueden afectar la estética y la función, como el labio leporino. Algunas malformaciones comprometen la vida del niño o niña y requieren corrección quirúrgica en los primeros días del nacimiento. Defectos cardíacos. Constituyen uno de los problemas de tipo congénito más comunes y son la causa principal de las muertes debidas a defectos de nacimiento. Su incidencia es de 6 a 8 casos por cada 1000 nacimientos. Casi todas las anomalías cardíacas congénitas son causadas por múltiples factores genéticos y ambientales. Defectos del tubo neural (DTN): espina bífida (columna vertebral que no está completamente cerrada). Es uno de los defectos congénitos más comunes, con una incidencia mundial promedio de 1,2 casos por cada 1000 nacimientos. La espina bífida se relaciona con grados variables de déficit neurológico según la posición y extensión de la lesión, pero no está acompañada de discapacidad intelectual. Por lo general, el origen de los DTN es multifactorial y la posibilidad de tener un hijo o hija afectado/a crece considerablemente cuando ya se ha tenido antes una experiencia similar. En los DTN intervienen factores nutricionales y ambientales, por ejemplo, ciertos fármacos, la hipertermia y el exceso de vitamina A. Los suplementos de vitaminas y ácido fólico antes de la concepción pueden reducir la frecuencia de DTN. Fisura labio-palatina. Conocida como labio leporino y paladar hendido, es la segunda malformación congénita más frecuente. En su génesis hay factores genéticos (25%) y ambientales, siendo en general multifactorial. La incidencia es de aproximadamente 1 en 2500 nacidos vivos. Las fisuras pueden afectar el labio superior (a uno o a ambos lados), el paladar o ambos. La evaluación genética es fundamental para descartar casos sindrómicos, que son frecuentes en las fisuras aisladas de paladar (síndrome velocardiofacial, Stickler). El tratamiento de esta malformación debe ser multidisciplinario e iniciarse en el período neonatal para garantizar los mejores resultados. Microtia. Es una malformación congénita en la cual la oreja o pabellón auricular (oído externo) está poco desarrollada. Se asocia a factores ambientales y genéticos. La oreja totalmente subdesarrollada se conoce como anotia. La microtia puede ser unilateral (un solo lado) o bilateral (afecta a ambos lados). Ocurre en 1 de cada 6000 a 12 000 nacimientos. Malformaciones renales y de vías urinarias. Se presentan en 3 a 4% de los recién nacidos. En uno de cada 300 bebés varones, el orificio externo de la uretra se encuentra en la cara ventral del glande del pene (hipospadias peneana). También pueden nacer bebés con ausencia de ambos riñones (agenesia renal bilateral), pero mueren durante los primeros meses de vida. 3.1.4 Errores innatos del metabolismo Las enfermedades metabólicas, o errores innatos del metabolismo, son afecciones genéticas causadas por una deficiencia de un gen, que da origen a una proteína o una enzima anormal, lo cual lleva a que el proceso metabólico en que interviene quede bloqueado. Esto determina las deficiencias bioquímicas características de cada enfermedad metabólica y que dan lugar a trastornos como discapacidad intelectual, daño neurológico, desnutrición, o incluso la muerte. La mayoría de estas enfermedades son de origen autosómico recesivo. Se producen en fetos normales, sin malformaciones. Tienen un alto riesgo de recurrencia dentro de la misma familia, por lo que con frecuencia hay dos o más hijos/as afectados/as. Estos niños y niñas no tienen ningún síntoma ni signo al nacer que haga sospechar de su enfermedad, pero esta se manifestará a lo largo de las primeras etapas de vida extrauterina e irá produciendo las lesiones características. El tratamiento de los errores congénitos del metabolismo tiene pocos beneficios. De ahí la importancia de los programas de detección precoz en laboratorio de estas metabolopatías durante el período neonatal. Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 22 En el período neonatal se debe sospechar la existencia de anomalías en bebés que presenten rechazo a la alimentación, vómitos, somnolencia, letargo, coma, convulsiones, ictericia o hepatomegalia. En niños de mayor edad, se debe sospechar la presencia de anomalías si se producen vómitos, retraso del crecimiento, retraso del desarrollo psicomotor, discapacidad intelectual, convulsiones, coma inexplicado o ataxia (perturbación de las funciones del sistema nervioso). La incidencia individual es baja, pero continuamente se descubren nuevas enfermedades (más de 1000 en el momento actual). Al presente, se estima que ocurren en 1 por cada 800 a 5000 recién nacidos/as (según el grupo étnico estudiado) y cerca del 50% de ellos/as desarrollan la enfermedad durante los primeros años de vida. Un ejemplo es la fenilcetonuria, condición en la cual existe deficiencia enzimática que impide metabolizar el aminoácido fenilalanina. Los niveles elevados de este aminoácido producen discapacidad intelectual, microcefalia, retardo del crecimiento, piel blanca y cabello rubio. Otro ejemplo es la galactosemia, en la cual el niño o niña es incapaz de metabolizar la galactosa, un azúcar presente en la leche. La acumulación de galactosa produce convulsiones, letargo, poco aumento de peso y cataratas. Ambas enfermedades pueden ser detectadas por un tamizaje neonatal, que se realiza al cuarto día de vida, con el objetivo de modificar la alimentación del neonato afectado y así prevenir la discapacidad. El tratamiento nutricional se debe seguir de por vida. Conocer estas patologías y hacer un diagnóstico y tratamiento precoces puede evitar que se produzcan graves secuelas neurológicas, entre las que se destaca la discapacidad intelectual. Alrededor de un 75% de las enfermedades que no llevan a la muerte en la infancia alteran el rendimiento escolar o las habilidades para integrarse a una actividad laboral productiva. Sin embargo, en algunas enfermedades específicas se puede lograr que estos niños y niñas se desarrollen normalmente, tanto en el crecimiento físico como en aspecto intelectual. Actualmente, la prevención es la manera más eficiente de enfrentar las enfermedades metabólicas. Esto se puede alcanzar mediante las siguientes medidas: consejo genético a las parejas con hijos/as afectados/as, diagnóstico prenatal y programas de detección precoz en el recién nacido. 3.1.5 Epigenética La epigenética es el estudio de los mecanismos que mediante el entorno controlan la expresión genética, sin alterar la secuencia del ADN. Aún se encuentran en estudio los códigos epigenéticos determinados principalmente por el ARN no codificante de proteínas, códigos de histonas (proteínas básicas localizadas en el núcleo y que se unen al ADN) y metilación del ADN (un proceso por el cual se añaden grupos metilo al ADN). Estos tres mecanismos establecen principalmente la expresión de los genes, determinando la cantidad y el momento de la expresión de genes codificantes. Estos códigos pueden ser influidos por el ambiente y heredarse de una generación a otra (ver también gráfico 9). Gráfico 9. La genética de un individuo está determinada por el código genético establecido por la secuencia de bases nitrogenadas (A= adenina, T= timina, C= citosina, G= guanina) que forman la molécula de ADN. La epigenética se determina por tres códigos que actúan sobre el genético: mecanismos basados en el ARN, códigos de histonas en las proteínas en las que se enrolla el ADN, y metilación del ADN. R 23 Las deficiencias en estos códigos se asocian con hábitos tóxicos, dietéticos y estrés, durante toda la vida de los progenitores. Durante un embarazo, es importante cuidar estos factores ya que los cambios epigenéticos pueden darse en la mujer embarazada (primera generación), en el feto (segunda generación) y en las células germinales del feto que se desarrollan durante la vida fetal (tercera generación). Para las personas interesadas en investigar este tema específico, ofrecemos en Lecturas de apoyo especiales en nuestra página web www.prenatal.tv. Recomendamos la revisión del documento ´La epigenetica y la prevención de deficiencias prenatal´. Interesante en este sentido también es la revisión del documental In Utero. 3.2 Indicadores y factores de riesgo de enfermedades y deficiencias prenatales Según la OPS, en América Latina y El Caribe existen unos 34 millones de personas con discapacidad que fueron afectados en la etapa prenatal o al momento del parto. Se estima que, de los niños y las niñas menores de 5 años con alguna deficiencia, un 70% es atribuible a causas genéticas o problemas prenatales. Los indicadores de riesgo son una descripción de situaciones que pueden llevar a una discapacidad si no se evitan o se corrigen a tiempo. La OPS presenta 117 indicadores de riesgo, que incluyen: demografía, socioeconomía, mortalidad, morbilidad, acceso, recursos y cobertura de servicios de salud. También publica anualmente Situación de salud en las Américas: Indicadores básicos y un Atlas de indicadores básicos de salud. Para nuestro papel de mediadores en la prevención de deficiencias y enfermedades, es importante que midamos o cuantifiquemos esos riesgos, a fin de determinar cuáles son los más frecuentes o importantes y cuáles son posibles cambiar con nuestra intervención. También hay que entender el principio de magnitud y de asociación, ya que hay factores que por sí solos no tienen mucho impacto, pero que sumados entre sí, aumentan la gravedad de la deficiencia o la discapacidad. Desde el punto de vista epidemiológico, los factores de riesgo son toda circunstancia o situación que aumenta las probabilidades de una persona de contraer una enfermedad o discapacidad. Si se hace una descripción más detallada de los factores de riesgo Tabla 4. Embarazos con riesgos específicos Embarazos con riesgo de deficiencias cromosómicas Embarazos con riesgo de metabolopatías congénitas Embarazos con riesgo de enfermedades genéticas recesivas ligadas al cromosoma X • Riesgo alto: uno de los progenitores es portador de una translocación cromosómica • Riesgo moderado: mujeres cuya edad es superior a los 38 años. • Riesgo bajo: mujeres que sobrepasan los 35 años o menores de esta edad, que han tenido previamente un hijo con síndrome de Down. También si uno de los padres tiene mosaicismo. • Antecedentes familiares con enfermedades de este tipo. • Parejas consanguíneas. • Familias que por vía materna tengan ya hijos varones afectados. En este caso, la madre puede ser portadora. • Embarazos con riesgo de • defectos del tubo neural • • Embarazos con riesgo • de enfermedades • genéticas en general • • • • Embarazos con riesgo de malformaciones en general • • • • Antecedentes familiares de enfermedades de este tipo. Deficiencia de ácido fólico durante el embarazo. Ingesta de medicamentos o tóxicos durante el embarazo. Historia de aborto habitual (más de dos seguidos o 3 alternos). Historia de hijos nacidos muertos o malformados sin estudio genético. Embarazos conseguidos con inductores de la ovulación. Edad avanzada en la pareja. Embarazadas irradiadas durante el primer trimestre. Embarazadas que han sido tratadas con fármacos potencialmente teratógenos. Embarazadas que han padecido una enfermedad infecciosa del grupo TORCH durante el primer trimestre. Embarazo actual con retardo del crecimiento fetal tipo I o anomalías volumétricas del líquido amniótico. Presentación fetal anormal (podálica o transversal) persistente durante el tercer trimestre del embarazo. Enfermedad crónica materna: diabetes, trastornos tiroideos, asma, enfermedades autoinmunes. Antecedentes de malformaciones, discapacidad o enfermedades genéticas en parientes de primer y segundo grado de consanguinidad. Formación de Mediadores Prevención Prenatal de Enfermedades y Deficiencias - Módulo 2 - Texto Base 24 y si se incluye una cuantificación numérica específica, se tendrá una mayor posibilidad de monitorearlos, definirlos como indicadores y darles seguimiento. Otro concepto epidemiológico importante es el de “población de riesgo”. Se trata de identificar y agrupar a aquellos embarazos que se supone que tienen un alto riesgo de defectos congénitos. Esto facilitará la labor de detección y la utilización con este grupo de una metodología de control más sofisticada y eficaz que con la población general. Además de evitar molestias innecesarias a muchas embarazadas, el procedimiento ahorraría recursos económicos y humanos. En general, es fácil establecer un grupo de riesgo en las enfermedades hereditarias de tipo mendeliano (aquellas en las que se transmite un único gen mediante un patrón dominante, recesivo o ligado al cromosoma X), que afectan a aproximadamente 3% de las embarazadas. Sin embargo, es muy difícil hacerlo para el diagnóstico de las malformaciones congénitas, ya que, dado su carácter principalmente esporádico, el grupo de riesgo lo constituye el 100% de las mujeres embarazadas. En situación intermedia se hallan las cromosomopatías, pues si bien hay mayor tendencia a ellas en ciertas circunstancias (por ejemplo, edad materna añosa), pueden aparecer también en cualquier embarazada. La detección del riesgo de deficiencias genéticas y congénitas debe realizarse en las consultas preconcepcionales para realizar un asesoramiento genético adecuado a la pareja. La complementación con ácido fólico en la pareja es fundamental para reducir los riesgos. Durante el embarazo, la captación temprana permite realizar un seguimiento adecuado y un diagnóstico prenatal de las deficiencias genéticas y congénitas. En las primeras 12 semanas se debe realizar una ecografía para buscar signos de deficiencias cromosómicas, además de pruebas bioquímicas en la sangre materna. Estos resultados, combinados con la edad materna, pueden detectar las posibilidades de una trisomía con una sensibilidad mayor al 90%. Entre las semanas 20 a 24 de gestación es posible realizar una ecografía anatómica del feto a fin de detectar malformaciones congénitas, defectos cardíacos, peso del feto, nivel de líquido amniótico y sexo del bebé. En el tercer trimestre, el diagnóstico está enfocado a determinar la posición y el peso del feto y medir el perímetro cefálico a fin de identificar deficiencias en el crecimiento. Tabla 5. Grado de riesgo fetal. Riesgo fetal muy alto (superior al 15%) • • • • Bebés de parejas con antecedentes de deficiencias genéticas recesivas (25% de riesgo). Bebés de individuos afectados por una condición autosómica dominante (50%). Bebés varones de mujeres portadoras de enfermedades genéticas ligadas al cromosoma X (50%). Bebés de portadores de deficiencias cromosómicas estructurales (el porcentaje de riesgo es variable según el tipo de deficiencia y el progenitor que la presenta). • Bebés de individuos afectados por una anomalía cromosómica (teóricamente 30%). • Signos ecográficos indirectos de malformación fetal. Riesgo fetal • Bebés de madres mayores de 40 años. Si la madre ya tiene además un/a hijo/a afectado/a, alto (superior la posibilidad aumenta hasta un 10% adicional y pasa al rango de riesgo muy alto. al 10%) • Parientes en segundo grado de consanguinidad con malformaciones congénitas. • Bebés de personas con cariotipos normales, pero con hijo/hija con anomalías cromosómicas Riesgo fetal (1%). También, si han tenido un aborto con confirmación de anomalías cromosómicas. moderado • Bebés de madres comprendidas entre 35 y 39 años. (menos • Bebés de parejas que han tenido un hijo muerto en etapa perinatal, por causa desconocida. del 5%) • Bebés de madres con varios abortos por causa desconocida. • Embarazos con factores teratógenos (infecciosos, farmacológicos o radioactivos). • Embarazos logrados luego de un tratamiento de fertilidad o inseminación in vitro. • En la actualidad se incluye en este apartado a todos los embarazos supuestamente normales. Riesgo Este calificativo tiene por objeto sensibilizar al profesional de salud sobre el hecho de que fetal bajo no existen embarazos sin riesgo y que en todos ellos debe efectuarse un control ecográfico rutinario para detectar las anomalías congénitas de tipo esporádico. FdW Fundación de Waal