PAUTAS PARA LA ELABORACIÓN DE LA ANAMNESIS PSICOSOMÁTICA Resumen tomado de las pautas propuestas por el Doctor Carlos Alberto Seguín. La principal preocupación de obtener una “buena” anamnesis era la de coleccionar datos sobre síntomas o enfermedades, olvidándose completamente de hombre que los presentaba. La de la medicina actual es la de conocer al paciente historiado como un ser humano, como un individuo que tiene una biografía en la cual se encuentra, en medio de otros datos tanto o más importantes, los síntomas y las enfermedades. Si revisamos las obras de semiología más conocidas, encontramos una variedad de puntos de vista y una serie de consejos sobre lo que la anamnesis debe ser y contener. En ellos, sin embargo, se toma casi exclusivamente en cuenta lo que pudiera volver como “antecedentes psicológicos”, sin dar ninguna importancia al enfermo como una persona. Una anamnesis hecha de esa manera es mutandis, la que un veterinario varía tomando los datos al dueño de un caballo o de un perro enfermo. Ni más ni menos. El sabio médico no se ha preocupado ni un solo momento en ver al hombre que tiene la enfermedad, de pensar que es hombre no solo ha pasado a través de la vida siendo expuesto al raquitismo o a la guerra, sino que ha vivido y que sus vivencias no son tan importantes para comprender su enfermedad actual como su exposición a tóxicos o microbios. Recordemos siempre que el enfermo es un ser humano al que debemos comprender y tratar como tal y adoptaremos con ellos la actitud justa ante el interrogatorio. El punto de vista terapéutico. Si el médico ha sido capaz de obtener el rapport del paciente, si este ha sentido que tiene en frente, no a un preguntón impersonal si no a un amigo, cederá a la necesidad experimentada por todo ser humano “franquearse” a dar salida a la presión que sus preocupaciones han estado manteniendo. Dirá muchas veces, en medio de lágrimas, “su secreto” y al hacerlo, si encuentra en su interlocutor la actitud justa, se sentirá enormemente tranquilizado “como si se hubiera quitado un peso de encima”. Sentimientos de culpa tendencias agresivas contenidas, temores sobrevalorados, al ser expuestos y “vividos” frente a un observador humano y comprensivo, perderá su fuerza y el paciente se sentirá realmente liberado. Es la conocida “catarsis” de tan decisiva favorable. Si se produce, basta muchas veces para que un ser que viniera a vernos deprimido y angustiado, abandone la entrevista “cambiado” por la descarga de presiones emocionales hasta entonces contenidos. La sensación de tranquilidad que ello produce, actúa sobre “la tranquilidad” del enfermo-hombre produciendo incluso cambios en el equilibrio neuro-vegetativo que, al traducirse en regulaciones metabólicas y endocrinas, realiza un verdadero milagro de mejoría psicosomática. Los temas básicos alrededor de los que giran nuestro interrogatorio serán: 1. Enfermedad actual 2. Historia familiar 3. Niñez 4. Educación 5. Trabajo 6. Cambios de residencia 7. Enfermedades y accidentes 8. Vida sexual 9. Hábitos e intereses 10. Actitud para con la familia 11. Actitud frente a la enfermedad 12. Sueños Algunos problemas a considerar ¿Debe escribirse delante del enfermo lo que él va diciendo? A primera vista la respuesta justa pareciera la negativa. Así lo creíamos al principio y durante un tiempo, redactamos la anamnesis solo después de que el enfermo se había retirado. La experiencia nos ha enseñado que ello no es indispensable. En la mayoría de los casos, por el contrario, parece que el enfermo ve más interés en el médico si este escribe todo lo dicho, da la sensación de ser importante y muchas veces el paciente presiente que el médico ha dejado pasar algunas de sus afirmaciones sin anotarlas. Hacemos una excepción con los datos de la vida sexual, cuando ellos son manifiestamente penoso, en estos casos dejamos de anotar, a veces abandonamos ostensiblemente el lápiz durante el interrogatorio de esa parte, lo que no impide que, ya sea inmediatamente luego de hacer alguna pregunta sin importancia, o después, cuando el enfermo no ha retirado, registremos cuidadosamente todo lo obtenido. Otra cuestión practica e interesante es la de presencia de otra persona durante la entrevista. A de experiencia nos permitimos afirmar, que, en la generalidad de los casos (hay excepciones), la presencia de una tercera persona, en ciertas condiciones, no influye mayormente. En nuestro servicio hospitalario una secretaria se encuentra rutinariamente presente y es la que toma taquigráficamente las palabras del paciente, mientras que el médico interroga. En algunos casos, al tratar problemas sexuales, los enfermos hombres, por medio de sus gestos o sus palabras, demuestran cierta resistencia al discutir el tema delante de la mujer. Una actitud benévola pero firme, la aclaración de que “se trata de una enfermera que está acostumbrada a oír cosas”, generalmente basta. Y ello nos lleva a una tercera consideración: ¿Cómo se obtiene que los pacientes hablen de sus problemas más íntimos? Creemos que ello es fácil si se sabe manejar el interrogatorio. Contribuye al buen éxito; una actitud benevolente y comprensiva aun frente a las confesiones más graves, una firme insistencia cuando es necesario, una explicación amistosa en el momento justo. Explicación necesaria frente a enfermos que desde el primer momento se muestran desconfiados, acostumbrados a aclarar la situación al comienzo: “voy a hacerle muchas preguntas, algunas de las cuales le parecerán no tener relación con su enfermedad. Todas ellas son necesarias y usted debe contestarlas. ¿Estamos de acuerdo? “. De esa manera se eliminan muchas veces, de una vez por todas, los obstáculos. Cuando notamos resistencias al hablar de ciertos temas, insistimos: “discúlpeme que le haga estas preguntas, pero son indispensables”. A lo que sigue una somera explicación de cómo las “explicaciones” influyen sobre la salud. A veces notamos que el enfermo nos miente. Ello es fácil de advertir cuando se ha interrogado a muchos. Generalmente hay algunos signos delatores: el sujeto duda, mira la cara del interlocutor, se ruboriza. Entonces decimos firmemente: “Debe ser usted franco conmigo. Comprenda que si le pregunto todo esto es porque es necesario, si usted trata de engañarme, no hace más que engañarse a sí mismo, porque al hacerme equivocar por miedo a una mentira, yo pierdo nada; pero usted sí, ya que no puedo darle el tratamiento justo”. Pero sobre todos estos detalles de técnica; cuando el médico se ha familiarizado con el interrogatorio y su secuencia, le es fácil conducirlo de manera que, insensiblemente responda el paciente a todo lo que se le pregunte: varias veces hemos visto enfermos que se habían prometido “no decir nada “y que luego de haber suministrado una anamnesis completa. Ha manifestado: “yo no sé cómo me ha sacado todo esto “. Algo más aun, autores de la experiencia de Flanders Dumbar proponen, no un interrogatorio, sino una, “conversación” en la que el médico, sin una prueba rígida trata de obtener informalmente todos los datos. Deutach ha estudiado esa técnica de “anamnesis asociativa”. No podemos negar las grandes ventajas que ella posee, pero tiene un gravísimo inconveniente: el tiempo que requiero: tiempo empleado, no solo en el interrogatorio en sí, sino en la ordenación de los datos luego. Aconsejamos un término medio: el seguir la prueba que trazamos más adelante intercalando periodos de “conversación”, de “anamnesis asociativa”, cada vez que lo creemos conveniente. En determinados casos, una segunda entrevista puede ser dedicada a la aplicación de esa técnica, la que gana de la comprensión obtenida ya que en la primera y de la confianza adquirida con el enfermo. Exponemos a continuación las pautas de la experiencia nos ha dictado. Siguiéndola puede completarse el interrogatorio en un plazo que oscila entre media hora y hora y media. Queremos insistir en que no debe tomarse como en un marco rígido, del que no se puede salir. Por el contrario, nos ofrece la oportunidad de conocer rápidamente el problema, y nos permite detenernos en algunos de los temas si lo creemos conveniente. En cada párrafo enumeramos las preguntas a contestar. Muchas veces no es necesario hacerlas; basta la primera para que el paciente nos hable con amplitud. En tal cado no lo interrumpamos sino cuando se salga del tema y, entonces, discreta y benévolamente: obsérvese que la secuencia propuesta es la natural en una conversación; nos permite pasar de un tema a otro y facilita la obtención de datos “difíciles”. 1. ENFERMEDAD ACTUAL Un gran error seria, indiscutiblemente, el comenzar el interrogatorio por cualquier cosa que no fuera de enfermedad actual. El paciente viene por sus síntomas y de ello quiere hablar. La mejor manera de empezar es permitiéndole explayarse acerca de ellos. La primera pregunta será: a) ¿Qué le pasa? El paciente comienza entonces a enumerar sus síntomas. Precisemos: b) ¿Desde cuándo está usted enfermo? El enfermo tiene la tendencia a responder, no con la fecha en la que su enfermedad comenzó, sino con la de la primera vez que por ella busco un médico. Insistimos entonces: c) ¿Estaba usted bien, completamente bien, antes de esa fecha? Es entonces cuando el enfermo recuerda que ya antes había comenzado a sentir algo. Es el momento de preguntar: d) ¿Recuerda usted cuando sintió el primer síntoma? Ello es importante. No nos contentaremos con una fecha: e) ¿Dónde estaba usted cuando lo sintió? ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué había hecho ese día, el anterior? Estas preguntas llevan al enfermo a situarse en el momento del comienzo. Generalmente; nos dan datos precisos respecto a coincidencias cronológicas (infecciones, intoxicaciones, traumatismo, factores psíquicos, emociones, cambios de situación, etc.) En este momento provocamos una pequeña conversación tratando de “ubicar” al hombre en la situación en la que la enfermedad comenzó. Creemos que ello es realmente importante. f) ¿Qué hizo entonces? Esta pregunta nos informará sobre la primera actitud del paciente frente a la enfermedad. ¿No le dio importancia? ¿Le dio tanta que abandono el trabajo, se puso en cama? Etc. ¿Cuál fue el primer tratamiento y sus resultados? Es necesario obtener aquí detalles de la actitud, no solo del enfermo, sino de sus familiares, jefe, médico, etc. g) ¿Cómo siguió? Debe tratar de obtenerse todos los datos posibles, con fechas, sobre tratamiento, mejorías, tratando de precisar, en el caso de que estas últimas hubieran ocurrido, las condiciones en las que cada una se presentó. Ello permite muchas veces, establecer interesantes paralelismos entre factores exteriores y enfermedad. En muchos casos consideramos útil completar esta parte de la anamnesis con una distribución cronológica especial. Dividimos la página en dos columnas; colocamos en la derecha los factores importantes de la vida del paciente y en la izquierda la evolución de la enfermedad. Ello es interesante en caso de afecciones que evolucionan, que pueden estar ligadas a factores ambientales (asma, fiebre del heno, paludismo, ulceras gastroduodenales, órgano-neurosis, etc.) Algunos autores, especialmente americanos, aconsejan el averiguar ordenadamente los síntomas que pudieran existir en diferentes partes del cuerpo. Aconsejamos tener presentes estas listas solo como referencia. Todos los datos en ellas consignados pueden y deben obtenerse en un interrogatorio bien conducido, sin necesidad de sugerirlos. El interrogar al paciente afirmativamente a muchos de ellos, sin haberlos tenido, o que comience a tenerlos a raíz del interrogatorio. Una vez obtenido la historia de la enfermedad hasta el momento actual, una última pregunta: h) ¿Qué es lo que siente Ud. ahora? Que debe completarse siempre con uno o dos: ¿nada más? Ello es importante. El paciente se queja de primera intención de los síntomas que más lo molestan, lo que no quiere decir que sean los más importantes. Al terminar esta parte del interrogatorio debemos tener una idea clara de todo el desarrollo de la enfermedad, los tratamientos seguidos y la actitud del enfermo durante ella. 2. a) HISTORIA FAMILIAR ¿De dónde es usted? Registrar precisamente el sitio de nacimiento. b) ¿Vive su padre? Si la respuesta es afirmativa, ¿Cuántos años tiene? ¿Es sano? ¿Qué enfermedades ha tenido? ¿En qué trabajas? ¿Qué carácter tiene? c) ¿Vive su madre? Iguales preguntas que a anterior d) ¿Tiene usted hermanos? En caso afirmativo interrogar por cada uno de ellos cronológicamente y anotar datos numerando los hermanos. Por cada uno de ellos repetir las preguntas arriba indicadas, añadiendo si viven. ¿Soltero o casado? ¿Hijos? ¿Dónde está ahora? ¿Desde cuándo? e) ¿Ha conocido usted a sus abuelos? Igualmente, averiguaciones . f) ¿Ha habido enfermos nerviosos en su familia? ¿Tíos, primos, etc.? ¿Suicidas?, ¿personas “raras”? Hay una gran tendencia a negar esos antecedentes. Si existen, tratar de conocer detalles. Como resultado de este interrogatorio, el médico debe tener una idea, la misma que se completara con las preguntas siguientes destinadas a estudiar esa familia “dinámicamente” g) ¿Ha vivido siempre con sus padres? Es fácilmente comprensible que, si el paciente ha sido sacado tempranamente del seno familiar, todas las condiciones cambian. Si la respuesta es negativa: h) ¿Por qué? Conseguir detalles de las causas para la separación, el tiempo, etc.; así como las personas que el paciente vivió, investigando cerca de ellas en la misma forma que acerca a los familiares. i) ¿Cómo ha sido usted criado? ¿Engreído o educado severamente? Es la mejor manera de averiguar las condiciones de la constelación familiar y de la vida infantil del paciente. En este momento se fomenta una conversación que permite comprender el ambiente como interrelación dinámica, orientándola hacia la obtención de los siguientes datos. ¿Ha sido castigado? ¿Mucho? ¿Por quién? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cómo reaccionaba a los castigos? ¿Quién lo engreía más? ¿A quién quería más? (el paciente): ¿a su padre o a su madre? Generalmente la respuesta es esta; “a ambos” debe insistirse con una sonrisa “si claro, pero siempre hay una pequeña diferencia”. Si la ha habido ¿Por qué? ¿A quién prefería su madre? ¿Su padre? Generalmente la respuesta es “a nadie”. Una sonriente insistencia nos permitirá ratificar el dato. j) ¿Cómo se lleva usted con sus hermanos? Rivalidades, rencillas, apegamiento: ¿A cuál preferiría usted? ¿Por qué? k) ¿Estaba usted contento en su casa? Esto nos permite obtener una versión sintética de la situación y sobre todo de la reacción del paciente ante esa situación. l) ¿Cómo se llevaban sus padres? Rencillas, celos, dificultades de toda clase y su repercusión sobre el paciente. 3. NIÑEZ Con esta sección comenzamos a conocer al enfermo en su evolución psico-biológica. a) ¿Qué clase de niño era usted? Tímido, agresivo, retraído, juguetón, obediente, rebelde, caprichoso; etc. b) Datos de la evolución ¿Embarazo y partos normales? ¿Alimentación al pecho? ¿Artificial? ¿Por qué? Fecha del destete y reacción de él. En relaciona este debe suscitarse también una conversación que nos informe sobre gustos y costumbre particulares, especialmente en cuanto a la alimentación ¿Peculiaridades y preferencias? ¿Rechazo de alimentos? Reacción de la familia. c) Datos del desarrollo psicomotriz ¿A qué edad caminó? ¿A qué edad hablo? ¿Enfermizo? d) Síntomas neuróticos ¿Hasta qué edad se orinó en la cama? Alrededor de este tema averiguar la manera cómo el control de la eliminación fue obtenido. ¿Ha tendido pesadillas? Terrores nocturnos y reacciones de los padres ante ellos. ¿Hasta qué edad se chupó el dedo? ¿Se comió las uñas? ¿Ha tenido pataletas? ¿Con qué motivo? ¿Masturbación infantil? ¿Fantasías sexuales? ¿Otras particularidades? 4. EDUCACION a) ¿A qué edad se fue al colegio? Alrededor del tema debe permitirse también una pequeña conversación. Al ir a la escuela el niño enfrenta por primera vez la realidad “social”. Fuera del ámbito familia, debe realizar su primera real adaptación. Sus reacciones son pues, importantísimas. Si ellas no quedan definidas en el curso de la conversación, debe aclararse: b) ¿Le gustaba ir a la escuela? ¿Por qué? c) ¿Tenía muchos amigos? ¿A qué jugaba? ¿Tenía mucha tendencia ser líder o a seguir a los otros? Investíguese las características de la reacción social. d) ¿Terminó la instrucción primaria? ¿A qué edad? Si no la hizo ¿Por qué? Sígase paso a paso la historia educacional (instrucción media, universidad), precisando fechas. He aquí algunas preguntas complementarias: ¿Qué materias preferiría? ¿Por qué? ¿Qué hubiera querido ser? ¿Por qué? e) ¿Ha seguido estudiando después de haber abandonado el colegio? 5. TRABAJO Sígase la biografía del enfermo averiguando en una secuencia natural, las actividades seguidas al abandonar los estudios. a) ¿Cuál fue su primer trabajo? ¿Le gustaba? ¿Por qué lo eligió? ¿Cuánto tiempo estuvo en él? ¿Por qué lo abandonó? Averígüese lo mismo de las sucesivas ocupaciones del paciente hasta la actualidad. Investíguese las condiciones de trabajo (enfermedades profesionales). b) ¿Le gusta su trabajo actual? c) ¿Está usted contento en él? ¿Por qué? d) ¿Cuáles son sus aspiraciones? e) ¿Cuánto gana actualmente? ¿Está contento con su salario? Coméntese aquí cordialmente las condiciones de vida. Investíguese la actitud del sujeto frente a ellas en preocupaciones económicas, tensiones emocionales traumatismos psíquicos, etc. En esta forma hemos hecho, en realidad, una pequeña biografía del paciente. Lo hemos seguido paso a paso desde su infancia hasta el momento en que lo vemos por primera vez ya que la vida familiar, la educación y el trabajo son las etapas fundamentales de la evolución individual. Hay algo, sin embargo, que debemos tener presente y que muchas veces de desliza entre los otros datos. 6. CAMBIOS DE RESIDENCIA El conocimiento de ellos, aparte de suministrar datos importantes sobre ambientes biológicos en los que el paciente ha vivido y su relación con el presente o antigua patología (zonas palúdicas, enfermedades tropicales, paso de la altura a la costa, etc.), nos ofrecen otra información igualmente importante. Para obtenerla, no olvidemos las siguientes preguntas: a) ¿Cuándo salió usted, por primera vez de su lugar natal? b) ¿Por qué hizo ese viaje? Ello nos da datos precisos sobre la personalidad en su relación al medio. c) ¿Cómo le fue en su nueva residencia? Cuya respuesta nos informa sobre la capacidad de adaptación del enfermo a situaciones y ambientes nuevos. Estas preguntas deben repetirse si el paciente ha cambiado más de una vez de residencia. Entremos luego a investigar otros aspectos de la vida del ser humano que tenemos delante. Para ello el orden del interrogatorio es importante. Aconsejamos el siguiente que la experiencia nos ha demostrado válido 7. ACCIDENTES Y ENFERMEDADES Comenzamos por la averiguación de los accidentes ocurridos y damos a ellos más importancia que el considerarlos solamente desde el punto de vista de sus defectos sobre la salud. Los modernos conocimientos sobre la “predisposición a accidentarse” o el “habito de accidentarse” nos preparar para conocer los tipos de personalidad en la que los accidentes no ocurren “por accidente”, sino que tienen una razón de ser enraizada en las características personales mismas. Averiguamos, en relación con cada uno de los accidentados; condiciones de ocurrencia, especialmente en relación al momento psicológico, en el que tuvieran lugar; reacciones ante ellos, invalideces, etc. Pasamos luego al interrogatorio sobre las enfermedades padecidas durante toda la vida, no solo a los procesos patológicos que “ha sufrido” el paciente, sino a su reacción a ellos, a su actitud frente a las adaptaciones a que obligaron. No necesitamos insistir en la importancia de ello para el estudio de la personalidad en acción. Por supuesto que no nos contentaremos con los nombres de las enfermedades, sino que tratamos de obtener cuadros sintomatológicos claros. En los enfermos hombres terminamos esta parte con la averiguación de datos concernientes a las enfermedades venéreas, lo que nos prepara el camino para entrar fácilmente en la investigación siguiente. 8. VIDA SEXUAL Esta es, por supuesto, la parte más difícil del interrogatorio. Y es difícil en realidad, la experiencia de enseñar no los ha probado, más que por resistencia consciente o inconsciente que el médico, mismo presenta. Si el médico tiene frente a los problemas del sexo una actitud frente a sus propios problemas, el interrogatorio no es difícil. Ante un benevolente interés que no se modifica durante toda la entrevista; ante una naturalidad dada, que permite tratar el tema como cualquiera de los otros, no solo el enfermo o la enferma no se resistan, sino que cooperan interesantemente. En nuestra organización social el tabú del sexo impide que tanto hombres como mujeres de hablar sueltamente de este tema con alguien en la mayor de los casos sufran la angustia de la ignorancia y un consejo sano y autorizado. Por otra parte, el solo hablar de sus problemas o sus preocupaciones, brinda tranquilidad y desahogo. Es corriente ver pacientes de ambos sexos, una vez, una vez roto el hielo, se explayen ampliamente, “abren su corazón” y digan agradecidos al final “Nunca hable de esas cosas, doctor con nadie y me ha hecho bien el decírselas” Naturalmente que ello no puede producirse si la actitud del médico no solo la que pretende sino la que auténticamente tiene no es claramente la justa: una benevolente comprensión amistosa y segura. Si hay inseguridad. Falsa vergüenza: curiosidad mal sana, “picardía”, interés extra médico, ello bloquea inmediatamente al paciente, que le percibe a través de todas las caretas que se quisiera usar para disimularlo. Aquí, como siempre, el ser médico, es decir, el estar guiado por un auténtico cariño hacia nuestros semejantes y un sincero deseo de ayudarlos; el hacerlo es una forma madura y noble, es la mejor llave para penetrar en lo más íntimo de su vida. Si el interrogatorio ha sido conducido hasta aquí concretamente, el paciente ha perdido ya la inseguridad de los primeros momentos y “simpatiza” con el médico. Esta pues, dispuesto a responder a sus preguntas lo mejor que puede, pero, aun en las condiciones más favorables, es necesario “romper el hielo”, para ello la experiencia nos ha enseñado una técnica que creemos eficaz. Es, naturalmente, distinta frente a enfermos hombres o mujeres. A. En los hombres, hecha de propósito como final la pregunta sobre las enfermedades venéreas, es fácil pasar, como complementaria, a la siguiente: a) ¿Ha sido usted mujeriego? En realidad, ella no es prácticamente útil. No sirve sino de introducción, de preparación para las siguientes. b) ¿Cuándo tuvo usted los primeros conocimientos sexuales? Generalmente se recuerdan los de la adolescencia. Debemos guiar al enfermo hacia recuerdos previos, episodios infantiles: ¿Tuvo curiosidad por cuestiones sexuales? ¿Presenció actividades de ese género? ¿Cuándo se dio cuenta entre la diferencia entre los sexos? ¿Qué pensó de ella? ¿Qué creía acerca de “dónde vienen los niños? ¿Del matrimonio? Trataremos de reconstruir la actitud infantil frente a esos problemas, así como la manera como la familia, los enfermos c) ¿A qué edad comenzó a masturbarse? Si ello no ha sido dicho espontáneamente durante la conversación anterior, la pregunta debe plantearse de esa forma. Aunque no podemos ahora detenernos en el tema, debemos decir algunas palabras en conexión con esta pregunta. Ella es hecha especialmente para conocer la actitud frente a la masturbación. Creemos que esa práctica en nuestro ambiente, es un fenómeno normal en la pubertad. Sin embargo, está acompañada generalmente de un profundo sentimiento de culpa y de la convicción de que es horriblemente dañina. Se establece pues en el espíritu del adolescente una lucha en el deseo y esos sentimientos, con la correspondiente sobrecarga emotiva que es la que produce una serie de síntomas sin negar la dinámica más profunda de estas reacciones, sobre la que ahora no podemos detenernos, podemos afirmar que muchas de las neurosis de los adolescentes, neurosis clasificadamente por el médico como anemias “debilidad”, “trastornos del crecimiento”, etc. y tratado como fosforo, calcio, hierro y vitaminas, los amen de consejos a admoniciones que naturalmente agravan el problema, son debidas al mecanismo expuesto y desaparecen con la más superficial de las psicoterapias que puede hacerse, inclusive, durante la entrevista amnésica. Debemos tratar de averiguar, como comenzó el paciente a masturbarse, frecuencias de las prácticas, fantasías que la acompañaba y tiempo de continuación. No preguntemos nunca: ¿hasta cuándo se masturbo? Sino: d) ¿Se masturba todavía algunas veces? Lo que, no solo nos dará la respuesta justa, sino que nos informará sobre la actitud actual del paciente frente a esa práctica. En caso de una respuesta afirmativa investiguemos detalles. La próxima pregunta sebe hacerse también en la forma siguiente: e) ¿Fue su primera relación sexual? ¿Con un hombre o con una mujer? Es la mejor manera de provocar la confesión de prácticas homosexuales. Si la respuesta es “con una mujer” se puede insistir: ¿había tenido Ud. prácticas con hombres? ¿Las ha tenido Ud. después? En caso afirmativo, averiguar detalles. f) ¿Cuándo tuvo usted su primera relación sexual? ¿Con quién fue? ¿Cómo fue? (impulsado por amigos, propia iniciativa, seducido, etc.) ¿Qué le pareció? g) ¿Cómo ha continuado usted sus prácticas sexuales? Desde aquí hay oportunidad para una conversación en la que el enfermo describa sin historial sexual hasta la fecha. Anótense características de ella; sobre bases comerciales, sentimentales, de aventuras pasajeras, affaires más o menos serios, etc. h) ¿Cómo son ellas en la actualidad? Lo que nos permite preguntar: ¿Es usted muy excitable sexualmente? ¿Cada cuánto tiempo tiene Ud. relaciones sexuales? Y luego la investigación de todos los datos concernientes a variables sexuales y problemas en conexión con el acto mismo (ejecutivo precoz, importancia, etc.) ¿Cómo se siente usted después de cada relación sexual? La práctica nos ha enseñado el dejar para una segunda parte un diferente enfoque del interrogatorio que completara los datos ya obtenidos. i) ¿Ha sido usted enamoradizo? Ello, nos describirá las características de la personalidad en su relación con el otro sexo: tímido, don Juan, voluble, persistente, insatisfecho, etc. j) ¿Cuál ha sido su primer amor? ¿Por qué se enamoró? ¿Cuánto tiempo duró esta relación? ¿Hasta dónde llegaron en sus relaciones? ¿Por qué y cómo terminaron? k) ¿Otros amores? Iguales preguntas, que nos dieron una idea clara de la manera como el enfermo encara estos aspectos de su vida, así como las experiencias que pudieron haber ocurrido y la reacción a ellos. l) Matrimonio Si el paciente es casado, a tocar el tema de su matrimonio. Es interesante averiguar en este caso, con más detención que en los demás; los detalles del proceso. ¿Cómo conoció a la mujer que fue su esposa? ¿Por qué le gustó? ¿Cuánto tiempo la enamoró? y una pregunta fundamental. m) ¿Por qué se casó? La pregunta de esta interrogante es sorprendentemente fructífera en información relacionada, no solo con el matrimonio en sí, sino con la personalidad del enfermo, desde el que nos responde: “porque quería a mi novia “hasta el que confiesa “me obligaron a hacerlo”, pasando por que el afirma: “necesitaba alguien que me cuidara”, casi cada individuo tiene su razón para haber dado paso tal fundamental en su vida. n) ¿Pelean mucho su esposa y usted? No caigamos en el error, tan común, de interrogar: ¿Cómo se lleva usted con su señora? Porque la respuesta obligada será: “bien” planteada la pregunta en la forma que propugnamos nos permite obtener datos más ciertos. Averígüese las causas de los disgustos, la importancia de ello, etc. Hasta llegar a un concepto claro acerca de lo real, situación familiar. Dejemos hablar al enfermo de sus problemas y demostramos simpatía para ellos. o) ¿Tiene usted hijos? Si - No, ¿por qué? ¿Métodos anticonceptivas? ¿Cuáles? En caso de respuestas afirmativas ¿Cuántos? Obténgase detalles acerca de los embarazos, partos, abortos, así como de la evolución de los hijos hasta la actualidad. p) ¿Cómo se entiende usted sexualmente con su esposa? ¿Frigidez? ¿Falta de satisfacción sexual? ¿Variantes sexuales? q) ¿Tiene usted aventuras fuera de su matrimonio? Sea afirmativa o negativa la respuesta, interróguese: ¿Por qué? Trátese de obtener una idea de lo que esas aventuras significan, las preocupaciones que emanan, etc. r) ¿Qué piensa usted de las mujeres? Esta pregunta final nos da la oportunidad de conocer la actitud del enfermo frente al otro sexo, índice tan importante de la personalidad. B. Las dificultades de esta parte del interrogatorio frente a las mujeres no son mayores si él es bien conducido. Generalmente, para “romper el hielo”, comenzaremos con una pregunta leve: a) ¿A qué edad comenzó Ud. a menstruar? A las mujeres en general, les agrada explayarse sobre los detalles de su función menstrual. Continúese: b) ¿Estaba Ud. preparada o se asustó, cuando se le presentó la primera vez? De esta manera entramos, de una manera natural, en la investigación de la sexualidad infantil. Si la paciente no estaba informada acerca de la menstruación, preguntamos: ¿no sabía nada respecto al sexo, antes? Si ya lo estaba ¿Cómo lo supo? Insistiendo luego sobre las preguntas enunciadas respecto a la sexualidad infantil en el interrogatorio de los hombres. c) ¿Cómo ha sido su menstruación? Averígüese caracteres de cronología y presentación. Si la paciente es soltera, averígüese sobre periodos de amenorrea. Ello nos dará una impresión clara si observamos turbación, enrojecimiento, duda, ante una negativa, no insistamos. Preguntemos luego benévolamente: d) ¿Ha tenido muchos enamorados? Siempre los ha tenido e) ¿Cuándo tuvo el primero? Continúese el interrogatorio sobre la pauta ya trazada. En un gran porcentaje de los casos, dadas las condiciones ya establecidas, la enferma habla más o menos francamente y confiesa su exploración en el campo psicosexual. Si no lo hace pueden hacerse algunas preguntas que, hechas a tiempo, nos brindara información. Una de ellas es: ¿es usted afectuosa o fría? Si hay resistencia manifiesta a responder, tomamos una actitud considerada: Perdóneme que insista en estas preguntas, pero son necesarias para comprender perfectamente su caso. Ud. sabe que muchas veces un detalle hasta para orientar un diagnóstico. Naturalmente que si usted prefiere no hablar de ello. Si la enferma prefiere “no hablar de ello” podemos estar seguros de que “hay algo” de lo que no quiere hablar y lo tendremos en cuenta. Si la enferma es soltera: f) ¿Tiene usted, enamorado ahora? Se repite el interrogatorio ya explicado. Si es casado, se investiga como en el caso de enfermos hombres, las características del proceso hasta el casamiento, repitiendo las preguntas: g) ¿Por qué se casó? Luego nos será fácil seguir. h) ¿Cómo la impresiono su noche de bodas? Continuando luego de una conversación que nos lleve al conocimiento de los detalles, incluidos en los párrafos anteriores del interrogatorio masculino. En el caso de infelicidad matrimonial, que las mujeres confiesan más fácilmente que los hombres, puede preguntarse: i) ¿No ha pensado que podría ser feliz con otro hombre? De donde: ¿no lo ha intentado? Si puede hacerse esa pregunta manteniendo una actitud de benevolente comprensión. Ello nos dará información sobre aires extramatrimoniales y sobre la actitud de la enferma acerca de ellos. Terminamos con: j) ¿Qué piensa usted de los hombres? Como se habrá notado, damos mucha importancia sobre la vida sexual de nuestros pacientes. La experiencia nos ha enseñado que ello es indispensable. Piénsese lo que se quiera sobre las teorías psicoanalíticas, lo cierto es que el desequilibrio de una personalidad se refleja directamente en su actividad psicosexual, la que puede servirnos de índice para el conocimiento de los problemas que esa personalidad enfrenta y sobre su manera de resolverlos. 9. HÁBITOS E INTERESES a) ¿Qué hace usted cuando no trabaja? Es interesante conocer las aficiones del individuo, sus diversiones, sus hobbies, de manera cómo emplear su tiempo fuera de su trabajo. Si lee, ¿Qué clase de libros? ¿Por qué? Si va al cine, ¿Qué películas prefiere? ¿Por qué? Si practica deportes, ¿Cuáles? Si no hace nada, ¿Por qué? ¿En que ocupa sus días libres? b) ¿Tiene usted amigos? ¿Íntimos? ¿Qué hace en compañía de ellos? Si no los tiene, ¿Por qué? c) ¿Es usted religioso? En nuestro ambiente casi todos lo son (?) Averigüemos hasta donde ello es verdad. d) ¿Bebe usted mucho? No nos contenemos con respuestas como “regular” o “como todos”. Precisemos: ¿aperitivo? ¿Bebía en las comidas? ¿Fuera de ellas? ¿En fiestas? ¿A menudo? ¿Te causa daño? e) ¿Fuma mucho? Numero de cigarros por día, frecuencia, contexto. f) ¿Otras drogas? Café, té, drogas heroicas (difícilmente confesadas). g) ¿Qué ideas políticas tiene? Aquí hay que aclarar generalmente que nuestro interés puramente profesional. h) ¿Convicciones filosóficas? No se trata de buscar erudición, sino de saber los principios a los que el paciente ajusta su conducta, sea o no consiente de qué ellos constituyen su filosofía. 10. ACTITUD PARA CON LA FAMILIA Es hasta un tópico de real interés ya que su conocimiento nos informa, no solo de su personalidad del paciente, sino sobre la situación familiar con sus complejas reacciones y posibilidades. a) ¿Con quién vive usted? Ello es importante porque nos permite apreciar la estructura de la “constelación familiar”. Averiguamos: 1. Si el paciente es soltero, ¿vive con sus padres? En caso negativo ¿Por qué? ¿Con quién vives? ¿Por qué? 2. Si es casado, ¿vives con sus padres? ¿Con la familia de su esposa? En caso afirmativo, ¿Por qué? b) ¿Vive usted Tranquilo en su casa? Estudiemos la dinámica de la vida familiar en una conversación que nos permita interiorizarnos en los detalles de esta interrelación. c) ¿Dónde vive usted? Sepamos las condiciones materiales de vida, lo que al mismo tiempo nos informara apreciar la actitud del paciente frente a sus deberes familiares. d) ¿Qué relaciones tiene usted con el resto de la familia? e) ¿Qué hacen sus hijos? Importante para apreciar proyectos, esperanzas, preocupaciones resentimientos, etc. Este grupo de interrogantes deben dejarnos con una clara idea sobre la vida actual del enfermo en todo valor psicosocial. ACTITUD FRENTE A LA ENFERMEDAD La actitud del paciente ante su dolencia es decisiva, no solo `para el conocimiento de su personalidad y para el diagnóstico, sino para la conducción y el éxito del tratamiento. Preguntamos: a) ¿A qué cree usted que se debe su enfermedad? Las respuestas a este interrogante son realmente ilustrativas. Posiblemente nada hay que hoz diga más sobre la conciencia, temores, supersticiones, etc. Constituyen su versión de la enfermedad, quizás más importante, desde muchos puntos de vista, que la del médico. b) ¿Cómo cree usted que podría curarse? Ello nos permite completar las informaciones ya obtenidas y nos descubre mucho de la actitud del enfermo. c) ¿Qué hará usted cuando se cure? He aquí una pregunta, sugerida por Alfredo Adler, que creemos interesante. Adler asegura que, considerada la enfermedad (se refiere a la enfermedad nerviosa, pero en nuestra opinión ello puede hacerse extensivo en parte a todas las enfermedades) como una huida frente a los problemas que la realidad plantea, la respuesta a esa interrogante generalmente nos indica. Precisamente lo que el enfermo quiere hacer, de lo que está huyendo. La experiencia nos ha confirmado ampliamente ese punto de vista. Es de todos los días escuchar de la boca de los que padecen de neurosis de renta: “o que haría es volver a trabajar inmediatamente”, por ejemplo. 11. SUEÑOS Indispensable complemento según nuestra opinión, de una anamnesis bien conducida es una investigación de los sueños del enfermo. Muy a menudo el relato de esos sueños nos provee de una inapreciable información sobre sus preocupaciones, complejos y actitudes. Preguntemos: a) ¿Duerme Ud. Bien? Sí, no ¿Por qué? b) ¿Tiene Ud. pesadillas? En caso afirmativa, hágase que el enfermo las relate y anótese, si es posible, sus propias palabras. c) ¿Sueña Ud.? Muchas veces la respuesta es negativa. Hay una resistencia inconsciente a recordar sueños ante el médico. Insistamos: ¿nunca? generalmente, de una manera obtenemos datos: “algo que ocurre muy a menudo es que el paciente nos responda: “¿no recuerda ningún sueño?” ¿Ninguno? “Cuénteme cualquiera”. Es muy raro en el caso en el que no hemos podido obtener el relato y, cuanto más trabajo nos ha costado, más interesante el sueño obtenido. Con esto hemos, terminado el interrogatorio, que, si ha bien conducido nos dará una idea clara de la personalidad en sus relaciones con el ambiente y nos permitirá encarar, con las otras partes de la historia clínica, el diagnostico, el pronóstico, y la terapéutica en funciones del hombre como tal.