Transhumanismo Edípico o la transfiguración del deseo La configuración del deseo es un espacio en blanco que intenta tanto el intelectual como el inconsciente acotar con la forma. El deseo es cuando no está, el deseo aumenta cuando es frenado, desaparece cuando se toca, se evanece cuando culmina, se transforma en dolor cuando se mira en el espejo. El Edipo como concepto que intenta con fenomenología dar lugar a su silueta, pasa por diluirse también en el deseo colectivo de desplazarse a otros imaginarios, así quizá coquetéa con la máquina. Existe un deseo original, el de Ser y el aliento primigenio es siempre el del llanto, es este llanto la huella original del deseo pasado en el vientre ya que una ves nacido, una ves ahí, se nos arrebata. A partir de entonces, jugamos la dinámica del Edipo con estas preguntas: ¿Deseo? Qué deseo? ¿Quíen desea? ¿Qué desea? ¿Me desea a mí? ¿Dónde y Quién lo tiene? ¿Qué lo tiene?Es así una letanía de mantras que como vorágines que determinan cada paso moral y social, gracias a ese arrebato, a ese mal entendido, caemos en la trampa del deseo. Los asesinos seriales, los que se presume psicópatas, carecen de deseo, o más bien sólo tienen uno, el deseo de deseo. Quizá por eso, la transgresión última de arrebatar la vida sea no sólo un acto envidioso sobre el deseo del otro, sino un intento desesperado por asignarlo. La maquina aquí no sólo se desplaza en el arquetipo del anima y del padre para la hija, sino que le da equilibrio mental a un cuerpo sin código, a una mente vacía de deseos, impulsada por la violenta caída del dolor físico, de la laceración y una suerte de disforia humana, donde no sólo no se reconoce una identidad, sino que por medio de la máquina encuentra su orgásmica respuesta. El deseo entonces es el de no Ser, no de ser otro, sino de ser otra cosa. Así se explica la narrativa de usurpación de identidad y el gesto tierno hacia el auto del padre que de alguna manera fue la causa de su intervención quirúrgica. Es provocando a su padre a tener un accidente como se activa una serie de reconfiguraciones a su Ser, donde no logra ella misma ser una máquina, pero sí se vuelve la amante, y luego madre de una. Por otro lado, la reversión de esta narración es el padre putativo,