Por NOVIEMBRE, 1909 NÚMERO 178 . MADRID: LARRA, 8 Precio: 1,25 Pesetas Corresponsal y representante exclusivo en la Isla de Cuba, D. Macario del Castillo, San Ignacio, 84—Habana PUBLICACIÓN MENSUAL DE LITERATURA. ARTE Y ACTUALIDADES SUMARIO DE NOVIEMBRE DE 1909: SRTA EMILIA DURAN, SEL TEATRO ESPAÑ3L U S EJÉRCITOS DE EUROPA . COMPANY i a? maniobras mi litares de c ton o—I lustrado can fotografías A. 13 C F. GONZÁLEZ LEÓN AMO ELOíO.—Poftsía . . . IDILIO TRÁGICO.—Novea (segunda y última p i r ta) —Ilustrado con fotografías LAS D Í M A S F U M A D Q R A S . - P o e s i a . . . . TODOS LOSTIEMPOS FUERON IGUALES.. I ecuerdos de a n t a ñ o SALMO.—Poesía . . EL REMEDIO D E LA M O R . - C u e n t o . . . LA F U E N T E . - P o e s í a . . . . . EL COMETA DEHtLLEY —"n e - p s c i á c u ' o a s t r o nómico.—Con ilustraciones SÍMBOLO.—Poesía DON RODRIGO DE NARVAEZ Y EL CASTILLO DE ítjTlKíBlA. . . . VICTORIA SIN VENCIMIENTO.-Una g u e r r a en cua* t r o jornadas.—Con ilustraciones EL POZO GEOTÉRMICO DE Fi-AMM»RION.-Una nueva fuente de energía —,.:on ilustraciones DON MANUEL II DE PORTUGíL.-^-U vida íntima. Sus viajes —Ilustrado con f 'tografias . EL FAMOSO ZEPPEL1N,-Con fotografías . EL NUEVO GOBIERNO ESPAÑOL— on u n r e t r a t o . NUESTRA FL03A INTESTINAL.—l.a g u e r r a de los microbio?.—Con u n a fotografía LA MODA FEMsNINs.—Con i l u s t r a c i o n e s . . . LA ENLUTADA.—Homance d e l o s m a d r i l e s . . . EL PRÍNCIPE ITO —Con u n r e í r a t o . . . . POR QUÉ VUELAN LOS H0M3RES •l u s t r a d o c o nf o t o g r a f í a s .. . OJOS M Í S T I C O S . — « s o n e t o . . . . LA GUERRA DE ÁFRICA DE 1359-63 . . Plai. * H 3 6 F. PLORES GARCÍA SEVERO. AMADOS . P.PÉREZ FERNÁNDEZ PORFIRIO HERRERA GARRRTP, SERVISS . AGUSTÍN' ACOSTA RAMÓN A. URBANO . - . . . - . : y;-. . 409 . 415 <,«; <10 -ñ . 42') . 433 . . 441 -.5. 4 6 EME METCRNIKOFF]< GAETA DURAN. . X- Y. Z M. E. . . . . . >A.HUICÍ FELIZ MÉNDEZ. . . - ," ¿7S T^doslos trabajos é ilustraciones publicados en osta volumen tienen reservado por la Dirección d e l i Revista el derecho de reproducción, con arreglo a la ley y tiatadtó vigentes depropiedad intelectual. FUNDADO POR , ; J. DEL PEROJO KXTKAKJKaO: Fres, ñ Alio A. M. OLMEDILLA (. SANTOS CHOCANO. . LA MESA DEL CAFÉ Artículo j o s o - s e r i o . — Dibujos 'óé K a r i líato . . . . S e m e s t r e . ." >.. Año . . . . ( . • ' . •-&IÍ . Ilustrado Con fotograüas . . PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN Portada Calle de Larra, 8 Q MADRID \ *<• if* </ Süldadus de infantería de' ejército británico esperando un ataque del supuesto ene:nigo, en las últimas maniubras militares ANO X NOVIEMBRE, i9o9 NUM. i78 DE PALPITANTE ACTUALIDAD LAS MANIOBRAS MILITARES DE OTOÑO Bretaña la afirmación, un tanto paradógica, de que no obstante haber sido una nación y IENTRAS el pacifismo universal hace pe- envuelta en guerras terrestres casi conti' V rosamente su camino corriendo en pos nuas, resulta el pueblo británico el menos de un ideal lejano, las naciones militares militar de todos los de Europa. prosiguen sus armamentos con actividad fePues bien: las maniobras efectuadas en e! bril. Esto lo mismo puede sor sincera aspi- Oeste de Inglaterra,.bajo el mando de los geración á un estado de paz permanente in- nerales Sir H. Smith-Dorrien y Sir A. Paget, fundiendo saludable temor á los demás, que han demostrado ampliamente, no solo un adsiniestro propósito de zurrar la badana al mirable estado de instrucción en las tropas y vecino apenas éste no se acomode á la pre- una dirección técnica de primer orden, sino ponderancia de los más fuertes. algo más,que deberá servir de saludable adDe esa actividad belicosa son muestra vertencia á determinados poderes continenanual las grandes maniobras militares, cuyo tales: y es que, tras de ese poderoso instrudesarrollo é importancia acrecen á medida mento de guerra, que en eficiencia militar que el horizonte político internacional se rivaliza con los mejores de Europa, se enobscurece. Y como hogaño ese horizonte no cuentra todo e 1 espíritu nacional firmese presenta todo lo claro que desearan las mente resuelto á prestarle su apoyo, á realiCancillerías, he ahí por qué las maniobras zar los mayores sacrificios para ponerlo en celebradas el presente otoño por los ejércitos estado de responder á las grandes responsade Inglaterra, Francia, Alemania, Austria é bilidades que sobre él pesan. Italia han revestido excepcional seriedad y Siendo como es Inglaterra la nación más desusada magnitud. práctica del mundo, no podían pasar estériParécenos , pues, oportuno , informar á les para ella las enseñanzas de las últimas nuestros lectores acerca de dichas operacio- guerras contemporáneas, sobre todo de la nes, ya que, encontrándose España envuelta ñud-africana, donde el país pagó con torrenen una campaña militar do bastante impor- tes de sangre y de oro culpas de imprevisión ,y tancia, esos vastos simulacros de guerra han defectos de organización gravísimos. Por eso, de revestir para nosotros por el momento se ha visto á la Gran Bretaña, á partir de su desacostumbrado interés. victoria sobre las.antiguas repúblicas boers, perseguir sin descanso el mejoramiento de LAS MANIOBRAS INGLESAS.—LO QUE HAN DEsus tropas, transformando radicalmente sus MOSTRADO Á EUROPA.—EMPLEO DE LOS ADEbases constitutivas y dotándolo de cuantos LANTOS MODERNOS.—UNA APLICACIÓN DE elementos exige ¡a guerra moderna, hasta LA-TÁCTICA JAPONESA.—LA MEJOR COCINA conseguir la posesión de un instrumento de DE CAMPAÑA. combate que pueda hombrearse, si no por el Háse hecho frecuentemente de la Gran número, por la eficiencia militar, con cualGCATRO PALABRAS DE PROEMIO 388 POR ESOS MUNDOS Lanceros irlandeses del ejército de la Gran Bretaña, en las maniobras militares quiera de los mejores ejércitos de Europa. Las maniobras inglesas de Septiembre, brillante revelación de ia verdad antes expresada, han sido de una extensión jamás igualada en Inglaterra, pues duraron desde el 13 al 30 de dicho mes. En ellas tomaron parte sesenta mil hombres de todas las armas, cubriendo una área de operaciones de cerca de tres mil quinientas millas cuadradas y grandes extensiones de los condados de Hants,-Berks, Wilts, Oxford y Gloucester. En las operaciones funcionaron la telegrafía sin hilos, la telefonía, los globos dirigibles y libres, los nuevos cañones de ángulo máximo para la destrucción de aeróstatos, los cohetes de iluminación y los discos eléctricos para los ataques nocturnos, y, por último, ia artillería automóvil, ó sean los maxims montados en veloces motor-cars. El combate final entre los ejércitos' rojo y asid duró más de tres días, y en él pudieron apreciarse plenamente las ventajas del ataque en orden abierto, practicado por los japoneses en su guerra contra Rusia y utilizado en la campaña militar de Melilla por el general Marina, y que ahora habrán de imitar todos los ejércitos, como consecuencia necesaria deí armamento moderno. En esa clase de combate en las maniobras militares de la Gran Bretaña, quedó probado el alto grado de instrucción del soldado británico y el profundo saber técnico de los llamados á dirigirlo. Numerosas han sido las innovaciones prácticas puestas al servicio de las tropas en las maniobras del presente año. Pero la que obtuvo todos los sufragios favorables fue la nueva cocina de campaña inventada por el teniente Sykes, superior por todos conceptos, al decir de los técnicos militares, á los modelos reglamentarios austríaco, alemán y francés. Esta cocina, capaz de preparar comida para milhombres, va montada sobre un carruaje ordinario de servicio. Puede ser desmontada fácilmente y fijarse en el suelo, alcanzando tan escaso peso que basta un par de acémilas para su arrastre. Aunque posee gran capacidad calorífica, hállase construida de suerte que no deja escapar al exterior ni la más leve llama, de suerte que puede funcionar'aún en las mismas avanzadas sin delatar la presencia de las fuerzas del enemigo, y proporcionar comida y bebida caliente á todas horas del día y de la noche. El manejo es tan sencillo que un solo hombrees suficiente para atenderla. Otras innovaciones introducidas en las re- #.:> Caladores escocesas de la caballería británica, en las maniobras militares 38» LOS EJÉRCITOS DE EUROPA feridas maniobras fueron la herrería, la veterinaria de campaña y el servició de buzones postales. LAS MANIOBRAS ALEMANAS. —SU OBJETO Y Sü RASGO CARACTERÍSTICO. — EL SISTEMA DEL AUTOMATISMO.—UN" PROBLEMA ESPINOSO. Lasmaniobras alemanas, presenciadas por el kaiser Guillermo y desarrolladas en Wiirtemberg, han sido las m a s importantes de cuantas allí se celebraron hasta el día, puesto que tomaron parte en ¡as mismas ciento veinticinco milhombres (cifra á que nunca se sé había llegado en los simulacros de guerra germánicos), veintinueve mil caballos, seiscientos cañones y noventa y seis ametralladoras. El principal objeto de las maniobras consistía en mostrar a! emperador que las previsiones militares eran tan completas en la o r i l l a izquierda dol Rhin como e n la orilla opuesta. El ejército rojo, mandado por el príncipe Leopoldo d e Baviera, lo componían el primer cuerpo de ejército bávaro, la 4. a división bávara y el 1:3.° cuerpo de ejército; el ejército asid, á las órdenes del general BockundPolacb,esta b a constituido por los cuerpos de ejército 3.° bávaro y 14.° prusiano . El marido supremo de ¡as fuerzas residía en manos del emperador Guillermo. La característica de Ir.s maniobras, á parte de la aparición en ellas y del •generoso empleo de la telegrafía y telefonía sin hilos, de los globos dirigibles (actuaron dos Zeppelincs y un Parseval), de los transportes automóviles y de la motocicleta de ó r d e n e s , fue la innovación del ata- * JI 390 POR ESOS MONDOS que en orden abierto ¡ ya adoptado, como infalible: un ejército constituido por tales hemos visto, por el ejército inglés. autómatas y dirigido por un Estado Mayor Para que pueda comprenderse todo lo que hábil é inteligente, funcionará como un condicha innovación significa, preciso es recor- junto de piezas de ajedrez, llevando consigo dar que Alemania, apegada á sus tradiciones muchas probabilidades de victoria. militares, venía practicando eti sus manioSin embargo, el inconveniente del autobras de otoño tácticas de combate casi tan matismo reside en que cualquier contratiemviejas como las de Federico el Grande. Sor- po sufrido por el resorte principal de la mádos á las enseñanzas de las guerras sud-aíri- quina determinaría la desorganización de eana y ruso-japonesa, los estrategas alema- todo el sistema. Quizá esta consideración es nes continuaban, y continúan, obstinándose la que ha inducido á las altas autoridades en practicar el ataque de las posiciones en militares alemanas á introducir en las últigrandes m a• mas m a n iosas, lo que subras de Würpone para el temberg prinatacante, dado cipios tácticos el alcance v la que, como eí velocidad del c o m bate en tiro moderno, orden abierto, la destrucción el combate en de casi toda la g u e r r i 11 as, fuerza antes de pugnan con eí aproximarse al automatismo. objetivo. A 1 ¿Prevalecerá guien ha queese principio rido ver en seen el ejército mejante obstialemán? Indunación de los d a b 1 emente. técnicos miliLas altas autot a res alemaridades militanes, incompares alemanas tible con ias y aquel g o actúalos exib Í erno autogencias de la crátíco van á g u e rra. una e n c o i! trarse consecuencia ante u n pronatural de cóblema de e sínose educa al pinosa contexsoldado gerl u r a , puesto mánico. Todo que enseñanelmundosabe, do á pensar por en efecto, que .su cuenta al oí soldado aiea u t o mata y Maniobras militares en Alemania, El ejército atacando á una pequeña población de Würtembeiy, en orden abierto de combate mán no es un ¡nost r á ndole hombre: es un autómata. Ya lo dijo en cierta ocasión el kaiser, en una proclamadirigida á los medios de combatir con la confianza en sí su ejército: «El soldado no debetener voluntad mismo, quebrantarán la inflexible subordinapropia. Su voluntad debe ser mi voluntad. ción al precepto burocrático, principal re-1 Para él no debe existir sino una ley: la ley sorte funcional del sistema de automatismo. Como quiera que ello sea, Alemania, y que yo le dicte.» Y estas palabras, que constituyen toda la psicología del ejército alemán, esto ha podido apreciarse una vez más en explican por qué aquel soldado, en cuanto las pasadas maniobras, puede enorgullecerse se encuentra solo y sin la inmediata direc- justamente de su ejército, organizado como ción de sus superiores, sea hombre al agua. ningún otro para la guerra y constituido por la ílor de la juventud germánica. No quiere esto decir que el sistema del LAS MANIOBRAS FRANCESAS DEL BOÜRBOKNAIS automatismo deba ser enteramente conde—ANALOGÍAS Y DIFERENCIAS ENTRE LOS nado. No. El automatismo, que bajo cierSISTEMAS FRANCÉS Y ALEMÁN.— OPINIÓN tos aspectos es un punto ñaco para un ejérDE UN GENERAL JAPONÉS. cito, puede ser también una fuerza, porque el soldado autómata combatirá cotí precisión Si Francia hubiese poseído en 1870 un LOS EJÉRCITOS DE EUROPA ejército ian bien equipado é instruido para la man, ha efectuado su aparición en las maducha como el que hoy tiene, el triunfo de niobras prestando magníficos servicios de Alemania hubiera sido imposible, y la Alsa- campaña, bien conduciendo municiones ó •cia-Lorena seguiría siendo francesa. Justo es estafetas, ó bien transportando rápidamente decirlo: el ejército de la nación vecina, según á los individuos del Estado Mayor de un lureconocen unánimemente en los periódicos y gar á otro del campo de operaciones. En esrevistas profesionales extranjeras los corres- tas maniobras del Bourbonnais han funcioponsales técnicos en las recientes maniobras nado asimismo por primera vez el automóde otoño, es una expléndida máquina de vil blindado y armado con ametralladora, los combate. Su contingente, que en tiempo de globos dirigibles y la telegrafía y "telefonía paz es de seiscientos quince mil hombres, sin hilos. puede aumentar en caso de guerra á tres miLa nota saliente la han dado los reservisllones de homt a s. No sólo bres. acudieron con p u nt ualidad E í sistema matemática á fp-aricés de orlos puntos de ganización paconcentración, ra la guerra ó nno que dumaniobras s e rante todas las asemeja basmaniobras s e tante a 1 que mostraron verpractica A leil a deramente ma n i a , con e x p Tendidos una diferencia: 'de disciplina, •que el francés de instrucción es mucho mey de resistennos automáticia física, reaco, d á n dose lizando marmás cabida á chas de cuaJa i n i ciativa renta á c i npersonal. G oc u e nta kiló•nioconsecuenmetros sin dar •cia de ello, y la m á s leve de la admiramuestra de fabl e organizatiga y sin que ción q u e ha d e c ayera en p o d i d o sor fe' ellos un. moapreciada ahomento su exra, no son pocelente espíricas las autoritu militar . Y (i a d G s e n Fase de un ataque de las tropas alemanas en orden abierto de eso que cada •cuestiones micombate, en las últimas maniobras militares infante francés 1 i t aros cuya opinión coincide con la de cierto famoso ge- lleva sobre ¡as espaldas pesos que oscilan neral japonés respecto á los resultados pro- entre veinte y veinticinco kilogramo?. Todos hables de una lucha franco-aieman'a: al de- los agregados militares extranjeros asistencir de ese general, si estallara hoy ¡a guerra tes a las maniobras, sin exceptuar á los aleeníre ambas naciones y tuviera Francia la manes, han tributado unánimes elogios á los suerte de iniciarla con un par de victorias, reservistas, declarando que con un núcleo el sistema de relojería alemán pudiera des- de tropas como ese aún puede soñar Francia componerse fácilmente quedando incapacita- con la renovación de sus viejas glorias mido para detener ios progresos de una inva- litares. sión francesa. Las maniobras del Bourbonnais han sido Aunque todas las grandes maniobras mili- fértiles en enseñanzas. De ellas han podido tares tienen marcada semejanza entre sí, las derivar utilidad lo mismo el soldado que el francesas de este año han sido caracteriza- general. Las tropas alpinas, habituadas hasdas por algunos detalles nuevos. El recién ta ahora á maniobrar en las montañas, han organizado «cuerpo de automovilistas volun- trabado conocimiento con otros terrenos t tarios militares», cuya creación es ya tam- aprendiendo la guerra de llanura, en un tobién un hecho en los ejércitos inglés y ale- do diferente de la de alturas. El teléfono, 392 POR ESOS MUNDOS empleado ahora por primera vez en las maniobras militares (ya lo ha empleado desde ]a iniciación de la campaña de Meliíla el general Marina, ha dado los mejores resultados, no ofreciéndolos fan buenos el globo dirigible, y eso que sus vuelos estuvieron favorecidos por un tiempo completamente sereno. A juicio de los generales franceses, considerado el dirigible como elemento auxiliar de combate y con aplicación á las operaciones de descubierta, deja todavía que desear. Y aún llegado el caso de su perfeccionamiento absoluto, desde el momento en que la niebla pueda inutilizar su acción en absoluto, aún seguirán los jefes de los ejércitos durante muchos años sirviéndose á dicho fin de la insustituible caballería. EL EJÉRCITO ITALIANO EN" LAS MANIOBRAS DE VERONA. — L A S TROPAS ALPINAS Y LOS «BERSAGLIERI». Ha sido una verdadera desgracia para Italia, la nación más pobre de la 'Iríplice, que su situación geográfica le imponga la necesidad de mantener la difícil posición de potencia militar y marítima. Hallándose el erario italiano no muy abundante en recursos, claro es que aquei ejército, salvo en las tradicionales maniobras otoñales, tiene contadas ocasiones de adiestrarse para la gue- rra, de practicar en campo abierto y de moverse en grandes unidades tácticas. Por eso7 al llegar esas maniobras se advierten, lo misms en la oficialidad que en la tropa, ciertas deficiencias de ejecución hijas de la falta de experiencia. Pero si el ejército italiano adolece de falta de práctica, en cambio puede ser considerado uno de los más adelantados y entusiastas. El fue el primero en adoptar labieicleta para fine"? militares, y el primero también en emplear los automóviles blindados, habiendoensayado ya en las pasadas maniobras el globo dirigible de tipo nacional. El arma superior del ejército que nos ocupa es la infantería, y entre esta se destacan por su valor intrínseco excepcional dos cuerpos de especialísima eficiencia: las tropas alpinas y las hersaglieri. Hállase confiada á Jas primeras la custodia de las puertas en Italia, y están reclutadas entre las poblaciones alpinas. Durante las maniobras de invierno han demostrado ampliamente extraordinarias condiciones de resistencia, cruzando las montañas más altas por peligrosísimos desfiladeros, en medio de cegadores temporales de lluvia y nieve. Estos soldados alpinos justifican, en una palabra, la amplia confianza depositada en ellos. Con los bersagMeri tiene Italia la infantería más pintoresca y curiosa de Europa: compuesta de hombres escogidos entre los Caballería italiana trasponiendo una montaña en las últimas maniobras militares LOS EJÉRCITOS DE EUROPA Ciclistas ftersagiieW del ejército italiano remontando una montaña á cuestas con sus bicicletas y ametralladora? más vigorosos y gallardos del país, ofrecen la particularidad de efectuar lodos sus movimientos á paso ligera, ya operen en campo abiertoóya desfilen por las caües de una ciudad, conservando dicha marcha por tiempo indefinido. Digamos á este propósito que la infantería china practica ahora esa misma marcha. Ademas, cada regimiento de bersaglieri está dotado de una compañía de ciclistas compuesta de ciento veinte hombres, al mando de un capitán y cuatro tenientes; estas tropas se hallan especialmente dispuestas para la exploración del terreno que hayan de cruzar las columnas de operaciones. En cuanto á la caballería italiana, aunque escasa en número proporcionalmenlo á la infantería de las demás armas, tiene buena instrucción técnica y posee hermosos caballos. Las maniobras se han desarrollado entre Verona y Piacenza, distrito sembrado de campos de antiguas batallas y posible" escenario de luchas si ítalia se vé llamada á1 auxiliar a sus aliadas de la Tríplice. Aunque por las rabones financieras ante? expresadas dichas maniobras n o tuvieron el desarrollo de las de años anteriores, y aunque han llamado menos la atención pública que las de Alemania y Austria, no por eso dejaron de ofrecer interés, constituyendo una nueva demostració;i del alto nivel de instrucción y eñcieheia del ejército de Italia. LAS MANIOBRAS AUSTRÍACAS.— EXCELENCIAS DE LA ARTILLERÍA Y DE LA CABALLERÍA.— OTRAS CARACTERÍSTICAS DE EJÉRCITO. Debido en parte al prolongado reposo político de Austria-Hungría se oye hablar poca de su ejército. Y, sin embargo, se trata de un ejército de primer orden. Su organización está basada en los mismos principios dominantes en el ejército alemán; su material es expléndido; y en cuanto al aspecto general de la oficialidad y de la tropa, quizá produce mejor impresión que el de las tropas alemanas: échanse de ver, ante todo, en el oficial y el soldado austríacos un mayor entusiasmo por la profesión así como iniciativas6 inteligencia superiores á ias de los germanos. Este ejército austríaco tan poco popularizado pcsee otras muchas ventajas sobre el alemán. En primer lugar, tiene una caballería sin rival en el mundo y unos jinetes ex- AMO F.I, ORO -efilentes, mientras que el soldado de caballería alemán se distingue por su falta de condiciones hípicas. No desmerece tampoco ia artillería austríaca de la alemana en cuanto al materia! ni en cuanto á la instrucción, aventajándola quizá en rapidez, y lo mismo puede decirse del cuerpo de ingenieros militares. Entre los adelantos militares exhibidos en jas maniobras de este año han figurado ios automóviles blindados coa ruedas motoras independientes y las cocinas movibles de campaña. De estas últimas funcionaron en las maniobras cerca de cuatro mil. El notable progreso realizado en estos últimos años por el ejército austro-húngaro, bajo la inmediata dirección del heredero de la corona, es síntoma de que la doble monarquía se dispone á desempeñar un nuevo y vigoroso papel, muy importante y transcendental, en la política internacional. Ya ves, lector, cómo no camina el mundo por la vía sombreada de patriarcales olivas del humanitario pacifismo. Por el contrario, se prepara sin tregua para descomunales luchas. ¿Será un progreso? ¿Será un retroceso? Diluciden este punto los sociólogos, grandes cultivadores de paradojas, mientras tú ¡oh, seráfico é inagotable contribuyente! aílojas los cordones de tu bolsa en beneficio de los Krupps, los Astromgs y los Maxims A. tí. G. AMO EL ORO Amo el oro, porque el oro la grandeza solo expresa. Amo el oro, porque el ora simboliza la realeza. En los vasos de sagrarios y en las aspas de custodias es el verso fulgurante de unas místicas rapsodias. Es poder, en los heléchos de cayados doctorales, y en emblemas de las mitras, y'en anillos pastorales. Y son de oro las coronas y los cetros de los reyes, y son de oro las grandezas de las tablas délas leyes. Él incrusta los estoques de adalides é infanzones;' es la letra más preciada de alfabetos de blasones; y si el Aite, que es ensueño, tiene timbres zafirinos, se columbra tras las tramas de unos velos oGrinos. Amo el oro en las medallas, y en dalmáticas de raso, y en los gualdas que consuelan las tristezas del ocaso, y en los mates apagados que aprisionan las golcondas, y en la ardiente cabellera de lasreinasque sonblondas. FRANCISCO GONZÁLEZ Poeta mejicano LEÓN IDILIO TRÁGICO NOVELA. - S E G U N D A Y ÚLTIMA PARTE del mediodía—el tren de la sopa, según jocosamente lo denominaban los veraneantes— LLEGA ELLA tía y sobrina embarcaron con dirección á Zumárraga, para empalmar con la línea geEn Alhatna de Aragón pernoctaron. Tía neral, hasta Alsásua, donde un nuevo trasLola estaba fatigadísima, y á Luisita le era bordo las condujo á Zaragoza, y de allí a Alindiferente retrasar unas horas la llegada a hama, término del formidable recorrido fePiedra, porque r r o v i a f i o. Emilio aún no Viendo á tía habíasalido de Lola á punto Madrid. Cond e morir d e v i n i eron en cansancio, reunirse en el L u isila arreJionasterio á pintióse de no m e diados de haber hecho el Mayo, fecha viaje por Mahasta la cuai drid, con mano quedaba ét yor sosiego; libre de quemas su pesah a c eres pesadumbre durentorios; mas r ó poco: ¿no no b i en coera deseo de menzó el mes Emilio que no de las florea, pisase ella la invencible ime a pita! hasta paciencia acoel otoño? Pues metió á Luisifuera g r a v e ta, y el día 9, desacato á su al levantarse, amor infringir comunicó á tía este propósito Lola su firmídel elegido. sima decisión D u rmieron de h a e e r el en el enorme equipaje para caserón de las partir e n seTermas. Por la guida. La vomañana, des1 u ntad acorpués del deschada de l a ayuno, paseabuena señora ron por el parcedió, c o m o queadosado al siempre; y el hotel; y.requir 10, en el tren riendo un coTorre del Homenaje, en el Monasterio de Piedra 396 POR ESOS MUNDOS Luisita repartía monedas de cobre entre che en que cómodamente pudieran hacer el recorrido, encamináronse á la Residencia,• los sucios .chicuelos, que redoblaban su afán mientras el sol, perezosamente, iba dejando de perseguir al coche, hasta que el conductamizar sus rayos á través de los celajes que tor, volviendo la tralla, dispersaba á los pequeños cantores con un par de latigazos. Y flotaban en el firmamento, Tía "Lola, mecida por el vaivén del coche, terminado el leve incidente que rompió la se durmió ai cuarto de hora de camino. Lui- desesperante monotonía de la caminata, los sa, respirando á pleno pulmón el aire salu- ojos de Luisita volvían á contemplar, extádable de la mañana, sentíase dichosa y go- ticos, las peladas montañas que cerraban el zaba por anticipado la ventura que se le horizonte y los verdes viñedos de las ladeofrecía, ¡tan próxima al fin! El cascabeleo ras, por entre los cuales el interminable cade. los collerones sonaba en sus oídos ale- mino subía siempre. Hasta que, después de gremente; los ti'aüazos semejaban estallido una revuelta, aparecía otro puñado de rojide besos; el troteciilo de las-perezosas mu- zos casuehos, y de ellos destacábase nuevo tropel de rapaces pitañosos, dispuestos á ías la aproximaba á la dicha. Abstraída en sus ensueños, apenas se fija- correr tras el vehículo demandando una dába en e! paisaje, poco agradable á í'é: pela- diva á fuerza de rimados desatinos: das montañas al fondo; verdes viñedos por entre los cuales desliábase como cinta sin Señorita, usté que lleva fin lá carretera, construida en eterna línea campanas en el sombrero: ascencional; de vez en cuando, las rojizas dejará de ser la estrella, casueas de un poblacho, de las que se destasi su mamá es el lucero. caba una turba de chiquillos astrosos, desgreñados, que rodeaban al coche y lo perseLuisita reía y vaciaba su bolsa, excitando guían buen trecho en demanda de un óbolo, la saña de los perseguidores, que al cabo cantando con música primitiva coplas dispa- eran puestos en precipitada fuga por la traratadamente pintorescas: lla del cochero. Y otra vez á subir, á subir... ¡Está tan alta la felicidad!... El cochero se volvió, y mostrando al sonreír Bendito sea ese coche sus grandes dientes que blanqueaban entre y el al bañil que lo hizo: el atezado rostro, dijo, señalando con el lápor dentro lleva la gloria tigo: y por fuera el paraíso. Gaseada Iris 397 IDILIO TRÁGICO — Ya llegamos. Penetró e¡ vehículo en amplio patio, circundado de altos muros por los que trepaba la hiedra, tapizándolos agrestem e n t e . Arboles añosos, de frondoso ramaje, sombreaban el poético recinto. En uno de los ángulos, la pared de hiedra se rompía, y era su orificio poterna de alcázar ó pórtico de templo medioeval, por donde se penetraba al antigno Monasterio, actual hospedería. Mientras t i a Lola pagaba al cochero, aproximáronse á Luisila dos muchachas—las hijas del fondista — con las cuales arregló las condiciones del pupilaje . Visitaron después las celdas donde habían de tenc~ Rafe:.- !íte-1"" su alojamiento, dos amplísimas estancias comunicantes; y^ al recorrer los claustros inmensos, por los cuales las pisadas retumbaban gemebundas, y al sub i r la monumental escalera, construida como para giganíGs, una sensación de pequenez y de tristeza embargó el ánimo de la niña:con el pretexto de asearse, encerróse en su celda, é inclinando la írente sobre el lecho, recién puesto de limpio, lloró en silencio largo rato. IX FLIRT Gruta del Artista -—Tin, tilín, tin, tilín, tin, tilín, lín... Alegre campanilleo señalaba la hora de comer. Tía Lola golpeó con los nudillos la puerta de comunicación entre sa celda v 398 POR ESOS MUNDOS la de Luisita, penetrando en la estancia á una había sido de Gíaraval, donde vivió bajo la indicación de la niña, que tras asearse es- autoridad de San Bernardo. Trajo consigo crupulosamente, sustituyó la toaleta de via- doce monjes cistercienses, procedentes del je por un lindo vestido , escarlata, de rizado Monasterio de Poblet, y, después de breve crespón de seda, que hacía resaltar el ne- residencia en Peralejos, cerca de Teruel, acá gror de sus ojos y la blancura de su tez. Bo- vinieron, atraídos por la belleza incompararradas las huellas del pnsajero llanto, el ros- ble de paraje tan delicioso. Protegido por tro encantador de Luisa resplandeció alegre los monarcas de Castilla y de Aragón, el como nunca: convento fue Del brazo de creciendo en tía Lola—muy importancia y p r e o cupada p r e e minencon la idea de cias: unos, le q u e envolvía hicieron S e indudable proñar de los lufanación aquegares y villas llo de residir de Cilleruelos, e n u n lugar Tiestos, Saz, sagrado— lleAlfandra, Vigaron al c o llafeiichc, Valmedor, a n tid e n o güeras, gua iglesia del Ortiz y Zaraconvente gozilla; otros, le donaban la La altura de c a 1 d e ra dei techos, enortinte en Calame e n todas tayud, las tienl a s estancias das y fábricas d e 3 monacal en la Alcaicerecinto, tripliría de la miscábase e n el ma ciudad, las interior del res a l i n a s de fectorio . AmM o nterde y p l i a s ojiva* Avanto, las vidábanle luz rañas de Daroea, diosa, reverbelos prados de rando e n las M o lina y la albas paredes, j u r i s dicción iastimosamenabsoluta sobre t e enjalbegamuchos lugadas. Larguísires, con plena ma mesa cenfacultad para tral aguardaba p o b 1 arlos... á los huéspeLos abades de d es volandeeste Monasteros , mientras en numerosas Cascada de la Cola de Caballo rio eran elegimesitas latedos por sufrarales eran servidos los que—muy pocos de gio de la comunidad, sin que la Corona interordinario — permanecían en la Residencia viniese para nada en su nombramiento: ellos una temporada más ó menos larga. Las dos eran soberanos del extenso recinto que cerradamas ocuparon una mesita lateral. A falta ba una soberbia muralla, interrumpida de trede otro entretenimiento, distrájose Luisita cho en trecho por redondos cubos, y á la escuchando la conversación de varios co- que servía de entrada la Torre delHomenaje, mensales de la mesa central, que le pareció que aún se conserva, con sus escudos toscainteresante. mente esculpidos, uno de los cuales ostenta •—Este Monasterio—decía uno de ellos, el lema Castntm de Petra... calvo y con antiparras, acaso profesor de El adlátere del erudito, de aspecto igualHistoria en algún recóndito Instituto—fuá mente sesudo, quiso probar su sabiduría: fundado, allá en los comienzos del siglo xiü, — Castntm de Petra, ó sea Castillo de por Don (¡aufrido de Rocaberti, monje que Piedra. El nombre lo recibe del rio llamado IDILIO TRÁGICO La Cola de Caballo, vista desde la piazoleía de descanso Piedra, porque sus aguas son incrustantes, esto es, llevan gran cantidad de sales calcáreas en suspensión, de tal manera que un objeto puesto en contacto con la corriente, al cabo de cierto tiempo, queda recubierto por una costra caliza... Hasta casi los postres no reparó Luisita en la admirativa contemplación de que estaba siendo objeto desde la mesa inmediata á la suya. Comía en ella un matrimonio con un mozalbete de cuatro lustros escasos, su ' hijo, sin duda; mientras los padres charlaban con la dulce placidez—imposible de fingir ni de imitar—que proporciona la tranquilidad doméstica, el joven devoraba con los ojos á Luisita. Halagada ella en su orgullo femenil, ruborizóse hasta igualar los colores de su cara á los de su vestido, mientras el pollo, traduciendo aquel rubor como prueba inequívoca de haber agradado, se pavoneó, redoblando sus miradas. Tía y sobrina salieron del refectorio, dispuestas á ojear las maravillas del agreste paraje. Con disimulo, Luisita observó que el vecino de mesa iba detrás. ¿Qué secreta satisfacción henchíala de regocijo al verse festejada por otro hombre además del suyo? ¿Acaso un pueril impulso, disculpable en ella tan aislada,ían\sola siempre? ¿Tal vez laidea de que gustando á los demás gusíaría.á él? Iban bajando los amplios escalones que, arrancando de una de las poternas, condu- cen á la mansión de maravillas. Ya desdearriba se oye, aminorado por la distancia, t'X mágico borbotear del agua que corre, bello rumor por excelencia, ante el que empalidecen las melodías beethovianas; ocultos entre el follaje, en perenne verdura, surgen caños y riachuelos á uno y otro lado de la rampa descendente; súbito, un rompimiento de la montaña, muestra, al través de los árboles copudos, dos cascadas, bellísimas, de tan estética factura que más semejan artificio de tramoya que prodigio natural. Apoyándose en la rústica balaustrada, Luisita se detuvo, extática: —¡Tía, mira qué hermosura! Tía Lola asintió, aconsejando á su sobrina que no dejase caer su peso en la barandilla, no muy resistente. Era preferible seguir descendiendo: seguramente, desde abajo lo verían mejor. El ruido crecía, crecía. Ya no era rumor: era rugido tonante de catarata en perpetuo desplome. A cada peldaño aumentaba, prepotente, con fragor de vorágine inextineta; al final de la escalera, ya en terreno llano, era trueno abrumador. Las dos mujeres,, asombradas, cohibidas en su pequenez antela magnitud de la Naturaleza, que en Piedra se asoma como á uno de sus ventanales predilectos, apiñáronse, buscando instintivo apoyo una en otra. Tía Lola se santiguó. Luisita besó furtivamente el retrato de Emilio» 401 IDILIO TRÁGICO encerrado en un medallón pendiente de áurea cadena rodeada á su cuello. Ya confortadas, avanzaron. Junto á un estrecho andén enarenado, deslizábase rápido el río Piedra, aunque angosto, caudalosísimo. Dos enormes cascadas—las que desde arriba vieron poco antes—volcaban en su cauce constantemente miles de hectolitros. Frente á las excursionistas, la Cascada Iris, formando rail arabescos que hacían pensar en la hábil mano de artista sutilísimo, dejaba escapar en polvo impalpable tenue nube acuosa que, al recibir la luz del sol, descomponíala, formando la policroma aureola á que debe su poético nombre. Algo á la izquierda, la Cascada Caprichosa—menos linda tal vez, pero más imponente—lanzaba con estrépito formidable el líquido espumoso por las tres grandes ramas en que aparece dividida. Rústicos puentecülos, escalinatas labradas á golpe de pico en la roca viva, abruptas sendas, vericuetos al parecer inaccesibles... La fantasía más exaltada de un pintor escenógraío no concibió jamás espectáculo mas emocionante ni más bella perspectiva. —¡Oh, tía, qué hermoso es esto! Corriéronse ala derecha. AUí aparecía corlado el río repentinamente, sin solución de continuidad, como si una fauce gigantesca lo tragase con formidable sorbo. Alguien dijo, ante la sorpresa de las recién llegadas: —Es la Cola de Caballo, la gran cascada... Luisita recordó haberla visto en fotografías. Desde arriba no era gran cosa. —Hay que verla desde allá abajo, desde las Pesquerías, ó mejor desde el puentecillu aquel, que la coje de frente,—aseveró un guía, deseoso de ver reclamados sus servicios. —¿Y esa puerta? —És la bajada a la gruta. Era una estrecha oquedad, mal guardada por frágiles tablas, á guisa de puerta. Labrada en la roca viva, á fuerza de pico y barreno, la escalera no consentía bajar más que de uno en uno los visitantes, siendo necesario que éstos fuesen provistos de impermeables, ó por lo menos de paraguas, para resguardarse de las continuas filtraciones del interior. El guía llevaba un hermoso paraguas, por si las señoras deseaban descender. —¡Oh, nó, qué horror!-—gritó escandalizada tía Lola, con temblores de reumática ante la amenaza húmeda. —Yo sí quiero ver la gruta,—dijo Luisita, enardecida por la contemplación de tanta belleza, ávida de gustarlas todas. Pero ai trasponer los umbrales del pasadizo se detuvo. No. Era mejor dejarlo para más adelante, cuando Emilio llegase; junto á él, disfrutaría más que yendo sola. Y pretextando temor—muy disculpable, teniendo en cuenta la obscuridad de ia bocaminadesistió de su intento, limitándose á leer las estrofas en que tres grandes poetas han esculpido su admiración hacia la gruta, y que en cartela tosca'se ostentan á ia entrada: ...Donde ancha gruta escarpada cubre con bóveda eterna la prodigiosa caverna de los encantos morada; donde agotado el saber, la voluntad confundida, rompió la mágica Armida la vara de su poder. (HARTZENBUSCH) Yenga el ateo y fije sus miradas en las raudas cascadas; en esta gruta colosal, que arredra con sus monstruos depiedra, su oculto lago y despeñado río; que al ver tantas grandezas, él ateo dirá asombrado:—«¡Creo en tu invisible majestad, Dios míoU (NUKEZ DE ARCE) ...Pues la gruta hechicera que á todo ingenio humilla, si como arte es la octava maravilla, come arte natural es la primera. (CAMPO AMOR) —¿Quieren las señorasbajar á las Pesquerías? Asintieron. Cruzaron el puentecülo rústico, emplazado pocos metros antes de derrumbarse el río en frenético.salto mortal, y empezaron á descender por la vereda zigzagueante, perdiendo de vista ias cascadas, pero sin dejar de oír el estruendo pavorosamente sublime del agua, que á veces las hacía creer en un persistente zumbar de oídos, y que poco á poco, según bajaban, iba perdiendo intensidad, aunque sin desaparecer por completo. Vieron rápidamente las Pesquerías, vive'ros donde se crían millares de truchas para arrojarlas al rio impidiendo así que desaparezca su casta estimadísima. Bordearon después la Roca del Diablo, sombríamente medrosa, y, bajando al ribazo entraron en el puentecülo. Un cantil roquero les quitaba la vista hacía la derecha. Oían, atenuado, el fragor de la Cola de Caballo volcándose en el cauce. 402 POR USOS -MUIDOS Pero no lo divisaban todavía. Al promediar el puente, apareció ante sus ojos el singular espectáculo: el río entero, con sublime inconsciencia, despeñábase desde la enorme altura, para conlinuar su curso tranquilo, con impasible gesto de clown que sale andando pausadamente despaés de asombrar al público con la descoyuntada vertiginosidad de peligrosos volatines. ¡Qué hermoso, qué admirable! La emoción, cuando es intensa, enmudece: Luisita. con las manos cruzadas, adoraba á Dios en aquella obra suya, con unción de fetiche prosternado ante la omnipotente Naturaleza. El guia, en su tosca charla, explicaba burdamente el prodigio. Alguna formidable hecatombe geológica debió conmover, siglos atrás, aquel paraje: extremeciéronse las entrañas del globo; la corteza terrestre se agrietó, adoptando muecas dolorosas; desgajóse una montaña como naranja abierta en dos mitades por uñetada potetite; allá en la cima surgieron protuberancias y anfractuosidades quiméricas, y un río, cuyas tranquilas linfas caminaban por la cúspide, desbordó sus aguas al estrujamiento de la catástrofe dejándolas caerá la ventura, caprichosamente, sobre las anfractuosidades y protuberancias del terreno, para formar las bellísimas cascadas de la cumbre, y corriendo, corriendo, desatalentado, en busca de salida, desplomarse por entre la enorme grieta, formando la estrecha, elevadísíma catarata, como gigantesco airón invertido que sacudiese sus plumas niveas en el agua espumeante. •—¡Qué hermoso, que hermoso ea esto!— repetía Luisita, extasiada. £1 guía prosiguió sus explicaciones. DeJrás de la Cola de Caballo estaba la gruta, cuya existencia permaneció ignorada hasta fecha relativamente próxima, debiéndose su descubrimiento á una circunstancia fortuita. Parece ser que un pastor, apacentando sus cabras, hubo de observar que las palomas torcaces, revoloteando, pasaban por debajo de la gran cascada y permanecían tras ella, como si en oculta oquedad allí existente tuviesen su guarida. Referido el caso á otras personas, pudo ser comprobado, haciendo nacer curiosidad primero, interés más tarde, al pensar que pudieran aumentarse con uno más los atractivos de la bella Residencia. Ofrecióse el pastor á dejarse descolgar desde arriba; y penetrando audazmente por detrás de la cortina acuática, comprobó la existencia de la gruta, encantada mansión de numerosas avecillas que huyeron asustadas al .Ter hollado por humana planta el mágico palacio que la Naturaleza les cediese. Tía Lola, ron la prosaica evocación de su reuma crónico, rompió el encanto admirativo: —Vamonos, Luisa: hay una humedad horrible. Emprendieron el regreso. Al dar frente al sendero ascensional, vio Luisita al jovenzuelo su vecino de mesa, que sin duda las estuvo siguiendo á cierta distancia. Enrojeció el mozalbete al notar advertida su presencia, y, azorado, fingió entrar en las Pesquerías, aguardando allí á que pasasen las expedicionarias, para subir en pos de ellas. Hábilmente, Luisita interrogó al guía acerca de su rondador: era hijo de un pintor notable, que pasaba largas temporadas en el Monasterio reproduciendo en hermosos cuadros la bellísima Naturaleza. El pobre mozuelo se aburría lastimosamente, siempre solitario, sin más compañía que la de sus padres. Luisita le miró, con afectada indiferencia, al pasar junto á la entrada de las Pesquerías. No era feo, ciertamente; demasiado joven, pero muy buen tipo. Saludó el pollo, quitándose hasta los pies la gorrilla inglesa, enrojeciendo aún más de lo que estaba. Contestaron las damas, con leve inclinación de cabeza. La subida, fácil para Luisita, era penosa por demás para tía Lola, que jadeaba, apoyándose en el quitasol á modo de báculo. De pronto, la señora dio un grito angustioso: al saltar un arrovuelo por donde se deslizaba un hüillo de agua procedente de filtraciones, eseurriósele un pié sobre el musgo y se tambaleó, á punto de caer en el fango. Antes de que el guía y Luisita pudiesen acudir en su ayuda, una mano vigorosa impidió la caída de la dama. Eí auxilio providencial provino del jovenzuelo perseguidor, en cuya cara, resplandeciente de gozo, se retrataba satisfacción vivísima por su hazaña, que le aproximaba al ídolo de sus entusias-, mos. Fue entonces Luisita quien enrojeció. Tía Lola, dando gracias efusivas al joven, no tuvo inconveniente en aceptar su brazo para subir sin temor á nuevos tropiezos. Luisita. á riesgo de parecer grosera, avivó el paso, vereda arriba. Estaba apesadumbrada, ruborosa. ¿Tal vez ella había dado pié á aquel muchacho para que redoblase su persecución? ¿Era coqueta, por tanto? Mentalmente, pidió perdón á Emilio, prometiéndose á sí misma evitar en todo momento las ocasiones de aproximarse al jovenzuelo impidiendo que éste creyese correspondidas sus pretensiones. Llegaron á la cúspide cuando anochecía. Iris y la Caprichosa, ante las suaves tintas crepusculares, estaban acaso más bellas que por la tarde á plena luz. Una poesía trágica. 403 IDILIO TRÁGICO abrumadora, irradiaba del agreste paraje, saturado de vapor acuoso, entre el zumbido atronador d e las cascadas voleándose en perenne derrumbamiento. Volvió á sonar la esquila, llamando al refectorio. Acudieron los desperdigados turistas , ayuntándose y confraternizando ante las exigencias gastronómicas. Había algunos nuevos comensales; otros de los que estaban al mediodía, ausentáronse, sin dejar huella ni recuerdo, on el flujo y reflujo de una fonda sostenida con fugaces excursionistas, aves de paso que rara vez llegaban á caldear con el calor de su cuerpo el mercenario nido. El pintor y su familia saludaron á las damas provincianas cortésménte, como entre antiguos conocidos. Los caballeros que durante la comida evocaron la historia del Monasterio, departían, incansables: —¡Cuánta grandeza desperlicjada, estéril! Asombra pensar la enorme utilidad práctica que pudiera obtenerse de estos saltos de agua, á muy poca costa. Unas turbinas poderosas, unos cuantos kilómetros de cable, y surtirían de energía eléctrica á t o d a la provincia. ¡En el extranjero podían tener esto! Luísita se estremeció, herida en lo más vivo de su sentimiento estético. ¡Qué horror, ver destruidas las bellezas que acababa de admirar, para rendir culto al utilitarismo industrial de las modernas sociedades! No quisiera Dios que tal acaeciese: que, antes de consentirlo, dejara secar los inagotables veneros del río despeñado. Tía Lola cabeceaba, rendidísima. También Luisita estaba cansada. Comieron precipitadamente, ávidas de reposo. Una camarera las condujo á sus celdas, á través de los mal alumbrados claustros, sobre cuyas losas retumbaron Jos pasos medrosamente. Diéronsc las buenas noches tía y sobrina. Al entrar en su celda, Luisita encendió luz. Sobre la obscura colcha destacaba un sobre blanco. —¿Qué será esíoV Una carta de declaración del pollastre enamorado. La leyó por curiosidad, contrariada. Era un importuno el tal niñito. Le devolvería su carta por la camarera, sin escribirle una palabra. A lo sumo, en el mismo papel, diríale pomposamente: «Estoy comprometida.» El sueño había huido de los párpados de Luisita. Abrió las vidrieras, y se asomó al balcón, un pequeño corredor que daba á la enorme huerta, por la que el agua corría mansamente, con suave borboteo que hablaba de amores. Allá, en el alto firmamento, tras la diafanidad de la nocho plácida, casi estival, parpadeaban miríadas de puntos bri- llantes, alfilerazos con que algún rapaz travieso cuajó inmenso papelón negruzco haciéndolo servir de pantalla á un más allá profundamente luminoso. Terco, persistente, amortiguado por la distancia, el eterno zumbar de las cascadas llegaba á los oídos de Luiaita. in LLEGA EL Hasta muy entrada la mañana no despertó. Ni los besos del sol, inundándole el rostro, bastaban á vencer su cansancio. Al cabo, abrió los ojos. En el embotamiento de los sentidos, atrofiados por el sueño, Ja primera impresión fue de sorpresa. ¿Por qué estaba allíV ¿Qué habitación, qué muebles eran aquellos? No tardó en recordar: estaba en Piedra, y pronto vería á Emilio. Se arrojó de la cama. Calzadas las plantuflas rápidamente, procedió á lavatorios y tocados, ágil y pulcra. Comenzó á vestirse, mudándose la ropa interior, fina y adornada, según era su gusto: coaio la que antaño, en los escaparates madrileños, excitaba su contemplación admirativa. ,;Otro vestido? No: ¿para qué? EL mismo de ayer: cambiar de traje implicaba cierta coquetería, improcedente puesto que él no había de verla. Acaso, viéndola perfilarse en su toaleta, el muchachito creyese que se vestía para agradarle... ¡Por vida!... Recordó la carta impertinente de declaración, olvidada hasta entonces. ¿Qué debía hacerV Gallar, no dándose por enterada, era insigne grosería. Devolverle la epístola sin respuesta, era demasiado fuerte... Cogió la pluma, y al final de lo escrito por el mozalbete—Felipe Losada, según la firma—trazó un rengloncito nada más, muy substancioso: «Estoy comprometida». Y firmó, satisfechísima, orgullosa de poder afirmar rotundamente una verdad tan bella. A todas estas, ¿qué era de tía Lola? ¿Cómo concebir en ella pereza semejante habida razón de sus hábitos madrugadores? Tocó en la puerta medianera con los nudillos. Silencio. Otra vez, con el mismo resultado. Algo alarmada, llamó: —¡Tía Lola! ¡Tía Lola! Tampoco. ¿Se habría puesto mala? Alzó el pestillo, inquieta. La celda de tía Lola estaba vacía: la cama muy hecha, las maderas entornadas, todo en orden. Luisa sonrió, tranquilizándose:^' sin duda, madrugó la tía, según costumbre, é inquiriendo la situación do la capilla estaría en ella enfrascada en sus prácticas piadosas. 404 POR ESOS MUNDOS Tocó el timbre. Una camarera apareció á poco. —¿Llama la señorita? —Mi desayuno... ¿Salió mi tía? —Está en el oratorio, desde las siete. Dejó encargado que se lo dijese á la señorita cuando despertase, pero sin avisarla por tarde que fuese. ¡Pobre tía Lola! Cariñosa, como siempre, en medio de su egoísmo de vieja viuda. Terminó de vestirse el mismo rojo vestidillo del día anterior, disponiéndose á tomar el chocolate, llevado por ¡a camarera cuando daba el último perfila su tocado. En la bandeja del servicio azuleaba un papel hecho dobleces. —Este telegrama para la señorita. ¡Un telegrama! Lo abrió, temblando, emoción adí sima. De Madrid. De Emilio. «Espérame mañana por la mañana.» Fechado ei día anterior, llegaba el parte con enorme retraso: por poco se recibe después que el viajero. ¡Oh, adorable sorpresa! Luisita no le aguardaba hasta dos días más tarde, por lo menos. Sorbió de un trago el desayuno, sin paciencia ni apetito para más. Saldría á esperarle al recinto tapizado de hiedra. ¡Bueno fuera que al ¡legar no la encontrase aguardándole con ansiedad amorosa! Y todo por culpa del telégrafo... Requirió la sombrilla, encaminándose á la puerta. ¡Ah! Ya se le olvidaba... — Mire usted. Hágame el favor de entregar esta carta á ese jovencito, el hijo del pintor. ¿Sabe usted? Felipe Losada, me parece.,. —Sí, señora... Don Felipüo: ya sé. —Bien, pues á ése. —¿Nada más quo entregarla? —Nada más. —¿Así, como está, sin sobre ni nada? —Es verdad... Pero no puedo detenerme ahora. Usted misma hágame el favor de meterla en un sobre, y cerrario. Mil gracias... Salió corriendo claustro adelante. La camarera quedó con la carta entre los dedos, dudosa. ¿La leería? ¡Pues no faltaba más! Deletreando, á trompicones, pudo enterarse del selecto estilo epistolar-amatorio del jovenzuelo madrileño: «Señorita: Desde que tuve la dicha de ver á usted por vez primera...!' ¡Ya había de qué hablar en la cocina para una temporada! Llegada á la corraliza tapizada de verde, Lsisita advirtió que estaba sola. ¿Seria más correcto hacerse acompañármele la anciana pariente? Después de todo, ¿para qué? Ya eran, más que novios, próximos esposos, según las ardientes promesas de él en ¡as últi- mas cartas: ¿qué falta les hacía entorpecer su felicidad con la presencia de otras personas? Sentóse bajo un copudo árbol, de frente á la puerta que daba al camino por donde él vendría... Y aquí, una idea—ante la que no supo si entristecerse ó sonreírse—invadió su mente. ¡Ahora resultaba que no so iban á conocer! Habían cambiado fotografías, es cierto. Pero, cara á cara, no se veían desde aquellos tiempos en que sus amores comenzaron, tan pueriles: ella, era otra muy distinta: la niña, se trocó en mujer; pero él, Emilio, de seguro habría cambiado más: otra corpulencia, otra voz, otro aire... ¡Bah! Por grande que fuera la transformación estaba segura de conocerle. Sonaron restallidos de tralla, pisar de caballerías trotadoras, rodar de carruaje. El corazón de Luisita aceleró su latir... Entró el coche en el recinto: bajaron de él varios viajeros. No era ninguno el esperado. ¿Acaso aquél que miraba á su alrededor, buscando á alguien que debía aguardarle? No: aquél tenía barba, y Emilio usaba bigote... Fueron entrando los reciénllegados, perdiéndose el rumor de sus pisadas en el interior del claustro. Tal vez tardase aún: eran las once y media, escasamente. ¿En qué distraer ¡a impaciente espera, que tan larga amenazaba hacerse? Viendo jugar á unos niños se entretuvo un rato. ¡Oh, los niños! Con ansias maternales los veía, añorando—joven y bella— el instante en que pudiera ver deformado su cuerpo y envejecido su espíritu por las fatigas de la reproducción. A veces, garabateaba con la sombrilla en la arena: inconsciente, ei regatón escribía una inicial ó un nombre: el nombre de é'>. Trallazos, ruido de un coche que rodaba veloz. Luisita se puso en pié. Entró el vehículo, descendió su único ocupante. ¡Era Emilio! Precipitáronse el uno en brazos del otro, sin temor á ser observados, obedeciendo, impulsivos, el vehemente anhelo de sus almas. IV LA GRUTA El mundo exterior desapareció á ios ojos deLuisita, absorta en su felicidad, con elideal hecho vida, con el sueño convertido en realidad palpitante. Emilio era como ella lo anhelaba: apuesto, jovial, enamorado. Habían paseado juntos por el agreste paraje, charlando de mil encantadoras nonadas, en las que prevalecía el tema de su amor, esbozándose el proyecto decoyunda. Cruzaron varias IDILIO TRÁGICO veces ante la Solitaria, que desliaba la cinta sin fin de su chorro, sin reparar en ella; atravesaron la plaza de Garlos Haes, poético lugar predilecto del gran pintor; descansaron un rato en ía sombría Gruta del Artista, que parecía brindarles su apacible calma... Luisita, súbitamente, volvió á la realidad: —¿Qué hora es? Era muy tarde: más de la una y media. ¿Cómo pudieron dejar transcurrir tanto tiempo? ¡Qué diría tía Lola! Subieron, rápidos, las escalinatas, hacia la fonda. Soliviantada, temerosa, la anciana recorría los claustros, sin decidirse á entrar en el refectorio, próxima á llorar ante la tardanza d e Luisita. Tranquilizada al verla, miró, sorprendida, á su acompañante. Mediaron las presentaciones de ritual: tía Lola no se dio por satisfecha, inquiriendo detalles categóricos: —De modo que el señor es... Luisita lo proclamó, orgullosa: —Es mi novio... Pronto será mi marido. Tía Lola se creyó en el caso de soltar un discurso, encomiando las cualidades de su sobrina: muy buena, muy hacendosa, muy lista, un poquito novelera y muy reservada para con la familia, aún tratándose de asuntos transcendentales... —Ya vé usted, señor mío: muertos sus padres, yo soy la persona más allegada, ia que vive con ella, la única en quien debiera tener alguna confianza y á quien parece natural que profesara algún cariño. Pues bien: ¿querrá usted creer que esta es la primera aotíeia que tengo de los amores que acaba de participarme? ¡Ni una sola palabra me ha dicho, señor mío! Me anunció que deseaba trasladarse á Madrid; y yo, como una oveja, . la hubiera seguido; luego, dijo que veníamos á Piedra, y yo, pobre de mí, dije Antón, y aquí estamos. Ahora resulta que era plan convenido 'entre ustedes... Yo nada he de oponer: es mayor de edad, y sabrá sus conveniencias...Pero dan ganas de renegar de la familia, señor mío... Gruesos lagrimones fluyeron de los ojos de la tía Lola. Hubo que consolarla á fuerza de besos y abrazos, que la administró, naturalmente , Luisita, y de razonamientos, que corrieron á cargo de Emilio. Ellos la considerarían siempre como una madre; vivirían á su lado, ¡pues no faltaba más! Ya tendría ocasiones para convencerse de que no argüyó falta de cariño el silencio de Luisita, sino tan solo un pueril empeuo en no participar á nadie el secreto de su amor, temerosa de que este no llegase á feliz puerto. Después de las lagrimiias, tía Lola pareció quedar satisfecha, Al tiempo de entrar en el refectorio, sa- 405 lían de él Felipe Losada y sus padres. El pintor saludó afectuoso á Emilio, á quien pareció molestar el encuentro. —¿Os conocéis?—-dijo Luisita. -—Sí. Le he visitado en su estudio varias veces... Amistad puramente artística. Comieron alegremente, comentando l a s innúmeras bellezas de la Residencia encantadora. Emilio, conocedor del hermoso paraje, habíalo escogido para delinear su obra, de la que ya tenia Luisita conocimiento. Tratábase de un drama heroico, probablemente en cuatro actos, en el que se proponía esbozar la gran figura de Gisneros. El empeño era. atrevidísimo, expuesto al fracaso: pero, si el éxito correspondía á la voluntad, la reputación de Emilio quedaba consolidada definitivamente. ¡Ahí era nada! Un triunfo en el Teatro Clásico, donde actuaba la primera compañía dramática de España... Luisita, en un arranque de amoroso optimismo, vaticinó un acontecimiento teatral; tía Lola deseó á Emilio que su obra fuese tan merecedora de aplauso como Mor de un día, la comedia magna de sus mocedades; Emilio sonrió buríonamente. agradeciendo la intención de la anciana. Terminada la comida, hubo que decidir la inversión de la tarde. Por ser la primera de su estancia en Piedra, Emilio desistió de trabajar: acompañaría á las damas, dando un paseo. Luisita tuvo una idea: —Bajaremos á la gruta... Yo no la he visto aún: me daba miedo bajar sola... Y los ojos de la niña, mirando á Emilio, le decían: —No he querido hacerlo sin tí... Fue aprobada la proposición. Armáronse de impermeables y bajaron las escalinatas hasta la bocamina, donde se quedó tía Lola, sentada en un banco, aguardándoles, temerosa de exacerbar su reuma si bajaba. Precedió á los enamorados un guía, con un cabo de vela, para alumbrar el descenso en los instantes en que la escalera se hunde en la obscuridad. Los primeros tramos no fueron difíciles, si bien la estrechez de la bajada no consentía más que el paso de una persona. Pronto las paredes, abiertas en la roca viva á fuerza de pico y de barreno, comenzaron á trasudar agua: los pies chapoteaban en los escalones encharcados; el aire era húmedo. Por un ventanal abierto en la roca contemplaron un trozo de la Cola de Caballo cuyo estruendo les atronaba los oídos, obligándoles á gritar para entenderse. Paulatinamente, iban hundiéndose en las entrañas de la Herra. Luisita, un tanto emocionada, oprimía entre medrosa y amante la mano con que Emilio la ayudaba á descender, pre- 406 POR ESOS MUNDOS viendo un resbalón. El guía había encendido su vela para, en lo posible,sustituirlaála luz natural, que quedó muy arriba, difuminada en fuerza de recovecos y revueltas tortuosas... —¡Cuidado con este tramo! Era un tramo de madera, adosado á la roca para salvar una altura de varios metros en que la existencia de una oquedad natural impidió tallar los pétreos escalones. Ya faltaba poco. La humedad había ido aumentando: techo y paredes chorreaban; por los escalones descendían pequeños arroyos; el ensordecedor rugido del torrente hacíase insoportable... Entró luz, tenuemente, por la parte de abajo: los escalones relucieron, encharcados. El guia apagó su vela. Habían llegado al fondo de la gruta. La admiración les tuvo inmóviles unos segundos. Estaban en el interior de un palacio encantado, construido bajo la dirección de alguna náyade caprichosa, ávida de deslumbrar á las demás ondinas con el espectáculo de sus magnificencias; las paredes, de enorme altura, revestidas de verdosas muscíneas, daban la sensación de una colosal esmeralda talladaen artísticas facetas; miles do estalactitas pendían del techo, adoptando caprichosas formas ; alados hipógrifos en atrevidas actitudes ; medrosos endriagos , guardadores de fantásticos tesoros; ninfas etéreamente ataviadas; allá, á un extremo, el caprípedo Pan modulando los trinos de su flauta para atraer á las ondinas del río... Como en l a s brasas de una hoguera, como en las nubes de una tarde invernal, la imaginación tenía ancho campo para fingir en las paredes de la fantasmagórica grata toda suerte de quimeras. Una estrecha repisa lateral permitía á los visitantes admirar la gruta, cuyo suelo era un lago, profundísimo al decir del guía. Y dando luz á la estancia prodigiosa, la formidable ojiva constantemente oculta á las miradas exteriores por la Cola de Caballo, digno cortinaje de la fantástica mansión, á través del cual penetraban los rayos solares quebrándose en bellas irisaciones. El horrísono fragor de la catarata parecía horadar los oídos, impidiendo que la voz de los visitantes se oyese, exteriorizando, sus sensaciones admirativas. Copiosa lluvia, proviniente de las salpicaduras de la cascada al rebotar en las rocas, les azotaba el rostro. Luisa se aproximó á Emilio, mirándole tiernamente con ojos húmedos de emoción; él pasó su brazo por la cintura de la niña; instintivamente sus bocas se unieron, impulsadas por la Naturaleza, reina y señora de la encantada gruta. Allá, a un extremo de ia repisa lateral. pareció moverse una.sombra. Luisita volvió á la realidad, acongojada ante la idea de haber sido vistos por alguien, ya que del guía estaba segura por hallarse de espaldas á ellos inelinánd.ose ante un ángulo, donde, según les explicó á grito herido, una estalacmita adoptaba !a figura de una virgen, «talmente como si la hubieran hecho de propósito». Decidieron retornar á la luz. Luisita, inquieta, temerosa de haber sido sorprendida su momentánea concesión al adorado, echó delante de todos, ávida de verse fuera de aquel recinto en que parecía ahogai'se. Siguióla el guía, que nuevamente encendió la modesta luminaria. Emilio, detrás, cerraba lamarcha,sin precipitarse, lamentando abandonar aquella mansión de hermosura, como acaecíale siempre que la visitaba. ¡Oh, si él pudiera tener allí su gabinete de trabajo, estaba seguro de escribir grandes cosas! Súbito, sintió un tirón violento del impermeable. Llegaba al descanso donde se abría el ventanal sobre el torrente y ya la luz no era escasa. Volvióse sorprendido.. —¿Quién es? Un jovenzuelo seguía tras él, jadeante. Creyó reconocer al hijo de su amigo el pintor." —¿Qué desea usted? — Un momento... ¿.Tiene usted algo quo ver con esa señorita á la que acompaña? Emilio no supo qué contestar ante lo inopinado de la pregunta. —¿Le interesa á usíed mucho saberlo?— dijo, por decir algo. —Sí señor: me interesa... Le ruego me conteste. La voz del mozalbete, aunque tremante: de emoción, era enérgica. —Pues bien,—repuso Emilio—ya puede usted figurarse... Somos... novio-... Los ojos de Felipe Losada relampaguearon. —Eso no puede ser,—gritó, para sobreponer su voz al rugido del torrente.—Le conozco á usted, y sé de sobra que esa señorita no puede ser su novia. Emilio se inmutó. —¿Por qué'?—dijo, ungiendo indiferencia. —De sobra lo sabe usted: no hay para qué repetirlo. Deseoso de resolver la situación embarazosa, Emilio decidió impacientarse. —En resumidas cuentas,—dijo—¿quién es usted para pedirme explicaciones? Por educación le he contestado... Pero mi condescendencia terminó. Felipe sintió hervir en su sangre atávicos impulsos caballerescos. IDILIO TRÁGICO —¡Es que yo sabré impedir sus canalladas! Fue un momento trágico: .Emilio cogió de las solapas al joven, zarandeándole rudamente á medio metro del ventanal que se abría sobre el precipicio. Optó por dejar al muchacho contra la roca, tambaleándose, lívido. —¡Bah! Es usted una criatura. No he oído sus necedades. Y reanudó la ascensión, rápido, previendo ía impaciencia de Luisita. El jovencito le emplazó, repitiendo, rencoroso: •—¡Yo sabré impedir sus canalladas! V CÁNDIDA LUNA... Luisita le aguardaba, intranquila, en la entrada. —¿Te ha ocurrido algo? Emilio supo fingir la mayor indiferencia. •—¿A mí? Nada. Me entretuve asomado al boquete, admirando la Cola de Caballo. —¡Qué horror! Pudiste caer... Se unieron á tía Lola, que aprovechaba el tiempo desgranando entre sus dedos huesosos las cuentas de un rosario. Pasearon hasta caer la tarde. Emilio, á despecho de su voluntad, estaba inquieto, receloso, preocupado. Luisita, amorosa, trató de inquirir la causa. —Es que no me quieres.—dijo él.—Creía mayor tu cariño, al juzgarlo por tus cartas. —¡Oh, que no te quiero! ¿Puedes decir eso, mi Emilio? Pónme á prueba, y te convencerás... Hubo prueba. Después de la comida, Luisita se retiró á su celda, con promesa de asomarse á la galería, para hablar con Emilio, instalado en la planta baja. El escritor, sirviéndose de la escalora del hortelano, subiría á recoger de labios de su amada un beso —¡uno sólo!—como aquel que cambiaron por la tarde entre la terrible poesía de la gruta... El programa se realizó en todas sus partes. La luz de la luna alumbró á Luisita acodada en el alféizar, nueva Julieta esperando á su Romeo. Emilio saltó á la huerta, hízose de la escala, y aseguró su extremo en la pared, encaramándose, ágii, á cobrar el anhelado débito... Prudente ó ruborosa, la luna ocultóse tras una nube. Al resurgir, su faz redonda y pálida iluminó la escalera sola, apoyada en la pared. Julieta y Romeo habían desaparecido. EL IDILIO SE TRUNCA Fue un súbito despertar á nueva vida: la existencia expandió sus horizontes ante Luisita: sintióse otra. Por obra y gracia de ia Naturaleza, que habló á su oído por boca de Emilio, la crisálida aleteó, trocada en mariposa relampagueante. La mujer sustituyó á la niña súbitamente, sin solución de continuidad, con el solo intervalo de una noche. Emilio no volvió á acordarse de su obra: la egregia sombra de Cisneros que él pensaba evocar en su drama, tal vez ambulase, taciturna, por los enormes claustros, ó quién sabe si, asomándose por las noches á la huerta, se entretuviese viendo cómo su presunto evocador h a cía cotidianamente la arriesgada ascensión por la escalera demano. Era el de ambos enamorados un estado de dulce inconsciencia en el que parecían haberse olvidado del mundo exterior. Dejaban transcurrir el día vagando indolentes por el parque, sentándose con frecuencia, fatigosos, frente á alguna cascada. Y al llegar la noche, no bien ingerida la cena, encerrábanse en sus celdas respectivas: Luisita, á descansar: ¡paseaba tanto!; Emilio, á proseguir la confección de aquel drama, cuya primera página no estaba escrita aún. Cierta mañana departían en el amplio recinto tapizado de hiedra donde por vez primera se abrazaron. Nuevamente hubieron de recordar la escena. —Yo estaba aquí, sentada: muy sola, muy triste... Llevaba este mismo vestido rojo que hoy me he puesto... Aquellos niños jugaban... como ahora. El cascabeleo de un coche dejóse oir: el corazón me dijo que en él venías tú... Y cuando el coche entró y se detuvo... —Como ahora... —¡Es verdad, como ahora! Sólo que ahora el corazón no me dice nada,.. Además, entonces descendió del vehículo un hombre: el mío. Y ahora, es una señora la que se apea. •—Cierto: una señora. Pero... ¡cómo es posible!... Emilio se había puesto en pié, con la impresión del espanto grabada en el rostro. Y sin decir palabra á Luisita, encaminóse presuroso hacia la recién llegada, una hermosa y elegante mujer que le abrazó, afectuosa. —¿Tú por, aquí? ¿Gomo es esto?—acertó á balbucir Emilio, que por un esfuerzo de voluntad pudo disimular su sorpresa indescriptible. —¿Pues no me has avisado?—dijo ella.— Anteayer recibí tu telegrama diciéndome que viniera. POR ESOS 403 —Bien, sí... Es que no creí que llegases tan pronto... — ¡Me lievA un susto! Pensé que estarías enfermo. Por fortuna no es así. —No... por fortuna. Es que como esto es tan hermoso, quise que difrutaras de ello. —¿Has trabajado mucho? —Regular. Ya ves ¡en tan pocos días!... Luisita, de lejos, presenciaba la escena, sin saber cómo explicar lo que veía. Emilio, buscando la clave del arcano, recordó la amenaza del hijo del pintor: «El tal Felipito ha sido el autor de la broma», pensó Emilio, maldiciendo al enamorado pollastre. —Pero guíame á tu habitación, hombre,— dijo la dama.—Quisiera lavarme un poco. —Tienes razón: estamos como embobados... Ven por aquí. Echaron a andar, dirigiéndose á la puerta del claustro. —¿Quién es esa muchacha con quien hablabas? —Pues... no lo sé: una excursionista que lia venido á pasar una temporada. La dama miró á Luisita á través de sus impertinentes. —Es monilla. Un poco cursi... Preséntame. —Déjalo para más tarde. —¿Por qué no ahora? —Gomo quieras. Habían llegado junto á Luisita. Emilio hizo la presentación. -—La señorita Luisa Magallanes... MÍ muer, Filomena. MUNDOS servir de cicerone á Filomena. Recorrieron, el parque, subiendo y bajando los deliciosos vericuetos, admirando las cascadas, las Pesquerías, el río... ¡Ay! Ya no tenía nada de aquello el encanto seductor de otros días: á despecho de la admiración mostrada por Filomena, Emilio lo encontraba todo monótono, aburrido, antiestético; ei ruido del agua al derrumbarse, le molestaba; el sol le hacía prorrumpir en lamentaciones: ¡picaba tanto! Notábase cansadísimo: ¿cómo pudo recorrer otras veces el mismo trayecto sin la menor fatiga? También bajaron á la gruta. Filomena, embelesada,mostraba constantemente su admiración por Ja hermosísima obra de la Naturaleza. —¡Oh, Emilio, cuánto te agradezco que me hayas hecho venir! Emilio no sabía qué contestar ante el agradecimiento de su cónyuge. ¿Por qué no habría empujado al mequetrefe la otra tarde, cuando le zarandeó á dos pasos del precipicio?... Tuvo que secundar los entusiasmos de Filomena; pero lo bacía forzadamente, de pésima gana. Ya no le parecía la gruta el interior de una inmensa esmeralda, sino el fondo de una enorme botella de vidrio verdoso donde estaban los dos—él y Filomena —sin contacto alguno con la vida externa. ¡Se ahogaba allí dentro! — ¡Mira, mira esa cortina de agua, que no acaba de correrse nunca! Contemplaron los dos la Cola de Caballo que bajaba, rauda, á sepultarse en el río. De pronto, envuelto en las aguas descendió un VII objeto extraño, dando volteretas: algo así como un pelele rojo, que fue á estrellarse LA TRAGEDIA contra las rocas que cierran la entrada de la ¿Qué pasaría en aquel momento por el gruta. alma de Luisita? Ni ella misma, aturdida por —¿Has vistoV la violencia del golpe, pudo comprenderlo. —Sí... No sé lo que será... Nada dejó traslucir al exterior; su rostro —Parecía un gran lío de trapos... O una soniió impasible, y no tembló su mano al persona, tal vez vestida de encamado... Goestrechar la de la intrusa. ¡Su mujer!... ¡Emi- mo esa muchacha con quien hablabas cuanlio era casado!... Después, cuando ellos desa- do llegué... parecieron claustro adentro, aquellas pala-—¡Oh, no! ¡Calla, qué disparate! bras que golpeaban en el cerebro sin casi Harto comprendía Emilio lo verosímil de mostrar su trascendente significado, fueron la idea. Precipitóse á la angosta escalerilla horadando la inteligencia de la niña, embo- y comenzó á subirla rápidamente, t r o tada por el dolor. ¡Emilio, su Emilio, era de pezando y cayendo en la densa obscuridad otra!... Encerróse en la celda y lloró acongo- de los últimos tramos... Procedentes de arrijada, de bruces sobre el lecho. ba, voces siniestras, penetrando en la roca Disimulando su turbación, Emilio íuvo que horadada, confirmaban la horrible tragedia. AUGUSTO MARTÍNEZ OLMED1LL.A LAS DAMAS FUMADORAS En la hermética sala, cuyos tapices rojos fingen un tenue infierno, refractando las luces que acuosamente orillan por entre opacos ojos de lámparas oblongas,—cual caídas de bruces sobre rojos divanes de pereza sensual y entre rojas cortinas que se pliegan igual á los pájaros de una pesadilla oriental,— una, dos, seis mujeres buscan él placer sumo de embriagarse en las danzas quiméricas del humo. Una de aquellas damas, con el rostro estucado hábilmente, diríase una flor de pecado que se marchita dentro de un jarrón de marfil. En ese infierno tenue se angustia su perfil con la expresión de un sueño lejano, de un suspiro que huye bajo la blanda caricia de un vampiro... Viste una blanca túnica envuelta muchas veces al rededor de todas sus finas morbideces; y bajo de ella estira sus dos pies de modelo que caer han dejado sus chinelas al suelo. Otra de aquellas damas, que largamente posa en el diván su carne satinada y untuosa, es dueña de unos veinte mayos en plenitud: fresca ninfa que sale de un pozo de salud. Su testa numismática húndese en los desnudos . hombros de nácar. Ciñe sus brazos con los nudos de pulseras» nerviosas; y en el ágil donaire de la mano gobierna constelados anillos que, cada ves que el ascua zigzaguea en el aire, cvusan sobre la boca stis satánicos brillos. Otra de aquellas damas tiene el rostro esmirriado y el cuerpo exangüe; pero sus ojos, que han mirado muchos cielos y muchas tierras y muchos mares, son como ojos antiguos, como ojos seculares... En la suave membrana de su párpado, brilla cada ojo como en una caja de terciopelo las hojas entreabiertas de una doble cuchilla.. Su mirada es vidriosa como un corte de hielo: sólo se ven sus ojos pérfidos y acerados, • verdes como los mares y como los pecados; y, así, cuando succiona la envenenada flor, destácanse en su cara tres puntos de fulgor. Otra... Súbitamente, queda en el muro abierta la astucia silenciosa de una imprevista puerta; y antes que la figura de una nueva elegida, entra el hálitcpuro de un gran viento: es la Vida. JOSÉ SANTOS CHOCANO DESLEALTADES É INGRATITUDES TODOS LOS TIEMPOS FUERON IGUALES... Los bachilleres de ayer y los de hoy .--Las novatadas de Salamanca.—Miguel de Cervantes y Juan Ruíz de Alarcón.--Una fiesta de poetas: "el juicio á un lado por parecer más locos".—El maestro y el discípulo.—El consejero de Indias y el soldado veterano.—El rey y el carretero. EL autor de La verdad sospechosa, Las D paredes oyen, Los pechos privilegiados, y otras valiosas joyas dramáticas, más dio, empleó siete años en prepararse para recibir el grado. Estando ya el joven Alarcón en aptitud de justamente apreciadas ahora que en Ja épo- aspirar al grado de bachiller, quiso recibir ca en que se escribieron, se sabe que nació tan importante título en la que entonces se en Méjico, entonces capital de Nueva Es- llamaba Atenas de España, y bien se compaña. Pero se ignora la fecha exacta de su prenderá que aludo á Salamanca. nacimiento. A fines del año 1600 aparece nuestro esPor lógicas y racionales conjeturas se su- tudiante matriculado en la Universidad de pone que Juan Ruiz de Alarcón debió nacer Salamanca, y es de creer que allí, donde loentre 1579 y 1582. En 1593 comenzó á es- do primerizo pagaba la novatada, sería vertudiar el bachillerato, conocidas ya, como daderamente cruel la que por su ridicula era consiguiente, las primeras letras, y es de figura sufriría Alarcon. Según dice el Doctor creer que á la sazón contaría de doce á trece Cristóbal Suarez de Figueroa, los estudiantes años. de aquella lamosa Universidad «apuraban y «Un descuido, una desgracia en la niñez, probaban á los novatos con toda clase de (dice uno de sus biógrafos) había hecho jo- burlas y matracas, ponían á cada cual su robado al estudiante, necesitándole asi á pro- apodo, y en juegos, estafas, bromas y galancurar con el ingenio lo que le negaba la difí- teos consumían la mayor parte del tiempo, cil naturaleza.» En su ridicula y desgraciada dedicando el menos posible á los estudios». figura tuvo siempre su mayor enemigo el que Nada dice la crónica acerca de la novatafue una de las más legítimas glorias del si-' da que debió sufrir el novel estudiante, si glo xvn sin que sus contemporáneos quisie- bien el más ilustre de sus biógrafos, Don ran reconocerlo asi. Luis Fernández Guerra, dice á este propóEl bachillerato no era entonces lo que es sito: hoy: para obtener el grado de bachiller se «No hay manera de suponer que el estunecesitaban largos y profundos estudios y diante mejicano se librara de mar acas. ¿f*i una serie de conocimientos con los cuales cómo faltarle apodos y contra-apodos salse podían formar ahora dos ó tres carreras. tando tan á la vista sus jorobas? Pero su graPara percatarse de lo que era en aquella cejo natural, su ingenio pronto y vivo, su época el bachillerato, baste decir que el es- destreza en las armas, conjurarían no potudiante Juan Ruiz de Alarcón, de clarísimo cas tormentas; siéndole fácil ganar voluntaentendimiento v gran asiduidad en el estu- des, devolver con presteza y donaire las pi- TODOS LOS TIEMPOS FUERON IGUALES.., cantes pullas, y castigar las insolencias á que desde la puericia es siempre inclinado el valgo de los hombres.* Eso de que desde su niñez se adiestrase en el manejo de las armas prueba su discreción, su sagacidad, su previsión exquisita: presentía que, por su figura, había de ser objeto de burlas y. de sarcasmos, y pensando sin duda en el adagio que dice «á poca fuerza, hierro en medio», se preparó convenientemente para las contingencias del porvenir. Es de creer que pronto tuvo entre sus compañeros buenos amigos, y alguno íntimo, al cual probablemente alude en la comedia que más tardo escribió con el título La cueva de Salamanca, y en la cual hay algo de autobiografía. Un estudiante le dice á otro: ¿Qué travesura infestaste en que yo quedase atrás? ¿En qué pendencia jamás á tu lado no me hallaste? ¿ Qué calle no paseé? ¿Qué noche fría dormí? ¿ Qué mujer con vos no vi, ó qué espaldas no os guardé? Lo cual parece indicar que el estudiante Ruiz de Alarcón la corrió en Salamanca, no obstante sus jorobas. Y uso el plural, porque tenía dos, una por detrás y otra por delante; es decir, que era un jorobado perfecto. Y me inclino á creer que fue un estudiante calavera—lo cual parece un colmo—porque en otra de sus comedias, La verdad sospechosa, trata de atenuar ¡as demasías de la grey estudiantil, diciendo: En Salamanca, señor, son mozos, gastan humor, sigue cada cual su gusto, hacen donaire del vicio, gala de Ja travesura, grande&a de ¡a locura: hace, en fin. la edad su oficio. Según consta en el Libro de bachilleratos en todas las Facultades, de la Universidad de Salamanca, Alarcón, «presentados los documentos que acreditaban sus estudios, demostrada su aptitud en diez lecciones de más de media hora cada una, fuera de ocho probanzas y ejercicios preliminares, y hecha petición a 1 cancelario de la Universidad, maestrescuela de la Santa Iglesia Catedral de Salamanca y Doctor Don Juan de Solano y "Valdés, recibió el grado de «Bachiller ena Cánones* á las nuevede la mañana del miércoles 25 de Octubre del año 1600*. Es decir, que se graduó en cuanto llegó á Salamanca. 411 Pocas horas después se inscribía en la Facultad de "Leyes, y—para abreviar y llegar pronto al motivo principal de este articulo—en 24 de Junio de 1605 dio por terminado sus estudios, encontrándose bachiller canonista y legista. Como no contaba con los fondos necesarios para ia licenciatura, que en Salamanca era muy costosa, decidió trasladarse á Sevilla, donde no debían faltarle asuntos ni relaciones de su padre, y podía ejercer la abogacía ala sombra de algún letrado famoso, adiestrándose en la práctica de los negocios de Indias, que eran los que más le interesaban. Con grandes esperanzas en la curia eclesiástica y en la Audiencia de Contratación se encaminó hacia la hermosa capital andaluza. Por aquella época hacía ya tiempo que residía en SevillaMiguel de Cervantes Saavedra. comisario real, encargado por Su Majestad de la recaudación de tributos, de acopiar víveres para la armada y de otros más importantes asuntos. Por razón de su importante y complejo destino, Cervantes hacia frecuentes excursiones a nuestras fortalezas de África y á casi todos los pueblos doce leguas á la redonda de Sevilla; pero esta capital era el centro de sus operaciones y su habitual residencia cuando fuera no le ocupaban accidentalmente asuntos del servicio. El bachiller en Cánones y en Leyes Juan Ruiz de Aiarcón comenzó á ejercer como abogado en aquella Real Audiencia, y pronto «adquirió crédito de muy entendido y fama de hombre honrado, en vida y costumbres excelente.» Ya por esta época, sobre su bufete, junto al Digesto y las Partidas, se veían libros de versos de los mejores- poetas; y como desde muy atrás le eran familiares Marcial, Terencio y Plauto, y en Sevilla había á la .sazón gran movimiento literario, dramático sobre todo, el indiano, estimulado por el sol de Andalucía, se sintió poeta y soñó con las glorias del Teatro. En tal situación de ánimo, lo primero que saltó á su perspicacia fue la necesidad que tenía de trabar conocimiento con los ingei.ios dramáticos más en boga en la ciudad del Guadalquivir, tales como Juan de la Cueva, Miguel de Cervantes, Ochoa, Salustrio del Poyo, Vergara, Jiménez Énciso y otros. Fácil le fue conseguir su propósito, y pronto logró ser presentado en las dos acá-- 412 POR ESOS MUNDOS demias literarias que allí existían, la del Duque de Alcaiá y la de Arguijo, caballero veinticuatro. Y como el joven Alareón «se ganaba las voluntades por su carácter jovial y natural disposición para hacer y decir cosas festivas y alegres», no tardó en hacerse lado y tener buenos amigos entre aquellos escritores. Con quien más intimó, aunque parezca raro por la diferencia de edades, fue con el ilustre autor del Quijote: Cervantes contaba entonces cincuenta y nueve años, y Alareón podría tener de veinticuatro á veintiséis. Pero su intimidad íué debida, primeramente, á la extremada bondad y benevolencia del primero con los escritores jóvenes, y al deseo del segundo de bailar un guía y un maestro en la espinosa senda de las letras. En la primavera de 1606, el caballero veinticuatro Diego de Colindres, natural de Sevilla y miembro respetable de la Cofradía de San Juan de Alfarache, dispuso celebrar una fiesta bajo dicha advocación y que esta se verificase en el pueblecito así denominado, á la diestra margen deí Guadalquivir y en una amena buerta de su propiedad, por lo cual fue nombrado presidente de ¡a fiesta. «Pone por ley el presidente y anfitrión (dice el cronista de quien tomo estos apuntes) que dejando todos el juicio a un lado, se esfuerce cada cual en parecer más loco». Y como eran poetas la mayoría de los convidados, dióse á cada uno un tema extravagante para que dentro de él disparatase cuanto le viniera en gana. Los literatos de la partida eran diecinueve, y catorce los convidados ajenos á las letras, todos los cuales, luego que se juntaron en la orilla del Guadalquivir para emprender la excursión, «depositaron el juicio del lado de Sevilla, con las ceremonias acostumbradas, prohibiendo pasarlo á la otra parte del rio.» Podía decirse que se proponían celebrar la fiesta de la locura. Fue nombrado secretario y cronista el glorioso manco de Lepanto, alegre y regocijado por alternar en aquella alborozada fiesta campestre con la inquieta y bulliciosa juventud. Uno de los invitados en cíase de poeta fue el bachiller Juan Ruiz de Alareón, y según el relato de Cervantes, encontrado y publicadopor Don Aureliano Fernández Guerra en 186-í-, el tal bachiller fue uno de los que más juego dieron: demostró agudo ingenio, travesura maquiavélica y gracia picaresca, actuó de fiscal y llenó su cometido á las mü maravillas. Jiménez Eneiso tuvo el cargo de mantenedor, y Alonso de Camino el de repostero. «Entre las composicionesnotables del cer- tamen estaban las de Miguel de Cervantes Saavedra, Juan de Ochoa, Hernando de Castro. Juan Ruiz de Alareón y Diego Jiménez, de Eneiso; entre las menos que medianas, las de Don Diego Arias de la Hoz, Andrés de la Plaza, Roque de Herrera y Lorenzo de Medina; y entre las rematadamente malas, de esas que no tienen perdón de Dios ni de los hombres, las de Juan Bautista de Espinosa, Juan Antonio de Ulloa y el licenciado Gayoso, á quien había que dar la licencia absoluta en el gremio poético.. Escribiéronse las composiciones con los siguientes delicados asunto?: alabar la s almorranas, la esgrima, sopa en vino, consolar á una dama que le sudaban Jas manos, celebrar el arráez del barco, ponderar los trabajos de los poetas, glosar un pié (con dos sentidos), el placer á e recibir un golpe en el codo... y otros por el estilo. Terminó la fiesta con un torneo, en el cual Juan Ruiz de Alarcón, «á lev de escritor florido, en razón de ser la flor y nata de los pandos ó jorobados, por su mal talle de contrahecho, y á causa de estar siempre de cJiunga y de buen humor, y haber nacido en Indias, se apropió el nombre sonoro, peregrino y significativo de Don Floripando Talludo, principe de Chunga.* Durante mucho tiempo se habló en Sevilla de esta íiesta literaria de San Juan de Alfarache, cuyo recuerdo legó á la posteridad la crónica de Cervantes. Cada día se estrechaban más fuertemente los lazos'de amistad entre Cervantes y Aíarcón. Sabido es que el más grande de nuestros escritores jamás fue avaro de lo mucho que sabía, y que siempre puso el tesoro de su experiencia y el provecho de sus consejos á disposición de cuantos se le acercaban. y especialmente do los jóvenes que daban los primeros pasos en la difícil y entonces arriesgada carrera de las letras. Poco tiempo antes, en. 1599, protegió y alentó a¡ comediante y escritor Agustín de Rojas, joven de veinte años, despierto y vivo como una centella, á quien franqueó el borrador origínale inédito del Quijote, haciendo que adquiriese con sus lecciones el más depurado v exquisito gusto, según puede verse en muchos pasajes de M viaje entretenido, obra amenísima del citado cómico escritor. Cervantes vio en Alareón un muchacho que prometía mucho, listo, discreto, estudioso, ambicioso de gloria, y, cediendo á su bondad ingénita, se propuso sacar el mayor partido posible de aquella rica primera materia. Hasta es posible, casi seguro, que la TODOS LOri TIEMPOS FUERON IGUALES... desgraciada figura del novel poeta, que á otros inspiraba burlas y desprecios, acrecentase en Cervantes la simpatía y el cariño. Acerca de la influencia que. literariamente, pudo ejercer Cervantes sobre Alarcón, dice el antes citado Don Luís FernándezGuerra: «Quien reconozca en Alarcón al primero de nuestros dramáticos que supo concebir y desarrollar una verdadera comedia de carácter; al espíritu valiente, resuelto á conseguir que el público descendiera del mundo ideal y convencional á que lo había encaramado Lope, trayéndole á lo usual y cotidiano y doctrinándole con ía práctica y documentos de excelente filosofía; quien confiese que el autor de La verdad sospechosa aspiró constantemente á realizar en sus obras un fin moral de bienhechora enseñanza, por fuerza habrá de convenir conmigo en que Cervantes le sugirió tan gallardo intento y que depositó en su alma la semilla... Si contemplamos unidos á estos dos hombres en aquella sazón oportunísima en que la dócil juventud escucha y aprende y las nobles y autorizadas canas aleccionan é instruyen, de ningún modo puede ser arbitrario estimar á Ruiz de Alarcón discípulo de Cervantes, no sólo formado en la lectura de sus obras, sino inmediatamente en su doctrina oral, activa y fe cu ndú adora.» En efecto, hay sobrados testimonios para afirmar que el célebre autor dramático fue el más aprovechado discípulo del primer novelista del mundo. Tres años hacía que residía Alarcón en Sevilla, cuando un día lué á verle su amigo y maestro, sorprendiéndole con la desagradable noticia de que aquella misma tarde abandonaba la capital andaluza para volverse á Madrid. Larga fue la conversación y triste la despedida. Alarcón, que también pensaba marcharse, «con la partida de su maestro no veía la hora de embarcarse para Américai-; y efectivamente, á primeros de Abril de 1609 se embarcó frente á la Torre del Oro con rumbo á su país natal. A poco de llegar á Méjico, tomó allí el grado de licenciado en leyes, siendo nombrado algún tiempo después teniente-corregidor de la ciudad. Por ausencia del propietario ejerció el mando una muy corta temporada, «sentenciando muchas causas, y mereciendo que se le diese por buen juez en la residencia.» Debió el nombramiento de teniente-corregidor á su gran protector Don Luis de Ve' lasco,marqués de Saíinasy virrey de Méjico; por cuya razón, al ser nombrado este personaje presidente del Real Consejo de India?, 413 Alarcón decidió acompañarle á Madrid al objeto de obtener en la corte de España un empleo de mayor importancia merced al poderoso indujo de su protector. Otra de las razones que tuvo para dejar lo cierto por lo dudoso fue la de creer, no sin fundamento, que acaso no se podría sostener en su puesto faltando de Méjico el virrey que le había nombrado, y tampoco es absurdo suponer que influyese en su ánimo, dada sus aficiones literarias, el deseo de brillar en Madrid como poeta dramático. Al entrar Alarcón por las puertas de Madrid, cerca de mediados de Noviembre de 1611, agregado á la alta servidumbre del nuevo presidente del Real Consejo de Indias, «halló contristados los ánimos con la muerte de la reina Doña Margarita de Austria, enlutadas por defuera las personas que pudieron costear la librea del sentimiento oficial, y por dedentro los estómagos de los estudiantes á causa de haberse cerrado los teatros.» Alarcón que, como se vé, pertenecía al elemento oficial, tuvo que comprarse un luto grande, embayetándose de pies á cabeza con la loba, capirote y demás arrequives de ordenanza, por extremo fatigosos y con cuyos arreos resaltaba más que de ordinario lo ridículo de su figura... De donde se seguía, por sarcasmo de la suerte, que el luto de nuestro jorobado inspiraba risa. El 19 del citado mes de Noviembre fue invitado el marqués de Salinas á una velada literaria que á la memoria de ia difunta reina se verificaba en el palacio de Don Diego Gómez de Sandoval, hijo segundo de! favorito y conde de Saldaña. Ocioso es decir que el Jicenciado Juan Ruiz de Alarcón acompañó al presidente de Indias al palacio de Saldaña. Lope de Vega, que actuó de secretario en aquella sesión y leyó una magnífica poesía alusiva al fúnebre acto, describe en su crónica trazada al efecto, con lujo de detalles, todos los pormenores do la fúnebre velada, citando los nombres de los concurrentes, cuya parte del acta puede decirse que "es la Guía Oficial de aquella época. Alarcón, aún no conocido en Madrid como poeta, no iba provisto de versos fúnebres. Pero, siguiendo siempre á Don Luis de Velasco, deseaba acercarse al conde de Saídaña, trabar conocimiento con él y obtener su gracia, para que, como hijo del valido, pudiera ayudarle en sus pretensiones. «Saludando á derecha é izquierda (dice eí relato de Lope), de pronto dióle un vuelco el 414- POR ESOS MUNDOS corazón al reparar en cierto soldado mal vestido, de aspecto venerable, como de sesenta y cuatro años, el cuerpo ni grande-ni pequeño, la barba de plata, con alguna muestra de haber sido de oro, los bigotes grandes, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, pero de muy noble continente.» El soldado mal vestido y descrito tan gráficamente era Miguel de Cervantes Saavedra; y no obstante ser objeto de la cortesía y del respeto de todos, Alareón, su antiguo y predilecto discípulo, hizo como que no le conocía, y con aquel encuentro «vino á quitársele el gusto para toda la noche»; rasgo de negra ingratitud que ni siquiera tenía la • disculpa del aturdido apóstol que por miedo negó á su Maestro. Aunque en ley de verdad puede decirse que también el miedo fue móvil de la ruin acción dei jorobado: miedo á la pobreza, al desamparo, al sórdido traje de su antiguo maestro, á que viesen al enfatuado servidor del marqués de Salinas cruzar su palabra con hombre de tan mala traza. El viejo soldado de Lepanto se percató enseguida del desaire de su entrañable amigo y querido discípulo, le midió ds alto á bajo con su mirada de águila, pensó, sin duda, anticipándose á Chateaubriand, que «el desprecio debe dispensarse con economía, á causa del gran número de necesitados», y pasó altivo y sonriente junto ai contrahecho sin volverse á cuidar para nada de tan mínima persona. Frente á esta pequenez, reveladora del más ridículo ó injustificado orgullo y de la más negra de las ingratitudes, casi estoy por justificar ó disculpar la saña satírica con que después persiguieron á Alarcón Lope, Quevedo, Montalbán, Góngora,ViIIamediana, y otros escritores de Bu época:, vengaban á Cervantes. Después de aquel inesperado suceso en el palacio de Saldaña, se encontraron muchas veces en teatros, corrillos y academias literarias Cervantes y Alarcón, continuando sin conocerse y como si nunca se hubieran visto. Alarcón pudo fácilmente enmendar, con una disculpa hábil, su grave falta del primer encuentro; mas ni siquiera lo intentó. Era que decididamente se avergonzaba de su antiguo maestro y renegaba de él. Así las cosas, llegó el año de 1614, y por Noviembre se puso á la venta El viaje del Parnaso, sabrosísimo libro de Cervantes, el cual no es otra cosa que una colección do perfiles, siluetas y semblanzas de todos los escritores de su tiempo dignos de mención. En este libro, además del'alto sentido critico del preclaro autor, se echan de ver su gran bondad y su blanda •'benevolencia. . La publicación de este Viaje alarmó grandemente a! ya consagrado autor dramático Don Juan Ruiz de Alareón, quien pensó, con sobra de fundamento, que en él se desquita-: ría Cervantes castigando la incalificable grosería y fiera ingratitud que con él cometiera, zurrándole de lo lindo. Procuróse el libro: primero lo devoró ansiosa y rápidamente, y después lo examinó despacio, letra por letra. ¡Oh, sorpresa dolorosa! Cervantes ni siquiera nombraba á Alarcón en su libro, ni le aludía remotamente. lie dicho que la sorpresa fue dolorosa, porque Alarcón sintió aquella omisión mucho más que hubiera sentido cruelísimo sañudo ataque. Ahora, un cuentecillo para concluir. Refiere una vieja tradición que, caminando hacia Sevilla una clara noche de luna, montado en brioso caballo, Don Pedro I de Castilla, vio que en medio del camino había un carro volcado, con la muía acostada y e! carretero haciendo esfuerzos inauditos por levantarla, sin conseguirlo. Movido el rey á compasión, echó pié á tierra, ató el caballo á un árbol, ayudó al carretero á levantar la muía y á enderezar ei carro, volvió á montar, picó espuelas y siguió su camino, adelantándose al carro. Al poco trecho,sufrió el rey un grave accidente: encabritóse el caballo, dio un bote y cayó en tierra cogiendo debajo al jinete, que no se podía valer y hacía desesperados esfuerzos por salir de debajo de sa cabalgadura. En este trance, pasaba el carretero con su • carro, y el rey Le llamó para que lo socorriera. El carretero, á pesar de conocer que aquel era el caballero que antes le había socorrido, dio un latigazo á la muía y se alejó prestamente de aquel sitio. Por ñn, el rey, al cabo de un gran rato, pudo salir de aquel apuro; y montando nuevamente, entró en la ciudad con las primeras luces del alba. En seguida, dando las señas, mandó que buscasen al carretero y lo llevaran á su presencia, como así se verificó. En cuanto el carretero supo quién era el caballero que tan villanamente él había desagradecido, echóse á temblar como azogado y no daba tres cominos por su vida. —Voy á referirte un suceso, — le dijo el rev—acaecido anoche. 415 SALMO Y le refirió puntual y minuciosamente lo que el villano de sobra sabía. Terminado el relato, hubo el rey de decirle: —Vamos á ver: ¿qué te. parece-el caso y qué opinas de esas dos personas que anoche se encontraron dos veces en el camino de Sevilla'? Habla con toda franqueza, porque de tu respuesta depende tu vida. Aquí el carretero se arrodilló, tembloroso, y dijo humildemente: —Señor, opino que Vuestra Majestad se portó como quien es, y que yo me porté como quien soy. El ingenio del carretero apagó la cólera del rey. ...Pues en la anécdota entre Cervantes y Aíarcón, que queda referida, Cervantes hizo el papel de Don Pedro I de Castilla. Siento tener que asignar á Aíarcón el de carretero; pero es el que en este caso le corresponde. FBATÍGISCO FLORES GARCÍA SALMO Alma vestida de duelo. nunca hallarás un consuelo si no to acercas á mí: yo tu pesar comprendí, alma vestida de duelo. ¿Quién besará tu cabeza donde la flor del hastío abre su blanca tristeza? Hoy que tu éxodo empieza, y te atribula amor mío, ¿quién besará tu cabeza? Todo es sarcasmo en la vida. Tú que mis carnes heriste, curas ahora una herida cruel, que á sabiendas le diste ¡Todo el amor es muy triste, todo es sarcasmo en la vida! Ya que ni lágrimas tienes, yo gemiré por los dos, humedeciendo tus sienes... Ven de mis llantos en pos ya que ni lágrimas tienes. En tu sepulcro olvidado gima con cántico acerbo la ramazón del sauz; que yo también, enlutado, iré á llorar como cuervo cu tu tristísima cruz, en tu sepulcro olvidado... SEVERO AMADOR Fl (CUENTO) que se era... el bien que- viniere E para todos sea y el mal para quien lo fuere á buscar... una andaluza enferma RASE del mal de amores. Y érase ailá en el tiempo pasado que casi se pierde en las amarillas páginas de nuestra leyenda. Quizás cuando la hidalguía castellana tuvo su ejecutoria en la punta del acero; quizás cuando la Inquisición hizo y . deshizo tanto malo; quizás cuando en los cármenes granadinos vagaba aún el suspiro de Boabdil; quisas cuando al enamorado Don Rodrigo le ocurrió aquella aventurilla del Guadalete... Imagínese el lector el tiempo que guste, y cuando note anacronismo varíe de modo de pensar é imagínese otra época; que el cuitado que compuso estas líneas las hizo para su sano entretenimiento, y al darlas á la imprenta no pretende pasar por erudito, y prescinde de fechas, usos y costumbres: que es un cuento lo que ofrece, y es la misión del cuento deleitar honestamente, interesando sin jeroglíficos, y está todo su arte en la sencillez; de Ja forma y en ¡a sutileza del asunto, que han de ser una y otro buenos para todas las edades y para todas las inteligencias. Y no digo más. Varaos al cuento, lector, y perdóname el paréntesis. Era la niña que traeremos entre manos (Dios lo haga) morenita clara, como la espiga de Junio. Un pedacito de gloria puesto en la tierra. Bonita, primorosa, toda ella sentimiento delicado, todo ella bondad y hermosura. Una mujer como la que te deseo, lector, y como me figuro yo que eres, lectora. Un galán tenía—¡picaro galán!—-que la enamoró, yla daba celos, y lajuraba constancias, y la entristecía con ausencias, y la hacía feliz con "ternuras, y la'mataba con una traición, y la daba vida con una mirada: el querer en toda su variedad era el amor de su amado. Y ella, ¡tan andaluza la pobre!, enfermó de tanto querer, y una noche se desveló la niña, lanzó una queja y la soñó animada por vida igual á la suya, y así la dijo: —¡Queja mía, queja de mi alma, vé lejos de aquí, busca para tu dueña consuelo á su dolor! Pide á reyes, sabios y hechiceros forma mejor que una queja muda con ¡a que pueda decir mi corazón estos sentimientos de enamorada, y póstrate ante los poderes de la tierra y de los cielos implorando mi felicidad. jVc, queja mía, no tardes, vuelve presto, que me mata el desconsuelo de este querer! Pero no ¡legues á mi enamorado, ni pretendas trocar su amor en dulce y sumiso siempre, que ese es amor que desmaya y hastía, y así sufriendo me gusta amar. Oyóla la queja atentamente, y saludando cortés y afectuosa á la niña, en las alas de un suspiro y por la entreabierta ventana que de un jardín robaba luz, voló presurosa á cumpliré! mandato. Era una brillante noche andaluza llena de blandos extremecimientos y suaves perfumes. Todas las ventanitas del cielo prestaban luz de gloria á la tierra. Las rosas, claveles y mirabeles del jardín, daban locamente al aire la esencia de sus perfumes, y en el agua limpia de los arriates de los naranjos y limoneros se retrataban las estrellas saltando corno pececiílos juguetones entre rizos de espuma. Y era el agua, al deslizarse jardín abajo, un pedazo azul del claro cielo y un montón de estrellas corriendo, rodando, atro- EL REMEDIO DEL AMOR pellándose, besando las puntas de los rosales, que se inclinaban sedientos de aquella dádiva rica que elevaba en su seno misteriosos rumores, como gorjeos débiles, como música sutil, como canción de guzla mora, como dulce serenata de amor. Batió sus alas el suspiro, y desde la copa de una acacia florida fue á dar con su preciosa carga ante el palacio de un rey. —¡Osadia igual á la suya no se ha visto!— dijo la Quejaal Suspiro.—¿Qué hedehacer vo, pebre de mí, ante un rey tan poderoso? Advierte que él es señor de muchas tierras y de muchas vidas, y nosotros somos humildes y obscuros. ¿Cómo he de hacerme notar entre eí explendor de la. gente de su corte? ¿Cómo llegar hasta sus reales pies, y, sobre todo,cómo hablar al rey sin que me ciegue el resplandor de su riqueza y sin que corte el hilo de mi discurso la reflexión de mi poquedad y acabamiento? —Ya barruntaba yo—-respondió el Suspiro.baciendo apear álaQuejaconuna graciosa cabriola—que erais, más quecomedida,corta de genio.Pero, por mi ánima os juro, señora mía, que no creí que tuvierais pelo de tonta, y me llena de confusión veros tan empelada... Anímese, señora, que la osadía es el primer escalón de todo encumbramiento y buena ventura. —¡Oh, Suspiro, Suspiro! ¡Cuan vano sois, como formado de viento! —Andad, Queja, andad, y basta de plática. Que Dios os depare buena suerte. Quedóse el Suspiro vagando por los jardines que cercaban el palacio, y entró en él la Queja. Mucho ¡e chocó al rey que un tan. original personaje le pidiera audiencia; y aunque á la sazón estaba muy ocupado en enviar sus tropas á conquistar ancha tierra por donde extender su ya muy dilatado reino, dio su real venia, v ante las gradas del magnífico trono llegó á postrarse la Queja, más muerta que viva. —Señor,—exclamó la sutil enviada—rey de reyes poderosos de la tierra, al que prestan vasallaje todas las gentes de estos tiempos y rendirán tributos de alabanzas las generaciones futuras: Dios te conserve el trono para gloria suya y honor de estas edades. Ante tí me postro humilde ¡oh, magnifico señor! y te pido una gracia. En lejanas tierras muere de amor una virgen. Dame la vida para ella, ¡oh, señor poderoso! —¡Sea!-—contestó el rey.—Sea todo mi poder para tí, emisaria de la niña enferma. Vé y di á tu señora que en este punto está remediado su mal. Dirásla que disponga para FU regalo de todas las riquezas que quiera. 417 ¡Gran receta es esta para el mal de amores! Vé... Es mi voluntad. Alegre como un cascabel, salió la Queja de palacio y montó sobre el Suspiro. —-¡Buena nuevatraéís!—díjolaéste, apercibido de la alegría de la Queja.—Decidme, señora, qué favor nos hace el rey. —-Volad, Suspiro, volad: no debemos tardar en ver á nuestra ama. Por el camino os iré contando. Contándole fue la munificencia del monarca, y con ser tanta y tan. fácil de contar en pocas palabras, como lo hizo, la feliz nueva puso alientos en las alas del Suspiro y en menos que se cuenta llegaron al jardín, y reposando estaban sobre el alféizar de la ventana cuando se les presentó la niña. —¿Traéis mi consuelo? —Traigo más. Eres rica, eres noble, tienes todo ei oro de la tierra, puedes gozar todos los caprichos y todas las comodidades. Ea tuya una nueva vida, es tuya la felicidad. Una sonrisa frunció los labios de la enfermita y en sus ojos lució un destello de alegría. —¡Seré rica,—dijo—muy rica! El oro entibia toda tristeza y aún hace más: el oro es gran señor, es rey altivo de todas las cosas. Seré como él, altiva, y olvidaré este pobre amor mío que me mata de pena, por gozar de otro amor más rico y en consonancia con mis timbres nobles y mi dinero dorado. Pero ¡ay de mí!—pensó, y huía la sonrisa de sus labios y el destello de sus ojos—¿seré feliz sin este amor de mis amores? No: sin mi amor no viviré, y no es esta riqueza capaz de darme ia vida sin cariño... ¡Queja mía, sal nuevamente en pos de mi dicha, que no es la que me traes! Y la Queja obediente, y el Suspiro pronto, oído y puesto en práctica fue al instante'el mandato. Y allá van por esos mundos los emisarios. Y atravesaron oti'as naciones y otras tierras y otros climas y otros cielos, siempre desorientados y tristes. Por fin, no sabemos dónde, reposaron breve tiempo, y entablaron Suspiro y Queja la siguiente plática. —No sé, Queja,—comenzó el Suspiro— dónde vamos con nuestras ánimas. —No sé, Suspiro, dónde vamos. — Como verdad, creí que eí oro del mund-o era la felicidad del enamorado, y creo ahora que hizo mal nuestra damita en despreciarlo tan sin prueba. —Algo así me parece, y esto trae á mí el desaliento. ¿Qué cosa mejor que el dinero habrá en el mundo? 418 POR ESOS MUNDOS —Ni la sabiduría le iguala en poderío. —¡Tate! Hay quien en contrario opina. •—Busquemos sabiduría. —Yo sé de un sabio químico que conoce 3a ciencia de este mundo y dicen que la del otro. • —Condúceme á su presencia. -—Monta, pues, y vamos andando. D i eli o y hecho. Emprendieron nuevamente la marcha, y después de andar mucho y mucho, todo lo que se necesita para ¡legar á ia sabiduría, llegaron á una casa vetusta y mal cuidada, abierta á todo el mundo, y vieron que nadie osaba entrar. Ante la puerta había un ejercito de personas y de cosas. Destacábase de entre todo la muy chillona Ignorancia, haciendo corro con la Rudeza, ía Necedad y la Osadía. Hablaba 3a Ignorancia de cosas á su fé imposibles para e! hombre; reíase la Necedad de ¡os nuevos y felices experimentos de la Sabiduría; á la vez que la Rudeza chillaba que todo es posible en el mundo, y la Osadía se mostraba capaz de hacer lo que el buen sabio aún no había hecho. En otro grupo, la Petulancia y ía Pedantería sermoneaban lo que habían oído de labios del hechicero mágico, dándolo como suyo, y tenían embobadas á la señora Bagatela, á la señora Simpleza y á ia señora Opinión, que atentamente las escuchaban. Paseaba por allí la muy noble señora Indiferencia, bamboleando sus muchas carne?, husmeándolo y curioseándolo "todo, sin importármele nada, seguida de su dueña, la no menos pomposa Casualidad, que se esforzaba por ser señora sin salir de dueña quintañona. También pareció por allí nuestro señor y padre el Arte, huyendo de todos y sin querer acercarse hasta la puerta del sabio, paraque no se mancharan las galas ricas de sus helénicas vestiduras.Y finalmente había delante de aquella puerta tanta cosa personificada y tal confusión do gritos, discursosy exclamaciones, que el Suspiro y la Queja quedaron suspensos y admirados ante aquella concurrencia. —¿Qué hacemos, Suspiro? ¿Nos dejarán entrar? —Sin duda toda esta canalla espera aquí licencia para ver al sabio; y si es así; para tiempo va, que nosotros somos los últimos. Creo, señora Queja, que esta gente no quiere ver al sabio: antes con su presencia aquí pretende cerrar el paso á los que acuden á casa del señor en demanda de consejo. Y si es así, ¡ya ves qué poca cosa son todos para hacer lo que se proponen! Entremos, —Entremos. 'Y abriéndose paso por entre la abigarrada multitud, pusieron en práctica sus atrevidos pensamientos. Encontraron al sabio desaliñado de ropas y barbas y. entre un laberinto de papeles, libros, irascos y redomas. El venerable anciano, de ancha frente y mirada serena, ofrecióles el mejor lugar y acomodo que allí tenía y les preguntó qué les llevaba por su casa. —Venimos—dijo ¡a Queja tomando la palabra—en consulta sobre el mal de amor. —El mal de amor,—contestó el sabio— lo cura la experiencia antes que la sabiduría. Pero se me presenta ocasión de hacer una prueba, y os ruego que apliquéis mi receta. Tomad esto, — continuó, presentándoles un frasquito.—Es un licor ideado y hecho por mí, que da paz al cuerpo y quiero ver si proporciona también la paz al alma. Derramad en ¡os labios de! enfermo unas gotas, y bien puede ser que cure. Rindiéronse agradecidos los emisarios, y luego... Euego salieron de estampía con dirección á España. Volando, volando, llegaron á Sevilla. Volando, volando, entraron en el jardín. Y solo plegó el Suspiro sus alas invisibles cuando divisó á la niña, que ya les esperaba impaciente. —Traérnoste,—dijo la Queja—-el remedio de un mágico sabio. Bebe unas cuantas golas de este bálsamo, y esperemos sus maravillosos felices resultados. Bebió la hermosa, y quedó dormida. ¡Dulce sueño el suyo! Encantados quedaron Queja y Suspiro del ingenioso modo de curar el mal de amor. Pero cuando, como cumple á los agradecidos, se disponían á ir á ver al sabio para darle ías gracias, les detuvo una palabra apenas pronunciada por la feliz dormida. Quedaron confusos y no dieron crédito á sus oídos De la íncertidumbrefueron presto á sacarlos otras y otras palabras y unas lágrimas claras que aparecieron temblorosas en los ojos cerrados de la enfermita. —Sueña con su amor, Suspiro. Y padece. ¡No acertó el sabio!—murmuró quedito la Queja. —¡Ah! Si el mal lo fuera de cuerpo, descansaría de su dolencia; pero es mal del alma, y el espíritu no muere sino con el último sueño, que es la última paz. —Herejía dices, amigo Suspiro. —Quise decir, meticulosa Queja, que el espíritu, aí desligarse- del cuerpo, muere para todos los sentimientos que animó en vida con la materia, y goza de la paz —-Vuelves á la herejía. KL REMEDIO W.L A-MOIÍ —Gallo entonces, por ciento y un día, sobre estas cuestiones, que no soy doctor y no debo hablar de ollas... Y á nuestro asunto, Queja: salgarnos de aquí en busca del mágico sabio y digámosle que su sabiduría no cura á nuestra niña enferma. —Volad muy luego, Suspiro. Y allá va nuevamente por esos mundos la sutil pareja. Cansados del viaje, decidieron hacer alto en la cumbre de una montaña y reponer sus fuerzas. Y apenas hubieron descendido de los aires, cuando se les ofreció á la vista una pobre easuca arruinada que en el valle había, cuya puerta estaba abierta de par en par, dejando salir á las soledades de los campos un haz de luz. —Allí,— pensó y dijo la Queja—podemos estar á seguro de las inclemenciasdel tiempo. —Tú ordenas,—contestó el Suspiro. Y allá se dirigieron. Salió á recibirles un fraile viejeciilo. de lento andar y humildísimo continente, que así que los tuvo cerca les abrió los brazos y les ofreció la morada. —Esta es, hermanos,—dijo el fraile, acompañándoles—una casa sencilla y humilde, puesta al servicio de Dios... Y con decir esto, huelga decir que es el amparo de todos: aquí encontraréis cuanto se puede desear en medio de estas arideces, para satisfacer al cuerpo y consolar el ánima. Entrad. —Buen padre, —exclamó la Queja,después de charlotear en voz baja con el Suspiro—• puesto que sois tan bueno, viejo y religioso, ¿podéis darme una receta para el mal do amor en una andaluza? —El mal de amor, hijos míos, en su misma maldad tiene la cura. Procuradle amor. -—Lo tiene, padre, y el más grande, porque es el más vario: mudable, constante, sincero, traidor, dulce, brusco, humilde y altivo. Tal es el amor que padece. —Si es así, como os creo, yo sé de una medicina: la Bondad, y la bondad está en la Religión.Decidía... que yaque ama tanto, que ame más, que busque refugio en un santo convento, que amando á Cristo y como Cristo nos ame á todos con igual y espiritual cariño... Ya véís cómo, á la postre, el mal de amor con más amor se cura. —¿Tendréis segundad en vuestra receta? —Creo que sí. —Pues, gracias, buen ermitaño, y déjenos partir para anunciarle la buena nueva. Fue en una noche todo esto, y al despertar el día entraban con el sol Queja y Suspi- 419 ro por la ventana, hasta el lecho de la enamorada dormida. Despertáronla y la comunicaron el nuevo remedio, que ella aceptó. Vero la muy triste, con harto pesar de sus compañeras de clausura, tuvo que salir al mundo al poco tiempo. Queja y Suspiro, que vivían contentos de haber encontrado remedio, se admiraron no poco de la nueva vista. —Señora: te hemos ofrecido los dones de la Riqueza, de la Sabiduría y de la Bondad. No hay en el mundo mejores cosas, y ninguna te remedia el amor. —Pues la Riqueza, la Sabiduría y la Bondad—replicó la andaluza—no me han proporcionado más que olvido: la Riqueza, con su oro; la Sabiduría, con el sueño; la Bondad, con el plácido retiro de un convento. ¡Sin duda, es solo el Olvido el talismán de loa hombres para esta mi pena! Y mí mal es tan intenso que no puede olvidar. ¡Por Dios, buscad remedio! Buscadle fuera de los hombre?... Volad. Y á nueva correría, partieron nuevamente los dos compañeros, y hasta el Cielo guió la Queja al Suspiro. —Señora mía,—dijo éste cuando se vio ante las celestes puertas del divino imperio —-el Cielo es este y no sé qué hemos de buscar aquí. —El compendio de cuanto hermoso y digno existe en la tierra: bondad, riqueza y sabiduría en un alma sola. Condúceme hasta el trono de la Virgen. Algo le extrañaron al buenazo de San. Pedro aquellas originales ánimas que tan sin detenimiento y saludo se le entraban de rondón por sus dominios, y por admirarse y abrir un palmo de boca no pudo impedirles el paso. —Señora,—dijo la Queja, postrada ante las plantas de María — tu ayuda esperamos para una virgen que muere de amor en las ríentes tierras de la Andalucía. Es aquella tierra tu tierra querida: Dios la ha embellecido con el cielo más paro y con las flores más lindas, por tu augusta intercesión. Danos para tu hija el remedio soberano. En tí tenemos fé, y te tiene ella, y con ella todas las enfermas enamoradas. Y la Virgen bajó en una nube de oro y rosas á Sevilla. Rió el cielo, se alegró el campo, cantaron los pájaros, lució todo brillante en Sevilla, cuando María llegó á aquella hermosa tierra, que es el amor de sus amores. •120 LA FUENTE Las flores del jardín abrieron alegres sus corolas al paso de la Reina de las flores, y la Señora llegó hasta la macarena enamorada y la dijo: — ÍJondad, riqueza y sabiduría . vengo á darte, pues lo merece tu pena. Arrodillóse la niña, besando el manto do la Virgen, y María, apartando los juguetones rizos de la candorosa frente de la enamorada, dio en ella un beso, y así dijo: —Este beso manda Dios que al llegar al fondo de tu alma se convierta en un nido de cantares, con lo que expresarás tu amor y vivirás feliz, pues cantarás no solo tus penas sino tus alegrías-. Nace aquí en esta mi hija andaluza la copla amorosa: ella os el compendio de todo querer, y el cantar dirá desdenes y desvíos, olvidos y ausencias, traiciones y celos, locuras y confianzas, recelos y dudas, constancias y maldiciones: ¡todo el amor ¡o expresará la copla! Y lucirá en ella la gloria del querer. Y será bondad, riqueza y sabiduría popular. Don del cielo es el can- tar, hermosa niña: guárdalo y cultívalo, como 3a flor más preciada del huerto andaluz y ella servirá para mitigar tus penas y para que el mundo conozca las alegrías y las dichas del querer. Y desapareció... Y cuentan que al hacerlo, allá en el Cielo se abrió la Gloria, y por todos los ámbitos de Andalucía se oyó el eco de una copla, entonada por celestiales .voces: Cantar que del alma sale es pájaro que no vuela: volando de boca en boca Dios manda que viva siempre. Tal es la historia de la copla, según las crónicas antiguas del muy docto MohammedBen-Ajonjolí, que tomó el agua de los cristianos allá por los tiempos que narra la presente historia, que copié casi enteramente para enjaretar el cuenteeülo. . PEDRO PÉREZ FERNÁNDEZ LA FUENTE Como una ninfa hilandera. la fuente, hila que hila, canta alegre y risotera mientras su hilo destila. Burlando la enredadera, i{ • asoma el sol la pupila y, adormilada y soñera. la ve dormida en la pila. Ella prorrumpe en rumores, carminada de rubores al ver que el sol la está viendo; salta esquiva entre la bruma, y,.mal vestida de espuma, se va por la selva huyendo. PORFIRIO HERRERA UN ESPECTÁCULO ASTRONÓMICO EL COMETA DE HALL SERÁ VISIBLE DESDE FINES DE OTOÑO HASTA LA PRIMAVERA SE gran portento, pesadilla de los pueE blos á través de los siglos, y terror presente de una parte no pequeña de la humanidad, el cometa de Halle y, en una palabra, vuelve á aproximarse á la Tierra. De nuevo, y sin que pueda impedirlo el avance de la Ciencia, este aparecer del cometa engendrará tanta admiración como temores. Un extremecimiento de miedo sacudirá los nervios de millones de seres al verle cruzar el firmamento, fulgurante, deslumbrador y siniestro, como anunciando un peligro desconocido é inevitable. Los astrónomos tenían calculado que el cometa de flaíley debía cruzar la órbita de Júpiter, por la parte más próxima al Sol, el día 1.° de Enero último. También se calculaba que hacia mediados de Enero el cometa se encontraría á ochocientos millones de kilómetros de nuestro planeta. Todo permite, pues, esperar que á fines del otoño actual eí cometa será ya visible sin necesidad de telescopio, aparatoqueviene enfocándole desde hace algunos meses. Gomo su brillo irá acreciendo poco á poco, á mediados del invierno entrante se le distinguirá desde cualquier parte del globo. El día 13 de Abril de 1810, y aproximándose gradualmente al Sol, alcanzará su perihelío, situándose á ciento veinticinco millones de kilómetros de la Tierra. Su período de mayor brillo comenzará después del paso del perihelio,al acercarse más á la Tierra: entonces se le descubrirá á simple vista lo mismo de noche que en las primeras horas de la mañana. Pero en esa época, el cometa se encontrará ya al Sur dei ecuador celeste, razón por la cual solo será visible para los habitantes del hemisferio austral. Hacia el 18 de Mayo estará á veinte millones de kilómetros de la Tierra, no obstante haber venido distanciándose deí Sol durante más de un mes. ¿Cómo hará su aparición el cometa de Halley? Nadie podrá decirlo. Porque nos hallamos ante el verdadero Proteo del espacio. Quizá deslumbre con su brillo, cual ocurriera en tiempo de Mahoma, época en que la superstición ambiente en Europa vio horrorizada en dicho cuerpo celeste algo así como el anuncio de la dominación universal musulmana. Y también puede ocurrir que su luz sea insignificante. De todas suertes, atraerá la atención de los habitantes de la Tierra y constituirá para el astrónomo el fenómeno más interesante observado en los cielos desde hace muchos aííos. Las apariciones del cometa de Halley comprobadas por la Ciencia se remontan al-año al año 240 antes de Jesucristo; pero dicho está que los viajes siderales del incansable turista celeste deben datar de mucho antes. El descubrimiento de Edmundo lialiev,— por quien se dio nombre al fenómeno — á raiz de la aparición del cometa en 1682, y según el cual dicho cuerpo celeste era un visitante regular de nuestro sistema planetario, está considerado como uno de los triunfos capitales de la Astronomía. Sospechó Halley que el cometa de 1682 no realizaba su primera visita á los dominios del Sol: basaba semejante conjetura en la semejanza de su 422 POR ESOS MUNDOS órbita en el espacio con la de otros dos co- precisadas por una laboriosa serie de cálenmetas cuya aparición se había señalado en los. Y esto ha venido á ser producto de la1607 y 1531. (iíalloy no vio la identidad de ciencia moderna. Aunque por aquellos tiem*"este cometa con los de 1456 y 1066). Ahora pos aún no habían sido descubiertos Urano y bien: si las íres órbitas eran idénticas, el Neptuno. sabíase, no obstante, que Saturno mismo cometa debía volver pasados otros y Júpiter ejercían influencia sobre los mosetenta y seis años; según lo cual. Halley vimientos del cómela, hallándose perfectapredijo la aparición en 1758, efectuada ma- mente calculada la importancia de las pertemáticamente en la citada ^__^_____ turbaciones . Y e n verdad fecha. ! que no era problema fácil de resolver, por cuanto se desPara comprender lo realiconocían sus principales faczado por Halley, es necesario tores . De lo que se sabía recordar que así como los respecto á la trayectoria del planetas giran en torno del cometa deducíase su probaSol describiendo órbitas cirble proximidad á los planeculares, los cometas viajan tas, y en cuanto ala fuerza trazando l a r g a s elipses, de la atracción planetaria sosiendo este de Halley el más bre el viajero del espacio soexcéntrico de todos los que lo podía ser calculada mesuelen aparecer periódicadiante el conocimiento, aún mente. Sin embargo, en los muy imperfecto, de las matiempos de Halley nadie sabía sas de los planetas. concerteza que las órbitas de los cometas son verdaderas Al comienzo del año 1758, eclipses, y que, por conselos astrónomos volvieron á cuencia, tenían que reapareestudiar el problema. Por cer una vez llegado á nuestro aquelentónces vivía en Fransistema planetario. cia uno de los más grandes !v i ni undo Halley, astrónomo inglés que descubrió la periodorimatemáticos que ha conoAdemás, las noticias obtedad en la. aparición del cometu cido el mundo, Alexis Claudo nidas por iíalley respecto á qu" lleva su nombra. Este cometa, será visto de nuevo en e! presente C 1 a i r a ut, quien, preoculas dos apariciones anteriooto ñu pado con las visitasdel cómeres d e l cometa eran defieientísimas puesto que se basaban únicamen- la de Halley, se propuso descifrar de una vez te en la insegura información de viejos cro- el enigma celeste. Los primeros meses de nicones. Edades aquellas de ignorancia y de labor fueron dedicados por Giairaut á cálcusuperstición no eran las más á propósito pa- los preliminares, cuyo objeto no era otro que ra hacer observaciones exactas acerca del determinar la acción perturbadora ejercida itinerario celeste de un cometa; tanto más sobre el cometa por Júpiter y Saturno. Plancuanto que entonces ni se sospechaba si- teado ya el problema en forma soíucionabíe, quiera que tales cuerpos fueran visitantes solo restaba efectuar los cálculos encaminaregulares del sistema solar. dos á formular en cifras exactas la marcha Halley murió, cargado de años, en 174-2, ó del invisible cometa á través del infinito. sea diecisiete años antes qae se realizara su Y en este punto comienza la parte románprofecía. tica del asunto. La inevitable mujer aparece en escena; porque la mujer ha demostrado ser tan indispensable en astronomía como en otros órdenes de la vida. Mientras tanto , 1 a ciencia astronómica Entre las amistades de Clairaut figuraban había progresado . Mejor comprendida 1 a cierta Madama Le paute, mujer de grandes ley de gravitación que lo fuera en la épo- talentos matemáticos, y el joven astrónomo ca de Halley, supúsose que el cometa, dado Jérome de Lalande. Ün día, Clairaut les co- , que reapareciese, debía experimentar en su rnunicó los resultados de sus investigaciones largo viajar por otros sistemas planetarios y analíticas con aplicación al problema de las por el espacio infinito ciertas atracciones apariciones del cometa de Iíalley. poderosas que perturbasen su marcha en Sin pérdida de tiempo, Madama Lepaute mayor ó menor grado, apresurando ó retar- y Lalande dieron principio á sus trabajos. dando su vuelta á nuestro sistema planeta- La labor realizada por ambos, ciertamente rio. prodigiosa, teniendo en cuenta la época en Estas particularidades del cometa y su que fue llevada acabo, solo puede ser aprelecha exacta de reaparición solo podían ser ciada en toda su magnitud por el astrónomo EL COMETA DE HALLEY profesional, que es quien sabe todo lo que esa labor significa. Había desaparecido de la humana visión todo ra^iro del cómela á partir del año 1682. Presumíase á veces que le atraía Júpiter; á veces que se hallaba bajo la acción de Saturno. De modo, quo la marcha del cometa no podía ser ni en línea recta rigurosa, ni con velocidad uniforme. Madama Lepante y Lalande tenían, pues, que acometer una obra gigantesca. Sin arredrarse ante la magnitud de la misma, y auxiliándose con innumerables diagramas y complicadísimos cálculos, siguieron la marcha del cometa en los espacios hasta cuatro mil millones de kilómetros más allá de los límites asignados entonces al sistema solar. Y como era necesaria la exactitud más rigurosa, ambos astrónomos, pacientísimos, fijaron en sus notas las correrías del come'a durante un período de ciento cineuenja años, ó sea el tiempo invertido por dos revoluciones completas en su órbita. Pueron seis meses de labor ardua, continua, sin descanso nocturno, sin más reposo que una docena de minutos dedicado á las comidas. No había tiempo que perder: si el cometa se aproximaba realmente, debía hallarse á corta distancia; el crédito de la Ciendo exigía un sacrificio. Y tan concienzudamente lo cumplieron los dos astrónomos, que Lalande cayó enfermo de postración nerviosa, quedando inválido para toda su vida. Por fortuna, la vigorosa naturaleza de Madama Lepante ¿alió triunfante de la durísima prueba. Merced á ello, pudieron ser terminados los cálculos, y nn días la insigne mujer logró entregar á Glairaut el resultado de tantos nobles esfuerzos. El momento era crítico, en efecto: á mediados de Noviembre de 1.758 anunciaba Glairaut los pronósticos de la Ciencia, y en Diciembre del mismo año apareeia en los cielos el cometa de Halley. Los Observatorios de Europa tenían asestados al espacio todos sus telescopios; la curiosidad y la impaciencia reinaban en el mundo de los astrónomos. Pero .todos estos fueron adelantados por un agricultor sajón, George Palitsch, hombre que poseía un poderoso anteojo y cierta afición á contemplar las estrellas. Y allá al mediar do la Nochebuena el tal Palitsch vio retornar al brillante peregrino celeste. Las gentes apenas querían dar crédito á la noticia. Antojábase cosa de magia que el cálculo matemático hubiese podido descubrir las huellas del cometa en los insondables abismos del espacio, lijando exactamente la fecha de la reaparición. Aún los mismos astrónomos se moslraban asombrados de la magnitud en su victoria. El nombre de Halley sonaba de boca en boca: su confianza en que la posteridad habría de hacerle justicia quedó plenamente justificada en aquella ocasión. El cómela no apareció por entonces con el brillo alerrorizador de 1456 y 1066, siendo ello debido en parte á moverse en una región del cielo que durante los meses de invierno se encuentra muy baja en el horizonte visible desde Kuropa y la América del Norte. Sin embargo, después del paso de su perihelio en torno del sol, lo que ocurrió en el mes de Marzo, eí cometa alcanzó extraordinario explendor. Dicho paso tuvo efecto el 12 de Marzo, ó sea tres días antes de lo calculado por los dos astrónomos de referencia. El error era pequeño, sin duda alguna, y tenía perfecta explicación por cuanto en aquella época no se conocían con la exactitud de hoy las masas de Júpiter y Saturno. Teniendo esto en cuenta, Clairaut había concedido á la aparición del cometa un margen de un mes. El acontecimiento ocurría, pues, dentro d e límites entonces asignados a 1 Pero la novela del cometa aún no había terminado. La generación que, por vez primera en los humanos anales, presenciara la vuelta de un cometa conocido, ya no existía: á la décimaoctava centuria había sucedido el siglo xix, período destinado á brillar, refulgenle, en la historia de la Ciencia; los Herscheis inflamaban ya las imaginaciones populares con la revelación de nuevas maravillas celestes. Entonces fue cuando circuló entre los astrónomos de todo el mundo la noticia de que el cometa de Halley se aproximaba otra vez y de que eran necesarios nuevos cálculos. Desde la última aparición del cometa había sido descubierto el planeta Urano, cuya influencia sobre el celeste viajero faltaba aún por apreciar. Recordemos á este propósito que ^as apariciones del cometa ocurren en períodos que varían de setenta y cinco á setenta y nueve años, siendo debidas dichas variaciones á la atracción ejercida sobre e! cometa por los planetas cuya esfera de influencia atraviesa. Con objeto de calcular bien las referidas variaciones debían los astrónomos conocer la distancia entre los planetas perturbadores y el cometa (distancia que cambia constantemente), así como ¡as masas de los planetas. En aquella noble competencia científica, el Instituto de Francia tomó laudable inicia- 424 POH ESOS MUNDOS tiva ofreciendo á los astrónomos un premio importante, que ganó el distinguido matemático Pontécouland. En una revisión de sus cálculos, descubrió éste la fecha exacta del paso del perihelio, con un ligero error de tres días, puesto que fijó el IB de Noviembre de 1835, siendo así que el suceso astronómico acaeció el 16 de dicho mes. Equivocarse en tres días tratándose de distancias como las celestes, es análogo á que un tren expreso de San Petersburgo llegue á París con minuto y medio de retraso; una diferencia insignificante, en suma. El cometa de ílalley había invertido treinta y ocho años años en recorrer su camino de afelio á perihelio, cubriendo una distancia de 5.470.600.000 kilómetros. Se presentaba más brillante que en 1759, y era vigilado desde muchos meses antes de su aparición. Observóse que la cabeza del corneta ofrecía las más extrañas semejanzas: el astrónomo Struve la comparó á la llama de un mechero de gas; más tarde tomaba aspecto muy parecido á la llamarada de un cañonazo, retorciéndose en un chorro de chispas arrojadas hacia atrás por el viento; por último, la gigantesca llama adoptó formas de arcos oscilando y brillando de un modo extraordinario. El cometa, después de haber sido visible durante más de diez me3es, comenzó á palidecer, y desapareció. Pero la mirada del matemático fue siguiéndole: esa mirada que jamás falla viole girar en su camino mucho más allá de la órbita de Neptuno. Ello ocurría en 1874. Y ahora, el cometa se acerca á marchas formadas á nuestro humilde planeta. Hoy se saben ya acerca de los planetas perturbadores datosque no se conocían en 1835. Porejemplo, el de susmasas. Además, ha sido descubierto un nueva planeta: Neptuno. Es de esperar, por tanto, que los astrónomos anuncien con mayor aproximación que nunca el crítico momento del paso del periheio. Ha de tenerse en cuenta que el cometa de Halle y efectúa ahora un verdadero record de rapidez, pues mientras que en 1835 había tardado en recorrer su órbita setenta y seis años y doscientos cuarenta y nueve días, en la presente ocasión solo ha invertido en su viaje elíptico setenta y cuatro años y ciento dieciseis días. En toda la historia de la Astronomía no se ha presentado nunca oportunidad más favorable que esta para poner á prueba los ingeniosos aparatos científicos modernos. La teoría de los cometas ha adoptado reciente- mente una nueva forma, y de ahí que ¡a vuelta del de Hailey sea circunstancia afortunadísima: merced á ella se demostrará la exactitud ó la falsedad de la citada teoría. Además, desde el verano de 1908, vienen mostrándose los astrónomos un tanto preocupados por la extraña conducta del pequeño cometa de Morehouse, cuyas excentricidades nos son conocidas principalmente por mediación de la fotografía astronómica. Pero como quiera que esas peculiaridades del cometa de Morehouse pueden ser también producto de su naturaleza y de la porción del espacio donde ha penetrado la Tierra en su gran huídahaeia el Norte en unión del Sol, no cabe duda que el cometa de Hailey debe haber seguido la misma conducta, aunque en mucha mayor escala. Esto nos lleva á recordar, en pocas paiabras, lo que hoy se sabe y lo que se sospecha acerca de Ja naturaleza y composición de los cometas. Sintetizando, digamos que la Ciencia define actualmente á ios cometas, no como una masa sólida, sino como conjunto de partículas sólidas, de volumen desconocido, partículas cuya atracción mutua la* hace mantenerse unidas y que giran en torno del Sol describiendo una órbita elíptica. Cuando se hallan estos cometas en la parte más lejana de su órbita, apenas si ejerce el Sol sobre ellos otra influencia que la fuerza siempre aclíva de la gravitación, en virtud de la cual dichos cuerpos celestes permanecen siempre prisioneros del que hemos convenido en llamar los terrestres el «astro-rey». Pero no bien vuelven á aproximarse los cometas al Sol, empiezan á experimentar los. efectos del calor y de la energía eléctrica que emanar: del mismo, dando entonces comienzo los admirables fenómenos que tanto asombro nos causan. El más notable de esos fenómenos es la formación de unacola luminosa cuya longitud suele ser frecuentemente de muchos millones de kilómetros. Y como esta cola tiene siempre dirección opuesta al Sol, se puede afirmar que la causa de su formación es alguna fuerza repulsora ejercida por e! Sol. Y aquí debemos mencionar la nueva teoría emitida acerca de la cola de los cometas. Según la teoría de referencia, la causa determinante del luminoso apéndice cometario no es otra que la presión de la lu&. Para comprender esto es necesario, ante todo, saber que las ondas luminosas ejercen una fuerza mecánica mensurable, razón por la cual tienen poder para empujar las partículas infinitamente pequeñas y ligeras que se ofrecen á su impacto. De modo que la fuerza de gravitación solar en virtud de la cual atrae dicho astro á los cuerpos de nuestro sistema EL COMETA DE HALLKY 425 planetario ó que penetran en él, es contra- que varía con relación á la masa, y la prerrestada hasta cierto punto por el impulso sión de la luz, que varía con relación á la sude ias ondas luminosas que emanan cons- perficie. Ante todo, recordemos que la atractantemente del Sol. Sin duda, la gravitación ción es una fuerza mucho mayor que la rees una fuerza mucho mayor que la presión pulsión; sin embargo, la relación entre amde la luz; pero como ambas fuerzas obran en bas fuerzas decrece rápidamente á medida sentido inverso, en virtud de esa diferencia queel cuerpodisminuye de volumen, y llegapuede la presión de la luz, en determinadas rá un momento en que el efecto de la repulcircunstancias, hacer más efecto que la gra- sión sea igual al de la atracción; es más, si vitación. continuase la disminución de volumen la La gravitación es proporcional á la masa presión excedería á la atracción. del cuerpo atraído y á la del cuerpo que Ha demostrado matemáticamente el astróatrae; la presión es proporcional á la super- nomo Poynting que, dada la relación conoficie del cuerpo que la experimenta. Ahora cida entre la fuerza de ¡a atracción solar y bien: suponiendo un cuerpo cualquiera, su la de la presión de la luz, una partícula cuyo masa, esto es, la cantidad total de materia diámetro fuese de una milésima de milímeque contiene, depende de su volumen, que tro, en vez de ser atraída por el Sol seria repuede averiguarse cubicando el diámetro chazada. Asi, pues, si nuestro planeta, por del cuerpo. Si este se hallara representado efecto de un choque con otro cuerpo celeste, por 2, la masa sería 2x2x2=8. En cambio, quedase reducido á una nube de polvo, esas la superficie se obtiene averiguando el cua- partículas se diseminarían en el espaciocomo drado del diámetro, ó sea 2x2=4. Dedúcese el polen de las flores á impulsos del huque, disminuyendo el tamaño del cuerpo, racán. Alguien pudiera preguntará este prod e crecerá la pósito: ¿y cómasa con mamo, entonces, yor ra p idez las partículas que la superfide humo , se cie. Admitadispersan ante mos, por ejemla luz del día?. plo, un cuerpo L a razón e s cuyo diámemuy sencilla: tro esté reprep o r q ue hasentado por 4: I I á n dose en su masa será estrecha relael cubo de 4, e i ó n con la 6 sea 64. en T i e r r a, son tanto que s u atraídas por ía superficie hamasa de esta; brá de ser el pero, si logracuadrado de 4, ra n ganar el igual á IG.Disespacio libre , m inúyase el el efecto sería diámetro á 3; muy diferente. entonces la T r atándose masa será 27 de loscoraetas, y la superficie dícenos la teo'9; disminuyaría en cuestión se á 2, y la que, conforme masa será 8 y se aproxima el la superficie 4. cometadelSol, Fotografía del cometa de Morebouse, tomada en el Observatoñ de Co m paremos ejerce e s t e , Yerkes, en Wisconsin, Estados Unidos dt; Norte t mérica, el ;iQ de Septiembre de 3908 ahora la razón aunque aún se délos anteriores números, y veremos que 64 es cuatro veces 16, 27 tres Teces 9, y 8 sólo dos veces 4. Es , por tanto, evidente que conforme el cuerpo decrece en tamaño su superficie gana sobre su masa. Llegados á este punto, examinemos el eíecto que ello tiene sobre ia acción de las dos fuerzas ejercidas por el Sol: la atracción, ignore cómo, ciertas fuerzas sobre la cabeza del cometa levantando inmensas cantidades d e materia finamente pulverizada que es empujada luego al espacio por las ondas luminosas, determinándose la formación de una estela brillante dirigida en sentido inverso al So!. Mientras las ondas luminosas continúan viajando á velocidad de 29Í.447 POR ESOS i 26 kilómetros, tienen poder para comunicar á las partículas volantes de materia cometaria una velocidad enorme. Tai es ía nueva teoría que ahora, con motivo de la vuelta del cometa de Halloy. esperan someter á experimentación los astrónomos. MUNDOS dose rezagadas laspartículas más voluminosas, en tanto que las más ligeras formaban á vanguardia. Esto, que parece confirmar la teoría de la presión de ía luz, ha servido para mostrar por vez primera á los astrónomos la presencia de una fuerza atomizadora cometaria. Tratándose del cometa de Ilalley, el fenómeno de referencia puede ser explicación de otras muchas' particularidades. De Esa vuelta ha de proporcionar también ahí ¡a impaciencia con que se espera por el ocasiones de explorar ciertos problemas to- mundo científico la llegada del viajero. davía muy obscuros: por ejemplo, cómo acEn lo que respecta al encuentro de los cotúa el Sot sobre un cometa para llegar á des- metas con determinados obstáculos en el esintegrarlo, y á qué se deben las admirables pacio, háse dado una explicación muy atracapariciones observadas á veces en la cabeza tiva y que arroja bastante luz sobre lo que ó en ia cola de los cometas. Hoy ya se tiene nos rodea á los terrestres. averiguado que los cometas son destruidos Como quiera que la generalidad de los copoco á poco; que'de su masa en descompo- metas observados modernamente, incluyensición surjen enjambres de meteoros. Los do en ellos al de Morehouse, ofrecían esas famosos meteoros de Noviembre de 1908 los distorsiones características, engendradoras del mes de Agosto y todos aquellos otros de la teoría, se ha deducido que la región que se mueven en la trayectoria del des- del espacio atravesada al presente por el Sol aparecido cometa de Biela, sor: restos de an- y ¡a Tierra es extraordinariamente rica en tiguos cometas, algunas de cuyas destruc- enjambres meteóricos, á través de los cuales ciones han podido ser observadas desde la cruzan y vuelven á cruzar los cometas. Si Tierra. ello es así, el cometa de Ilalley debe tener Citaremos á ese propósito ¡a destrucción un viaje accidentadísimo, no bien se vaya del cometa de Biela, dividido en dos en el aproximando á nosotros. año 18-1-6, y que volvió á aparecer en esa doHemos dicho en el párrafo anterior algo ble foj?ma seis años más tarde, comprobán- que exige una pequeña explicación. Afirmadose por. los Observatorios que la distancia mos, en efecto, que la Tierra y el Sol «atraentre los dos fragmentos había aumentado vesaban ahora cierta región del espacio». cerca de dos millones de kilómetros. A su in- Aclaremos esto. mediata reaparición no fueron vistos; pero Uno de ¡os descubrimientos más sorprenen 1872, en vez de los esperados cometas, dentes de la astronomía moderna es el representóse en su camino una brillante lluvia lativo á la movilidad de nuestro sistema sode meteoros que fueron á caer en la Tierra. lar. Sí. lectores: todo ese sistema, el Sol, ia El gran cometa de 1882 hubo de acercar- Tierra. Júpiter, Neptuno, Saturno, Mercurio, se demasiado al Soi: su aproximación fue Venus, Marte y sus numerosos compañeros tal que s e confundieron sus resplandores aún no bautizados, caminan á través del escon las protuberancias de la corona solar. pacio, dirigiéndose con velocidad vertiginosa Como resultado de ello, se dividió eí cometa hacia un punto situado en el Norte del cielo. en cinco fragmentos, dotado cada uno de su ¿A dónde nos dirigimos?... ¡Misterio insondacola correspondiente. Los cinco pequeños co- ble!... Baste por ahora saber que llevamos • metas brillaron algún tiempo en el espacio y extraordinaria prisa: el sistema solar avanza se alejaron definitivamente. hacia esc punto desconocido del espacio á la Según ha podido advertirse, la cola de los velocidad de seiscientos millones de kilo-' cometas presenta algunas veces extraños re- metros por año. Sin duda, nos atrae hacia el torcimientos y contracciones, como si dicho ignoto lugar algo muy importante. apéndice luminoso tropezase con algún obstáculo. Cuando apareció últimamente el pequeño cometa de Morehouse, ofreció á la Examinemos ahora, como consecuencia de contemplación de los Observatorios fenóme- Ía teoría anteriormente mencionada, las por nos interesantísimos. Kn ocasiones, la cabe- sibilidades do un choque de la Tierra con za del corneta parecía ser teatro de explosio- cualquiera de esos cuerpos opacos que punes violentísimas y sucesivas, cada una de lulan en el espacio en número considerable, las cuales proyectaba á las alturas enormes y que sí por lo general son bastante pequemasas de materia con velocidad de muchos ños, á veces alcanzan dimensiones enormes kilómetros por segundo. Dichas masas iban y peligrosas para cualquier poblador del iná pulverizarse en la línea de la cola, quedán- finito. EL COMETA DE HALLEY Guando esos cuerpos son independientes, por su origen, del Sol, puede ocurrir que nuestro sistema solar atraiga en su camino grandes cantidades de ellos, y no es difícil que ia Tierra se encuentre á veces en regiones donde hormigueen semejantes cuerpos errabundos, ó que un cometa de gran volumen, avanzando hacia el Sol, ios tropiece en su marcha, revelándonos su existencia por los efectos de la atracción ejercida sobre el cometa. Naturalmente, del encuentro de la Tierra con esos cuerpos opacos nada serio puede ocurrimos; la mayoría de ellos son, según todas ias probabilidades, pequeños, como los •aerolitos. Pero ¿no podría ser fatal para nuestro pobre globo el encuentro con un gran cometa? Apresurémonos á declarar que, por lo menos, nada tenemos que temer del cómela de Halley. Ninguno de los puntos de su órbita se encuentra lo bastante cerca de la Tierra para constituir una amenaza. En cuanto á los demás cometas, ya es otro cantar. Según el astrónomo Young, la colisión de la Tierra con cometas es cosa que se debe tener descontada. Aunque en pequeño, ya ha ocurrido alguna de esas colisiones. Hace treinta y siele años chocó nuestro planeta con algunos fragmentos del cometa de Biela, sin más consecuencias apreciables que una brillante lluvia de meteoritos..Kstamos, pues, expuestos á darnos el día menos pensado un magnífico encontronazo con cualquiera de esos inquietos trota-espacios. En 1861 pasó la Tierra á través de la cola de un gran cometa: pdr fortuna, nos separaban aún de la cabeza de dicho cometa ciento sesenta millones de kilómetros. De este tropiezo no hubo otras consecuencias que una extraña y brillante iluminación nocturna en el espacio: fue un espectáculo soberbio, parecido al que ofrecen las auroras boreales. Y llegado el triste caso de una colisión terráqueo-cometaria, ¿cuáles podrían ser sus consecuencias para nosotros? liólas aquí. Según todas las probabilidades, el pechugón, por grande que fuese el cometa, no nos averiaría demasiado el pequeño globo en que habitamos. (Ningún cometa de los conocidos posee la cantidad de materia sólida suficiente paraproducirnos daños de mayor cuantía.) En cambio, el choque introduciría en la atmósfera terrestre una cantidad de polvo seísmico y de gases deletéreos, cuya presencia ¡legaría á ser acaso incompatible con la vida. De modo, que no tiene nada de halagüeña la perspectiva en una colisión cometario-terrestre: los humanos que escaparan vivos de 'a conmoción, quizá perecerían por asfixia. 427 Esto de los choques con algún cometa fue ya expuesto á fines del siglo xvn por el famoso doctor Whiston, quien atribuía eí Diluvio á la cola de un cometa que, barriendo la Tierra, determinó su inundación total. Inútil decir que los astrónomos se han abstenido de tomar en serio semejante hipótesis. Es circunstancia por demás curiosa que los cometas puedan actuar como delatores de la existencia de planetas pertenecientes á nuestro sistema solar y hasía ahora ocultos á la observación astronómica. No hace mucho tiempo ha anunciado el astrónomo inglés G-eorge Forbes e 1 probable descubrimiento de un planeta desconocido, que viaja algo más allá de la órbita de Neptuno. El indicio de su existencia lo ha dado la supuesta relación entre los cuatro magníficos cometas de 1556, 1843, 1880 y 1882. Fue el primero de ellos monstruoso de tamaño, produciendo entre 'las gentes tal pánico que n o faltó quien le atribuyera la abdicación del emperador Garlos V. Según los relatos de aquella época, el cometa era de color rojizo; su cola, relativamente corta, flameaba como una antorcha agitada por el viento. A juicio de Forbes, el citado cometa fue dislocado por el planeta extra-neptuniano, fragmentándose en tres núcleos, que vinieron á visitarnos en 1843, 1880 y 1882, maravillando á los habitantes de la Tierra por su tamaño y brillo. Forbes sitúa el nuevo planeta cuya existencia supone, á dieciocho mil millones de kilómetros del Sol, ó sea cien veces la distancia de la Tierra al Sol, calculándose el período de revolución en mil años. La historia del cometa de Halley no queda agotada, ni mucho menos, en el relato de las observaciones científicas mencionadas en las anteriores líneas. Aún pudieran escribirse varios artículos más, y muy interesantes, registrando las mil curiosidades de este planeta, por ejemplo, la de s u s espantosos cambios de temperatura. Si, como creían los antiguos, son los cometas purgatorios volantes en los que viajan las almas délos condenados sufriendo ias dantescas torturas del calor y del frío extremos, este cómela de Halley debe servir admirablemente á tai propósito. Guando se encuentra en su perihelio, es tan grande el calor que. de hallarse la Tierra sometida á la misma temperatura, se secarían sus mayores ríos y se convertirían sus más frondosas regiones en candentes arenales. Por el contrario, al llegar el cometa á su afelio, el calor es seis mil veces 428 SÍMBOLO menor: á una temperatura igual á esa, el aire de nuestro planeta se liquidaría ó solidificaría. No menos maravillosas son ]as alternativas de luz y sombra experimentadas por el cometa de Halley. Guando se encuentra en su perihelio, el Sol se le aparece cuatro veces mayor y más bridante que á nosotros; llegado al afelio, el tamaño y la brillantez del Sol disminuyen para éi seiscientas veces. A medida que va apartándose el cometa de su perihelio, ve decrecer de día en día la ardiente esfera solar, hasta convertirse esta en una pequeña estrella perdida en las negruras del espacio: á semejante distancia, todos los planetas han desaparecido coi) relación al cometa; sólo resta visible para éi, en el gran sistema solar, el lejano Sol con apariencias de estrella. Y, sin embargo, aún entonces sigue siendo esclavo el celeste viajero; bástale al Sol extender el brazo inmensamente largo de la gravitación para sujetar al cometa y obligarle á volver sobre sus pasos. El cometa obedece dócil á la fuerza que le'domina, á las riendas solares que le enfrenan, y retorna hacia su esplendoroso tirano y marcha á prestarle pleitesía adornándose con brillante manto de luz. Pudiera libertarse de esa dominación, y caería en cualquiera de los otros soles que por hallarse demasiado remotos no tienen fuerza bastante para atraerle. Hay, no obstante, ciertos cometas de los que visitaron alguna vez nuestro sistema solar, que pudieron esquivar su atracción y que ahora viajan de estrella en estrella. Esos cometas son los verdaderos nómadas del Universo. GARRET P. SERVISS SÍMBOLO En el mármol jaspeado de la mesa-consola hay un cofre que guarda para siempre tus rizos: y no muere la gloria de sus negros hechizos como muere en ia playa el temblor de Ja ola. Está obscuro el ambiente. La campiña esta sola. Es invierno: hay un vuelo de menudos granizos que en los árboles secos ponen una aureola como blanca diadema de diamantes postizos. ¡Y qué tristes los campos en sus albos relieves! Se dijera que el blanco fulgurar de las nieves simboliza, inconsciente, tu vejez prematura. Pero ensaya la nieve su ritual despedida, y los campos se cubren otra ve'A de verdura... ¡Mas en tí queda nieve para toda la vída! • ' AGUSTÍN AGOSTA DON RODRIGO DE NARVAEZ EL CASTILLO DE ANTIKARIA O puede hablarse de Antequora sin menN cionar á Don Rodrigo de Narváez, et ilustre procer, el noble alcaide que, á raiz de la Reconquista, se posesionó de su importante cargo desarrollaudo en él su bizarría, su nobleza y su talento. Hernán Pérez del Pulgar, el célebre cronista de los Reyes Católicos, dice de Narváez en su obra Claros varones de Castilla. (titulo XVII, página 22, Madrid, 1748): «¿Quién fue visto por más industrioso ni más afecto á los actos de guerra que Rodrigo de Narvaáz, caballero hijo-dalgo, á quien por Jas nobles hazañas que contra los moros fizo lo íué cometida la ciudad de Antequera, en cuya guarda y en los vencimientos que fizo á los infieles ganó tanta prez y estimación de buen caballero que ninguno de su tiempo hubo mayor en aquella frontera?» Ante las artísticas y nobles ruinas del castillo de Antequera hemos visto, con la fantasía, levantarse aquel bravo caudillo; le hemos visto arrogante, erguido, inquiriendo desdo la torre del homenaje las fronteras. El sol parece besar con ósculos de fuego el cincelado peto de su armadura. De lejos, se oyen atabales y clarines. Las mesnadas visten sus cotas. Ápréstanse bombardas y catapultas. Corren á ponerse tras los adarves ¡os flecheros. Piafan inquietos los corceles de guerra. Y, por fin. desciende de aquella altura, que el castillo-alcázar corona, el ejército de los caballeros cristianos, á cuyo frente y enarboiando el pendón flordelisado de sus armas pasa magnífico, orgulloso, temible, el gallardo y valiente alcaide. Toda esa visión de tiempos que pasaron halaga nuestra mente a 1 contemplar este hermoso castillo, cuyos torreones se desmo- ronan, cuyos adarves se menoscaban, cuyos muros se derrumban. Ante el sepulcro de Don Rodrigo de Narváez hemos sentido el sobrecogimiento que nos produce la majestad de la muerte y el dolor infinito que nos causa toda grandeza caída en las insondables lagunas de la eternidad. Aquel que era tan grande; el que algareaba con denuedo por la campiña de Antikaria; el que reducía muslimes y apresaba guerreros; el que regía un pueblo y acaudillaba sus huestes, yace convertido en polvo miserable dentro del sepulcro que deparó á sus gloriosos restos la piedad de un noble descendiente de Narváez. En la insigne iglesia mayor parroquial de San Sebastián, de la ciudad de Antequera, álzase el monumento que guarda los huesos y el polvo de Don Rodrigo de Narváez. En la nave lateral izquierda, dando frente á la capilla mayor, inmediato á la sacristía, se eleva el cenotafio. Compónese de dos cuerpos de madera. El primero, que sirve de base á la urna cineraria, es cuadrado, de de 1 m. 50 cm. de altura por 1 m. 30 cm. de fondo y 2 m. 20 cm. de latitud., A su borde, corre una sencilla escocia. En el frontal de esta mesa, y encerrada en una moldura dorada, aparece una hermosa lápida de mármol pardo, veteado en blanco, que tiene grabada esta inscripción, cuyos caracteres son dorados y mayúsculos, como es costumbre en esta clase de epigrafía; f Rodrigo de Narváez, Primer Aleayde y Conquistador de esta M. N. y M. L. Ciudad, murió en 20 de Noviembre de 1424. Fue trasladado y colocado en esta Santa Iglesia, Insigne Real Colegial, á instancia y expensas de su descendiente y representante Don Antonio Aguilar Correa, Fernández de Córdoba, 430 POR ESOS MUNDOS Narváez, Mesía de la Cerda, Marqués de la Vega de Armijo, Conde de la BobadiíJa. En el año de J850. Encima de la mesa ya descrita se eleva, sobre seis leones reposantes, dorados y de estilo gótico, una urna de madera como de dos metros de latitud por uno de fondo, rematada por una cubierta ó tapa de líneas piramidales. Por el frente presentan, así la cubierta corno la caja, seis espacios cuadrilongos cuyos centros están decorados con unos llorones de hojarasca gótica, en los cuales figuran otros tantos escudos con cinco ílores de lis, de plata, sobre campo de sable. II De este nobilísimo Don Rodrigo de Narváez cuenta la fama innumerables proezas. Entre todas, la más digna del romance, fue aquella en que su corazón hidalgo prestó favor al noble mahometano hijo del alcaide de Ronda. Admirable es esta leyenda; pero narrada en el lenguaje llano, pierde, sin iluda alguna, parte de su interés y de su belleza. Verdad que, contada en malos versos, no hay leyenda bella ni interesante. Admirando el sepulcro de Don Rodrigo cié Narváez y el castillo-alcázar mudo testigo de sus proezas, hay que descolgar la lira, templarla, y cantar imitando la forma medioeval que ha ensalzado todos los hechos heroicos y todas las hazañas caballerescas. DEL ROMANCERO DE NARVÁEZ 1 Aún los rayos postrimeros de Apolo se reflejaban en apagado celaje y en cordillera lejana, (cresta azul que sobre el fondo de los cielos se destaca); aún la canora avecilla jugando de rama en rama, con el arroyo argentado al unísono cantaba, cuando un árahe guerrero armado de todas armas, ea negra cabalgadura campo-traviesa marchaba, deslumhrando á los donceles con el brillo de su adarga. Repara quien le conoce, y dice quien le repara, que es del alcaide de Arundu un hijo de noble fama. Lleva el albornoz de seda sobre la gentil espalda; color de nieve la chía que le circunda ¡a barba, y límpido y fulgurante el yelmo de bronce y plata, rica prenda de ataujía en Damasco fabricada. Su cuerpo bizarro, vela la fuerte cota de mallas; y las espuelas brillantes que en el borceguí se esmaltan, acarician la epidermis del bruto cuando piafa. En los grandes, negros ojos de aquel mancebo, contrastan la languidez del poeta y el tesón de la batalla; y ya recuerde al cristiano ó ya recuerde á su dama, parecen sus ojos negros espejos vivos del alma. ¿A dónde el muslín osado camina con prisa tanta? Ni corre buscando justa.", ni corre en pos de su alcázar. Busca á la bella islamita, busca á la gentil Zoraya, á la que en cárcel de amores supo esclavizar el alma del árabe enamorado que por los valles cabalga: le dijo que en aquel hora en su ajimez le aguardaba, para huir con su adorado do le pluguiese llevarla... Y si el caballo galopa con rapidez desusada, es que el jinete, con fuerza sus acicates le clava. Ya las tintas vagorosas de la tarde se trocaban por ¡os velos que la noche forma con sus negras gasas: y en misterioso concierto la voz leda se escuchaba del arroyo cristalino y de Jas juncias y cañas queien sus márgenes crecían, entre caricias del aura. De repente, un bulto informe, un escolla, una avalancha, algo que la senda obtura, algo que impide la marcha, bulle en medio del camino y ante el alárabe salta. «En nombre de DÍos; decidme vuestra religión y raza», EL CASTILLO DE ANT1KARIA habla una voz vigorosa, que más ordena que habla. Y entonces el agareno, que la lengua castellana . no desconoce, así dice, lleno de valor y rabia: «Aparte quien sale al paso, ó le apartará mi lanza: Aláh y su Profeta sólo reciben culto en mi alma.» A punto de esta blasfemia, oyóse decir: «jlin guardia!?. Avanzaron ios corceles, y empezaron las lanzadas, cuyos embates morían en las bruñidas adargas sonando así como á dobles de funerales campanas. Quién daba golpes á fando, quién salía de pasada para atacar por el llanco la unión del peto y la espalda; pero aquellos contendores sus vidas regateaban, y era la palma del triunfo, como inaccesible palma. En la obscuridad aquella, cuando el acero chocaba con el acero, surgían chispas de luz irisada; mas aj aumentar los botes y los rebotes de lanza, oyóse rugir de ira, y un cuerpo cayó de espaldas. Aquel bizarro agareno que en su palafrén volaba, en pos de gracia y amores que hicieran su vida grata; aquél fue quien, desdeñado por la suerte y por las armas, cayó del corcel a¡ suelo Y hundió en el polvo su cara. Mas no murió el infeüce: abatióle la pujanza del altivo caballero que con el moro luchara. Intentó, pues, el vencido erguirse, y la cimitarra blandir en su fuerte diestra y proseguir la batalla; mas el guerrero cristiano posó en el moro su planta, y «Eres vencido,—le dijo— que esta es la ley de las armas.; Después, alargó la diestra, y exclamó al punto: «Levanta; que si eres buen caballero, me bastará tu palabra, de que me sigues de grado como cautivo á mi plaza.* En esto, brotó la luna por entre nubes opacas tendiendo sobre la tierra su protectora mirada; y á su luz, el caballero cristiano vio que rodaba por las mejillas obscuras del agareno... ¡una lágrima! " En dirección á su feudo, que es la villa de Antikaria, los contendientes caminan por florestas perfumadas que embalsaman la victoria y hasta el dolor embalsamar. Ya despejados los cielos muestran su extensión opaca, como toldo azul obscuro que estrellas de acero cuajan en derredor de una hermosa circunferencia de plata. Ya los senderos se alumbran con la luz que el cielo manda, pues las nubes que imperaron, lejos del cénit se apartan; y allá van los caballeros, que en sus corceles cabalgan; y calla el bizarro alcaide, y el noble islamita calla. 4 Decidme:—por fin, pregunta el cristiano á su compaña— ¿por qué mostráis tales cuitas al ser vencido en la algara? Bien se vé que soy mancebo; mas no es lampiña la barba, ni el brazo es poco pujante... Ahora, contestad: ¿qué os pasa?; • Escuchad: cuando en la liza enhiesta brilla la lanza; cuando el contrario acomete; cuando arrecia la batalla y cuando el acero rompe almete ó cota acerada, se engrandece el alma mía: ¡podéis juzgar de mi alma! Pero... esta noche... ¡maldita! no hay duda... escrito estaba. Ella esperará mis brazos; mis brazos de ella se apartan: Alah lo quiere, Alah es grande: ¡se cumple la ley sagrada! Me esperaba, para unirse conmigo, ¡pobre Zoraya!» El hombre que siente alzarse de su nobleza la llama, 431 432 POR ESOS MUNDOS de un corazón no malogra la bendecida esperanza. Paró el corcel Don Rodrigo; suspendió ei moro la marcha; y el bondadoso cristiano «Id—dijo—por vuestra dama, y sed con ella dichoso y etsrnamante adoralía. Perú á vuestro honor apelo, y, por él, dadme palabra de qae cuando hayáis lomado á esa beldad por sultana, vendréis cautivo á Antequera, caeréis esclavo á mis plantas.» «Alah te inspira, cristiano; que El premie tu noble hazaña. Yo volveré á tu castillo; te dejo mi honor en arras. Tu corazón es muy grande, pero es mejor mi palabra.» El árabe volvió grupas, y partió con priesa tanta que impulsado parecía por eí huracán que arrasa cuanto se opone á su paso, cuanto su fuerza contrasta. En aquella edad y siglo en que el hombre no manchaba sus labios con la mentira ni con el baldón su espada, la palabra de honor era cómo divina palabra: cual hostia de caballeros que los hombres comulgaban. ¡Cuando cambian las edades, también los códigos cambian! Del alcaide de Antequera al rico feudal alcázar, dentro del tercero día el alárabe llegaba. Con la gentil agarena penetra el moro en la estancia donde ei bravo Don Rodrigo con sus leales folgaba; y recibiendo gozoso al mancebo y á Zoraya, así les dijo el alcaide con voz dulce y reposada: «Hijo noble del Profeta: ¡quién de ese yelmo arrancara la media-luna, y pusiese la cruz que adora mi alma! Mas si religión distinta nuestras conciencias separa, en cambio nos hace hermanos la religión de las armas, en la que son nobles símbolos el honor y su palabra. Vos, que venir prometisteis, venís hoy con una dama; y ai haceros mi cautivo, ¿no cautivaré á Zoraya? Ella no habrá de dejaros; y pues fuera encarcelarla el teneros en rehenes, libre marchad de Antikaria; y permitidme, señora, que bese yo vuestras plantas: y á vos, dejad que os abrace en sello de esta alianza; porque el honor une tanto como el deshonor separa». Ya os he contado la leyenda. Ahora, conceded conmigo que la nobleza y la bizarría musulmanas han ido desapareciendo con el curso de los tiempos y las vicisitudes de la historia: que no son ya los hijos del Profeta aquellos caballerosos guerreros, antes leones que reptiles. En cambio, y para consuelo de nuestro abatido espíritu, regocijémonos de que aún rebose en nuestra sangre un sedimento de ía hidalguía que caracterizaba á los valientes castellanos. RAMÓN A. URBANO, Cronista de ¡a Provincia de Málaga (UNA GUERRA EN CUATRO JORNADAS) I.—Platicando la campana. •• 11.—lil ataqye t- i .-•• • ' -i.1:- * * ; • 11T.—El a-cdlo tic] cnuüit-'o yy t íí I i» ' . l 'tm tinca del p >»«*!«.-, / ¿ . tiura(¡le !a- obra? (ic peiTo r a d ó n , tai y como las i m a g i n a el cólebre a ^ n m . m i o Camilo fnuicfs Flaniniai'iiiti MARAVILLAS DE LA CIENCIA EL GRAN POZO GEOTÉ UNA NUEVA FUENTE DE ENERGÍA Damos cuenta á conminación de un gran proyecto científico: traíase de un pensamiento del grcm astrónomo francés M. Camilo Flammarion. relativo á aprovechar por medio de un pozo profundísimo el calor interno de la Tierra, con cuya energía se podrían poner en movimiento centenares y aún •millares de fábricas y talleres. Este pensamiento es, naturalmente, un proyecto hipotético. Sin embargo, resulta inm¡ interesante, sobre todo si se llenen er., dienta las continuas jeremiadas de los economistas relativas al hambre, no inn/j lejana, de carbón de piedra, elemento sobre el que. juntamente con la energía hidráulica, se basa iodo nuestro progreso actual. AMILO el famoso astrónoC mo francés, ha expuesto muy recientemente en una revista profesional de su país FLAMMAHION, un proyecto cuya osadía científica deja bien atrás Jas más fantásticas creaciones de aquei gran imaginativo quo so llamó Julio Venie. Propone, en efecto, Camilo Flammarion la apertura de un pozo gigantesco que llegando á la profundidad necesaria sirva para aprovechar el calor central de la Tierra, fuente inagotable de energía con cuyo auxilio podrían funcionar sin interrupción todas las industrias del mundo. Hasta afiora, jas trepanaeionas más hondas practicadas al ¡rlobo fueron el pozo de Parusehowitz, de 2.190 metros de profundidad, y el de Sehladebach, en Pro si a, de 1.900 metros. Pero estos son agujerillos insignificantes, meras levantaduras de costra terrestre, al lado del pozo que propone Fianmiarion, puesto que para obtener los beneficios de la obra so debe pract.ear un hoquele de doscientos á trescientos meíros de diámeiro y con una profundidad en relación con la boca. El tai pozo iría revestido de planchas de acero (una cosa por el estilo de los ferrocarriles tubulares), ó serviría de funda á trp< cilindros de pequeño diámetro unidos entre sí, aunque independientes para el funcionamiento de los ascensores. UTOAR T)K EMPLAZAMIENTO DKI, POZO Flammarion índica la conveniencia de excavar el pozo en alguna vasta llanura próxima al mar. en .fSélgica, Holanda, Rumania ó Tíusiii. Esa proximidad á los ruares permitiría e I fácil y relativamente económico arrastre do tierras y rocas extraídas del po7,0 ni hacerlo. Practicado ya el agujero, se preguntará ei lector á qué profundidad se encontraría ei grado de calor necesario para mover las industrias. Según recuerda flammarion, el calor terrestre; va aumentando á medida que nos acercamos al centro del globo, en la pro- V Kistoma de alumbrado y transporte de viajeros, sy^ún el proyecto de aprovecharnicii.o de ía energía interna de la Tierra ideado por Flammanon 4-39 filones riquísimos de oro, platino, plata, raporción de un grado centígrado por cada treinta metros, próximamente, de profundi- dio y otrosí metales no sospechados siquiera; dad, si bien este aumento se halla lejos de fósiles de las épocas más remotas, y, en una ser igual en todos los puntos de la tierra. palabra, todo ese mundo inmenso y misteVése. en efecto, que mientras en unas re- rioso que duerme en el seno de la tierra. También se descubriría buen número de giones la proporción de referencia es constante, en otras son necesarias cincuenta, manantiales de agua termal, como ocurrió en sesenta, setenta y basta cien metros de pro- j 903 durante los trabajos de apertura del fundidad para el aumento de un solo grado. túnel del Simplón. Por otra parte, en las inmediaciones de los llágase, pues, el milagro. Será el modo de volcanes el termómetro sube el grado á los que ¡a Geología camine por el mismo gloriodiez metros de profundidad. so sendero de su hermana mayor la Astronomía. P o r De t o d o n que , en vermodos, es un dad , es algo hecho comproh u m i l ] ante bado q u e el haber llegado calor lerrestre hasta ias esaumenlacuantrellas con auto más alionxilio del telesd a m o s en • copio, h a ber nuestro globo. Im c d i do sus «Este calor in.jdistancias, teterno — d i c e ner ya desciF 1 a m marión frados muchos —bien pudieenigmas celesra estar origites, y. sin emnado por las bargo, permamismas rocas, n e c e r en la ya á causa del más absoluta r a d i o ó por ignorancia d e otra determito que existe á n a íi te cualunos cuantos q u i e r a . Ks, kilómetros bapues, de toda jo n ú e s tras evidencia que plantas.» la solución del problematiene Termina obc 1 mayor ins e r v a n do t e r és, y esa F 1 a m marión solución debe que el proyecser el objeto to de un pozo primordial del intraterráqueo p o 7,o geotérno es en realimico.» dad n u e v o , pues ya en el EL GRA^Í POZO GEOTÉRMICO POSIBI.ES RESULTADOS CIENTÍFICOS siglo XVIII fue objeto de una empeñada disc u sión entre Maupertius y Y añade el M. Caini.o Flammarion, autor del proyecto de un pozo geotcrmsco Voltaíre . Repropio Camitrocediendo todavía mucho más, en la selo Flammarion á las anteriores palabras: «Los resultados secundarios consistirían en gunda centuria de la Kra Cristiana, imaginala exploración efectiva de un mundo casi ba Plutarco la existencia de un pozo semecompletamente ignoto. ¡Quién podría imagi- jante y los efectos que experimentaría un nar siquiera las mil riquezas geológicas y cuerpo cayendo en semejante hondura. Danpaleontológicas que quedarían reveladas por te representa también á Lucifer precipitánesa investigación de los misterios subterrá- dose desde el Cielo al centro de la Tierra. Pero dicho está que todas estas concepcioneos! J)e eila surgirían como por encanto las minas de hierro, cobre y metales preciosos; nes son cosas puramente fantásticas, sin la 440 POR ESOS Cómo trab¡ijan;¡n las máquina? perforadiini-; (.TI <¡¡ pozo geotérmico <li¡ Flanimaiiuii menor relación con el o.-ado provéelo que acaricia Fiammarion de arrancar á la Tierra parte de su calor en provecho de la indastria humana por medio de una gigantesca trepaliación. ¿Se llevará á cabo el proyecto? Es aventurado sentar una afirmación rotunda. ni en pro ni en contra. Lo atrevido del pontamiento hace creer en la imposibilidad de realizarlo. Pero las maravillosas conquistas que la Ciencia ha logrado en los últimos años inclinan el animo á pensar que muy pronto, en un plazo relativamente corto, puede ser un hecho cierto y positivo el gran pozo geotérmico de Flammarion... ¿Quién es capaz de detener los atrevimientos del Fro- EL MONARCA MAS JOVEN DE EUROPA ;NTRK los monarcas actuales de Europa vándose por verdadero milagro la reina Dono hay figura mus interesante que la de ña María Amelia, la abnegada esposa y maSu Majestad Fidelísima el rey Don Manuel If, dre, que quiso escudar con su cuerpo, sin «Sobe ¡'ano de 1 'o r tu gal y de los Algarves, conseguirlo, los de su marido y sus adorados hijos. aquende y allende el Mar de África, Señor de la Guinea por la conquista, la navegación Ciertamente, no es Don Manuel II el único y el comercio de Etiopía, la Arabia, la Persia monarca contemporáneo llegado ai trono á y la India*,según reza ei Almanaque GoíJta. consecuencia de circunstancias trágicas. El asesinato del Cuenta ei rey Humbermona r oa to en Monza, ahora precien el a ñ o samente, en 1900, prepaeste mes de ró el camino N o viembro, para la suceel d í a 18, sión de su veinte año^ hijo único, el de edad. Coactual sobema se recorrano de Itar dará, condúha;1 el antejole al trono, cesor y tío hace veinte del príncipe y un meses, reinante d e horrenda traAI. o ntenegro gedia, de la fue asesinaque no sólo do en 'las cafue t e s tigo llos de Cattap r e s enciftl. ro; las espansirio victima: tosasescenas no se habrá de1 Konak olvidado, en de Uelgrado, efecto, q u e dignas de ser el i n f a n t e descritas por Don Manuel la pluma de ocupaba u n u n Shakespuesto en el peare , fuecarruajedonEl rey Don Manuel II en su despacho del Palacio das Necesidades, robre ron prólogo de en aquel su mesa-escritorio íiguran varias o r q u í d e a s , íior á la que es irmv aficionado el monarca, portugués del reinado aciago día de Febrero de 1908 encontraron la muerte el rey y el príncipe-heredero, acribillados por las balas de los regicidas, ni se habrá olvidado tampoco que Don Manuel fue herido, sal- de Pedro 1 de Servia; y, por último, los presentes soberanos de Turquía, de Persia y de Marruecos deben el cetro á movimientos revolucionarios pródigos en sangre y duelos. I'OK ESO? 44 -2 Recordemos también quo del difunto emperador de China se dice generalmente que murió envenenado, y que el emperador de Austria Francisco José empuñó las riendas del gobierno en medio de una insurrección. Poro ninguno cío los referidos monarcas empezó su reincido bajo auspicios más sombríos que el joven Don Manuel TI de Portugal, y á este r rey que h a '-, visitado las C cortes de Europa durante • varios d í as del mes actual , vamos á dedicar algunas pajinos de POR Esos M u x- MUNDOS un día ú otro muerte análoga á la de su padre y su hermano. Por tal razón, han fracasado hasta ahora todos los esfuerzos hechos para negociar alianzas matrimoniales. Con ser halagüeña perspectiva para cualquier princesa el papel de reina consorte, es difícil encontrar un real progenitor que se decida á exponer una de sus hijas á ios horrores por que hubo de pasar la inf o r t ü nada Doña María Amelia. Hace tres años,la reina de Portugal, hija del difunto conde de París, era una de l a s mujeres más DOS. hermosas de Europa, pues UX TROXO c o n servaba INESTABLE i n t e gra su notable b eDosde poílezade la juc o después ventud. Hoy, d e inaugucomo puede rarse el acjuzgarse por tual reinado, la fotografía s e comenzó quo publíeaá hablar de m o s en la p r o y e ctos p á g i n a simatrimoniaguiente, esa les, rumores be 11 e'/.a es que s o han solo u n rea c c n tuado cuerdo: prer e c i e n tematuramenmenle, dánte envejecidose por seda l a reina gura la boda Amelia p o r del monarca las penas y El rey de Portugal á cidiallo, fiando su ilia.no paseu por loa jardines del lusitano con Palacio das Necesidades 1 o s infortuuna n i e t a del rey Eduardo de Inglaterra. Ahora bien: nios, se refleja en su noble rostro todo un un suelto oficioso de la prensa portuguesa ha mundo de sufrimientos morales y de no desmentido este último rumor, como queda- apaciguados temores por el porvenir de su ron desmentidos otros anteriores respecto á amado hijo. Y esos temores la impiden enlaces con determinadas princesaseuropeas. abandonar temporalmente el suelo portu¿Qué puede haber en el fondo de todo ese gués, para buscar, lejos de la vida de corte, tejer y destejer proyectos matrimoniales que, el descanso del espíritu que necesita para sin duda, han tenido por lo menos trabajos el restablecimiento de una salud quebrantada por el rudo choque del doble regicidio. de exploración cancilleresca? A nuestro juicio, la causa de que todavía no haya entrado el casamiento de Don MaEL AISLAMIENTO DE MANUEL II nuel II en camino firme débese á.quc en las Cancillerías, de Europa se considera poco Ciertamente, es triste, muy triste, el dorafirme el trono portugués. No hay una sola do hogar del rey Don Manuel II do Portugal. familia real en la que no exista el temor de No solo perdura en las expléndidas cámaras que el actual monarca lusitano pueda hallar del Palacio das Necesidades el duelo aue DON MANUEL II DE PORTUGAL 443 El rev Manuel v su madre la reina vnida María Amelia engendrara el doble asesinato cometido por los revolucionarios, sino que ni aún le es dado á esa infortunada familia real recibir los testimonios personales de simpatía de sus deudos y allegados en otras casas reinantes do Europa. Todo el mundo sabe, en efecto, que desde hace veinte meses ningún monarca extranjero, excepción hecha de la visita paramente particular realizada por el rey Don Alfon- so XIII durante su excursión en automóvil á Vilíaviciosa, ha pisado el umbral dol palacio real de Lisboa. Las causas de este apartamiento pudiéramos verlas: 1.a en el deseo por parte de la reina Doña Amelia y del rey Don Manuel de evitar los crecidos gastos que supone una recepción de monarca extranjero, pues no han echado en olvido que uno de los principales cargos dirigidos por el partido republicano al anterior rey de Por- POR tugal fueron jos despilfarros en que incurrió gen, hermana del difunto rey Don Luí-? de cuando le visitaron los soberanos ingleses, el Portugal, y tía, por consiguiente, de Don Makaiser y el rey do Kspaíia; 2. a en el temor nuel 11. (lomo dafo curioso, recordaremos de que semejantes solemnidades, excitando que dicha princesa estuvo casada con ei ias pasiones de los partidos anti-dinástieos, príncipe Leopoldo de llohenzolíern. aquel pudieran dar ocasión á un nuevo atentarlo; famoso candidato al trono de Kspaña en y 3. a á que, indudable.1870. c a c a n t e invomente, n o habría de luntario de la s a n ser agradable para \o> grienta guerra francom o n arcas visitantes prusiana. KI tercer hiencontrarse en la corjo de la princesa Antote de Lisboa con algunia, príncipe Guillermo nos que otros políticos de llohenzollern, que de quienes hay razón cedió sus derechos copara sospechar que se mo principe heredero encuentran relacionade líumanía á su herdos más ó menos dimano Fernando, figura rectamente con la traactualmente en tercer gedia d e Febrero de lugar en la línea de su1908. cesión al trono portugués. Sería, pues, cuSen de ello lo que rioso que su derecho á quiera, es el caso que la coruna portuguesa la fínica compañía con pudiera originar algún que pueden contar la imbroglio europeo por reina y su hijo es la el estilo del que causadel duque do Oporto, r o n h a c e cuarenta hermano del monarca años las pretensiones asesinado y presunto de su padre. heredero del trono. La reina Pía. espiritual y alegre en un tiempo y EL ESPJPJTU factor entonces tan acDKT. pl/EBÍ.O tivo en la vida sucia! v política d e Portugal'. En e^le reinado de hace vida casi cenobíDon .Manuel II ocurre tica desde la muerte algo muy extraño. Y de su hijo y de-q¡ nielo. es que mientras el joven monarca despierAhora, e^ t o aislata profundes simpatías miento (¡e .Manuel Jl en todo el mundo, es se rompe con lus visip o c o amado en sus tas á las corles curopropios dominios. Eti peas que ha iniciado v vano se esfuerza este, en las que tantos éxi'•••**•;•• -a* ** í•• ':5 ¡ -'-S ' infortunado soberano tos personales ha conen hacerse agradable á quistado 1 a juventud '•*& su pueblo y en cumd e 1 monarca nortuplir puntualmente sus deberes de m o narca constitucional.Su pueIIEREDKliO b I o no le quiere. Y DKf, TKOXO el joven Don .Manuel, ir , i,,i oii i 1 uniforme de ¡;¡ ui u í n a r I t l l - U ' í l para evitar toda ocaEl referido duque de sión en que puedan exteriorizarse las antiOporto. leal deieiwur y sabio consejero del patías de los lusos, permanece encerrado joven monarca, es soltero. En la línea de sucesión al trono portugués lo sigue, no el casi de continuo en el recinto del Palacio pretendiente legítimista Don .Miguel, duque das Necesidades. Las contadas veces que ha cruzado las calles de Lisboa han sido otros deBraganza. cuyo primogénito y homónimo tantos motivos de sufrimiento. Ll día en que acaba de con ¡raer matrimonio con la rica hese cumplió el aniversario del regicidio de redera 'tjnnk.ee Miss Anua Stewart, sino ¡a su padre, pudo ver Don .Manuel 11 que la eainfanta Aníonia de iluhe:izollern-SÍ2marin1 l •""^•is.: •^H-7^8^*'' -ífifeWife 1 POR ESOS MUNDOS pital de la monarquía no presentaba signo ticas, son indicio del carácter del monarca alguno de duelo en memoria de los reales Hasta el momento de su ascensión al trono muertos. Por el contrario, á ciencia y pa- gozaba de mayores simpatías en ¡acorte que ciencia de las autoridades organizó el popu- su hermano el principe-heredero, debido á lacho públicas parodias del doble asesinato su temperamento verdaderamente meriiioy de los funerales regios, infames burlas que nal y á sus modales exquisitos, desprovistos parecieron encontrar más el favor de las de toda afectación. gentes que su execración. Por si esto no fueContra lo que afirman los periódicos rera bastante, en la peregrinación púp u b i i canos portugueses, Don Mablica que visitó la florida tumba de nuel II, no obstante su corta edad, es los regicidas, sobre la que se prouno de los monarcas más cultos de nunciaron largos discursos ensalÁ Europa. Alumno distinguido, por mézando el acto por ellos realizado y , ritos propios, de la Escuela Polideplorando su muerte, figuraron r " F^-V tánica Superior de Lisboa, al pocos políticos de primera terminar el tercer año de fila, militares y marinos. /% su carrera emprendió un Tamañas monstruosidades / f j largo viaje por Grecia,; no se comprenderían sí i • ' *. dijéramos como expli"'^. cación á ellas que la *-' ' ciudad de Lisboa, ca.'•* ^ Egipto, Turquía, Tie-, pital del reino y an'', ' . % rra Santa é Italia. tigua residencia de los Al ocurrir la tremonarcas de la Casa menda tragedia d e de Braganza, ha pasaFebrero, se hallaba d o tranquilamente á el príncipe Don Mamanos de un municinuel cursando el úlp i o antimonárquico. timo año de sus esEn los violentos meetudios de marino. Ya tings republicanos oren el trono, lejos de ganizadoscon frecuenabandonar el monarcia en la Avenida da ca esosestudios, conLiberdade vése siemtinuó practicándolos pre á la guardia muniá fin de completarlos c i p al protejer á los y a íi r m arlos: hoy enemigos de la dinasmismo, y sin perjuitía contra los ataques cio de atender á sus policíacos. Y vaya como í eberes de monarca constimo dato lo siguiente: á itueional, pasa largas bomisma puerta del Ayuntaas en la biblioteca de su miento de Lisboa y "del Palacio de Justicia pregonan los vendedopadre consagrado á los res de periódicos verdaderos libelos en libros ó al despacho de la correscuyas páginas abundan las más desver- El rey Manuel pondencia particular. Una vez tirando á la gonzadas indecencias gráficas ó de palaterminadas las labores cotidianasesgrima bra contra el rey Don Manuel, la reina ( l o s jueves preside además el viuda y el monarca asesinado. Consejo do ministros) da extensos paseos por el parque del Palacio das Necesidades, ó practica la esgrima, el tennis, la equitaLA PERSONALIDAD DEL REY LUSITANO ción ú otros deportes físicos. El Palacio das Necesidades, tantas veces Demos ahora á conocer la personalidad del actual soberano, y veamos si merece el aludido en el presente artículo, no se halla . desafecto de su pueblo. El rey Don Manuel en la ciudad de Lisboa, sino en las afueras tiene decidida vocación de marino. Desde de la misma, en Alcántara, y á mitad de camuy niño manifestó sus amores por el mar: mino entre la capital y el viejo castillo deen sus horas de aislamiento, en las soledades Belem. Antiguamente, tanto Alcántara como de su pequeño cuarto de estudiante, soñaba Belem estaban en pleno campo; hoy se encon el renacimiento de las viejas glorias ma- cuentran unidos de he^ho á la metrópoli por rítimas de Portugal. Esta circunstancia, uni- una doble hilera de edificaciones. El caminoda a una mareada inclinación á las matemá- de Belem a! Palacio de las Cortes pasa de- i El monarca portugués con sus ayudantes de campo y sus secretarios civiles El rey Manuel, su cuarto militar y un grupo de oficiales portugueses; en las últimas maniobras milita POR ESOS MUNDOS iante del Palacio das Necesidades. La facha- tía, pues no se habrá olvidado, que cuando da de ia real morada no tiene el aspecto de recogió el cetro de las yertas manos de su grandiosidad que pudiera esperarse en ella: padre, sus primeras palabras ante el Consees de líneas sencillas y de proporciones mo- jo de ministros fueron: «Señores, soy muy destas, algo muy parecido en- conjunto al niño; os ruego que me ayudéis.* Divulgada como lo fue esta sencilla y conPalacio de Buckingham, de Londres. Al subir al trono el rey 'Don Manuel poseía movedora invocación, hubiera debido desarmar todos los odios y otros varios palacios; agrietar todos los enpero, renunciando á conos. P e r o no ha ellos, ¡os entregó á la ocurrido así, por deshacienda nacional á gracia: la revolución fin de que su producto ha continuado urdiencontribuyera á reordo en la sombra sus ganizar ¡.a desconcersiniestros planes. Hatada lista civil de los ce muy pocos meses, m o narcas portuguemientras se celebraba ses. Hoy percibe el soen palacio un banqueberano ¡uso á título de te de familia con asislista civil la suma de tencia de algunos digun contó diario, ó sean natarios de la corona cinco mil pesetas diay del cuerpo diplomárias. tico, levantóse uno de Considerado físicalos primeros y anunmente, es Don Mació que el rey estaba nuel II un joven de en peligro: el fiel digaventajada estatura y natario dijo, ante la b i en proporcionados ~-*K estupefacción general, miembros, con rasgos que el espionaje y la í\ s i o nómicos — cirtriación so h a b í an • * * cunstancia en verdad deslizado en la misma curiosa— más típicos real inorada, con el de los Silbo vas, con i n tentó de derribar •cuya rama se encuendel trono al nuevo sotra relacionado por su berano. abuela D o ñ a María Pia, que con los BorDon Manuel JI pabones ó los Sajonialideció intensamente, Goburgo, parientes por pero s e abstuvo de 3a línea paterna. hacer preguntas ó comentarios. El banqueSu cabello, negro y te continuó. El incireluciente, va invaxiadente solo sirvió para blemenfeseparado por demostrar que en el limpia raya hacia la rey de Portugal, no sien. Los ojos, obscuobstante s u s pocos ros y de profundo miaños, se hermanan la rar, tienen la misma discreción y ia sereexpresión i n fantil y nidad ante ei peligro. bondadosa que la sonSu Majestad Fidelírisa. La voz es fina, sima s e levanta del algo atiplada y con lecho á las ocho de la modulaciones suaves, mañana. ]\o bien conquizá resabio físico de Don Manuel II en el deporte del tennis sume el desayuno, deuna niñez poco r o busta. Sus actitudes, llenas de prestancia, dícase, en unión de su secretan oel marqués son sin embargo, perfectamente naturales, de Lavradio, á despachar su correspondencia particular. sin llegar á la llaneza. Terminada esía labor, dirígese ei rey á la En suma, el rey Don Manuel II, desde el punto de vista físico, es una figura en extre- sala de esgrima y se ejercita durante media mo simpática. Considerado como monarca hora en el manejo de las armas; luego, visita JIO puede tampoco dejar de inspirar simpa- una por una las estufas del parque real, El rey de Portugal pasando revista á la guarnición de Lisboa Don Manuel II haciendo entrega de una bandera á un regimiento del ejército portugués 450 POR ESOS MCNDÜS Don. Manuel 31 en Madrid.—Es muy interesante eíta fotografía, que representa el momento de la salida del soberano p.ir u^ués d¿ la Estación del Norte para <ii.ri.5i-se ai Palacio Real de la. Plaza de Oriente, acompañado de Don Alfonso XlII. Forma un estadio curiosísimo la expresión de l'ís fisonomías de los dos monarcas, tales como las ha sorprendido la máquina fotográfica pues ha de tenerse en cuenta que el monarca lusitano es muy aficionado á las flores; y después de rápida inspección de ¡as caballerizas y de las jaurías (de estas forman parte su famoso mastín danés Box y e! no menos famoso lebrel irlandés lagus, reproducidos centenares de veces por la fotografía), pasea un rato á caballo. Sus corceles favoritos son Juniper, hermoso ejemplar de .pura raza inglesa, y un magnífico potro árabe regalado al anterior monarca por el emperador Guillermo. DON MANUEL II EN MADRID Tales son los detalles de la vida que hace en Lisboa el rey de Portugal, que ha venido recientemente á Madrid, permaneciendo aquí durante los días 8 al 12 del mes actual. La corte española ha sido la primera visitada por Don Manuel II desde su accesión al trono, y no puede quedar descontento el monarca lusitano de los agasajos, atenciones y honores de que ha sido objeto por parte de Don Alfonso XIII, de la reina Victoria, de toda la familia real y del Gobierno que preside el señor Moret. El viaje de Don Manuel II ha tenido carácter oficial, pues con el soberano portugués ha venido sú ministro de Negocios Extranjeros entre el lucido séquito que á Madrid le ha acompañado. El rey Don Manuel llegó á esta corte vistiendo el uniforme de coronel del regimiento de Infantería de Castilla, núm. 16, de que es jefe honorario, y que precisamente fue ei que le tributó los honores regios á su llegada á la Estación del Norte. En la noche del día 8 del actual se celebró en el palacio real de la Plaza de Oriente un brillantísimo banquete de gala en honor del monarca lusitano, y en él se pronunciaron por los dos reyes ibéricos elocuentes brindis, que reproducimos á continuación para que nuestros lectores conozcan cómo desean hermanar á los pueblos de España y Portugal: los soberanos de ambos países, • DON MANUEL II DE PORTUGAL 451 Dijo así Don Alfonso XIII: «Señor: Me porvenir de venturas y poderío renovados siento por extremo dichoso al recibir en Ma- aguarda igualmente á las dos naciones, estredrid á Vuestra Majestad, con quien me unen chándose á la vez los vínculos fraternales de antiguo estrechos vínculos de amistad que las enlazan. Prenda y nuncio de io cual sincera, y tanson para mí, t o más proi S e ñ o r , los funda cuanto •1 s entimientos que se cimenque en nuesta en el inoL t r o s corazovídable re_ nes abrigamos cuerdodel ca. ambos, llamariñoquesiem. dos á regir á pre me profcf nuestras pasó v u e sa tr 0 trias en ciraugusto P dre c u n stancias y en la venet r Í s t es, en ración fi 1 i al edad tempraq u e de mí na y puestos merece vu e s . nuestros más tra a u g usta fervientes y m a d r e Su r e s p ectivos Majestad ¡a anhelos en el reina D o ñ a b i e n y la Amelia. — p r o speridad A c r e c e mi de e 11 as.— alegría el que Señor mi herla c o mparte mano: brindo c o n m igo el p o r Vuestra pueblo espaMajestad y su ñol, en cuya real familia, alma perdura por la heroica el más consé hidalga natante y ]eal ción lusitana amor á ia noy por la ínble n a c i ó n tima concorhermana cudia que felizyos destinos mente existe, os están cony estoy segufiados. Paresro que exisson nuestras tirá siempre, patrias querientre Portudas en su orígal y España.» gen, su histoEl rey d e r ia y sus Portugal congrandezas; cotestó en su munes no poi d i o m a :— c a s de sus «Señor: Con antiguas gloíntima emorias. La simición m e lelitud de tales v a n to para hechos, las agradecer e 1 altas cualidaafectuoso des que adorbrindis pronan á Vuestra nunciado por Majestad y la Los soberanos más jóvenes de Europa.—Don Alfonso XIII j Don Manuel II, p los uniformes de coroneles de loa regimientos de infantería portuguesa y serena ente- conespañola Vuestra M ade que respectivamente son jefes honorarios ambos monarcas j estad.—Acureza de que ha dado muestras en los comien- den á mi espíritu con gratitud las numerosas zos de su reinado, llevan á mi ánimo la cer- y elocuentes demostraciones de los cariñosos teza de que, así como á las tormentas sucede sentimientos de Vuestra Majestad para con la bonanza y á la luz. las tinieblas, cercano mi augusto padre, de tan inolvidable y grata 452 POR ESOS MUNDOS memoria; para con la familia real portuguesa, y pira con la nación cuyos destinos fui llamado á presidir, nación que tanto admira y tan sólida amistad profesa al glorioso pueblo español.—Las palabras de Vuestra Majestad en esta ocasión constituyen nueva y preciosísima prenda de la confraternidad que en todo tiempo ha de inspirar—con fé ardiente lo creo—las relaciones entre nuestras queridas patrias. Concordantes como son los intereses de ambos pueblos, ningún motivo podrá haber para que dejen de mantenerse cordiaiísimas las relaciones eníre ellos y para que no se,prolongue por dilatado porvenir la amistad que felizmente existe. La seductora hospitalidad q u e lie encontrado en Vuestra Majestad y en el noble pueblo español demuestra la intimidad de los sentimientos que unen á las dos coronas y á los gobiernos de las dos nacioneshermanas.—Nunca olvidaré la visita que Vuestra Majestad, como un buen hermano, me hizo en Villavieiosa pocos meses después de haber sido llamado á ocupar el trono de Portugal, bien joven aún y en bien amargas y dolorosas circunstancia.—Profundo eco hallaron, Señor, en roi corazón las palabras impregnadas de afectuosos respetos que Vuestra Majestad tuvo á bien dedicar a la reina, mi augusta y querida madre.—No cesa Vuestra Majestad de repetir el testimonio de su aprecio para mi familia y mi patria. Por eso, conmovido aún por la caluro'sa acogida que me ha sido hecha en este hermoso país, por este pueblo de tan caballerosas, nobles y heroicas tradiciones, bebo, de todo corazón, señor y hermano mío, á la salud dfi Vuestra Majestad, de Su Majestad la reina, de Su Majestad la reina vuestra augusta madre, y á la de la familia real española, haciendo los más ardientes votos por la imperecedera gloria, por la prosperidad y por el progreso de la noble España.» «LA TROTA DEL JUGLAR> Entre los agasajos que la corte de España dispensó á Don Manuel II de 'Portugal figuró el día 9 del actual una fiesta en el palacio de la infanta Isabel, en la que los ilustres artistas María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza interpretaron El susto de la condesa y Canto.de sirena. El clou de la velada fue un preciosísimo monólogo, La trova del juglar titulado, que leyó, y releyó á regias instancias, su autor el gran poeta Eduardo Marquina. Es tan encantadora la citada poesía que no podemos sustraernos al placer de reproducirla en nuestras páginas. Dice así: Sov juglar: la dueña mía me dijo: *Haz trova, juglar, que lo viene á reclamar la solemnidad del día. itjuirnaldas colgué de flores en mi estrado, y, por lograr que cada flor rompa á hablar, llamo á mí los trovadores. • Juglar mío, acude fiel, que ef hecho pide canciones; porque están temblando en él las almas de dos naciones «Juntan sus manos dos reyes, y es bien que traigan ofrendas las manos que hacen leyendas á las que íorjan las leyes. ^Juglar; en tu cascabel está nuestra poesía; ¡agítalo, y cante en él la solemnidad del día!» ,: —Pido venia, dueña mía, y haré que mí cascabel dé, en el día, un eco fiel de la patria poesía.— ¡Gran milagro el de estas horas! Luces veo triunfadoras, : monarcas, á vuestros pies; que ya no dos reyes, es que se encuentran dos auroras. Aún la edad grave no encona en vuestros pechos su lanza: y brilla, en vuestra persona, la juventud por corona, y por cetro la esperanza... * ¡Cetro glorioso y pujante, cetro que ilustra la fe, que, en vuestro puño triunfante, para sus empresas, ve : toda la vida delante!... i De sus dos espadas, pomo vuestros pueblos os han hecho, y llevan en su provecho vuestras juventudes, como dos joyas sobre su pecho. Por lograr respeto santo no habéis menester de galas: ¡la juventud puede tanto que casi echa atrás el manto con la punta de sus alas! POR ESOS MUNDOS querido ofrecer ocasiones para ello: durante el tiempo que el monarca lusitano ha estado en Madrid, los rigores en las medidas policíacas preventivas se han llevado al extremo. No importa eso: el pueblo español siente anhelos muy vivos de que Su Majestad Fidelísima emule las glorias del primero de . Que, en vuestras manos ungidas, los Manueles en la corona portuguesa. vienen á dejar impresas En efecto: este rey que ahora está recilas juventudes floridas, biendo el homenaje de los Estados europeos más que el triunfo de las vidas, lleva el nombre de Manuel por expreso delas flores de las promesas... seo de la reina María Pía, quien lo estimaba feliz augurio para la dinastía y la naJusto es, pues que tan. florida ción. Se recordará, que el reinado del anjuventud á cantar llego, terior Manuel de Portugal fue el más brique yo os dé la bienvenida llante de la historia lusitana: durante él, Vascon una rima encendida co de Gama dobló el Cabo de Buena Espesobre un corazón en fuego. ranza; Magallanes descubrió el estrecho sudamericano que lleva su nombre; Alburquer• Justo es, pues entráis, Señor, que echó en la India los cimientos de la doien Castilla castellana minación blanca; Fernando Andrada fundó y sois doncel, que en honor las primeras colonias portuguesas en China del que llega, un trovador y visitó Pekín; y Pedro Alvarez Cabral desllamara á vuestra ventana. cubrió el Brasil. Con razón pudo llevar Don Manuel I el sobrenombre de Afortunado en Y, pues de la edad sin par los anales de Portugal. igual hechizo os alcanza, : Y como quiera que también Don Manuel I justo es, reyes, que al cantar subió al trono por haber sido asesinado su repique, alegre, á esperanza hermano mayor, ¿por qué no confiar en que el cascabel del juglar. el actual "monarca, no obstante la terrible tragedia que señaló su ascensión al trono y LOS DESEOS D.EL PUEBLO ESPAÑOL el carácter poco halagüeño de los veinte El pueblo español apenas ha visto al rey primeros meses de su reinado, pueda, como Manuel; no ha podido aclamarle ni rendir su antecesor y homónimo,ser favorecido por tributo á la simpatía que despierta el monar- el destino y reedificar algo de la gloria y ca más joven de Europa, porque no se le han la prosperidad antiguas de Portugal? ¡Reyes en auge!... Tendréis pendientes de vuestro afán los pueblos que regiréis; porque ellos creciendo irán en tanto que creceréis. EL FAMOSO ZEPPELIN N las páginas históricas que presenten á las generacioE nes venideras los adelantos alcanzados por la ciencia y el trabajo humanos, figurará como uno de los mayores triunfos la jornada que e! conde Zeppelin hizo el 27 de Agosto último con su dirigible Zeppelin 111 desde la estación aerostática de Friedriehshafeu, en el Lago de Constanza, hasta Berlín. El entusiasmo de los alemanes, y muy especialmente del kaiser Guillermo y su esposa !a emperatriz Augusta-Victoria, por este viaje aéreo, no tuvo límites: besaron y abrazaron los soberanos al esclarecido subdito, y un millón de personas congregadas en Tempelhof, donde Zeppelin descendió, aclamaron y vitorearon frenéticamente al conquistador de los aires, que lloraba de emoción y de alegría ante aquellas demostraciones. Más de siete horas empleó el Zeppelin III en salvar los ochocient ^ 1 ¡Vi 'r< -. m o - o u m al Lago Constanza de B e r l í n , viéndose precisado, por dificultades debidas a! pésimo estado del t i e m p o reinante entonces, á hacer escalas en Nuremberg, Leipzig y Bitterfeld; pero al cabo llegó el dirigible á la capital del imperio alemán, felizmente y sin que su enorme masa de •142 pies de longitud con un diámetro de 42 pies sufriese ningún desperfecto en la travesía. El dirigible ¡levaba consigo dos motores de 150 caballos de fuerza cada uno, los cuales le permitieron man i o b r a r aquella gran envoltura ante. los atónitos ojos de los berlineses, que no cesaban de exc í a mar lío oh! Hochl Hockl Zeppelin comes, ni daban punto á sus Et sondo Ferdinand vori Zeppííiin y el teicer dingib e de su nombro saliendo de enardecimientos. estación aerostática del Lago de Constanza en viaje para Berlín EL NUEVO GOBIERNO ESPAÑOL ESDE el 21.de Octubre último se ha opeD rado un cambio importante en la política española: ocupa el Gobierno de la na- el citado día 21 de Octubre un documento en el que presentaba irrevocablemente -su dimisión y la de todo el Ministerio que preción el partido liberal, habiéndose formado sidía, porque el señor Moret notificó al Goun Gabinete presidido por el señor Moret, el bierno conservador «que quedaban rotas tocual ha conserdas las relaciovado para si la nes parlamentacartera de Gorias con éste y bernación , con a b s tenidos de los señores Don i n t e rvenir en Juan Pérez Cacualesquiera coballero, para el misiones los diMinisterio de putados de las E s t a d o ; Don dichas minorías. Juan Alvarado, Ni aún el propara el de Hayecto de ley prec i o n d a : Don sentado con caEduardo Martírácter de urgennez del Campo, te para la habipara el de Gral i t ación y la cia y Justicia ; d o t a ción del Don Rafael Gascrédito destinaset, para el de do para les gasFomento; Don tos militares en Antonio Barroen el Rif,—añaso, para el de de el s e ñ o r Instrucción púM a u r a — está blica y Bellas exceptuado d e Artes; el general la dificultad que Luque, para el aquella deterde la Guerra, y minación susciel contralmita para la funr a n t e Concas, ción legislativa. para el de .MaE1 Consejo de rina. Ministros, unán i m e , estima ¿Por qué han que, en las cirdejado los concustancias pres e r vadores el sentes, ia actip o der, cuando tud de las alumenos querían didas minorías ellos perderlo y monárquicas le cuando más sei m pide seguir guros se creían asumiendo 1 as en los consejos responsabilidade 1 a Corona? des del GobierComo esta págino, y no duda na, en que recoque las mayojemos solamenrías facilitarán te el hecho de al que le suceí a constitución da, así en el Se- ; del nuevo Gonado como en bierno, no tiene Don Segismundo Moret, jefe del partido liberal, presidente del el Congreso, Consejo de ministros carácter político sino meramente informativo dejaremos cuantos medios requieran las necesidades la contestación de nuestra pregunta al pro- nacionales.» Nada más dice la renuncia ofipio Don Antonio Maura, el cual elevó al rev cial, v nada más podemos decir nosotros. PROGRESOS DE LA MEDICINA UESTRA FLORA INTESTINAL LA GUERRA DE LOS MICROBIOS UNQUE los progresos realizados por Ja A ciencia médica en los treinta años áltiraos han sido verdaderamente asombrosos, existen aún multitud de problemas médicos ante los cuales permanecemos tan á ciegas como en ¡a antigüedad. El simple descubrimiento de los agentes de infección en gran número de dolencias hiao dar á la Medicina pasos gigantescos. Aún conservo palpitantes recuerdos del terror que inspiraba el cólera en aquellos tiempos en que era desconocida la causa de la epidemia. Cuando estalló el cólera en Nápoles, á mediados del verano de 1865, acerté á encontrarme allí. Moríase la gente á puñados, y había que dejarla morir porque se desconocían en absoluto la causa de la enfermedad y los medios de prevenirla. Y así como en 1830 el filósofo Schopenhauer huyó de Berlín á Francfort para burlar e! peligro de contagio, yo también, y como única defensa, abandoné precipitadamente á Capoles. •El pánico estaba bien justificado. Como nadie sabía por qué daba el cólera, veíasele oculto en todas partes, en el aire que se respiraba, en los alimentos que se consumían. Ese miedo a la epidemia alejaba á los corazones caritativos de la cabecera de los enfermos, y aún del contacto con las personas que atendían á los atacados. La situación no podía ser más triste. Pero descubrió Koch el microbio colérico, y todo cambió radicalmente.La seguridad de haber tropezado con la causa verdadera de la dolencia proporcionó en seguida medios fáciles de prevenirse contra ella: siendo ese microbio de naturaleza tan delicada que no soporta ni las altas temperaturas ni la desecación, basta, en efecto, para verse libre de sus ataques abstenerse de tomar alimentos ó líquidos que no hayan sido previamente hervidos. Y no solo mira ya la humanidad al cól e r a c o n perfecta tranquilidad. Hoy no inspiran g r a n temor o t r a s enfermedades infecciosas, tales como la peste bubónica, la difteria, la fiebre puerperal, etcétera. En cambio, ¡cuánto queda todavía por averiguar respecto á infinidad de enfermedades crónicas, azote constante del pobre ser humano! ¿Qué remedio eficaz existe contra la gota, la diabetes, la arterio-esclerosisy la nefritis, por no citar sino las más generalizadas? Confesemos que toda nuestra moderna ciencia médica y clínica, aplicada á estudiar esas enfermedades, nada ó muy poco ha podido sacar en limpio. Sabemos, por ejemplo, que la diabetes es una enfermedad producida por una perturbación del páncreas. En cambio, ignoramos la causa de que glándula tan importante para la vida como es el páncreas deje de pronto de realizar sus funciones normales y permita la irrupción del azúcar en el torrente circulatorio. Cosa parecida ocurre con ¡a gota, enfermedad producida porque el ácido único, en 458 POR ESOS MUNDOS Ahora bien: fuera importante averiguar vez de ser eliminado por ciertas células del cuerpo, al interrumpir estas su trabajo nor- con exactitud si la flora intestinal es igualmal, se infiltra en el organismo. Investigan- mente útil al organismo vivo. do las causas de dichas dolencias y de otras enfermedades del tubo digestivo, nos hemos * * [' preguntado si no provendrían de la inmensa Numerosas han sido las hipótesis aventucantidad de microbios habitadores del intestino. Partiendo de semejante hipótesis, la radas sobre este punto; mas solamente en diabetes estaría determinada porque los mi- fecha recientísima se lian podido obtener crobios esconi n d icaciones dí d os en los satisfactorias; órganos de la Pasteur susdigestión p etentaba ya la netran e n e 1 opiníónde que páncreas halos numerosos ciéndole enfermicrobios domar. Pero si la miciliados e n anterior hipónuestros órgatesis puede ser nos digestivos fácilmente fornos p r e stan m u 1 a da, en valiosos ser•cambio ofrece v i c i o s , en grandes diñcuanto, facilic u 11 ades de tando la digesdemostración. tión de ios aliEí principal mentos, mejoobstáculo para ran 1 a nutricontestar s ación del orgat i s f a ctorian i s m o. Los meute al antec o m plicados rior problema e xperimentos (como á otros Hevados á camuchos relatibo en comprovos á las enbación d e la f e r m e dades hipótesis diedeL tubo digesron resultados tivo , c u y a s en e x t r e m o causas permac o n t radictonecen hoy desr i o s , pues conocidas) , y mientras algupara resolver nos conejillos la cuestión de de Indias, ali-' la a 1 i mentam e ntados de ción racional, modo que no M. Elie Metchn Itoff. del Instituto Pasíeur, de París. Es uno de los r e side á mi 11 e g asen los hombres de ciencia médica de mayor reputación en el mundo, por lo extenso de sus conocui.ientos y la solidez y compíeto estudio en que juicio en que m i c robios á están basados. Por eso tiene interés excepcional el presente artículo, desde el albosus intestinos, que ha escrito el ilustre bacteriólogo rear de la vida los intestinos se encuentran crecían y se desarrollaban como los demás, repletos de una flora microbiana numerosí- las gallinas y los batracios solo prosperaban físicamente en el caso de dar libre acceso en sima. Sabido es que, ocurrida la muerte del in- sus intestinos á los microbios. Y aún se obdividuólos microbios deesa flora precipi- servó algo más: mezclando con sus alimentan la descomposición del cadáver, exten- tos determinadas especies microbianas, condiéndose gradualmente por todo el cuerpo. siguió Schottelius devolver las fuerzas á vaDesde un punto de vista genera!, hay que rias gallinas debilitadas por el alimento rireconocer la utilidad del fenómeno en cues- gurosamente puro. Dada la extrema dificultad que ofrecían tión, por cuanto convirtiéndose así las complejas substancias del organismo en cuerpos las experiencias con esta clase de animales, más simples pueden estos servir de alimen- recurrióse á otros seres de orden inferior, y justo es decir que las indicaciones obtenito á las plantas. é59 NUESTRA FLORA. INTESTINAL das fueron ya más completas. Bogdanoff, el sabio profesor ruso, ha conseguido inmejorables resultados operando con la larva de la mosca carnívora usada como cebo por los pescadores. Dicho sabio logró averiguar que es relativamente fácil alimentar dichas larvas con absoluta exclusión de todo microbio. A seguida, consiguió ya desarrollarlas desde el huevo á su última evolución, siempre con arreglo á las condiciones del experimento. La única diferencia que pudo obsernar Bogdanoff era que las larvas asi alimentadas no crecían tanto como las ordinarias. También comprobó el sabio ruso que no todos los microbios favorecían el desarrollo de las larvas, sino solamente la bacteria tripsina, gran productora de un fermento digestivo. Averiguado esto, Bogdanoff mezcló al alimento de las larvas vírgenes de microbios cierta cantidad de solución de tripsina. Y, en efecto, las larvas se desar-rollaron á maravilla, dando nacimiento á hermosos ejemplares de moscas. Deduzcamos, pues, en vista de los experimentos de Bogdanoff, que ciertos microbios intestinales son en realidad útiles para la nutrición de los animales en aquel período de su vida en que sus órganos producen escasos fermentos digestivos . También demuestran esos experimentos que l a vida anormal de los animales puede desenvolverse sin el auxilio de los microbios del intestino á condición de que se añadan á su alimento los fermentos de que carecen. De ahí que se haya resuelto la cuestión, estableciendo la teoría de que los animales pueden vivir sin la acción auxiliar de la flora intestinal. Esta conclusión hállase corroborada por el hecho de desenvolverse ciertas especies animales, y no solo desarrollarse sino vivir normalmente á despecho de carecer de microbios intestinales. Ejemplos de esas especies son los escorpiones y varias clases de larvas. Y aún pudiera yo añadir un ejemplo interesante á la lista: el de los murciélagos, esos mamíferos volantes que viven como pájaros, que digieren rápidamente y que excretan con frecuencia los residuos de sus alimentos. Pues bien: dadas estas facultades digestivas, claro es que los intestinos del murciélago han de contener muy pocos microbios. Son tan escasos, en efecto, que poca ó ninguna ha de ser la acción que ejerzan sobre la nutrición de los murciélagos. Además, aún es posible reducir á !a nada su flora microbiana, proporcionándoles solamente alimentos esterilizados. Yo he practicado el facilísimo experimento, con ejemplares del Pteropus medius, de las Indias, alimentándolo con frutas esterilizadas por el vapor. En todos los casos pude observar que los murciélagos vivían como si tal cosa sin microbios en el intestino. Existen, pues, numerosas pruebas de que el organismo puede funcionar bien sin la cooperación de los microbios intestinales. Estos microbios existen en gran número en el hombre y en casi todos los animales mamíferos;y ya que no seacosa deocuparnos en los que puedan ser realmente beneficiosos, debemos estudiar cualesquiera otras especies cuya presencia en nuestros órganos digestivos es, sin duda, perjudicial. El lector de POR ESOS MUNDOS va á tener alguna paciencia. No quiero cansar su ánimo con tecnicismos ni arideces científicas, y ya tiene bastante por ahora con estas páginas que á modo de introducción de mi trabajo se publican hoy. Sepa por el pronto lo que en nuestro organismo pasa, y espere la explicación de ello en el número próximo de esta revista. ELIE METCHNIKOFF, del Instituto Pastour de París LA MODA FEMENINA E vez en cuando surge una moda que inmediaD tamente alcanza gran predicamento, disputándose todo.el mundo el honor de adoptarla. Esto ha ocurrido con el nuevo abrigo largo para las damas, del cual puede asegurarse que no transcurrirá mucho tiempo sin que figure en el guardarropa de toda mujer elegante. Aquellas de nuestras lectoras que no quieran incurrir en ei crecido gasto de las pieles, ó que prefieran un abrigo más ligero de peso y más apropiado para el paseo en las tardes soleadas de invierno, pueden tomar de modelo el abrigo que reproduce el grabado de esta página. Es de paño sencillo, prestándole gran atractivo los adornos de trencilla y pasamanería. Sirve para su confección cualquier clase de paño liso, negro ó de color, y lleva cuello y puños de terciopelo de otro color que contraste bien. Tanto el cuello como los puños esLán bordados con soutache, cerrando el primero una pequeña corbata de flecos. El plastrón delantero va cruzado por adornos de pasamanería dispuestos en diagonal, mientras la parte de detrás, y en todo el borde inferior de la levita, afecta dicho adorno la disposición de franja bordada á soutache con terminación de flecos largos. El abrigo es tableado á partir de la línea señalada por el adorno posterior y por los dos bordes del plastrón delantero. Este abrigo puede usarse especialmente con dos clases de vestido: falda corla del mismo paño, para paseo; ó falda con un poco de cola, para visita. El sombrero que mejor armoniza con el abrigo de referencia es el de terciopelo, á condición de que este sea del mismo color que el del cuello y los puños. La cinta del sombrero debe ser de color de cobre oxidado, y por todo adorno llevará dos alas de pluma obscuros. E! abrigo puede ser confeccionado también en vélours du Nordf ó en cualquier clase de terciopelo bueno, y en este caso el cuello y los puños habrán de ser de seda negra, con análogo adorno de bordados. El efecto será magnifico. Número 1.- -Abrigo-levita con adornos de soutache. Es de gran novedad y elegantísimo Hemos entrado en la estación de las fiestas sociales. Pero mientras el invierno no se halle más avan* zado, es preferible, sobre todo tratándose de seño ritas, lo que se llama demi-íoilette, al gran traj de soiree. Lo figurines que presentarnos en la página siguiente dan idea de dos demi-toilettes elegantísimas, en extrema adecuadas para teatro, comidas Y bailes, siempre que estas dos últimas fiestas no sean de gran gala. LA MODA FEMENINA EL vestido á que se refiere el figurín nú? mero 2 puede ser de terciopelo blanco con bretelles y adornos de lentejuelas en tonos plata y ajsul. El cuerpo es de tul ú otra tela análoga, de color azul pálido, tupida ó transparente. No hay inconveniente en confeccionar el traje en otros colores, ya á base de terciopelo de seda, ó de algodón, ó en cualquier tela de la variedad chiffon; lo esencial es que la tela sea de condición flexible, con objeto de facilitar su plegado en ambos lados del paño central. La moda parece que viene este invierno completamente inclinada al terciopelo de seda ó de algodón, de modo que conviene adoptarla en sus primeras manifestaciones. El figurín número 3 es traje de confección aún más sencilla. El material puede ser raso Número 8.— Demí-tcilette de raso ó seda con plegados en ¡a tánica princesa Número 2.—Demi-toilette de terciopelo con brelellcs y lentejuelas blanco ó seda, con plegados.al final de la túnica princesa, que va recogida en el borde y agujereada para dejar paso á una cinta de raso. La parte alta del cuerpo va adornada con encajes anchos, algo caídos sobre, los hombros á modo de fichú. Las mangas y berta son de chiffon, con plegados de encaje. La demi-toúette de referencia aumenta en efecto confeccionada en crepé de Chine. LA ENLUTADA ROMANCE DE (¡Qué miro!... ¿Es una gachí? ¿Es ana diosa calzada y vestida á la uropea, ú es una visión fantástica eso que mis ojos ven y delante de mi marcha? ¿Habrá bajao del Cielo entreverás con el agua , que, desde hace rato, sobre Madriz las nubes descargan? Lo cierto es que yo no he visto ni en Madriz, ni en Fuenlabrada, ni en el Rastro, ni en la China, ni en el Desierto de Sara, ¡en mi vida! arremangarse unos trapos con más gracia, ni una pierna femenina tan eférica y ginnástiea, ni un balanceo de cuerpo tan náutico, que me causa el efeto d'ir viajando á bordo d'una fregata. Pues lo mesmo d'azmirabíe que el cuerpo tendrá la cara.) —Oiga ustez, niña bonita, paloma, miel de FAlcarria, cacho de cielo, boquilla d'espuma de mar y ámbar, billete de mil pesetas, emperatriz de Kelaya, imán que tira de mí: modere un poco su marcha, porque tengo que decirle dos ó tres ú más palabras, y, con el paso que lleva es mu difícil hablarla. Mire ustez que soy de carne, que es más pesada que el agua, sobre todo si es con hueso, y yo los tengo en Faspalda, en el cráno, en las mandiblas, LOS MADRILES en los brazos y en las patas; que, por lo que á ustez respeta, va que parece una rásfaga, lo cual prueba que las carnes le pesan mu poco ú nada, como si fuera d'hidrózno del que usan los aireonautas; que á tal paso y con tal peso cualquier prójimo se cansa; y que, como he de seguirla aunque al fin del mundo vaya,. temiendo estoy que la lengua déla boca se me salga... ¡y qué sería de mí sin lengua pa requebrarla! Si á ustez le dijera yo que siento muchisma gana de dar con una consorte que tenga limpia la casa, economía en los gastos, la ropa como Dios manda de cosida, de zurcida, de lavada y de planchada, las comidas á su hora y sin un chinche la cama, que ande en la casa ligero y fuera d'ella con calma, y que se m'antoja ustez, pa el caso, pintiparada, ¿me crería ú no me crería?... Conteste, ¡Santa Locadia!.., ¿Qué opina ustez de lo dicho?... Como no arrespondió nada tampoco á mi1 otra pregunta, conteste ustez ahora á entrambas. ¡Amos, rica! ¿Es que no quié que oiga yo su voz de flauta, ú es que pa oír esa voz tocar la flauta hace falta?... ¡Ande el movimiento, prenda; que me ¡a encontré en la Plaza- 463 LA ENLUTADA ie Leganitos, y vamos ya por la de Santa Bárbara! ¿Onde habita ustez, tesoro? ¿En el Hipródoino?... ¿En Francia?. ¿En Chirle?... ¿En eí Polo Norte?... Pus la seguiré á onde vaya, como si, siendo yo perro y ustez el tren, me encuentrara atao si furgón de cola marchando ustez á toa máquina. ¿Será que l'aspera á ustez ]a Parca en la Castellana, ú en el Paseo del Cisne, con el fin de despacharla, porque morir ha risueíto? ¿De la vida está cansada, ú es que se l'ha muerto e! novio y quiere hacerle compaña? Dígame por San Benino cuál de las dos es la causa. Debe de ser la segunda; porque va ustez enlutada de los pies á la cabeza... quiero decir «al paraguas», pues lo lleva tan caído que hasta los hombros le baja, y por eso no he lograo verle aún la parte alta. ¡Mire ustez que es fuerte cosa no saber si es ustez blanca, ó si morena, ó sanguina, ú de la raza cacásica! Lo que sé es que usté va enjuta porque el paraguas l'ampara, y que yo, que no lo llevo, voy con más agua que el Niágra: con tanta voy, que estoy viendo que en cuanto llegue á mi casa van á tener que estraerme con varias bombas el agua y, deseguía, estirarme y colocarme con maña, pa que seque, en una cuerda, como si fuera una sábana. ¡Y to por seguir á usté! ¡Qué suerte tan!... ¡Virgen Santa, medio momento ha bastao pa que le vea la barba y la boca de muñeca que Dios l'ha puesto en la cara! Y el ver esa boca ha sío por desviai-se el paraguas, al movimiento que ha hecho pa arremangarse la falda. Gracias á esto, la pierna que su vestío tapaba vuelvo á ver: solo que ahora lleva la media ilustrada con unos monos de barro, como ruedas de patatas que me comía, con media : y tó, de mu buena gana... Pero, volviendo á la boca, no es posible que otra haya que l'iguale en el tamaño, ni en la color, ni en la traza. ¡Qué meneatura!... ¡qué dije!... ¡qué juguete!.., ¡qué monada!... Ahora es cuando yo comprendo por qué no habla usté ni miaja: por una boca tan chica ¿cómo es posible que salgan los verbos, ni ios diptongos, ni la sintásis, ni nada? Sin embargo... me parece que si usté quisiera, hablaba... ¡Procure hablar, vida mía! ¡Inténtelo usté, mi alma! ¡Decídase, estrella errástica d'esas que cruzan el cielo y una cola ardiendo arrastran! ¡Desembuche, por San Vitor! ¡Reviente ustez, por las Animas; por las catorce mil vírgenes; por su mamá; por la vaca que está á los pies de San Marcos; por lo que le dé la gana!.,. Mire que, si no lo hace, soy yo quien va á reventarla dándole á ustes; cuatro lapos en el mesmismo paraguas, y así que se lo haga polvo verá usted cómo... ¡'¡Malhaya!... ¡Tuerce á la izquierda!... ¡Giremos!.., ¡Mecachis, que se m'escapa!... ¡Se para súpitamente!... ¡V ocasión la pintan calva!... ¡Se vuelve!... ¡Concho!... ¿Qué miro?... ¿Es una visión fantástica ú es un cura lo que veo?.. ¡M'he tirao buena plancha!...) —Señor cura, que perdone, le ruego, mis muchas faltas... —No le oigo aunque me hable á gritos; soy sordo como una tapia. JOAQUÍN GAETA Y DLJRÁN EL P L como era llamado el príncipe Hirobumi lío, ha sido asesiE nado el 26 de Octubre último en Kharbin, BISMAEGK AMARILLO, Mandchuria, por an subdito coreano que no quiso ó no pudo resistir por más tiempo el gobierno del creador del moderno Japón en la península de Corea. Era aquel personaje un ilustre estadista, uno de los más grandes estadistas del tiempo contemporáneo: todo el progreso alcanzado por el imperio: japonés en1 los últimos años, toda la fuerza de esta nación, se debe principalmente al marqués Ito. Justo es que el periodismo internacional rinda á este portentoso hombre del Oriente el tributo de admiración y de simpatía que le ha dedicado como últim o homen a j e cu n ocasión del a s e sinato de que ha sido víctima. Nació en 1 8 3 8. En 1863 escapó d e s de s u país a China, con ese a f á n que siente toda lagente joven de visitar tierras extrañas. Llegó á Shanghai, y del conocímiento que a l l í trabó con la colonia inglesa fue resultado un •viaje q u e Ito hizo á Londres. Regresó a su patria, y en 186H íué nombrado 'gobernador de la provincia de Hiogo. Un año después era subsecretario de Hacienda, cargo del que pasó á ser presidente del Gobierno japonés, investidura que ha ejercido en cuatro distintas ocasiones. En todas ellas mostró su talento y sus excepcionales cojidiciones: desde arriba revolucionó al Japón, empezando por dar á sn pueblo una Constitución, y continuando por. el camino del progreso que lo ha elevado al envidiable rango internacional quehoy ocupa. En 1901 dimitió el referido cargo, y dos años después se sustraía de la política acti-1 va para ser presidente del Consejo Privado del Mikado, puesto que ocupaba cuando estalló la guerra ruso-japonesa, en cuya ocasión el marqués Ito resolvía las dificultades que separaban á los Gobiernos del Japón y de Corea, habiéndolo logrado en tan satisfactoria forma que mereció por sus servicios ser elevado á la jerarquía de príncipe. Después del tratado de paz fue noiab ra'do r e si dente general en C o r ea, y iíogródevolf verla tranI quiíídad a : este territo: rio, revolucio n ado y desmoraliy, a d o por consecuencia de aquella guerra; h a b iendo s o luciona. do además s a tisfactor i a m ente una s e r ie de conflict o s y d& o b stáculos que se fueron ofreciendo á la iiuena marcha de las amistades del Japón con Rusia y con el emperador coreano. Y en este puesto le ha sorprendido la mano asesina -que ha agigantado con su hecho criminal la gran importancia que en la Historia alcanzaba la figura del príncipe Ito. LOS AEROPLANOS POR QUE VUELAN LOS HOMBRES STÁ resuelto el problema de la aviación? E ¿Es un hecho la conquista del aire por el hombre? El gran concurso de aeroplanos celebrado en Reims hace tres meses y el éxito obtenido entonces por los distintos tipos de máquinas aviadoras que allí se presentaron, puede contestar cumplidamente á estas dos preguntas. Eu efecto, á los aeroplanos se debe esa conquista del aire. Una revista profesional de gran autoridad en la materia, Nature, dice á este propósito lo siguiente: «El notable desarrollo alcanzado por el aeroplano nos ha dado la solución del problema del vuelo, tan perseguido por la humanidad. Extraordinario es pensar en el numero do hombres que han gastado años de ingenio y de trabajo buscando esa solución, que ha llegado ¡al fin! en la forma inesperada de un par .de brazos como grandes velas, impulsados hacia adelante p o r un pequeño motor de c o m b ustión interna y de gran velocidad . Y esta forma sencilla, que, debido á la relación entre el centro de la presión y el áiieuio de in- Eiplano (ilinación parece sor naturalmente estable, es la que se piensa adoptar en un importante número de máquinas voladoras que en breve han de ser construidas. Hasta el globo dirigible debe toda su dirigibilidad á la misma clase de máquina.» POR'QUE VUELA EL AEROPLANO Es una cosa muy sencilla, aunque no lo parezca. Continúa hablando Nature á este propósito: «Una simple explicación basta para que se comprenda por qué cuando un cuerpo ligero de gran área se mueve rápidamente por el aire en ángulo reducido, tiende á deslizarse en ese medio. El aeroplano está dotado de superficies ligeramente curvadas, de nueve metros de anchura y solamente de uno y medio, ó poco más, de volumen. Lo que ocurre al aire cuando encuentra los planos á velocidad elevada es un problema de lo más fascinador y en el que se fundan-muchas teorías: todos "convienen en que hay un efecto elevador definido que depende en gran parte de la velocidad con que la máquina choque con el aire. La teoría más curiosa es que la corriente h o r izontal del aire recibe el borde d e l plano y se divide en dos co.- •>: rrientes, cada u n a de ellascon presión hacia arriba. Una parte a (luye sobre la cima del plano y forma Wiighl remolinos detrás. La parte mayor se dirige hacia abajo y después forma curva hacia arriba bajo el borde posterior del plano. Esta corriente de aire aparece serpenteando en dirección ascendente en la parte de atrás del plano y á poca distancia de la superficie, causando 466 POR ESOS MUNDOS ficies de defensa; y para obtener el apoyo necesario del aire saltaban desde una altura ó corrían por pendientes pronunciadas. En la segunda etapa ya figuraba el propósito de añadir fuerza artificial al deslizador. G u a n d o la ¡ .n á q uina al; canzaba la necesaria velocidad, se elevaba en el espa<ir^ c i o . Así s e c u m p 1 ía el m o v i miento. Debe notarse que para estas ©•-' máquinas , el h o m b r e ha partido siemVoisin pre del tan conocido tipo pájaro con alas colgantes. Pero pronto se vio que esta marcha solo podía tener muy corta duración, pues, CÓMO HAN APRENDIDO LOS HOMBRES Á VOLAR la velocidad hacia adelante de la máquina declinaba rápidamente, con lo que disminuía Puede dividirse este aprendizaje en cua- la presión apoyadora del aire. Del mismo tro etapas. modo, cuando la velocidad de un automóvil La primera de ellas fue haciendo movi- declina hay menos dificultad en mantener mientos con superficies de apoyo, pero sin seguro el sombrero sobre la cabeza. Era, motor. Un hecho muy vulgar y corriente, la pues, obvio que se necesitaba una fuerza dificultad de llevar sombrero de paja cuando propulsora artificial para mantenerla velose marcha en automóvil, puede servirnos pa- cidad de la máquina. ra ilustrar este primer principio que rige las Esta idea se ensayó con modelos lanzánmáquinas de deslizarse y de volar. Marchan- dolos desde catapultas y otros recursos basdo en día de calma se veráque la corriente de tante ingeniosos. Se vio, en efecto, que una aire que se precipita contra el sombrero que bala lanzada desde un fusil es también una llevamos aumenta con la velocidad del auto, máquina voladora, facilitando su larga carrey además se notará que la tendencia de esta ra en el espacio la enorme velocidad que se[ corriente horizontal de aire es á levantar el le comunica. Y. como se evidenció que erasombrero seesencial la ve-, parándolo d e locidad contilacabezahacia nua, p r o rito arriba. El borquedó establede del somcida l a conbrero se inclic l u s i ó n de na generalque la mejor mente en ligem a n e r a de r o ángulo, y m a n t e n e r la r e s u i ta, en v e locídad de efecto, una es-, un cuerpo vopecie de aerolador era llevar plano: cuanta la energía promayor sea la tíipla.110 Farman pulsora en el velocidad con mismo aparaque se mueve en el aire, mayor será la pre- to. Así sobrevino la tercera etapa: los ensayos sión elevadora del aire contra él. Esta reac- hechos con propulsores. Y aquí es necesario ción hacia arriba del aire presta apoyo á toda que acudamos otra vez al automóvil para que. máquina voladora. Por eso, los experimenta- el lector adquiera una fácil comprensión del dores idearon primeramente máquinas deslio asunto. Los propulsores montados en loa zadoras de poco peso y con grandes super.- automóviles demostraron que podía obtener^ así un vacío parcial en el lado posterior ó superior de aquel. Ambas corrientes forman remolinos y los planos presentan un ancho frente á la línea de vuelo, y por estas circunstancias el aire, antes del choque, se encuentra con la mayor energía de elevación. »Por eso es i n di fe rente que el propulsor en los acr o p l anos se encuentre delante ó detrás de la máquina: si está á proa, tira del resto de la naBiplano ve; si á popa, oprime los planos hacia adelante y en frente del mismo propulsor.* LOS AEROPLANOS se buena velocidad con un vehículo que no han podido ser probados auténticamente, marchara por un camino. Pues dotando á la lista de las desgracias acaecidas en tiemese vehículo de propulsores aéreos y actuan- pos recientes comprende cinco víctimas de do en el aire las hélices, moverían todo el la aviación, que son las siguientes: Letour y aparato hacia adelante como los propulsores De Groof, muertos en 1854; Lilienthal, el céde unbuque lo impulsan á travésde lasaguas. lebre alemán que fue el primero en ensayar la m á q u ína Así se liizo y d e s lizador;1, así se consique murió en guió. L a a c 1 8 96; Percy ción de la héS. P i I c h e r, lice era oblim u e r t o en g ar primera1899 e n uno mente ala mádélos valiosos quina á marexperimentos char sobre el a é r e o s que suelo, y desrealizaba; y el pués, a mediteniente Selda que la vef r i d g e , quo 1 o c idad aumentase y que io Curtiss murió el año la fuerza del último á conaire se hiciese mayor, levantar todo el apa^ secuencia de una desgracia ocurrida en el rato del suelo, con tal que la presión del aire aeroplano que guiaba Orville Wright, al cual hacia arriba fuera lo bastante para vencer la acompañaba aquel oficial a bordo de la nave presión hacia abajo debida al peso de los aérea. aparatos. Y esta es, ni más ni menos, la cuarta y DIFERENTES TIPOS DE AEROPLANOS última etapa de la solución del problema: entretanto que se obtiene cierta velocidad Vamos ahora á dar cuenta á nuestros lecmínima y que se conserva cierta presión mí- tores del progreso alcanzado en el arle de nima del aire, el buque aéreo se moverá en volar, y para ello nada mejor que mencioel espacio, siempre gobernado por dos fuer- nar las distintas clases de aeroplanos que zas principales: el tiro hacia abajo, debido á funcionan con éxito. la gravedad; y el impulso hacia arriba, deBiplano Wright (norteamericano).—Los bido á la reacción del aire contra el cual se hermanos Orville y Wilbur Wright fueron fuerza la máquina. los primeros en servirse victoriosamente del aeroplano de doble cubierta impulsado por motor. Su máquina es resultado de muchos MÁRTIRES DE LA AVIACIÓN ensayos con ia máquina deslizadora tipo No se han conseguido estos resultados ni Chanute de doble cubierta. Los detalles esenotros muchos, c i a les de la sin el sacriaviadora sístefi c i o de v i maWríght son das: 1 a avialos dobles plación, como tonos, el timón do p r o greso d ú p l e x de humano,como f r e n t e para toda idea guiarlo en la tr anscendenmarcha hacia tal, cuenta sus arriba y hacia mártires, que abajo, y el tiaf o r tunadamónduplex de mente no son atrás para los m o vi míen tos en gran númeMünopiano Eicriot laterales. El ro y eso qup, en caiibio, han ¿ido extraordinarios los acmotor lleva dos propulsores con engranaje cidentes ocurridos en las probaturas de las de cadena, y como eslá montado sobre carremáquinas aéreas. lón de ruedas, el impulso lo recibe primeOmitiendo los desastres legendarios tan ramente de un aparato auxiliar parecido á conocidos de todo el mundo, y los casos que una catapulta y que va sobre un rail. Este 168 POR ESOS MUNDOS aparato da al aeroplano la velocidad inicial; toria de la aviación, con la máquina Voisin. los propulsores hacen el resto. El equilibrio Después ideó un aeroplano que en los últise obtiene encorvando ó torciendo los pianos mos meses ha obtenido el record universal, principales. El sistema do manejo y direc- aun sobre el de los.hermanos Wright. Aunción es muy ingenioso. Se observará por la que en muchos detalles el biplano de Farfotografía que publicamos que la de YVrighl inan se asemeja al de Voisin, tiene diferenes una máquicias bastante na sin cola, aL radicales : las contrario de la extensiones de mayor p a rte los planos sirdo los aeroplaven de equilinos franceses: bradores auxieste de Wright liares; la mádescansa prinquina va moncipalmente en tada e n una un equilibrac o m binación dor automátide carretones y ruedas que co,por el cual lepermiten adhan obtenido quirir la marpatente sus inMonoplano Aritoineífe cha i n i c ial, ventores. Biplano Voisin (francés).—Este es uno como al de Voisin, pero con la ventaja de de los primeros tipos de máquinas francesas. que puede emplear tales carretones cuando Ofrece muchos detalles característicos. Difie- toma tierra y así evitar averías en las ruere del aeroplano Wright en que tiene una das; emplea una forma modificada de la cacola de tableros verticales que le dan cierta ja-cola y tiene solamente un timón de elevaestabilidad automática. Otros tableros verti- ción montado á distancia de los planos princales entre los planos principales conducen cipales. El operador tiene su asiento delante al mismo fin. Emplea un solo propulsor ac- y el motor está colocado inmediatamente tuado directamente desde el motor. Este detrás de él. va montado sobre ruedas de alambre que Biplano Ctirtiss (norteamericano). —La facilitan la marcha sobre el suelo para obte- aviadora de Mr. Glen H. Curtiss es en muner la velocidad inicial antes de elevarse en chos detalles una curiosa mezcla de los tipos el espacio. El timón para la dirección, verti- americanos y franceses: como el biplano de cal es un plano único, y ci timón posterior Voisin, va montada sobre ruedas y puede va colocado dentro de la caja-cola. De la emprender la marcha sin aparato auxiliar; • máquina Voisin puede con justicia decirse como el aeroplano de Wright, tiene doble tique es el tipo inicial de la escuela francesa món al frente para la dirección vertical. Poen biplanos, habiendo llegado su desarrollo see planos auxiliares equilibradores entre los á su ú I tima planos princiforma, que no pales. Es notaes otra que el ble por su pep r opósito de queña superfihacer eme la cie y su poco máquina puepeso. Emplea . d a iniciar la un motor de marcha sin la ai r e frío, en ayuda de apavez del motor ratos auxiliade 3 g ua fría res. La cajaq u e usan la cola, .que dos m a yor parte ó tres hombres de ios otrosbiretienen en el planos. Nótese Monoplano R. E. P. s u e l o , y las en la fotograruedas soportes, aumentan el peso; pero tales fía correspondiente que el plano frontal eleaditamentos poseen muchas ventajas y no vador y el timón posterior están montados parece que el inventor tenga .el intento de á considerable distancia de ios planos prinsustituirlos por ahora. cipales; sin embargo, el material se ha ecoBiplmiG Farman (iraneés).—M. Henry nomizado de tal manera que el peso total Farman empezó a unir su nombre á la his- del biplano Xur.tiss es poco mayor de la LOS AEROPLANOS 469 mitad del que alcanzan otras máquinas. fuertemente. Además, esle aeroplano tiene Monoplano Blériot (francés).—M. Louis mayor superficie de resistencia que el de Blériot es el iniciador del monoplano, ha- Blériot. biendo empleado algunos años de trabajo y Monoplano B. E. P. (francés).—M. Romucho dinero hasta conseguir que su máqui- bert Esnault-Pelterie (á cuyas iniciales resna llegue á etapa satisfactoria. Su aeroplano ponde el nombre de su máquina), ha ensayatiene una sola superficie principal con pla- do durante muchos años el monoplano, hanos menores para el equilibrio. Los planos biendo conseguido no poco éxito en sus prop r i n ci pales p ó s i t os. Su pacten de un m á q u ina se cuerpo c e n aproxima á la tral, en cuya de Blériot en parte anterior las líneas geva montado el nerales-,, -pero motor y detrás o f r e c e una de él el piloto. .verdadera ri£1 único proqueza-dé difepulsor que llerencias en deva está colocat a 1 1 es, todas do á la dereellas, según eí cha delante de i n ve ntor, de g r a n imporla m á q urna, Monoplano Santos Dumo,. tancia. La máque es del tipo de tracción. La característica de este mono- quina está construida muy sólidamente.sienplano es la velocidad, cosa probada por Blé- do toda ella muy compacta. Eí motor es riot en su rápida travesía del Canal Inglés y invento del propio Esnault-Pelterie, et cual que ha sentado la importancia de este tipo por esta razón es uno de los pocos aviadores de nave aérea. El plano menor detrás del que han ideado el aeroplano y el motor y aparato tiene puntas flexibles que se encuen- que á la vez dirigen el aparato resultante. tran bajo la dirección del piloto y que ac- En los extremos del plano principal existen túan como timones para dirigir la marcha ruedas soportes para evitar que dichos exhacia abajo ó hacia arriba. En el lado poste- tremos sufran averías por el rudo contacto rior va el timón único que dirige los movi- con el suelo. El plano elevador va montado mientos laterales. El motor empleado es de detrás de la máquina, y el timón para el motres cilindros, siendo muy de notar que el vimiento lateral va cerca de la quilla. Poutilizado por Blériot-posee relativamente po- see una aleta vertical para mejorar la estacos caballos de fuerza. La máquina es tí. bilidad. montada sobre tres ruedas y es muy comMonoplano Sanios Dumont (francés).— pacta y manejable. Ei primer aeroplano que como tal, oficial1 Monoplano Antoinette (francés).—A pri- mente,se ensayó en Europa fue el construido mera visla, la semejanza entre este aeropla- por Santos Dumont sobre una máquina de no y el de Blériot es considerable; pero exa- su propia invención. Pero no progresó muminándolos despacio se vé que difieren en cho en esta clase de experimentos el aeromuchos detalles. Son iguales en el tipo de la nauta brasileño, y en los últimos años le han máquina, con los planos principales en cada vencido competidores bien temibles. Este uno de sus lados; pero el Antoinette es no- monoplano que ahora presenta Santos Dutable por la manera en que el motor y los ra- mont consiste en una máquina muy pequeña, diadores ó enfriadores de agua van monta- (tan pequeña que puede ser trasportada en dos á lo largo del bastidor. Dicho motor es un automóvil), y el inventor se sienta bajo el muy poderoso, y de un tipo especial en el plano principal con el motor sobre él. La Deque se omite el acostumbrado carburador. moiselle, como se denomina este pequeño Posee timón duplicado,así como unas exten- volador, es un aparato de lo más ingenioso siones detrás del plano principal; estas son y ha hecho muchas expediciones cortas, pero flexibles, pueden ser manejadas por el pilo- hasta ahora no ha demostrado tanta utilidad to y sirven para auxiliar el equilibrio de la como otros aeroplanos de mayor volumen. máquina. Un detalle del monoplano Antoine- No solamente se aparta Sanios Dumont en tte, que no existe en el Blériot, es el mástil ó su aeroplano del gran cuerpo central que tan lanza que se eleva del centro de la máquina: prominente detalle es en los demás monod-esde este mástil se extienden cables hasta planos, sino que coloca el motor sobre el pilos piarnos principales „ sujetándolos muy loto de la nave, cosa que es muy criticada '470 C3OS MÍSTICOS 'por otros inventores. Lo cierto es que este 3. a Conocimiento completo del motor y ^monoplano resulta interesantisimo.no siendo de laa dirección, que debe impulsársele. de las diferencias menores ni menos impor4. Equilibrio. tantes que ofrece con relación á las demás Para sostener y conservar este último, máquinas voladoras descritas la poca canti- generalmente, se emplean palancas; pero dad de material empleado en su construc- en algunos casos las ruedas sirven para goción: debe tenerse muy en cuenta que la bernar los distintos órganos; y "también en mayor parte de los aeroplanos son innecesa- - unos cuantos casos se usan pedales. En los riamente grandes, y este de Santos Du- biplanos, se usa el timón ó elevador para mont quizá sirva de punto de partida para marcar la dirección hacia arriba ó hacia abaresolver el problema del volumen, problema jo. En la máquina Wright los pedales van que puede dar lugar á mejores y más prácti- acoplados con el aparato equilibrador que cos resultados v á gran número de facilida- separa los planos principales. Las máquinas des que abora se presentan como dificulta- del tipo Voisin carecen de los aparatos equides para esta clase de naves aéreas. libradores actuados por el piloto, pero tienen aparatos de estabilidad en forma de cajaCÓMO DEBEN MANIPULARSE LOS AEROPLANOS cola y tableros laterales verticales entre los Los métodos de manejar y dirigir estas planos principales. La mayor parte de los máquinas voladoras son bien distintos, se- monoplanos tienen aparatos equilibradores gún sea el tipo que se intente manipular. actuados por el operador. Poro las funciones principales de tal direcPara la dirección y manejo del motor ción y manejo son casi las mismas en todos empléase simplemente un. aparato que sirve los aeroplanos conocidos basta el presente. para suspender la ignición deteniendo así la Las más esenciales son: la máquina. Este aparato presenta en muchos 1.a Dominio y manejo de la dirección casos la forma de un alambre ó lazo que se halla cerca de la mano del piloto de la nave haciaa arriba y hacia abajo. 2. Dominio y manejo de la dirección ó aérea, de manera que pueda detener la marcha del motor instantáneamente. movimiento lateral. X. Y. Z. OJOS MÍSTICOS Cuando brillan los destellos de tus místicas pupilas cual si 1fueran loa reflejos de seráficos luceros, hay en ellos el misterio de sagrados pebeteros que alumbraran dulcemente entre sombras fugitivas. Hay en ellos el misterio de las horas vespertinas cuando el sol desaparece con el último celaje y en la obscura lontananza represéntase el paisaje en" las brumas añorantes de las noches pensativas. Hay en ellos el misterio de las viejas catedrales, de las naves silenciosas, de los místicos altares á la sombra que proyectan las ventanas ojivales. Y la luz de tus miradas en eí alma del poeta es un ritmo caricioso, cual las notas de una endecha espaciándose risueño entre aromas de violeta. . - MIGUEL E. OLIVA HACE CINCUENTA ANOS. LA GUERRA DE ÁFRICA LA OFENSIVA.— LA BATALLA DE LOS CASTILLEJOS.—EN MONTE :; NEGRÓN.—EL CAMPAMENTO DEL HAMBRE Diciembre del año 1859 y toTERMINABA davía el ejército expedicionario se encontraba bajo los muros de Ceuta. Aquel estacionamiento de dos meses persuadía á los marroquíes de que los españoles eran impotentes para invadir su territorio, y esto aumentaba su natural audacia. En tanto, la enfermedad hacía numerosas víctimas y el cólera se recrudecía con violencia. De prolongarse aquel estado de cosas, la situación podía llegar á ser comprometida, ya que la opinión pública comenzaba á impacientarse en Kspaña y las tropas mismas, que deseaban ardientemente emprender la olensiva, podían desanimarse con tan larga inacción. Pero la lentitud en el envío de los cuerpos expedicionarios hasta mediado Diciembreyel transporte del material de guerra en toda la segunda mitad del mes, habían hecho imposible el menor movimiento de avance. El 30 de Diciembre se ignoraba todavía el verdadero carácter de la expedición y se hacían conjeturas sobre el parque de sitio que se embarcaba en Cádiz; pero, por fin, .con el año nuevo que iba á comenzar, el general O'Donnell se creyó ya en disposición de dar la señal de avance. Las municiones de boca y guerra abundaban en Ceuta, el camino de Tetuán estaba bastante adelantado, y después de un periodo tan fatigoso de lluvias persistentes se esperaba que el buen tiempo secundaría al ejercito en el penoso camino que iba á emprender. Todo era necesario, porque la naturaleza del terreno que nuestros soldados habían de atravesar hacía presentir las más graves dificultades. Desde Ceuta hasta el valle del Uad-Tetauen las montañas que corren de Norte á Sur desde las inmediaciones de una ciudad hasta la otra—macizo de Anjera— dejan solo desde su pié al mar una banda estrecha de terreno en gran parte arenoso, una especie de llano costero cortado por marismas. El único sendero que pone en comunicación á Ceuta con Tetuán serpentea á lo largo de la playa. Plasta llegar al sitio llamado El-Mediq, al pié de Cabo Negro, el camino sigue el llano y no ofrece más dificultad que el paso de las lagunas del Uad-Manuel y las marismas del Uád-Azmir. Una lengua de tierra bastante consistente permite el paso de las primeras; las segundas, por el contrario, mezclan sus aguas dormidas con las olas del mar, y su pasaje, sobre todo en invierno y con la marea alta, es en extremo penoso. Desde El-Mediq en adelante el terreno se levanta y el piso se consolida, pero el camino queda dominado á derecha é izquierda por las alturas de Cabo Negro y por un ramal que se desprende de la sierra de Anjera. Si la marcha no ofrece en tiempo normal más dificultades que las indicadas, no sucede lo mismo en tiempo de guerra con un ejército observado por el enemigo. La distancia que por lo general separa el mar del pié de las montañas es muy pequeña, y las últimas estribaciones de la sierra dividen la llanura en una serie de compartimientos separados por grandes masas roqueñas. La pendiente de las montañas se marca bruscamente en general, la maleza abunda y las torrenteras y cañadas se prestan á ocultar grandes masas de hombres sin que nada denote su presencia. Tal era el terreno en. que iban á, comenzar las operaciones en grande escala, el país ideal para los marroquíes, el más adecuado 472 POR ESOS MUNDOS hizo descender al valle los batallones del Príncipe y Vergara, sostenidos por Luehami, para atacar de frente la posición de los moros. Al iniciarse el ataque, los barcos abrieron el fuego contra la Casa del Morabi-a El día 1.° de Enero de 1860 amaneció pu- y un destacamento de infantería de marina rísimo, y ya desde que rayó la aurora comen- saltó á tierra y entre frenéticos aplausos zaron a desfilar por la playa que termina en de todo el ejército llegó á reunirse con nuest r a s guerrillas en la el valíe de los Castillejos cumbre d e l Morabito, las fuerzas del general que los moros desalojuPrim: su misionera ocuron al punto cediendo par las alturas que doá la impetuosidad del minan á la derecha el ataque combinado. camino de Tetuán, para permitic el libre paso Pero este primer éxito de todo-^1 ejército. Deno bastaba para asegutrás de Prim iba O'Donrar la victoria á nuestras nell con su cuartel getropas.El enemigo había neral, y luego el seguncedido , según su cosdo cuerpo mandado poe tumbre, á fuerzas supeZaba!a, y a retaguardia riores , esperando sola la primera brigada de la una ocasión favorable segunda división del separa reanudar eí atagundo cuerpo. El prique. Su infantería, conmer cuerpo quedaba en siderablemente reíbrzr.el Serrallo, para proteda, se desbordó por h\s ger el campamento forlomas fronteras á la Catificado y la ciudad. El sa d e 1 Morabito para tercero, con Ros de Olarecuperar las posiciones no, saldría á la primera perdidas, y la caballería señal. entró en la llanura por la garganta del Uad-CasU n a escuadrilla, al tíllejos. Dos contra-atamando del capitán de ques tuvieron entonces fragata Don Miguel Lolugar, que marcaron el bo, apoyaría la marcha momentomássolemne y con sus fuegos. patético de la batalla: el A p e n as el general choque de Prim con las Prim se puso en movihordas que dominaban miento, envió Echagiie la Casa del Morabito, y algunas compañías á las la carga de los húsares inmediaciones de la Caá la caballería marrosa dei Renegado, para quí. '•enera! Don Juan.Prim,'que raímdaba la división vigilar' á un grupo de ganó.la célebre batalla, de moros que por allí apa- del ejército españollosqueCastillejos Los jinetes moros cerecía; pero cuando las dieron a 1 primer atatropas de Prim quisieron ocupar sus posicio- que de los dos briosos escuadrones mandanes, era ya demasiado tarde y fue preciso dos por Don Juan de Aldama y e¡ marqués que el primer batallón de! Príncipe y los ca- de Fuente-Pelayo, quienes, contra todas las zadores de Vergara diesen una carga á la leyes de la prudencia, se dejaron arrastrar bayoneta , mientras algunas compañías de por su loca temeridad: persiguiendo á los Cuenca se parapetaban en unas rocas, desde jinetes enemigos, que huían lentamente ante donde molestaban vivamente al enemigo, ellos, se precipitaron por la angostura y lleque acabó por retirarse hacia la llamada garon a apercibir un blanco campamento Casa del Morabito, reconcentrándose en cuya existencia ni soñaban siquiera. gran número al amparo de la colina y de los Su repentina aparición causó un pánico jarales'qW la cubren. increíble entre los que guardaban el campo O'Donñéli'd'ió orden de tomar estas posi- y cegó todavía más á los valientes húsares. ciqnes.El brigadier Serrano atacó ¡a izquier- Allí está el cubil de los lobos. ¡Adelante!, dida Sel enemigo, para arrojarlo del bosque en cen todos, y espolean los caballos. Sin.penque se .había'parapetado, y Prim, á su vez, sar en el lazo que el enemigo les pudo haque pudieran soñar para su manera especial de combatir. LA GUERRA DE ÁFRICA 473 ber preparado, avanzan en correcta forma- cuadrones, gracias á la agilidad y resistención, dejando relucir la punta de sus brillan- cia de sus caballos, lograron desembarazartes espadas por encima de sus blancos dor- se y salir de la angostura, para rehacerse en manes. Pero,de pronto,búndese la tierra bajo el llano. Ocho habían quedado en el desfilasus pies. Arrastrados por el ímpetu de la dero, los dos comandantes estaban heridos, carga y empujados por las líneas siguentes, dos oficiales habían muerto, y solo cuatro treinta hombres, toda la primera sección, estaban sanos y salvos. desapareció en las zanjas cubiertas de hierbas y ramaje que protegían la entrada del campamento marroquí. La segunda sección logró evitar el obstáculo, y lanzándose á brida Mientras los húsares, traspasando las inssuelta «óbrelas tiendas enemigas batióse á trucciones recibidas, se metían en el avispepistoletazos y cuchiro del que con tanta lladas y se apoderó de dificultad- h a bían de mil objetos curiosos. salir, el general Prim, Entonces, fue cuando por su parte, se^ veía el c a b o Pedro Mur no menos compromearrebató una bandera, tido para resistir a í matando al moro que enemigo, que, reforla defendía. mado en las alturas que dominan la Casa Mas , en tanto , el del Morabito, se mosenemigo había vuelto traba tanto más audaz en sí de su sorpresa. cuanto que se v e í a Mientras que unos, escon la retirada perfecpaciados por los flant a m e nte asegurada. c o s d e l desfiladero, Estas colinas son las ocultos en la maleza, que separan la 1citada fusilaban casi á manCasa del desfi adoro salva á nuestros húsaen que 1 a caballería res, otros en gran núse había comprometimero bajaban á recodo, y eraindispensa-• brar sus tiendas. La ble limpiarlas de eneretirada de los nuesmigos. tros era en extremo difícil, envueltos como Los batallones d eestaban en un círculo Vergara, Príncipe, Lude fuego y sin ninguna charía y Cuenca, manfuerza de infantería dados por Prim, acoque los protegiese. Sin metieron la empresa, embargo, no había más al tiempo que O'Donremedio que hacerlo, nell daba orden al gesi no querían perecer neral García de atacai" todos en aquellas horel campamento enemicas candirías. Así lo go. Antes de que los hicieron, m o s trando m o ros emprendiesen una energía extrema y su movimiento, los deí batiéndose c o n arre- Cabo Pedro Mur, que se distinguió heroicamente en la Príncipe habían ocubatada furia.En el mo- batalla délos Castillejos, arrancando una bandera pado las primeras alque los moros enarbolaban mento en que el desturas. Pero el enemiorden era mayor, el capitán Valledor cayó go, creyendo que esta maniobra se dirigía en tierra y fue herido de una puñalada; pe- contra el campamento y envalentonado por ro, afortunadamente para él, antes de re- la llegada de nuevos contingentes, no mematarlo los moros que lo habían heiido nos que por el éxito de su estratagema conentraron en disputa sobre quién había de tra los húsares, luchaba con una obstinaposeer sus despojos. Un pelotón de húsares ción heroica sorprendente. A lastres de la llegó á tiempo, acuchilló al grupo y salvó al tarde llegó hasta tomar la ofensiva. Aunque herido. Un poco más lejos cayó otro oficial: sostenidos por las fuerzas que les seguían, los los marroquíes se precipitaron sobre él y en batallones que mandaba Prim se encontraun abrir y cerrar de ojos le cortaron la cabe- ban en gran peligro: Príncipe, sobre todo, za. Por fin, casi milagrosamente, ¡os dos es- que quedaba aislado en una colína, sin que '!&& • 474 POR ESOS1ÍUNDOS fuese posible socorrerlo, ni pudiese retirarse- la espada desnuda, retorcido el musculoso . Este momento fue uno de ios más emo- cuerpo bajo el anchuroso uniforme, tranquicionantes de la batalla. Prím había per- lo y arrebatado á un mismo tiempo su coradido mucha gente, sus tropas estaban fati- zón, como debe de estarlo el del hombre que gadas por los esfuerzos hechos desde el ama- va á atentar contra su vida.> necer y todavía no habían comido ni desEl enemigo avanzaba entretanto: las posicansado; era,pues,casi imposible que pudie- ciones conquistadas á fuerza de tanta sansen resistir más tiempo la furia délos ma- gre iban á quedar por suyas. Prim, entonces, rroquíes, cuyas fuerzas se.renovaban con arrojóse sobre la bandera del regimiento, reservas ajn no entradas en fuego. No sa- púsose al frente de los soldados, y dirigiendo biendo ya de quién echar mano, Prím se su caballo hacia las balas enemigas volvió dirigió a los artilleros y les mandó desple- la cabeza á las tropas y les gritó con tremegar en guerrillas para j hundo acento: «Soldaresistir el choque del dos: ¿permitiréis que enemigo, m i e n t r a s el estandarte de Espala infantería cobraba ña caiga en poder de aliento. El quinto relos moros ? ¿Dejaréis gimiento de artillería á morir solo á vuestro •pié avanzó, mandado general?» por el coronel BerroeCon su ce meta de ta, en una formación órdenes al lado, seguitan nuevapara él; pero do de catorce hombres, recibido con un fuego espolea á su caballo nutridísimo tuvo que 7 •"•* y se lanza al enemigo. replegarse , volviendo La mitad de su peinstintivamente al orqueña escolta cae, peden cerrado á que su ro la bandera se agita instrucción les había siempre sobre la cabehabituado y perdiendo za del general. Los baasí mucha gente. tallones de Córdoba se abalanzan en pos de Por fortuna, el genePririi y se traba el más ral en jefe, que seguía furioso encuentro: los desde el Morabito las acentos de las cornevicisitudes de la batatas s e sobreponen á lla , se apercibió del los gritos de los moritrance peligrosoenque bundos, las gumías se se hallaba su división cruzan con las bayode reserva, y destacó netas , los ayudantes d e 1 segundo cuerpo del general caen heridos batallones de Córdos, una bala alcanza doba á las órdenes del á su caballo, y siembrigadier Ángulo . A pre la bandera espala llegada de este reñola ondea en medio f u e r z o inesperado, de u n torbellino de Prim se pone á su cabeza, les manda dejar Teniente general Don Antonio Ros de Oia.no, que fuego y humo. en el suelo las mochi- mandaba el tercer cuerpo expedicionario en la guerra La rápida intervende África de 1859-60 las y avanza a conteeióndelgeneral Zabala ner el alud de enemigos que se precipita salvó á las tropas de Prím y decidió el éxito sobre Príncipe. de la batalla. León, Arapiles, Saboya y SiPero Prim tiene también que ceder. «Es mancas llegaron á sostener á aquellos héroes menester conocer á aquel hijo déla guerra, que no podían materialmente resistir un —refiere Alareón—á aquel fiero catalán, pa- momento más; pero para llegar hasta allí, el ra imaginarlo en ian crítica situación. Estaba conde de Paredes tuvo que atravesar una pálido y casi verdoso; sus ojos lanzaban ra- cañada interpuesta entre sus posiciones y la yos, su boca contraída dejaba escapar una de Prim: dos veces cargó á la cabeza de su especie de rugido que lo mismo parecía un Estado Mayor, persuadido de que las tropas lamento que una histérica carcajada. Hallá- de Prim habían hecho esfuerzos sobrehuera necesario sobase al frente de los de Córdoba, delante de manos y que a todo trance : K 'todos, con el caballo vuelto hacia ellos, con correrlas. LA GUERRA DE ÁFRICA Sn llegada faé oportunísima y permitió al general vencedor fortificarse en la última posición ganada al enemigo. Entretanto, el general García había recibido contra-órden, y en vez de atacar el campo enemigo embistió su flanco izquierdo, contribuyendo con este goípe decisivo al triunfo final. O'Donnell dirigió toda la acción desde la Casa del Morabito, con admirable sangre fría. Solo al ver replegarse á los batallones de Prim, salió al galope, sin advertir á su Estado Mayor y gritando: «A ellos, á ellos, á la bayoneta!» Un batallón pasaba por allí: O'Donnell lo arrastró consigo, pero al llegar al pié de las alturas Prim salió á recibirlo diciéndole que -todo estaba terminado y que su deber era dirigir la acción y no exponer su persona. Los marroquíes se retiraron por fin lentamente, disparando todavía tiros sueltos. Las tropas conservaron las posiciones y los ingenieros levantaron una fortificación ligera, que sirvió de campamento al cuerpo deí general Prim. Esta batalla fue una de las más importantes de la campaña, y sin embargo solo se hicieron cinco prisioneros. Nuestras pérdidas fueron siete oficiales y sesenta y tres soldados muertos; sesenta y ocho jefes y oficiales, entre los cuales se hallaba el coronel Don Cándido Pieitain, y cuatrocientos ochenta y un hombres, heridos. El coronel de artillería Don Francisco Berroeta, desesperado de la derrota de los suyos, se pegó un tiro al entrar en su tienda: y el general Zabala después de haber pasado diez horas á caballo y haberse expuesto hasta la temeridad, al descabalgar sufrió un ataque de parálisis fulminante y fue retirado en brazos de sus ayudantes el conde de Corres y el duque de Ahumada. • Los informes españoles elevan á veinte miL el número de enemigos: las fuentes marroquíes permiten afirmar que Muley-el-Abbas en persona dirigió la acción. El enemigo levantó su campo durante la noche. Al amanecer del día siguiente se podían aún ver los senderos y angosturas de las montañas cruzados por caravanas de muías y camellos que llevaban las tiendas y los heridos. Tres días estuvo el ejército de O'Donnell acampado en los Castillejos. Al cuarto abandonó sus posiciones para seguir avanzando. El país que se extiende desde las ruinas de los Castillejos hasta Monte Negrón es una lengua de tierra arenosa cortada por las lagunas del Río Manuel. Después de las lagunas, el Estado Mayor ignoraba exactamente la naturaleza del obstáculo presentado por el monte que, de lejos, parece formar un áspero acantilado sobre el mar. Esta razón ponía en gran inquietud á nuestros generales, que,de pronto, descubrieron una estrecha banda de arena que separaba el mar del monte y que permitía llegar al otro lado sin tener que regar con sangre el camino ganando una á una ias peñas de Monte Negrón. Mas las colinas todas que se extienden en suave pendiente desde el Río Manuel al Uad-Azmir están cubiertas de malezas sembradas de rocas, desde donde los marroquíes podían tiroteará mansalva á nuestras tropas y causarla graves daños sin descubrirse ni comprometerse. Por eso se adoptaron en la marcha toda suerte de precauciones. El día 4 de Enero fueron ocupadas las Aliuras de la Condesa casi sin disparar un tiro: solo al medio día se oyó algún fuego de fusileríaen las avanzadas, y una batería lanzó algunas granadas contra un grupo de dos mil moros que se descubrieron por la derecho del río en los últimos contrafuertes de la sierra. Entretanto, el general García, que había hecho un reconocimiento á lo largo de la playa, afirmó que el paso de las lagunas era mucho más fácil de ío que se había creído. El día 6 se renovó el avance y se pasaron las lagunas del Río Manuel y el Monte Negrón con gran habilidad estratégica. Comenzaron los ingenieros por hacer varias obras en medio de las marismas para mejor permitir á las tropas llegar hasta la lengua de tierra que las separa del mar. El general García debía proteger esta marcha penosa, mientras Ros de Olaho entretenía al enemigo con un falso ataque á su campo hasta que el ejército se encontrase del otro lado de las lagunas. Antes de salir el sol, á las cuatro de la mañana, las alturas vecinas á Monte Negrón fueron ocupadas por el segundo cuerpo, sin que se apercibiese el enemigo, y ya con esto el éxito de la operación quedó asegurado. Los marroquíes esperaban un ataque de frente por el monte y no habían siquiera imaginado que los españoles se aventurasen por la lengua de tierra al pié de la montaña; mas pronto salieron de su error y comprendieron la naturaleza del movimiento operado. Quisieron impedirlo, pero era ya muy tarde, y persuadidos de la inutilidad de sus esfuerzos se limitaron á un simple tiroteo de lejos. No podían hacer otra cosa, pues si bajaban contra el grueso del ejército que pasaba junto al mar se dejaban cortar la retirada por las tropas del general García, y si 470 POlí ESOS MUNDOS se dirigían contra ésto todo el ejército se ¡es escapaba. Limitáronse, pues, á molestar á á las tropas del general Ros de Olano, que lesbieieron frente hasta que, llegada la noche, después de haber recibido aviso de que todos los cuerpos habían pasado al otro lado del ¡Monte Negrón, efectuaron la retirada en buen orden v sin peligro alguno, pues el resto del ejército las apoyaba. Los marroquíes, que lo comprendieron perfectamente, no pusieron más empeño en perseguirlos del que habían mostrado al atacarlos. Todo el día se empleó en esta corta, peco dificilísima jornada, y O'Donnell pudo gloriarse de no haber perdido en ella un solo hombre: los marroquíes habían dejadopasar una ocasión preciosa. Pero el mal que el enemigo no supo causarnos apore su desconocimiento y falt ^ táctica, supliólo, y con creces, el furioso temporal que en los días siguientes se desencadenó y que puso á nuestro ejército á dos dedos de su ruina. El tiempo había estado bueno desde el primer día del mes y el aprovisionamiento de las puerta de .Fez, on Tcluán ^ Vi^ta Je Teman tropas se hacía por la escuadrilla, que seguía los movimientos del ejército á lo largo de la costa. De pronto, un furioso temporal se desencadenó el 7 por la tarde, y la escuadra tuvo que hacerse hacia Málaga y Gibrallar ó refugiarse en Ceuta. Las comunicaciones por tierra habían quedado cortadas apenas el último soldado desapareció tras la llanura de los Castillejos, y el ejército con sus coléricos y cinco raciones por hombre quedó aislado á treinta kilómetros de la pla^a, en un terreno completamente salvaje. Soplaba el viento Sudeste con una violencia inaudita v en la misma rada de Ceuia varios barcos sufrieron grandes averías: la goleta Rosalía y el vapor Sania Isabel s e perdieron y algunas embarcaciones pequeñas se estrellaron contra la cosía. El gran cronista de esta guerra. Pedro Antonio de Alarcón, que había tenido que quedarse e n Ceuta, ha descrito con gran vigor aquellos cuatro días con sus infernales noches. «¡Qué noches tan horrorosas! Los truenos parece que desgarran el firmamento. El rayo hiende la atmósfera en todas direcciones; tiembla la tierra como si la mar 477 L.V GUELÍliA 'D'¿ AFRIC1A amenazara rom por el débil istmo de esta península y arrancar á Ceuta de sus cimientos de granito y hacerla zozobrar y perderse y hundirse en apartadas soledades, como navio que ha roto sus amarras.Torrentes do lluvia, cataratas de granizo y de piedras enormes, caen con una violencia increíble sobre la espantada ciudad. IIándense algunas casas; las calles son ríos sonoros; cada palio es una laguna. El viento azota y conmueve todo lo que encuentra por delante: sus rugidos asordan el espacio: ol misino mar no le gana esta noche en furor y poderío... Pasan horas y horas y el huracán no cede: antes se enrabia y desencadena más. Llega el dia, y lejos de serenarse los elementos al rayar sus turbios resplandores, encole rizan se de nuevo, cual si proclamasen en aquel instante que no hay poder ni ley que tenga fuerza sobre ellos y que no desisten de su propósito de aniquilar todo lo creado.» La situación era muy crítica: el día 6 el ejército no tenía víveres más que para tres días, y en la noche del 8 al 9 la tempestad llegaba á su máximum de furor: el huracán había abatido todas las tiendas y eí campo era un lago en que no había un sitio seco. En la mañana del 9, el vienío calmó un poco. Pero todavía no se podía esperar socorro alguno de la ilota, y todos estaban consternados pues se sabía que muchas veces tempestades de esta naturaleza duran en el Estrecho de Gibraltar semanas enteras. Las raciones so habían acabado y todo el mundo tenía que contentarse con galleta mojada en agua corrompida. Los mulos de la artillería roían sus bastes, y no teniendo ni síquiera la escasa hierba que hasta entonces se había encontrado ios caballos caían extenuados. O'Donnell, sin saber qué partido tomar, encargó al general Prim que formase toda su división, reuniese á los cantineros, muleteros y demás personal encargado de los bagajes y trasporte de provisiones, y fuese con ellos á Ceuta á abastecerse en los almacenes de la plaza. Para esto había que repasar con un material enorme y embarazoso las cinco leguas de costa que tanta sangre habían costado. El conde de Reus, ídolo de sus soldados, tenía en ellos plena confianza; pero la turba heterogénea de bagajeros que le seguía podía ser un estorbo en caso de un ataque, y sin su material era imposible proveer al ejército de la necesaria cantidad de víveres. Reuniendo entonces á todos aquellos peligrosos auxiliares les dijo que eí ejército tenía necesidad, de ellos y que desde aquel momento quedaban elevados á la dignidad de soldados. El jefe de los brigaderos, viejo catalán chapado á ¡a antigua, agregó á esla noble arenga del general un discurso más persuasivo, aunque menos elocuente, y poniendo entre paréntesis á sus frases las más enérgicas interjecciones de la lengua castellana, amenazó con los más severos castigos al que se descuidase en el cumplimiento de su deber. Todo estaba preparado. Ll general Prim se despedía del comandante en jefe y el resto del ejército rodeaba á los expedicionarios, cuando llegó hasla el campamento este grito, lanzado desdo una colina de las avanzadas: «¡Un vapor dobla la punta de Ceuta!» Todos miran:como náufragos abandonados en una isla desierta. Kn electo: á pesar del viento contrario y de la tempestad, un barco avanza. Kl viento, sin cambiar de dirección, cede un poco; el resto de ía animosa flotilla deja el puerto de Ceuta, luchando contra un mar de fondo, y procura á toda máquina adelantar en una hora el momento de unirse al ejército expedicionario. Gen erales, jefes, oficiales, soldados, todo el mundo, se encuentra sobre la playa: no hay corazón que no levante al Cielo una acción de gracias íntima y silenciosa. El general Prim suspende la orden de partida, y á las pocas horas, con esfuerzos infinitos, á costa de ía vida de varios marineros, una barca se dirige á la playa y arroja un cable á los soldados, que se habían metido en el agua hasta la cintura. Dos veces la lancha í'ué volcada y dos veces aquellos pobres marinos, luchando contra las olas, se dejaron varar en" la arena, sin soltar el cable. Por fin, se llenó de sacos de avena, de haees de heno y de cajas de conservas un ]anchó n plano de los que se emplean en el desembarco de tropas, y sólo cuatro hombres subieron á él para dirigirlo. Los soldados que estaban en la playa sostenían el cable, cediendo al flujo y reflujo de ¡as olas, y aprovechando un momento de calma encallaron la barcaza en la arena. El agua del mar había mojado todos los víveres, mas nadie se preocupó de ello: el ejército se había salvado y los desembarcos pudieron ya hacerse con relativa facilidad. El Campamento del hambre fue el nombre que los soldados dieron á la playa entre Monte Negrón v el Uad-Azmir, falídieo títu10 que evocaba en su mente los recuerdos de las tormentas, la peste y los ataques de los moros en los cuatro terribles días del 7 al 11 de Knero. A . ÍTL'TCT (ARTÍCULO A mesa del café es el mueble más desL acreditado de la sociedad moderna, y de parle de la pasada, en su vida de relación. Es decir, la desacreditada no es la mesa en sí; expresémonos con la debida propiedad y demos los conceptos claritos: lo desacreditado es el núcleo de personas que de ordinario la circundan. Para algunos filósofos, sociólogos, y hasta literatos, la mesa del café es la remora de la civilización, el plantío de la vagancia y el semillero de todas las perturbaciones sociales en el orden político, en el orden administrativo, en el orden artístico, en et orden literario, en el orden público, llamado actualmente Cuerpo de Seguridad, en el orden religioso y demás órdenes, las de caballería inclusive, como son Alcántara, Monte-, sa, Santiago y Calatrava; en pocas palabras, para estos señores la mesa del café es el, símbolo del desorden informado por la ignorancia. Pues bien: no es eso, dicho sea con perdón de mis mayores. Porque yo he visto mu-i chas veces mesas de café confinadas por los hombres mejor reputados en ciencias, artes, y literatura. Es más: yo aseguro que las dos terceras partes de mi sabiduría aprovechable ¡as he adquirido en lamesa del café; ya se comprenderá que no me he sentado á tomar café con ai-bañiles, ni con carpinteros de armar, aunque tampoco lo he desdeñado, por eso sé algo de albañilería, carpintería y otros oficios. En la mesa del café, teniendo ,el hombre una mediana disposición mental, aprende medicina del contertulio médico; ingeniería, del ingeniero; derecho, del jurista; idiomas, d e 1 políglota; táctica militar y estrategia del soldado; se aprende á robar, á estafar, á JOCO-SERIO) asesinar, á violar y á incendiar. Y bueno es que no se practiquen estos últimos aprendizajes; pero bueno es saber cómo se hace según arte, por lo menos para salvar el cuerpo y esquivar los golpes. Es una especie de esgrima intelectual. Ningún hombre de buena familia y sen ti-, mientos nobles aprende esgrima para matar á nadie: la aprende para no dejarse matar. Esto se le puede preguntar á todos los que hacen esgrima, si se quiere confirmación. Pues nada de eso se aprende en las cátedras, ni en las academias, ni en las escuelas, ni en los ateneos, ni en las bibliotecas, ni en las clínicas. Todo eso, y mucho más que no puede decirse, se aprende en la mesa del café, que es el lugar adecuado, porque ai café concurre todo el mundo: el cafó es el rincón más cómodo del arroyo, y á vivirse, aprende en la calle.Lamesa del cafó es, pues, la cátedra de la vida, nocabe duda... ¡Y vengan sociólogos! • ' " , Yo sé de hombres cultísimos, sabihondos, eruditos, pensadores profundos, verdaderas. álhóndigas, de ciencia, gala y ornato" de.' todo lugar d ocíente, que no saben que existe, el timo de los perdigones, ni el del portugués, ni el del entierro. . Hay señor de estos que odian la mesa del café y vituperan á sus devotos, que embebecido en el estudio de los aborígenes de América, verbigracia, todavía no se ha enterado de que hemos perdido Cuba y Puerto Rico; y sabido es que de los que tienen el hábito ' de ir al café... hasta el más zafio conoce la t desgracia nacional con todos sus detalles y pormenores. ¡Pues poquito que se discutió, • y se sobó, y se analizó, el asunto! La mesa del café es la cosa más compleja que puede ofre.cerse para el análisis. LA MESA DEL CAFÉ Hay muchos cafés, y estos cafés son de muchas clases, y cada uno de estos cafés tiene mucha3 mesas ocupadas, no tantas como quisieran los dueños de los cafés; pero, en fin, muchas, y cada una de esas mesas tiene su psicología particular. En una mesa se reúnen agentes de cambio y bolsa,—• se trata de un café serio estafa 1 e cido en el centro de la pob 1 a ción — los c u a les hablan constantemente de sus negocios, y allí h a c e n acopio de datos interesantes para su profesión, cambian impresiones del capit a l , crédito y m o r alidad de personas y entidades, se cruzan cotizaciones, se analizan los valores públicos nacionales y extranjeros,y se educan, en el más amplio concepto, de todo lo concerniente á su tráfico, sin esa seriedad, ni ese empaque, ni esa reserva con que tienen que hablar en la bolsa, en el bolsín y en sus circuios ad hoc. El profano que cae en una tertulia de' estas se ilustra á su sabor del divino arte de emplear el dinero con la mayor seguridad y los mayores rendimientos. Y el que no tiene dinero que emplear, se entera de muchas cosas que pueden convenirle para tenerlo. En otra mesa, se congregan los maestros d e obras, hombres intelígentesen contratar: n o tienen otro c i r c u l o donde cambiar sus impresiones, y la mesa d e l café satisface todas s u s aspiraciones. Toman café, licores, f u man puro, y en un lenguaje burdo y antigramatical ponen de relieve su conocimiento de la vida práctica y excitan á la actividad y á la laboriosidad á cuantos les escuchan, inculcándoles de paso la idea de enriquecerse, porque en el mundo, sogún ellos, lo único cierto y positivo es tener cin-' co duros en el bolsillo. " •' En otra mesa, se reúnen unos cuantos po- 479 líticos. La lucha es titánica, analizan la influencia social de todos"'! o s prohombres, aquilatan los merecimientos de íos luchado. res, de las medianías en acción; todo lo discuten, lodo lo avaloran ó deprecian, según cálculo propio, y son los e n cargados* de presentar la úlcera de la política al p r i m er oyente que s e sienta en los alrededores. Esta otra mesa es la más peligrosa: acaso es donde más s e aprende, y por ello es l a que más acibara la vida de los elementos extraños: es la mesa de los poetas, de los literatos, de los artistas. En abierta y descomunal pugna por lograr la atención ó su poquito de supremacía entre los contertulios, allí dice cada cual todo lo que sabe, y lo mejor. Se habla de prosa, de poesía, de" música y de pintura, procurando poner un espíritu' crítico original y selecto para acreditarse y hacerse firma. En una mesa de estas se atropellan los cursos académicos: hay sesión de café de la cual sa'e uno en preparación de estudiar seis m e s es, y con ansia d e estudiarlo y saberlo t o d o . Allí es donde se amontona la semil'a déla emulación, y donde se agita el espíritu para las más nobles y arduas e mpresas del e n tendimiento. Han de concurrir á e s tos cenáculos al ai. •• re libre los seres de más dormidos sentimientos al arte, y allí se les despierta, y se les agita, y seles lanza al mundo, para que vayan fructificando. La cultura de las grandes ciudades debe más de la tercera parte á la influencia de la mesa del café. Como estos tres ó cuatro sucesos apumta- POR ESOS MUNDOS 4SÜ dos, hay hasta treinta ó cuarenta de clases distintas, y todos con tendencias de útiles enseñanzas. . . Ya s a bemos que hay ¡cafés ;de barrio, doncta s e constituyen tertulias insoportables, q u e tienen una ética deplorable, á los c u ales acuden verdaderas mesas de i a más linajuda cursicracia. Pero eso no es bastante para poder desa c r e d itar, ni fundamentar, el temor á la mesa del café. De estas mesas de familias cursis y de familias o r d inarias hay mucho que decir: eso merece un capitulo á parte, de carácter puramente festivo, que desde ahora prometo hacer, porque conozco el género como pocos de mi afición, lie sacrificado muchas horas de mi vida a la obser- vación de sus costumbres y movimientos. Pero la mesa del café, asi dicho, es uh trastoque merece la m a y o r c o n s ideraciórr y el mayor respeta, desde los h o m b res más cultos, hasta los h o m bres más zafios, Al café va de todo, bueno y m a l o, allí se aprende de todo, y entre ese todo se escoge. Lo mismo se puede salir del cafó para hacer una obra de ^rte, por inspiración propia del medio e n que está discurrida, q u e se puede salir para falsificar una letra de cambio y cometer una estafa. Puede que baya esa enfermedad que dicen ¡os sociólogos; pero no está en la mesa del café. La llevan ya los que las rodean. FÉLIX MÉNDEZ Dibujos de Karikaío