Nicole Malay Medina Khartes Nadie le hace caso a los Territorios Centrales. Son un área borrosa en el mapa, lleno de montañas que nadie se atreve a escalar, y quebradas por las que nadie puede pasar. ¿Para qué? Si es completamente factible bordearlas, no vale la pena gastar tinta en un mapa. Pero para mí no claro, soy cartógrafa, una de las pocas mujeres en el trabajo, y ver que mi pueblo natal no salga en un mapa me parece el colmo. Nuestro país entró en recesión hace unos meses, no se mucho de economía ni política, pero creo que fue por que los Territorios del Norte, congelados por la mayor parte del año, comenzaron a abusar de la pesca. Fueron el “boom” del mercado este año, y luego de darse cuenta que su estrategia de explotar el mar por completo en el verano para aligerarse el invierno fuera un gran fracaso por la cantidad de meses invernales en proporción (9 meses con las costas congeladas por año y tan solo 3 de verano), se vieron obligados a emigrar a otros territorios, que por cierto tampoco tenían recursos para ellos. Entonces, fue así como el desbalance económico creció. Primero fueron a los territorios del Este y Oeste, ya que eran los más cercanos y con salida al mar. Por último, al sur, que si bien tienen inviernos fuertes, el hielo no cubre tantas tierras como en el norte. Finalmente vinieron a los territorios centrales pero las concentraciones de inmigrantes eran en su mayoría por las fronteras. Esto hizo que los locales comiencen a mudarse a las montañas por áreas de cultivo, trabajo, etc. Y consecuentemente aquí estoy. La razón por la cual estoy en la mitad de un valle congelado es justamente esta: No hay trabajo, la librería en donde trabajaba me despidió junto con otros por que ya no podía mantener tantos empleados, entonces cogí la oportunidad de financiamiento de un negociante exitoso que quería expandir sus opciones en agricultura y comprar nuevas tierras. Estas tierras no existían, pero solo en mapas por supuesto, por que, repito, nadie sabe nada de los territorios centrales. Entonces fui yo quien se ofreció para caminar estas montañas – o por lo menos la parte sur de éstas – y comenzar la labor de crear un mapa apropiado. Mi Nombre es Khartes, y mi única compañía es un animalito a quien llamé Lemmy, pues por que es un Lémino, “Lemmus amurensis” según un libro que cogí antes de venir. Me lo dio el tipo millonario para quien trabajo por el momento,. Dice que lo recogió en una de las expediciones por que se veía enfermo y luego se encariñó. Y que ahora no tiene tiempo y su casa es muy grande, por eso me lo dio a mi para que me haga compañía, y acepté, ya que estos animalitos aparentemente saben cuidarse en climas como éste. La mayoría del tiempo se la pasa por los recovecos del equipaje en el trineo, si es que no se va por ahí cuando hago campamento. Las noches son muy frías, pero felizmente me gusta este tipo de vida. Con todo el caos de las ciudades lo único que necesitaba era un trabajo como este. Es mi segunda vez explorando para hacer un mapa. La primera vez fue por una bahía – no tomó mas que unos días y era parte de un equipo. Se podría decir que soy algo novata en el campo de trabajo, más no en lo teórico. Pero bueno, igual ningún experto en la exploración iba a estar lo suficientemente loco y desesperado como para tomar un trabajo como este. Ahora estoy totalmente sola (Salvo por Lemmy, Nicole Malay Medina quien no me entiende y yo tampoco por cuestiones obvias) y dependo de lo que tenga en el trineo o logro cazar. Las noches son terriblemente calladas en estas montañas. Los animales más grandes que hay son pequeños mamíferos y aves, que no hacen ruido al caminar o aterrizar. Pero esta noche en especial escucho el llanto del viento a lo lejos, me asomo por la carpa para ver que es y de donde viene – de repente es una pequeña cueva de carámbanos que puedo romper. Pero en vez de eso, hay un lugar oscuro que no logro diferenciar, y dentro de éste, veo lo que parece una ventana con una luz cálida… Entonces decido ir a ver que hay. Cierro la carpa para poder cambiarme a una muda de ropa que no me haga morir congelada con la nevada que hay afuera. Siempre fue muy incómodo esto. Suelo cambiarme fuera de la carpa – no es que haya ningún humano cerca. Pero esta noche definitivamente no es adecuado para salir así. Entonces, en la típica posición a medio sentar, me cambio el pantalón y me pongo una casaca de piel y me escurro fuera de la bolsa de dormir. Abro la entrada de la carpa que está muy firmemente amarrada – agradezco saber hacer nudos fuertes, pero no agradezco no acordarme como los hice y terminar con una maraña. Logro por fin salir y esto es más que una nevada. Es una tormenta, y se nota que la nieve está más alta. Igual sigo el sonido que si o sí lo tengo que encontrar, si no, ni se como lograré dormir. Pero doy unos cuantos pasos, cuatro o seis, y me doy cuenta que es una tarea imposible para una mujer a medio vestir y a estas horas. Es más, ¿qué hora será? Le doy una última mirada a la luz, está más débil. De repente es un campamento y ya se fueron a dormir. Evaluando la situación: Sólo estaría yendo para saciar mi curiosidad – y un sonido molestoso. Pero la tormenta se está poniendo peor y es ese ruido que predomina ahora. Entonces, ¿Estaría yendo por algo de compañía? A estas horas de la noche definitivamente no es un momento adecuado para visitas. ¿Comida? También tengo lo suficiente por lo menos para un día y un desayuno más. No. No es necesario ir ahora, mejor espero a la mañana, no vaya a ser que haya una avalancha o me quede atracada y con esta ventisca solo logre morir. Que fea muerte… Regreso a mi carpa, me saco las botas y me cambio de nuevo el pantalón a uno más cómodo. La diferencia de temperatura es tremenda entre aquí adentro y afuera. Prendo la lámpara de gas y de paso noto que también debería de cazar algún animal para usar su grasa como combustible, todo apunta a que mañana es día de caza y no día de mapear. Qué lastima, tenía en mente sentarme en una roca que vi ayer en una quebrada cercana, pero ya debe estar cubierta de nieve. Ojalá que para mañana cese el clima y los animales salgan. No puedo volver a dormir, por gusto salí de la carpa, ahora estoy con ganas de caminar. Es una de esas veces que ya has dormido más de seis horas, entonces estás descansado, pero no es lo suficiente como para seguir con energías para todo el siguiente día. Y ahora es imposible dormir. Mejor leo algo. Me volteo y encuentro mi mochila entre el desastre de carpa. También tengo que ordenarla. La saco de toda la ropa tirada y la coloco encima de mis piernas y comienzo a rebuscar algo interesante para leer. Nicole Malay Medina Me quedé leyendo acerca de la historia del continente, hace unos 40 años. En la época de los imperios. Creo que trabajar en la librería despertó mi interés en la historia, peor nunca tanto como para dedicarme a ella. Un rato después marco la pagina 243. Relata acerca de las campañas exploratorias. Los batallones que cargaban insignias de los territorios del Norte y luego fallaron su misión al perderse en las alturas del centro del continente. El Norte siendo simbolizado por un escudo de alguna especie de pez. Ahí me quedé. Y me voy a dormir. A la mañana siguiente me despierto muy cansada, lo bueno es que la nevada se calmó, y hay un sol muy fuerte brillando. Voy a cazar, pero no encuentro ningún animal. Ni siquiera huellas. Deben haberse ido a otra zona antes de la nevada. Sin embargo Lemmy encontró un pequeño arbusto con bayas. Me servirán por mientras, entonces agarro lo más que puedo. Una vez de vuelta en el campamento me preparo para hacer alguna especie de crema de bayas, pero en eso, Lemmy se asusta y se esconde en la carpa. Miro hacia arriba y veo un cóndor, o un buitre de algún tipo. Debería comer carroña, pero después de la nevada de ayer y que ni yo he encontrado un animal vivo debe estar listo para cazar. Entonces me adelanto y lo sigo con el arco y la flecha. Cocino el ave, no parece que su carne sea muy sabrosa, pero a estas alturas no es que sea de importancia. Con las bayas seguro se arregla. El fuego se comporta de manera extraña: estoy en una especie de hendidura en la montaña pero por el fuego parecería que esta en una ventisca. Se ven algunas formas geométricas y la madera se desploma. La geografía del lugar debe ser intrigante. Intrigante… como la luz de la noche anterior. Termino de comer y me voy a la cueva, pero no hay rastro de nada. Creo que aceptaré mi teoría de que era otra carpa. Debería de sentirme mucho más segura, sabiendo que hay alguien mas por ahí que pueda buscar si es que necesito comida, si ocurre un accidente, o sólo por la mera necesidad de compañía… humana. Discúlpame Lemmy. Pero siento todo lo contrario, no me siento nada segura. Siento que me observan. Que podría ser una emboscada. Nadie sabe que pasa aquí y por qué tiene fama de ser tan peligroso. No estoy sola. Pero pasan los días y no hay señal de nadie más. La inseguridad fue solo del momento. Seguro se pasaron de largo. En la noche está nevando, sin embargo no es una ventisca, es de hecho agradable. Entonces veo la luz de nuevo, en la misma cueva. Ya no aguanto la angustia ni la curiosidad. Agarro la mochila que suelo llevar a todas partes – hay que estar preparados para cualquier cosa – y salgo de la carpa. Lemmy se cola en la mochila. La cueva no es nada profunda, tendría unos 10 metros máximo, y es muy ancha, lo que la hace parecer menos profunda aún. Pero hay cierto destello, como si fuera la luna, pero desde adentro. Entonces sigo y la tormenta comienza. Pésimo calculo. Ya no hay manera de regresar. Solo esperaré a que cese. Me apoyo contra la pared de roca, cogiendo mis rodillas. Lemmy se pone justo en el espacio entre mis rodillas y mi pecho, y con el tiempo me comienza a dar muchísimo frío. ¿Me dará hipotermia? Nicole Malay Medina Pasan las horas, ya no puedo más. Siento que los párpados se me cierran. Es como cansancio, pero te sientes mucho más débil. Me estaré muriendo? ¿Será esta noche el día de mi muerte? ¿así de estúpida fui? De un golpe siento calor, y sudando, abro los ojos. Estoy confundida, ¿dónde estoy? Veo muy borroso. Escucho gente hablando. ¿o es gente? Escucho música clásica, eso ya no se oye estos días. Y siento telas rosándome la cara. Pero nadie se percata de mi. Lemmy me muerde la nariz. ¡Ouch! Pero gracias. Lo necesitaba. Me levanto con ayuda de mis manos y estoy en lo que sería un vestíbulo en ruinas. Es muy grande, pero no muy profundo. Casi del mismo tamaño que la cueva… ¿la cueva? ¿Dónde está? O mejor dicho, ¿dónde estoy yo? Parece ser una mansión – o una casa ridículamente grande – en ruinas. La nieve y el hielo ya se llevaron mucho de lo que fue su belleza. Las escaleras están rotas y algunas ventanas y paredes han colapsado, dejando nuevas entradas para el hielo. Me quedo un rato sentada, pero la situación es muy obvia, y quedarme en un sitio estando en una montaña sin mapas existentes, sola, y claramente sin recursos, no es una opción. Entonces decido caminar por el vestíbulo y saco el papel y lápiz de mi mochila. Comienzo a medir mis pasos y hago un dibujo representativo. Entro y salgo de las habitaciones de alrededor. Después de unas cuantas horas, examino mi pequeño croquis. El vestíbulo está anexo a 2 cuartos laterales y 2 grandes pasadizos, los cuales se dan la vuelta y se unen al otro lado, creando un gran patio en el centro. Los alrededores están llenos de cuartos que ya investigaré luego. En el medio del patio hay una pileta y una estructura parecida a un toldo, pero está tan cubierto de hielo y nieve que ya no se diferencia. El vestíbulo, por ser el más grande, es el menos destruido de todos, y el que tiene las paredes más firmes. Entonces decido que ese será el lugar del campamento, y entre los escombros, me acomodo para entrar entre ellos como si fuese un pequeño refugio, y duermo de lo más cómoda. No me siento incómoda y de hecho parece que dormiré bien esta noche. Aun así la inseguridad me llena, y no me siento tranquila para dormir. Lemmy por supuesto, duerme como si estuviera hibernando. Creo que me duermo por ratos. Entonces, oigo un sonido, leve, como si la alfombra deshilachada acariciaran el piso. Estoy muy nerviosa como para mover mi cabeza y buscar qué es. A lo mejor es un pequeño roedor. Los pasos se hacen mas fuertes, y se mueven las maderas de los escombros alrededor mío. Siento una presencia, pero aún así no volteo. Deben ser los otros exploradores que me han salvado pero querrán algo de mi, por que la forma en que me buscan no es de calma, o me dirían algo para llamar mi atención. En vez solo buscan, y buscan. Parecería que hay algo – o alguien- a mi derecha, a un metro por lo menos, y otro a mi izquierda a otro metro. Deben de ser 2 personas. El ruido cesa y de cansancio me quedo dormida. La luz que entra por la ventana me da en la cara, entonces acepto que mi hora de sueño ha terminado. Veo los escombros y se nota que alguien estuvo ayer por aquí. Todo está movido y revoloteado, pero no destruido. No hay mucho rastro, pero lo suficiente como para admitir que no ha sido un sueño. Entonces, algo así como un chasquido se deja oír. Pensando que es el viento, voy hacia la ventana colapsada a ver qué madera es la que hace el extraño ruido. Sin Nicole Malay Medina embargo algo suena por detrás, y es una de las puertas de los pasadizos. Y como una sombra, entra un ser, de extremidades largas, caminando sobre ellas como un primate. Es muy delgado, y cada brazo medirá 2 metros de largo. No se le diferencia la piel de oscuridad sola. Su pecho, cuello y espalda superior están cubiertas de un pelaje marrón. Su cuello es medio largo, no corto como el de los humanos, más bien como el de un caballo. Pero lo más cautivante es su rostroinexistente. No tiene hocico como un animal. Es plano, pero no tiene cara, en vez, usa una máscara blanca con patrones tribales simétricos y geométricos. Como los que vi en el fuego. Estoy petrificada, no puedo moverme – no es que quiera tampoco. No se como reaccionar, solo me quedaré aquí sin moverme, y esperar a lo mejor. El ser comienza a acercarse lentamente, como un animal curioso. Y acerca su máscara a mi cara. Lo siento helado, como si absorbiera todo el calor a su alrededor, como si un congelador se haya quedado abierto. Se queda ahí unos segundos y luego se voltea y sigue caminando hacia el pasadizo que sigue. Dejo un suspiro de alivio y siento el nudo en la garganta, que me vence y termino llorando en silencio. Lemmy no está en ningún lado visible. A penas inhalo aire de nuevo después del suspiro, siento golpes en el piso, y el ser viene corriendo sobre sus cuatro patas. Corre de manera muy estruendosa, como si le incomodara hacerlo. Sigue siendo muy hábil, y se planta a unos centímetros de mi. De nuevo me siento petrificada. No se si tendré la misma suerte que antes. No dejo de moverme, mi respirar es muy agitado. Mis ojos se cierran, espero lo peor. Una muerte así definitivamente es mejor que morir congelada por ser demasiado curiosa. Uno, dos, tres segundos. El ser no me ha atacado. Abro despacio los ojos, se encuentra sentado frente de mi, mirándome. Como un perro esperando a que su amo le diga el siguiente comando. Y lo imito, sentándome con las piernas cruzadas. Y lo miro. Y éste me mira a mí. Después de unas horas de un intercambio de miradas, ya no me da miedo. Si no me intriga, ¿qué es este ser? No parece un espíritu malévolo de la montaña. He notado algo más: los patrones en su máscara son cambiantes de forma, más siempre los patrones son de un estilo similar – algo curvos y anchos, como pintados con una brocha. “?Me ayudarás a salir de aquí?” le pregunto en voz alta. A penas escucha el sonido de mi voz parece sorprenderse, y aleja su cabeza un poco de mí, levantándola, sin embargo no hace ningún movimiento agresivo. Se apoya en sus dos manos delanteras y adopta su posición parada como la de un gran simio. Se voltea y comienza a caminar rumbo al toldo, saliendo por la ventana. Una vez afuera no se mueve, y gira la cabeza para mirar atrás. Yo estoy mirándolo desde la ventana, y luego de segundos de inseguridad la trepo y me sumerjo en la nieve del patio. Me acuerdo que no tengo mi mochila conmigo, entonces me volteo, pero sobresalto, ya que la criatura detiene mi camino con su enorme mano larga. Lo comienzo a seguir – tal vez si me está mostrando la salida después de todo. Seguimos caminando por unos minutos, el pasadizo es extrañamente largo. Los escombros son mínimos de este lado, y las paredes se ven dañadas con marcas que no logro reconocer. En eso toma un giro y entra a un salón que se nota que no era uno de los principales. No tiene ninguna clase de mueble ni decoración. Es Nicole Malay Medina más – ni siquiera está alfombrado como el resto de la mansión. Doy un paso adentro y escucho el chirrido de la madera que se ha expandido de tanta humedad almacenada. La criatura sube unas viejas escaleras tranquilamente a un segundo piso. Siguiendo sus pasos me agarro de la baranda y empiezo a movilizarme con mucho cuidado. La madera suena muy fuertemente, pero no parece que me caeré. En eso doy un paso en un punto débil y la madera colapsa de bajo de mí. El ser voltea atolondrado y baja de prisa. Yo me asusto y salto hacia el último piso lo más rápido que pueda. Presencio algo muy raro. El ser ha agarrado las astillas de madera en sus manos y las contempla por un momento. Las marcas en su máscara han cambiado. Me mira directamente. Por más que carezca de ojos su presencia es muy fuerte. No siento que me mire con ira, es un sentimiento de tranquilidad, sin embargo, de tristeza. Se acerca al escalón y empieza. Astilla por astilla, las pasa frente a su máscara y las une. Una por una. El proceso no tardó mas de unos minutos. Lo hacía muy de prisa. Y yo no puedo dejar de mirar. Entonces termina de subir la escalera con mucha paciencia y sigue caminando por el segundo piso. Yo lo sigo. Veo que entra a otra habitación con una puerta colapsada. Le hecho un ojo a los escombros para saber por donde pisar. Levanto la cabeza y ya no hay nadie a quien seguir. Lemmy, quien había estado siguiéndonos desde hace unos momentos después que se rompa el escalón, se asusta y huye. Ni siquiera escuché nada, pero que bueno saber que sigue por ahí. Esa noche decido quedarme en el mismo cuarto en donde vi al ser por última vez. Ahora tengo una visión del cielo – las estrellas son casi las mismas. o por lo menos, las pocas que logro reconocer. Sin embargo hay algunas con una posición diferente y otras que no había visto antes. Y durante la noche comienzo a distinguir algunos patrones cambiantes. En eso, una madera cae, y un ave sale volando de su nido en el techo. Me llevé un gran susto. El ave chilla – es un sonido agudo. Espero que no sea un ave de rapiña, ¿dónde estará Lemmy? Lo había considerado más o menos una carga, pero ahora veo muy necesaria su compañía. Un pequeño animal despreocupado. Sin ningún lazo con nada ni nadie. Sólo la necesidad de sobrevivir. Siempre regresa a mí, así que mi teoría es que se siente seguro a mi lado. Pero esta vez no ha regresado, y no debe estar lejos. Eso si es que ya no lo he perdido a las aves rapaces que circulan el tejado. Esta vez no hay escombros que me acomoden, entonces escojo uan de las esquinas de la habitación para pasar la noche. Investigando descubro que la más próxima a la puerta colapsada es la más cómoda y cálida. Entonces decido acurrucarme contra la pared y la puerta colapsada. Al siguiente día un sentimiento de tacto me despierta. Me asusto y suspiro. La criatura larga está sentada delante de mí, observándome. De nuevo detecto un sentimiento triste que circula por el ambiente. Y veo lo que me trae. Una pequeña bola de pelos reducida. No está carcomida, no está deteriorada, y parece muy tranquila. Pero esta tiesa, petrificada. No se mueve. Entiendo que Lemmy dejó este mundo, y se encuentra tranquilo en otro lugar. Su vida se la habrá llevado el frío. No tiene ninguna herida, ni un golpe evidenciado. Es ahí cuando rompo en llanto. Nunca consideré a Lemmy mi mascota ni mucho menos, soy cartógrafa. No cuidadora de zoológico. Pero la pérdida de Lemmy es Nicole Malay Medina algo más que una perdida emocional de un ser querido. Es la pérdida de lo que me queda de mi vida antes de aparecer en esta mansión maldita., incomprensible, que no se digna a ser comprendida. Mi único vínculo con mi vida anterior, mi ciudad y trabajo se ha ido con el pequeño animalito. Ahora estoy sola, y no tengo como distraerme de la frustración de estar perdida buscando al animal. Estoy sola, y lo único que me queda es confiar en un ser que tanto como él como el lugar que habitan son un misterio, una sombra. La criatura coge el cuerpo de Lemmy con mucho cuidado y con sus largos dedos traza patrones en su cuerpo. No veo que pase nada, pero no puedo negar sentir presencias a mi alrededor. Ninguna de éstas es hostil, sin embargo están quietas y emanan tristeza. Una vez que la criatura termina de trazar patrones, pone a Lemmy en mis manos, que instintivamente levanté para recibirlo. Lemmy cae sobre ellas pero no siento el peso, ni un sonido en el piso. Simplemente ha desvanecido. Y de alguna manera comprendo que la solución a escapar de este lugar no va a ser una convencional y que tengo que mantener la calma y adaptarme a las diferencias entre el mundo real y esta mansión. Después de un rato me acurruco en la misma esquina, entre tomar una siesta y no. Noto que la criatura encuentra el lugar donde supuestamente recibí el cuerpo de Lemmy y toma asiento en una posición muy humana. Casi cruzando sus largas piernas, y mira al cielo mientras cambia de tonalidades azulinas, a cálidas y luego a un profundo color azul oscuro. Las marcas en su rostro han cambiado de nuevo. Es de día nuevamente y siento la calidez de una fogata. ¿Una fogata? Me despierto abruptamente y veo que efectivamente, hay una pequeñísima fogata en medio de la habitación y el ser se encuentra ahí. Percibe mi presencia y aplasta con las dos manos la pequeña fogata para apagarla y mira haciéndome señas para seguirlo. No aguanto más no saber en donde estoy ni que hacer. Ni siquiera se si sobreviviré una noche más o pisaré el suelo de verano de nuevo. Me lanzo sobre la criatura y trato de agarrar la máscara para resolver el misterio de que hay detrás. La criatura grita. Chilla. El aura tranquila y apenada que lo rodeaba ahora se siente como mil agujas. Me tapo los oídos dejando la máscara suelta caer. El sonido es muy fuerte y el viento comienza a entrar a la habitación. Intento coger la máscara de vuelta. Pero la criatura me gana y me la quita y huye. ¿Regresará? ¿Que hago yo ahora? Creo que cometí un error gravísimo. Pero no hay marcha atrás. Ahora estoy jugando agresivamente. Ya nada de pasividad, esperando a que algo ocurra. Tengo que encontrar una forma de salir ya. Exploro de rato en rato los cuartos adyacentes del segundo piso pero no encuentro nada de particular interés. La criatura no aparece el día de hoy y yo duermo de nuevo en la misma habitación ya que las otras son mucho más frías y en peor estado. Al siguiente día al seguir caminando por los pasadizos del segundo piso encuentro a la criatura caminando, y decido seguirla. Merodea de lado a lado, de cuarto en cuarto. No parece estar buscando algo. Sol merodea, y camina, callado, cabizbajo. Intento evitar su mirada y mantenerme al margen en distancia. He asumido un nuevo miedo por él que no sentía antes. Es algo extraño ya que antes Nicole Malay Medina era una presencia calmada. Y de hecho verlo me reconfortaba, sentía algo de esperanza. Estaba loca. ¿En qué estaba pensando? ¿Sacarle la máscara? Como si saber que había detrás me hubiera traído cierto tipo de respuesta. Sólo lo empeoré. Ya perdió su rumbo y se ha vuelto impredecible. El aura que emitía es intranquilo y ya no es lo mismo. Lemmy está muerto y si bien no era humano, era lo más cercano que tenía. ¿Qué he hecho? Lo mejor será asumir mi muerte. Una misteriosa que nadie nunca descubrirá jamás. Seré una victima más de los territorios centrales. Regreso a la habitación que ha pasado a ser mi nuevo hogar, y me arrodillo pensando en los eventos que fueron. Nada del futuro – no creo que haya uno en absoluto. Y pienso en mi trabajo, mi niñez, y como nunca logré completar mi plan de vida y volverme una famosa cartógrafa exitosa y reconocida por explorar rincones desconocidos y descubrir importantes terrenos. Nada de eso. Sólo me perdí por la misma curiosidad. Mientras pienso en eso veo de reojo una sombra negra, reconfortante. Es él, el ser. Y se sienta a mi costado por unos minutos. Siento como su aura intranquila se ha ido, y en su lugar hay una sensación de calma que lo rodea. No trato de tocarlo, de mirarlo, ni de decir nada en absoluto. Es mi única fuente a alguna respuesta antes de que la nieve termine sepultándome y tanto como él, me vuelva un solitario cadáver del lugar. Ya no me importan los mapas ni explorar tierras. Lo único que deseo descubrir es si tendré un futuro próximo o mejor sería terminarlo ahora mismo. Espero hasta que el ser de nuevo se levanta, y lo comienzo a seguir. Esta vez parece que tiene un rumbo determinado y no se detiene para observar ningún detalle del lugar. Sólo camina por pasillos muy enredados a los cuales no me había atrevido entrar antes por miedo a perderme. Pero eso había sido cuando tenía esperanzas de salir. Ahora todo me da igual, sea el riesgo que sea lo tomo, por que la esperanza es nula. Sólo hago esto por que no me voy a quedar a esperar la muerte en una habitación fría, y prefiero morir de pie. La curiosidad es la que me trajo a este lugar, y si no es lo que me saca de él entonces nada lo hará. Y de paso la controlo al explorar más los confines de la mansión que me tiene presa. Es entonces cuando llegamos a una gran puerta doble. En vez de colapsada como todo lo demás esta intacta. Es cuando veo que el ser se para en frente, y solo la mira. Entonces me acerco para abrir la puerta. La abro en par y veo que es una biblioteca gigante. Lo único intacto es la puerta, pues dentro de la gran habitación llena de balcones y estanterías todo se encuentra destruido. La criatura me sigue por detrás mientras inspecciono la habitación. Si antes sentías una cierta tristeza cuando estabas junto a él ahora solo sientes confusión y que está devastado. Volteo para mirarlo y el patrón en su mascara ha cambiado desde la última vez que lo vi. Sigo caminando y sacudiendo algunos de los pergaminos, manuscritos y libros que se encuentran ahí. Más que nada son temas de exploración- cartografía, geografía, biología, entre otros temas, acompañados de grandes dibujos e ilustraciones muy parecidas a las mias acerca de la mansión. Muchos de los mapas son muy parecidos – parecen ser de los mismos lugares. Sin embargo se nota un trazo diferente y unos pequeños cambios en ciertos detalles que indican que fueron diferentes personas las Nicole Malay Medina responsables de tales obras. Me siento como en casa, sólo que esta vez no conozco cada palabra escrita en el lugar, si no que tengo que empezar nuevamente a descubrir qué es lo que cautiva al ser y que es lo que hace esto aquí. Pasan uno, dos, tres días y aun así no logro ni siquiera sacar el polvo de los misterios más mínimos del lugar. Ya que la mayoría de trabajos parecen ser notas de campo, carecen de fecha y la única manera de descubrir su edad es por que tan bien preservados están, que encima está dificultado por el frío que parece preservarlos a todos por igual. Como si apreciaría el trabajo que está en ellos. El ser no deja mi lado, me sigue a todas partes y observa todo lo que hago. Sin embargo no se comunica conmigo – no me mira, no señala. Sigo caminando por los últimos balcones cuando la realidad me da una bofetada. Un golpe tan duro que si fuera mi alma la que estaría atrapada dentro del ser enmascarado hubiera gritado más fuerte que éste al temor de perder su máscara y con esta su identidad. La única forma de hacer que me rinda para siempre de la vida y de seguir con mi existencia. El indicio más inexacto y a la misma vez más revelador. El sentimiento es tan penetrante que se siente en mi pecho y no puedo ni siquiera romper en llanto por que ya he asimilado que el destino que me espera es uno negro. Al abrir el último pergamino , encuentro mis propios mapas de la mansión y de las montañas en las que me encontraba. No estoy sola. ¿O si? ¿quién ha recogido mis cosas? ¿por qué lo haría? ¿Por qué no solo las cogería, si no que robara y archivara? Las puertas comienzan a colapsar y lucho por llegar al primer piso para estar sobre una superficie estable. Y en eso colapsa algo por detrás. El ser enmascarado sigue pisándome los talones sin hacer ningún gesto, y una vez que terminan las maderas de caer, me escabullo entre los restos a la nueva habitación detrás del muro. Es ahí cuando ya no me siento abrumada, pero tranquila. Escucho música clásica nuevamente, Una unión muy placentera entre violines, pianos y harpas. Es una melodía muy agradable. Sin querer comienzo a danzar ante ésta y sigo a su fuente. Mi mente piensa en encontrar el responsable de tal harmonía y buscar respuestas, pero mi cuerpo solo danza y se moviliza. En un momento me doy cuenta que estoy en un cuarto amplio, con dos pasadizos a sus costados. Estoy en el vestíbulo. Pero ya no me importa, el sonido del harpa me tranquiliza y seguiré bailando, no es que me importe salir viva de aquí. Mejor es disfrutar mis últimos momentos de sanidad. Pero me tropiezo y caigo al suelo. Estoy muy cansada y no me provoca pararme, y me acurruco en el mismo sitio donde caí. Comienzo a sentir sedas en mi rostro y abro los ojos. Hay muchos colores en movimiento. Salvo uno. El ser es lo único que veo nítido y me pongo de pie. No se que voy a decirle. Pero me da tranquilidad saber que está ahí. Le doy el alcance y solo lo miro, y él me mira. Se da media vuelta y entra por uno de los pasadizos. Manteniendo mi distancia, lo sigo pero las puertas son cerradas Nicole Malay Medina por otros seres de forma indefinida que no logro ver con nitidez. Entonces volteo por que siento que me llaman, y voy por el otro pasadizo para poder alcanzar al ser en un punto medio. Las puertas no se cierran por detrás, y la música sigue sonando. Antes de llegar al punto medio entre los dos pasadizos mis pies colapsan de nuevo, y me niego a pararme en absoluto. Sueño acerca de colores y melodías, pero ninguna forma definida. Entonces siento algo frío en mi rostro – es nieve. Estoy sobre un suelo de roca cubierto por una fina capa de nieve. Debo de haber pasado meses y no solo unos días dentro de ese lugar. ¿He logrado salir? Así parece. No logro entender. Pero es entonces cuando el hambre, la fatiga y la sed comienzan a apoderarse de mí. Moverme nunca había sido tan difícil. Tengo que bajar de la montaña y encontrar a los otros que están coleccionando los mapas de los viajeros extraviados. Tengo que pedir ayuda. Cojeo hasta llegar a una meseta sin nieve en absoluto y logro diferenciar algunas siluetas. No tengo energía para gritar así que me desplazo, tropezándome y cayéndome fuertemente contra las rocas que uso como soporte. Me acerco y me doy cuenta que las siluetas no eran más que montículos de rocas. Hasta que veo una alta, flameante bandera. Sigo desplazándome por las rocas para lograr ver mejor la insignia y color de esta. La neblina está bajando y eso será peligroso. Poco a poco me acerco a la bandera y logro diferenciar la insignia. Es un pez.