LE MONDE dipl matique El Atlas de la revolución de las mujeres Las luchas h is tó ric a s y los desafíos actuales del fem inism o ií ■ » ' .: H T I Capital intelectual Staff Coordinación Creusa Muñoz Edición e investigación estadística Luciana Garbarino Creusa Muñoz Laura Oszust Ana Useros Diseño original y diagramacíón El Atlas de la revolución de las mujeres Las luchas históricas y los desafios actuales del feminismo Ariana Jenik Jnfografías, mapas y gráficos www.trineo.com.ar Corrección Alfredo Cortés Publicidad Maia Sona msona@capin.com.ar Producción y comercialización Por decisión editorial, hemos respetado ei len­ guaje empleado por cada una de ias autoras en Esteban Zabaljauregui sus versiones originafes. Algunas de ellas han de­ ® 2018, Capital Intelectual S.A Capital Intelectual edita el periódico mensual Le M o nd e d ip lo m a tiq u e , edición Cono Sur cidido emplear el lenguaje indusrvo. Le Monde diplomatique, edición Cono Sur Director José Natanson Redacción Pablo Stanoanelli (editor) Creusa Muñoz (editora) Luciana Garbarino Laura Oszust Piagramación Cristina Meló Corrección Alfredo Cortés Diseno original Javier Vera Ocampo Secretaria Patricia Orfila secretaria@eldiplo.org Publicidad Maia Sona msona(cDcapin.com.ar Paraguay 1535 (C1061ABC), Ciudad de Buenos Aires, Argentina Teléfono: (54-11) 4872-1300 www.eldiplo.org Hecho el depósito que ordena la Ley 11.723 Libro de edición argentina. Impreso en Argentina Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin el permiso escrito de la editorial. La imagen de tapa pertenece a la manifestación del 8M, Madrid, 8-8-18 (Reuters / Susana Vera). r Sumario PRESENTACIÓN Creusa Muñoz 1 6 3 ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD Las tres olas del feminismo. La histórica lucha por la igualdad Dora Barrancos Sororidad. Un pacto entre mujeres María Luisa Femenías Cartografía. La unión de las mujeres Feminismo argentino. La gesta nacional Susana Beatriz Gamba y Aida Maldonado Zapletal Peronismo. Matrimonios y algo más Carolina Barry Guerrilla. Una revolución incom pleta Miriam Lewin Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Un g rito eterno Marta Seoane 10 Estados Unidos. La misoginia de Donald Trump Soledad Vailejos 16 18 Kurdistán. Una revolución en todos los frentes Roma Vaquero Díaz Economía. A mayor trabajo, más pobreza Violeta Carolina Guitart 74 22 Migraciones. Un lugar en el mundo Paloma Moré Corral 78 26 28 Gestión menstrual. ¿Un asunto sólo de mujeres? Eugenia Tarzibachi PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS Brujas. La persecución de las mujeres Fernanda Gil Lozano Violencia de género. Cicatrices de la desigualdad M3bel Blanco 36 Territorios feminicldas. México, el país más peligroso para ser m ujer 44 Ivonne Ramírez Ramírez Pueblos originarios. La resignificación de la lucha indígena Karina Bidaseca Aborto. El derecho a tener derechos Mabel Bellucci y Viviana Norman Trata de personas. Un delito oculto a la vista de todos Susana Chiarotti Trabajo sexual, el debate. ¿Esclavas del siglo XXI? Nora Pulido 46 48 54 58 Trabajo sexual, el debate. Descriminalizar, un modelo distinto 60 Georgina Orellano Narcotráfico. Marche presa 62 lleana Arduino Acceso a puestos de poder. Carreras de obstáculos y laberintos de crista l 66 Virginia García Beaudoux 14 La cuarta ola argentina. La generación "Ni una menos" 30 María Florencia Alcaraz y Agustina Paz Frontera 2 UNA INCLUSION EXCLUYENTE Maternidad. El sentido de dar vida Carolina del Olmo 70 84 Monoparentalidad. La decadencia de la "fam ilia tipo" 86 Patricia Merino LGTBQIA+. Vulnerables, disidentes, resistentes Fefa Vila Núñez 88 iglesia Católica. En nombre del patriarcado Sol Prieto Educación. Una paridad dispar María del Carmen Feijoó 92 Investigación científica. Ciencia para pocas Agostina Mileo 96 4 94 EL ARTE DE LA REBELIÓN Literatura. Mujeres invisibles Anna Caballé 100 Militancia escrita. Imaginarios fem inistas Gabriela Borrelii Azara y Florencia E. González Lenguaje. Hablar sin sexismos Mercedes Bengoechea Medios de comunicación. Un espejo del m achismo Luciana Peker 102 104 106 Deporte. Juego lim pio Sonia Santoro Infancia. Muñecas y autitos Carolina Duek no Música. Canción con todas 114 Mercedes Liska, Malvina Silba y Carolina Spataro Humor feminista. Resistir desde la risa Tamara Tenenbaum 116 Las autoras 118 112 6 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES t • « Presentación Creusa Muñoz olonizadores e indígenas, blancos y negros, burgueses y proletarios... La historia de la domi­ nación es inagotable. Pero de todas las innume­ rables relaciones que involucraron a un opresor y a un oprimido, la del yugo patriarcal sobre las mujeres, constituye la más extensa, y aún hoy se perpetúa. Es cierto que estamos lejos de la sociedad anterior a la Revolución Industrial donde las mujeres estaban recluidas prácticamente al ámbito privado e incluso allí, encorsetadas en ese mínimo espacio, era el hombre el que ejercia el dominio exclusivo del hogar, el que tenía la patria potestad sobre los hijos, la última palabra en la administración de las cuentas y el que incluso tenía e! derecho, si lo consideraba oportuno, de recluir a su mujer en un psiquiátrico sin las garantías del debido proceso. Pero esa opresión doméstica a la que estaban confinadas las mujeres no concluía ni se restringía al ámbito privado. Se extendía, reproducía e incluso recrudecía en el espa­ cio público. Las mujeres no tenian cabida en el mundo educativo, económico y profesional, y mucho menos en el ámbito del poder político. C Una a p e rtu ra desigual El advenimiento del capitalismo y del liberalismo politico a fines del siglo XVIII despertó esa fuerza emancipadora que había permanecido muchas veces adormecida y otras tantas acallada en las mujeres. La industrialización que se irradiaba de Gran Bretaña al resto del planeta, produjo el cambio de un régimen político y económico feudal, basado en la explotación de la tierra, a otro con eje en la industria, en el que el propio interés de lucro del capital impulsó el ingreso de las mujeres al ámbito laboral. Era, ciertamente, una conquista de las mujeres pero también representaba una incipiente libertad económica que era utilitaria a los intereses capitalistas, y en cuya matriz la desigualdad de género seguía estando presente. Los sala­ rios de las trabajadoras eran sustancialmente inferiores al de los hombres, trabajaban en condiciones deplorables, y los puestos decisorios seguían estando reservados exclu­ sivamente para los hombres. El sufragio universal establecido posteriormente no fue en su origen precisamente fiel a su calificativo. Seguia siendo exclusivo para los hombres. Y aunque desde hacía muchos años se escuchaban voces femeninas que clama­ ban por el establecimiento del derecho avotar,como la de Olympe de Gouges en Francia (1791) o las que se alzaron en la Convención de Seneca Falls en Nueva York (1848), recién se reconocería un siglo después en la mayoría de los países del mundo. A partir de entonces se asistiría a una intensificación y empinamiento de los feminismos (1). D e c o n s tru ir p a ra c o n s tru ir Estos derechos que fueron conquistando las mujeres tras cientos de años de luchas, siguen estando erigidos sobre cimientos endebles, en los que la desigualdad de g'énero continúa delineando y condicionando su inserción en la sociedad. La puja de intereses no se ha desvanecido en absoluto, sigue latente, impregnando todas las áreas de la vida social, mermando las libertades que han sido recono­ cidas a las mujeres. Representa claramente una apertura del espacio público al género femenino pero coexiste con desigualdades sociales concretas más imperceptibles, que permanecen subyacentes. Una violencia simbólica en donde la soberanía masculina se establece y perpetúa a través de la naturalización social de las desigualdades de género reproducidas y legitimadas por las propias instituciones. Porque, como afirma Ana María Fernández, “un grupo dominador no puede imponerse en el plano económico y político si al mismo tiempo no logra una hegemonía en el plano cultural y simbólico” (2). Esta naturalización social es la que ha permitido y permite hoy la invisibilización de la violencia no sólo simbólica, que se reproduce de forma vertical (a través de los techos de cristal impuestos a las mujeres para los altos cargos) y horizontal (transversal a todos los ámbi­ tos), sino también de aquella más ostensible y explícita, la violencia física. Según Naciones Unidas, 64.000 femicidios se producen al año en el mundo. La muerte, los golpes, el usufructo del cuerpo a través de la trata y el tráfico, despojan a las mujeres de toda libertad, esclavizándolas y vaciando de sentido su existencia. Esta opresión no es exclusiva de las democracias occi­ dentales; se extiende y exacerba en el mundo musulmán y oriental. Pero en nuestras sociedades es donde se cuestiona con más vigor la legitimidad de esta dominación de género. Como diría Simonc de Beauvoir: “Toda opresión crea un estado de guerra. Y este caso no es una excepción. [,„] Ya no se trata de una guerra entre individuos encerrados cada cual en su esfera: una casta reivindicadora se lanza al asalto y es tenida en jaque por la casta privilegiada. Son dos trascendencias que se afrontan; en vez de reconocerse m utuamente” (3). Es esta tensión, este cuestionamiento de la legiti­ midad de la dominación patriarcal, lo que se aborda en este Atlas de la mano de las mejores especialistas, acompañando cada una délas páginas con infografias, gráficos y cartografías. Una obra indispensable, elabo­ rada por el equipo femenino de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, para d econstruir las arraigadas construcciones sociales de género. © 1. Dora Barrancos señala que entre los m ovim ientos precursores se encuentran los vinculados con la extinción de la esclavitud de población negra (véase página 10 de este Atlas). 2. Ana María Fernández, Las lógicas sexuales: amor, política y violen­ cias, Ediciones Mueva Visión, Buenos Aires, 2009, 3. Simone de Beauvoir, El segundo sexo, Debolsiüo, Buenos Aires, 2017. © Le M onde diplomatique, edición Cono Sur [ Entre patriarcado y modernidad D e s p u é s de s ig lo s de lucha, las m u je r e s s ig u e n i n t e n t a n d o q u e b r a r los a r r a ig a d o s p a t r o n e s de la d o m in a c i ó n p a tr ia r c a l que, co n d if e r e n t e s in te n s id a d e s , aún s ig u e n v ig e n t e s en to d a s las s o c ie d a d e s del m u n d o . Una g u e r r a p e r p e t u a p o r a lc a n z a r la ig u a ld a d de g é n e r o y p o r r o m p e r de u na vez p o r t o d a s los in to le r a b le s la s tr e s de una c u lt u r a c o n s e r v a d o r a . 10 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Las tres olas del feminismo La histórica lucha por la igualdad Dora Barrancos Si bien hubo experiencias anteriores, se considera que la primera ola del feminismo comenzó en el siglo XIX. Desde entonces tres ciclos de intensas luchas por alcanzar ia igualdad de derechos entre hombres y mujeres vienen cambiando una sociedad donde la dominación patriarcal sigue muy arraigada. Hacia la e m a ncip ación 13 Ola (1840-1960) 1791 Olympe de Gouges realiza una adaptación de la ''Decla­ ración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano" a la que denominó "Declara­ ción de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”. El texto propone la emancipa­ ción femenina y la equipara­ ción juridica de ta mujer, la igualdad de derechos y el sufragio femenino. 1789 Revolución Fran­ cesa. Se proclama la “declaración de los Derechos del Hombre y del Ciu­ dadano". f 1848 La Asamblea de Seneca Falls en Nueva York elabora una proclama de derechos a la que denominó 'Declaración de sensibilidad', do­ cumento que denunciaba ¡as restricciones, sobre todo políticas, a las que estaban so­ metidas las mujeres en Estados Unidos. 1836 --------------Francia establece el derecho de las mujeres a la ense­ ñanza primaria. 1792 Mary Wollstonecraft publica el ensayo Vindicación de los dere­ chos de la mujer en el que denun­ cia que la posición deficitaria de las mujeres se debe a una distri­ bución inequitativa de (as oportu­ nidades educativas. — 1789 Fuente: Elaboración propia. 1857 El @de marzo, obre­ ras de la industria textil de Estados Unidos organizan una pro­ testa en busca de mayores salarios y mejores condicio­ nes laborales. 1882 Hubertine Auclert, des­ tacada militante france­ sa, empleó el término "feminismo", en su pe­ riódico La Ciftoyenne. 1893 Nueva Zelanda se convierte en el primer país donde se establece el derecho al voto femenino. 1873 ^ En la ciudad de Boston, en Estados Unidos, se inaugura la primera universi­ dad totalmente accesible a las mujeres.---------- " 1850 1908 Cerca de quince mil muje­ res, bajo el eslogan "Pan y Rosas", se manifiestan en las calles de Nueva York, para exigirla reducción de horas de trabajo, mejores salarios, el derecha al voto y el fin del trabajo infantil. • ■ Marie Curie obtiene el Premio Nobel. Es la primera mujer en ser reconocida con este galardón en la disciplina 1909 Se celebra por primera vez el Dia Internacio­ nal de la Mujer. 1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD • l l l feminismo es una corriente de acción política cuyo propósito central es obtener derechos para las mujeres en igualdad con los varones. En rigor se impone el plural “feminismos” debido a las enormes variaciones alcanzadas por las experiencias de los colec­ tivos reivindicativos, a la diversidad de sus programas y a las formulaciones locales de su desarrollo más allá de que se identifiquen por sostener la inexorable equidad entre los sexos. Las agitaciones que condujeron a sostener programas feministas surgieron, como mucho, a fines del siglo XVIII, pero conviene reservar el concepto para las acciones deci­ didamente orientadas a la conquista de prerrogativas ocurridas durante el siglo XIX. La historiografía ba subra­ yado el decisivo empinamiento de los feminismos a partir de 1840, apuntando a las características de sus primeras adherentes, por lo general mujeres que habían tenido mejores oportunidades educativas. Entre los fenómenos precursores que culminaron con la creación de la agencia feminista se encuentran los vinculados con la extinción de la esclavitud de la población negra. Es bien conocida la actitud de muchas mujeres que pasaron a identificar su situación de modo especular con la de la población esclava, y que el movimiento abolicionista enraizó con el reclamo por la liberación de las mujeres sometidas a padres, hermanos o maridos. E No pueden eludirse las referencias a dos figuras conspi­ cuas de fines del siglo XVIII que contribuyeron a moldear las expectativas que fluyeron medio siglo más tarde: la francesa Olympc de Gouges y la inglesa Mary Wollstonecraft. Entre sus múltiples aportes, el legado más importante de Olympe fue la adaptación que realizó en 1791 de la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” aprobada dos años antes y que denominó “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”. Mary Wollstonecraft, por su parte, en 1792 publicó su ensayo más notable: Vindicación de los derechos de la mujer, ganándose un lugar entre las precursoras del feminismo, Si bien Mary estuvo lejos de elaborar un programa reivindicativo para las mujeres, su ensayo mostró las primeras trazas del fondo de la cuestión: la posición deficitaria de las mujeres no se debía a una circunstancia inherente al sexo, sino a una distribución inequitativa de las oportunidades educativas. L a g e s ta Las feministas de la llamada “primera ola”, es decir del prim er ciclo que examinó las causas del sometimiento de las mujeres y actuó de diversas maneras para revertirio, tejieron redes colectivas desde 1840. La asamblea de Seneca Falls (Nueva York) en 1848 se constituyó en un hito debido a la proclama de derechos que planteó la “Decla­ ración de sensibilidad" elaborada en la reunión gracias-* 3- Ola (1980 a la actualidad) 1989 1910 Conferencia Interna­ cional de mujeres socialistas en Co­ penhague. Deciden organizar anualmente una jornada de ia mujer para re­ forzar su lucha por el sufragio femenino universa). 1920 Rusia se con­ vierte en el primer país que legaliza el aborto. 1911 + El 25 de marzo en una fábrica textil de Nueva Ycrk, Trian gle Shirtwaist Company, mueren más de 140 obreras en un trágico incendio. 1948 Se aprueba la Declaración Uni­ versal de los De­ rechos Humanos en donde se re­ conoce el sufra­ gio femenino. 1915 Se organiza en La Haya una reunión convocan­ do a los diferentes mo­ vimientos de mujeres. 1955 Detención de Rosa Parks por negarse a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús en Montgomery, Alabama. Un gesto de dignidad que la convirtió en un símbolo de lucha por ios derechos civi­ les de las personas de color. 19BC Sirimavo Bandaranaike se convierte en Primera Ministra en SriLanka, la pri­ mera mujer en ; ocupar un cargo de esta envergadura ¡ en un Estado. Teresa de Lauretis escribe Tecnología del género. Un año después publica su workshopen la Uni­ versidad de California "Teoría queer'. Caída del Muro de Berlín. 1963 Betty Frledan escri­ be Lo místico de la feminidad. 1950 2004 Marcela Lagarde, académica femi­ nista mexicana, difunde la traduc­ ción del concepto "feminicidio" realizado por ella a raíz del texto de Diana Russell y Jill Radford, Femícltie: ThePolitics of Woman Killing. 2014 r Malala Yousafzai obtiene el Premio Nobel de la Paz convirtiéndose en la persona más joven en conseguir este galardón. 2017 ii Surge el grupo f f #MeeToo que denuncia !a agresión y el acoso sexual. 1975 El 8 de marzo Naciones Unidas conmemora por pri­ mera vez el Día Internacio­ nal de la Mujer, -B-+1910 1999 Judith Butler escribe El género en disputo. La ONU establece el 25 de no­ viembre como el Día Internacio­ nal de la Eliminación de Violencia contra la Mujer. 201B Primera huelga mundial de las mujeres. Gran adhesión en todo el planeta. a 2018 12 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • Olympe de Gouges "La mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos [...]. La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas ias ciudadanas y ciudadanos deben contribuir, personalmente o por medio de sus representantes, a su formación Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, 1791. a la labor de Lucrecia Mott, Elizabeth Cady Stanton y Jane Hunt, entre otras. La Declaración sostenía como “verdad evidente: que todos los hombres y mujeres son creados iguales; que están dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que figuran la vida, la libertad y el empeño de la felicidad; que para asegurar estos derechos son establecidos los gobier­ nos, cuyos justos poderes derivan del consentimiento de los gobernados”. Fue firmada por un centenar de participantes, entre los cuales un 30% eran varones. La forja de una identidad feminista resultó siempre difícil, aunque no era ese el nombre con el que se iden­ tificaban las militantes. Las adversidades desde luego tuvieron que ver con los ambientes de inserción. En Estados Unidos, por ejemplo, las mujeres habían tenido más grados de libertad que en Europa, lo que no signi­ ficaba que estuvieran exentas de las severas reglas de “ser mujer”. Las inglesas estaban singularmente some­ tidas al mandato patriarcal, a las fórmulas sojuzgadas de padres y maridos, al acatamiento de las funciones “propias del sexo”. Las francesas, aunque igualmente sometidas a las normas patriarcales, parecían mostrar líneas de fuga en términos de moral sexual. Las alema­ nas, especialmente de las clases trabajadoras, tampoco se libraban de los presupuestos patriarcales, y como las austríacas socialdemócratas sufrieron enconados ataques debido a las posiciones pacifistas con el esta­ llido de la Gran Guerra en 1914. Sin embargo, con el correr de las décadas, las defensoras de los derechos de las mujeres consiguieron aumentar el número de simpatizantes y emergieron en la mayoría de los países, al menos occidentales. El concepto de “feminismo” se atribuye a Hubertine Auclert, destacada militante francesa que lo empleó en su periódico La Cittoyenne en 1882. A fines del siglo XIX se realizaron numerosos congresos feministas, y al iniciarse el XX, la corriente se ensanchó con la participación de mujeres que reclamaban contra el sojuzgamiento y reivindicaban los derechos civiles y cívicos de los que gozaban los varones. Para sintetizar, la agenda de los feminismos de la “primera ola” podría sistematizarse en los siguientes cuatro aspectos: 1) igualdad jurídica toda vez que las normas inferiorizaban a las mujeres; 2) conquista del • • • derecho a votar y a ser votada, tal como habían logrado los varones en la mayoría de los países; 3) garantía del derecho a la educación bajo cualquier circunstancia, y 4) reconocimiento de la maternidad, aspecto acentuado en las primeras décadas del XX cuando las diversas manifestaciones feministas reclamaron asignaciones estatales según el número de hijos. Un fe m in is m o re n a c id o El feminismo vivió un relativo estancamiento durante los años de la Segunda Guerra Mundial y los posterio­ res. El retorno a las antiguas urgencias vindicativas tal vez se explique por el hecho de que en la mayoría de los países occidentales se habían ganado reformas sociales y jurídicas que habían permitido una cierta mejora del estatus de las mujeres. Pero esa adaptación era una renuncia a la completa emancipación. En este contexto, la aparición del libro La mística de la fem ini­ dad de Betty Friedan en 1963 sirvió como un sacudón a la adormecida conciencia feminista, aunque no puede descartarse la influencia de El segundo sexo de Simone de Beauvoir, cuya traducción al inglés ocurrió en 1953. Sin embargo, como manifestó la propia autora en una entrevista en 1976: “La mayor parte de las mujeres que se volvieron activas en el movimiento eran muy jóvenes cuando el libro fue lanzado, en 1949-50, para ser influenciadas por él. Lo que me halaga, claro, fue que ellas lo hayan descubierto más tarde”. Más allá del número de lecturas a Friedan o a Beau­ voir, sus contribuciones fueron fundamentales para la aparición de un fenómeno completamente novedoso: el surgimiento de la teoría feminista. La segnnda ola modificó por completo la agenda y tornó irreprimible el advenimiento de una epistemología que se irradió más allá de la cantera de las ciencias sociales y las humanidades. El feminismo renacido a mediados de los 60 tenía un doble lazo: una nueva inscripción en materia de derechos y un esfuerzo vigoroso para la densidad teorética. La segunda ola fue im petuosa, no faltaron las confrontaciones estridentes y tuvo mucho que ver con el contexto internacional: la Guerra Fría, la guerra de Vietnam, los procesos de descolonización y las insur- Mary W oltstonecraft "Las desigualdades entre los hombres y las mujeres son tan arbitrarias como las referidas a) rango, la clase o los privilegios; todas aquellas que el racionalismo ¡lustrado había criticado e identificado". Vindicación de los derechos de la mujer, 1792. 1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 13 < S¡mone de Beauvoir "Mientras no se haga realidad una perfecta igualdad económica en la sociedad, y mientras las costumbres permitan a la mujer disfrutar como esposa y amante de los privilegios que corresponden a algunos hombres, el sueño de un éxito pasivo se mantendrá, frenando su propia realización". B etty Friedan "Una m ujer está en ^ desventaja por su sexo, y ,os obstáculos de la ' sociedad, tanto si cumple servilmente el patrón masculino en el ámbito profesional, como si se niega a com petir con el hombre". Lo mística de la feminidad, 1963. E/ Segundo Sexo, 1949. gencias generacionales a las que obligaban las rancias form ulaciones del sistem a universitario. E n tre las grandes m odificaciones ex p erim entadas p o r la agenda que había regido d u ra n te un siglo, es necesario subrayar ciertos ejes: 1) el abandono de la clave m aternal ista y la consagración del reconocim iento del cuerpo sexuado fem enino con ind ep en d en cia del propósito reproductivo; 2) el reconocim iento y la cele­ bración del deseo sexual, la elucidación teórica en torno de la cuestión y el franqueam iento a las experiencias hom oeróticas; 3) la descripción del sistem a p atriarcal como violento y responsable de diversas m anifestacio­ nes de agresión, desde las form as sim bólicas, hasta los m odos fácticos de acoso y los ataques a la integridad sexual y física. La lucha co n tra la violencia se situó en la cim a de los program as enunciados por diversos fem inism os, una alteración com pleta del orden de las reivindicaciones del pasado. Pero no pueden dejar de m encionarse dos cuestiones fundam entales que instaló la segunda ola: la “desbiologizacíón” de la diferencia sexual y la politización de la identificación sexo-genérica. Otro legado fundam ental de la notable agenda fem inista que ocupó las décadas 1960-1980 es la aseverativa “lo personal es político". C ontroversias y escisiones A unque los n ú c le o s fe m in ista s te n d ie ro n a fo rm a r co m p o sicio n es h e te ro g é n e a s, hubo c o n tro v e rsia s y escisiones. Uno de los p rim e ro s quiebres surgió ante el d ia g n ó stic o de u n a p e rs p e c tiv a d o m in a d a so b re todo por m u je res “b lancas, p ro te s ta n te s y de clase m e d ia ” com o o c u rrió en E stados U nidos. F u era de ese país tam b ién se reg istra ro n m alestares. Tal es el caso de A m érica L atina, do n d e si bien la rec e p c ió n de la segunda ola había significado un notable e s tre ­ m ecim iento -d esp la za d o tem p o ralm en te debido a las dictaduras de la región-, no pudieron evitarse los cole­ tazos frente a la centralidad eu ro p eo -estad o u n id en se atribuida a la teo ría fem inista. La idea de exhibir otras m anifestaciones acordes con las diferencias étnicas y de clase fue incorporándose com o una contestación a lo que parecía un régim en decididam ente no inclusivo del m ovim iento de m ujeres. Pero si estos disensos fortalecieron los “fem inism os de d iá sp o ra ”, un p u n to fu n d am e n ta l de la d iatrib a se e sta b le c ió en to rn o de la co n v e n cio n a l a c e p ta c ió n h e te ro sex ista , m arca reg istra d a de la clásica “teo ría fe m in is ta ”. Es m uy d ifícil p re c is a r el m o m en to de producción de lo que fue encrespándose como “tercera ola” y la discusión perm an ece ab ierta. A mi juicio, el cauce fue iniciado por quienes re ta ro n la perspectiva, ínsitam ente p atriarcal, de la conform ación de géneros anclada en valoraciones excluyentes de la sexualidad. A m ero títu lo co n je tu ra l, creo que fue a fines de los años 70 e inicios de los 80 cu ando se irra d ia ro n los d iscu rso s dirigidos a re ta r al p ropio fem inism o por sus convenciones g e n e riza d a s h e te ro sex ista s. Es necesario m en cio n ar los ap o rtes de T eresa de L au retis, su “tec n o lo g ía del g é n e ro ” (1989) y sobre todo su w orkshop sobre “teo ría q u e e r” en la U niver­ sidad de C alifo rn ia en Santa C ruz en 1990. Y no se puede d e ja r de c ita r el p io n erism o de M onica W ittig y la o b ra fu n d a m e n ta l de J u d ith B u tler, e s p e c ia l­ m e n te El género en d isp u ta (1999) q u e lev a n tó un reguero de discusiones y se constituyó com o re fe re n ­ cia p ara d e sesta b iliz a r el concepto de género. Desde luego, form an p a rte de e sta te rc e ra ola tam b ién las d iscu rsiv id ad es po s-co lo n iales con sus d e n u n c ia s a la h e g e m o n ía del fem in ism o e u ro a m e ric a n o , a sus asociaciones con propósitos im perialistas y a las cap i­ tulaciones de los fem inism os periféricos identificados con aquellas teorías que preservan ciertos universales esencialistas. Estas posiciones guardan aspectos que seguram ente p u ed en com partirse, pero hay que estar ad v e rtid a s sobre las nuevas form as de “p u re z a ” y de norm ativ id ad fem in ista excluyente, que no dejan de ser esencialistas. SÍ hay u n a p ro m e sa en e sta te rc e ra ola, es la del inm enso arco de registros teóricos y de acción política p ara c la u su ra r la d o m inación p a tria rc a l. @ 14 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • • • Sororidad Un pacto entre mujeres M aría Luisa Fem enías Mientras que la amistad entre hombres se presenta como natural la relación entre mujeres habitualmente se muestra como un vínculo plagado de conflictos. Pero la sororidad, presente desde hace siglos, derrumba ese mito, y hoy adquiere más fuerza en el espacio público y político mundial. p a rtird e la Revolución Francesa y la “Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano” en 1789, parecía vislum brarse el camino hacia la igualdad. Una igualdad e n tre los hom bres, pero no e n tre seres hum anos. El lema de la Revolución -L ibertad, Igualdad, Fraternidad- no se extendió a las mujeres, como sostiene la filósofa M aría Xosé Agrá en el libro Fraternidad: un concepto político a debate. Su análisis m uestra tam bién cómo los conceptos de libertad e igualdad son universales (o al menos universalízables en su sentido formal), mien­ tras que el de fraternidad incluye sólo, y en el mejor de los casos, a la mitad de la especie hum ana. Los conceptos de fray-frater comenzaron a usarse a mediados del siglo XII en Francia, y unos doscientos años después su derivado, fraternidad, llegó a adquirir un claro sentido sociopolítico. Pero el térm ino se referia sólo a los varones, es decir, a los herm anos varones (herm anos carnales o como hijos de Dios), m ientras que sor aludía a las herm anas mujeres. Luego de la Revolución, la utilización del universal Hombre en el conjunto de reivindicaciones lib ertarias se fue reduciendo a los varones a p a rtir del cierre de los Clubes de M ujeres, en 1793 y 1794, la expulsión de las mujeres de la Asamblea Nacional y el asesinato en la guillotina de la mayoría de las lideresas del movimiento que reclam aba derechos de ciudadanía. De este modo, el térm ino universal Hombre se solapó con hombre, como m itad de la especie, dando lugar a la falacia según la cual la parte se superpone con el todo. Como consecuencia, se invisibilizó a “la otra m itad”, es decir, a las mujeres y, por extensión, a todas las sexualidades disidentes. A Un concepto en la sombra La idea de sororidad com enzó a ad q u irir fuerza hacia fines del siglo X V III y principios del XIX en los discur­ sos políticos que exigían d erechos, consolidando su sentido de “herm andad fem enina” o de m ujeres segui­ doras de una causa justa. Es necesario resaltar que, si bien los términos sororidad y fraternidad tienen un origen religioso o conventualmonacal, fraternidad superó rápidam ente los lím ites que le im puso la religión para convertirse en un concepto laico, político y hasta revolucionario. La sororidad, en cambio, no siguió el mismo camino. Desde un punto de vista fáctico, incluso las más altas jerarquías fem eninas del convento se vieron siempre subordinadas al mando de un varón, obispo o papa. Es decir, el paralelo fray/sor, fraternidad/sororidad, se tru n c a una vez superados los escalones jerárquicos medios. Si bien para escapar de la Todavía hoy los diccionarios desconocen el concepto de sororidad, aunque sí incluyen el concepto de fraternidad. tutela eclesiástica muchas agrupaciones de mujeres, como las beguinas (asociación de m ujeres cristianas del siglo XII que dedicaban su vida a la ayuda a los desam para­ dos, enfermos, mujeres, niños y ancianos), solicitaron y obtuvieron la protección de príncipes o señores, nunca pudieron legitim arse plenam ente a sí m ism as aunque constituyeran el fenómeno más interesante de laicización de la vida femenina. A pesar de haber perdurado hasta el siglo XX, estas comunidades autogestivas, en convivencia libre, son tan interesantes como poco conocidas. Independientem ente de las reivindicaciones y argu­ mentos teológicos a los que han apelado abadesas y teólo­ gas hasta la actualidad, salvo el incidente -rápidam ente reparado, desmentido y ocultado- de la coronación como Papa de Juan VIII, que resultó luego ser Juana, el trono del Vaticano y los sillones cardenalicios siem pre han sido ocupados por varones. Es decir, aunque los térm i­ nos fraternidad y sororidad son lógica y lingüísticamente 1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 15 0 Laicas. • Comenzaron en Flandes, norte de Francia y en Alemania, y luego se expandieron por Europa. • © Aducian una relación directa con Dios (sin ser monjas, ni relacionarse con las estructuras eclesiásticas). Alfabetizaban mujeres pobres y enseñaban oficios para inculcar la autonomía. Predicaban la libertad del alma. Viudas, solteras. © 0 Solidarias: atendían enfermos. Siglos XII y XIII La beguina Marguerite Porrette, autora del tratado místico El espejo de tas alm os simples, fue perseguida por la Inquisición y quemada en París en 1310. El Concilio de Viena (1311, Francia) las declaró herejes por practicar una vida espiritual fuera de la Iglesia. # Vivían con indepen­ dencia del control de los varones. El últim o refugio beguinofue cerrado a comienzos del siglo XX, Fuente: Elaboración propia. equivalentes, no lo son en su uso político, público, social y jerárquico. Todavía hoy los diccionarios desconocen el concepto de sororidad, aunque sí incluyen el de fraternidad. La unión que transform a A p esar de e sta m arg inación, d u ra n te el siglo XIX la idea de sororidad tuvo una am plia circulación, pero no en el espacio público-político, de donde fue desplazada, sino en el privado e íntim o. Como lo expone la autora canadiense Carol Lesser en ‘Let Us Be Sisters Forever’: The Sororal Model ofNineteenth-Century Ferrtale Fríen dship, la sororidad rige fuertem ente la escritura epistolar fem enina y la excede form ando redes de contención, de educación y de apoyo. Gracias a la redefinición de la noción de política, en térm inos de “lo personal es político”, como sostiene la activista y escritora Carol H anisch en el texto publicado en 1969 y que lleva como título aquel lema, se puede desplegar la dim ensión ética, solidaria, política y práctica de la sororidad. En los análisis sobre el concepto, la sororidad suele estar vinculada a la noción de “pactos entre m ujeres” que la filósofa española Posada Kubissa describe en su libro Pactos entre mujeres. Estos pactos no son necesariam ente explícitos, pero sí se basan en la confianza reciproca, el respeto m utuo, la valoración positiva de la otra-m ujer y la voluntad de superar la escisión que socioculturalm ente se prom ueve entre las m ujeres. La sororidad favorece la co n stru cció n de vínculos solidarios e n tre m ujeres, rechazando la dependencia em ocional, económ ica, de clase o id e n tita ria de una figura m ascu lin a de la que obtener reconocim iento. En este sentido, la antro p ó lo g a m exicana M arcela L agarde vin cu la - e n su trabajo Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas- la sororidad al ajfidamento, térm in o acuñado por la filó­ sofa italiana Luisa M uraro -e n El orden simbólico de la m adre- para referirse a las “hijas sim bólicas”, relación co nstituida por lazos de afecto basados en creencias y principios en común. La sororidad refuérzala posibilidad de obtener reconocim iento de otra u otras mujeres, cuyos criterios se valoran hasta constituir relaciones positivas, solidarias, de cuidados, basadas en relaciones paritarias y alianzas existenciales. En general, la sororidad apunta a una dim ensión utópica, en térm inos de contribuir, a la m anera de un horizonte de sentido, con acciones específi­ cas que tiendan a elim inar de la sociedad todas las formas de opresión, desm ontando la construcción jerárquica de los sexos, tanto como la de las etnias y las clases. La puesta en p rác tic a de la solidaridad, el cuidado mutuo, la cooperación, la autogestión, el apoyo y la conten­ ción son algunos de los valores implicados en el concepto de sororidad. Tales valores prom ueven lo que Lagarde, en su trabajo m encionado anteriorm ente, denom ina “el poderío genérico de todas y el em poderam iento vital de cada m ujer”. Esto genera que tanto el concepto como las acciones adquieran una dinám ica y u n a potencialidad cuyos im pactos legales, sociales y políticos aún no son observados en todas sus dimensiones. Como horizonte de sentido, la sororidad habilita una sociedad desjerarquizada que, al mismo tiempo, posibilita u n cambio fundam ental en el modo de entablar las relaciones de género, tendiente a la transform ación social. © 16 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES ......• • • La unión de las m ujeres EE.UU. Nueva York ---------8 de marzo de 1857. Trabajadoras de la fábrica textil Triangle Shirwaist se manifiestan pidiendo mejores condiciones laboraíes. El 25 de marzo de 1911, 146 trabajadoras mueren en un incendio en la fábrica. 26 de agosto de 1970. Se desarrolla la protesta "Women's Strike for Equality", encabezada por Betty Friedan, exigiendo: guarderías gratuitas abiertas durante las 24 horas bajo control comunitario; aborto libre "gratis e inmediato" e iguales oportunidades de trabajo y de educación. Brasil. 1988. Primer Encuentro Nacional de Mujeres Negras. Solivia. 10 de enero de 1980. Nace ta Confederación Nacional de Mujeres Campesi­ nas Indígenas Originarías de Solivia "Bartolina Sisa". Participan en acciones colectivas de los campesinos en el proceso de recuperación democrática y __ denuncian ¡a doble discrimina­ ción por ser mujeres y por ser campesinas e indígenas. Argentina. Junio de 1992. Primera marcha del — Orgullo LBGTIQ, conme­ morando la resistencia del colectivo al ser detenidos en una razzia en el bar "Stonewall" {Nueva York). Fuente: Elaboración propia. República Dominicana. 1992. Primer Encuentro de Mujeres Afrodescendientes. Islas Malvinas (ArgJ. 1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD m 17 Islandia. 24 de octubre de 1975. Paro nacional de mujeres. El 90% de las mujeres hacen huelga no sólo en sus lugares de trabajo sino también en sus hogares. Se propuso la unidad de las mujeres de todos los estratos sociales y políticos. Rusia. 8 de marzo de 1917. Mujeres socialistas se organizan ante la falta ---------- • de alim entos con la consigna de "Pan. paz Francia. 1789. Se crean Clubes de Mujeres, donde se juntan a debatir, informarse y organizar acciones en el proceso de la Revolución Francesa. Desde su inicio hasta 1793 (año en que fueron prohibidos) se censaron 56 clubes femeninos. España. Barcelona. 1896. Lb obrera textil Teresa Claramunt funda la Sociedad Autónoma de Mujeres para luchar contra la posición superior que poseen los hombres en la sociedad. Arabia Saudita. 8 de marzo de 2018. Las mujeres conmemoran el Dia Internacional de la Mujer ejerciendo uno de sus derechos reciente­ mente adquiridos: salir a correr por el distrito histórico de Jeddah. Irán. 8 de m arzo de 2018. Tres mujeres se quitan el velo y cantan una canción en el subte de Teherán. Un día antes una m ujer había sido sentenciada a dos años de prisión por sacarse el veloen público. Turquía. Estambul. 27 de marzo de 1995. Nace el movimiento Madres de los sábados, que reclaman por las desapariciones de sus hijos perpetradas por el terrorismo de Estado en la década del 90. 18 O EL ATLAS DE LA REVOLUCION DE LAS MUJERES • • * Los orígenes del feminismo argentino La gesta nacional Susana B eatriz G am ba y A id a M aldonado Z a p le ta l La rebelión de las m u je re s es id e n tific a ble en to d o tie m p o y lugar. En A rgentina, la llegada m asiva de in m ig ra n te s al país a fines del siglo XIX te r m in ó de dar fo r m a a los p rim e ro s fe m in is m o s nacionales y c o n s titu y ó la antesala de in te rm in a b le s luchas libradas por la igualdad de género. i entendem os el fem inismo como un m ovim iento que promueve la liberación de la mujer y la igualdad de derechos sociales, políticos y económicos entre géneros, su historia se relata a través de hechos que dan cuenta de la desigualdad y de su opresión. T ras u n a larga c u ltu ra de dom inación, las m ujeres ta rd a ro n en n om brarse y m ucho m ás en tra sc e n d e r y perpetuarse. ¿Cuántas mujeres nos llegan de las culturas originarias, de los tiem pos de !a Revolución de Mayo o de la Independencia? Aún con pocos nom bres propios que acuñar, la rebelión de las m ujeres es identiñcable en todo tiem po y geografía. Manuela Pedraza, “la Tucum anesa” y M artina Céspe­ des -e n tre m uchas- lucharon con valentía durante las Invasiones Inglesas; patriotas como Juana Moro y M aría Loreto Sánche 2 organizaron a las salteñas en una red de espionaje apoyando al Ejército de M anuel Belgrano en el S Norte; trabajadoras dom ésticas, costureras, fosforeras protagonizaron grandes huelgas en los com ienzos del siglo XX; otras exigieron votar y estudiar; las M adres y Abuelas de Plaza de Mayo.,, Son m uchas las mujeres que sin llam arse fem inistas se sublevaron ante las injusticias y resistie ro n los em bates a u to rita rio s del E stado y la cu ltu ra patriarcales. Primeras expresiones Las prim eras expresiones llamadas fem inistas en Argen­ tina surgieron a fines del siglo XIX, con el ingreso de las grandes corrientes m igratorias europeas que trajeron las ideas del anarquism o, el socialism o y, m ás tarde, del comunismo. “Porción herm osa de la sociedad” llam aba Petrona Ignacia Rosende a las lectoras de La Aljaba, periódico que fundó en Buenos Aires en 1830. Sin ser fem inista, 1906 Huelga de las fosforeras: w lucha protagonizada por las obreras de la Compañía General de Fósforos que comenzó en Barracas, Avellaneda y Paraná. Hitos del fem inism o autóctono 1885 Primera egresada universitaria (Éfida Paso). 1896 Periódico Lo Voz de la Mujer (comunista anárquico). ___ 1830 Periódico Lo Aljaba dedicado a! bello sexo argenti­ no. Primera publi­ cación dirigida a mujefes. 1830 1891 Primera huelga de trabajadoras del servicio doméstico. 1885 1890 Fuente; Susana Beatriz Gamba y Aida Maldonado Zapletal. 1904 m Fundación de !a Asociación de Universitarias Argentinas. 1905 Creación del Centro Feminista, la Liga Fe­ minista Nacional y el Centro Feminista de Libre Pensamiento. 1902 f Constitución del Centro Socialista Femenino por ini­ ciativa de las her­ manas Chertkoff. 1895 1900 1905 1910 Entre el 18 y el 23 de mayo se desa­ rrolló el Primer Congreso Interna­ cional Femenino en Buenos Aires. 1916 Fundación del periódico Tribu­ na Feminista por parte de Carolina Muzzilli, quien también fue su directora (socia­ lista). 1911 Julieta Lantén logra votar en las elecciones de conce­ jales en Buenos Aires. 1910 1915 1. EMTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 19 se d irig ía a las m ujeres y abordaba asu n to s públicos, Siguieron su derrotero publicaciones que también promo­ vieron los derechos de las m ujeres y cu estio n aro n los privilegios de los hom bres, como La Camelia, a cargo de Rosa G uerra (1852), Á lbum de señoritas, de Ju a n a M anso (1854) y La Alborada del Plata, editada por Juana M anuela G orriti (1877). La Voz de la Mujer, pionera en América Latina, fue la prim era publicación fem inista que convocaba a m ovi­ lizarse contra la subordinación de las m ujeres y tra b a ­ jadoras. Vocera del com unism o anárquico, entre 1896 y 1897, luchó co n tra la religión y todas las instituciones opresivas y promovió la educación, la anticoncepción y el am or libre. Del anarquismo al radicalismo El anarquism o tuvo gran relevancia en los orígenes del fem inism o argentino. Las prácticas revolucionarias y la composición obrera y popular de la gran m ayoría de sus in teg ran tes cuestionan la tesis generalizada de un prim er fem inism o elitista y burgués. E ntre sus referen­ tes trascendieron V irginia Bolten y Juana Rouco Buela. Este movimiento centraba la m irada en el poder ejercido sobre las m ujeres dentro del m atrim onio y de la familia. Son muchas las mujeres que sin llamarse fem inistas se sublevaron ante las injusticias. En consecuencia, prom ovía las relaciones libres, ya que consideraba que el casam iento restrin g ía la libertad y sexualidad de las mujeres, y que su finalidad era asegurar la transm isión capitalista de la propiedad. Las trabajadoras, llam adas “las proletarias del prole­ ta ria d o ”, fueron tejiendo u n a resisten cia fren te a las & 1932 La Cámara de Di­ putados aprueba “ = el voto femenino, pero no se trata en el Senado. Se crea la Agrupación de Mujeres de Letras y Artes» en cuya primera comisión participaron, entre otras, Salvadora Medina Onrubia y Alfonsina Storni. 1919 Fundación del Partido Nacional Feminista. Alicia Moreau, entre otras, participa de la creación del Comité Pro Derecho deí Sufragio Femenino. 1951 I 1947 1920 Aparición de la revista Nuestra Cousolsocialista}. lié 1920 1925 1930 Se sanciona la Ley del Sufragio Femenino. 1935 1940 Universidad, letras y artes Entre 1885 y 1900 egresaron las prim eras universitarias, en su m ayoría m édicas. Fueron tam bién las prim eras fem inistas “ilustradas” que prom ovieron derechos civi­ les y políticos. Algunas eran partid arias del socialismo, sufragistas y organizadoras de varios centros de conver­ gencia, así com o del P rim er C ongreso In te rn a c io n a l de M ujeres de 1910, donde se d estacaro n las voces de Cecilia Grierson, Elvira Rawson, Julieta Lanteri, M aría Abella Ramírez, Alicia Moreau y Carolina Muzzilli, entre o tras. Sus p a rticip a n te s m ilita b an m ay o ritariam en te en el C entro de U n iv e rsita ria s A rgentinas, el C entro Socialista Fem enino, el C entro Fem inista y la Liga de M ujeres Librepensadoras. En 1932 se constituyó en Buenos Aires la A grupación de M ujeres de L etras y Artes. En su prim era comisión se destacaron Salvadora M edina O nrubia y A lfonsina Storni. M edina O nrubia merece un justo reconocim iento por su lite ra tu ra y su m ilitan cia política a n a rq u ista . Aunque cuestionada por su m odo de vida burgués y-> 1970 Surge la Unión Feminista Argentina (UFA), primera agru­ pación feminista de ia Segunda Ola. J p l Lasm uje- r M É l res votan I 1 por primera vez en elecciones nacionales. 1945 inclem encias de un sistem a de dom inación y ex p lo ta­ ción. D entro de las m uchas acciones que organizaron, se destacan algunas m edidas de fuerza tales como: las huelgas de las trabajadoras de servicio doméstico en 1891, 1901 y 1904; la lucha obrera de las fosforeras de B arra­ cas, Avellaneda y P araná en 1906, que logró en 1909 una asociación que las aglutine; la organización que forjaron las obreras telefónicas para pedir m ejoras salariales en 1907; la creación de la Sociedad de O breras C ostureras de Confección en G eneral en 1936 o la sanción de la Ley de Trabajo a Domicilio en 1941. El P a rtid o Socialista, fundado en 1894, asum ió un com prom iso fu erte con la participación electoral y la reform a laboral, por lo que en la segunda década del siglo XX sobrepasó al anarquism o en cuanto a su inserción y propagación del fem inism o. La creciente influencia del radicalism o, por su parte, tam bién hizo lo suyo para eclipsar la influencia anarquista. 1950 1977 Primera Ronda a la Plaza de las Madres de Plaza de Mayo. \ 1972 Fundación del Movimiento de Liberación Fe­ minista (MLF). 1970 1982 Surgimiento de ATEM (Asocia­ ción de Trabajo y Estudio de la Mujer) 25 de Noviembre, Amas de Casa del País, Asociación Argentina de Mujeres de Ca­ rreras Jurídicas. 1978 Constitución de la Asociación Juana Manso en Córdoba. 1979 Unión de Mujeres Socia­ listas. Aparece el CEM (Centro de Estudios de la Mujer). 1975 1980 1983 Creación del colectivo Lugar de Mujer que acompaña las primeras leyes a favor de ias mujeres. 1985 20 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • C ecilia G rierson (1859-1934) Primera médica argentina Obstetra y kinesióloga, no pudo trabajar como cimjana a pesar • A lic ia Moreau (1885-1986) L íd e r p o lític a s o c ia lis ta de ser la primera mujer que obtuvo el título habilitante. Luchó En 1902 fundó eí Centro Socialista Feminista y la Unión Gremial Femenina, yen 1906el Movimiento Feminista. denodadamente por el reconocimiento de los derechosde la Durante el Congreso Internacional de Libre Pensamiento, mujer. Participó en congresos internacionales y elaboró un realizado en Buenos Aires, fundó el Centro Feminista y el Comité Pro-Sufragio Femenino junto a mujeres como Sara estudio sobre el Código Civil que permitió un importante cambio en la legislación en beneficio de la mujer casada. En 1910 presidió eí Primer Congreso Feminista Internacional de la República Argentina, convocado por la Asociación de Justo, En 1910 fue una de las princi pales organizadoras del Primer Congreso Femenino Internacional. En 1914 se recibió como médica con la tesis "La función endocrina del ovario", Mujeres Universitarias. Creó escuelas y otros establecimientos siendo una de las primeras especialistas latinoamericanas en educat ivos con actividades distintas a la medicina y fue enfermedades femeninas. En 1918 fundó la Unión Feminista pionera en el tratamiento de niños con capacidades Nacional. Fue directora de la revista Nuestro causa creada en 1919. En 1932 elaboró un proyecto de ley que establecía el especiales. Fundó le Escuela de Enfermeras del Círculo Médico del país. Trabajóen el Hospital San Roquefhoy Hospital Ramos Mejia}. Colaboró en el primer nacimiento por cesárea hecho en Argentina ¡1892). • sufragio femenino. En 1958 participó de la división del Part do Socialista y la fundación del Partido Socialista Argentino, ocupando la dirección del periódico La Vanguardia hasta 1960. Permaneció ligada a la vida política hasta su muerte en 1986, s la edad de 100 años. Fuente: Elaboración propia. su m arido, el fundador del periódico Crítica, fue la prim era mujer que dirigió un diario en Argentina. Su obra de teatro “Las descentradas” (1928) es una pieza clave del anarco-fem inism o, en tanto que unos años antes, entre 1924 y 1925 se habían publicado “De Francesca a B eatrice”, de Victoria Ocampo; “A kasha”, tam bién de M edina O nrubia y “O cre”, de Alfonsina Storni. Sufragismo y peronismo La aparición en escena de Eva Perón y la prom ulgación en 1947 de la Ley 13.010, que universalizó el derecho al sufragio incorporando a las mujeres, produjeron un cim bronazo en el país. La m ayoría de las sufragistas históricas, tanto las socialistas como las radicales, que en 1946 se habían negado a que Perón les o torgara el voto por decreto, apoyaron la m edida al tra tarse en el Congreso. Pese a esto, las fem inistas de los distintos partidos se aliaron en laUnión Democrática, oponiéndose férream ente al peronismo, a! que acusaban de populista, autoritario y m uchas veces nazi fascista. El creciente liderazgo de Evita, que no se decía ni era fem inista, transform ó la vida de las mujeres, espe­ cialm ente de las trabajadoras. Sus posturas resultaban polémicas y contradictorias, ya que por un lado ensal­ zaba al extrem o la figura de Juan D. Perón como líder y conductor, y desplegaba una retórica conservadora sobre el rol de la m ujer y su “sagrada” función m aternal y, por otro lado, promovía la participación femenina en lo social y político. Pese al fuerte cuestionam iento de las alas fem inistas, m aterializó derechos que venían recla­ mándose, y en 1949 fundó el Partido Peronista Femenino. La prim era experiencia de voto femenino se realizó en 1951 y perm itió el ingreso de gran cantidad de mujeres al Congreso Nacional. El nuevo feminismo Los anos 60 y com ienzos de los 70 llegaron con los ecos de la Revolución Cubana, el Mayo Francés, la guerra de Vietnam , el asesinato del Che, el m ovim iento hippie y el descubrim iento de la píldora anticonceptiva por un lado, y con la proscripción del peronismo y los gobiernos dictatoriales en Argentina por el otro. En este contexto surgieron varios grupos guerrilleros a los que se sum a­ ron las m ujeres, apostando por ese “hom bre nuevo” que tom aría las arm as para d e rro c a r al capitalism o, confiando que con su triunfo se produciría tam bién su liberación. No fueron fem inistas, aunque, de hecho, cuestionaron el patriarcado. A fines de los 60, M aría Elena Oddone creó el Movi­ m iento de Liberación de M ujeres (MLM). Disuelto en los 70, apareció la Unión Fem inista A rgentina (UFA), precursora del nuevo feminismo, im pulsada por m uje­ res como Leonor Calvera, Gabrielle Christeller, M aría Luisa Bemberg, Hilda Raís y Sara Torres, entre otras. Funcionaba a través de grupos en los que se d iscutía sobre sexualidad, aborto, m enstruación y se cuestiona­ 1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 21 ban los roles y m andatos im puestos. C onform ada en su m ayoría por sectores m edios, intelectuales y m ilitantes de izquierda, su diversidad fue enriquecedora, aunque sus d istintos intereses determ in aro n luego su escisión. El clim a político im p e ran te provocó tensiones e n tre quienes plantearon com batir al capitalism o y al p a tria r­ cado -q u e se fueron de la U nión-, y quienes sostenían que la lucha de clases era de segundo orden. Tiem po después, en 1974, se form ó la coordinadora por el A ño In te rn a c io n a l de la M ujer, in te g ra d a p o r funcionarios del gobierno de Isabel Perón, m iem bros de la UCR y el PC. Los m ovim ientos fem inistas, las a g ru ­ paciones por los derechos de las m inorías sexuales y los partidos de izquierda se opusieron porque el encuentro no preveía ninguna dem anda del movimiento de mujeres. Estas organizaciones opositoras conform aron el Frente de Lucha para la M ujer, que reivindicó un salario para el trabajo dom éstico, iguales oportunidades de acceso a la educación, la anulación de la legislación que prohibía la difusión y el uso de anticonceptivos, el aborto legal y gratuito, en tre otros derechos. Dictadura y primavera dem ocrática D urante los años de la feroz dictadura cívico-m ilitar un grupo de m ujeres se anim ó a e n fre n ta rla reclam ando por sus hijos e hijas, convirtiéndose en un icono m undial en la defen sa de los d e re c h o s h u m an o s. Las M adres y A buelas de Plaza de M ayo sin sab er de fem inism o, tran sg red iero n su rol tradicional de m adres tom ando el espacio público y encarnaron más que nunca la consigna del nuevo fem inism o: “lo personal es político”. A p a rtir de ese p ro ceso , años-m ás ta rd e , a lg u n a s de ellas se asum ieron como fem inistas. Así, d u ra n te esos años so m b río s, la in su rg e n c ia fe m e n in a no se d e tu v o . En 1978, se c o n s titu y ó en C órdoba la A sociación J u a n a M anso; en 1979, nació la U nión de M ujeres Socialistas, p residida por A licia M oreau. E ntre los grupos m ás im p o rtan tes de com ien­ zos de los 80 se puede m encionar al C entro de E stu - Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo sin saber de feminismo, transgredieron su rol tradicional tomando el espacio público. dios de la M ujer (CEM, 1979), Am as de Casa del País (1982), C onciencia (1982), y A sociación A rg en tin a de M ujeres de C a rre ra s J u ríd ic a s (1982), A sociación de T ra b ajo y E stu d io so b re la M ujer 25 de N oviem bre (ATEM ) (1982), L u g ar de M u jer (agosto de 1983), e Indeso - M ujer de R osario (1984), La rec u p e rac ió n d em o crática, con su a p e rtu ra , el reto rn o de las exiliadas y la fo rta le z a de las su p e rv i­ vientes in te rn as, alentó u n ren a c e r y un crecim iento significativo del m ovim iento fem inista, actu alizan d o las dem andas y los debates de las luchas por venir. ® A lfo nsin a S to rn i (1892-1938) Poetisa y escritora La primera sufragista En 1907 se diplomó: fue la serta doctora en Medicina. El 26 de noviembre de 1911 se convirtió en la primera mujer en votar en Argentina yen Sudamérica al hacerlo cuarenta años antes que as demás mujeres. En 1919 se postuló como diputada naciona (porque, aunque no votaran, nada impedía a las mujeres ser candídatas) por el Partido Feminista Naciona!, el cual fundó antes de que las mujeres pudieran sufragar. Organizó congresos, apoyo huelgas y construyó sindicatos. Denunciaba las condiciones inhumanas de las obreras, luchaba contra proxenetas y funcionarios que se enriquecían con ia explotación sexual, exigió el derecho ai divorcio y terminar con el poder de ia Iglesia sobre le vida de las personas. En 1924, se presentó por el Partido Feminista Nacional y solo fue Nació en Suiza pero su familia regresarla años después a Argentina. En San Juan y en Rosario (Santa Fe) vivió gran parte de su infancia. Se graduó como maestra y comenzó a publicar poemas en diversas publicaciones rosarinas. En 1911, se trasladó a Buenos Aíres. Un año más tarde se convertiría en madre soltera, con el nacimiento de su hijo Alejandro. Se desempeñó como docente en el Teatro Infantil Lavardén yen la Escuela Normal de Lenguas Vivas, frecuentó circuios literarios y colaboró, entre otras publicaciones, con Caras y Caretas, Nosotros, At/onfida, La Nota y con el diario ¿a Noción. Entre sus obras destacadas se pueden mencionar: La inquietud del ro$ol(191B), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919}, Languidez(1920), 0cre(1920), Mundo de siete pozos |1934|y Mascarilíaytrébal(f93B). Obtuvo varios premios literarios. Se suicidó en Mar del Plata el 25 de octubre de 1938. 22 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES f ...................................................................................-.......................................................................................................... • Peronismo ° Matrimonios y algo más C arolina B arry El peronismo es la fuerza política argentina que propició la mayor inclusión de mujeres en sus filas, al tiempo que instauró en la cultura política nacional la figura del matrimonio gobernante. Con personalidades y proyectos muy distintos, Evita, Isabel y Cristina jugaron un rol central en la historia del país. De E vita a C ristin a O Casamiento Presidencia CARGOS PÚBLICOS OTROS CARGOS POLÍTICOS MARÍAE|/a María Eva Duarte • Presidenta de la Fundación Eva Perón(1948-1952) • Presidenta del Partido Peronista Femenino(1949-1952) 1945 con Juan D. Perón (sin hijos) María Estela Martínez (Isabellta) 1975 con Néstor Kirchner (dos hijos) con Juan D. Perón (sin hijos) ■Vicepresidente de la Nación desde el 12/10/1973 al 1/07/1974 • Presidenta de la Nación 1/07/1974 al 24/03/1976 • Representante de Perón (1965 hasta su regreso a Argentina) • Presidenta de la Rama Femenina del Partido Justicialista (1973) • Presidenta de la Cruzada Justicialista de Solidaridad • Presidenta del Movimiento Nacional Justicialista (1974-1985) Cristina Fernández ■Diputada provincial de Santa Cruz 1989-1995 • Diputada nacional por Santa Cruz 1997-2001 • Convencional Constituyente 1994-1999 • Senadora nacional por Santa Cruz 1995-1997y 2001-2005 • Senadora nacional por Buenos Aires 2005-2007 • Presidenta de la Nación 2007-2011 y 2011-2015 • Senadora nacional por la provincia de Buenos Aires desde 2D17 Fuente: Carolina Barry. I. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 23 l peronism o ha sido la fuerza política m ás signi­ ficativa de los últim os seten ta años de h isto ria a rg e n tin a , ya sea com o gobierno, oposición e incluso en la proscripción. Tam bién, ha sido la fuerza que posibilitó el mayor ingreso de m ujeres en la política: el prim er gobierno de Perón im plem ento una serie de in stru m e n to s legales que cam biaron por com pleto las prácticas electorales. Uno de ellos fue la Ley de voto fem enino (13.010) de la que derivaron una serie de leyes relacionadas con los derechos políticos de las mujeres. La decisión política de incorporar a las m ujeres a través del Partido Peronista Fem enino en las listas de candidatos posibilitó que en la prim era elección en que votaron tas m ujeres, el 11 de noviem bre de 1951, un núm ero signifi­ cativo ocupara bancas en las Cám aras tanto de la Nación como de las provincias. En las prim eras elecciones tras el derro cam ien to de Perón sólo un escaso núm ero de mujeres ingresó al Congreso Nacional, aunque su número aum entó levem ente d u ran te los gobiernos peronistas de 1973 a 1976. Pero la can tid ad de m ujeres electas en las p rim e ra s elecciones p o ste rio re s a la Ley de voto fem enino (1951 y 1954) no se volvería a alcanzar hasta la im plem entación de la Ley de cupos san cio n ad a en 1991, bajo otro gobierno peronista. Las p a rla m e n ta ria s tam b ién o c u p a ro n cargos en el Congreso; espacios excepcionales p ara una m ujer a mediados del siglo XX. Entre 1953 y 1955, Delia Degliuomini de Parodi fue vicepresidenta prim era de la C ám ara D iputados, Ilda Pineda fue la vicepresidenta segunda de la C ám ara de Senadores en 1954 y v ice p resid e n ta prim era en 1955. Y en 1974 la sen ad o ra por el F rente Ju stic ia lista de Liberación, Yamili B árbora de Nasif, asum ió como vicepresidenta p rim era del cuerpo. E Bienes gananciales El peronism o instaló en la cu ltu ra política arg en tin a u n a p ráctica sugestiva; el m atrim onio gobernante y la politización de las prim eras dam as, devenidas en actores políticos centrales. El paradigm a por exce­ lencia corresponde a Ju a n D. Perón y Eva Perón, con la singularidad de un doble liderazgo carism átíco, com partido y sim ultáneo. Un líder y una líder com ple­ m entarios uno del otro. Estas prácticas p e rm an ecie­ ron como un sello propio del peronism o, y se han visto replicadas en distintos períodos y niveles de gobierno. En form a sim ultánea, du ran te la década del cu a re n ta , existieron otros casos de gobernadores, legisladores y funcionarios cuyas esposas cam biaron y redefinieron su papel de prim eras dam as al c o n stru ir espacios de poder e influencia no habituales hasta ese m om ento. Con su p o d e r e in flu e n c ia , Eva ejerció u n fu e rte lid erazg o c a rism á tíc o d e n tro del m ovim iento p e ro ­ nista a p a rtir de roles no convencionales. Sin em bargo, num erosas m edidas del gobierno, leyes y d ecretos le otorgaron atrib u to s propios de un presidente o un jefe de Estado. Su capital político lo construyó en un inicio como reem plazante de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión, aunque sin ocupar la c a rte ra de Trabajo, luego con su influencia para la sanción de la Ley de Voto Femenino, la representación del gobierno en la gira euro­ pea en 1947, la autoría de los Derechos de la A ncianidad incorporados en la C onstitución de 1949, la presidencia de la Fundación Eva Perón, la presidencia del P artido Peronista Fem enino y el apoyo político incondicional de la CGT, que sostuvo de m anera férrea su can d id atu ra a la vicepresidencia de la Nación en las elecciones de 1951. D esde su posición de prim era dam a ten ía m ás poder que un m inistro o un gobernador, e incluso com partía con el Presidente un poder bifronte. Adem ás, contaba con un ascendiente político sin igual gracias a que su liderazgo había adquirido ribetes m íticos y religiosos que iban desde Santa Evita, Jefa E spiritual de la Nación -títu lo que le otorgó el C ongreso de la N ación- hasta Eva ejerció un fuerte liderazgo carismátíco pero a partir de roles no convencionales. Suprema Inspiradora de las Leyes, como la distinguió la Corte Suprem a de Justicia. Al m om ento de su m uerte, un sindicato envió al V aticano un pedido p a ra s a n ti­ ficarla, num erosas instituciones llevaban su nom bre o el de la fecha de su nacim iento, y la ciudad y el partido de La Plata com enzaron a llam arse Eva Perón. D esde hacía unos m eses la p ro v in cia de La Pam pa tam bién se denom inaba P rovincia Eva Perón. -> Argentina, e n tre los prim eros A comienzas de la década del 50, Argentina ocupaba el cuarto lugar en el mundo en cantidad de legisladoras El poder bifronte A p e sar del enorm e peso de su fig u ra , Eva Perón no ocupó n in g ú n cargo en la e s tru c tu ra de gobierno, ni del E stado. Los títu lo s que o ste n ta b a eran de fu e rte contenido simbólico y político, algunos provenientes de la CGT, otros del aparato de propaganda del gobierno, que la llam aron desde “Puente de am or e n tre Perón y su pueblo” h asta “H ada buena de la Argentina". R ep úb lica D e m o c r á tic a Alemana Fuente: Carolina Barry. UR55 Mongolia Argentina 24 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • Elecciones a legisladores nacionales El voto de la m ujer en 1951 En porcentaje según género De! total de mujeres en el padrón, votó el 90,32% v fo hicieron de ia siguiente manera: 11 de noviembre de 1951 23 * 3 27 ,3 % i Diputadas Nacionales 21,7% Senadores 22,2% i Territoriales Nacionales k 27,3% Diputados Nacionales Senadores Nacionales Nacionales Delegados • 25 de abril de 1954 20 15,4% • i Delegados Territoriales Nacionales i fuerzas I M u je re s ele cta s Fuente: Carolina Barry. Nota: Todas ¡as candidatas electas pertenecían al Partido Peronista. La primera Presidenta El de Perón y M aría Estela M artínez C artas (Isabel) fue el prim er m atrim onio que ocupó form alm ente el gobierno de A rgentina cuando asum ieron como P re­ sidente y V icepresidenta de la Nación el 12 de octubre de 1973, Si bien la fórm ula obtuvo el 62% de los votos, la c an d id atu ra de Isabel había provocado m últiples disensos internos, no abiertam ente m anifestados. Isabel form ó su experiencia política du ran te los años del exilio de Perón en P uerta de H ierro, en espe­ cial a p a rtir de 1965 cuando viajó a A rgentina con el propósito de reo rg an izar el Partido P eronista y disol­ ver todos los partidos neoperonistas, en p a rtic u la r los ligados a Augusto Tim oteo Vandor. Isabel se transform ó en sinónim o de verticalism o y de lealtad a Perón, y de esa m anera la recibían los distintos sectores del m ovim iento. Nuevos viajes s ir­ vieron para prep arar el regreso de Perón al país, e in­ cluso realizó im portantes visitas al extranjero, como a C hina y Corea del Norte donde se entrevistó con Mao y Zhou en Lai. D urante los casi nueve meses que ocupó el cargo de vicepresidenta se limitó a acom pañar a Perón, viajar al exterior y cum plir un papel institucional limitado a ac­ tos de protocolo y presidió una sola sesión en el Senado. A diferencia de Eva, Isabel se m antuvo en un se­ gundo plano. Ante la gravedad de la salud de Perón y de una fuerte presión de sectores tanto del peronis­ mo como de la oposición que insistían en su ineptitud para asu m ir el cargo de Presidenta, se pensó en una reform a constitucional y en la m odificación de la ley de acefalía para reem plazarla en el cargo a ella y al círculo que la rodeaba, en especial a José López Rega. En 2007 fue la primera vez en la historia en que un varón, y un marido, le pasaba el mando a una mujer. Sin embargo, tra s la m uerte de Perón, el Io de julio de 1974, Isabel asum ió como la prim era presidenta a r­ gentina y, como tal, Com andante en Jefe de las F uer­ zas A rm adas h asta su derrocam iento el 24 de m arzo de 1976. No obstante, siguió presidiendo el Partido Ju sticialista hasta su renuncia en 1985. La primera ciudadana En 2003, N éstor K irch n e r asum ió la P residencia de la Nación acom pañado no por su esposa, sino po r un 1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD # 25 dirigente p eronista, Daniel Scioli. C ristina Fernández, la p rim era dam a - o p rim era ciudadana, com o prefería >er d e n o m in ad a- contaha con u n a tray ecto ria política propia. El m atrim onio operaba en conjunto: ella a p a rtir de la ocu p ació n de d is tin ta s in sta n c ia s le g isla tiv a s, m ientras que él ejerció la intendencia de Río Gallegos y la g o b e rn a c ió n de la p ro v in c ia de S an ta C ru z . De hecho, cuando K irc h n e r asu m ió la P re sid e n c ia , ella era senadora nacio n al por esa p ro vincia. D u ra n te el m andato de su m arid o cultivó un bajo p erfil, aunque form aba parte de la m esa chica, e incluso contaba con u n despacho p ropio en la C asa R osada, sig u ien d o la lógica del peronism o inicial. El m atrim onio planeaba la alternancia entre ambos en el poder, y así sucedió en la prim era etapa en que C ristina Fernández fue electa Presidenta de la Nación a p a rtir de una alianza con sectores del radicalism o y del socialismo que obtuvo el doble devotos que K irchner en 2003. Ella se presentó como sucesora y sin elecciones internas dentro del peronism o. Se tra tó de la prim era vez en la historia en que un varón, y un m arido, le pasaba los atributos del m ando a u n a m ujer, su esposa, y tam bién, del estreno del papel de “prim er caballero” en A rgentina. D urante este período, K irchner fue diputado nacional, presidente de UNASUR y del P a rtid o J u stic ia lista . Sin em bargo, nunca se apartó de la gestión, y le costó m ucho asum ir su nuevo rol. Su m uerte en 2010 trastocó el proyecto de sucesión en el poder. Sin em bargo, la viudez rev irtió el hum or social adverso y aum entó la im agen positiva de C ristin a F ern án d ez, quien se presentó p a ra un nuevo p erío d o aco m p añ ad a po r un in te g ra n te de su propia fuerza, Am ado Boudou, y sustentada por el peronism o, Ley de voto fem enino en A m érica Según país y año de establecimiento 1918 1 * 1 Canadá* 1920 m — EE.UU. Mujeres negras en 1955 1929 Ecuador* 1931 Chile* 1932 * | Brasil 1938 Uruguay Solivia* •1939 El Salvador* 1941 m * Panamá* El peronismo ha sido la fuerza 1942 K política que propició la mayor 1944 ^ 5 1 Jamaica inclusión de mujeres en sus filas. Rep. Dominicana 1945 1 * 6 Guatemala* 1946 IB M Trinidad y Tobago 1947 ^ y en especial por la ag rupación política La C ám pora. T riunfó en prim era vuelta con el 54% de los votos. En sil segundo gobierno, C ristin a F ernández ra d i­ calizó las políticas iniciadas d u ra n te la gestión de su m arido. Ejerció el poder de m anera férrea, concentrada y p ersonalizada. Argentina . 1948 " | * | México* h H Venezuela Surinam 1949 Costa Rica 1950 ■ ■ Haití 1951 H Antigua y Barbuda J j E Dominica a Barbados 1952 BsBff San Cristóbal y Nieves Un partido de inclusión 1953 E S Guyana El p ero n ism o ha sido la fu erz a po lítica que propició la m ayor inclusión de m ujeres en sus filas, sea como m ilita n te s , leg isla d o ras, p rim e ra s d am as p o d ero sas e in clu so com o p re s id e n ta s . A su vez in s ta u ró en la c u ltu r a p o lític a a rg e n tin a la fig u ra del m a trim o n io g o b e rn a n te que se rep licó no sólo en las m ás a lta s esferas del poder, sino en o tro s espacios com o g o b er­ naciones, in te n d e n cia s, m in iste rio s y sindicatos. Una p ráctica que se puede o bservar en d istin to s m om entos de la historia m undial, pero que en A rgentina vino de la m ano del peronism o y probablem ente para quedarse.© 1954 Colombia éÜ é Granada Santa Lucía | y | San Vicente y las Granadinas 1955 ¡Ü I¡ Honduras E J Bélica ^ N ic a r a g u a ........ 1961 ¡¡¡£ ¡ Paraguay m | |P e r ú Bahamas* ♦Derecho sujeto a condiciones o restricciones de edad, color de piel, mvei de instrucción, para votar o ser elegidas. 26 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES .. • • • Guerrilla Una revolución incompleta M iriam L ew in En Argentina, el m a c h is m o fu n c io n ó a ju s ta d a m e n te d e n tro de las org an iza ­ ciones revolucionarias de los 70. Aunque ¡as m ujeres en las ta re a s militares e s tu vie ro n re p re s e n ta d a s incluso en un alto porcentaje, en la co n ducción, c o m o en to d a s las áreas de la vida s o c ia l seguían siendo pocas. urante demasiado tiempo las mujeres de izquierda estuvieron convencidas de que la Revolución -y ninguna lucha específica p revia- conduciría a la emancipación femenina. De que primero había que pelear por la liberación de la sociedad como un todo, por la elimi­ nación de las injusticias y la desigualdad de clases, y que la cuestión del patriarcado se vería resuelta en consecuencia. Era falso. Una visita a la Rusia después de setenta años de socia­ lismo, así como a la Cuba de la misma década me convenció de que el machismo y el consecuente sojuzgamiento del género femenino no habían desaparecido. Que el rol de las mujeres en la casa y en la cama, y su participación en el gobierno no eran diferentes (y en ocasiones eran peores) que en el capitalism o más salvaje. Y que la valorización del papel heroico femenino en las gestas históricas tra n s­ formadoras tenía el tinte de la excepcionalidad. M ientras duró la Segunda Guerra Mundial, las mujeres soviéticas hicieron funcionar las fábricas y salvaron la vida a los heridos. En el frente, lucharon, pilotearon aviones y fueron eficientes tiradoras. M iles fueron condecoradas y m uchas recibieron el título de “H eroína de la Unión Soviética”. Sin embargo, en los años 90 en Rusia no se había logrado resolver todavía el problema de la brecha salarial, el predominio de mujeres en las profesiones tradicionalmente fem eninas y la doble jornada (el trabajo rem unerado y el doméstico, no remunerado). D Organizaciones revolucionarias En la Cuba revolucionaria, a pesar del rol de las com ba­ tientes en la iucha que condujo a la tom a del poder en 1959 y de su organización dentro de la Unión Fem enina Revolucionaria -antecesora de la Federación de Mujeres C ubanas- eso no significó que las mujeres fueran tomadas V íctim as del terro rism o de Estado En porcentaje, según condición y género 16,8% Desaparecidos/as 46,4% 2,6% Asesinados/as 9,7% 8% Liberados/as 16,2% Mujeres n O Varones Fuente: RUV, 8 de marzo de 2013. Nota: El total contempla víctimas de la violencia estatal desde agosto de 1962 a diciembre de 1983, en cuenta para ocupar cargos ejecutivos en el gobierno, salvo en la cartera educativa. El feminismo fue conside­ rado como una ideología propia de “burguesas ociosas”, y las reivindicaciones propias del género se diluyeron en la Revolución. En Argentina, el machismo funcionaba ajustadam ente dentro de las organizaciones revolucionarias de los 70. Las mujeres en la conducción eran pocas, aunque en las tareas m ilitares estuvieran representadas a veces incluso en un alto porcentaje. En las casas de las parejas m ilitan­ tes, a pesar de que se intentaba no reproducir los modelos patriarcales, era regla que las mujeres se ocuparan de las tareas domésticas. No existía casi ningún caso en que la mujer m ilitara y su com pañero no, pero sí a la inversa. Al mismo tiempo, el grado del varón de la pareja dentro de la organización o el partido siempre era superior al de la mujer. Por eso se daba prioridad a su interés y seguridad, y se obligaba a su com pañera a trasladarse de frente si él era transferido, y a resignar su propio crecim iento para ser destinada a alguna tarea menor. 1. ENTRE PATRIARCADO Y M O D E R N ID A D * 27 Los códigos de co m p o rtam ien to e ra n p u ritan o s. La in fid elid ad -a u n q u e fre c u e n te - era c a stig ad a por los m anuales. En la idiosincrasia vigente prevalecía la idea de que era la m ujer la que tenía que ser casta y tener sexo únicam ente con su pareja. Pero si un varón que m ilitaba estab a con u n a m ujer que no lo h acía y m a n te n ía u n a relación c la n d e stin a con u n a com pañera, el desliz era justificado y su separación de la novia o cónyuge ajena a la organización era alentada. C uando u n activ ista e ra detenido ilegalm ente, se lo extorsionaba para que proporcionara información a cambio de la lib ertad de su esposa, que era considerada por los represores como más inofensiva. A éstos les parecía fasci­ nante la independencia y las características de las mujeres guerrilleras, pero por otro lado apuntaban a castigarlas hasta con la m uerte por su rebeldía y su apartam iento del modelo tradicional de mujer, m adre y esposa. Si una m ilitante sobrevivía a la desaparición y al cauti­ verio se presum ía que se había prostituido y había tenido sexo con los captores. Esa era considerada la peor deshonra, y no po rq u e se concibiese com o violación, salvo en el caso de que hubiera ex istid o violencia física explícita. Incluso dentro de un cam po de concentración -espacio en el que el fiscal Pablo Parenti, especializado en crím enes de lesa hum anidad, establece que es im posible que exista el consentim iento pese a que lo alegue la propia víctim a-, los com pañeros de m ilitancia concebían el abuso sexual como un acto al que las m ujeres tenían que resistirse, aun cuando la consecuencia fuera la m uerte. Machismo de izquierda ¿Qué habría pasado si hubiera sido al revés? ¿Si los varones prisioneros, percibiendo que podían usarla para sobrevi­ v ir hubieran aprovechado la atracción sexual que podían Im putad os co ndenado s por d elito s sexu ales c o ­ m e tid o s d u ra n te la d ic ta d u ra y caso s s e n ten ciad o s Según estado de confirmación de la condena Imputados condenados por delitos sexuales 2010 2011 2012 2013 2014 2015 Nota: Antes de2Dra los delitos sexuales no eran tenidos en cuenta en las causas como crímenes de lesa humanidad. Hoy existen numerosas investigaciones en curso por crímenes perpetrados contra más de 50El victimas, entre ¡os que se incluyen abortos forzados, violaciones y abusos sexuales agravados. Fuente: Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, ejercer? La valoración habría sido diferente. Las m ujeres que recibieron algún beneficio en cautiverio, un llam ado telefónico a sus fam ilias, inform ación o contacto con sus hijos, abrigo, com ida o una prom esa de libertad y fueron abusadas sexualmente no pudieron en muchos casos denun­ ciarlo por sentir culpa y vergüenza. Fueron calificadas de “p u ta s” por sus cam aradas y por el resto de la sociedad. Se las acusó de traidoras. El caso uruguayo es sim ilar. Según experiencias rec o ­ gidas en el libro Las Rehenas de M arisa Ruiz y R afael Sanseviero, en la guerrilla tu p am ara tam bién prevalecía el sexismo. Las pruebas de ingreso eran m ás duras para las mujeres. El machismo dom inante se exacerbaba dentro de la cárcel y las m ujeres tupam aras en ocasiones lo repro­ ducían. El testim onio de la ex presa Stella Sánchez revela que entre rejas corrían chismes entre las prisioneras acerca de que “fu la n ita era tra id o ra , que m e n g a n ita se había acostado con un milico, que zu ltan ita estaba rayada, que a aquella le habían robado el hijo, a otra le habían robado el com pañero”. Al mism o tiem po, m ientras los dirigentes varones dirigían operaciones desde la prisión, a las m uje­ res “ni siquiera se les consultaba sobre tem as m enores”. En el MIR chileno, C arm en Castillo, cineasta y compa­ ñ e ra del líd er asesin ad o M iguel E n ríq u ez, señ ala que socialm ente la m ilitante era etiquetada como "enam orada seguidora”, irracional o m entalm ente frágil. La revolu­ cionaria debía en fren tarse al m achism o de la izquierda y la condena de la sociedad, “Rebeldes, rom píam os moldes dentro de la m aternidad y la pareja, pero, ¿dentro de las organizaciones, qué?”, se cuestiona. En Colombia ocurre algo interesante: si bien en el secre­ tariado de las FARC nunca hubo una mujer, en el poscon­ flicto el enfoque de género está p resen te. Las m ujeres, que co nstituían el 40% de la organización, ven ahora que pueden discu tir abiertam ente su participación y desean que su voz sea oída, que el lenguaje sea incluyente y que se respeten sus derechos políticos. E stas reivindicaciones se expresan en un sitio web creado por una de las frac­ ciones de las m ujeres farianas (m ujerfariana.org) donde ellas se d e c la ra n ab ie rta m en te fem in istas, co m p arten experiencias de otros países y abordan la problem ática LGTBI como propia. Tam bién debaten la violencia sexual en sus propias filas, que en la letra está penada h asta con la m uerte. Según datos de la Casa de la M ujer de Bogotá y Oxfam , ta n to las fu erz a s públicas, los p a ra m ílita re s como la guerrilla son responsables de violaciones en las zonas de conflicto, pero un 82% de las víctim as no lo han denunciado. T am bién d iscu ten la cuestión del aborto, considerado en el pasado como salida necesaria ante el em barazo de u n a g u errillera porque “en esa situación no se podía criar hijos”. L enin dijo en 1920: “N osotros esperam os que la m ujer obrera conquiste, no sólo la igualdad ante la ley, sino frente a la vida, frente al obrero. [...] El proletariado no podrá llegar a em anciparse com pletam ente sin haber conquistado la libertad com pleta para las m ujeres”. Lo real es que casi un siglo después, todavía es necesa­ ria una profunda m odificación de valores culturales. Una revolución completa, que incluya a todos los géneros. © 28 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES ...................... Madres y Abuelas de Plaza de Mayo Un grito eterno M aría S eoane E m p a re n ta d a s con una larga tra d ició n de lucha de m u jeres co n tra el poder opresor, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo se vieron obligadas a salir a luchar en 1977 en plena dicta d ura m ilita r a rgentina dejando una huella indeleble en la historia universal de los d e re ch o s hum anos. ebió ocurrir una tragedia con características bíblicas por su crueldad, por su niasividad, por sus conse­ cuencias, para que un puñado de m ujeres, en su mayoría amas de casa, provenientes de la clase media o de los sectores populares, resum ieran las historias indi­ viduales de cientos de heroínas de la historia argentina y del mundo. M adres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo brillaron en la noche dictatorial de abril de 1977 cuando el poder desaparecía a sus hijos, se apropiaba de sus nietos y extendía el terror y el silencio sobre una sociedad transida por el miedo a la muerte. El heroísmo no premeditado pero rotundo de Azucena Villaflor, fundadora de M adres de Plaza de Mayo, y de todas las mujeres que entonces fueron obligadas a m archar con ella alrededor de la Pirám ide de Mayo por la policía de la dictadura, se em parenta con el de Juana Azurduy, que soportó la m uerte de su fam ilia por el poder realista pero nunca abandonó las luchas por la Independencia, o con el de D Juana Rouco Buela que dirigió la Huelga de Inquilinos en 1907 en medio de la represión de las tropas policiales del coronel Ramón Falcón, entre otras valientes mujeres. El valor, la desesperación por saber la verdad, la nece­ sidad de una ciudadanía negada por el poder opresor tiene raíces muy profundas en la h istoria nacional a través de la participación de mujeres que construyeron ciuda­ danía desde la G uerra Gaucha hasta hoy. Las M adres y las Abuelas de Plaza de Mayo son el eslabón que une la larga cadena civilizatoria y de lucha por los derechos hum anos. Ellas escribieron la historia argentina, pero tam bién se inscribieron en la historia universal: fueron la Antigona de Sófocles que exige al poder la entrega del cuerpo de su herm ano Polinices y que constituye uno los ritos fundantes de la condición hum ana: el entierro de los m uertos como uno de los pilares de nuestra civi­ lización. Esas am as de casa lideradas inicialm ente por Azucena Villaflor, esposa y m adre de obreros, a las que La incesante lucha por el respeto de los derechos humanos 22 de octubre de 1977 Comienzo de Abuelas. 30 de abril de 1977 Primera ronda de Madres. 8 de diciem b re de 1977 Secuestro de las madres Careaga y Ponce de Bianca. 10 de diciem bre de 1977 Secuestro de A2 ucena Villaflor. ■i i 1977 Fuente: Meüsa Molina. 1979 Madres c o­ mienza a viajar al exterior. 1978 Restitución del t9 nieto Emiliano D. Ginés Scotto. ■ 1934 _k Creación del índice ' I de Abuelidad 15 de diciem bre de 1983 Se crea la CONADEP. s p 1985 Juicio a las Juntas. i 1978 1980 1982 1984 1986 1, ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD se su m arían C hicha M ariani, H ebe P astor de Bonafini, Estela Barnes de Carlotto, Taty Almeida, Nora C ortiñas, para nom brar solo unas pocas, no lo sabían entonces pero condensaban esa historia universal de valor de un a mujer frente al poder. En abril de 1977 estaban en Plaza de Mayo exigiendo respuestas por el destino de sus hijos, a quienes les fue negado no sólo el derecho a la vida y a la libertad, sino tam b ién a la justicia, En esa búsqueda prom ovida por el vínculo m ás profundo de la n aturaleza -m a d re e h ijo - M adres y Abuelas se constituyeron en heroínas de la lucha por la lib ertad y en m ilitan tes del derecho a la vida, a la justicia y a la identidad. La madre en la esfera pública Pero las M adres y Abuelas de Plaza de Mayo hicieron otro aporte fundam ental, que le dio a la ciencia la posibilidad de e n tra r por la puerta grande de los Derechos Hum anos, al aplicar la genética para el establecim iento del índice de Abuelidad. Y al mismo tiem po hicieron algo más: parieron el m ovim iento fem inista m oderno de A rgentina, conti­ nuador en la lucha de las heroínas de la Independencia, de las sufragistas, de las trabajadoras que exigían igualdad de derechos civiles y del derecho a elegir y ser elegidas en pleno siglo XX. M adres y Abuelas de Plaza de Mayo cuestionaron con su sola existencia el rol sum iso de las m ujeres en la tradicional fam ilia p atriarcal. Así detona­ ron la paradoja del régim en m ilita r que se proclam aba defensor de la fam ilia, pero la violaba desde el Estado, y esa fue la mayor fortaleza política de su movimiento frente a la dictadura. Im posible no citar a E lizabeth Jelin en su libro La lucha por el pasado cuando se preg u n ta por qué las denuncias y dem andas del m ovim iento de derechos hum anos debieron form ularse en térm inos de parentesco. Dado el contexto dictatorial, analiza Jelin, las organiza­ ciones políticas y los sindicatos estaban prohibidos, por lo tanto la lucha surgió de la esfera privada: “La paradoja del régim en argentino de 1976-1983 era que el lenguaje y la imagen de la familia constituían la m etáfora central del gobierno m ilitar; tam bién la im agen central del discurso A go sto de 2003 Anulación de las leyes de Punto Final y Obe­ diencia Debida. 1995 Creación de la agrupa­ ción H.LJ.O.S. 29 y las prácticas del movimiento de Derechos Hum anos. La im agen paradigm ática es la M adre, sim bolizada po r las M adres de Plaza de Mayo con sus pañuelos-pañales en la cabeza; la m adre que deja su esfera privada ‘n a tu ra l’ de vida fam iliar p ara invadir la esfera pública en busca de su hijo secuestrado-desaparecido”. Pero com o toda lucha e n tre el bien y el mal, en tre la libertad y la esclavitud, la cultura hum an itaria que Madres y Abuelas fundaron es una lucha incesante. Existen peli­ gros de un retroceso en m ateria de derechos hum anos en el gran m onum ento civilizatorio que se construyó de la A rgentina para el m undo parido de m anera cerval por ellas y quienes las acom pañaron. Pero pasaron dos mil años y A ntígona aún resuena en la conciencia universal. Y así se in ten te b o rra r sus m ás de dos m il rondas, sus em blem as, sus m em orias, sus reconocim ientos, la ju sti­ cia de sus luchas, ese g rito que lanzaron apenas catorce m ujeres aquel abril de 1977 obligadas a m archar contra la impunidad y la ferocidad del poder nunca se detendrá: será tan eterno, al decir de Borges, como el agua y el aire ©. Total de nietos apropiados y recuperad os N ietos recuperados N ietos que fa lta n recuperar 128 202 Fuente: Melisa Molina. 24 de marzo de 2004 La ESMA es transformada en Espacio para la Memoria. 2012 Fin de la causa "Plan sistemático de apropiación de menores". 28 de diciembre de 2017 Restitución de el nieto 128 \ - - 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 2016 2018 30 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES La cuarta ola argentina La generación “Ni una menos” M aría Floren cia A lca raz y A gustina Paz F ro ntera Las luchas por la igualdad de género tienen una larga historia en el país. Sin em bargo, en las ú ltim a s d é c a d a s el m o v im ie n to de m ujeres pudo r e fo rz a rs u protagonism o, instalar nuevas d e m an d a s en ia agenda e im p u ls a ra fu tu r a s gene ra cion e s fe m in ista s en defensa de sus derechos. n grupo de quinto año de una escuela secundaria ubicada en la Ciudad de Buenos Aires decidió elegir como “disfraz” de su fiesta de fin de curso un traje verde abortero: corpino con lentejuelas, bombacha con flecos y las bocas tapadas con el trozo de tela triangular de color verde que en A rgentina simboliza desde hace más de una década a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. ¿Cómo se modificó la vida cotidiana después de Ni Una Menos? La foto de las egresadas que circuló en las redes sociales es apenas una estam pa de esta nueva generación. U Unión y fuerza federal Ciudades donde se realizaron los Encuentros Nacionales de Mujeres, Argentina, parte continental americana S. S. de Jujuy • Salta S. M. de Tucumán Resistencia • • • Posadas Termas de Río Hondo Corrientes La marea feminista La brújula para saber qué ocurre en el m ovim iento de mujeres, lesbianas, travestís y trans está en los Encuen­ tros Nacionales de Mujeres (ENM) que se realizan desde hace 32 años de m anera federal, itinerante, horizontal y autogestiva. Se tra ta de una de las m ás im portantes dem ostraciones y experiencias del activismo fem inista en A rgentina. El prim ero fue en 1986 y se destacó la presencia, entre otras mujeres, de las M adres de Plaza de Mayo: el linaje de la “Generación Ni Una M enos”, o lo que podría llam arse “la c u a rta ola del fem inism o” (precedida por las luchas por la ciudadanía a finales del siglo XIX, el sufragio fem enino a m itad del siglo XX y la violencia dom éstica y el reconocim iento político en la segunda m itad del siglo X X ), incluye, sin dudas, la tradición de la lucha por los derechos hum anos, que en estas latitudes tienen a referentes mujeres como las M adres y Abuelas de Plaza de Mayo. La generación “Ni Una M enos” no surge únicam ente tras el acontecimiento callejero y multitudinario que tomó el espacio público y v irtual el 3 de junio de 2015 en el La Plata Bariloche Trelew (se realizará este año) •o o Islas M alvinas (Arg.l. LU 1. ENTRE PATRIARCADO V MODERNIDAD • 31 Los encuentros del a c tiv is m o fem in is ta Cantidad de asistentes por año a los ENM Edición Año Ciudad Provincia 1 Buenos Aires Córdoba Mendoza Rosario T. de Río Hondo Mar del Plata Neuquén S. M. de Tucumán Corrientes S. S. de Jujuy Buenos Aires San Juan Resistencia S. C. de Bariloche Paraná La Plata Salta Rosario Mendoza Mar del Plata S. S. de Jujuy Córdoba Neuquén S, M. de Tucumán Paraná S. C. de Bariloche Posadas C.A.B.A Córdoba Mendoza Santa Fe II III IV V VI VII VIH IX X XI Xil XIII XiV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI XXII XXIII XXIV XXV XXVI XXVII XXVIII XXIX XXX XXXI XXXII XXXIII 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 San Juan 2014 Salta 2015 Mar del Plata 2016 Rosario 2017 Resistencia 201B Trelew Sgo. del Estero Buenos Aires Neuquén Tucumán Corrientes Jujuy C.A.B.A San Juan Chaco Río Negro Entre Ríos Buenos Aires Salta Santa Fe Mendoza Buenos Aires Jujuy Córdoba Neuquén Tucumán Entre Ríos Río Negro Misiones San Juan Salta Buenos Aires Santa Fe Chaco Chubut Asistentes 1.000 j 600 1.800 - 2.000 ■ 3.000 4.000 ■ ■ 7.000 - 8.000 <i.000 - 5.000 | 5.000 - 7.000 No hay datos 7.000 15.000 5.200 - 8.000 10.000 5.000 -13.000 13.000 15.000 17.000 15.000 15.000 - 20.000 15.000 - 30.000 10.000-15.000 ■ 15.000 - 30.000 5.000 20.000 25.000-30.000 50.000 - 65.000 70.000 60.000 {Todavía no se realizó) F uente: E la bo ració n propia. Congreso de la Nación y en m ás de 120 ciudades de todo el país, y que se replicó en Europa, A m érica Latina y el Caribe. Tam poco surge de 140 caracteres com partidos en la red social T w itter. Es h eredera de ese activism o tenaz y persistente que se consolidó, principalm ente, en los ENM , y que a la vez potencia la transversalidad que caracteriza al m ovim iento. Es un com ponente clave para la producción del acontecim iento y la consolidación de un sujeto político subestim ado y om itido durante mucho tiem po, que se coloca com o la oposición al g obierno neoliberal actual. En 2002 in g re s a ro n a los ENM las p iq u e te ra s, las a sa m b le ísta s y s in d ic a lista s p e rm e a n d o la c o m p o si­ ción. Post Ni Una M enos, el XXX E n cu en tro N acional de M ujeres re a liz a d o en M a r del P lata en 2015 con la p re s e n c ia de u n a s 6 5 .0 0 0 p a rtic ip a n te s , el n ú m ero m ás a lto en la h is to r ia de los E N M , u n a s 2 5 .0 0 0 m u je res, le sb ia n a s, tra v e s tís y tr a n s m ás que el año a n te rio r. E se n ú m e ro a u m e n tó en R o sa rio en 2016, con 70.000 p a rtic ip a n te s , y casi se so stu v o en C haco en 2017. La m ay o ría de las n u e v a s p a rtic ip a n te s son jó v en es “s u e lta s ” que no fo rm an p a rte de u n espacio m ilita n te p e ro se c o n s id e ra n f e m in is ta s o e s tá n en el c a m in o a serlo. Es ta m b ié n en el m a rc o d e l EN M q u e n a c ió la C a m p a ñ a N a c io n al p o r el D e re c h o al A b o rto L egal, S eguro y G ratuito, esp ecíficam en te en los e n c u en tro s rea liz a d o s en R osario en 2003 y en el XIX ENM d esa­ rro lla d o en M endoza en 2004. M ás de u n a d ocena de años de activism o d e n tro del m o vim iento de m ujeres o r g a n iz a d o so n el su e lo s ó lid o q u e s o s tie n e q u e , luego de la m a sific a c ió n del fem in ism o que p ro d u jo “Ni U na M en o s”, u n g ru p o de a d o le s c e n te s v is tie ra de v e rd e a b o rto p a ra fe s te ja r su cam b io d e ciclo. 32 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Organizaciones fem inistas Movimientos que luchan por ios derechos de las mujeres en Argentina Campaña por el Aborto Legal Creación: 2005 Realizó el proyecto de ley para despenalízar y legalizar el aborto. Lema de Is campaña: "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir". Mumalá Organización que realiza acciones para visibilizar las violencias de género. En 2017 lanzaron el Observatorio de la Violencia contra las Mujeres. Organizaciones Red Par- Periodistas poruña comunica­ ción no sexista Creación: 2006 Red federal de periodistas y comunicadoras/es que hacen foco en la perspectiva de género. Desarrollo de decálogos y campanas. Socorristas Brindan acompaña­ miento y asistencia a mujeres que realizan abortos. Fuente: Elaboración propia. Cuando la tierra tembló “Ni Una M enos” en tanto lema, colectivo fem inista y mov ¡miento social forma parte de un continuum de narra­ tivas fem inistas que perm iten a otras mujeres acceder a aquello que el relato oficial y patriarcal invisibiliza. El 26 de m arzo de 2015 fue la prim era acción pública del colectivo “Ni Una Menos": una m aratón de lecturas contra los femicidios convocada por un grupo diverso de escritoras, periodistas, investigadoras, académicas y artistas -en su mayoría mujeres y lesbianas, pero también con la presencia de varones-. La acción coincidía con dos hechos: por un lado, se cum plían diez años de la desaparición de Florencia Pennacchi (estudiante de Economía desaparecida en la Ciudad de Buenos Aires) y, por el otro, días antes había aparecido el cuerpo de Daiana García (una joven de 19 años que había ido a una entrevista laboral) en una bolsa de arpillera en Lavallol. La irru p ció n de “Ni Una M enos” respondió a un desconcierto generalizado: personas con tradición en el feminismo y los derechos humanos, pero especialmente personas que provenían de otros ámbitos de activismo o ajenas a cualquier militancia, entraron de lleno al cono­ cimiento y la acción de los temas propios de la agenda de las violencias hacia las mujeres. Esta inyección de nuevas identidades políticas en el concierto de los discursos y m anifestaciones del activism o fem inista produjo un sismo, una renovación y una expansión del fenómeno. La m aratón de lecturas buscaba llam ar la atención sobre la crueldad con la que los cuerpos fem inizados eran llevados hasta la m uerte, así como también poner Católicas por ei derecho a decidir Creación: 1993 Propiciarla reflexión-acción sobre cuestiones tales como: derechos reproductivos, sexualidad, salud y ciudadanía de la mujer, y sus relacio­ nes con elementos religiosos. En este sentido, trabaja con actores diversos, buscando incidir, capacitar y fortale­ cer, generando herramientas para hacer efectivo el acceso de las mujeres a sus derechos. en evidencia la irresponsabilidad cómplice con la que los medios de comunicación tradicionales cubrían esos acontecimientos. Era necesario imaginar nuevas lenguas y nuevas narrativas para sacar la denuncia del ámbito sesgado de Ixs ya comprometidxs, y en este sentido las redes sociales y los mass media fueron una llave que abrió un portal insospechado: para el 3 de junio de 2015 no había una escuela en el país que no tra tara el tem a, no había institución pública que no hubiera pegado un cartel casero con alguna ilustración alusiva -la nenita con el puño en alto, dibujada por ei hum orista Liniers, fue una de las piezas más divulgadas-, Ixs famosxs pedían a sus agentes de prensa que les sacaran fotos con el cartel, y Ixs políticxs se pronunciaban y prometían proyectos que paliaran la inclemencia de lo que para las mentes menos avispadas era una “pandem ia” o un “flagelo”. Ni “pandemia”, ni “flagelo”: patriarcado. El aconteci­ miento callejero tuvo como mensaje más potente y trans­ formador una idea: “no estamos solas” una traducción de “lo personal es politico” de la segunda ola. Desde entonces, se ha registrado una baja de la toleran­ cia a la violencia machista, que se observa en el aumento de las denuncias, tanto en las instituciones como en redes sociales, sintetizadas en la frase “Ya no nos callam os m ás”. Un ejemplo de este fenómeno fue lo que sucedió en la línea de teléfono 144, que recibe llamados de vícti­ mas de todo el país: pasó de 1.000 consultas diarias a 13.700 aquel 2015 del estallido. Ese año, otro núm ero de emergencia, el 0800 porteño, tuvo una dem anda 300 por ciento mayor. El problema con que se encontraron 1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 3 3 -y se en cuentran- esas mujeres que intentaban rom per el círculo de la violencia es que, en general, los m ecanis­ mos del Estado no se habían transform ado como ellas ni habían dado respuesta a la dem anda por Ni Una Menos. Además del aum ento de las denuncias, se produjo un efecto derram e que amplió los históricos m árgenes del activism o pero tam bién trajo aparejado un saldo organizativo: un desborde en experiencias de cuidado feminista y solidaridad entre mujeres que se multiplican a lo largo y a lo ancho del país. “Estam os para nosotras”, sostienen. Sobre esta potencia amplificadora se tejió el prim er paro de m ujeres el 19 de octubre de 2016. Tras el fem icidio de la joven inarplatense Lucía Pérez y la represión del Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, una m ultitud se encontró convocada por el colectivo “Ni Una Menos5’ en el patio de la Confederación de T raba­ jadores de la Economía Popular (CTEP). En asamblea se decidió hacer una huelga durante dos horas. “Si mi vida no vale produzcan sin m í”, dijeron las m exicanas que se plegaron a acom pañar la acción de A rgentina, entre otros países de la región. H ablar de “paro” operaba como disputa cié sentidos históricamente reservados a los sindicatos, donde la mayo­ ría de los dirigentes son varones. Los grandes medios intentaron obturar esa palabra que ponía en evidencia el valor productivo y reproductivo invisibilizado hablando de “miércoles negro”. El 19 llovió y la imagen de los para­ guas infinitos en la Plaza de Mayo recorrió el mundo. Esa foto fue la antesala para la construcción del Paro Inter­ nacional de Mujeres del 8 de marzo de 2017. Y otra vez la narrativa feminista: esta acción recuperó el sentido del Dia de la Mujer Trabajadora. El 8M en más de 50 países las mujeres pararon. Conquistar espacios y agendas Los años posteriores al “Ni Una Menos” fueron arduos en estrategias para m antener dentro del movimiento tanto a quienes recién ingresaban al feminismo conmovidxs por “la ola de violencias”, por el duelo y el grito común como a las organizaciones y espacios de m ilitancia que llevaban muchos años discutiendo y accionando sobre los derechos de las mujeres, diversidades y disidencias sexuales. Un lento proceso hasta com prender que los femicidios son el brote visible de una raíz subterránea (la metáfora del iceberg recorrió las redes), que hay violencias cotidianas que preceden a la violencia física y desconocen diferencias de clase, etnia, cultura, edad. “Ni Una Menos” así, un m ovim iento que algunos advenedizxs tildaron de apolítico, comenzó a instalar en agenda el machismo generalizado que atraviesa a todas las sociedades. No es un varón suelto, es el patriarcado. Aborto, brecha salarial, lesboodio, violencia institucio­ nal, acoso laboral, xenofobia, racismo, amor romántico, noviazgos violentos, la tram a económica de las violencias, el trabajo doméstico no rem unerado, mujeres y sindica­ lismo... “Ni Una Menos” incluyó de a poco un abanico de temas que excede con creces aquel primitivo “No queremos que nos sigan matando. Ni una m enos”, y desarrolló de forma colectiva una genealogía comprensible para todo público de las violencias que acaban en femicidios. En esta batalla colectiva, “Ni Una Menos” señala a los Estados cada una de las políticas que, por acción o por omisión, producen violencias o dan el marco de posibili­ dad para las violencias hacia mujeres y disidencias. Y así se herm anan luchas, porque desde el momento en que se hace visible que se trata de un sistema político, económico, cultural y social el que construye las identidades machistas, se identifican otrxs sujetxs políticxs que tam bién padecen las consecuencias del mismo sistema excluyente, desigual y opresor. Indígenas, m igrantes, negras, traba­ jadoras sexuales, obreras, estudiantes, discapacitadas, sindicalistas, trabajadorxs precarizadxs, trabajadoras domésticas, jubiladas y un largo etcétera que da cuenta déla fortaleza y el potencial crítico de un movimiento que es mucho más que denuncias a varones golpeadores. “El Estado es responsable”, decía la bandera que encabezó la m archa el 3 de junio de 2018. Es responsable cié m ante­ ner el patriarcado, de no prevenir ni asistir, de bajar el presupuesto destinado a contener víctim as o posibles víctim as, de no poner en práctica la Ley de Educación Sexual Integral, de no informar acerca de la Interrupción Legal del Em barazo o garantizar los derechos de quienes quieren y pueden abortar, de bajar salarios, pensiones y jubilaciones favoreciendo así contextos de dependencia y violencia. El Estado es responsable y, en especial, el Gobierno que lo conduce. Puede llam arse cuarta ola o un "feminismo para el 99 por ciento”, como lo caracterizan las académ icas e sta­ dounidenses. La certeza es que es un m ovim iento de sobrevivientes y como tal, un m ovim iento con futuro. Es en la foto de las adolescentes con sus pañuelos verdes donde se sintetiza esta generación “Ni Una M enos”. ® Medios de com unicación con m irada de género LAS12 SOY LATFEM Mil Suplemento del diario Póg/no/12 que difunde y analiza problemáticas pertenecientes al colectivo LGBTl. Suplemento del diario Póg/no/12 que difunde y analiza temas de género con perspecti­ va feminista. Medio de comunica­ ción digital feminista, brinda información sobre Latinoamérica y el Caribe. Revista mensual de comunicación alternativa y feminista. D u r a n t e s ig lo s , las m u j e r e s f u e r o n d e s p o j a d a s de s u s p r o p i o s c u e r p o s , a d u e ñ a d o s a la f u e r z a p o r h o m b r e s y r e d e s n a c i o n a l e s y t r a n s n a c i o n a l e s q u e los u s u f r u c t u a r o n , m u c h a s v e c e s c o n la c o m p l i c i d a d de las i n s t i t u c i o n e s y las f u e r z a s d e s e g u r i d a d . Un f e n ó m e n o m u n d i a l q u e no d e ja d e c r e c e r , in v is i b il i z a d o p o r la n a t u r a l i z a c i ó n de e s e c r i m e n en la s o c i e d a d . 36 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Brujas La persecución de las m ujeres Fernanda Gil Lozano La p e rs e cu c ió n y asesinato de m ujeres e stig m atizad a s co m o "brujas" en Europa entre ios siglos XVI y XVIII las co n fin ó a! ám b ito privado, posibilitó su d o m inación física y gestó el Estado m o d e rn o capitalista. Una historia g e ne ra lm en te e scrita por sus verdugos, y que no pierde actualidad. esde las grandes diosas de la Antigüedad hasta el feminismo actual, hay un derrotero incierto pero sostenido para contar las experiencias de las muje­ res en la historia. Transitar y pensar en esa dirección es una aventura difícil, llena de rutas falsas y caminos que llevan muchas veces al abismo. Las experiencias femeninas a lo largo de la historia tienen, mayoritariamente, una pluma masculina, sesgada por m últiples trampas, prejuicios y conclusiones apresuradas. Prueba de esto es cómo las historias de mujeres suelen esconderse describiéndolas como fenómenos aislados y, a veces, pintorescos. En esta línea de pensam iento, es im portante d esta­ car que uno de los prim eros genocidios en la historia europea fue la m atanza de m ujeres en el m arco de la quema de brujas. Este genocidio no se describe en los libros tradicionales como una persecución de mujeres sino como una persecución religiosa propiciada por un sistema de creencias intolerante, aunque el 80% de las víctimas fueron mujeres. D L a c o n s tru c c ió n d e l L e v ia tá n m o d e rn o El fenómeno de la persecución de las brujas incluye tres aspectos centrales para su comprensión. En prim er lugar, aunque los análisis históricos no diferenciaban el sexo de las víctimas, en su mayoría se trataba de mujeres. En segundo lugar, en casi todos los procesos inquisitoriales se utilizó un grado de violencia física notable. Y, final­ m ente, se destaca el carácter sexual de esa violencia. Sin considerar estos tres puntos, los estudios sobre la persecución de las brujas sobrevuelan como notas de color, como un resabio medieval en el camino hacia la construcción del Estado m oderno entre los siglos XVI y XVIII. Sin embargo, el disciplinamiento de las mujeres a partir de los encierros específicos y el genocidio no fue un accidente sino una de las claves para la construcción del Leviatán moderno que hoy llamamos Estado. L a v o z d e l v e rd u g o De un juicio celebrado en el sur de Alemania podemos recoger el retrato de una m ujer que tipifica la imagen de la bruja: Wal purga Hausmanin, de Dillingen. Se trataba de una vieja viuda -lo que en la época significaba tener entre 35 y 50 años- que vivía de sus servicios como partera. En un principio, fue acusada de haber asesinado a un recién nacido y de haber matado con ungüentos a otro. Walpurga finalm ente fue llevada a juicio en 1587, acusada de la La persecución, la tortura y la muerte de las brujas fueron actos de terrorismo sexual. m uerte de más de cuarenta ninos, dos parturientas, ocho vacas y numerosos gansos y cerdos. Sus vecinos también la acusaban de haber desencadenado una torm enta que llevó muchos males a la región. Reconocer en estas actas a la W alpurga real no es fácil, pues sus palabras son producto de una tortura que no cesaba hasta que los inquisidores escuchaban lo que querían que dijera. Las mujeres acusadas debían declarar su participación en reuniones (sabbat o aquelarres)-» 2 . PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 37 La construcción de una muralla entre la clase alta ..................... ............... (con poder, saber \ científ¡co,dínero) y los \ pobres (saber empírico, ..................... El establecimiento déla interioridad indigencia). ............... ' w T w de las mujeres y, por ende, la \ ................................ propiedad de los hombres sobre ellas. La racionalización de la ciencia. 9 La destrucción de las creencias, prácticas y sujetos sociales que eran incompatibles con la disciplina del trabajo capitalista.. . La reclusión de la mujer dentro del hogar. ¿Qué posibilitó la caza de brujas? La expropiación a las mujeres de saberes empíricosfremedios caserosjopuesta a la medicina capitalista. La imposición a las mujeres del trabajo no remunerado, sostén reproductivo del trabajo remunerado. ■V. La división entre hombres y mujeres y entre las propias mujgr-es. La erradicación del temor. de los hombres al poder de las mujeres. La subordinación de la población. Fuente; Silvia Federici, 'E l Calibán y ¡a Bruja. Mujeres, cu e rp o y a c u m u la c ió n originaria". A uio nom edia , 20 0 4 . La separación de los campesinos de la tierra. • • • C a ra c te rís tic a s de las brujas O O 0 Viudas y solteras. Viejas. $ ....................... Conocían y utilizaban propiedades de hierbas para curar, prevenir enfermedades, anticoncep­ ción e interrupción de embarazos. Practicaban la magia(basada en la concepción del mundo como un organismo vivo y que hay una fuerza que anima todas las cosas}. Pertenecían a sectores pobres de la sociedad. Fuente: "El Calíbán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, Silvia Federici, Autonomedia, 2004. P ersecu ció n y m u e rte Numero estimado de ejecuciones de brujas en el Sacro Imperio Germánico, siglos XVI-XVIII. Concentración procesal . ÉEINODE ÉSCOCIj^ Curante los prim eros años, la m ayor parte de ios procesos tuvieron logar en las zonas lim ítrofes de Francia con Suiza y Borgoña. N n r t h ft a r u u ir 'b REINO D GRAN BRETAÑA Hasta 2.000 De 2.000 a 10.000 Hasta 30.000 — Lim íte del Sacro Im perio Germ ánico Focos de procesos c o n tra brujas Fuente: Museo de Historia de Cataluña, España. 2. P R tS A S EN SUS PROPIOS CUERPOS * 39 nocturnas en el bosque los días m artes o viernes, a donde llegaban volando desnudas después de haberse untado su cuerpo con un ungüento facilitado por el Diablo y montadas en una horquilla. En estas reuniones se firmaba un pacto de fidelidad al demonio para acabar con el reino de Dios en la Tierra. En numerosas ocasiones, el inquisidor o el que escribía las declaraciones de la acusada no hablaba su idioma. En aquellas “confesiones” en las que se puede leer el dolor de las torturas se puede im aginar cómo cada renglón era com pletado por un individuo im pertérrito, plasm ando todo ese infierno de llanto, m entiras y lujurias que tenía más que ver con las m entes tortuosas de las élites sacer­ dotales que con las víctim as ejecutadas. Por eso se puede afirmar que las brujas son un enigma. Su identidad esconde una variedad antropológica acallada a través del tiem po por las culturas patriarcales. También este silencio convoca a una extraña relación con el origen conceptual de lo femenino como rebelión, poder y coraje. Su oscuridad original caracteriza a la historia de la sombra, la historia de entidades negativas. Lo segundo, el doble, la sombra, lo femenino comenzó a expresarse como parte oscura del alma, del cuerpo y de la vida. D iv id e y . . . La persecución de las brujas debe leerse como parte de la historia de disciplinam iento del género femenino. En los inicios de la m odernidad, las instituciones de encie­ J u icio s a brujas en Francia Total de procesos judiciales en Lorralne y Namur entre ios años 1505-1650. 0 1505 1520 1540 1560 1580 1600 1620 1640 16SQ Fuente: Silvia Federici, 'El Catíbán y la Bruja. Mujeres, cuerpn y acumulación originaria’, Autonomedía 2004. La persecución de las brujas tom ar un tiempo exclusivam ente para las m ujeres y estar con amigas en una actividad libre de tareas para otros). debe leerse como parte de la Una imagen polisémica h isto ria de disciplinam iento del género fem enino. rro para las m ujeres eran el prostíbulo, el convento y el matrim onio. Las que quedaban por fuera de esta institucionalidad eran torturadas y quemadas. Posteriorm ente, los m anicomios fueron los lugares donde depositaban a las rebeldes: muchas mujeres inteligentes con un discurso propio term inaron o bien encerradas, como la abuela de Camila O'Gorman -q u ie n luego de vivir una historia de am or con el Virrey Lim ers fue obligada a irse del país v confinada por la familia de su hijo a vivir en el ático de la casa fam iliar-, o internadas. La Europa de la tem prana Edad Moderna fue un ámbito intolerante y poco respetuoso de las diferencias: cerca del 85% del total de ejecutados du ran te el periodo de las grandes persecuciones de brujas (1560-1760) fueron mujeres. El efecto social de este castigo público, brutal e injusto fue que las m ujeres com enzaran a separarse, a desconfiar de sí mismas, a evitar las salidas conjuntas y las reuniones. Los lugares de encuentro fem enino post caza de brujas fueron las lavanderías o el río, para rezar un rosario, bordar o coser ropa: siem pre espacios rela­ cionados con el trabajo (en la actualidad todavía da culpa La persecución, la tortura y la m uerte de brujas fueron actos de terrorism o sexual que inculcaron la culpa y el miedo. En este sentido, a las brujas se las suele m ostrar por lo menos de a tres o más, danzando y riendo. Todavía hoy muchas trabas dificultan el encuentro pleno y gozoso de las m ujeres con sus propios cuerpos. El narcisism o de las m ujeres es una lucha por la valoración y defensa de su propia existencia más allá de los estereotipos y, al mismo tiempo, el reclam o al otro que las excluye. Es en este desencuentro en que se ubica la tensión que posibilita la imaginación creativa y el orden científico de esta reflexión. Pensar a las brujas atendiendo a los mitos y los discursos escritos perm ite un relato integrador de las experiencias de las mujeres con sus representaciones, sím bolos y cuerpos. Estos cuerpos fem eninos, nunca dom inados ni plenam ente liberados, han danzado por el tiem po y el espacio, tejiendo una curiosa experiencia cósm ica. El silencio de las palabras que nunca fueron com prendidas con la magia de m ilenarias artesanas de la historia se representó en una im agen polisémica que pudo reunir todo el universo de la pasión: brujas. © E p ic e n tro d e lo s ju ic io s A finales del siglo XVI, los territorios germánicos, cuya autonomía judicial era casi tota!, se habían convertido en centro de los procesamientos. 42 O EL ATLAS OE LA REVOLUCIÓN! DE LAS MUJERES Leyes de protección contra la violencia de género Según grado norm ativo, p or país | Sin legislación Nula o poca protección (con legislación I Con medidas de protección (sin legislación) ■ Con legislación y medidas de protección Fuente: Banco Mundial, 2017. iniciaron una catarata de denuncias antes calladas. El hashtag #MeToo, según las tendencias relevadas por Twitter, fue utilizado más de 200.000 veces el 15 de octubre de 2017 (día en que se lanzó el movimiento) y tuiteado más de 500.000 veces el 16 de octubre de ese año. En Facebook, según la agencia de m arketing y publicidad arg en tin a IGNIS M edia Agency, el hashtag #MeToo fue utilizado por más de 4,7 m illones de personas en 12 m illones de entradas durante las primeras 24 horas del 15 de octubre de 2017. Si bien existió una reacción de las actrices francesas contra el Me Too -entre ellas la actriz Catherine Deneuveexpresando su oposición m ediante un m anifiesto -donde señalaban que estas denuncias po d rían conducir a la eliminación de una form a de seducción que, a su vez, era inspiradora de obras de arte -, la crítica fue rápidam ente rechazada, ya que esta defensa de lo que ellas definieron como “coqueteo to rp e ” podía ser una form a de tolerar esta violencia y de m antenerla impune. Medirla violencia De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2016 un total de 1.831 mujeres de dieciséis países de la región (trece de América Latina y tres del Caribe) fueron víctimas de femicidio. Honduras sigue siendo, para todos los años de la serie histórica -desde 2008-, el país de la región con el mayor número de femicidios -466 en 2016-, alcanzando una preocupante tasa de 10,2 femicidios por cada100.000 mujeres. El Salvador es el pais que presenta la mayor tasa de femicidios: 11,2 por cada 100.000 mujeres (371 en 2016), según el mismo relevamiento de la CEPAL. El análisis de la CEPAL de las mujeres mayores de 15 años asesinadas por sus parejas o ex parejas es im pac­ tan te. E ste indicador se em pezó a recopilar en el año 2010 e in ic ia lm e n te a p o rta ro n datos siete países de Am érica Latina, dos del Caribe y España. En la actu a­ lidad, inform an trece países de América Latina, once del Caribe, España y Portugal. Considerando los núm eros absolutos, los países que p resentan la mayor cantidad En 2016 un total de 1.831 mujeres de dieciséis países de la región fueron víctimas de femicidio. de m ujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas en 2016 son A rgentina (164 casos), Colombia (122 casos) y República D om inicana (88 casos). Sin embargo, cuando se co m p aran según tasas por cada 100.000 m ujeres, Surinam es el país que presenta la tasa más alta de la región con 4,3, seguido por G ranada con 1,9, República D om inicana con 1,6, Jam aica con 1,5 y Barbados con 1,4. En Argentina, desde 2015 funciona el Observatorio en la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En 2016 registró 254 femicidios, de los cuales 164 fueron cometidos por parejas o ex parejas y 23 fueron p erp etrad o s por un desconocido. En 60 casos existió denuncia previa, en 130 no había denuncia y en 55 casos no se especificó esta información. Estos datos indican la escasa denuncia así como la falta de acom pañam iento a las m ujeres que sí denuncian. Con la sanción de la Ley Nacional 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y E rrad icar la Violencia contra las M ujeres en m arzo de 2009, se creó el R egistro Unico de Casos de Violencia contra las M ujeres en el Instituto Nacional 2 , PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS * 43 Violación y matrimonio Países donde ¡a violación conyugal no es delito No reconocen la violación si es com etida por el m arido Los violadores se libran de la pena si se casan con sus víctim as Ambas Islas Mai*inss (Anj.X Fuente: Bancc Mundial, 2017. de Estadística y Censos (INDEC), a p a rtir de los datos proporcionados por organism os públicos que se ocupan de la problem ática. A fines de 2017, el INDEC presentó la inform ación recogida desde 2013: 260.156 casos de violencia. De estos, el 71,3% eran m ujeres m ayores de 14 años que buscaban asesoram iento, orientación y/o asistencia, el 16,9% eran denuncias judiciales y el 5% eran presentaciones a la policía o pedidos de atención médica. Respecto al vínculo con el agresor, el 82,7% de los casos era la pareja o ex pareja. Estos datos no perm iten comparación ya que son los prim eros que se aportan por este registro único desarrollado por el INDEC. realizando cam pañas p ara d esn atu ralizar la violencia contra mujeres y niñas, necesarias p ara la prevención. Además, resu lta im prescindible que los gobiernos nacionales destinen recursos para d esarrollar modelos y protocolos para m ejorar la atención de las m ujeres y niñas que e x p e rim e n tan violencia, lo que p o sibilita­ ría obtener resultados más efectivos. Por últim o, resta tam bién cap acitar a los fun cio n ario s ju d iciales en la perspectiva de género para elim inar la impunidad- © ¿Por qué cuesta salir de la violencia? Compromiso y acción F rente a la m agnitud de la violencia co n tra m ujeres y niñas en el mundo, es necesario plantear en forma urgente m edidas no sólo para atender a aquellas que experim en­ tan violencia sino fundam entalm ente para prevenir esta problemática. Surge entonces la pregunta: ¿qué hacer? En América Latina es clave implementar la educación sexual integral en las escuelas para cam biar los patrones cultu­ rales del ser hom bre o m ujer y los roles estereotipados. En las instituciones se plantea la sexualidad en form a bin aria (m ujer/varón) y, en consecuencia, se m an tie ­ nen los m andatos sociales que se oponen a la igualdad de derechos y posibilidades en tre m ujeres y hom bres. Si bien en 2008 los m inistros de Salud y Educación de 30 países de A m érica L atina y el C aribe firm aro n un comprom iso en México para im plem entar la educación sexual en las escuelas -e n el m arco de la cum bre de la XVII C onferencia Internacional sobre el SIDA-, en la m ayoría de ellos aún no se puso en práctica o se lo hizo muy parcialm ente. A esto se sum a que tam poco se están La mujer busca mantener a su agresor tranquilo para evitar que explote. El agresor explota ante cualquier pretexto, culpando a la mujer de su ataque. El agresor llega a provocar lesiones severas y hasta la muerte de la mujer (Femicidio). Hay insultas, control y reproches. f % //*FASt ■m ' El agresorse arrepiente y pide perdón con promesas de cambio y "tranquilidad". Sin embargo, la violencia se repetirá una y otra vez. con mayor peligro para la victima. F u e n te : D e fe n so fiñ d el PueWo d s ts Ciudstí de B usnos Aíres. 44 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • • Territorios feminícidas ° México, el país más peligroso para ser mujer Ivonne R am írez R. A pesar de algunos avances legales, México sigue siendo el país con m ayor cantidad de fem icid io s en A m é ric a Latina. Crímenes que persisten por las e s tru c tu ra s de p oder perm isivas y un Estado incapaz de prevenir e incluso có m p lice indirecto de esta violencia. Femicidios en América Latina Cantidad de fem icidios por pais y grado normativo, 2014 I una entusiasta futbolista y una destacada arquera de varios equipos en Poza Rica, Veracruz. Sandra era abiertamente lesbiana y había estado muy enamorada de su ex pareja Ana, con la que vivió un par de años. Fue asesinada por un hombre. Ni las autoridades ni los medios de comunicación advirtieron que se trataba de un lesbicidio. La fiscalía detuvo horas más tarde al presunto responsable. Aunque diferentes grupos fem inistas han impulsado normas como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de 2007, de donde se derivan la Alerta de Género aplicada por primera vez en 2015 y vigente en doce estados, y la tipificación del feminicidio, descrito de diferentes formas en cada uno de los códigos penales estaduales, en México los hombres detenidos, procesados y sentenciados por este crimen de lesa humanidad son pocos. Invisibilizar el problema *La cifra de México no es comparable con los otros paísesde !a región. Fuente: CEPAL,2016- Guadalupe Cam panur Tapia era una activista purépecha (etnia del estado de Michoacán) de 32 años que formó parte del gobierno autónomo comunitario de Cherán. Defensora de su comunidad y de los bosques, fue una de las fundadoras de las rondas de vigilancia, que se crearon para proteger la zona de los grupos criminales, los taladores y del gobierno federal. Fue asesinada en un país en el que se cometen siete feminicidios por día y, conform e a ONU Mujeres y a la Comisión Nacional de Derechos Hum anos (CNDH), es el país de América Latina en donde se registran más asesinatos de mujeres. Nadie fue detenido por el crimen. El responsable entendió muy bien el evidente mensaje de los gobiernos y las autoridades: secuestrar o asesinar a una mujer no tiene graves repercusiones en este entorno, en donde la impunidad es otra forma de violencia, que se viene practicando desde hace mucho tiempo. La n iñ a D u lce C ec ilia G a rc ía L e ó n d e 6 a ñ o s e s tá en 2. PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 45 Evolución de la tasa de defunciones femeninas en México M uertes cada 100.000 m ujeres, 1985-2018 E 85 86 B7 8S 89 90 31 92 93 94 95 96 97 98 S9 00 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 +Las cifras corresponden ai monitoreo realizado por la activista María Salguero. Fuentes: SNMUJERES, ONU Mujeres y SEG08 a partir de tÑEGI, "Estadísticas vitales de mortalidad”, CON ARO. "Proyecciones de la población de México 2005-2050 (1985-1989?, "Estimaciones de Poblaciones 1990-2010 (1990-2009? y "Proyecciones de la población de México 2010-2050 {2010-2016?. su escuela abrazada p o ru ñ a de sus am iguitas en la foto difundida en la pesquisa. Luce una sonrisa traviesa que deja entrever sus dientes de lechey su absoluta vulnerabilidad. Residía junto a su familia en una zona de Querétaro en la que el 55,6% de la población vive en la pobreza, según el Informe Anual de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de D esarrollo Social (CONEVAL). Fue abusada y asesinada por su prim o adolescente. Como ella, ya sum an m ás de 12 .000 víctim as de feminicidio en el país tan solo en los últimos cinco años, según el registro de varias activistas y de estadísticas com partidas por organizaciones civiles. No hayal respecto información concreta, datos confiables y detallados en ninguna dependencia estatal. Solamente alrededor del 20% de los homicidios de mujeres son consi­ derados feminicidios por los jueces, que generalm ente los cataratulan como crímenes pasionales, delitos de violencia dom éstica y asesinatos de m ujeres relacionados con el crim en organizado. Entonces, teniendo en mente lo anterior, ¿desde qué noción de ley deberían partir las mujeres para ver reflejadas en la justicia sus experiencias de vida? “Imposible desde las nocio­ nes fundadas en un sistema en el que las mujeres, afectadas o expuestas a otras opresiones, nunca fueron consideradas sujetas políticas, ciudadanas o hum anas”, argum enta la escritora Francesca Gargallo en su blog (francescagargallo. wordpress.com). Las complejas circunstancias del país difi­ cultan la configuración de estrategias de sanción distintas, sobretodo con crímenes que amenazan directa mente la vida de las niñas y mujeres, cuando lo urgente e inmediato es que las mujeres perm anezcan con vida. ¿Cómo sostener ante el dolor, frustración y cansancio que la exigencia de justicia no acaba con la cárcel pues ésta es, en palabras de Gargallo, un negocio y una forma de limpieza étnico-clasista? Resulta complicado, frente a este panoram a, ser femi­ nista y activista anti punitívista, explica en una entrevista realizada por el diario Conclusión (de Rosario, Santa Fe) la antropóloga Rita Segato, quien propone efectuar análisis más profundos para llegar a soluciones alternativas desde las luchas anticarcelarias, agregando que, “aunque las deten­ ciones y las sentencias se deben exigir y son imprescindibles, no resolverán de raíz el problema de los feminicidios si no se ataca la base generadora de esas pequeñas agresiones cotidianas que se norm alizan”. El Estado es responsable Los crím enes contra las m ujeres persisten por las hasta ahora ex isten tes e s tru c tu ra s de poder perm isivas, las desigualdades de género /raza/clase y por las condicio­ nes sociales y económ icas cada vez m ás adversas para las m ujeres, en las que los conflictos arm ados -com o el narcotráfico y la m ilitarización, la tra ta y la m ig ra ­ ció n - son un agravante considerable. No hay un trabajo continuo de prevención ni políticas públicas con resu l­ tados verdaderam ente efectivos. Por el contrario, se opta por a le rta r a las m ujeres con m edidas que deben tom ar para no ser víctim as de un crim en , em itien d o avisos constantes de culpabilización in d irecta dirigidos hacia ellas, aconsejando por ejem plo no ca m in ar solas, salir lo m enos posible o vestir de determ inada form a, m ien­ tras los program as de atención, terapias, advertencias y consecuencias penales para agresores y fem inicidas son insuficientes o nulos. De unas pocas víctim as se conoce ahora algo de sus historias de vida, muchas otras perm anecen sin identificar. No llegamos a saber qué pasa con sus hijas e hijos, tampoco sobre las familias que las sobreviven. Todavía se desconoce el alcance de las heridas profundas que causa esta violen­ cia extrem a, no sólo hacia el interior de sus familias sino tam bién en el tejido social, reforzando el abismo en que se cim ientan los sistemas heteropatriarcales y capitalistas en un país acechado por esta oleada feminicida que no cesa. © Pueblos originarios La re significación de la lucha indígena K a rin a B id a s e c a A lo largo del siglo XX las m u je r e s o r ig i n a r i a s han p r o t a g o n i z a d o s u c e s iv a s d e m a n d a s en d e f e n s a de su t e r r i t o r i o . A s i m is m o , g u ia d a s p o r s u s p r o p ia s c o s m o v i s i o n e s , han r e s ig n i f i c a d o las r e la c i o n e s d e s ig u a le s de g é n e ro . Una h is to r ia de iu c h a p e ro t a m b i é n de s a c r i f i c i o y m u e r t e . ablar de feminismos indígenas remite a un momento fundacional en la historia política del m ovim iento de m ujeres en A m érica L atina. En 1975, la d iri­ gente indígena m inera boliviana Dom itila B arrios Cuenca M inera fue escu ch ad a en la trib u n a de la A sam blea del Año Internacional de la M ujer de Naciones U nidas cele­ brada en M éxico. Su voz denunciando a los dueños de las m inas y afirm ando la necesaria participación de la m ujer para la liberación de Bolivia resignificó la form a de hacer política. Pocos años después, Dom itila ju n to a otras cuatro m ujeres iniciaron una huelga de ham bre en reclam o por la am nistía y la liberación de los trabajadores m ineros presos. La acción se expandió por todo el país y logró d errocar la dictadura de Hugo B anzer en 1978. Pero al m ism o tiem po fue una poderosa interpelación al fem inism o conservador. H Violencia hacia las mujeres indígenas en América Latina Agresiones físicas o sexuales de parte de la pareja en m ujeres de 15 a 49 años casadas o en unión, 2010 ECUADOR 38,7% PARAGUAY 18,9% PERÚ 37,6 % Un rol protagónico D u ra n te m ucho tie m p o las m ujeres in d íg en as del Sur fu ero n (re )e sc rita s p o r o tra s m u jeres, a m en u d o bajo “re tó ric a s s a lv a c io n ista s” y n a rra tiv a s o rie n ta liz a d a s p o r O ccidente que elim in a b a n to d o ra s tro de c o n te m ­ p o ran eid ad , E stá claro, com o dice el sociólogo A níbal Q uijano, que la coloniafidad del poder y del género que e s tru c tu ró n u e stra s sociedades a p a rtir de la idea de la “ra z a ” continúa operando. La racialización de los cuerpos, doblegados para la acum ulación o riginaria del capital en las colonias, perm anece. C apturadas por el ojo del colonizador, las im ágenes del siglo XIX inform aban casi obsesivamente las mismas esce­ nas: mujeres indígenas exotizadas con sus senos desnudos, dispuestas en telones natu rales de fondo, pobreza y V IH / Sida. N ativism o salvaje y esencialism o se (con)fundian en u n a tra m a en la que las m ujeres de Á frica, A m érica GUATEMALA Fuente: OPS, 2013. Latina u Oriente eran representadas y atrapadas ante el ojo pornográfico occidental y rapiñador. Sin embargo, a lo largo de todo el siglo XX las m ujeres originarias han protagonizado sucesivas demandas en defensa de sus territorios. Desde los años 80, en particular, con el fin de obtener el reconocim iento como pueblos y naciones, las mujeres han tenido un rol protagónico en la arena política y han im pregnado las prácticas de otros m ovim ientos de mujeres aportando su pensam iento y su praxis. 2. -’ RESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS « 4 7 Bien. O tro hito im portante en la región ocurrió en 2006, cuando en Brasil se ratificó la Ley M aría da Penha contra la Violencia Doméstica. La misma fue discutida en talleres con m ujeres indígenas de d istintos pueblos en Brasilia durante el Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas de Brasil. Finalm ente, en 2011 se fundó la “M archa del Buen V ivir” liderada por las m ujeres m apuches de A rgentina y Chile en defensa de los territorios, contra los feminicidios y por la liberación de las lideresas esp iritu ales -com o el reconocido caso de la M achi F rancisca, d eten id a al p rese n tar una dem anda contra un latifu n d ista por tala ilegal del bosque nativo-. A p a rtir de ios años 2000, el cuestionam íento de la m atriz fundante de las relaciones binarias y excluyentes m asculino/fem enino de la m odernidad perm ite com pren­ der las reivindicaciones actuales y el reconocim iento de identidades sexo-genéricas en las propias com unidades. El concepto de género como categoría analítica era parte de un proceso social y académico distante de los pueblos de Am érica Latina. Las form as de la opresión de género entre mayas, quechuas, ay m ará, m apuches, kaiowá son específicas. Guiadas por sus propias cosmovisiones, las m ujeres originarias resignificaron entonces las relaciones desiguales de género y concibieron conceptos como el de “dualidad” para diferenciar el binarism o de género de las sociedades occidentales m odernas. Las luchas de las indígenas hoy son Demandas compartidas transnacionales y "desde abajo", El reto de la diversidad fundó las reivindicaciones de un movimiento plural, anti-racista, anti-colonialyanti-capitalista que se expresa hoy a través de diversas vertientes que confluyeron: en los 80, en Perú, surgió el “feminismo paritario indígena" de la m ano de Rosalía Paiva; en Bolívia, la Confederación Nacional de M ujeres Cam pesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa”, en honor a quien p a rticip ó en la rebelión anticolonial de Túpaj K atari en el Alto Perú; en Brasil, las m ujeres com enza­ ron a organizarse en asociaciones exclusivas, con algu­ nas organizaciones de m ujeres am azónicas (AMARN y AMITRUT); posteriorm ente surgieron organizaciones de mujeres de pueblos indígenas del Noreste y estados de M inas Gerais y Espíritu Santo (APOINME), de la región Sur y C entro-Sur (ARPIN-SUL). El levantamiento zapatista, por su parte, fue un parteaguas en la h istoria de las luchas de la región. Si bien no se puede a firm a r que la p ropuesta zap atista ten g a un program a estrictam ente feminista, la Ley Revolucionaria de M ujeres de 1993 y la conform ación de los llam ados “fem inism os desde abajo y a la izq u ierd a” se d e sa rro ­ llaron inm ersos en el clima de época del lema zapatista “otro m undo en el que quepan m uchos m undos”. Así, las dem andas de las mujeres originarias son com partidas por los m ovim ientos de m ujeres tales com o el m ovim iento #NiUnaMás nacido en Ciudad Juárez. Simbolizado por las cruces de color rosa y los zapatos rojos, ese m ovim iento legó el concepto de fem inicidio -q u e M arcela Lagarde reelaboró a p a rtir del concepto “fem ictde” de la escritora Diana Russell- como bandera de lucha. La relación directa que existe en México entre capital y m uerte, proliferación de m aquilas y precarización de las vidas, caracteriza un escenario de guerras difusas, en el cual la im punidad del poder se sostiene en la espectacularización de la m uerte: es frecuente la aparición de cuerpos de m ujeres pobres, m estizas, indígenas, to rtu ra d o s y con m arcas extrem as de violencia sexual. O tro proceso fundante para la política indigenista en Bolivia fue el surgim iento en esa misma época del “fem i­ nismo com unitario”, un pensam iento-acción que nació de la vertiente de la Comunidad Mujeres Creando Comunidad, com prom etido con la despatriarcalización, la descoloni­ zación y la autonom ía a p a rtir de la concepción del Vivir concebidas y desarrolladas contra el capitalismo extractivista. En Chile, cabe destacar la labor de la Asociación Nacio­ nal de M ujeres Rurales e Indígenas ANAMURI, así como en Paraguay, CONAMURI. Masacre y opresión Las luchas de las mujeres indígenas hoy son transnacio­ nales y “desde abajo”, concebidas y desarrolladas contra el capitalism o extractivista a p a rtir de la analogía entre el cuerpo fem enino y el territorio. Su emblema es la figura de la lideresa indígena y fem inista lenca, victim a de femi­ nicidio: Berta Cáceres, co-fundadora del COPINH -orga­ nización social y política de carácter indígena, sin fines de lucro, pluralista, solidaria de la zona sur-occidental de Honduras con incidencia nacional-. Los movim ientos de mujeres indígenas son testigos de una época en que una verdadera m asacre está ocurriendo en distintos puntos del planeta. En M ato Grosso do Sul, el pueblo G uaraní Kaiowá padece un proceso de re-colonización territorial. En Brasil, ta Cám ara de Representantes aprobó en agosto de 2015 un proyecto de ley que establece m edidas contra las prácticas tradicionales indígenas consideradas perjudi­ ciales, incluyendo el infanticidio del que son acusadas las mujeres indígenas por influyentes cam pañas m ediáticas. Cerca de cuatrocientas líderes indígenas kaiow á fueron asesinadas en los últim os trece años, núm ero que podría ser m ás alto debido a las m uertes no reg istrad as que se suman a las estadísticas de asesinatos de líderes y lideresas am bientales en la región.O tros m ovim ientos luchan en Perú contra las “esterilizaciones forzosas”, una práctica ya denunciada en Bolivia en los años 60, Las luchas contra las opresiones y violaciones a los derechos hum anos de las mujeres indígenas se articulan a través de sororidades y confluyen en dos grandes expre­ siones del m ovim iento fem inista contra los feminicidios, que abarcan geográficam ente desde el Ni U na Más en México hasta el Ni Una Menos en Argentina, y se expresa en la consigna de lucha: N iU naM ujerlndígenaM enos. @ 48 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • « i Aborto El derecho a tener derechos M abel B ellucci y V ivian a N orm an Menos de la mitad de los países del mundo han tomado decisiones legales en tornoaí aborto. Un número insuficiente p a ra u n te m a prioritario. En Argentina, luego de una discusión histórica en el Congreso, el Senado votó en contra. La prevalencia de un conservadurismo que no termina de morir. L as políticas públicas a nivel global, promovidas por los gobiernos, o bien surgidas de leyes que se deba­ ten y aprueban en los Parlam entos, son producto de diversos actores, del Estado como de la sociedad civil. Tanto el caso del aborto voluntario como el de la mutilación genital femenina constituyen prácticas que se realizan en la clandestinidad o en condiciones inseguras, y com prenden daños evitables en la salud y la vida de las personas que se someten o son sometidas a ellas. El Estado debería subrogar su rol punitivo a la hora de abordar tales problem áticas sociales porque la restricción en torno a la decisión soberana sobre el propio cuerpo es una injerencia que entorpece el ejercicio pleno de los derechos hum anos. La Educación Sexual Integral (ESI), por otra parte, representa u n recurso, sobre el que no se ha tomado debida responsabilidad y urge hacerlo en la med ida en que involucra los derechos sexuales y (no) reproductivos. Los organismos internacionales son asim ism o actores fundam entales para prom over legisla­ ciones, tratados internacionales y acompañar con recursos técnicos y m ateriales su implementación. Derechos sexuales y (no) reproductivos Cerca del 38% de los países del m undo han tomado deci­ siones legales en torno al acceso al aborto. Un núm ero aún insuficiente cuando se trata de un tema prioritario sobre la sexualidad de las m ujeres heterosexuales, lesbianas, bisexuales y varones trans. En el resto de los países existen diferentes modos de tratam iento ante la práctica abortiva que va desde la prohibición según causales a penas extremas: entre 8 y 40 años de cárcel para toda persona que realice o facilite la concreción del mismo, como en el caso de El Salvador, Guatemala, Nicaragua, República Dom inicana, M alta y Ciudad del Vaticano. Otro caso emblemático es Polonia. A p artir de 1939, el aborto estaba despenalizado y legalizado. Pero en 1993 la Iglesia logró im poner una ley que acababa con la plena libertad de abortar. En 2017, se llevaron a cabo m archas m ultitudinarias en el país que se considera regido por una de las legislaciones más restrictivas de Europa. En Argentina, desde hace más de una década se cons­ tituyó la C am paña N acional por el D erecho al A borto Legal, Seguro y G ratuito, conform ada por alrededor de 500 organizaciones de todo tipo y procedencias políticas. Sus consignas son: educación sexual para decidir, a n ti­ conceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. En m arzo de 2018, luego de una sostenida lucha del fem i­ nism o en el país, comenzó el debate en el Congreso para lograr una Ley de Interrupción V oluntaria del Em barazo (IVE). El m ism o involucró a diversxs referentes sociales, profesiona les y expertxs con posiciones a favor y en contra. Finalm ente, en agosto, el Senado de la Nación, después de una larga contienda, rechazó el proyecto de despenalización y legalización del aborto. En 2017 se p rese n taro n avances en C hile y en Bolivia. En el prim ero, d u ran te la p residencia de la so cia­ lista M ichelle Bachelet, se despenalizó el aborto en tres causales: riesgo de vida de la m adre, inviabilidad fetal y violación. En cuanto al segundo, el artículo 153 del nuevo Código Penal, elim ina la pena en el caso de estudiantes, m ujeres con hijos, discapacitados o m ayores a su cargo, antes de la sem ana 8 de gestación. Igual, se considera la interrupción del em barazo como un delito con penas de hasta tres años de prisión. En E stados Unidos, tra s el 45 aniversario de la lega­ lización del aborto, dicha m edida se ve am enazada por el presidente republicano Donald Trum p. El m andatario 2 . PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS Total de mujeres casadas o en pareja que usan Necesidades desatendidas en materia de planificación familiar anticonceptivos, por región, 2015 Total de mujeres con esta problemática, por región Anticoncepción a cargo de mujeres ■ 2015 ■ Cambio (2015-2030) 2015 C am bio(2015-2030) Este de África Este de África Centro de África Centro de África Norte de África Norte de África Sur de África Sur de África Oeste de África Oeste de África Centro de Asia Centro de Asia Este de Asia Este de Asia Sudeste de Asia Sudeste de Asia Sur de Asia Sur de Asia Oeste de Asia Oeste de Asia Este de Europa Este de Europa Norte de Europa Norte de Europa Sur de Europa Sur de Europa Oeste de Europa Oeste de Europa Caribe Caribe América Central América Central América del Sur América del Sur Norteamérica Norteamérica Australia y Nueva Zelanda Australia y Nueva Zelanda Melanesia, Micronesia y Polinesia Melanesia, Micronesia y Polinesia -100 -SO 0 50 ion 150 200 250 Número de mujeres casadas o en pareja que usan anticonceptivos len millones) *49 i -10 0 10 20 30 40 Número de mujeres casadas o en pareja con necesidades desatendidas en materia de planificación familiar (en millones) Fuente: Naeianes Unidas, 2D!5. declaró que las mujeres que abortan deberían “enfrentar algún tipo de castigo legal”. El activismo está alerta. La O rganización M undial de la Salud (OMS) incluyó el m isoprostol en tre sus m edicam entos esenciales, ya que está com probado que reduce riesgos de m uerte en abortos auto-inducidos. Se aplica en Á frica y A m érica L a tin a (A rg en tin a, B rasil, B olivia, C hile, C olom bia, C osta Rica, E cuador, G uatem ala, P erú y V enezuela). Existen fem inistas que notifican y contienen a las perso­ nas com prom etidas en a b o rta r h a sta la sem ana 12 del em barazo y con acom pañam iento médico. Así se generan espacios de consejerías y se otorgan las pastillas. Este servicio de aborto médico en línea telefónica (g ratu ita, confidencial y atendida por m ujeres) o por página web ofrece inform ación precisa y segura. En la actualidad, la conquista del aborto voluntario convoca a los fem i­ nism os, m ovim ientos de derechos hum anos y de la disi­ dencia sexo-genérica que siguen reclam ando en torno a la soberanía de sus cuerpos. Mutilación genital femenina A p a rtir de 2007, el Fondo de Población de las Naciones U nidas (UNFPA) y el Fondo de N aciones U nidas para la In fa n c ia (U N IC E F) d irig en el P ro g ram a C onjunto sobre m u tilación/ablación gen ital fem enina (MGF), a nivel m undial, con “el objetivo de pro teg er a m ujeres y niñas de la m utilación genital fem enina m ediante un enfoque que tiene en cuenta las diferencias culturales y que está basado en los derechos h um anos”. El Program a C onjunto tam b ién prom ueve servicios de protección, asistencia s a n ita ria y legislación. El m ism o se basa en u n a d e c la ra c ió n que a c o rd a ro n diez o rg a n ism o s de Cerca del 38% de los países dei mundo han tom ado decisiones en to rn o al acceso al aborto. N aciones U nidas que lu ch an a favor de la salud y los derechos de las m ujeres, exigiendo e lim in a r la m u ti­ lación en una generación. La MGF se realiza en niñas desde la infancia a los 15 años con efectos perniciosos en la salud. Los m otivos por los que se la practica difieren de u n a región a otra y tam bién de una época a otra, aunque siem pre revelan factores socioculturales vinculados a tradiciones familia­ res o com unitarias. A m enudo responde a la concepción de lo que se considera u n a conducta sexual aceptable 50 . 2 PREDAS EN SUS PROPIOS CUERPOS *51 Abortos inducidos México En porcentaje, según región y países En porcentaje centrales y periféricos 78% 5B%Asia 22 % 11% África Países centrales 9% América Latina y el Caribe Países periféricos Fuente: Naciones Unidas, 2015 Fuente: CEPED.2Q08. la salud sexual y (no) reproductiva. De ahí, es im prescin­ dible el uso de preservativos masculinos y femeninos. Por ello, la OMS propone un conjunto de estrategias: reforzar los servicios eficaces de lucha contra las ITS, promover prácticas orientadas a fortalecer su prevención, apoyar el desarrollo de nuevas tecnologías de precaución. En cuanto a la Educación Sexual Integral (ESI) que se implementa en Argentina para ser cumplida en las escuelas a través de planes de estudio o legislaciones, incluye esta perspectiva como m aterias específicas, con actividades de formación o charlas abiertas, sin olvidar todas aquellas estrategias que fomenten y garanticen igualdad en el marco de los derechos humanos. Por ello, tanto acuerdos interna­ cionales como el UNFPA han insistido a los gobiernos que faciliten su difusión, en especial, desde las instituciones educativas y a nivel com unitario, teniendo en cuenta las características de la población a la que está dirigida. En general, las propuestas de ESI explican aspectos dedi­ cados a las estructuras del cuerpo humano, derechos sexuales y (no) reproductivos, materiales acerca de métodos anticon­ ceptivos y prevención de infecciones de transmisión sexual y HIV. Asimismo, ofrecen actualización sobre legislación referida a la salud sexual y (no) reproductiva para empoderar a niños/as y jóvenes. A lavez.se incorporan perspectivas de condiciones de vida de la sociedad y su cultura Otros aportes se vinculan con las relaciones de poder entre los géneros sostenidas por los mandatos heteropatriarcales al reproducir estereotipos que profundizan la discriminación y violación a los derechos humanos de las mujeresy la comunidad LGTTBL Las enorm es brechas que separa al Norte del Sur en relación a la obtención de derechos humanos y condiciones de vida dignas para sus poblaciones se expresan en números dram áticos. Resulta un imperativo para que comprenda­ mos que no son tan sólo estadísticas, sino que involucra a personas. Algo de la frase de Jorge Luis Borges, “no nos une el amor sino el espanto”, se pone en juego a la hora de elaborar el mapa y las definiciones sobre el terreno de las sexualidades y los géneros al presenta r pugnas de sentidos en relación a cómo llevarlas a cabo. © Educación sexual integral La sexualidad encarna un aspecto fundam ental de la vida humana, con dimensiones eróticas, físicas, psicológicas, socia­ les, económicas, políticas y culturales. Pese a ello, no siempre las personas jóvenes sexualm ente activos/as reciben una preparación adecuada para llevar una vida personal, social y sexual satisfactoria que contribuya al desarrollo de su iden­ tidad. Esta situación las hace potencialmente vulnerables ante la coerción, el abuso, el incesto, la explotación sexual, el embarazo no planificado y las ITS. Por otra parte, llegan a la adultez con mensajes contradictorios y confusos sobre los géneros y las sexualidades de acuerdo a las normas que varían drásticamente entre y dentro de las culturas. De ahí que, casi diez años después de su primera edición, la Orga­ nización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) actualizó íntegramente y reeditó el manual Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad. Este texto promueve la educación sexual inte­ gral para fomentar el respeto de los derechos humanos y la igualdad de géneros. Está orientado a docentes, educadores de la salud y a personas comprometidas con la toma de deci­ siones de dichos sectores, ofreciendo sólidas recomendaciones técnicas sobre las características que todo programa efectivo debe tener. Además, ayuda a los Poderes Legislativos de todos los países a diseñar planes de estudio precisos y adaptados a una población destinataria entre 5 a 18 años. "■..................................................................- ....• • • » Leyes de aborto en el mundo Según grado de a dm isió n o p ro h ib ició n lega! Admitido para salvar la vida de la mujer o prohibido por completo Prohibido pero se admite para preservarla salud Prohibido pero se admite además por cuestiones socioeconómicas Aborto legal Islas Máfvirtas (Arq.1. Sin datos Fuente: Centro de Derechos Reproductivos. 2018. A nticoncepción femenina en el mundo Mujeres casadas o en pareja que u tiliza n algún m é tod o de a n tic o n c e p c ió n e ntre 15 y 49 años, 2015 | 70% o mas 50% a menos de 70% 20% a menos de 50% Henos de 20% Sin datos FuenteiN aciones Unidas, 2015. Madres adolescentes Tasa de natalidad a do le sce nte cada 1.000 m ujeres e ntre 15 y 19 años, 2005-2015 5 15 15,0-49,9 | 50-99,9 | 100-199,9 I í200 Sin datos islas Malvinas {Arg.}. Fuente: Organización Mundial de !a Salud IOMS}. Mortalidad in fa n til Tasa de m o rta lid a d in fa n til cada 100.000 n a cim ie n to s vivos, 2015 54 o EL A TL A S DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Trata de personas ) Un delito oculto a la vista de todos Susana C hiarotti La trata de personas es una de ¡as violaciones más graves de los derechos humanos. Ei ab rum ad or c recim iento de este delito se retroalim enta con un alto índice de impunidad. Un panorama desolador propiciado por la complicidad de las fuerzas de seguridad y de los funcionarios del Estado. a trata de mujeres, niñas y niños para someterlos a la explotación sexual, trabajos forzosos o extracción de órganos, es una de las violaciones más graves de los derechos hum anos. Las víctim as se cuentan por millones, especialmente en los casos de explotación sexual. Es im portante com enzar aclarando que los térm inos “tra ta ” y "trá fic o ”, pese a que se usan frecuentem ente como sinónim os, se refieren a conceptos diferentes. El objetivo del delito de trata es la explotación de la persona, m ientras que el del delito de tráfico es la entrada ilegal de m igrantes. Para que se configure el delito de trata no es indispensable que las víctimas crucen las fronteras (puede haber trata interna, de una zona a otra de un mismo país), m ientras que para que se configure el delito de tráfico, el cruce de fronteras es un elem ento necesario. La trata es, junto al narcotráfico, uno de los crím enes más redituables. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó en 2014 que las ganancias ilegales de la trata de personas habían alcanzado los 150.000 m illones de dólares, de los cuales 90.000 m illones corresponden a ganancias de la trata para la explotación sexual. Y estas estim aciones son modestas. El abrum ador crecim iento de este delito, sostenido por redes nacionales y mundiales, motivó a los Estados a preparar un tratado internacional. En diciembre de 2000 se firmó en Palermo, Italia, una Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, que incluye a la trata de personas, el tráfico de m igrantes y el tráfico de arm as, y tres Protocolos que abordan cada uno de estos delitos de m anera específica. Así, en el caso de los m igrantes se firmó el Protocolo contra el tráfico ilícito de m igrantes por tierra, m ar y aire, y en el caso de L las arm as, se aprobó el Protocolo contra la fabricación y el tráfico ilícitos de arm as de fuego. El tercero es el Protocolo para prevenir, reprim ir y sancionar la tra ta de personas, especialm ente mujeres y niños, llamado tam bién Proto­ colo de Palermo, que entró en vigor en 2003. A la fecha [2018] fue ratificado por 173 países. Estos protocolos son m onitoreados por UNODC (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito). El Protocolo de Palerm o define a la tra ta como: “La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recep­ ción de personas, recurriendo a la am enaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnera­ bilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentim iento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”. Incluye la explotación de la pro stitu ció n ajena u otras form as de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidum bre o la extracción de órganos. El Protocolo prevé la atención a las víctim as, así como sanciones penales para las personas declaradas culpables de trata y agravantes para los casos de tra ta de niñas/os o delitos cometidos por, o que impliquen complicidad de funcionarios del Estado. Asimismo, plantea que se deben confiscar los bienes y ganancias producto de la tra ta y delitos relacionados y utilizar esos fondos en beneficio de las víctim as de trata. Razones de la impunidad El índice de impunidad del delito de trata es muy alto, A diferencia del tráfico de drogas, donde regularm ente se 2 . PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS * 5 5 T rá fic o m undial d e personas Principales zonas de origen y de destino de las co rrie n te s transregionales, 2012-2Q14 Este de Europa y Asia Central / Centro y Sudeste de Oeste y Su í Europa de Europa ^ ------- - A m érica del N orte Este de A sia y P acifico Am érica del N orte Este de Asia y P acífico Medio Oriente A m érica Central y el Caribe —^ Víctimas detectadas en los países de destino —^ Víctimas repatriadas desde los países de destino. América del Sur islas Hatvinas {Arg.J. Fuente; InfQtrnQ global sobre trá fico de persogos. Oficina de Naciones Unidas contra a Droga y eE Oelito (UNODC), 2018. captura a algunos de sus autores, incluyendo a los grandes “capos” las personas detenidas por este delito son muy pocas, y el tiempo que perm anecen en la cárcel es muy breve. ¿Cuáles son las causas de esa impunidad':1En prim er lugar, la com plicidad de las fu erz a s de se g u rid a d y de los funcionarios del Estado. Este es un tipo de delito que requiere, para su realización, ese tipo de complicidad. Se trata entonces de un delito extraordinariam ente lucrativo, p e rp e tra d o con muy poco riesgo de castigo. O tra causa es la naturalización de la explotación sexual de mujeres y niñas. La trata de personas es un delito om ni­ p resen te, que está “oculto a la v ista ”. En el caso de las Form as de ex p lo ta c ió n e n tre las v ic tim a s de trá fic o fe m e n in a s d e te c ta d a s P ropósitos de este delito en el mundo, en %, 2014 Tráfico para explotación sexuai 72% Tráfico para trabajo forzado 20 % La trata es un tipo de delito que para su realización requiere de la complicidad de las fuerzas de Tráfico para otros propósitos Tráfico de órganos 0 ,1% 8% Fuente: in fo rm e global sobre tráfico de personas, Oficina de Naciones Unidas contra !a Droga y e¡ Oelito(UNODC|, 2016- seguridad y de los funcionarios. m ujeres y niñas víctim as de trata para explotación sexual, es com ún que sean recluidas en burdeles conocidos por to d a la población y donde los que d e m an d an servicios sexuales son pobladores del lugar, incluyendo autoridades de todos los poderes del Estado. La naturalización del privilegio m asculino es incluso leg itim ad a p o r las fu e rz a s de se g u rid a d . T al com o se afirm a en et Inform e global sobre tráfico de personas de UNODC de 2016: “E n tre los c o m b a tie n tes, la p rá c tic a de u sa r m ujeres com o esclavas sex u ales fue aceptada, abierta y endém ica. Los com andantes superiores ten ían p rio rid ad sobre los subordinados de m enor rango en la elección de las m ujeres c a p tu ra d a s ”. A ctu alm en te, en todas las zonas en conflicto y post conflicto, las fuerzas com batientes dem andan servicios laborales y sexuales.-» D es tin o s d e e x p lo ta c ió n e n tre las v íc tim a s de trá fic o d e te c ta d a s en el m undo Por región, en porcentaje, 2012-2014 (a años más recientes) Tráfico para explotación sexual Tráfico para trabajo forzado A frica Subsahariana Tráfico de órganos Europa C entral y del S udeste 5 países 13 países Tráfico para otros propósitos A m é rica del N o rte 6% Europa O ccidental 13 países 3 países 30% A m érica C entra! y el Caribe Europa O riental y Asia C entral 7 países 8 países A m érica dei Sur Asía O riental y ei P acífico 7 países 9 peises Fuente: In fo rm e g lo b a l so b re trá fico de personas, Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODCI. 2016. -*■ En general, en estos espacios concluyen otros factores p ara que esto suceda de m an e ra im pune: un E stado de D erecho degradado, debilidad institucional, co rru p ció n de las a u to rid a d e s y la situ a c ió n de v u ln e ra b ilid a d de am plios sectores de la población. O tro aspecto que incide en la im punidad es la p recarie­ dad y pobreza de la m ayoría de las víctim as. En general, é stas son reclutadas en contextos de g ran d es carencias. En algunos casos, son personas que han sufrido abusos y violencia desde la infancia, por lo que la o ferta de un trabajo lucrativo o un futuro de glam our y riqueza aparece como difícil de rechazar. Adem ás, los tra ta n te s se valen de jóvenes reclu tad o res que m uchas veces e n a m o ran a las niñas, o de m ujeres de confianza en la com unidad que las convencen de que te n d rá n un fu tu ro mejor. En otros casos son secuestradas. Salvo contadas excepciones, esas víctimas tienen pocos recursos para denunciar a los tratantes. La trata de personas con fines de explotación sexual y para el trabajo forzoso son las dos formas m ás frecuentes del delito, pero las víctim as pueden ser explotadas de m uchas otras formas, incluyendo la m endicidad, los m atrim onios forzados o sim ulados, la producción de pornografía o el trasplante de órganos. Tam bién puede hab er explotación mixta, como los casos de servidumbre doméstica combinados con esclavitud sexual. Por otro lado, si bien las personas m igrantes y refugia­ das presentan situaciones de vulnerabilidad que las hacen pasibles de ser víctim as d é la tra ta, un gran porcentaje de 2. PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 57 casos de trata no implican el cruce de fronteras internacio­ nales: según el informe de UNODC, alrededor del 42% de las víctimas detectadas son objeto de trata en su propio país. El marco jurídico A pesar de las inm ensas dificultades, algunas víctim as consiguen denunciar lo que sufrieron. En 2016, en A rgen­ tin a, fin alizó un juicio h istó ric o c o n tra los tra ta n te s y la M u n icip alid ad de U shuaia, cap ital de T ie rra del Fuego, Por prim era vez una víctim a de tra ta querelló a sus explotadores y a las autoridades por su com plicidad y obtuvo una sentencia condenatoria. La M unicipalidad hacía controles m unicipales periódicos y obligaba a las m ujeres explotadas a que se hicieran exám enes m éd i­ cos y c o n taran con lib re ta s a n ita ria p a ra g a ra n tiz a r fa salud de los prostituyentes. Los bienes de los proxenetas fueron decomisados, y tanto ellos como la M unicipalidad indem nizaron a la víctim a. En cuanto al m arco jurídico para prevenir y sancionar la trata, como los espacios estatales destinados a proteger a las víctim as, tienen m enos de una década. Son e sfuer­ zos incipientes que deben ser reforzados. Desde que en A rgentina se im plem ento la Ley 26.842 de Prevención y Sanción de la T ra ta de P ersonas y A sisten cia a sus V íctim as (en diciem bre de 2012), se rec u p e ra ro n casi 11.000 m ujeres. La línea telefónica g ratu ita N úm ero 145, instalada para recibir denuncias de estos casos, recibe actualm ente un prom edio de 100 llam adas por día. E x is te n ta m b ié n u n a d iv e rs id a d de m ec a n ism o s in te rn ac io n ale s d estin a d o s a co m b atir este delito. El a rtíc u lo 6 de la C onvención p a ra la E lim in a c ió n de Todas las F orm as de D iscrim in ació n co n tra la M ujer (CEDAW) in sta a los E stados m iem bros a p rev e n ir y san cio n ar la tra ta de m ujeres, incluida la explotación de la p ro stitución. El Convenio p a ra la R epresión de la T rata de Personas y de la Explotación de la P rostitución Ajena de 1949 ofrece a los gobiernos m edios efectivos p a ra c o m b a tir la tra ta de p e rso n a s y, al ig u al que el P rotocolo de P alerm o, esto s d o c u m e n to s reco n o cen que en tre los m edios de la tra ta están el abuso de poder sobre personas con v ulnerabilidades agudas. Enfrentar un crimen tan complejo Si bien m uchos países h an crim inalizado la m ayoría de las form as de tráfico según lo establecido en el P ro to ­ colo de Palerm o, no todos tra sla d a ro n a su legislación nacional de m anera integral las norm as que plantea. El m arco ju ríd ic o fue refo rza d o en el 2015 con la aprobación por parte de la A sam blea General de Nacio­ nes U nidas de los Objetivos de D esarrollo Sostenible (ODS). El ODS 16 aboga p o r la prom oción de sociedades p a c ífic a s e in clu siv as p a ra el d e sa rro llo so sten ib le, brindando acceso a la justicia para todos y construyendo instituciones efectivas, responsables e inclusivas a todos los niveles. En el co n te x to del ODS 16, la com unidad in tern acio n al pide “poner fin al m altrato, la ex p lo ta­ ción, la tra ta y todas las form as de violencia y to rtu ra co n tra los niños”. Pero los ODS deben leerse de m anera integrada, y dada la com plejidad del crim en de tra ta de personas y a las m últiples form as que adopta, aparece como m eta tam bién en el ODS 5, sobre igualdad entre m ujeres y varones. La M eta 5.2 sobre la elim inación de todas las form as de violencia contra todas las m ujeres y niñas en los ám bitos público y privado, incluye la tra ta y la explotación sexual y de otro tipo. E n el ODS 8, la M eta 8.7 exige la im plem entación de m edidas inm e­ d ia ta s y efectiv as p a ra e rra d ic a r el tra b a jo forzoso, acabar con la esclavitud m oderna y el trá fic o hum ano El índice de im punidad del delito de tra ta es muy alto y las personas detenidas por este Personas condenadas en el m undo por trá fic o de crim en son muy pocas. personas En porcentaje, por sexo, 2014 (a años más recientes) Hombres 63 % Fuente: Inform e global sobre et tráfico de personas. Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), 2015. y g a ra n tiz a r la prohibición y elim inación de las peores form as de trabajo infantil. E n fre n tar un crim en tan complejo requiere cambios c u ltu ra le s de fondo que in clu y a n e d u cació n p a ra la ig u a ld a d y la no d isc rim in a c ió n . A dem ás, se n e c e ­ sita n p o lític a s de E stado en é rg ica s p a ra e lim in a r la com plicidad del funcionariado con los p e rp e tra d o res y g a ra n tiz a r la reducción de la im punidad: apoyar a las m ujeres y niñas que son víctim as de tra ta y g aran tizar su autonom ía económ ica y su acceso a todos los derechos. O tro aspecto crucial para p rev en ir y elim in a r la tra ta es la transform ación del modelo económ ico actual, que sum erge en la pobreza e x trem a a m illones de personas. El im pacto de las políticas n e o lib e ra les e n la región ha aum entado las desigualdades de todo tipo y la han convertido en la m ás desigual e in justa del planeta. © • • • * Trabajo sexual, e! debate ° ¿Esclavas del siglo XXI? N o ra P ulido Si ta p r o s t i t u c i ó n es o no un tr a b a jo es un d e b a te aún no r e s u e lto . Desde hace va rio s siglos, las a c t i v i s t a s a b o l ic io n is t a s c u e s t i o n a n el tr a b a jo sexual p o r su r e la c ió n c o n la e x p lo t a c ió n y la t r a t a de m u je re s , dos c r í m e n e s c o n s e n t i d o s p o r el s is t e m a p a tr ia r c a l. lo largo del siglo XIX, y com o co n sec u e n c ia del proceso de industrialización, com enzó a aum entar la co ncentración de la población en las ciudades. La desocupación y el desarraigo de m uchas m ujeres, junto a la c recien te d em an d a de los varones, llevó a un in cre ­ m ento de la prostitución. Los E stados in te rv in iero n con m edidas prohibicionistas o reg lam en taristas, y en am bos casos el peso recayó sobre las m ujeres: los varones, que u su fru ctu ab an los cuerpos de las m ujeres y sostenían con su d em anda el sistem a p ro stib u lario , estab an excluidos de c u alq u ier tip o de penalización. Adem ás, las m igraciones internacionales de los siglos XIX y principios del XX, m ay o ritariam en te com puestas por hom bres, fueron acom pañadas por diversos sistem as de tra ta de m ujeres -d e n o m in a d a en esos años “tra ta de b lan cas”- con la finalidad de ab astecer el m ercado de la prostitución en los nuevos m undos, a p a rtir de la prem isa de que los hom bres solos necesitan m ujeres públicas para satisfacer sus im pulsos sexuales. En este contexto, m iles de m ujeres fueron v íctim as de estas redes de tra ta y en m uchos países receptores la pro stitu ció n fue regulada, lo que dio lugar a negocios exitosos basados en la e x p lo ta ­ ción del cu erp o de las m ujeres: el cabaret, el prostíbulo, la habitación y la calle fueron los diferentes m odos en que se o rganizaba el negocio, en donde el p roxeneta actuaba com o el g a ra n te, el in te rm e d ia rio en las tran saccio n es y el dueño de los cuerpos. Las políticas e statales de reglam entación de la p ro s­ titución se ju stificaro n bajo el p arad ig m a hig ien ista y de control so cíopenal, y se im p lem e n ta ro n a tra v é s de un conjunto de norm as que estab lecían p rác tic a s m édicas in tru s iv a s en los c u e rp o s de las m u jeres y sa n c io n e s penales que incluían la cárcel, al tiem po que aseguraban la protección de la salud de los varones. Así, los controles se c e n tra ro n en la in sp e c c ió n s a n ita ria del c u e rp o de las m ujeres en p ro stitu ció n , considerándolas d ifusoras de e n fe rm e d a d e s co ntagiosas y culpables de los m ales sociales o casio n ad o s p o r el contagio de los “p a d re s de A fam ilia” y sus consecuencias en la salud pública. Esta nueva concepción higienista profundizó el estigm a m oralizante de “m ala m ujer” asignado históricam ente alas prostitutas. El fem inism o anarquista y socialista identificó tem pranam ente las form as de encierro p atriarcal que la sociedad b u rg u esa in stitu ía p ara las m ujeres a tra v é s de sus dos instituciones: el m atrim onio y la prostitución. A com ienzos del siglo XX, tan to la escritora fem inista Em m a G oldm an como la activista rusa A lexandra Kollontai c e n traro n sus escrito s y su m ilitan cia en la den u n cia de am bas in sti- Los varones que sostenían con su demanda el sistema prostibulario estaban excluidos de cualquier tipo de penalización. tu cio n e s, c re a d a s p a ra c e rc e n a r la lib e rta d se x u al de las m u je re s y s o m e te rla s a los d e sig n io s m a sc u lin o s. P ro p o n ía n , d esd e e s ta p e rs p e c tiv a fe m in ista , el a m o r lib re , sin leyes b u rg u e s a s que lo re g u le n , sin fre n o s norm ativos, sin trab as m orales que lo sujeten a prejuicios religiosos, sin coacción, sin su m isió n , sin violencia. La s e x u a lid a d y el a m o r lib re d e b ía n se r la nu ev a form a s u p e ra d o ra de las rela cio n e s h u m a n a s. En I n g la te r r a , la r e f o r m is ta b r itá n ic a J o s e p h in e B u ttler tam bién denunció las políticas d isc rim in a to ria s e in tru s iv a s de re g u la c ió n de la p ro stitu c ió n y creó la A sociación N acional de M ujeres, y p o s te rio rm e n te la C onfederación Internacional A bolicionista, que inició un cam in o de com bate a la tra ta . E sto p e rm itió in tro d u c ir el tem a en diversas co n feren cias in tern acio n ales, de las que surgieron convenios que com prom eten a los E stados firm a n te s a la p e rse c u c ió n de ese d elito y la p ro tecció n de las v íctim a s. E ste p ro ce so de c o m p ro m iso s in te rn a - 2. PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 59 M arco legal de la prostitución Grados de regulación de ía actividad en el mundo ■ Es legal y está regulada Es tolerada, bs legal pero sin regulación | Es ilegal Faltan datos Fuente; United Explanations- cionales culm inó en las N aciones U nidas con la tirm a del Convenio p a ra la Represión de la T ra ta de Personas y de la E xplotación de la P ro stitu ció n Ajena en 1949. A la sombra de las políticas neoliberales A p e sar del nuevo m arco n o rm ativo in te rn ac io n al, la prostitución no disminuyó. La segunda ola del feminismo consideró a la p rostitución como una institu ció n sostén del p a tria rc a d o , com o u n a p rá c tic a c u ltu ra l nociva, resabio del pasado, un ‘'fósil v iv ie n te ”, como la d e n o ­ m inó Kate M illet en los 70, que tenía que d esaparecer a m edida que av an zara la liberación fem enina. Sin em bargo, en las ú ltim as décadas la p rostitución asum ió nu ev as c a ra c te rís tic a s , p o r lo que fue n e c e ­ sario c o n s tru ir nuevas h e rra m ie n ta s de análisis p ara in te rp re ta rla s tran sfo rm acio n es económ icas, sociales y c u ltu ra le s que le dieron sostén, La globalización fue acom pañada por tra n s fo rm a ­ ciones en las grandes ciudades que generaron circuitos lucrativos a la som bra de los grandes negocios p ro d u c­ tivos y financieros. Los servicios que sostienen y a bas­ tecen a las m egaciudades se n u tre n fundam entalm ente de m ano de obra m igrante y en buena m edida fem enina. Se tra ta de u n efe c to s e c u n d a rio de los p ro ce so s de globalización y de las crisis económ icas que se p ro d u ­ cen en m uchos países de la p e riferia , donde se llevan adelante políticas n eoliberales y de ajuste e s tru c tu ra l. En un contexto de fem inización de la pobreza, m uchas m ujeres m ig ran tes ilegales son actu alm en te traficad as p a ra la p ro stitu c ió n . Los ben eficio s económ icos que g en eran vuelven en form a de rem esas, que en m uchos casos re p re s e n ta n un im p o rta n te p o rcen taje del PIB de los p aises no c e n tra le s que “e x p o rta n ” m ujeres. La p r o s titu c ió n se g lo b a liz ó y, en el c a m in o , se c o n v irtió en “in d u s tria del sexo y e n tre te n im ie n to ”. A la som bra de las p o líticas n eo lib erales y bajo la idea de “lib e rta d se x u al”, com enzó un proceso p a ra que los propietarios de prostíbulos y trafican tes se convirtieran en p a rte del m ercado form al que posibilita el blanqueo de los c a p itale s g en erad o s con la tra ta y explotación del cu e rp o de m ujeres y niñas. De este m odo, algunos p aíses leg a liz a ro n y re g u la ro n el negocio p ro stib u la rio, com o F ilip in as, Ja p ó n , C h in a , A u s tra lia , N ueva Z elan d a y N ueva G uinea. La p ro stitu c ió n tam b ién es legal en Alem ania, D inam arca y Holanda, que lidera ese m odelo desde 2001. Sin em bargo, esto no h a d e te n id o sino in c re m e n ta d o la tr a t a de m ujeres: la p rin c ip a l fo rm a de e x p lo ta c ió n de las v íc tim a s de tr a ta es la sexual (según un inform e de la Oficina de las Naciones U nidas c o n tra la Droga y el D elito de 2011, el 53% de las v íctim as de tra ta tiene com o d estino la explotación sexual y el 51% de las víctim as son m ujeres), al tiem po que la “condición la b o ra l” de las m ujeres no ha m ejo­ rado su sta n c ia lm e n te. Suecia es desde 1999 el p rim e r país que h a p ro fu n ­ d izad o el m odelo a b o lic io n ista a trav és de la p en alización de los clientes, co n sid eran d o que si dism inuye la d e m a n d a , d is m in u irá la o fe rta . Se c o n sid e ra a la p ro stitu ció n com o una de las form as de violencia hacia las m ujeres y u n a m uestra de la desigualdad de género. El abolicionism o, siguiendo el m odelo sueco, av a n za en p aíses como Islan d ia, C anadá, Singapur, S udáfrica y C orea del Sur. Bélgica, Irla n d a y E scocia debaten en la a c tu a lid a d refo rm a s sim ila re s. © 60 o EL ATLAS 0E LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Trabajo sexual, et debate Descriminalizar, un modelo distinto G eorgina O rellano La postura no abolicionista sobre la prostitución descriminaliza esta actividad y le exige al Estado que ie sean otorgados los mismos derechos laborales que a otros trabajadores para evitar así tanto la clandestinidad de su trabajo como los abusos policiales y la violencia institucional. l trabajo sexual, al igual que cualquier labor en el sistema capitalista, es el intercam bio de dinero por la prestación de un servicio. Quienes se dedican a la actividad son personas mayores de 18 años que ofertan servicios sexuales para su sustento económico. En algunos países está reconocido lega!mente, con acceso a derechos laborales. En otros se estableció una prohibición total de la actividad, m ientras que en la mayoría carece de un m arco legal y, por ende, queda relegado a la clandestinidad. En Argentina, las trabajadoras y los trabajadores sexuales no tienen reconocim iento estatal. La política que regula la actividad es abolicionista y considera a las trabajadoras sexuales victim as, a las que debe rescatar y ofrecer otra alternativa laboral. El abolicionism o no crim in aliza a las trabajadoras sexuales pero sí a terceros que se apropian de parte de las ganancias y, en algunos casos, a los clientes, como sucede en Suecia y Francia. Otros modelos que regulan la prostitución son el prohibicionism o, que crim inaliza todo el comercio sexual (a la trabajadora sexual, al cliente, a u n tercero) como sucede en Estados Unidos (salvo en el estado de Nevada); y el regíam entarism o, que no crim i­ naliza el trabajo sexual pero ejerce un control espacial y sa n ita rio de las trab ajad o ras sexuales, es decir que crea zonas rojas y exige una libreta sanitaria, como en Holanda y Alemania. Un cu arto modelo de regulación, diseñado e im pul­ sado por el movimiento de trabajadoras sexuales, es el de descrim inalización del trabajo sexual y reconocim iento de los d e re c h o s lab o rales. El ejem plo de reg u lació n es el de N ueva Z elan d a, que no d e lim ita un espacio ni ejerce un control higienista, sino que p erm ite a las trabajadoras sexuales ejercer su labor donde se sientan cóm odas y garan tiza el acceso a obra social, jubilación, crédito y vivienda. E El trab ajo sexual organizado Estas organizaciones se crearon para defender los derechos laborales de las trabajadoras sexuales y protegerse de la violencia institucional. LaslA organizacionestorman parte de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex). ------- Guatemala (M ujeres en S uperación) -------- Honduras (Red de Mujeres Unidas por Nuestros Derechos) El Salvador (Orquídeas del Mar) -----R. Dominicana (Organización de Trabajadoras Sexuales) --------- Colom bia Nicarag'jü (Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles) Costa Rica (Asociación La Sala) (Asociación de Mujeres Buscando Libertad) Bolivia (Organización Nacional de Activistas por la Emancipación de la Mujer) (Mujeres con Dignidad y Derecho de Panamá) Perú (RedTraSex Perú) C h ile ----------(Fundación Margen) Fuente; RedTraSex. Argentina (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina) 2, M ás allá de que en A rgentina la política asum ida por el E stado sea de c a rá c te r abolicionista, es im p o rta n te m encionar que siguen vigentes códigos contravencionales y de faltas que penalizan el uso del espacio público, perm itien d o que las trab ajad o ras sexuales p u edan ser d etenidas h a sta por 60 días si ofrecen sus servicios en la vía pública. Sum ándose a estas norm ativas, a p a rtir del año 2008 se llevaron a cabo políticas a n titra ta que crim in alizan diversas form as de trab ajo sexual, como ejercer en establecim ientos cerrados o la publicación de la oferta de servicios en los clasificados. En A rg e n tin a e je rce r el tra b a jo sex u al de m an e ra autónom a no está tipificado como delito en el Código Penal, pero todos los lugares donde se pueden ofertar los servicios están crim inalizados: la calle, las whiskerías, los cabarets, los clubes nocturnos, los anuncios. En distintas provincias los hoteles alojamiento tam bién han prohibido el ingreso de trabajadoras sexuales. "No somos víctimas, somos trabajadoras" La política abolicionista en A rgentina, prom ovida por la co rrien te fem inista que se identifica de e sta form a, confunde tra ta con trabajo sexual, desencadenando la vulneración de derechos de las trabajadoras sexuales. La modificación de la ley de trata sancionada en 2012 eliminó la posibilidad de que se pueda p re s ta r consentim iento para dedicarse id trabajo sexual y anuló las voces de las trabajadoras sexuales. A p a rtir de ese año, se desplegaron distintas norm ativas a nivel provincial y m unicipal para p ro h ib ir los lugares donde se puede ejercer el trabajo sexual con el argum ento de com batir la trata de personas. Esta ley tam bién amplió el ámbito de las conductas crim inalizables, lo que hizo que se penalizara inclusive la más m ínim a organización para el desarrollo del trabajo sexual. El m o v im ie n to de tr a b a ja d o r a s s e x u a le s v ie n e den u n cian d o los im pactos de estas no rm ativ as y c u e s ­ tio n a n d o el uso de u n s is te m a p e n a l c a ra c te riz a d o com o m ach ista, clasista, selectivo y p a tria rc a l. M ues­ tr a de ello es el alto p o rc e n ta je de m u jeres p o b re s y m ig ra n te s p ro c e s a d a s y a c u sa d a s de e x p lo ta c ió n y t r a t a c u a n d o e n r e a lid a d se lim ita n a o r g a n iz a r el tra b a jo se x u al. Los re s u lta d o s e s tá n a la v is ta . E n 2016, el 90% de las tra b a ja d o ra s se x u a le s que e je rc e n en la ca lle s u frie ro n a lg ú n tip o de v io le n c ia p o lic ia l: h o s tig a ­ m ie n to , cobro de co im as, favores s e x u a le s, lab ra d o de a c ta s c o n tr a v e n c io n a le s , r a z z ia s , d e te n c io n e s a rb itra ría s , in su lto s. En 201S, el 76% de las d en u n cias de tra b a ja d o ra s se x u ale s re c ib id a s p o r la A sociación de M u je re s M e re tric e s de la A rg e n tin a (A M M A R ) tam b ién estu v ie ro n v in cu lad as a algún tip o de violen­ cia p o lic ia l. D esde el m o v im ie n to de tra b a ja d o r a s se x u a le s se re c la m a la d e ro g a c ió n de e sto s có digos y el re c o n o c im ie n to de e ste tra b a jo , de m odo tal de p o d e r a c c e d e r a d e re c h o s la b o r a le s , o b ra s o c ia l y ju b ila c ió n . El E sta d o d eb e le g is la r p a ra g a r a n tiz a r su s d e re c h o s y ta m b ié n p a ra p o s ib ilita r a lte rn a tiv a s la b o ra le s a las p e rs o n a s que no q u ie ra n s e g u ir e je r ­ ciendo la activ id ad . U na p o lític a no in v alid a a la o tra. PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS #61 Estigm a y d is c rim in a c ió n Según el censo re a liz a d o p o r A M M A R y el M in iste rio de Salud de la Nación en 2009, en A rg en tin a ejercen eí trabajo sexual alred ed o r de 80.000 m ujeres, 20.000 en el espacio público y el resto en lugares privados. El 86% de quienes se dedican a la actividad son m adres jefas de hogar y tienen e n tre uno y siete hijos. El discurso instalado socialm ente sobre la prostitución es un discurso victim izante que refuerza el estigm a y la discrim inación. P arte de la sociedad que juzga y cuestiona las decisiones de las trabajadoras sexuales, anulando su autonom ía y acallando sus voces. En realidad, lxs tra b a ­ ja d o ra s sex u ales son ex p lo ta d x s com o el resto de los tra b a ja d o res, a quienes sin em bargo no se les niega el reconocim iento de derechos ni se les cuestiona su orga­ nización sin d ic a l. E n el sistem a c a p ita lista todos son explotados. Las trabajadoras sexuales no son las únicas que no eligen librem ente, sino que son p a rte de una clase que term ina optando por este tipo de trabajo dentro de las pocas opciones de las que disponen los sectores populares. Debe recordarse que hace ya 23 años que las trabajado­ ras sexuales argentinas están organizadas sindicalm ente. Por eso AM MAR exige al Estado el reconocim iento que la cabe a cualquier trabajador. El debate no debe centrarse en si éste es o no trabajo. Las trabajadoras sexuales exis­ te n y la d iscu sió n debe ser si se les c o n tin ú a negando derechos -em pujando a todo un sector de trabajadorxs a la clandestinidad y exponiéndolxs a abusos policiales y violencia in stitu cio n al- o si se les otorga un m arco legal p a ra que sus derechos no sigan siendo vulnerados. © Glosario Modelo r e g l a m e n t a r i s t a Ei re g ía m e n ta ris m o (m ediados del siglo X IX )fue un m odelo fu n d a m e n ta lm e n te h ig ie n is ta : las m ujere s que ejercían la p ro stitu ció n eran obligadasa efectua rse exám enes m édicos p e rió d ic o s y a te n e r una lib re ta s a n ita ria . Modelo re g u l a c io n i s ta El re g u la c io n is m o (dé ca d a de 1980) p ro p u s o un m o d e lo de d e re c h o s que exige la in te rv e n c ió n del E stado para el reco n o cim ie n to de derechos laborales y de seguridad social de quien es e je rc e n el tra b a jo sexual lib re m e n te . Modelo a b o l i c io n i s ta El a b o lic io n is m o no tra ta de p ro h ib ir la p ro s titu c ió n pero si reco no ce que la m ism a expone a la persona a una situ a ció n de e x tre m a v u ln e ra b ilid a d , y que, p o r ¡o ta n to , el E stado d e b e r ia d a r g a ra n tía s d e te n e r a lte rn a tiv a s de vida , sin c rim in a liz a ra ias m ujere s que la e jercen. Modelo p r o h i b ic i o n is t a El p ro h ib ic io n is m o p la n te a p r o h ib ir la p ro s titu c ió n y la considera un delito. De esta m anera, crim inaliza a la persona que e je rc e la a c tiv id a d . E sta p o lític a im p lic a ría el paso a la c la n d e s tin id a d de a q u e lla s p e rs o n a s q ue o fre z c a n s e rv ic io s se xuales. N arcotráfico Marche presa lle a n a A rd u in o Las m u je re s son el eslabón m á s débil en la c o m e rc ia liz a c ió n de las drogas, en un m e r c a d o que, al igual que otros, se organiza co n una m a r c a d a ve rtica lid a d de género. E! m a y o r c r e c im ie n to de la e n c a rc e la c ió n fe m e n in a c o m p a r a d a con la de los h o m b r e s p o n e en evidencia esta te n d e n c ia . L as p o lític a s de p e rse c u c ió n al n a rc o trá fic o que resp o n d en al p a ra d ig m a p ro h ib ic io n ista no han sido eficaces frente a las organizaciones crim inales y h a n tra íd o d e s a s tro s a s c o n sec u e n c ia s en m a te ria de derechos hum anos. U na de las m ás notorias y constatable en cualquier p a rte del m undo que haya seguido estos lineam ientos es el crecim iento exponencial de la población carcelaria, conocido com o "encarcelam iento m asivo”, con so b rerrep resen tació n fem enina. Al a n a liza r las políticas penales frente a la cuestión de las drogas desde una perspectiva de género, se com prueba su deficiente efectividad: éstas suelen enfocarse en el micro tráfico y en los consum idores antes que en las dim ensiones más complejas de la crim inalidad organizada transnacional y, en tal sentido, a fe c ta n p a rtic u la rm e n te a las m ujeres, que ocupan los eslabones m ás débiles de la cadena. Por p rim era vez en la historia m undial, du ran te las dos ú ltim a s décadas el e n c arc ela m ie n to de m ujeres creció m ucho m ás aceleradam ente que el de varones, Según un inform e de la Oficina en W ashington p a ra A suntos L ati­ noam ericanos (WOLA) y Open Society Foundations, en A m érica L atina la población fem enina total encarcelada aum entó un 51,6% e n tre los anos 2000 y 2015, m ien tras que la población m asc u lin a , au n q u e tam b ié n aum entó, lo hizo en un 20%. Cadena de vulnerabilidades Las m ujeres son el eslabón más dependiente d en tro de la estru ctu ra de producción y comercialización de las drogas, en un m ercado que, al igual que los considerados legales, se organiza con una m arcada segm entación vertical en razón de género. En este sentido, las m ujeres suelen quedar rele­ gadas a posiciones subalternas, más expuestas a las políticas de p ersecu ció n conocidas com o “d uro con los déb iles”, que se contentan con la detección policial de drogas en las fronteras o con la detención de expresiones m inoristas de la com ercialización en zonas vulnerables, antes que con desm ontar las estru c tu ras nodales del m ercado de drogas. E n este m ercado, com o en m uchos otros, la m ano de obra fe m e n in a es m uy p re c a riz a d a , fác ilm e n te re e m ­ p lazable y se e n c u e n tra d o b lem en te con d icio n ad a: las M u jeres e n c a rc e la d a s por d e lito s de d ro g as en p a ís es d e A m é ric a Latina 26.096(2013) Venezuela 12.482(2014) 4.645(dic.201D Ecuador 4.156 (2015) 19.329(jul. 2014) 3.939 (2013) Argentina 6.979(2013) uente: Luciana Boiteaux, Mujeres y encarcelamiento por delitos de drogas, Colectivo de Estudios Drogas y Derechos (CEQD), 2016. m ujeres e stá n a m erced de quienes dom inan el negocio y a m erced de p o líticas e sta tale s p u ra m e n te pu n itiv as. Las cifras m u e stra n que las p o líticas pen ales de co rte p ro h ib ic io n ista se d e s c a rg a n e s tr u c tu r a lm e n te so b re m ujeres, trav estís y personas trans. Todos estos grupos, a su vez, suelen c o m p a rtir c ie rta s c a ra c te rís tic a s : son m ig ran tes, pobres y o cu p an la posición de proveedores con personas a su cuidado. O tro factor que contribuye a la v ulnerabilidad de las m ujeres en la cadena del tráfico es la su b o rd in ació n de género por razones fam iliares o protecciones afectivas, que m uchas veces las conducen a la asunción de resp o n ­ sabilidad ante el sistem a penal, aun cuando no estuvieran involucradas con altos niveles de responsabilidad. El punitivism o, como casi todas las políticas de drogas, invisibiliza el e n tra m a d o de conflictos previos y d esen ­ cadena m uchos otros. Las m ujeres se endeudan, pierden vínculos afectivos, q u edan detenidas a m iles de kilóm e­ tros de sus lugares de origen, se enferm an y son alojadas 2 . PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 63 en unidades carcelarias sin servicios médicos mínimos, entre otras consecuencias directas. Perfil de las m ujeres detenidas en Tiene hijos Argentina Medidas alternativas La feminización del encierro tam bién recae sobre otras personas bajo su cuidado. La cuestión de la m aternidad y las tareas de cuidado de los hijos ocupan gran parte de la atención académica, del activismo e incluso del ámbito jurídico local, regional e internacional. El impacto global de esta problemática ha sido de tal m agnitud que, en 2010, se aprobaron las Reglas de Bangkok en el ámbito de las Naciones Unidas con el fin de regular las condiciones de detención de las mujeres. Las reglas recom iendan a los Estados parte, entre otras cosas, la adopción de m edi­ das que acorten las distancias con sus lugares de origen, que cuiden la pervivencia de los vínculos fam iliares y que promuevan medidas alternativas para quienes sean madres. Reclaman tam bién la necesidad de considerar los historiales previos de abuso y violencias. Para dimensionar la im portancia de este últim o punto, se puede recu rrir a datos del Departam ento de Justicia de Estados Unidos de 2012, que muestran que un 86% de las mujeres encarceladas había experim entado abusos sexuales, un 77% violencia por parte de sus compañeros y un 60% de sus cuidadores. Aunque la m ayoría de los países aún no abandonan esta senda, se ha com enzado a debatir la necesidad de term in ar con el paradigm a prohibicionista construido desde una concepción securitaria, para adoptar una pers­ pectiva de derechos hum anos, privilegiando el derecho a la salud en particular. En tal sentido, urgen m edidas como la diversificación de respuestas alternativas a la 63,5% Declararon ser principal sostén económico al momento de ser detenidas y 4 de cada 10 siguieron siendo el principal sustento estando presas. Concluyo estudios secundarios (entre las argentinas). Fuente: Mujeres en pr/s/ón: lo s a lc a n c e s d e l c a s tig o , compilado porCELS, Ministerio Público de la Defensa. Procuración Penitenciaria de la Nación, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2011. prisión, la despenalización de algunas conductas, tales como la tenencia y los micro tráficos, y la consideración de políticas que atiendan a las condiciones de vulnerabi­ lidad que propician la selectividad de mujeres, travestis y personas tran s por parte del mercado crim inal, en lugar de profundizarlas con represión estatal. © Mujeres en prisión en A m érica Latina Población total de mujeres en prisión 2 0 5 .4 0 0 (2013) Porcentaje de mujeres en relación al total 9,3% (2013) | , 3.395 Aumento de la tasa de encarcelam iento cada 100.000 mujeres 6.4 - 6.8% (2003/2013) 16,2-12,9% (2000/2011) 5,8-17.6% (2000/20131 Fuente: www.drDqasyderechos.org 7,8-16,5% (2000/2015) 10,8-20,4% (2003/20141 5,2-12,5% 12002/2014) 55,6-64,6% (2001/2013) 7,1-21,6% (2001/2015) 7,8-14,1% (2001/2015) 7,3-17,5% 11999/2014) 3.7 - 9,5% (2001/2014) S e c u la r m e n te c o n fin a d a s ai á m b ito p riva d o y d o m é s tic o , las m u je re s in g re s a ro n en ei e sp a c io p ú blico no sin d ific u lta d e s . A las d e sig u a ld a d e s de g é n e ro b r u ta lm e n te o ste n s ib le s se s u m a ro n aquellas que p e r m a n e c e n m á s im p e r c e p tib le s pero p re s e n te s en to d a s las áre as de ia vida política, e c o n ó m ic a y social. Una inclusión que sigue siendo e x cluye n te para las m u je re s de to d o el planeta. 66 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES ................• • • « Acceso a puestos de poder Carreras de obstáculos y laberintos de cristal V irg in ia G arcía B eaud oux La re la c ió n d e sig u a l e n tre h o m b r e s y m u je r e s ta m b ié n se e x p re s a en ia b re c h a e x is te n te en el a c c e s o a a lto s c a rg o s . El poder, ta n to po lítico c o m o en el c a m p o p ro fe s io n a l, c o n tin ú a m u c h a s v e c e s v e d a d o para las m u je re s, q u ie n e s se e n c u e n t r a n con lim ita c io n e s invisibles a la v ista de to d o s . as mujeres en e] m undo público corren dos carreras: la que co rren todas las p erso n as sin im p o rta r su género para gan ar experiencia, m éritos y cred en ­ ciales para progresar, y una carrera de obstáculos. En las corporaciones, 1as ciencias, la academia, la política y todos los ám bitos de actividad, e n c u en tra n poderosas a rq u i­ tectu ras sociales que im piden su desarrollo profesional. La b a rre ra invisible más conocida son los “techos de c ris ta l” que e n fre n ta n las m ujeres que aspiran a ejercer altos cargos en igualdad de condiciones y salario en orga­ nizaciones de todo tipo: corporativas, gubernam entales, p a rtid aria s o educativas. Es u n a b a rre ra organizacional, vertical, tra n sp a re n te y efectiva, que hace que, aunque ellas cuenten con preparación y experiencia, se estanquen y sólo logren llegar h asta los niveles m edios. No se tra ta ya de los “m uros de cem ento” visibles que im pedían a las m ujeres el acceso a los m ism os derechos que a los hom bres, como v o tar o asistir a la universidad, sino de b arreras im perceptibles. No hay leyes o códigos explícitos de exclusión. Son norm as y prejuicios implícitos, no escritos, sutiles y difíciles de detectar. Pero los resu l­ tados son claros. Sólo uno de cada cinco de los m áxim os ejecutivos de los países del G7 son mujeres. Son hom bres el 74,7% de los presidentes y m iem bros de consejo de las principales com pañías que cotizan en las bolsas europeas. En 2018 las m ujeres fueron el 21% de los participantes del Foro Económ ico M undial de Davos, lo que se considera un logro por ser la cifra más alta alcanzada en sus 48 años de existencia. En 2017 las m ujeres representaban el 21,2% de los m iem bros de las mesas directivas y el 5,2% de los CEO según el índice Standard & Poor's. Para decirlo con claridad: sólo 27 m ujeres estaban al frente de las prim eras 500 com pañías que co tizan en la Bolsa de Nueva York. L Las rem uneraciones constituyen una form a de discri­ m inación adicional. Los datos de ONU Mujeres m uestran que perciben un salario 24% inferior al de los hom bres. En A rgentina, las cifras del INDEC de 2017 evidencian que las m ujeres que logran rom per los techos de cristal en las em p resas y a sc e n d e r a p u esto s de a lta re s p o n ­ sabilidad lo h acen con m enores rem u n e ra c io n e s, que la b rec h a sa la ria l es de 23,5% y que llega a 35% en el m ercado in fo rm al. C onfirm a adem ás que las m ujeres se sitú an m ayoritariam ente en los sectores de m enores ingresos, que el 90% trabaja en el secto r servicios y que la ocupación más frecu en te de las m ujeres es el servicio dom éstico (19,6%). Según la O rganización Internacional del T rabajo (OIT), la disp arid ad en función del género en algunos países llega al 45% y existe en todas las esfe­ ras de actividad, En G ran B retaña, las académ icas con dedicación fu ll tim e cobran en prom edio 11,3% m enos que sus colegas hom bres. En Italia, la retribución de las investigadoras es 33,3% m enor que la de sus com pañeros, Límites invisibles Com o se ñ a la la OIT, los g ra n d e s p ro g re so s e d u c a ti­ vos realizados po r las m ujeres en las ú ltim as décadas no se h an tra d u c id o en u n a m ejora p ro p o rcio n al en el m ercado laboral. La m ayor parte del personal docente de las universidades está conform ado por m ujeres, pero los decanos y los rectores son hom bres. A la U niversidad de Oxford le tom ó m ás de 800 años n om brar una rectora, hecho que ocurrió en 2015. Según el ín d ic e Global de B recha de G énero que el Foro Económ ico M undial de Davos elabora desde 2006, la d ife re n c ia e n tre los g é n e ro s au m e n tó en 2017 p o r segundo año consecutivo, y al ritm o a c tu a l llevaría Mujeres en los Parlamentos P articip ació n de m ujeres en P arlam entos unicam erales o en la Cámara Baja del Parlamento, hasta a! 1-1-17 ■ 50% a 65’ Corea del Sur | 40% a 49,9% | 35% a 39,9% 30% a 34,9% 25% a 29,9% 20% a 24,9% 15% a 19,9% ! 10% a 14,9% | 5% a 9,9% Islas Marshall Bangladesh Nam ibia | 0,1% a 4,9% ■ 0% Mauricio Chile Argentina Países con Je fa s de Estado y Je fa s de Gobierno F uente: ONU M ujeres. 2017. Promedio mundial y regional de m ujeres en los Parlamentos En porcentaje, 2017 Europa (países nordicos incluidos) 26,4% F uente: ONU Mujeres, 2017. D ife re n c ia en to d o s los n iv e le s Según los datos de ONU Mujeres, la d iferen cia salarial e n tre hom bres y m u je re s es tan m arcada a nivel in te rn a c io n a l que a este paso tom ará 70 años c e rra r esa brecha. Amé ricas 28,3% Europa (países nórdicos no incluidos) 25,0% Africa Subsaharíana 23,8% Asia 18,9% Estados árabes 15,0% • • • Ministerios de los que o son titulares mujeres Medio Ambiente / Recursos Naturales / Energía Total de mujeres por Asuntos Sociales áreas, 1.237 m inisterios Familia/ 1nfancia / Juventud / Tercera Edad / Discapacitados en 186 países, 2017 Asuntos de la M ujer/ Igualdad de Género Educación Cultura Fuente: ONU Mujeres, 2017. Empleo / Trabajo / Formación Profesional Comercio / Industria Relaciones Exteriores(con inclusión de Asistencia al Desarrollo) Salud Investigación y Desarrollo / Ciencia y Tecnología Obras Públicas / Planificación del Territorio Agricultura / Alimentación / Silvicultura / Pesca Justicia Interior / Inmigración (con inclusión de Integración y Refugiados) Administración Pública/Servicio Público Turismo Administración Local Deportes Comunicaciones / Telecomunicaciones / Correos Vivienda l Asuntos Urbanos Derechos Humanos Finanzas / Presupuesto Economía/Desarrollo Transportes Defensay Veteranos Población Asuntos Parlamentarios Información / Medias de Comunicación O 217 años eliminarla. Ello, a pesar deque la paridad suma­ ría 250 mil millones de dólares al PEI del Reino Unido, 320 mil millones al de Francia, 310 mil millones al de Alemania y 1,7 billones de dólares a la econom ía de Estados Unidos. Tam bién hay techos de cristal en la política. En 2017 sólo 17 m ujeres se desem peñaban como jefas de E stado o de Gobierno; las m ujeres ocupaban el 23% de las bancas de los Parlam entos del m undo, el 28% en la región de las Am éricas, y eran el 19% de las voceras parlam entarias. A penas 6 de 186 países ten ian igual cantidad de m in is­ tras}’ m inistros, y únicam ente el 18% de los m inistros de gobierno del m undo e ra n m ujeres. En A rgentina, de 20 carteras ministeriales -21 con la Jefatura de G abinete- [que hubo h asta la reducción del gabinete en agosto de 2018] apenas dos estaban ocupadas por m ujeres. E n cuanto a los sindicatos, las m ujeres rara vez ocupan las se c re ta ­ rías o subsecretarías, y m uy pocos cum plen con el cupo establecido por ley del 30% en sus comisiones directivas. La Federación U niversitaria A rgentina, principal órgano de representación de los e stu d ia n te s u n iversitarios del país, de los cuales el 60% son m ujeres, está liderado por un a mujer... por prim era vez en 100 años. 20 40 60 80 100 P ara las m ujeres, la c a rre ra a los puestos m ás altos no im p lica sólo ro m p e r tech o s. T am bién su p o n e re c o rre r “la b e rin to s de c r is ta l”, dado que en c o m p a rac ió n con los hom bres deben s o rte a r m uchos m ás obstáculos. Las p rom ociones y ascen so s re q u ie re n co n sid e rab le m e n te m ás tiem po p ara ellas, así como cam inos m ás com plejos y extensos, a p e sar de co n tar con form ación y e x p e rie n ­ cia laboral sim ilares. M in n ie debutó en las p a n ta lla s al m ism o tiem po que M ickey en 1928, e n tre tu v o a m illones de e sp ec tad o re s d u ra n te décadas, p ro ta g o n izó m ás de 70 p e líc u la s, es un p e rs o n a je c e n tra l en los p a rq u e s tem á tic o s de Disney... y tu v o que e s p e ra r 40 años m ás que M ickey p a ra o b te n e r una e s tre lla en el P asco de ia Fam a en H o llyw ood. Cargos fem in izad o s A los techos y lab erin to s los acom paña una ú ltim a pieza de c ris ta le ría : las “p a re d e s de c ris ta l”, la seg reg ació n horizontal, que relega el acceso de las m ujeres a ciertas áreas. No sólo existe un techo de cristal en la ocupación de carteras m inisteriales, sino que cuando llegan a m inistras la m ayoría está a cargo de áreas identificadas con tare as 3. de cuidado y e ste re o tip o s de lo fem enino: educación, bienestar social, m edioam biente y familia. Pocas m ujeres ocupan puestos en áreas como obras públicas, defensa, ciencia y tecnología. El fenóm eno es global y atraviesa todos los cam pos del qu eh acer hum ano. Según 3a UNESCO, las m ujeres constituyen el 28% de los investigadores científicos del planeta. Un escaso 12% de los m iem bros de las academ ias de ciencias del m undo son m ujeres. En Italia, el 51,7% de los doctores de investigación son m ujeres, pero e!las representan el 18% en los niveles avanzados de la carrera; y en el secto r técnico-científico, m enos de u n a de cada diez profesores es m ujer. E n tre 1901 y 2017 recibieron el Prem io Nobel en c u alq u ier categoría 847 varones y 49 m ujeres (m enos del 5%). En 2016 y 2017 n in g u n a m ujer UNA INCL USIÓN EXCLUYEN-TE • 69 obtuvo el galardón en n in g u n a categoría. Sólo 16 fueron premiada's en Ciencias; las demás, en Literatura, Economía y la Paz. Y únicam ente ocho m ujeres fueron invitadas a p ro n u n cia r un discurso en el banquete del Nobel. La conclusión es que la relación poder-m ujer es cons­ ta n te e inversam ente proporcional: a más poder, m enos m ujeres. Sin embargo, nunca antes hubo ta n ta conciencia colectiva de la d esig u ald ad , ni ta n ta s exigencias p a ra elim inarla. El m ovim iento #MeToo, la sanción de leyes de paridad, las p ro p u estas p ara que las em presas infor­ m en sus sueldos po r género son apenas indicadores de una revolución social irreversible. El cam bio llegó y es fru to del tra b a jo d ia rio de ta n ta s m u je res y h om bres com prom etidos que han decidido escribir y conjugar esta porción de la h istoria en presente, fem enino y plural. © Partidos políticos: cuanto m ás poder, m enos representación Porcentaje de mujeres dentro de la estructura partidaria en América Latina, 2017 O Presidenta del p a r tid o / S e cre ta ria General 20% M iem bros del C om ité E je cutivo Nacional 52% Fuente: Base de datos GEPPAL, BID/iDEA. Fuente: Cataíyst W omen CEOs o fth e S & P , 2018. M iem bros de los p a rtid o s p o lítico s F u e n te : ONU M ujeres, 2017, Nota: Muestra compuesta por partidos políticos en Argentina, Solivia, Brasil, Chile, Colombia Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Perú, Uruguay y Venezuela, Fue n te : ONU Mujeres, 2017. 70 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • • • • Estados Unidos ° La misoginia de Donald Trump Soledad Vailejos Estados Unidos, primera potencia del mundo, nunca tuvo una presidenta. Donald Trump, durante la campaña electoral, se valió de comentarios machistas para fidelizar a parte del electorado hostil al progresismo, pero terminó vigorizando al anquilosado movimiento de mujeres del país. Los votantes varones del Partido Republicano son los que menos perciben la desigualdad: 64 % cree que las mujeres tienen igual o mayor estabilidad financiera que los hombres 46 % dice que en la sociedad hay igual o más mujeres que hom bres ocupan­ do posiciones de poder Menos perciben los factores que podrían afectar la igualdad: 52% considera que el sexismo no afecta los derechos de la mujeres ni la igualdad 65% 53% considera que la violencia contra la m ujer no afecta sus derechos ni la igualdad no está m olesto po com entarios de Tn acerca de las muje 40 % 39% considera que a tas mujeres les gusta coquetear con los hombres pero luego no los dejan avanzar dice que la igual­ dad entre hambres y mujeres ha sido alcanzada Y son capaces de afirm ar., 29% Votantes masculinos del Partido Republicano 12% dice que tocar los ge­ nitales de una mujer sin su consentim iento no es un asalto sexual, o no están se­ guros de que lo sea 30 % dice que los hombres son m ejores lideres políticos que las mujeres de la población Fuente: ww w.altem et.org/efection-2D 16/donaid-trum p-sexism , PerryUndem, 2017, 3 . UNA E n E stad o s U nidos el 2017 em p e z ó de m a n e ra asombrosa: un día después de que Donald T rum p estrenara el cargo de Presidente, quedó claro que su m isoginia era ta n in q u ietan te -p a ra quienes creían firm es cierto s consensos sociales del siglo XX- como c o n stru c tiv a p ara él, pero tam bién para el fem inism o estadounidense, a pesar del propio T rum p. T an solo 24 horas después de haber asum ido, el 21 de enero de 2017 se produjo una m u ltitu d in a ria M archa de las M ujeres (W om en’s M arch) como reacción a los co m en tario s y actitudes m achistas del nuevo jefe de Estado. A diferencia de lo que había ocurrido en la adm inistración de Ronald Reagan (esa cruzada conservadora que llegó a em pujar al m ovim iento de m ujeres estadounidenses a callejones oscuros donde se m ordía la cola, como con el debate sobre la pornografía, en el que term inó com partiendo bando con los reaganianos), la reacción que generó el m agnate «umobiliari» lograba m enos n e u tra liz ar y destruir, que generar cohesión y activar. Eso es lo curioso: el retorno de lo im pensable resultó productivo hacia adelante. De alguna m anera, los estadounidenses replantearon Ante un enemigo común tan claramente definido, no quedaba otra opción más que la cohesión. su grieta con la llegada de un discurso antiderechos de las mujeres, defensor de los gestos m achistas -n i siquiera de los m icrom achism os, sino de los más groseros y eviden­ t e s - y orgulloso de actitudes discrim inadoras que sólo unos m eses a n te s eran im pensables en el espacio del debate público. Entonces sucedió. Después de sobrevivir los años 80 y establecer en los 90 algo así como un espacio público propio, con sus propios nichos de m ercado y sus figuras históricas convertidas en bronces, el fem inism o estadounidense había llegado a un punto casi m uerto. Se encontraba encerrado en un laberinto de debates centrado en h ila r fino, ab straíd o y resolviendo especificidades de gueto. Como si todo el terreno ganado hubiera sido declarado propio para siem pre, ese espacio había dejado de m irar la bigpicture y estaba muy tejos de instalar una nueva agenda de discusión. La b rutalidad que la irru p ­ ción de T rum p trajo consigo en la escena pública fue una salvación en ese sentido. A nte un enem igo com ún ta n c laram en te definido, no quedaba otra opción m ás que la cohesión. La propia organización de la M archa de las M ujeres (que movilizó a m illones de m ujeres en Estados Unidos e incluso en otras partes del mundo) fue una prueba de fuego exitosa: im pulsó la construcción de un nuevo consenso (sobre lo que parecía ganado, indiscutido, pero nuevo consenso al fin) y u n a estrategia discursiva para convencer y atraer nuevas voces. Los resultados apreciables en la m ovilización y en las consignas que se replicaron por distintas ciudades, redes sociales y en coordinación con los m edios tradicionales INCLUSIÓN E X C L U Y E N T E * 71 (lo spussy hats, los carteles m anuscritos, la presencia de distintas generaciones de mujeres de las m ism as familias, com partiendo luchas) pusieron de manifiesto la capacidad de regenerarse y fortalecerse de los fem inism os ante un panoram a inesperado. En eso tam bién quedó claro, una vez más, que lo político del feminismo es tan potente que va mas allá de lo partidario, de izquierda o derecha. La mención no es menor, porque el avance de la misoginia inherente a la figura de Trum p suele ser m entada como propia de la dere­ cha, cuando en realidad ese tipo de cuestiones no se limita a identidades partidarias. Sin identificar a los dem ócratas con la izquierda pura, ¿será que H illary Clinton, durante la cam paña presidencial, no tuvo que lidiar con m achism os y m isoginia dentro de su propio partido? Un recurso para ganar Los m achism os son todavía una p a rte tan íntim a de la co n stru cció n política del siglo XXI, que ju g a r la c a rta de la m isoginia a T ru m p le valió ganancia. No sólo fue una h erram ienta para polarizar en la contienda con una candidata que no enm ascaraba su condición de mujer en un m undo político con techo de cristal bajito (aun cuando H illary Clinton estuviera lejos de ser una pasionaria femi­ nista), sino que esa posición reaccionaria le sirvió tam bién p ara fidelizar a un electorado que venía anunciando su oposición visceral a la agenda progresista y de derechos de las m inorías. Lo que los votantes rednecks y más allá preanunciaban en los m ítines de la cam paña republicana era, precisam ente, el peso que esa posición podía tener en electorados no necesariam ente politizados, pero sí sensi­ bles a lo que si ntieran como ataques a valores y tradiciones de una identidad ¿nacional am ericana? C laram ente, los derechos de las m ujeres estaban en tre esas am enazas. Algo avanzado 2017, un estudio de la consultora Perry Undem confirm ó con núm eros esa sospecha. Las estadís­ ticas dem ostraron que, a la hora de p ensar en política y derechos de las mujeres, opera un m ecanism o sim ilar al que colabora en la eficacia de las fake news: im porta más la creencia y sostenerla, que o p erar a p a rtir de datos e inform ación. De acuerdo con el estudio, aunque sólo el 19% de los escaños legislativos estadounidenses estaban ocupados por m ujeres, el 32% de los varones y el 25% de las mujeres que votaron por T rum p dijeron que las mujeres tienen representación política igual o superior a la de los varones. El 47% de los varones votantes de T rum p negaron que el sexism o fuera un problem a cotidiano (ese núm ero m ás que duplicó el porcentaje sobre el total de votantes, entre quienes solo el 22% negó el peso del sexismo), Entre las votantes republicanas, sólo el 15% dijo que el sexismo es un problem a real; el 54% afirmó que las mujeres exage­ ran y leen cualquier com entario inocente como sexismo. El 52% de los varones que votaron a T rum p, además, aseguraron que las m ujeres tienen igual o más poder que los varones en la sociedad (en la encuesta general, el 26% lo afirmó). La cam paña del republicano había sabido leer eso a tiem po, y lo usó largam ente tanto en la cam paña como en la gestión. Sin embargo, el tiem po dirá si la ganancia que le redituó al principio, antes de llegar al cargo, puede replicarse del mismo modo durante la Presidencia. © Kurdistán Una revolución en todos los frentes R om a V a q u e ro D íaz A fin e s de los 80 las m u je re s del Kurdistán se s u m a ro n a ia lucha p o r la libertad y la identidad del pueblo kurdo, pero ta m b ié n para alcanzar un objetivo m á s a m b ic io so : t e r m in a r co n la opresió n del Estado ca p ita lista y del p a triarca d o , p ro p o n ie n d o la c o n s tr u c c ió n de una sociedad basada en nuevos principios. La h is to ria de la p a rtic ip a c ió n d e las m u jeres en la g u e rrilla kurda ......................... 1987 88 89 90 91 92 93 94 C o m ie n z a n a s e r a u tó n o m a s 95 95 97 98 99 00 01 02 03 04 05 06 07 06 09 10 11 12 2017 El Movimiento de Liberación de las Mujeres del Kurdistán Se deciden los Con la Unión de Comunida­ Formadón de las asume la organización del principios fundam en­ des de Mujeres, que abarca Partido de ia Libertad de la primeras unidades de tales para la revolución las cuatro regiones del Mujer (PJA) v se ocupa de mujeres de la guerrilla. social dirigida por las Kurdistán. y la organización mujeres con la com partir la experiencia de de mujeres en el extranjero, las mujeres kurdas con las Ideología de Liberación se funda la Organización de la Mujer. mujeres de otros pueblos. Confederal de Mujeres (KJBI. Durante el Primer Las mujeres fundan el YJWK Congreso de Libertad ¡Movimiento de Mujeres de Mujeres del Libres del Kurdistán! bajo el El 19 de julio de 2012 Con el PAJK ¡Partido de la Kurdistán, se fundó la Se funda el partido de ERNK (Frente Nacional de los kurdos y las Libertad de las Mujeres del organización sindical mujeres con ei nombre Liberación del Kurdistán), la kurdas del norte de Kurdistán), la organización del bajo el nombre de YAJK de Partido de las organización de primera Siria inician la partido femenino se expande. (Unión de Mujeres Mujeres Trabajadoras línea del PKK. Revolución de Rojava. Libres del Kurdistán). del Kurdistán IPJKK) r_ Fuente: Mujeres de K urdistán. La revo lu ción cíe fas hijasd eí so/, E ditorial Sudestada, 2017. urdistán es un pueblo de aproxim adam ente 40 millo­ nes de personas, que históricam ente se ha establecido en ta parte septentrional de Medio Oriente, entre los ríos T igris y Eufrates, y en las altu ras de las m ontañas de Anatolia y los montes Zagros, Después de la Prim era Guerra M undial este territorio se repartió entre Turquía, Siria, Irán e 1rak, y desde entonces estos Estados han desencadenado un plan de exterm inio contra el pueblo kurdo. P ara e n fre n ta r e ste g enocidio, en 1978 se fundó el P a rtid o de los T rabajadores del K u rd istá n (PKK), y en 1987 el M o v im ien to de M ujeres L ib res dei K u rd istá n K (YJW K). A p a rtir de ese m om ento, las m ujeres com en­ zaron a p a rticip a r en la lucha arm ada con el propósito de defender la identidad y la libertad del pueblo kurdo, y a la vez desarrollar una praxis de autodefensa por la liberación de las m ujeres com o género que im p a c ta ra ta n to en el cam po político e intelectual, como en el social y cultural. P a ra el M o v im ien to d e M u je re s del K u rd is tá n el p atriarcado no h a existido siem pre. Ellas sostienen que d u ran te la era N eolítica la sociedad era m atrifocalizada, es decir c o n stru id a alrededor de las m ujeres y no bajo su poder. En ese tiem po, los principios fundam entales eran 3. la solidaridad y el com partir, la relación con la naturaleza -en te n d id a según principios ecológicos que la concebían como un organism o vivo e in teg ran te fundam ental de la existencia colectiva-, y en ese entorno las m ujeres desa­ rrollaban una econom ía del don basada en la recolección de hierbas y alim entos. Por lo tanto, si las m ujeres eran influyentes y libres, si en sus raíces y en su sangre existía una m em oria activa, donde cuerpo y territorio se entrela­ zaban y se extendían en un m ism o espacio de existencia y de identidad, el rol revolucionario será rec u p e ra r esa fuerza y ese valor para d e stru ir la doble opresión -la del Estado capitalista y la de g én ero - con la que las m ujeres kurdas h an sido subyugadas. Para ello, las integrantes del M ovim iento sostienen la convicción de que necesitan organizarse por ellas mismas de m anera autónom a, en una asociación que confronte la dom inación m ascu lin ay que les p erm ita d esarro llar una sociedad libre en la cual vivir dem ocráticam ente, sin las e stru c tu ra s del E stado-nación, ni del patriarcado, ni del capitalism o. Las bases del Movimiento En este hacer revolucionario, el M ovim iento no sólo está conform ado por guerrilleras, sino tam bién por organiza­ ciones y sindicatos, com unicadoras, académ icas, artistas y diplom áticas d entro de una organización h orizontal y flexible de asam bleas, consejos y com unas. Esta ideología se basa en el ejemplo de Sakine Canciz, u n a de las c o -fu n d ad o ras del P K K , y en los conceptos desarrollados por A bdullah Ó calan, líder del PKK y del m ovim iento kurdo: el C onfederalism o D em ocrático y la A utodefensa Legítim a. La Autodefensa Legítim a establece prácticas políticas de protección que van más allá de la defensa física. Es decir, la conducta de g uerra del m ovim iento no es atacar sino que, basándose en los valores com unales, busca proteger UNA INCLUSIÓN EXCLUYENTE 1a vida. L a utilización de las arm as responde a la necesidad del m om ento de defensa, p ero del m ism o m odo tienen peso la palabra, la asam blea y la cultura. La potencia de la luchay de la resistencia se encuentra en la construcción de vínculos identitarios fraternales, sororos y territoriales. Para ello, Ocalan y el m ovim iento afirm an que es necesaria una sociedad politizada, activa y consciente de sí misma, que internalice una ética de am or colectiva, donde la vida tenga mayor valor que la m uerte. Esto sería posible a través del C onfederalism o Dem ocrático, un modelo de sociedad autónom a y com unal c o n s tru id a sobre la dem ocracia, la ecología y la igualdad de género, y u n a coexistencia pacífica e n tre to d as las e tn ia s y religiones. E n Rojava (K urdistán sirio), donde kurdos, árabes, asirios, tu rco s y chechenos tra ta n de crear ju n to s un sistem a alternativo, se está llevando adelante este modelo de sociedad. Allí las m ujeres organizan form aciones, com unas y cooperativas en las áreas de educación, economía, autodefensa, asuntos sociales, justicia, política, ecología y arte. El M ovim iento de M ujeres K urdas sostiene que para cam biar la sociedad es necesario un espacio autónom o y una e stru c tu ra donde organizarse. Para ello, a p a rtir de 2017, com enzó a c o n s tru ir Jinw ar, un pueblo ecológico de m ujeres libres en Rojava. E sta aldea, c o n stru id a por m ujeres y p ara m ujeres, fue fundada sobre los principios de au tosustentabilidad y de Jineologí -la ciencia de las m ujeres- en busca de que las m ism as redescubran, resta ­ blezcan y reclam en colectivamente su libertad inherente y su potencial creativo. Así, este proyecto busca vincular la vida de las m ujeres con el patrim onio cultural y ancestral fem enino, en un espacio libre, autónom o y com unitario. Q uienes e stá n construyendo el pueblo afirm an que las m ujeres que luchan con rifles en sus m anos y las m ujeres que trabajan con sus m anos llenas de barro son parte de la misma revolución, y que todas luchan en diferentes frentes por la m ism a visión de sociedad libre y de vida ética. © Territorio en disputa Gran Kurdistán T erritorio reclam ado por la s /lo s kurdos J | | ARMENIA A2ERBAIYÁN TURQUIA Población kurda (porcentaje respecto a la población local) Caspio 3 m illones A , 10-124 %^terráne0 7 millones 18-20% CHIPRE 3 millones 7-12% SIRIA LÍBANO ; ' □ IRAN ISRAEL PALESTINA 1 • 73 IRAK JORDANIA ‘P Fuente: Mujeres de Kurdistán. La revolución de las hijas del sol, E dito ria l Sudestada, 2017. • • • • Economía A mayor trabajo, más pobreza V io le ta C arolina G u ita rt Durante años el tra b a jo d o m é s t ic o y las tareas de cuidado estuvieron im p u e s to s a las m uje res c o m o un d e te r m in is m o biológico. La desigual d is trib u c ió n de género de los trab ajo s p ro d u c tiv o s y r e p ro d u c tiv o s tiene un s ig nific ativ o im p a c to en la pobreza de las mujeres. as mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los i— -tiem t pos.” De esta m anera la escritora b ritánica V irginia W oolf reconocía que la pobreza de las m ujeres no es un fenóm eno actual. A p esar de ser un problem a histórico, conceptual ¡zar y m edir la pobreza desde una perspectiva fem inista resulta sum am ente complejo. En la décad a de los s e te n ta , en E stad o s U nidos, se introdujo en el debate académ ico y político el concepto de fem inización de la pobreza” para hacer referencia a que los hogares conform ados por m ujeres solteras con hijos e hijas a su cargo ten ían m ás probabilidades de ser pobres (y de form as más extrem as) que el resto de los hogares. A p a rtir de 1990, el significado de este concepto se am plió y pasó a e n ten d erse com o u n proceso según el cual las variaciones en los niveles de pobreza im pactan de form a inás negativa a las m ujeres, y a los hogares que están a su cargo, que a los varones. Este enfoque ha sido criticado por asociar la pobreza de un hogar con las características de éste y de quien lo encabeza, en lugar de considerarlo un problema social que tiene causas estructurales vinculadas con los contextos m acroeconóm icos en los que se sitúan esos hogares y los problem as del m ercado de trabajo. En este sentido, m edir la pobreza de las m ujeres resulta Brecha salarial mundial En porcentaje, 2014-15 40% O Fuente: ILO Global Wage Report 2014/15. 3. UNA INCLUSION E X C IU Y E N T E • 75 Tasa de participación en trabajos domésticos no remunerados Tiempo promedio en trabajos domésticos no remunerados Tiempo promedio dedicado al trabajo doméstico no remunerado Total nacional urbano, en %, Total nacional urbano, de la jornada laboral remunerada, por según sexo, tercer trim estre según sexo, tercer trim es ­ sexo, tercer trim estre de 2013 de 2013 tre de 2013 Total nacional urbano, según duración 89% 58% * 6.5 3,4 B....| 4■ 2- Mujeres Varones Mujeres Varones 1 16 Hasta 34 horas 5.2 4,9 | » |3 . < , 35 horas 45 horas y más Fuente: INDEC, ‘Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo", 2013, un desafío en varios sentidos. Una délas formas más difun­ didas de hacerlo es a través del análisis de los ingresos de los hogares en relación a la cantidad de dinero necesaria para que una fam ilia pueda satisfacer sus necesidades básicas. No obstante, la pobreza es un fenómeno m ultidimensional, por lo que lim itarse al análisis de los ingresos b rin d a una visión sesgada del problem a e invisíbiliza algunos de los aspectos fu n d am en tales del problem a. E n tre ellos, se destaca el problem a de la “pobreza del tiem po” vivida po r la mayor parte de las m ujeres como consecuencia de la división sexual del trabajo, expresada en la distribución inequitativa del trabajo dom éstico no rem unerado. El hecho de que las mujeres, además de trabajar rem uneradam ente, tengan que carg ar asim étricam ente con la responsabilidad de rea liz a r el trabajo dom éstico no rem unerado am plifica los obstáculos que per se genera la pobreza. La creciente participación de las m ujeres en el trabajo rem unerado expuso la tensión en tre los tiem ­ pos que implica el trabajo dom éstico y de cuidado y las exigencias del m ercado laboral. Brecha salarial por maternidad Cadena de desigualdad Fuente: ILO Global Wage Report 2014/15. H istóricam ente el trabajo realizado por las m ujeres en el hogar, fu n d am en tal para la reproducción de la vida hum ana, fue dado por sentado sin cuestionam ientos. La Ciencia Económica lo deja por fuera de su esfera de análi­ sis, y su valor económ ico recién aparece cuando, como afirma la economista M ercedes D'Alessandro, estas tareas son tercerizadas (por ejemplo, m ediante la contratación de una trabajadora dom éstica). La desigual distribución del trabajo dom éstico es una de las m ayores fuentes de desigualdad en tre m ujeres y hom bres, ya que red u n d a en que ellas tengan una doble jorn ad a laboral (el trabajo pago y el dom éstico no remunerado). Una de las formas de m edir la participación en el trabajo dom éstico no rem u­ nerado es a través de las E ncuestas de Uso del Tiempo. É stas re g istra n la participación y el tiem po destinado Por país, en porcentaje 17% Argentina 22% Brasil 18% Chile 33 % M éxico Perú hk 21% Uruguay * Rusia 28% 1.7% a las ta re a s d om ésticas y de cuidado p o r p a rte de los miembros del hogar y la sociedad en general, perm itiendo que ese trabajo (omitido en el resto de las estadísticas) se visibilice al m o strar el tiem po que insum e día a día. Por ejemplo: en Argentina, 9 de cada 10 m ujeres declaran realizar trabajo dom éstico no rem unerado, m ientras que sólo 6 de cada 10 hom bres lo hacen. E sta desigualdad no se basa solam ente en el hecho de realizar o no las tareas dom ésticas, sino que tam bién considera el tiem po que se les dedica, o b serv án d o se que las m ujeres d e stin a n diariam en te en prom edio tre s horas m ás a las m ism as que los varones. Suele arg u m e n ta rse , como paliativo, que las m ujeres participan en el m ercado de trabajo Tasa de desempleo en el mundo Por país, en porcentaje, según sexo, 2017 Mujer Varón 35% 30% 25% 20% 15% 10% JV Fuente: International LabourG rgsnization, ÍL0STAT dotabase, 2017. Tasa de actividad económica en el mundo Por país, en porcentaje, según sexo, 2017 Mujer Varón 90% ...................................... fin"/. ............................... Fuente: International LabourG rgsnization, ILOSTAT database. 2017. 3. menos horas que los hombres, pero se constató que las mujeres realizan más trabajo dom éstico no rem unerado incluso si com param os a varones y mujeres con jornadas laborales de igual cantidad de horas. E sta situación se repite en la m ayoría de los países de Am érica Latina. El trabajo doméstico históricam ente ha sido impuesto a las m ujeres como obligación, e incluso llegó a conside­ rárselo como un atrib u to de la personalidad fem enina. Ello ha influido en que aún hoy la m ujer presenta una inserción desigual en el m ercado laboral. Evidencia de ello es que se en c u en tra n so b rerrep resen tad as n eg ati­ vam ente en todos los indicadores laborales. La tasa de actividad, indicador que refleja el deseo de participar en el m ercado laboral, es menor para las m ujeres, am plián­ dose esa diferencia a medida que en esos hogares hay más niños y niñas. Es decir, que cuando hay más m enores en el hogar, dism inuyen las m ujeres que buscan o tienen trabajo, y aum entan los hom bres en esa situación. La ta s a de desem pleo, m ayor p a ra las m ujeres, tam bién es indicador de esa inserción asim étrica. Cuando ellas efectivam ente en cu en tran un trabajo, las inequidades tienden a persistir: en prom edio tienen salarios m eno­ res a los de los hom bres en todo el m undo. P arte de esa diferencia puede a trib u irse a factores cuantificables, com o la educación o la e x p e rie n c ia (b re c h a sa la ria l explicada). Sin em bargo, u n a g ran p a rte de esa brecha no puede explicarse por estas razones, ya que se debe a discrim inación, m achism o, prejuicios, preferencias de los trabajadores, com petitividad, entre otros factores. La brech a salarial en todo el m undo se m antiene para todos los niveles educativos y se increm enta con la infor­ m alidad laboral. Los efectos de la desigual distribución del trabajo dom éstico en el nivel de ingresos resu lta n muy claro s cu ando se a n a liz a la b re c h a sa la ria l por m aternidad: las m ujeres con hijos ganan m enos que las m ujeres sin hijos en toda A m érica Latina. UNA INCLUSIÓN EXCLUYENTE • 77 Islandia ¿El Estado más feminista del mundo? E ! 24 de o c t u b r e de 1975 Is la n d ia a m a n e c i ó c o n una h u e lg a de m u je r e s . A g r u p a c i o n e s f e m i n i s t a s se o r g a n iz a r o n para c o n v o c a r a un pa ro co n el o b je tiv o de v i s i b i Iizar el s u s t a n t iv o a p o r te del tr a b a jo de las m u je r e s pa ra el f u n c i o n a ­ m i e n t o de la s o c ie d a d y a fin de e x ig ir una m a y o r r e p r e s e n ta c ió n en la p o lític a . En los h echos , el paro Im p lic ó el c e s e de a c t iv i d a d e s de las m u je r e s . No s ó lo a b a n d o n a r o n s u s p u e s t o s de t r a b a j o r e m u ­ n e r a d o , s in o q u e t a m b i é n d e j a r o n de r e a l i z a r el tr a b a jo d o m é s t i c o y de c u id a d o . La c o n v o c a t o r ia fu e s u m a m e n te e x ito s a , e! 90% de las m u je r e s del país a d h i r i e r o n y, a d e m á s , h u b o una m o v iliz a c ió n en la q ue p a r t i c i p a r o n m á s de 2 5 .0 0 0 p e rs o n a s (el 12% de la p o b la c ió n isla n d e sa ). Los efectos de la medida El im p a c t o del pa ro fu e e n o r m e ; b a n c o s , o f ic in a s y lo c a le s c o m e r c ia le s d e b ie r o n c e rr a r . El s e r v ic io t e l e f ó n ic o no f u n c io n ó , los v u e lo s no d e s p e g a r o n ante ¡a a u s e n c ia de a z a fa ta s y las e s c u e la s d i r e c t a ­ m e n te no a b r ie ro n . L o s h o m b r e s d e b ie r o n h a c e rs e La subvaloración laboral cargo del cuidado de niños y niñas, por lo que m uchos La h istó ric a división sexual del trabajo ha redundado en que las mujeres tam bién realicen trabajos vinculados con los q u ehaceres dom ésticos y de cuidado cuando entran al m ercado laboral. De hecho, las m ujeres suelen ocupar m ayorm ente puestos en sectores com o educa­ ción, salu d o servicio dom éstico. En contraposición, los varones suelen ser la m ayaría de los trabajadores de sectores como la in d u stria m an u factu rera, tra n sp o rte o construcción. El hecho de que v arones y m ujeres realicen tra b a ­ jo s típ ic a m e n te fe m e n in o s o m a s c u lin o s no es un problem a en sí m ism o. Lo que sí es un p ro b lem a es que socialm ente son valorados los trabajos productivos y vinculados con secto res m asculinizados por encim a de los trab ajo s típ icam en te fem eninos, los cuales son fu n d am en tales p a ra la rep ro d u cció n de la sociedad e h istó ric a m e n te han sido invisibilizados. E sta in justa valo ració n exige reflex io n a r, desde una p ersp ectiv a de género, si, como dice la eco n o m ista ita lia n a Silvia F e d e ric i, a q u ello que lla m a n am or es, en re a lid a d , trabajo no pago. © d e b ie r o n f a l t a r al t r a b a j o o in c lu s o lle v a r lo s . Así, durante los p ro g ra m a s d e ra d ió s e e s c u c h a ro n voces de in f a n t e s ju g a n d o . Los e f e c t o s de la m e d id a fu e r o n c o n t u n d e n te s . En 1976 se p ro m u lg ó una ley que g a ra n tiz a la ig u a l­ dad de d e re c h o s e n tre h o m b r e s y m ujeres, y a! año siguiente fu e electa Vigdis Finnbogadottír, la prim e ra p r e s id e n ta de Islandia. Al día de la fecha Islandia ocupa el p rim e r puesto en té r m in o s de igu a ld a d de gé nero en ei ra n kin g e la b o r a d o t o d o s í o s a ñ o s p o r e l W o rld E c o n o m íc F o ru m . Pese a o c u p a r ese p r im e r tugar, al ig u a l que en el re s to del m undo, en Islandia p e rs is te la brecha s a la ­ rial (au n q u e una le g is la c ió n la prohíbe), las m u je re s p r e s e n ta n una m e n o r p a r t i c i p a c i ó n en el m e r c a d o labora! y o c u p a n m e n o s c a rg o s g e re n c ía le s aunqu e c u e n te n co n un nivel s u p e r io r de e d u c a c ió n . © Migraciones Un lugar en el mundo P a lo m a M o ré C o rral En las últimas décadas se considera que la feminización es una de las características de las migraciones contemporáneas. Pero la mayoría de las trabajadoras migrantes, lejos de mejorar su situación económ ica y social, suelen experim entar una movilidad descendente respecto a su país de origen. económ icam ente a sus familias, un fenóm eno que im pacta en las dinám icas sociales y fam iliares y, en especial, en los procesos de tom a de decisiones. A pesar de ello, debido a las desigualdades de género en los países de origen y de destino, las m ujeres m igrantes se en fre n ta n a una discrim inación interseccional (como m ujeres y com o ex tran jeras adem ás de otras posibles causas) y pueden ser m ás vulnerables a diversos tipos de explotación. n 2017, según el D e p a rta m e n to de A suntos E conó­ m icos y Sociales de la ONU, se co n tab ilizaro n 125 m illo n e s de m u je re s m ig ra n te s en et m u n d o , lo que eq u iv a le al 48,4% del to ta l de m ig ra n te s in te r n a ­ cionales. E sta p ro p o rc ió n viene decayendo lig eram en te d e sd e el año 2 0 0 0 , c u a n d o r e p r e s e n ta b a n el 49,3% , a u n q u e a larg o p laz o se m a n tie n e e sta b le, p u es ya en 1960 las m u jeres c o m p re n d ía n el 46,6% de la población m ig ra n te a nivel m u n d ia l (Z lo tn ik , 2003). En las últim as décadas se considera que la feminización es una de las características de las migraciones contem porá­ neas (Castlesy Miller, 1993). En realidad, la fem inización se explica tanto por un mayor interés social y visibilidad hacia las mujeres m igrantes, como po r el increm ento de mujeres que m igran de m anera independíente como jefas de hogar y/o por objetivos de trabajo y/o educación (Instituto In te r­ nacional de Investigación y Capacitación para la Promoción de la M ujer de Naciones Unidas, UN INSTRAW, 2007). Esto impl ica que cada vez m ás mujeres envían rem esas y apoyan E Importancia cuanti y cualitativa Las m igraciones fem eninas contribuyen de m anera sustan­ cial al desarrollo de sus países de origen. En 2015 los flujos m undiales de rem esas recibidos por países en desarrollo ascendieron a 441.000 m illones de dólares, casi tres veces m ás que la ayuda oficial para el desarrollo (Banco M undial, 2016). A pesar de que los datos sobre rem esas desagregados po r sexo son muy lim itados, se puede concluir que, si bien hom bres y mujeres envían cantidades sim ilares, las m ujeres en prom edio envían un porcentaje mayor de sus ingresos al La feminización mundial de las migraciones En porcentaje, por grupo etáreo, según sexo Edad i 3,6% ¡4,1% ! 5,2% ¡6,2% 48% de los In m ig ra n te s ! 7, 1% 179% in te rn a cio n a le s son m u je re s í / \ ' / ■; ( , \ 60-64 55-59 2,7% i 3,4%!.4,5% | 5,7% í 52% de los in m ig ra n te s 7%¡ 50 -54 8 3%¡ g 4 0 -4 4 9,5% ; 9,9% i 9,2% ' in te rn a cio n a le s son fiorntiros 10,8% i 35-39 30 -34 10 ,2 % 1 25-29 ! 6,5% i M% 13 ,9 % '3,6% y . ! ' " I l _____________________________J3% / '\ 65-69 45 -49 ¡ 0>8% i i: \ 70-74 15-19 10-14 5-9 0 -4 s 7% ■ 2 0 -2 4 4,7% ¡ 3,9% | 3,5% ! 2,9% ■ Fuente: O rganización in te rna cion al de Migraciones(OtM), Inform e de Migración Mundial, 2018. i ^ ¡i ____ ____ ______ 3. UNA hogar. Asimismo, más mujeres que hombres tienden a recibir y adm inistrar las remesas puesto que, a menudo, tanto los hombres como las mujeres migrantes suponen que si envían el dinero a una mujer se priorizarán las necesidades de salud y educación de sus familias (BRIDGE, 2016). La proporción de mujeres en las migraciones y su impor­ tancia cualitativa varía considerablemente por regiones y países. Según los datos de Naciones Unidas (UN DESA, 2017), si bien en Asia Central (51,8%) y Oriental (53,2%) hay más mujeres que hombres migrantes, en Asia Occidental las mujeres representan el 37% debido al incremento de la demanda de fuerza de trabajo masculinizada en el sector de la producción de petróleo en Medio Oriente. Mientras que en África Oriental las mujeres suponen el 50,1% del total de migrantes, en el norte del continente son el 41,9% y en Libia sólo el 28,8%. Al contrario, las mujeres suponen algo más de la mitad del número total de migrantes en Europa (52%), América del Norte (51,5%), y Australia y Nueva Zelanda (51,2%), estando particularm ente feminizada la región del sur de Europa (53,1%). Esto se explica tanto por la presencia de migrantes con edades avanzadas y la mayor esperanza de vida entre las mujeres migrantes, como por la demanda creciente de mano de obra feminizada en esos países. En cuanto a América Latina y el Caribe, las mujeres representan poco más de la mitad de migrantes (50,4%); son destacables las diferencias entre países: por ejemplo, en Uruguay repre­ sentan el 54,8% y en Brasil sólo el 46% (UN DESA, 2017). Precarización laboral Paralas mujeres y las niñas, la migración laboral puede brin­ dar nuevas libertades y oportunidades para escapar de las normas restrictivas de género, pero también puede generar mayores expectativas y presiones con respecto a las familias de origen (BR1DGE, 2016). Las trabajadoras migrantes suelen experimentar una movilidad descendente con respecto a su ocupación en el país de origen, estando sobrerrepresentadas en empleos informales, con bajas remuneraciones, jornadas parciales, etc. En 2013 se estimaba que dos tercios del total de migrantes en el mundo eran personas trabajadoras, de las cuales 66,6 millones (44,3%) son mujeres. Si bien las mujeres migrantes tienen una menor tasa de participación en el mercado laboral que los hombres m igrantes (67% y 78% respectivamente), tienen tasas mucho más altas que las mujeres no migrantes (50,8%) (OIT, 2015). La migración laboral concierne a todas las regiones del mundo, pero la participación de hombres y mujeres es dife­ rente: América del Norte y Europa Occidental concentran el 52,9% de mujeres y el 45,1% de los hombres trabajadores migrantes, m ientras que los países árabes concentran el 17,9% de los hombres migrantes trabajadores y sólo el 4% de las mujeres migrantes trabajadoras (OIT, 2015). Esto se debe a que los mercados laborales están estructurados por género y crean demandas específicas para hombres y mujeres. Por ejemplo, la creciente incorporación de las mujeres a los mercados de trabajo, junto con los procesos de envejeci­ miento de la población, el incremento de los estándares de vida, la reducción del tamaño de los hogares y el declive de los servicios públicos del Estado de Bienestar, son factores que contribuyen al incremento de la demanda de fuerza de INCLUSIÓN EXCLUYENTE • 79 trabajo femenina migrante para alimentar el sector de los cuidados y de trabajo doméstico (BRIDGE, 2016). En este sentido, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimaba que en 2013 había 11,5 millones de personas trabajadoras domésticas migrantes, lo que equivale a más del 17% del total de 67,1 millones de la población que trabaja en este sector en el mundo. La gran mayoría, 8,45 millones (73,4%) son mujeres, siendo este uno de los sectores más feminizados de los mercados de trabajo en todos los países. Los países de ingresos altos concentran la mayor propor­ ción de población migrante empleada en trabajo doméstico, alrededor de 9,1 millones, es decir, cercadel 80% (OIT, 2015). En 2011 se adoptó el Convenio sobre las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos (N° 189) de la OIT con el fin de establecer un marco en cuestión de derechos laborales. Si bien este Convenio supuso un hito histórico, hasta mayo de 2018 solo lo ratificaron 25 países en el mundo. En su obra “Global Servants”, Rhacel Parrenas (2000) constataba que “las trabajadoras domésticas filipinas contra­ tan mujeres más pobres en Filipinas para realizar el trabajo reproductivo que ellas están realizando para mujeres más ricas en los países de inmigración” A partir de este hecho, Hochschild (2000) popularizó el término “cadenas globales de cuidados” para referirse a latransferencia internacional de cuidados desde los países empobrecidos hacia las sociedades más ricas, haciendo hincapié tanto en las desigualdades de acceso a los cuidados a nivel internacional, como en la mercantilizadón del trabajo emocional en el capitalismo global. La visibilidad de este fenómeno ha supuesto un indudable aporte para una comprensión feminista de las migraciones contemporáneas. Sin embargo, también ha fomentado análisis simplistas que demonizaban la maternidad transnacional y estigmatizaban la separación madre-hijasdiijos (Kofman, 2008) ofreciendo una visión reduccionista. Desplazamientos forzados Las mujeres y niñas desplazadas por motivos forzosos experim entan una serie de dificultades ligadas al género que se intersectan con sus experiencias m igratorias. Por ejemplo, la Comisión de Mujeres Refugiadas (WRC, 2015) advierte la ausencia de servicios básicos de salud reproduc­ tiva en los espacios de la ayuda hum anitaria, incluyendo servicios de prevención y respuesta para supervivientes de violencia sexual. En este sentido, una evaluación conjunta de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la WRC (2015) sobre los espacios de recepción para mujeres y niñas refugiadas y m igrantes en Grecia determ inó que el acceso a servicios de respuesta a super­ vivientes de violencia sexual y de género (VSG) es limitado y que además no se cumplen los estándares mínimos para la mitigación del riesgo de este tipo de violencia (BRIDGE, 2016). Sin embargo, esta vulnerabilidad de las m ujeres y las niñas a la VSG comienza mucho antes de que lleguen a las fronteras de Europa. En este sentido, los testimonios de mujeres refugiadas y migrantes recluidas en centros de detención en Libia y M arruecos revelan casos de violencia sexual rutinaria perpetrada por el personal de seguridad y de fronteras en el marco de la externalización del control fronterizo de la Unión Europea (MSF, 2015). © 80 o EL ATLAS DE L A REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Gestión menstrual O ¿Un asunto sólo de mujeres? E ugenia T a rzib a c h i La m e n s t r u a c i ó n es un t e m a t a b ú en t o d a s las s o c i e d a d e s del m u n d o . E s t i g m a t i z a d a e in v is ib iliz a d a s o c ia l y c u l t u r a l m e n t e , c o n s t i t u y e , sin e m b a r g o , la base de una i n d u s t r i a que o b t ie n e g r a n d e s g a n a n c ia s con la p r o m e s a de e n m a s c a r a r lo que se c o n s id e r a una fa lla f e m e n i n a . o personal es político. La m en stru ació n tam bién. A lo largo del tiem p o h a sido sig n ific a d a com o u n a e x p e rie n c ia p e rso n a l, ín tim a , p riv ad a. Un s e cre to asq u ero so y v e rg o n z a n te y, al m ism o tiem po, un rasgo que indica la p e rte n en c ia exclusiva de c ie rta s p e rso n a s a la condición fem enina. Una “cosa de m uje­ re s ”. Sin em bargo, la m e n stru a c ió n es p ro fu n d a m en te social, cultural, económ ica y política porque esa sangre no es com o c u a lq u ie r o tra sa n g re : tie n e u n a te x tu r a p a rtic u la r en un orden de género aún desigual. Sobre ese proceso real del cuerpo que al aparecer por p rim e ra vez m arca un supuesto pasaje de n iñ a a mujer, y h a b ilita to d a u n a serie de so licitu d es c u ltu ra le s de fem inización de los cuerpos, se hizo y se hace género. E sto se c o m p ru e b a al a n a liz a r s in té tic a m e n te cóm o o p eró el m ercado sobre los c u e rp o s m e n s tru a le s a lo largo del siglo XX, p rin c ip alm e n te a través de la d ifu ­ sión tra n sn a cio n a l de la in d u stria llam ada de “cuidado p ersonal fem en in o ” o “higiene fem e n in a ”, apoyada en el sab er b io-m édico m o d ern o sobre la m en stru a c ió n , y en s in e rg ia con la in d u s tr ia de la a n a lg e s ia de los dolores m en stru a les. A lo largo de un siglo de difusión p u b lic ita ria , los “p ro te c to re s fem e n in o s”, las to allita s y los tam p o n es d e sca rta b les, p ro m etiero n re p a ra r esos c u e rp o s (co n sid e ra d o s d e fe c tu o s o s y v u ln e r a ­ bles) al lo g ra r e n m a sc a ra r e fectiv am en te todo indicio del c u e rp o m e n s tru a l a tra v é s de la hig ien izació n de esos cu e rp o s (sucios). D esde las d écad as del se se n ta y se te n ta, tra s c o o p ta r la idea fem in ista de liberación de las m ujeres, p ro m e tie ro n tam b ién “lib e ra rlo s” (de un en em ig o in te rn o ). Los “p r o te c to r e s fe m e n in o s ” o c u lta ro n tan e ficien tem en te la m e n stru a c ió n que los L c u e rp o s de las m ujeres se to rn a ro n h ip erp ro d u ctiv o s y el tabú quedó reforzado. El negocio del tabú Las to a llita s y ta m p o n e s in d u s tria le s y d e s c a rta b le s desplazaron a los viejos “trapitos”, productos que además de ser incóm odos re q u e ría n m ucho trab ajo de co n fec­ ción y lim pieza y fallaban a la hora de o c u lta r el cuerpo m enstrual. La industria de Fem Care (como se denom ina al cuidado fem enino) u su fru c tu ó , p e rp e tu ó y tam bién ayudó a esconder la v ergüenza y/o el asco que aún tiñen la e x p e rien c ia de la m e n stru a c ió n cu ando esa san g re se evidencia an te la m irad a ajena. Esa em o cionalidad que p a re c e s in g u la r e stá re g u la d a socialm en te; es el c o rre la to p e rso n a l del e stig m a de la m e n s tru a c ió n y aún vive en las som bras. E sta in d u stria fue decisiva p ara in c re m e n ta r e x p o ­ n e n c ia lm e n te la p ro d u c tiv id a d ¡ibidinal y económ ica de las m ujeres en esos días, al p e rm itirle s com poner en público un cuerpo social ideal de apariencia a-m enstrual (como el m asculino), sin d ejar de m en stru a r. Es decir, valorando po sitiv am en te la m en stru a c ió n com o índice rea l de la co n d ic ió n de m u je r p e ro en la m e d id a en que no es n o tad a p o r otro s, en que sólo fu n cio n a como expresión de la preparación p ara el destino social ideal de las m ujeres: la m ate rn id a d . Una form a "m oderna" de m enstruar Así, ¡a “form a m o d ern a de m e n s tru a r”, propiciada por los p ro d u c to s d e s c a rta b le s que las e m p re sa s de los p a ís e s c e n tra le s fu e ro n d ifu n d ie n d o p o r el m u n d o , fue reinscribiendo las n a rra tiv a s trad icio n ales sobre-» 3. UNA INCLUSION E X C L J Y E N T E • 81 Legislación m undial sobre g estió n y salud m e n stru al Paísesíy d is trito s ) con legislación s obre qu ita de im p u e s to s y/o provisión g ra tu ita de p ro d u c to s de gestió n m e n s tru a l y/o ed u c a c ió n s obre salud m enstrua! Massachusetts Cariada Illinois Nueva York Minnesota Maryland Pennsylvama Florida Colombia Kenía A u s tr a lia V ie d m a ra vinas Fuente: Eugenia Tarzibacht, 2018, C uánto le c u e s ta m e n s tru a r a cada persona por año C osto to ta l que a fro n ta cada m u je r en p r o d u c to s de higiene fe m e n in a p or año y precio u n ita rio de caja de ta m p o n e s , por país, en dólares, 2017 Gasto por año en m estruar £ Precio unitario de caja de tam pones En US$ BOLfVIA BRASIL ARGENTINA EE.UU. MÉXICO Fuente: Cuadro elaborado por Amaüa Arias G ozurreta y Mayra Zak, Economía Fem inifsjta, con la colaboración de Demsse Legrand, p e rio d ista de La Diaria. 82 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • Perfil de la industria de Fem Care en A m érica Ventas por año, en millones de dólares O Empresas dominantes del mercado local Tipo de p ro d u c to /s más usados Procter & Gamble Kimberly Clark Toallas y tampones Consumo parejo 3.100 ^ 3.QOO Toallas Tampones en menor proporción 2.500 2.000 1.500 ..... Johnson 8. Johnson Procter & Gamble do Brasil SA Kimberly Clark cfo Brasil Industria e Comercia de Productos de Higiene Ltda • • el g én ero , in clu siv e bajo el signo de la lib eració n fem enina: en efecto, ¡as m ujeres se sintieron liberadas de un c u e rp o que p a re c ía in c o n tro la b le en público, que fácilm ente quedaba expuesto como m en stru a l por diferentes rastros, incluida la tensión em ocional en la que vivían esos días an te la asidua falla de la ocultación de la sangre, todo lo cual requería un trabajo individual significativo p a ra la gestión m e n s tru a l y lim itaba su circulación en el ám bito público. A lo 1a rgo del siglo XX se fue consolidando esta nueva form a “m o d ern a” de m en stru ar, que no sólo desplazó el uso de trapitos reutilizables sino tam bién de saberes tradicionales (como la creencia de que la m ujer no podía bañarse con agua fría porque podía enloquecer) y formas de h a b la r de la m enstruación a trav és de eufem ism os (“Vino A ndrés”), en favor de sentidos “científicos" sobre qué era esa sangre y cómo nom brarla de m anera correcta: “m en stru ació n ”. El éxito de este proceso de “norm ali­ zación de la m e n stru a c ió n ” se refleja en las cifras de v entas globales de estos p ro d u cto s en la a c tu a lid a d , que no se b iodegradan, que g en eran dudas acerca de Las mujeres se sintieron liberadas 1.000 023 750 SCA México Kimberly Clark Procter & Gamble de un cuerpo que parecía incontrolable en público, que Johnson & Johnson Procter & Gamble Kimberly Clark 500 330 quedaba expuesto como menstrual. 300 Kimberly Clark Bolivia 2E0 - 27 su seguridad y sobre los que se pagan im puestos como si fuesen bienes de lujo cuando se tra ta, en realidad, de artículos de p rim era necesidad. _____ <k____ EE.UU. B rasi México Argentina Bolivia Fuente: elaborado en base a informes de Euromonitor International de cada país publicados en 2016 (Tarzibachi, 2017: 301-8). Hacia nuevas conquistas T o d a s e s ta s c u e s tio n e s , in c lu id o el e s tig m a de la m en stru a c ió n , e s tá n siendo p u e sta s en cu estió n por el m ercado, los Estados y los activism os fem inistas. El cuerpo m enstrual se encuentra en disputa y com enzó a hacerse público y visible. Los sentidos legítim os sobre la m enstruación están siendo renegociados. Por un lado, nuevos productos en la m ism a línea de gestión m enstrual, como los reusables y los anticoncep­ tivos que suprim en el sangrado periódico, se apoyan en d iscu rso s que te n sa n sentidos y que consolidan la in d u stria del Fem Care y la m edicina hegem óm ea. Por o tro lado, el activism o m e n stru a l y el trabajo de organizaciones de la sociedad civil y em presas, así como organism os internacionales, tienden a denunciar y re p a ra r los efectos inequitativos que produce el tabú de la m enstruación en las niñas, adolescentes y mujeres. Sobre todo en las del Sur global, donde el acceso a toallas y tam pones descartables es lim itado por una cuestión de precio, obstáculo que por ejemplo lleva a que m uchas jóvenes se ausenten de la escuela m ien tras m enstrúan. En la m ism a línea, se propone referirse a m enstrúantes m ás que a m ujeres como sinónim o de cuerpos que 3 . UNA m e n s trú a n , y a “e q u id a d m e n s tr u a l”, s e g ú n la d e fi­ n ició n de la ab o g ad a J e n n ife r W eiss W olf. M ie n tra s que en m u ch o s lu g a re s se c o n tin ú a d e fin ie n d o a la m en stru ació n como m era “cosa de m u jeres”, en p aíses como C anadá y A ustralia sus legisíadoras/es discuten y sancio nan leyes sobre la q u ita de im puestos regresivos y desiguales a estos p roductos, im p u lsan su provisión g ra tu ita a poblaciones vu ln erab les y/o la prom oción de la educación sobre la m en stru ació n . Por supuesto, tod av ía falta. El desafío es e x te n d e r e sta s leyes a otros te rrito rio s, colocar la m en arca y la salud m e n stru a l en la agenda de la salud global y exigir una investigación seria sobre la seguridad de las te c n o ­ logías de gestión m en stru al. P o r ú ltim o , c o m ie n z a a p e r f i la r s e la d is c u s ió n in te rn ac io n al so b re las licencias lab o rales d u ra n te ia m en stru a c ió n . En A rg en tin a, la n o rm ativ a laboral no c o n te m p la d denom inado “día fem enino”, pero algunos convenios colectivos, como el de los trabajadores banca- INCLUSIÓN EXCLUYENTE * 83 ríos y alg u n as ju risd ic c io n e s en el ám bito del em pleo p ú b lico , in clu y e n e ste d e re c h o . In d o n e sia , a lg tin a s p ro v in c ia s de C hina, T aiw án , C orea de! Sur y Jap ó n tienen políticas oficiales al respecto, e India e Italia las Comienza a perfilarse la discusión internacional sobre las licencias laborales durante la menstruación. e s tá n discutiendo. T am bién e x isten com pañías como Nike que b rin d a n licencia por m en stru a r. Sin em bargo, estas p o líticas han ten id o un costo, p o r ejem plo en la e x p erien cia japonesa: la estig m atizació n de las p e rso ­ nas que m e n s trú a n com o débiles, h a ra g a n a s y m enos eficientes que los varones. © Higiene femenina Un negocio millonario Eugenia Tarzibachi n 2015, las v e n t a s g l o b a l e s de la i n d u s t r i a G randes m e rc ad o s F em C are r o n d a r o n casi los 3 0 .0 0 0 m illo n e s de E s t a d o s U n id o s es { j u n t o a C h in a ) el m e r c a d o de d ó la r e s s e g ú n el e s tu d i o " S a n i t a r y P ro te c tio n : F e m c a r e m ás g ra n d e del m u n d o . La s to a lla s so n el E voiving C a te g o r y in th e C h a n g in g W o rld o f W o m a n - p rin c ip a l p r o d u c to v e n d id o a nivet global. En 2015, las h o o d " , r e a l i z a d o en el a ñ o 2016 p o r E u r o m o n i t o r v e n ta s en to d o el p la n e ta p or p r o d u c t o se d is t r i b u ­ I n te r n a tio n a l. Un v o lu m e n y un m o n to que c o n tin ú a n y e ro n de la s ig u ie n te m a n e ra : las toallas a c u m u la ro n e x p a n d ié n d o s e , p r i n c i p a l m e n t e p o r el c r e c i m i e n t o 22.230 m illones de dólares, los ta m p o n e s 2.847 m illo ­ de las e c o n o m í a s de los p a ís e s e m e r g e n t e s . nes de d ólares y ios p ro te c t o r e s d ia rio s 4.457 m illones E de d ó la re s , s e g ú n los d a to s de 2016 de E u r o m o n ito r O p e ra cio n e s c o n s o lid a d a s In te rn a tio n a l. P r o c te r & Gam ble Co., K tm b e rly C lark Corp., J o h n s o n El consum o del ta m p ó n es sig n ific a tiv a m e n te m enor & J o h n s o n Inc., s o n a lg u n a s de las e m p r e s a s q ue en las r e g io n e s de A m é r ic a L a tin a , M edio O rie n te , d e s a r r o lla r o n las o p e r a c io n e s m u lt in a c io n a le s m ás Á fr ic a y Asia P a c ífic o en c o m p a r a c ió n co n E s ta d o s c o n s o l i d a d a s , de a c u e r d o a lo d o c u m e n t a d o p o r la U nidos, A u s tra la s ia y E uropa O ccid e n ta l. © in v e s tig a d o r a e s ta d o u n id e n s e Chris Bobel en el libro N e w b lo o d . T h ird wave f e m in í s m a n d th e p o l i t / c s o f m e n s tru a tio n . E s t a s e m p r e s a s n a c i e r o n en E s t a d o s U n id o s en el s i g l o p a s a d o y, en es e o r d e n d e p r i o r i d a d , c o n c e n t r a n los m a y o r e s p o r c e n t a j e s de p a r t i c i p a ­ c ió n en v a lo r e s de v e n ta al m e n o s a n iv e l g lo b a l en el p e r io d o 2 010-20 15. Desconocimiento y desm onte Según Economía Femin¡{s)ta se calcula que alrededor de10 millones de personas menstrúan en Argentina. La mayoría solo conoce las toalíitas y ios tampones como método para gestionar su menstruación. Su producción requiere unas 10.140 toneladas de pasta fiu ff proveniente del desmonte de selva nativa. • • • Maternidad El sentido de dar vida Carolina del Olmo En un m u ndo regido por los intereses capitalistas, la m atern ida d c o m o una etapa plena y feliz rá pida m ente se revela c o m o un m ito edulcorado. Largas jornadas laborales, bajos salarios, ayudas in s u ficie n te s del Estado y un tejido social deshila cliado tornan difícil el papel de la madre trabajadora. "N o so tras parim os, n o so tras decid im o s” es un gran eslogan. Tras siglos de vivir la m aternidad com o algo p rácticam en te inevitable, la d ifu ­ sión de m étodos anticonceptivos eficaces en O ccidente h a transform ado radicalm ente la noción y lu experiencia de la m aternidad y de la no m aternidad. Pero, aunque la anticoncepción eficaz existe desde hace más de cincuenta años, hem os tard ad o b astan te m ás en reflexionar a fondo sobre qué significa elegir ser m adre y decidir serlo. Y es que el d e re c h o a decidir, allí d o n d e se ha c o n seg u id o g a ra n tiz a r, se ha quedado en el d e re c h o a in te rru m p ir un em barazo no deseado, un p u n to central en las luchas del m ovim iento de m u jeres y un avance decisivo en la liberación que supone la m aternidad como elección, pero a to d as luces insuficiente. Una presión en retirada A hora bien, si la m atern id ad es im posición y esclavitud, ¿acaso la liberación consiste en no ser m adre? La tentación de concluir así la ecuación, presen te desde hace tiem po en algunos esquem as de p e n sam ien to fem in ista, se ha visto refo rzad a p o r un am biente ideológico individua- La maternidad en el mundo Nacimientos por mujer, por adolescentes, y porcentaje de mujeres que utilizan antlconcepción, por región Región ESTE DE ASIA Y PACÍFICO N acim ientos por m ujer 1990 1 ^ 2016 N acim ientos por m ujer adolescente (15-19 años) 2.5 + T '« EUROPA Y ASIA CENTRAL 1,8 21 Ipor 1.Q00) 2,0 • AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE 18 | 17 (p o r!.000) 62 (por T.OC□) % de m ujeres que utilizan a ntico nce pció n (15-49 años) f ioq% '¡ MEDIO ORIENTE Y NORTE DE ÁFRICA Sin datos 58% AMÉRICA DEL NORTE SUR DE ASIA 4,3 20 63,1% Fuente: Barco Mundial. 2G1B. ♦ AFRICA SUBSAHARIANA 2,5 34 45,6% 26,3% 3. UNA INCLUSION EX CLUYENTE • 85 Fertilidad y trabajo Participación femenina como fuer2a de trabajo y tasa de fertilidad, por p'ais, 2010 2A ♦ ♦ ISLANDIA NUEVA ZELANDA IRLANDA ♦ FRANCIA ♦ REINO UNIDO ♦ ♦ EE.UU. BELGICA ♦ NORUEGA ♦ FINLANDIA ♦ ♦ ♦ AUSTRALIA ♦ SUECIA DINAMARCA ♦ HOLANDA ESTONIA LUXEMBURGO ♦ ♦ GRECIA ♦ ♦ ♦ REP, CHECA ♦ ESLOVENIA ♦ AUSTRIA ♦ ALEMANIA ESL0VA0UIA .....♦.... POLONIA CANADA ♦ JAPÓN ESPANA SUiZA ♦ ♦ PORTUGAL REP. DE COREA ♦ 1,2 i ~r~ 50 55 ---- 1------------------------F-------------------- I 60 65 70 Tasa femenina de participación como fuerza de trabajo ~r~ l 75 80 Fuente: OCDE, 2010. lista y hedonista en el que todo lo que tiene que ver con ataduras y com prom isos es visto como carga y sacrificio. E n este terren o , el afloram iento de d istin to s relatos de m aternidad m arcados por el sufrim iento e incluso por el a rre p e n tim ie n to , que ro m p en por fin el edulcorado m ito de la m atern id ad feliz, ha ten d id o a identificarse com o señal de que la m aternidad se sigue viviendo como im posición, como un m andato que obliga a las m ujeres a reproducirse. La obligación no se ría y a el resultado de la falta de alternativas ai em barazo, sino de la presión ideo­ lógica que identifica ser m ujer con ser m adre y usu rp a el lugar del genuino deseo de lib ertad fem enino. Por supuesto, esa ideología patriarcal, con sus intentos de control y som etim iento, existe. Ejerce, adem ás, una p resió n m uy visible e im p e rtin e n te que, acom pañada del m ito de la m ate rn id a d com o c irc u n sta n c ia plena y feliz, puede aún hacer m ucho daño. Pero se tra ta de una presión en retirada, de una presión que cabe calificar de secundaria o m enor en com paración con la presión antin atalista y anticuidados que e n tra ñ a la inseguridad vital de las trayectorias precarias, las largas jornadas laborales, los salarios bajos, el desem pleo, las ayudas insuficientes del E stado de B ienestar y un tejido social deshilacliado en el que es m uy difícil e n c o n trar o rec o n stru ir una red de apoyo para criar. Madre y mujer Las m a te rn id a d e s do lien tes, en su in m e n sa m ayoría, se deben a que vivim os en u n a form ación social cuyas n o rm a s y c o s tu m b re s son casi in c o m p a tib le s co n la m ate rn id a d y la c ria n za . A que vivim os en un m undo atrozm ente subordinado a los intereses de la producción de m ercan cías y resq u eb rajad o por la crisis de c u id a ­ dos, en el que todo co n sp ira p a ra que no haya tiem po ni lugar para c ria r a un hijo. Esto no significa que en el fondo te n e r hijos sea el colm o de la felicidad; no se tra ta de re-m itific a r ahora la m ate rn id a d , p ero sí de seg u ir avanzando: una vez conquistados los m edios p a ra elegir no te n e r hijos, toca lu ch ar para conseguir aquellos para tenerlos en m ejores condiciones. Lo bueno de los movimientos pendulares en una T ierra que g ira es que el p é n d u lo no vuelve e x a c ta m e n te al m ism o p u n to de p a rtid a . Al in tr o d u c ir en la agenda fem inista la lucha a favor del derecho a decidir ser m adre, hay algunos e rro res frente a los que estam os ya in m uni­ zadas; hem os aprendido, de la m ano de A drienne Rich y o tra s g ra n d e s e s c rito ra s , que la am b iv alen cia es la c a ra c te rístic a m ás acusada de la m aternidad: es lo que m ás feliz te puede hacer y, exactam ente al mismo tiempo, es lo que más dolor te puede causar. H em os aprendido que la identidad de u na m ujer no se agota en su función m atern al. Sabem os que los h u m an o s som os u n a e sp e ­ cie de c rian za cooperativa y para c ria r felizm ente a un hijo hace falta algo así com o u n a trib u . Sabem os que n o so tra s p arim o s y n o so tra s d ecid im o s y to c a a h o ra d arn o s c u enta de algo que escribió Simone de Beauvoir en El segundo sexo: <l[La m ujer] no puede c o n sen tir en d a r la vida m ás que en el caso de que la vida ten g a un sentido; no p odría ser m adre sin tra ta r de re p re se n ta r un papel en la vida económ ica, política y social. No es lo m ism o en g e n d ra r c a rn e de cañón, esclavos o v íctim as que e n g e n d ra r hom bres lib res” © 86 O E L A T L A S DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • • Monoparentaiidad O La decadencia de la “familia tipo” P a tric ia M erino La familia nuclear tradicional heterosexual compuesta por dos progenitores de distinto sexo está en retirada. La disminución de las uniones legales, el crecimiento de los divorcios, junto con las nuevas técnicas de reproducción asistida, han dado paso a otros modelos familiares. n las últimas décadas muchos países en desarrollo han ido entrando en la llamada transición demográfica, un proceso que se caracteriza por el aumento de laesperanza de vida al nacer y la caida de la fertilidad. Se trata en ambos casos de fenómenos globales que responden a nuevas pautas culturales en la reproducción y en las relaciones entre los sexos asociadas a los procesos de individualización, a la progresiva normalización de la contracepción y a la deca­ dencia de los víncLilos tradicionales de parentesco. La institución del m atrim onio se ha debilitado y hoy la m aternidad cada vez se encuentra menos ligada a la sanción legal de un vínculo con un hombre. En Argentina, según el INDEC, si bien entre 2001 y 2010 el porcentaje de personas E P orcentaje de hogares con hijos m enores de 15 años con dos prog en itores o un prog en itor Por región, 2010 ft África Dos progenitores presentes f Sólo la madre f Sólo el padre Asia Europa 18 América Latina y el Caribe América del Norte Fuente: Naciones Unidas. 3 divorciadas pasó de un 5% a un 5,8%, la unión consensual (no matrimonio legal) aumentó sustancialmente desde 1991 hasta 2010, pasando del 18% al 38,8%. En la UE, los nací mientos fuera del matrimonio aumenta­ ron: en 2014 alcanzaron el 42% de todos los nacimientos, un índice que sólo dos décadas antes, al principio de los 90, era de apenas el 20%, de acuerdo al estudio Marriage and birth statistics. N ew ways ofliving together in the EU elaborado por Eurostat en 2015. En España, la progresión del índice de nacim ientos fuera del m atrim onio ha sido m eteórica, pasando de un 4,4% en 1981 a un 44,5% en 2015, según el mismo informe. Resulta interesante que en las últimas décadas, mientras que la proporción de hogares con niñxs respecto al total de hogares no deja de disminuir, los hogares monoparentales no dejan de aumentar: en los 28 países de la UE pasaron de representar el 12,4% del total de hogares con niñxs en 2006 al 14,7% en 2016, según los datos relevados por E urostat Cuando hablamos de monoparentaiidad estamos hablando m ayoritariamente de mujeres. Entre el 80% y el 90% de los hogares monoparentales están encabezados por una mujer (hogares monomarentales). Los datos aportados por la ONU en su investigación HouseholdSize and Composition Around the World de 2017, indican que el 24% de los hogares con niñxs del mundo son monoparentales: de ellos, el 21% lo encabeza una mujer y el 3% un hombre. En Africa, América del Norte y América Latina y el Caribe, casi la cuarta parte de los hogares con niñxs están constituidos por una madre y sus hijxs. En países como Botswana, Namibia y Gabón el porcentaje llega a más del 45%; en Gran Bretaña, Dinamarca, Ucrania y Lituania son más del 25%, m ientras que en China, India, Irán, Israel, Egipto, Afganistán, Grecia, Italia y Rum ania se sitúa por debajo del 10%. En España, los núcleos m onoparentales 3. UNA INCLUSIÓN E X CLJYEN TE » 07 Fertilidad en Europa Según tasa de fertilidad tota! y promedio de edad de la mujer al hacer el primer hijo, por pais 2,0 FRANCIA111 ♦ IRLANDA™ ♦ 1,9 SUECIA ♦ ISLANDIA t REINO UNIDO13' 1.8 E O Q. ífí .i > orsw utn -£ , 1,7 . LETONIA RUMANIA131 1,6 NORUEGA BÉLGICA * ......................♦ UTUANIA DINAMARCA ♦ HOLANDA * ♦ FINLANDIA PROMEDIO ,,, UNIÓN EUROFEA1 .......ESTONIA....................... BULGARIA ♦ REP. CHECA ESLOVENIA 1,5 MACEDONIA ESLOVAQUiA SERBIA ♦ ♦ HUNGRÍA * SUIZA ALEMANIA ■* ♦ AUSTRIA * MALTA ♦ LUXEMBURGO 1.4 CROACIA 1,3 GRECIA ♦ CHIPRE ..................♦♦......... PORTUGAL*® POLONIA * ITALIA*2' ♦ ESPAÑA 1,2 25 26 27 28 29 30 31 Promedio de edad de la mujer al nacer el primer hijo (años) 01 Provisoria. (2)Tasa total de fecundidad: estimada. (3) Eslimada.(4)Promedio de edad al nacimiento del primer hijo: 2014. Fuente: Eurostat, 2015. encabezados por una mujer han registrado un fuerte creci­ miento, con un incremento del 78% entre 2002 y 2011, según un estudio realizado en 2012 por ADECCO: II Informe Mujer con Responsabilidades familiares no compartidas y empleo. En Argentina, según el informe de 2017 de la ONU anterior­ mente mencionado, el 19% de los hogares con niños menores de 15 años son monomarentales (sólo con la madre presente), m ientras que sólo el 2% tiene sólo al padre presente. Los datos estadísticos sobre núcleos m onoparentales están sujetos a interpretación, y no hay ninguna voluntad institucional de clarificarlos ni de darles visibilidad. Por ejemplo, los hogares monoparentales, en las estadísticas de la UE y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), incluyen sólo a aquellas familias que incluyen un adulto y niños. Sin embargo, un porcentaje muy considerable de núcleos m onoparentales vive en hogares complejos, generalm ente presentados en las estadísticas como “otros hogares con niñxs” (5,4% en la UE, según el estudio realizado por Eurostat en 2017). Además, las estadísticas contabilizan los hogares recons­ tituidos (aquellos en los que una/un cabeza de familia monoparental vive con una nueva pareja, y que la OCDE en 2010, en su inform e D oingB etter fo r Families, estim aba en un 10% del total de hogares con menores) como familias biparentales estándar, algo que falsea la realidad, puesto que la convivencia con una nueva pareja no implica que exista una corresponsabilidad en la crianza de los menores del núcleo monoparental. Si nos guiamos por los datos que conocemos, posiblemente las cifras de la m onoparentalidad debieran duplicarse alcanzando en muchos países el 40% y hasta el 50% de las familias con menores. Otros modelos La decadencia de la familia nuclear tradicional heterosexual y patriarcal en los países que ya han pasado por la transición demográfica ha dado paso a nuevos modelos familiares. Las nuevas técnicas reproductivas y la m aternidad subrogada hacen posible la formación de familias por vías alternativas que tienden hacia la externalización y la deslocalización de la reproducción. Sin embargo, aunque la creación de familias biparentales de gays y lesbianas es parte de estas transformaciones, el fenómeno emergente más significativo a nivel global, y de consecuencias político-sociales más importantes, es la visibilización y proliferación de las familias monoparentales como modelo familiar, si no mayoritario, sí muy relevante. En Argentina, de acuerdo al Censo realizado por el INDEC en el 2010 -el mismo año en que se aprobó la Ley de M atri­ monio Igualitario-, se observa que del total de jefes y jefas con cónyuges del mismo sexo, el 21% tiene hijxs a cargo, siendo la mayoría mujeres. Este nuevo tipo de familia representa al menos un tercio de los hogares con menores del mundo, y es bien conocida la estrecha conexión existente entre el modo en que las estructuras socioeconómicas patriarcales afectan a este tipo de hogares y la pobreza infantil y femenina. © * • « s LGTBQIA+ Vulnerables, disidentes, resistentes F e fa V ila N úñez Las m ino rías sexuales s u fre n to do tipo de atropellos, desde ia d is c rim in a c ió n hasta la pena de m u e rte . Una ética LGTBQIA+ asum e el c o m p r o m i s o de que la lucha c o n tr a la h o m o fo b ia no puede desliga rse del resto de las injusticias sociales y de las d is c r im in a c io n e s de d ife re n te tipo. L os p re ju ic io s c o n tra la d iv e rs id a d s e x u a l y de g én ero se e x p re sa n a tra v é s de u n a am p lia g am a de m anifestaciones, que pueden ir desde la m uerte o la c á rc e l a a g resio n es físicas, p síq u icas, sim bólicas, discrim inaciones de todo tipo, dificultades p a ra acceder a la v iv ie n d a , a la sa lu d , a c o n te n id o s de e d u c a c ió n y c u ltu ra que no sólo no sean hom ófobos sino que reconoz­ can y p ro m u ev an la d isidencia y la d iv ersid ad afectivasexual com o un v a lo r en sí m ism o, el acceso al tra b a jo y al ejercicio o d e sarro llo de la activ id ad profesional en am bientes no h o stiles y re sp e tu o so s, etc. Los datos de la d iscrim in a ció n N aciones U n id as lu ch a c o n tra e sta s d isc rim in a c io n es a trav és de estu d io s, c a m p a ñ a s y resoluciones, com o la R esolución de D erechos H um anos, O rien tació n Sexual e Id e n tid a d de G énero que in sta a los E stados a lu ch a r c o n tra estas causas de d isc rim in a c ió n y, en p a rtic u la r, a la C om isión In te ra m e ríc a n a de D erechos H u m a n o s a e s tu d ia r la situ a c ió n en ios E stad o s a m e ric a n o s po r c o n sid e ra rla e sp e c ia lm e n te grave. T am b ién es d estacable el In fo rm e del A lto C om isionado de las N aciones U nidas p a ra los D erechos H u m a n o s del 17 de no v iem ­ b re de 2011, q u e a n a liz a los d ife re n te s s u p u e sto s de d isc rim in a c ió n p o r esos m otivos, desde los m ás graves, com o la p e n a liz a c ió n de las p rá c tic a s h o m o se x u a les, in clu y en d o la p e n a de m u e rte , a las d isc rim in a c io n e s en d iv e rs o s á m b ito s - d e l e m p le o a las p re s ta c io n e s so c ia le s-, aunque tam b ié n re s a lta los logros y m ejoras in tro d u c id a s en los ú ltim o s años. El in fo rm e concluye con u n a s reco m en d acio n es g en erales e n tre las que no sólo fig u ra la d ero g ació n de la n o rm a tiv a d is c rim in a ­ to ria , sin o la adopción de todo tip o de m ed id as e n c a ­ m in ad as a e rra d ic a r esa d isc rim in a c ió n . A p e s a r del a v a n c e en la n o rm a tiv a in te rn a c io n a l, el ú ltim o in fo rm e de la A so c iac ió n I n te r n a c io n a l de L esbianas, Gays, B isexuales, T ra n s e In te rse x (ILGA) de 2017 m u e s tra u n e sc e n a rio que, lejos de las m ira d as triu n fa lis ta s , e stá c a ra c te riz a d o p o r las fis u ra s y los puntos ciegos allí donde no opera el derecho in te rn ac io ­ nal ni las convenciones o leyes nacionales: 72 países aún c rim in a liz a n las relaciones e n tre p e rso n a s del m ism o sexo (33 en Á fric a , 23 en A sia, 10 en A m é ric a y 6 en O ceanía) y en 45 de ellos se aplica e sta crim in a liz a ció n (24 en Á frica, 13 en Asia, 6 en A m érica y 2 en O ceanía), Entre el año 2008 y el 2016, se han registrado 2.343 hom icidios de personas trans y género-diversas en 69 países del mundo. Los p a íse s (o p a rte s de sus te rrito rio s ) en los que la pena de m uerte puede ser aplicada para los actos sexuales consensúales entre personas adultas del m ism o sexo son 13. En 8 de ellos se aplica de m anera efectiva: en 4 rige en todo el país (A rabia Saudita, Sudán, Irá n y Yemen), en 2 en c ie rta s p ro v in cias (N igeria en 12 regiones y Som alia en el sur), m ie n tra s que en 2 países !a p en a de m uerte se lleva a cabo por agentes no estatales (Irak y los te rrito rio s 3. UNA INCLUSIÓN EX CLUYE NTE• 89 Crímenes de trans odio Total de asesinatos de personas trans y género-diversas, por región, entre o ctubre de 2008 y septiem bre de 2017 AMERICA DEL SUR Y CENTRAL Fuente: Proyecto de investigación TvT, Observatorio de Personas Trans Asesinadas (TMM), 2017. que controlaba el E stado Islám ico -D a e sh - en el norte de Ira k y el n o rte de Siria). A dem ás, e x isten o tro s 5 Estados donde la sharia -la interpretación literal de la ley islám ica- establece técnicam ente la pena de m uerte, pero en la práctica no se invoca tal castigo: A fganistán, M auritania, Qatar, Pakistán y Em iratos Arabes Unidos, En otros 19 países la hom osexualidad no se c rim i­ n a liz a p o r vía p e n a l, p ero sí m e d ía n te leyes a d m i­ n istra tiv a s, que p en alizan la prom oción o expresión pública de las realid ad es de las p erso n as del m ism o sexo y trans: son las llam adas “leyes de propaganda". En L ituania, en 8 países de Á frica y en 9 de Asia hay leyes de este tipo. La “propaganda hom osexual” tam bién está prohibida en Rusia. La situación de las personas tran s es especialm ente grave, tanto por las dificultades para que se reconozca legalm ente su género como para que no sean objeto de las form as más graves de violencia. Según el Observa­ torio T rans de Personas Asesinadas, entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciem bre de 2016 se han registrado 2.343 hom icidios de personas tra n s y género-diversas en 69 países en el m undo, 1.834 de ellos en A m érica del Sur y C entral. Pocos países han avanzando en este tema: en A rgentina, la Ley de Identidad de Género de 2012 perm ite que las personas tra n s sean inscritas en sus docum entos personales con el nom bre y el género de elección y además ordena que todos los tratam ientos m édicos de adecuación a la expresión de género sean provistos por el Estado. -> Dolores largos, vidas breves Porcentaje de personas trans o género-d iversas asesinadas, por grupo etáreo, 2017 Más de 60 años 1 1% Entre 50 y 59 años 1 3% Entre 40 y 49 años Entre 30 y 39 años Entre 20 y 29 años Menos de 20 años La "esperanza de vida" de la comunidad LGBT no supera los 40 años. Fuente: Proyecto de investigación TvT, Observatorio de Personas Trans Asesinadas (TMM), 2017. 90 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • • • • Am ores disidentes perm itidos por la ley Según tipo de vínculo, por pais, 2017 Matrimonio homosexual legal Matrimonio homosexual legal sólo en algunos territorios del pais Matrimonio homosexual no permitido, pero si uniones civiles legales Ser homosexual es legal, pero los matrimonios y uniones civiles no están permitidos Ser homosexual es ilegal y está castigado con penas de cárcel Ser homosexual es ilegal y está castigado con la pena de muerte «Adopción legal para parejas del mismo sexo: Austria (2015), Bélgica{2006), 0inamarca(2010¡, Eslovenia (2015), España (2005), Francia (2013), Irlanda (2015), Islandia (2006), Israel <200B), Malta(201AJ, Noruega(2009), Luxemburgo (2014), Holanda (2001), Reino Unido (2013), Suecia(2003)y Sudáfrica(2002). / Fuente; Elaboración prop¡3 + eitb.eus utilizando como fuente: ILGA (International Lesblan, Gay, Bisexual, Trans and IntersexAssociation), 2017. Frente a esta realidad, algunos avances legislativos han perm itido que 73 Estados tengan hoy leyes contra la discrim inación laboral, que 9 prohíban expresam ente en su C onstitución la discrim inación por orientación sexual, que 43 contem plen el agravante por orientación sexual de las víctim as y que otros 39 recojan expresa­ m ente la prohibición a la incitación al odio en sus leyes penales. Estos avances son especialm ente relevantes en Europa, Canadá, Estados Unidos y A ustralia, Pese a estas conquistas, ninguno de estos países está exento de la proliferación de crím enes de odio. Otro avance im portante tiene que ver con las uniones e n tre personas del mism o sexo. En 22 E stados se ha aprobado el m atrim onio entre personas del mismo sexo, 18 recogen la fórm ula de la unión civil y otros 5 Estados contem plan figuras sim ilares. La Ley de M atrim onio Igualitario fue sancionada en A rgentina en 2010, tras un in tenso debate público. Sin em bargo, no en todos estos países se g a ra n tiz a la adopción conjunta de los dos m iem bros de la pareja. Sólo 26 Estados reconocen esta figura y otros 18 aceptan la adopción por parte del segundo progenitor. Resistencia y lucha Si bien y en líneas generales puede observarse una evolu­ ción legal paralela a la de la sociedad, una tendencia a la defensa de los derechos de las personas LGTBQIA+ (Lesbianas, Gays, T rans, Bisexuales, Queer, Intersex, A sexual) , estos logros no deben o c u lta r los enorm es tem as pendientes y los riesgos de involución, presentes incluso en E stados en los que se h an co nseguido los mayores avances, en el m arco del ascenso de corrientes de fundamentalismo religiosoy de movimientos políticos de carácter autoritario o totalitario. D ar cuenta de los m últiples atropellos que sufren las p e rso n a s LGTBQIA+ es tam b ié n d a r c u e n ta de 72 países aún criminalizan las relaciones entre personas def mismo sexo (33 en África, 23 en Asia, 10 en América y 6 en Oceanía). sus resistencias, que han dado lugar a experiencias de igualdad y de am pliación de escenarios de d em o crati­ zación, La filósofa estadounidense Ju d ith B utler iden­ tifica la vu ln erab ilid ad como un m om ento incipiente y duradero de resistencia escenificado, en p arte, pero de m a n e ra p a rtic u la r, p o r las p rá c tic a s fem in ista s. 3 . UNA INCLUSIÓN EXCLUYENTE • 91 La comunidad LGBT en peligro Total de a s e sin a to s y t ip o s de c rim in a liz a c ió n y condena, p o r país, e n tre o c tu b r e de 2008 y s e p tie m b r e de 2017 Canadá: 6 Es uno de los países con menos asesinatos a personas LGBT en América. La orientación sexual es considerada agravante en delitos, se prohíbe la incitación al odio por orientación sexual y tiene una institución nacional de derechos humanos que incluye a la comunidad LGBT en su trabajo. Suecia: 1 Italia: 32 Pakistán: 44 Portugal: 1 ! Cuba: 3 r Colombia: 124 Brasil: 1.024 Es el pais con más asesinatos de personas LGBT. A pesar de tener leyes que consideran a la orientación sexual como agravante de delitos y de haber instituciones que amparan a ¡a comunidad LGBT. Delito que acarrea la pena máxima Leyes de promoción ■ ("propaganda") Actos sexuales Sodomía Contra natura p j Cantidad de muertes de personas LGBT desde 2008 a 2017 Categorías de condenas m áxim as Sodomía Ley sobre moralidad: expresión LGBT O Pena de muerte ■ De 15 años de cárcel a cadena perpetua Fuente: ILGA. A sí, el fem in ism o s e ría u n p ila r b á sic o de las re d e s de so lid a rid a d y re s is te n c ia p re c is a m e n te p o rq u e la c ritic a y la acción po lítica fem in ista de sesta b iliz a n las in stitu c io n e s que d e p e n d en de la rep ro d u c c ió n de la d e sig u a ld a d y la in ju stic ia , y tam b ié n p o rq u e c ritic a las p rá c tic a s que in flig en violencia en las m ujeres, en las m in o ría s de género y en todas las m in o ría s sujetas al p o d er p o licial, e s ta ta l y socioeconóm ico. Bajo el nom bre de “disidentes sexuales y de g én ero ” se reco g e, se p o sicio n a y se se ñ a la u n a su b je tiv id a d profundam ente política, con testataria y con una agenda e n ra iz a d a en la m em o ria del dolor y de la resiste n c ia . U na é tic a LGTBQIA+ d e b e ría a s u m ir que la lu ch a c o n tra la hom ofobia no pu ed e h a c e r a b stra c c ió n del resto de las in ju sticias sociales y discrim in acio n es que suceden en to d a s p a rte s de m undo. ® 1M | Indi; »: 64 j China; 15 Filipinas: El Iglesia Católica En nombre del patriarcado S ol P rie to La te nde ncia a la fem inización del c a to licis m o en tod os los niveles aún no les ha p e rm itid o a las m ujeres alcanza r los espacios de decisión dentro de la Iglesia, una in stitu ció n f u e r t e m e n t e c o n s e rv a d o ra que sigue m onop olizando los bienes de salvación en m an os de los varones. Personas que se consideran católicas2 Referencias I Mujer I Por sexo, en Argentina Hombre Pertenencia religiosa1 Por sexo, porcentajes mundiales (mana de 2016} Se identifican can un grupo religioso No se identifican con un grupo religioso NO.. 1 7,3% 3.6% Duda / A veces | 2 .8% ¿Se les debería perm itir a las mujeres el sacerdocio?2 I Muy de acuerdo 42,2% Principal forma de relacionarse con Dios* En desacuerda 27,6% Algo de acuerdo _ _ __ 18,1% ” N s /N c 12,1% Por sexo \ Asistencia a ceremonias de culto2 Asistencia semanal a ceremonias de culto1 Por sexo, en Argentina Voy a la iglesia Para pero nuncaocasiones Nunca voy a misa Al menos una rez por Todos Pormes «¡ruana losdias Una vez Navidad...} n a m e s c rn 63,2% ■ n a iz a Por sexo, en el mundo (cristianismo) Asiste semanalmente Fuentes: 1.PewResearchCenterofR&lígion¡andPublicLife.2.FortunatoMallifriaci(2Ü13),Atíosde/osctseñerosreligiosasenArgénfino. No asiste 3 . UNA a distribución de los capitales y bienes religiosos es una asignatura pendiente, ya que sigue concentrada en un pequeño grupo de varones célibes.’' Esta afirma­ ción, con la que el sociólogo argentino Fortunato Mallimaci describe a la Iglesia Católica en A rgentina en El mito de la Argentina laica, refleja la situación de una institución mundial que monopoliza los bienes de salvación en manos de los varones. Tal como lo explicó Max W eber en Ecortomia y Sociedad, las iglesias se definen sociológicam ente por su capacidad de definir, producir y distribuir bienes de salvación extram undanos. En la actualidad, las muje­ res en el mundo occidental producen y distribuyen todos los bienes posibles: aquellos que provienen no sólo de las demás esferas diferenciadas como la economía, la política y la ciencia, sino tam bién de las esferas capaces de ofrecer una salvación intram undana, como la esfera erótica o la estética. Sin embargo, hay un bien en el catolicismo que las mujeres no pueden dispensar: la salvación extram undana. El hecho de que el Sacramento de Ordenación al sacer­ docio excluya a las mujeres tiene consecuencias en la vida cotidiana de las personas y tam bién consecuencias insti­ tucionales dentro de la Iglesia Católica, reproduciendo una cultura que desplaza a las mujeres de los espacios de poder, en una sociedad en la cual esos espacios están cada vez más disponibles para las mujeres. Las consecuencias son, en prim er lugar, que al no poder ordenarse, las mujeres no pueden consagrar las hostias y, por lo tanto, no pueden oficiar la misa; tam poco pueden absolver a las personas en nom bre de Dios cuando estas confiesan sus pecados. A pesar de estos dos im pedim en­ tos, las mujeres a menudo ofician cerem onias con hostias consagradas previam ente por un sacerdote y ofrecen guía espiritual, tanto a personas laicas como religiosas. En segundo lugar, para iniciar el proceso de reconoci­ miento diocesano de una congregación religiosa femenina católica se requiere del “aval” de un obispo, el cual, teniendo en cuenta el derecho canónico actual, necesariamente debe ser varón. Esto contrasta con el porcentaje de mujeres entre los y las especialistas religiosos (categoría que incluye a sacerdotes, diáconos y religiosas) tanto en A rgentina como en el mundo. De acuerdo a las estadísticas recopiladas por el Center of Applied Research in the Apostolate (CARA) de la Universidad de Georgetown, alrededor del 63% (705.529) del total de especialistas religiosos y religiosas del mundo son mujeres. En Argentina, según la Agencia Inform ativa Católica Argentina (AIC A), las religiosas (7.585) representan el 54,41% de las y los especialistas religiosos. Por lo tanto, la tercera consecuencia es que esto implica problem as de credibilidad de las prácticas concretas de la Iglesia Católica como institución: las m ujeres circu ­ lan crecien tem en te por el m undo de la producción, el trabajo, la ciencia y la política ocupando lugares de toma de decisión y, sin embargo, estos lugares siguen estando restringidos y destinados únicam ente a los varones en el ám bito eclesiástico. Por último, la consecuencia más visible de esta distinción entre varones y mujeres es la exclusión política: en el Colegio Cardenalicio, el cuerpo encargado de elegir a los Papas, no hay mujeres, a pesar de ¡a fuerte presencia de estas en el L INCLUSION EX CLUYENTE • 93 m undo católico. Esto contrasta con el hecho de que dentro de la Iglesia Católica hay instituciones cuyo funcionamiento interno se organiza a partir de la democracia directa, como las órdenes y las congregaciones. La existencia de estas instancias podría indicar que ia concentración de la mayor parte de las decisiones de la Iglesia Católica en un grupo reducido de varones no es la única form a válida ni posible de organización, Por otra parte, esta división entre lo que pueden hacer las especialistas religiosas mujeres y los especialistas religiosos varones no es común a todo el paisaje religioso argentino: el principio de sacerdocio universal común a todo el protes­ tantismo y presente desde la Reforma habilita a las mujeres a ser pastoras y oficiar el culto, bautizar, dar la comunión y, en el caso de la Iglesia Luterana, escuchar la confesión de los fieles y absolver sus pecados. Por ello es que en Argentina hay iglesias lideradas por pastoras. De la misma m anera, m uchas mujeres de la comunidad judía argentina y latinoa­ mericana se forman como rabinas en el Seminario Rabínico Latinoam ericanoyofician ceremonias. En el m undo de las religiones de origen africano, por otro lado, la presencia de las máes es una constante que comenzó a visibilizarse a partir de la segunda m itad del siglo XX: la prim era casa de religión africanista en obtener su personería jurídica en el Registro Nacional de Cultos no Católicos, fundada en 1966, estaba liderada por la mae argentina Nélida de Oxum. Por estos motivos es que en Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos existen movimientos de mujeres que dem andan a la Iglesia Católica poder ordenarse como sacerdotes, argum entando que los motivos de la exclusión de las mujeres de este sacram ento no son religiosos sino históricos y políticos: de acuerdo a estos movim ientos de m ujeres católicas, su exclusión del sacerdocio tiene que ver con la reproducción de una e s tru c tu ra p atriarcal y no con las enseñanzas de Jesús. Ante estas dem andas, la respuesta m ayoritaria de la jerarquía eclesiástica católica sigue siendo el m antenim iento del statu qvo y, a la vez, la visibilización creciente de los problem as de las mujeres (pobreza, m aternidad en contextos de pobreza, violencia, acceso a la salud, etc.) en el capitalismo tardío. Doble juego Este doble juego, que por un lado implica la exclusión de las mujeres del monopolio de los bienes de salvación y, por otro, les otorga visibilidad a nuevos problemas, probable­ mente se explica porque entre las mujeres se registran no solamente niveles más altos de creencia y adscripción que los varones, sino también formas más institucionalizadas y com unitarias de vivir la religión. En Argentina, las mujeres se relacionan con Dios a través de alguna institución eclesial en una proporción m ucho más elevada que los varones y además, al igual que en todo el mundo, acuden al culto más que los varones. Muchos trabajos en la literatura reciente tanto en Argentina como en el resto de los países occiden­ tales confirman esta tendencia: el catolicismo como espacio social en el que confluyen prácticas, creencias, grupos y discursos, es un espacio social crecientem ente feminizado en el que los varones monopolizan los bienes de salvación y la decisión política. © 94 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES ...................................................... • • • Educación ° Una paridad dispar M aría de! C arm en Feijoó Si bien el a c ce s o de las m u je re s a la e d uca ció n m e jo ró en to d o el m undo, existen grandes b rechas entre los países ricos y los países pobres. Asim ism o, o tro s fa c to re s clave c o m o las políticas de salud sexual o de higiene m e n s tru a l resultan d e te rm in a n te s para garantizar la paridad en el siste m a educativo. demás del Paro Internacional de Mujeres, el 8 de marzo de 2018 ocurrió otro hecho relevante para la lucha de las mujeres: se conoció el docum ento de revisión de género del Inform e de Seguim iento de la Educación en el M undo elaborado por la UNESCO. Entre los logros que presenta, se destaca el esfuerzo de Malala, la joven paquistaní Premio Nobel de la Paz en 2014, por su lucha por el derecho a la educación. La puesta en común del docum ento da la pauta de lo necesario que resulta la información procesada. No es que se trate de datos nove­ dosos. Hay multiplicidad de fuentes para discutir el tem a del acceso de las mujeres a la educación, las cuales además fueron creciendo a m edida que las dem andas de género se hicieron más fuertes. En especial a p artir de los acuer­ dos suscriptos por los países, como la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sustentablc (ODS), que incluyen los objetivos de “Educación de Calidad” e “Igualdad de G énero”. Lo destacable de esta producción especial es que hace hablar a los datos por sí mismos y, por lo tanto, su revisión perm ite tener un panoram a, sin interpretacio­ nes, de la situación educativa de las mujeres en el mundo. A Diferencias por región e ingresos Dado que el acceso a la educación es un derecho hum ano y un bien público cuya oferta y condiciones de acceso deben ser garantizadas por los Estados, la prim era medida relevante para evaluarla cobertura educativa y sus brechas de género es la inform ación sobre el índice de Paridad de Género (IPG) en la tasa bruta de m atriculación en los diferentes niveles de los sistemas educativos. Este índice de paridad de género se define como el valor de un indicador en la población femenina dividido por su valor en la masculina. Así, un IPG igual a 1 significa igualdad perfecta; si es inferior a 1, es un valor m ás alto para varones que para niñas, y si es superior a 1 indica una mayor ventaja para las mujeres. Las diferencias más significativas a nivel mundial sobre los altos índices de paridad de género para todos los niveles -con excepción del terciario- se expresan no a nivel de los índices, sino de las proporciones de países que han alcan­ zado la paridad. Los niveles altos de paridad en los tram os inferiores de los sistemas educativos oscilan entre un 62% de países que la alcanzaron en pre-prim aria, prim aria y los prim eros años de la secundaria, y caen notablemente en los años avanzados de la m edia y la terciaria. Entre los más exitosos se encuentran los paises de Europa y de América del Norte, los países del Cáucaso y Asia Central, y los de América Latina y el Caribe. Llama la atención el escaso núm ero de países que alcanzó la paridad en el nivel terciario, un 5% de los países, en tanto es destacable que en el Sudeste Asiático llegó al 22%. Pero no es sólo por geografía que las tendencias son inequívocas, sino tam bién por los niveles de ingreso de los países. Desde esa perspectiva, el índice de paridad de género y la participación de países con paridad se despliegan proporcionalmente, en el sentido de que a menor ingreso, menor paridad. Así se observa que la proporción de países con paridad a nivel m undial en el estrato de los de bajos ingresos alcanza sólo al 40% en pre-prim aria, pero al 78% en los de altos ingresos, y para prim aria al 29% para los más pobres y al 83% para los más ricos. Todavía en 2015, había 264 millones de niños, niñas y jóvenes en las edades de prim aria y media fuera de la escuela en el mundo. De ese total, 141 millones eran jóvenes de entre 15 y 17 años, que no concurrían al ciclo superior de la secundaria. La pregunta sobre qué hacen aquellos que no acceden al sistema educativo ni al trabajo, m al llam ados “ni-ni”, implica pensar en su desempeño en situaciones tales como el trabajo infantil, remu nerado o de cuidado doméstico, con el que los hogares de los países pobres suplen la ausencia de políticas públicas que garanticen la cobertura de las necesidades básicas. En otros casos, la falta de estímulo de las carreras educativas según género está relacionada con el matrimonio de niñas o con el embarazo adolescente. La evidencia m uestra entonces que la paridad de género es menor en los países pobres porque esa pobreza se expresa en la existencia de escasa oferta educativa, infraestructura 3 . UNA INCLUSIÓN EXCL UYENTE • 95 Cuanto más alto el nivel educativo, menor paridad Porcentaje de países por región que han alcanzado la paridad, por nivel e d u c a tiv o íp r e - p r im a r ia o terciario), de 2015 a ia actualida d Caucasoy Este y Sudeste Europa y América América Latina Asia Centra! Asiático del Norte ye! Caribe Norte de África y Asia Oriental Pacífico Sur de Asia África Subsahariana Fuente: Globalerfucotion monitoring report qenderreview, Unesco, 2018, escolar inadecuada o insuficiente, presiones para que las niñas se queden en la casa, falta de acceso a políticas de derechos reproductivos y, en todos los casos -países ricos y pobres-, m andatos culturales provenientes de la ideología y/o de la religión que refuerzan el aislam iento dom éstico de las jóvenes. De todos modos, la inscripción no g aran tiza el egreso o la finalización del nivel. Según las encuestas de hogares, para 2010-2015 las tasas de finalización eran del 83% para la p rim aria, 69% p ara la baja secu n d aria y 45% p ara la secundaria superior. La paridad de género había sido alcan­ zada en los tres niveles educativos con disparidades entre regiones y países. Por ejemplo, 86 mujeres com pletaron la baja secundaria cada 100 hombres en África Subsahariana, m ientras que en Am érica L atina y el Caribe, 93 varones com pletaban el nivel cada 100 chicas. Si es por nivel de ingresos, 66 chicas concluían la secundaria superior por cada 100 varones en los países de bajos ingresos, m ientras que en los países de ingresos m edios y altos, 94 chicos la com pletaban por cada 100 m ujeres. En todos los casos, los niveles de finalización aum entan con la categoría de los ingresos de las regiones. Los datos presen tad o s m u estran que no hay sim pli­ ficaciones posibles como las que se so ste n ían décadas atrás fundadas en la simple exclusión de las m ujeres del acceso a los sistem as educativos. El escenario es hoy m ás complejo y los ODS dirigidos a lograr la equidad tam poco se conform an con que los desequilibrios de género afecten a chicas o varones, sino que se interesan en su erradicación sea cual sea el sentido de género en que opere. A hora bien, estos datos dan cuenta de la probabilidad de ingresar y de recibí rse. Pero esto no es suficiente ya que, como en tantas otras actividades hum anas, la discrim ina­ ción de género -e n detrim ento de las m ujeres- perm anece a pesar de los cam bios cuantitativos en la m atrícula por sexo, o bien se refina incorporando sesgos nuevos o viejos que ahora se pueden c o n cep tu alizary m edir. El m onitoreo del Objetivo 4 -la competencia en lectura y m atem ática en diferentes edades- indica disparidad de género en los resultados de los aprendizajes: a nivel agre­ gado, las niñas m uestran desventaja en m atem ática en los años superiores de la prim aria y en otros casos, como en América Latina y África Subsahariana, ventajas en lectura. Por otra parte, las brechas de género son persistentes en la alfabetización de los adultos en detrim ento de las mujeres. Aunque se increm entó la tasa de alfabetización de adultos entre 2000 y 2015 y continúa su tendencia positiva, sobre un total de 750 millones de adultos analfabetos, las mujeres constituyen aproxim adam ente dos tercios de dicha pobla­ ción. Además, las alfabetizadas y con niveles de escolaridad completos, tienen menos habilidades en actividades de tipo inform ático, y en el nivel superior se m atriculan m enos en carreras vinculadas con ciencia, tecnología, ingeniería y m atem ática. En cuanto a la relación con los contenidos, existe amplia evidencia internacional sobre la persistencia de estereotipos de género en la curricula, los m ateriales y las rutinas escolares, que introducen la legitim idad de la división sexual del trabajo desde el nivel inicial como en el jard ín de infantes: peluquería y cocina para las niñas, estación de bom beros p ara los varones. La igualdad de género en la educación requiere de m ateriales sin sesgos de género, que incluyan la educación sexual p a ra hacer evidente las estru ctu ras de poder por género y promover acciones contra la violencia. E n tre los tem as novedosos que inciden en la perm a­ nencia de las niñas en la escuela, aparece el del m anejo de la higiene m enstrual para la escolarización de niñas y adolescentes, incluyendo espacios sanitarios separados p ara ch ic a s y chicos. Sólo 11 de 74 países -s e g ú n una encuesta de la OM S- diseñaron políticas san itarias d iri­ gidas a mujeres. Otros tem as que afectan a niñas y adoles­ centes son la habilitación legal del m atrim onio infantil o las políticas de exclusión escolar de adolescentes cuando se encuentran em barazadas, vinculada con la ausencia de educación sexual en las escuelas. Por últim o, si bien los países han tomado compromisos con la Agenda 2030 de los ODS y con otros tratados in ter­ nacionales que g a ra n tiz a n la igualdad de género (como la Convención contra la D iscrim inación en la Educación y la Convención Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales), sólo un decepcionante 44% de los países está com pletam ente comprom etido con la igualdad de género en educación. Más allá de los datos agregados queda todavía una larga ta re a por delante. © 96 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • • « investigación científica 0 Ciencia para pocas A gostina Mileo Las m u je r e s e n c u e n t r a n d iv e r s o s o b s tá c u lo s y te c h o s de c ris ta l in c lu s o en ¡a c a r re r a a c a d é m ic a . La d e s ig u a ld a d de g é n e r o en el a c c e s o a la in v e s tig a c ió n c ie n tífic a h u n d e sus raíces en un m u n d o p la g a d o de e s t e r e o t ip o s que las ig n o ra y las excluye de ios p rin c ip a le s á m b it o s de la vida p ro fe s io n a l. Principales obstáculos de la carrera académica I Mujeres S Í Hombres Directivos/as 23% 39% ■ 23% 31% ; „ 25% | | P ■■ <KÜ Académicos/as 19» a i ■ mf 22% ■■ 29% 12%, ■ á l 11% 10% Estudiantes 37% 27% 26% I I ■1 Recursos económicos 16%16% 11% 10% 8% 9% m <s Poco Conciliación con la reconocimiento vida familiar de pares Ninguno Olro Estereotipos intelectuales Vivencia de situaciones de discrim inación Directivos/as 31% 54% | 1 11% 31% „ 4% 0% mmm 1 Académicos/as ¿»t% 36% | 1 10 12% ^2% 13% ■ J*L Estudiantes 39% ■ 17% ■ 16% I I I 2% B Han cuestionado mis competencias académicas por aspectos de mí vida personal Piropos o galanterías con alguna connotación sexual Propuestas sexuales no deseadas g | 3% Contactos físicos indeseados Fuente: Realidad Nacional en Formación y Promoción de Mujeres Científicas en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, ISONOMA, 2016. as mujeres en ciencia son pocas. Cada vez son más, pero aún son pocas. La idea darw inista de evolución, adaptada culturalm ente al concepto de progreso, hace que esto no parezca un problema. Pareciera que cuando se observan tendencias para superarla desigualdad, lo único que hay que hacer es esperar a que se consoliden para que pronto llegue la equidad. Sin embargo, el progreso olvida un concepto central de la teoría evolutiva, la supervivencia del más apto, y la ciencia no se produce sola en las casas. Entre una cultura que ha definido que los varones tienen aptitudes más “naturales” para ei ejercicio de la ciencia que las mujeres y una estructura institucional ciega al género, las mujeres ven seriamente comprometida su capacidad de adaptación al medio científico. L Chile, 2016 Diana Maffía, directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la M agistratura de la Ciudad de Buenos Aires, señala que “en esta cultura se naturaliza una distribución por género de cualidades -razó n o emoción, fuerza o sensibilidad, objetividad o subjetividad-, en las que la valoración cognitiva está asociada con las atribuidas tradicionalmente al varón”. Esto no significa otra cosa que supone que un varón nace con una serie de atributos biológi­ cos que lo harán más apto para desarrollarse en las ciencias. Esta creencia se consolida, por ejem plo, cuando se observa el com portam iento de los padres en los m useos interactivos de ciencia. Un equipo de investigadores de las U niversidades de California y P ittsburg registraron en 2001 -e n el estudio Parents explain more often to boys than togirls duringsharedscientific thinking- que los niños reciben de sus padres más explicaciones sobre la temática que las niñas. La investigación comprobó que cuando los niños crecen y llegan a la adolescencia los padres creen que a los varones Ies interesa más la ciencia y que poseen m ás condiciones que sus hijas, aunque la perform ance de 3. UNA INCLUSIÓN EXCL UYENTE • 97 Balance de género en el CONICET Según cargo, en porcentaje, por sexo, 2016 Varones Mujeres Fuente: RRHH-CONIC£T(datos a diciembre de2016}. unas y otros no varíe significativamente. En esta línea, los padres utilizan un lenguaje m ás complejo con los varones porque creen que lo comprenden mejor. Las consecuencias de e sta s acciones no ta rd a ro n en llegar: en 2017 en la investigación “G ender ste re o ty p e s about in te lle c tu a l ab ility em erge early and in flu en ce c h ild re n ’s in te re s ts ” -p u b lic a d a en la rev ista Sciencese llegó a la conclusión de que e n tre los cin co y seis años las n iñ as dejan de a so c ia r la in telig en cia con su propio género. No es un dato m enor si se considera que el im a g in a rio p o p u la r h a h ech o de la b rilla n te z una condición n ecesaria p a ra ser científico. De hecho, en el trabajo “E x p ectatio n s of b rillian ce u n d erlíe gender d istrib u tio n s across academ ic d isc ip lin e s”, publicado anteriorm ente en la m ism a revista, que analizó la d istri­ bución de m ujeres por área del conocim iento, se observó que en aquellos cam pos asociados a u n a in te lig e n c ia excepcional hay m enos m ujeres. Si se observa la distribución por sexo en las carreras universitarias más elegidas en Argentina, veremos la profesionalización de los estereotipos: aún cuando eligen disciplinas científicas, las mujeres se dedican a aquellas relacionadas al cuidado, como Psicología, M edicina y Enfermería. Con las mujeres abajo Llegar a ser científica, entonces, im plica rem ar a co n tra­ corriente. Y sigue siendo así aún con el títu lo en la mano. El inform e She Figures, que analiza la producción c ien ­ tífica en la U nión E uropea (UE), m uestra en su últim a edición de 2016 que, a nivel general, las m ujeres sólo ocupaban en 2013 el 21% de los puestos de investigación de prim er nivel, un avance m enor respecto a 2007 (18%). A dem ás, las m ujeres científicas son m ás proclives que tos hom bres a ten e r em pleos de m edio tiem po (13,5% vs 8,5%) o trab ajo s p rec a rio s (10,8% vs 7,3%). El fam oso techo de c ristal no es sólo cosa de CEO’s, Por otro lado, sólo ocho de los países m iem bros de la UE tienen m ás de 40% de m ujeres en puestos de inves­ tigación: L etonia (53%), L ituania (52%), B ulgaria (49%), C roacia (48%), P ortugal (45%), R um ania (45%), Estonia (44%) y Eslovaquía (42%). En este sentido, llam a la aten­ ción la polaridad E ste-O este. La explicación rad ic aría en el hecho de que d u ran te los regím enes socialistas las universidades se abrieron p ara las m ujeres, que incluso p udieron c o n tin u a r sus c a rre ra s como investigadoras. Estos países de Estado socialista tam bién generaron una red p ara el cuidado de los hijos, por lo que las m ujeres pudieron volver a sus trabajos relativam ente rápido luego de ser m adres. De la d e sig u a l d istrib u c ió n del tra b a jo do m éstico no rem u n erad o se d esp ren d e que, p ara av an zar en sus c a rre ra s , las m ujeres científicas n e cesitan p rogram as específicos. Para ello es necesario la participación polí­ tica de las m ujeres científicas, pero tam b ién aparecen obstáculos: las m ujeres se involucran poco en las in stan ­ cias públicas de la ciencia, aún en sus propios cam pos. En A rgentina, el M inisterio de Ciencia y Tecnología no cuenta con ninguna m ujer en puestos de decisión. Según el O bservatorio de las elites argentinas de la Universidad de San M artín, h a sta septiem bre de 2016 sólo el 22,6% del total de los altos puestos jerárquicos del gabinete del presidente M auricio M acri estaba ocupado por m ujeres. En definitiva, la capacidad de las m ujeres de av an ­ zar en el ám bito científico no tiene que ver con factores biológicos sino con sus posibilidades de im ponerse a un am biente diseñado en su ausencia, y que no se modificó con su llegada. Y de esto no las salva la ciencia sino la voluntad política. Sin ella, no sólo se perpetúa una estruc­ tu ra cu ltu ral e institucional injusta, sino que tam bién se genera conocim iento de m enor calidad, pues ¿cómo se podrá considerar avance a aquello que no considera a la m itad de la hum anidad? © 1 arte de la rebelió D e s d e la lit e r a t u r a , p a s a n d o po r la m ú s i c a y el d e p o r t e , h a s ta el h u m o r, las m u j e r e s han r e s i s t i d o c o n s us e x p r e s i o n e s a r t í s t i c a s en t o d o s los á m b i t o s de la c u l t u r a . C r e a c io n e s m a g i s t r a l e s que d e le ita n y que se van d e s p o ja n d o de las i n f l u e n c i a s del u n i v e r s o p a t r i a r c a l d e c o n s t r u y e n d o a ía vez e s t e r e o t i p o s f u e r t e m e n t e in s t a la d o s en la s o c ie d a d . 100 O EL ATLAS □£ LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Literatura 0 Mujeres invisibles Anna C aballé En el siglo XIX se sentía no sólo rechazo sino verdadera repugnancia por la autonom ía fem enina. Fueron m u ch as las escrito ras que, al estilo de George Sand, nacida Aurore Dupin, re currieron al borrado de su n o m bre para evitar co n flicto s con una sociedad que exigía a las m ujeres un bajo perfil intelectual. n 1898, una m ujer joven, nacida en L’Escala, un pequeño pueblo de la costa catalana, presentó a unos Juegos Florales un monólogo dram ático escrito en verso, La infanticida, sobre el sufrim iento de una joven, hija de un m olinero, seducida p o r el p atrón y em bara­ zada. Por el terro r que siente ante su padre, el m iedo al qué dirán, sufre un ataque de desesperación y estam pa al recién nacido contra la pared. Nela lo cuenta desde e! m anicom io donde se la encierra. C aterina Albert, así se llamaba su autora, ganó los Juegos pero fue severam ente reconvenida. A nadie le pareció correcto que una mujer, y además soltera, relatase un infanticidio. “¿Acaso puede tener límites la obra del artista?”, preguntará el poeta Joan M aragall, uno de los prim eros en sugerirle que tra tara tem as más femeninos. E Personalidad dual Esa fue una línea de actuación, defender la fidelidad a su vocación en la que todo el m undo quería intervenir. Pero la otra fue aprender la lección del escándalo generado y recluirse tras un pseudónim o m asculino, Víctor Catalá, poniendo toda la d istan cia posible en tre la p erso n a y la obra. O cultando la p rim era del progresivo prestigio que alcanzaba la segunda. G enerando una personalidad dual: la m ujer de su casa, entregada a sus obligaciones fam iliares, ajen a a c u a lq u ie r fo rm a de p u b lic id a d ; y Víctor Catalá, la escritora rebelde, extraordinariam ente inteligente, que, refugiada en su soledad, preserva su independencia creadora. Su caso no es único. F ueron m uchas las e scrito ras que, en el siglo XIX, sig u ien d o el m odelo de G eorge Sand, nacida Aurore Dupin, recurrían al borrado de su nom bre para evitarse conflictos ante una sociedad que exigía a las m ujeres m antener un bajo perfil intelectual. Lo mism o haría Charlotte Bronté firm ando como C urrcr Bell su novela JaneEyre. O la novelista española, nacida, sin embargo, en Suiza, Cecilia Bóhl de Faber, recurriendo al pseudónim o de Fernán Caballero. Sus novelas alcan­ zaron gran éxito, pero ella insistía en que no era más que una “recolectora de h istorias”, negando en público cualquier tipo de creatividad. Había crecido escuchando decir a su padre, un reputado hispanista alem án, que la m ujer m asculina, la que se gobierna por sí m ism a, que no reposa en el otro, “es un ser que rep u g n a”. La sociedad del siglo XIX —el siglo en que las m uje­ res decidieron salir del cascarón dom éstico y librar sus propias b a ta lla s— no sólo sen tía rechazo, sino verd a­ d e ra rep u g n a n c ia y h o rro r a n te la a u to n o m ía fem e­ nina. M uchas decidieron hacer con la m ano derecha lo que negaban con la izquierda: así sus obras pudieron salir adelante de acuerdo con sus ideas. Es el caso de M aryA nn Evans, más conocida com o George Eliot. Ella afirm aría que lo usaba porque quería que sus obras se tom aran en serio, pero lo cierto es que tam bién deseaba p reserv arse del escru tin io público. Esa fue la actitud tam bién de M aría L ejárraga, refugiada en el nom bre de su m arido, G regorio M a rtín e z Sierra, o de Ju a n a de Vega escribiendo las m em orias del general Espoz y M ina. N inguno de ellos escribió una sola línea de las obras por las cuales se les conoce. Vírilización social o desaparición R ecurrir a u n pseudónim o m asculino no ha sido la única form a de invisibilidad. Ha habido y hay otras. El modelo Em ily D ickinson, p o r ejem plo: u n a m u je r que vivió recluida en la casa fam iliar de A m herst, consciente de su singularidad y escribiendo una poesía m aravillosa­ m ente apasionada en el estricto m arco de su habitación. Fue el caso tam b ién de Alice Jam es, h erm ana de dos colosos y víctim a de la m isoginia im perante. Su diario d em u estra qué h u b iera podido h a c er de haber salido de su cam a de enferm a. Hoy sabem os m ucho m ás de aquella histeria fem enina con la que se diagnosticaron tan tas personalidades fuertes. A. EL ARTE DE LA REBELIÓN • 101 Una tercera form a de invisibilidad la sufre, por ejem ­ plo, Concepción Arenal, una m ujer con un pensam iento filosófico propio y a la que se recluyó en el sintagma de “temperamento viril’', masculinizándola precisamente por su elevación intelectual, que solo era explicable si poseia la m ente de un hombre, Muchas mujeres han sufrido ese proceso de virilización social, sin desearlo. Por último, otra forma de invisibilidad, y esta definitiva, es la desaparición: ¿cuántas mujeres han desaparecido de la Historia, de la enseñanza, teniendo m éritos suficientes para figurar en ellas? ¿Qué fue de Émilie de C hátelet o de Hildegarda de Bingen? ¿Por qué sabemos tan poco de Juana M anuela Gorriti? ¿Habría sido posible conocer la compleja estructura del ADN sin el trabajo de Rosalind Franklin? ¿Cómo pudo negársele el acceso a la RAE a la m ejor lexicógrafa (M aría M oliner) que ha conocido la institución? Ahora vamos conociendo las respuestas. © De 114 Premios Nobel de Literatura, 14 son mujeres. 1992 <------------> 2 0 1 8 ® re c ib ie ro n el Nobel en los ú ltim o s 26 años Anónimas Maria Lejárraga pseudónimo: Gregorio Martínez Sierra (1874-1974) Escritora española "Ahora, anciana y sola, véome obligada a proclamar mi maternidad [la de sus obras] para poder cobrar mis derechos de autor." Virginia Woolf (1882-1941) Escritora británica "Yo me aventuraría a pensar que Anónimo, quien escribiera tontos poemas sin firmarlos, fue a menudo una mujer." Aurore Lucile Dupin pseudónimo: George Sand (1804-1876) Escritora francesa "Un hombre y una mujer son hasta ^ t otal J punto la misma cosa que casi no se entiende la cantidad de distinciones y de razonamientos sutiles de los cuales se nutre la sociedad sobre este argumento." L Fuente: Elaboración propia. • • • Militancia escrita Imaginarios feministas G ab riela B orrelli A zara y F lo re n c ia E. G onzález La lite ra tura e s c rita por m u je re s s ie m p re ilumina el c o n te x to h is tó rico y refleja 'as p ro b le m á tic a s sociales, c o m o las de género. E s c rito s que se ajustan o no a los e s q u e m a s filo s ó fic o s y sociales im p e r a n te s pero que d e n u n c ia n a su vez las se cu la re s d e sig u a ld a d e s e n tre m u je re s y h o m b re s . na línea invisible pero constante que tiende redes hacia el pasado y el presente. La historia de la litera­ tura escrita por mujeres suele atomizarse en lecturas postfeministas, en un revisionismo que esconde a sus obras de los paradigm as de pensam iento de la época que habita­ ron las autoras. Escritos que se ajustan o desajustan a los esquemas filosóficos y sociales en que se inscriben. Trazar una genealogía amplia pero medida de las obras escritas por mujeres desde la m itad del siglo XX nos perm ite com enzar a pensar la historia de la literatura como círculos interconectados atravesados por una línea de tiempo. U Poner en duda fo biológico El punto de partida será la filósofa que atraviesa las barreras del pensamiento con ensayos y ficciones: Simone de Beauvoir. El segundo sexo se publicó en Francia en 1949, vendió veinte mil ejem plares en pocas sem anas y se convirtió en la Biblia de la militancia feminista, com enzando lo que se denom inó la “tercera ola fem inista”, iniciada a m itad del siglo XX. “Simone, ¡todas te lo debem os!”, gritó la escritora francesa Elizabeth Badinter en el funeral de Beauvoir -según relata la autora inglesa Lisa Asppignanesi en la biografía Simone de Beauvoir, publicada en 1988-, Si bien Beauvoir escribió nueve novelas de ficción-entre ellas Los mandarines de 1954 , cuentos -com o los publicados en La mujer rota de 1968- y varios libros de m em orias -su autobiografía más reconocida es M em orias de una joven form al publicada en 1958-, fue con las palabras con las que inicia £ / segundo sexo: “No se nace mujer, se llega a serlo”, que abrió camino tanto al pensam iento filosófico como al ficcíonal. Esa frase encarna una ídea perform ática, exis­ tencia! ista y moderna, donde la existencia (sobre todo de la m ujer) precede ala esencia; es una aseveración que discute con los saberes de las ciencias m édicas y con la biología, expandiendo esta idea a sus ficciones y al imaginario y la vida de las m ujeres, hasta la actualidad. La escritora francesa M arguerite Yourcenar no reivin­ dica ese hecho como un logro de la condición femenina, y m ucho m enos de la m ilitancia feminista. Tampoco ha escrito sobre mujeres. Más bien ha tomado a su literatura como una forma de hablar de sí misma a través de los otros, de sus personajes, La escritura de Yourcenar está en contra de los particularism os, ya sean de géneros, naciones o religiones. Por eso cuando cuenta la vida de Adriano en su célebre Memorias de Adriano -publicado en 1951- no está hablando de él: es la expresión de la condición hum ana la que se transm ite con la palabra, haciendo que los docum entos históricos tom en vida. A través de Adriano se entiende que el punto justo de la libertad es el de la profunda servidum bre. Se com prende tam bién que la libertad no es un don sino una conquista, un acto de audacia, de exigencia extrem a y de prudentes concesiones. Yourcenar se nutrió de la filosofía clásica, de los dioses antiguos que no im ponen ningún dogma, y tam bién de la filosofía oriental. A través de los artilugios del lenguaje y de sus personajes, dejó sentada su posición ontológica en la voz de Adriano: “Un hom bre que piensa o calcula no pertenece a un sexo; escapa incluso a lo hum ano”. Entonces podría decirse lo mismo de una mujer. Cualquier persona que piensa no tiene género. De ahí su posición respecto al feminismo. Yourcenar es un médium, un eco, una resonancia que viene del pasado, un instrum ento por donde pasan vibraciones. La humanidad en un insecto Publicada en 1964, La pasión segiin G.H. es, para muchos, la obra m aestra de la escritora brasileña Clarice Lispector. Leer a L ispector es como desem brollar un ovillo. Al principio, la madeja de su lenguaje es sim ple, acentuado p o r una recalcitran te subjetividad que nos tran sp o rta a un m undo cerrado y dem asiado propio. Pero, lentam ente, como atravesando un viaje largo, sus palabras se instalan de una m anera novedosa, envuelven y conducen al lector por un cam ino que se torna nuevo, deseando com partir el viaje, vaciar esas palabras, exprim irlas hasta desconocerlas. La historia relatada en La pasión según G.H. es simple: una escultura de clase alta que vive en un edificio de depar­ tam en to s de Rio de Jan eiro resuelve arreglar el cu a rto de la criada que se fue. A com odar el cuarto de servicio 4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN * 1 0 3 significa dar form a a su casa, transform arla en un espado m ás que tenga su sello, su estilo. La decisión de apoderarse de ese alejado cuarto está alentada en la creencia de que será el lugar más sucio de su departam ento. Pero no, la habitación es clara, limpia y luminosa. En una de sus paredes encuentra pintado un m ural con una pareja y un perro, cuyas m iradas le resultan desafiantes y en donde cree ver una dedicatoria hacia su persona, a su clase social e incluso a la fatuidad de su arte. Ante esta experiencia desmitificadora llega a una esencial: al abrir la puerta del placard ve una cucaracha. Este encuentro le provoca repulsión, un asco abominable, pero es a la vez el motivador de una ancha y difícil evaluación de su propia existencia, que siem pre sintió tan resguardada, tan acomo­ dada tomando café en su piso carioca. El encuentro con la cucaracha es un momento de iluminación para regresar a un estadio prim itivo, salvaje, y por ello, quizá, feliz. Ella m isma es la cucaracha. O los escultores. O su clase social. O los hombres. O el capitalismo. O la sociedad toda. Dudase incertezas Silvina Ocam po es una desm itificadora, rom pe con los convencionalismos y con el desarrollo del m undo tal cual se espera que funcione. Sus cuentos son un viaje pero sin saber a qué destino. En el trayecto, se alterna lo real con lo fantástico, lo maravilloso, lo sobrenatural, mezcla de idiomas, géneros e impulsos inconfesables. Esa dificultad para poner límites se convierte en norma, en virtud. Inclasificable, su literatura es inquietante, cada palabra explora posibilidades narrativas, poéticas, dramáticas y el hum or como vehículo del horror y form a canalizadora de la pasión. La decadencia alienta el aire gótico que sobrevuela una escritura hecha de incertezas; entre todas las dudas, las mayores están dedica­ das a las criaturas femeninas e infantiles protagonistas de decenas de cuentos -com o Cielo de claraboyas de 1937 y La muñeca de 1970-, terreno prolífico de la escritora. En 1961, Silvina Ocampo escríbelas invitadas, un cuento clave donde evidencia su estilo literario. Siete niñas son invitadas para festejar el cumpleaños de seis años de Lucio, que por contraer rubéola queda al cuidado de una niñera por el viaje de sus padres. Las invitadas carecen de todo tipo de inocencia para su edad, tienen un conocim iento sobredim ensionado sobre el m undo y las personas. Ese desborde de atributos físicos y oscuridad oscilante moralinmoral subraya ingredientes góticos, con visos de barroco o neobarroco. Exceso y desborde que recorre la obra de Ocampo, quizás tam bién su vida. En ¿7 cuento de la criada, M argaret Atwood tenía varios antecedentes en su imaginación respecto a la vejación del cuerpo de las mujeres por parte de un Estado totalitario, pero la más fuerte de sus inspiraciones provenía de la dictadura m ilitar argentina. La apropiación de más de 500 bebés por paite del Estado durante los años 70 caló profundamente en la autora. El cuento de la criada narra en prim era persona un futuro distópico en el que, tras guerras con armas nucleares, Estados Unidos se ha transformado en la República de Gilead, una teocracia basada en el puritanismo y en la interpretación extrema del Antiguo Testam ento en el que la sociedad se estructura y organiza de m anera patriarcal y arcaica. Las criadas son mujeres “fértiles” que viven sin derechos en hogares que las han adoptado con el único objetivo de ser “em barazadas” por el dueño de casa. Atwood expone toda una serie de dispositivos de disciplinam iento de las m ujeres que p u ed en relacionarse d irectam en te con el libro Vigilar y castigar, escrito p o r M ichel Foucault en 1975, unos años antes de la novela de Atwood. En ese texto fundam ental para la historia del pensam iento, Foucault describe exhaustivam ente el sistem a penitenciario desde la Edad M edia y, específicam ente, aclara que las técnicas disciplinarias son parte de una herencia medieval m onás­ tica. El cuento de la criada cristaliza en su narración toda la e stru c tu ra de la sanción no rm alizad o ra que expone Foucault en su texto. La lite ra tu ra escrita p o r m ujeres, de larga historia, invita a pensar sobre problem áticas del género pero no c ierra su cam po de acción a estos tem as. E ste tip o de escritura perm ite pensar un contexto histórico, la división de clases e incluso la propia hum anidad. Desde Simone h a sta la actu alid ad , cada u n a con su im aginario, han logrado dejar su huella. © Escritoras en su contexto SIMONE DE BEAUVOIR El segundo sexo ELSA MORANTE La isla de Arturo Fuente: Elaboración propia. MARGUERITE YQURCENAR Memorias de Adriano PATRICIA HIGHSMITH Carol Escritores de la época / Obro - Paradigma dominante SILVINA OCAMPO Las invitadas MAYA ANGELOU Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado NATALIA GINZBURG Léxico Fami/iar ELENA PONIATOWSKA Hasta no verte Jesús mío MARGARET ATWOOD Ei cuento de la criada CAROL HANISCH Lo personal es político ELENA GARRO Andamos huyendo Lola KATE MILLETT Polít/ca sexual ISABEL ALLENDE La coso de los espíritus URSULA K. LE GÜIN La costo más lejana DIAMELA ELTIT Lumpérico FLEUR JAEGGY Los hermosos años del castigo ANA MARÍA MATUTE Los hijos muertos CLARICE LISPECTOR La pasión según G. H. SARA GALLARDO Eisejuaz Jean Paul Sartre / El existencialismo es un /íumon/smo SYLVIA PLATH La compana de cristal MARÍA VIRGINA ESTENSSORO El occiso Martin Heiddeger/ El origen de la obra de arte Gilíes Deleuze/ Prousí y ios signos Roland Barthes / La muerte del autor Michel Foucault / Vigilar y castigar 1D4 o EL ATLAS DE L A REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Lenguaje Hablar sin sexismos M ercedes B engo echea Más allá de la diversidad de tipologías y orígenes, las lenguas coinciden en reflejar de m a n era a s im é tric a a m u je re s y h o m bre s. El a n d r o c e n tris m o está p resente incluso en lenguas que no tienen género gram atical, vestigios de un sistem a patriarcal que p ro g re s iv a m e n te se va d e sm on tan d o ... Lenguas con pronombres personales que carecen de distinción de género W ichita Oklahoma, EE.UU. , Comanehe Texas, EE.UU. Groenlandés Idioma oficial Groenlandia Kutenai Vasco Idioma co-oficial en Pais Vasco y en Navarra Pais Vasco Finlandés Idioma oficial Finlandia Nenezo Nenetsia, Rusia Húngaro Idioma oficial Hungría Turco Idioma oficial Turquía Arm enio Idioma oficial Arm enia Columbla Británica, Canadá Ainu N orte de Honshu, Japón Zapotee , Idioma oficial N Oaxaca, Puebla, Guerrero, suroeste de Veracruz (M éxico) / Hindi Idioma co-oficial India Quechua V ietnam ita Idioma oficial Vietnam (Im babura) Ecuador Aym ara —— Idioma co-o ficia l en Bolivia y Perú La Paz, Oruro (B olivia) Moquegua, Puno, Tacna(P erú) W ichi N orte de Salta (A rge ntin a) Sur de Tanja (B o livia ) ' Indonesio Idioma oficial Indonesia Maori Idioma oficial Nueva Zelanda Selknam T ierra del Fuego, Argentina Abipón Santa Fe, A rgentina Bambara Mali Yoruba Idioma oficial Nigeria Dongolese nubían Sudán Kurdo Idioma oficial d é la Región Autónoma Kurda de Irak Arabana A ustralia Meridional, A ustralia Fuente: Matthew S. Gryer y Martin Haspelmath (eds.), "The World Atlas of Language Structures Online', Leipzig, Max Planck Institute for EvolutíonaryAnthropo!ogy,2013. 4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN * 1 0 5 esde los años 70 los feminismos han tratado de hacer visibles las formas asimétricas en las que los sistemas lingüísticos representan a las mujeres y a los hombres. Esta arqueología del sexismo verbal ha buceado en las lenguas mayoritarias del planeta (inglés, español, chino, árabe, japonés, indonesio, ruso, francés, alemán...) y en muchas minoritarias; es decir, en lenguas de diversa tipología y origen, pero que tienen en común ser el producto de sociedades patriarcales. Los resultados no dejan lugar a dudas. Pese a las grandes diferencias, se han podido identificar una serie de rasgos sexistas que comparten todas las lenguas, y que invisibilizan, degradan, subordinan o discriminan a las mujeres. Esto se refleja en fórmulas de tratam iento asimétricas (“señorita”), expresiones idiomáticas sexuadas (“cabecita loca”), refranes, un orden de colocación que otorga preemi­ nencia alos hombres. Con frecuencia, los términos que señalan profesiones y ocupaciones de las mujeres se forman añadiendo al término masculino un sufijo, que “marca” el femenino y lo convierte en un producto derivado y subordinada Es habitual que esa marca femenina conlleve también connotaciones peyorativas: “gobernanta” o “asistenta” (limpiadora) en espa­ ñol, mientras los correspondientes masculinos son neutros o gozan de connotaciones positivas: “gobernante”, “asistente”, “m ajor” (comandante). Algunos femeninos tienen connota­ ciones tan desfavorables que incluso se prefiere el masculino para mujeres: “vrac” para referirse a médico en ruso. En todas las lenguas analizadas la relación entre mujeres y hombres se construye alrededor de un principio básico: el androcentrismo. Se ha percibido androcentrism o en el funcionamiento del género gramatical, un rasgo sintáctico que no poseen todas las lenguas. El género gramatical es un sistema de clasificación de los sustantivos que siempre incluye al menos dos géneros, en uno de los cuales están incluidos los hombres y en el otro las mujeres. Las lenguas que poseen esa propiedad se sirven del género gramatical para codifi­ car la distinción semántica entre los sexos, dividiendo a las personas según su anatomía y simándolas en un orden bipolar jerárquico, en cuyo extremo superior están representados los hombres ylo masculino, y en el extremo inferior lo femenino D y las mujeres, que aparecen subordinadas e invisibilizadas. En esta jerarquización de los sexos cumple un papel funda m ental el uso “no m arcado” del masculino: los térm inos masculinos simbolizan a los varones y a la especie entera (androcentrismo), en tanto la concordancia de sustantivos masculinos y femeninos referidos a personas debe realizarse en masculino. Pero el androcentrismo también se verifica en aquellas lenguas que carecen de género gramatical. En la mayoría de las lenguas del mundo los sufijos empleados para nom brar a los hombres se utilizan como universales: tal es el caso de -mies (“hombre") en finés o -man (“hom bre”) en inglés, que se pretenden neutros, por lo que palabras como Iakimies (“jurista hombre”) en finés, o chainnan (“presidente hom bre”) en inglés se aplican de forma androcéntrica a mujeres y hombres. Se ha demostrado que esas construcciones en masculino no se interpretan como incluyentes. Las investigaciones concluyen que los hombres -m ás que las mujeres- las asocian sólo a hombres y no “ven” en ellas a mujeres, a la vez que fortalecen la idea de que el masculino y lo masculino son el género más valioso. Así, las relaciones entre los sexos se construyen simbólicamente mediante herramientas léxicas y gramaticales que, si bien son formalmente distintas en cada lengua, producen efectos similares. Políticas antisexistas En prácticamente todas las lenguas se pueden observar actual­ mente diferentes iniciativas tendientes a cambiar este estado de cosas. En algunas ocasiones estas transformaciones han sido apoyadas por Estados e instituciones mediante políticas lingüísticas activas que incluyen la difusión de guías para un uso no sexista del lenguaje, mientras otros países van a la zaga en su toma de conciencia respecto del tema. Pese a encontrar en ocasiones recelo y desconfianza, cuando no rechazo frontal por parte de ciertas autorida­ des de las lenguas, la reforma va extendiéndose por todo el planeta. Después de todo, las lenguas actuales son los modos de expresión y producción de un pensamiento patriarcal que se encuentra en pleno proceso de deconstrucción. © Femeninos en diversas lenguas por derivación Lengua NORUEGO Arabe RUMANO INGLÉS RUSO INDONESIO HEBREO MODERNO f O Término para hombre Término para mujer Traducción ai español Forfotfer Katib Pictor steward majar vrac profesor Dokter Saxkan lorfatter-inne katib-a p/ctor-rfó steirardess majoreffe vraé-ixa profesor-ío dokter perempuon soxkan-it autor-autora secretario-secretaria pintor-pintora camarero-camarera De las 378 lenguas del mundo clasificadas según la existencia o no de pronombres personales de sujeto con marca de sexo, 254 lenguas carecen de estas marcas. comandante-m3jorette médico-médica profesor-profesora médico-médica Actor-actriz Fuente: MatthewS. Dryer y Martin Haspelmathfeds.), The World Atias of Language Structures Online”, 2013. 67,2% Fuente: Matthew S. Dryer y Martin Haspelmath (eds.), 'The World Atias of Language Structures Online", 2013. 106 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Medios de comunicación Un espejo del machismo Luciana Peker A pesar de los cam bios actuales de paradigma, el rol de la m ujer en los medios masivos, tanto en la ficción co m o en las noticias, continúa fu e rte m e n te cargado de estereotipos sexistas. En este escenario, las redes sociales co nstituyen un canal de com u nica ción para cue stio na r este discurso. ólo en tres de cada diez casos en el mundo las mujeres son sujetos de noticias en los diarios, la radio y la televisión, según el Proyecto de M onitoreo Global de Medios (GMMP, por su sigla en inglés) realizado por la Asociación M undial para la Comunicación Cristiana y difundido en 2016. Al mismo tiempo, cuando los medios hablan de ellas también lo hacen de su familia. No hay mujer singular, sino mujer familiar, en rol de m adre o cuidadora. Y a pesar de que el futuro aparece con la expectativa de abrirle la puerta al cambio, el mito del progreso no es real. Casi no hubo avances en relación al sexismo y los estereo­ tipos de género con respecto a cinco años atrás. Todavía m enos son las voces fem eninas que hablan sobre las noticias. Siguiendo el m onitoreo del GMMP, sólo el 15% de las que firman las notas en los diarios son periodistas. El cambio no derrama, sino que llega por cupos, monitoreos, acciones afirmativas, críticas públicas o una dem anda clara, pero no por propia iniciativa de quienes hoy tienen el protagonismo: los varones. El periodismo que cuestiona los estereotipos de género es escaso; esta crítica sólo alcanza al 4% de la cobertura informativa, según el estudio m encionado. En este sentido, si no se abren las puertas a nuevas miradas, las miradas no se abren solas. S Vigilar y cuestionar “M ientras los cambios hacia una comunicación con pers­ pectiva de derechos se producen a paso lento, las audiencias parecen reflejar una m irada cada vez más crítica de los contenidos que discrim inan a las mujeres, con reacciones que se difunden en redes sociales, convirtiéndose en un fenóm eno de vigilancia colectiva”, subraya la periodista M ariana Carbajal en el capítulo “Medios de comunicación y género”, del libro Miy'eres y varones en la Argentina de hoy. Géneros en movimiento, compilado por Eleonor Faur, editorial Siglo XXI, 2017. En redes sociales, como Twitter, no sólo se produce y reproduce información y se genera un discurso que incide en la televisión y en las políticas públicas, sino que también se m onitores el sexismo en los medios. Un ejemplo es la cuenta @ columnistOS que se expandió de A rgentina a Paraguay y Costa Rica. Según el m onitoreo que realiza esta cuenta, desde diciembre de 2017 a abril de 2018 sólo un 16,7% de las columnas estuvieron firmadas por mujeres en Argentina. Las periodistas, escritoras y expertas no firman tres cuartas partes de las opiniones con peso, pluma y jerar­ quía a nivel mundial, según el GMMP. Pero tam poco son protagonistas de las noticias. En Costa Rica, por ejemplo, las mujeres aparecen sólo en una de cuatro noticias (26%) de radio, gráfica y televisión, como indica el monitoreo en ese El periodismo que cuestiona los estereotipos de género es escaso, esta crítica sólo alcanza al 4% de la cobertura inform ativa. pais del GMMP del año 2015. En Internet la cifra asciende al 37%, aunque, en tiempos tan vertiginosos, las mediciones suben por encima de los term óm etros y las redes sociales ampliaron la participación de género con una influencia tangible en los hashtag #MeToo #Tim e'sU p (ambos en Estados Unidos) o #YoTeCreoHermana (en España). Consultada para este artículo, la investigadora en medios de comunicación, tecnologías digitales y género, Claudia Laudano, señala: ‘T rente a las dificultades para infiltrar los medios de comunicación con estrategias que desarmen los estereotipos sexistas, más allá de excepciones que siempre se registran, la apropiación de redes sociales resultó un atajo para el feminismo, dado que en diferentes contextos y momentos fue posible poner en circulación discursos e imágenes que resquebrajaron aquellos férreos moldes 4 4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN • 107 Sexualización de la mujer en el cine ¿Quién presenta las noticias? Según rango etario, en porcentaje Según medio y género, 2015 P re sen tació n de notas in fo rm a tiva s 32% Adultas X Femenino Los personajes de mujeres entre 13 y 39 años son igualmente sexualizados. I “¿ M asculino Fuente: Geena Davis Instituís on Gender in Fuente: Proyecto de Monitoreo Global de Medios, 2015. Media, 2015. Representación en las noticias Según género Contenido de ias noticias Notas informativas con mujeres como centro de ia información (prensa escrita, radio y televisión), en porcentaje 10% Celebridadades, Crimen a rte s y y violencia deportes de las notas inform ativas Ciencia y salud tie n e n m ujeres com o cen tro % Fem enino % Masculino Se la presenta como víctima 16 Se la presenta como sobreviviente 8 8 3 de la inform ación Se la identifica por su condición en la familia Fotografías en prensa escrita Fuente: Proyecto de Monitoreo Global de Medios, 2015. 30 19 23 Fuente: Proyecto de M onitoreo Global de Medios, 2015. 5 108 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN OE LAS MUJERES .................................................................................. Mujeres detrás de cámara En porcentaje, según área Personajes según género en el cine • • • • con producciones alternativas, no hegem ónicas. Se alimentan de producciones artísticas, del humor y la ironía, y perm iten visibilizar otras subjetividades, en especial para las jóvenes”. Siete de cada diez jóvenes se inform an a través de las redes sociales, según el estudio Normas sociales e imagina­ rios que profundizan la violencia contra las mujeres realizado por Oxfam (una confederación internacional que realiza acciones de lucha contra la pobreza) en ocho países de América Latina y el Caribe, sobre imaginarios y norm as sociales en m ujeres y hom bres jóvenes de 15 a 25 años, publicado en julio de 2018. “Con la fuerte entrada de Internet y los sm artphones en América Latina y el Caribe, sin negar que son nuevos espacios o medios de violencias machistas, se está facilitando el consumo de información alternativa”, explica, en una entrevista para este artículo, Damaris Ruiz, coordinadora para América Latina y el Caribe del área de Derechos de las M ujeres de Oxfam. Ruiz tam bién alerta: “Si bien las m ujeres tienen cada vez más presencia y voz en los medios de comunicación, el tema de fondo es desde qué posiciones, con cuáles roles y qué imágenes de m ujeres siguen reproduciendo. Si bien Sólo el 3% de los anuncios en el 1mujer cada 7 hombres representa a un profesional en Ingeniería, Ciencias, Tecnología o Matemáticas. mundo muestran a las mujeres en actividades profesionales y en el 97% de los roles en Ingeniería fueron para mujeres. el rol feminizado es secundario. de tos roles en Tecnología fueron para mujeres. la cobertura de noticias relacionadas con las violencias m achistas ha mejorado, sigue siendo sum am ente preocu­ pante cómo se comunican los casos, en general revictimizando, profundizando alegatos que reproducen norm as sociales tradicionales que imponen la creencia de que las mujeres son las culpables. Es muy preocupante que la gran mayoría de los medios de comunicación parecieran estar utilizando las noticias sobre las violencias machistas como otro factor de venta más, lo cual juega un papel elemental en la normalización de las violencias contra las m ujeres”. de ¡os roles en Ciencias fueron para mujeres. Fuente: Geena Davis Institute on Gender in Media, 2015, Magros avances Pantallas machistas hasta septiem bre de 2017, se estrenaron 144 películas argentinas, de las cuales 31 fueron dirigidas por mujeres, 3 fueron co-d¡rígidas y el resto fueron dirigidas íntegram ente p o rv arone s(F lo re nc ¡a Tundis y Maitena Mtllena, "El viaje de la heroína; ¿existe la equidad de género en ía industria argentina?", Economía Femini(s)ta, h ttp ://e c o n o m ia fe m in ita .c o m ). La publicidad intenta salir del cliché de la chica que consi­ gue la felicidad si brilla su pelo o la m adre que es capaz de cortarse un dedo para tener la cena lista y bailar al trapear el piso, pero gran parte de la industria publicitaria no apuesta por innovar, al mismo tiempo que la mirada crítica no está aún instalada. Sólo tres de cada diez varones adolescentes se dan cuenta de que las publicidades tienen un sesgo sexista, según el estudio realizado por el investigador Pablo Vidal para su tesis doctoral de la Universidad del País Vasco en 2017, “La percepción del sexismo en la publicidad: un estudio con alumnado adolescente de la Comunidad Autónoma del País Vasco” , entre 528 estudiantes de ocho secundarias de la com unidad vasca en España. Sólo el 3% de los anuncios en el m undo m uestran a las m ujeres en actividades profesionales y en el 97% de las U, EL ARTE DE L A REBELIÓN * 109 Sesgo de género sin fronteras Pa rtic ip a c ió n de m u je re s en el cine, en porce n ta je In v is ib iliz a d a s Mujeres en pantalla Seqúne! Monitoreo Global de Medios(2015), en América Latina, las m ujeres fueron sujeto de la noticia en sólo el 29% de los casos, tanto en medios tradicionales (impresos, radio, televisión) com o en in te rn e t y Twitter. de lo s p a p e le s co n te x to son a c tu a d o s p o r m u je re s. d e los film s tie n e n una p ro ta g o n is ta m ujer. d e lo s ro le s c o n te x to de pe lícu la s de a c c ió n o a v e n tu ra s son re p re s e n ta d o s p o r m u je re s. 7 de tos film s posen un e le n c o e q u ilib ra d o en g énero. Participación de mujeres en ei cine Por ac tividad e c o n ó m ic a , en porcentaje, 2015. Nota: datos o b te n id o s de una inve s tig a ció n realizada 15% M edicinaysalud 14% Ejecutivas en 2015 a p a rtir de p er­ sonajes in te rp re ta d o s p or Inversoras m ujeres en film s populares Políticas en once países (Estados 7% Abogadas y juezas Deportistas destacadas 4% Unidos, Japón, China, Reino Unido, Australia, India, Fran­ cia, Alemania, Corea de! Sur, Fuente: Geena Davis Institute on Gender in Media, 2015. publicidades el rol fem inizado es secundario. M ientras, nueve de cada diez mujeres sienten que les quieren vender - e n todo se n tid o -, que ellas sólo son sím bolos sexuales, y el 30% cree que sólo se m uestran m ujeres percibidas desde la m irada m asculina en los avisos, según el Prim er E studio de Seguim iento sobre las A ctitudes V inculadas a la Igualdad de Género de U nilever - e n el m arco de la Alianza #U nstereotype, en conjunto con ONU M ujeres-, realizado en 25 m ercados y publicado por Com unicación para la Igualdad. En el cine tam poco se construye una im agen de pari­ dad, De acuerdo a la investigación Gender bias w ithout borders, realizada por el Geena Davis Institute of G ender in M edia en 2017, sólo tre s de cada diez personajes de película son m ujeres. Las protagonistas de películas son apenas el 23%. Corea del Sur, A ustralia, C hina y Japón son los p aíses con m ayor c a n tid a d de ro le s e ste la re s fem inizados. El m u n d o cam bia a n te s que q u ie n e s m u e s tra n el m undo. El 41% de las m ujeres en Argentina trabajan, pero Rusia y Brasil), únicam ente el 25% de las actrices encarnan personajes q ue trabajan en el cine, según el inform e “R ep resen ta­ ciones de género en el cine argentino: u n análisis de los p erso n ajes fem eninos en las pelícu las arg e n tin a s m ás vistas”, de las investigadoras argentinas B árbara Duhau, Taluana W enceslau y C arolina Villanueva, publicado en 2016 en el sitio w eb de m onitoreo de género en el cine argentino w w w .unpastiche.org. La p a n ta lla refleja u n a d esig u ald ad que c o m ie n za desde antes del grito de “¡Acción!”. Sólo hay un 21% de d ire c to ra s y un 20% de g u io n istas en la in d u stria del espectáculo m undial, de acuerdo al inform e del G eena Davis In stitu te o f G ender in M edia. Las diferencias son palpables. No es sólo cuántas se m uestran, sino cóm o se m uestran: una de cada seis m ujeres aparecen sexis o con p oca ro p a y el 36% son a d o lescen tes, según el m ism o inform e. En e ste sen tid o , no hay una re p re s e n ta c ió n igualitaria, b asta con observar la representación m ascu­ lina: sólo uno de cada doscientos varones se exhibe de m an era atractiva en las películas. ® Deporte Juego limpio Sonia S an to ro En el d e p o rte ia idea de la m u je r c o m o sexo débil fija jerarquías y en los J u e g o s Olímpicos es donde más claramente se manifiesta. A pesar de que en los últimos años a u m e n tó s ig n ific a tiv a m e n te su p a rticip a ción , las deudas en té r m in o s de equidad siguen siendo im p o rta n te s . E l deporte tal vez sea el am biente en el que el este­ reotipo que atribuye a las m ujeres ser el sexo débil esté más arraigado. Allí donde parecería que lo que está en juego solo tiene que ver con la biología, es donde las visiones tra d icio n a le s de sexo débil vs. sexo fu erte adquieren más fuerza, así com o las discrim inaciones y las hum illaciones cuando alguien escapa a la norm a h e te ro ­ sexual. Sería injusto decir que las cosas no están cambiando, casi tanto como proclam ar que m ujeres, hom bres y trans tienen igualdad de oportunidades en el m undo deportivo. Observar el devenir de los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) desde sus inicios ayuda a tener un panoram a de la situación de las m ujeres en el deporte. El padre fundador del olim pism o m oderno, el francés Pierre de Coubertin, sostuvo hasta sus últimos días que el lugar de la m ujer en los JJ.OO. debia ser el de entregar las coronas a los vencedores. Su inspiración eran los juegos atenienses, que no sólo excluían a las mujeres como deportistas, sino tam bién como espectadoras. Con este trasfondo, los prim eros .IJ.OO., celebrados en Atenas en 1896, fueron enteram ente masculinos. Las m uje­ res se sumaron en los segundos, organizados en 1900, en los que solo representaron un 2%. T endrían que pasar ciento catorce años para que en 2012, en la ciudad de Londres, las m ujeres com pitieran en todas las categorías y p a rti­ ciparan en todas las delegaciones, Los últim os JJ.OO. de Río de Janeiro en 2016 estuvieron cerca de la paridad, ya que según datos del O bservatorio de G énero en los Juegos Olímpicos Río 2016 las m ujeres representaron el 45% del total de los deportistas. Oportunidades y liderazgos Como o cu rre en otros ám bitos, paridad no quiere decir equidad, y si b ien m ejoró el acceso de las m ujeres a las instancias de alto nivel competitivo, las deudas en térm inos de equidad siguen siendo importantes. Por un lado, las niñas y m ujeres en todo el m undo tienen m enos oportunidades y consiguen m enos inversión y capacitación. Cuando logran llegar a ser atletas profesionales, se e n c u en tra n con un techo de cristal y unabrecha im portante en el salario. Según datos de ONU M ujeres, por ejem plo, la retribución total Participación de las mujeres en los Juegos Olímpicos Países con p a r tic ip a n te s fe m e n in a s y a tle ta s m ujeres, en p o rcentaje , 1896-2012 100% 204países 1896 I 1WB 192*. 1936 1956 1968 Porcentaje de países con participantes fem eninas Fuente: Comité Olímpico Internacional. ! Porcentaje de atletas mujeres 4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN • Til Tan es así que, en 2007, el COI hizo pública una Declaración de Consenso que define el problemay da pautas para su prevención. para lu últim a Copa M undial de Fútbol Fem enino fue de 15 m illones de dólares, contra 576 millones de dólares en la últim a Copa M undial de Fútbol Masculino. Otro tanto ocurre con el tenis de alto rendimiento, donde son públicas las disputas por equiparar los premios. Por otro lado, la representación fem enina sigue siendo inferior en los puestos de alta jera rq u ía de las in stitu ­ ciones deportivas locales, nacionales y m undiales. En 2015 las m ujeres ocupaban, en prom edio, un 14% de los puestos de tom a de decisiones en las confederaciones continentales de deportes olímpicos en Europa. El Comité Olímpico Internacional (COI) incorporó por prim era vez m ujeres en cargos directivos en 1982. H asta julio de 2016 sólo cuatro m ujeres (25%) integraban la Ju n ta Ejecutiva, m ien tras que el 38% de particip ació n fem enina en las com isiones alcanzado en 2017 fue difundido com o un gran logro. Las m ujeres tam bién en fre n ta n obstáculos para ser entrenadoras o directoras técnicas. Según datos del Instituto Europeo de la Igualdad de Género, apenas en tre un 20% y un 30% de los en tren ad o res deportivos de Europa son m ujeres. Este escenario conduce a que las jóvenes no tengan liderazgos fem eninos fuertes que las inspiren en su desa­ rrollo y se pierdan la posibilidad que ofrece el deporte de em poderarse sobre sus cuerpos y su autoestim a. Por otro lado, la inequidad favorece situaciones de violencia: en años recientes se m ultiplicaron las denuncias de jóvenes por acoso y abuso sexual por parte de sus entrenadores, del personal m édico o dentro de las instalaciones deportivas. Con gusto a poco Las políticas destinadas a prom over la participación fem e­ nina en los deportes, y a superar prácticas discriminatorias aparecieron con fuerza hace poco más de dos décadas. La Prim era Conferencia M undial sobre la M ujer y el Deporte se celebró en 1994 en Brighton. De ella resultó ia “Decla­ ración de B righton” y la creación del G rupo de Trabajo Internacional sobre la M ujer y el D eporte que impulsan, en tre otras cosas, la igualdad de género, el liderazgo de m ujeres y la asignación de recursos a m ujeres deportistas y a program as destinados a increm entar la participación de la m ujer en el deporte. En tanto, la Agenda 2030 para el D esarrollo Sostenible, adoptada por las y los líderes mundiales en 2015, reconoce explícitamente que el deporte es un facilitador im portante para el reconocim iento del cuerpo, el desarrollo y el em poderam iento de las m ujeres. A pesar de los avances, el día a día de las niñas y mujeres que quieren practicar un deporte de m anera competitiva sigue siendo una lucha c o n tra el ninguneo, el sexism o m ediático y la falta de recursos y apoyos de todo tipo. En 2017, después de décadas de críticas por parte del feminismo, la Real Academia Española, que históricamente definía “sexo débil” como “conjunto de m ujeres”, aceptó agregar la aclaración “con intención despectiva o discri­ m inatoria”. Los cambios en el m undo deportivo dejan la m ism a sensación: todavía tienen gusto a poco. © Deportes con representación femenina P artic ipac ión en d iferentes disciplinas d e p o rtiv a s de los J u e g o s Olímpicos, según sexo Sólo com piten hom bres Disciplina únicam ente fem enina Compiten hom bres y m ujeres 76 80 84 88 92 96 00 04 08 12 16 • ééé i é é • • • • i • • • é é * é • é • i é é f i é é • é • ; é Á • ♦ f ' A ♦ : * ; • 4 • • 4 é é • ♦ • át • ; • i * i , é é ' • • * « • • l * í é é é ♦ • • • • Tenis Natación Gim nasia artística t » í ¥ J k . A tle tism o Voléibol Básquetbol Hockey sobre césped Gimnasia rítm ica Nado sincronizado Judo Fútbol Sóftbol Vóley playa Lucha e • Fuente: C om ité Olímpico Internacional. Boxeo 112 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES Infancia Muñecas y autitos Carolina Duek Los juguetes son un reflejo de la infancia donde se proyecta la mirada de los adultos que canalizan en ellos sus expectativas y aspiraciones. Los fabricantes, aunque lentamente, se ajustan progresivamente a los cambios sociales. Pero los estereotipos de género siguen estando muy instalados. a infancia, como categoría social y cultural, se inventó. No existió desde siempre, como podría parecer, sino que fue construida a partir de una mirada que proyectaba una desigualdad con el mundo de los adultos. Así, se crearon instituciones, planes de estudio, normas de comportamiento y expectativas orien­ tadas a educar a las infancias, que aparecían como sujetos cruciales en la modernidad. La homogeneización y la normalización social fueron dos claves para pensar las infancias en el siglo XX. Todos los chicos y las chicas debían ser escolarizados y estar higienizados. La igualdad de los contenidos y la inserción en las instituciones no garantizan por sí mismas la igualdad de oportunidades. Por eso es imposible construir cualquier aproximación a las infancias sin tomar en cuenta las desigualdades que las atraviesan desde su mera defi­ L nición. Trayectorias sociales, políticas, culturales y económicas organizan la vida cotidiana de los y las chicas y configuran los horizontes de posibilidades y limitaciones con las que conviven. La normalización y la homogeneización son, entonces, horizontes imposibles. Las expectativas del adulto Junto con ei desarrollo de las instituciones y la definición de las infancias se abrió un campo específico compuesto por los objetos y las prácticas que se esperaban de los más chicos. Jugar es una de fas prácticas asociadas con las infancias desde múltiples disciplinas que definen esa actividad como constitutiva de la etapa vital. El juego es, por lo tanto, un espacio crucial para comprender no sólo qué hacen los chicos y las chicas con los objetos, estímulos y propuestas que los rodean sino qué objetos Juguetes estereotipados Características principales, según juguete para cada género ROL Salvar el m undo__ COLORES Negfo, verde, naranja, azul ropa Trajes especiales^ a c c e s o r io s Armas, espadas, capas, trajes Fuente: Carolina Duek. ROi. Cuidado de si y cíe otros colores Rosa' lifa y pasteles ROPA Vestid°s. polleras ACCESORIOS Cocina, jardinería, cunas, cochecitos compras, belleza ’ 4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN • 113 se destinan para ellos y ellas por parte de las industrias com erciales orientadas a las infancias. W alter Benjamín, en su libro La literatura infantil, los niños y los jóvenes, sostiene que los juguetes no son una sim ple im itación de los útiles del adulto. Es la m irada del adulto, las expectativas que tiene con y a través de ese objeto la que org an iza la p e rc e p c ió n de los más chicos. Una m uñeca, dice Benjam in, puede funcionar como m uñeca, alm ohadón, niña, adulta o como lo que el niño o niña que se la apropia desee. El adulto tiende a canalizar, en los objetos que pone a disposición de los más chicos, sus expectativas, su m irada y sus aspiraciones. Similitudes y diferencias lúdicas C aracterísticas principales, según ju guete para cada género Transformaciones en gestación En este contexto, no es casual - e s un re s u lta d o - que los juguetes m ás vendidos en los últim os años tengan una doble relación: con los contenidos m ultim ediáticos y con el género. La prim era variante perm ite pensar no sólo la ap ari­ ción de nuevos juegos y objetos vinculados con programas y personajes, sino la transform ación superficial de los juegos viejos (m uchos de ellos “tradicionales”) a la luz de los personajes de moda. El LudoM atic de Toy Story no se juega en base a nuevas reglas, sólo se m odificó la escenografía sobre la cual se rec o rre n los cam inos; el dom inó de Barbie es un dom inó como cualquier otro, con la imagen de la m uñeca de fondo. La clave es pensar, por un lado, los m ecanism os de venta a los niños, niñas y adultos que m edian en la com pra y, por otro, de qué forma se configuran las prácticas. El juguete o el juego no alcanza para sostener las ventas: un personaje convoca más que un dom inó en blanco y negro. Las franquicias son un cam ino hacia la expansión de sus m ercados. La segunda variante aparece desplegando las expec­ tativas que se proyectan sobre el género: los juegos “de varón” y las m uñecas “p ara las nenas” son dos de los tantos ejem plos posibles que ilustran la form a en la que el discurso sobre los estereotipos de género se intersecta con los objetos y colores asociados. Hay baterías de cocina violetas y rosas, y o tra s n aranjas y verdes: ¿podem os adivinar cuál es “de varón” y cuál “de nena”? Las transform aciones que se están gestando en los últi­ mos años respecto del género tienen como horizonte la igualdad y, en su camino, reivindican la deconstrucción de los estereotipos. SIMILITUDES • • • • • • • Dinámica de juego V Movim ientos necesarios para ganar Cantidad de piezas y form a del tablero VARIACIONES Colores de las piezas Personajes televisivos del tablero Diseño del cuadernillo de reglas Fuente: Carolina Duek. Deconstruir los estereotipos En la cotidianidad de las jugueterías, en los grupos de m adres y padres de W hatsApp, en los discursos fam i­ liares y en las escuelas, el cambio no ocurre en la misma escala ni al m ism o ritm o. Hay nuevos productores de juguetes que han m odificado la relación en tre los e ste ­ reotipos de género, como las jugueterías que tienen una apuesta específica sobre lo que venden, cóm o lo hacen y para quién. Pero los cambios son lentos y el desafío, para el futuro inm ediato, es desarm ar, explicar y d esarrollar políticas educativas que construyan la igualdad en un m arco de reconocim iento de la diversidad. O Ser o no s e r "La amenaza de 'dejar de ser' por no tener un objeto o juguete especifico opera tanto para los padres como para los hijos. La sociabilidad está en muchos casos organizada por la oferta de los medios, que se relaciona, a su vez, con las elecciones adoptadas por grupos significativos". Carolina Duek, Infancias entre pantallas, Capital intelectual, Buenos Aires, 2013. 114 o EL ATLAS OE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES • * Música 3 Canción con todas M erced es L iska, M alvina S ilba y C arolin a S p a ta ro P u e sto que las m u je re s e stán tr a n s f o r m a n d o la sociedad, las e xp re s io n e s c u ltu ra le s ta m b ié n se e n riq u e c e n . En las ú ltim a s décad a s, ia m ú s ic a fu e re a p ro p ia d a p or ellas en ta n to c o n s u m id o ra s , in té rp re te s , c o m p o s it o r a s y p r o ta g o n is ta s de las c a n cio n e s. a participación de las m ujeres en el m undo de la música puede definirse a p a rtir de distintas prác­ ticas: como cantantes, intérpretes o compositoras; como integrantes de los públicos, ya sea en rol de oyentes o bailarinas -e n este últim o aspecto las m ujeres siempre Kan tenido una relevancia particular™ y tam bién como protagonistas de las historias que narran las canciones de diversos géneros m usicales. En A m érica Latina las mujeres han desarrollado durante generaciones carreras profesionales como cantantes, en m enor m edida como ejecutantes de distintos instrumentos, como compositoras, arregladoras o cumpliendo funciones en la producción y dirección artística. Sus trayectorias conform an las h isto ­ rias del tango, el jazz, los folclores regionales, la música clásica, el rock, la cumbia y la canción rom ántica, entre otros géneros o estilos. M uchas veces su contribución ha sido narrada en térm inos periféricos; otras veces ha perm anecido más oculta. L Del tango al reggaetón Más allá de las experiencias de las mujeres en el ámbito profesional y público, buena parte de su relación con la música se despliega, en función de los roles de género asignados a ellas en la organización social moderna, en el ámbito privado. La escucha y la apropiación musical les han brindado a las mujeres espacios de ocio que funcionaron como la expresión de una libertad deseada: las mujeres, en tanto fanáticas de artistas de los géneros más populares, han constituido una parte importante y mayoritariade los públicos, prestando un apoyo clave en la consagración de muchos artistas. Paralelam ente, a lo largo del siglo XX las letras de las canciones de la música popular han consagrado a las mujeres como personajes relacionados con tem áticas diversas. Del tango al reggaetón, pasando por el rock, la canción rom án­ tica y la cumbia, lo que se cuenta a través de las poéticas construye nociones, ideas y valores sobre el un ¡verso feme­ nino que históricam ente, han rem itido a la apreciación y el dominio de la representación m asculina. En el caso de las intérpretes femeninas, las tem áticas abordadas en sus canciones se caracterizaron por enm arcarse en historias románticas y en vínculos erótico-afectivos tradicionales. Un nuevo imaginario E sta situación está cam biando. Al calor de los debates contemporáneos sobre el lugar de las mujeres en diferentes esferas de la tram a social, parte de las marcadas asimetrías sobre las que se asientan las prácticas y representaciones de género y sexualidad en la m úsica han com enzado a transform arse. Recientemente se ha promovido una mayor visibilidad, interés y reconocimiento del trabajo de artistas femeninas. En este sentido, cabe destacar el surgim iento de conjuntos integrados exclusivamente por mujeres, que La escucha y la apropiación musical les han brindado espacios de ocio que funcionaron como la expresión de una libertad deseada. tejieron lazos que traspasan los m arcos locales así como alianzas con el movimiento de mujeres. Se trata de una nueva m arca de época, que llegó acom­ pañada por la ejecución de in stru m e n to s antes re s e r­ vados a los hom bres, como el bandoneón, el contrabajo, distintos tam bores tradicionales, la batería, el bajo y la g u ita rra eléctrica, adem ás de instrum entos de tecnolo­ gías digitales. Al mism o tiem po, las m ujeres en tanto com positoras de géneros diversos han corrido el horizonte de lo deci­ ble: hay una evidente d¡versificación de retó ric a s que incluyen form as de lo erótico por fuera del im aginario A. EL ARTE DE LA REB ELIÓ N • 115 ro m án tico tra d icio n a l, la tem a tiz ac ió n de la violencia h acia las m u jeres en sus m ú ltip les m a n ife sta c io n e s y nuevas significaciones de lo sensible y lo espiritual, Este g iro en la fo rm a de re p re s e n ta r y a u to -re p re s e n ta r lo fem enino ha habilitado rep erto rio s que ponen en escena las expresiones de am ores y sexualidades disidentes, en pleno crecim iento. Es in te re sa n te señ alar que las tra n sfo rm ac io n es en los m odos de tem atizar la fem inidad se dieron no sólo en las bandas co nform adas p o r m ujeres sino en la m úsica popular en general, despertando en los últim os años polé­ micas en torno a la cum bía vi llera, el funky, elreg gaetón o el tra p e incluso la propia canción rom ántica. El eje de dichas polémicas se centra en dos cuestiones: por un lado, un en u nciador m asculino que rep re sen ta a las m ujeres en térm inos procaces, destacando sus atributos sexuales y c ie rta disposición p a ra com placer el deseo m asculino e incluso el propio; p o r el otro, la apropiación que hacen las m ujeres de esas canciones, in co rp o rán d o las en sus propias form as de auto-representación. Si se corre el foco de la d enuncia por la su p u esta objetualización de éstas, p u e d e n leerse allí se ñ ale s re le v a n te s de u n a lib e rta d deseada ya m encionada. En esta linea, las m ujeres, en tanto públicos, establecen un vínculo totalm ente explícito entre el hecho de escuchar una canción, ir a bailar cum bia, reu n irse con am igas en un club de fans para hablar de un ídolo m usical o salir a ensayar con una banda de reggaetoneras, y la elaboración de ciertos m árgenes de autonom ía. En esos intersticios las m ujeres fantasean con u n /a a rtista que las atrae, d isfru ­ tan de un ritm o en p a rtic u la r, bailan y, a la vez, to m an distancia de las obligaciones dom ésticas y de cuidado que, independientem ente de su edad, su p erten en cia genera­ cional e incluso su clase social, suelen recaer sobre ellas en u n a división del trabajo c e n te n a ria que m ultiplica y profundiza las desigualdades de género. © En primera persona Las m u je re s en las letras de c a n c io n e s populares a rgentina s Nombre de la canción Autor. Año. Intérprete Frase Idea "La morocha" Ángel Villoldo y Enrique Saborido. 1905. Flora Gobbi “Yo soy la morocha / La más agraciada / La más renombrada / De esta población" Destaca la propia belleza, talento y sus virtudes. "Se dice de mi" Francisco Canaro e Ivo Pe!ay,1943. Tita Merello. "Si fea so/, pongámosle Que de eso aún no me enteré / En el amor yo sólo sé Que a más de un gil dejé de a pie" Mujer comparada con varón pero que es atractiva. Desafia los cánones de belleza. "Prohibido prohibir" Eladia Biázquez. 2000. "No se puede prohibir, el afán de cantar / Ni el deber de decir lo que no hay que callar" Tematiza el deseo de libertad criticando la censura, tanto colectiva como individual. "Fuiste” Gilda. 1995. a "Yo me planto y digo basta / Basta para m i1' Termina con una relación que no la conforma. Autocrítica. Cuestiona la imagen de la mujer que debe tolerar todo por amor. Fuente: Mercedes Liska, Malvina Silba y Carolina Spataro, "Qué bello" "Qué ganas de no verte nunca más" Lia Crucet. 1990. "Yo que te deseo a morir/ En el piso o donde sea, tómame" La pasión y el deseo de la mujer. "Olvídame y pega la vuelta" Manuel Alejandro. Valeria Lynch. 1984. Lucía y Joaquín Galán. Pimpinela. 1984. "Que ganas de no verte nunca más/ Que ganas de cerrar este capítulo en mi vida/ Donde fuiste una mentira y nada más' "Ahora soy yo la que quiere estar sin ti" Una mujer decide terminar una relación que le hace daño. La mujer que se atreve a decirlo que quiere. No le teme a la condena social. Desafia los límites délos vínculos amorosos y eróticoafectivos. "La tonta" B ~ "Como la cigarra" María Elena Walsh, por Mercedes Sosa. 1972. misma moneda' Karina, La Princesita. 2010. "Ahora tienes ía marca / Y me la debes a mí" Infidelidades de su pareja. Una mujer que muestra su nuevo vinculo sexual. "Cantando al sol como la cigarra / Después de un año bajo la tierra" Habla del amor y las formas del desamor, Himno emblema de Ixs exíliadxs de la dictadura militar argentina de 1976. o Jimena Barón. 2017. "Vuelvo a ser la tonta que se amolda a tu rutina / Que te espera mientras te cocina’1 Mujer que enfrenta el desprecio y la falta de consideración de su pareja. Desafía su rol de ama de casa compla­ ciente. • •* Humor fem inista Resistir desde la risa T a m a ra Ten enbau m "Las m u je re s no son graciosas", suele e s c u c h a r s e fr e c u e n te m e n te * Sin em bargo, el m ito de la m uje r a guafiestas, a pesar de e s ta r enraizado en el in c o n s c ie n te colectivo, es d e r r u m b a d o a fuerza de risas por las h u m o r is ta s que res is ten y denuncian la cu ltu ra m a c h is ta . ara las m inorías oprimidas, el hum or fue siem pre un espacio de resistencia especialm ente interesante. La ambigüedad del discurso hum orístico (lo que se dice “en chiste”, se supone, no se dice “en serio”) les perm itió a estos colectivos hablar de sus realidades sin el rechazo que hubiera causado decir las mismas cosas en otro tono. También fue históricam ente una forma de sobrellevar la experiencia de la dom inación y un m ecanism o de supervivencia y de adaptación; de lo que no es tan fácil cam biar a veces es m ejor reírse que llorar. Las tradiciones del hum or judío y los grandes com ediantes afroam ericanos del siglo XX son dos ejemplos de que m uchas veces estos discursos pueden contribuir para transform ar radicalm ente la percepción y el lugar que un grupo m inoritario ocupa culturalm ente. El hum or permite, a través de mecanismos como la hipér­ bole y la reducción al absurdo, denunciar situaciones de opresión y violencia que pueden pasar desapercibidas al ojo desnudo. No obstante, la situación de las m ujeres a este respecto ha sido particularm ente distinta: m ientras que a algunas m inorías se les reconoció tem pranam ente el “derecho al hum or” (aunque no sea más que para ubicar­ los en un rol de bufones, como han denunciado m uchos comediantes afroam ericanos y tam bién varones gays en el m undo del espectáculo), el prejuicio dice que las m ujeres sencillam ente no sirven para la comedia. “Las m ujeres no son graciosas” es una sentencia que se repite, como lo hizo en 2007el escritor inglés Christopher Hitchens en la revista Vanity Fair, cuando publicó un célebre y criticado ensayo titulado “Por qué las m ujeres no son gracios¿is”. P El humor como trinchera Podemos encontrar huellas muy tem pranas de hum or femi­ nista en las célebres novelas de la inglesa Jane Austen (“Las mujeres solteras tienen una terrible propensión a ser pobres, lo que es un argum ento muy fuerte a favor del matrimonio", se animaba a escribir en el siglo XVIII) y en los escritos de la filósofa M argaret Cavendish en el siglo XVII, entre otras. Y sin embargo, el prejuicio de que “las mujeres no son gracio­ sas'’ atravesó las épocas hasta llegar, incluso, hasta nuestros días. En todas las épocas hubo m ujeres que se atrevieron a desafiarlo, como la estrella de la TV estadounidense Lucille Ball y la argentina Niní M arshall, por m encionar algunos ejemplos particularm ente exitosos. Adem ás, cuando se tra ta de m ujeres fem inistas, esta idea se refu erza: existe un im aginario que id en tifica a las fem inistas con m ujeres perm an en tem en te enojadas, híper susceptibles y quejosas, incapaces de reírse de nada. Este imaginario descansa en otra percepción m achista: las “mujeres divertidas” son las que se ríen de todos los chistes que hacen los varones, incluso los que las denigran. Eso es ser “una chica buena onda”: dejar a los chicos en paz y no tom arse los insultos sexistas dem asiado en serio (aunque u su alm en te los defensores de este tipo de ideas suelen reaccionar bastante mal ante el hum or que se burla de los Deconstruir el mito SÍ Desafío Sororidad El h u m o r fe m in is ta d esa fía los lím ite s de lo que se pue de El h u m o r fe m in is ta se in te rro g a so b re sus c o n d ic io n e s de d e c ir y jo que no, del s e n tid o c o m ú n p a tria rc a l y de las p ro d u c c ió n y las p rá c tic a s al in te rio r "b u e n a s c o s tu m b re s ". NO Sc atería El mito de que e! humor feminista es pacato es un invento de sus detractores. El humor feminista, mucho más que el machista, subvierte las ideas conservadoras sobre la sexualidad. Fuente: Tamara Tenenbaum. de las o rg a n iz a c io n e s que lo p ro d u c e n . Bullying Eí humor feminista no basa sus mecanismos en reírse de otras mujeres. Las comediantes feministas se ríen, ante todo, de si mismas. 4 . EL privilegios patriarcales). Las feministas, en cambio, vendrían a enojarse con los chistes de todos y a cum plir el rol de "la aguafiestas”. Entrada la segunda m itad del siglo XX, cada vez más mujeres empezaron a hacer un hum or que discutía explícitamente con los estereotipos machistas, fuertemente arraigados en el hum or tradicionalm ente hecho por varo­ nes, que las colocaban en el rol de la feminista indignada, la suegra aburrida, la niña modosita que se escandaliza con el hum or de los varones o simplemente la oyente pasiva de los chistes de otros. La comediante estadounidense Joan Rivers empezó a hacerse conocida en el ámbito del stand up en la década del 60 con un acto que se burlaba del estereotipo de la chica judía desesperada por casarse (y de las presiones de su familia para conseguirle un novio). En Argentina, en los años 80 el grupo artístico “Gambas al Ajillo” sacudió el Parákultural con sus performances absurdas y escatológicas que corrían todos los límites de la feminidad tradicional y el buen gusto. En la década del 90, com ediantes como las estadouni­ denses Tina Fey, Ainy Poehler y Sarah Sílverman saltaron de los clubes de com edia al mainstream de la televisión y el cine con shows que hablaban de la sexualidad femenina, del aborto, del supuesto m ito de la enem istad entre las m ujeres y de las dificultades que éstas atraviesan en sus lugares de trabajo, p o r m en cio n ar sólo algunos tem as “polém icos”. Ellas allanaron el cam ino para lina genera­ ción más joven de com ediantes como Amy Schum er o, en Argentina, M alena Píchot y Charo López, que construyen se n tid o del h u m o r desde un d iscurso ex p líc ita m e n te fem inista y combativo. El discurso humorístico feminista en el tiempo 1600 MARGARET CAVENDiSH (1623-1673) La poeta, filósofa, escritora, científica y dramaturga inglesa se ríe en numerosos textos de la competencia entre mujeres, el "negocio"del matrimonio y la sociedad de su época en general. 1700 JANE AUSTEN (1775-1817) Las novelas de esta autora inglesa están pobladas de sutiles ironías sobre el matrimonio y su relación con la situación económica de las mujeres de su tiempo. Además, son protagonizadas por mujeres inteligentes y de gran sentido del humor. OSCAR WILDE (1854-1900) El nombre de este escritor irlandés es todavía símbolo de una ironía filosa y una afición por la critica social que, lejos de la solemnidad, se valia de la frivolidad, la sensualidad y el humor para criticar la pacatería y los clichés de género de su época. & 1800 NINÍ MARSHALL(1903-1996} Fue la gran dama dei humor argentino. ¡• Ji j Aunque no fuera explícitamente feminista, su humor subvirtió muchos prejuicios (que todavía existen) sobre las mujeres y su capacidad de 'ser graciosas". En 1943 el genera! Pedro Pablo Ramírez prohibió que la pasaran en la radio por “deformar el !enguaje"y debió exiliarse en México. r 1900 NORA EPHRON (1941-2012) La periodista, guionista y escritora estadounidense combinó una carrera escribiendo comedlas románticas sensibles pero autoconscientes con un costado de ensayista que se preguntaba por el futuro del movimiento feminista y las mujeres de su generación. El humor funcionó para ella como antidoto contra el conservadurismo y la solemnidad. Humor fem inista A p e sa r de todo el cam ino recorrido, las com ediantes m ujeres siguen luchando contra preconceptos antiquí­ sim os que las acusan de ser extrem as, de ser locas, de ser insoportables o, sencillam ente, de no ser graciosas. También se dice que han “destruido" el sentido del humor: “ya no se puede h acer chistes con n ad a”, se quejan los d etracto res de la llam ada “corrección política”. Todas estas cuestiones son profundam ente pensadasy discutidas por las hum oristas que se reivindican como feministas: la pregunta sobre cómo se hace hum or desde una perspectiva de género está todavía abierta y en perm anente debate. E n los últim os años, p o r ejem plo, la presencia re d u ­ cida de m u jeres que no sean b lan cas o no posean un cuerpo hegem ónico en los escenarios y en los m edios fue m uy problem atizada. En general, suelen decir las com ediantes fem inistas, n ingún tem a está prohibido, p ero d esd e u n a p e rsp e c tiv a fem in ista se p ien sa que es necesario p reg u n tarse p o r el co n tex to en el que se h ace un chiste y sobre to d o p o r q u ién lo dice. “ No es lo m ism o - d ic e M alena P ic h o t- si un c h iste lo hago yo, c h e ta de C aballito, d esd e mi privilegio, que si lo h a c e C h aro L ópez q u e v ien e d el c o n u rb a n o , d e sd e o tro lu g ar”, explica. La co m ediante E llen D eG eneres, m ilita n te fe m in ista y LGBTIQ, su e le d e c ir tam b ié n que gran p a rte del hum or que ella siem p re vio ten ía que ver con b u rlarse de alguien, con alguna especie de “bu lly in g ”, y que a ella esa agresividad no le interesa; ARTE DE L A REBELIÓN *117 _ 2000 MAITENA, JUANA MOLINA, SARAH SILVERMAN, TINA FEY, AMY POEHLER En las décadas del 80 y el 90 una serte de humoristas desenfadadas, desprejuiciadas y rabiosamente feministas conquistaron espacios en medios alternativosy masivos. ^ AMY SCHUMER, REBEL WILS0N, MALENA PICHOT, ANA CAROLINA, VANESSA RAUCH, _ CHARO LÓPEZ Y MUCHAS MÁS En la actualidad son cada vez más las chicas jóvenes que, en la estela de sus predecesoras, se animan a reivindicarse feministas y construir su obra desde esa perspectiva- El humor feminista es, por suerte, cada vez más variado y difícil de clasificar. | £ . ÍO E m uchas com ediantes fem inistas sí in cu rsio n an en un tipo de hum or más corrosivo o agresivo, pero siem pre dirigido hacia los opresores y nunca hacia los oprimidos. Todas coinciden en dos aspectos: en prim er lugar, si hay una agresión o una burla, es necesario ver a quién está dirigida y desde qué lugar. Y en segundo término, pero no menos importante: la necesidad de reírse de una misma, de los propios clichés y de las propias faltas. Incluso, por supuesto, del propio feminismo. © íU L V v iu n UL i iU ü c r\L J ........... Las autoras María F lo re n c ia A lc a ra z : P eriod ista y Licen ciad a en C om unicación S ocial, C o -d ire c to ra del p o rta l LATFEM e in te g ra n te del C olectivo Ni Una Menas. Ilea na A rd u ín o : Abogada con o rie n ta ció n en Derecho Penal (USA), in te g ra n te del In s titu to de E studios Com parados en C iencias Pena­ les y S ociales(IN E C IP )y de la C om isión Inve stigad ora de la V io le ncia en los T e rrito rio s . Dora B a rra n c o s : S ocióloga (UOA)y D octora en H isto ria ¡UNICAMP). P rofe sora C onsulta de la LIBA, in ve stig a d o ra p rin c ip a l del CONICET y D ire cto ra de este o rg an ism o en re p re se n ta ció n de las Ciencias So­ cia les y Hum anas. Autora de num erosos a rtíc u lo s y libros, en tre los que se cuentan Inclusión / Exclusión. H isto rio con m ujeres; Mujeres en lo S ociedad A rgentina. Una h isto ria de cinco siglos. C a rolina B a rry : D octora en Ciencia P olítica, in vestig ado ra ndependien te del CONICET, pro fe so ra en UNTREF. A utora de Evita Capitana, el P artido Peronista fe m e n in o 1949-Í9GS y de otros libres, a rtíc u lo s y c a p ítu lo s de libro sobre (as m ujeres y la p o lítica . M abel B e llu c c i: E nsayista, p e rio d ista y a c tiv is ta fe m in is ta . In te ­ g ra nte del Grupo de E stud ios sobre Sexualidades (GES) en el IIGGUBA y de la Cátedra Libre V irg in ia B olten de la UNL de ía Plata. A u­ to ra de Htóton'o de uno desobediencia. Aborto y fem inism o (C apital In te le ctu a l, 2014). ' M ercedes B en g o e ch e a : C a te drá tica de Filología en la Universidad de Alcalá (España). Ha sido además in te g ra n te de la Com isión Ase­ sora de Lenguaje del In s titu to de la Mujer (M in isterio de A suntos Soc ia le s jy de la C om isión de M odernización del Lenguaje J u ríd ico del M in iste rio de J u s tic ia de España. Mabel B ia n co : P residenta y fun dad ora de FEIM [Fundación para Es­ tu d io e Inve stigación de la MujerJy M a ste re n Salud P ública (U niver­ sidad del Valle, Colom bia). K arina B id a se ca : Realizó un p o s d o c to ra d o e n C lenciasS o ciales. Es in vestig ado ra del CONICET (IDAES-UNSAM) y P rofesora de la UBA. C oordinadora del Program a S ur-S ur de CLACSG. Su ú ltim o libro: Lo revolución será fe m in ista o no será. La piel del a rte fem in ista descolonial. Su artícu!o_fue e s c rito con la co lab oración de M ichelly Aragao. Gabriela B o rre lli A zara: Periodista, escribe artículos sobre poesía la­ tinoam ericana para diferentes medios gráficos. Coordina talleres de le ctu ra de poesía y fue organizadora del ciclo de textos inéditos "El do­ mingo no tiene la c u lp a 'y dal ciclo de lectores "Poesía ya” en la plaza del le cto r del Museo del Libro y de la Lengua. Autora de Océano, editorial Lamas Médula, 2015, y Lecturas feministas, ediciones F uturock, 2018. Anna C a ba llé : P rofesora de L ite ra tu ra Española en la Universidad de B arcelona, c ritic a lite ra ria y p re sid e n ta de Clásicas y Modernas, asociación en defensa de la igualdad en la c u ltu ra . Susana C h ia ro tth Abogada fe m in is ta , do cen te de la Maestría de Gé­ nero de la U niversidad N acional de Rosario y de FLACSO. Integra el Com ité de E xpe rtas en Violencia(C EVI-M ESEC VI)de la OEAy el Con­ sejo C onsultivo del CLADEM. E sp e cia lista en derechos hum anos de m ujeres y niñas. C a rolina D uek: Inve stigad ora Adjunta del CONICET y D o cto ra en Ciencias S ociales po r la U niversidad de Buenos A ires. María de l Carm en F eijóo: Socióloga. Fue profesora titu la r de la UBA e investigado radel CONICET. O ficial de En lace del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en Argentina, Oficial del Programa de Edu­ cación en la Ford para Am érica Latina. Autora de num erosos libros y artículos. Feminista. María L u isa Fem enfas: D ocente de la UNLP e in vitad a a u n ive rsid a ­ des del país y el e xte rio r. Ha publicado num erosos lib ro s y a rtíc u lo s sobre an tro po log ía filo s ó fic a y fem in ism o. A g u s tin a Paz F ro n te ra : Licenciada en C o m un icación (U niversidad de Buenos Aíres) y M agister en P eriod ism o d o cu m e n ta l (UNTREF). C o -d ire c to ra de LatFem e in te g ra n te de NiUnaMenos. Susana B e a triz Gamba: C om unlcóloga, e sp e cia lista en e stu d io s de género, fe m in is ta , pre sid e n ta de la Fundación Agenda de las M uje­ res. Coordinadora del D iccionorío de Estudios de Género y fe m in ism os(B iblos, 2 0 0 7 )y de la Agenda de las M ujeres desde 1994. V irg in ia García B e a u d o u x: Inve stigad ora del CONICET-IIGG. Con­ s u lto ra de IDEA, DEA, PNUD y o tro s. A utora de once libros, el más re ­ ciente, ¿Quién teme el po de r de las m ujeres?(G rupo 5, Madrid, 2017). P rofe sora de la UBA y UB. Creadora del blog # LiderarC onTacones. F ernanda Gil Lozano: Docente u n iv e rs ita ria . P arlam entaría In te r­ nacional en el P arlam e nto del Mercosur, m iem bro del O bservatorio de la D em ocracia dé! Mercosur. F lo re n c ia E. G onzález: Licen ciad a en Ciencias de la C om unicación. D ocente en la UBAy en otras in s titu c io n e s en te m a s c o n c e rn ie n te s al arte, cine, p o lítica y filo s o fía . E scribe en varios m edios de cu ltu ra , le tra s y pensam iento. V io le ta C a rolina G u ita rt: Licen ciad a en Econom ía (U niversidad de Buenos A ires) y m ae stra nd o en D e sarrollo Económ ico {IDAES-UNSAM). C o -e d ito ra desde 2015 de Economía Femini(s)ta. M iriam L e w in : P eriod ista. S o b revivien te de dos c e n tro s c la n d e s ti­ nos de d e tención . A uto ra de, en tre o tro s libros, Putas y g u e rrille ro s (2014, Planeta), sobre la violencia sexual en d icta d u ra , ¡unto con O lga W o rna t. M erce de s L is k a : P rofe sora en E tno m usico log ía y D octora en Cien­ cias S ociales por la U niversidad de Buenos A ire s. Es Inve stigad ora del CONICET, tra b a ja en el In s titu to de Inve stigacion es G inoG erm ani (UBA) y es docente de la C arrera de Ciencias de ia Com unicación (UBA) y del C o nse rvatorio Manuel de Falla (CSMMF). A ctu a lm e n te preside la Com isión D irectiva de la A sociación Intern acio na l para el E studio de la Música P opular en A m érica La tin a (IASPM-AL). Aída M aidonado Z a p le ta l: C om unicadora social, p e rio d ista y rad ia lis ta . C o -p ro d u cto ra de co n te n id o s de la Agenda de las Mujeres y c o -c o o rd ín a d o ra del cua de rno Agenda de las Chicas Soberanas. P a tric ia M erino: E s c rito ra y a c tiv is ta . A uto ra de Maternidad, Igual­ dad y Fraternidad. Tiene un M áster de la U niversidad C o m plu ten­ se en E studios F em inistas y colab ora con el p ro yecto de in v e s ti­ gación F íl-N ac de Is U niversidad de Alcalá de Henares. Publica en m edios y re v is ta s com o Pikara, P úblico, Viento Sur, entre o tro s. A g o s tin a M ileo: Com unicadora C ientífica y D octoranda en H isto­ ria y E pistem ología de la Ciencia. E dito ra de Ciencia en Economía Fem inilslto. Coordinadora general de la cam paña JíM enstruAccion. Palom a M oré C orral: D octora po r la U niversidad C om plutense de Madrid (UCM) y licenciada en Socio logia y P eriodism o. Trabaja com o in vestig ado ra p o s td o c to ra l"L a b e x M e d ' en los cen tro s LES Ty LPED de la U niversidad A ix-M arsellle, en Francia. Creusa M uñoz: L icen ciad a en Relaciones In tern acio na les de la U ni­ versidad Nacional de Rosario, Es e d ito ra de Le Monde diplom atique, edición Cono Sur. V iv ia n a N o rm an: Socióloga fe m in is ta . In te g ra n te del Grupo de Es­ tu d io s de P olítica s y J u ve n tu d e s (G E P O JU -Instítuto Gino G erm aniU n lve rsid a d d e Buenos Aíres). A c tiv is ta en la Campaña Nacional por el derecho al a b o rto legal, s e g u ro y g ra tu ito de A rg e n tin a . C a ro lin a del O lm o: D ire cto ra de pu b lica cio n e s en el Círculo de Be­ llas A rte s de Madrid y a u tora del ensayo Dónde está mi tribu? M oternidod y crianza en uno sociedad in dividu alisla. G eorgina 0 re lla n o : S ecre taría General Nacional de AMMAR I A socia­ ción de M ujeres M e re trice s de la A rgentina). Luciana Peker: Periodista de Las/12 de Póg/nc/J2, Radio Nacional y auto­ ra de Putiío Golosa, por un feminismo del goce, editorial Galerna, 2018, y Lo Revolución de las mujeres no eroso/a uno pildora editorial EDUVIM, 2017. Nora P u lid o : D ocente de la UBA y co o rd in a d o ra del C o lectivo de De­ rech os de Infan cia y A dolescencia. Sol P rie to : D octora en Ciencias S ociales de la UBA Becaría p o s td o c to ra i en el CEIL(CONICET). Docente(FSO C-UBA, CBC-UBA, D octorado UCES). A utora del lib ro Eí fin del mundo. Ei fenóm eno papa Francisco desde la socíologícKEduvim). Ivon ne R am írez R am írez: M ujerista a n tirra c is ta , e s c rito ra . Trabaja en la c a rto g ra fía d ig ita l Ellas Tienen Nom bre. Sonta S a n te ro : E scrito ra , p e rio d ista , e sp e cia lista en género. Sus últim o s lib ro s son Penéíope reco rre el m undo, Edebé, 2017 y Perio­ dism o con G. E ntrevistas en perspectiva, B iblos, 2016. E scribe en el diario Pógina/12 desde 1999, María Se cañe: P e rio d ista y e scrito ra , tra b a jó en los p rin c ip a le s m e ­ dios de A rge ntin a, e scrib ió más de diez libros y re cib ió num erosos pre m ios. A ctu a lm e n te es d ire c to ra de co n te n id o s de la re vista y del ce n tro c u ltu ra l Caras y Coretos. M alvina S ilb a : S ocióloga y D octora en C iencias Sociales (FSOCUBA). Inve stigad ora del C onicet (IDAES-UNSAM). E sp e cia lista en m úsica po pu lar/de m asas, ju ve n tu d e s y género. Docente de Com u­ nicación Social (UBA) y S ociología (UNSAM). C a ro lin a S p a ta ro : L icen ciad a en Ciencias de la C om unicación, Ma­ g is te r en C om unicación y C ultura y D o cto ra en Ciencias Sociales (FSOC-UBA). Inve stigad ora del C onicet. E spe cia lista en c u ltu ra de m asas/popular, género y co m u n ica ció n . E ugenia T a rz ib a c h i: D octora en Ciencias Sociales, e s p e c ia lis ta en Educación y P sicólcga. A utora del libro Coso de Mujeres. M enstrua­ ción, Género y Poder, S udam ericana, 2017. Tam ara T ene nb au m : L icen ciad a en F ilosofía po r la UBA. Trabaja com o p e rio d is ta en el diario Lo Noción y com o do cen te en la Univer­ sidad de Buenos A ires y la U niversidad Nacional de las A rte s. S oledad V alte jo s; P eriodista. L ice n cia d a en Ciencias de la Com u­ nicación (UBA). A utora de Olivos. H istorio secre to de lo Quinta P resi­ dencial, Vido de rico s. C ostum bres y m anías de a rg e n tin o sco n dinero, Trim arco. Lo m ujer que lucha p o r todas las m ujeres; c o -a u to ra de Am alíta. Lo biografío. E dito ra en Pógína/12, Roma V aq ue ro Díaz: A rtis ta , fe m in is ta e in vestig ado ra. A uto ra, ju n ­ to a Leandro Albanl, de Mujeres de Kurdistán. La Revolución de las hijas del sol, E d ito ria l S udestada, 2017. F efa Vlla N üñez: Profesora de Sociología del Género en la Sociedad Contem poránea en la Universidad Com plutense de Madrid y a c tiv is ta q u e e r-fe m in lsta . FE DE ERRATAS El pre sen te d o c u m e n to salva e rro re s u o m isio n es que e stén c o n te n id o s en la obra El Atlas de la revolución de las m ujeres de Le m o n d e d ip lo m a tiq u e , edición Cono Sur. REP Ú B U C A ^ i-.., KHPÚBIJCA <v del ^ v s ía r a b im y '“ X ; 1 CHACO f EDEl(ATí ; í&’, y / REPÚBLICA PCIM \ f RÍOS* O R IE N T A L \ URUGUAY? |Míf»A<¡n puamuél*®* )•»!*"«J fBOIflMClA SJgHOS AttSS i.-;\ -'.r v iV I ' i- DE t* PHHF* PHD* «CIA « Uto*® , «OVWC1» MV CUJS^1 ; ntíwurt3* ; 8t -' *AHTt c*gZ * CttW chHv&n * C » W do PniwrlG» L k ita íiTnmacKnai1 ____ Llm rtwínW rcrovirKW _____ — L/mrte de 4 e AntérWe Anjeifiot I X h dcf to ctoy*u6*ué*» .....i,..... LkntowtowrtiHftenlei* « e f i __L in w unigueye ne^lmo«rvonflnc - *-3 ___ ¿taLínu» ntoíMd*m# 'ru*s *rfTtMontwn'H *i'#vy#-ií¡na . . . . . . . — H v . Lfcntode Aefon# voonúpvvQe •ra'irtV# confmenf# arpertUn* v?*rnr* El íínpiit* MMrior de le pietetenr* »n M *n W dauiada bt íw * t*p* •» el contenido eo le presentación delicada pw ■* RwpMOHc* Aígeotme *rte le Comiuón d* Lirrw.«i de ta PWefgrrie CorflM '** el de aonl de 21 2009 La pre sen te p u b lica ció n se ajusta a la ca rtog ra fía oficia! esta b le cid a por el Poder Ejecutivo Nacional a través del In s titu to Geográfico Nacional por Ley 22963 y ha sido aprobada con fe de e rra ta s por Expte. N? E X - 2 0 1 8 4 4 5 3 1 4 9 2 -A P N —DGA#IGN, de fecha 24 de s e p tie m b re de 2018. El Atlas de la revolución de las mujeres: las luchas históricas y los desafíos actuales del fem in is­ mo /C reu sa M u ñ o z... [e t al.]; compilado por Laura Oszust; Luciana Garbarino; Creusa Muñoz; dirigido por José Natanson; editado por Creusa Muñoz; Luciana Garbarino; Laura Oszust - la ed . - Ciudad Autonoma de Buenos Aires: Capital Intelectual, 2018. 120 p.; 30 x 21 cm. ISBN 978-987-614-565-7 1. Feminismo. 2. Estudios de Género .1. Muñoz, Creusa II. Oszust, Laura, comp. III. Garbarino, Luciana, comp. IV. Muñoz, Creusa , comp. V. Natanson, José, dir. VI. Muñoz, Creusa , ed VII Garbarino, Luciana, ed. VIII. Oszust, Laura, ed. ‘ ’ CDD 305.42 Se terminó de imprimir en el mes de octubre de 2018 en FP Compañía Impresora, Beruti 1560, Vicente López, Peía, de Buenos Aires. Distribución en Capital Federal y Gran Buenos Aires: Vaccaro Hnos. Representantes Editoriales S.A. El mapa oficial de la República Argentina, en página 119, salva eventuales omisiones que pudieran haberse deslizado en el presente Atlas.