Cesar Carli 8° AL SUR DEL TROPICO DE CAPRICORNIO S A I N T E C L A I R E Editora S.R.L Todos los derechos reservados. Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723. © By S A I N T E C L A I R E E D I T O R A S. R. L., Santiago del Estero 510 - Capital Federal. Libro de Edición Argentina. A la memoria de José, mi padre, el constructor. Agradezco la colaboración de: Alicia Falchini, Marcos. Botbol, la Arq. Adriana Pritz Clausen, y el Arq. Alberto Dundas, todos ellos miembros de mi estudio. A los Ings. Carlos Escandell y Rubén Falco, a los Arq. Carlos Chiarela, Carlos Falco, Ornar Trueco, a Marcelo Molinas, G. Borghini Roberto Orlando, con quienes de un modo u otro estuve ligado para la ejecución de los trabajos presentados. Mi agradecimiento también al periodista Armando Lombardi, que impulsara mis inquietudes a través de su prestigioso diario. EL AUTOR Egresado en 1964 de la universidad de Rosario con el título de arquitecto, Carli desarrolla una intensa actividad profesional desde su estudio instalado en el barrio residencial de Guadalupe, en las afueras de la ciudad de Santa Fe. De él han salido los proyectos de más de doscientas residencias ya ejecutadas, numerosos establecimientos educativos de todos los niveles, oficinas administrativas, instalaciones deportivas, sanitarias, culturales, establecimientos industriales, tres estadios, etc. Ha incursionado además en la industrialización de la construcción, como consecuencia de lo cual ha patentado el sistema UT90 y UM90 de Arquinsa, con el cual se construyen dos grandes planes de viviendas. Actualmente es presidente de ASAI proveedora de tecnología para la prefabricación. Realiza estudios de post-grado en Francia, país en el que, precisamente, se traduce su primer libro "Los Mástiles" (1967) bajo el nombre de "Le sol artificial". Luego aparece "Inserción de la arquitectura en la pedagogía infantil" (1968) (en colaboración con José R. Carli), "Orientaciones de la Planificación Urbana en Francia. Las metrópolis de equilibrio" TOMO I y "La ley de Orientación de Bienes Raíces de Francia" TOMO II (1969), "Las Cubiertas livianas" "Charlas con Don Positivo" (1970). Tiempo después edita "El lenguaje de las cubiertas livianas" (1974) con la colaboración del ing. Escandell y "La Polivalencia. Sus leyes y su aplicación en la arquitectura escolar" (1974). En 1976 aparece "Las esclusas" y "El espacio homogéneo". Carli se ha desempeñado también como docente en las siguientes facultades: Matemáticas de Rosario, de Ingeniería dependiente de la UTN, y la Universidad Católica. Sus libros son considerados textos de estudio en varias facultades del país. Como funcionario se desempeñó como Director de Construcciones Escolares del Ministerio de Educación y presidente de la Comisión Interministerial de Islas. Colabora asiduamente con diarios y revistas especializadas: El Litoral de Santa Fe, La Capital de Rosario, Clarín de Buenos Aires, "La Reveil" de la Prefectura del Sena, etc. Carli tiene actualmente cuarenta y cinco años de edad. CARTA A MODO DE PROLOGO Querido Cesár: Días atrás me pediste que prologara este libro. Tu solicitud me llenó de inquietudes y gratificación. Las inquietudes se enraizan en el temor de no poder sintetizar con claridad la esencia de tus propuestas, lo gratificante se genera en el hecho que un ex-alumno de mis cursos en la Facultad de Arquitectura de Rosario estime que yo pueda ser una suerte de vocero de su pensamiento. O C H O G R A D O S AL S U R D E L T R O P I C O DE C A P R I C O R N I O , se propone expJicar un modo de hacer arquitectura y fundamentar una particular visión de ese hacer en función del reconocimiento de un medio y de sus posibilidades. Intenta, también, recuperar los elementos de una tradición arquitectónica en la definición de la vivienda santafesina no como un hecho aislado sino como entidad que se proyecta en el contexto totalizador de lo urbano. El reconocimiento de esta relación unívoca no es frecuente en el hacer de arquitectos y urbanistas a pesar de su evidencia casi perogrullesca. Un recorrido primariamente perceptivo de los paisajes urbanos contemporáneos es suficiente para constatar la fuerte intención de objeto singular con que los arquitectos implantan sus obras desconociendo o ignorando, de propósito, el marco global en que ellas se inscriben, en la misma medida que los urbanistas, en sus propuestas de intervención concreta, alientan un sistemático desdén por lo arquitectónico. Esta disociación en la praxis se impone a pesar de las formulaciones teóricas que en un discurso, tan rico en especulaciones como claro en su intención, han desarrollado unos y otros de modo especial en la última década. Reconforta, entonces, reconocer el grado de coherencia existente entre la explicitación de un marco teórico y la obra realizada por un arquitecto. La preocupación por un entorno físico, por las particularidades climáticas de una región, por tradiciones constructivas y funcionales del habitat no se agotan en el mero discurso de una teoría sino que se expresan en un diálogo fluido entre lo arquitectónico y lo urbano. Es esta coherencia entre tu decir y tu hacer lo que quiero rescatar como indicador de una constante significativa en tu rol de arquitecto. El reconocimiento y definición de tipolologías de vivienda (la vivienda isleña, la casa vestíbulo, la casa del gringo) que conforman una tradición, un modo de hacer arquitectura, cobra un sentido de herencia cultural en tu trabajo; lo que supera con generosidad la mera clasificación de modelos generados en el pasado y que se orienta con sentido proyectual, lejos de toda formulación en términos de "revival". En momentos en que una corriente porfiada y peligrosamente historicista tiñe buena parte del hacer arquitectónico del último quinquenio se hace imprescindible recuperar el verdadero sentido que lo histórico tiene corno componente del complejo proceso del diseño. Rescatar una concepción, una organización espacial, un modo de articular funciones, revitalizar técnicas constructivas, que se dieron en un pasado, próximo o lejano, no presupone otra actitud que el reconocimiento de sus aciertos y virtudes y la posibilidad de una readecuación de esos valores a las circunstancias del tiempo nuevo, del presente histórico que nos toca vivir. Pero todo ello debe expresarse en los términos de un vocabulario que se integre en un lenguaje de contundente contemporaneidad. La historia como herramienta, en cualquier proceso creador, debe ser empleada con sentido de proyección, nunca con intención retrospectiva. El patio corazón y la calle patio como elementos de propuesta que se conjugan y enlazan con las variables de binuclearidad y polinuclearidad, la idea del techo sombra expresado en las cubiertas livianas, la formulación de un sistema de exclusas, van hilvanando una concepción de la vivienda para la región que tiende a dar una respuesta lógica, de relevante calidad espacial y funcional, ajustada a una realidad física y cultural. Entiendo que la crítica y las propuestas de solución a las viviendas colectivas en altura están formuladas meramente en términos de punto de arranque o de partida y podrían ser en sí mismas la génesis de un futuro trabajo rico en posibilidades de desarrollo. En la parte final del libro vuelve a reconocerse la ponderable vocación por tratar el par arquitectura-ciudad como entidad impedida de toda disociación. El fuerte carácter unívoco de lo arquitectónico y lo urbano queda plasmado en la afirmación terminante de una propuesta que reconoce al hombre como protagonista indiscutido de este proceso. Esta actitud en un arquitecto cabalmente contemporáneo es para mí singularmente reconfortante. Por ello reemplacé el prólogo por esta carta. Porque más que una crítica o una síntesis de la esencia de tus propuestas prefiero exaltar tu fervor por la dignidad humana. T u y o afectísimo IVAN J. HERNANDEZ MILOSZ: "Yo digo madre y mis pensamientos son para ti, oh casa. Casa de los amables veranos de mi niñez" Citado por G. Bachelard: LA POETICA DEL ESPACIO, México 1965, Cap. II. "In der Mitte aller Ferne steht a íes Haus drum hao es gerne" "En el centro de toda distancia está la casa; por eso me gusta: HERMANN BROCH, Gedichte 1953 pág. 68. INTRODUCCION Los hábitos y comportamientos de las gentes están condicionados al medio en la que éstas se desenvuelven; aunque el medio está inevitablemente penetrado por formas culturales exógenas, cierta región entrañable de la personalidad colectiva permanece apegado a los antecedentes lugareños. Sea por el lenguaje, por la manera de divertirse, por la literatura o la música que prefiere, en fin, por el modo de relacionarse con el medio natural o urbano, el hombre de una región se diferencia del de otra. La pérdida de estas características señala una dilución de la identidad o, dicho de otro modo, de las particularidades diferenciales de un área culturalmente homogénea, hecho que acontece cuando se superponen abruptamente ciertas manifestaciones "nuevas" o "modernas" a las viejas y sedimentadas formas de origen, y tratan de eclipsarlas. A partir de este hecho y en medio de los que acatan mansamente las nuevas pautas exógenas y una minoría que la rechaza "in toto" aparecen sectores cualitativamente importantes de la cultura que comprenden que es tan peligrosa una actitud complaciente de acatamiento ante los nuevos signos como su opuesta de cerrada xenofobia. Naturalmente no resulta sencilla la extrapolación de .formas locales (y desvalorizadas por el uso aunque vigorosas y rotundas) con aquellas otras impuestas por los nuevos tiempos. Su sola mención crea desconfianza en los arquitectos poco dispuestos a bajar de las concepciones universales entre las que pretendidamente fueron educados a las locales y circunscriptas a un ámbito limitado. Para el arquitecto los diseños deben asentarse en aquellos "pattern" universales de los cuales emergen esas tipologías idénticas cualquiera sea su lugar de localización. Tal vez se trate de una de las tantas consecuencias de un mundo excepcionalmente intercomunicado e interde- pendiente en el cual los números pequeños perturban. Sólo valen las grandes cifras, las escalas gigantescas, las leyes aplicables por encima del espacio y del tiempo, equívocas ideas que pasan a ser más peligrosas cuanto más rígida es su interpretación. Así pues, el arquitecto, presionado ferozmente por estos principios inapelables acepta como cosa indiscutible que los hábitos y comportamientos de las gentes tienen en una región muy precisa del globo,que es justamente en la que debe insertar su obra, en fin, su mundo cotidiano, el de sus hijos, el de su vecino, no sólo carecen de valor transferible a sus proyectos sino que pertenecen a aquellas cosas que deben ser modificadas como condición "sine qua non". Resulta sorprendente penetrar en el núcleo de los razonamientos de estos arquitectos y comprobar la fragilidad de las leyes en que se apoyan y los llevan a realizar V. G. un techo de vidrio en un habitáculo situado en nuestra región, que se caracteriza por la abrumadora intensidad lumínica de nuestra bóveda. Ese es un ejemplo tomado al azar que evidencia sin embargo la fractura entre la realidad en la que el arquitecto se mueve cotidianamente y el universo exigido por su profesión. La ausencia de una continuidad fluida que relaciona ambos mundos termina por aislarlo fácticamente de la vida corriente, hecho que se manifiesta por una real degradación profesional y, en lo personal, por una inevitable sensación de superfluidad, de trabajo hueco y sin sentido. La discusión de un proyecto entre arquitectos o entre profesor y alumno en una facultad parece una conversación entre sordos en donde todo se reduce a un ir y venir de ideas muy vagas, motivado por la carencia de una plataforma sólida constituida por elementos concretos y consentida por ambos como punto de partida. Pues bien, estamos convencidos que una manera de obtener certidumbres es mirar simplemente alrededor, es decir, analizar críticamente el contorno sobre el cual se va a trabajar. Analizar críticamente es, desde luego, un trabajo muy arduo; significa introducirse profundamente en el espíritu de una comunidad que a menudo está penetrada por modelos que la desvirtúan y envilecen. A medida que se avancen en estos análisis, paulatinamente irán apareciendo los rasgos diferenciales del grupo elegido, rasgos a los que se tratará de perfilar con la mayor nitidez posible; del mayor o menor ajuste de estas conclusiones dependerá su fuerza como punto de partida, plataforma o base sobre la que se asentarán todas las directrices. "líneas fuerzas" o "ideas madres" de la arquitectura regional. Estas "ideas madres" deberán ser enunciadas a la manera de propuestas arquitectónicas globales; serán todo lo preciso que puede permitir la no explicitación de respuestas formales precisas y concretas. Pero la condición básica exigida para que estas "ideas madres" tengan real validez es que sean aceptadas como verdades de perogrullo, que no puedan ser discutidas sin caer en lo francamente ocioso. El afecto de! hombre del Litoral por la fresca y umbría atmósfera de un recinto ventilado durante las horas de la siesta es algo que nadie discutirá; el ámbito cerrado se abre al atardecer para recibir las frescas brisas del este o del sur, cuando la gente usa la vereda para reposar. Bien, la "idea madre" emergente será la "calle-patio", el "patio-corazón" o la "galería". PARTE I Antecedentes Advertencia El propósito de esta primera parte es exponer una forma de análisis de un contorno determinado a fin de mostrar el procedimiento que permitió desembocar en algunas "líneas fuerzas" o "ideas madres" concretas; el lugar elegido por ser bastante homogéneo ha sido el de la residencia del autor en el que, salvo cortos períodos, transcurrió toda su existencia. La primera parte es una descripción de las características del contorno que pretende poner al lector en condiciones de interpretarlo. Finaliza con la descripción de tres tipos de vivienda locales las que, a juicio del autor, configuran antecedentes tan valiosos que cualquier propuesta seria de arquitectura a llevar a cabo en la zona no los puede ignorar. Consecuente con esto, las conclusiones que la suceden giran en torno a estas tipologías, hecho que por otra parte está marcando las características del trabajo, que se circunscribe a esta pequeña y particular área del planeta ubicada en las márgenes del Paraná con centro en la ciudad de Santa Fe, capital de la provincia del mismo nombre y que abarca un semicírculo que se extiende hacia el Norte, el Oeste y el Sur en una extensión aproximada a los 150 Km, inscripto en una vasta planicie llamada Pámpa Húmeda que se va inclinando imperceptiblemente hacia la cuenca del río caudaloso (Ver Fig. 1 y 2). Pretender unlversalizar estas conclusiones no sólo sería presuntuoso, sino que configuraría una actitud precisamente opuesta a los principios que se intentan sentar en este trabajo. Fig. 1 y 2: Ubicación geográfica del área de propuesta. 19 CAPITULO 1 Un poco de historia y números Andando iban, y lloraban arrojando sus simientes. SALMO CXXV—6 Si se contempla la historia de la Argentina con cierta atención, se advertirá que a mediados del siglo pasado se comienza a producir una modificación cualitativa y cuantitativa de la estructura económica del país, coincidente con el advenimiento de las grandes corrientes inmigratorias de 1855 en adelante. Es precisamente a partir de esta época cuando, a lo largo de las márgenes fluviales del Paraná y en el estuario del Río de la Plata, se verifican los primeros indicios de la llamada Revolución Industrial, a través de la instalación de los ramales ferroviarios (el 29 de agosto de 1857 "La Porteña" y "La Argentina" inician el recorrido de los diez primeros kilómetros hacia el Oeste, que en 1860 se extiende a 21 km y en 1866 llega a 159 km) y la paulatina pero sostenida conurbación de las ciudades importantes como consecuencia de la aparición en ellas de las incipientes industrias que, con el correr del tiempo, generarían los grandes complejos fabriles de hoy, todo ello absolutamente opuesto a esa plácida organización aldeana y colonial, de secuencias pausadas y su correspondiente emergente arquitectónica, la llamada casa colonial más ligada a la conquista hispánica que a las, por entonces, noveles co- rrientes arquitectónicas: Persius, Schinckel, Morris, Ruskin, en fin, los Art and Craft. Esta transformación comienza a mediados del siglo XIX, coincidente con un notable incremento de la actividad cultural: en 1870 se funda el Museo Botánico, dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba. En 1884 el museo de La Plata, importante instituto que incluye colecciones antropológicas, arqueológicas, botánica, geología y mineralogía. Comienza a trabajarse en la váliosa colección paleontológica que comprende los mamíferos patagónicos. Para entonces la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires tenía 10 años. En el orden periodístico aparece en 1867 el diario "La Capital" de Rosario, 2 años más tarde "La Prensa" y en 1870 "La Nación". Es conveniente tener presente el panorama internacional imperante por entonces: en Francia, luego de la caída de Luis Felipe (1848), se produce el establecimiento de la Segunda República al frente de la cual aparece Luis Napoleón Bonaparte que luego se hará proclamar Emperador. Bajo su gobierno se ponen en marcha los planes urbanísticos de París concebidos por Haussmann. En 1867 21 se construye el puente Cincinnati de 211 m de luz, sobre el Río Ohio en EEUU. La guerra del Paraguay estaba en pleno desarrollo y en junio de 1869 era fusilado en Méjico el emperador austríaco Maximiliano. En esa época se termina el Canal de Suez, 4 años después del final de la guerra de Secesión y a 13 años de la derrota de Rusia en la Guerra de Crimea. Por entonces arriban a nuestro país 39.967 inmigrantes. El primer Censo Nacional (1869) arroja un total de 1.737.076 habitantes para todo el país y 89.117 en la Provincia de Santa Fe. En 1880 son recibidos 41.651 inmigrantes para llegar en 1895 al 35,5 por ciento del total de la población. De 1870 a 1883 llegaron a Rosario 42.313 inmigrantes. En 1853 a instancias de Aaron Castellanos se forma la Colonia Esperanza, con un contingente de 1000 familias. Cuatro años después se funda San Carlos, ambas en las cercanías de la Capital de la Provincia de Santa Fe; para esa misma época se establece en Entre Ríos Las Conchas, Chivilcoy y Baradero en Buenos Aires, San Juan en Corrientes y Nueva Roma en Bahía Blanca. En síntesis, al movimiento demográfico le corresponde un movimiento económico y a éste, una reformulación de la arquitectura; la correspondiente a los altos estratos beneficiados por esta situación es un tipo de arquitectura académica con evidentes influencias de la Ecole des Beaux Arts de París. Ello se hace posible por la aparición de mano de obra de artesanos adiestrados en Italia entre los inmigrantes. El interior recibe el impacto, especialmente las ciudades de gran extensión como Rosario que según los extranjeros de paso por el país "era un formidable emporio" con un destino "de grandeza económica" (M.Mc.Cann y otros). Efectivamente, en 22 1851 Rosario contaba con 3.000 habitantes; en 1900 el Censo Municipal arrojó 113.168 almas. El "pastiche" italiano acompañó este gran florecimiento económico, del cual algunos barrios de Rosario son un testimonio viviente. Sin embargo, los sectores más numerosos, no tan beneficiados por esta bonanza, comenzaron no obstante a construir sus viviendas según patrones muchos más modestos; estos patrones nada tenían que ver con el "pastiche" pero menos aun con la casa colonial, con las tapias, ni con los muros encalados y las tejas rojas. Eran sencillas construcciones de techo de cinc. Comienza a perfilarse la "casa del gringo". Santa Fe, de crecimiento más lento que Rosario, menos mercantil y más apegada a las viejas tradiciones hispanas, que no obstante haber sido nombrada "puerto preciso" en 1662 tenía un embarcadero menos estratégico y navegable que la ciudad del Sur, tuvo por esa misma razón la fortuna de eludir buena parte de ese "pastiche" grandilocuente. Para construir los poco numerosos ejemplus de "pastiche" u otro "estilo" semejante Santa Fe tuvo que esperar el advenimiento de los "doctores", hecho que como veremos más adelante, se produjo a comienzos de la segunda década del presente siglo. Así pues, en Rosario lo usan los comerciantes prósperos a fines del siglo pasado y en los primeros años del 1900, en Santa Fe los "doctores" algún tiempo después. En su reemplazo, los inmigrantes comenzaron a poblar los barrios con esas viviendas de prolongadas galerías que estudiaremos más adelante y que se fundieron sin estridencias en un paisaje urbano plácido y arbolado con naranjos. En 1907 se contabilizan 4.638 viviendas en la ciudad, que 20 años antes tenía solo 2.300 edificios empadro- nados. Por supuesto que la traza urbana no se modifica en absoluto; esta conurbación se produce por la sola extensión de la cuadrícula primitiva, exactamente la misma que en 1658 contenía 25 casas y 250 habitantes, en 1800, 4.000 y a mediados del siglo pasado, 6.615 habitantes (391 casas de ladrillos en 1858 y 691 en 1869). (Apuntes sobre la fundación y desarrollo de la Ciudad de Santa Fe. JULIO BUSANICHE 1923. De esta Bibliografía se extrajeron los datos correspondientes al número de habitantes exclusivamente). Fig. 3 En 1905 se inauguró el Teatro Municipal de Santa Fe, en 1916 la Sociedad Orquestal (actual Orquesta Sinfónica) y en 1919 el Círculo de Bellas Artes. Santa Fe comienza a manifestar inquietudes culturales; prueba de ello son las 600 alumnas y 100 alumnos que concurren a establecimientos de enseñanza musical. En 1919 se crea la Universidad Nacional del Litoral. La promulga- ción de la Ley Sáenz Peña en el año 1912 por la cual se hace secreto y obligatorio el voto de todos los ciudadanos, permitió que se doctoraran la segunda generación de inmigrantes la que, por estos medios, obtuvo una creciente participación en las actividades públicas. Esta nueva clase ascendió rápidamente en la escala económica y social, por lo que no le resultó demasiado difícil acceder al círculo de las familias patricias de añeja residencia en esta tierra. Estos nuevos grupos construyeron viviendas urbanas volcadas hacia adentro (que más adelante estudiaremos con el nombre de "casa vestíbulo") en la que vemos aparecer, en muchas de ellas, un local a la calle, desconocido hasta entonces, al que se denomina buffet, consultorio, etc. Sin embargo, en lo profundo esta ascensión de los doctores no resulta tan sencilla. Hay una palabra en la atmósfera de esa época que describe los motivos de esa Fig. 3 23 inquietud; esa palabra es: advenedizo. Detrás de buena parte del aspecto arrogante de las casas burguesas de las décadas del 20 al 40 se esconde esta palabra como un extraño sentimiento de culpa. Es la que disfraza a la "casa vestíbulo" de neo-gótico o normando, de gran moda én Inglaterra, para evidenciar un refinamiento europeo que equilibra, aunque en un orden muy distinto, a los señores de la cultura con las estancias de los patricios; la misma que tiñe al pensamiento de una tan proclamada como superficial concepción positivista, que por entonces era sinónimo de "gran mundo". Este sentimiento de impostura se va diluyendo con el correr de los años. Es que en este tiempo han transcu- rrido acontecimientos importantes tales como la tremenda depresión del 29 al 30, un acentuado retroceso en la tendencia demográfica ascendente en la provincia (del 3,49 de crecimiento medio anual para el período 1895-1914, al 2,04 en el período que va de 1914 a 1947 para llegar al 1,76 de 1947 a 1960), una descomunal disminución de la tasa de nupcialidad (5,8 en una media de 8) y en el orden internacional el advenimiento de la República en España (1931), la encarnizada guerra Paraguayo-Boliviana (32-35), la Guerra Chino-Japonesa (32) y el desgraciado surgimiento del nazismo en Alemania. Todo ello ha ¡do estabilizando la situación; la soFig.4 24 ciedad media se hace más homogénea al absorber a los jóvenes revoltosos del año 18 y por eso pasa de moda el saínete con el "gringo cocoliche" y el "hijo dotor". Por entonces ya "La tierra allende al mar no fue mas que un sueño ..." (CARLOS CARLINO) Sin embargo no va a pasar mucho tiempo hasta el comienzo de las grandes migraciones y sus asentamientos en la periferia de las ciudades. Obviamente éste no es un fenómeno local sino nacional, que a la postre significa una transformación de los métodos de producción y, por supuesto, de las escalas urbanas. Actualmente la Municipalidad de Santa Fe tiene una égida de 76.295 Ha. (Ver Fig.4), dentro de la cual se aprecian tres zonas definidas: Area urbanizada, con el 7% del total de superficie (5.145 Ha.), Area Rural o de quintas, con el 9% (6.688 Ha.) y el Area de Ríos, Lagunas, Islas y bañados, con el 84% (64.462 Ha), que, como se apreciará, es francamente mayoritaria. En cambio, la población de 287.788 habitantes se acumula casi totalmente en el área urbanizada central que por otra parte es sede del Gobierno de la Provincia (considerada la más rica del país, sea por su enorme valle de pastos tiernos ideal para la cría de ganado vacuno, como así también por poseer una importante zona industrial que bordeando el Río Paraná baja en una línea ininterrumpida desde Buenos Aires hasta el Municipio de Santa Fe). También es sede de tres Universidades: la famosa Universidad Nacional del Litoral, la Universidad Católica de Santa Fe y la Universidad Tecnológica Nacional. Tiene un Obispado, el Consejo de Educación, 7 hospitales, 8 Museos, 7 teatros, 10 cines, 7 puentes, 3 radioemisoras y 2 canales de televisión. Fig. 5: Familia típica de inmigrantes de comienzo de siglo. 25 Flg. 6: Una reunión de inmigrantes en la campaña santafecina. CAPITULO 2 La ciudad de Santa Fe, los santafesinos y las islas ... "ese desprecio por la provincia del cual uno no se cura más que viviendo en las capitales"... El hecho de ser la residencia del gobierno Provincial y de poseer una población activa mayoritariamente constituida por empleados públicos (según el censo del año 1960 el departamento la Capital poseía un 5,1%de obreros sobre su población total del departamento mientras Rosario llegaba a un 10,2%), pone en movimiento un tipo de actividad comercial basada en un presupuesto familiar reducido, pero estable, con un mercado de productos ajustados sin altibajos y modestos. El empleado público es renuente a generar tensiones sociales o desbordes de cualquier tipo; la ciudad es por lo tanto en general tranquila y moderada, de escasa vida nocturna y de hábitos regulares. "Lo único capaz de volcar a los santafesinos a los restaurantes, a las confiterías o a los nigth clubs, luego del día quince, es el medio aguinaldo", según la opinión de un comerciante de comidas. En los días festivos o durante los domingos en época de verano, la gente se vuelca masivamente a las playas, a las islas, siguiendo las principales rutas de acceso a la ciudad; también lo hace hacia la costanera que bordea una enorme laguna. La Setubal, lugar aprovechado tam- bién en invierno para tomar mates sentados en el automóvil frente al espejo de aguas tranquilas. El santafesino en general habla velozmente, en un tono agudo y usando frases cortas mechando algunas muletillas como forma de separar una oración de otra (¿viste?, es una de ellas que al ser pronunciada rápidamente se convierte en ¿vite?) tal vez por remotas influencias de la vecina Corrientes. Pronuncia las palabras reemplazando la ese española por la "jota", así pues, en lugar de decir "las olas" aglutina las dos vocales con la "jota" en medio diciendo "lasjolas", "lojojos" por "los ojos", "lojautos" por los autos, etc. Las gentes de la campaña y de las chacras próximas hablan con fuertes acentos heredados de los primitivos inmigrantes que la colonizaron; así en San Carlos Sur se nota la influencia alemana, en San Carlos Centro, la Piamontesa; en Esperanza, la Suiza; y en Helvecia, la francesa; todas localidades situadas a menos de 100 km. de la capital provincial, mientras que en extramuros de la ciudad donde se asientan las humildes barriadas de migrantes los modismos ya son de procedencia chaqueña, guaraní y con menor intensidad,quechua. 27 Fig. 7: Rostro de migrante. En general en la ciudad de Santa Fe se advierte una población mayoritariamente descendente de europeos (españoles e italianos) aunque el tipo criollo —el mestizo característico por su piel morena— es muy abundante y va aumentando hasta hacerse mayoría a medida que nos internamos en la provincia hacia el norte. (Ver Fig. 7) Los deportes preferidos son el fútbol, seguido por el basketball y el tenis criollo; los pequeños clubes en los que antaño se practicaran las bochas han ido desapareciendo como así también aquellos amplios patios tapialados de barrio, abiertos, en los que en la década del 60, la juventud se reunía a bailar los sábados a la noche. 28 La ciudad de Santa Fe no es muy arbolada debido a la acción de un intendente que apoyó su gestión de gobierno en el corte de infinidad de árboles de las calles de la ciudad; antaño, la gente en los barrios solía reunirse al atardecer en la puerta de calle de su casa, bajo los árboles de la vereda para compartir con su vecino la fresca brisa del naciente. Las veredas por entonces estaban cubiertas de jacarandáes y lapachos, dos verdaderos gigantes de flores bellísimas y abunantes; también menudeaban las casuarinas, los ibirá-pitá, los álamos, las grevileas y las tipas de parecido tamaño a los anteriores, los sauces y los alisos bordeando los arroyos y los bajíos de extramuros. Pero tal vez el árbol más típico de los barrios de Santa Fe hasta la primera mitad del siglo fue el naranjo; él se encargó de perfumar las primaveras con sus azahares, de albergar las golondrinas del verano y de transferir al paisaje el oro viejo de sus hojas en esa estación de la que dijera el poeta: En otoño, las calles del barrio, se tiñen de una especial atmósfera, de silencio con alas. R.GONZALEZTUÑON (A la sombra de los barrios amados) Hacia el Este y el Sur la ciudad está rodeada por una verdadera constelación de islas, islotes, bancos y altozanos cubiertos por una vegetación autóctona constituida por pajonales, totoras, tártagos, espinillos, aromos, ceibos, ubajay, curupíes, laureles, timbó, espina colorada, sangre de Drago, con predominio del sauce criollo y los alisios de río; todos ellos envueltos en una madeja de ríos, riachos, arroyos y lagunas que presentan una complicadísima trama de cursos navegables por pequeñas embarcaciones y sólo conocidos por algunos isleros "prácticos"; ellos son, precisamente, las gentes que lo recorren incesantemente en busca de los grandes peces que luego venden o truecan por comestibles y "vicios" (tabaco, caña, ginebra, etc.). Algunas especies de peces superan los 50 Kg. (el surubí, el manguruyú); sin embargo,su captura se realiza mediante elementales procedimientos y con aparejos primitivos. Los volátiles comestibles (patos, caraos, bandurrias, biguases) y los cuadrúpedos (lobitos de río, nutrias, carpinchos, jabalíes) son apresados con escopetas o trampas que los isleros colocan en los lugares donde abundan estos animales y a los que se llega luego de grandes travesías en canoa que duran, a menudo, varias semanas. El hombre de las islas es un ser extraordinariamente consustanciado con el paisaje, como lo demuestra su habitáculo que estudiaremos más adelante. Su vida transcurre mitad en tierra firme y mitad en canoa y su natural es hosco y reservado. Su piel es oscura, sus ojos achinados y es más bien lampiño; sus diversiones son escasas y están asociadas a formas musicales tales como la polca y el chamamé, de origen evidentemente guaraní, interpretados con acordeón y completados con el canto. (Ver Fig. 8) Existe una frondosa literatura local en torno de las islas y a sus hombres. Puede decirse que pocos escritores del litoral se sustrajeron a la tentación de referir historias de estos personajes singulares descendientes de los indios mocovíes, los primitivos pobladores de estas regiones. Muchos pintores tomaron también la naturaleza agreste de esas "Leguas y leguas de silencio empacado y hosco (...)" solo quebrado "por el vuelo silbante de una bandada de crestones". (DIEGO OXLEY. El Remanso. Edic. Doble P.1956) el tema de sus obras. Es que al atardecer el paisaje isleño adquiere real- Fig. 8: Barcos en los riachos. mente un aspecto impresionante; el movimiento de verdaderas nubes de mosquitos llevados por el viento vespertino, el inesperado chapoteo de algún sábalo quebrando el inmenso espejo de agua, el retorno de las gigantescas bandadas de volátiles en busca de los "dormideros" entre las agresivas agujas de la paja brava, las periódicas inundaciones que terminan por borrar los últimos altozanos y convierten al paisaje en un inmenso mar sin frontera, en fin, esa alucinante "sensación de soledad dominante e implacable" que lo envuelve todo, ha sido la causa más que suficiente para generar estas corrientes artísticas locales, mucha de las cuales han logrado valores que trascienden largamente el ámbito local. Es necesario aclarar que las islas propiamente dichas comienzan a una distancia no mayor de 500 m. del despacho del gobernador de la Provincia. 29 Fig . 9 : Grandes palmeras que se encuentran en el sector oriental de Entre Ríos sobre el río Uruguay y en el centro y norte de la provincia de Santa Fe. CAPITULO 3 La lluvia, el viento y las curvas solares "La tormenta suele alzar ruidos extraños en la arboleda" RICARDO GÜIRALDES. Cuentos de muerte y sangre. A! resoldo. Santa Fe está ubicada a los 31 grados 40 minutos de latitud sur (8 grados aproximadamente a meridion del Trópico de Capricornio, sobre el mismo paralelo que cruza a Port St. John en Sudáfrica, Dermandecis en la Melanesia al norte de Nueva Zelandia y varias ciudades de Australia, como ser Broken Hill, Pert, Fremantle, etc.) y a los 61 grados al Oeste del Meridiano de Greenwich. La inclinación del sol en estas remotas regiones es idéntica a la de Santa Fe, es decir, los gráficos de la Fig. 13 podrían ser usados por el habitante de Oceanía o por "los hombres negros" del sur del Mar del Coral. Pero para estas gentes los gráficos correspondientes a las Fig. 10, 11 y 1 2 no significarían nada. Ahora bien, todos estos diagramas confluyen para darnos una característica climática que, conjuntamente con otros factores, resultará en una tipología arquitectónica propia y diferente. Este es el nudo de nuestro razonamiento. Por ahora estudiaremos el clima. La ciudad de Santa Fe y la región que elegimos, está en un enclave con una determinación climática muy incierta, pues aparecen superpuestas la Región de Clima de tendencia cálida, variedad Subtropical y la Región de Clima Tempiado, variedad Pampeana. La Térmica media es de 19 a 23 grados, con heladas intensas de junio a agosto. Está entre las isohietas de los 800 a los 900 mm, y por su situación respecto a los centros ciclónicos (o áreas de baja presión o aspiradores de viento) y anticiclónicos (o áreas de alta presión o emisores de vientos). Santa Fe está condicionada al área permanente Atlántica; en verano actúa el área ciclónica chaqueña (a septentrión respecto de la ciudad) de cuyo desplazamiento depende la dirección y la velocidad del viento. En verano prevalece el viento Norte y Noreste y en invierno el Norte y Noroeste. Además de éstos, la región donde se levanta Santa Fe tiene otros vientos: los locales como el Pampero, la Sudestada y el viento Norte, que influyen singularmente en los cambios de tiempo. El Pampero sopla desde la dirección Sudoeste; es un viento frío y seco que provoca bruscos cambios de temperatura y furiosas tormentas, precedidas casi siempre del llamado "pampero sucio", cargado de polvo para dar lugar al "pampero limpio" acompañado de fuertes precipitaciones. (Ver. Fig. 12). 31 Fig. 10 Fig. 11 Fig. 12 32 Corresponde al Solsticio de Invierno la mayor precipitación pluvial —como muestra la Fig. 10 y también la mayor concentración de humedad con un 75 % de promedio y a los meses de diciembre y enero la mayor precipitación, coincidente este último período con una declinación de la velocidad media de los vientos (Fig. 11). Pero como viéramos es justamente en verano cuando soplan del cuadrante Noreste, cuya velocidad es pequeña; se trata de un viento bastante desagradable por lo insidioso y pesado. Es el llamado "viento de las víboras". La Rosa de los Vientos nos indica cuáles son los cuadrantes más ventosos de Santa Fe. (Ver Fig. 12) La Fig. 13 muestra las Curvas Solares de las cuatro estaciones (en rasgos finos) y correlativamente las Curvas de Sombras proyectadas (en rasgos gruesos) dividida esta última en un número variable de intervalos que corresponden a una hora determinada. Estos puntos marcan la proyección de la sombra arrojada por un segmento AB normal al plano del piso, cuya altura es la que marca la escala en el gráfico. A su vez la proyección de la sombra está dividida por líneas más finas cuyas distancias entre sí son las del segmento AB en escala circular. Orientando las gráficas según el Norte Geográfico (no magnético) podrá leerse directamente la inclinación triédrica del sol que corresponde a una estación cualquiera del año y a una hora determinada como asimismo la cantidad de veces que el segmento AB entra sobre el cateto horizontal de la proyección. Ejemplo: a las 7 de la mañana de verano un objeto proyecta una sombra sobre el suelo algo mayor que dos veces su altura. En invierno, a esa misma hora la sombra es más de cinco veces la altura. (Ver gráfico Fig. 14). Conviene aquí hacer algunas reflexiones respecto de los gráficos de la Fig. 13. En los días en los que comien- Fig. 13 zan los dos Equinoccios (22 de setiembre y 22 de marzo) el sol sale exactamente en el Punto cardinal Este-acimut 270°, altura 0o, recorre un semicírculo en el cielo y se pone 12 horas más tarde en el punto cardinal Oeste, acimut 90° altura 0 o . Esto es común a los dos Equinoccios, como también lo es el hecho de que durante su recorrido, el sol se inclina en ambos casos levemente al Norte, de modo que la línea de sombras aparece casi recta y desplazada a meridión. En cambio, entre Primavera y Verano, el paralelo recorrido por el Sol va abandonando paulatinamente el cuadrante norte; en rigor, la primitiva recta Equinoccial de sombras comienza a curvarse sensiblemente hasta apuntar con susextremos hacia septentrión. Por eso a las 9 de la mañana y las 15 horas de la tarde el rumbo es 90°, pues en ese momento precisamente el sol atraviesa el plano ideal que separa el Sur del Norte. En otras palabras, hasta las 9 de la mañana la sombra arrojada por el reloj de sol está sobre el cuadrante Norte (hecho único en el hemisferio sur), a continuación, y hasta las 15 horas, la sombra aparecerá al sur y luego de esta hora nuevamente el reloj acusará el cono de sombras hacia el Norte. Además, como el recorrido del sol sobre el horizonte en esta época resulta mayor que un medio círculo habrá también más de 12 horas de luz solar. Coincidente con la extinción de la Primavera (el 22 de diciembre) termina también el desplazamiento del plano del recorrido solar hacia el sur; desde este momento comienza a retroceder hacia septentrión, todo ello acompañado por una disminución del tiempo de la iluminación solar; esto es debido a que el recorrido diurno del sol es menor a los 180° (o dos rectos), y en consecuencia hay menos de doce horas de luz. Este desplazamiento termina el día del solsticio de Invierno (el más 33 Fig. 14: Altura y curvas acimutales. corto del año) para continuar su avance hacia meridión a medida que nos internamos en Primavera. Ahora bien, con estos sencillos datos en nuestro poder veamos algunos ejemplos prácticos. A. Una ventana orientada según el eje Este-Oeste y abierta al Norte. 1. Tendrá sol franco en verano y cálido en invierno, otoño y primavera y desde las nueve y veinte hasta las catorce y cuarenta en verano. 2. Estará sometida al viento Norte y Noreste de verano, aunque estos vientos no deben ser considerados peligrosos para el cálculo estructural, como el pampero del sur, que puede alcanzar velocidades cercanas a los 150 Km/h, cuando la presión baja convirtiendo el área en una zona ciclónica. 3. La habitación ventilada e iluminada por esta ventana será fresca en verano y cálida en invierno. 34 B. Una ventana orientada según el eje Este-Oeste y abierta al sur. 1. No permitirá la entrada de sol en invierno, otoño y primavera; sólo en verano el sol entrará muy oblicuamente desde el amanecer hasta las nueve y veinte y a partir de las catorce y cuarenta hasta el ocaso. 2. Estará sometida al pampero y a la sudestada en una proporción menor en verano que en invierno. Este muro deberá ser sólido y muy bien impermeabilizado con una presión sólida calculada superior a los 100 Km/m2. 3. El recinto servido por esta ventana será húmedo y con mucha condensación en sus muros. No debe olvidarse que las heladas vienen del sur. C. Una ventana orientada según el eje Norte-Sur que se abre al Este: 1. Sol durante todo el año por las mañanas. Si uno se instala en el interior del recinto mirando hacia la ventana observará que los rayos solares se inclinan para la derecha en invierno, otoño y privera y hacia la izquierda en verano; en los primeros casos la penetración será mayor a idéntico tiempo horario. 2. Estará sometida tangencialmente a los vientos del norte y a la sudestada y frontalmente al viento del Este o de la costa, que sopla a la manera de brisa fresca durante los crepúsculos, justamente en la hora de "sacar las sillas a la calle" luego de la canícula diurna. Los santafesinos añejos suelen comentar que a esa hora, hace algunos años en primavera, la ciudad era envuelta por un delicado perfume de azahares. (Ver Cap. 2). Algunas ventiscas y tormentas procedentes de áreas anticiclónicas del Atlántico o de la Banda Oriental suelen transformarse en temporales muy prolongados. Dice el islero: "Agua del Este, agua como peste". 3. Ventana con características lumínicas y térmicas variables según las horas del día. Con todo es el Este una excelente orientación para actividades que no exijan una concentración lumínica permanente durante todo el día. ten una notable iluminación difusa aún en el crepúsculo. 2. Los vientos del oeste son muy poco frecuentes (Ver. Fig.12).De un tiempo a esta parte y como consecuencia de una inesperada variación climática operada en Córdoba y Santiago del Estero, Santa Fe ha sido sometida a tempestades de Oeste, hecho sin precedente según los anales meteorológicos consultados. 3. Ventana con luz variable; a la mañana sin luz le sucede una tarde con luz plena. El Oeste es el cuadrante de mayor intensidad lumínica. D. Una ventana orientada según el eje Norte-Sur, que abra al Oeste: 1. Sol durante todo el año a partir del mediodía. La incidencia de los rayos solares y el calor que éstos producen la hacen intolerables en el estiaje. No sucede lo mismo con los lucernarios cenitales los que, aunque tengan una dimensión exigua permi35 CAPITULO 4 La vivienda isleña "Non est paupertas, Néstor, habere nihil". No es pobreza, Néstor, no tener nada. MARCO VALERIO MARCIAL (43. A comienzos de 1780 el Cabildo de Santa Fe se dirigía a las autoridades superiores de Buenos Aires en estos términos: "Es, Exmo. Señor, la ciudad de Santa Fe de doce cuadras de largo, de Norte a Sur, y seis de ancho de Este a poniente, en lo más extendido de su población, que en mucha parte se reduce a sitios huecos y la mayoría de sus edificios a ranchos o casas pajizas de poco valor, por sus materiales de construcción, pues muchas de ellas son paredes de barro introducido entre un género de tejido de palitroques, y varitas o cañitas, y las mejores son de adobe crudo y los techos de unas y otras se componen de varas de sauce que producen las islas, en las que asegurando a distancia como de una cuarta o más, algunas cañas de Córdoba (picanillas) o algunas varitas de alisos de las mismas islas, tejen la paja con que cubren la techumbre, sirviendo estos pobres albergues o chozas de lucidos edificios para la morada de los más de aquellos vecinos, a quienes el Cabildo distribuye graciosamente los sitios en los que edifican, cercando sus cortas pertenencias con los palos que acarrean de los montes." En esta suerte de catastro elemental de la Vieja San- 102 d J.C.) Libro XI, 32 ta Fe se lee una minuciosa descripción del típico rancho litoral, que hoy recibe los nombres de "enchorizado", "cebeto", "acebato" o "fajina" según sea su localización geográfica. Actualmente se emplea el alambre en lugar de palitroques y el "quinchado" se hace con "empleas" o mazos según técnicas más esmeradas que da por resultado las "escamas", las "escaleras" o las "corridas". Pero tal vez lo más interesante de estas construcciones elementales sea su disposición, respecto al contorno, por ser absolutamepte libre la elección del sitio y porque ésta obedece al conocimiento del viento, del sol y de la lluvia que tienen sus moradores y constructores. Y la naturaleza es a menudo despiadada. La agresión hidráulica a que está sometida la casa islera como consecuencia de las crecidas de un río de régimen irregular ha obligado a construirla sobre palafitos encima de los cuales descansa un piso de madera, quedando algunas veces entre los dos planos de piso (el natural y el artificial) un espacio remanente que es utilizado en épocas de bajante como galería suplementaria. Sobre este plano artificial se construyen dos bloques que sirvan de habitaciones separadas al medio por un espacio galería orientado 37 de SSE a NNO (ver gráficos del Cap. 3) de este modo los isleños evitan el sol estival del Oeste a la tarde, al tiempo que ofrecen el vano para que los rayos de los Equinoccios y el Solsticio de invierno penetren profundamente en la galería caldeando el ambiente (ver fig. 13). La brisa vespertina entra en ella. La galería central presenta varias ventajas entre las cuales se cuenta el hecho de tener dos de sus cuatro lados ocluidos, pues nadie ignora que resulta muy difícil controlar el viento y la lluvia en las galerías de tres lados abiertos. En los climas subtropicales las galerías constituyen el lugar de la casa más frecuentado por la familia durante el estiaje, de modo que se convierten en el veradero lugar de estar en el que se descansa, se come y hasta se recibe. El partido binuclear de estas construcciones es de una ingeniosidad sin I imite; existe también un tipo aislado de vivienda binuclear urbana, que dado su escaso número, no alcanza a constituir una tipología que pueda ser tomada como antecedente. Sin embargo en todas ellas el ámbito galería intermedio es muy agradable, debido sobre todo a la sombra que proyecta su cobijo, pero también a la profusión de helechos y enredaderas que crecen en macetas, entre los sillones hamacas. Otra característica; el piso se prolonga más allá de los límites de la galería, hasta confundirse con el jardín vecino. En la vivienda islera, los recintos laterales, sólidos como consecuencia de la gran inercia (para la cual es más importante la disposición de los muros antes que su grosor) introducen un concepto genuinamente polivalente pues actúan directamente como soportes del techo sombra sin recurrir a columnas o pilastras suplementarias. Ante los grandes vientos la galería de dos frentes resiste mucho más, pues transfiere a los re38 cintos laterales que actúan como recios bloques, una compleja trama de momentos que varía a cada instante. Y los grandes vientos son tal vez los enemigos más terribles de estas frágiles construcciones. (Ver Cap. 16). Existe una curiosa semejanza entre la vivienda malaya y nuestro rancho isleño. Ambas están construidas sobre patas y techadas con un entretejido de plantas de largas hojas que en la Malasia se denomina "attap". En algunos casos el "attap" es reemplazado por chapas de cinc que descansan sobre cumbreras encastradas sobre "pies de gallos" y "tijeras" casi idénticas a las nuestras. La disposición interior es también binuclear sobre todo en las casas unifamiliares de Borneo. La galería en este clima ecuatorial es la dominante. Sin embargo, la traza y volumetría de nuestra casa costera es mucho más simple, más nítidamente diferenciada de la naturaleza circundante que la casa malaya. La economía basada en el arroz y el caucho, las influencias lusitanas, chinas, británicas han ido modificando paulatinamente los comportamientos de las gentes y correlativamente su relación con el medio circundante. En nuestras islas litorales esas influencias no existen, de modo que el diálogo del hombre con su río, con el ave y el pez gigantesco es más íntimo, más elemental. No debe sorprendernos pues que esa aparente diferenciación de la casa con su contorno desaparezca luego de nuestro primer vistazo, porque la casa isleña no termina en sus muros exteriores sino que se prolonga hasta el curupí próximo, hasta el ceibo, o la ancha cinta del río. Si alguien intentara establecer un orden de prelación entre las unidades de organización o locales que constituyen el ámbito de estos albergues se vería en un verdadero aprieto pues, alternativamente y según las estaciones (o las horas del día) la galería, por ejemplo, puede desplazar en importancia al laurel, al timbó, o al chañar inmediato aunque de pronto, y por razones tales como un cambio de cuadrante del viento, el árbol reemplace de manera total a la galería o a toda la construcción propiamente dicha. Es decir, lo natural (el paisaje) y lo artificial (la arquitectura) rivalizan permanentemente en un fascinante contrapunto imposible de encontrar en formas arquitectónicas más evoluciona- 40 das. El paisaje usado y no solamente contemplado es una clave a partir de la cual podemos comenzar a analizar a estos habitáculos, la imprecisión de las áreas en las que se realizan actividades bastante precisas, sus usos alternativos y variables son una respuesta a una naturaleza agresiva y caprichosa que somete al hombre a sus incesantes cambios. CAPITULO 5 La casa vestíbulo Indudablemente inspirado en la casa colonial y ubicada en su misma línea de desarrollo, existió en nuestra zona —entre las últimas décadas del siglo pasado y las primeras de éste— un tipo de vivienda exclusivamente urbana, cuyo partido consistía en un patio central al que se llegaba desde la calle por un "zaguán" estrecho y revestido de mayólicas importadas, en muchos casos con juegos florales al tipo del "art nouveau". Aunque mucho más simplificado que en la casa colonial el esquema organizativo mantenía —según los entendidos— un lejano parentesco con la primitiva casa "pompeyana", por su planta anular y la exaltación del primer patio central. La galería que bordeaba a este patio en todo su perímetro era muy estrecha y alta, de modo que las columnas que constituían su límite virtual estaban destinadas más bien a soportar un saledizo creado para proteger las aberturas de la acción directa del sol y de la lluvia, que a conformar ese recinto intermedio o filtro entre el exterior radiante y el interior umbrío, típico de la casa colonial. Tampoco el tratamiento de la caja mural mantenía ninguna semejanza; los vanos estaban generalmente enmarcados por un orden de pilastras falsas que soporta- ban una cornisa delgada y continua, que podía ser vista sin dificultad desde el patio debido a la delgadez de las columnas metálicas. (Fig. 16). F i g . 16: Vivienda urbana de las últimas décadas del siglo pasado y principio de éste. 41 Posteriormente este patio se hizo más angosto y se cubrió con un lucernario móvil de vidrio, que se desplazaba en la azotea mediante sofisticados mecanismos de cremallera. Las razones que motivaron esta solución parecen ser las mismas que llevaron a cerrar la galería de la "casa del gringo" y proceden de la evidente inadecuación del patio a las estaciones frías del año. Los mecanismos de desplazamiento del lucernario tampoco dieron resultado, en parte por su complicación y por las dificultades de su mantenimiento en condiciones de uso, y en parte porque sus ventajas que brindaba eran muy discutibles; lo cierto es que la traza de esta casa se interrumpe bruscamente en la década del 40, dejando algunos pocos ejemplos en la ciudad. Existen algunas casas posteriores en las que se advierte un intento de rescatar la traza primitiva pero eliminando definitivamente el lucernario, y transformando el patio abierto en un área cerrada a la que se d Esta tipología, como la que describiéramos precedentemente, correspondió a los sectores económicamente más acomodados de la ciudad, lo que (unido a la estrechez del lote) explica la traza centrípeta de estas viviendas que reflejan claramente la tendencia al aislamiento y a la segregación que caracteriza a la pequeña burguesía local. Se trata de una casa radial, volcada enfáticamente hacia el interior "vestíbulo"; hacia él (mucho más estrecho que en los casos anteriores por cierto) se abrían las puertas de todas las habitaciones que lo rodeaban, de modo que las paredes de apoyo de muebles —sofás, repisas, aparadores— eran muy pequeños e insuficientes. Esto obligaba a centralizar los muebles y a seleccionarlos en función de esta característica; así pues, encontramos la mesa de comedor, sus sillas correspondientes y alguna otra contra alguna estrecha franja de pared. Sin embargo este comedor se usa muy esporádicamente, pues la gente come en la cocina, de modo que "el vestíbulo" se convierte en el precursor del livingroom o tierra de nadie. Con el tiempo, la obligada confluencia de todas las circulaciones terminó por desplazar al living-room hacia una de las habitaciones del frente, con lo cual se aisló a éste definitivamente de cualquier actividad fecunda del hogar lo que, por oposición, incrementó las funciones del "vestíbulo". Dos cosas fueron las que signaron la suerte del "vestíbulo": primero la abrumadora contigüidad con los recintos más privados de la casa —situación que se acentuaba por el uso de aberturas con banderolas superiores— y, segundo por el confinamiento al que estaban sometidos estos mismos recintos, carentes de luz y ventilación directa. Tal vez exista una tercera razón por la cual se interrumpe definitivamente esta tipología de la "casa vestí- 42 bulo" y es cierta modificación <Je los gustos de las gentes por imperio de las nuevas imágenes arquitectónicas que comenzaban a perfilarse por entonces, a través de la acción profesional de algunos incipientes estudios de arquitectura y construcciones, pero, fundamentalmente, por los prototipos de la casa compacta impulsada por los egresados del Colegio Industrial Superior (instituto local de nivel secundario que concede títulos habilitantes para construir casas de hasta 4 pisos y que disputaran palmo a palmo con el arquitecto la hegemonía profesional de la zona). Así pues los Técnicos Constructores fueron, de algún modo, los encargados de descargar el golpe definitivo a la "casa vestíbulo"; lo hicieron en buena parte amparados por los coeficientes de iluminación y ventilación de los Reglamentos Municipales de Edificación que ellos ayudaran a confeccionar. Sin embargo no son pocos los que aun hoy piensan que el partido anular sigue siendo —de resolver ciertos problemas— una excelente solución para nuestro clima; los problemas a que se hace referencia son fundamentalmente de carácter dimensional, pues sólo es posible completar el perímetro construido que conformará el patio merced a programas de grandes superficies, desarrolladas en terrenos de dimensiones inusuales. Más adelante se propone una vía de indagación que parte, precisamente, de la casa vestíbulo —y llega al "patio corazón"— pero tratando de salvar los vicios que sellaron la suerte de estas viviendas, que constituyen el último eslabón evolutivo de la primitiva casa anular con patio a cielo abierto. La tipología arquitectónica más reciente ha excluido definitivamente al vestíbulo. Los créditos bancarios impulsan planes compactos y sin imaginación -dos dormi- torios, baño al medio, adosados al living-room y a la cocina exigua al fondo— partido que aún hoy mantiene una desafortunada buena salud. 43 CAPITULO 6 La casa del gringo "De Suiza que el gran Hugo vio sentada junto al cielo mirándose en los lagos y trenzándose el pelo, y de Francia, su vecina inmortal, y de Alemania, que lleva en el ojal la hoja de roble inspiradora, y de Italia, la gran cantora y bebedora, vinieron los hombres que nos ayudaron a hacer nuestro mañana de trigo con la fuerza del ayer". Origen. JOSE PEDRONI. MONSIEUR JAQUIN CAPITULO 6 — LA CASA DEL GRINGO Coincidente con las grandes corrientes inmigratorias que comienzan en las últimas décadas del siglo pasado y abarcan hasta las tres o cuatro primeras de éste, aparece una tipología de vivienda que se repite casi sin variantes a lo largo de todo este período. A este tipo de casa se la conoce como casa "chorizo" —por estar constituidas por una sucesión de piezas construidas a lo largo del predio sobre una medianera— y están ubicadas por lo general en los barrios periféricos y las colonias agrícolas próximas a los centros urbanos. Respecto a la génesis de su conformación existen varias teorías aunque, en rigor, ningún historiador se ha preocupado seriamente de ellas. Una de las explicaciones, tal vez la más común, es la que supone que en sus orígenes su composición arquitectónica procede de la división de las casas coloniales según un eje, que pasando por el centro del patio dividía a ésta en dos partes simétricas, cada una de las cuales se convertía de este modo en una forma rudimentaria de "casa chorizo". Esta teoría puede resultar aceptable si se la circunscribe a la primera etapa del aluvión inmigratorio, en la que los extranjeros debieron adecuarse forzosamente a las construcciones que encontraron a su llegada al país, pero se debilita cuando nos preguntamos por qué los descendientes de estos inmigrantes repitieron su tipología cuando, con el correr del tiempo construyeron sus nuevas moradas, sin sujeciones a construcción existente alguna. Todo parece indicar que el programa de necesidades u organización funcional de "la casa del gringo" poco o nada tiene que ver con las casas que le sucedieron o precedieron. La traza lineal con tres elementos arquitectónicos claramente diferenciados y paralelos —las habitaciones, la galería y el patio longitudinal—nos hace suponer que se debió más a una forzosa adecuación de la casa (que debía responder a una serie de necesidades) a la forma del lote sobre el que tenían que construir, que a esos nebulosos antecedentes historicistas a los que se aludieran anteriormente. El lote tenía un frente estrecho —8,66 m—, las diez varas coloniales que por agregación formaron la cuadrícula castrense de nuestras ciudades. (Ver Fig. 18). Sobre este frente debían practicarse los accesos a la 45 casa y hacia los fondos de la misma, en los que generalmente se encontraba la huerta, las aves de corral, la vaca, el caballo y el carro. El patio longitudinal, pues, tenía el carácter de "calle" abierta para el paso, del vehículo y los animales desde el fondo hacia la calle pública, al tiempo que ventilaba las habitaciones a través de la galería. Esta disposición repite, en pequeña escala, una verdadera organización urbana antes que una propiamente arquitectónica; esta presunción se ve reforzada por una clara discriminación circulatoria entre los vehículos y animales a cielo abierto, separada de la de las personas bajo galería (que a escala urbana se hacen recovas) y los ámbitos privados o aposentos; además la organización funcional por su complejidad, se asemeja a la de una pequeña unidad urbana autosuficiente. Están allí presentes de manera incipiente y rudimientaria, se entiende, las actividades primarias o extractivas —el huerto, los cerdos, las gallinas, los frutales— las secundarias —los embutidos productos de la carneada, el pan, el horno— y las terciarias —o comercialización de la producción en la huerta o en algún taller instalado en los fondos—, actividades ellas más típicas de todo un conjunto residencial que de una casa. Es probable que cuando finalmente se realice un estudio detallado y prolijo de la disposición de la "casa del gringo" o la "casa chorizo" se encuentren que éstas atesoran ideas verdaderamente revolucionarias respecto a la simplicidad constructiva y sistematización de procedimientos; desde el replanteo hasta las instalaciones complementarias de extremada sencillez —conductores eléctricos exteriores y aéreos, sanitarios a la turca encabalgando a pozo negro, cocina a carbón— toda la factura de la casa ha sido desarrollada para que un modesto al46 bañil pudiera llevarla adelante con sólo disponer de una cuchara, una plomada y un par de andamios. Pero tal vez su rasgo más destacado fue que ellas constituyeron una tipología que se repitió insistentemente a lo largo de cuatro o cinco décadas, lo que permitió que se llegara a una suerte de "standarización" de elementos constructivos tales como cenefas —dentada en forma de racimos de uva u hojas en relieve estampadas sobre chapas de zinc— o puertas de dos hojas angostas con postigos ciegos al exterior y banderolas superiores accionadas a cadena, delgadas columnas metálicas de soporte para las galerías —a veces caños galvanizados de una o dos pulgadas—, canaletas, cinquerías para las cubiertas livianas, todo esto producido en serie por los comercios que se dedicaban a la venta de materiales de construcción. Las plantas estaban constituidas por habitaciones o recintos dispuestos en hilera —algunos de ellos con funciones no muy precisas, lo que proporcionaba una mayor elasticidad de uso— con la cocina y el baño al fondo y acompañados a lo largo de una de sus caras —la más prolongada—por la galería. (Ver Fig. 19). Si usáramos la sistematización de funciones vigentes hoy, notaremos que en la "casa del gringo" se hallaba notablemente simplificado el organigrama básico a un par de unidades exclusivamente: el Intimo y el Servicio (el Estar como tal no existe). En rigor este último estaba formado por la interacción de la cocina —con fogones a carbón o leña y una gran campana de humo superior—, y era el lugar de reuniones de la familia y las visitas; en verano estas actividades se llevaban a cabo en la galería. Abierta en tres de sus caras, la galería tiene un ancho que oscila entre los 1,80 y los 2,50 m y constituye un buen recurso para neutralizar los rigores estivales. Fig. 18: Casa del gringo. Es indudable que la cocina, caldeada por las hornallas y el fuego obligado, se torna insoportable en verano. Así, pues, en esta época del año la familia recurre a la galería, que es una especie de tubo Venturi que capta los vientos y las brisas estivales; se saca la mesa, las sillas y se come "afuera, al fresco". Esta disposición aerodinámica de la galería abierta en los extremos dista mucho del tipo de galería que bordeaba al primer patio cerrado de la casa colonial. Las diferencias proceden de que la primera estaba concebida como un verdadero techo-sombra hacia exteriores francos no confinados, al tiempo que era vivida con la misma o tal vez mayor intensidad que cualquier otra dependencia de la casa durante el estío. La ya aludida simplificación del organigrama elemental hacía imposible sustituir la galería por otra unidad de organización semejante, cosa que no ocurría en la casa colonial, a menudo más compleja funcionalmente y más rica en dependencias. Así, pues, en la "casa del gringo" y en época de verano se vivía hacia afuera; pero un "afuera" franco y vinculado con el paisaje urbano, la calle pública, el barrio. La galería tornaba imprecisos, indeterminados, los límites entre el interior y el exterior de la vivienda incorporando o cediendo (según se tome) espacio al uso cotidiano. Con el tiempo se construyeron cancelas de madera —de procedencia arábigo andaluz— sobre el lado abierto, se colocaron emparrados o enredaderas las que, a la par que daba una mayor intimidad a la galería, la protegían de los vientos de primavera; finalmente terminó cerrándose con mamparas de vidrios pequeños, traslúcidos y multicolores, recurso a que se echó mano por el mal comportamiento de la galería en invierno. En estas mamparas había partes que podían abrirse 48 Fig. 19: Vista de la galería de una casa del gringo. hecho que, a pesar de todo, no evitó que el primitivo concepto'de galería se desvirtuara completamente. Este cerramiento trajo aparejado otros inconvenientes, pues se hizo a expensas de la iluminación y ventilación directa del exterior de los recintos contiguos a la galería, que a partir de ese momento quedaron irremisiblemente confinados. El recurso —no siempre empleado— fue la apertura de pequeños vanos con una dimensión no mayor que la permitida por el obligado salto de techo ubicado entre la caja mural de la casa y la galería. Estos ventiluces fueron casi siempre insuficientes —e ingobernables como toda abertura cenital— y tenían por objeto erradicar la humedad y garantizar un razonable movimiento de aire en su interior, antes que restablecer la —ya irreparablemente perdidavinculación franca de estos recintos con el exterior. Concebidas como un todo orgánico, estas casas empleaban sus unidades de organización con un sentido polifuncional; así la galería servía también como lugar de paso desde los dormitorios hacia la cocina y el baño, ubicados, como dijéramos, al final de la construcción y aquende el patio del fondo. En verdad, esta circulación —de verano— es paralela a otra virtual —de invierno— constituida por una sucesión de puertas que comunican interiormente a los dormitorios y desemboca en la cocina-estar, inmediata al baño. Si bien esta circulación pone en servidumbre a los ambientes que comunica, es necesario aclarar que su utilización se realiza casi exclusivamente durante las actividades diurnas de limpieza o en los días de mayor rigor invernal, sobre todo para transportar la vacinilla, taza de noche o escupidera —que como se advertirá es un elemento fundamental de programa—de modo que su uso hace menos rigurosa esa servidumbre, al menos temporalmente. Cerrada la galería mediante mamparas, la casa continuaba creciendo por invasión al patio —calle lateral, de modo que la fachada acaba por completar los 8,66 m de frente —las 10 varas— como consecuencia de lo cual la galería pierde definitivamente su carácter de tal. La invasión del patio-calle no es accidental, como no lo es la pérdida de toda esa concepción "urbanística" típica de la "casa del gringo". Las nuevas épocas llevaban implícitas la ruptura del concepto de la vivienda como unidad autosuficiente; la especialización de actividades que ahora se llevan a cabo fuera de la casa —desde la elaboración del pan hasta los embutidos, desde el reemplazo del carro doméstico por los transportes colectivos más veloces y eficientes, el tranvía, por ejemplo— reducen las funciones de estos pa- tios-calles en ámbitos que, como se dijera antes, tenían por función primordial trasladar los productos primarios y secundarios desde el lugar de elaboración al espacio público, en meros remanentes de tierra, cada vez con menor escala. Al construir en ellos nuevas dependencias complementarias y al transformarse paralelamente el programa que le diera origen, se fueron limitando peligrosamente sus atributos y virtudes, y terminaron por perder definitivamente su carácter distintivo. (Ver Fig. 20) Fig. 20: Transformación de la casa del gringo. 49 Si bien la cubierta liviana que emplearon como techo inevitable permitió esta serie de transformaciones sin mayores sobresaltos, lo cierto es que éstas se hicieron merced al empleo de resoluciones cada vez más complicadas de plantas y cortes; debido a la falta de pendiente se debió recurrirá los techos cóncavos (ver el esquemado Cap. 10) que, como se sabe, son los que presentan mayores dificultades constructivas. Las plantas sufrieron análogos deterioros; en resumen, las dificultades son la consecuencia inevitable de la acción de transformar una casa de partido abierto en otra de partido cerrado. 50 PARTE II Propuesta CAPITULO 7 Primeras conclusiones La vida íntima de la provincia tiene un encanto del que en París no abrigan la menor idea, y en los primeros años de la vida es cuando más se disfruta. La existencia en París puede ser grata en la edad de la actividad, de las pasiones, de la avidez de emociones y triunfos;pero en provincia es donde se ha de ser niño y adolescente, donde hay que gozar los sentimientos de un alma que comienza a despertar y a conocerse a sí misma. Nunca se podrán experimentar en París esas sensaciones incomprensibles que la voz de cierta campana, el aspecto de un árbol, de una zarza, el juego de la luz que un rayo de sol hace con el cinc de un tejadito solitario despiertan en el fondo del corazón. Estos leves misterios del.recuerdo son patrimonio de los pueblos (...). CHARLES NODIER (1780-1884). La Novena de la Candelaria. En los primeros capítulos de este trabajo se ha expuesto tres ejemplos de viviendas típicas de Santa Fe —en rigor su área de localización es mucho más vasta— en las que se advierte dos maneras diferentes de encarar el habitáculo. Esta diferencia se basa en el grado y profundidad con que la casa se abre o incorpora el paisaje circundante. Si bien la "casa vestíbulo" fue siempre eminentemente urbana o, por mejor decir, tal vez por eso, se advierte en ella una rotunda negación de los exteriores como hemos visto; la casa está volcada sobre un pequeño patio techado, que a menudo no es otra cosa que un divertículo o ensanchamiento de la circulación que la parte en dos y que comienza en el zaguán, dejando a cada lado sendas tiras de locales. Se trata pues de un partido centrípeto. Absolutamente opuestas son la "casa del gringo" o la "casa islera" en las cuales la intención francamente centrífuga, expansiva obedece al tipo de actividad que ellas deben favorecer o estimular; mucho más expuestas a la acción meteorológica producen ambas una riqueza y variedad de situaciones arquitectónicas que se ponen de manifiesto por la profundidad de las relaciones del hom- bre con su contorno. Esto aparece claro cuando advertimos que la "casa vestíbulo" podría adaptarse sin inconvenientes a cualquier situación ambiental, mientras que las otras dos, "la casa del gringo" o la "casa islera", sólo podrían hacerlo con cierta eficiencia en climas como los nuestros que generan comportamientos como los descriptos precedentemente. La extracción de productos de la tierra del pequeño predio en el que se alza la vivienda o los peces del río próximo, la facilidad de su obtención y la economía familiar muchas veces basada —o reforzada— por estos tipos de actividades sólo es posible en los climas subtropicales y los suelos feraces. Sin embargo, en el espíritu del hombre del litoral ambas tipolog ías tienen aceptación aunque con diferente grado. En buena parte se debe a las características del clima con estaciones opuestas, punto de partida de la paradoja que se prolonga en todos los actos de su vida. Por un lado desea la intimidad, la privacidad, el recinto cerrado fresco y umbrío de la casa vestíbulo, y por otro la vida abierta, compartida cálidamente bajo el sol y el árbol, con el ave y la nube de compañera. As íes como aparece en la imaginación de la casa de límites imprecisos, la 53 planta, la mariposa y el estanque, el parral, la avispa zumbadora y la galería, todos ellos mucho más próximos a la casa del gringo que al esquema funcional que aprieta la vida dentro de un recinto tan rígido e inflexible como una anilla de acero. El arquitecto por su parte, con estos tres prototipos de vivienda en la retina debe lanzarse a la búsqueda de una tipología contemporánea que garantice el equilibrio y acepte la paradoja por principio (Ver Fig. 21). Lo primero a rescatar es el eje enérgico y la gradación lumínica de las calles y las galerías de las "casas del gringo" e "islera". Con este eje, que orientado convenientemente favorece y apresura la brisa fresca a la manera de un tubo Venturi la casa deja de ser concebida como un hecho arquitectónico cerrado para convertirse en una suerte de microurbanización. La vista desde la calle atraviesa la construcción sólida y luego de una sucesión de situaciones lumínicas contrastantes estalla en el brusco sol del patio del fondo. Sobre esta calle de sombras fresca y vio-, lenta jalonada de plantas tropicales —potos, zandalias, trepadores y helechos— confluirán las habitaciones a la manera de volúmenes sueltos los que, sin embargo, no interrumpirán su continuidad. Cuando llueve el agua conducida por las canaletas hasta el suelo empedrado, irregular, producirá un rumor excitante que envolverá a la casa toda. De pronto esta calle galería se ensanc ha, los volúmenes que la conforman se retraen, la tonalidad lumínica cambia y aparece entonces el patio de la casa vestíbulo pero con una escala mayor; a este lo llamaremos patiocorazón y será cubierto con el techo-sombra encargado de producir el fresco en el solsticio de verano. Todo se explicará más adelante detalladamente. Por ahora retengamos imágenes, sensaciones y situémonos 54 Fig. 21: Una metodología imaginariamente en una umbría galería de Santa Fe en el mes de Enero, que es cuando el sol enloquece a las chicharras. ¿Cómo proteger este patio-corazón de la lluvia empujada por el pampero en invierno? Respondemos: con esclusas. La experiencia que nos dejan estos tres tipos de viviendas y su aplicación en los nuevos proyectos pueden resumirse así: 55 CAPITULO 8 "Me gusta verte así, bajo la parra, resguardada del sol del mediodía. (...)" EVARISTO CARRIEGO. En el Patio A. El patio corazón La "calle patio" es la columna vertebral de la casa litoral. Es esta una verdadera "idea madre". Se dice que es una columna vertebral porque es el núcleo organizativo fundamental de estas viviendas. Pero hagamos algunas reflexiones antes de seguir adelante. En algún momento la arquitectura exaltó el concepto de módulo, especie de red imaginaria en función de la cual se organizaba todo el desarrollo arquitectural. La mayoría de los arquitectos los adoptaron sin vacilaciones aunque tal vez uno de los que los desarrolló más fue Frank Lloyd Wrigth, quien trabajó con una variedad inimaginable de estos módulos; los propuso cuadrados, cúbicos, rectangulares, paralelepípedos, exagonales, de ritmos variables y hasta angulares. Es evidente que en las viviendas proyectadas por él se nota una ley de generación que asigna una energía al conjunto, una vitalidad, que las diferencia netamente de aquellas otras que hubieran ignorado este procedimiento. Algunos arquitectos racionalistas usan también los módulos, aunque los resultados sean radicalmente diferentes; parafraseando a Goethe podríamos decir que Wright usa los módulos en un sentido "formativo" Fig. 22: Perspectiva de una calle patio. 57 mientras que los otros lo hacen en uno "bello". Obviamente lo "formativo" es sinónimo de orgánico. Bajo esta perspectiva ninguna trama "formativa" de generación puede compararse al eje. Semejante a un módulo porque como él ordena, sistematiza los espacios, el eje aparece como una articulación que une y separa a un tiempo; los volúmenes se sitúan a "un lado" o al "otro", cerca o lejos de él, simétricos o no. Aun más, el eje puede ser quebrado,a 45°,a 90°,curvo, triédrico; pero jamás establece la tiranía de la grilla. "En el orden está la fuerza creadora (...)" ha dicho el arquitecto Louis Kahn en un inesperado poema; y luego "El orden sostiene la integración (...)" Con este criterio se proyecta el eje que es la "calle F i g . 2 3 : Planta de una vivienda con calle patio. 58 Fig . 24 59 patio". Precisamente en los bordes de esta "columna vertebral" se irán arrimando, más o menos libremente, los volúmenes que la limitan, sin interrumpir su recorrido; naturalmente en los lotes angostos estos volúmenes aparecerán de un solo lado es decir, arrimando la "calle patio"a una medianera y dejándola correr paralela a ella. Pero tanto en este caso como en cualquier otro, la cara de los volúmenes que bordean a la "calle patio" será tratada como una verdadera fachada y con el mismo esmero: en realidad es deseable que esta "calle patio" sea conceptualizada como si fuera una verdadera calle urbana, a la que deben subordinarse las construcciones adyacentes. A semejanza con aquélla esta calle permitirá la circulación de personas y eventualmente del automóvil. Podrá estar bordeada por pequeñas plazas con bancos, faroles y canteros de flores; podrá, también, estar limitada por una baranda o un espejo de agua. Orientada de Norte a Sur, preferiblemente usando el medio rumbo, la "calle patio" (20°) se convertirá en una enfriadora de las brisas dominantes, es decir las del Norte y Noreste en verano, durante el día (Ver Cap. 3) y Este-Norte durante los crepúsculos. Filtradas y tamizadas por las pérgolas y emparrados que prolongan "la calle patio", estas brisas se aceleran por la disposición axial de la calle. Esta disposición imita a un tubo Venturi (Ver Figs. 22 y 23). Los antecedentes hay que buscarlos en la "casa del gringo" y en la "vivienda islera". Recuérdese a ese espacio abierto, paralelo a la galería que permitía acceder con el carro, con el caballo, con la vaca a los fondos de la "casa del gringo"; si bien ha cambiado la motivación funcional pues en este tipo de casa era "económicamente" imprescindible disponer de esta vía practicable para mover los productos de la pequeña huerta, cosa que ob60 F i g . 2 5 : Calle-patio y patio-corazón. Fig. 26: Calle-patio y patio-corazón. viamente no sucede en la casa de hoy, la libertad de proyecto que puede conseguirse merced a esta profunda columna vertebral que penetra hasta los fondos constituye, como en el caso anterior, el mejor modo de hacer exhaustiva y total la utilización del terreno disponible. La "vivienda islera" presenta también un eje que ha ahuecado el corazón de la misma, aunque no constituye una "calle patio", sino, más bien, aparece como un antecedente del "patio corazón"; sin embargo, es este eje hueco el que establece la binuclearidad, que es la condición "sine qua non" de la "calle patio". En resumen: si observamos atentamente la Fig. 24 veremos cómo, por sucesivas evoluciones, se rescata la galería continua de la "casa del gringo", se provoca la binuclearidad de la "vivienda islera" y se genera el "patio corazón", por el uso de las esclusas, que trae reminiscencias de la "casa vestíbulo". Pero indudablemente, la "calle patio" ha sido la protagonista principalísima de esta evolución. 61 B. La calle patio El "patio corazón" es el living-room del subtrópico. También, como en el caso anterior esta es una "idea madre". El sentido centrípeto de las casas con "patio corazón" establece estrechas semejanzas con la "casa vestíbulo" por cuanto ambas están volcadas enfáticamente hacia un recinto interior al que se subordina toda la construcción. Se diría que el sentido es radial; esta disposición, como dijéramos, resulta muy conveniente para muchos arquitectos, pero también singularmente peligrosa. Recuérdese la "casa vestíbulo", caracterizada por negar terminantemente a los exteriores. De ello resulta una intólerable servidumbre por contigüidad de los locales y un agobiante confinamiento a que se somete a sus ocupantes. Estos peligros fueron considerados al proponer el "patio corazón" que establece claras diferencias, en ese sentido, con la "casa vestíbulo". Así pues el "patio corazón" está terminantemente unido a los exteriores, incorpora la jardinería, los senderos, el pavimento, pues no debemos olvidar que generalmente está unido a la "calle patio", hasta el punto de que en muchos casos aparece 62 Fig . 27 F i g . 2 8 : Corte a lo largo de la calle-patio. como un divertículo de aquélla (Ver Fig. 25). Esta suerte de identidad es la que permite introducir al interior del "patio corazón" elementos típicos de la "calle patio", como ser farolas, bancos, emparrados, galería, etc., es decir, todo aquello que sirve para exaltar la indeterminación de los límites entre el "adentro" y el "afuera" (Ver Fig. 26). Es conveniente que algunas aberturas exteriores (por ejemplo las que dan al Oeste, Cap. 3, pto. D) sean proyectadas con tamices o prolongaciones horizontales a fin de impedir una entrada de sol agobiante en los atardeceres de estío; la luminosidad interior ambiente será obtenida fundamentalmente por los lucernarios y controlada mediante esclusas. Tendrá un amoblamiento libre e informal, como libre y espontáneo es el tipo de respuesta sicológica que estimula, a diferencia del living actual, cuyo grado de sofistificación y acartonamiento ha ido incrementándose paralelamente a la dis63 minución de libertad y profundidad de las relaciones que pretende favorecer. No debe descartarse la incorporación de una parte o la totalidad de un espejo de agua litoral bajo el "techo sombra" del "patio corazón", como así tampoco la construcción de un hogar-chimenea-asador polivalente, capaz de caldear el ambiente en invierno y de permitir la parrilla para el asado en cualquier época del año. (Ver Figs. 28, 29 y 30). En una palabra todos los medios para enriquecer este espacio deben ser considerados. Fig. 29: Corte transversal. 64 F i g . 3 0 : Corte por el patio corazón. 65 C. La binuclearidad. La polinuclearidad La binuclearidad es la consecuencia de la implantación del "patio-corazón" y la "calle patio". Su antecedente es, naturalmente, la vivienda islera. Sin embargo, es conveniente aclarar que si bien este es el más común de los ejemplos de binuclearidad en la zona, existen otros casos que, aunque menos importantes, participan de características semejantes; ya citamos en el Cap. 4 el caso de una vivienda binuclear urbana, sobre la cual no nos detuvimos demasiado por tener un escaso desarrollo. No sucede lo mismo con otro tipo de casa polinuclear rural, muy frecuente en la zona de quintas y granjas adyacentes a la ciudad en la que los recintos que la constituyen aparecen separados por razones organizativas, cada cual con su específica función, siguiendo un esquema típico de las instalaciones rurales, con las trojas o graneros por un lado, los corrales y las viviendas por el otro, todos ellos totalmente aislados entre sí; el enlace, puramente funcional, se establece por medio de las calles en las que circulan las gentes, los animales y las máquinas. A veces estas calles aparecen cubiertas de a trechos, por algún emparrado o la copa de los árboles que las bordean. 66 Naturalmente estos caseríos tienen una escala totalmente diferente a la de la casa litoral; además entre unas y otra no existe ninguna correspondencia funcional ni organizativa. No obstante, el sentido urbanístico del conjunto (imposible de imaginar en un sistema compacto), la constante participación del paisaje vivido, la riqueza de situaciones que promueve, en fin, un profundo sentido orgánico, enlaza a ambas en una análoga ¡dea de lo "formativo" (Ver la "calle patio"). Esta misma sensación nos acomete cuando contemplamos algunas elementales construcciones que se levantan en las llamadas villas de emergencia; perdidas en un fárrago de callejas sinuosas, angostas, estas casas precarias presentan el especial interés de ser las primeras construcciones que los migrantes (generalmente campesinos) alzan con sus propias manos al llegar a la ciudad, de modo que su respeto por el medio natural aun se mantiene incólume, vivo, no acallado por todo lo artificial del medio urbano. En ese sentido las relaciones con la "vivienda islera" son muy estrechas, verificándose en ambas una clara organización polinuclear. Pero las semejanzas no terminan allí, sino que se extiende a la organización funcional, muy pareci- da en las dos: un núcleo es usado generalmente como comedor, cocina de invierno, despensa; allí entra la mesa que en verano está afuera, bajo la galería. El otro núcleo es dormitorio, pero en ambos casos las funciones no se mezclan. El núcleo dormitorio puede albergar cuatro, cinco, hasta seis camas, pero no podrá instalarse ninguna en el núcleo cocina-comedor. La aparición de un tercer núcleo se debe generalmente a la necesidad de contar con un depósito. Idéntica a la "vivienda islera" nuestra primer propuesta de vivienda binuclear con "calle patio" establece una separación, el íntimo de la Cocina-Comedor, pero confiando el uso alternativo del estar a la incorporación Fig. 31: Un pequeño fin de semana. 67 o cesión del "patio corazón" merced a las esclusas. Este esquema funcional parece bastante juicioso porque permite un crecimiento por agregación al núcleo primitivo absolutamente libre. Así el Intimo, puede ser llevado a planta alta, la "calle patio" prolongarse por debajo o por encima de la Cocina-Comedor. La ubicación del "patio corazón" respecto del sol y los vientos, obligará a arquitecturar los volúmenes que constituyen los núcleos a fin de que actúen como obturadores o enfriadores de las brisas (Ver Fig. 27 y 28). O tal vez, quien determine la ubicación definitiva de los núcleos, su altura, sus relaciones recíprocas sea, como en el caso de la "vivienda islera" un hermoso jacarandá que encontramos, ¡Oh sorpresa! cuando visitamos por primera vez el lote vacío en el que vamos a construir. Hemos pensado que una manera de expresar claramente algunos principios de estas propuestas arquitectónicas podrían hacerse usando elementales notaciones matemáticas; para ello hemos elegido a los diagramas de Venn (Ver Fig. 32). Gracias a él se pone en evidencia las diferencias entre una casa clásica, con recintos severamente separados entre sí, que genera un diagrama hermético e invariable, y la casa litoral —nuestra propuesta— en la que las unidades de organización se van interconectando entre sí mediante las esclusas y el patio corazón, en mutuas interpretaciones, al punto que esta dinámica relación no podría representarse de otro modo mejor que usando, precisamente, los diagramas de Venn. F i g . 3 2 : L o s diagramas de Venn. 68 Fig. 33: Una vivienda polinuclear 69 CAPITULO 9 El techo sombra y las cubiertas livianas. Otras consideraciones "La lluvia visitó largamente su techo, muchos soles siesteros abrumaron su zinc" RAUL GONZALEZ TUÑON. "Primero y último". A la sombra de los barrios amados. La manera más razonable de realizar el techo sombra es usando una cubierta liviana; no sólo por la libertad formal que permite este tipo de cubierta —como trataremos de demostrar inmediatamente— sino también porque Santa Fe posee una vieja tradición cinquera. Como hemos dicho en la primera parte de este trabajo, la historia actual de nuestro país que comienza en la segunda mitad del siglo pasado, deja atrás el estilo colonial español, apacible, señorial, pero también deja atrás la teja como símbolo de toda esa forma de vida aldeana que ma's corresponde al siglo XVIII que a los comienzos del siglo XX, y aparecen en su reemplazo y tiempo después, las cubiertas metálicas. Por supuesto que las primeras fueron importadas a la sazón, y luego de algunos años incorporadas a la arquitectura doméstica, potenciada por las corrientes inmigratorias; tal vez por haber nacido asociada a esa desconcertante invasión de bárbaros ávidos de tierra y pan, es que desde sus orígenes se le asignó el rango de material usable pero no mostrable. Sin embargo, tan celoso fue su ocultamiento como intensivo su uso, hecho que se prolonga hasta nuestros días, probada la ineficacia de las cubiertas pesadas de hormigón armado a la acción del ardiente sol del subtrópico. La resemantización de la cubierta de chapas se impone, y debe partir, precisamente, de la exaltación de su liviandad que permite una simplificación o adelgazamiento de todo el sistema soporte. En efecto, la diferencia de peso entre un techo de Hormigón Armado y otro de cinc es significativa: de 500 kg la de H°A° por m2 a 30 kg la de cinc por m2. Naturalmente estas diferencias constructivas se traducen en diferencias que abarcan la totalidad del conjunto arquitectural; hecho que permite imaginar la aparición de una tipología condicionada a esta circunstancia (Ver Fig. 35). Algunas resultantes del uso de las cubiertas livianas pueden ser: 1. Prolongados voladizos. Gracias al escaso peso propio pueden proyectarse sin mayores complicaciones estructurales voladizos de grandes luces. Piénsese en un voladizo de 3m tendrá un peso correspondiente a 1 m de ancho de 90 kg contra 1500 kg si fuera de H°A° 2. La gran ductilidad de estos techos y lá facilidad estructural de su resolución; como se verá más adelante 71 existe una variedad casi inagotable de formas, todas ellas de muy sencilla factura. Esto permite concebir entradas de luz natural desde cualquier lugar de la cubierta, usando el simple recurso de inflexionar los faldones donde haga falta. 3. No es imprescindible que exista correspondencia entre la caja mural de soporte de planta y los movimientos de techo; es decir, el techo puede jugar estructural y formalmente con absoluta independencia de la planta. A partir de la reelaboración de las características enunciadas precedentemente, y a la luz de aplicaciones 72 concretas, la aparición del "techo-sombra" es casi una resultante inevitable. La imagen emergente será la de un techo formalmente importante flotando sobre una caja mural apoyada firmemente en el suelo, con la que establece un contrapunto con recíprocas coindidencias. La aparente independencia entre ambos servirá para exaltar el sentido de "debajo de", que es por otra parte el gesto elemental del hombre del litoral preocupado siempre por protegerse de la abrumadora incidencia del sol. He aquí algunos tipos de cubiertas: (Ver Fig. 34) Fig. 35: Corte. Fig. 34: Tipologías de la cubierta liviana. Resultará conveniente terminar este capítulo aclarando que las cubiertas pesadas de Hormigón Armado no deben ser excluidas, de modo alguno, del diccionario de los sistemas constructivos usados en el litoral. Al contrario, sólo deberá sugerirse que su empleo se reserve a aquellos lugares de la casa o a aquellos proyectos en los que haga falta multiplicar la superficie del suelo; decir esto es lo mismo que asignar a la cubierta pesada el rango de transitable. En tal sentido existe una clasificación muy útil según la cual los techos se pueden dividir en dos grandes grupos: 73 —Por un lado las cubiertas livianas, llamadas también "bellas", cuya exclusiva función es proteger. —Por el otro, las cubiertas pesadas o "útiles" cuya función excede la mera protección. Ejemplo: una terraza accesible, que además de proteger crea un verdadero "suelo artificial", semejante al natural. Contraindicado: una losa de hormigón armado como techo inaccesible, a la manera de una cubierta "bella". Pero hay algo más respecto a las cubiertas pesadas; es algo que hace su uso particularmente atractivo para los arquitectos. Su forma. Naturalmente las cubiertas transitables no deben ser necesariamente planas; pueden presentar desniveles, escalonamientos, rampas. La única condición exigida en estos casos es que existe una correspondencia entre los desniveles con las funciones que se desarrollan en el plano inferior. Es decir, que la forma de la cubierta pesada deberá adaptarse, como un guante, a la planta y a su organización; hasta aquí se trata del caso típico de una forma condicionada y emergente de una función o un conjunto de ellas. Pero podemos ir más allá todavía, y establecer una correspondencia sin subordinaciones entre la forma de la cubierta y la planta partiendo de la hipótesis de que entre ambas debe existir un diálogo que luego de sucesivas y mutuas rectificaciones y correcciones haga aparecer la forma definitiva, como un globo. Cambiamos el guante por el globo,¿Por qué el globo? Porque en el globo su forma es la expresión del exacto equilibrio entre las presiones internas y las externas. Es una emergente formal incuestionable. En términos semejantes, la cubierta pesada puede aparecer como una arquitectura obtenida por el equilibrio, aunque, obviamente no presente el mas remoto parecido con formas estéticas o las fi74 Fig. 36: Una explicación. guras al gusto de la topología restringida. Los conceptos expuestos se hacen mas claros cuando, en lugar de hablar de viviendas, se habla de edificios públicos; en ellos el enlace entre lo privado y lo público se hace a veces funcionalmente difícil de determinar. La cubierta pesada aparece como ese lugar de equilibrio, de convergencia (el globo) cargado de promesas; porque de pronto esta cubierta se transforma en una plaza, en una pista de patinaje, en un pequeño auditorio, en el mágico lugar de proyecciones nocturnas. Debajo, Fig. 37: Un edificio universitario. el científico con su laboratorio vigilan al mal. O tal vez los burócratas estarán entregados al placer de inventar nuevos impuestos. Pero en ambos casos arriba de sus cabezas la calle y la plaza continúa (Ver Fig. 36). El autor no puede sustraerse al placer de recordar una hermosa tarde de invierno cuando, recorriendo la ciudad apareció, inesperadamente ante sus ojos, una verdadera multitud encaramada a un auditorio, aun inconcluso, que coronaba a un gran edificio universitario y sobre el cual habían llovido feroces críticas (Ver Fig. 37). Esta obra le había sido encomendada tiempo atrás, y sobre ella había volcado sus mayores ansias juveniles. Y esos deseos de lucha, esa actitud desafiante tuvo un derrotero preciso: construir ese tan discutido anfiteatro polivalente. Consecuencia, un auditorio-plaza que abarca unos dos mil metros cuadrados obtenido, simplemente, plegando la cubierta pesada para aumentar los momentos, razonando las mil y una posibilidad de conciliar las tensiones interiores (académicas) y las exteriores del barrio, abriendo rampas y escaleras al exterior. Escaleras y rampas: accesos fluidos. Eso es importante. Pero sólo se logra el milagro cuando el pueblo aprende a amar y respetar las ¡deas del arquitecto. Y esa tarde advertí, se había producido el milagro. 75 CAPITULO 10 Las esclusas "Presentía que sería viable armonizar las viejas energías con las nuevas formas" MIES VAN DER ROHE Con sólo recordar el Capítulo de las curvas solares y la rosa de los vientos de Santa Fe se advierte la diversidad de situaciones climáticas que son la causa profunda de esa actitud paradojal del hombre litoral a que hiciéramos referencia precedentemente; la lógica pareciera indicar que a esta naturaleza cambiante, caprichosa, de estaciones opuestas, debiéramos responder inventando ámbitos y objetos ubicuos, de múltiples propósitos, capaces de adecuarse a estas situaciones diferentes. Hemos visto cómo la excesiva rigidez conceptual asignada a un local clave de la casa litoral puede llegar a aniquilar el mejor de los proyectos. Recordemos qué fue lo que signó la suerte de la galería de la "casa del gringo": bien orientada era insustituible en verano, es decir, en la estación de los grandes soles, pero desgraciadamente en invierno se convertía en el lugar de nadie, en el que recalaban las hojas secas y el polvo que arrastraba el viento. Se cubrió de mamparas y entonces el recinto cerrado —pues ya dejó de ser ese lugar intermedio entre el exterior y el interior— se convirtió en un infierno húmedo en el verano. Resumen: no se pudo encontrar solución al problema.. Todo lo dicho fue lo que nos llevó a investigar un sistema de cerramientos de doble propósito, capaz de completar la idea del "patio corazón" y la "calle lugar", ¡deas que necesitaban de un sistema de obturadores visuales y lumínicos que lo alejaran definitivamente de los reparos interpuestos a la galería por un lado y al livingroom por el otro. Se partió de la simple observación de que la hoja de una abertura cumple su función sólo cuando está cerrada y la extingue totalmente cuando está abierta. Pero atención, hablamos de la hoja y no del vano; se trata entonces de "encontrarle uso" a la hoja de una puerta abierta, es decir hacer un doble vano para una misma hoja. Hecho esto advertimos que esta abertura de doble efecto presentaba la particularidad de que cuando la hoja cerraba un lado abría automáticamente el otro y viceversa. Así pues comprobamos que si esta abertura actuaba en una galería ubicada entre el patio y la cocina por ejemplo, un giro cerraba la cocina y abría la galería al patio y otro giro separaba la galería del patio al tiempo que integraba a ésta con la cocina en un solo ambiente 77 Fig. 38: Una casa extraña. 78 óptimo para el invierno. Es decir, cada movimiento de la hoja traía aparejada una verdadera transformación de la relación casa-contorno y según fuera su ubicación, del organigrama básico de la vivienda (Ver Fig. 38 y 39). A esta abertura de múltiples propósitos la denominamos esclusa. La aplicación de éstas en proyectos concretos confirmó plenamente el hecho de que la esclusa demandaba mas de un esquema funcional básico; obviamente todo estaba en relación con el tamaño, con su ubicación, etc., pero lo cierto es que los ámbitos con los que entraba en contacto perdían su autonomía aunque sólo fuera transitoriamente. Tal vez se trate de la característica más sobresaliente de las esclusas pero al mismo tiempo de la más discutible; sin embargo, como veremos, estos últimos reparos no lo son tanto a la luz de la propuesta arquitectónica que estamos desarrollando. No puede negarse que existe una cierta resistencia a aceptar aquellos ámbitos que son demasiado dependientes o están excesivamente relacionados entre sí, verbigracia la cocina-comedor y el estar, por ese prurito de la limpieza del comedor diario y la cocina que caracteriza a las amas de casa; pero también es cierto que estas reservas fueron las que terminaron por separar al living-room del resto de la casa con lo que se logró hacer de él el lugar menos aprovechable, especialmente en aquellas cuya superficie baja de los 80 m 2 . La ausencia de una dimensión razonable del living terminó con él, y lo que es peor, envileció a la cocina comedor. No obstante se sigue insistiendo en conceptos de privacidad cuando lo realmente deseable es el espacio y solo se puede conseguir merced a la fusión de ámbitos contiguos y funcionalmente compatibles; ni hablar de la olvidada galería (Ver Fig. 24). La esclusa de una casa pequeña está generalmente ubicada entre la "calle lugar" y el "patio corazón" y la cocina comedor; el "patio corazón" de verano, un pariente lejano de la galería de la vivienda islera se transforma en el estar-cocina-comedor de invierno. Precisamente en invierno una casa necesita un interior más grande que en verano, aunque no una mayor especialización funcional. De aceptar estos principios se llega a la conclusión de que la esclusa es la solución ideaL Pero continuemos con la pequeña casa compacta. Ella será tal vez la mas beneficiada con la esclusa —de vencer las reservas aludidas precedentemente— por ser justamente la más afectada, tanto como la más común, de las construcciones del litoral. En ella a la falta de superficie de los recintos se une la total negación de los exteriores; las esclusas, cuando menos, pueden permitir la reaparición de la galería y también darán al proyectista la posibilidad de redimensionar las zonas públicas y de servicio de la vivienda. Y hasta puede llegarse, de estudiar atentamente un partido binuclear, a no hacer tan brusco el paso que lleve a un cliente a aceptar el cambio que supone el manejo de la tipología arquitectónica como la que estamos proponiendo. Naturalmente la construcción de las esclusas en sí —en madera, en chapa doblada, en perfiles, con celosías o rejas— exigirá la mayor preocupación por parte de los proyectistas; demanda un trabajo delicado, sobre todo de ajuste en obra. Pero no es imposible, al contrario. Una cantidad de casas con esclusas llevadas a cabo por el autor lo autorizan a ser optimista. Como se dijera antes las esclusas han sido pensadas 79 Fig. 39: Otra casa extraña. 80 para que su ejecución en taller se inserte sin mayores dificultades en la realidad tecnológica existente en nuestra región, aún montada sobre bases artesanales de producción de escala reducida. La eficacia probada en muchos años por dicha forma productiva y las calidades de los objetos obtenidos de este modo, nos dan una garantía en la elaboración de la esclusa, al par que liberan la producción de la misma al exclusivo criterio de los arquitectos, que no necesitarán recurrir a inversionistas ajenos —y a menudo alejados— de la profesión para introducir inno- Fig. 40: Detalle esclusa vaciones en el arte de construir. A lo sumo se han ideado algunos sencillos mecanismos cuya ejecución no difiere cualitativamente de los conocidos en plaza. En tal sentido volvemos a insistir que una esclusa puede realizarle con cualquier material liviano, madera, paneles conglomerados, chapas metálicas, etc., y su factura es convencional. La esclusa no necesariamente deberá ser vidriada o transparente. Bastará concebírsela como un "muro" desplazable o móvil, pero con todas las características de tal: podrá albergar una ventana pequeña o grande, una puerta además de las instalaciones eléctricas, telefónicas o de televisión, etc., o bien podrá ser simplemente ciega. Cuando se optara por paneles de espesor mínimo, la característica de éstos dependerá del lugar en los que se coloque; si son expuestos a la intemperie deberá descartarse la placa con terminación de enchapados a la cola. En estos casos son aconsejables los sintéticos de alta resistencia, el fibrocemento o la madera maciza. También según el lugar en que se ubique la esclusa variará la conformación del "paquete' interior del panel; en el mayor o menor espesor o dimensión del aislante térmico, del alma conglomerada y de las resinas empleadas —si se optara por éstas— radicará un mejor o peor comportamiento de la placa ante condiciones diversas. Naturalmente, esto es casi lo mismo que la panelería "sandwich" de un sistema prefabricado liviano. Si es del tipo vidriera total de abrir con celosía exterior también de abrir, la única diferencia con cualquiera del tipo será que la articulación de la vidriera y la celosía deberá producirse en la misma hoja y no obviamente a marco. (Ver Fig. 42) En estos casos como en otros en los que aumenta el peso de la hoja, se podrá adicionar un ruleman a piso pa81 ra facilitar el desplazamiento y "descargar" las bisagras. Este procedimiento es aconsejable en todos los casos donde la abertura sea de grandes dimensiones, es decir cuando transmita un gran movimiento al marco. Cuando la hoja se desplaza sobre rieles corredizos, análogos a los usados para puerta de garage no existe ningún esfuerzo adicional a las jambas que no sea el de comprensión exclusivamente, en cuyo caso se emplean directamente los herrajes usados para este tipo de sistema debiendo engramparse perfectamente el dintel (Ver Fig. 44). No sólo aquí es posible emplear herrajes convencionales sino en todas aquellas situaciones en las que las Fig. 41: Detalle esclusa. 82 esclusas son a pivote vertical y con apertura tope a 90 grados (Ver det. 1 y 2 en Fig. 41). Recién al exceder el ángulo recto se produce una modificación de los herrajes; en los dibujos respectivos se da una ¡dea de su posible diseño cuya ejecución (Ver det. 3 y 5 en Fig. 41) no exige una tecnología refinada ni compleja. La experiencia nos demuestra que una modesta herrería de obra —de aquéllas que aun abundan en cualquier ciudad mediana de esta región del planeta— está perfectamente capacitada para realizarla. Es probable que el estudio minucioso de algún arquitecto interesado en el tema logre simplificarla aun más. Caso semejante es el de las charnelas horizontales, aunque los detalles imprescindibles para obtener la estanquidad del sistema son más delicados. Habrá casos de ménsulas a resolver con correderas semitelescópicas semejantes a las usadas para cajones de muebles, con una natural diferencia de escala. En gran parte de los casos las cerraduras son convencionales, lo mismo que los pasadores, cerrojos, manijas y trabas. A lo sumo se han ideado algunos sencillos mecanismos para esclusas de 180 grados que sirven a la vez (son polivalentes) como contactos y trabas de seguridad. Tal vez lo más complejo de las esclusas —en cuanto a ideación y no a ejecución— sean los marcos, para lograr que éstos acoplen bien con las hojas o batientes, a fin de garantizar una razonable hermeticidad del sistema (Ver det. 1, 2, 3 y sucesivos en Fig. 41, 42 y 43). Desde los Fig. 42: Detalle esclusa. 83 primitivos marcos simples hasta los de doble contacto —con ángulos rectos o biselados, de madera, de hierro, de aluminio, hasta los "puzzolánicos" o italianos— la búsqueda de un cierre ajustado sin rendijas y eficiente ha sido una constante entre los proyectistas de carpinterías. Sin embargo, nosostros nos inclinamos por el empleo de burletes de plástico imputrescible —el policloruro de vinilo, por ejemplo, en los lugares donde sea posible reemplazar los contactos rígidos por planos articulados maleables ya que estos últimos aventajan en estanqueidad a todos los sistemas descriptos, al tiempo que simplifican la tarea de taller y ajuste en obra. Si observamos atentamente la puerta de un automóvil o de una heladera, veremos que sus técnicos han confiado la responsabilidad del cerramiento a burletes de goma o plástico —magnéticos o mecánicos—, hecho sumamente significativo cuando advertimos que el paso de Fig. 43: Detalle esclusa. 84 el calor o el viento es realmente decisivo en ambos casos. Los burletes admiten una razonable tolerancia en cuanto a ajuste de elementos móviles a ensamblar, lo que es imprescindible en las esclusas, sobre todo cuando, por la acción del tiempo, las intemperies o la humedad, éstas sufren deformaciones o alteraciones dimensionales. Además no hay que olvidar que en las esclusas los contactos y coincidencias entre las partes móviles deben producirse en dos o tres posiciones diferentes, y que existen dinteles de marco para cierres intermedios que forzosamente deben excluir cualquier tope que actúe como contacto simple o doble que impida que la hoja móvil continúe su desplazamiento hasta la última posición prevista (Ver det. 3 y 6 de Fig. 41 y 42). Se ha ensayado algunos sistemas de topes rebatibles a charnela que en principio fueron descartados, en razón de su aparente complicación técnica y por existir la presunción de que su buen comportamiento con el tiempo dependería demasiado del mantenimiento o conservación de sus mecanismos, trabajos que la experiencia nos demuestra que pocas veces se llevan a cabo con la asiduidad necesaria. Los detalles de carpintería muestran cuales son algunas de las conclusiones a que se llegará luego de considerar lo que se ha expuesto precedentemente. Creemos conveniente aclarar que estas conclusiones son simplemente indicativas. Fig. 44: Detalle esclusa. 85 Fig. 45: Planta. 86 Fig. 46: Corte. 87 Fig. 47: Planta. 88 PARTE III Edificios multitudinarios CAPITULO 11 La construcción en zonas de alta densidad. El monobloc ¿Cómo podrá amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? (I Jn, 4.20) La localización en un área pequeña, si la comparamos con la que abarca toda la ciudad, de buena parte de la actividad comercial de la región hace que ésta se convierta en un lugar muy codiciado; como en ella abundan todos los servicios (de agua, de transporte, de educación, de esparcimiento, de alimentación, de las transacciones, etc.) el precio de la tierra se eleva considerablemente. Ahora bien, el alto costo de la tierra en áreas muy favorecidas es lo que provoca la construcción en altura pues uno de los modos de vender un objeto muy caro es dividiendo su precio entre muchos compradores; este procedimiento involucra la pérdida de algunos derechos individuales en aras del conjunto que es, precisamente, el único poseedor del poder inapelable y a quien se lo denomina "condominio". Un monobloc es básicamente un condominio. Los monoblocs están lejos de ser una invención contemporánea; en la Roma del Siglo I (que por entonces había alcanzado un millón de habitantes y 20 km de extensión) el reglamento no permitía construcciones de más de 7 pisos; menos sí. Esto sucedía en la época de Augusto, a quien el más importante de los arquitectos y urbanistas romanos, Marco Vitrubio Polion, dedicara su obra "De Res Architectura" donde precisamente se encuentra un estudio sobre el tema. Plinio el Joven hace deliciosas referencias sobre estos monobloques los que, durante el imperio de Trajano podían tener hasta seis pisos como máximo. Sin embargo, a pesar de su antigüedad y aunque parezca sorprendente, una de las cosas que la arquitectura no ha resuelto bien todavía es el tema de los edificios en altura. Es necesario aclarar que este juicio excluye consideraciones tales como las inevitables distorsiones financieras que supone hacer un monobloc, habida cuenta de la lentitud de los métodos y procedimientos constructivos empleados, y parte, simplemente, del análisis del tipo de vida al que deben subordinarse los condóminos de estos agrupamientos, apretados dentro del recinto invariable de su departamento y acosados por las leyes del silencio y las miradas impliestas por el consorcio. Una de las críticas mas serias a este tipo de agrupamiento es la absoluta, abrumadora falta de alternativas que lleva implícito, la ausencia o incapacidad de una adecuación o acomoda91 miento a los inevitables cambios que son inherentes al mero hecho de vivir; en un monobloc se parte de la idea de que la vida debe desarrollarse dentro de un "container" o caja hermética. Aquello que sucede afuera no tiene importancia; pero tampoco la tiene lo que sucede adentro. Parafraseando al teatro, que impuso el término "sobreactuado", nosotros podríamos decir que un monobloc está "sobrearquitecturado". La imposición del hecho construido es agobiante. Pues bien, ésta constituye la postura exactamente opuesta a aquélla en la que nosostros confiamos. ¿Cómo podría definirse nuestra postura? Tal vez la mejor manera sea reproduciendo una parte del prólogo de un libro que alguna vez escribiéramos. Decía: "Mucho más importante que estudiar cómo el hombre reacciona frente a una casa, es estudiar cómo una casa reacciona frente al hombre". ¿Quién no tuvo necesidad, a lo largo de su vida de ampliar, modificar, reformar a su vivienda? Sea porque los niños se hicieron grandes y necesitaron cada cual su dormitorio; sea porque la abuela, al perder para siempre a su compañero, quiso buscar refugio en la casa de sus hijos; sea en fin, porque la hija casada "que no puede pagar tanto alquiler bien podría arreglarse si le hiciéramos un par de piecitas más" Esto es lo que sucede en la mayoría de los hogares; claro, en todos aquellos que no están establecidos en un monobloc, naturalmente. El monobloc no reacciona frente al hombre. Entonces cabe preguntarse: ¿Es que la rigidez, esa incapacidad de acompañar a la sorprendente multitud de fenómenos que constituyen la vida, esa dureza, es inherente a la naturaleza profunda del monobloc? ¿Es que ha nacido para ser exclusivamente el albergue del 92 hombre-número, del hombre-pieza, del hombre-cosa? ¿Del hombre-no-vale-nada? Finalmente: ¿Debemos aceptar este hecho sin discusión? Pensamos que no; que no está todo dicho al respecto. Fig. 48: Los homobloques. CAPITULO 12 La vecindad "En los casamientos de la gente común eran obligados los consejos de cada pueblo a labrar las casas de sus novios, y el ajuar lo proveía la parentela (...) y todos los de un pueblo se tenían por parientes (a semejanza de las abejas de una colmena), y aun los de una provincia, como si fuesen de una nación y de una lengua". INCA GARCILASO DE LA VEGA. Comentarios reales de los Incas. Libro Cuarto, Cap. VIII. Una de las formas de contactos interpersonales más interesantes la constituyen, sin duda, las relaciones de vecindad; son manifestaciones del espíritu gregario del hombre que lo enriquecen individualmente y al mismo tiempo le dan cohesión al contorno en el que se desenvuelve. Los principales vehículos de estas relaciones y uno de sus mayores beneficiarios son los niños. Y ellos son precisamente los mas afectados entre los habitantes de los edificios en altura pues en estos agrupamientos Fig. 49: Los vecinos. precisamente, es donde las relaciones de vecindad aparecen más comprometidas. En capítulos posteriores trataremos el tema con mayor profundidad; en éste nos limitaremos a investigar las relaciones de vecindad en el interior de un monobloc. La lógica indicaría que en él las relaciones entre sus habitantes debieran ser más estrechas que en otros agrupamientos debido a la naturaleza comunitaria del bien y a la interpenetración de intereses que liga a sus miembros. Y esto es cierto en un determinado sentido; pero en un sentido negativo, diríamos, porque se echa de ver en seguida que estas relaciones están encaminadas a producir un comportamiento formal, tan convencional como frío y superficial. En realidad se trata de ocultar malamente un total desinterés por los vecinos; esta actitud de indiferencia "por todo lo que es ajeno" desborda los límites de los vecinos inmediatos y se extiende al macrocontorno con lo que sobreviene un ciudadano apático por los problemas de la urbe pero, sobre todo, un individuo solitario, ajeno, recluido en sí mismo, incomunicado, típico de las grandes ciudades. Esta actitud se hace menos ostensible en los barrios; 93 en éstos es posible advertir todavía una suerte de "espíritu de cuerpo" y consiguientemente una colaboración vecinal. Si profundizamos en los motivos de estas diferencias de comportamiento entre un hombre de monobloc y otro de barrio de casas dispersas, llegaremos a la conclusión de que buena parte de ello se debe a la diferencia de marco o entorno en el que se desenvuelve uno y el otro; en un barrio el ritmo es naturalmente más pausado, la naturaleza vegetal es mas viva pero fundamentalmente la relación con los vecinos es fecunda en la medida que es optativa. En un monobloc es obligante, dura, insoslayable. El F i g . 5 0 : ¿Es posible vivir aquí? 94 vecino es una presencia continua, que pone horario a las reuniones sabatinas y al juego de los niños, en aras del cual se sacrifica, en fin, la libertad. Si a este hecho de por sí abrumador le añadimos la rigidez del contorno que, como dijéramos, presenta una absoluta carencia de alternativas u opciones válidas, entonces tendremos completo el cuadro que determina la indiferencia del hombre del monobloc. Dentro de este cuadro la vecindad aparece como un hecho perturbador, prescindible en el mejor de los casos; molesto siempre. Pero atención, los modos de vecindad producido por este tipo de agrupamiento son, en síntesis, una sumatoria de individualidades enfrentadas. Individualidades celosas de serlo, atrincheradas en sus herméticos habitáculos, en perpetua acechanza, en defensa siempre. Por oposición a este tipo de vecindad casi patológica hemos reivindicado la vecindad del barrio, que está inserta en un mundo orgánico, dúctil a la acción del ciudadano; en donde el diálogo es a veces el prólogo de cambios en el contorno. A menudo depende exlusivamente de la vecindad ciertas transgresiones al todopoderoso reglamento municipal. En resumen: la vecindad es una entidad viva y actuante, capaz de legitimar hechos físicos concretos, tales como edificios completos o enormes árboles, al margen de la norma. Tal vez en esa capacidad de actuar, de reflejarse materialmente en el contorno radique la calidad diferencial que hace más plena y fecunda la vida en estos barrios. Van der Rohe dijo: "El desarrollo del sentimiento de solidaridad contribuye a aportar orden, disciplina, reglas". En ellas confiamos cuando proponemos un edificio en altura donde cada departamento posea la condición de crecer, de modificarse —de aceptar a la abuela— cuando lo exija un condómino y los otros, sus pares, acepten el cambio necesario, precisamente, por ese "sentimiento de solidaridad" a que hace referencia el maestro alemán. Y sin ocultar las visceras como hubiera deseado el gran Le Corbusier. Un departamento que conserve la mayor cantidad de características de una vivienda unifamiliar; esta es la "idea madre" o "línea fuerza" a desarrollar. Un departamento con galerías, patio-corazón, esclusas — ¿calle-lugar?—; lugar en el que se encuentran los niños de los departamentos vecinos a la hora de la siesta. El crecimiento se hará hacia el exterior quebrando definitivamente el plano liso —la "masse limpide"— (1) uniforme de fachada. Una primera hipótesis de trabajo podría basarse en dividir la planta de un departamento en tres zonas que se escalonarían de adentro hacia afuera del siguiente modo: una zona interior, absolutamente invariable constituida por las circulaciones verticales, las canalizaciones, los plenos técnicos verticales. A continuación un área intermedia constituida por una estructura convencional —vigas, columnas, losas— en la que se desarrolla un departamento tipo de dos o tres dormitorios, cocina, comedor, galería, etc. El eje compositivo "línea fuerza" de la casa litoral, enriquecido con esclusas, puede ser el gran protagonista de esta zona, orientado según el rumbo de los vientos dominantes, que se tornan ma's agresivos a medida que ascendemos. (Ver Fig. 51) Pero este departamento debe estar proyectado previendo futuros crecimientos o ampliaciones, que se harán posible por invasión a la tercera zona cuyas caracte- Fig. 51: Crecimientos: lo estático y lo dinámico. 95 Fig. 52: Una propuesta al azar. rísticas específicas se exponen en el capítulo siguiente. Baste por ahora concebirla como un espacio potencial (el equivalente del "terrenito del fondo" de la casa unifamiliar) que amplía psicológicamente el horizonte de una familia y que, paradójicamente, le asegura una permanencia en un mundo inestable merced al uso de una arquitectura "capaz de reaccionar antes las necesidades del hombre". Resumiendo, esta tercer zona da origen a un espacio virtual pero dúctil, capaz de nacer y cobrar existencia real y concreta en el momento justo en el que aparece la necesidad humana. Naturalmente esta idea se basa en una singularmente lubricada relación de vecindad; todo crecimiento de una unidad de departamento conlleva una transforma96 ción del contorno vecinal adyacente por lo menos de sus vecinos de arriba y abajo. Esta modificación se tratará, en el mejor de los casos, de una simple diferencia lumínica; no obstante, aun así, se hará imprescindible un acuerdo previo de los afectados directos y seguramente de los otros miembros del conjunto. Así la acción de construir deja de ser un acto unipersonal que sólo exige la decisión de un individuo o, a lo sumo, de una familia, para pasar a ser una decisión de la colectividad actuando: la única, como dijéramos antes, capaz de legitimar hechos físicos concretos. Hace algunos años escribimos: "En algunos villages del mediodía francés (por ejemplo Sommiers, Laroque, Montferrier) las viviendas que lo constituyen son un complejísimo encastre de unas con otras, a tal punto que resulta prácticamente imposible separarlas. Allí todo ha sido sublimado por la comprensión y la experiencia que dan el dolor y la desventura compartidos. Es revelador asistir a los prolegómenos de una modificación de cualquier vivienda; a veces estas deliberaciones insumen varios días y diversos locales: la iglesia, el almacén de bebidas, la casa del juez. El alcalde, el cura, el maestro y por supuesto, los interesados inter- F i g . 5 4 : Los personajes. vienen en la decisión. Se verifican las direcciones del tramontano y el mistral, la inclinación de los rayos solares, las sombras del árbol y el paisaje circundante. El albañil, pacientemente, aguarda plomada en mano. Finalmente se toma la decisión, la obra comienza. Todo ha sido felizmente resuelto. Un niño tiene un nuevo cobijo". F i g . 5 3 : Vinculación espacial de los edificios. (1) ... "Des plans (...) qu'ils donnent l'impression d'hommes pourtant leurs viscéres au-dehors. Nous avons tenu a ce que les viscéres soient dedans, classés, rangés, et que seule une masse limpide apparût". LE CORBUSIER. Carta a Mme. Meyer. Octubre de 1925. 97 CAPITULO 13 ¿Cómo es la estructura de una torre que crece? EL — Es que vivimos en el presente. YO — ¿Está usted seguro de ello?. EL — ¡Pues no he de estarlo!. YO — i Pero yo no!. MIGUEL DE UNAMUNO. Yo, individuo, poeta, profeta y mito (VIII-1922) Naturalmente en la tercer zona o de crecimiento cobra fundamental importancia el sistema estructural que se adopte. Una alternativa, tal vez la más simple pero la menos convincente, como veremos mas adelante, será la de continuar el sistema de vigas-columnas de las zonas interiores; en este caso la imagen del edificio aparecerá como un esqueleto exterior sin losa, limpio, más allá del cual, hacia adentro, comienzan a perfilarse los volúmenes edificados (Ver Fig. 58a); esta imagen, que por otra parte nunca se presentará estática sino que irá cambiando a medida que se vaya invadiendo esta zona de crecimiento, será la característica distintiva de este tipo de edificios. Además las vigas se diseñarán de modo que permitan un rápido ensamble con la futura losa. Todo se hará pensando en la rapidez y facilidad de estos montajes; es posible que buena parte de la aceptación de esta propuesta por parte de los usuarios gire en torno a la habilidad con que se hayan resuelto estos crecimientos sucesivos, cosa que tendrá tanta importancia, a nuestro juicio, como los inevitables contactos vecinales por la elección de la zona de expansión. (Ver Fig. 56) Estas premisas de base están por encima de la propuesta del sistema de "soporte mayor" (vigas-columnas, tensores-vigas, etc.), para hacerse una suerte de necesidad inherente a la "idea madre" cualquiera sea el concepto estructural adoptado. Fig. 55: Un concepto estructural. 99 Otra forma de resolver el "soporte mayor" es usando tensores. Esta idea presenta facetas muy interesantes pues incorpora conceptos de tracción pura en un dominio que fue siempre privativo de la compresión, esfuerzo este, la tracción, que hasta ahora no ha logrado expresión arquitectónica definida, no obstante el asombroso desarrollo de la tecnología del acero comenzado hace mas de ciento cincuenta años. Algunas obras de ingeniería, como puentes, etc., nos permiten advertir el grado de esbeltez, de delicadeza que se logra mediante el uso de tensores; en la compresión el sistema de soporte es tan importante que casi "pesa" ma's que el elemento soportado (en el cálculo de una torre de H°A° el peso propio de una columna, por ejemplo, obliga a redimensionar frecuentemente al conjunto. Lo mismo pasa, por su- puesto, con las losas, las vigas y aun con las plateas de fundación). En cambio en las estructuras traccionadas los tensores resultan tan delgados que pasan desapercibidos, de modo que los elementos soportados dan la sensación de levitar en el espacio. El uso de tensores en la zona de crecimiento refuer- Fig. 56: Una forma de crecer. 10 0 za la imagen formal del interior entrevisto a través de las líneas de tensores que presentan, cuanto mucho, una débil frontera visual. (Ver Fig. 55) Pues bien, esta transformación de la relación dimensional entre carga y soporte que caracterizan a la estructura de tracción inducen a considerarlas capaces de impulsar un lenguaje propio y diferente a los conocidos; si a estas premisas de por sí fascinantes se le añade el vasto campo que surge de la incorporación de conceptos de pretensión —hecho que sobreviene inevitablemente cuando se comprende que el tensor debe colaborar en la absorción de las cargas axiales de compresión es decir, combinándolo con hormigón armado— entonces el horizonte de la investigación se llena de promesas. Estas ideas generales fueron las que, compendiadas hace algunos años (1967), dieron origen a un pequeño volumen editado por la Universidad Nacional del Litoral, del que en esta ocasión rescatamos algunos detalles; desde luego el trabajo era mucho más ambicioso pues incluía toda una propuesta de cálculo, a la que denominamos DE LA TENSION ESPONTANEA, teoría que propone una adaptación mecánica de la estructura a las variables solicitaciones de carga producida por las variaciones temporales de uso. En rigor toda esta búsqueda está encaminada a obtener un tipo de estructura capaz de responder claramente a las exigencias orgánicas de crecimiento impuestas por las características del proyecto. El razonamiento es mas o menos éste: a un sistema de cargas variables que presenta cambios absolutamente imprevisibles puede responderse sólo de dos modos posibles: sobredimensionando'la estructura a partir de una carga máxima presunta o inventando un sistema de vigas-columnas de secciones medias capaces de acomodarse, de adaptarse a es- Fig. 57: Unión mecánica. 101 ta variación de momentos. Esto último exige un cálculo totalmente diferente: esto fue, precisamente la "tensión espontánea". Como en el postensado, la aplicación de los criterios de la "tensión espontánea" exige que en la masa del hormigón, y siguiendo las curvas isostáticas, se dejen vainas metálicas en los extremos de los cuales se insertarán los conos hembras durante el colado del hormigón. Los tensores de acero pasarán por el interior de estas vainas y serán aprisionados merced al uso de los conos machos complementarios de los anteriores (Ver Fig. 57). Sin embargo, el gradiente de compresión a incorporar en la pieza a fin de obtener una plena utilización de las facultades inherentes al hormigón armado, no se hará usando "gatos" de tracción como en el caso del postensado; éstos serán reemplazados por sencillos mecanismos incluidos en el diseño de la pieza, que provocarán el tensado en los cables por simple transformación de las solicitaciones de carga. Al modificarse éstas variará automáticamente la ubicación de la zona neutra es decir, irá aumentando la zona de compresión de la pieza á absorber por el hormi- Fig. 58(a): Convencional. 10 2 gón; el diagrama resultante de la pieza entonces, fluctuará como consecuencia de las modificaciones del diagrama de compresión, ya que el de flexocompresión original permanecerá teóricamente invariable (Ver Fig. 58a-58b). Y precisamente el diagrama de compresión incorporado es el que se obtiene merced al uso de la "tensión espontánea". Este mismo criterio se aplica a la totalidad del "soporte mayor". Se denomina "soporte mayor" al conjunto estructural total destinado a transferir las cargas de un edificio al suelo. Si aceptamos las hipótesis expuestas en el capítulo anterior, que concebía al edificio dividido en tres partes, a la parte fija o invariable del conjunto constituido por las circulaciones verticales, las canalizaciones, etc., podría concebírsela a los fines del cálculo como una gran columna de ancho considerable, que recibe la colaboración de la zona intermedia de vigas-columnas convencionales. Este gran nudo estructural podría ser imaginado a la luz de la "tensión espontánea", disponiendo para estos fines del consabido conjunto de vainas metálicas desde Fig. 58(b): Tensión espontánea. 10 3 Fig. 59: Un proyecto de ampliación de un centro administrativo usando la tensión espontánea. 104 la corona o capitel hasta la platea de base. Al estar concebida como una columna toda esta parte del edificio, las alteraciones de carga actuantes producirá excentricidades variables que se traducirán, como en el caso de las vigas, en diagramas sucesivos de momentos, procurando en todos los casos la mayor colaboración del hormigón armado. Esta fue, en grandes rasgos, nuestra propuesta para un edificio que crece, acompañando al crecimiento o modificación de las necesidades de sus moradores. Es la búsqueda de un ensamble entre todas las especialidades que intervienen en un proyecto tan singular, en este caso la estructura portante. Obviamente no podíamos proponer un edificio creciente sin replantear el método estructural de cálculo, como no podíamos proponer a un hombre viviendo plenamente el espacio arquitectónico sin estudiar "una arquitectura capaz de reaccionar" ante sus necesidades. Como el método de cálculo no existía, elaboramos uno. Lo denominamos "tensión espontánea", y fue motivo de empeñosos estudios en departamentos especializados de la Facultad de Ingeniería de Rosario. Se hicieron ensayos y maquetas y se avanzó grandemente en los detalles. Aun hoy, a veinte años de estos estudios, los recuerdo como un intento serio de ubicar a la arquitectura en el rango de disciplina mandante, rango que jamás debió abandonar. Pero además, en el aspecto estrictamente técnico, sigo convencido de la total viabilidad de la idea. No podría terminarse este capítulo sin insistir nuevamente en lo que se dijera de que en la zona de crecimiento deberá procurarse una simpleza de ensambles tal, que haga muy fáciles los cambios. Probablemente esto conduzca hacia una metodología semejante a la de las casas-parte modulares, de apernamientos standard. Pero esto es harina de otro costal. Fig. 60: Corte edificio anterior. 10 5 Fig. 61: Perspectiva desde el lago. 106 PARTE IV Propuesta urbana CAPITULO 14 Cuando la "calle patio" se hace urbana y el "patio corazón" se extiende al barrio "Chi non puó quel che vuol, quel che puó voglia" El que no puede lo que quiere, quiera lo que pueda. LEONARDO DA VINCI En una ciudad físicamente consolidada en un diagrama urbano histórico rígido e invariable como en el caso de Santa Fe, los intentos de buscar transformaciones urbanísticas por imposición de nuevas trazas superpuestas a las antiguas aparecen como simples vuelos imaginativos de imposible realización. Mil intentos se hicieron al respecto en ciudades análogas —no tantos en Santa Fe dada la proverbial apatía de los naturales de la ciudad— empleando métodos que oscilaron entre la fuerza y la astucia; y que fueron de la persuasión a la insolencia, de la amistosa aquiescencia de los funcionarios a los reglamentos más o menos tolerantes, pero las ciudades, inconmovibles, continuaron tranquilamente como hasta entonces; nada cambió. Por supuesto que esta sucesión de derrotas indican que ha llegado la hora de replantear el tema sobre bases más amplias, que es lo mismo que decir menos teóricas, menos principistas, y más pragmáticas. Pero ¡cuidado! no aludimos a ese pragmatismo del que hacen gala algunos sujetos que han poblado las ciudades de espantosos monobloques-celdas y loteos-trampas amparados por el slogan "mejor es hacer mal las cosas que no hacerlas". Gropius dijo: es menester hacer las cosas de modo que garanticen un modus vivendi y no un modus non morendi. Así en urbanismo. Perdón: en todo. Por eso cuando se habla de un urbanismo no tan principista, se alude a un tipo de trabajo menos espectacular que aquel que aparece inmediatamente en la imaginación cuando abordamos el tema; porque mientras en la facultad se estudian ciudades ideales, la real, la ciudad nuestra de cada día queda en manos de los rematadores y los "técnicos en parcelamiento" que son, por lo tanto, los únicos y verdaderos urbanistas. Las ciudades crecen inexorablemente por extensión, por sucesivos estallidos de los límites de la periferia; y se sabe que esta expansión se hace mediante loteos sobre los que, algún tiempo después, aparecen las primeras casitas, como los brotes tiernos en los campos de primavera. Sería insensato pues pretender frenar la "tache d'huil", es decir, el crecimiento por extensión. Aceptado como inevitable el hecho de la expansión horizontal de las ciudades (lo opuesto precisamente a "l' Unité d'habitation de grandeur conforme" de Le Cor10 9 busier) se hace necesario replantear el tema de los parcelamientos horizontales. De los loteos. ¿Es posible mejorar este tipo de propuesta sin modificarla sustancialmente? Y si esto fuera posible, ¿qué papel juega el arquitecto en esto? Pero vayamos por partes. Santa Fe posee una muy baja densidad poblacional, pues no llega a 3,80 hab/Ha, si se considera toda el área municipal, trepando a 55 hab/Ha tomando en cuenta sólo la planta urbana propiamente dicha, y tres o cuatro pequeños poblados que pertenecen a la comuna (La Guardia, Colastiné, Rincón y Alto Verde, todas ellas ribereñas). Esto está señalando a las claras una ciudad extendida, con un crecimiento del 1,76 en trece años (de 1947 a 1960) (Ver Cap. I), consecuencia de sucesivos asentamientos. Estos nuevos asentamientos se producen a lo largo del meridiano; parece inevitable. Sin embargo, es deseable que aprezca un desborde hacia el este, hecho que tendrá que provocarse artificialmente, debido a lo inseguro de la tierra firme que caracteriza esta zona, que es la de las grandes islas, dificultad a la que hay que agregarle la necesidad de salvar tan importantes como numerosos cursos de agua para llegar. Es evidente que los parcelamientos sobre los que se establecen los barrios extendidos presentan ventajas respecto de los edificios en altura, como tratamos de demostrar en el Cap. 12; los contactos interpersonales son más fecundos, la relación hombre-contorno mas estrecha debido a la ductilidad de este último. Hemos visto además que un intento de mejorar al monobloc pasa, inexorablemente, por una aproximación de la unidad de departamento a la casa unifamiliar; porque la relación de vecindad aparece aun con algún vigor en los barrios. 11 0 Fig. 62: La ciudad desde el canal de derivación. Sin embargo, esta relación necesita ser revitalizada, sin transgredir demasiado, por supuesto, las leyes y reglamentos vigentes; pero sobre todo respetando los hábitos y conductas de las gentes que, en lo referente a la relación cerrado-abierto, dentro-fuera, luz-sombra, hemos definido como paradojal. Por extensión también lo es en lo que respecta a privado-público, vecino-familia, etc. En síntesis: un tipo de relación opcional, no coaccionante. Resulta ahora conveniente hacer una breve disquisición: cuando analizamos la casa litoral propusimos una serie de lugares en ellas que tuvieran la virtud de transformarlas en microurbanizaciones, así como la "casa del gringo" lo fuera en una época la "Calle-patio", la "binuclearidad", la "polinuclearidad", son más bien características urbanas antes que arquitectónicas (Ver Fig. 63). También en otro orden, las cubiertas pesadas transitables (Cap. 9) aparecen como estructuras susceptibles de ser imaginadas como pertenecientes a la comunidad; algo semejante sucede con las galerías que, como se dijera en el Cap. 6, se transforman en recovas cuando pasan a tener escala urbana. En síntesis, toda la propuesta aparece inserta en una esencial indeterminación entre lo propiamente arquitectónico y aquello que es específicamente urbanístico; tal vez sea ésta su característica más saliente. Fig. 63: La antigua calle patio. Fig. 64: La vida es bella. De modo que cuando proponemos una "calle patio" a escala urbana no debe resultar una idea demasiado sorprendente, salvada su diferencia de escala respecto de la ya estudiada no sólo dimensional sino sociológica. Tampoco cuando el "patio corazón" se transforma en un ámbito público. En rigor, ma's bien lo opuesto, es decir, encontrarlo en viviendas metidas entre medianeras, debiera habernos desconcertado más. Aludimos antes al hábito de los santafesinos viejos de esperar el crepúsculo dominical sentados en la puerta de su casa, conversando con el vecino (Foto 64). La vereda se convierte pues, en un lugar indeterminadamente privado-público, público-privado con grandes analogías con la "calle patio", muy al gusto de los Smithson (A y P) del TEAM 10, que piden "Calles lugares, y no corredores o galerías". Resulta interesante el trabajo de estos autores publicado en Architects Year Book 5 (Golden Lañe Project). Dice: 11 1 "En los suburbios y barrios bajos (?), la relación vital entre la casa y la calle sobrevive; hay chicos que corren (la calle es comparativamente tranquila), la gente se para a hablar, algunos vehículos desmantelados están estacionados en ella; en los fondos de las casas hay palomas y hierros viejos, y los negocios están a la vuelta de la esquina; uno conoce al lechero, y fuera de su casa está su calle". Inserto en una misma dirección ideológica el "patio corazón" será una especie de plazoleta; abierta o techada, en el centro o en un recodo de la "calle lugar", siempre ávida de niños y ancianos esperando el crepúsculo. O simplemente el lugar de las citas jóvenes. Fig. 65: Debajo de los ancianos que esperan, la vida pasa vertiginosa. 11 2 CAPITULO 15 El baldío ..."los niños, por más que superen a los adultos en inteligencia, se hallan solitarios y perdidos frente al destino". HERMANN HESSE. La ruta interior Naturalmente, el baldío es un lugar para los niños, mejor dicho, un lugar del que se apropian los niños del barrio para realizar sus juegos. Allí se marca una cancha de fútbol (pequeña, adaptada a las dimensiones del predio disponible) y a veces, a falta de madera para los arcos, se dibujan simplemente, en escala natural, en alguna medianera; otras veces alcanza sólo para una cancha de tenis criollo o simplemente para hacer un pozo en el que se reúnen secretamente los feroces piratas de las Tortugas. Algunos niños crían pequeñas alimañas en cautiverio y aun gatos y perros vagabundos; en algunos barrios de extramuros mantienen caballos mansos, cuyo único alimento es el pasto de la cancha y de algún otro baldío de las inmediaciones. En ciertos baldíos se disputaban partidos ínter-barrios, para desconsuelo de los vecinos medianeros, cuyos jardines se convierten en inevitables receptores de las pelotas de todos los "corners" de la tarde. Pero, ¿qué es un baldío? Es un espacio de tierra vacío, generalmente entre medianeras, de dimensiones variables, que aparece como remanente sin edificar de los loteos primitivos, que fue conservando esa situa- ción dadas las características especulativas sobre las que se asienta el bien raíz. Con el tiempo, al aumentar el precio de las tasas e impuestos, estos lugares van desapareciendo, al dar lugar a nuevas construcciones; tal vez la inestabilidad básica sobre la que se asienta el baldío (al que un día, inesperadamente, invaden los albañiles y los camiones con ladrillos) le confiere esa desconcertante sensación de transitoriedad, que envuelve a todo aquello que se puede escapar en cualquier momento, y que es lo que hace tan apreciado por los niños; porque el baldío tiene de inestable lo que el club tiene de permanente, tanto como de formal e impositivo. Justamente todo lo opuesto al baldío. Cuando algunos pedagogos pretenden resolver el universo de las relaciones infantiles a través de una proyección extracurricular de la escuela, mediante cursillos preparados o competiciones más o menos estables, estos especialistas no advierten que la institucionalización de los juegos, la severa supervisión de los niños (actitud que caracteriza a españoles e italianos por igual muy afectos al excesivo control) provoca respuestas cuando menos desconcertantes; los arquitectos caen muy a menudo en 113 la trampa de las simplificaciones, y si esto es grave en el caso de los monobloques (Ver. Cap. 11) resulta inadmisible con las escuelas, los juegos, en general, con las actividades que los niños realizan durante sus ocios. Fig. 66: Los niños descubren la naturaleza. A propósito leemos en la pag. 41 del libro "Gravitación del padre" en el artículo correspondiente a "El Paternalismo" de Manuel Francisco Artiles (Ed.Bonum): "El niño necesita libertad para desarrollarse como individuo en toda la extensión del término; echar los cimientos de su personalidad, escoger sus compañeros, 114 hacer las cosas a su manera, pero sobre todas las cosas, elegir, porque únicamente aprende cuando experimenta los resultados buenos o malos,de sus propias decisiones". Nadie puede discutir las enormes diferencias de comportamientos que tienen los niños en el club, en la escuela y en el baldío. Es decir, de la actividad supervisada a la no supervisada; en las primeras sus maneras deben ser las de "una pequeña persona grande", en los otros podrá mostrarse como un auténtico niño, pues se verá respaldado por sus pares. Los liderazgos serán naturales, obtenidos mediante la imaginación o la fuerza. Se discutirá ruidosamente, como saben hacer nuestros niños, se romperán dos o tres pantalones, una o dos camisas y otras tantas narices, pero finalmente alguien triunfará. Ese será el amo de la pandilla, y el presidente del club. Los baldíos generalmente están surcados por angostos y serpenteados senderos, usados por las gentes del barrio en lugar de las veredas para ir de un lado a otro; en muchos de ellos, desgraciadamente, los vecinos arrojan basura y desperdicios. También en oportunidades aparecen las cabañas de algunos intrusos, sobre todo en épocas de creciente y en los baldíos próximos a los cursos de agua. Ver atracar la canoa en la playa incierta, bajar niños, aves, perros y los mil petates que acompañan a los inundados constituye un espectáculo inolvidable a los ojos de un niño, que siente usurpado su territorio por gentes extrañas; por indicación de sus madres los niños acaban retrayéndose del baldío, al que retornarán cuando bajen las aguas y se marchen los intrusos. Tal vez entonces sea el momento cuando los hombres del barrio se decidan a hacer las canchas de cochas donde jugarán sabado y domingo. Entre las extrañas decisiones adoptadas por las auto- ridades municipales hay una absolutamente inexplicable desde cualquier punto de vista, y es la que obliga a todos los propietarios de baldíos de la ciudad de Santa Fe a construir tapiales al frente de los mismos. Consecuencia: gigantescos pajonales subtropicales a los que resulta imposible llegar con ningún tipo de semoviente capaz de desbrozarlos. Es decir, esta desafortunada decisión ha transformado un lugar insustituible de la ciudad, del barrio y, sobre todo de los niños, en un infame lugar poblado de alimañas. En la propuesta que estudiaremos ma's adelante rescatamos al baldío, tratando de respetar su sentido profundo y esencial. De aquí en más la llamamos tejido poroso o esponja. Fig. 67: La aventura inolvidable. 11 5 CAPITULO 16 Una propuesta. La polivalencia UNA PROPUESTA - LA POLIVALENCIA En la segunda parte del Cap. 9 se describió un tipo de cubierta a la que se llamó "pesada" o "útil" cuya función, por oposición, a las livianas o "bellas" excede a la mera protección; su característica diferencial más sobresaliente es la de ser accesible y transitable, en una palabra, producir un "suelo artificial". El empleo exhaustivo de este principio tal vez sea el argumento tecnológico más importante de la propuesta que enunciaremos más adelante, pues el sentido polivalente de la "calle patio" o tejido fibroso —como la calificamos luego— es la "idea madre" o "línea fuerza" de toda la elaboración. Esta cubierta es polivalente o polifuncional. Bien; no es la primera vez que usamos este término a lo largo de este trabajo; entonces la pregunta: ¿Qué es un objeto polivalente? En principio se dice que un objeto es polivalente cuanto tiene varias funciones, es decir, sirve para varias cosas. Si el precio de un objeto es menor que la sumatoria de los precios de todos los objetos necesarios para cumplir las mismas funciones que cumple el primero, entonces diremos que éste es un objeto polivalente. Como se verá, esta propuesta arranca incuestionablemente de preceptos económicos, pues relaciona costo con función o, dicho de otro modo, precio con prestación. Un ejemplo: un objeto para resolver una función cuesta A pesos; si además de ésta resuelve otra cuyo costo sería B pesos, en rigor, el objeto costará A—B pesos, es decir se ha abaratado, aunque su precio no ha variado (A—B = C; C es menor que A; siendo A constante a medida que aumente B o se amplíe con B1, B2, B3 ... etc., disminuirá C). Otros ejemplos. Si a un caño de desagües pluviales se lo hace trabajar también como columna de soporte de cargas, se podrá prescindir así de la columna independiente; lo mismo sucede cuando la carrocería de un automóvil se transforma en un "tubo" hueco de gran inercia, evitando de ese modo los perfiles metálicos del clásico chasis. Si a un escalón se lo convierte en un rincón para sentarse, habrá aparecido un nuevo lugar para el descanso en la casa sin necesidad de comprar muebles para el caso. Los ejemplos pueden ser muchos, tantos como la imaginación lo permita. Veamos otros: los arbotantes 11 7 de una catedral son un ejemplo de polivalencia; la parte superior de los mismos son canaletas con bajadas de agua del tejado de la nave central y al mismo tiempo equilibrantes de los esfuerzos laterales, al aumentar la altura del cálculo del pórtico hiperestático. Repasemos algunos ejemplos que diéramos a lo largo del libro. ¿Recuerdan el anfiteatro descripto en la última parte del Cap. 9? Hablamos entonces del globo o membrana que restablece el equilibrio entre el interior y el exterior; en ese caso la membrana, visto el contomo que circundaba la obra, se hizo de H°A° accesible usando para ello el simple principio de la losa plegada para aumentar los momentos y la altura (h) de cálculo. El empleo de este sencillo recurso polivalente fue repetido en otras obras. Las esclusas son también un ejemplo típico de productos arquitectónicos obtenidos merced a la aplicación de un método polivalente de razonamiento (Ver Cap. 10).En principio todo consistió en "inventar" funciones nuevas o diferentes a un plano que se desplaza en el espacio, pero siempre con un vínculo constante o fijo. En síntesis: una hoja de puerta de doble propósito. Los resultados fueron inesperados. Igualmente señamos en su momento a la "vivienda islera" (Ver Cap. 6) como polivalente; la binuclearidad hace que los dos recintos laterales actúen como gigantescas columnas huecas que soportan la galería central sin necesidad de la colaboración de ningún otro elemento resistente. No decimos "soportar" en condiciones normales, sino precisamente cuando se ve afectada por ráfagas de vientos de más de 150 km por hora. El autor encomendó a algunos ingenieros de su estudio la realización de modelos a escala de la "vivienda islera" a fin de verificar la distribución de tensiones cuando sobrevienen los vendavales, y ha llegado a la conclu11 8 sión de que la organización de la planta binucleares tal vez el único modo posible de resistir un empuje dinámico semejante; a los que estabamos estudiando el tema, no se nos ocurrió manera más ingeniosa de soportar una galería en las márgenes del Paraná gigantesco. Es evidente que la escasez de recursos aumenta la inventiva, pues nadie ignora las agudas dificultades de supervivencia a que se ven sometidos los isleños. Para ellos de la multiplicación de funciones de un mismo utensilio depende la existencia de servicios indispensables para sobrevivir. De allí la importancia de la polivalencia. Para aquellos que se interesan por el tema podemos decir que un método interesante para ir adiestrándose en el manejo de las ideas expuestas en la polivalencia consiste en escoger un elemento cualquiera —un muro de ladrillos, una losa de hormigón, una puerta, etc.— todos ellos totalmente desprovistos de función precisa alguna e ir asignándole componentes diferenciales en un mayor número posible. Esta manera de partir del análisis de un elemento común no excluye que éste sea un ámbito, y está encaminado a que frente a un caso concreto, el proyectista con una nueva perspectiva, escoja los componentes diferenciales que le exige su programa y los refunda en un componente común el que, a partir de esto, adquirirá el rango de polivalente; pero todo ello tomando como premisa el conocimiento exhaustivo de la mayor cantidad de elementos posibles. La repetición de elementos comunes es básicamente antipolivalente —por cuanto atenta contra la economía de los medios—; gire la cabeza en torno suyo y advertirá hasta que punto la arquitectura convencional es antipolivalente al repetir elementos susceptibles de ser refundidos en uno. Antes del advenimiento de las llamadas corrientes "funcionalistas" todo objeto, además de servir para su fin específico —soportar la tabla de una mesa por ejemplo— debía ser transformado en un motivo estético, de modo tal que su función quedara celosamente oculta (o transfigurada) por estos aditamentos "bellos". (Así la pata de la mesa se convertía en la garra de un león, una cariátide o un coloso). Esta tramposa manera de convertir un objeto útil en bello, escamoteando la realidad, fue lo que instó a los diseñadores de la primera y segunda mitad de nuestro siglo a exaltar la importancia de lo Fig. 68: Calle sobreelevada. "utilitario" mostrando lo más sinceramente posible la función que tenía asignada el objeto. Pasando por alto el evidente retroceso que en estas últimas décadas tuvo el diseño contemporáneo por el evidente abandono de la sinceridad perseguida por los "funcionalistas" en aras de un "neoesteticismo" tan particular como discutible, lo cierto es que el meridiano de nuestra historia se ha trasladado desde la época de los "funcionalistas" hasta la encrucijada de nuestro tiempo en la que el énfasis debe ser puesto en la más absoluta economía de los medios. Tan absurdo nos parece hacer la garra del león o la cariátide como el asignarle a la pata de la mesa esa única y exclusiva función —por más que expresivamente manifestara ese carácter y tal como lo hubieran querido los funcionalistas— sin antes averiguar si de ella hubiera podido obtenerse un comprobante común de una serie de componentes diferenciales. Volvamos ahora al núcleo de la cuestión. La "calle patio" sobreelevada producida por el uso de la cubierta "pesada transitable" es polivalente o polifuncional. El concepto se aclarará más aún cuando digamos que esta calle pública ha sido propuesta en un barrio para gentes de escasos recursos (una especie de H.L.M.) en el que, la construcción de una calle de acceso a nivel de cada vivienda no estaba contemplada en el ítem erogación de infraestructura. Había que encontrar un modo de construirla sin gastos adicionales (Fig. 68). Pero no debe olvidarse que esta "calle patio" debía tener todas aquellas cosas que caracterizan a una calle peatonal propiamente dicha: pequeños escaparates, kioscos, negocios, buzones, farolas, bancos, plazoletas diminutas, y también emparrados o pérgolas que la 11 9 cruzarán de lado a lado. En fin, todo lo dicho en el Cap. 8B para la "calle patio" pudo repetirse para el tejido fibroso, salvo que este último cambió la escala y además se hizo exclusivamente peatonal. Los únicos vehículos permitidos fueron las bicicletas; no debemos olvidar que esta calle sobreelevada permitirá ir de un lado a otro sin cruzar ninguna vía vehicular o de tránsito activo; los niños irían a la escuela, a la panadería o a hacer los mandados sin peligro alguno. La tira de viviendas constituyen el "tejido elástico" que adopta ese nombre debido a que cada una de ellas puede crecer, transformarse, modificarse conteste con aquellos principios enunciados a lo largo de todo el libro. Estas viviendas podrán extenderse hacia adelante y hacia arriba (4) o hacia adelante y hacia abajo (2), desde el "tejido fibroso" hacia el "tejido poroso" o "esponja", que es, por otra parte, una variante modernizada del baldío. Las viviendas están agrupadas de a seis, debido soFig. 69: Esquemas. 12 0 Fig. 70: Organización lineal del partido. bre todo, a la necesidad de aglutinar los tabiques sanitarios (Dos arriba, cuatro abajo). Las bocas de acceso a los conductos de agua, de gas, eléctricos, de evacuación de afluentes y aun de calefacción, es decir, del pleno técnico horizontal que correrá paralelo al muro medianero continuo, servirán también a seis viviendas agrupadas, y serán proyectadas con un sentido polivalente, transformando a esa parte del "tejido fibroso" en lugares de asiento para los caminantes. A intervalos regulares se proyectarán puntos modales de enlace (escaleras o rampas) entre el nivel general del barrio y aquél del "tejido fibroso". Su ubicación deberá ser estratégica para evitar recorridos excesivamente prolongados para, por ejemplo, tomar los transportes colectivos, o, comunicarse con otros barrios aledaños. Por supuesto que cada vivienda tiene puntos modales secundarios, es decir escaleras privadas que comunican la planta baja con la alta y, por supuesto, a través de esta última, con la "calle patio" colectiva. Todas las viviendas pueden, cuando deseen, abrir un pequeño local de negocio sobre la "calle patio" o, caso contrario, aumentar el número de dormitorios. Pero si bien el grueso del movimiento peatonal se realiza por el tejido fibroso, no deberá descartarse una circulación auxiliar y, eventual mente, vehicular que se puede establecer espontáneamente a través del "tejido poroso"; las ambulancias, las autobombas y también los coches particulares a la hora de partir o volver del trabajo. Si bien este baldío está destinado fundamentalmente a los niños, su uso se verá enriquecido por las mil alternativas imprevistas que genera un agrupamiento humano cuando el contorno físico lo permite. Este espacio "esponja" ha sido pensado como un lugar de límites total121 Fig. 71: Plantas, vistas y corte de la propuesta. 122 mente indeterminados, capaz de recepcionar cualquier alternativa de la imaginación colectiva. Se habrá advertido que los límites del "tejido elástico" son tan variables como los del "tejido poroso", su vecino; esto se debe a que el "fondo" de las casas podrá modificarse de acuerdo a las necesidades de sus moradores y a despecho de mutuas, permanentes y constantes cesiones de los tejidos (aquendes) por ejemplo, si la casa es ocupada por un matrimonio en el que ambos trabajan mañana y tarde, el "fondo" de su casa deberá ser pequeño, pues su cuidado quedará reservado, en última instancia, a los descansos sabatinos y dominicales. Pero si la vivienda es ocupada por algún "cesante" o un abuelo activo, amante de los naranjos y los injertos de los rosales, o de los pequeños "tablones" de lechuga, acelga, o rabanitos, "que se venden a buen precio", entonces la Fig. 72: Nudo de enlace de calle-patio urbana con la escuela. 12 3 parcela deberá crecer (a despecho del "tejido poroso") para admitir a estos casos particulares. ¿Recuerdan acaso los fondos de la "casa del gringo"? En los fondos del "tejido elástico'" podrá construirse también la "piecita para guardar cosas"; o un hermoso emparrado o el asador. ¿La cochera?: ¿Porqué no? Y el quincho, y tal vez, la pieza para el hijo que se casa ..., en fin, todo aquello que es patrimonio de "una arquitectura capaz de reaccionar frente al hombre". El loteo sobre el que descansa este agrupamiento no difiere mayormente de uno convencional; es decir, el agrimensor puede hacer su tarea que luego el arquitecto Fig. 73: Corte de baldío desde el tejido poroso. 12 4 establecerá agrupamientos en los que los hombres puedan ser mas libres y solidarios; en una palabra, para que una navidad cualquiera sorprenda a los vecinos reunidos de nuevo cantando juntos con la alegría del vino y la fe renovada. (...) "ante las Iglesias rurales o en el linde de los bosquecillos en los cuales las mujeres distribuyen tanta abundancia de alimentos fríos como para una semana, sobre largas mesas de caballetes, mientras los hombres rodean a las tarimas, y los jóvenes, en grupos o por parejas, se mueven por el bosquecillo" (...). (WILLIAM FAULKNER - El Villorio, pag. 131 - Los libros del Mirasol). Fig. 74: Vista aérea de un sector del conjunto. 125 CAPITULO 17 Los niños, los peines y el arquitecto Contrariamente a lo que podría suponerse Santa Fe Capital no está situada exactamente en los márgenes del Paraná, sino que para llegar al puerto desde el Gran Río es necesario recorrer varios kilómetros a través de un canal abierto por el hombre en las primeras décadas del siglo. El puerto está enclavado casi en el centro de gravedad de la éjida urbana, a menos de 500 m de la parte más céntrica de la ciudad y presenta la particularidad de permitir el acceso de ultramarinos de hasta 30.000 toneladas y 200 m de eslora, no obstante estar a una distancia de casi 800 km del mar abierto. Sin embargo, la historia del puerto de Santa Fe es la misma historia que la de todas las actividades productivas de la ciudad, es decir, una larga y resignada entrega a la avidez casi insaciable de su vecina del sur: Rosario. Esta declinación del puerto tal vez sea el motivo por el que ya no existen los fondines, las tabernas y los lugares de "solaz" de los marinos que antaño poblaron las zonas próximas al puerto, aunque las gentes afectadas al tráfico de barcos sigan, como antes —en menor cantidad, por supuesto— trajinando en los elevadores, los muelles, los guinches y las bodegas de los barcos proce- Fig. 75: Vista de la ciudad desde el puerto. 12 7 dentes del otro lado del océano. Pero estas gentes precisamente —changarines, peones, capataces, capitanes de remolcadores y prácticos— se han establecido en un enorme pobladío, levantado con sus manos y que se extiende en una extensa franja que bordea el Canal de Acceso y al Canal de Derivación, frente al puerto; este singular "slum" fluvial agrupa alrededor de 12 a 15.000 almas entre las que se cuentan, además de los trabajadores portuarios, los pescadores, los obreros, los empleados, las domésticas y, por supuesto, los desocupados. Su nombre es Alto Verde. (Fig. 76) Existe una particularidad: todas estas viviendas han sido levantadas en terrenos ajenos, que es lo mismo que decir que en Alto Verde no hay propietarios. A pesar de su antigüedad, y de que existen indicios ciertos de una suerte de consolidación del conglomerado a partir del suministro de algunos servicios, tales como escuelas, comisarías, estafetas, del fluido funcionamiento de las actividades terciarias convencionales y hasta alguna incipiente instalación secundaria, en Alto Verde todos sus habitantes son jurídicamente intrusos. La postergación de una solución definitiva a este problema ha creado una suerte de inseguridad colectiva frente al futuro que paradójicamente se revierte en uña suerte de cohesión o espíritu de cuerpo que no es fácil de encontrar en otro lado. Ahora bien; esta especie de xenofobia, de sectarismo, de grupo cerrado (que constituye evidentemente una actitud de autodefensa) se ve no obstante refirmada por las dificultades físicas de las comunicaciones con las áreas urbanas vecinas, con equipamientos terciarios muy superiores, con esparcimientos completos, etc., a la que los lugareños de Alto Verde no acuden por las razones 128 F i g . 7 6 : Ubicación de A l t o Verde. apuntadas. Entre otras, naturalmente. En efecto, la comunicación con la ciudad se hace mediante canoas colectivas a remo o a través de un puente de madera muy angosto y empinado que cruza al riacho Santa Fe, en las inmediaciones del Puente Colgante. El ácido humor popular lo denominó "Puente Palitos". El nivel del río durante las crecientes sobrepasa el albardón de la costa sobre el que se asientan las viviendas, de modo que buena parte de ellas quedan bajo el agua, y completamente aisladas del resto de la ciudad; recién entonces sus propietarios las abandonan y emigran con familia y enseres hacia los bordes de las rutas, o se afin- Fig. 77: La ciudad inundada. can en algunos altozanos baldíos o en vagones ferroviarios en desuso, del que volverán cuando bajen las aguas. Los chicos de Alto Verde transcurren casi toda su infancia en el medio hídrico que es una constante en el pensamiento que se prolonga en todos los actos de la vida dé los lugareños hasta el final de sus d ías. A partir de esta realidad, el autor de este trabajo se dio a la tarea de elaborar un proyecto de realojamiento que tuviera en cuenta no sólo la realidad geográfica (obtenida merced a un relevamiento aerofotogramétrico y a una restitución precisa a partir del mosaico fotográfico) sino a aquéllas que caracterizan a esta región del planeta y la hacen absolutamente diferente a cualquiera otra; así pues una de las condicionantes impuestas al proyecto fue la imposibilidad de poner en movimiento el descomunal volumen del refulado necesario para llegar a cotas razonables, es decir, a niveles no susceptibles de ser agredidos por las aguas. Un refulado que aumentara la profundidad de los ríos y riachos sin estudios hídricos previos, sin modelos hidráulicos a escala como lo aconsejan las más noveles técnicas en la materia —que ya no confían en estudios puramente teóricos— puede generar una degradación del contorno de consecuencias imprevisibles; de modo que los aportes indiscriminados a despecho del calado de los lechos pueden resultar catastróficos, sobre todo para un río como el Paraná, caracterizado por su gran erosión. Algunos especialistas nos sugirieron un sistema escalonado de terrazas (semejante a los polders holandeses), propuesta que nuestro pequeño gabinete rechazó por considerarlo aún bastante riesgoso y no demasiado adecuado a ciertos pormenores jurídicos de Alto Verde, que no es del caso mencionar. 12 9 Finalmente el grupo se decidió por una solución que denominó en "peine" debido a que en ella era posible incorporar toda la metodología de nuestro estudio (que describiéramos someramente en el capítulo anterior) y además porque resultaba económica y se adaptaba a lo que pensábamos que era el espíritu del hombre de Alto Verde (Ver Fig. 78). Estos "peines" eran franjas de tierra firme, con cotas no inundables en su plano más elevado, con una dimensión tal que permitieran construir una "tira" de viviendas o "tejido elástico" de longitud apropiada. Estas lomadas o "peines" podían ser construidos mediante semovientes —tales como topadoras, frontales, motoniveladoras— aprovechando la época de sequía, es decir, entre los meses de mayo a setiembre, todos ellos disponibles, pues el MOP de Santa Fe se caracteriza por su excelente equipamiento vial. Y el MOP era el ejecutor ideal del proyecto. El perfil de un "peine" demuestra que en las depresiones, coincidentes con el "tejido poroso", se profundiza la cota existente, con lo cual se somete esta área a la penetración del agua ante las crecientes estacionales; esto es precisamente lo que permite inferir que las comunicaciones a nivel de cada casa se harán, en estas épocas, merced al uso de las canoas. Es decir, "el tejido poroso", o "esponja" se convierte en una suerte de canal de aguas tranquilas surcado por los vehículos característicos de las islas a las que pertenece Alto Verde. El "tejido fibroso", peatonal, garantizará el tránsito "seco", que desembocará en la gran ruta troncal de automotores públicos o privados. Naturalmente en la punta de cada "peine" habrá un punto nodal principal. Un periodista entusiasmado por esta propuesta, le 13 0 Fig . 78 dedicó conjuntamente con otro proyecto realizado en nuestro estudio, un número completo de su diario ("El Litoral", Santa Fe, 1977). No obstante, pasó el tiempo y los planos y diseños quedaron archivados. Algunos años después los niños de la Escuela de Alto Verde, en ocasión del Certamen anual de Ciencias exhumaron el proyecto, lo dibujaron, realizaron maquetas, lo explicaron a los curiosos; el aula destinada a la exposición se llenó de gentes y los pequeños alumnos demostraron las singulares características del sistema de sustentación polivalentes, de las canalizaciones, de la relación privado-público. Mostraron por dónde circularían las canoas —que dibujaron con grandes velas y banderitas multicolores— por dónde los autos; demostraron estos pequeños marinos, hijos de marinos, que disponiendo los "peines" de este modo y no de aquel, resultarían quietas las aguas, mansos los vientos y pocos los mosquitos. Habían conversado con sus padres sobre el modo de "repechar" del río que forma islas fantasmas —como por ejemplo La Tona ubicada en el lugar donde se juntan el Canal de Acceso y el Paraná, y que aparece y desaparece según la forma con que empuja el río— y que genera remansos peligrosos; entonces doblaron los "peines", los inclinaron pensando en todo eso; y de pronto, ante su propio asombro, estos niños se sintieron milagrosamente incorporados a la hermosa raza de los arquitectos. De la mano de sus padres pescadores y dando ideas a su pueblo. Ese tal vez no haya sido el proyecto mas importante de nuestro estudio. Pero sí, el más digno. Fig. 79: Un sector de peines en Alto Verde. 13 1 Fig . 80: Esquema Global. 13 2 Una noche de lluvia bajo la campana de la chimenea, miles de granos de arroz para el labrador. Mañana él saldrá al alba. La azada al hombro, y cantará a plena voz al borde del agua verde que serpentea. LA LLUVIA. Lo Tsé Nan (Siglo IX). Poetas Chinos. Quetzal. INDICE Introducción 13 PARTE I - ANTECEDENTES Advertencia Capítulo 1 — Un poco de historia y números Capítulo 2 — La ciudad de Santa Fe, los santafesinos y las islas Capítulo 3 — La lluvia, el viento y las curvas solares Capítulo 4 — La vivienda isleña Capítulo 5 — La casa vestíbulo Capítulo 6 — La casa del gringo 19 21 27 31 37 41 45 P A R T E II - P R O P U E S T A Capítulo 7 — Primeras conclusiones Capítulo 8 — A. El patio corazón B. La calle patio C. La binuclearidad. La polinuclearidad Capítulo 9 — El techo sombra y las cubiertas livianas. Otras consideraciones Capítulo 10— Las esclusas 53 57 62 66 71 77 P A R T E III Capítulo Capítulo Capítulo 91 93 99 EDIFICIOS MULTITUDINARIOS 11 — La construcción en zonas de alta densidad. El monobloc 12 — La vecindad 1 3 — ¿Cómo es la estructura de una torre que crece? P A R T E IV - P R O P U E S T A U R B A N A Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo 14 — Cuando la "calle patio" se hace urbana y el "patio corazón" se extiende al barrio 1 5 - El baldío 16 — Una propuesta. La polivalencia 1 7 — Los niños, los peines y el arquitecto 109 113 117 127 Este libro se terminó de imprimir en Establecimientos Gráficos SAN J A V I E R , Chile 987, Avellaneda, Buenos Aires, en el mes de septiembre de 1980. La edición consta de 2.000 ejemplares.