LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA COMO UNA AFECTACIÓN AL PRINCIPIO DE BUENA FE EN LA ETAPA PRECONTRACTUAL DE LAS RELACIONES DE CONSUMO AUTORES YESICA LORENA LINARES HERRERA DAVID ORLANDO RAMIREZ NIÑO PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS ESPECIALIZACION EN DERECHO COMERCIAL Bogotá D.C. 2019 1 LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA COMO UNA AFECTACIÓN AL PRINCIPIO DE BUENA FE EN LA ETAPA PRECONTRACTUAL DE LAS RELACIONES DE CONSUMO AUTORES YESICA LORENA LINARES HERRERA DAVID ORLANDO RAMIREZ NIÑO Presentado para optar al título de Especialista en Derecho Comercial DIRECTOR CAMILO ENRIQUE GOMEZ LOPEZ PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS ESPECIALIZACION EN DERECHO COMERCIAL Bogotá D.C. 2019 2 Nota de Advertencia “La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus trabajos de tesis. Solo velará por que no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica y por qué las tesis no contengan ataques personales contra persona alguna, antes bien se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia” 3 TABLA DE CONTENIDO INTRODUCCION.………………………………………………………………………..10 ¿QUÉ ES LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA?..............................................10 REGULACION DE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA EN COLOMBIA…….13 PRINCIPIO DE BUENA FE PRECONTRACTUAL.………………………………….14 AFECTACIÓN DEL PRINCIPIO DE BUENA FE PRECONTRACTUAL EN LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA. …………………………………………………16 RESPONSABILIDAD PRECONTRACTUAL DEL PRODUCTOR Y PROVEEDOR...………………………………………………………………………….21 CONCLUSIONES………………………………………………………………………..24 BIBLIOGRAFÍA...………………………………………………………………………..26 9 INTRODUCCIÓN El presente ensayo tiene la finalidad de desarrollar el concepto de obsolescencia programada dentro del ámbito de regulación del derecho de consumo colombiano, una práctica imperiosa tras los desarrollos tecnológicos de mediados del siglo XX, la cual busca modificar, previo a la adquisición por parte de los consumidores, la vida útil de los bienes o productos de consumo, así como su capacidad operativa. Así, dichos bienes son adquiridos sin que el consumidor haya sido informado de manera previa, cierta, clara, suficiente, comprensible y oportuna de su paulatino o repentino deterioro. Se abordará sí, ¿Existe afectación del derecho de información de los consumidores bajo la premisa de la buena fe precontractual, acorde a la ley 1480 de 2011 y el Código de Comercio, cuando el bien objeto del contrato presenta obsolescencia programada?, y con ello, se formularán posibles mecanismos jurídicos para salvaguardar el deber de lealtad del proveedor y productor frente al consumidor en este tipo de relaciones contractuales. ¿QUÉ ES LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA? El concepto de obsolescencia programada surge en el Siglo XX, como un elemento base del desarrollo económico e industrial, generando rentabilidad para la industria por la producción de bienes en masa y haciendo asequibles los diversos productos del mercado a todos los consumidores. La obsolescencia programada le permite al productor controlar y limitar la vida útil de los bienes, ejemplo de ello es el Cartel de Phoebus o Cartel Internacional de Electricidad1, agrupación informal celebrada en 1924 en Ginebra a la cual concurrieron todos los fabricantes de Bombillas del mundo, con el objetivo de limitar la vida útil de las bombillas a 1000 horas, restándole calidad a un producto que puede durar más de 117 años sin apagarse, como la bombilla localizada en el parque de Bomberos en la Localidad de Livermore, California2. 1 DANNORITZER, Cosima. Comprar, tirar, comprar (Documental). España. Arte (Francia), TVE y Televisió de Catalunya. 2010. 52 minutos. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=24CM4g8V6w8 . Minuto 7:59 y ss. 2 ABCMultimedia. La bombilla más longeva del mundo tiene 117 años. En: ABCciencia. Disponible en: https://www.abc.es/ciencia/abci-bombilla-mas-longeva-mundo-tiene-117-anos201806031113_video.html 10 Para los años 50, se buscó reactivar la economía, seduciendo al consumidor con productos modernos y con novedosos diseños, y para ello el diseñador industrial Brooks Stevens, desarrollo e impulso la obsolescencia programada, en los diversos productos que ofreció al público, señalando lo siguiente: “El antiguo enfoque europeo era crear el mejor producto y que durará para siempre, te comprabas un buen traje para llevarlo desde tu boda hasta tu entierro sin poder renovarlo. El enfoque americano es crear un consumidor insatisfecho con el producto que ha disfrutado, que lo venda de segunda mano y que compre lo más nuevo con la imagen más nueva3”. La falta de una regulación que protegiera al consumidor, frente a las decisiones unilaterales y obligaciones adhesivas por parte del productor y proveedor, permitió el desarrollo y auge de la obsolescencia programada. La obsolescencia programada es definida como: <<...el “conjunto de técnicas”, estrategias o prácticas empresariales que buscan reducir de manera artificial la durabilidad de los productos manufacturados, mediante el “diseño, planificación, proyección y control” del “ciclo de vida de sus componentes”. Esto con el objetivo de estimular el “reiterado consumo” de tales bienes “dentro de un corto periodo de tiempo”, “de dinamizar la demanda y estimular el consumo e impulsar a los particulares a adquirir otros productos”, y de reforzar la recompra prematura, tras la pérdida de “funcionalidad” de los bienes adquiridos, “o por su caducidad”>> 4. En resumen, el concepto de obsolescencia programada hace referencia al control previo por parte del empresario, respecto a la durabilidad, capacidad, funcionalidad y calidad de un producto no perecedero, como celulares, televisores, bombillas, impresoras, entre otros, brindando un uso limitado, con el fin de aumentar o estimular un consumo excesivo del bien, esta práctica ha sido basada en la libertad de empresa y en la necesidad de incrementar las ventas de las compañías productoras. La obsolescencia programada ha sido clasificada en dos grandes categorías o tipos, dependiendo del desuso o inutilidad del producto, siendo las siguientes: 1) La obsolescencia programada objetiva que opera sobre el producto: “Se basa en la vida útil o duración real del producto o mercancía, que ha sido previamente estimada. El usuario está obligado a comprar un nuevo producto, ya que el que posee no le sirve”5. En este tipo de obsolescencia el consumidor deberá adquirir un nuevo producto, en vista de que el bien adquirido se encuentra obsoleto, puesto que desde su fabricación se ha 3 DANNORITZER. Óp. cit., Minuto 19:00 y subsiguientes. SOTO PINEDA, Jesús Alfonso (2017). Aproximaciones jurídicas a la obsolescencia programada, Bogotá D.C. (Colombia) págs. 47 y 48. 5 Ibid., págs. 51 y 52. 4 11 modificado su vida útil, esto con la alteración de chips o componentes esenciales que se dañan con facilidad o con cierto uso; un claro ejemplo de éste tipo de obsolescencia son las impresoras, estas tienen programado cierto número de impresiones predispuestas, al cabo del cumplimiento de esa condición un chip interno o un lector se daña y el reemplazo del mismo es bastante oneroso, tanto como si se comprara una nueva impresora6. Esta categoría de obsolescencia a su vez se subdivide en 2 subtipos: 1.1) “La obsolescencia objetiva funcional que se “basa (...) en la inclusión de los elementos que sean necesarios para garantizar que el producto ajustará su vida útil a la proyectada por la empresa productora”7. En ella, la empresa sabe cuánto durará o funcionará el producto y vende un servicio o reemplazo por un nuevo producto similar al costo de reparación, como se ejemplifico anteriormente. 1.2) “La obsolescencia programada objetiva técnica o por la cual el desuso del producto es consecuencia del progreso técnico, el cual incorpora mejoras que conducen a la renovación del bien. No necesariamente el producto se hace obsoleto en términos de no durar más, sino que, para el consumidor es incapaz de cumplir con las funciones que asegura cumplir el producto actual.8” En esta subcategoría es evidente que la funcionalidad o utilidad del producto aún persiste, pero la salida de un nuevo producto con más funciones y con mayor desarrollo tecnológico rezaga al anterior; claro ejemplo de ello se da con los celulares iPhone, de la empresa Apple, que cada año lanzan un nuevo smartphone con más memoria interna, mejor cámara y funciones incorporadas más avanzadas, así mismo, la empresa ralentiza productos anteriores y solicita mayor capacidad de almacenamiento para actualizaciones de software necesarias, obligando al consumidor a comprar un nuevo celular. 2) Obsolescencia programada subjetiva (no funcional) Esta opera no sobre el bien producido, sino sobre el consumidor. Se basa en el desarrollo de técnicas de mercadeo mediante las cuales, aunque “el producto sigue siendo útil, el propietario quiere renovarlo por uno más reciente o atractivo, lo que para él significa más comodidad, confort y solvencia ante la sociedad”. A esta segunda categoría de obsolescencia, también se le denomina “obsolescencia psicológica”, toda vez que no existe daño al producto sino intromisión en la perspectiva del consumidor o usuario, al hacerlo pensar que su producto no es nuevo, no está a la moda. Las campañas publicitarias son muy agresivas y buscan persuadir al cliente de comprar 6 DANNORITZER. Óp. cit., Minuto 1:00 ss. SOTO.,Óp... cit, pág. 51. 8 Ibid., pág. 51. 7 12 un nuevo producto, el cual será más innovador, darán clase al usuario y será más aceptado socialmente. REGULACIÓN DE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA EN COLOMBIA Hay que partir de la base que en Colombia no existe una normatividad específica que regule el concepto de obsolescencia programada definida previamente, toda vez que es un concepto extranjero, mimetizado y adoptado en Colombia doctrinariamente, además de presentarse en países industrializados y desarrollados. Con lo anterior, es de resaltar que la regulación en materia de consumo se extiende desde la Constitución Política de 1991, hasta el Estatuto del Consumidor (Ley 1480 de 2011). Es de resaltar, previo al estudio de la protección en materia de consumo, los aspectos constitucionales que regulan la actividad comercial, los cuales se encuentran consagrados en el art. 333 de la Constitución Política, el cual garantiza lo referente a la actividad económica y la iniciativa privada; y el art. 334, sobre la intervención estatal y los límites a la libertad contractual. La libertad de empresa como bien jurídico tutelado por parte del Estado Colombiano, genera una incidencia económica y permite el desarrollo económico, facultando al comerciante para desarrollar su actividad comercial dentro de los principios de libertad y de ánimo de lucro, pero garantizando los derechos de los consumidores o usuarios de sus productos. El código de comercio en su artículo 25, ha definido la empresa como: “toda actividad económica organizada para la producción, transformación, circulación, administración o custodia de bienes, o para la prestación de servicios. Dicha actividad se realizará a través de uno o más establecimientos de comercio.” El concepto y desarrollo de la empresa ha impulsado el desarrollo económico, gozando de protección al ser fuente de trabajo, sometiéndose a la ley de oferta y demanda, impuesta por un modelo de economía capitalista y de apertura económica, imperante en Colombia. Por otra parte, los límites a la libertad de empresa se ven materializados en la salud pública y la confianza que los productos dan a los consumidores: “(...) Es el caso de la incineración de los productos, un mecanismo recurrente ante la falta de eficientes y suficientes sistemas de reciclaje, almacenamiento y disposición final, efectivo porque reduce a cenizas la acumulación de materiales empleados para su producción, pero con altos niveles de toxicidad, en particular ante la presencia de componentes electrónicos. (...) La existencia de bienes que de forma deliberada son 13 producidos para que tras su uso por un lapso limitado deban desecharse, reduce la esperanza firme y la seguridad depositada en las empresas, la convicción de que su actuar opera de buena fe.9” En síntesis, se menoscaba la confianza dada por el consumidor al empresario al momento de adquirir un producto cuya duración o funcionalidad está determinada, información que no es compartida con el usuario, así como, también se pueden menoscabar los derechos colectivos y del medio ambiente ( art. 71 de la Constitución Política), respecto a la contaminación que ocasionan los artefactos tecnológicos que se tornan obsoletos y se desechan, además de causar daños ambientales tanto a territorios nacionales como internacionales toda vez que esa basura tecnológica es enviada a países subdesarrollados. El Estatuto del Consumidor o ley 1480 de 2011, ha regulado lo referente a las relaciones de consumo, en su artículo 1. establece el ámbito de aplicación de la ley, en la protección de los derechos de los consumidores, amparando su dignidad y sus derechos económicos. El artículo 2. párrafo 2. de la norma establece: “(...) Las normas contenidas en esta ley son aplicables en general a las relaciones de consumo y a la responsabilidad de los productores y proveedores frente al consumidor en todos los sectores de la economía respecto de los cuales no exista regulación especial, evento en el cual aplicará la regulación especial y suplementariamente las normas establecidas en esta Ley. (...)” (Resaltado fuera del texto). En concordancia con lo anterior, el artículo 3. regula lo relacionado con los derechos y deberes de los consumidores numerales 1.1, 1.3, 1.5, y 1.10; el artículo 4. hace referencia a la preponderancia de las normas de consumo, como normas de orden público; el artículo 5. señala las definiciones de la ley en los numerales 1. calidad, 3. consumidor o usuario, 6. idoneidad y eficiencia de los productos, 7. información, 9. productos, 11. proveedor y expendedor y 17. producto defectuoso; el artículo 6. destaco las nociones de calidad, idoneidad y seguridad; el artículo 15. regulo lo referente a productos imperfectos; el artículo 19. desarrollo el deber de información; el artículo 23. el deber de información y responsabilidad; el artículo 24. numeral 1.3 el contenido de la información, fecha de vencimiento, y los artículos 50, 56. consagraron las acciones del consumidor en contra del productor y proveedor. PRINCIPIO DE BUENA FE PRECONTRACTUAL Previo a hablar del principio de buena fe, es necesario identificar, qué se entiende por etapa precontractual, pues bien son todas aquellas labores previas a la 9 SOTO PINEDA, óp. cit, págs. 63 y 64. 14 suscripción de un contrato o convenio, el cual contiene elementos esenciales con el fin de que las partes contraten o no. La buena fe como principio general del derecho está consagrada en la legislación civil en el Art. 1603 del Código Civil y en el artículo 871 del Código de Comercio, por otro lado, lo referente a la buena fe precontractual se regulo en el artículo 863 del Código de Comercio, el cual enuncia: “Las partes deberán proceder de buena fe exenta de culpa en el periodo precontractual, so pena de indemnizar los perjuicios que se causen.” El Doctor Arrubla Paucar describe el momento de desarrollo del principio de buena fe en la etapa precontractual de la siguiente forma: “(...) Los contratantes se deben lealtad en todas las etapas preliminares a la formación del negocio, no es otra cosa, como afirma Betti, que hablar claro, lo que impone hacer patente a la contraparte la situación real de las cosas, desengañándola de eventuales errores que sean reconocibles. se deben presentar con toda claridad los antecedentes del negocio, procurando informar sobre aquellas circunstancias que puedan interesar a la otra parte. Ocultar circunstancias que puedan influir en la decisión del otro negociante, es una reticencia fraudulenta, que atenta contra este deber de buena fe.10” (Resaltado fuera del texto). Con lo anterior, el autor resalta el sub-deber imperante de la buena fe, en la debida información a la contraparte; pero, el ocultamiento de dicha información influirá en no contratar, como: el ocultamiento de fechas de duración o funcionalidad. La información es crucial para ambas partes y se liga a su libertad y autonomía, si se adquiere o no cierto producto: “(...) Es evidente que los sujetos interesados en un determinado negocio jurídico tienen libertad y autonomía para buscar resultados favorables a sus propios intereses; empero, esa autonomía no puede entenderse como absoluta y precisamente el deber de buena fe entra a contrarrestar en el actuar impuesto por la ley. (...) el deber de información es aún más estricto cuando interviene un profesional en la actividad, como un corredor, un comisionista, un banco o una compañía aseguradora(...)11”. Es indudable la importancia de la información detallada, más aún cuando se trata de un profesional que presta o vende un producto, ya que, éste posee una posición de dominio, conoce el mercado y sabe cómo maniobrar o modificar los productos sin que el consumidor lo sepa, ocultando la información de duración o funcionalidad ARRUBLA PAUCAR, Jaime Alberto. “Contratos mercantiles, teoría general del negocio mercantil”. Editorial LEGIS. Bogotá D.C. Pontificia Universidad Javeriana, 2016. pág. 131. 11 Ibidem, pág. 135. 10 15 con el fin de incrementar sus ventas, vulnerando los derechos del consumidor y el principio contractual de buena fe. AFECTACIÓN DEL PRINCIPIO DE BUENA FE PRECONTRACTUAL EN LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA. El estado colombiano, por medio de su regulación en materia de derecho del Consumo, Ley 1480 del 2011, ha establecido que en este tipo de relaciones entre usuario o consumidor y productor o proveedor, es necesario e indispensable proteger al consumidor siendo la parte débil y vulnerable de la relación contractual, garantizando una protección efectiva de sus derechos económicos y sociales. Y ¿porque la parte débil? Porque el consumidor quien desconoce la información relacionada con el producto o servicio “confía en la competencia de la otra en un campo donde (...) es normalmente inexperto12”, desconoce las características, funciones y la vida útil del producto o servicio. Es aquí donde se erige la información como un derecho, obligación y principio de la buena fe en la etapa precontractual , en especial en las relaciones de consumo, para intentar restablecer el equilibrio contractual entre las partes, en aras de brindar “transparencia a las relaciones jurídico negociales (...) como quiera que un consumidor bien informado puede hacer una mejor elección de los bienes y servicios que se le ofrecen13”, conocer la información relacionada con el producto, le permite al consumidor además de brindar su consentimiento, tomar una decisión racional y bien fundada14 que le permita disfrutar de un bien de calidad, idóneo y seguro acorde con sus necesidades. La información que recibe el consumidor debe cumplir con ciertas características siendo: “1. ) veraz y comprobable, es decir, basada en datos reales y verídicos, a fin de que no se engañe o se induzca al error al consumidor, y de esta forma se ACOSTA RODRIGUEZ, Joaquín. “De los principios generales del derecho a los principios del derecho del consumo”. En: Estudios de derecho del consumo (Ley 1480 de 2011). Bogotá D.C. Universidad de La Sabana, 2017. pág. 52 13 MORGESTEIN SANCHEZ, Wilson Iván. El concepto de información en el Estatuto del Consumidor colombiano. Un estudio jurídico de la institución en la Ley 1480 de 2011. En revista virtual: Estudios Socio-Jurídicos. Páginas: 195-217; Universidad del Rosario, 2015. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/esju/v17n1/v17n1a06.pdf . pág. 200. 14 Colombia, Congreso de la Republica. Ley 1480 del 2011, Artículo 1 “Esta ley tiene como objetivos proteger, promover y garantizar la efectividad y el libre ejercicio de los derechos de los consumidores, así como amparar el respeto a su dignidad y a sus intereses económicos, en especial, lo referente a: (...) 2. El acceso de los consumidores a una información adecuada, de acuerdo con los términos de esta ley, que les permita hacer elecciones bien fundadas.” 12 16 genere confianza en el mercado; 2) adecuada, suficiente y completa, para que el consumidor tenga conocimiento tanto de los beneficios como de los riesgos del producto o servicio de acuerdo con su naturaleza; 3) clara, comprensible y entendible, para que a esta pueda acceder el consumidor promedio del bien o servicio teniendo en cuenta las condiciones propias del mercado en que se ofrece, y 4) oportuna, sobre todo en la etapa precontractual, pero también en las de perfeccionamiento y ejecución de contrato, a fin de que el consumidor pueda hacer un uso efectivo de esta15”. Estas características de la información obedecen a la protección efectiva que debe garantizar el legislador Colombiano en el Estatuto del Consumidor, protección que se desarrolla desde el ámbito precontractual entre el consumidor y el productor o proveedor, evitando que estos últimos decidan libremente qué información del respectivo producto debe ser suministrada o no al consumidor, a su vez salvaguardan la confianza de los consumidores en el mercado, brindándoles un marco jurídico seguro para las decisiones que tomen, en aras de suplir sus respectivas necesidades. El actual Estatuto de protección al consumidor presenta una disparidad en lo referente a la cantidad de información que debe recibir una persona natural o jurídica en calidad de consumidor, respecto del producto que ha de adquirir, disparidad necesaria de resolver previo a identificar si el consumidor debe o no conocer la vida útil fijada por el productor; esta disimilitud se encuentra consagrada en el artículo 3 numeral 1.3. “Derecho a recibir información: Obtener información completa, (...) respecto de los productos que se ofrezcan o se pongan en circulación (...)” (Subrayado fuera del texto), en contraste con lo señalado en el artículo 23 de esta ley “información mínima y responsabilidad. Los proveedores y productores deberán suministrar a los consumidores información,(...) suficiente,(...) sobre los productos que ofrezcan (...)” (Subrayado fuera del texto) ; en razón a esta diferencia entre información completa o información suficiente, la Superintendencia de Industria y Comercio ha señalado que la calificación de completa “puede llevar a la conclusión apresurada y, a nuestro juicio, no siempre acertada, de que al consumidor debe entregárselo en todos los casos la mayor cantidad posible de información, lo cual podría generar un efecto contrario al deseado, que es permitir al consumidor entender con claridad los aspectos que rodean su decisión de consumo16 ”, es decir, al brindarle mayor información al consumidor, esta puede no ser útil o necesaria para la decisión de adquirir o no determinado producto, puesto que puede ser o muy compleja y poco precisa para el consumidor, o superflua para adquisición del producto. 15 MORGESTEIN, Óp. cit, pág. 205. MARIÑO LOPEZ, Diana (Editora). Protección al Consumidor en Colombia. Unas Aproximaciones desde las competencias de la Superintendencia de Industria y Comercio. Bogotá D.C. Superintendencia de Industria y Comercio.2017. pág. 136 16 17 Partiendo del anterior mandato, bajo la indicación de brindarle al consumidor información suficiente, el legislador colombiano en aras de garantizar este precepto ha regulado lo referente al contenido mínimo que debe brindar el productor y proveedor al consumidor final17, del cual cabe resaltar dos precisiones: 1. La legislación Colombiana en materia de derecho del consumo, no presenta un listado taxativo de la información que deba ser suministrada a las personas en las relaciones de consumo, y así lo ha señalado la Corte Constitucional de Colombia en Sentencia C-583 del 2015, en una acción pública de inconstitucionalidad, en la cual se solicitó la inconstitucionalidad del artículo 24 de la ley 1480 del 2011, al omitirse dentro de esta norma el deber de informar sobre alimentos modificados genéticamente o con componentes genéticamente modificados. 17 La ley 1480 del 2011, en el artículo 5 numeral 7 y artículo 24 define e identifica el concepto de información, señalando algunas de las características o indicaciones mínimas que deben ser informadas en las relaciones de consumo, siendo las siguientes: Artículo 5 numeral 7 “Información: Todo contenido y forma de dar a conocer la naturaleza, el origen, el modo de fabricación, los componentes, los usos, el volumen, peso o medida, los precios, la forma de empleo, las propiedades, la calidad, la idoneidad o la cantidad, y toda otra característica o referencia relevante respecto de los productos que se ofrezcan o pongan en circulación, así como los riesgos que puedan derivarse de su consumo o utilización.” Artículo 24. “La información mínima comprenderá: 1. Sin perjuicio de las reglamentaciones especiales, como mínimo el productor debe suministrar la siguiente información: 1,1. Las instrucciones para el correcto uso o consumo, conservación e instalación del producto o utilización del servicio; 1.2. Cantidad, peso o volumen, en el evento de ser aplicable; Las unidades utilizadas deberán corresponder a las establecidas en el Sistema Internacional de Unidades o a las unidades acostumbradas de medida de conformidad con lo dispuesto en esta ley; 1.3. La fecha de vencimiento cuando ello fuere pertinente. Tratándose de productos perecederos, se indicará claramente y sin alteración de ninguna índole, la fecha de su expiración en sus etiquetas, envases o empaques, en forma acorde con su tamaño y presentación. El Gobierno reglamentará la materia. 1.4. Las especificaciones del bien o servicio. Cuando la autoridad competente exija especificaciones técnicas particulares, estas deberán contenerse en la información mínima. 2. Información que debe suministrar el proveedor: 2.1. La relativa a las garantías que asisten al consumidor o usuario; 2.2. El precio, atendiendo las disposiciones contenidas en esta ley. En el caso de los subnumerales 1.1., 1.2. y 1.3 de este artículo, el proveedor está obligado a verificar la existencia de los mismos al momento de poner en circulación los productos en el mercado. PARÁGRAFO. El productor o el proveedor solo podrá exonerarse de responsabilidad cuando demuestre fuerza mayor, caso fortuito o que la información fue adulterada o suplantada sin que se hubiera podido evitar la adulteración o suplantación.” 18 En esta sentencia la Corte indicó “En efecto, el Legislador optó en el artículo 24, por establecer una lista básica y no taxativa de elementos que podrían considerarse como información mínima del producto alimenticio. Acertadamente incluyó conceptos genéricos que abarcaran las más importantes características de tales productos, como lo son su naturaleza, origen fabricación, componentes, usos, precios, calidad o idoneidad, pero el problema, es que no incluyó en la información mínima que debía ser objeto de su regulación, lo del etiquetado de los alimentos OGM o con contenido GM que forma parte de su proceso productivo de fabricación, calidad e idoneidad de los mismos”. En este caso la Corte consideró, que esta información debe ser brindada al consumidor puesto que es cardinal al producto, versa sobre la forma en que se produce, sobre las características intrínsecas del mismo y la calidad que debe detentar. 2. Si bien el legislador no hace mención a informar sobre el término de vida útil del producto o servicio, la pérdida de capacidad programada al producto o el deber de informar sobre la programación de obsolescencia que impone el productor a determinado producto; es importante que bajo el principio de la buena fe precontractual que debe regir el contrato de consumo, el consumidor sea informado de aquellas características relevantes, para brindar un consentimiento libre de vicios, identificando con plenitud las características de tiempo, modo y lugar del objeto adquirido, para que no se genere la ineficacia del contrato de consumo. La vida útil del producto o servicio, es una característica relevante, que debe ser informada por el productor o proveedor, puesto que el objetivo del estatuto del consumidor18 es “proteger, promover y garantizar la efectividad y el libre ejercicio de los derechos de los consumidores, así como amparar el respeto a su dignidad y a sus intereses económicos” , al permitirle adquirir a toda persona, que funja en calidad de consumidor, bienes o servicios que sean de calidad, idóneos o seguros, es decir que conforme a sus intereses personales y económicos adquieran bienes que cumplan “con las características inherentes y las atribuidas por la información que se suministre sobre él 19”, que tengan aptitud “para satisfacer la necesidad o necesidades para las cuales ha sido producido o comercializado 20” y que conforme a las “situaciones normales de utilización, teniendo en cuenta la 18 Colombia, Congreso de la Republica. Ley 1480 del 2011, artículo 1. Ibid., artículo 5 numeral 1. 20 Ibid., artículo 5 numeral 6. 19 19 duración, la información suministrada (...), la puesta en servicio, instalación y mantenimiento, no presenta riesgos irrazonables para la salud o integridad de los consumidores21”. El consumidor adquiere un producto con la finalidad de utilizarlo, para satisfacer sus necesidades propias, privadas, familiares, domésticas o que no se encuentren ligadas intrínsecamente con su actividad económica (cuando se trata de una persona jurídica), pero estas necesidades se pueden ver menoscabadas por el término de vida útil que haya programado el productor o proveedor al respectivo bien, es decir por la obsolescencia programada, generando al consumidor un impacto negativo por adquirir un bien a un determinado precio que puede o no ser oneroso, con una expectativa de uso sobre el mismo a corto, mediano o largo plazo, esperando que el mismo cumpla su ciclo de uso salvo que concurra alguna causa extraña: caso fortuito, fuerza mayor, culpa exclusiva de la víctima, hecho de un tercero, o el simple deterioro natural que sufre el bien; pero en su lugar el consumidor se encuentra en una posición en la cual adquiere un bien, y al cabo de un determinado tiempo programado previamente por el productor, termina su vida útil, sin habérsele informado al consumidor en la etapa precontractual, que el bien que adquiere, tiene una determinado límite de uso, que no corresponde a su uso natural, sino al uso programado por el productor. El productor y proveedor deben actuar con lealtad en todas las etapas de la relación contractual, informando con suficiencia aquellas características importantes y relevantes para el consumidor, como el término de utilidad programado por el productor para cierto producto, puesto que doctrinariamente se ha identificado la información como una “obligación de resultado en cuanto una suficiencia y adecuado contenido que debe caracterizar la prestación comunicativa a los acreedores y que será cumplida cuando llegue a los consumidores, pero siempre garantizándose que pueda ser comprendida, cuya justificación se encuentra en la necesidad de que los consumidores realicen decisiones bien fundadas mediante la formación de un consentimiento libre de vicios22” esta obligación se encuentra en consonancia con el principio pro consumatore y la carga dinámica de la prueba en cabeza del productor y proveedor. 21 22 Ibid., artículo 5 numeral 14. MARIÑO, Óp. cit, pág. 146. 20 RESPONSABILIDAD PRECONTRACTUAL DEL PRODUCTOR Y PROVEEDOR. Conforme al artículo 863 del Código de Comercio, se define la noción de buena fe en la etapa precontractual: “Las partes deberán proceder de buena fe exenta de culpa en el periodo precontractual, so pena de indemnizar los perjuicios que se causen”. La importancia de la información precontractual radica en que, si el productor o proveedor hubiesen dado la debida información del producto, incluyendo su posible obsolescencia al consumidor o usuario, éste de ninguna manera hubiese contratado o adquirido el producto ofrecido, debido a que no satisfacería sus necesidades al ser un bien con un tiempo limitado y condicionado a la compra de más bienes, toda vez que los anteriores ya son obsoletos. Así las cosas, existen acciones jurisdiccionales con el fin de salvaguardar los derechos de los consumidores respecto a la obsolescencia programada presente en los productos (más que todo tecnológicos), están reguladas en el artículo 56 23 y siguientes de la ley 1480 de 2011, clasificándolas así: 1. Acciones populares y acciones de grupo, las cuales serán procedentes ante cualquier acción u omisión de los particulares (productores y proveedores) que amenacen violentar derechos colectivos e intereses (artículo 9 de la ley 472 de 1998). Se considerará procedente accionar por conducto de agremiaciones de consumidores, en representación de los intereses de los mismos o de forma individual. 2. Las acciones de responsabilidad por producto defectuoso. La acción será procedente siempre que el producto se considere defectuoso24,o si el producto no ofrece seguridad al cliente. Como ya se evidenció, la seguridad nada tiene que ver con la obsolescencia programada, toda vez que el COLOMBIA, Congreso de la Republica. Ley 1480 de 2011. artículo 56. “acciones jurisdiccionales. Sin perjuicio de otras formas de protección, las acciones jurisdiccionales de protección al consumidor son: 1. Las populares y de grupo reguladas en la Ley 472 de 1998 y las que la modifiquen sustituyan o aclaren. 2. Las de responsabilidad por daños por producto defectuoso, definidas en esta ley, que se adelantarán ante la jurisdicción ordinaria. 3. La acción de protección al consumidor, mediante la cual se decidirán los asuntos contenciosos que tengan como fundamento la vulneración de los derechos del consumidor por la violación directa de las normas sobre protección a consumidores y usuarios, los originados en la aplicación de las normas de protección contractual contenidas en esta ley y en normas especiales de protección a consumidores y usuarios; los orientados a lograr que se haga efectiva una garantía; los encaminados a obtener la reparación de los daños causados a los bienes en la prestación de servicios contemplados en el artículo 18 de esta ley o por información o publicidad engañosa, independientemente del sector de la economía en que se hayan vulnerado los derechos del consumidor.” 24 Ibid. “Artículo 5 No. 17. Producto defectuoso es aquel bien mueble o inmueble que en razón de un error el diseño, fabricación, construcción, embalaje o información, no ofrezca la razonable seguridad a la que toda persona tiene derecho.” 23 21 producto obsolescente no daña al consumidor en principio, su afectación altera su confianza y otros intereses de otra índole, que no incluyen la seguridad. 3. La acción de protección al consumidor. (Artículo 57 y siguientes de la ley 1480 de 2011). Se considera como la acción procedente con el fin de exigir ante el juez competente, la responsabilidad solidaria tanto del productor como del proveedor, cuando se compruebe el incumplimiento de estos en informar la obsolescencia programada del producto objeto de litigio, en principio será de difícil prueba toda vez que la comprobación de la obsolescencia programada exige ciertos conocimientos especializados para probar que el producto presenta dicha obsolescencia. Acorde al artículo 58 del Estatuto del Consumidor, será competente la Superintendencia de Industria y Comercio o juez competente acorde a la cuantía, así mismo, el procedimiento será verbal o verbal sumario (artículo 390 del C.G.P., y artículo 58 del Estatuto del Consumidor); de igual forma, la reclamación judicial deberá acompañarse con los requisitos exigidos por el artículo 58 del Estatuto, específicamente agotando el requisito de procedibilidad adelantado mediante reclamación directa hecha al productor y proveedor (Art. 58 No. 5 del Estatuto), es de resaltar, que el mismo artículo 58 No. 5 Literal d) del Estatuto del Consumidor, establece la posibilidad de practicar y anexar una prueba pericial anticipada25, con el fin de demostrar la durabilidad y funcionalidad de un producto previamente modificado, y brindar certeza al juez. Esta acción se considera procedente y viable con el fin de garantizar los derechos del consumidor, sin embargo existen imposibilidades para que el consumidor accione: 1) El costo de iniciar la acción, aunque no se requiera abogado, el usuario incurrirá en gastos propios por acudir a la administración de justicia, como los gastos de notificación; 2) Probatoriamente, tendrá que aportar las pruebas conducentes, útiles y necesarias, con el fin de alcanzar el convencimiento del Juez, como ya vimos, será la prueba pericial mediante un dictamen pericial, la que alcance estos fines, dicha prueba tiene un precio de los honorarios del perito inscrito en la lista de auxiliares de la justicia que Ibid. “artículo 58. procedimiento. Los procesos que versen sobre violación a los derechos de los consumidores establecidos en normas generales o especiales en todos los sectores de la economía, a excepción de la responsabilidad por producto defectuoso y de las acciones de grupo o las populares, se tramitarán por el procedimiento verbal sumario, con observancia de las siguientes reglas especiales: (...) 5. A la demanda deberá acompañarse la reclamación directa hecha por el demandante al productor y/o proveedor, reclamación que podrá ser presentada por escrito, telefónica o verbalmente, con observancia de las siguientes reglas: (...) d) Las partes podrán practicar pruebas periciales anticipadas ante los peritos debidamente inscritos en el listado que para estos efectos organizará y reglamentará la Superintendencia de Industria y Comercio, los que deberán ser de las más altas calidades morales y profesionales. El dictamen, junto con la constancia de pago de los gastos y honorarios, se aportarán en la demanda o en la contestación. En estos casos, la Superintendencia de Industria y Comercio debe valorar el dictamen de acuerdo a las normas de la sana crítica, en conjunto con las demás pruebas que obren en el proceso y solo en caso de que carezca de firmeza y precisión podrá decretar uno nuevo.” 25 22 emitió dicho medio probatorio; 3) El costo-beneficio, el consumidor considerar la posibilidad de rescindir de su acción teniendo en cuenta que saldrá más barato y económico la compra de un nuevo producto, lo cual mengua la posibilidad de proteger los derechos de los consumidores, y fijar un precedente claro respecto al tema. Por otra parte, la acción podrá ser impulsada por las ligas o asociaciones de consumidores (artículo 58 No. 4 del Estatuto del Consumidor), constituidas de acuerdo con la ley, representando gratuitamente al consumidor. Esto tiene mayor efectividad teniendo en cuenta su conocimiento especial en las normas de protección del consumidor, así como el asesoramiento especializado que pueden brindar dichas ligas. En suma, existen acciones conducentes a proteger los derechos del consumidor respecto a la obsolescencia programada, la responsabilidad del productor y proveedor será solidaria, teniendo en cuenta que los productos obsolescentes no cumplen con los requisitos de calidad e idoneidad26, acorde al artículo 6 No. 1 del Estatuto del Consumidor; lo anterior, con el fin de resaltar que la demanda o la acción de protección al consumidor podrá demandarse al productor o proveedor de forma separada o de forma conjunta. Óp. cit “artículo 5o. definiciones. Para los efectos de la presente ley, se entiende por: 1. Calidad: Condición en que un producto cumple con las características inherentes y las atribuidas por la información que se suministre sobre él. (...) 6. Idoneidad o eficiencia: Aptitud del producto para satisfacer la necesidad o necesidades para las cuales ha sido producido o comercializado. (...)” 26 23 CONCLUSIONES. La obsolescencia programada es una figura vinculada al desarrollo industrial y económico de la sociedad, pero en su ejecución y desarrollo ha generado conflictos con los derechos ambientales y los derechos de los consumidores, en Colombia este mecanismo no ha sido regulado, por lo cual no se encuentra prohibido, pero tampoco se encuentra permitido, en su lugar, la constitución y la legislación colombiana ha garantizado la libertad de empresa y también la protección del consumidor. Pero el consumidor colombiano no ha sido ajeno a los efectos de la obsolescencia programada, ha sido afectado al igual que los consumidores de otros países con la ralentización de sus equipos electrónicos, la imposibilidad de actualizar sus aparatos con programas modernos debido a incompatibilidades, el deterioro de la capacidad operativa y funcional de los diversos electrodomésticos o bienes tecnológicos. Es evidente la violación del principio de buena fe y subprincipio de información en la etapa precontractual, puesto que la implementación de la obsolescencia programada como practica para la producción de bienes, se genera por parte del productor quien detenta una posición dominante frente al consumidor, este último desconoce de manera previa, al no haber sido informado de manera clara, suficiente, oportuna de las características de un determinado producto, de sus condiciones de tiempo , modo y lugar, y en general de toda aquella información relevante para la formación del consentimiento, información relevante como la referente a la vida útil o capacidad del producto programada por el productor. Frente al incipiente desarrollo de la obsolescencia programada, se han tomado medidas para prevenir y mitigar sus efectos, en algunos países se ha fomentado el uso del Sello ISSOP - Innovación sostenible sin obsolescencia programada, un certificado que se brinda a aquellas personas u organizaciones que han implementado y se han comprometido con un consumo social y ambientalmente sostenible, informándole al consumidor, de manera clara, suficiente, oportuna, la existencia de un producto libre de obsolescencia programada. Algunas organizaciones supranacionales como la Unión Europea han implementados normas que atacan estas prácticas industriales en pro del medio ambiente y del consumidor, con sanciones o tipos penales, garantizando los bienes jurídicos protegidos por el estado. Existen acciones para mitigar esta práctica indebida de abuso del mercado, siendo las reguladas en la ley 1480 de 2011, Estatuto del Consumidor, las cuales pueden 24 frenar los abusos y configurar un precedente jurisprudencial en Colombia. conveniente, que el consumidor se apoye en ligas y agremiaciones, con el fin recibir el apoyo debido, así mismo, es recomendable, acompañar la acción protección del consumidor un peritazgo, de un perito que compruebe predisposición de los productos en el tiempo y la duración y pérdida funcionalidad. Es de de la de Como último, se identifica la necesidad de una intervención por parte del legislador Colombiano, para regular la obsolescencia programada, aprobarla o en su lugar imponer límites que permitan al consumidor una mayor claridad de sus derechos. 25 BIBLIOGRAFÍA ❖ ARRUBLA PAUCAR, Jaime Alberto. Contratos mercantiles, Teoría General del Negocio Mercantil. Bogotá D.C. Editorial: Legis. 2016. ❖ CÁRDENAS MEJÍA, Juan Pablo y otros (Editor). 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