Victoria Noroño y Marcos Díaz C.I: V- 30.347.316 y 31.703.888 5to año “U” Arcoíris de sangre y tristeza Érase una vez, en algún lugar de alguna prestigiosa escuela de élite en Alemania, unos pasillos que se convertían en ansiedad para el chico de ojos azules: Allen. Cada que finalizaba una clase y tocaba el cambio de turno, Allen intententaba con todas sus fuerzas correr lo más rápido posible para que ninguno de los indeseables retrógrados que lo molestaban pudieran alcanzarlo. Ese día en particular, las fuerzas del ojiazul se agotaron, todos sus esfuerzos fueron en vano, puesto que, mientras recorría los pasillos a toda velocidad, sintió un fuerte tirón en su sudadera, y en sus oídos retumbaron las risas que tanto detestaba escuchar. Inmediatamente supo quiénes eran: Nickolas y su asqueroso grupo no tardaron en estampar sus puños contra la cara de Allen; el ojiazul ya estaba tan acostumbrado a los golpes, que ya ni se inmutaba, solo esperaba con ansias a que todo ese mal rato terminara. A menudo, pensaba si estas situaciones serían así siempre, si por el simple hecho de amar toda su vida tendría que probar el sabor de su propia sangre, mínimo unas tres veces por semana; también se preguntaba si en serio era tan malo como para que le tocara vivir toda esta desgracia. Una vez que los golpes se terminaron, Allen quedó tirado en el piso, inmóvil, intentando soportar el dolor. De repente, sintió cómo unas suaves manos le revisaban la cara para ver qué tanto era el daño; era Becca, su amiga más querida. Becca siempre se sintió aferrada a Allen, de hecho, antes de saber cuáles eran realmente los gustos de Allen, ella lo amó con todas sus fuerzas; no significaba que no lo amara ahora, solo que ahora, lo amaba, sí, pero como su fiel amigo, sin ningún tipo de interés romántico. Becca, con toda la delicadeza que la caracterizaba, llevó a Allen a la enfermería, donde Flor, la doctora de guardia, se encargó de él. Allen estaba cansado de estas persecuciones por parte de Nickolas, había intentado hablar de muchas maneras con el director Raymond para que estos ataques dejaran de ocurrir, pero al parecer, cuando tienes dinero y eres hijo de un empresario, estás exento de cualquier consecuencia que las tarjetas de crédito de “papi” puedan pagar. El día después del incidente, Allen estaba en clase de matemática, contaba los minutos en el reloj para poder ir al mocca café que estaba fuera de su escuela, donde vería a la persona que le había quitado el sueño durante tantos días y que por más que lo intentara no podía sacar de sus pensamientos. Allen otras veces se había enamorado, pero siempre, para evitar más maltrato, decidía no llegar a nada, para que la otra persona no tenga que vivir con todos los demonios que Allen tenía que cargar. Cuando el reloj del salón marcó las 12:00pm, Allen salió disparado por los pasillos, agradeciendo que no se encontró con el grupo de Nick y pudo salir del edificio sin ningún problema. Se dirigió hacia la cafetería que estaba aproximadamente a una cuadra de su escuela. A lo lejos pudo ver a Jack, el chico de ojos color miel que estuvo en sus pensamientos, intentó controlar lo mejor que pudo sus nervios, y cuando por fin estuvieron juntos, se dieron un lindo y tierno beso en los labios; Jack lo abrazó con mucha fuerza y por esos instantes donde estuvieron juntos, Allen se sintió seguro y amado como nunca. Pasaron una linda tarde en el mocca café, conversaron sobre toda clase de cosas, y el tiempo se pasó volando para ambos; Allen sintió que su relación estaba avanzando al mejor punto de todos, le reconfortaba la idea de saber que solo le quedaban unas semanas en su escuela y pronto se iría a la universidad con el amor de su vida, mientras caminaban a casa de Allen abrazados, por ese corto tiempo todo fue paz, ya no existía la escuela, ni los momentos malos y mucho menos pensó en Nickolas; lo único que quería era estar en los brazos de Jack y tenía el presentimiento de que todo estaría bien. Cuando estaban por llegar a la casa de Allen, de la nada Nickolas estaba ahí, su horrenda risa hizo que Allen se estremeciera, y sin esperar mucho todo el grupo los comenzó a golpear. Jack era alto y un tanto fornido, pero no lo suficiente para luchar contra cinco personas, lo más que pudo hacer mientras estaban en el piso fue cubrir a Allen con su cuerpo para intentar protegerlo y, a su vez, le decía que todo estaría bien; Allen solo podía llorar desconsoladamente, estaba presenciando cómo lastimaban a la persona que amaba, sin poder hacer nada. Todo sucedió muy rápido, el ojiazul solo pudo escuchar los vidrios caer de la botella que había impactado en la cabeza de Jack, que lo dejó sin vida. Una semana después, Allen estaba en un estado sin vida, como cuando sientes que no hay más razón para vivir; estaba decidido así que a la noche para que su madre no se diera cuenta, llenó la bañera de su cuarto de baño, buscó entre sus cosas las finas hojas color plata con filo que no había tenido oportunidad de usar y, sin muchos rodeos, se dejó llevar por sus pensamientos. A la mañana siguiente, Becca solo encontró un inmenso arcoíris de tristeza y sangre del que Allen no pudo escapar.