IDENTIDAD SOCIAL La identidad social es quiénes somos dentro de un grupo y no como individuos aislados. Conlleva una serie de correlatos sobre el pensamiento y la conducta que puedes conocer aquí. Cada persona es diferente, aunque tenga una identidad social compartida. Todos tenemos diferentes vivencias, que, combinadas con una genética específica, constituyen lo que se entiende como mente. Al tener una mente diferente, cada persona desarrolla una identidad propia. Sin embargo, las personas somos seres sociales, y como tales estamos en continua interacción con otras personas. En esas interacciones se forman redes sociales que dan lugar a grupos sociales. Los grupos sociales son diversos y variados y generalmente pertenecemos a varios. Algunos no los podemos elegir, mientras que la pertenencia a otros es voluntaria. La pertenencia a estos grupos va a determinar, en parte, cómo somos y cómo nos comportamos. Pues, cuando pertenecemos a un grupo, tendemos a interiorizar sus normas y valores. Así, mediante diferentes procesos sociales desarrollamos lo que se denominan identidades sociales. La identidad social Según, Scandroglio, López y San José, de la pertenencia a esos grupos sociales va a surgir una identidad social, una de cada grupo con la que nos vamos a identificar en mayor o menor grado. Cada grupo influirá en nosotros de una forma u otra y condicionará en cierta medida nuestra forma de pensar y de actuar. Es importante reconocer qué aspectos de nuestra conducta pueden estar condicionados por estos grupos sociales. De este modo, vamos a tener una identidad personal y varias sociales. Las diferentes identidades sociales convergerán en nosotros y harán una sola identidad personal. Por ejemplo: español, andaluz, malagueño, seguidor del Málaga y del Barcelona, fan de Pink Floyd y autores como Bukowski y Kerouac. Si nos identificamos con esta descripción, tenderemos a buscar ambientes sociales que estén en sintonía con nuestros gustos y de esta forma estaremos más o menos siendo influidos. La saliencia de cada identidad va a hacer que una u otra sea más importante en diferentes momentos. Así, si nuestra identidad nacional se hace más saliente debido a algún evento, nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos van a estar más condicionados por esa identidad. La identidad social son los aspectos de la propia imagen que se derivan de categorías sociales a las que creemos pertenecer. Así, cuando nos definimos como hombres o mujeres apelamos a nuestra identidad social de género y, al hacerlo, las actitudes, normas y conductas propias de nuestro grupo social pasan a formar parte de nuestra identidad personal. Diferencia entre identidad social y personal La identidad personal refiere al conjunto de características, propias de una persona, que le permiten reconocerse como un individuo diferente a los demás. Asimismo, la identidad personal comprende el concepto que cada individuo tiene de sí mismo y que va desarrollándose a medida que comprende quién es, como ser individual y único. Algunos rasgos característicos de la identidad personal, que permiten que el individuo se diferencie de los demás son: el carácter, su temperamento, sus virtudes y carencias, sus valores personales, etc. En cambio, en la identidad social, el individuo asume un conjunto de rasgos o atributos propios de una comunidad, lo cual le ayuda a forjar o definir el concepto que tiene de sí mismo y de su lugar en la sociedad. Orientación a la Dominancia Social La Teoría de la Dominancia Social (tds) plantea que las sociedades donde predominan la inequidad y la desigualdad buscan minimizar los conflictos intergrupales, promoviendo desde ciertas estructuras de poder el consenso y aceptación de ideologías que propagan y justifican la noción de que algunos grupos sociales y sus miembros son superiores, mientras que otros grupos y sus miembros son inferiores (Pratto, Sidanius, Stallworth y Mallé, 1994; Sidanius y Pratto, 1999). Esta noción de superioridad, encubre un deseo de dominancia intergrupal, que es medido a partir de un constructo denominado Orientación a la Dominancia Social (sdo, por sus siglas en inglés), y se trata de una medida ideológica que evalúa los niveles de aceptación de relaciones intergrupales jerárquicas en contraposición a relaciones igualitarias por parte de las personas, siendo aquellos individuos con alto grado de orientación hacia la dominancia social quienes favorecen ideologías y políticas que legitiman las jerarquías (Pratto et al., 1994). Al respecto, algunos estudios sugieren que son las personas privilegiadas y quienes pertenecen a grupos de alto estatus social quienes reportan niveles más altos de sdo, como una manera de legitimar ideológicamente su situación social (Senders y Mahalingam, 2012). Percepción del Sistema Normativo y Transgresión Normativa Las normas explican, describen y dirigen el comportamiento humano, aportando estándares de conducta y sanciones a las acciones incongruentes con lo socialmente esperado (Beramendi y Zubieta, 2012). Las personas, al enfrentarse a un dilema moral entre sus deseos y las restricciones impuestas por la sociedad, tienden a transgredir las normas sociales (Shannon, 2000, citado en Rottenbacher y Schmitz, 2012). Algunas variables, como las ideologías o motivaciones individuales, influyen en la interpretación de las normas y situaciones justificando la transgresión como algo aceptable. En relación con las motivaciones individuales, cuando una norma es compleja o ambigua, los individuos la interpretan de modo favorable a su situación para ser transgredida sin remordimiento alguno (Beramendi, 2013; Shannon, 2000, citado en Rottenbacher y Schmitz, 2012). Funciones de la identidad social Las identidades sociales tienen ventajas que las hacen beneficiosas. Así, cumplen funciones psicológicas básicas como la pertenencia, el carácter distintivo, el respeto, la comprensión o significado y la agencia. Por ejemplo, la identidad social confirma que uno pertenece a un lugar particular del mundo social. Al mismo tiempo, también nos indica a que lugares no pertenecemos. Nos indica que somos parecidos a otras personas que nos van a mostrar respeto, pero diferentes de otras. Además, la identidad social proporciona una visión del mundo compartida desde la que puede ser interpretado y comprendido. Por último, la identidad social nos señala que no estamos solos ya que contamos con el apoyo y la solidaridad de otros miembros del grupo. Prejuicios, estereotipos y discriminación Otra de las funciones de la identidad social es impulsar la autoestima. Así, surgen actitudes que favorecen al propio grupo. Estas actitudes van a tener tres componentes que llevan a los miembros a ver a su grupo desde una perspectiva positiva, frente a los grupos externos relevantes, y a asegurar una posición privilegiada para su grupo. Como consecuencia, estos procesos fortalecen la sensación de los miembros de pertenecer a un grupo social distinto, cohesivo y superior; el cual les proporciona respeto mutuo, una comprensión significativa del mundo social y la fuerza colectiva para actuar eficazmente. Uno de estos componentes es el cognitivo, compuesto por un conjunto de creencias acerca de los rasgos de los miembros del grupo. Estas creencias van a conformar el estereotipo (Operanio & Fiske, 2001), que se construye sobre un mecanismo de sobregeneralización grupal. El grado de veracidad de estas creencias suele ser reducido, pero las imágenes estereotipadas se desarrollan y persisten en el tiempo debido a que satisfacen ciertas necesidades, como justificar las acciones y conductas hacia los miembros del grupo estereotipado (Hogg & Turner, 1987). Por su parte, el componente evaluativo-emocional o afectivo consiste en una evaluación del grupo y de sus miembros. Estas evaluaciones tienen una carga emocional que puede variar en dos ejes: agrado-desagrado y relajación-excitación (Díaz & Flores, 2001). Finalmente, el componente conductual está formado por un conjunto de respuestas negativas que generan marginación hacia los miembros del grupo estereotipado, provocando discriminación (Ahmed, 2007). Procesos de la identidad social Para que la identidad social surja y aparezcan las actitudes anteriormente comentadas, se han de dar varios procesos. Estos son: 1. Categorización Para simplificar el mundo y comprenderlo mejor, categorizamos. De la misma forma, también categorizamos a las demás personas dentro de grupos sociales a la vez que tomamos conciencia de las categorías a las que nosotros pertenecemos. La consecuencia es que adoptamos las actitudes propias de esas categorías (Hogg, Terry, & White, 1995). La tendencia general es favorecer el propio grupo enfatizando las similitudes con los miembros de su grupo y las diferencias con los otros grupos (Turner, 1920). 2. Comparación Normalmente nos comparamos con las demás personas para ver semejanzas y diferencias. Del mismo modo, también comparamos nuestro grupo con los demás grupos (Farley, 1982). De estas comparaciones, va a formarse una imagen de nuestro grupo que va a determinar nuestras relaciones con los demás grupos. 3. Identificación Tendemos a identificarnos con nuestros grupos sociales. Parte de quienes somos va a depender del grupo al que pertenecemos, de forma que, en ocasiones, pensamos en nosotros como miembros de un grupo en vez de como individuos únicos (Jans, Postmes, & Van der Zee, 2011). Esta identidad social que proviene de la categorización y de la comparación, por tanto, va a determinar nuestros comportamientos. Factores Existen tres factores que van a determinar la movilidad grupal y el grado de identificación con un grupo, estos son: la permeabilidad, la estabilidad y la legitimidad. Respecto al primer factor, la permeabilidad, los límites de los grupos se pueden percibir como permeables o impermeables (Hirschman, 1970). Si un grupo es impermeable, como el género, los miembros no podrán moverse a otro grupo; mientras que, si el grupo es permeable, piénsese en el grupo político, los miembros podrán cambiar de grupo. La estabilidad es la medida en que las posiciones de status son estables o variables (Tajfel & Turner, 2005). Si el estatus se percibe como variable, los miembros del grupo pueden tratar de realizar acciones para mejorarlo o mantenerlo si perciben amenazas. Cuando el estatus no se percibe como variable, los miembros pueden intentar salir del grupo y unirse a otro con mayor estatus si este es bajo. Por su parte, la legitimidad hace referencia a la percepción de injusticia de la situación social de un grupo dado (Tajfel & Turner, 2005). Podemos percibir que un grupo tiene una mejor posición social porque se lo merece o porque sus miembros han trabajado mucho. Por el contrario, podemos percibir que el estatus de ese grupo es inmerecido y es ilegítimo. Estrategias Mediante la comparación con otros grupos vamos a obtener una valoración de cómo es nuestra identidad social. Esta puede ser satisfactoria o insatisfactoria. Cuando es insatisfactoria buscaremos un cambio para mejorarla. En este último caso, entran en juego diferentes mecanismos psicológicos que van a determinar cómo va a ser ese cambio, dependiendo de la percepción de los factores antes citados (Haslam, 2001). Si no percibimos alternativas porque consideramos la situación de nuestro grupo estable y legítima, vamos a llevar a cabo estrategias individuales. Cuando las fronteras sean permeables, vamos a cambiar de grupo. Por el contrario, cuando son impermeables, vamos a intentar comparar nuestro grupo con otros grupos menos favorecidos. En el caso en que entendemos que existen alternativas de cambio para el grupo porque es inestable e ilegítimo, optaremos por estrategias individuales, como la movilidad social, cuando las fronteras son permeables. En cambio, si las fronteras son impermeables, se llevarán a cabo estrategias grupales. Estas pueden ser la redefinición de las características del grupo, la competición con otros grupos o la creatividad social; esto es, cambiar las dimensiones en las que se compara el grupo, cambiar los valores asignados a los atributos del grupo o elegir un grupo diferente para realizar la comparación. Como decíamos en la introducción, todos pertenecemos a grupos. Grupos que hemos elegido y grupos en los que nos han incluido. Grupos en los que estamos a gusto y grupos de los que desearíamos salir, en ocasiones o siempre. De una forma o de otra, nuestras identidades sociales pasan a formar parte de nuestra identidad individual de una manera tan íntima, que en muchas ocasiones es muy difícil establecer fronteras. 5 ejemplos de cómo se puede manifestar la identidad social Para comprender mejor la noción de identidad social, aquí abajo mostramos algunas expresiones de la misma: 1. La identidad de género El género se refiere al conjunto de prácticas, representaciones y acuerdos sociales que simbolizan lo que es “propio” de los hombres (lo masculino) y de las mujeres (lo femenino). Ahora bien, la identidad de género refiere a nuestro sentido interno de ser mujer, hombre, combinación de ambos o, incluso, no tener género en absoluto. En otras palabras, hace referencia a nuestro sentido de quiénes somos, cómo nos vemos y describimos. Dicho esto, la mayoría de la gente se identifica como “hombre”, “mujer” o “binarias”. 2. Origen étnico Se refiere a la identidad de un grupo y denota a las personas vinculadas por un amplio pasado común. Los miembros de un grupo étnico a menudo comparten una ascendencia, historia y, a veces, un idioma común. En la medida en que un grupo étnico usa un idioma común, también pueden compartir prácticas culturales y creencias. 3. La identidad nacional Se trata de un sentimiento de pertenencia a la colectividad de una nación. Es construida sobre un conjunto de aspectos relacionados con la cultura, la lengua, la etnia, la religión o las tradiciones características del país. 4. Las costumbres y tradiciones de una comunidad Son formas de comportamiento particular que asume toda una comunidad y que la distinguen de otras. Entre ellas destacan las danzas, fiestas, comidas, idioma o artesanía. Estas costumbres se van transmitiendo de una generación a otra y, con el tiempo, se convierten en tradiciones. 5. Religión Se trata de un sistema cultural que configura determinados comportamientos, prácticas, cosmovisiones, éticas, etc. En este sentido, también dota de identidad a los individuos que comparten una misma religión. 6. Orientación sexual El colectivo LGTBIQ+ se ha consolidado como un grupo social en el que encajan todas aquellas personas no hetero. Factores como la lucha por los derechos, la necesidad de protección en ciertas partes del mundo o simplemente encontrar pareja en un entorno seguro son los que mueven a estas personas a agruparse. Para concluir, recalcamos que lo que somos, nuestra individualidad, es la suma de dos identidades entrelazadas: la identidad personal (aquella percepción de nosotros mismos que nos diferencia del resto) y la identidad social (la asunción de rasgos o atributos propios de un grupo en particular).