MIERCOLES Con la presentación de Jesús en el templo, a los cuarenta días de su nacimiento, se cierra un ciclo de su presentación al mundo. Se presenta a los pastores, a los magos ... y ahora, a Yavé, en el templo de Jerusalén. En este escenario hay dos testigos de excepción: dos ancianos simpáticos, a los que el peso de los años no les ha hecho perder la lozanía espiritual. Simeón y Ana son una pareja veterotestamentaria a la que le hubiera encantado vivir en pleno régimen de Nuevo Testamento. Y lo dicen de manera descarada. Simeón no tiene miedo en irse al otro barrio porque ya ha visto, se supone que con ojos bastante cansados, al "Salvador". Ana, longeva donde las haya, al ver al niño, se puso más contenta que unas castañuelas, y, en plan carismático,, comenzó a alabar a Dios cantando aquello de "Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor". Pero, claro, no era cuestión de quedarse en el jolgorio. Ambos, sobre todo el viejo Simeón, tienen su pequeña aportación profética. Lucas coloca en sus labios una cristología: Jesús es el Salvador, es la gloria de Israel y también la luz de todas las naciones. Pero es también un "signo de contradicción" que va a dividir y que va a ser dividido. LUNES Esta historia del Evangelio nos parecería estar lejana a nuestra realidad, sin embargo la verdad es que se repite frecuentemente hoy en nuestra sociedad dominada por el materialismo. Jesús sana y libera a un hombre que sufrían a causa de unos demonios. Al hacerlo los demonios destruyen toda una piara de cerdos. Los habitantes en lugar de agradecer el haber liberado y sanado al pobre hombre que sufría, se preocupan más por la pérdida material de una piara de cerdos. Vale más la piara de cerdos que la salud y bienestar de un ser humano. Como consecuencia, la comunidad rechaza a Jesús. La historia se repite una y otra vez. Preferimos lo material a lo espiritual. Y cuando Jesús, a través de la Escritura o de la Iglesia nos advierte de esto, o busca ayudarnos a liberarnos de estas esclavitudes… la respuesta es: Que tiene la Iglesia (o el mismo Jesús) que decirme sobre qué es más importante en mi vida. No dejemos que nos domine lo material. Dios nos ha regalado todas las cosas materiales las cuales son buenas y son para nuestro bienestar, pero jamás deberán estar por encima de los valores como son: la vida humana, la vida familiar, y la VIDA ESPIRITUAL. Nada vale una piara de cerdos comparada con la alegría que produce el ver a un hermano sano y feliz. MARTES Dos excelentes pasajes unidos en un solo relato en donde podemos ver la importancia de la fe. El elemento que hace posible la acción de Dios, incluso de manera extraordinaria, es la fe. Pero tiene que ser una fe como la que nos muestra el evangelio de hoy. Una fe que desafía todo y se lanza a tocar a Jesús o en el caso de los padres de la niña, en los cuales no obstante la evidencia de la muerte de la niña, dejan que Jesús haga las cosas a su manera. Creer significa confiar aun ante la evidencia contraria; creer significa tomar los riesgos de ser criticados, creer es actuar, diría el Apóstol Santiago. Muchas veces nuestra fe queda solo a nivel de razón y no de actuación. La verdadera fe es notoria pues expresa sin lugar a dudas la confianza y el abandono total en Dios. ¿Cómo es tu fe? ¿Es una fe intelectual, o es una fe que ante la evidencia contraria continúa diciendo: No entiendo Señor, pero creo que tú me amas y que harás lo que sea mejor para mí y para los míos? JUEVES Jesús nos enseña en este pasaje lo difícil que puede ser nuestro trabajo de evangelización entre los nuestros, en nuestra casa, en nuestro centro de trabajo, incluso en nuestros barrios. Cuánta gente se admira de nuestro cambio de vida, de nuestra alegría, de una manera diferente de ser y de pensar, y sin embargo permanecen en su falta de fe. Esto lejos de desanimarnos debe alentarnos, pues es y será finalmente el Espíritu Santo quien hará la obra. A pesar de la incredulidad de la gente, Jesús continuaba con su misión: Enseñar el camino del Reino. Si te sientes desanimado porque tu trabajo apostólico en tu casa o con los tuyos no ha tenido el resultado que esperabas… no te desanimes, la obra no es tuya sino del Espíritu. Tarde o temprano verán en tu estilo de vida un invitación a vivir en el Reino. La palabra de Dios dice: “Cree tú y creerá tu casa”. VIERNES Siempre la cobardía será causa de injusticia. De la misma manera que Jesús fue condenado por cobardía, así fue la suerte para san Juan. Y esta es la suerte que corren muchos de nuestros hermanos a manos de personas “buenas” pero cobardes. Hombres que saben que lo que harán es una injusticia, pero ante el temor de perder su “buena fama”, su posición, su trabajo, etc. son capaces de cometer las peores atrocidades. Nosotros no estamos exentos de experimentar esta cobardía, pues nuestra naturaleza es débil y ante una situación extrema podríamos correr el riesgo de traicionar a Jesús y a su evangelio. De ahí la importancia de la oración y de la vida de intimidad con Jesús. Ya lo decía el Maestro: “Velad y orad para que no caigáis en la tentación”. Cuando se presenta ante nosotros una situación de injusticia no hay lugar para la cobardía… El amor a Cristo nos apremia y habrá llegado el momento de mostrarnos verdaderamente como cristianos. ¿Estás preparado?