DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015, pp. 21-32 La huelga de Vitarte y el paro general de 1911 Jair A. Miranda Tamayo Universidad Nacional Mayor de San Marcos jair.miranda1995@gmail.com RESUMEN La huelga de Vitarte, realizada en marzo de 1911, desencadenó una faceta de solidaridad obrera no observada en el Perú hasta dicho momento. En consecuencia, se dio la conformación del primer paro general en el Perú, en abril del mismo año. Ambos constituyen un fuerte impulso para el incipiente movimiento obrero. El presente trabajo analiza los factores que influyeron en la adopción de la medida de huelga, y el subsiguiente paro general, e igualmente se analizará las consecuencias generadas por dichos acontecimientos. Palabras clave: Huelga de Vitarte, paro general, costo de vida, anarquismo, sindicalismo. ABSTRACT The Vitarte Strike of March of 1911 triggered a wave of sympathy between workers never seen in Peru until that moment. As a result, in April of that same year, the first general strike of Peru was executed. Both events provided a strong boost to the emerging labor movement. This paper analyzes the factors that influenced the Vitarte Strike, the general strike, and also the consequences generated by these events. Keywords: The Vitarte Strike, general strike, living cost, anarchism, syndicalism INTRODUCCIÓN L a historiografía peruana conoce como República Aristocrática al período enmarcado entre 1895 y 1919, caracterizado por el dominio económico y político de una oligarquía agroexportadora, una dependencia económica —principalmente hacia el capital inglés—, el pacto entre el Partido Civil y el Demócrata, el surgimiento del movimiento obrero, etc. Es en este último aspecto en que nos centraremos en el presente trabajo, particularmente en la comprensión de la huelga de Vitarte de marzo de 1911, y su impacto en la conformación del primer paro general en el Perú, de abril del mismo año. Para ello, el trabajo está dividido en tres secciones: la primera, expone un breve esbozo del contexto histórico económico, demográfico, social e ideológico que influye en la aparición de la huelga de Vitarte. La segunda, presenta una historia de la Fábrica de Tejidos de Vitarte hasta antes de 1911, con algunas consideraciones respecto a las relaciones existentes entre los distintos niveles (trabajador-gerencia) pasando luego a describir las políticas gerenciales. La última sección, explica la relación entre las dos primeras partes del trabajo con los acontecimientos sucedidos en la huelga de Vitarte, además de la influencia que tiene este movimiento en la conformación de un paro general y de las consecuencias que ello trae. 1. EL CONTEXTO A finales del siglo XIX y comienzos del XX, el incremento y diversificación de las exportaciones de materias primas y la inversión directa del capital extranjero en minas, banca, seguros e industrias, permitieron un crecimiento económico hacia afuera. La economía le daba más importancia a la producción de productos de exportación, como algodón, azúcar, caucho, 22 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 lanas, etc., disminuyendo la producción para el consumo interno 1, razón por la que existió un notable aumento del costo de vida—el valor o coste de los bienes y servicios que las familias consumen para subsistir—, incentivado, también, por el aumento de demanda por el crecimiento demográfico. Y es que la población peruana2 había crecido lentamente en el último cuarto del siglo XIX, de 2,7 millones, según el censo oficial de 1879, a 3,7 millones de habitantes en 1900. Para 1910, el número de habitantes había aumentado a 4,2 millones 3. En el caso de Lima, luego de un estado de relativo estancamiento demográfico provocado por el impacto de la guerra y las conmociones civiles de la década de 1880, el censo de 1890 dio un estimado de 114.788 habitantes, para luego llegar a 172.927 en 1908, y a 223.807 en 1920 4. El aumento en costo de vida también tiene explicaciones presupuestales. Según el análisis de Alejandro Reyes, entre 1894 y 1906, el presupuesto nacional se incrementó en 338%, a una tasa anual de 26%. En estos años se ubica la gran explosión de gastos, ya que entre 1907 y 1912 apenas el incremento fue del 30%, significando un promedio de 6% anual. Ciertamente, las exportaciones e importaciones se habían incrementado sustantivamente en este periodo; sin embargo, los trabajadores y clases medias seguían viviendo mal, no satisfaciendo sus demandas. La utilización de los presupuestos por parte del presidente y sus mayorías parlamentarias para retribuir a sus partidarios o allegados con cargos burocráticos y aumentos salariales selectivos se convierte en algo “natural” en el juego político nacional. La modernización de Lima no justificaba el constante crecimiento de los presupuestos. Los cuantiosos derroches presupuestales dejaban de lado gastos que tratasen de solucionar el problema salarial y de costo de vida5. En lo referente a la situación económica de la población, el análisis de Augusto Ruiz sobre la dieta en Lima6 ejemplifica el aumento del costo de vida mencionado. La dieta popular de Lima se basaba en un elevado consumo de carne, un alimento altamente nutritivo para los trabajadores. Mantener la tradición alimenticia empezó a tornarse difícil al comenzar el siglo XX, a causa de la escasez de la carne. El desplazamiento de pastos por cultivos para la exportación —algodón y azúcar— y la sustitución, en la sierra central, del ganado vacuno por el ganado menor, promovida por el alto precio de la lana en el mercado mundial, produjeron el encarecimiento de los alimentos en general y especialmente de la carne 7. En Lima, entonces, se combinaban los siguientes aspectos: el volumen urbano en crecimiento, la incapacidad de una producción interna para satisfacer las demandas de ese mercado y el desorganizado uso de presupuestos por la administración. 1 El valor de las exportaciones e importaciones desde inicios del siglo XX no fue constante. Pero existe una tendencia al crecimiento en el que las exportaciones sobrepasan a las importaciones. En 1900, el valor de las exportaciones era de 44’479.995 soles, con un pequeño declive entre los años 1901-1903, aumentando después a 74’740.761 soles en 1911. Para el caso de las importaciones, pasa de tener un valor total de 23’171.506 soles a 54’382.460 soles en 1911. Wilfredo KAPSOLI, Luchas obreras en el Perú por la jornada de 8 horas, Lima, Centro de Estudiantes de Historia, p. 6. 2 Como menciona Contreras y Cueto, los estudios demográficos sobre el Perú de comienzos del siglo XX se han enfrentado con la carencia de un censo general de la república para el periodo comprendido entre 1876 y 1940. Sin embargo, los censos parciales realizados en Lima y otras ciudades nos ayudan a rellenar las lagunas existentes parcialmente. Carlos CONTRERAS y Marcos CUETO, Historia del Perú contemporáneo, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2000, p. 209. 3 Peter KLARÉN, Nación y sociedad en la historia del Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2004, pp. 273. 4 Carlos CONTRERAS y Marcos CUETO, Historia del Perú contemporáneo, pp. 209. 5 Alejandro REYES, “Finanzas en el Perú: 1895-1914”, Investigaciones Sociales, Lima, 2002, año 6, número 10, pp. 74-77. 6 Augusto RUIZ, “Dieta popular y conflicto en Lima de principios de siglo”, Histórica, Lima, 1992, volumen 16, número 2, pp. 203-220. 7 En 1894, el precio de la carne de res era de 0.25 soles/kilo y el de la carne de ganado lanar 0.19 soles/kilo. En 1910, la primera costaba 0.40 soles/kilo y la segunda 0.39 soles/kilo. Augusto RUIZ, “Dieta popular y conflicto…”, p. 215. Investigaciones y ensayos 23 Junto con la relativa invariabilidad de los salarios de obreros y el aumento del costo de vida, la desigualdad aumentó, profundizándose las brechas sociales; lo cual no demoró en generar el descontento social que desembocó en movimientos de diversa índole, influenciados por las nuevas ideologías. En el campo ideológico-organizacional, desde mediados del siglo XIX comenzaron a aparecer organizaciones de ayuda mutua, lo cual llegó a su máximo auge con la organización mutualista Confederación de Artesanos Unión Universal (1886). Como menciona Denis Sulmont, lo característico de la primera etapa de la organización obrera era el mutualismo, una forma de organización gremial de carácter asistencialista, es decir, para la ayuda mutua entre trabajadores en caso de enfermedad, de muerte, de desempleo, etc. Participaban en este modelo organizativo principalmente artesanos y trabajadores de oficio. Muchas de estas organizaciones eran en realidad clubes sociales donde se desarrollaban actividades deportivas y culturales; algunas tenían carácter patriótico o religioso 8, y no conformaban una verdadera organización clasista y con consciencia social. Pero no todo fue apoyo, consenso o diálogo. La resistencia de los artesanos frente a la competencia de productos importados dio lugar a violentas movilizaciones ya desde mitad del siglo XIX, como las de 1851, 1858, el motín de 1865, etc., movimientos de carácter esporádico y bastante desesperados. Pues, “demandando mejoras, el incipiente proletariado protagonizó duros combates, que aunque espontáneos, le permitieron, gradualmente tomar consciencia de organizarse más allá de los estrechos márgenes en los que los había encerrado el Mutualismo” 9. Iniciando el siglo XX, la entrada de otros tipos de trabajadores con actitudes combativas hacia sus patrones, generó una contradicción dentro de las organizaciones mutuales: por un lado, empezaron a tener una primera conciencia de lucha por mejorar sus condiciones de vida; por otro lado, mantenían la mentalidad de pequeños productores independientes que se resisten a la proletarización y defienden el orden social tradicional 10. En 1904, la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú11—fundada en 1886— rompió con la Confederación de Artesanos Unión Universal, lo cual implica una ruptura entre el mutualismo y el anarquismo. Junto con los obreros textiles y los portuarios, forman parte de los sectores combativos no mutualistas. Los primeros comenzaron su radicalización con los eventos ocurridos en Vitarte en 1896, aspecto que se explicará más adelante. En el caso de los portuarios, la huelga en El Callao de 1904 tuvo como resultado la muerte de Florencio Aliaga, considerado como el primer mártir del movimiento obrero en el Perú12. Huelgas como las de 1906, 1907, además de las mencionadas, habían servido de práctica en lo referido a organización y movimiento obrero. Los obreros asumieron una alternativa de tinte anarquista, combinada ya en el siglo XX con el tipo de organización sindical, lo que es conocido como anarcosindicalismo 13. El anarquismo llega al Perú en los años posteriores a la guerra con Chile, como una corriente intelectual defendida por un grupo de jóvenes literarios, encabezados por Manuel González Prada, influido por la lectura de Proudhon, Bakunin y Malatesta. Pero no es la única influencia. 8 Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano (1900-1956), Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1975, pp. 68-71. 9 Guillermo SÁNCHEZ, La prensa obrera (1900-1930). Análisis de El obrero textil, Lima, Ediciones Barricada, 1987, p. 11. 10 Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano…, pp.71-72. 11 El 1ro. de mayo de 1905 la Federación de Obreros Panaderos organizó un solemne acto para celebrar la jornada internacional de los trabajadores. Allí se acordó iniciar una lucha en común para conseguir la jornada de ocho horas. Entre los líderes más reconocidos de esta Federación tenemos a Caracciolo, Delfín Lévano y Ormachea. 12 Acerca de las principales huelgas en el Perú del siglo XX, Wilfredo Kapsoli elaboró un cuadro didáctico con datos sobre los reclamos, duración, muertes, heridos y soluciones obtenidas. Wilfredo KAPSOLI, Luchas obreras en el Perú…, pp. 11-12. 13 Piedad PAREJA, Anarquismo y sindicalismo en el Perú (1904-1929), Lima, Editorial Rikchay Perú, 1978, p. 48. 24 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 Aquellos inmigrantes europeos, principalmente de Italia y España, que habían abandonado sus países llegaron a Latinoamérica, principalmente a Argentina, con dicho pensamiento radical. Como consecuencia, la influencia del anarquismo argentino es notable en el Perú para esos años14. Como anarquistas no conformaron un partido político que los represente, pues “[no hay un] partido proletario. Así, la fuerza de trabajo se organizó en instituciones gremiales y sindicales”15. Los obreros veían en el sindicalismo puro el camino hacia el burocratismo, y los procedimientos y peligros del autoritarismo, por lo que era necesaria la acción directa, lo cual genera el anarcosindicalismo ya indicado, combinándose la organización y la acción 16. Tampoco conformaron un anarcosindicalismo “analfabeto” 17, ni asilado de la vida cultural. El interés por la difusión de lecturas y revistas es notable, además de la formación de círculos culturales obreros y obras de teatro proletario18. Por ejemplo, en 1901 se funda la Biblioteca Popular Ricardo Palma. En Lima comenzaron a publicarse revistas como La Idea Libre (1900), El Libre Pensamiento (1896), Los Parias (1904), El Oprimido (1907), La Protesta (1911), entre otros19. Sin duda el último es el más importante. Escribieron en la plataforma Ángel Origgi Galli, Delfín Lévano, Manuel Caracciolo Lévano, Luis Felipe Grillo, entre otros. Encargados de su divulgación fueron los estudiantes Erasmo Roca y Juan Manuel Carreño. Estos espacios tuvieron un papel importante como incitador a la huelga y organización sindical, cuya influencia llega hasta el caso de Vitarte de 1911. 2. FÁBRICA DE TEJIDOS DE VITARTE Los primeros intentos de manufacturación de hilados y tejidos de algodón en el Perú se dieron con la apertura en Lima de la fábrica Cagigao y Casanova, en 1847 20. Cinco años después, esta se vio obligada a cerrar sus actividades por la competencia de tocuyos extranjeros. Es en 1871, a manos de Carlos López Aldana, que se logró restablecer, siendo trasladada del Rímac a Vitarte21. 14 Por ejemplo, la revista anarquista peruana de mayor importancia es La Protesta (fundado en 1911), cuyo nombre es parecido al de la revista anarquista argentina La Protesta Humana (fundada en 1897). 15 Piedad PAREJA, Anarquismo y sindicalismo…, p. 51. 16 “Los obreros […] rechazaron categóricamente la acción partidaria en el sindicato. […] Los anarquistas fueron, en esos momentos, los conductores del movimiento obrero; intransigentes en sus reivindicaciones, pero muy respetados por los obreros más concientizados, eran llamados “cerebristas”. Los sindicalistas, más preocupados por las mejoras económicas, mediaron entre las peticiones de los obreros y los concesione patronales, [...] eran llamados ‘pacifistas’”. Piedad PAREJA, Anarquismo y sindicalismo…. pp. 51-52. 17 “El las ciudades los obreros tenían mejores condiciones que en los centros extractivo-exportadores. Podían establecer lazos de solidaridad entre ellos, contar con el apoyo de intelectuales y sectores medios radicalizados y desarrollar la prensa, educación y cultura obreras. Eso explica por qué el movimiento obrero organizado se inicio a partir del proletariado urbano-industrial”. Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano (1900-1956). Reseña histórica, Lima, Editorial Tarea, 1984, p. 18. 18 En el caso de los obreros de Vitarte, existieron personas educadas en la lectura. Grace había construido en el lugar un colegio. Además, como lo demuestra el testimonio de Julio Portocarrero cuando estuvo trabajando en Vitarte allá por el año 1911, cuando solo 13 años de edad: “En esos años fue que me inicié en la lectura. Y una de las primeras que tuve fue el periódico anarquista La Protesta, que salió poco antes de que formáramos la Unificación. Ese órgano lo recibía [Juan] Híjar en Vitarte. […] me llamó y me dijo que me hiciera cargo de repartir La Protesta. […] Fue mi primer trabajo ilegal: difundir La Protesta. Y, claro, la leía”. Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano. Primera etapa, 1911-1930, Lima, Editorial Labor, 1987, p. 34. 19 El mutualismo en Lima también tuvo publicaciones voceras, como El Artesano (1898, publicado por la confederación de Artesanos Unión Universal), El Obrero Peruano (1902) y La Voz Obrera (1901, publicado por la Asamblea de Sociedades Unidas). 20 En la Guía de Forasteros del año 1849, en sus páginas 82 y 83, la menciona como la primera fábrica de tejidos en el Perú. Demetrio FLORES, Medio siglo de vida sindical en Vitarte, Lima, Imprenta EETSA, 1961, p. 12. 21 Fernando EGUREN et. al., Producción algodonera e industria textil en el Perú, Lima, Editorial Desco, 1961, pp. 139-142. Investigaciones y ensayos 25 Además del auge de las exportaciones, la industria se vio favorecida por la devaluación de la tasa de cambio de la moneda peruana, y los incrementos en los aranceles. Una de las industrias que mayor impulso cobró en esta décadas fue la textil, y esto se aprecia claramente en el número de fábricas que fueron apareciendo: Sociedad Industrial Catalina (Lima, 1890), Fábrica de Tejidos Ica S.A. (Ica, 1892), La Industrial (Arequipa, 1896), Fábrica de Tejidos San Jacinto (Lima, 1897), Fábrica de Tejidos la Victoria (Lima, 1898), etc. 22Esto se ve reflejado en el caso de Vitarte. Luego de iniciarse en sus actividades mercantiles, la firma británica Grace y Cía. entró al negocio de la actividad manufacturera textil, comprando la Fábrica de Vitarte en 1890, rebautizándola con el nombre de Peruvian Cotton Manufacturing Vitarte. Según la información recopilada por Cynthia Sanborn, Vitarte se inició con menos de 200 obreros, quienes vivían en las instalaciones de la fábrica. Es posible que este grupo incluyera algunos obreros la antigua fábrica del Rímac. También había migrantes, pero no tenían antecedentes campesinos recientes, sino que eran jóvenes provincianos atraídos por las noticias sobre oportunidades de trabajo en las nuevas fábricas, que les hacían llegar parientes o amigos residentes en la capital23. Para 1896, la fábrica de Vitarte era la principal planta manufacturera del país, donde operaban aproximadamente 500 obreros. El 26 de agosto de ese mismo año, los obreros se declararon en huelga, reclamando aumento de salarios —el jornal a destajo ascendía a 30 centavos diarios—, mejora en la alimentación y el establecimiento racional de las jornadas de trabajo, la cual era de 16 horas diarias24. Se solicitó la intervención del Presidente de la República, pero la negativa de Piérola de respaldar a los trabajadores, junto con la denegación y represión de la gerencia comandada por William Smith, incidieron en la radicalización de los huelguistas. Hubo un incendio intencional dentro del depósito de algodón, dónde se almacenaban 2.000 sacos. El Intendente evitó la extensión del incendio, llegándose a perder solo 80 sacos. Estas medidas de “sabotaje” trajo como resultado la captura de 24 trabajadores, entre los que estaba Emilio Mendoza, presidente de la agrupación gremial. El testimonio de Celso Soto, rescatado por Demetrio Flores, nos relata acerca de los sucesos de 1896: Entonces no existía organización obrera, pero las circunstancias por demás afixiantes (sic.), de largas jornadas de trabajo; de prepotencias, penurias y calamidades, de inclemencias del tiempo, de fallecimientos sin las elementales atenciones, hacían que los obreros dieran rienda suelta a sus bilis (sic.) social respetando siempre la propiedad privada. […] El incendio ocurrido en la fábrica fue fraguado, si se tiene en cuenta de que el país convalecía de una guerra civil […] los mismos huelguistas nos interesamos porque no progresara el “incendio” por ser la Fábrica parte de nuestro sostén diario.25 Es posible que la casa Grace hubiere inculpado a los obreros del incidente para desacreditar la huelga, lo cual podría ser demostrado o desacreditado con posteriores investigaciones sobre el tema. Pero el fracaso de esta no solo se debe a ello. Como testimonió Celso Soto, la falta de organización fue un factor importante, además de la carencia de apoyo, lo que puede demostrar la inexistencia de una consciencia social concreta. Sulmont 26 considera este hecho como el primer conflicto industrial del país. Conflicto que sirvió de experiencia en lo relacionado a organización obrera y administración de una huelga. Experiencia vital para entender Fernando EGUREN et. al., Producción algodonera e industria…, p. 143. Cynthia SANBORN, “Los obreros textiles de Lima: redes sociales y organización laboral, 1900-1930”. En Felipe PORTOCARRERO y Aldo PANFICHI (ed.) Mundos Interiores: Lima 1850-1950, Lima, Universidad del Pacifico, 1995, p. 190. 24 Jorge BASADRE, Historia de la República del Perú, Lima, Ediciones Cantabria, 2014, tomo 11, p. 180. 25 Demetrio FLORES, Medio siglo de vida sindical…, p. 17. 26 Denis SULMONT, El movimiento obrero peruano…, p. 18. 22 23 26 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 posteriores huelgas en dicha fábrica, cuyos obreros tuvieron un papel principal en lo referente a la historia social del Perú. Pasados estos acontecimientos, comenzó la gerencia a emplear nuevas políticas en búsqueda de productividad y control: el contrato bajo redes de parentesco y el paternalismo industrial. La presencia de familias enteras trabajando en Vitarte comenzó a ser notable a inicios del siglo XX. Ello se explica la creación de una red de contrato regido por redes de parentesco, en donde trabajador y gerencia eran cómplices, pues como menciona Sanborn: Una vez que la primera generación ingresó a trabajar en la fábrica, la mayoría echó raíces permanentemente. Después ingresaron familiares y amigos27, por lo que en las siguientes generaciones disminuye notablemente el número de migrantes. Rápidamente la población textil creó su propia red de reclutamiento, la cual se mantuvo relativamente cerrada [lo que le da al empleo una relativa estabilidad laboral]. De esta manera se repetían los mismos patrones laborales entre padres e hijos. En otras palabras: padre o madre textil, hijos textiles. En el caso que el padre no fuera obrero textil con toda seguridad lo era un familiar o compadre.28 Ello se puede ejemplificar con la entrada de Julio Portocarrero a la fábrica de Vitarte, llamado por su hermana, obrera de dicha fábrica. Como menciona su testimonio: “mi hermana Alejandrina, que ya era obrera en la fábrica de Vitarte, me dijo que me fuera. Yo me fui, pues, con mi mamá a Vitarte… a trabajar en la fábrica”29. Por esta razón, la Grace empezó a construir viviendas afuera de la fábrica desde 1902, además de un colegio, botica e iglesia, dando inicio a la conformación de un pueblo obrero. De esta forma se podía asegurar la puntualidad del trabajador. Sumado a ello, estas medidas forman parte de una política paternalista combinada con una cultura del don: las facilidades dadas al trabajador generan en él un sentimiento de obligación moral, de agradecimiento. De esta forma, se buscaba obtener lealtad y productividad —reforzada por el salario a destajo existente en la fábrica— del obrero. El reclutamiento basado en redes parentesco —contrato de familias enteras y amigos— y el paternalismo industrial de la gerencia al construir barrios obreros generaron que el acceso como trabajador a la fábrica de Vitarte fuese relativamente cerrado. Estas fórmulas buscaban la estabilidad y lealtad obrera30, siendo también una forma de evitar el avance del sindicalismo, cuyos indicios insipientes fueron observados desde la ya mencionada huelga de 1896. Dichas medidas generaron una paradoja: ayudaron a la identidad y solidaridad obrera31 al interior de la fábrica, importante para entender la decisión colectiva de ir a huelga en el año 27 La gerencia aceptaba la recomendación de trabajadores durante el contrato de personal, ya que la recomendación de un obrero conocido les daba más confianza y también control sobre el personal. Cynthia SANBORN, "Los obreros textiles de Lima…”, p. 195. 28 Cynthia SANBORN, "Los obreros textiles de Lima”…, pp. 190-191. 29 Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, p. 21. 30 Según David Parker es notable en la Lima de los inicios del siglo XX un rechazo hacia el trabajo manual, visto como un insulto a la dignidad, no solo por parte de la clase alta o media, sino también en la baja. Se observa en ello una preocupación por el status y el prestigio, más que el dinero. Pero llevando esto al caso del trabajo en la fábrica textil de Vitarte, nos parece paradójico, ya que los mismos obreros se sentían prestigiosos en relación con los obreros de otros rubros. Es posible que la relativa estabilidad laboral y la modernidad del lugar de trabajo influyan en olvidar el trabajo manual como algo degradante de la dignidad. David PARKER, “Los pobres de la clase media: estilo de vida, consumo e identidad en una ciudad tradicional”. En Felipe PORTOCARRERO y Aldo PANFICHI (ed.) Mundos Interiores: Lima 1850-1950, Lima, Universidad del Pacifico, 1995, p. 174. 31 Julio Portocarrero testimonia un aspecto de ello: “[…] tocaban el pito a las seis de la mañana […] pero uno esperaba al segundo pito […] ahí si había de apurarse, levantarse y correr a la fábrica. Siempre se entraba a las 6:35 o 6:40, en lugar de 6:30; siempre el guardián dejaba entrar algunos retrasados que se quedaban agrupados en la puerta. Estas eran las relaciones que teníamos: amistad, mucha amigabilidad”. Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, p. 28. Investigaciones y ensayos 27 1911. Dicha identidad fue reforzada con, por ejemplo, la conformación de un club deportivo en 1904, Sport Vitarte. Cervantes & Porras mencionan que “las competencias deportivas eran usadas como pretextos para confraternizar con otros trabajadores y hacer un intercambio de experiencias. El Sport Vitarte, como otras sociedades, fue la antesala de la Unificación Obrera Textil de Vitarte”32. Considero que fue al revés: las competencias deportivas futbolísticas, que por esos años comenzaron a ser moda, propiciaron la confraternización e intercambio de experiencia entre obreros de distintos rubros. Sin embargo, como menciona Sanborn 33, aún existían muchos obstáculos a principios de siglo para la organización y autodefensa de trabajadores en general, incluyendo su profunda pobreza, su heterogeneidad social y su dispersión en una gran variedad de oficios y sitios de trabajo. El paro general de 1911 es un avance en este sentido. 3. LA HUELGA DE VITARTE Y EL PARO GENERAL DE 1911 Para el año 1911, el horario de trabajo en la fábrica de Vitarte duraba de 6:30 am. a 9:00 pm. El salario era a destajo, pero algunos pocos trabajadores recibían un jornal. El pago era de setenta centavos por quintal, y normalmente se ganaban entre diez y once soles por semana, aunque algunas secciones lograban entre catorce y dieciséis 34. Como ya se mencionó, el costo de vida en Lima venía aumentando desde finales del siglo XIX, lo cual se agravaba más para el caso de Vitarte, donde los productos de primera necesidad estaban bajo el control de la mencionada fábrica, que los expendía a precios elevados, a la vez que no permitía la existencia de otros centros comerciales, ejerciendo de esa manera un verdadero monopolio local 35. Pues, “a los inconvenientes de un clima palúdico y malsano, añádase la excesiva jornada […] que aniquilan y destruyen la naturaleza humana […] [además de] la alimentación, en la que se nos estafa, sin misericordia, vendiéndonos caro y malo”36. Algunas revistas anarquistas incitaban la huelga y organización sindical. Es posible que éste sea un factor más en la realización de la huelga de Vitarte, pues como lo demuestra el testimonio de Julio Portocarrero, ya citado, La Protesta circulaba secretamente por las inmediaciones de la fábrica37. En su segunda edición—lanzada poco antes de la huelga de Vitarte—, luego de enlistar el trato hacia los obreros de la Fábrica de Tejidos Inca Cotton Mill, menciona lo siguiente: Es necesario, que frente al patrón, déspota, vengativo, é incansable acumulador de oro que representa el producto del músculo y la inteligencia del obrero, se cuadre potente, la asociación de los productores. Nosotros aconsejamos á dichos trabajadores, que unifiquen sus fuerzas, armonicen sus aspiraciones y en lugar del tanto por ciento de extraordinario que se les paga por el trabajo en la noche, reclame ente cincuenta centavos por cada hora de trabajo nocturno; que esperen todos juntos el toque del último pito para entrar á la fábrica y que con su acción decidida que se consigue por medio de la organización gremial, traten de abolir toda clase de multas y atropellos.38 La inquietante situación de trabajo en 1911 generó la conformación de un Comité de Huelga, que confeccionaría el pliego de reclamos: Gustavo Castillo como presidente; Mariano Bejarano, vicepresidente; Miguel Palacios, secretario; y Nicanor Alegre, tesorero. Pero la gerencia dio su negativa de aceptar la propuesta de los obreros. En ese momento el gerente 32 Oscar CERVANTES & Humberto PORRAS, La industria textil peruana. Comunidad industrial – sindicato. Aspectos coyunturales, Lima, Tesis (Bach. Ciencias Sociales), Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1975, p. 40. 33 Cynthia SANBORN, "Los obreros textiles de Lima”…, p.212. 34 Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, pp. 23-26 35 Wilfredo KAPSOLI, “La primera huelga general del Perú”, Historia Peruana, Lima, Centro de Estudiantes de Historia, Lima, año 1, número 1, 1968, p. 41. 36 “Carta de Gustavo Castillo y Miguel Palacios, fechada el 17 de marzo de 1911”, El Comercio, sábado 18 de marzo de 1911, edición mañana, pp. 2. 37 Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, pp. 34. 38 La Protesta, Lima, año 1, número 2, 1911, p. 4. 28 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 William Smith estaba en Inglaterra, por lo que su reemplazante era el peruano Lino Conroy. Por esta razón, el 17 de marzo se declararon en huelga trescientos cincuenta operarios de la fábrica aproximadamente, un número muy significativo, demostrando una unión y solidaridad interior dentro de la fábrica, sin llegar a completarse una consciencia social obrera, lo cual hubiera demandado a la mayoría de obreros. La gerencia aceptó gestionar una modificación de horarios en un inicio 39, pero la insatisfacción obrera produjo que la fábrica tomase medidas para romper la huelga, que hasta el momento había sido pacífica. Por ejemplo, el uso contrahuelguistas 40, lo que generó que los obreros enviasen una comisión a Lima con el objeto de solicitar la intervención del intendente de policía, el coronel Aguirre, con la finalidad de mantener el orden en Vitarte 41. Otra medida fue el desalojo y despido de los huelguistas. Desde la mañana del 22 de marzo aparecieron en las paredes de la fábrica avisos de la gerencia que daban a los huelguistas el plazo de diez días para que desocuparan las habitaciones que utilizaban en la fábrica 42. Pero con ayuda legal del Prefecto de Lima, Gárezon, se obligó violentamente al siguiente día a los obreros a abandonarlas inmediatamente 43. Dicho evento generó que fueran apresados algunos miembros del Comité de Huelga44. Ello significó un despido masivo 45. Los desalojados llegaron a Lima, donde se constituyeron en número de trescientos aproximadamente 46 en la Plaza de Armas y en la plazuela de Desamparados. Luego de ser desalojados del lugar por la policía, solicitaron el apoyo y hospedaje de la Asamblea de Sociedades Unidas, que funcionaba en el local 16 Amigos, situado en la Plaza Italia47. Una comisión de la Asamblea de Sociedades Unidas, presidida por Federico Ortiz Rodríguez, Darío Chumpitazi, J. González Jara, Teodoro Espinoza y Luis E. Bravo, visitó el despacho del presidente Augusto B. Leguía informando de la situación48. El presidente ordenó que los huelguistas fuesen restituidos a sus hogares y trabajos en la fábrica, y que los detenidos sean liberados. Con el objeto de guardar orden en Vitarte, mandó fuerzas de gendarmes, de infantería y caballería49. Ya el 24 de marzo estaban en Vitarte. Los acontecimientos sorprendieron a la Alcaldía Municipal, que comenzó las gestiones para el establecimiento de una cantina, donde se pudieran obtener los artículos de primera necesidad al mismo precio que en Lima 50. Distintas fábricas y organizaciones obreras ayudaron con donaciones y apoyo moral: fábricas textiles como El Inca, El Progreso, Santa Catalina, La Victoria, San Jacinto; sociedades obreras como Jornaleros del Callao y Motoristas y Conductores; Federación de Panaderos Estrella del Perú51 y Gremio de Cocheros52. 39 La Prensa, sábado 18 de marzo de 1911, edición tarde, p. 1. Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, p. 29. 41 El Comercio, sábado 18 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 42 El Comercio, miércoles 22 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 43 La Prensa, jueves 23 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 44 Según La Prensa, los capturados fueron Gustavo Castillo, Mariano Benjano, José La torre, Aurelio Solís, Eusebio Salas, Miguel Carrión, Juan García, Lizardo Montoya, Aurelio Tataje y Enrique Soria. La Prensa, jueves 23 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 45 El diario El Comercio publicó avisos laborales de la Fábrica de Vitarte: “Se necesitan operarios. La Fábrica dispone del número suficiente de cuartos para hombres y casitas para familias”. El Comercio, viernes 24 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 46 El diario La Protesta señaló que fueron 350. La Protesta, Lima, año 1, número 3, 1911, p. 2 47 El Comercio, viernes 24 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 48 La Prensa, viernes 24 de marzo de 1911, edición mañana, p. 1. 49 El Comercio, viernes 24 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 50 El Comercio, domingo 26 de marzo de 1911, p. 3. 51 “[…] la Federación de Panaderos nos mandaba durante la semana sacos de pan, los mataceros de Monserrate nos traían piezas de res […]”. Julio PORTOCARRERO, Sindicalismo peruano…, p. 30. 52 A través de diarios como El Comercio, las distintas organizaciones ofrecían su apoyo. El Comercio, miércoles 22 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2 40 Investigaciones y ensayos 29 Como resultado de ello, el 26 de marzo se celebró una sesión general obrera en Vitarte, donde participaron personajes de la fábrica La Victoria, el Progreso, Gremio de Cocheros, instituciones como Luz y Amor y Grupo de luchadores por la Verdad. Bajo tintes anarquistas y sindicalistas, en un acto de solidaridad obrera se acordó hacer un paro general 53. También se conformó una Comisión de Prensa encargados de circular volantes en Lima mensaje alusivos a la situación en Vitarte54. Ante la continuidad de la huelga, la gerencia decidió otorgar la gratificación de 8% a los operaros que entregaran terminadas 30 piezas a la semana; fijar las horas de trabajo, en las mañana, de 7:00 am a 6:00 pm, suprimiéndose, por consiguiente, las labores nocturnas; y rebajar el precio de los artículos de consumo, nivelándolos a los de Lima 55. Pero ello no satisfizo a los huelguistas, quienes demandaron cuatro centavos de aumento por pieza 56. Una comisión liderada por Gustavo Castillo, se acercó el 3 de abril donde el representante de la casa Grace. Para llegar a un arreglo, propuso como cuestión previa que los trabajadores volvieran a sus labores en las mismas condiciones que antes, es decir, trabajando hasta las 9:00 pm, mientras duren las gestiones57. En un inicio se aceptó dicha condición, pero al no obtener respuestas rápidas, los obreros negaron tal fórmula. Ello incentivó la conformación del paro general planeado con anticipación58. Para ello, se conformó de modo muy apresurado una Asamblea General Obrera el 6 de abril, la cual fue difundida el mismo día a realizarse, dejándose de lado una eficiente prensa 59. Con la participación de aproximadamente 500 obreros60, se discutió la actitud que debía asumirse en vista de lo ocurrido en Vitarte. Participaron Gustavo Castillo, Caracciolo Lévano, Germán Espinoza, Manuel Mazzi, entre otros, además de jóvenes universitarios. En dicha reunión, se decide la medida del paro general. Tal como se planeó, el lunes 10 de abril comenzó el paro general, el primero en la historia del Perú. La paralización de las labores en la capital fue completa, a excepción de los tranviarios, que tuvieron que adherirse al paro por las medidas de fuerza que fueron tomadas contra ellos —apedreamiento, sabotaje e impedimento de la circulación de los ferrocarriles—, mientras que en el Callao, solo los trabajadores de la Empresa Muelle Dársena, se sumaron a la protesta61. Se pudo observar la participación de gremios de Panaderos, Textiles, Cocheros, Madereros, Sastres, Empleados de Hotel, etc. 62. 53 “[Carta de Gustavo P. Castillo y Miguel Palacios, fechada el 26 de marzo de 1911]”. La Prensa, lunes 27 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. Sería la primera vez que se da al público a conocer esta posible medida a tomarse. 54 “Los huelguistas de Vitarte agradecen á toda la clase trabajadora su leal comportamiento en no ir á solicitar trabajo, no obstante los avisos que salieron en los diarios. Se conoce que no son traidores á sus hermanos huelguistas ó no han querido ser vilmente engañados, pues los tales anuncios no eran sino una trampa con queso, pues todo Lima sabe que el clima de Vitarte es enteramente palúdico y que ni el agua que se bebe es mala siquiera, sino pésima, se nos paga muy mal, se nos trata peor y el sostenimiento de cada uno es mucho peor. ¡Alerta, pues trabajadores, no hay que dejarse engañar con un nuevo aviso! ¡La causas que defienden los obreros de Vitarte es la causa más justa que se ha presentado! Mucho cuidado que algunos esclavos de esa fábrica pretenden llevar operarios enganchados como a chinos ¡Habrán traidores!”. El Comercio, jueves 30 de marzo de 1911, edición mañana, p. 2. 55 Ello como consecuencia de las gestiones de la colocación una cantina municipal, aspecto ya mencionado 56 El Comercio, viernes 31 de marzo de 1911, edición tarde, p. 2. 57 El Comercio, martes 04 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. 58 La Prensa, miércoles 05 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. “¡¡Al pueblo obrero de Lima y Callao!! Trabajadores: […] hemos acordado realizar una gran asamblea, contando para el efecto con el apoyo de la opinión pública y la justicia de nuestra causa, á fin de poner en práctica el mitin ó el paro general, acordado ya de antemano. Dicha asamblea á la que convocamos á todos los obreros en general, y en particular al gremio textil, tendrá lugar hoy [6 de abril de 1911] á las 8 y media de la noche, en el local de la sociedad “16 amigos”, Plaza Italia […]”. El Comercio, jueves 6 de abril de 1911, edición mañana, p. 2. 60 La Prensa, viernes 7 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. 61 Wilfredo KAPSOLI, “La primera huelga general”…, p. 42. 62 La Prensa, Lima, año 1, número 3, 1911, Lima, p. 2 59 30 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 La movilización partió desde el Paseo Colón y la Plaza Bolognesi, atravesando la ciudad por el jirón de la Unión hasta Desamparados, y de allí por la Pescadería, Plaza de Armas, Mercaderes, unos por 8 de Mayo y otros a la Plaza Italia. Desfilaban con banderas rojas, con inscripciones en blanco, alusivas a la huelga. La opinión pública que estaba a favor de las reivindicaciones de los trabajadores se unía a la marcha, siendo la euforia del momento contagiante. Hubo choques con la Policía, lo que ocasionó, por ejemplo, el arresto de obreros pertenecientes a la Comisión de Prensa. El más significativo fue el ocurrido en la Plaza 2 de Mayo. A causa de que los huelguistas obstruyeron el tránsito vehicular y despojaron de sus llaves a los conductores, los gendarmes en caballos tuvieron que dispersarlos del lugar 63. El paro general, supuestamente de tiempo indefinido, tuvo una duración de dos días, terminando el martes 11 de abril. Según la revista La Protesta, fue Delfín Lévano quien llegó a al convencimiento de darlo por terminado, puesto que “ya había fracasado” 64. Fue precipitado, pero impactó en la sociedad, mostrando al obrero en una faceta de solidaridad no vista en el Perú hasta el momento, lo que constituye un fuerte impulso para el incipiente movimiento obrero65. Puede ser considerado como un fracaso en el sentido de que no se logró el aumento de cuatro centavos por pieza reclamado en un inicio por los obreros de Vitarte, pero fueron varias las conquistas obtenidas: supresión del trabajo nocturno, lo que indica una disminución de las horas de trabajo; pargo del jornal por piñones, y no por quintal; admisión y estabilidad en el puesto a todos los huelguistas; gratificación del 8% por el trabajo realizado; establecimiento de una cantina municipal en donde se vendan los artículos de primera necesidad al mismo precio que en Lima. El Estado se comprometió a pagar los daños causados, y dio una ayuda económica a los obreros, consistente en el reparto de una libra de oro per cápita66. Los acontecimientos ocurridos entre marzo y abril de 1911 dieron a conocer la necesidad de una organización sindical concreta que abogara por los intereses obreros. La falta de esta generó que los obreros de Vitarte tuvieran que depender de otras organizaciones obreras, al no poder trabajar independientemente de modo eficiente. Revistas anarquistas como La Protesta, y las organizaciones obreras que apoyaron en el paro general, influyeron en la decisión de conformar un sindicato obrero en Vitarte.El 26 de mayo se llevó a cabo la asamblea de constitución de la Unificación Obrera de Textil de Vitarte, cuyo primer presidente fue Emilio Ugarte, presidido por Juan Híjar como vicepresidente, Cipriano Rodríguez como secretario, Enrique Chuti como tesorero, Celso Soto como fiscal, entre otros. Fue fundada bajo las siguientes bases: Servir y defender los derechos del proletariado en general y en particular del gremio textil; reunir en su seno a todos los obreros del oficio sin distinción de nacionalidad, fomentando entre ellos los vínculos de unión, solidaridad y mejoramiento moral y material; fomentar y sostener la caja de resistencia; velar por los intereses de los trabajadores como son: estabilidad del trabajo, [tener] salario por el trabajo nocturno ó supresión de éste, disminución de horas de trabajo, fijar un salario mínimum é igualdad de éste para uno y otro sexo, accidentes del trabajo, ancianidad, etc. etc.; estrechar los lazos de solidaridad con los obreros del mismo oficio, y trabajar por su organización; procurar la creación de otras organizaciones gremiales y luego la Unión general de trabajadores en resistencia de la República; mantener estrechas relaciones con las organizaciones con los diversos países del planeta, que persiguen un mismo fin practicando el 63 La Prensa, lunes 10 de abril de 1911, edición tarde, p. 1; El Comercio, lunes 10 de abril de 1911, edición tarde, p. 1. 64 La Protesta, Lima, año 1, número 3, 1911, p.2 “Tenía que suceder, los obreros han dado una muestra de su fuerza, modesta todavía, pero ya visible. Un poco de desorden, talvez (sic.) faltos de orientación segura, posiblemente sin enérgica dirección, pero consiguiendo llevar á todos los ánimos la impresión de un bello y simpático ensayo de solidaridad, han ocupado ellos solos la atención de todos”. La Prensa, martes 11 de abril de 1911, edición mañana, p. 1. 66 Wilfredo KAPSOLI, “La primera huelga general”…, p. 42. 65 Investigaciones y ensayos 31 principio de solidaridad; propender que las organizaciones gremiales sostengan un periódico que defiendan los intereses del asalariado en general, lo mismo que adquirir una biblioteca para el pueblo; fuera de éstos fines y de los que con ello tengan relación directa, esta organización no sostiene principios políticos ni religiosos.67 Junto con Unificación Proletaria Textil de Santa Catalina, fundada el 29 de noviembre del mismo año, la Unificación Obrera de Textil de Vitarte fue uno de los primeros modelos a seguir en lo referente a la conformación de organizaciones anarcosindicalistas en los años posteriores, cuya influencia en los gremios de sastres, albañiles y ferrocarrileros es notable 68. Su participación en la búsqueda de la humanización de la jornada de trabajo o mejoras salariales, principalmente en acontecimientos como la movilización por el abaratamiento de subsistencias o la lucha por las ocho horas en 191969, nos muestran la importancia que tuvo el obrero de Vitarte dentro de la historia social del Perú. CONCLUSIONES La huelga de Vitarte de marzo de 1911 tuvo como objetivo el aumento de salarios, supresión del trabajo nocturno, y abaratamiento de subsistencias. La negativa y represión gerencial generó la solidaridad de distintas organizaciones obreras de Lima, acordándose un paro general en apoyo a los obreros de Vitarte para el 10 de abril de 1911. Se logró la supresión del trabajo nocturno, pargo del jornal por piñones, gratificación del 8%, y el establecimiento de una cantina municipal en donde se vendiesen los artículos de primera necesidad al mismo precio que en Lima. Luego de dichos acontecimientos, los obreros de Vitarte decidieron fundar la Unificación Obrera Textil de Vitarte el 26 de mayo de 1911, órgano anarcosindical que veló por los intereses obreros, cuya participación en la historia social del Perú por la conquista de las ocho horas fue primordial. En la Lima de comienzos del siglo XX se combinaban los siguientes aspectos: el gran volumen urbano en relación con otras ciudades del Perú, la incapacidad de una producción económica que pudiese satisfacer las demandas del mercado interno, y el desorganizado uso de presupuestos por el Estado. Esto dio como resultado un aumento en el costo de vida, que junto con la relativa invariabilidad de los salarios obreros, generó el descontento social que desembocó en movimientos de diversa índole. Ejemplo de ello es la huelga de Vitarte de 1911, que tuvo como consecuencias dichas condiciones. En el campo ideológico, los obreros asumieron una alternativa anarquista, que junto con el tipo de organización sindical, generó el anarcosindicalismo, difundiéndose a través de la publicación de revistas, la conformación de círculos culturales obreros, obras de teatro proletario, actividades deportivas, etc. Dicha influencia se puede rastrear hasta los obreros de Vitarte, pues la huelga de 1911 es de tinte anarquista, siendo el factor sindical más concreto con la conformación de la Unificación Obrera Textil de Vitarte, resultado de la influencia de organizaciones obreras solidarizadas durante el paro general y por revistas anarquistas, como La Protesta. Dentro de las relaciones de poder en la fábrica de Vitarte, las políticas usadas por la gerencia consistieron en el reclutamiento de trabajadores basado en redes parentesco (familias completas y amigos) y el paternalismo industrial, al construir barrios obreros. Estas formas buscaban la estabilidad, lealtad y productividad obrera, además de una forma de evitar el 67 El Obrero Organizado, Vitarte, año 1, número 6, 1916, p. 1. Rolando PEREDA, Historia de las luchas sociales del movimiento obrero en el Perú republicano: 1858-1917, Lima, Editorial Edimssa, 1982, p. 143. 69 En lo referente a la participación del obrero textil de Vitarte en los acontecimientos d 1919, ver Demetrio FLORES, Medio siglo de vida sindical…, pp. 42-49. 68 32 DIACRÓNICA (CEHIS – UNMSM). Año IV, N° 3, 2015 avance del sindicalismo. Pero dichas medidas generaron una paradoja, pues fomentaron la identidad y solidaridad obrera al interior de la fábrica. Jair A. Miranda Tamayo Estudiante de tercer año de la carrera de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es miembro del Grupo de Estudiantes “Generaciones Históricas" y publica constantemente en el blog del mismo nombre.