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Soy mi propia Diosa

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SOY
MI PROPIA
DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
@CONSDELROSARIO
Constanza del Rosario
Con la colaboración de María Elvira Valdés
© Constanza del Rosario., 2019
Soy mi propia diosa aunque a veces se me olvide
Primera edición: Marzo de 2019
Registro de Propiedad Intelectual
Nº xxx.xxx
ISBN: 978-956-9860-11-9
© Agencia Chan
Av. Providencia 1100, of. 405 Torre C, Providencia
Santiago de Chile
(56) 2 27919096
info@agenciachan.com • www.agenciachan.com
Dirección de Arte: Agencia Chan!
Edición: Jessica R. Cámara
Diseño y diagramación: Francisca Martin P.
Todos los derechos resevados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda
rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la
reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante
alquiler o préstamos públicos.
Índice
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I ¿DIOSAS O ESCLAVAS DEL AMOR?
CAPÍTULO II LA PRISIÓN DE CRISTAL
BONUS TRACK: ¿INTELIGENCIA EMOCIONAL?
CAPÍTULO III LO COMPLEJO DE SER UNA DIOSA
CAPÍTULO IV LA CAÍDA DEL PRÍNCIPE AZUL
CAPÍTULO V DECÁLOGO DE UNA DIOSA
ANEXO: ¿QUÉ ES PROTAGONISTA DE MI VIDA?
ANTECEDENTES DE LA PLUMA DE LAS DIOSAS
BIBLIOGRAFÍA
Este libro finalmente es lo que siempre quiso ser: un libro
de empoderamiento femenino; que nace a partir de mi
libro “Si la Cama Hablara”. El que -seamos honestasnunca fue un libro de sexualidad femenina.
En tiempos en los que las mujeres en el mundo - y
en particular las mujeres chilenas - viven procesos
profundos de transformación, leer este libro es, a mi juicio,
indispensable para potenciar su amor propio y desarrollar
su poder personal frente a las relaciones de pareja.
¡Llegó la hora de revolucionar el espacio privado!,
y llevar los procesos de equidad a la intimidad.
Espero que les sea de utilidad para
ser más auténticas, felices y empoderadas.
Constanza del Rosario
@consdelrosario
Constanza del Rosario
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Prólogo
Constanza del Rosario
Hace un año sentí que había perdido mi camino, mi vida me pedía
respuestas, necesitaba entenderme, renovar mis metas, comenzar
de nuevo, porque el camino que llevaba recorriendo me había
conducido a un abismo y por mi bienestar tenía que cambiar.
En esa búsqueda conocí a la Coni, entendí con ella que la idealización
no sólo del mundo sino de mí misma me hacía mal, porque además
de ser una fuente constante de estrés me impedía hacerme cargo
de una pega pendiente conmigo misma y mis relaciones, que debía
realizar si quería ser realmente feliz.
Nací de sexo femenino y la construcción social que viene después
de eso es demasiado influyente, fuerte y demandante, y no todas
tenemos las herramientas desde pequeñas para distinguir entre lo
que se nos impuso y lo que realmente queremos. Y al no hacerlo nos
auto-convencemos que debemos ser ideales y no lograrlo siempre
es fuente de frustración, desesperanza y desesperación.
Creo que el mejor regalo que me he realizado, es el que doy
diariamente a otros a través de mis redes sociales, charlas y talleres;
y lo que la Coni nos entrega a través de este libro es entender que
todo parte en uno, y aunque me pierda constantemente -como tú-,
mi búsqueda cada vez se hace menos ardua y larga gracias a lo más
básico que podemos trabajar y que determina todo lo demás: tu
amor propio.
Quererse, tenerse, saber que podemos fallar, pero sobre todo aceptar
que SÍ podemos ser vulnerables y tener cosas negativas porque no
somos perfectas, es el mayor alivio que he podido encontrar en mi
continua búsqueda de la autenticidad y libertad, en medio de una
sociedad que desde pequeñas nos ha enseñado patrones imposibles
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
de cumplir que activan nuestras más profundas inseguridades a la
hora de ser y relacionarnos con los demás.
Y eso es lo que me gusta de este libro, que nos invita a dejar de
contarte cuentos y abandonar el auto boicot que hemos venido
practicado a lo largo de nuestra vida; porque en el fondo creemos en
el sufrimiento, en el trabajo arduo, pero no en el amor.
Un llamado a liberarnos de esas creencias y miedos que no nos
dejan avanzar, querernos o dejarnos amar, porque las muestras de
cariño las mal interpretamos o porque nos aterra entregarnos más
de la cuenta y sufrir.
Hasta antes de conocer a la Coni yo vivía en modo: «Carmen la
ambiciosa, independiente y poderosa», convencida que mi éxito
personal jamás sería compatible con un amor sano, o que al menos
la posibilidad de tener ambas cosas en mi vida eran un imposible, ya
que bastaba con sentir más de la cuenta para empezar a creer que
todo «YA ESTABA MAL».
Irónico, muchas veces me sentía mi propia diosa, pero frente al amor,
¡por la chucha, se me olvidaba!
Lee con atención este libro porque encontrarás respuesta a todas
esas preguntas que constantemente planteo en mis talleres y charlas:
•
Si me quiero poco, ¿cómo puedo exigir que otros me quieren
harto?
•
Si yo no tengo un compromiso conmigo mismo, ¿cómo a otros
les nacerá tener el compromiso junto a mí?
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Constanza del Rosario
•
Si actúo como si todo va a salir mal desde el principio, ¿cómo
espero que todo salga desde el principio?
Y recuerda: para llegar alto, cumplir lo que queremos y tener la
relación que merecemos debemos partir en casa, es decir trabajando
nuestro amor propio. Como te dirá la Coni a través de estas páginas:
¡Eres tu propia Diosa! Yo te lo digo más fácil: ¡Brilla CTM!
Gracias Coni por aparecer en mi camino y en el de tantas mujeres
que necesitamos romper los esquemas de lo que se nos presentó
como “normal” para ser feliz a solas y en pareja.
Carmen Castillo
@Carmentuitera
Fundadora Mujeres que Brillan
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Introducción
Constanza del Rosario
Advertencia: el libro que tienes en tus manos no es de esos donde
valiosas e inteligentes mujeres (tal vez como tú o como alguien que
conozcas) se quejan de sus males de amor y culpan a los cuentos
de hadas, especialmente al idealizado príncipe azul, de llevar un
buen tiempo besando a sapos y bestias. No, este no es un libro para
víctimas del amor sino para mujeres que quieren ser las protagonistas
de su vida.
Obviamente no voy a negar que esos rosados cuentos de amor no
nos lavaran un poco la cabeza. Pero eso ya es una historia vieja y
bastante conocida, así que, ¡basta ya! de anhelar ser la excepción a
una regla bastante clara:
Que los hombres son tipos de carne y hueso; que perdemos
nuestro tiempo intentando ser la Mujer Maravilla, que nadie se
casa y mágicamente vive feliz para siempre y que ni las relaciones
ni el sexo son como en las películas.
Dejemos de aferrarnos a esas idílicas fantasías y pinchemos de una
vez por todas nuestra “nube de perfección” ya que si no lo hacemos
nosotras, la realidad se encargará de desinflarla, una y otra vez.
¡Ouch!
Pero tampoco nos lapidemos por vivir aferradas a esas embriagantes
fantasías que prometen tanta dicha. Especialmente si las vemos como
la vía de escape al montón de “mandamientos” que se nos imponen
diariamente a las mujeres y que terminan por desempoderarnos,
devaluarnos, debilitar nuestra existencia y nuestras relaciones.
Entre estos dictámenes “vitales” encontramos los demandantes
cánones de delgadez, moda y belleza, que no sólo te exigen tener
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
una genética privilegiada, sino que también una cuenta bancaria
que pueda costear las horas de gimnasio, peluquería, shopping,
dermatólogos, nutricionistas, masajistas, botox y alguna “pequeña
pasadita” por el quirófano.
Y si por supuesto para ti ninguna de estas cosas son un problema,
no creas que con dinero o belleza te has liberado del yugo de lo
femenino, ya que, no olvidemos que además de intentar lucir como
estrella de cine, se espera que una mujer cultive “su belleza interior”.
Así que a ese listado, súmenle horas y energía dedicadas al yoga,
reiki, flores de Bach o cualquier otra “terapia alternativa” para
limpiar tu aura; leer el libro del gurú del momento o conseguirte
un buen psicoanalista. Aprender a bailar, cantar, cocinar o tejer.
Participar en acciones de caridad, luchar por un grupo oprimido,
ser una destacada deportista o volverse ecologista. Porque, no sólo
debemos ser bellas, delgadas y bien vestidas, sino que también
humildes, altruistas y espiritualmente elevadas.
Como diría mi abuela: ¡Una bicoca!
Porque para colmo, además de “bellas por dentro y por fuera” la
sociedad nos ha impuesto que seamos independientes y exitosas;
que paguemos nuestras propias cuentas, que viajemos solas y
que sepamos lidiar con el acoso sexual. Que no nos sintamos
menoscabadas frente a un hombre y que aspiremos a ser un líder.
Y todo esto, sin convertirnos en “bruja” o “arpía” y demostrándolo a
través de un montón de followers y likes en nuestro Instagram
¿Te parece extenuante este listado de deberes? ¡Hazte el ánimo!
Porque el baile no se limita a esta odisea de auto-perfeccionamiento,
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Constanza del Rosario
sino que continúa en el plano sentimental; ya que se nos ha hecho
creer que una mujer bella, buena y exitosa, no está completa
si no tiene un hombre a su lado. ¡Chan! (Hasta ahí llegó nuestras
independencia y libertad).
Así que, no vayas a dormir tranquila si no tienes pareja y peor aún
si no has sido “bendecida por el matrimonio y la maternidad”. Y de
haberlo logrado, que te robe el sueño no ser una madre y esposa
ideal. Ya que “tu deber como mujer” es ser una súper mamá, que
da pecho a “libre demanda”, cambia pañales, tolera pataletas,
ayuda con las tareas, se preocupa del funcionamiento de la casa y
la alimentación de la familia. Y con carita sonriente, igualita a la del
comercial de detergentes, que hace del agradar a sus hijos y “al rey
del hogar” su principal motivación de vida.
¡Nada de sentirse cansadas, tristes o abrumadas! ¡Ni pedir ayuda! ¡Y
no se te vaya a ocurrir que “ya no te den ganas”! Recuerda que esa
actitud es de “mina bruja, jodida o fallada”. ¡No vayas a ser una de esas
“histéricas frígidas” que tanto desagrada a esta “equilibrada” sociedad!
Si todo esto te parece ya un poco perturbador, súmale al listado, las
paradojales responsabilidades que recaen sobre nuestro cuerpo
y nuestra sexualidad; como la delgada, y no tan clara línea, entre
una chica que la pasa bien y otra “fácil”; el eterno fantasma de la
virginidad que ya no sabemos si nos hace más valiosas o más bobas;
el cuidarnos de las infecciones venéreas, de los embarazos no
deseados y de la homosexualidad latente (propia y ajena).
¡Y no te olvides de algo muy importante! Ser “una dama en la
mesa y una puta en la cama” para el deleite de tu pareja más que
para el propio.
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Después de todo, ¿cómo no vamos a estar desconectadas de
nuestro poder personal?
Reconozcámoslo, muchas hemos recibido una precaria educación
afectiva y sexual, que nos ha dificultado el sentirnos cómodas y
seguras con nosotras mismas. Y que poco y nada nos ha orientado
a saber cómo establecer relaciones maduras, sanas, entretenidas y
equilibradas.
Ya que lamentablemente muchas no lo hemos aprendido en casa y
menos aún en la escuela. De ahí mi afán de integrar la inteligencia
emocional al currículum escolar.
Porque claramente a las mujeres del siglo XXI no nos basta con
saber cómo funciona el aparato reproductivo o creer ciegamente
“en la llegada de nuestra alma gemela”. No. Hoy, más que nunca,
necesitamos desarrollar nuestro amor propio e inteligencia
emocional si queremos ser felices solas o acompañadas, conscientes
de que nuestro destino no está marcado por nuestro género, la
suerte o nuestra biografía, sino por lo que diariamente decidimos
hacer por nosotras mismas.
Este libro va dedicado a todas las que no se dejan vencer y continúan
en su camino hacia su realización personal y de pareja. Y que no se
detendrán hasta ser las Diosas de su propia vida ¡Vamos, con todo
chicas! ¡Yes we can! (¡Si podemos!)
A las futuras diosas
Toda mujer puede llegar a ser la diosa de su propia vida, pero ojo,
el proceso para reconectar con tu poder personal no es sencillo.
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Constanza del Rosario
Implica terminar con un montón de quejas, dejar de creer que tú has
hecho todo bien y que la vida se ha encargado de ponerte frente a
relaciones imposibles y destructivas.
Recuérdalo y repítelo hasta el cansancio: «Una diosa no es una víctima,
¡es la protagonista de su vida!» Así que deja de culpar a los demás
de tu actual sentimiento de frustración o soledad, comprométete
contigo. ¡Ponle Wendy! Ya que esta transformación implica salir de
tu zona de confort y aceptar que lo que fue, ya fue, y desde hoy tú
puedes decidir lo que es y será.
Para empoderar a tu diosa debes estar dispuesta a dejar atrás un
montón de creencias irracionales y poco realistas acerca de los
géneros, el sexo y el amor. Mirarte a ti misma, a tu cultura y tu historia
personal, para desistir de comportarte ante las relaciones amorosas
como una niña pequeña desconsolada, una damisela en peligro o
como una heroína demasiado entregada.
Ponerle algo de cabeza al corazón y estar preparada para la
misión más complicada de todas: aprender a amarte a ti misma.
Quizás en este momento te dirás: ¿amarme a mí misma? ¡Pero si yo
me quiero! Y yo, cual voz de la conciencia te diré: ¿en verdad? ¿Estás
segura de que te amas o te has amado lo suficiente? ¿Realmente te
consideras alguien que conduce su vida sentimental desde el amor
propio y la inteligencia emocional? Porque si es así, probablemente
tú no sueles:
•
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Hacer cosas que te disgustan con tal de agradar a tu pareja, ya
que sientes que si no lo haces podrías perderle.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Sentir que pospones tus gustos, tus deseos, tus planes, tus
pasatiempos y/o amistades por vivir en torno a esa persona
especial o a una relación. Aunque en el fondo lo resientes porque
sabes que necesitas esos espacios personales.
•
Estar pendiente de lo que otros pueden llegar a pensar de ti, tus
relaciones o tu soltería.
•
Justificar ante tus cercanos que con que quien estás te ignore, te
humille, te engañe o te mienta.
•
Decir que tu relación o tu vida van “viento en popa” pese a que
no te sientas feliz.
•
Sentir que como marchan las relaciones afectivas de tu vida es
índice de fracaso o éxito personal.
•
Comparar tu relación actual con la de otros o con la que tuviste
con algún ex, que pese a no ser tan ideal, has puesto en un
pedestal.
Sigamos, la lista no es corta. ¿Estás segura que tú no…?
•
Sientes que tu vida amorosa es como un sube y baja: te sientes
plena cuando te demuestran cariño y desdichada o alerta si no
responden a tu querer tal y como esperabas.
•
Piensas recurrentemente en el romance y el desamor.
•
Quedas destruida y temes no encontrar a nadie más tras una
desilusión amorosa.
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Constanza del Rosario
•
Trabajas demasiado para que tu vida amorosa funcione, por lo
que muchas veces acabas agotada y sintiendo que no fueron
recompensadas tus muestras infinitas de amor.
•
Vives preguntándote si algún día obtendrás la relación que
quieres, ya que sientes que los asuntos del corazón dependen
más del arribo del hombre “perfecto” que de ti misma.
•
Piensas que sería más saludable para ti ser como los hombres y
no mezclar sexo con amor para no sufrir.
•
Has llegado a pensar que no hay hombres que valgan la pena,
que estás condenada a la soledad.
Si no haces, sientes o piensas en ninguna de estas cosas, no nos
queda otra que felicitarte y envidiarte, porque eres la diosa que todas
queremos ser: una chica segura, que se adora y está consciente de sí
misma y de su valía, sin ponerla en duda ante nada ni nadie; capaz
de regularse emocionalmente frente a la adversidad, manteniendo
ante todo su optimismo y calma.
Eres una de esas escasas mujeres que no titubean de su atractivo,
te sabes digna de ser amada y no te es difícil equilibrar tus
relaciones amorosas con el resto de tu vida. Lo mejor es que no
desperdicias energía esforzándote más de la cuenta, ya que no te
interesa ser la Mujer Maravilla, te basta con ser tú misma y saber
que para que las relaciones funcionen se necesita que ambas
partes pongan de su parte.
Seguramente, sientes tu mundo propio tan vivaz y entretenido que
no requieres hacer de tu vida sentimental el centro del universo. Y si
bien los fracasos amorosos -como a todos- te afectan, vives la pena y
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
luego te recuperas sin ponerte a la defensiva frente al amor.
Esto porque tu vida romántica no es el termómetro de tu autoestima
y confías que alguien digno de ti viene en camino. Y mientras eso
acontece enfocas tus energías en desarrollar tus potenciales y ser feliz.
Porque sabes que las relaciones de pareja son una elección y no un
signo de tu valor; pero además, ¡es que te quieres tanto!, que tienes
claro que es mejor estar sola que mal acompañada y que la persona
que esté a tu lado debe ser tu fan número uno, alguien que aporte a
tu estabilidad y crecimiento, por lo que no aceptas menos que eso.
Sabes que si una relación no funciona no es el fin del mundo, sino
una oportunidad de aprendizaje para afinar el ojo y tener más claro
qué es adecuado para ti y cuáles son tus zonas oscuras a trabajar.
Donde otras ven fracaso, tú ves oportunidades; sueltas con
agradecimiento tu pasado y continúas tu camino con una actitud
positiva, abierta y confiada.
Y claro, todo ello es posible porque tú conoces el mejor de los
secretos: que siempre hay amor disponible para ti y que en realidad
nunca estás tan sola porque te tienes a ti misma, a tus planes, a tus
pasatiempos, a tu carrera, a tus amigas y a tu familia. Así que no nos
queda otra que gritarte:
¡Eres una Diosa!
Pero claro, también existe la posibilidad de que aún sólo estés en el
proceso de reencontrarte con tu poder personal. ¡Y qué bueno que
lo estés! Porque eso te convierte en una de esas audaces mujeres en
vías de evolución, con ganas de ser parte de esta loable nobleza de
chicas que brillan con luz propia.
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Constanza del Rosario
Para ti mis más sinceras felicitaciones y profunda admiración por tus
ganas de crecer y seguir interesada en leer las páginas que vienen
a continuación, a sabiendas del esfuerzo, que este proceso de
transformación y empoderamiento conlleva.
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CAPÍTULO I
¿DIOSAS O
ESCLAVAS DEL AMOR?
Constanza del Rosario
¿EN EL OLIMPO O EN EL INFRAMUNDO?
A lo largo de mis 10 años de ejercicio profesional he tenido la oportunidad de conversar con muchas mujeres acerca de sus vidas, sus
principales deseos y preocupaciones en torno al amor.
En la gran mayoría me he encontrado con una tremenda dualidad:
por una parte están deseosas de tener a alguien a su lado, con quien
compartir y establecer un vínculo afectivo y sexual de calidad, pero
cuando se enfrentan a la real posibilidad de empezar un coqueteo
con alguien que les interesa, llevan un tiempo “pinchando” o incluso
emparejadas, se activan -como por acto de magia- sus más arraigadas inseguridades acerca de cuán atractivas, deseables y dignas de
amor y respeto son.
Usual, es que también aparezcan dudas sobre cuán fiable es este
hombre y si vale la pena o no seguir invirtiendo en él o en esta relación.
Así, quien habría sido hace no mucho una especie de “interesante
tipo que se muere por mí y que me hace darme cuenta de lo encantadora que soy”, para algunas comienza a transformarse en un
“adorable amo” al que hay que mantener contento, si no quieren ser
descartadas.
Para otras, en un ser sospechoso al que hay que someter a una exhaustiva evaluación, para descubrir si tras esos encantos se esconde
un peligroso estafador.
Una verdadera paradoja. La misma mujer que quizás solía comportarse en el resto de las áreas de su vida como una verdadera “amazona”, queda ante el devenir de sus necesidades afectivas reducida a
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
un tembloroso pollito, que teme ser maltratada por este príncipe-comadreja que ha irrumpido estrepitosamente en su vida, en su cabeza y en su corazón.
Y digo príncipe, porque es el mejor cuando la “pesca” y la trata bien;
y comadreja, porque es el peor cuando la ignora o decepciona; un
subidón constante al ritmo del “te odio mi amor”. ¿A que no les suena
conocida esta canción?
¡Condenado destino! Tanto que ansiaba encontrar el amor en su vida
y abandonar su plana y solitaria existencia, ¿y qué obtiene a cambio?
Un hombre que al besarla no le dijo inmediatamente: “¿Quieres ser
mi novia, vivir juntos y felices para siempre?”. O que al poco andar de
un día para otro se puso flojo y frío. ¡Qué desilusión! ¡El príncipe azul
se tornó marrón!
¡Pero qué tipo este! Que no habla de compromisos, que no se da
cuenta al instante de que ella es la chica perfecta para él, que necesita exageradamente de tiempo y espacio personal, que aún no ha
cerrado sus otras opciones; que muchas veces, en lugar de salir con
ella, se va con sus camaradas; que desaparece de tanto en tanto o no
se comunica con la frecuencia adecuada, que no se esfuerza en seducirla, que siempre está cansado o estresado y que, para colmo, sexualmente “se hace el difícil” o la “intenta convencer” de ir a la cama
yendo “directo al grano” o a través del discurso del “déjate fluir”, del
“no seas fome ni pacata” o del “si me quisieras de verdad”.
¿Dónde está ese tipo caballero, que no paraba de coquetear, sorprender y hacerte sentir única y especial?
En realidad, ¡qué tipo más cruel! Tan tranquila que estabas y ahora
vives presa de las más crueles interrogantes:
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Constanza del Rosario
•
¿Le gusto o no le gusto?
•
¿Llamará o debería llamarlo yo?
•
¿Tal vez ya no le intereso como antes?
•
¿Estará agobiado por el trabajo?
•
¿Debería mostrarme indiferente o no?
•
¿Seré sólo un momento en su vida?
•
¿Creerá que soy digna de su amor?
•
¿Será que ya no me desea?
•
¿Se cansó de mí?
•
¿Será este tipo un príncipe o una comadreja?
•
¿Y yo qué soy: una princesa o una fea hermanastra?
•
¿Por qué su actitud?
•
¿Qué se trae entre manos?
•
¿Yo no era lo que él esperaba?
•
¿Este tipo me conviene o no?
•
¿Seré la única?
•
¿Sigo con él o lo dejo?
•
¿Me involucro más o no?
¡Basta ya! ¡Qué horror! ¡Qué desgaste! ¡Pero es que no puedes
parar de pensar!...
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
¡No, no puedo!...porque:
•
Si descubro que me ha mentido, ¿cómo me debería comportar?
•
¿Y si le interesa otra?
•
¿Y si está comprometido?
•
¿Y si me hace la desconocida?
•
Y si me acuesto con él, ¿mantendrá o no su interés?
•
¿Y si me enamoro y sufro?
•
Y si expreso demasiado, ¿me dejará de amar?
•
Y si demuestro mucho interés, ¿se aburrirá?
•
Y si le digo que algo me molesta, ¿me dejará?
¡Ahhhh qué cabeza llena de tonteras! ¡¿Nuevamente el amor te ha
sacado del tranquilo Olimpo y te ha empujado al Inframundo?!
Es que, ¿cuántas han sentido que esa persona con quien tanto desean concretar su “fantasía del cuento de hadas” es una especie de
Kriptonita? ¡Sí, Kriptonita!, porque las debilita y la conduce a un mundo donde abundan sus peores enemigos: la ansiedad, las aprensiones, los celos, la rabia, la tristeza, la vergüenza y las dudas.
¡Apuesto que al menos miles! Lo que nos conduce a la pregunta del
millón:
¿Por qué el amor puede llegar a perturbar, desempoderar y esclavizar a una mujer?
Básicamente porque muchas sienten que el amor es una especie de
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Constanza del Rosario
meta particularmente difícil de alcanzar y que si cometen cualquier
tipo de error, su idealizada felicidad se podría alejar.
Experimentando las relaciones amorosas como inconsistentes, frágiles e inseguras; de ahí que se preocupen y esfuercen desmedidamente por asegurarse el amor del otro o por comprobar que si este
es confiable y verdadero.
¿Y cuál es el costo? Que la balanza entre amor dirigido a sí mismas
versus el amor destinado a otro se desequilibra. Un profundo temor
y deseo de intimidad puede hacernos desvariar y entregarnos desmedidamente a quien no ha invertido mucho o bien tomar resguardos excesivos frente a quien muestra interés por nosotras, evitando
el compromiso y la entrega total como una manera de protegernos
del fracaso y el sufrimiento.
¿Por qué hacemos esto? Nos entregamos más de la cuenta cuando
creemos que “este sí podría ser” la persona que reivindicará nuestro dolido corazón, dañado por tantas experiencias de vida; especialmente por aquellas en las que nos hemos sentido manipuladas,
controladas, ignoradas, desilusionadas, abandonadas, no valoradas
o engañadas.
Y ponemos barreras y distancias físicas o emocionales, precisamente cuando estas expectativas negativas han dado paso a un
profundo pesimismo y desesperanza y en el fondo de nuestro corazón creemos que lo vivido se repetirá en el futuro, así que... ¡¿para
qué arriesgarse?!
Ahora, no vayan a creer que quien nos gusta sólo es Kriptonita durante la etapa de conquista, porque puede ser que el galán haya pasado
los filtros, haya aprobado el check list, nos haya dado la suficiente
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
seguridad para no hacer ¡Tilt! o superó nuestra reticencia a volver a
amar; lo que no significa que de ahí en adelante nos comportamos
como una diosa y menos aún que viviremos felices para siempre, ya
que el efecto Kriptonita puede extenderse en el tiempo.
Especialmente si el terror a perder a esta “aguja del pajar” nos hace
caer en las aprensiones y paranoias ya mencionadas. Convirtiendo
lo que debería ser una situación de disfrute, en una tarea que genera
bastante estrés y ansiedad.
O bien que, en la medida que la relación se vuelve más cercana, estable y comprometida nos baje el terror de ser controladas y perder la
libertad, poniendo en acción estrategias tipo “Olguita Marina” para
huir, desconectarse o sabotear la relación.
Ya que, si el amor es vivido como una prueba que se debe superar
para hallar la felicidad o para sentirse completa como mujer, todo
inconveniente puede volverse un índice de catástrofe, de amenaza y
de destierro del paraíso.
O bien, si es vivido como “una trampa para cortar nuestras alas”,
cualquier situación puede ser percibida como una demanda excesiva, un intento de control o anulación de nuestra personalidad.
Razones por las que fácilmente podemos convertirnos en unas “esclavas” y/o “fiscalizadoras del amor”. Esclavas, si por lograr atraer o
mantener un vínculo con el “hombre de nuestros sueños” nos postergamos y transgredimos, volviéndonos muy dependientes e inconsistentes con nuestras necesidades de respeto, valoración, atención
y cuidado personal y emocional.
Fiscalizadoras, si con tal de mantenernos a salvo de sufrir ponemos
una serie de barreras a nosotras mismas y hacia el otro; exagerando
27
Constanza del Rosario
nuestra necesidad de independencia y dirigiendo nuestra atención a
todo detalle negativo, por mínimo que sea, sometiendo a escrutinio
todo lo que haga, diga o deje de hacer el galán en cuestión para ponernos las zapatillas de clavos y tomar distancia.
Sea la opción uno o dos, el mecanismo es el mismo: mantenernos
constantemente en alerta, porque presuponemos intenciones maliciosas o reacciones poco auspiciosas de cualquiera que lleguemos a
amar o desear.
AMAR Y CONFIAR EN NOSOTRAS MISMAS
Como les explicaré más a fondo, en el segundo capítulo de este libro,
por el hecho de ser mujeres inmersas en una cultura como la nuestra, seremos alentadas desde pequeñas a desarrollar un montón de
malas costumbres amatorias.
¡Pero ojo!, no todo es cultura, ya que debido a nuestros niveles de
estrógeno -que favorecen el desarrollo de determinadas estructuras
y funciones cerebrales- tendemos a centrar nuestra atención en los
demás y construir nuestra autoestima en función de las relaciones
con otros.
Predisposición de la que si no somos conscientes, nos pueden llevar
a desarrollar ciertas ideas sobre nuestro valor y sobre cuán queribles
somos, especialmente a partir del feedback obtenido producto de
las experiencias personales de nuestra infancia, que más tarde pueden ser reforzados por la cultura y por las experiencias vividas a lo
largo de nuestra vida.
No olvidemos que buena parte de lo que somos está en estrecha relación con el medio en el que nos hemos criado, y de quienes hemos
aprendido, no sólo a hablar o a tener buenos modales, sino también
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
a vincularnos y amar, ya que ellos son nuestro modelo de inteligencia emocional y nuestros ejemplos y espejos a partir de los que modelamos nuestro amor propio.
Por ello, en primera instancia, si queremos recuperar nuestro poder
personal, debemos hacernos conscientes de nuestra historia y cómo
seguimos construyendo nuestro presente y futuro a partir de nuestro
pasado.
Al respecto, ¿será casualidad que -tras escuchar las diversas historias de distintas mujeres que no lograban ser del todo felices en su
vida de pareja- haya encontrado una serie de viejos patrones relacionales, más o menos inconscientes, que las marcaron desde muy
pequeñas? Ya que:
•
Varias me confesaron que sintieron que sus familiares no eran
capaces de verlas, de calmar su angustia y su pena. Y más que
consoladas solían sentirse ignoradas o reprendidas.
•
Algunas señalaron que pese a saberse queridas por sus padres,
ya que “no les faltaba nada” nunca lograban sentirse prioritarias,
por lo que ansiaban que llegase alguien que les pusiera la atención que tanto necesitaban.
•
Otras señalaron que de pequeñas al constantemente sentirse
frustradas en sus intentos de lograr mayor proximidad con su
padre o madre (que consideraban distante, irritable y/o frío) decidieron reducir sus expectativas de amor y arreglárselas solita.
Lamentablemente, estas experiencias tempranas les facilitó a estas
mujeres comenzar a dudar del amor disponible para ellas e inclusive
de su propio valor; temores que hoy en día, reviven con sus actuales
(o potenciales) parejas cuando ante el más mínimo signo de desaire,
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Constanza del Rosario
desatención o crítica se activan las señales de alerta ante el posible
desamor.
•
También escuché varios relatos de mujeres que desde pequeñas
habían tenido que hacerse cargo emocionalmente de sus familiares y se frustraban o enrabiaban con ellos al no sentirse reconocidas, queridas y cuidadas por estos. Albergando una mezcla
de tristeza, rencor, vergüenza y/o culpa por estos “malos” pensamientos, que a su vez, creían justificados, al sentir que ellas
daban mucho más de lo que recibían a cambio.
Al crecer, estas mujeres se han dado cuenta que tienden a establecer
relaciones con tipos que necesitan de ellas o son extremadamente
egoístas, emocionalmente inestables e inclusive algunos explotadores. Repitiendo el patrón infantil de dar más de la cuenta con la
secreta esperanza de que cuando la pareja esté bien o llegue a valorarlas serán recompensadas.
30
•
También fue común el relato de mujeres que pertenecían a familias que eran muy entrometidas y controladoras. Las mujeres
que vivieron esta situación se sentían permanentemente invadidas, experimentando esa atención de sus padres como un forma
de encarcelados y no dejarlas crecer, transmitiéndoles constantemente que “solitas” no eran capaces o que estaban en peligro,
lo que si bien a algunas las hacía añorar ser independientes, a la
mayoría de ellas las había empujado a sentirse muy inseguras.
•
Algunas también narraban haber tenido una crianza muy autoritaria y rígida. Por lo que, si intentaban liberarse, hacían algo
“indebido” o tomaban decisiones sin consultar, eran duramente
sancionadas con críticas y castigos de todo tipo, incluida la “ley
del hielo”. Aprendiendo con ello que el costo de ser fiel a ellas
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
mismas era la soledad, el rechazo o el abandono.
•
Otras describieron a su madre y/o padre como personas exigentes y perfeccionistas, lo que les hacía sentirse constantemente
inseguras, sobre exigidas o poco valoradas. Aprendiendo a dudar de sí mismas, a nunca estar satisfechas con sus logros, ni
consigo mismas y a vivir esforzándose por probar a otros su valía
a través de su esfuerzo y sus éxitos.
Más tarde, estas experiencias infantiles se reflejaban en sus relaciones de pareja, ya que muchas de ellas sentían temor de ser auténticas, de tomar la iniciativa, de contradecir al otro, de decir abiertamente que no, expresar sus necesidades o deseos; por temor a ser
abandonadas o rechazadas.
Asimismo, varias tendían a involucrarse en relaciones de maltrato
(psicológico, sexual y/o físico) y se sentían incapaces de dejarlas o
de hacer algo para cambiar su situación. Justificando el actuar de su
pareja, por temor a que hubiese algo mal en ellas y su destino fuera
ser solas.
Otras, en cambio, relataron que lo vivido se tradujo en que no se sentían capaces de establecer relaciones de compromiso profundas y
duraderas, ya que se agobiaban con facilidad y les angustiaba la idea
de perder su libertad y ser controladas o anuladas por una pareja.
Por lo que usualmente cortaban con quien mostraba mucho interés
en ellas o tendían a aburrirse, irritarse o volverse hipercríticas con su
pareja. Siendo usual que terminaran y retomaran una relación una
y otra vez; que les fuera más fácil amar al que no estaba disponible;
que mantuvieran relaciones con más de uno a la vez o que hicieran
alguna “locura”, excusa suficiente para alejar o alejarse de la relación.
31
Constanza del Rosario
¿Se dan cuenta cuánto afectan nuestras experiencias infantiles en el
desarrollo de nuestra inteligencia emocional? ¿Y cómo estas experiencias primarias modelan nuestra autoestima y nuestras creencias
sobre nosotras mismas y los demás?
Ello ya que estas experiencias infantiles son determinantes en la formación de nuestro estilo de apego, el cual pese a que puede cambiar, suele ser bastante estable e influyente en la manera en cómo
nos sentiremos y vincularemos amorosamente con los demás, a lo
largo de nuestra vida.
Si ha llegado este libro a tus manos, es altamente probable que sea
así porque en vez de desarrollar un estilo de apego seguro1, desarrollaste un apego inseguro del tipo ansioso o evitativo, que facilite el
constante desequilibrio entre:
•
Tu amor propio y amor hacia otro.
•
El recibir y entregar amor.
•
El confiar y defenderse.
•
Tu autonomía dependencia.
•
La distancia y proximidad saludable.
Lo que explica que hoy en día, ya adultas, muchas:
•
1 En
Sientan que el amor las esclaviza. En vez de traerles paz, plenitud y libertad, se sientan invadidas por una confusa mezcla de
Psicología se habla de tres tipos de vínculos asociados a tipos de apegos. El psiquiatra Amir
Levine y la psicóloga Rachel Heller (2011) las definen como:
Seguro: personas que se sienten a gusto en situaciones de intimidad y suelen ser cálidas y cariñosas.
Ansioso: personas que anhelan la intimidad, tienden a obsesionarse con sus relaciones y acostumbran a dudar de la capacidad de su pareja para corresponder a su amor.
Evitativas: personas que equiparan la intimidad con una pérdida de independencia y se esfuerzan
constantemente en evitar el acercamiento.
32
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
pasión, atracción, devoción, inseguridad, rabia, aprensión y angustia constantes. Al sentir que la llegada del amor es una bendición y la posible respuesta a todas sus plegarias. Pero también,
un peligro del que hay que resguardarse, al creer inconscientemente, que cada relación amorosa es una posibilidad de
volver a repetir y sufrir las mismas frustraciones vividas en
sus primeras relaciones afectivas.
•
Crean que la clave para tener la relación de sus sueños es aprender a posponerse a sí mismas, a priorizar la entrega y el “deber ser” para contentar a otros. Así, poco a poco se alejan de
ellas mismas y del poder de su propia diosa; al punto que, ya no
sólo desconocen quiénes son y qué quieren, sino que se abandonan: dejando de quererse, confiar en sí mismas y de valorarse.
Convencidas de que su autoestima depende de la aprobación de su familia y luego de su pareja.
•
Crezcan bajo la idea de que las relaciones son potencialmente dañinas, no se fían de nadie y se mantienen en guardia,
pues les aterra lo que puede desencadenar la entrega y el
compromiso emocional. Así que hiper-desarrollan su mente
a costa de sus emociones; se vuelven extremadamente prácticas, casi frías, ya que se han desconectado del corazón, porque
temen ser sometidas desde el sentir.
Concluyendo:
El gran drama al cual muchas mujeres se verán enfrentadas, a la
hora de amar, es la incapacidad de hacerlo equilibradamente, al
vivir inseguras y desconfiadas de sí misma, los otros y el amor.
Esto, debido a experiencias afectivas -frustrantes- vividas de pequeñas; no tratadas ni superadas, que han moldeado su sistema
de apego, afectando su amor propio y su inteligencia emocional.
33
Constanza del Rosario
CORAZONES ROTOS
Ojalá todos los seres humanos que habitan este planeta, hubiésemos tenido de pequeños un aprendizaje emocional saludable que
nos permitiera desde niños sentirnos (gran parte del tiempo) queridos, cuidados, estimulados y apreciados por unos padres capaces
de entrar en sintonía emocional con nuestros deseos y necesidades
y de otorgarnos una respuesta sensible y empática en momentos de
estrés; en vez de perder el control de ellos mismos o rechazarnos,
justamente cuando más los necesitábamos.
Pero no vivimos en un mundo así de perfecto y por lógica puede darse el caso, aunque duela reconocerlo, que tanto tú o como yo, sintamos que no vivimos nuestros aprendizajes emocionales bajo las
mejores condiciones o teniendo los mejores modelos de inteligencia
emocional. O bien, que a pesar de haber tenido una maravillosa infancia, con la llegada de la adolescencia todo ese paraíso emocional
se marchitó.
Lo que explica que antes de comenzar nuestra vida sentimental
adulta, ya viniéramos con el corazón roto y con varias creencias desfavorables instaladas en nuestro chip, del tipo:
No soy suficiente, hay algo mal en mí
Algunas instalaron en sus mentes esta creencia al sentir que pese
a sus enormes esfuerzos por satisfacer los criterios de sus padres -y
quién sabe de cuántos más- hicieran lo que hicieran, nunca lograrían
conformarlos. Ya que éstos, difícil o esporádicamente reconocían sus
esfuerzos, haciéndolas sentir constantemente insuficientes, malas,
desconsideradas, demandantes, egoístas o comparativamente a
otras, menos idónea.
34
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Los demás son más importantes que yo; debo agradar
Creencia que surge a partir de tener que crecer organizando sus vidas
según los deseos de sus cuidadores, quienes de un modo autoritario
les fueron indicando cómo deberían sentir, pensar y actuar si querían llegar a ser amadas o al menos no reprendidas. Inculcándoles
la idea de que dependía de su habilidad para ajustarse al modelo de
los otros, el ser aceptadas y apreciadas; priorizando deseos y necesidades ajenas con tal de agradar. Reprimiendo de paso su autonomía
y autenticidad.
La cercanía es peligrosa; no puedes confiar en quienes te dicen
amar
Creencia que surge a partir de tener que lidiar desde muy pequeñas
con actitudes coléricas, frías, castigadoras o controladoras de sus
padres; optando por mantenerse alejadas de estos, creándose una
pequeña coraza que les sirviera de refugio y así obtener tranquilidad
al evadirse en su propio mundo, a costa de desconectarse emocionalmente de sus seres queridos, para no correr el riesgo de sufrir ni
ser dañadas, lo que no significa que no sientan, simplemente que
aprendieron a ocultarlo y no expresarlo.
¿Entienden por qué este tipo de experiencias pueden hacer que muchas crezcan con el corazón roto y dañado su amor propio? Y porqué
muchas están atrapadas en “la búsqueda incesante del amor -ya
que desean la apertura y la entrega- a la vez que huyen del amor,
ya que temen y desconfían de él, pues piensan que una y otra vez
las dejará caer”.
Sintiendo que, la llegada de un nuevo y esperado amor muchas veces no sólo las hacer percibir el mundo como si el sol estuviese más
brillante, el pasto más verde y la gente más agradable y alegre, sino
35
Constanza del Rosario
que también las lleva a conectarse con ese apartado gris de sus temores y pesadillas inconscientes. Miedos que harán a algunas ansiar
concretar rápidamente un compromiso y a otras huir despavoridas
ante el mismo. O ambas cosas a la vez.
¡Aceptémoslo!, para muchas las relaciones de parejas más que otra
área de nuestra vida representa un verdadero talón de Aquiles. Por
lo que, ante el más leve indicio de que el amor, que nuestra pareja o
que nosotras mismas no somos del todo ideales, basta para poner
en alerta nuestras sirenas de pánico, impulsándonos a funcionar en
modalidad ataque, pegoteo, congelamiento o huida.
¿Cómo se manifiesta todo esto? Lo veremos a continuación.
DE VUELTA AL FUTURO
Ya lo dijimos: nuestras experiencias afectivas infantiles influyen en
nuestra vida amorosa adulta, por lo tanto es de esperar que repitamos situaciones traumáticas y patrones de conductas pasadas en
nuestra vida sentimental actual.
Para graficarlo, veamos algunos ejemplos:
Imaginémonos el caso de que eres una de esas chicas que desde
pequeña tuvo que estar muy atenta a ayudar a aliviar a alguno
de sus padres que, por diversas circunstancias, se mostraba muy
alterado o frágil emocionalmente. Como si se esperara de ti que
desempeñaras el papel de salvadora o madre de ese adulto problemático, arisco o deprimido.
Si esto, te resulta cercano, piensa en lo que sentías cuando veías a
esa persona atravesar por un mal momento. ¿Lo recuerdas? Bueno,
mantén en tu memoria esa imagen del pasado y viaja hacia el futuro.
36
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Ahora concéntrate en lo que sucede con el chico que tanto te gusta o
con tu pareja cuando no está en su mejor momento:
•
¿Sueles sentirte muy aprensiva, se te aprieta el corazón o el estómago; te inquietas e intentas a toda costa aliviarlo, agradarlo,
lograr su atención o comprobar su aceptación?
•
O, por el contrario ¿te sientes sobre demandada, desmotivada o
incapaz de ayudarlo, te pones ansiosa, abrumada, irritable, tensa o insensible; te molestas o te bloqueas y te entran ganas de
huir de ahí?
Si te identificas con el primer caso -en el que intentas agradar para
cambiar el estado emocional del otro, deseándolo ver feliz-, te darás
cuenta que como en el pasado -con tus padres- hoy en día, tiendes
a hacerte cargo de las necesidades afectivas de otros y a postergarte
a ti misma. Razones hay miles: porque te invade la culpa de no ser
lo suficientemente buena, el miedo a que el otro se defraude de ti y
te deje de querer, o quizá simplemente, porque te convences de que
eres más capaz o fuerte y te sientes confortada al poder ayudarle y
mejorar su vida aunque ello sea a costa de ignorar, aplacar o sofocar
tus propias necesidades.
Si te identificaste con el segundo caso, (en el que intentas distanciarte física y/o emocionalmente) te darás cuenta que como en el
ayer, hoy te cuesta vincularte cuando la relación te pide una mayor
sintonía emocional con el otro. Seguramente te sientes invadida,
bloqueada o agobiada, con ganas de desconectarte y alejarte de esa
persona para poder obtener calma y no explotar de angustia o rabia.
Porque en el pasado aprendiste que para no contaminarte con los
estados emocionales de los demás y evitar el conflicto, debías ser
más racional que emocional y ponerte a salvo.
37
Constanza del Rosario
Y la explicación que hay detrás de estos ejemplos y de muchos
otros más, es que aprendiste a relacionarte con otros y contigo
misma principalmente desde una vinculación insegura, sea esta
del tipo ansiosa (ejemplo uno) o del tipo evitativa (ejemplo dos).
Si tu vinculación es del tipo insegura ansiosa…
38
•
Sentirás una profunda necesidad de establecer relaciones amorosas, para enmascarar y compensar tu dificultad para amarte a
ti misma.
•
Puede que superficialmente no parezcas nerviosa con el tema
amoroso, pero tras tu fachada de fortaleza lo estarás y, pese a
que tenderás a atribuir tu incomodidad a las circunstancias o a
las conductas del otro, es una sensación que ha caracterizado
gran parte de tus relaciones.
•
Experimentarás un constante miedo al abandono, engaño o
rechazo. Por lo que necesitarás que tu pareja continuamente
deje entrever gestos de aprecio, cariño, fidelidad y afirmación
que te calmen.
•
Tenderás a volverte un tanto absorbente o controladora con tus
parejas, ya que todo alejamiento lo sentirás como un abandono.
•
Necesitarás, a cada instante, saber algo del galán en cuestión.
Por lo que revisarás constantemente tu teléfono móvil, su Instagram, Facebook, Twitter, Whatsapp o cuenta de correo electrónico. Cuando no sepas nada o dudes de él, te imaginas o interpretas lo peor.
•
Temerás la posibilidad de no ser elegida o no correspondida; de
no gustarle o de repentinamente dejar de ser de su agrado.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Ante cualquier signo de desamor, real o imaginado, castigarás
a tu chico con el alejamiento, frialdad, indiferencia o mala cara;
esperando que se percate de ello, ya que tenderás a sentirte y
comportarte como la víctima de la relación.
•
Sentirás que tu valor y equilibrio emocional dependerá de factores externos, en particular de tu fortuna en la vida amorosa.
•
Serán comunes tus cambios de ánimo, ya que serás hipersensible a todo lo que diga, haga, piense o sienta tu pareja.
•
Te predispondrás a los estados emocionales de tu pareja, preocupándote de sus reacciones y pensamientos, creyendo –especialmente ante los negativos– que la razón de ellos eres tú y que
deberías hacer lo imposible por agradarle.
•
Tenderás a sentirte responsable o muy culpable si tu chico no se
nota feliz.
•
Sentirás aprensión ante la posible evaluación que tenga tu pareja de ti, de tu vida, tu trabajo, tus gustos, tus amigos o tu familia.
Porque en el fondo, siempre te sentirás inadecuada, salvo contadas ocasiones en que incluso pensarás que tienes súper poderes. De ahí que, no tolerarás que alguien te critique y menos aún
que insinúen tus defectos.
•
Generalmente estarás hiperatenta, aún cuando no lo parezca, a
todos los comentarios, conductas y expresiones del hombre en
cuestión, para detectar cualquier señal de alerta de que la potencial relación se va a desmoronar.
•
Estarás dispuesta a ser, en general, condescendiente, obediente,
adaptable y un tanto subordinada a tu pareja. Sea esto evidente
o no a otros.
39
Constanza del Rosario
•
Una vez establecida una relación y adquirido cierto nivel de seguridad y compromiso, paulatinamente te irás poniendo enormemente exigente, ya sea para dar la mejor impresión social posible o concretar tu idea de la relación y pareja ideal.
•
Creerás que el amor y la felicidad dependerá de la capacidad para
complacer o hacer feliz a la pareja. Por lo que te esforzarás desmedidamente esperando que en algún momento tu pareja te retribuya de igual forma o que se muestre agradecido por siempre.
•
Darás excesivamente a tu pareja, anteponiendo muchas veces
sus necesidades y deseos, situación que a la larga terminarás resintiendo; albergando en tu interior la sensación que la persona
que está contigo te adeuda fidelidad y amor.
•
Tenderás a verte envuelta en intensas aventuras, fantasías o relaciones románticas con alguien que apenas conoces.
•
Idealizarás a tu pareja y las relaciones románticas. Minimizando
las malas actitudes y tratos del chico que te gusta.
•
Se te pasará la mano con la tolerancia a los insultos, desprecios y
ridiculizaciones por parte de tu pareja. Perdonarás con demasiada facilidad aún cuando ese perdón no sea tan sincero.
Asimismo, esta vinculación insegura ansiosa podrá manifestarse a
través de molestias corporales, que sobrepasan los nervios comunes
y la alegría asociada al amor. Algunos de estos son:
•
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Sensaciones repentinas de ahogo o de náuseas o de mareo e inclusive la sensación que te vas a desmayar, acompañadas a veces de algo de sudoración o de temblor.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Apariciones esporádicas de arritmias o palpitaciones que superan la sensación normal (y placentera) de emoción por amor.
•
Dificultades en la concentración, atención y/o memoria, lo que
entorpece tu desempeño laboral.
•
Problemas para dormir y/o lograr un sueño reparador. Estos van
desde las pesadillas hasta el insomnio.
•
Somatizaciones como dolores de cabeza, problemas de soriasis
de la piel o el cuero cabelludo, baja de defensas, molestias y/o
urgencias gastrointestinales, entre otros.
¿Cuán identificada te sentiste con varias de esas frases? ¿Sientes que
has funcionado así y ahora no tanto? Si es así, revisa el siguiente listado para chequear si es que más que segura, te has vuelto un poco
más evitativa o viceversa:
Si tu vinculación es insegura evitativa
•
Te importará mucho conservar la independencia y ser autosuficiente.
•
Aunque desees tener una pareja, con el paso del tiempo y a medida que se profundiza la relación, te sentirás incómoda ante un
exceso de proximidad y tenderás a guardar las distancias con él.
•
Te sorprenderás de que en ocasiones pasarás épocas en las que
no te interesa estar con alguien o lo rápido que te recuperarás
del fin de una relación, como si te desconectaras tu corazón.
•
Sentirás que te cuesta abrirte a los hombres, y las personas que están contigo a menudo se quejarán de que eres poco atenta o fría.
41
Constanza del Rosario
42
•
En las relaciones tenderás a ponerte a la defensiva ante el menor
signo de control o invasión de tu territorio.
•
Sacarás conclusiones algo extremistas, especialmente negativas, a las que llegarás a partir de cualquier evento que te
resulte inusual.
•
Considerarás una debilidad necesitar a otro, y menospreciarás a
las personas que desarrollan dependencia de sus parejas.
•
Tenderás a guardar tus emociones y sentimientos más que a comunicarlos.
•
Te incomodará que la gente pueda notar tu interés sentimental
hacia alguien.
•
Será usual el sentirte sola, aún estando en pareja.
•
Para no animarte a conocer a alguien o embalarte, te dirás o pensarás que no estás preparada para el compromiso.
•
Tus amigas considerarán que eres muy mañosa, que te fijas en
las pequeñas imperfecciones del otro.
•
Podrás seguir pensando o añorando a un ex pese a estar en una
nueva relación.
•
Probablemente coquetearás con otros, introduciendo inseguridad en tu relación.
•
Te costará mucho decir te quiero y más aún de corazón.
•
Más de alguna vez te retirarás de una relación cuando las cosas
vayan bien, porque de repente el otro te dejará de interesar.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Te interesarán relaciones que desde el comienzo sabes que no
tienen futuro.
•
Tenderás a desacreditar a tu pareja mentalmente cuando te esté
hablando.
•
Evitarás la proximidad física y muchas veces te producirá agobio
mantener relaciones sexuales, particularmente si esa persona te
importa y te corresponde.
•
Temerás establecer una relación de pareja, por miedo a ser manipulada, dominada o desvalorizada.
•
Mantendrás encuentros eróticos con hombres que no te importan lo suficiente, porque así disfrutas sin “engancharte”.
•
Te incomodará amanecer en una cama que no es tuya o con alguien que apenas conoces, por lo que prefieres irte o sugerirle
que se vaya.
•
Sentirás que se te hace muy difícil convivir a diario con una misma pareja porque te aburrirás, agobiarás o creerás que estar sola
o con otra persona te haría más feliz.
•
Si tu pareja o “pinche” se pone muy demandante o insistente en
verte o que le pongas atención te sentirás agobiada, enrabiada
o controlada.
•
Te acomodará conocer o establecer relaciones a través de sitios
webs o de aplicaciones de citas, debido a la comodidad de no tener que estar frente al otro y la libertad de eliminarlo con un click.
•
Esta vinculación insegura evitativa también puede manifestarse
43
Constanza del Rosario
a través de una tensión corporal, que sobre reacciona a la cercanía e intromisión del otro. Algunos de los síntomas son:
•
Sensación de irritabilidad, agobio, rechazo o desagrado ante la
presencia del otro.
•
Necesidad de evadir la mirada o el contacto corporal o distanciarse del otro para sentirte menos angustiada y más cómoda.
•
Rigidez y tensión corporal al aumentar la cercanía, como si el
cuerpo se pusiera a la defensiva.
•
Disminución o dificultad de sentir al ser acariciado, teniendo la
sensación de estar desconectada del cuerpo e hiperconectada
con la mente.
ÉRASE UNA VEZ…
Tras lo dicho hasta ahora cabe preguntarse: ¿por qué tendemos a
buscar relaciones amorosas muy parecidas, en conductas y sensaciones, a las de nuestra niñez? Porque nuestro inconsciente ilusamente espera que alguien, con características de personalidad semejantes a nuestros padres, cure y repare una deuda de amor eterna,
entregándonos ese aprecio y esos cuidados que soñábamos recibir
de éstos. Es decir, nos empuja a revivir ese escenario traumático con
la esperanza de que nosotras lo vivamos de otra manera y esta vez
triunfemos y lo superemos.
¿Entienden ahora por qué nuestro inconsciente se fascina tanto con
historias que empiezan con el famoso “érase una vez…” y que involucran un amor ideal donde hay un tipo que rescata y hace feliz a una
maltratada chica o princesa? Porque a través de estas fábulas vemos
“materializado” ese frustrado deseo de ser unas niñas adoradas, cui-
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
dadas, valoradas y mimadas por quienes aman.
“Dime cómo te amaron y te diré cómo amas”. ¡Cuán cierto es esto!
Porque cada nuevo amor reactiva en nuestro inconsciente modelos
de afectividad infantiles, que si no han sido del todo elaborados y
subsanados ponen en acción nuestras idealizadas esperanzas, heridas y miedos más profundos. Desencadenando frente a una nueva
relación no sólo amor y entusiasmo sino que también angustia, rabia o tristeza.
Especialmente, si volvemos a sentir que estamos repitiendo lo mismo o que no dimos con lo buscado, reforzando creencias que rondan en nuestra cabeza, desde hace ya tantos años, tales como:
•
“Tengo un problema”
•
“No soy suficientemente buena, linda, inteligente, entre otras…”
•
“Ya no quedan hombres de verdad”
•
“Sólo atraigo a “pasteles”
•
“El amor jamás tocará mi puerta”
•
“Estoy condenada a la soledad”
•
“Nunca seré feliz”
•
“Esto me pasa por..”
•
“Nunca obtengo lo que quiero”
•
Entre otros.
Creencias que incluso te pueden llevar a pensar que deberías agradecer si “un peor es nada” o “lo que botó la ola” te hace el favor de fijarse
45
Constanza del Rosario
en ti. O que “lo mejor es que no te interese tener una vida sentimental”
y dirijas tus energías a trabajar o mantener una activa vida social.
Es que claro, si secretamente vives devaluándote a ti misma e
idealizando a otros o a la vida de los demás, ¡qué fácil será que
compres gato por liebre! O, ¡que de antemano tires la toalla!
Pero ojo, es tan dañino intentar calmar tus constantes ataques
de tristeza y ansiedad, tomando cualquier micro; como el decidir no subirse a ni una, para estar más tranquila y segura. Vivir
el amor y la sexualidad desde el miedo es el camino asegurado
hacia el desastre.
¿Por qué mencionó el sexo? Porque si tienes un estilo de vinculación
insegura se reflejará también en la cama, ya que, si bien es cierto que
la sexualidad puede separarse del amor, también es un hecho que
nuestra sexualidad se moldea a partir de nuestro sistema de apego;
por lo tanto nuestra intimidad sexual se verá afectada por éste.
Por ejemplo, si eres una mujer insegura ansiosa como temerás ser
abandonada por “no agradar al otro”, te cuestionarás constantemente la calidad de tu desempeño, tu apariencia y rendimiento sexual, siendo usuales pensamientos del tipo: ¿cómo me veo desnuda? ¿Me encontrará gorda? ¿Me encontrará sexy? ¿Cuánto placer y
excitación le provoco? ¿Me estará comparando con otras? ¿Pareceré
muy inexperta o demasiado experta? ¿Qué pensará de mí? ¿Seré capaz de alcanzar un orgasmo? ¿Tendré que fingirlo? ¿Cómo le digo si
no me gusta lo que me hace? ¿Y si me duele? ¿Cómo le pido que use
un condón? ¿Me llamará o después de esto? ¿Debería hacer, decir,
querer esto o aquello? ¿Por qué no me busca? ¿Será que no me desea? Etc.
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Pensamientos que, acarrean tal nivel de preocupaciones y ansiedad
que mermarán tu respuesta sexual; y, que te harán perder naturalidad y capacidad para relajarte y dejarte llevar, elementos imprescindibles para la conexión y el disfrute sexual.
¡Uyyyy! Y si eres una mujer algo evitativa, te llenarás de preguntas
tipo: ¿Por qué nunca tengo ganas? ¿Por qué cuando me busca me
genera rabia, agobio o rechazo? ¿Por qué no me puede penetrar?
¿Por qué a veces, no logro conectarme emocionalmente con mi pareja, pese a notar que el sexo me es físicamente agradable? ¿Por qué
nunca quiero dormir con alguien que pase la noche? ¿Por qué mi
pareja no me calienta, pero otros hombres sí? ¿Por qué alcanzo orgasmos a solas, pero no puedo en compañía? ¿Por qué a veces me
arde allá abajo? ¿Por qué prefiero que se “corra” rápido? ¿Por qué
para mí el sexo termina siendo un trámite o un deber?
Es decir, mis queridas lectoras, el que aún no sean las diosas de su
vida no es culpa exclusiva de los “malditos hombres”, que por lo demás también traen sus propias historias de crianzas y vínculos afectivos, sino que tiene mucho que ver contigo misma y cómo el modo en
que tu estilo de apego te empuja a seleccionar y vivir tus relaciones
sentimentales.
La lógica es simple: si eliges lo mismo, aunque tenga cara de distinto, siempre llegarás a los mismos resultados. Y quien elige eres tú (o
probablemente tu inconsciente), por ende, en vez de tratar que los
otros cambien, mejor hacer la revisión de los mil kilómetros y afinar
la propia maquinaria. Cómo diría Freud: “hacer consciente lo inconsciente” para retomar las riendas de nuestras vidas.
Ahora, ¡atenti! Todo lo que les he mencionado sobre crianza y modelos de relación sanos y no tan sanos, no deben ser utilizado como
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Constanza del Rosario
una justificación para comenzar a odiar a sus padres por no haber
tenido la suficiente madurez e inteligencia emocional, ni culparlos a
ellos de tus futuros fracasos amorosos.
Nuestro estilo de vinculación no sólo depende de las características
psicológicas de nuestros progenitores, sino cómo éstas se interrelacionan con nuestro temperamento y se ven afectados por otros factores
como nuestro género, el medio cultural en que crecemos, las circunstancias y estresores ambientales presentes, entre otros. Además, personalmente creo que los padres no nos tocan, sino que los elegimos; y
que a su modo, siempre serán maestros en nuestro camino.
Por lo tanto, la razón detrás de habernos detenido a explorar y reflexionar todo esto, es para que simplemente sean conscientes de un
importante factor que incide en nuestra vida sentimental y sexual:
“nuestro estilo de apego” Ya que como ya les señalé si queremos
convertirnos en las diosas de nuestras vidas, el primer paso es conocernos a nosotras mismas.
Aún nos queda un largo camino por recorrer, ¡pero no se desanimen!
La posibilidad y oportunidad de ser feliz puede dejar de ser un final
de fábula para ser parte de tu realidad, si te motivas y comprometes
a jugártela al cien por ciento por ti.
Por eso, les reitero mi invitación a hacerse responsable de su bienestar, a conocerse, aceptarse y perdonarse (a ti y a los tuyos) por haberse dejado de lado tanto tiempo. Para ir en búsqueda de esa diosa
que vive en tu interior y que por años ha estado cautiva en el Inframundo. ¡Porque aún estamos a tiempo de que recuperes tu poder
personal y dejes entrar el amor y el disfrute en tu vida!
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Y lo mejor de todo es que para empoderar a la diosa que llevamos dentro no necesitamos de un príncipe azul que venga en
nuestro rescate o que la fortuna esté a nuestro favor. Simplemente dependemos de nosotras mismas, de aumentar nuestro amor propio e inteligencia emocional. Porque lo creas o
no. ¡Tú tienes el poder! Para cambiar como te amas y amas.
Ahora, la no tan grata noticia es que no es tan fácil como leer un
manual y santo remedio. Ya les advertí: este libro no acarrea ninguna fórmula del tipo: ¡abracadabra patas de cabra! Y como lo
mío es la psicología, pero no la magia (la cual prefiero dejársela
a profesionales como los Magic Twins), sólo les puedo ofrecer a
lo largo de estas páginas, acompañarlas por un camino que –a
punta de sudor y lágrimas– yo misma, como muchas otras mujeres, hemos recorrido.
Y si bien, reeducarse emocionalmente no es una tarea fácil ni expedita, les aseguro que el esfuerzo es bien recompensado y que
las capacidades para hacerlo tienen de sobra. Sólo deben tener
fe en sí mismas. ¡Darle con todo!
De momento, dejemos esto de nuestras experiencias infantiles
hasta acá y volquémonos a descubrir otro factor que toda mujer
debe tener en cuenta a la hora de caminar por el sendero hacia sí
misma y su felicidad: hacerse conscientes de que estamos atrapadas en una prisión de cristal.
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Constanza del Rosario
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CAPÍTULO II
LA PRISIÓN
DE CRISTAL
Constanza del Rosario
PESANDO EL PASADO
Queridas lectoras, después de leer la primera parte de este libro,
quizás se han quedado pensando en todas esas veces que en sus
relaciones han sufrido uno que otro tropezón. E inclusive puede que
sean un poquito más consciente de cómo reaccionan frente al amor
y el desamor, pero que aun así, sigan preguntándose, ¿cómo nos
podemos explicar estas extrañas formas de amar?
Resulta que cada una de nosotras somos influenciadas -además
de nuestro estilo de apego- por una fuerza silenciosa e invisible
que ha ido guiando nuestros sentimientos, pensamientos y
conductas en torno al ser mujer, el amor y la sexualidad; una
fuerza que se llama cultura.
Cada cultura y los modelos de género imperantes en éstas, varían
acorde a la época histórica y al país del que estemos hablando. Por
ejemplo, en la época de nuestros abuelos o bisabuelos se hablaba
que una mujer debía dedicarse ciento por ciento a su marido e
hijos, porque estudiar una carrera era una rareza a la que muy pocas
osaban. Se esperaba que fueran excelentes cocineras y dueñas
de casa, por lo que era impensable verlas salir en las noches, con
sus amigas, a bailar o a conversar de la vida. Y se daba por hecho
que debían depender económicamente de su marido y aguantar
silenciosamente a esposos infieles o indiferentes por la imposibilidad
de solventar sus vidas y las de sus hijos sin su ayuda.
Igualmente, a los hombres se les exigía cumplir con ciertas normas
para poder ser considerados unos “machos de tomo y lomo”. Debían
demostrar fortaleza en todos los sentidos; impensable era soltar
una lágrima en público si llegaban a sentirse tristes o emocionados.
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(aunque a veces se me olvide)
Debían ser autoritarios y dominantes, sobre todo con sus mujeres,
y si alguna de nuestras abuelas se atrevía a confrontar estas
exigencias y decidía estudiar una carrera o trabajar fuera de casa…
¡ufffff! Eso significaba un dolor de cabeza para el marido, quien
corría el riesgo de ser mirado como “poco hombre” por sus amigos,
ya que si no era capaz de controlar a su propia esposa no sería
capaz de controlar nada.
Y era misión de ellos, como “buenos machos”, el dedicarse a trabajar
y mantener a sus familias, mientras el cuidado y la relación más
afectiva con sus hijos quedaba destinado de manera casi exclusiva a
las mujeres. Porque entonces ser papá se limitaba al rol de proveedor
y la mamá debía hacerse cargo de todo lo demás «¡Que para eso
tienen los hijos!», comentaba Juan, un viudo de 87 años.
A estas diferencias culturales determinadas por la época en que a
cada quien le tocó nacer, se suman las dadas por el país que nos acogió. Así, vemos cómo las mujeres de países islámicos deben cubrirse
de pies a cabeza una vez que salen a la calle, u otras en las que por
pertenecer a un tipo de religión hindú llamada Sikh, se les prohíbe
cortarse el pelo, hacerse cualquier tipo de piercing o maquillarse. O
incluso en países occidentales, como el nuestro, vemos a muchas
que han aprendido a odiar su cuerpo, transformándose en adictas a
las cirugías plásticas para poder sentirse atractivas.
La cultura en la que cada una de nosotras vive, nos constriñe
de un modo invisible a desempeñar determinados estilos de ser
mujer que, sin que seamos realmente conscientes de ellos, nos
ubican dentro de una cárcel de cristal que dificultará nuestro
camino hacia nuestro empoderamiento y realización personal.
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Constanza del Rosario
LA TRAMPA DISCRETA
Esta prisión de cristal de la que les hablo está formada por un
conjunto de reglas, exigencias y estándares que cada cultura fija
para cada género. Estos preceptos y conceptos los conocemos como
estereotipos o roles de género, y conforman una fuerza invisible y
silenciosa que nos indica paso a paso cómo ser mujer y cómo
comportarse “debidamente”; señalándonos a través de múltiples
maneras: qué se nos está permitido sentir y no sentir, decir y no
decir, pensar y no pensar, hacer y no hacer; por el simple hecho de
nacer mujer.
¿Recuerdan cuando nuestros padres nos decían mientras jugábamos
en el barro: «¡¡Pero eso no lo hace una señorita!!? ¡¡Ven a limpiarte!!»
Bueno, eso es justamente el reflejo de la influencia que tienen
los estereotipos de género en nuestra crianza y desde ahí, cómo
de múltiples maneras pueden limitar nuestras posibilidades de
crecimiento; cerrándonos puertas en vez de abrirlas.
Una de las formas más clásicas de transmitir estos estereotipos
de género es a través de la educación, los cuentos de hadas y los
juguetes infantiles “especiales para cada sexo”. Marta, 35 años,
madre de Isidora, una pequeña de cuatro años, comenta: «Estoy muy
preocupada porque Isidora no quiere jugar con sus muñecas. Saca a
escondidas los autos de su hermano y hace carreras, se arrastra por
el suelo y grita. No quiero que se convierta en un mamarracho. Quiero
que sea una niñita, como sus primas. No entiendo qué le pasa… no sé
qué hacer».
Lo que siente Marta no es un caso aislado. Una parte importante de
los padres y madres chilenos comparten la idea que para poder ser
una “mujer hecha y derecha” las niñitas deben evitar las actitudes
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(aunque a veces se me olvide)
competitivas, la libertad de expresión, las emociones como la rabia y
el gusto por “las cosas de hombres”. Prohibiéndonos no sólo ciertos
juguetes, sino que también una amplia variedad de actividades que
socialmente son consideradas como “masculinas”.
Atrofiando a través de estos discursos un montón de nuestras
potencialidades; haciéndonos dudar de nuestras capacidades,
talentos e inclinaciones personales por el sólo hecho de que nuestra
sociedad se ha empeñado en encasillarnos en un modelo arbitrario
y limitado del cómo ser mujer, que termina por influenciarnos de
diversas maneras.
Por ejemplo, imaginemos que estamos solas en nuestra casa y
de pronto encendemos la llave de la ducha y un infame chorro de
agua sale disparado hacia el techo: ¡Emergencia! ¡Qué horror! ¡Qué
hacemos! Seguramente, la mayoría de nosotras que incorporamos
la idea de que la gasfitería es un área masculina, no será de aquellas
féminas aguerridas que tienen su caja de herramientas bajo la cama
y “osan” arreglar el desastre por sí mismas. Lo más probable es que
optemos por llamar a ese hombre con alma de “maestro chasquilla”
que todas tenemos cerca, como nuestro padre, hermano, hijo, novio,
amigo o vecino; para que venga a rescatarnos de esta tragedia. ¿O no?
O imagínense que a nuestro auto se le pincha una rueda,
¡¡¡uuuuyyy!! Seguro que no dudaremos en llamar al mecánico o a
nuestro “príncipe azul” para que venga presuroso y nos salve. ¿O me
equivoco? Probablemente no, porque los estereotipos femenino y
masculino imperantes en nuestra sociedad nos empujan a definir
que estas son “cosas de hombres”, instaurando en nosotras una
especie de bloqueo mental para aprenderlas. Cuando en realidad,
en la práctica, no existe ninguna razón biológica para que no
podamos hacerlas.
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Pero vamos más allá y centrémonos en un ejemplo histórico de
esta influencia de los estereotipos en el desarrollo de las mujeres,
como por ejemplo en el desarrollo intelectual. Conocido es que,
por muchos años, las mujeres nos vimos desterradas del ámbito
académico. Era impensable estudiar y desarrollar nuestra capacidad
analítica, porque el estereotipo cultural imperante dictaminaba que
los asuntos de la razón eran cosas de hombres; y de las mujeres, lo
eran los del corazón; discurso que por lo demás, lamentablemente,
no ha cambiado del todo.
El alejar por años a las mujeres de las aulas ha acarreado como
consecuencia que el desarrollo científico en áreas como la ingeniería,
medicina, psicología, filosofía, geología, química, física y muchas
otras, se deba (en mayor parte) al aporte teórico desarrollado por
los hombres. Ello no porque las mujeres no pudiesen lograrlo,
sino porque se les estaba prohibido intentarlo y las pocas que lo
pretendieron o no han sido reconocidas por la historia o su sociedad
se encargó de castigarlas duramente.
Dura lucha tuvo que acontecer para que lográramos nuestro derecho
a estudiar, ya que no se nos creía capacitadas; lo que resulta bastante
irónico, teniendo en cuenta que hoy en día se ha podido comprobar
que las mujeres no sólo solemos obtener mejores calificaciones
a nivel académico que los hombres, sino que en muchos países
occidentales la cantidad de universitarias que logran acabar sus
estudios superan en número y logros a sus pares masculinos. No
obstante, ellos siguen obteniendo los cargos más altos y mejor
remunerados. ¿A qué se deberá esto?
Probablemente, entre otras cosas, a que aún no nos hemos podido
liberar del todo de los prejuicios que por siglos vienen alimentando
los estereotipos de género, que fomentan mitos del tipo: “las
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(aunque a veces se me olvide)
mujeres están “destinadas” a realizarse a través de la vida familiar y la
maternidad, y los hombres a través de la vía económica y profesional;
por lo que si una mujer trabaja es por “hobby” no porque lo necesita.
O que toda mujer antepondrá el tener o cuidar de sus hijos a su vida
profesional; o que muchas de las mujeres que estudian una carrera
no pretenden realmente ejercerla, asumiendo que lo que realmente
les interesa es tener un cartón que las haga más idóneas a los ojos de
“un buen partido” porque su objetivo es “casarse bien”.
Para Angélica, 19 años, esta presión social que dictan los estereotipos
queda absolutamente en evidencia cuando escucha las palabras de su
padre al tratar de orientarla en su elección de carrera: «Mi papá me dice
que una carrera como Ingeniería Agrícola no se ve bien en una mujer,
que mejor estudie para ser profesora, que también me interesa, porque
eso sí es de mujeres. Me dice que es más hogareño, más tranquilo. Pero
parece que a mí me gusta más Ingeniería. ¿Qué elijo?».
Vaya pregunta la que se plantea Angélica: «¿Elijo lo que yo quiero
o lo que otros esperan que yo sea?». Esta sí que es una encrucijada
vital que espero que cada una de ustedes se llegue a plantear en las
distintas esferas de su vida, porque tras ella se encuentra el camino
de cada una hacia gobernar su propio destino o, por el contrario, de
perpetuar el lugar de una esclavizada semi-diosa que se encuentra
presa (sin que ella se dé cuenta) en su prisión de cristal.
Abramos los ojos y démonos cuenta de cómo los roles y
estereotipos de género han dividido arbitrariamente el mundo
en actividades de hombres y de mujeres que atentan en contra de
nuestro desarrollo integral, que nos desempoderan y restringen.
Porque díganme, ¿cuántas mujeres chilenas son, hoy en día,
grandes deportistas o entrenadoras, ingenieras eléctricas, técnicas
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en informática, participan en el Congreso, son pilotos de avión,
gerentes de empresa o físicas? Seguro muchísimas menos que los
hombres. Y lo mismo se aplica para nuestros queridos compañeros,
porque, ¿cuántos de ellos se “arriesgan” a seguir las carreras vistas
como tradicionalmente femeninas? como Enfermería, Pedagogía,
Literatura, Nutrición, Danza, entre otras; desafiando con ello al
modelo del clásico “macho recio proveedor” corriendo el riesgo de
ser tachados de “especiales” o incluso directamente, de raros.
Por ello, debemos ser justas y aclarar que esto de los estereotipos
también ha tenido un alto costo para el sexo opuesto; quienes, por
estar demasiado tiempo enfocados en la conquista del mundo
científico-racional, dejaron de lado el desarrollo de una parte muy
importante de sí mismos: su inteligencia emocional.
De manera que así como los estereotipos se han ido encargando de
enclaustrar a las mujeres en la invisible prisión de los sentimientos y
han hecho del amor y del encontrar pareja su principal preocupación.
Del mismo modo, los hombres se han encerrado en la prisión del
trabajo, haciendo del éxito profesional su mayor inquietud, a costa
de un gran analfabetismo emocional y del no cultivo de relaciones
de calidad.
Y digo que es una prisión de cristal, porque por mucho que hayan
hombres y mujeres que desean o intentan escapar del estereotipo
tradicional de lo femenino y lo masculino, lamentablemente la
sociedad se encarga de recriminarlos, como sucede en el caso de
mujeres que hacen de su desarrollo profesional su prioridad número
uno o muchas otras que no sienten el llamado de la maternidad y
son, por ende, calificadas de egoístas, frías o raras.
Igualmente le ocurre a un montón de hombres que se mueren de
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(aunque a veces se me olvide)
ganas de tener la opción de mandar el trabajo “a la punta del cerro”
y simplemente dedicarse a la vida hogareña y a ser papás; o que no
les molestaría apoyar la carrera de su mujer y dejarla liderar dentro y
fuera del hogar; pero no lo hacen por el qué dirán; por el temor a ser
considerados poco hombres, pollerudos o fracasados.
Es que en la práctica, ¿cuántos han aceptado de buena gana que
ellas ganen o manden más que sus compañeros? ¿O que presidan
un gobierno? ¿O que por su trabajo sea el hombre a quien le toque
cocinar, cambiar pañales o limpiar el hogar? Sin considerarlo una
amenaza contra la estabilidad y la unión familiar.
¡Camino queda por recorrer!, pero pese a ello, ¡no perdamos ni la
calma ni la fe! Porque la oportunidad de salir de esta prisión de cristal
está más cerca que nunca, el mundo está cambiando. Y cómo dicen
algunos the future is female (el futuro es femenino). Lo que significa
que ya no puede ser entendido todo desde la polaridad rosado-azul;
las posturas inevitablemente se tendrán que flexibilizar y nuestra
misión y desafío como futuras diosas es ayudar a pensar el mundo
en lila.
Al respecto, es un hecho que las mujeres hemos ido ganando terreno
en el área intelectual, laboral y público, lo que inevitablemente ha
enfrentado a los hombres al desafío de desarrollar su lado rosa; en
particular su “Inteligencia Emocional” y así aumentar su consciencia
y habilidad emocional para involucrarse más y de mejor manera
en la vida del hogar, familiar y de pareja; porque así como nuestro
desafío como género es desarrollar nuestra inteligencia emocional
para empoderarnos, desarrollar nuestro amor propio y aprender a
poner límites más asertivos; el de ellos es aprender a expresar más
abierta y libremente su afectividad y empatizar más para conectar y
cuidar de verdad.
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Hoy en día, en Chile los valores de la masculinidad y la feminidad
están al inicio de una potente transición y, por ende, hombres y
mujeres nos encontramos en un momento de cambio que no es
nada fácil, porque implica necesariamente preguntarnos qué es
ser hombre o mujer y qué tipo de hombre o mujer deseamos ser;
cuestionamientos que muchos desean evitar y seguir aferrados a
lo tradicional.
Así es que, chicas, les advierto desde ya que habrán muchos y
muchas que intentarán que las cosas no cambien y que no logremos
liberarnos de la entrampada red de nuestra prisión de cristal,
poniendo cuesta arriba el camino hacia nuestro empoderamiento,
amor propio y felicidad. Camino que no implica convertirnos en
hombres ni competir con ellos, sino que consiste en ser capaces
de valorar lo femenino y conducirlo a su máximo esplendor y
posibilidades. Nada tiene que ver con apagar la luz del otro, sino
reencontrar con nuestro poder personal y brillar con luz propia.
PRISIONERAS DE UN ROL
¡Chicas, tomen nota y recuerden esto! Nuestra cultura se ha
encargado de inculcarnos la idea de que el amor es la vía perfecta
para cumplir con “nuestro” rol social y es el “único camino de
realización” de toda mujer.
Y para ello, ¿qué nos han dicho al respecto? Que debíamos mostrarnos
dóciles, buenas y románticas, como la Cenicienta o Blanca Nieves;
que por ningún motivo osáramos quedarnos de las últimas en una
fiesta y menos que mostráramos mucho interés sexual porque eso
“era muy mal visto por ellos”.
Lo anterior me recuerda a Carolina, hoy de 30 años, al comentarme:
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(aunque a veces se me olvide)
«Recuerdo que mi mamá no me dejaba ir a muchas fiestas ni menos
quedarme hasta el final. Según ella, si lo hacía me iba a ‘mosquear’,
lo que significaba que ningún hombre me iba a ‘pescar’, por ser fácil
y osada».
Hablando de osadía, ¿a cuántas les enseñaron que tomar la
iniciativa era un privilegio sólo de los hombres? Que cual Penélopes,
debíamos esperar sentadas a la aparición de nuestro “maravilloso
Ulises”. Que el sexo sólo debía practicarse por amor, para que los
chicos no nos tacharan de “sueltas”; mientras en ellos, curiosamente
toda conducta promiscua era endiosada y aplaudida.
Así como estos, son muchos los mensajes de género que fueron
definiendo nuestra forma de ser y actuar frente al mundo y, en
especial, frente al sexo opuesto.
Paz, una diseñadora de 28 años, lo tiene bien claro: «Mi mamá siempre
me decía que no me riera tan fuerte, que parecía cualquier cosa. Se
encargaba de que tuviera claro que así jamás iba a encontrar marido,
porque los hombres lo que menos quieren son mujeres escandalosas.
Pero yo me preguntaba: ¿Y yo? ¿Quiero a un hombre que no estaría
conmigo por esa razón? Mi respuesta fue siempre un rotundo NO. Así
es que seguí riéndome como me nacía, porque mi risa es parte de mí
y no estaba para andar reprimiéndola por no parecer escandalosa a
los ojos de algunos».
¡¡Uuuyyy, qué valiente e inteligente ha sido Paz!! ¿Cuántas de
nosotras, ante el mismo comentario, no se habría sentido mal
consigo misma, insegurizado y hubiese intentado encajar en esos
moldes y expectativas ajenas, intentado cambiar con tal de agradar?
Si reflexionamos sobre lo anterior, nos daremos cuenta que
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Constanza del Rosario
nuestra sociedad mantiene aún viva, en múltiples y sutiles formas,
la esperanza de que seamos unas chicas dóciles y tranquilas, que
tengamos opinión, pero ¡ojo!, no demasiada. Que dependamos del
hombre en la relación de pareja, que seamos sensibles y mimosas,
que asumamos un rol pasivo frente a las diversas circunstancias
de la vida (las cuales se extienden también al terreno sexual) y que
hagamos de nuestra pareja, y más tarde nuestra familia, el centro
vital de nuestra existencia.
«Porque si no me caso y tengo a un hombre a mi lado, ¿qué clase de
mujer soy? Da igual que trabaje en algo que me apasiona y me pueda
mantener sola, porque según lo que pienso y lo que dicen mis amigos,
nada de eso vale si no tengo un hombre a mi lado. No estoy completa
hasta que no lo encuentre. ¡Y ya estoy perdiendo las esperanzas! El
tema me tiene muy angustiada. No logro ser feliz así». Paula, 28 años,
ingeniera comercial.
Lo que siente Paula es compartido por muchas mujeres y refleja el
hecho que pese a que hoy en día a muchas se nos estimula a ser
independientes en el plano profesional, paralelamente aún se nos
enseña a identificar la feminidad con la dependencia emocional, que
en el caso de la pareja adquiere la forma de adaptación u obediencia.
Comenta Sofía, 22 años. «Desde que me puse a pololear con Renato,
ya casi no veo a mis amigas. Generalmente salimos con sus amigos
y vamos a sus carretes porque él dice que mis amigas lo aburren y
hablan puras tonteras. Igual me da lata, pero se supone que esto le
pasa a todas las mujeres cuando se ponen a pololear, ¿o no?».
La situación que describe Sofía seguramente le resultará familiar
a más de una, ya que “nuestro rol” pareciera exigirnos adaptarnos
al estilo de vida de nuestras parejas para sentirnos seguras en la
relación, a salvo de quedar solas.
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(aunque a veces se me olvide)
Y así, muchas comenzamos a adoptar los hobbies e intereses de nuestro galán; nos hacemos amigas de las parejas de sus amigos, vamos a
los lugares que a él le interesan y muchas veces, cual súbditas, dejamos de lado nuestro propio mundo, nuestros intereses, amigos y hobbies; los desplazamos a un rincón de nuestra mente, los desconocemos y abandonamos para rendirle culto al mundo del otro.
Comenzamos a adoptar poco a poco los roles que dictan los
estereotipos de género en nuestras relaciones de pareja, creyendo
que es parte de nuestra “obligación como mujeres” el que la casa
esté siempre linda y limpia, la cama hecha, los niños bañados, las
tareas al día y la comida servida.
Ello, pese a que la mayoría tenemos jornadas laborales igual de
largas que las de nuestros compañeros, sin embargo, nos sentimos
“obligadas” a hacer más, dar más, tolerar más y “aperrar” más; como si
el sacrificio fuese una característica femenina y el disfrute masculina.
Situación que no sólo se hace evidente en la crianza y las tareas
del hogar sino que también frente a la sexualidad, porque ¿cuántas
terminamos teniendo sexo sin disfrutarlo? presionadas por el mito
de género que dice que un hombre no satisfecho en la cama es un
potencial infiel; porque ellos, a diferencia de nosotras, “su biología”
los haría conducir sus vidas y sus actos desde el principio del placer.
En mi consulta he podido comprobar que vivir la sexualidad desde
el temor y el sacrificio tiene consecuencias devastadoras, ya que
muchas mujeres inevitablemente comenzarán a disfrutar cada vez
menos del acto sexual, disociándolo del placer, el relajo y la diversión
para pasarlo a la esfera del deber, como si fuera otro trabajo más a
cumplir en nuestra vida de pareja. Dejando lentamente de desear y
comenzando a evitar las relaciones sexuales porque… ¿A quién le
motiva tener sexo si este es vivido como una obligación?
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Constanza del Rosario
Vale la pena mirarnos y preguntarnos cuán arraigados se encuentran
en nosotras estos estereotipos y roles de género y si son o no
acordes a nuestro verdadero yo. Ya que en la medida que seamos
más conscientes de cómo soy y qué realmente quiero, podremos
detectar todas aquellas cosas que hacemos -y aquellas que dejamos
de hacer- sólo para calzar con el molde que se nos exige cumplir;
viviendo nuestras vidas como otros quieren que la vivamos, y no
como nosotras lo hemos decidido.
Para comenzar a filtrar quizás podríamos partir por preguntarnos,
¿por qué me junto más con los amigos de mi pareja y no con mis
amigas si las quiero tanto? ¿Por qué tengo relaciones sexuales a
regañadientes? ¿Por qué si quiero pasármela bien en la cama y
ser desinhibida, no lo logro? ¿Por qué he dejado de hacer eso que
tanto me gustaba (hobbies, deporte, salir a bailar, entre otros) para
dedicarle más tiempo a otros? ¿Por qué voy a lugares o me junto con
personas con las que no tengo ganas de hacerlo? ¿Por qué me cuesta
tanto saber qué es lo que realmente yo quiero hacer? ¿Por qué me es
tan difícil decir no?
Recuerden que cada vez que nuestras acciones se guían por el peso
del qué dirán o por la obligación, iremos perdiendo poder personal
y amor propio, alejándonos cada vez más de nuestra esencia, de
nuestros intereses, de nuestra vida. ¡Y lo más terrible! de nosotras
mismas, de nuestra felicidad y disfrute.
No sea que lleguemos a un punto en el que nos encontremos como
Claudia, de 30 años, quien nos cuenta: «Llegó un momento en mi
cumpleaños en que miré a mi alrededor y fue terrible lo que vi. Nada
de lo que había allí me reflejaba. Ni la casa, ni los muebles, ni la gente
que estaba allí, ni incluso mi marido. No quería celebrarme, pero
Francisco me obligó. Me dijo que no podía dejar de hacerlo, que todo
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(aunque a veces se me olvide)
el mundo celebra sus 30 años, que él iba a invitar a sus amigos igual.
Y volvió a repetirme lo que siempre me dice: “que estaba mal hecha”.
No me reconozco, no sé cómo llegué a este punto en mi vida. Es como
si otra persona hubiese elegido por mí todos estos años. No sé dónde
estoy. Estoy como perdida...».
Ahora, no vayan a creer que sólo nosotras somos prisioneros de los
roles de género porque ellos también lo están, de manera que a los
atributos que las sociedades tradicionales, como la nuestra, valoran
en la mujer, debemos sumarle los que la sociedad define y aprecia
como rasgos masculinos y que, lamentablemente, vienen a reforzar
el desequilibrio y polarización de los sexos.
Entre los rasgos que “un macho que se precie de tal” debe
tener, encontramos: la autonomía, fortaleza física y emocional,
autodominio y tendencia a dominar a los demás, -especialmente
a las mujeres- jamás sentir angustia, pena o dolor, estar siempre
en acción y pensar racionalmente, mostrar un gran impulso sexual
orientado a su propia satisfacción, ser independiente en sus vínculos
y focalizar su atención en sus propias necesidades e intereses. En
palabras sencillas desde la psicopatología: la sociedad avala y
espera que los hombres sean una tropa de narcisistas.
Unos hombres duros y poco empáticos, que no se conmueven
fácilmente, que no muestran ni expresen abiertamente lo
enamorados que están para no perder poder, ser tratados de
“macabeos” o débiles. “Justificando” desde el mito de un impulso
sexual masculino “irrefrenable” que lancen una canita al aire sin
sentir culpa ni arrepentimiento; porque de ellos no se espera que
cuiden, dependan o sufran en su vida sentimental.
«Siempre discutimos con la Camila por este tema. Ella quiere que yo
sea más cariñoso con ella cuando estamos con mis amigos, siempre
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Constanza del Rosario
se enoja por lo mismo. Yo no tengo problemas en ser cariñoso cuando
estamos solos, pero que no pida que lo sea frente a todo el mundo.
Sobre todo con mis amigos, porque después te suben al columpio y no
te bajan más. Te dicen “macabeo” y no paran. Es una lata. Por eso yo
prefiero ser lo más piola posible, aunque la Camila se enoje». Carlos,
22 años.
¿Ven las implicaciones amorosas que tienen, tanto para ellos como
para nosotras, los estereotipos de género?
Lo cierto es que a diario veo cómo estos estereotipos están a la base
de muchos de los problemas que tenemos hombres y mujeres para:
•
Amarnos a nosotras mismas.
•
Construir una relación sana con nuestras parejas.
•
Gozar de una sexualidad más plena y placentera.
Ello ya que el clásico ideal femenino de la mujer dócil, con poca
opinión, siempre ubicándose en segundo lugar, exenta de deseo,
sacrificada y preocupada por entero de los demás, continúa
debilitándonos y aprisionado. Del mismo modo que el estereotipo
de macho frío, independiente, infiel y campeón de la cama, los tiene
a varios estresados, vacíos e insatisfechos con su vida privada.
¿SE ESTÁ TRIZANDO EL CRISTAL O NOS VOLVEMOS A
ENTRAMPAR?
Los estereotipos de género, por ser un acuerdo colectivo grabado
en el inconsciente, son muy resistentes al cambio. Por lo que aún
podemos ver cómo muchos estereotipos tradicionales de género
pelean por permanecer vigentes en las mentes de todos, ya que
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
su reforma exige desafiar los antiguos patrones de pensamiento y
conducta y crear nuevas formas de relacionarnos y comportarnos
hombres y mujeres; como individuos y pareja.
Desafío que implica -además de una importante crisis de la
identidad femenina y masculina- un tremendo esfuerzo y un nivel
de compromiso energético que no todos están dispuestos a asumir.
Por lo que varios optarán por defender sus privilegios o aferrarse
a su zona de confort -aunque sea poco confortable- y preferirán
seguir pensando como siempre lo han hecho, justificándose con
frases tales como “es que las cosas son así, siempre lo han sido, y
siempre lo serán”; o las “feminazis quieren pervertir a las mujeres y
destruir a la familias; o “Dios creo a la mujer para servir al hombre”;
o “biológicamente hombres y mujeres están diseñados para cumplir
tal o cual rol”.
Negando el hecho de que los antiguos estereotipos de género, hoy
en día son imposible de sostener y que justamente de la equidad de
género depende el futuro de las relaciones de pareja, quienes son a
mi juicio, el núcleo de nuestra sociedad.
Por eso, ¡dejemos de aferrarnos a lo añejo! Y permitamos de una
vez por todas que hombres y mujeres puedan ser y hacer libres de
prejuicios y barreras de todo tipo.
Asumámoslo, el cambio es inminente; ya que hace un buen tiempo
ya, que las mujeres nos hemos visto en la necesidad, el deseo y
ambición de salir a la calle; de estudiar, trabajar, tener opinión
e incidencia política-social y dejar de centrarnos sólo en la vida
familiar para abrirnos al mundo laboral; buscar nuestro desarrollo,
cultivar nuestro amor propio, aspirar a nuestra plenitud sexual e
incluso cuestionarnos el matrimonio y la maternidad.
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Porque, ¿qué mujer hoy en día está dispuesta a hacerse cargo sola
de todo a cambio de nada? Seamos francas, para muchas el cuento
de la recompensa emocional de la libreta de familia y la maternidad,
ya no vende como antes. Ya que, cada vez somos más conscientes
de que si no hay a nuestro lado un partner que trabaje en equipo, el
costo personal de casarse y reproducirse es demasiado alto, poco
valorado e incluso castigado.
Y ha sido este cambio de actitud y mentalidad femenina quizás la
principal razón por la que ellos, se han visto empujados a tomar un rol
más activo en el hogar y en la crianza, a contactar con su sensibilidad,
desarrollar su inteligencia emocional, comenzar a considerar el placer
de su pareja y apoyarla en sus proyectos personales; porque hemos
dejado de adaptarnos pasivamente y queremos y aspiramos a más.
¡Cuán seguido escucho hoy en día a hombres que se mueren de
ganas de ser padres! Pero que esa decisión es postergadas por los
planes de carrera, viajes o de desarrollo personal de sus parejas.
Y si bien, muchos hombres ven en estos cambios la oportunidad
de liberarse de pesos excesivos y de cargas que les impedían ser y
disfrutar de ellos mismos y de sus relaciones, una parte importante
de ellos también ha comenzado a sentirse aterrado con la aparición
de estas nuevas formas de ser mujer, pues sienten que les arrebatan
el papel y los privilegios de “machos viriles” que por décadas se les
ha enseñado a representar y defender.
Por ello, no es de extrañarse que muchos hombres se sientan a la deriva,
aterrados, ambivalentes y enemistados con el empoderamiento
femenino y sigan en búsqueda de mujeres chapadas a la antigua.
Pero no son sólo ellos, sino que muchas mujeres también le temen
a su propio empoderamiento o lo rechazan en otras, porque creen
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
que al poner límites o priorizarse están siendo agresivas, egoístas o
demasiado autoritarias; o bien porque consideran que luchar por
una mayor equidad es igual a ser consideradas marimachos, harpías
o brujas. O simplemente porque en la práctica han experimentado
que si sacan su voz o son criticadas o no escuchadas.
Ejemplo de ello son todas esas situaciones en las que alguna de
nosotras, por el hecho de asumir roles identificados con el poder
(como jefas, dirigentes, gerentes o incluso presidentes), recibimos
todo tipo de quejas y reclamos porque actuamos de una manera
demasiado fuerte y autoritaria, o porque nos mostramos débiles y
poco enfáticas.
Situaciones en las que es frecuente escuchar quejas masculinas,
¡y femeninas!, en relación a la “masculinización” de esa mujer,
criticándola por poco humana y poco sensible, con frases del tipo
“está ahora se cree hombre”. O, por el contrario, si se comporta
de acuerdo a todas las características esperadas en una mujer
tradicional, es criticado su labor por ser “demasiado sensible”,
carente de autoridad o poco directiva para ser jefe -si es tu caso,
lo que necesitas participar del programa de liderazgo femenino
de @maryvaldescoach
¡Uy!, y vaya tema que se vuelve el poder en las relaciones de pareja y
el peso de los roles tradicionales en el quién manda a quién. Y, ¡qué
difícil es ser en Chile una mujer con poder! Y más aún, ¡qué difícil
es ser la diosa de tu propia vida cuando varios están pendientes de
cuestionarte y decirte cómo deberías ser, pensar, actuar y sentir!
Como si fuese un pecado la autonomía, la capacidad de decisión, la
autoconfianza, el liderazgo, la lógica y la firmeza en una mujer.
No nos damos cuenta, pero la cultura a veces nos tiene atados de
manos y pies y nos tironea hacia lados contrarios. Ya que por un lado,
69
Constanza del Rosario
una serie de mensajes refuerzan “la emancipación femenina” y nos
estimulan a que las mujeres nos desarrollarnos profesionalmente,
seamos independientes, alcancemos metas y objetivos, aprendamos
a ser líderes de equipo y buenas jefas, proactivas, gozadoras y
creativas dentro y fuera de la cama.
Y por otro, muchos mensajes que promocionan el antiguo
estereotipo femenino, que nos exigen todo lo contrario: dedicarnos
en un ciento por ciento al cuidado del hogar y la familia, depender
económica y afectivamente del marido, seguir las reglas impuestas y
no cuestionarlas demasiado, comportarnos “como señoritas”, cuidar
la autoestima sexual de nuestra pareja, entender el sexo como un
deber marital y, en general, todas aquellas características que se
asocian más con asumir un rol pasivo y sumiso frente a nuestras
vidas y el mundo.
Entonces, ¿cómo no sentirnos confundidas? ¿Cómo no sentirnos
prisioneras de un rol?
Como le sucede a Pamela, 28 años: «Con mi pololo estamos bien, pero
hay ciertas cosas que me descolocan y que no entiendo. No sé cómo
responder: por un lado me dice que adora que yo sea independiente
y trabaje para ganar mi propia plata, que eso le encanta de mí. Pero
cuando le digo que nos vamos a juntar después de la pega con mis
compañeros de trabajo, ¡se enfurece y me dice que qué me he creído!
Es que no le gusta que ande tarde por ahí, que no es de “señoritas”. La
verdad es que sus exigencias me confunden. No sé qué espera de mí,
y no sé qué hacer».
El caso de Pamela refleja muy bien el período de transición en el
que nos encontramos, ya que estas nuevas formas de ser mujer,
más independientes, fuertes y osadas, chocan en muchos casos con
los modelos y expectativas de parejas que aún siguen pegados en
70
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
estereotipos más tradicionales. ¿Será que aún falta dirigir un poco
más de esta lucha por la igualdad hacia la intimidad?
Yo al menos, estoy convencida que sí; porque lo cierto es que en
el ámbito privado sigue siendo muy difícil para muchos compartir
ciertos privilegios y roles, adaptarse a una nueva realidad más
equitativa, en la que muchas mujeres ya no son “llaveros”, listas y
dispuestas para seguir a sus parejas a todas partes cuándo y cómo
quieran, ya que ellas también tienen interés, sueños y proyecciones
personales y en ocasiones distintas a las de su pareja.
¡Y cómo cuesta extender la democracia a la cama! Cuando tantos
-y tantas- se resisten a aceptar que los hombres no son los únicos
que puedan llevar la batuta en lo que refiere a iniciativa y novedad
sexual. Ello ya que el empoderamiento femenino en esta área sigue
siendo visto por algunos como una amenaza a su poder e identidad
o como un índice de decadencia moral.
«Lo que me más me gustaba de Juanita era saber que no había tenido
muchas parejas, su inexperiencia me hacía sentir especial; sufrí mucho
cuando terminamos, estaba muy enamorado… Ahora que ella quiere
regresar conmigo yo no puedo dejar de pensar con cuántos se habrá
acostado; ya no la puedo mirar con los mismos ojos; no me siento
seguro a su lado, ¿qué hago? » Julián 35 años.
DESAFÍOS EN TIEMPO DE IGUALDAD
Ante todos estos cambios que estamos viviendo, equilibrar y facilitar
la comunicación y comprensión mutua entre ambos géneros es y será
el gran desafío de esta era. Especialmente cuando el pensamiento
machista opone resistencia o cuando la búsqueda de la equidad de
varios grupos feministas no acaba de ser bien comprendida y asumida.
71
Constanza del Rosario
Ejemplo de esas situaciones que perpetúan “la guerra de los sexos”
son todos aquellos discursos que siguen intentando perpetuar
el clásico estereotipo de “la mujer florero”, “la mujer llavero”, “la
mujer objeto”, “la mujer sacrificada”, “la mujer casta”, etc. Mientras
otras lo intenten reemplazar por otros peligrosos estereotipos: el
de “La Mujer 10”, “La Reina de Narnia” y “Samantha de Sex and the
City”, entre otros. Haciéndoles creer a muchas que ser una mujer
empoderada es:
•
Comportarse como un hombre para ser respetada.
•
Poner su corazón en el freezer para ser competitiva, triunfadora
y líder.
•
Volverse la abanderada del sexo sin amor, del amigo con ventaja
y del one night stand, del touch and go, de los toy boy, infiel por
deporte y fóbica al compromiso.
•
Adoptar una actitud hipernarcisista, exitista y consumista.
¡Grave error!, ya que una mujer empoderada no sigue ningún patrón
y menos uno que le cuarte ser ella misma por vivir disociada o a
la defensiva. Una mujer empoderada ama sus emociones, no les
teme. Una mujer empoderada no compite ni siente que le tiene que
demostrar nada a nadie, se siente orgullosa de ser ella misma.
Así que, ¡chao con creer que empoderamiento es ser una súper
mujer! Chiquillas las quiero auténticas, libres, gozadoras, vulnerables
e imperfectas. ¡Las Diosas de su vida!
Y si bien es cierto, queda mucho camino por recorrer y pega por
realizar, ¡hay que hacerla! Aprovechemos que corren vientos de
cambio hacia un mayor respeto, valoración, colaboración e igualdad.
72
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Ahora, de seguro muchas se preguntarán, ¿por qué no seguir como
antes y ahorrarnos tanto problema? Por tres sencillas razones:
1. Porque al mantener el viejo rol de la mujer que se debe sólo a
su pareja, a su familia y a su hogar, dejamos de lado y olvidamos
a la persona más importante e imprescindible de cuidar para que
podamos luego cuidar de otros: a nosotras mismas. Con ello, no digo
que ser dueña de casa, mamá o esposa sea inadecuado, sino que
es poco saludable olvidar que además de esos roles somos mujeres
con necesidades de tiempo, dedicación, cuidado y espacio personal.
2. Porque se nos haría incómodo vivir en medio de una cultura
que aún predica la idea de que todas las características que son
deseables en nosotras, tales como: el ser receptivas, sensibles,
intuitivas y pacíficas, no son las más valoradas en una sociedad
como la nuestra; por lo que al desempeñar exclusivamente el rol
femenino tradicional seguiríamos siendo desde la mirada de ese
mundo patriarcal, el “sexo débil” o las “segundonas” de la historia.
Y no estamos para eso.
3. Porque ser el objeto de placer de otro y mantener relaciones
sexuales con un mero fin reproductivo y no para disfrutar de la
intimidad erótica sería un verdadero retroceso. Desde el invento
de la píldora anticonceptiva hasta nuestros días se han producido
importantes avances en lo que refiere a la sexualidad femenina.
Dejar de lado esas posibilidades de goce individual y compartido
por retomar el cinturón de castidad, no me parece una opción ni
saludable ni entretenida.
¿No lo creen?
Antes de cerrar este segundo capítulo, me gustaría pedirles que
en las páginas que restan, no dejen de tener en cuenta que la raíz
73
Constanza del Rosario
de muchas de nuestras inseguridades, problemas afectivos y
conductuales están asociadas a:
•
Nuestras experiencias infantiles que han conformado nuestro
sistema de apego.
•
Los estereotipos y roles de género que refuerzan creencias en
torno a nuestros derechos, capacidades y valor.
•
Y nuestra falta de educación formal en Inteligencia Emocional
que facilita que se perpetúen esos malos aprendizajes afectivos
infantiles y que continuemos guiando nuestras vida a partir de un
montón de peligrosos mitos de género, románticos y sexuales.
Les recalco esto porque quiero que sean conscientes de esas
enormes fuerzas y circunstancias invisibles que hasta el momento
vienen obstaculizando ser y vivir como quieren y merecen. Porque
tal como me dijo una gran persona alguna vez: «el último en
darse cuenta de la existencia del agua, es el pez».
Y no me queda más que reiterar mi invitación a comprometerse con
ustedes mismas, a hacer uso de su fuerza de voluntad para dejar atrás
malos hábitos e ideas erróneas que arrastran hace años. E invertir en
desarrollar su inteligencia emocional con el objetivo de recuperar su
poder personal y aprender a amar y gozar más y mejor.
Porque son mucho más que su historia y sus circunstancias…
Ustedes son la diosas de su vida. ¡No lo olviden!
BONUS TRACK: ¿INTELIGENCIA EMOCIONAL?
No me quiero extender en este tema que da para escribir un libro
completo. Sin embargo considero imprescindible aclarar qué es la
74
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Inteligencia Emocional, la importancia que tiene en nuestras vidas y
porqué es crucial educarla y cultivarla si queremos ser felices solas o
acompañadas.
En la década del 80 el psicólogo estadounidense Howard Gardner
estableció que las capacidades de nuestra mente no forman parte
de una sola habilidad llamada inteligencia, sino de múltiples
inteligencias que trabajan en paralelo. Identificando ochos
inteligencias o habilidades mentales distintas, varias de las cuales
son educadas formalmente durante nuestro paso por el colegio:
•
Inteligencia lingüística (enseñada a través de lenguaje).
•
Inteligencia lógico-matemática (a través de matemáticas)
•
Inteligencia espacial (a través de artes visuales)
•
Inteligencia musical (a través de música)
•
Inteligencia corporal (a través de educación física).
•
Inteligencia naturalista (a través de ciencias naturales)
•
Inteligencia intrapersonal (que supuestamente debería
educarse a través de orientación y no sucede así)
•
Inteligencia interpersonal (ídem)
Estas dos últimas inteligencias -la inteligencia intra e interpersonalcomponen la Inteligencia Emocional es decir la inteligencia
que nos capacita para identificar, entender y manejar las
emociones propias y ajenas y actuar de manera asertiva frente
a éstas, favoreciendo la relación positiva con nosotras mismos y los
demás, nuestra salud física, sexual y mental y nuestro rendimiento
académico y laboral.
75
Constanza del Rosario
En definitiva ser emocionalmente inteligentes es clave para ser las
Diosas de nuestra vida, porque si queremos ser dueñas de nosotras
mismas el primer paso es ser consciente de nuestras emociones y
aprender a entenderlas y regularlas; para poder dominarlas en vez
de que ellas nos dominen. Especialmente si tenemos en cuenta que
son las emociones -y no la razón- las que nos disponen a actuar y
decidir.
Lo cierto es que la lógica tiene poca incidencia en nuestras
reacciones, por lo que aunque sepamos “racionalmente” que
deberíamos poner fin a algo, no sufrir u obsesionarnos con tal o cual
cosa, o comportarnos de otra manera frente a X; es nuestra falta de
Inteligencia Emocional la que nos empuja a quedar adheridos a lo
que no nos conviene, daña o no funciona por razones irracionales
que son “entendibles” desde la emoción.
Después de 20 años de estudio y ejercicio profesional les puedo
asegurar que es absolutamente imposible ser feliz, tener una
vida de pareja satisfactoria y una sexualidad plena -y menos
todo a la vez- si no somos emocionalmente inteligentes. Razón
por la que -tras el nacimiento de mi hijo Carlitos Aukán- decidí
fundar @RelacionesInteligentes con el objetivo de impulsar una
reforma para integrar la educación de la inteligencia emocional al
currículum de formación docente y escolar, iniciativa que pueden
conocer y apoyar a través de www.relacionesinteligentes.com
Y la razón de impulsar algo tan grande y complejo es prevenir que las
futuras generaciones sigan sufriendo y aprendiendo a la mala cómo
amar, amarse y disfrutar. No sé si tiene que ver con el despertar de
mi lado maternal, pero realmente quiero acercarles la oportunidad
de empoderadas desde pequeños para ser la mejor versión de sí
mismos como personas y seres humanos.
76
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Y esto porque, ¡cómo me hubiese gustado a mi tener un ramo así! Y
ahorrarme tanta tontera, metidas de pata y dolores de cabeza, ¡y a
cuántas de ustedes les hubiese gustado también tenerlo!
Tratando de reparar esa carencia educativa es que he escrito este
libro y además he desarrollado el programa “Protagonista de mi
vida” -disponible en mi web www.constanzadelrosario.cl - para
desarrollar esta inteligencia que en la escuela no nos enseñaron,
¡pero pucha que es necesaria para la vida! Y recuperar el poder de
nosotras mismas y de paso liberarnos de tantos complejos.
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Constanza del Rosario
78
CAPÍTULO III
LO COMPLEJO DE
SER UNA DIOSA
Constanza del Rosario
NADANDO HACIA LA SUPERFICIE
Mis estimadas lectoras, tras haber leído el primer y segundo capítulo
de este libro ya deben tener más o menos claro la forma en que
nuestras experiencias infantiles y nuestra cultura nos han inducido
a dejar de lado nuestro auténtico yo, por vivir desde el miedo al
desamor o de acuerdo con “lo debido”.
Probablemente muchas, por primera vez, serán capaces de
reconocer que, tras su capa de súper mujeres, de dóciles chicas o
femme fatales, no paran de preguntarse quiénes son, qué sienten,
cuánto valen y si esta es la vida que quieren llevar.
Incluso muchas empezarán a aceptar que quizás tras su aparente
sonrisa, su activa vida social o laboral, esconden un fuerte
sentimiento de incomodidad, soledad, confusión y preocupación
por “dar la talla”; así como por saber si las personas que queremos
nos aman de verdad. Y cuánto de su cariño depende de nuestra
capacidad de agradar y de representar el confuso y demandante rol
de la “mujer ideal”.
Reconozcámoslo, vivimos demasiado preocupadas por adelgazar
y ser bellas, por ser exitosas y humanas, fuertes pero sensibles,
maternales pero emprendedoras, atrevidas pero “bien portadas”,
sexys pero recatadas; entre otras miles de obsesiones y esfuerzos por
ser perfectas.
Convertidas en unas verdaderas prisioneras del rol, adictas a la idea
del príncipe azul y deseosas de un príncipe negro (especialmente
tras leer las Cincuenta sombras de Grey) Esclavas de los vaivenes del
qué dirán, del inconsciente, de los estereotipos de género, de los
mitos del amor y la pasión.
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SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Atrapadas en medio de una serie de complejos femeninos: de súper
madre, de doncella en peligro, de bomba sexual o de mujer maravilla.
Presas de una serie de preceptos sobre “el deber ser” que
nos tensionan, confunden y abruman a cada instante y que,
paradójicamente, intentamos encarnar para sentirnos menos
acomplejadas; logrando justamente el efecto contrario.
Por ello, para hacer esto más evidente las invito a continuación a
revisar algunos de esos complejos que tanto nos acomplejan.
Puede ser que se identifiquen con uno o más de uno; lo importante
es darse cuenta cuál las tiene cautiva para comenzar desde ya a
deconstruirlo y trabajarlo. Porque, ¡tú puedes! ¡You got the power!
(Tú tienes el poder).
DIOSAS CON COMPLEJO DE MAMITA CORAZÓN DE
ABUELITA
Díganme...
• ¿Cuántas de ustedes sienten que en sus relaciones amorosas
desempeñan roles de cuidadoras o, incluso, llegan a sentirse
más como la madre que como la pareja?
•
¿Cuántas se han cuestionado si su galán está con ustedes por
necesidad o comodidad, más que por amor?
•
¿Cuántas tienen la sensación de que otros las utilizan para
sobrevivir y sentirse mejor con ellos mismo?
•
¿A cuántas les ha sucedido que el tipo que les gusta ve lo
incondicional, atentas y cariñosas que son, pero termina
eligiendo a otra como su pareja oficial?
81
Constanza del Rosario
Si tienes o has tenido alguna vez estas sensaciones es quizá porque
en tu vida amorosa eres excesivamente maternal.
Es decir, vives atenta a las necesidades, llantos, llamados y
berrinches de tu galán, cuidándolo, mimándolo, entendiéndolo
y perdonando sus rabietas y “cagadas” como si fuera una guagua
con bigote. Convencida de que él y tu relación de pareja dependen,
exclusivamente de tu capacidad de entrega y cuidado; tal y como un
bebé depende de una madre.
Ahora bien, este complejo de súper mamá es algo que, se nos viene
enseñado desde pequeñas con tanta muñequita, tacita y casita con
las que se nos hacía jugar; imitando a esas abnegadas madres que se
dedican todo el santo día a cuidar de su hogar y de su familia.
Incorporando a través de este y otros juegos un modelo de mujer
que es esencialmente para otros y no para sí misma. Haciéndonos
creer que nuestro valor personal dependía del ser necesarias.
Situación reforzada por muchos y muchas que se han encargado de
repetirnos que una “buena mujer” es “una mártir del amor”, algo así
como una santa que atiende, cuida y comprende a su pareja; que
procura a su amado alimento, higiene y descanso. Y ello, pese a sus
desagradecimiento, indiferencia y mal humor.
Ahora bien, ustedes se preguntarán: ¿cómo fue que pasamos de
jugar a las muñecas a interpretar el rol de mamá de nuestra pareja?
La explicación la encontraremos en cierta disposición biológica
femenina a cuidar y empatizar -estimulada, como ya les dije, por
nuestros altos niveles de estrógeno- potenciada por los estereotipos
de género y los mitos románticos que definen una relación amorosa
82
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
adulta, de un modo muy similar al de una madre con su recién
nacido, al decirnos que el amor de pareja significaba:
•
Entrega total
•
Incondicionalidad
•
Autosacrificio
•
Auto-renuncia
•
Esmero y sufrimiento
Mensajes incentivados por diversas instituciones y grupos sociales
como la escuela, la universidad, los profesores, las amistades, los
medios de comunicación, el cine, la publicidad, la política, la religión,
la economía y otros varios más. Aseverando que el amor verdadero es:
•
Entregarse por completo e incondicionalmente a la persona
amada.
•
Hacerla el ser único y fundamental de nuestra existencia.
•
Consagrarnos a su bienestar.
•
Considerarnos incompletas sin nuestra “alma gemela” o “media
naranja”.
De manera que si “realmente estamos enamoradas de alguien”, es “esperable” que no dejemos de pensar en esa persona, de estar a su lado,
de hacerlo nuestra preocupación principal. Porque SOMOS UNO.
Además, se nos dijo que quien realmente ama a otro lo demuestra
incondicionalmente, a través de su capacidad de sobreponerse a las
desatenciones, los malos tratos, las traiciones, las ingratitudes, los
abandonos y las arrogancias de “su verdadero amor”.
83
Constanza del Rosario
Bajo la promesa que la persona amada no tardará en reconocer tus
esfuerzos y bondad y descubrir que eres la mujer de sus sueños. Ya
que gracias “a la fuerza del amor” sus sentimientos, pensamientos,
conductas o psicopatología cambiarán -de la noche a la mañana- y
te hará la mujer más feliz del mundo, recompensando así todos tus
esfuerzos e infinito amor.
Promesa que rara vez se cumple en la realidad y que tristemente ha
conducido a millones de mujeres en el mundo a morir en manos de su
“adorable pareja”. De la que no se alejaron a tiempo -o ya muy tardeconvencidas de que amar es “dar hasta que duela”, que “el amor lo
puede todo”, que “el amor es ciego” y que “el amor es más fuerte”.
Como muchas, atrapadas en este complejo de “mamá corazón de
abuelita” han creído que la intensidad de sus sentimientos o el nivel
de compromiso hacia su pareja es equivalente al nivel de esfuerzos,
tiempo y energía dedicado a sacar adelante una relación.
Mito que facilita tolerar y negar sufrimientos de todo tipo; flexibilizar
sus límites, justificar lo injustificable y adaptarse a su pareja. Autoconvencidas de que los cuentos de hadas pueden ser realidad y que
sus sentimientos y entrega bastarán para derrotar todo obstáculo
interno o externo que les impida ser “felices para siempre”.
No quiero decepcionarlas, chicas, pero, ¡vaya sarta de tonterías! ¡Qué
lavado de cerebro! Abandonarte a ti misma, ignorarte, esclavizarte y
torturarte NO es amor; es justamente lo contrario, es despreciarte a
ti misma y endiosar a un simple tipo de carne y hueso y hacerlo el
“Niño Dios”.
¡Grave error!
84
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Porque el amor de pareja no es una religión, no se sostiene en
tu caridad, abnegación, martirio, consagración y ofrenda a tu
pareja. Es una interacción y negociación constante entre dos
iguales, que se valoran, respetan y apoyan mutuamente.
El “amor de verdad” no necesita que te conviertas en una
santa o súper mamá que se deja de lado para cuidar y hacer
feliz a los demás.
Te digo ello por dos obvias razones:
1. No tienes súper poderes ni se te ha comprobado ningún milagro
digno de canonización. Por ende, no te exijas ni des más de la cuenta,
al fin y al cabo, en la realidad, pocos lo agradecen.
2. Resérvate la maternidad para tus hijos y aún así nunca olvides
que eso es un aspecto de tu vida y no toda tu vida; que llevar nueve
meses a un hijo no significa llevarlo de por vida tú sola.
¡No se rían! Por evidente que suene, lamentablemente solemos
adoptar el disfraz de mamita corazón de abuelita, más seguido de lo
que quisiéramos; gastando sangre, sudor y lágrimas en una relación
que casi nunca sale a flote y que no queremos abandonar porque
“ya hemos invertido demasiado”, porque “estamos enamoradas”,
porque “solo nosotras lo entendemos”, porque “nos necesita”.
Pero la razón de fondo es que hemos interiorizado la versión
masoquista del amor y no hemos entendido aún el significado
de conceptos tan importantes como el de “amar al otro como a ti
mismo” y que “la caridad parte por casa”.
De hacerlo, comprenderíamos que antes de cuidar a otros, debes
aprender a velar por nosotras mismas, para luego poder entregar
cuidado y amor de calidad.
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Constanza del Rosario
Acéptate, eres una mujer de carne y hueso y no la versión renovada
de Teresa de Calcuta o la súper chica. Y en tu calidad de ser humano,
tu “supuesto” altruismo –que sabes bien que en el fondo es una
reacción a tus miedos de no ser querida o abandonada– tiene un
importante costo para ti.
Con la manito en el corazón, ¿cuánto de ese sacrificio, entrega y
tolerancia desmedida termina convirtiéndose en estrés, angustia,
rabia, desesperanza y frustración?
De seguro, ¡un montón!
Así que, a la mamita corazón de abuelita, que se viste de heroína y
usa la aureola de santa, díganle que se tome unas largas vacaciones,
que tú debes concentrarte en cuidarte, mimarte, quererte, idolatrarte
y gustarte a ti misma.
Y recuérdale ese sabio dicho que dice: “Cría cuervos y te sacarán
los ojos”. ¡Ahhhhh! ¡Y no te busques hijos! Búscate un partner bien
autónomo, proactivo y madurito.
Las diosas con complejo de mamita corazón de abuelita,
desempeñan roles maternales de protección, entrega y cuidado
excesivo en su vida amorosa, viviendo para su pareja y la
relación más que para sí mismas.
Desde pequeñas han interiorizado un modelo de mujer-madre
sacrificada, entregada, tolerante, altruista y abnegada, modelo
que a su vez, ha sido reforzado por una visión masoquista del
amor que prediga la entrega total, incondicionalidad, autosacrificio, auto-renuncia, esmero y sufrimiento por la “media
naranja”.
86
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Estas mujeres deben aprender a volverse ellas mismas su
prioridad número uno y a darse cuenta que se relacionan con un
hombre y no con un bebé dependiente y necesitado.
EL COMPLEJO DE DAMA EN PELIGRO
Algunas preguntas antes de continuar:
•
¿Te sientes o te has sentido a lo largo de tu vida como una princesa
en espera de ser rescatada por el hombre de sus sueños?
•
¿Has vivido albergando la esperanza que la llegada del amor
cambiará tu vida?
•
¿Consideras que tu felicidad es igual a estar en pareja?
•
¿Piensas que es necesario tener una pareja para sentirte
completa o bien contigo misma?
•
¿Sientes que la soltería es un riesgo, una situación que te
desequilibra y que hay que terminar con ese estado lo antes
posible?
Si es así, déjame decirte, que sufres -como muchas- del complejo de
doncella en peligro. Inconscientemente crees que la solución para
lidiar con tu sensación de vivir prisionera en una torre y atormentada
por tu dragón interior, es la llegada de un hombre ideal que te ampare
y te salve de ti misma y la soledad.
Pero, ¿de dónde surge esta identificación con la dama en apuros?
Probablemente de la incorporación -del insalubre y repetido mito de
género- de que toda mujer necesita un hombre que la ame y la salve
de sí misma.
87
Constanza del Rosario
Inculcándonos desde pequeñas la idea que somos unas débiles
e inestables palomas y que, en nuestro “inherente estado de
minusvalía” queremos y necesitamos a un hombre en nuestra vida.
Ya que, sin él estaríamos siempre en peligro, al borde de la desgracia,
la locura o la desdicha.
Metiéndonos en nuestra cabeza la idea de que debíamos aprender
a mantenernos sometidas y cerca de “nuestro protector”, ya que
cualquier alejamiento de esa persona de la que “depende” nuestro
bienestar, sería potencialmente peligroso.
¿No recuerdan cómo de pequeñas se nos enseñó que las niñas
debían jugar donde las pudiesen ver los adultos, porque eran
más frágiles y debían ser más cuidadosas y protegidas que a los
chicos, a quienes se les permitía jugar e ir más libremente por
aquí y por allá?
Si alguna vez escucharon algo semejante se darán cuenta que con
mensajes como estos es que se nos ha hecho algo “natural” el pensar
que estar sola es amenazador y que necesitamos estar acompañadas
de alguien “más fuerte” -un hombre- para sentirnos más seguras y
más cómodas con nuestra vida.
Y, ¡qué mejor forma de alcanzar el resguardo, estabilidad y seguridad
que a través de la pareja, el matrimonio y el hogar! ¿O no?
Recuerden que históricamente se nos ha recalcado que, cual
damiselas en peligro, no seríamos capaces de hacernos cargo –del
todo– de nuestra propia existencia y que necesitaríamos guía y
apoyo a la hora de tomar decisiones y emprender nuevos caminos.
Por lo que, precisaríamos estar constantemente cerca, en contacto
o en búsqueda de nuestro “príncipe azul” para que nos cuide y nos
88
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
defienda del lobo, el villano de turno, los problemas del diario vivir y,
particularmente, de nosotras mismas y de nuestra endeble existencia.
¿Se dan cuenta cómo nos han tratado de convencer que somos unas
“frágiles doncellas”, de temerle a la soledad, y considerarla el peor de
los castigos posibles?
¡Y cómo no! Si nos vienen insinuando, tácitamente, una gran falacia:
“si una mujer está soltera no es porque ella quiera –a diferencia de los
hombres– sino porque es “rara”, no da la talla o nadie la ha elegido”.
Negando con ello nuestras capacidades de decidir con quien
compartir nuestra vida o de vivir la soledad como un tiempo y
espacio de realización personal. Convirtiendo nuestro estado civil en
índice de nuestra valía social y termómetro de nuestra autoestima
personal, como si al tener a nuestro lado a un hombre que “nos haya
elegido” equivaldría a una “prueba irrefutable” de que somos dignas
de amor.
Y tan importante se vuelve el discurso de que una mujer se realiza y
completa al estar en pareja, que incluso más de alguna, con tal de
tener esta importante relación –o conservarla– llegará a soportar
una serie de malos ratos y dolientes tratos. Ya que para muchas
“peor es nada”.
¡Y no exagero!, porque basta con ver cómo las típicas películas de
adolescentes gringas que persistentemente nos mostraban a la
chica poderosa, pero malvada: la capitana de las porristas –hermosa,
sexualmente activa y deseada– junto a otra chica endeble, pero muy
buena y virginal: la don nadie, eternamente enamorada de un chico
imposible de alcanzar, de la cual se burlaban y constantemente
humillaban, mientras ella aguantaba estoicamente.
89
Constanza del Rosario
Por supuesto, hasta el día que obtiene su loable venganza: el chico
de sus sueños –que la ignoró y maltrató durante años– descubre
su bondad y belleza y se enamora de ella, quien, pese a todas las
barbaridades cometidas, lo perdona y es “feliz con él para siempre”.
Ya que, desde que el chico la elige, deja de ser una don nadie y se
convierte en la REINA del baile de graduación y es admirada por toda
su escuela.
¿Ven cómo culturalmente se nos repite, una y otra vez, que
dependemos de un hombre y de su aprecio para que otros nos
valoren, respeten y admiren, y no de nosotras mismas?
¿Comprenden, ahora, cómo este modelo de doncella en peligro nos
conducirá más probablemente a la angustia, la desesperanza y la
depresión, que a nuestro bienestar y al amor?
Por ello, a esa doncella en peligro díganle que no necesitan a un
hombre que la salve, sino que se necesita a sí mismas. Que se deje
de buscar un príncipe y se concéntrate en tener una relación íntima
consigo misma.
¡Chao con el traje rosadito de princesita! Entra en cordura y
comprende que, en tu interior, alberga una enorme fuerza y que
nadie hará por ti lo que no estés dispuesta a hacer por ti misma.
¡Juégatela! Tente fe, cree que en tu interior, vive esa diosa que
te apoyará y guiará para elegir el sendero que te llevará hacia tu
bienestar y realización personal.
¡Atrévete a liberar a la princesa de su cautiverio y domina tu dragón
interior! Sólo así te sentirás segura, protegida y querida, pase lo que
pase en tu vida y digan lo que digan.
90
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Las diosas con complejo de damas en peligro esperan ser
completadas y rescatadas de sí mismas, de sus vidas y de la
soltería, por un hombre y por el amor, ya que han interiorizado
la idea que las mujeres son débiles e inestables y dependen de un
hombre y una relación para ser valoradas y felices.
Esto las empuja a ser pasivas, abnegadas, obedientes y
sumisas al “príncipe” que “debería” de cuidarlas; de ahí que,
por necesidad sean, capaces de tolerar el dolor, los maltratos,
las faltas de respeto de su pareja. Y que vivan preocupadas de
gustar y agradar para evitar a toda costa la soledad.
Estas mujeres deben aprender que no necesitan a un hombre
que las salve, sino que se necesitan a sí mismas, su cuidado,
confianza y amor propio.
DIOSAS CON COMPLEJO DE CHICA DE LA TV
Mi querida lectora, con la finalidad de que continúes con este proceso
de conocerte más a ti misma, me gustaría que te preguntaras si
eres de las que, secretamente, viven preocupadas de su imagen, su
atractivo y del qué dirán.
Pese a que muchos te repiten lo atractiva que eres, en el fondo…
•
¿Eres de las que no se sienten segura de su aspecto físico ni de
su atractivo?
•
¿Intentas seguir dietas, consejos de belleza y moda para sentirte
mejor contigo misma y nada es suficiente para sentirte perfecta?
•
¿Te comes la cabeza, preguntándote si para atraer al sexo
opuesto deberías mostrarte más sexy o más ingenua?
91
Constanza del Rosario
•
¿Sueles compararte con otras mujeres, poniendo siempre la
mirada en aquellas que te hacen sentir menos favorecida?
•
¿Te sueles sentir insegura si tu pareja conversa, mira o comenta
sobre una chica guapa?
•
¿Crees que la belleza, la sensualidad y el amor forman un pack
indisoluble?
•
¿Sueles pensar que las estrellas de cine y las modelos no sufren
por amor, que su vida es toda felicidad?
Si has respondido afirmativamente a más de alguna de estas
preguntas, quizás es porque estás atrapada en las redes del complejo
más predicado por los medios de comunicación: el ser y parecer
como una chica de TV.
Pero, ¿a qué me refiero con esto del complejo de chica de TV?
A intentar encarnar ciertos ideales femeninos de belleza, juventud
y perfección que se asocian a amor, deseo, felicidad y éxito. Y esto,
siguiendo dos modelos completamente antagónicos de mujer, pero
no por ello excluyentes. Por una parte, el de la mujer dulce y hogareña
(tipo uno) y, por otra, de chica seductora y Fitness (tipo dos).
Por ejemplo, en la publicidad podemos ver que se nos trasmite la
idea de esa mujer tipo uno -linda, inocentona y querendona- con
imágenes de románticas y dulces jóvenes que deshojan margaritas
o “saltan en una pata” por algún gesto caballeroso de su galán. Y que
estas mismas mujeres, en la versión mamá, atienden a sus hijos y
marido, lavan con el nuevo detergente, cocinan sabrosamente o se
preocupan que el papel higiénico rinda más.
92
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
El modelo de mujer tipo dos -de mujer fatal o súper chic- puede o
bien ir unido a una publicidad que sitúa al cuerpo femenino como
objeto sexual masculino, mostrando a sensuales chicas que miran
con deseo a un hombre en promociones de cervezas, automóviles y
aftershaves.
O bien, el cuerpo femenino es situado como un objeto a
perfeccionarse; asociándolo a la venta de cosméticos, productos
adelgazantes, maquinaria para hacer ejercicios, tratamientos
capilares, perfumes, entre otros. Utilizando a mujeres anormalmente
bellas, como el prototipo de lo que toda mujer “debería aspirar a
ser”; estética que se “promete” conseguir mediante el consumo de
tal o cual producto.
Ahora bien, más de alguna se cuestionara, ¿por qué caemos tan
fácilmente presas de este ambiguo complejo de querernos parecer a
esas chicas de la TV?
Porque como se nos educa para vivir nuestros cuerpos como algo
ajeno, acorde a las expectativas de otros, vigilado por la moral y
destinado a la satisfacción de nuestra pareja. Por lo que era de
esperar que la preocupación por nuestra imagen se vuelva un tema
central en nuestras vidas.
Y que por lo tanto, vivamos pendientes de la mirada y aprobación
externa; comparándonos con esas mujeres “ideales” que aparecen
en revistas, avisos publicitarios, redes sociales y en la televisión;
posicionadas como el referente de cómo ser una mujer deseada,
admirada y envidiada por todos. Obviando que lo que aparece en
estos medios de comunicación es mayormente ficción e idealización.
Que la chica que sonríe en el telediario quizá llora a solas encerrada
en un baño; que la belleza impecable y bien vestida que hace de
93
Constanza del Rosario
madre de cinco hijos, no tiene 35 años sino 25 y nunca ha parido;
que el culito cero celulitis de la modelo reef está photoshopeado; que
la modelo que devora una barra de chocolate es en su vida privada
anoréxica; que esa famosa cantante de pop nunca fue virgen; que la
mayoría de las estrellas de cine vomitan, cagan y terminan llorando
sus penas en el psicoanalista; que la voz sexy de la radio puede que
sufra de halitosis; o que la que recomienda que uses tal o cual crema
de belleza, ella no la utiliza porque le da alergia.
Sin embargo, pese a que conocemos de memoria aquellos viejos
dichos que nos dicen “vemos caras y no corazones” y que “no todo
lo que brilla es oro”, confiamos ciega e inconscientemente en que
los medios de comunicación reflejan lo real, “lo normal” y lo que
deberíamos ser si queremos ser aprobadas, amadas y felices.
El resultado de ello es que la gran mayoría, al compararse con esas
mujeres “ideales” terminan sintiéndose inferiores, dudando no
sólo de su atractivo sino que de su valor, capacidades y derechos.
Obsesionándose con la idea que deben ocultar, transformar, disfrazar
e incluso controlar su corporalidad. ¡Por que la imagen es todo! Y
porque llegan a convencerse que su amor propio dependen, al fin y
al cabo del número de likes.
¿En sí mismo cuidar de tu imagen personal es un problema?
¡Claro que no! Es parte del amor propio sacarse partido y ser algo
vanidosas; el tema aquí es diferenciar todas esas conductas y
acciones estéticas que uno hace como formas de auto-cariño y
autocuidado; de todas aquellas que son realizadas para gustar,
atraer, agradar o ser más deseadas por los demás.
No hay nada de malo en tonificar tu cuerpo, darte tratamientos de
belleza, invertir en moda o elegir llevar un estilo pelolais. El asunto
94
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
es saber si es un disfraz para ocultar un rechazo a ti misma o es una
proyección de lo mucho que te amas. ¡Porque tú lo vales!
Si es el primer caso, te encuentras atrapada en las maléficas redes
de la industria de la inseguridad, de las quimeras inalcanzables de
belleza, perfección y eterna juventud, del consumo compulsivo,
de las obsesiones estéticas, de los trastornos alimenticios, de la
baja autoestima, de la insatisfacción con tu propia identidad, de la
angustia, los trastornos del ánimo y la desesperanza.
Así que, te recomiendo que a ese complejo de chica de TV le digas que
cambie de canal, que ya no deseas juzgarte, rechazarte y criticarte a
ti misma, qué quieres sintonizar contigo y sacarte la idea de que la
gente, o un chico en particular, te mira con ojos de cirujano plástico
y que te amarían más o mejor si fueras distinta.
Tú eres intrínsecamente lo suficientemente bella y buena para ti y
para cualquiera, pero si no estás convencida de ello, ¿cómo lo va a
creer el resto?
La vida no es una competencia por lograr la aprobación y evitar
la crítica, sino más bien es el desafío de –pese a los sinsabores, la
imperfección y los defectos de cada uno– lograr sentirse valiosa,
confiada y agradecida por ser quien se es y por lo que hoy puedo
ser y vivir.
Abrirte a ti misma, a la auto-aceptación de quien eres y al gozo de tu
yo real puede llegar a ser tan difícil como nadar contra corriente, sin
embargo, resulta muy reconfortante, enriquecedor y tranquilizador.
Porque, ¿acaso no es más difícil y desgastador intentar ser Kim
Kardashian, Ema Wattson y Gigi Hadid a la vez?
Las mujeres más atractivas no son las más bellas, son las que se
95
Constanza del Rosario
creen bellas, se aman y se respetan a sí mismas. La autoconfianza y la
autoestima son, sin duda, el mejor afrodisíaco existente en esta vida.
Como se nos estimula a ser para otros y a realizarnos como
mujeres a través de la pareja, muchas diosas viven atrapadas
en sus obsesiones de verse como las chicas de la TV, puesto que
asocian amor y felicidad con ideales de belleza y juventud. Esto
conduce a muchas a vivir preocupadas de su imagen, su atractivo
y del qué dirán; comparándose constantemente con otras y con
algún modelo ideal, sintiéndose constantemente inseguras de
su aspecto físico, dudando de su capacidad de atraer al sexo
opuesto y oscuramente rechazándose a sí mismas.
Estas mujeres deberían aprender –más allá de las imperfecciones
y los defectos de cada una– a lograr sentirse cómodas con su físico
y personalidad, a considerarse valiosas, confiadas y agradecidas
por ser quienes son y por lo que pueden ser y vivir.
DIOSAS CON COMPLEJO DE MUJER MARAVILLA
El complejo que veremos a continuación creo es, hoy en día, una
de las más grandes epidemias en la mente femenina, de la que
reconozco que aún yo no me consigo librar del todo. Y ¿tú?...
96
•
¿Eres de aquellas chicas que sienten que DEBEN ser exitosas en
todas las áreas de su vida?
•
¿Te ves muchas veces sobrecargada de exigencias sociales,
laborales, familiares, personales o de pareja y sin embargo,
parecieras desarrollar una fuerza sobrehumana para cumplir con
todas ellas?
•
¿Te esfuerzas por mostrarte como una mujer excesivamente
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
autosuficiente, hiperactiva, competitiva e independiente; que
cuida de sus relaciones, su familia y/o pareja?
•
¿Eres para tus adentros perfeccionista, exigente y crítica contigo
misma más allá de tus logros?
•
¿No paras de hacer cosas en tu casa o fuera de ella, sintiéndote
culpable si no das tu 100% o decides descansar?
•
¿Te impones a ti misma demasiadas responsabilidades, incluso,
sin saber si cuentas con el tiempo suficiente para llevarlas a
cabo?
•
¿Te sientes sola con tus problemas, pero te los bancas y muy
pocas veces pides ayuda?
•
¿Muchas veces sientes unas ganas locas de huir y mandar todo a
la mierdaaaaaa?
Si es así, pan para pa pan paaan, ¡te crees una súúúper womaan! Y
tu recompensa al sacrificio y al sobre esfuerzo, es un enorme estrés
y, probablemente un sinfín de problemas gastrointestinales, dolores
musculares, jaquecas, insomnio, depresión, ataques de ansiedad,
irritabilidad, fatiga, mal humor, alteraciones de peso, problemas de
piel y cabello, entre muchos otros síntomas y vicios.
Y, ¿sabes qué es lo peor de todo esto? Que tu hiperactividad, tus
millones de logros y reconocimientos no logran calmar totalmente
tus arranques de ansiedad, desasosiego y frustración. Lo que, para
colmo, terminan afectando tu vida sentimental y sexual, ¿o no?
Es que, ¡cómo te cuesta parar de hacer cosas, relajarte, pedir ayuda,
aceptar tus imperfecciones y colgar la capa de súper chica!
97
Constanza del Rosario
Pero, ¿de dónde proviene esta necesidad de trabajar incesantemente
dentro y fuera de casa, como si fuéramos las únicas responsables de
salvar al planeta?
Una importante explicación de nuestra sobre exigencia y sobrecarga
la encontraremos dentro del marco cultural al que pertenecemos,
ya que, pese a que desde hace años la mujer se ha integrado en el
mercado laboral, no ha logrado que la mayoría de sus compañeros
se integren de la misma manera a la vida hogareña que compartan
en igualdad los trabajos que ésta demanda como: cocinar, lavar,
planchar, ordenar, limpiar, realizar las compras, hacerse cargo del
cuidado de hijos y de familiares enfermos, ser sustento emocional
de otros, por mencionar algunas tareas.
Negando el hecho de que ahora ambos salimos a trabajar y somos
proveedores; por lo que, ya no deberían ser las “tareas reproductivas”
responsabilidades que recaen exclusivamente sobre nuestros
hombros; sino que una carga compartida. Corresponsabilidad que
al no ocurrir tiene a muchas “al borde de un ataque de nervios”.
Y si hablamos de responsabilidades que debieran ser compartidas y
muchas veces no lo son; estas no se limitan a la crianza y la limpiezaorden de un hogar, sino que también se extienden al área de la
sexualidad y la anticoncepción.
Lamentablemente, aún muchos creen que somos nosotras las
llamadas a “controlarnos sexualmente” -porque según “el mito”
popular, ellos o no pueden o, por demostrar su “hombría”, no
deberían- haciéndonos a nosotras las encargadas de evitar
embarazos y enfermedades venéreas y de liderar esa batalla campal
que muchas veces significa solicitarle a un hombre que use condón
y sacrifique un poco de su placer por seguridad mutua.
98
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
A mi juicio, este complejo de Mujer Maravilla es el gran síntoma de
una lucha hacia una igualdad aún no conquistada; ya que parte de
la sobre exigencias a las que nos vemos sometidas, tienen que ver
con todo lo ya mencionado y con el hecho que el mercado aún sigue
considerandos menos rentables y más costosas.
Si no me creen, pregunten a cualquier departamento de selección
de personal si prefieren contratar a un hombre o una mujer en plena
etapa de formar familia y les dirán que ellos son más aptos, porque
no se embarazan.
¡Después no se quejen por las tasas de natalidad! Si no nos apoyan y
discriminan, ¿qué creen que va a pasar?
Lamentablemente esta mirada prejuiciosa de la mujer “como un
cacho”, nos obliga a esforzarnos el triple para ser valoradas primero
académicamente y luego profesionalmente; porque en nuestro
caso no basta con rendir, hay que destacar, ser la mejor, en medio
de un competitivo mundo masculino que no es muy afín a dar
reconocimiento y autoridad a una mujer. Y que a la vez, te recuerda
que tú sigues siendo el pilar de la vida de pareja y familiar. Así que,
¡arréglatelas para dar todo y más en tu vida personal y laboral!
No sé ustedes, pero yo al menos, ¡estoy raaaajaaa! Quiero más
apoyo, reconocimiento y equidad.
Me cansé de todos esos discursos que nos tienen convencidas de
que DEBEMOS ser exitosas en todos los aspectos de nuestra vida
para dar cuenta de nuestras capacidades y valor.
¡Qué agotamiento el check list femenino! Estudiar, trabajar, obtener
reconocimiento profesional, viajar por el mundo, ser estilosas,
vernos minas, tener pareja, ser una oda al equilibrio mental,
99
Constanza del Rosario
alcanzar la satisfacción sexual, la independencia económica, una
vida social activa y tener una linda casita, con perro, gato y una
maravillosa familia.
¡Que Dios nos ampare, mis queridas amigas, y que logremos
transformar esta cultura que nos oprime! Y que nos convenzamos
de que somos seres humanos y no unas máquinas diseñadas
para producir, cuidar, dar, tolerar y agradar. ¡Y menos todo a la
vez, solas y con nota 10!
El desafío está en aprender a ser realistas con el tiempo y con
nuestras capacidades; a soltar el control, a repartir y delegar
responsabilidades, a decir no, a dosificar nuestras auto exigencias
y pedir ayuda, sin culpas ni vergüenza. En definitiva, permitirnos el
relajo, descanso y disfrute y a situar nuestra tranquilidad, equilibrio,
paz y felicidad como prioridades.
¿Acaso se han detenido, por un momento, a pensar para qué hacen
todo esto? ¿Si su ritmo de vida las hace sentir más vital y satisfechas
consigo misma? ¿Se han cuestionado qué quieren realmente,
qué las gratifica, alegra y llena de verdad? ¿O han delimitado qué
esperan de su vida de pareja, en lo que refiere al reparto de tareas y
responsabilidades?
Un buen amigo el otro día me decía: «Si nosotros hiciéramos todo
lo que ustedes hacen, nadie dudaría en llamarnos súper hombres…
pero, si lo hace una mujer se le considera como lo normal, como lo que
“deben” hacer».
¡Vaya ironía! Después de tantos esfuerzos, sólo nos alcanza para ser
heroínas de bajo perfil. Desviviéndonos por buscar un reconocimiento
infravalorado, lo que es igual a dar la vida por un trabajo mal pagado.
100
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Así que ha llegado la hora de decir: ¡Renuncio! ¡No me voy a seguir
explotando a mí misma! ¡Me cansé de cargar con tanto y seguir
siendo considerada como el sexo débil! ¡Y, sobre todo, me aburrí de
usar el maldito e incómodo disfraz de mujer maravilla!
Muchas diosas sufren del complejo de súper woman, pues sienten
que deben ser exitosas en todo, se sobrecargan de exigencias
y responsabilidades, son muy perfeccionistas, exitistas y
autocríticas; se esfuerzan demasiado por demostrar cuánto
valen y por cumplir tanto con roles femeninos tradicionales y
modernos.
Trabajadoras a doble jornada sometidas a cánones de exigencia
casi irreales, por cansancio se sienten vacías, estresadas,
ansiosas y, su cuerpo hace “tilt” a través de un sinfín de
problemas psicosomáticos.
Estas mujeres necesitan aprender a ser realistas con el tiempo,
con sus propios límites y capacidades, a ser más generosas,
cariñosas y menos autocríticas; a dosificar sus exigencias
y responsabilidades, a pedir ayuda, y por sobre todo a
aprender a relajarse, descansar y dirigir sus esfuerzos a lo que
verdaderamente quieren: su felicidad. Y para este objetivo
la @maryvaldescoach la puede ayudar con su programa
“gestiona tu carrera con propósito” que pueden conocer en
su web www.maryvaldes.com
COMPLEJO DE CHICA COSMO
Este complejo es pandémico en Chile y en el mundo ya que, a mi
juicio, es el resultado tergiversado de la liberación sexual femenina,
puesto que una vez roto el cinturón de castidad y rol de espectadoras
101
Constanza del Rosario
pasivas de la sexualidad, han surgido nuevas presiones en lo que se
refiere a rendimiento, desempeño y disfrute sexual femenino; que
ha conducido a demasiadas a creer que para atraer o mantener una
relación es fundamental ser una mezcla de un Ángel de Victoria´s
Secret, Conejita Playboy y Samantha Jones de Sex and the City.
Para descubrir si tú también te desvives por cumplir con el
mandamiento de la Chica Cosmo de ser “sexy, divertida y audaz”
pregúntate si tú:
102
•
¿Crees que ser una mujer moderna implica tener en tu vida más
de una pareja sexual, para no ser fome o inexperta?
•
¿Consideras de tontas, pacatas o sumisas el llegar virgen al
matrimonio?
•
¿Crees que para ser una mujer sexualmente libre debes acostarte
en la primera cita o con alguien que apenas conoces?
•
¿Eres de las que se afana por aprender técnicas de seducción,
porque temes no gustar o no ser exitosa con el sexo opuesto?
•
¿Te preocupa ser evaluada negativamente por no conocer trucos
para satisfacer en la cama, por lo que te has vuelto una lectora
de todo tipo de revistas, sitios webs y libros que den ideas y
estrategias?
•
¿Sales de “cacería” con las amigas y abordas a un tipo, le
coqueteas abiertamente e incluso le insinúas tu deseo de ir a
más, con el objetivo que te considere sexualmente resuelta?
•
¿Crees que para ser buena amante debes mostrar variedad en
el acto, por lo que manejas varias posiciones del kamasutra,
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
incluso si no te gustan o te incomodan?
•
¿Crees que siempre deberías alcanzar un orgasmo por
penetración e idealmente ser multi-orgásmica para ser normal?
•
¿Crees que los hombres esperan que siempre estés dispuesta a
innovar, cumplir fantasías e ir más allá de tus límites en lo sexual,
si no se aburrirán?
•
¿Al escuchar a otras mujeres que dicen siempre tener ganas, te
urges por no tener “suficiente” deseo sexual, ya que sientes que
deberías mostrarte proactiva y dispuesta si quieres mantener a
tu pareja?
•
¿Eres de las que sueñan ser una femme fatale en la cama, pero
luego te cohíbes por miedo a no dar la talla?
•
¿Te presionas para ser sexualmente desinhibida?
•
¿Cree que los hombres esperan que te comportes como las
mujeres de las pornos e intentas cumplir con la expectativa?
•
¿No te cuesta hablar de sexo, irte a la cama o mostrar excitación –
real o fingida–, pero te cuesta mucho demostrar tus sentimientos
o hablar de ellos a un hombre que te interesa, por temor a
espantarlo?
Si has respondido afirmativamente a más de algunas de estas interrogantes, es muy probable que seas de las mujeres que viven comparando su vida y rendimiento sexual con estándares desvirtuados de la
mujer sexualmente liberada y “altamente deseada”.
Sin ser muy consciente de ello, estarás tratando de volverte una
Barbie erótica: que hace de todo, viste de todo, tiene todo tipo de
103
Constanza del Rosario
accesorios, se adapta a todo, es la mejor en todo, le gusta todo y con
un chistar de dedos tiene un Ken, su propio Toy Boy.
Con todo ello no quiero dar a entender que desarrollar tu capacidad
orgásmica, tener encuentros sexuales por mero placer, salir con
alguien menor que tú, tener iniciativa, ser creativa, lúdica y proactiva
en la sexualidad o tratar de desinhibirse y creerte el cuento esté
mal, ¡por el contrario! Es excelente, lo peligroso es hacerlo porque
HAY QUE HACERLO, porque se ha vuelto un nuevo deber, un nuevo
canon, una nueva demanda, una nueva presión y un nuevo estresor
en nuestras vidas.
Mis queridas semi-diosas, es importantísimo que entiendan que la
sexualidad es un área donde la singularidad de la persona y de la
pareja es la que dicta las normas, no algo que debe ser evaluado
desde lo “esperable”, lo “que hacen otros” o lo que “la moda
dictamina”. Y es fundamental que comprendan lo poco saludable
que la sexualidad sea utilizada como herramienta de evaluación de
tu valía como mujer o como pareja.
Es más, si quieres pasarlo bien en la cama deja las comparaciones, las
inseguridades, los resultados y apaga la mente para habitar tu cuerpo.
No te dediques a observar ni tu desempeño ni los efectos de este en
el otro, simplemente siente, conéctate contigo, fluye y disfruta del
proceso. No te preocupes por el qué dirán ni te presiones a cumplir
expectativas que no son acordes a tus deseos ¡Sé libremente tu misma!
Además, grábense a fuego: los hombres que valen la pena, lo que
más disfrutan es una mujer que en todas las áreas de su vida, incluida
esta, es auténtica, se siente cómoda, relajada, expresa sus deseos y
tiene una actitud alegre, segura y gozadora que facilita la conexión,
el juego y la buena onda; es decir, la sexualidad satisfactoria no tiene
104
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
que ver con posiciones, disfraces, piruetas, frecuencias ni orgasmos
sino con estar presente a través de tus sentidos, disfrutar el momento
y olvidar rollos y detalles secundarios que te desconectan.
Así que, dile adiós a la Chica Cosmo y bienvenida a tu diosa erótica.
Comprende que eres todo lo sexy que necesitas, tu cuerpo funciona
igual que el de todas, así que LIBÉRATE DE VERDAD que tienes todo
para satisfacer, y por sobre todo, para gozar como la Diosa manda.
DIOSAS ACOMPLEJADAS: LADY DI Y
LA REINA DE NARNIA
Con tantos complejos, díganme entonces, ¿cómo no íbamos a
terminar siendo unas acomplejadas?
Aceptémoslo, una inadecuada educación emocional y de género, nos
ha dejado una serie de enseñanzas y complejos que intoxican nuestra
vida personal y de pareja. Que hemos intentado encarnar, incluso,
aunque estas resulten ser contradictorias, absurdas y exigentes o
nos hayan conducido a un sinfín de sinsabores y desengaños.
Y, pese a todo, lo hemos hecho porque muchas temíamos que, de
no hacerlo, podríamos desatar una maldición peor que la misma
muerte: la desolación total. Y, dado que la amenaza de quedarnos
“solas, tristes y abandonadas”, constituía una verdadera pesadilla,
preferimos desde pequeñas intentar seguir al pie de la letra y a punta
de sudor y un montón de lágrimas, las instrucciones recibidas.
Y, ¿cuál ha sido el costo de estas enseñanzas? Que muchas mujeres
han aprendido a dejarse de lado y a angustiarse por obtener de otros
aquel amor que no saben procurarse a ellas mismas. O a hinchar su
ego y mostrarse seguras, altaneras y orgullosas como una defensa
a que ya viven acomplejadas, sintiéndose poca cosa, falladas,
105
Constanza del Rosario
necesitadas y desesperadas.
Somos demasiaaaadaaaaaasss las que hemos aprendido a funcionar
“desequilibradamente” en lo que se refiere a la balanza entre el amor
dirigido a nosotras mismas versus el amor destinado hacia otro,
relacionándose desde dos polos opuestos: la entrega desmedida
y el miedo a amar. Alternando entre ser una dependiente y sufrida
Lady Di y una fría e independiente Reina de Narnia.
Son muchísimas las mujeres atrapadas en estas tóxicas dinámica de
huir y perseguir el amor y que, a diario, juran que harán todo lo posible
por dejar atrás sus inseguridades, cambiarse el “chip” y amarse a
ellas mismas y confiar más en el amor de otros, pero son pocas las
que realmente logran mantener y concretar aquella promesa.
Muchas veces duran unos días, unos meses o unas semanas y luego,
están de vuelta a los viejos patrones de conducta de abandonarse,
de desvivirse y de sacrificarse en nombre del amor o bien tras unas
semanas de haber bajado las defensas, vuelven a erigir muros,
ponerse la coraza y rodearse de alambres de púas para prevenir el
sufrimiento y el desamor.
Les repito, retomar tu poder personal conlleva un gran esfuerzo y
disciplina, pues implica hacerte consciente y romper con muchos
automatismos y conductas que por años se te han vuelto un
verdadero hábito; y claro está que es más fácil –pero no por ello más
sano– quejarnos y culpar a los “pasteles” que disponernos a buscar
las vías para cambiar y hallar nuevos modos de amar y amarnos.
Reeducarse emocionalmente no es una tarea fácil ni expedita, pero
el esfuerzo es bien recompensado y las capacidades para hacerlo
les sobran. Porque si hasta el momento cada una de ustedes ha
luchado tanto por el amor de otros o por mantenerse lejos de éste,
106
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
no dudo que podrán redirigir gran parte de esa energía y trabajo
hacia ustedes mismas.
Además, ¡piénsalo bien y no te desanimes! Porque, si postergarte
no te ha llenado del todo y defenderte no ha sido la clave para “ser
feliz para siempre”, ¿no crees que vale la pena intentar una nueva
estrategia?
¡Y vaya alivio que sería deponer armas, dejar la aureola de Santa,
la rutina de Miss Chile, el estilo de vida de la viuda negra y la capa
de heroína! Y disfrutar de tus relaciones sin tener que vivir huyendo,
alejando, salvando, corrigiendo o transformando a nadie; centrando
todo ese exceso de energía en disfrutarte a ti.
Porque la verdad es que, ¡no hay beso ni hombre que te convierta en
diosa! Tú, y solo tú eres la clave y la llave hacia tu propia plenitud.
Cambia tú, en vez de esperar que cambien ellos, recuerda que uno
atrae y se une a lo que vibra similar o te obliga a madurar y cambiar.
107
Constanza del Rosario
108
CAPÍTULO IV
LA CAÍDA DEL
PRÍNCIPE AZUL
Constanza del Rosario
EL DERECHO AL PRÍNCIPE AZUL
Queridas amigas, lo dije en un principio: en este libro, aunque
tengamos muchos motivos y ganas, no nos vamos a dedicar a
maldecir a Walt Disney y a Hollywood por colaborar con numerosas
de nuestras utopías amorosas y con el sueño de ser rescatadas
y amadas por un “inexistente” príncipe azul o su evolución
cinematográfica del tipo Richard Gere en Pretty Woman.
Tampoco nos dedicaremos a llorar por cultivar nuestra esperanza
de que aparezca la versión más oscura y hot de este príncipe, para
que desde la adrenalina y la obsesión pasional nos libere de nuestra
aburrida vida o de las fauces de nuestra represión sexual, como lo
haría el vampiro Edward Cullen de Crepúsculo o el afamado Christian
Grey de las Cincuenta sombras de Grey.
Y digo que no nos dedicaremos a quejarnos, porque el daño ya está
hecho; la ilusión ya está grabada en nuestro cerebro y ahora sólo nos
queda combatirla si no queremos que nos siga arruinando la vida.
Más nos vale “dejar de llorar sobre la leche derramada” y buscar
el camino para soltar una expectativa que aunque sabemos
racionalmente que nos hace mal, pareciera que nos continúa
esclavizando desde lo más profundo de nuestra mente y corazón.
Como lo señalaba una chica llamada Verónica en un foro de Facebook,
en torno al fraude del príncipe azul: «A pesar de que sepamos que no
existe este príncipe, el inconsciente lo continúa anhelando, ¡por las mil
películas que alguna vez nos hicieron soñar!...Y díganme con la mano
en el corazón: ¿Acaso ustedes no sueñan también con él?»
110
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Uy, ¡vaya qué pregunta más dura! Es que además de ser difícil aceptar
que quizás en lo más profundo de nuestro ser seguimos siendo
unas niñas pequeñas que albergan la esperanza que aparezca un
tipo perfecto que transforme nuestra vida en una historia rosa de
amor pasional; más complicado aún es el hecho de que muchas de
nosotras ni siquiera nos damos cuenta que lo seguimos esperando.
Entonces, averigüemos si aún aspiran a la llegada de un príncipe
(azul o negro) para comenzar a ser felices. Para ello, respondan
sinceramente, marcando con una (X) junto a cada afirmación, con la
que se identifiquen:
( ) Sientes que has tenido una serie de decepcionantes amoríos debido a hombres vagos, posesivos, infieles, mujeriegos o mentirosos,
que en un comienzo pensaste podrían ser tu príncipe azul, pero luego te defraudaron. Pese a ello, en el fondo sigues creyendo que, en
alguna parte está tu alma gemela esperando por ti.
( ) Para tus adentros, piensas que tu mala suerte en el amor no le
ocurre a otras que aparentemente han encontrado a su hombre
ideal. Dudas si hay algo mal en ti o has sido maldecida.
( ) A partir de tus malas experiencias, te has cansado de besar bestias y sapos y estás convencida que “todos los hombres son iguales”.
No obstante, anhelas que algún hombre te demuestre lo contrario.
( ) Crees que el último príncipe se lo quedó tu madre, hermana
o amiga y que después de él se rompió el molde, aunque sigues
soñando con un hombre que te llegará a adorar como lo hace él
con ellas.
111
Constanza del Rosario
( ) Pese a tus variadas conquistas y aventuras amorosas, sientes que
nadie te gusta lo suficiente ni te hace sentir entusiasmada de verdad;
te preguntas a diario cuándo llegará ese hombre maravilloso capaz
de deslumbrarte y de hacerte vibrar.
( ) Estás tremendamente aburrida de la vida que llevas y sientes que
necesitas que llegue un chico fantástico y un amor de película que te
salve de la rutina.
( ) Estás en pareja pero, en el fondo, sientes resentimiento hacia
él porque consideras que no te da lo que necesitas. No se lo dices
o sólo lo insinúas, porque no quieres perderlo. Sin embargo, no
puedes quitarte de tu cabeza la idea que, seguramente, existe un
hombre perfecto para ti y –si apareciera– no dudarías en cambiar a
tu “peor es nada” por él.
( ) Necesitas que aparezca un tipo que te libere de todas tus
inseguridades, resuelva todos tus problemas y te salve de la soledad,
la tristeza, la angustia o tu situación financiera; como un caballero
que rescata a una princesa encerrada en una torre tras derrotar a un
feroz dragón.
( ) Estás atrapada en un amor imposible con un hombre casado
o emparejado y sientes que él es el hombre de tus sueños, pero el
maldito destino y la malvada bruja no los deja ser felices.
( ) Estás convencida que todos tus problemas, trancas, inhibiciones
o insatisfacciones en el área sexual se resolverán si encontraras al
amante y/o maestro perfecto.
Si tu vida amorosa se ha caracterizado por pensar frecuentemente
varias de estas cosas, por doloroso y vergonzoso que sea reconocerlo,
debes decirte a ti misma:
112
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Soy adicta a la idea del príncipe azul. ¡Sí, lo reconozco, tengo un
problema y estoy aquí para enfrentarlo!
¡Tranquila, no estás sola! Así que, por favor, no te castigues más por
seguir aferrada a la fantasía de que aparezca el hombre ideal, que tu
galán no destiña o que tu pareja se transforme mágicamente en el
caballero o amante de tus sueños, pues más de alguna de nosotras
hemos deseado lo mismo.
No te sientas extraña… ¡Que no eres la única! Sin embargo, hazte
responsable de este vicio malsano para no continuar siendo víctima
de ti misma.
¿Víctima de mí?
¡Sí! Porque nosotras -las adictas al príncipe azul- solemos a partir de
lo que dice y hace nuestro galán, sobreponer muchos espejismos,
ilusiones y conclusiones fabulosas de “nuestra cosecha”, que
finalmente lo convierten a ellos en un hombre inexistente y a nosotras
en heroínas de alguna saga Corín Tellado 2.0.
Por ello, desde hoy comprométete a estar atenta de no proyectar
una gran historia de amor, donde apenas hay indicios de deseo
o atracción; y prestar especial atención si eres de las que tiende a
negar o minimizar señales de que ese tipo que dice amarte tanto te
está lastimando y mal queriendo.
Como bien dice Claudia: «Somos nosotras las que los vemos como príncipes para sentirnos princesas. ¿No creen que es rico ver a estos sapos
como los bellos príncipes que vendrán a rescatarnos para hacernos las
dueñas y señoras de su reino y su vida? Creo que la gran mayoría de
nosotras mantenemos en alguna parte esa pequeña esperanza de que
algún día llegará... aunque nos hagamos las fuertes».
113
Constanza del Rosario
Pero, ¿por qué, pese a todo, nos aferrarnos a esta idealizada
esperanza?
Porque tras ésta existe una autopercepción negativa de nosotras
mismas; de ahí que surja y permanezca en nosotras la necesidad
de la llegada de un hombre perfecto, que nos complete, que
nos repare, que nos salve, que nos empuje a ser más valientes,
sentirnos valiosas y desinhibidas.
Díganme…
•
¿Cuántas de nosotras no ha deseado que los cuentos de hadas
o las películas románticas del estilo Jamás Besada, El Diario de
Bridget Jones o las Cincuenta sombras de Grey fueran más que
una ficción y terminaran siendo una profecía de nuestra vida?
•
¿Cuántas no vienen pensando que la aparición de un príncipe
azul en su vida sería una recompensa “justa” a la sensación de
llevarnos la vida sufriendo por quien no se lo merece?
•
¿Cuántas en los momentos de mayor bajón, desesperanza y angustia, no han anhelado que aparezca un caballero de brillante
armadura a salvarlas de sí mismas, de nuestra “mala suerte” o de
nuestra insatisfacción?
Si queremos recuperar nuestro poder personal es fundamental
resignar este ideal y aprender que frente al amor debemos tener
los pies bien puestos en la tierra para mirar con claridad quién es
el hombre que tenemos delante y evaluar si puede o no ser el
compañero que queremos para nuestra vida.
¿Y saben cuáles son las claves para lograr esto?
114
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Dejar de lado ideas descabelladas como “yo lo puedo ayudar”;
“el amor lo puede transformar”; “Si hago más o espero más, esto
puede funcionar”; “Si me hace sentir así de enamorada es nuestro destino estar juntos”, etc.
•
Aceptar que ser y funcionar como pareja es más complejo a
como nos lo planteaban las clásicas historias románticas e implica mucho trabajo de equipo.
•
Comprender que una relación de pareja no puede ser utilizada
como bastón o bombín de tu autoestima; porque al fin y al cabo,
nuestra autoestima depende de la visión de nosotras mismas y
no de lo que hagan, piensen o sientan los demás.
•
Tener claro que si queremos ser felices es esencial desarrollar
nuestro amor propio y nuestra inteligencia emocional. Y elegir a
alguien con esos atributos.
En definitiva, mientras menos realistas, más analfabetas emocionalmente y menos autoestima tengamos; menos selectivas y asertivas
seremos respecto a nuestros pretendientes y parejas y más susceptibles de negar la realidad y ser mareadas con palabras bonitas, falsas
promesas e ilusiones.
¡Recuerden, chicas! Son nuestras inseguridades afectivas, falta de
amor propio e inmadurez emocional las que dan pie a convertir
mendigos en príncipes. Ya que “con hambre uno come cualquier
cosa”, y para peor lo encuentra bueno.
EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO
Hacer del amor de pareja, la estrategia para sentirnos tranquilas y
valoradas facilita el que ingresemos al “supermercado del amor” sin
115
Constanza del Rosario
lista definida de lo que verdaderamente necesitamos, ni claridad
respecto a lo que estamos dispuestas a invertir; por lo que fácilmente
podemos malgastar en alguien, que aunque resulte tentador, en
realidad es poco conveniente, empujadas desde nuestra ansiedad y
desesperación por llenar nuestros vacíos.
Pensémoslo por un momento…
116
•
Si no dudáramos de nosotras mismas ni idealizáramos a nuestras
parejas convirtiendo mendigos en príncipes.
•
¿Nos quedaríamos junto a un tipo que…:
•
Nos monta escenas de celos.
•
Intenta controlar lo que hacemos o con quién nos juntamos.
•
Nos critique nuestra forma de vestir, hablar o de maquillarnos.
•
Le molesta si salimos sin él.
•
Hace escándalos públicos que nos avergüencen.
•
Nos engañe, mienta o coquetea descaradamente con otras.
•
Desaparezca sin dar explicaciones.
•
Nos chantajee para conseguir lo que quiere.
•
No nos priorice y sea desatento.
•
Solo busque su satisfacción en la cama.
•
Minimice o devalúe nuestras necesidades.
•
Nos ignore, castigue, vigile o agreda de diversas maneras.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Es que, mientras no cultivemos el amor por nosotras mismas y no
le hagamos caso a la sabiduría emocional de nuestras entrañas; es
muy probable que continuemos con nuestra vieja tendencia de vivir
el amor traumática y adictivamente.
Y digo adicción, porque aunque sabemos que continuar aferradas a
esta idea del príncipe azul que nos salvará de nosotras mismas nos
hace más mal que bien ¡igual la consumimos! Porque durante sus
efectos alucinógenos nos hace sentir, ¡tan bien! Especialmente con
nosotras mismas y nuestra vida, aunque sea brevemente.
Por lo que, cual adictas, muchas veces decidimos auto-engañarnos,
diciéndonos que este asunto “lo controlamos”, que esta será “la
última vez”, que “si no me va bien, ya nunca más”, que “es mi vida y
hago lo que quiero”; que “nadie más entiende lo que siente”; que “no
me engancharé”, que “tengo claro que es para el rato”, “que ahora sí
que es la última vez” o “que una probadita, no le hace mal a nadie”.
Aceptémoslo, ¿cuántas veces -por quisquillosas y desencantadas que
estemos con el amor- con la aparición de un galán aparentemente
“distinto y especial” se despierta esa vieja y adictiva ilusión “que ha
llegado el hombre que me va a completar”. Y ponemos en marcha
todos estos mecanismos amnésicos y auto-engañadores?
Ya seas de las que se lanza sin pensar a sus brazos -porque ves en
el prospecto una especie de Mesías- o de las que a primeras se
defienden como gata de espaldas, para luego transformarse en
perrito faldero. ¡Atrévete a confesarlo! La idea de hallar a “ese hombre
ideal” te tienta igual.
¡Y qué fácil es volver a pisar el palito y recaer en el consumo
alucinógeno! Para que luego -durante la resaca- sacar el látigo y el
117
Constanza del Rosario
pañuelo de lágrimas al sentirse profundamente engañadas; unas
bobas al haber pensado que este tipo era distinto y culposas de
haber repetido con él lo que prometimos nunca más nos volvería a
pasar: “sufrir por quien no se lo merece”.
Lo irónico es que pese a toda nuestra rabia, dolor y desilusión,
tras la caída del príncipe a su condición de mendigo, muchas
veces sentimos que lo extrañamos -al estafador ese- y que
nuestra vida sin él queda, en cierta forma, destruida y desolada
“porque lo nuestro prometía tanto”.
Y el recuerdo nostálgico de esos momentos de subidón o de
los mil proyectos por cumplir que no serán; pueden volver el
proceso de abstinencia muchas veces intolerable. En particular
si el tipo en cuestión no sólo encendía nuestro corazón sino que
en la cama nos ponía a mil. Confundiendo enamoramiento con
“empotamiento”.
LA ADICCIÓN DE MODA:
EL PRÍNCIPE AZUL-OSCURO CASI NEGRO.
Si hablamos de adicciones a sensaciones extásicas y adrenalínicas
es imprescindible mencionar el narcótico favorito de la mujer chilena
posmoderna: la búsqueda de la pasión e intensidad para salir del
aburrimiento y sentirse vivas.
Muchas chicas hoy en día no sólo sueñan con una pareja que las
rescate de sí mismas o de sus vidas sino que cada vez más están
esperando un hombre que las libere sexualmente, les enseñe las
delicias de los placeres de la carne, que llene su vida de sensualidad,
erotismo y pasión y que les otorgue un final feliz en versión 2.0 al
estilo “vivieron felices y ardientes para siempre”.
118
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Ya no sólo nos enviciamos con la idea de un hombre ideal que se la
juegue por nosotras y nos ame profundamente sino que esperamos
que este mantenga vivo nuestro deseo sexual, nos haga sentir sexy y
deseadas, sea creativo, nos saque de la rutina, nos impulse a desafiar nuestras propios límites, que celebre y motive nuestra iniciativa,
que se preocupe de nuestro placer, que nos ayude a descubrir sensaciones, puntos y grados de excitación desconocidos, que nos libre de
prejuicios y tabúes sexuales. Es decir, anhelamos un príncipe negro.
¿Cuántas de nosotras siguen esperando o demandando que
aparezca este héroe erótico en nuestras vidas o que mágicamente
nuestra pareja se transforme en uno?
¿Es casualidad que haya sido un éxito de ventas en Chile el libro
Cincuenta sombras de Grey, que la Teleserie Las mil y una noches
haya batido en ratings de audiencia o que las series chilenas están
incluyendo personajes masculinos hiper-seductores -aún cuando
rayen en lo psicopático- porque encienden a las televidentes?
Las chilenas estamos en pleno proceso de despertar sexual y la cosa
no son sencillas; somos las hijas de un país que ha estado marcado
en su historia por una moral cristiana sexofóbica, una fuerte
mentalidad patriarcal y machista y una dictadura de casi veinte años
que no apoyaba la libertad sexual femenina.
Y los escollos de todo ello siguen presente en mujeres con vaginismo
a causa de una educación sexual muy restrictiva y severa; en mujeres
con dispareunia temerosas del dolor, del abandono y de los embarazos no deseados; mujeres anorgásmicas que nunca han explorado
y estimulado sus propios genitales; mujeres sin deseo sexual porque
han sido educadas para ensalzar el autocontrol, avergonzarse de su
cuerpo y evitar la intimidad erótica. Mujeres que no disfrutan en la
119
Constanza del Rosario
cama porque tienen miedo a pedir, a dañar el autoestima de sus parejas, a ofuscarlos o simplemente a verse ridículas.
Entonces: ¿cómo no vamos a soñar con la llegada de un hombre que
nos libere del cinturón de castidad?
«La mujeres hoy en día queremos un hombre que nos de la libertad de
hacer y de pedir sin pudores, que acepte tus sí y tus nos, que te de la
confianza para ser tu misma e inclusive ir más allá, que sus gestos no
verbales te aprueben y motiven, que se manejen en la cama, que sepa
hablar de erotismo y hacer de lo vulgar, excitante». Carolina, 38 años.
El príncipe negro es el anhelo de mujeres jóvenes y adultas, de las
que creen en el amor romántico y de las que ya no confían tanto en él,
de las que quieren “contigo pan y cebolla” y de las que ahora quieren
contigo “en las buenas, pero no en las malas”, de las que desean
relaciones puertas adentro y de las que desean puertas afueras.
Cómo Lorena de 50 años que señala: «Tras 3 hijos y dos matrimonios
con una sexualidad tradicional, en la que terminé aburrida, sin
motivación ni mucha comunicación, haciéndolo por deber, ahora
busco y exijo un hombre que me haga sentir plena, además de querida
y amada quiero que me haga ser multi-orgásmica. Quiero un hombre
comprometido en la relación, pero puertas afuera, que me haga
disfrutar, pero sólo a mí».
Como verán tras la idea del príncipe negro, que podríamos definirlo
como el “chico malo que tira rico, que puede ser muy promiscuo,
pero que se vuelve fiel porque se enamora de mí”, la fórmula sigue
siendo mágica e ilusoria, por varios motivos.
Suponer que hemos superado la búsqueda del príncipe azul cuando
en el fondo seguimos perpetuando el mismo vicio ya que -en la
120
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
cama o fuera de ella- creemos que el factor de cambio es la llegada
de un hombre que haga de catalizador de nuestra transformación
personal y resuelva mágicamente nuestras trancas y conflictos con
la intimidad. Cuando en la realidad es un cambio que debe nacer
de nosotras, especialmente, teniendo en cuenta que la mente es el
principal órgano de la sexualidad. Y nuestra vida psíquica es al fin y
al cabo nuestra.
Como en el ejemplo de Paula, de 28 años: «Siempre pensé que el
problema de que yo fuera anorgásmica era mi pareja, llevamos cinco
años de relación y al principio en la cama nos llevábamos bien, creo
que era porque yo estaba enamorada y él no tenía que hacer mucho
para encenderme, pero al poco tiempo yo nunca más alcancé un
orgasmo y me daba mucha rabia porque sentía que él no lo hacía
bien; así que le fui infiel, con un chico que me atraía muchísimo y
que tenía pinta de ser bueno en la cama, pero me sucedió lo mismo,
me la pasé bien, pero con él tampoco alcancé el orgasmo. Quizás el
problema soy yo».
Si bien es innegable que en el mundo y en el país hay uno que otro
amante extraordinario que tenga la habilidad de “descartuchar”,
instruir e incluso hacer “ver la luz” a más de alguna mujer, no
los encuentras a la vuelta de la esquina, por lo que la mayoría se
relacionarán con tipos normales que vienen con sus propias trancas,
inseguridades y hábitos amatorios. La probabilidad de dar con el
rock star del sexo, es semejante a toparte en tu vida con un futbolista
de elite. ¡Piénsenlo bien! Gran parte de los chilenos juegan fútbol,
pero sólo veintidós son seleccionados para el mundial y de esos
veintidós alrededor de cuatro son realmente excepcionales. Saquen
cálculos y traduzcan esto a hombres con habilidades amatorias
excepcionales. ¿Supeditarán su vida y disfrute sexual a que aparezca
ese crack sexual?
121
Constanza del Rosario
¡Aceptémoslo! Los hombres no vienen con una manual de instrucciones y poco se les educa para darnos placer, por lo que es un poquito “patudo” de nuestra parte cargarles a ellos con todo el peso de
nuestra satisfacción. Además, recordemos que uno tiende a sentir
atracción por ciertas personalidades, que tienen la misma capacidad de encenderte cómo de apagarte tus pasiones.
Como Magdalena, 40 años: «Llevo seis meses separada oficialmente
de mi pareja, pero ya no dormíamos juntos hace más de un año,
él es un súper papá y muy trabajador, pero me tenía descuidada,
llegaba siempre cansado del trabajo, sin ganas de tener relaciones
y cuando las teníamos duraba poquísimo; muchas veces le insistí
en que fuéramos a terapia, pero él no quiso reconocer que tenía un
problema de eyaculación precoz. Yo me cansé de insistir y decidí
separarme para ir en búsqueda de mi realización como mujer. Ahora
en medio de la jungla la situación no ha cambiado mucho, porque
sigo atrayendo a hombres inseguros y flojos en la cama, eso sí, no
me doy por vencida, seguiré buscando, debe haber alguno que me
trate como me lo merezco».
Como decía mi abuela, ¡cuidadito con lo que buscas y deseas!
Especialmente si tu anhelo más profundo es dar con un héroe
erótico, ya que los príncipes negros suelen ser del estilo latin lover,
poco leales, atormentados, con miedo al compromiso, y no son
los mejores compañeros en relaciones de larga data. Sin duda, ¡te
elevará!, pero, también ¡te harán caer!
«Convivo hace diez años con un hombre bueno, caballero, atento,
cariñoso y servicial, pero igualmente no me siento satisfecha, siento
que no he descubierto ni explorado mi sexualidad, que no he sido
libre en la cama y mi pareja es muy tradicional, poco creativo y fome.
122
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Sueño con que aparezca en mi vida un hombre que me revolucione las
hormonas y me haga el amor con ganas, quiero sentirme deseada no
parte de una rutina». Valeria, 45 años.
Ahora, téngalo claro, ¡querer es poder! Así que....
•
¿Quieres desinhibirte? Trabaja el tema en psicoterapia. O asiste a
mis talleres de entrenamiento en disfrute
( www.entrenamientoendisfrute.com ).
•
¿Crees que tu vida erótica se ha vuelto aburrida? Deja atrás el
discurso de la lata, la comodidad de la rutina y conéctense como
pareja en vez de seguir alineándote a través de la tele, la pega, el
teléfono y los hijos.
•
¿Quieres mantener una vida sexual vibrante? Apasiónate y déjate
seducir por tu propia vida, mantente conectada con tu cuerpo y
sentidos. En palabras simples: ¡Siente! ¡Haz más! ¡Piensa menos!
Recuerda nadie podrá hacer por ti lo que tú no estás dispuesta hacer
para ti misma. Del mismo modo que nadie puede cambiar a quien
no tiene ganas de esforzarse por cambiar.
Compréndelo, tener una vida sexual satisfactoria no se reduce a
tener un súper partner sexual, sino que a permitirse hacer locuras y,
por sobre todo, a motivarse a hacerlas.
Tener compañía adecuada es importante. ¡Claro que lo es! Pero ojo
que la llavecita para sacarte el cinturón de castidad la tienes en tu
propio bolsillo. ¡Úsala!
Tu cuerpo y lo que hagas con él es tu asunto, ¡aprende a conocerlo y a
disfrutarlo!, con el tiempo descubrirás que la clave no es la habilidad
123
Constanza del Rosario
del otro sino tu autoconocimiento, la conexión contigo misma, el
entrenamiento de tu piso pélvico y tu disposición a disfrutar del
proceso. En definitiva ¡Save yourself! (¡Sálvate a ti misma!)
¡ADIÓS AL VICIO LLAMADO PRÍNCIPE AZUL!
Si es difícil confiar, amarnos y erotizarnos a nosotras mismas, imagínense lo duro que es abandonar la ilusión de encontrar un hombre
ideal que nos ahorre ese trabajo y se encargue de nuestra felicidad.
Sí, mis queridas semi-diosas, es dura la tarea que se nos viene por
delante. Una verdadera prueba para quienes desean reencontrarse
con su poder personal, puesto que dejar un vicio así no es nada
fácil. Porque qué embriagante, adictiva y deliciosa es la creencia de
que el amor es perfecto, que nos depara una vida sexual sublime,
que el mundo es lógico y justo y que en él existe un hombre ideal
–hecho a nuestra medida– con el cual seremos felices y ardientes
para siempre.
¡Que maravillosa es la promesa que llegará a nuestras vidas un
galán de brillante armadura, que nos adorará, protegerá, admirará,
calmará, animará, consentirá, apasionara y mimará!
Y que con él nuestra existencia se verá resuelta casi por acto de magia,
pues ya no nos tendremos que preocupar de demostrarles nada a
los demás, ya que…¡qué mayor éxito que casarte con un príncipe!
Y, ¡cuánta libertad traerá a nuestras vidas!, ya que ya no tendremos
que trabajar más de ocho extenuantes horas diarias, ni preocuparnos por la crisis económica, ni el desarrollo de carrera, ni la cesantía, ni las cuentas, ¡porque, de seguro, tu príncipe será acaudalado
y no querrá que te preocupes de los gastos! Por el contrario, tu ta-
124
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
rea será comprar, divertirte, viajar y tomarte tu profesión como un
agradable hobby.
¡Vaya alivio! Decirle adiós a la limpieza, a la cocina y al Transantiago,
porque tu príncipe te proveerá de sirvientes, te llevará a cenar a los
mejores restaurantes y nunca te bajarás de una flamante carroza.
Y, ¡es que él será tan perfecto! Que sólo tendría ojos para ti, a quien
considerará la mujer más bella y perfecta del mundo tal cual eres.
¡Dios mío, qué segura te sentirías! Ya no tendrías que preocuparte
de las dietas, la celulitis, las cirugías plásticas y la llegada de la vejez
pues, ¡tu príncipe se deslumbrará por tu belleza interior!
Pero, ¡qué tipazo! Sí, incluso, ya no tendrás que preocuparte por la
aprobación de tu familia o que se lleve bien con tus amistades. ¡Tu
príncipe será tan encantador, gracioso, sociable y caballero que todo
el mundo lo adorará y admirará! Además, se encargará de castigar a
quienes te han hecho daño, reivindicar tu imagen y se procurará que,
nunca más, lo vuelvas a pasar mal.
Y, como si todo eso fuese poco, tu príncipe será además de fiel,
elegante, estiloso, sexy, apuesto y económicamente solvente, ¡una
verdadera bomba sexual! Y te hará el amor como en las mejores
películas romántico-eróticas de Hollywood: logrará hacerte sudar,
gemir y gritar de placer hasta llevarte al séptimo cielo en medio de un
orgasmo tántrico que te hará caer rendida entre las suaves sábanas y
sus fornidos brazos. ¡Porque, para él, el sexo sólo es otro medio más
para colmarte de placer y felicidad!
Y claro está, que la química entre ustedes será tal que nunca te
engañará, ni sufrirá de falta de deseo o de disfunción eréctil porque
además de ser un tigre en la cama, se enloquecerá con el simple
hecho de olerte o mirarte, pues para él, ¡eres su diosa sexual!
125
Constanza del Rosario
Lo mejor de todo es que ya no tendrás que preocuparte por
discusiones y peleas, porque no es celoso, su ex trabaja en una tribu
perdida del Amazonas, no se estresa por el trabajo, llama siempre
que se va a retrasar, no cancela planes a última hora, no ronca,
no se enferma, no se “enrolla”, no es machista, ni homofóbico, ni
racista, ni clasista.
Además, nunca te dice cosas hirientes, ni te grita, ni te miente, ni te
ignora, ni te agobia, no involucra a su madre en sus problemas de
pareja y menos te deja hablando sola.
Y, como si todo esto fuera poco, tiene sus metas claras en la vida, es
muy trabajador pero, pese a ello, jamás descuidaría a su pareja, hijos
y hogar ya que tiene una sorprendente inteligencia emocional.
¡Ayyyy, amigas! ¿Cómo renunciar a un hombre así, aunque sólo viva
en nuestras cabezas? Porque, ¡qué adicción más irresistible!
Apuesto que, de sólo pensar en un tipo así o en uno bastante parecido
a tu ideal de príncipe azul ya te han bajado las ganas de consumir.
Pero, ¡abstente!, que es una nefasta ilusión y si comenzamos con
un poquito, no nos damos ni cuenta cuando nos embriagamos del
todo y comenzamos a ver a hombres comunes y corrientes como
príncipes y nuestra vida como un cuento de hadas.
El problema es que, como todo buen narcótico, lamentablemente
después de un tiempo decaen sus efectos y el supuesto príncipe se
vuelve plebeyo. El encuentro con la realidad es inevitable, y luego
nos despertamos con una verdadera resaca de desilusiones, llantos,
maldiciones, rabietas, culpabilidades, desgano, insomnio, ansiedad,
problemas e insatisfacciones sexuales y, por supuesto, las infaltables
promesas de “no volver a creer en los hombres” y exclamaciones al
cielo jurando “no volverse a enamorar”.
126
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Como le sucedió a Fernanda, quien un día me dijo: «Estoy destrozada,
me engatusaron, me estaba empezando a embalar, medio enamorada incluso y de la nada se acabó todo… Con lo que me cuesta darme
al amor y ahora que lo hago, me “cagan”. Igual da lata que se rompa
la ilusión, tú cachái que yo de romántica cero. Pero en algún momento
pensé que él era buen candidato al reingreso al amor, sentí que podía
confiar en él y me equivoqué. No quería pasar justamente por lo que
estoy pasando ahora, pero por pava caí igual. Igual hay días, que me
dan ganas de verlo, de llamarlo y de ir a buscarlo. Igual hice un acto
romántico mamón: en su auto le deje un papel que decía: “Te echo de
menos, me hiciste mucho daño, pero igual te quiero”. No hubo ni una
respuesta, ni llamado ni nada; pensé, que si alguna vuelta le había
dado en la cabeza a todo el asunto, si tenía dudas me llamaría, pero
como no lo hizo, me di por vencida. Y ahora me siento terrible, una tonta. ¿Por qué le creí? Te lo juro que nunca más me vuelvo a enamorar».
Es que claro está que si el Sernac (Servicio Nacional del Consumidor)
nos permitiera dejar alguna queja por productos fallados o
publicidad engañosa, las demandas contra la marca “príncipe azul”
y su promoción “vivieron –y “tiraron”– felices para siempre” serían el
blanco de variadas querellas y denuncias femeninas, ¿o no?
Ahora bien, en toda esta historia de creer que cada una de nosotras
debería tener un príncipe azul, se nos olvidó preguntarles a ellos, a
los hombres, si acaso habían deseado desde pequeños ser príncipes
de mayores.
YO, ¿PRÍNCIPE AZUL?
Tras años de ejercer como terapeuta de parejas, he llegado a la
conclusión de que la raíz de muchas decepciones emocionales
tiene que ver con esperar pensamientos, actitudes y características
127
Constanza del Rosario
usuales del propio sexo en el sexo opuesto y apodar a ese conjunto
de características como: príncipe azul, y en el caso de ellos, la
mujer ideal.
Cuando en la práctica ellos nunca se les ha estimulado a soñar
con ser nuestros príncipes azules y menos aún se la han llevado
alucinando con protagonizar una historia de rosado amor.
«Aléjate de mi ventana,
vete a la velocidad que escojas.
Yo no soy a quien quieres, nena,
yo no soy el que necesitas.
Tú dices que buscas a alguien
nunca débil sino siempre fuerte
que te proteja y te defienda
ya sea estés en lo correcto o equivocada,
alguien que te abra todas y cada una de las puertas.
Pero no soy yo, nena.
No, no, no, no soy yo, nena.
No soy yo a quien tú estás buscando.
Bob Dylan2
¿Cómo pasamos tantos años cegadas a esta realidad? Si incluso nos
la han venido declarando a través de esta y muchas canciones más.
Probablemente porque como cada quien escucha y ve lo que quiere;
y hemos preferido poner atención a las otras melodías y discursos
2
128
“It ain’t me Babe”, The Rolling Thunder Revue. 1975.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
que si alentaban la ensoñación, destinadas a captar y vender a un
público femenino utilizando la “rosada ilusión”. Por lo que muchas
crecimos creyendo que la personalidad secreta del sexo opuesto era
la de príncipe azul, al estilo Clark Kent es Superman, lo cual, les puedo afirmar, que ha sido algo tan irracional como confiar en la existencia de Santa Claus, el Conejo de Pascua o el Ratoncito de los Dientes.
¡Cuánto nos hubiese servido que en su debido momento, alguien
se hubiese encargado de desinflar estas fantasías y ponernos las
“patitas” en la realidad!, para que después no confundiéramos seres
de carne y hueso con héroes románticos. Y así no continuáramos
empecinados en hallar a ese ser irreal: el príncipe azul.
¡Tantos años soñando y construyendo castillos sobre la nada!
Cuando en la práctica la sociedad no educaba príncipes azules,
aunque sí adoctrinaba mujeres con complejo de “princesitas”.
Digo esto ya que, mientras a nosotras nos repetían incansablemente
que debíamos ser lindas, tiernas, dulces, cariñosas, dependientes,
tranquilas, serviciales, virginales e incluso, débiles, frágiles, lloronas e
inseguras; creándonos a varias un verdadero complejo de princesas.
A ellos les decían que debían ser líderes, rudos, imperturbables,
racionales, calculadores, fuertes, competitivos, individualistas,
activos, independientes, fogosos, belicosos y poco sentimentales.
Desarrollando un verdadero síndrome de Rambo, Indiana Jones o
de Capitán Jack Sparrow.
Mientras, a nosotras se nos prometía que, de ser obedientes, cuando
mayores seríamos las protagonistas de una hermosa e inocente
historia romántica junto a un maravilloso príncipe azul, que nos
adoraría y viviría para cuidarnos y hacernos felices para siempre. A
ellos, se les prometía el protagonismo en un futuro lleno de aventuras,
129
Constanza del Rosario
libertad y heroísmo en busca de éxito, riquezas y admiración;
convencidos de que su destino era guiar a la humanidad o salvar el
mundo del mal. Y en el que la mujer –en su versión dulcinea o femme
fatal– ocuparía un rol de fan o de trofeo, porque lo relevante en sus
vidas sería el logro y no el amor.
¿Se dan cuenta de la gran distancia y problemas que acarrea esta
educación tradicional de género?
Cómo no vamos a tener conflictos por expectativas no cumplidas si a
nosotras desde pequeñas se nos habló que nuestra felicidad dependía
de la llegada de un hombre ideal; mientras que paradójicamente a
ellos se les preparaba para vivir centrados en sí mismos y realizarse
en soledad.
Lo que no sólo explica lo alejados que están de interpretar en la
realidad a nuestro príncipe azul y porqué varios esperan de nosotras
adaptación, admiración y escasas demandas. Sino que también
explica porque la mayoría de las mujeres tienen una visión de
sus parejas como indiferentes y egoístas. Y los hombres tienen la
percepción de sus compañeras como controladores y quejonas.
¡Qué ironía! Hombres y mujeres llevamos una vida compartiendo
codo a codo y probablemente ninguno muy consciente de la distancia
enorme que existe entre nuestra versión del héroe romántico y su
versión del héroe épico. Y menos aún de las complicaciones que ello
acarrea a la hora de tratar de comunicarnos y relacionarnos desde
dos orillas tan distintas.
Al respecto, Gonzalo, de 32 años, me comentaba: «Yo nunca había
pensado ser un príncipe azul... por lo menos no en el mismo sentido.
Yo creo que la idea de rescatar a la princesa del dragón puede ser una
fantasía masculina... pero no la de encontrar la princesa para toda la
130
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
vida. Ya sabes, en la mayoría de las historias, la princesa está metida
en algún “atado” del cual la tiene que salvar el príncipe, después viene
el beso y el enamoramiento y la felicidad hasta el fin de los tiempos. Yo
creo que la mayoría de los hombres quedaron “pegados” en la primera
parte, es decir en ser héroes... Y las mujeres en la segunda, en la parte
más romántica, porque al menos yo, no recuerdo haber pensado ni
escuchado a un hombre decir que le gustaría encontrar su princesa
para vivir juntos y felices para siempre; nosotros teníamos las típicas
fantasías del futbolista, astronauta o aventurero. Es más, las mujeres
no son parte de la ecuación hasta un poco antes de la pubertad».
¡Ya lo decía yo! ellos juegan en su mente a ser un James Bond,
un protagonista esencialmente solitario, poco comprometido y
atrevido; una figura que no concuerda, precisamente, con la versión
femenina del héroe romántico que describe Isa: «dulce, respetuoso,
paciente, contenedor y profundamente enamorado de ella».
Es que, díganme chicas, con la mano en el corazón:
•
¿Cómo creen que a los hombres les gustaría ser socialmente reconocidos: como Anthony de Candy o como Robin Hood?
•
¿Creen que ellos sienten que serán admirados por sus pares por
su romanticismo y sensibilidad con su pareja o por su valentía,
espíritu de aventura, autosuficiencia y seguridad?
•
Es más, qué creen que les pide la sociedad cada vez que a un
niño se le dice que “los chicos no lloran”; que el sueño de papá es
que llegue ser un fabuloso futbolista como Ronaldo; se le regala
la colección completa de películas de “los Transformers”; o se les
repite el “hombre cuando puede, la mujer cuando quiere”. ¿Qué
sean nuestros príncipes azules?
131
Constanza del Rosario
No olvidemos que a ellos los han entrenado desde pequeños para
convertirse de mayores en un tipo duro como Rocky o promiscuo
como Casanova; modelos de masculinidad que ponen a las mujeres
como un simple “plus” en la ya apasionante vida del héroe y no en el
centro de sus vidas como a nosotras se nos prometía.
Por eso, en defensa del sexo opuesto, debemos de reconocer que la
educación tradicional de género también les ha pasado la cuenta;
en particular porque ese modelo de masculinidad los presiona a
desconectarse de sus emociones y devaluar el amor y las relaciones
de pareja; alentando el dominio, la competencia, el oportunismo y
la indolencia.
Cuando, en la práctica, la mayoría de los hombres -tras sus ímpetus
heroicos y afanes de solteros empedernidos- anhelan encontrar a
una mujer con la cual comprometerse y estabilizarse y así satisfacer
sus deseos y necesidades de sentirse queridos, aceptados y
acompañados, porque como nosotras, son seres humanos.
Pero no lo demuestran abiertamente, ya que el área de los
sentimientos es para ellos “arena movediza”, y en lo que refiere a
las relaciones con el sexo opuesto, la mayoría de ellos están –a su
modo– bastante “enrollados” y temerosos de ser:
132
•
Rechazados.
•
Comparados con otros o que los hagan sentir uno más del
montón.
•
Devaluados, criticados o considerados unos fracasados.
•
Ridiculizados o difamados públicamente.
•
Encarcelados por una relación o por una mujer.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Demandados excesivamente por su pareja y por la relación.
•
Traicionados por su pareja.
Defendiéndose de estos temores a través de la huida, cierre,
pasividad o frialdad.
Entonces, ¿realmente vamos a seguir esperando peras del olmo?
Si bien es cierto que los hombres al igual que nosotras se deben
transformar y evolucionar como género y dentro de sus relaciones
de pareja -porque para eso el ser humano se empareja, para seguir
creciendo y aprendiendo junto a un otro distinto- eso no es sinónimo
de que los hombres deberían ser o volverse príncipes azules.
Y, aunque lo intentarán, lo irónico es que es altamente probable que
muchas terminarían igualmente desencantadas por varias razones:
•
En primer lugar porque aumentar nuestro amor propio y autoconfianza depende de nosotras y no de los demás; así que hicieran lo que hicieran no suplirían esa carencia ni nos ahorrarían
esa tarea.
•
Y en segundo lugar porque la falta de autoconocimiento y de
aceptación propia y ajena nos dificultará sentirnos queridas y
satisfechas.
¡Seamos honestas! Cuántas creemos necesitar a un tipo sensible,
pero nos ponen los rudos; creemos anhelar a un tipo maduro, pero
nos seducen los hombres impulsivos y arriesgados; queremos a un
chico fiel, pero nos llaman la atención los coquetos; queremos uno
servicial, pero admiramos a los poderosos; deseamos a un chico
concienzudo, pero nos cargan los cobardes, etc.
133
Constanza del Rosario
¡Qué fácil somos de satisfacer! ¡Jejejeje!
Podría dar una infinitud de ejemplos más que nos demuestran una y
otra vez las elevadas y casi irracionales expectativas que tenemos de
nosotras mismas, los hombres y el amor, que ya es hora de aterrizar
si deseamos ser felices.
«Creo que las mujeres no sólo están más exigentes dentro y fuera de la
cama, sino que están súper confundidas, no creo que hayan logrado
definir bien qué quieren…Y eso se ha traducido en una mayor presión
en todo ámbito para el hombre. A un hombre le interesa satisfacer a su
mujer, pero si siente que eso es algo que nunca va a lograr porque ella
se va a quejar inevitablemente por algo, entonces deja de importarle.
Es que para un hombre, por mucho que intentes ser un campeón, si hay
quejas constantes de todo, al final dejas de intentar ser tan campeón
porque pierdes el interés. Si quieren héroes románticos, motívennos
a serlo, no se la pasen criticando, a nadie le gusta sentirse un eterno
fracaso». Cristóbal, 36 años.
HAY UN LÍMITE QUE ROMPE EL DESEO
Es un hecho que por siglos hombres y mujeres hemos crecido en
ambientes que refuerzan positivamente las conductas de “hombre
macho, insensible, guerrero dominador”, asociándolas a “protección”.
Obviando que este modelo de virilidad tradicional tiene un peligroso
lado B, cuando esas mismas características no están al servicio de la
protección sino de la violencia y en especial contra nosotras.
¿Quiero decir con esto que nosotras somos blancas palomas? ¡Claro
que no! En mis 10 años de trayectoria profesional he visto y escuchado de todo. Lo que quiero decir con esto es que lamentablemente la
educación tradicional de género sumada a una inexistente educa-
134
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
ción en inteligencia emocional en los colegios, crean el terreno fértil
para fomentar y perpetuar la violencia de pareja y la violencia hacia
las mujeres.
A mi parecer son demasiados los que se sienten con el derecho a
comportarse con las mujeres de manera abusiva y con sus pareja de
manera explosiva, devaluadora, indiferente, castigadora o agresiva.
Razón por lo que, frente a este contexto, se vuelve imprescindible
no idealizar el amor ni a nuestra pareja, creer más en nosotras
mismas, regular de mejor manera nuestras emociones, hacernos
responsables de nuestras reacciones y elecciones y trabajar nuestra
capacidad de ser más firmes y poner límites a tiempo, si queremos
evitar correr muchos riesgos o dañar a terceros.
Lo cierto es que jamás me dejará de impactar la gran cantidad de
personas que no se hacen responsables de sus actos ni miden el
impacto de sus palabras, por agresivas o abusivas que sean. Situación
que a mi juicio sólo se puede subsanar a través de cambios profundos
en la educación y la mentalidad de todos y todas. Una educación,
como la que promovemos a través de @relacionesinteligentes , que
nos permita mover los polarizados roles de género hacia el camino
del medio.
¡Cuánto se podría lograr si nos preocupáramos de educar empatía
masculina y asertividad femenina!
¡Qué bien nos haría como sociedad fomentar el amor propio en ellas
y habilidades de cuidadores en ellos!
Y qué bien nos haría ayudar a los hombres a contactar y expresar su
tristeza y a nosotras escuchar y expresar asertivamente nuestra rabia.
135
Constanza del Rosario
Les digo todo último, porque ser las Diosas de nuestra vida está
en estrecha relación con poner límites; con decir, cada vez que sea
necesario, palabras como: “no”, “detente”, “basta”, “esto se acaba”. Lo
que sólo es posible si en vez de reprimir rabia aprendemos a verla
como una consejera y aliada de nuestro amor propio y no como un
arma que utilizamos en forma de crítica o de explosión cada vez que
nos sentimos sobrepasadas.
Grábense esto a fuego:
•
“Una mujer sólo puede esperar ser tratada como se trata a sí
misma”.
•
“Una mujer que se ama, se respeta y prioriza; no aguanta ni avala
acciones que la dañen o devalúan”.
•
“Una mujer empoderada jamás justifica recibir o ejercer
violencia”.
•
“Una mujer autónoma no depende de un otro para ser quien es,
hacer lo que le apasiona o decidir ser feliz”.
•
“Una mujer con alta autoestima no se siente menos frente a su
pareja, ni pierde poder al darle a su pareja la razón, cambiar una
conducta o flexibilizar su postura”.
No seremos capaces de conectar con nuestro poder personal si por
evitar conflictos o agradar estamos dispuestas a transgredirnos,
adaptarnos a lo insano o a culparnos por las reacciones y acciones
ajenas. Pero tampoco seremos capaces de desarrollar nuestro
potencial y tener la relación que queremos y merecemos si
adoptamos una postura defensiva, inflexible y radical frente al amor
y a nuestra pareja.
136
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Debemos tener claros esos límites intransgredibles que nacen desde
el amor propio y que son INTOCABLES, pues preservan nuestro
bienestar y felicidad. Y que no podemos permitir que nadie venga
a transgredir o cuestionar. Y a la vez, desarrollar la habilidad de
mirarnos con perspectiva a nosotros mismos, a nuestra pareja
y sobretodo al bienestar compartido, para definir qué hay que
transformar, negociar, coordinar y flexibilizar.
Chiquillas todas tenemos un límite que debería romper el deseo; así
que pongan atención si están dando más de la cuenta o tolerando
“por amor” lo intolerable; que lo suyo podría ser desde un problema
grave de falta de amor propio a un peligroso problema de adicción.
MORIR POR AMOR
Cómo les dije en un comienzo, este libro no es para víctimas sino que
para mujeres protagonistas de sus vidas.
Sin embargo, en este apartado hablaré de un tema que parecerá
contradecir mi postura, pese a no hacerlo; porque quiero hablarles
a todas esas mujeres que se han enamorado, están enamoradas o
pueden llegar a caer en la trampa de hombres narcisistas malignos,
maquiavélicos o psicópaticos. Y que lamentablemente, a mi juicio,
son demasiados.
Lo que hace imprescindible darle tribuna a este tema porque:
•
Las mujeres llenas de luz, de bondad y de power, que arrastran
alguna herida de apego, se sienten solas, están pasando por
una crisis emocional, son madres solteras o se creen demasiado
listas, atraen a muchos de estos tipos tóxicos. Ya que es como si
pudieran olerlas. Son como miel para las abejas.
137
Constanza del Rosario
•
A la gran mayoría no nos enseñaron sobre estos personajes que
tienen la habilidad de disfrazarse de príncipes azules y ocultar
tras su atractivo, falsa bondad o vulnerabilidad sus intenciones
de parasitar y depredar emocional, energética y económicamente de sus víctimas.
•
El conocimiento es poder y mientras más sepan, más herramientas tendrán para prevenir o salir a tiempo de una relación que no
les conviene y es altamente adictiva.
•
El poder identificar a tiempo a estas personalidades altamente tóxicas y peligrosas y ponerles límites, es la mejor estrategia
para preservar nuestro amor propio y evitar más muertes y suicidios “por amor”.
Cansada estoy de escuchar historias de violencia psicológica,
de agresiones físicas, de acoso, de abuso sexual y de femicidios
protagonizadas por estos personajes que pululan libremente por las
calles y que en la mayoría de los casos además de salirse con la suya,
pasan “piola”.
Entonces, ¿cómo detectarlos?
Observando la contradicción de sus conductas, confiando en tu
instinto y no dejándote engañar por palabras y promesas que nunca
se cumplen. Siendo fundamental para todo ello, ser consciente de
que estos personajes siempre utilizan la misma estrategia:
•
138
Centrarán toda su atención en ti como lo hace cualquier depredador con su presa; con tres objetivos: 1) Conocer tus deseos y
temores y así saber con qué deberá ilusionarte y castigarte. 2)
Hacerte sentir especial y poderosa y así no desconfíes ni temas.
3) Controlarte y así asegurarse que nadie más se te acerque.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Te bombardearán de amor: no pararán de repetirte lo maravillosa
y especial que eres, en particular te dirán y harán lo que siempre
has querido que haga o diga tu pareja ideal -recuerda que te estudiaron- con el objetivo de que creas que son tu “alma gemela”.
•
Harán todo lo necesario para impresionarte gastando un dineral
en ti, demostrándote cuánta gente conocen, llevándote a lugares entretenidos, haciéndote favores, viviendo experiencias únicas y mostrándose muy caballeros, etc. Con la intención de que
los idealices. Y que cada vez que hagan algo inadecuado, dudes
de tus percepciones aferrándote a los recuerdos idealizados de
ellos y su conducta; achacándote a ti misma la responsabilidad
de su cambio de actitud.
•
Intentarán comunicarse contigo constantemente, de perseguirte, de insistir que salgas con ellos o en verte, en que hablen mucho rato o se queden hasta tarde juntos con el objetivo de entrar
a tu corazón por agotamiento; generándote una sensación de
cercanía, confianza y conocimiento mutuo ilusoria.
•
Querrán que te comprometas o prometas exclusividad lo antes
posible, por lo que serán muy intensos y los ritmos de la relación
serán acelerados. Lo que puede incluir decirle a otros que eres
su polola sin siquiera habértelo preguntado, proponerte irse de
viaje, a vivir juntos, tener un hijo e incluso casarse al poco conocerse. Lo que te hará pensar que están locos de amor o que son
extremadamente apasionados, cuando en realidad no toleran la
incertidumbre, el no tenerte bajo control y seguir fingiendo constantemente ser buenos e ideales.
•
Realizarán la técnica de “Aladdin” de subirte con sus palabras a
su alfrombra voladora y hacerte viajar hacia un futuro fantástico,
139
Constanza del Rosario
de una vida juntos donde todos tus sueños se cumplen, tus necesidades son cubiertas y tus dolores sanados junto a ellos. Utilizará
esta técnica cada vez que puedan para distraerte de sus errores o
hacerte dudar de poner fin a la relación por todo lo que podrías
perder, aunque en la realidad no exista más que en palabras.
140
•
Te mostrarán a su niño herido -especialmente cuando lo cuestiones o quieras dejarlo- y te contarán su trágica historia de vida: de
padres maltratadores, abandonadores, distantes, despreocupados o fríos. El objetivo es conmoverte para generar en ti la misión
de repararlos a través de tu amor incondicional. Así mismo, difamarán a sus ex parejas y se situarán como víctimas de ellas.
•
Irán probando cuánto toleras, cuánto estás dispuesta a no ver,
a minimizar, a adaptarte, a sacrificar y hacer por ellos y por la
relación. Por lo que, de vez en cuando, de la nada, te contarán
cosas que han hecho de cuestionable moralidad, te pedirán que
hagas o dejes de hacer cosas o frecuentar a alguien por estar
con ellos, hacerlos sentir más queridos o confiados. Su objetivo:
medir cuánta influencia tienen en ti.
•
Te harán rendirle cuentas de qué haces cuando no estás con ellos
y con quien has estado -en forma de curiosidad y más tarde en
forma cuestionadora-; y apenas puedan te “aconsejaran” cambios
en tu aspecto, actividades y relaciones e intentarán hacerte creer
que sus conductas dominantes y controladores son también
una muestra de amor, que “lo hacen por tu bien”. Su objetivo:
controlarte y progresivamente aislarte.
•
Utilizarán su edad, nivel de estudios, nivel de ingresos, atractivo
físico, experiencia vital o cualquier otra característica útil para
hacerte sentir inferior a ellos con el objetivo de justificar su
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
conducta dominante, controladora y manipuladora y lograr que
te sometas a su voluntad, haciéndote creer que es lo mejor para
ti, porque ellos son o saben más que tú.
•
Triangulizarán constantemente la relación mencionando a otras
mujeres, poniéndole a otras atención frente a ti o de manera
virtual para despertar celos e inseguridad en ti, que luego utilizará
en tu contra acusándote de loca, insegura y controladora.
•
Intentarán aislarte de tus amigos y familia para asegurarse que
nadie refuerce tu autoestima, te de apoyo emocional, te haga ver
que los equivocados son ellos y que sus exigencias son excesivas.
Y lo harán bajo la excusa de que son personas que no te convienen,
que no te aprecian, que te envidian o te estancan. ¡No como ellos!
Proyectando en otros su verdadera personalidad e intenciones.
•
Si te ven indecisa o decidida a poner fin a la relación realizará
algún acto ostentoso de amor para hacerte creer que entendió,
que cambiará, que te ama locamente y que no puede vivir sin ti.
Y pueden volverse violentos si no reaccionas positivamente a sus
esfuerzos acusándote de manipuladora, cruel e incluso de infiel.
•
Estarán atentos a señalarte cualquier error que cometas o
cualquier deficiencia o desventaja en comparación con ellos o a
otras mujeres -incluidas sus ex- con el objetivo de insegurizarte,
despertar tus celos, disminuir tu autoestima y aumentar tu
dependencia emocional hacia ellos.
•
Utilizarán tus palabras para doblegar tu voluntad; hacerte sentir culpable o manipularte con el objetivo de que hagas lo que
ellos desean o de responsabilizarte a ti de sus acciones o estado
emocional.
141
Constanza del Rosario
•
En la medida que la relación se haga más comprometida comenzaran a premiarte y castigarte, a elevarte y devaluarte cíclicamente. Haciéndote sentir especial y alabando tus características para
luego en otras ocasiones hacerte sentir poca cosa y criticarte;
dándote la sensación de que con ellos vives pisando huevos y que
cada vez que las cosas van bien, ellos reaccionan mal de la nada.
•
En la medida que la relación se haga más comprometida comenzara a molestarles tu éxito y las personas que te quieren, por lo
que adoptará una conducta de aburrimiento y de negatividad a
la hora de acompañarte a tus eventos sociales o apoyarte en tu
carrera, aunque socialmente muestre otra conducta y discurso.
Irónicamente, esperarán y exigirán que tú muestres entusiasmo y
disposición para todo lo suyo.
•
Con el paso del tiempo descubrirás que tiene alguna conducta
adictiva o abusiva de alcohol, drogas, juegos, pornografia,
prostitutas, etc. O bien, la necesidad de involucrarse en actividades
con altos niveles de adrenalinas, para sentirse vivo.
•
Lo pillarás en mentiras que descaradamente te dice a ti o a otros,
no mostrará culpa o arrepentimiento real volviendo a hacerlo.
•
Si pones fin a la relación y los dejas, te acosaran e insistirán en
verse para conversar y así poder convencerte de volver. Lo que
puede hacerte sentir aterrada de ir a lugares donde te los puedas
encontrar ya que dudarás de ser capaz de no recaer o temerás
que intente hacer algo para dañarte.
Todas estas estrategias tienen por objetivo insegurizarte y confundirte,
que dependas emocionalmente de ellos, que reclames su atención,
que hagas todo lo posible para no perderlos o recuperarlos, que creas
142
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
que eres tú la que debe ganarse su amor a través de tu sacrificio, y
que estés cada vez más dispuesta a dar, tolerar y a recibir menos,
creyendo que el día de mañana todo puede cambiar y la promesa de
ese futuro maravilloso juntos se puede concretar.
¿POR QUÉ CAEMOS EN ESTO?
Partamos recalcando que nadie cae en esto porque sea tonta, porque
le gusten los malos tratos o sean muy débiles -ya que, por lo demás
he visto a varias mujeres sumamente independientes y aguerridas
apresadas por estos tipos- sino porque la educación de género
tradicional y la falta de educación de la inteligencia emocional
alientan a las mujeres a:
•
Creer que a nuestra vida llegará un príncipe azul, lo que facilita
comprar gato por libre si alguien interpreta convenientemente el
papel de ese galán.
•
Esperar ser elegidas y adoptar un rol dependiente, sacrificado y
pasivo frente al amor.
•
Aceptar la autoridad y el liderazgo masculino, sin cuestionarlo ni
poner límites al confundir agresividad con protección.
•
Aceptar que tengamos más prohibiciones y castigos que los
hombres por nuestra conducta y normalizar la transgresión de
límites y falta de empatía de ellos.
•
Tender a agradar y reprimir nuestros instintos para ser elegible. Y
culparnos si la relación no funciona.
•
Hacer que nuestra autoestima dependa de la atención y
aprobación masculina.
143
Constanza del Rosario
•
Creer que el verdadero amor es incondicional, que “dar hasta
que duela” es de gente buena y que los esfuerzos siempre serán
recompensados.
•
Evitar hacernos cargo de nuestras heridas, emociones y acciones
y otorgarle a un otro la responsabilidad de mantener a flote
nuestra “endeble” estabilidad y felicidad.
Por ello, tengan mucho cuidado con esos lobos, que en un comienzo se presentan con piel de oveja o actitud de abuelita, acercándose
sigilosamente a su presa, encantando como una serpiente a través
de sus palabras y un constante “bombardeo de amor” haciéndote
creer que además de especial y única, tienes todo el poder sobre
ellos y la relación.
Y más aún, ten cuidado si eres de las que en su inconsciente sigue aferrada a la idea de la llegada de un príncipe azul, ansiosa por protagonizar tu propio film de amor. Ya que este tipo de personalidades como
se los dije, tienen la capacidad de oler en ti esa “hambre de amor
ideal” y lo usarán en tu contra. Diciendo y haciendo todo lo necesario
para que bajes tus defensas y dejes entrar a tu vida a la versión masculina del Caballo de Troya.
¿Te topaste con uno de estos personajes en tu vida? Quizás sea bueno
que participes en el Detox Emocional de mi programa: “Protagonista
de mi vida”.
¡Run for your life! (Corre por tu vida).
Ya lo saben, mis queridas lectoras, lo que no nos contaron del príncipe
azul es que muchos de sus representantes, no son precisamente
azules, aunque se disfracen como si lo fueran.
144
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Lamentablemente, varios viven las relaciones de forma paranoica
y narcisista interpretando a una mezcla de Hulk y de Mr. Freeze,
ejerciendo desde su inestabilidad y manipulación emocional un fuerte
control sobre nuestras emociones, pensamientos y conductas.
Situación que probablemente muchas no detectaremos a tiempo
porque, en un principio, astutamente ocultaran este lado B de su
personalidad para intentar seducirnos y para disimularan frente a otros
y vender su máscara de buenos tipos; generándonos una profunda
sensación de CULPA y CONFUSIÓN; cada vez que muestran su
verdadera identidad a través de sus acciones agresivas e indiferentes.
Dualidad que más de una vez nos hará cuestionar: ¿Con quién estoy?
¿Quién es este tipo en realidad?
Ya que frecuentemente sentiremos COMO SI ÉL FUERA DOS
HOMBRES a la vez. Uno que nos ama, nos quiere proteger y necesita
y hace saltar nuestro corazón de alegría, lo calma con su atención y
lo llena de compasión. Y otro que dice y hace cosas terribles que nos
aprietan la entrañas y despierta un tóxico sube y baja emocional.
Es que amigas, hay un porcentaje no menor de hombres que tienen
un serio PROBLEMA CON ELLOS MISMOS DE DIFÍCIL SOLUCIÓN
del que no deberías hacerte responsable por ningún motivo, porque SU ACTUAR NO ES NUESTRA CULPA y porque NO LO PUEDES
CAMBIAR.
¡Métanselo en la cabeza! El daño psíquico que tienen estos tipos es
irreversible y quien esté a su lado terminará igual de machacada que
tú, ya que ni tú ni otra es la causante de sus acciones y reacciones, sino
que son ellos los incapaces de empatizar y por ende de amar, cuidar
y respetar. Porque, aunque te parezca increíble, su “naturaleza” es
explotar y agredir a otros sin la más mínima cuota de culpa.
145
Constanza del Rosario
Cuesta creerlo, pero es verdad, no les importa dañar sólo velan por
sus propios intereses. Y si estás o has estado con uno de ellos quizás
esto sea lo más duro de aceptar, QUE NUNCA TE HAN AMADO, que
simplemente simuló amarte y ser el hombre de tus sueños; porque
no sabe ni es capaz de amar.
Así que, ¡no se vayan a contar el cuento de que todo lo que necesita
es amor! ¡Que tú puedes salvarlo! Estos tipos no tienen vuelta; porque
en el fondo no hay real motivación de cambio, condición básica para
la efectividad de cualquier tipo de terapia.
Así que si te topas con uno de estos, ¡corre a perderte! Ante la tentación ¡Hay que ser fuertes y firmes! Ante sus lágrimas de cocodrilo, ¡hay
que ser astutas! Y ante su promesas de cambio -que en la práctica
nunca ocurren- ¡HAY QUE MIRAR SUS ACCIONES!, porque son los
actos y no las palabras las que develan sus verdaderas intenciones y
amor hacia ti.
Entonces, ¡enciende tus antenitas de vinil! si tu pareja:
146
•
Se sitúa a sí mismo como superior y víctima de ti.
•
Vive centrado en sus deseos y necesidades, devaluando y minimizando los tuyos.
•
Si a logrado alejarte de tus familiares y amigos.
•
Se transforma en un ser desprovisto de empatía, respeto y/o compasión y te ve como su enemiga número uno y la causa de todos.
•
Si constantemente intenta a través de manipulaciones emocionales “salirse con la suya”.
•
Si crónicamente es infiel o mentiroso y te responsabiliza a ti de ello.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Si sientes que cada vez que la relación va bien o se acercan más, él
hace algo para inestabilizarla y llenarte de angustia, rabia y tristeza.
•
Si tu salud mental o física está por el suelo. Y estar pendiente de él
o de la relación afecta tu vida laboral, social o familiar.
Si tu pareja te hace alguna de estas cosas, prueba si hay a tu lado un
ser dispuesto a crecer en pareja o si sólo está ahí para alimentarse de
ti. ¡Escucha a tus vísceras! Especialmente si te HACE SENTIR CULPABLE, poca cosa Y CONFUNDIDA.
¡Eres tu propia Diosa! Así que mantente atenta y pon los puntos sobre
la íes, no aguantes faltas de respeto ni te ciegues tú misma “porque
estas enamorada”.
Quiérete y pon los límites claros. Si es un tipo que vale la pena, se hará
cargo de su error, pedirá perdón e intentará cambiar, hecho que tú
misma en la práctica verificarás.
Si por el contrario considera que le estás hablando tonteras, que la
que debería cambiar eres tú, comienza a criticarte, a chantajearte, a
compararte o a amenazar con dejarte, ¡amiga, corta de raíz! Ese tipo
no tiene vuelta.
¡Juégatela por ti y atrévete a poner fin a esta relación! Aún cuando te
aterre su reacción o te bloquee la idea de que nadie más te amará. ¡Ten
fe! Mejores opciones vienen en camino. ¡Mereces más!
Tu único deber y preocupación, como lo hemos dicho a lo largo de
este libro, es velar por tu bienestar y luego por los demás. Tú vida será
lo que elijas hacer con ella.
147
Constanza del Rosario
Recuerda que somos nosotras -las adictas- quienes decidimos
quedarnos una y otra vez en relaciones enfermizas, con la esperanza
que algún día todo cambiará. Auto-convenciendonos -sin evidencia
a favor- “que aunque nos trate mal, él no es así”, “que está pasando
un mal momento”, “que no se da cuenta de lo que hace”, “que mejor
quedarme aquí, al menos así no caigo con otro peor”, que “si lo dejo
nadie más me amará” o “que en algún momento me valorará y me
tratará tan bien como lo hace con los demás”.
¡Chao al delantal de mamita corazón de abuelita, la aureola de
santa y la capa de Superwoman! ¡Dejemos de dar jugo por quien
no nos merece!
Este mundo está lleno de peces y no todos son pirañas. Lo importante
es abrir los ojos y no confundir “jurel con salmón”. Esto no implica
que deban vivir sus relaciones desde la paranoia, simplemente no las
vivan desde la inocencia. A toda honra y con mucho respeto, por favor,
¡seamos un poquito más zorras! Si huele mal es altamente probable
porque es caca.
148
CAPÍTULO V
DECÁLOGO DE
UNA DIOSA
Constanza del Rosario
Para finalizar este libro quiero dejarle 10 sencillas leyes de vida que
pueden serles de utilidad para recobrar su poder personal y amarse
y amar de verdad.
1. Yo tengo el poder.
Una Diosa sabe que su Autoestima es suya, así que mientras ella
misma no le otorgué poder a los demás sobre ella, nadie puede
hacerla sentir poco valiosa, incapaz, no deseable o mala; porque una
Diosa es protagonista de su vida, no una víctima.
2. Suelto obsesiones y adicciones.
Una Diosa no se aferra, justifica ni defiende los hábitos o personas
que se han vuelto tóxicos en su vida. Y tampoco gasta su tiempo
tratando de entender a quien no hace el más mínimo esfuerzo por
entenderla a ella; su energía está puesta en respetar y cuidarse a ella
misma, por difícil que esto le resulte.
3. El amor comienza en mí.
Una Diosa no utiliza las relaciones sentimentales como estrategia
para amarse a sí misma o para autorregularse emocionalmente. No
cree que la soledad es su una enemiga ni su destino fatal sino que
es una oportunidad para conocerse, conectarse o divertirse con ella
misma y recordar lo bakana que es.
4. Mi pasado no me define.
Una Diosa sabe que ella tiene el poder y que por lo mismo puede
“cambiar sus estrellas”. Así que por traumático que haya sido su
150
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
pasado hará todo lo que esté a su alcance para aprender a amarse,
ser feliz y elegir mejor.
5. Mis temores sólo existen en mi cabeza.
Una Diosa sabe que su peor enemiga se llama mente alaraca
y radical; ese lado de ella misma que siempre se pone en la peor
situación con la excusa de no sufrir y que cada vez que la hace viajar
a ese futuro aterrador la pasa pésimo; por lo que ha optado por vivir
en el presente, atreverse más seguido y confiar que la vida quiere
para ella lo mejor en su vida personal y sentimental.
6. Escucho a mi rabia y pongo límites
Una Diosa sabe la importancia de escuchar a su estómago y no
minimizar lo que activa su rabia, conscientes de que éstas le avisan
cuando algo o alguien atenta contra su amor propio y bienestar.
Utilizando su intuición y la fuerza de rabia para ponerse firme y decir
no, basta o esto no es para mí.
7. Elijo menos sacrificio y más disfrute.
Una Diosa es perseverante y luchadora pero nunca una mártir ni
una esclava. Vibrar y disfrutar es parte de su día a día. Hace lo que le
apasiona, comparte con los que aportan a su vida y no se avergüenza
de su intensidad emocional ni de su sexualidad.
8. Invierto en mí.
Una Diosa siempre es prioritaria en su vida, no se siente culpable de
invertir tiempo, energía y recursos en ella misma, porque sabe que la
151
Constanza del Rosario
caridad parte por casa. Y que amar y cuidar de ella es el primer paso
si quiere dar amor y cuidado de calidad.
9. Creo en los hechos no en las palabras.
Una Diosa es consciente de que en el mundo existen muchos
queriendo ver gato por liebre; así que está más atenta a los hechos
que a las palabras. Se queda e invierte en personas que en su actuar
demuestran que las aprecian y respetan.
10. Yo puedo, importo y valgo.
Una Diosa cree en sí misma en sus capacidades y valor por lo que
elige, decide y actúa desde el yo puedo, importo y valgo. Su vida la
conduce desde el amor propio y no desde el temor al abandono o
el rechazo.
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DÉCALOGO DE UNA DIOSA
Resumen de Bolsillo
1.
Yo tengo el poder. ¡Yo soy la protagonista de mi vida!
2. Suelto obsesiones y adicciones. ¡Mi tiempo y energía no lo
malgastaré en lo que no me aporta!
3. El amor comienza en mí. ¡Aunque no lo compartas, prefiero
estar sola que mal acompañada!
4. Mi pasado no me define. ¡Yo soy la arquitecta de mi destino!
5. Mis temores sólo existen en mi cabeza. ¡Así que chao con
el rollo, elijo vivir!
6. Escucho a mi rabia y pongo límites. ¡Escucho a mis tripas y
te digo no!
7. Elijo menos sacrificio y más disfrute. ¡Aunque le moleste,
vivo y gozo intensamente!
8. Invierto en mí. ¡Ser mi prioridad no me hace egoísta!
9. Creo en los hechos no en las palabras. ¡No soy cuática, soy
objetiva!
10.
Yo puedo, importo y valgo. ¡PLR al que diga lo contrario!
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SOY
MI PROPIA
DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
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Constanza del Rosario
Con la colaboración de María Elvira Valdés
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
ANEXO
¿QUÉ ES PROTAGONISTA DE MI VIDA?
Una serie de programas de autoconocimiento y de desarrollo de tu
inteligencia emocional, para que dejes atrás la idea de que hay algo
mal en ti, ¡y te conviertas en tu propia Diosa!
¿Qué beneficios obtendrás al participar?
• Aumentar tu autoconocimiento y empoderamiento personal.
• Reconocerte única y capaz.
• Aprender a manejar tus emociones y reacciones en cada
situación.
• Confiar en tu intuición y dejar de guiarte por el qué dirán.
• Aprender a poner límites y dejar de dar más de la cuenta.
• Volverte más sabía y aterrizada en el amor.
• Sentirte más satisfecha contigo misma, tus relaciones y tu
sexualidad.
¿Cómo te convertirás en protagonista de tu vida?
• Conociéndote y empoderándote.
• Aprovechando la rabia a tu favor.
• Dejando de pasarte rollos y lanzándote a vivir intensamente.
• Conectando con el power de tu vulnerabilidad.
• Atreviéndote a ser tú misma.
• Entrenando tu habilidad para disfrutar.
• Filtrando pasteles y relaciones tóxicas.
• Volviéndote la capa de las relaciones de pareja y la mente
masculina.
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Constanza del Rosario
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Antecedentes de la
pluma de las diosas
Constanza del Rosario
Constanza del Rosario (Autora)
Es psicóloga y comunicadora experta en relaciones de pareja, género, sexualidad y bienestar emocional.
Directora Ejecutiva y Fundadora de Relaciones Inteligentes; fundación que busca Revolucionar el paradigma educativo para integrar
la educación de la inteligencia emocional en centro del currículo de
formación docente y escolar.
En su ejercicio profesional siempre ha mostrado un gran interés en la
educación emocional de la población de Chile, colaborando como
especialista en distintos medios de comunicación como: Mega, CHV,
TVN, Canal 13, CNN, UCV, Zona Latina, Vía X, Radio Paula, Radio Agricultura, Radio Oasis, Radio Romántica, Radio Cooperativa, Radio
Bío Bío, Radio Súbela, revista Woman’s Health, revista Buena Salud,
M360, Publimetro, Emol, LUN, Para ser Bella, entre otros.
Actualmente coprotagoniza junto a Tere Hales la Comedia Terapia
“No eres la única” en la plataforma de contenidos yooy.cl.
En 2017 lideró la campaña “7F: Día Contra la Violencia en el Pololeo”
junto a Fundación Antonia, y desde entonces realiza charlas en torno
a las relaciones saludables, el empoderamiento femenino y la inteligencia emocional.
158
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
Sus estudios:
•
Psicología en la Pontificia Universidad Católica de Chile
•
Máster en Relaciones de Género de la Universidad de Zaragoza,
(España).
•
Máster en Sexología, Orientación y Terapia Sexual en INEFOC (Madrid, España)
•
Couples Emotional Focus Therapiest (EFT-Trainee)
•
Locutora de Radio y TV de la Escuela de Locutores de Chile.
•
Instructora de Kundalini Yoga, Agni Yoga (Santiago de Chile).
159
Constanza del Rosario
María Elvira Valdés (Colaboradora).
Psicóloga y coach experta en liderazgo femenino
Colaboró en el libro “Si la Cama Hablara” de Constanza del Rosario y
junto a ella realizó el podcast y programa radial online titulado con
el mismo nombre.
A lo largo de su carrera ha asesorado de manera independiente a
diferentes organizaciones en temas de desarrollo y calidad de vida
de sus colaboradores; trabajando con equipos tanto en Chile como
España y Argentina.
Se desempeña como Coach Ejecutivo en diferentes organizaciones y
desde 2016 ofrece el Programa de Coaching de Vida para Mujeres 4.0
“Tu Vida, Tu Sueño” enfocado en mujeres que quieren convertirse en
su mejor versión y vivir plenamente sus vidas y trabajos.
Actualmente se desempeña como directora de la unidad de coaching
de Proqualitas y como Coach de liderazgo femenino en Woomup.
160
•
Psicóloga Clínica, Pontificia Universidad Católica de Chile.
•
Postítulo Psicología Humanista Transpersonal (IFTI).
•
Diplomada en Sexualidad Humana y Terapia Sexual, Centro de
Estudios de la Sexualidad Chile.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
Coach certificada internacionalmente en Coaching Integrativo por
la PCA – Professional Coaching Alliance, y la International Association of Coaching – IAC. Ha realizado formaciones.
•
Formación complementaria en psicología positiva, Mindfulness y
compasión.
161
Constanza del Rosario
162
Bibliografía
Constanza del Rosario
164
•
ARRONDO, José Luis. Historia íntima del pene: la nueva sexualidad
masculina. Valencia: Nau libres, 2006
•
BADINTER, Elisabeth. XY La identidad masculina. Madrid: Alianza
Editorial, 1993.
•
BEJAR, Sylvia. Tu sexo es aun más tuyo. Barcelona: Editorial
Planeta, 2006.
•
CASTRO, Inés. La pareja actual: Transición y Cambios. Buenos
Aires: Lugar, 2004.
•
CRAIC, James y ENGLISH, Rapson. Ansiedad por agradar: 7
prácticas para superar la amabilidad crónica. México: Editorial
Diana, 2008.
•
FEDERACIÓN MUJERES JÓVENES. El género femenino a través de
la publicidad. Madrid: Mujeres Jóvenes, 2001.
•
LARTIGUE, Teresa y URETA, Matilde. Sexualidad y género. Buenos
Aires: Lumen Humanitas, 2006.
•
MICHELENA, Mariela.Mujeres malqueridas: atadas a relaciones
destructivas y sin futuro. Madrid: La Esfera de Los Libros, 2007.
•
RACHAEL F. Heller; AMIR Levine. Maneras de Amar: la nueva
ciencia del apego adulto y como puede ayudarte a encontrar el
amor y conservarlo. Urano, 2011
•
RISO, Walter. La afectividad masculina. Barcelona: Editorial
Planeta, 2008.
•
SANZ, Fina.Psicoerotismo femenino y masculino para unas relaciones placenteras, autónomas y justas. Barcelona: Kairós, 2003.
SOY MI PROPIA DIOSA
(aunque a veces se me olvide)
•
SERNAM.Documento Nº 80: Análisis y detección de expectativas
y proyectos de vida de niñas, niños y adolescentes. Santiago:
Servicio Nacional de la Mujer. 2002
•
SERNAM.Documento Nº 78: Mujeres y hombres: como ven hoy su
rol en la sociedad y en la familia. Santiago: Servicio Nacional de
la Mujer. 2002.
•
SERNAM.Documento de Trabajo: Documento Nº 108: Perfil de las
trabajadoras en Chile. Santiago: Servicio Nacional de la Mujer.
2006.
•
SERNAM.Documento Nº 105: Análisis de la Violencia en las
relaciones de pareja entre jóvenes. Santiago: Servicio Nacional
de la Mujer. 2009.
•
URBIOLA, Oscar.Gran enciclopedia del sexo. Barcelona: RBA
libros, 2006.
•
URRUZOLA, Mª José. No te líes con los chicos malos. Guía No
Sexista Dirigida A Chicas. Bilbao: Ed. Maite Canal, 2005.
•
WEINBERG, George.¿Por aué los hombres no se comprometen?
Barcelona: Editorial Urano, 2005.
•
WELWOOD, John. Amor perfecto, relaciones imperfectas.
Colombia: Ed. Norma, 2007.
165
FIN
Difícilmente olvidarás a tu diosa interior después de haber pasado por este libro. Y si lo haces, ¡no te preocupes! Con una repasadita ya te volverás a conectar. A través de la psicología, ejemplos
cotidianos, preguntas y metáforas, te enfrentarás a un llamado
que no puedes dejar pasar: “oye amiga, ya es hora que reines en
tu vida”.
El amor propio, la sexualidad, las relaciones, la infancia, el poder,
la familia, la violencia y la inteligencia emocional, se intersectan
en estos capítulos, desmitificando tantos cuentos, con el fin de
guiarte a una vida donde sepas enfrentarte a todo aquello que te
aleja de ser una mujer dueña de sus días.
Fresco, coqueto y actual, es una invitación a vivir el verdadero
disfrute y empoderamiento, ese que nace de todo el amor propio
que nos merecemos. Basta de seguir esperando, ¡lee y sé tu propia
diosa!
June García
@junegarcia_
Autora de “Tan linda y tan solita” y de “Lulú quiere ser presidenta”
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