Los retos ambientales de la extracción de gas Expertos en energía advierten de los errores en que han incurrido otros países en la explotación del hidrocarburo CIUDAD DE MÉXICO, 24 de agosto 2014 México es el sexto país con mayores reservas de gas shale en el mundo y es una de las grandes apuestas de la Reforma Energética. El reto será aprender de la experiencia de países como Estados Unidos o China, para no caer en los mismos errores de contaminación de agua y aire que han ocurrido con algunos pozos de fracturación hidráulica o fracking, donde se extrae el gas shale del subsuelo. “Estamos llegando después (a la extracción del gas shale) y podemos aprender de las experiencias de Estados Unidos, en particular, y ver el modelo de China o de Polonia, y decir ¿por qué no ha funcionado bien en Polonia? ¿O cuáles han sido los impactos ambientales en Argentina?, por ejemplo”, dijo a Excélsior David Shields, experto en el área de energía. De acuerdo con Liliana Estrada, investigadora de Inteligencia Pública, México está en un punto crucial, “porque ya se sabe cuáles fueron los problemas de regulación en otros países, cuáles son los impactos que puede generar el fracking, y a partir de ese conocimiento, diseñar un modelo sustentable y regulado que garantice quién va a cubrir los impactos ambientales de este proceso”. Inyección de millones de litros de agua La fracturación hidráulica o fracking consiste en inyectar a presión millones de litros de agua tratada (entre uno y 29 millones de litros), mezclada con arena y químicos, a dos o tres kilómetros de profundidad, para fracturar la roca y extraer el gas shale que se acumula en las rocas de esquisto. La última década EU vivió un boom en la producción de gas shale: pasó del 2% de la producción nacional de hidrocarburos en 2000, a 40% en 2012. Sin embargo las autoridades descuidaron la regulación ambiental y hubo casos de contaminación de acuíferos con metano, mayor concentración de gases de efecto invernadero y algunos casos de sismos asociados al fracking, como los nueve temblores ocurridos en Ohio de abril a diciembre de 2011, que el equipo de sismólogos de la Universidad de Columbia atribuyen a un conjunto de pozos de fracking. Quienes conocen el tema expusieron, en entrevista con Excélsior, la importancia de cuidar el aspecto ambiental en México, ahora que se le está apostando a la producción de gas shale. En 2011 la Administración de Información sobre Energía (EIA), del gobierno de Estados Unidos, hizo un estudio que señalaba a México como el cuarto país con mayores reservas de gas shale en el mundo; en 2013 emitió otro estudio donde colocaba a nuestro país como el sexto lugar en reservas. Al respecto, Estrada comentó que “aún faltan estudios de viabilidad que comprueben realmente qué porcentaje de esos recursos pueden ser recuperables; se habla de que sólo 40% es recuperable. Es decir, que de 545 billones de pies cúbicos de gas shale en México, sólo 285 millones serían recuperables”. Necesaria una regulación sólida Tras darse a la tarea de analizar cientos de casos de fracking en el mundo, la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) emitió Las Reglas de Oro para la Era Dorada del Gas para buscar una mejor protección del ambiente, durante el proceso de fracking. Su séptima regla es el sustento de todo el planteamiento: se necesita respaldo político “para que haya un régimen regulatorio ambiental sólido, suficiente personal en la fase de análisis de permisos para proyectos y de cumplimiento de la regulación —en los proyectos de fracturación hidráulica—, así como información pública confiable”. En ese sentido, Carlos Tornel, analista de políticas públicas del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), recordó que un papel importante lo jugará la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección Ambiental (ANCIPA). “Es la que va a tener competencias de regular todos los procesos de producción para la cadena de hidrocarburos, cualquier hidrocarburo en tierra o agua, todo el proceso de explotación, extracción, consumo y uso final va a ser competencia de esta nueva agencia”, explicó. Al respecto, Shields recordó que la regulación del fracking es un asunto sumamente complejo, al grado de que en Estados Unidos hay diferentes instituciones reguladoras del proceso a diversos niveles, federal, estatal, local. “Se supone que en México este nuevo regulador (ANCIPA) va a tener que abarcar todo lo que en Estados Unidos se maneja en diversas agencias e instancias de gobierno”, reflexionó. Y ¿qué pasará con la Semarnat?, ¿jugará un rol en la autorización en los proyectos de fracking? De acuerdo con Tornel, la Semarnat deberá jugar un rol importante, pues sigue siendo la cabeza del sector ambiental, “sigue siendo la encargada de reglamentar los procesos de cómo se llevará a cabo la extracción de gas shale”, explicó. En ese sentido, está pendiente la redacción de una Norma Oficial Mexicana (NOM) donde se estipule cómo debe llevarse a cabo la fracturación hidráulica, dijo. Dicha NOM tendrá que establecer “cómo se van a tratar las aguas, cómo se van a medir las emisiones de metano que genera el fracking, cómo se van a medir los efectos sísmicos que pueda tener este proceso”, señaló. Otra institución que será importante, dijo Shields, será la Comisión Nacional de Hidrocarburos, aunque expuso que “es un regulador todavía muy débil, realmente estamos en situación de debilidad en México en cuanto a la regulación”. Reducir el uso del agua y mejorar su reciclamiento En su cuarta regla de extracción de gas, la IEA recomienda “tratar el agua en forma responsable”, reducir el uso de agua potable y reciclar el líquido cuando sea posible, para no afectar la disponibilidad de agua potable para la población. En México, las mayores reservas de gas shale están en el norte del país: en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, justo donde hay poca disponibilidad de agua, explicó Estrada. Por ello será obligado reutilizar el agua o usar agua tratada, lo cual deberá establecerse en la NOM sobre fracturación hidráulica, en tanto que para esta técnica extractiva se requiere agua tratada en un 70 u 80 por ciento. El único estado con reservas de gas shale que tiene mayor disponibilidad de agua es Veracruz, explicó Estrada. El cambio climático es otro elemento a tomar en cuenta, expuso Tornel, quien recordó en entrevista que México es altamente vulnerable al cambio climático: “Donde hay sequías hoy, va a haber sequías el doble, el triple o diez veces más en los siguientes años”. Tomando en cuenta eso, consideró que “es un poco irracional que estemos destinando agua a la extracción de un hidrocarburo y no a suplementar las necesidades humanas”, indicó. Mientras que Shields expuso que lo que se requiere es rediseñar la administración y regulación del uso del agua en México, para hacerla más eficiente. “Yo creo que el primer riesgo para el agua en el noroeste de México es la agricultura; se sobreutiliza el agua para producir granos, esto es un problema en el sentido de que se utiliza muchísima agua y probablemente no es el rendimiento más útil de su uso”, comentó. Informar a la población De acuerdo con la IEA, en los nuevos proyectos de fracking será de vital importancia informar a la ciudadanía de dónde se sacará el agua para los proyectos de extracción de gas shale. Al respecto, la IEA propone como primera regla dar a conocer a la población la información sobre cada proyecto, “así como la calidad que tiene el agua de los acuíferos antes del inicio del mismo”. Los químicos que se usan Un elemento central de la información a la comunidad es la lista de químicos que se mezclan con el agua para extraer el gas shale. En Estados Unidos, la lista de químicos se mantuvo como “secreto industrial” de 2000 a 2011, y fue hasta abril de 2011 que el Congreso dio a conocer esa información a través de un reporte. Entonces los ciudadanos estadunidenses se enteraron de que entre las sustancias había algunas inofensivas, como la sal o el ácido cítrico, pero otras eran tóxicas, como el plomo, benceno (considerado cancerígeno), el tolueno y metanol, entre otras. Para evitar que eso suceda en México, “si el Estado no otorga esa información de manera clara y transparente, no se debe llevar a cabo un proyecto, el Estado mexicano tiene que actuar de forma precautoria y tienen que darlo a conocer al público”, insistió Tornel durante la entrevista. Se debe informar de dónde se va a sacar el agua para cada pozo de fracturación hidráulica, si va a ser agua de consumo humano o agua tratada, qué porcentaje de esa agua se va a poder reciclar, si el pozo va a rendir tres o cinco años, si va a haber costos a la salud o al ambiente, etc. Efectos ambientales Otro elemento que deberá ser observado muy de cerca por las autoridades ambientales en México serán los efectos nocivos que se han observado en otras latitudes. En 2011, investigadores del MIT en Estados Unidos descubrieron que se habían dado fugas de metano de varios pozos de fracking hacia los mantos acuíferos, esto porque no se sellaron bien los conductos que se abrieron con el fracking, una vez que se dejaron de usar los pozos. En enero de 2012 la Universidad de Columbia dio a conocer que en Youngstown, Ohio, ocurrieron nueve temblores entre abril y diciembre de 2011, que pudieron haber sido causados por la operación de varios pozos de fracturación hidráulica. A raíz de esta observación hecha por sismólogos del Observatorio Lamont-Doherty, de la Unversidad de Columbia, el gobernador de Ohio, John Kasich, ordenó el cierre de uno de los pozos. El geofísico Roger Anderson, quien participó en el estudio, explicó entonces que la técnica de fracturación hidráulica, por su naturaleza, “provoca sismos pequeñísimos, pues involucra la ruptura de rocas, pero estos son imperceptibles”. En ese sentido la Agencia Internacional de Energía, IEA, establece en su cuarta regla de oro “Fijarse dónde se perfora un pozo”, que deben emplearse los más altos estándares técnicos, para evitar sismos provocados por la operación de pozos de fracking. En el uso de suelo lo primero es la energía Uno de los puntos que han generado controversia en México sobre el fracking ha sido la propiedad de la tierra. El artículo 8 transitorio de la Reforma Energética establece que la actividad energética está por encima de cualquier otra actividad productiva, ya sea agricultura, manejo forestal o cualquier otra. “Si debajo de un terreno hay hidrocarburos, si va a pasar un gasoducto, un oleoducto, si va a pasar una línea de transmisión de electricidad, lo que sea, lo que antes hubiera sido expropiado, ahora será ocupado”, explicó a Excélsior Carlos Tornel, analista de políticas públicas del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda). La ley propone que al dueño de ese terreno lo pueden llevar a una mediación o a juicio, comentó. “Serán las empresas privadas las que llevarán a cabo esos procesos, porque cuando la Comisión Nacional de Hidrocarburos firme un contrato con un privado, el privado es el que va a ir a ese lugar y va a tener que negociar o pelear con los campesinos o los propietarios de la tierra”, dijo el entrevistado. En ese sentido, Tornel considera que la consulta con la comunidad debe ser previa a la firma del contrato con la empresa que va a llevar a cabo ese proceso. “Antes de firmar ese contrato, la Comisión Nacional de Hidrocarburos debe consultar a las personas que viven en ese terreno, debe decirles: ‘debajo de tu tierra hay gas, o petróleo, eso se va a extraer y te voy a indemnizar con tal cantidad de dinero’, para saber si la comunidad está de acuerdo o no”, especificó. La ley establece que la empresa que realice la fracturación hidráulica deberá pagar a los propietarios del terreno entre el .5 y el 3 por ciento de las ganancias que obtenga durante el proceso, y cuando termine el periodo de explotación —de entre 3 y 6 años— les devolverá su terreno. “¿Pero qué pasa si esa persona tiene árboles en ese terreno y los tienen que talar para extraer el gas? ¿Entonces cómo va a recuperar esa persona el precio original del predio, de la tierra y los árboles que ya fueron talados?”, cuestiona Tornel. Sobre este tema, en la segunda Regla de Oro para la Era Dorada del Gas emitida por la Agencia Internacional de Energía (IEA), titulada “Fijarse dónde se perfora un pozo”, la agencia insiste en la importancia de elegir bien la ubicación de un pozo “para minimizar los impactos en la comunidad, en el uso de la tierra, en la ecología y la herencia cultural de la zona”. La IEA también insiste en que el fracking se realice con los estándares técnicos más altos, para evitar sismos o que los fluidos (mezcla de agua, arena y químicos) se filtren a otro manto acuífero. Al respecto, David Shields, experto en el área de energía, consideró que la reforma energética en México no busca pérdidas para los propietarios de la tierra. “La idea es lograr, a través de una serie de negociaciones, un esquema donde puedan coexistir diferentes actividades en los terrenos, y sin expropiaciones, la ley de hidrocarburos plantea reglas interesantes… la idea no es dañar a los propietarios”, comentó. Sobre el tema, Liliana Estrada, investigadora de Inteligencia Pública, expuso que “es un tema delicado, aún no se sabe cómo se va a garantizar el uso de la tierra a todas estas comunidades campesinas que se dedican a la agricultura”, dijo. De acuerdo con Estrada, aún no está claro en la legislación si hay yacimientos de gas shale en un terreno agrícola, además de la indemnización, qué va a pasar con esos campesinos. ¿Serán reubicados o qué va a pasar con ellos? Estrada recordó que en Estados Unidos el fracking fue muy rentable porque los dueños de la tierra también son dueños de los yacimientos, “entonces podían decidir si querían o no vender su tierra o rentarla”, mientras que en México los ejidatarios son dueños de la tierra, y los yacimientos son propiedad de la nación. “Con leyes energéticas, esta parte de que la explotación de hidrocarburos y energética está por encima de todas las demás actividades, entonces si el propietario de la tierra se ampara y dice que sus ingresos con su actividad son más altos que el porcentaje de ganancias que la empresa le pagará por el fracking, el Estado le puede decir ‘te lo puedo quitar porque es propiedad de la nación’”, reflexionó. En ese sentido recordó que hay cláusulas dentro de las leyes energéticas que establecen que a los ciudadanos se les debe informar de los beneficios de cada proyecto, y de qué manera se les puede indemnizar. “Pero todavía falta que se dé el cumplimiento, que se informe de forma correcta a los ciudadanos, que no se afecten sus tierras, y ver la viabilidad de cada proyecto”, dijo. ¿Cuán rentable es el fracking? Estrada explicó en entrevista que después de tres años de explotación la rentabilidad de un pozo de fracking se reduce entre 80 y 95 por ciento. “Estamos hablando de pozos que son productivos en un inicio, pero conforme pasan los años van agotándose, por eso se requiere una explotación masiva de pozos, para que sea rentable”, explicó la investigadora de Inteligencia Pública. Al respecto, Shields consideró que la rentabilidad de la producción de gas shale en México dependerá mucho de las reglas fiscales y los incentivos que haya para su producción. “Se tiene que pensar en un esquema fiscal que reconozca que todos los ingresos para el Estado y para la empresa deben darse en lapsos muy cortos (en los primeros tres años de producción) y reconozca que la compañía se tiene que mover de un pozo a otro”, expuso Shields. El investigador recordó que en Estados Unidos ha sido una actividad muy rentable, y en México dependerá de las condiciones fiscales, del acceso a la tierra, de la infraestructura y la estructura de costos que determine la Secretaría de Hacienda. Yacimientos no convencionales De acuerdo con Greenpeace, la explotación de gas shale conlleva serios impactos ambientales que no han sido bien estudiados. La técnica para extraer gas natural de yacimientos no convencionales se denomina fracking. Se trata de explotar el gas acumulado en los poros y fisuras de ciertas rocas sedimentarias estratificadas de grano fino o muy fino, generalmente arcillosas o margosas, cuya poca permeabilidad impide la migración del metano a grandes bolsas de hidrocarburos. Para ello es necesario realizar cientos de pozos ocupando amplias áreas (la separación entre ellos ronda entre 0.6 a 2 km) e inyectar en ellos millones de litros de agua mezclada con químicos para extraerlo. Este proceso conlleva una serie de impactos ambientales, algunos de los cuales aún no están plenamente caracterizados o comprendidos, entre ellos contaminación de las aguas subterráneas, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero (metano), terremotos (sismicidad inducida), contaminación acústica e impactos paisajísticos. Además de estos impactos, también se debe tener en cuenta los relacionados con el tráfico de camiones para transportar el gas extraído, el consumo de agua y la ocupación del territorio. http://www.excelsior.com.mx/nacional/2014/08/24/977860