Subido por Sergio Ivan Miranda Avila

BOBBIO Norberto La Teoria de las Formas

Anuncio
Se c c ió n d e O br a s d e Po l ít ic a y D e r e c h o
L A T E O R IA D E LA S F O R M A S D E G O B IE R N O E N LA
H IS T O R IA D E L P E N S A M IE N T O P O L ÍT IC O
Traducción cié
N O R B E R T O B O B B IO
J o s é F. F e r n á n d e z S a n t i l l An
L a te o r ía d e las fo r m a s d e g o b ie r n o
e n la h is to r ia d e l p e n s a m ie n t o
p o lít ic o
Año académico 1975-1976
F O N D O D E C U L T U R A E C O N Ó M IC A
M É X IC O
l’riiiK'ia e d ic ión en italiano,
1*1 iincra e dición en español,
( )c'(ava re im p re sió n,
Sc-!'iinda edición,
( iiarta reim p re sió n ,
1976
1987
2000
2001
2006
PRÓLOGO
lio h h io , No ib ert o
I.a te o rí a de las fo r m a s de g o b ie r n o e n la h is to r i a
ck‘1 iKMisamiento p olític o . Año a c a d é m i c o 1975-1976 /
Norhei to B o b bio ; trad, de José F. F e r n á n d e z San tillán .
2 'e d . — México :F C E , 2001.
193 p. ; 23 X 16 c m — (Colee. Política y D erech o)
I íliilo o rig in a l La te o ri a de lle fo rm e di g o v e rn o
nella sloria del p e nsiero politico
i';':
ISBN 968-16-6467-1
|
4JÍ "iOÍ/
I l' sl a d o 2. Política I. F e r n á n d e / Santillán, José F.,
!i II. S e i . 111. t.
I ( .IA69 B6318
Dewey 335.4 B663t
! h \íi ¡hucK hi iiiu n d iü l pa ra len g u a esp a ñ o la
Disello de poi tada; R/4, Vicente Rojo C a m a
( ()iiK‘iilai ios y sug eren cias; e ditoi'ia l@ fo n d o d e c u ltu ra e c o n o m ic a .c o m
w w w .f o n d o d e c u lt iii a e c o n o m i c a . c o m
l eí (SS)S227-4672 Fax (55)5227-4694
I iliilo OI Í5.>inal:
1(1 (¡elle f o r m e d i G o v e m o n e l l a S í o r i a
Anno A e ea dem ico 1975-1976
" ' I‘i7(i, (i. Cìiappichelli E ditore, T urin
/ a I col
d e l p e n s i e r o P o litic o .
I) k. (' > l ‘^S7, l'ONix) DI'. Ciii/ruRA E c o n ó mic a
( .iiifU-ra Pieat ho-Ajuseo 227; 14200 México, D. F.
Se pioliib e la i c'pi ()ducei()n total o parcial de esta o b ra
iiK luido el (listMio tipográfico y de p o rt a d a — ,
M M ( nal hie re el me dio , e le c tic niic o o me c á nic o .
Mil el ( o nse niim iiM ilo p o r e sc rito de l e d ito r.
ISM N
IS h N
1111| >
I h ó 4 o 7 - 1 ( .s e g u n d a e d i c i ó n )
( j ) i in ie r a e d i c i ó n )
l ( v 2 7 V /- 7
■ II M(‘\it
' r i i i i l c d n i M ('\ic(
' .‘..p
El curso de este año está dedicado a las teorías de las form as de
gobierno. E n los años anteriores tuve la o p o rtu n id ad de decir que
si una razón de ser tiene un curso de filosofía política, diferente
a los cursos de h isto ria de las doctrinas políticas y de ciencia po­
lítica, es el estudio y el análisis de los llam ados "'temas recu rren ­
tes''. E ntiendo p o r "'recurrentes" los tem as que han sido p ropues­
tos y discutidos p o r la m ayor p a rte de los escritores políticos
(de m an era p a rtic u la r p o r quienes han elaborado o delineado teo­
rías generales o parciales de la política) y que, p o r tanto, form an
p a rte de u n a teo ría general de la política. El conocim iento de estos
tem as recu rren tes tiene una doble im portancia: p o r una p a rte sirve
p a ra u b icar algunas categorías generales (com enzando p o r la cate­
goría m ism a de lo "político"') que perm iten analizar y determ in ar
los diversos aspectos del fenóm eno político, com pararlos en tre ellos,
c o n stru ir sistem as conceptuales aceptablem ente coherentes y com ­
prensivos; p o r o tra p arte, perm ite establecer entre las diversas
teorías políticas, que han sido sostenidas en diferentes épocas, afi­
nidades y diferencias.
Uno de estos tem as recu rren tes es la tipología de las form as de
gobierno. Casi no hay e sc rito r político que no haya p ropuesto y
defendido u n a cierta tipología de las form as de gobierno. No tengo
necesidad de su b ray ar la im p o rtan cia de estas tipologías, sea p o r­
que m ediante ellas han sido elaborados y continuam ente discutidos
algunos conceptos generales de la política, com o oligarquía, dem o­
cracia, despotism o, gobierno m ixto, etc., sea porque ellas consti­
tuyen uno de los aspectos p o r m edio de los cuales u n a teoría puede
ser caracterizada y com parada m ejo r con otras.
Si se considera la sociedad política (en una prim era definición)
com o la form a m ás intensa y vinculadora de organización de la
vida colectiva, la p rim era indicación que cualquier observador de
la vida social está im pulsado a hacer, es que existen varias m a­
neras de d a r fo rm a a esta organización según los lugares y el
tiem po. La p reg u n ta a la que responde la tem ática de las form as
de gobierno es la siguiente: '"¿cuáles y cuántas son estas m an eras?''
El objetivo dcl curso de este año es exam inar algunas respuestas
parlicLilarnicnle si)’iiirieiil¡vas a esta pregunta, desde la filosofía
PR Ó L O G O
griega h a sta los um brales de la edad contem poránea. De cada uno
de estos periodos serán exam inados solam ente algunos autores que
considero ejem plares. No tengo necesidad de a d v ertir una vez m ás
que la exigencia en la que se in sp ira este curso no es histórica sino
conceptual. Como no tengo conocim iento de que en sede histórica,
es decir desde el pu n to de vista de la h isto ria de las ideas, se haya
hecho sem ejante cosa, la recopilación de m ateriales que derivará
de estas lecciones p o d rá c o n stitu ir un in stru m en to ú til de tra b a jo
tam bién p a ra los historiadores.
IN T R O D U C C IÓ N
Antes de iniciar la exposición y el com entario de algunas de las
m ás conocidas teorías de las form as de gobierno, conviene hacer
algunas consideraciones generales sobre el tem a.
La p rim era consideración es que generalm ente cualquier teoría
de las form as de gobierno presenta dos aspectos: uno descriptivo
y o tro prescriptivo. En su función descriptiva el estudio de las
form as de gobierno se resuelve en una tipología o en una clasifi­
cación de los diversos tipos de constitución política que de hecho,
es decir, en la experiencia h istórica y m ás precisam ente en la ex­
periencia histórica conocida y analizada p o r el autor, se presentan
a la vista del observador. El escrito r político en este caso se com ­
p o rta com o un botánico que después de h ab er observado y estu­
diado atentam ente un cierto núm ero de plantas, las divide de
acuerdo con las diferencias o las une según las afinidades, y al
final llega a clasificarlas bajo un cierto orden. Las p rim eras gran­
des clasificaciones de las form as de gobierno, como las de Platón
y A ristóteles, son de este tipo. Dicho de o tro m odo: derivan de
los datos recabados de la observación histórica, y reflejan la va­
riedad de las form as en las que se organizaron las ciudades griegas
de la edad hom érica en adelante.
Sin em bargo, no hay tipología que solam ente tenga una función
descriptiva. A diferencia del botánico que no se pone o tro proble­
m a m ás que el de la descripción y no m anifiesta alguna preferencia,
en tre una u o tra especie descrita, el escrito r político no se lim ita
a describir; generalm ente se p lantea otro problem a, que es el de
indicar, de acuerdo con un criterio de selección que n atu ralm en te
puede cam b iar de a u to r a autor, cuál de las form as de gobierno
descritas es buena, cuál m ala, cuál m ejo r y cuál peor, y eventual­
m ente tam bién cuál es la óptim a y cuál la m ás incorrecta. En o tra s
palabras: no se lim ita a describir, o sea, a m an ifestar un juicio
de hecho, sino que sin darse cuenta exactam ente asum e tam bién
o tra función, la de expresar uno o m ás juicios de valor, la de orien­
ta r las preferencias ajenas, en una p alab ra la de prescribir. Como
se sabe, la propiedad de cualquier juicio de valor con base en el
cual decim os que cierta cosa (una acción, un objeto, un individuo,
una form ación social, etc.) es buena o m ala, es la de ex tern ar u n a
10
IN T R O D U C C IÓ N
IN T R O D U C C IÓ N
preferencia con el o bjeto de m odificar el com portam iento ajeno
en el sentido que n osotros deseam os.
Puedo decir lo m ism o al señ alar que una tipología puede em ­
p learse de dos m odos. Al p rim ero lo llam o "sistem ático ”, al segun­
do "axiológico". El uso sistem ático de una tipología tiene lugar
cuando ésta se utiliza p a ra d a r orden a los datos recopilados; el
uso axiológico es aquel que se da a la m ism a tipología cuando es
em pleada p a ra establecer e n tre los tipos o las clases ordenadas sis­
tem áticam ente un cierto orden de preferencia, que tiene el objetivo
de su scitar en los dem ás u n a actitu d de aprobación o desaproba­
ción, y en consecuencia, repito, de o rie n ta r una preferencia.
H ab ría que p reg u n tarse cóm o es posible que el esc rito r político
(y en general el científico social) se com porte o se pueda com por­
ta r de m anera diferente del botánico (y en general del científico
de la n a tu ra le z a ). El problem a es b a sta n te com plejo, pero se puede
d a r una respuesta m uy sim ple: el criterio con el cual el científico
social y el de la naturaleza a fro n ta n el objeto de su investigación
está influido p o r el hecho de que el p rim ero considera que puede
in terv en ir directam ente en el cam bio de la sociedad, m ientras que
el segundo no estim a p o d er hacerlo en el cam bio de la naturaleza.
El uso axiológico que yo hago de cualquier concepto e stá e stre ­
cham ente vinculado a la idea de que un cam bio en la e stru c tu ra
de la realidad a la que tal concepto se refiere no solam ente es
deseable sino tam bién posible: un juicio de valor presupone que
las cosas que yo evalúo pueden ser diferentes de lo que son. M ien­
tra s un juicio de hecho no pretende m ás que d a r a conocer un
cierto estado de cosas, el juicio de valor asp ira a m odificar el
estado de cosas existente. Se puede decir lo m ism o de o tro m odo:
m ien tras una teoría sobre algún aspecto de la n aturaleza es u n a
teoría y basta, alguna que se refiera a cierto aspecto de la realidad
histórica y social casi siem pre es tam bién una ideología, es decir,
un conjunto m ás o m enos sistem atizado de evaluaciones que debería
inducir en quienes la escuchan la preferencia de un estado de cosas
en lugar de otro. Para concluir y p a ra llevar la com paración e n tre el
científico de la naturaleza y el de la sociedad h a sta sus últim as
consecuencias, y m o stra rla con toda claridad, ninguno de nosotros se
so rp ren d ería si un investigador social, que de acuerdo con el ideal
científico del n a tu ra lista debería solam ente describir, explicar y tal
vez prever, p resen tara un proyecto de reform a de la sociedad, mienIras que m iraríam os con cierta desconfianza com prensible a un
lísico qiic nos prcscnlara un proyecto de reform a de la naturaleza.
Considero ú til decir todavía m ás sobre el uso axiológico. Frente
a la variedad de las form as de gobierno son posibles tres posicio­
nes: a) todas las form as existentes son buenas; b) todas las fo r­
m as son m alas, y c) e n tre las form as de gobierno algunas son
buenas y o tra s son m alas. En térm inos generales se puede decir
que la p rim era posición es la de una filosofía relativista e historicjsta según la cual cada form a de gobierno es adecuada p ara la
situación histórica concreta que la ha producido (y que no podría
p ro d u cir o tra diferente) : en la conclusión de C ie n c ia n u e v a , Vico
habla de "u n a etern a república n atu ral, en cada una de su especie
ó p tim a ”. Un ejem plo de la segunda posición la verem os en Platón,
según el cual todas las form as de gobierno reales son m alas, en cuan­
to son una degeneración de la única form a óptim a que es la ideal.
La tercera posición es la m ás frecuente: habiendo sido teorizada en
una o b ra que ha hecho época en la h isto ria de la filosofía política,
en la P o lític a de Aristóteles, podem os llam arla aristotélica.
Todavía hay necesidad de agregar que una axioiogía en general
no se lim ita a distinguir lo bueno (en sentido absoluto) de lo
m alo (en sentido absoluto), sino tam bién se preocupa p o r esta­
blecer m ediante un juicio com parativo un orden, una jerarq u ía,
o m e jo r dicho un orden jerarquizado, en tre las cosas que son ob­
je to de evaluación. Lo m ism o sucede con el uso axiológico de las
tipologías de las form as de gobierno, con la consecuencia de que
las form as buenas no son todas buenas en el m ism o grado, pues
hay algunas m ejores que otras, al tiem po que no todas las form as
m alas lo son en el m ism o grado, pues hay algunas peores que otras.
M ediante el juicio de valor com parativo, una axioiogía de las
form as de gobierno term in a p o r ser la sistem atización de éstas
en un orden jerarquizado, que p o r m edio de una escala de prefe­
rencias perm ite p a sa r no sim plem ente de lo bueno a lo m alo, sino
de lo m ejo r a lo peor m ediante el m enos bueno y el m enos malo.
R esulta superfluo hacer n o ta r que la posibilidad de establecer una
escala de preferencias, sobre todo cuando los elem entos p o r o rd en ar
son m uchos, tiene p o r efecto una gran variedad de tipologías: dos
tipologías que concuerdan en juzgar com o buenas ciertas form as y
com o m alas algunas otras, pueden diferenciarse al establecer euáles son en tre las buenas las m ejores y entre las m alas las peores.
P or encim a del juicio de valor com parativo, una axioiogía puede
com prender tam bién juicios de valor absolutos. E sto significa que
una tipología de las form as de gobierno puede llegar a una tom a
de posición tal que le perm ita indicar la form a óptim a y la peor.
12
IN T R O D U C C IÓ N
No son raro s los casos de escritores políticos que hayan elaborado
una teoría de la óptim a república o del óptim o E stado (al lado
del p e o r). Por lo m enos se pueden distinguir tres m aneras de hacer
un m odelo del óptim o E stado:
a) Se puede c o n stru ir un m odelo de óptim o E stado m ediante la
idealización de una form a histórica. Así sucedió, p o r ejem plo, como
verem os, con Atenas y sobre todo con E sp a rta en la antigüedad
(y no solam ente en la antigüedad), con la república rom ana, con­
siderada p o r algunos de los grandes escritores políticos com o un
m odelo de E stado del que se debería descubrir el secreto de su
fo rtu n a y de su fuerza, con la república de Venecia en el Renaci­
m iento, con la m onarquía inglesa en la época m oderna. Se po d ría
agregar que el p rim er E stado socialista del m undo, la Unión So­
viética, h a desem peñado la m ism a función en cuanto es conside­
rado com o Estado-guía p o r los p artid o s com unistas de los E stados
que todavía no han sido tran sfo rm ad o s p o r una revolución.
b ) O tra m anera de c o n stru ir un m odelo de óptim a república
consiste en com binar en una síntesis ideal los diversos elem entos
positivos de todas las form as buenas p a ra elim inar los vicios y
conservar las virtudes. Se tra ta del ideal, del que verem os tan to s
ejem plos en el curso de las lecciones, del llam ado E stado m ixto,
cuya m ás exitosa teorización se debe al h isto ria d o r Polibio.
c) Finalm ente, la construcción de la óptim a república puede ser
confiada a la elaboración intelectual pu ra, a b stra íd a com pleta­
m ente de la realidad histórica, o incluso a la im aginación, a la
visión poética, que se com place en diseñar E stados ideales que ja ­
m ás existieron y que nunca existirán. Se tra ta del pensam iento
utópico que en todos los tiem pos, especialm ente en épocas de gran­
des crisis sociales, h a tenido apasionados e inspirados creadores.
M ientras las dos form as anteriores de óptim a república son ideali­
zaciones de la realidad, la u topía se sale de la h isto ria y proyecta
su construcción en un lugar y en un tiem po im aginarios.
E stas consideraciones in tro d u cto rias no e starían com pletas si no
indicáram os el hecho de que adem ás del uso sistem ático y del
axiológico de la tipología de las form as de gobierno, éstas pueden
tener, y de hecho han tenido, o tra función que llam o '"uso h istó ­
rico''. E ntiendo p o r ""uso histórico" el que han hecho algunos
autores de la tipología de las form as de gobierno p a ra delinear una
verdadera y propia filosofía de la historia; en térm inos sim ples,
para tra z ar las líneas dcl desarrollo histórico que tra n sita ría de
acuerdo con ini esquem a, que naturalm ente cam bia según el autor.
IN T R O D U C C IÓ N
13
de una form a de gobierno a otra. Con la siguiente consecuencia:
las diversas form as de gobierno no constituyen únicam ente distin­
tas form as de organizar la vida política de un grupo social, sino
tam bién son estadios o m om entos diferentes y sucesivos —general­
m ente uno concatenado con otro, uno derivado com pletam ente del
desarrollo de o tro — del proceso histórico. Como verem os, en la
antigüedad clásica una teoría de las form as de gobierno se resuelve
frecuentem ente, aunque de m anera m ás o m enos m ecánica, en una
concepción cíclica de la historia, o sea, en una concepción de la
h isto ria de acuerdo con la cual u n a form a de gobierno se disuelve
p a ra tra n sm u ta rse en o tra, h a sta d a r lugar a u n a serie de etapas
de desarrollo o de decadencia que rep resen tan el curso fatal de las
cosas hum anas. Hegel nos proporciona un ejem plo sorprendente
del uso histórico de una teo ría de las form as de gobierno, o m e­
jo r dicho de la transform ación de un uso sistem ático en un uso
h istórico de la m ism a tipología. E ste a u to r retom a la célebre tri­
partició n de las form as de gobierno hecha p o r M ontesquieu —m o­
n arquía, república, despotism o— y hace de ella los tres m om entos
fundam entales del desarrollo histórico, al considerar al despotism o
com o la form a de gobierno típica del m undo oriental, a la república
del rom ano y a la m onarquía del m oderno.
Debe agregarse que generalm ente en el uso histórico de una
tipología de ninguna m anera es irrelevante la distinción en tre for­
m as buenas y form as m alas, porque la m ala com o degeneración de
la buena abre la p u e rta a la nueva form a buena, la cual, a su vez,
corrom piéndose crea las condiciones p a ra un cam bio siguiente.
C uando la m o narquía —que es la form a buena— decae en la
tira n ía —que es la form a m ala— nace com o reacción la aristocracia,
que es a su vez u n a form a buena, la cual al decaer en oligarquía
genera la dem ocracia y así sucesivam ente. En resum en, la form a
m ala funge com o etapa de paso obligado de una form a a o tra y
p o r consiguiente desem peña un papel positivo (a p esar de su negatividad su stan cial), no en sí m ism a sino considerada com o un
m om ento de una totalidad. Tam bién se p o d ría decir, aunque es
u n problem a que señalo solam ente, que cuando una tipología es u sa­
da históricam ente, es decir, p a ra tra z a r las líneas de u n a filo­
sofía de la historia, readquiere una función m eram ente descriptiva
y pierde todo carác te r prescriptivo. Cuando lo que es axiológicam ente negativo se tra n sfo rm a en históricam ente necesario, el juicio
de realidad es su p erio r al de valor.
I. U N A C É L E B R E D I S C U S I Ó N
h isto ria, com o la que estam os delineando, de las tipologías
de las form as de gobierno puede p a rtir de una discusión señalada
p o r H eródoto en sus H is to r ia s (libro III, §§ 80-82), en tre tres p e r­
sonajes persas, Otanes, Megabyzo y Darío, sobre la m e jo r form a
de gobierno que debería ser in sta u rad a en Persia después de la
m u erte de Cam bises. E ste episodio, p u ram en te im aginario, h ab ría
sucedido en la segunda m itad del siglo vi a.c.; pero el n a rra d o r,
H eródoto, escribe sus historias un siglo después. De cualquier
m odo, lo que im p o rta es re sa lta r lo avanzada que estaba la refle­
xión de los griegos sobre los asuntos de la política un siglo an­
tes de las grandes sistem atizaciones teóricas de Platón y A ristóteles
(que pertenecen al siglo iv a.c.). El fragm ento verdaderam ente es
ejem plar, porque, como verem os, cada uno de los tres personajes
se p resen ta com o defensor de una de las tres form as de gobierno,
que podríam os llam ar ''clásicas'' no sólo porque nos han sido
tran sm itid as p o r los escritores clásicos, sino p orque se han vuelto
verdaderas y propias categorías de la reflexión política de todos
los tiem pos (y p o r tan to , en cuanto clásicas son tam bién m oder­
nas). E stas tres form as de gobierno son: el gobierno de m uchos,
de pocos y de uno, o sea, dem ocracia, aristocracia y m onarquía.
Aunque en el pasaje en cuestión todavía no son em pleados todos
los térm inos con los cuales estas tres form as de gobierno serán
legadas p o r la tradición que llega h a sta nuestros días, y dado lo
ejem p lar del fragm ento y su brevedad, conviene citarlo en su to ta ­
lidad:
Una
Cinco días después de que los ánimos se habían calmado, los que
se habían sublevado contra los magos deliberaron acerca de los acon­
tecimientos todos; y fueron pronunciados discursos, ciertamente in­
creíbles para algunos de los griegos, y sin embargo, fueron pronun­
ciados.
Otanes propuso entregar el poder al pueblo persa y argumentó
su propuesta de la siguiente manera: “Me parece que ninguno de
nosotros debe ser hecho monarca: sería una cosa desagradable e in­
justa; pues visteis la insolencia de Cambises hasta dónde se levantó
y también habéis participado de la insolencia del mago. Pero, ¿cómo
podría ser cosa ordenada un gobierno monárquico, si al monarca
le está permitido hacer lo que quiera sin responder ante nadie? La
monarquía Ikh ía salir incluso al mejor de los hombres de su norma
15
16
U N A C É L E B R E D IS C U S IÓ N
natural, cuando tuviese tal poder. La posesión de grandes riquezas
genera en él la prepotencia, y desde el inicio la envidia le es con­
natural; y teniendo esas dos cosas tiene toda la maldad: en efecto
realiza las acciones más reprobables, unas dictadas por la prepoten­
cia, otras por la envidia. Parecería razonable que el monarca-tirano
fuese un hombre sin envidia, desde el momento en que tiene todo.
Pero se ha hecho al contrario de esto para con los súbditos, pues
odia a los pocos buenos que han quedado, se complace con los peo­
res, presta gran atención a las calumnias. Y lo más absurdo de todo:
si en efecto lo admiras mesuradamente, está apesadumbrado, porque
no es muy bien honrado; y si alguno lo honra mucho, está mo­
lesto como con un adulador. Pero ahora diré lo que es más grave:
trastorna las leyes patrias, viola mujeres y m ata por capricho.
^
''En cambio el gobierno del pueblo lleva en prim er lugar el más
bello de los nombres, iso n o m ía (igualdad de derechos políticos); y
en segundo lugar, nada hace de aquellas cosas que un monarca hace.
Pues por sorteo se ejercen los cargos públicos, los magistrados son
obligados a rendir cuentas del ejercicio del poder, toda decisión es
sometida al voto popular. Propongo, pues, que nosotros rechacemos
la monarquía para dar el poder al pueblo; pues todo es posible
para el mayor número." Ésta fue la opinión de Otanes.
Pero Megabyzo exhortaba a entregarse a la oligarquía, diciendo
esto: "Lo que Otanes dijo para abolir la monarquía, eso también
queda dicho por mí; pero lo que aconsejaba: conferir el poder al
pueblo, se ha apartado de la mejor opinión, pues nada hay más
obtuso y prepotente que una multitud inepta. Y ciertamente, de nin­
guna manera es aceptable que unos hombres, huyendo de la inso­
lencia de un tirano, caigan en la insolencia de un irresponsable popu­
lacho. Pues si aquél hace algo, lo hace dándose cuenta; pero a éste ni
siquiera le es posible darse cuenta. Pues, ¿cómo podría darse cuenta
quien no ha sido instruido, ni ha visto ningún bien, y se precipita,
lanzándose sin inteligencia sobre los acontecimientos, semejante a un
tormentoso río? Así pues, válganse de la democracia aquellos que
piensan hacer daño a los persas; pero nosotros, habiendo elegido a
un grupo de los mejores hombres, invistamos a éstos con el poder, ya
que en ellos estaremos nosotros mismos y es natural que de los
mejores hombres sean las mejores decisiones." Así pues, Megabyzo
aportaba esa opinión.
Y
Darío exponía el tercero su opinión, diciendo: "'Lo que dijo
Megabyzo acerca del gobierno popular me parece haberlo dicho co­
rrectamente, no así lo concerniente a la oligarquía. Pues propuestas
tres cosas y siendo todas muy buenas en principio, es decir, la mejor
democracia, la mejor oligarquía y la mejor monarquía, afirmo que
ésta es muy superior. Pues nada mejor podría aparecer que un solo
hombre, el mejor; ya que, utilizando tal criterio, adm inistraría inta­
chablemente al pueblo; así también se mantendrían más en silencio
los planes políticos contra los hombres malévolos.
Va \ una oligarc|uía, entre quienes practican la virtud para el bien
U N A C É L E B R E D IS C U S I Ó N
17
público es fácil que nazcan graves enemistades personales: cada uno
de ellos quiere ser el jefe y hacer prevalecer su opinión, por eso ellos
llegan a odiarse recíprocamente; de aquí brotan las facciones, y de
las facciones el delito. Del delito se llega a la monarquía, que por
ello se m uestra como el m ejor gobierno. Y a la vez, cuando el pueblo
gobierna, es imposible que no se origine la corrupción en la esfera
pública; la corrupción no genera enemistades, sino sólidas amistades
entre los malvados: los que actúan contra el bien común lo hacen
conspirando; y tal cosa existe hasta que alguno, habiéndose puesto
al frente del pueblo, calma a los tales. Y de entre ellos éste es
entonces admirado por el pueblo; y siendo admirado, aparece siendo
monarca. Y también por esto es claro que la monarquía es la mejor
forma de gobierno. Y para, resumiendo todo, decirlo en pocas pala­
bras: ¿De dónde ha habido libertad para nosotros y habiéndola otor­
gado quién? ¿Acaso de parte del pueblo o de la oligarquía o del mo­
narca? Tengo, por tanto, la opinión de que nosotros, habiendo sido
liberados por un solo hombre, debemos m antener el régimen monár­
quico y conservar nuestras buenas instituciones patrias. Pues no hay
cosa mejor." *
El fragm ento es tan claro que no necesita m uchos com entarios.
La observación m ás interesante que debe hacerse es que cada
uno de los tres interlocutores, m ientras m anifiesta un juicio posi­
tivo de una de las tres constituciones, patentiza un juicio negativo
de las o tras dos: Otanes, p a rtid a rio del gobierno p o p u lar (que no
es llam ado ''dem ocracia'", que com o verem os tiene en general en tre
los grandes pensadores políticos un significado negativo, esto es,
de m al y no de buen gobierno), condena la m onarquía. Megabyzo,
defensor de la aristocracia, rep ru eb a ta n to al gobierno de uno solo
com o al gobierno del pueblo. Por últim o, Darío, sim patizante de
la m onarquía, censura tan to al gobierno del pueblo com o al go­
bierno de pocos (por lo que usa el térm ino que e sta rá destinado
a volverse de uso com ún p a ra in d icar el gobierno de pocos en su
form a negativa, el de o lig a rq u ía ). Como ha sido señalado p o r in té r­
p retes anteriores, el hecho de que cada constitución sea presentada
com o buena p o r quien la sostiene y com o m ala p o r quien apoya
una de las o tra s dos, tiene com o consecuencia que en el debate
ya esté p resente la clasificación com pleta, com o será p resen tad a
p o r los pensadores sucesivos, de acuerdo con los cuales las cons­
tituciones no son tres sino seis, porque a las tres buenas corres­
ponden tres m alas respectivam ente. La diferencia con la que las
seis constituciones son presentadas en el debate expuesto p o r He* P a r a la tr a d u c c ió n al e s p a ñ o l d e e s t e f r a g m e n to m e a p o y o e n H e r ó d o to ,
H i s t o r i a s , II, d n a m , M cx ic o , 1976, pp. 50-53. [t.]
UNA C ÉLE BR E
18
UNA CÉLEBR E
D IS C U S IÓ N
ródoto y en las clasificaciones siguientes (como la aristo télica),
reside en que en la narració n de H eródoto, que es un discurso de
tipo prescriptivo (véase la in tro d u cc ió n ), a cada constitución p ro ­
puesta como buena corresponden las o tras dos en su form a m ala,
m ientras en A ristóteles, que desarrolla un discurso m eram ente
descriptivo, a cada constitución buena corresponde la m ism a cons­
titución en su form a m ala. Tal diferencia puede ser aclarada por
los dos cuadros siguientes:
H e ró d o to
M onarquía
Aristocracia
Democracia
—
—
4-
+
+
—
Otanes
Megabyzo
Darío
—
—
A ris tó te le s
Monarquía
Aristocracia
Democracia
+
+
+
—
—
Conviene decir que, en ú ltim a instancia, la clasificación en seis
constituciones (de las que tres son buenas y tres son m alas) deriva
del cruzam iento de dos criterios de clasificación; uno responde a
la p regunta ¿ q u ié n gobierna?" y o tro a ''¿ c ó m o gobierna?" (y se
entiende cóm o gobierna aquél o aquéllos designados respectiva­
m ente p or la respuesta a la pregunta ''¿ q u ié n ?"). Esto se puede
observar en el cuadro siguiente (en él se em plea la term inología
utilizada p or P o lib io ):
¿C óm o?
I---------------------------------------------------- ---
Bien
¿Q uien?
Mal
Uno
monarquía
tiranía
Pocos
aristocracia
oligarquía
M uchos
d e m o c r a c ia
o c l o e m e ia
D IS C U S IÓ N
19
No carece de interés considerar brevem ente los argum entos
adoptados respectivam ente p o r los tres interlocutores p ara exaltar
una constitución y denigrar las o tras dos, porque algunos de estos
argum entos son de m anera sorprendente una m anifestación de
los "tem as recu rren tes" sobre los que he deseado llam ar la atención
desde las prim eras líneas del curso. El co n traste entre m onarquía
considerada en su aspecto negativo (o sea com o tiranía) y gobierno
del pueblo, así como fue expuesto p o r Otanes, es el co n traste en­
tre un gobierno irresponsable, y p o r tan to n a tu ralm en te a rb itra rio
("al m onarca le está perm itido hacer lo que quiera sin responder
ante n ad ie"), y un gobierno fundam entado en la igualdad frente
a las leyes ("el m ás bello de los nom bres, isonom ía") y en el
control del pueblo ("toda decisión es som etida al voto p o p u la r"),
y en consecuencia ni irresponsable ni arb itra rio . Así pues, al tirano
se le atribuyen algunos vicios como la "prepotencia", la "envidia",
y la "m aldad", que constituyen un ejem plo b astan te claro de una
fenom enología de la tiran ía que llega, con diversas variaciones
sobre el tem a, h asta nuestros días. Todavía m ás: m ientras la tira ­
nía es caracterizada p o r a trib u to s psicológicos, el gobierno del
pueblo sobre todo lo es p o r un in stitu to , el sorteo de los cargos:
este in stitu to reposa en la idea de la absoluta igualdad de los suje­
tos, p o r lo que desde el inicio, como se ve y com o se p o d rá ap reciar
m ejo r m ás adelante, los dos conceptos —el de gobierno po p u lar
y el de igualdad— se llam an uno al otro. Ú nicam ente si se tiene
presente la igualdad de los sujetos el sorteo no es un procedim ien­
to a rb itra rio , ya que como los sujetos son iguales uno vale lo
m ism o que el o tro y p or tan to no im p o rta el sujeto sobre el cual
caiga la elección, pues el resultado no cam bia.
P or lo que respecta a las consideraciones de Megabyzo, debe in­
dicarse que tam bién el gobierno p o p u la r está caracterizado p o r
atrib u to s psicológicos ("irresponsable"). Pero m ás in teresan te es
que de los dos gobiernos rechazados, uno (el gobierno popular)
es juzgado peor que el otro (el gobierno m onárquico); esta com ­
paración nos ofrece un ejem plo b astan te claro de la graduación
de las constituciones tan to en el bien como en el m al, de la que se
habló en la introducción (no solam ente hay gobiernos b u e n o í y
m alos sino gobiernos que son m ejores o peores que o tro s ). Lo que
falta en el análisis de Megabyzo es una caracterización específica
del gobierno p ropuesto como el m ejor, a diferencia de lo que hem os
observado en el discurso de Otanes, en el que el gobierno po p u lar
es distinguido m ediante la indicación de un in stitu to específico
20
U N A C É L E B R E D IS C U S IÓ N
com o el sorteo. Del gobierno de pocos, su defensor se lim ita a
decir con una verdadera y p ro p ia declaración de principio que
''d e los m ejores hom bres sean las m ejores decisiones''.
En el discurso de D arío aparece p o r p rim era vez la condena al
gobierno de pocos, porque Otanes criticó el gobierno tiránico, m as
no al oligárquico, y Megabyzo consideró el gobierno de pocos como
el m ejor. El p u n to débil de la oligarquía es la facilidad con la
q' 3 el grupo dirigente se escinde en facciones contrapuestas, es
decir, la falta de una sola dirección, indispensable p ara la unidad
del Estado. En cam bio, el p u n to débil del gobierno p o p u lar es p re ­
cisam ente lo opuesto: no la discordia de los buenos sino el acuerdo
de los m alvados (las "sólidas am istades en tre los m a lv a d o s").
No la separación de lo que debería e sta r unido sino la conspira­
ción de lo que debería e sta r dividido. Aunque p o r razones opuestas,
ta n to el gobierno de pocos com o el de m uchos son m alos. Pero
precisam ente a causa de su corrupción ellos generan en c o n traste
la única form a de gobierno buena que es la m onarquía, la que por
tan to no es solam ente m ejor que las o tras constituciones en abs­
tracto, sino es tam bién, debido a la corrupción de las o tra s dos,
necesaria y p o r tan to inevitable. El argum ento de Darío en favor
de la m onarquía debe tenerse presente: la superioridad de la m o­
narq u ía sobre las o tras constituciones depende de que ella obedece
a una necesidad histórica, y es la única capaz de aseg u rar la e s ta b i­
lid a d del poder. No carece de im portancia que nos encontrem os
desde el inicio con este tem a de la "estabilidad", porque, como
verem os, la capacidad de una constitución de d u ra r, de no c o rro m ­
perse fácilm ente, de no degradarse, de no convertirse en u n a cons­
titución opuesta, es uno de los m ás im p o rtan tes —si no el p rinci­
pal— criterios que se em plean p a ra distinguir las constituciones
buenas de las m alas.
II. P L A T Ó N
E n v a r i a s obras Platón (428-347 a.c.) habla de las diversas form as
de constitución, pero lo hace en p a rtic u la r en los tres diálogos de
la R e p ú b lic a , el P o lític o y las L e y e s , Aquí me detengo en especial
en el estudio que hace de las form as de gobierno en la R e p ú b li­
ca, en la que dedica a n uestro tem a dos libros, el octavo y el no­
veno, y term ino con un señalam iento al P o lític o .
Como se sabe, el diálogo de la R e p ú b lic a es una descripción de
la república ideal, que tiene como fin la realización de la justicia
entendida como la atribución a cada cual de la tarea que le com ­
pete de acuerdo con las propias aptitudes. E sta república es una
com posición arm ónica y ordenada de tres clases de hom bres: los
gobernantes-filósofos, los guerreros y los que se dedican a los tra ­
bajos productivos. Pero este E stado no ha existido h asta ahora
en ningún lugar, como lo declaran dos interlocutores al final del
libro décim o:
—Entiendo, tú hablas del Estado que nosotros fundamos y discu­
timos y que no tiene realidad, más que en nuestros discursos, pues
yo no creo que en la tierra se encuentre en algún lugar.
—Pero quizá en el cielo está el ejemplo para quien quiera verlo y
apegarse a él para gobernar a sí mismo (592 b).*
Los E stados que existen, los E stados reales, son, aunque en di­
ferente grado, corruptos. M ientras el óptim o E stado es uno solo,
y no puede ser m ás que uno porque una sola es la constitución
perfecta, los m alos E stados son m uchos, de conform idad con el
principio expuesto en uno de los diálogos de que "una sola es la
form a de la virtud, m ientras son infinitas las del vicio" (445 c ) .
De esto se deriva que la tipología de las form as de gobierno en
la R e p ú b lic a , en co n traste con lo que h asta ahora hem os visto
desde la p rim era discusión sobre el tem a, sea una tipología com ­
pu esta únicam ente p o r form as m alas, aunque no todas igualm eiíte
m alas, y ninguna buena. M ientras en el diálogo presentado p or
H eródoto ta n to las form as buenas com o las m alas son, de acuerdo
* P a ra la tr a d u c c ió n d e lo s fr a g m e n to s d e P la tó n e n e s t e c a p ítu lo m e s ir v o
de: P la tó n , "La r e p ú b lic a o d e lo ju s to " , e n D iá lo g o s , 20' cd ., E d ito r ia l Porrú a , M c x ic o , 1984. l i.|
21
22
PL A T Ó N
con los diversos puntos de vista de los tres interlocutores, form as
históricas, que son abordadas p o r Platón am pliam ente en el libro
octavo, son m alas, pues no concuerdan en cuanto form as histó­
ricas con la constitución ideal. Por ah o ra la única form a buena
está m ás allá de la historia. Como verem os en seguida, la idea
dom inante desde A ristóteles h asta Polibio es que la h isto ria es
una continua sucesión de form as buenas y m alas, de acuerdo con
el siguiente esquem a:
+ - + - + E n cam bio, según Platón, en la h isto ria se suceden solam ente
form as m alas y como verem os u n a m ás m ala que otra. La cons­
titución buena no form a p a rte de esta sucesión, es un m odelo, y
como tal no im p o rta si se encuentra al principio o al final. E sta
idea se puede re p re se n ta r así:
+ ] ------------ C+
De cualquier m anera es p aten te que Platón, com o todos ios
grandes conservadores, que siem pre tienen u n a visión benévola
hacia el pasado y una m irada llena de m iedo hacia el fu tu ro , tiene
u n a concepción pesim ista (K ant d irá terrorífica) de la historia.
La h isto ria no como progreso indefinido, sino al c o n trario com o
regreso definido; no com o progreso de lo bueno hacia lo m ejor,
sino como regreso de lo m alo hacia lo peor. P latón vivió en una
época de decadencia de la gloriosa dem ocracia ateniense y p o r
tan to investiga, analiza, denuncia, los fenóm enos de la degradación
de la p o lis , m ás que los de su esplendor. Él, com o todos los gran­
des conservadores, es un h isto ria d o r (y un m oralista) de la deca­
dencia de las naciones, m ás que de su grandeza. F rente a la con­
tin u a degradación de la historia, la salida no puede e sta r m ás que
fuera de ella, en un proceso de sublim ación que significa, con
respecto a lo que acontece en la historia, un cam bio radical (tanto
que despierta la sospecha de que la h isto ria no sea capaz de acogerlo
y so p o rta rlo ).
Las constituciones co rru p tas que Platón exam ina am pliam ente
en el libro octavo son, en orden decreciente, estas cuatro: timocracia, oligarquía, dem ocracia y tiranía. Se observa inm ediatam ente
que en esta enum eración faltan dos form as tradicionales: m o n ar­
quía y aristocracia. Pero en un fragm ento que conviene citar, estas
dos form as son atrib u id as indiferentem ente a la constitución ideal:
PLATÓN
23
—Digo que una de las formas de gobierno es precisamente la forma
que examinamos [es decir la constitución ideal], y que podríamos
llamar con dos nombres: si entre todos los regidores uno tiene el
mando sobre los demás, la podríamos llamar monarquía; si el mando
está en manos de varias personas, aristocracia.
—Es verdad.
—Por consiguiente, estos dos aspectos constituyen una sola forma:
que uno o varios tengan el mando da lo mismo, pues nada cambia­
ría en las leyes fundamentales del Estado, una vez educados y eleva­
dos de la manera que señalé (445 d).
E n esencia, tam bién p ara Platón las form as de gobierno son
seis, pero, de ellas, dos sirven p a ra designar la constitución ideal
y cu atro p a ra indicar las form as reales que se alejan en m ayor o
m enor m edida de ésta. De las c u atro constituciones co rru p tas, la
segunda, la tercera y la c u arta corresponden estrictam en te a las
form as degradadas de las tipologías tradicionales: la oligarquía
es la form a c o rru p ta de la aristocracia, la dem ocracia de la "politeia" —que es com o A ristóteles llam a al gobierno del pueblo en
su form a buena— y la tiran ía de la m onarquía. La tim ocracia (de
ti m é que significa honor) es un concepto introducido p o r Platón
p a ra designar una form a de transición en tre la constitución ideal
y las tres form as m alas tradicionales. Platón se pregunta: ''¿N o
es quizá ésta [la tim ocracia] una form a de gobierno que se en­
c u en tra e n tre la aristo cracia y la oligarquía?" (547 c). En su época
la tim ocracia está rep resen tad a en p a rtic u la r p o r el gobierno de
E sp arta, del que Platón fue a d m ira d o r y que tom ó com o m odelo
p a ra delinear su república ideal. Precisam ente el gobierno timocrático de E sp a rta es el m ás cercano a la constitución ideal: su
vicio, y p o r ta n to su elem ento de corrupción, está en h o n ra r m ás
a los guerreros que a los sabios (547 e). O tra observación que
conviene h acer es la siguiente: m ientras en las tipologías tra d i­
cionales, que verem os, las seis form as se alternan, ya que después
de la form a buena viene la m ala que le corresponde, en Platón,
una vez que se presen ta la form a ideal, que en el libro octavo es
identificada con la aristocracia, aparecen las o tras cuatro form as
degeneradas en m om entos de decadencia, de suerte que no h ay
altern an cia sino u n a continua, gradual y necesaria caída h asta el
grado ínfim o que es el últim o eslabón de la cadena. En la rep re­
sentación tradicional el m ovim iento es ascendente y descendente;
en la platónica solam ente es descendente. La tim ocracia es la dege­
neración de la aristocracia, considerada como la form a perfecta y
24
PLATÓN
PL A T Ó N
d escrita en el E stado ideal; la oligarquía lo es de la tim ocracia
y así sucesivam ente. La tiran ía es la form a ínfim a con la cual la
degradación toca el fondo. Platón no dice si exista ni cóm o lograr
el ascenso. ¿Es posible tra n sfo rm a r al tiran o en rey-filósofo? Es lo
que Platón personalm ente in ten ta en sus viajes a Siracusa al rela­
cionarse con los tiranos del lugar; m as su em presa fracasó en
diversas ocasiones.
Platón p resen ta el discurso sobre las cuatro form as co rru p tas
de la siguiente m anera:
Las constituciones de las que hablo y que tienen un nombre propio
ante todo son: la que es exaltada por muchos, es decir, la de C p ta
y Esparta [se trata de la forma tim ocrática]; en segundo lugar viene
la llamada oligarquía, gobierno lleno de problemas infinitos; luego
está la democracia, que es opuesta a la anterior; por último encon­
tramos a la muy noble tiranía, superior a todas las demás, pues es
la gangrena extrema del Estado (544 c).
P ara caracterizarlas. Platón ubica las p articu larid ad es m orales
(es decir los vicios y las virtudes) de las clases dirigentes respec­
tivas. Recordem os que la prim era distinción de las form as de go­
bierno nace de la respuesta a: ''¿quién gobierna?" E n v irtu d de
este criterio de distinción, la respuesta de Platón es que en la
aristo cracia gobierna el hom bre aristocrático, en la tim ocracia el
hom bre tim ocrático, en la oligarquía el hom bre oligárquico y así
sucesivam ente.
—Ya examinamos al hombre conforme a la aristocracia, y no por
casualidad dijimos que es bueno y justo.
—En efecto lo examinamos.
—¿Y no te parece que ahora convenga analizar los tipos inferiores,
o sea, el tipo de hombre prepotente y ambicioso que correspondería
a la constitución espartana, luego el oligárquico, el democrático y el
tiránico, de manera que al conocer cuál sea el tipo más alejado de
la justicia lo podamos contrastar con el más justo? (545 a).
Cada uno de estos hom bres, que representa un tipo de clase
dirigente y en consecuencia una form a de gobierno, es descrito
con gran eficacia m ediante el señalam iento de su pasión dom inan­
te, que es p a ra el tim ocrático la am bición, el deseo de honor, p a ra
el oligárquico el ansia de riqueza, p ara el dem ocrático el deseo
inm oderado de libertad (que se tran sfo rm a en lib e rtin a je ), p a ra
el tiránico la violencia. Presento algunos fragm entos que m uestran
estas clesc riprioncs:
El
h o m br e
25
t im o c r á t ic o
Semejante hombre es duro con los esclavos, y ni siquiera se preocu­
pa de ellos como acontece con quien recibió una educación perfecta;
es indulgente con los hombres libres, y sumiso a las autoridades,
deseoso del mando, amante de los honores; mas aspira a m andar no
en virtud de la propia palabra, o por cualquier otra virtud del género,
sino por la propia actividad bélica, por su talento militar, y paralela­
mente tendrá la pasión de la gimnasia y de la caza (549 a ) .
El
h o mbr e
o l ig á r q u ic o
—Entréganse más y más por entero a la pasión de allegar riquezas, y
cuanto más aumente el favor de que las riquezas gozan, más decrece
el de la virtud. El oro y la virtud, ¿no son, en efecto, como dos pesos
puestos en una balanza, que puede subir uno de ellos sin que el
otro baje?
—Si.
—Por consiguiente, la virtud y las gentes de bien serán menos esti­
madas en un Estado, en la misma proporción en que más se estime
en él a los ricos y a las riquezas.
—Evidentemente.
—Pero buscamos aquello que estimamos, y descuidamos aquello que
despreciamos.
—Sin duda.
—Así, los ciudadanos, de hombres deseosos de supremacía y hono­
res que antes eran, dan en avaros y codiciosos. Todos sus elogios,
toda su admiración son para los ricos; sólo para éstos son los em­
pleos: basta ser pobre para verse despreciado (550 y 551 a).
El
h o m br e
d e m o c r á t ic o
—¿Cuáles serán las costumbres, cuál será la constitución de este nue­
vo gobierno? Ahora mismo veremos un hombre que se le asemeja, y
podremos calificarlo de hombre democrático.
—Ciertamente.
—En prim er lugar, todo mundo es libre en este Estado; respíranse
en él la libertad y la liberación respecto de toda molestia; cada cual
es dueño de hacer lo que le plazca.
—Así dicen.
—Mas donde quiera que se tiene ese poder, claro está que cada
ciudadano dispone de sí mismo y escoge a su antojo el género de
vida que más le acomoda (557 b).
26
PL A T Ó N
PLATÓN
El
h o mbr e
t ir
An i c x )
. . . el jefe del pueblo, al encontrar que la muchedumbre está dis­
puesta a obedecer, no puede abstenerse de derram ar sangre ciudada­
na; bajo falsas acusaciones; precisamente de acuerdo con la costum­
bre de sus semejantes, arrastrando a la gente ante los tribunales, se
mancha de homicidios, privando de la vida a un hombre, y prueba con
la lengua y con sus terribles labios la sangre del prójimo; a algunos
manda al exilio, a otros los condena a muerte, m ientras por otra parte
exige el pago de las deudas y diseña otra forma de repartir la tierra;
¿no es quizá necesario, incluso fatal, para semejante hombre morir a
manos de sus enemigos o transform arse en tirano y de hombre trans­
formarse en lobo? (565 e).
¿Cómo y de qué m an era se da el paso de u n a constitución a
o tra? P ara d escribir el cam bio Platón subraya el acercam iento de
las generaciones; el paso de u n a constitución a o tra parece coin­
cidir con el paso de u n a generación a otra. E n consecuencia, el
cam bio no solam ente es necesario, y en cierto sentido fatal, sino
tam bién m uy rápido. La transform ación es la necesaria y fatal
consecuencia de la rebelión del hijo co n tra el padre, y del cam bio
de costum bres que deriva de ello (cam bio que es em peoram iento
c o n tin u o ), especialm ente en el paso de la aristo cracia a la tim o cra­
cia y de la tim ocracia a la oligarquía. E n seguida presento u n ejem ­
plo de este análisis basado en las generaciones (se tra ta del paso
del p ad re tim ocrático al hijo o lig árq u ico ):
—Primeramente, el hijo quiere im itar al padre, y seguir sus huellas;
pero luego, viendo que su padre se ha aplastado contra el Estado
como un barco contra un escollo; que, después de haber prodigado
sus bienes y su persona, ya al frente de los ejércitos, ya en a l ^ n otro
puesto eminente, es llevado a presencia de los jueces, calumniado por
impostores, condenado a muerte, a destierro, a la pérdida de su honra
o de su hacienda...
—Naturalmente.
—Viendo —digo— caer sobre su padre tantas calamidades que con
él comparte, despojado de su patrimonio y temiendo por su vida, arroja
esa ambición y esos elevados sentimientos del trono que en su alma
les había erigido. Humillado por el estado de indigencia en que se
halla, no piensa más que en allegar bienes, y, gracias a un trabajo
asiduo y a un sórdido ahorrar, acaba por enriquecerse. ¿No crees
que entonces hará subir al espíritu de avaricia y de concupiscencia
al mismo trono de donde han expulsado a la ambición; que hará de
él su rey sumo, poniéndole la diadema y el collar y ciñéndole la
cimitarra? (553 b-c).
27
En cuanto a la razón p o r la que tiene lugar el cam bio, ésta debe
buscarse sobre todo en la corrupción del principio en el que todo
gobierno se inspira. Para una ética com o la griega, acogida y de­
fendida p o r Platón, del "ju sto m edio", la corrupción de un princi­
pio está en su exceso: el honor del hom bre tim ocrático se co­
rrom pe cuando se tran sfo rm a en am bición inm oderada y deseo de
poder; la riqueza del oligárquico, cuando se vuelve avidez, ava­
ricia, ostentación descarada de bienes que provoca la envidia y
la revuelta de los pobres; la lib ertad del dem ocrático, cuando se
convierte en licencia, creer que todo esté perm itido, que toda regla
pueda ser transgredida im punem ente; el poder del tirano, cuando
se vuelve a rb itra rie d a d , y violencia. Valga p ara ejem plificar este
tem a una fam osa página (a p ropósito de la corrupción de la de­
m ocracia) :
—¿Cuál es el bien que se propone la democracia?
—La libertad. Entra en un Estado democrático, y por todas partes
oirás decir que no hay ventaja preferible a ésa, y que, por este mo­
tivo, todo hombre que haya nacido libre establecerá su morada en
ese estado mejor que en cualquier otra parte.
—No hay lenguaje más común que ése.
—¿No es ese amor a la libertad llevado al exceso (y esto es lo
que yo quería decir), acompañado de extremada indiferencia para
todo lo demás, lo que acaba por perder a ese gobierno y por hacer
necesaria la tiranía?
—¿Cómo?
—Cuando un Estado democrático, devorado por ardiente sed de
libertad, es atendido por malos coperos que se la sirven pura y le
hacen beber de ella hasta la embriaguez, entonces, si los gobernantes
no llevan su complacencia hasta darle tanta libertad como quiere,
los acusa y castiga, so pretexto de que son traidores que aspiran
a la oligarquía.
—Evidentemente.
—Trata con el mayor desprecio a aquellos que todavía conservan
respeto y sumisión respecto de los magistrados; les reprocha ser
gente de poco valer, esclavos voluntarios. Así en público como en
privado, encomia y honra la igualdad que confunde a los magis­
trados con los ciudadanos. ¿Es posible que no se extienda a toda la
libertad en un Estado así?
—¿Y cómo no ha de extenderse?
—¿Que no penetre en el seno de las familias, y que, finalmente,
el espíritu de independencia y de anarquía no llegue a los mismos
animales?
—¿Que quieres decir con eso?
—ÓiiicM'o decir que los padres se acostumbran a tratar a sus hijos
como a ¡p^uíiles suyos, a temerles, incluso; los hijos, a igualarse con
28
PLATÓN
sus padres, a no tenerles respeto ni temor, porque de no ser así su
libertad padecería; que los ciudadanos y los simples habitantes, in­
cluso los extranjeros, aspiran a los mismos derechos.
—Así ocurre.
—Y, viniendo a cosas de menos monta, los maestros en ese estado,
temen y miman a sus discípulos; éstos, por su parte, se burlan
de sus maestros y de sus ayos. En general, los jóvenes quieren ir de
par con los viejos, y hombrearse con ellos, bien en palabras, bien
en obras. Los viejos, por su parte, descienden a los modales de los
jóvenes, y hacen estudio de la imitación de sus maneras, con el
temor de pasar plaza de gentes de carácter áspero y despótico (562
c-e, 563 a-b).
¿Cómo se m anifiesta la corrupción del E stado?, esencialm ente
con la discordia. El tem a de la discordia com o causa de disolución
del E stado es uno de los grandes tem as de la filosofía política de
todos los tiem pos; tem a recu rren te com o ta n to s otros, sobre todo
p o r la reflexión política que considera que los problem as del E s­
tado no e x p a r te p o p u l i (porque desde este p u n to de vista el p ro ­
blem a fundam ental es la libertad) , sino e x p a r te p r in c ip is , desde
la óptica de quienes detentan el poder y tienen la m isión de con­
servarlo. Para quienes ven que el problem a político e x p a r te p r in c ip is , y Platón ciertam ente es uno de éstos, quizá uno de los m ás
im portantes, el tem a fundam ental no es la lib ertad (del individuo
con respecto al E stado) sino la unidad (del E stado en relación con
los individuos). Si la unidad del E stado es el p rim er bien, la dis­
cordia es el m al; la discordia es el inicio de la disgregación de la
unidad. De la discordia nacen los m ales del desm em bram iento del
cuerpo social, la escisión en p artes antagónicas, el choque de las
facciones, en sum a, el peor de los m ales, la anarquía, que represen­
ta el fin del E stado, o la situación m ás favorable p a ra la consti­
tución del peor de todos los gobiernos, la tiranía. El tem a de la
discordia com o m alestar, como enferm edad, del E stado (la c o rru p ­
ción del E stado frecuentem ente es com parada con la enferm edad
del cuerpo debido a la sem ejanza que Platón establece en tre el
cuerpo del individuo y el del E stado) es frecuente:
—Animo, intentemos señalar la manera en que la timocracia deriva
de la aristocracia; ¿no es verdad que toda constitución cambia de­
bido a quienes tienen la autoridad en ella, cuando entre ellos brota
la discordia, mientras hasta que el gobierno conserva la armonía, aun­
que sea pequeño, necesariamente permanece inalterado? (545 d).
PLATÓN
29
Sin em bargo, si se ven las cosas con cuidado, notarem os que
hay dos form as de discordia que a rru in a n a la ciudad: una es
la discordia dentro de la clase dirigente, o tra la que existe entre la
clase dirigente y la clase dirigida, entre gobernantes y gobernados.
E n la descripción platónica de las form as c o rru p ta s de convivencia
política, am bas se pueden apreciar. En el paso de la aristocracia
a la tim ocracia, y de la tim ocracia a la oligarquía, la discordia
d estructiva es del p rim er tipo; al contrario, en el paso de la oli
garquía a la dem ocracia, es del segundo. En efecto, los prim eros
dos cam bios son m odificaciones in tern as de la clase dirigente; el
tercero es el cam bio del p o d er de una clase a otra, utilizando la
term inología antigua (que llega h asta R ousseau), del dom inio de
los ricos al dom inio de los pobres.
Es bien conocido lo que la teoría platónica del E stado como
gran hom bre le debe a la teoría del hom bre en general. La filoso­
fía platónica es un claro ejem plo, un auténtico pilar, de la teoría
orgánica de la sociedad, es decir, de la teo ría según la cual la
sociedad (o el E stado) es concebida com o un verdadero organism o
a im agen y sem ejanza del cuerpo hum ano. Como en la república
ideal, a las tres clases que com ponen orgánicam ente el E stado co­
rresponden las tres alm as individuales, la racional, la pasional y
la apetitiva, así tam bién las form as de gobierno pueden ser distin ­
guidas con base en las diferentes alm as que las sostienen. Sobre
este tem a no hay m ás que una observación. Si no se du d a que la
constitución ideal está dom inada p o r el alm a racional, tam bién es
indudable que la constitución tim ocrática, que prefiere al guerrero
que al sabio, está determ inada p o r el alm a pasional. Las o tras tres
form as están dom inadas p o r el alm a apetitiva: el hom bre oligár­
quico, el dem ocrático y el tiránico están, aunque en diverso grado,
deseosos de bienes m ateriales, todos se vuelven hacia la tierra. El
fragm ento m ás notable en el cual se m u estra la aparición del cri­
terio de distinción de las diversas form as, con base en las diferentes
alm as, describe el nacim iento del hom bre tim ocrático del hijo re­
belde del h om bre aristocrático:
Nuestro joven que escucha y observa todo esto y por otra parte ^oye
los discursos de su padre, viendo la conducta de él, la compara con
la de los demás, se siente atraído por una y otra parte, del padre
que riega y cultiva lo que en su alma es el aspecto racional, de los
otros que en su alma riegan y cultivan el aspecto concupiscente e
impulsivo. No siendo por naturaleza malo, pero habiendo frecuen­
tado malas compañías, atraído por una y otra parte, constituye en
PL A T Ó N
30
.^1
PL A T Ó N
sí mismo un carácter medio, y confía a la parte media del alma, pre­
potente y ambiciosa, el gobierno de sí mismo, convirtiéndose en un
hombre arrogante y deseoso de honores (550 a-b).
Bajo este ru b ro la tim ocracia tam bién aparece como una form a
cualitativam ente diferente de las otras; se tra ta de una verdadera
forma interm edia entre la perfecta y las más im perfectas. Aunque
no es perfecta, es m enos im perfecta que las que le siguen. Con
respecto a la p a rte del alm a, las tres últim as pertenecen a la m ism a
especie, m ientras la tim ocracia lo hace a una especie diversa; en
este sentido la diferencia entre ésta y aquéllas no solam ente es de
grado sino de cualidad.
,
Por lo que toca a las tres últim as, el criterio de distinción al
que recurre Platón está basado en la diferencia entre varios tipos
de necesidades o deseos (el térm ino griego es e p i t h u m i a ) , que en
cada una de ellas está preferentem ente satisfecho. Son tres las esliecies de deseos: necesarios, superfluos e ilícitos. El hom bre oli­
gárquico se distingue p o r ten d er a la satisfacción de deseos nece­
sarios, el dem ocrático de deseos superfluos y el tiránico de deseos
ilícitos. Platón define de la siguiente m anera los dos prim eros:
No hay razón para llamar deseos necesarios a aquellos que no es
en nuestro poder suprim ir ni reprimir, y que, por otra parte nos
resulta provechoso satisfacer [ . . . ] En cuanto a aquellos de que es
fácil deshacerse, si se pone uno a ello desde muy pronto, y cuya
presencia, lejos de producir en nosotros algún bien, es a menudo
causa de grandes males, ¿qué otro nombre les conviene m ejor que el
de deseos superfluos? (558 d-e—559 a).
Siguiendo con los ejem plos: el deseo de com er es necesario,
m ientras el de platillos refinados es superfino. Los deseos ilícitos
son una especificación de los requerim ientos no necesarios, y son
propios del tirano, aunque todo hom bre los posee (mas pueden
ser disueltos con la educación). La diferencia eiitre el hom bre co­
mún y el tirano es que tales deseos ilícitos (o "violentos", o " tu ­
m ultuosos", como tam bién se les llam a) tu rb a n al p rim ero en el
sueño, el segundo los desencadena despierto.
M ientras la R e p ú b lic a es la descripción de la ó ptim a c o n stitu ­
ción, el r o lilic o es la búsqueda, el estudio y la descripción del óplimo gobcinanle, e l rey-filósofo, el que posee la ciencia del buen
l'obicino. A(|uí solaiiuMilc nos interesa un fragm ento en el que
IMalón pre.seiila sus icieas sobre las lorm as de gobierno. Dado que el
p a s a j e (.‘s bivvt’ lo exponem os e n su totalidad:
—No por causalidad creemos que la monarquía sea una de nuestras
constituciones políticas.
H y ^yo°diría que después de la monarquía se puede citar el domi­
nio de pocos.
—¿No°crees que el tercer tipo sea el gobierno del número, la lla­
mada democracia?
—A h o r ï^ ^ S ^ q u e son tres, ¿no se volverán cinco, dando lugar a
otros dos nombres todavía?
- E n un cierto modo, cuando contemplan el carácter violento o
voluntario, la pobreza y la riqueza, la legalidad y la ilegalidad, y a
dividir en dos formas cada una de las dos prim eras, de manera q
a la monarquía la llaman con dos nombres tiranía y gobierno real.
— ef^Éstado que es regido comúnmente por pocos, es llamado
aristocracia y oligarquía.
—Precisamente.
^
,
__ _
—En cambio, la democracia, sea con la fuerza o con el consens ,
sea que mande el pueblo sobre los poseedores, sea que c u s t o d i e ce­
losamente las leyes o que las viole, jamás ha usado otro nombre (291
d-e—292 a).
C om parada con la tipología de la R e p ú b lic a , é s ta es m enos o ri­
ginal La única diferencia fren te a la tipología canónica de las
seis form as de gobierno, tres buenas y tres m alas, es que en el
P o lític o la dem ocracia tiene un solo nom bre; lo que quiere <^cir
que a diferencia de las o tras form as se p resen ta solam ente b ajo
u n aspecto. Aunque tam bién el gobierno p o p u lar tiene una version
buena y o tra m ala (si bien el nom bre es uno solo), com o puede
ap reciarse en el siguiente pasaje:
- E n la monarquía tenemos el gobierno real y el tiránico; se ha dicho
que en el gobierno de pocos está la aristocracia de nombre a p u r a i
y la oligarquía; en cuanto al gobierno de muchos que originalmente
se supuso simple, es llamado democracia aunque es necesario ad­
m itir que es doble.
—Explícate, ¿con qué criterio lo dividiremos.''
—Con un criterio semejante a los demás, a pesar de que çste
nombre ahora tiene dos sentidos. Una forma indica el g o b ie r n o ^
las leyes, la otra señala el gobierno opuesto a las leyes (el P olítico,
302 d).
Inm ediatam ente después. Platón ab o rd a el problem a de la com ­
paración dc‘ la s d i v e r s a s form as de gobierno p ara juzgar su m ayor
32
PL A T Ó N
m enor bondad (o m aldad); y sostiene la tesis de que si bien es
cierto que la dem ocracia es la peor de las form as buenas, sin em ­
bargo es la m ejor de las form as m alas, en co n traste con la m o n ar­
quía, que es la m ejor de las form as buenas m ientras que la tiran ía
es la peor de las form as m alas (véanse los fragm entos 302 d-e, y
303 a-b ). De m anera que si ponem os en fila las seis form as en orden
decreciente, las tres prim eras, las buenas, deben e sta r colocadas
con cierto orden (m onarquía, aristocracia, dem o cracia), y las m alas
en el orden inverso (dem ocracia, oligarquía, tira n ía ). La dem ocra­
cia está al m ism o tiem po al final de la serie de las buenas y al
principio de la serie de las m alas, al tiem po que la m onarquía
está al principio de la serie de las buenas y la tiran ía al final de la
serie de las m alas. E n tre o tras cosas esta disposición puede servir
p ara explicar p o r qué la dem ocracia tiene un solo nom bre: al ser
la peor de las form as buenas y la m ejor de las m alas, no p resen ta
en sus dos versiones la diferencia que en cam bio m u estra el go­
bierno de uno solo que en su versión buena es el m ejo r y en su
m odalidad m ala es el peor. O rdenem os las seis form as según sean
deseables: m onarquía, aristocracia, dem ocracia positiva, dem ocra­
cia negativa, oligarquía, tiranía. Es evidente que las dos dem o­
cracias constituyen un c o n tin u u m , m ientras que las dos form as
de gobierno de uno solo están en los dos extrem os de la escala.
Debemos re salta r o tro aspecto, aunque p o r el m om ento sola­
m ente lo m encionem os porque es un tem a que tocarem os frecuen­
tem ente; se tra ta del criterio o los criterios con base en los cuales
Platón distingue las form as buenas de las m alas. Léase nuevam ente
el fragm ento citado y se verá que los criterios sustancialm ente son
dos: violencia y consenso, legalidad e ilegalidad. Las form as bue­
nas son aquéllas en las que el gobierno no está fundam entado en
la violencia y p o r ende lo está en el consenso, en la voluntad
de los súbditos; o son aquellas que actúan de acuerdo con leyes es­
tablecidas y p o r ta n to no de m anera a rb itra ria .
O
IIL A RISTÓ TEL ES
La TEORÍA clásica de las form as de gobierno es la expuesta p o r Aris­
tóteles (384-322 a.c.) en la P o lític a , tan es así que dicha teoría ha
sido repetida d u ran te siglos sin grandes variaciones. Tam bién en
este caso A ristóteles parece h ab er fijado p ara siem pre algunas ca­
tegorías fundam entales de las que nosotros, herederos, continua­
mos sirviéndonos p ara com prender la realidad. La P o lític a está di­
vidida en ocho libros, de los cuales dos —el tercero y el cu arto —
están dedicados a la descripción y a la clasificación de las form as
de gobierno (el prim ero tra ta del origen del E stado; el segundo
critica las teorías políticas anteriores, especialm ente la platónica;
el quinto ab o rd a los cam bios de las constituciones, o sea, el paso
de una form a de gobierno a otra; el sexto se aboca en p a rtic u la r
a las diversas form as de dem ocracia y oligarquía, que son las dos
form as de gobierno en las que A ristóteles se detiene con m ayor
atención en toda la obra; en el séptim o y el octavo escribe sobre
la m ejor form a de constitución).
El térm ino que A ristóteles usa p a ra indicar lo que h asta entonces
se llam aba '"forma de gobierno" es p o lité ia , que habitualm ente es
traducido com o ''constitución". Para apegarm e al uso hablaré en
este capítulo de "constituciones". Lo prim ero que debe resaltarse
es que en la P o lític a hay m uchas definiciones de "constitución"
de las que conviene p a rtir. Una de ellas se encuentra en el tercer
libro:
La constitución es la estructura que da orden a la ciudad estable­
ciendo el funcionamiento de todos los cargos y sobre todo de la
autoridad soberana (1278 b).
La traducción que utilizo (la de C. A. Viano, publicada en la
colección "Classici politici" de la Utet, 1955) * quizá sea un poco
redundante. A ristóteles se lim ita a decir que la constitución,^ la
p o lité ia , es "taxis tön archon", es decir, "ordenam iento de las ma*
P a ra la tr a d u c c ió n a l e s p a ñ o l d e lo s p a s a j e s d e A r is tó te le s e n e s t e
c a p ít u lo m e a p o y o en : A r is t ó t e le s , P o litic a , L a ter za , B a r i, 1983; A r is tó te le s ,
Iái P o lític a , E d ito r a N a c io n a l, M é x ic o , 1967; A r is tó te le s , L a P o lític a , E d ito r a
N a c io n a l, M a d rid , 1977, y A r is tó te le s , É t i c a N i c o m a q u e a , u n a m , M c x ic o ,
1983. (T.l
■
33
A R IS T Ó T E L E S
A R IS T Ó T E L E S
g istra tu ra s" (o con o tra expresión, de los "cargos públicos")* Una
definición de este tipo corresponde g r o s s o m o d o a lo que nosotros
hoy entendem os p o r "constitución". (Digo g r o s s o m o d o porque en
la actualidad en una constitución ponem os algo m ás.) Cuando h a­
blam os de la constitución italiana, francesa o china, lo hacem os
de la ley fundam ental de un E stado, es decir, de las leyes que es­
tablecen cuáles son los órganos del E stado, cuáles sus funciones,
cuáles sus relaciones recíprocas, etc. E n sum a, p a ra decirlo como
A ristóteles, el "ordenam iento de las m a g istratu ras".
A ristóteles no se cansa de llam ar la atención del lector respecto
a que hay m uchas constituciones diferentes y en consecuencia una
de las p rim eras tareas del estudioso de la política es describirlas
y clasificarlas. A ristóteles ab o rd a el problem a en el § 7 del te rc er
libro, en un p asaje que p o r su im portancia h istó rica debe citarse
com pleto:
ponen y se agregan las tres m alas (o sea, la tiran ía, la oligarquía
y la dem ocracia). La sim plicidad y la claridad de esta tipología
son de tal naturaleza que no sería necesario ningún com entario
si no fuese p a ra hacer una consideración term inológica. "M onar­
quía", propiam ente, significa gobierno de uno solo, m as en la tipo­
logía aristotélica quiere decir gobierno bueno de una persona, al que
corresponde la tiran ía com o m alo. Al co ntrario, "oligarquía",
que de hecho significa gobierno de pocos, quiere decir gobierno
m alo de pocas personas, al que corresponde la "aristo cracia" com o
bueno. El térm ino "oligarquía", en efecto, h a conservado a través
de los siglos su significado peyorativo original: hoy tam bién se
habla de "oligarquía" en sentido negativo, p a ra indicar grupos res­
tringidos de p oder que gobiernan sin el consentim iento po p u lar
(y p o r ta n to en contraposición a la "d em o cra c ia "). E n cuanto a la
"aristo cracia", que significa gobierno de los m ejores, es el único
de los tres térm inos que designan a las form as buenas que en sí
m ism o tiene un significado positivo. D urante siglos ha conservado
u n significado m enos negativo que la oligarquía; pero ha perdido
el original de gobierno de los m ejores (en el lenguaje político
de la época m oderna, h abitualm ente los gobiernos " a risto c rá ti­
cos" están form ados p o r grupos restringidos que se tran sm iten
p o r herencia el p o d er). La m ayor novedad, y se puede decir extrañeza, term inológica, es el uso de ''p o l i t i a ' p a ra la constitución ca­
racterizada p o r ser un gobierno de m uchos y bueno. H ablo de
rarezas porque, com o se ha visto anteriorm ente, " p o l i t i a ' (trad u c­
ción de " p o l ité i a ”) significa ni m ás ni m enos constitución y p o r
ta n to es un térm ino de género y no de especie. Cuando hoy se
quiere u sa r una p alab ra griega p a ra indicar el gobierno de m uchos
se dice "p o liarq u ía" (por ejem plo la usa el politòlogo R obert Dahl
p a ra n o m b ra r a la dem ocracia p lu ralista de los E stados Unidos de
N orteam érica). No es que los griegos no conociesen este térm ino
(por ejem plo se encuentra en Tucídides, VI, 72, pero tiene un sen­
tido peyorativo de m ando m ilitar de m uchos que crea desorden y
confusión). Más grande es el desconcierto que crea en el lector
el uso del térm ino genérico " p o l itia ” o "constitución" p a ra indicar
una de las seis posibles constituciones, ya que en la É tic a n ic o m a q u e a , A ristóteles, al re p e tir la clasificación de las form as buenas
y m alas, usa el térm ino "tim ocracia" p a ra indicar la tercera form a
buena, que fue utilizado p o r Platón p a ra designar a la p rim era de
las c u atro f o r m a s de gobierno que derivan de la form a buena. Ci­
tam os tocio t‘l In n ’niento:
34
Ya que constitución y gobierno significan lo mismo y el órgano
de gobierno es el poder soberano de la ciudad, es necesario que el
poder soberano sea ejercido por u n a persona o unos p o c o s o la m a ­
yoría. Cuando el uno, pocos o la mayoría ejercen el poder en vista
del interés general, entonces forzosamente esas constituciones serán
rectas, mientras que serán desviaciones los que atienden al interés
particular de uno, de pocos o de la mayoría [ . . . ] Tenemos la cos­
tumbre de llamar m o n a rq u ía al gobierno unipersonal que atiende
al interés general, y aristoc ra cia al gobierno de pocos [ . . . ] cuando se
propone el bien común; cuando es el mayor número el que gobierna
atendiendo al interés general recibe el nombre común a todas las
constituciones p o litia [ . . . ] Las degeneraciones de las mencionadas
formas de gobierno son: la tiranía de la monarquía, la oliga rq u ía de
la aristocracia, y la d e m o c ra c ia de la politia. La tiranía, en efecto,
es una monarquía orientada hacia el interés del monarca, la oligar­
quía hacia el de los ricos y la democracia hacia el interés de los
pobres. Pero ninguna de ellas atiende al provecho de la comunidad
(1279 a-b).
Son pocos renglones pero en ellos está p resente con gran con­
cisión y sim plicidad la célebre teoría de las seis form as de gobierno.
Es evidente que esta tipología es pro d u cto del uso sim ultáneo de
los dos criterios fundam entales de q u ié n gobierna y c ó m o gobierna.
Si se tom a en cuenta q u ié n , las constituciones se distinguen se­
gún si el po d er del gobierno reside en una sola persona (m onar­
quía) , en pocas personas (aristocracia) o en m uchas ( p o l i t i a ) . Con
base en el criterio de c ó m o , las constituciones son buenas o m alas,
y com o consecuencia a las tres p rim eras form as buenas se c o n tra ­
35
36
A R IS T Ó T E L E S
A R IS T Ó T E L E S
S o n t r e s la s f o r m a s d e g o b i e r n o a s í c o m o t r e s s o n la s d e s v i a c i o n e s
c o r r e s p o n d i e n t e s . T a l e s f o r m a s s o n : la m o n a r q u í a , la a r i s t o c r a c i a y
la t e r c e r a e s la q u e s e b a s a e n e l c o n s e n s o y q u e c o n v i e n e l la m a r la
t i m o c r a c i a , a u n q u e m u c h o s a c o s t u m b r a n d e n o m i n a r l a " p o lit ia " [ . . . ]
L a d e s v i a c i ó n d e la m o n a r q u í a e s la t i r a n í a [ . . . ] e n c a m b i o d e la
a r i s t o c r a c i a s e p a s a a la o l i g a r q u í a p o r m a l d a d d e q u i e n e s m a n d a n
[ . . . ] d e la t i m o c r a c i a s e p a s a a la d e m o c r a c i a (1 1 6 0 a - b ) .
37
Una confirm ación de este orden se en cuentra en la É tic a n ic o ­
m a q u e a , E n el fragm ento an terio rm en te citado se lee, después del
listado de las seis form as de gobierno:
De ellas la mejor forma es la monarquía, la timocracia es la peor
(1160 a).
Y poco m ás adelante:
De cualquier m anera, el uso de un térm ino genérico como *'politia \ o im propio como "tim ocracia", confirm a lo que habíam os
advertido en Platón, es decir, que a diferencia de lo que sucede con
las dos prim eras form as p ara las que existen dos térm inos consa­
grados p o r el uso p ara indicar respectivam ente la form a buena y la
m ala, p ara la tercera en el uso com ún existe solam ente el térm ino
"dem ocracia". En consecuencia, una vez que se le ha adoptado
p ara indicar exclusivam ente la form a m ala como hace A ristóteles
(contrariam ente a lo que hará, como verem os poco m ás adelante,
P o lib io ), no queda un térm ino igualm ente consagrado p o r el uso
p ara señalar la form a buena.
Como se dijo en la introducción, el uso axiológico de una tipo­
logía no solam ente im plica la distinción entre form as buenas y
m alas, sino tam bién una je ra rq u ía entre las diversas form as, o sea,
la distinción entre form as m ejores y peores. El orden jerárq u ico
acogido p o r A ristóteles no parece diferente del sostenido p o r Pla­
tón en el P o lític o , que expuse al final del capítulo anterior. El c ri­
terio de jerarquización es el m ism o: la peor form a es la degene­
ración de la m ejor, en consecuencia, las degeneraciones de las
form as que siguen a la m ejo r son paulatinam ente m enos graves.
Con base en este criterio el orden jerárq u ico de las seis form as
es el siguiente: m onarquía, aristocracia, politia, dem ocracia, oli­
garquía y tiranía. Digámoslo con las palabras de A ristóteles:
E s e v id e n t e c u á l d e e s t a s d e g e n e r a c io n e s s e a p e o r y c u á l v e n g a in ­
m e d i a t a m e n t e d e s p u é s d e e lla . E n e f e c t o , p e o r n e c e s a r i a m e n t e e s
la c o n s t i t u c i ó n d e r iv a d a p o r d e g e n e r a c i ó n d e la p r i m e r a y m á s d iv in a
d e la s f o r m a s . A h o r a b i e n , la m o n a r q u í a o e s t a l s o l a m e n t e d e
n o m b r e , p e r o n o e n r e a lid a d , o e s t a l p o r q u e q u i e n r e i n a s o b r e s a l e
e x t r a o r d i n a r i a m e n t e p o r e n c i m a d e l o s d e m á s , d e m a n e r a q u e la t i r a ­
n ía , q u e e s la p e o r d e g e n e r a c i ó n , e s la m á s a l e j a d a d e la v e r d a d e r a
c o n s t i t u c i ó n . E n s e g u n d o lu g a r e s t á la o l i g a r q u í a ( d e la q u e l a a r i s t o ­
c r a c i a e s m u y d i f e r e n t e ) , m i e n t r a s la d e m o c r a c i a e s m á s m o d e r a d a
(1 2 8 9 a - b ) .
Sin embargo la democracia es la desviación menos mala. En efecto,
poco se desvía de la correspondiente forma de gobierno (1 1 6 0 b).
Al establecerse de esta m anera el orden jerárquico, se aprecia que
la m áxim a diferencia está en tre la m o n arq u ía (la m ejo r c o n stitu ­
ción de las buenas) y la tiran ía (la peor de las m alas), y, al con­
trario , la m ínim a diferencia se en cu en tra entre la politia (la peor
de las buenas) y la dem ocracia (la m ejo r de las m alas). Esto
explica p o r qué las dos form as de la dem ocracia pueden h ab er sido
llam adas con el m ism o nom bre, ya que estando una al final de la
p rim era serie y o tra al principio de la segunda son tan parecidas
que pueden confundirse. M ientras en tre lo m ejor y lo peor la dis­
tancia es grande e irresoluble, en tre lo m enos bueno y lo menos
m alo hay una vía continua que im pide tra z a r entre uno y otro una
clara línea de dem arcación.
Es necesaria todavía una observación acerca de la distinción
en tre form as buenas y m alas: ¿qué c riterio utiliza A ristóteles para
distin g u ir unas de otras? Recuérdese lo que dije en la ú ltim a parte
de la lección sobre Platón, en referencia a la distinción que plan­
tea en el P o lític o , El criterio de A ristóteles es diferente: no es el
consenso o la fuerza, la legalidad o la ilegalidad, sino principal­
m ente el interés com ún o el individual. Las form as buenas son
aquéllas en las cuales los gobernantes ejercen el poder teniendo
p resen te el interés público, en las m alas los gobernantes ejercen
el p o d er de acuerdo con el interés individual. Tal criterio está ínti­
m am ente vinculado con el concepto que A ristóteles tiene de la p o lis
(o del E stado, en el sentido m oderno de la p a la b ra ). La razón por
la cual los individuos se reúnen en la ciudad y form an una com u­
nidad política no es solam ente la de vivir en com ún, sino tam bién
la de "'vivir bien'" (1252 b y 1280 b ). P ara que el fin de la "vida
b u en a'' pueda ser realizado es necesario que los ciudadanos persi­
gan todos ju n to s o m ediante sus gobernantes el interés común.
Cuando los gobernantes aprovechan el p oder que recibieron o con­
39
A R IS T Ó T E L E S
A R IS T Ó T E L E S
q u ista ro n pa ra lu c h a r p o r in ter e se s p a r tic u la re s, la co m u n id a d
p o lític a se d es v ía d e su o b je tiv o , y la fo r m a p o lític a q u e a s u m e e s
u n a fo r m a co rr u p ta o d e g e n era d a c o n r e sp e c to a la pu ra, e s d ecir,
en referen cia al o b jetiv o . A r istó teles d is tin g u e tre s tip o s d e rela­
c io n e s d e p o der: la d el p a d re so b r e el h ijo , la d el a m o so b re e l
esc la v o y la d el g o b e rn a n te so b r e el g o b ern a d o . E sta s tre s fo r ­
m a s de p o d er se d istin g u e n a p a r tir d el tip o d e in ter és q u e p e r si­
g uen . E l p o d er p a tro n a l e s e je r c id o p a ra b e n e fic io d el a m o , el
p a ter n a l de lo s h ijo s , y el p o lític o de lo s g o b er n a n tes y g o b ern a ­
d o s. D e e s to s e d eriva la sig u ie n te co n c lu sió n :
d e lo s tie m p o s h e r o ic o s "que era h e r ed ita r ia y e sta b a b a sa d a en
e l c o n s e n s o d e lo s s ú b d ito s ” ; la e sp a rta n a , en la q u e el p o d er s u ­
p r e m o se id e n tific a co n el p o d er m ilita r y e s p erp etu a ; el rég im en
d e lo s “e x im io s ”, e s d ecir, d e lo s “ tir a n o s e le c tiv o s ”, de lo s je fe s
su p r e m o s d e u n a ciu d a d q u e era n e le g id o s pa ra u n c ie r to p e rio d o
o d e m a n era v ita lic ia si h u b ie ra g ra v es c o n flic to s en tr e fa c c io n e s
o p u es ta s; o la m o n a rq u ía d e m u c h o s p u e b lo s b árb a ro s. M e d eten g o
d e m a n era e sp e c ia l en e sta ú ltim a p o r q u e in tro d u c e u n a ca teg o ría
h is tó r ic a d e stin a d a a te n e r en lo s s ig lo s su b se c u e n te s u n gran éx ito ,
la m o n a rq u ía d e s p ó tic a , o, r a tio n e lo c i, de " d e sp o tism o o r ie n ta l”
(so b r e el q u e tra ta r em o s fr e c u e n te m e n te ). Las c a r a c te rístic a s e sp e ­
c ífic a s d e e s te tip o d e m o n a rq u ía so n d o s: a ) el p o d er s e eje rce
tir á n ica m e n te y p o r e s te m o tiv o s e a s e m e ja a l p o d er d el tira n o ,
y b ) sin em b a rg o , e l p o d er e je r c id o c o n tira n ía e s le g ítim o p o r­
q u e e s a c ep ta d o , y lo es d e b id o a q u e “e s to s p u e b lo s b á rb a ro s,
s ie n d o m á s s er v ile s q u e lo s g r ieg o s, y lo s p u e b lo s a s iá tic o s s o n m á s
s er v ile s q u e lo s e u r o p e o s y so p o r ta n sin d ific u lta d u n p o d er d e s­
p ó tic o so b r e ello s " (1285 a ) . E sta s d o s c a ra c te rística s h a c en q u e
ta l tip o d e m o n a rq u ía n o se a s e m e je a la tira n ía , p o r q u e lo s tir a n o s
" d o m in a n so b re s ú b d ito s d e s c o n te n to s d e su p o d e r ”, y p o r ta n to
e se p o d er n o e stá fu n d a m en ta d o en e l c o n s e n so , en sen tid o e s tr ic to
n o e s " le g ítim o ”, y al m is m o tie m p o se d is tin g u e d e la s m o n a r ­
q u ía s g r ieg a s p o r q u e d o m in a so b r e p u e b lo s “s e r v ile s ”, so b re lo s
c u a le s e l p o d er n o p u ed e se r e je r c id o m á s q u e d e sp ó tic a m e n te . E l
p o d er d e s p ó tic o , p r e cisa m e n te en g r ieg o d é s p o ta s , es el q u e eje rc e
e l a m o so b re lo s e sc la v o s , y q u e c o m o se h a v is to e s d ifer e n te ta n to
d el p o d er p a tern a l, e s d ecir, d el q u e el p a d re e je rc e so b re lo s h ijo s,
c o m o d e l p o lític o , o sea , d e l p o d er q u e el g o b e rn a n te e je rc e so b re
u n p u e b lo lib re. E l p o d er d e s p ó tic o es a b s o lu to y se e je rc e en
in ter é s d el a m o , e s d ecir, d e q u ie n lo p o se e , a d ifer e n c ia d el p a ­
te rn a l q u e s e d e te n ta en b e n e fic io de lo s h ijo s , y d el p o d er c iv il
q u e s e d e sem p e ñ a en fu n c ió n ta n to d e q u ien g o b ier n a c o m o de
q u ie n e s g o b er n a d o . C om o s e sa b e, A ristó te le s ju s tific a la e sc la ­
v itu d c o n b a s e en la c o n sid e r a c ió n d e q u e h a y h o m b r es e sc la v o s
p o r n a tu ra leza ; a s í c o m o h a y h o m b r es d e e s te tip o , ta m b ién h a y
p u e b lo s e sc la v o s p o r n a tu ra leza (lo s “p u eb lo s s e r v ile s ” d e la s g ra n­
d e s m o n a r q u ía s a s iá tic a s ). S o b re p u eb lo s e sc la v o s p o r n atu ra leza
e l p o d er n o p u ed e ser d ifer e n te a l d el a m o so b re lo s e sc la v o s , o
sea , n o p u ed e s e r m á s q u e “ d e s p ó tic o ”. T al p od er, a u n q ue sea d e s­
p ó tic o , e s p e r fe c ta m e n te le g ítim o p o r q u e e s el ú n ic o a co rd e c o n
la n a tu ra leza d e c ie r to s p u eb lo s; a s í c o m o el p o d er d el a m o so b re
38
Es evidente que todas las constitu cion es que contem plan el interés
com ún son constitu cion es rectas en cuanto se apegan a la ju sticia
absoluta, m ientras que las que contem plan el interés de los gober­
nantes están erradas y son degeneraciones con respecto a las cons­
tituciones rectas (1279 a ).
C om o s e h a d ic h o , la im p o rta n c ia h is tó r ic a d e la teo r ía a r is to ­
té lic a d e la s s e is fo r m a s d e g o b ier n o es en o r m e . P ero n o co n v ie n e
so b re v a lu a r la im p o r ta n c ia d e ella d e n tro d e la o b ra a r isto té lic a ,
q u e es m u ch o m á s rica en o b se rv a c io n e s y d e te r m in a c io n e s d e
lo q u e p u ed a p a recer en u n a tip o lo g ía . I n c lu s o se p u ed e d ecir q u e
el é x ito h is tó r ic o d e la c la sific a c ió n , fá c ilm e n te c o m p r e n sib le a u n ­
q u e c o m o to d o s lo s e sq u e m a s red u c to r a fr e n te a u n a rea lid a d h is ­
tó r ic a c o m p le ja , c o m o la d e la s c iu d a d es g rieg a s, y su s e v o lu c io ­
n es y r e v o lu cio n e s, te rm in ó p o r fa v o re cer la le ctu r a s im p lista d e
la P o lític a y p o r d e scu id a r la c o m p le jid a d d e su s a r tic u la c io n e s
in te r n a s. C ada u n a d e la s s e is fo r m a s es a n a liza d a p o r A r istó teles
e n su e sp e c ific id a d h is tó r ic a y s u b d iv id id a e n m u ch a s e sp e c ie s
p a r tic u la r e s, cu y a d e te r m in a c ió n m u es tr a a l e sq u e m a g e n era l m u ­
c h o m e n o s ríg id o de lo q u e h a sid o e n tre g a d o a la tr a d ic ió n d el
p e n s a m ie n to p o lític o ; o c a sio n a lm e n te el e sq u e m a p a r ece ta m b a lea r­
s e a l p a sa r d e u n a su b e s p e c ie a o tra . C o n sid ér ese p o r e je m p lo la
p rim er a fo r m a d e g o b ie rn o , la m on a rq u ía . Al in icia r el e stu d io d e
é sta A r istó te le s dice:
Ante todo es necesario establecer si la m onarquía constitu ya un solo
género o si se distinga en géneros diferentes; es fácil darse cuenta
de que la m onarquía com prende m uchos géneros en cada un o de
los cuales el m ando se ejerce de m anera diferente (1285 a ).
H ech a e sta a cla ra ció n , el d is c u r so so b re la m o n a rq u ía se a r ticu la
m e d ia n te la d is tin c ió n d e va ria s e sp e c ie s d e m o n a rq u ía , co m o : la
41
A R IS T Ó T E L E S
A R IS T Ó T E L E S
los esclavos, pese a que es extrem adam ente duro, es el único com ­
patible con ellos. Tan es verdad, que estos pueblos aceptan dicho
poder "sin dificultad", o m ejo r dicho sin lam entarse (la tra d u c ­
ción latina m edieval dice '*sine t r i s t i t i a ' ) , m ientras que los tiranos,
a diferencia de los déspotas orientales, tienen p o r sujetos pueblos
libres y dom inan sobre súbditos "descontentos". P or tanto, sin
co n tar con su consenso (y p o r esto la tiran ía es u n a form a co rru p ta
de gobierno a diferencia de cualquier tipo de m o n a rq u ía ).
P ara apreciar cuán grande es la diferencia en tre el esquem a ge­
neral de las seis form as de gobierno y el análisis p articu lar,
nada m ejo r que ver m ás de cerca la form a llam ada, a falta de o tra
denom inación m ás apropiada, ‘‘p o l i t i a ”. En el esquem a la p o litia
corresponde a la tercera form a, es decir, debería ser la co n stitu ­
ción caracterizada p o r el p o d er de m uchos que se ejerce en función
del interés com ún; m as si uno lee la definición que A ristóteles da de
ella, se com prueba que es algo totalm ente distinto:
m anera es el genérico criterio num érico, sino uno con m ucho más
cuerpo: la diferencia en tre ricos y pobres.
40
En general la politia es una mezcla entre la oligarquía y la democra­
cia; y comúnmente se suelen llamar politias los gobiernos que tien­
den más bien a la democracia y aristocracia que aquellos que se
orientan a la oligarquía (1293 b).
Obsérvese, la p o litia es una mezcla de oligarquía y dem ocracia.
¿Pero de acuerdo con el esquem a a b stracto la oligarquía y la de­
m ocracia no son dos form as c o rru p tas? En consecuencia, el p rim er
problem a que nos presenta la constitución llam ada ‘‘p o l i t i a ' es que
una form a buena puede ser resultado de u n a m ezcla en tre dos
form as m alas. En segundo lugar, si la p o litia no es, com o debería
serlo de acuerdo con el esquem a, el gobierno del pueblo o la dem o­
cracia en su form a correcta, sino que se tra ta de una m ezcla entre
oligarquía y dem ocracia, ello quiere decir que —y entram os p ro p ia­
m ente al segundo problem a— el gobierno bueno de m uchos que
aparece en el tercer lugar del esquem a general es un espacio vacío, o
sea, es una idea a b stra c ta a la que no corresponde concretam ente
ningún régim en que haya existido o exista históricam ente. El p ro ­
blema se com plica (pero a la vez se vuelve m ás in teresan te desde
el punto de vista histórico) p o r el hecho de que co n trariam en te al
esquem a general, una vez m ás, ni la oligarquía es p a ra A ristóteles,
como lo da a entender el significado del térm ino, el gobierno de
pocos, ni la dem ocracia el del pueblo. El criterio que A ristóteles
U t i l i/a
para distinguir la oligarquía y la dem ocracia de ninguna
Hay democracia si los libres y los pobres, siendo en número mayor,
son señores del poder; hay oligarquía si lo son los ricos y los más
nobles que constituyen la minoría (1290 b ).
Que la oligarquía sea el gobierno de pocos y la dem ocracia el de
m uchos puede depender solam ente del hecho de que generalm ente
los ricos en toda sociedad son m enos que los pobres; pero lo que
distingue una form a de gobierno de o tra no es el núm ero, sino la
condición social de quienes gobiernan, no un elem ento cu an tita ­
tivo sino uno cualitativo. Como p ru eb a de lo an terio r léase el si­
guiente fragm ento:
Lo que diferencia a la democracia y a la oligarquía es la pobreza y
la riqueza, de suerte que donde dominan los ricos, por muchos o
pocos que sean, habrá necesariamente una oligarquía, y donde do­
minan los pobres la democracia, aunque como se ha dicho suceda
que los ricos sean pocos y los pobres muchos, porque los que se
enriquecen son pocos mientras todos tienen parte de la libertad
(1280 a).
Así pues, decíam os que la politia es una mezcla de oligarquía
y dem ocracia. Ahora que se ha aclarado en qué consisten la oli­
garquía y la dem ocracia, estam os en posibilidades de entender m e­
jo r esta mezcla: esta com binación es un régim en en el que la unión
de los ricos y pobres debería rem ediar la m ayor causa de tensión
en toda sociedad, que es precisam ente la lucha en tre quien no
tiene y quien tiene. Es el régim en que debería asegurar m ejor que
cualquier o tro la "paz social".
En la mayor parte de las ciudades se proclama vivamente la poli­
tia, y se pretende realizar la sola unión posible entre los ricos y los
pobres, entre la riqueza y la pobreza (1294 a).
A ristóteles tam bién se ocupa de la m anera en que se mezclan los
dos regím enes p a ra p ro d u cir un tercero m ejor que am bos. P ar­
ticularm ente se detiene en tres rubros, que son m uy interesantes
desde el punto de vista de lo que hoy se llam aría "ingeniería po­
lítica": 1. Se concillan disposiciones que serían incom patibles:
m ientras en las oligarquías se establece una pena p ara los ricos
que no p articip an en las actividades públicas y no hay un prem io
42
43
A R IS T Ó T E L E S
A R IS T Ó T E L E S
p a ra lo s p o b re s si to m a n p a rte en e lla s , a l c o n tra rio e n la s d e m o ­
cra cia s n o se c o n c ed e n in g ú n p r e m io a lo s p o b re s q u e in te rv ie n en
en lo s a s u n to s p o lític o s y n o se fija n in g u n a p e n a a lo s r ico s q u e n o
p a rticip a n . C om o d ice A r istó te le s, la c o n c ilia c ió n p o d ría c o n s is tir
"en a lg o in ter m e d io y c o m ú n ”, p o r e je m p lo , e sta b le c e r im a le y q u e
e stip u le u n a p e n a p a ra lo s r ic o s q u e n o p a r tic ip en y xm p re m io
pa ra lo s p o b res q u e sí lo h agan . 2. S e to m a el " m ed io ” en tr e lo s
o r d e n a m ie n to s e x tr em o s d e lo s d o s reg ím en es: m ie n tra s e l o lig á r­
q u ico s o la m e n te a trib u y e e l d er ech o d e p a r tic ip a r en la s a sa m b le a s
a q u ien es tie n e n u n in g r e so m u y a lto , el rég im en d e m o c r á tic o r eco ­
n o c e ta l d erech o p a ra to d o s, in c lu so p a ra lo s d e s p o s e íd o s, o d e
cu a lq u ie r m a n era a u n p a ra q u ie n es tie n e n u n in g r e so ex ig u o . E l
p u n to m e d io en e s te c a so c o n s is te en d is m in u ir lo s a lto s req u eri­
m ie n to s e x ig id o s en el rég im en d e lo s r ic o s y e n a tm ien ta r la s
e stip u la c io n e s e sta b le c id a s en el rég im en d e lo s p o b re s. 3. S e a d ­
m ite lo b u en o de lo s d o s s is te m a s le g is la tiv o s: m ie n tra s e n la
o lig a rq u ía lo s ca rg o s se a tr ib u y en p o r e le c c ió n a u n q u e so la m e n te
a q u ie n es tie n e n u n d e te r m in a d o in g r e so , en la d e m o cr a cia lo s car­
g o s se so rtea n en tr e to d o s in d ep en d ie n tem e n te d e l in g re so . E n e ste
ca so to m a r lo b u en o de ca d a s is te m a sig n ific a co n ser v a r e l m é to d o
d e e le c c ió n d el rég im en o lig á r q u ic o y e x clu ir lo s r e q u is ito s d e in ­
g r es o q u e e s u n a c a ra c te rístic a d el d e m o cr á tic o .
E l id ea l q u e in sp ira e ste rég im en d e la " m ez cla ” e s el d e la “m e ­
d ia c ió n ”, q u e es la a m b ició n d e to d a la é tic a a r isto té lica . La
" m e d ia c ió n ”, c o m o se sa b e, e stá fu n d a m en ta d a en el v a lo r e m in e n ­
te m e n te p o s itiv o de lo q u e e stá en m e d io d e d o s e x tr em o s. N o p o r
ca su a lid a d A r istó teles h a b la de e s te id ea l en e l sig u ie n te fra g ­
m en to :
U na v ez c o n fr o n ta d o co n la rea lid a d h is tó r ic a e l id ea l é tic o del
p u n to m e d io se r esu elv e en el fa m o so e lo g io d e la " cla se m e d ia ” *
(para q u ien c o m o n o s o tr o s a n d a en b u sc a d e " tem a s rec u rren tes ,
é s te e s u n o d e e llo s ):
Si en la É tic a se ha explicado satisfactoriam en te que la vida feliz
es la que de acuerdo con la virtud ofrece m enos im pedim entos, y el
térm ino m edio es la virtud, la interm edia será la vida m ejor, por
estar al alcance de cada cual el térm ino m edio (1295 a ).
In m e d ia ta m e n te d e sp u é s el cr iter io d el p u n to m e d io s e a p lic a a
las c la se s q u e co m p o n en la so cied a d :
En todas las ciudades hay tres partes: los m uy ricos, los m uy pobres,
y tercero, los interm edios entre éstos. Ahora bien: p u esto que se
reconoce que lo m oderado es lo m ejor y lo interm edio, obviam ente,
lam bién en el caso de los bienes de fortuna, la propiedad interm edia
es la mcji)r de todas, y a que es la m ás fácil de som eterse a la
razón (1295 b).
Es evidente entonces que la com unidad política m ejor es la de la
clase m edia, y que pueden tener un gran gobierno aquellas ciudades
donde la clase m edia sea num erosa y m uy superior a am bos extre­
m os, y si no, a uno u otro, pues agregándose produce la nivelación
y evita la aparición de los excesos contrarios (1295 b ).
La razón fu n d a m en ta l p o r la q u e la s c iu d a d es m e jo r g o b ern a ­
d a s so n a q u ella s en la s q u e p r ed o m in a la c la se m e d ia es la m a y o r
esta b ilid a d . Al r es p e c to A ristó te le s señ a la p o c o m á s a d ela n te:
Que el régim en interm edio es el m ejor resulta obvio, ya que sólo
él está libre de sediciones, pues donde es num erosa la clase m edia se
originan con m enos frecuencia revueltas y revoluciones entre los
ciudadanos (1296 a ).
L lam o la a te n c ió n so b re e s te tem a : la e sta b ilid a d . A su n to v erd a ­
d era m en te c en tr a l en la h is to r ia de la s r efle x io n es so b re el "buen
g o b ie r n o ”, p o r q u e u n o de lo s c riter io s fu n d a m en ta le s c o n b a se en
lo s cu a le s s e a c o stu m b r a d is tin g u ir (in clu so h o y ) el b u en g o b ier n o
d el m a lo e s si é s te e s y en q u é m e d id a " e sta b le ” . Lo q u e h a ce bu en a
la m ez cla de d em o c ra cia y o lig a r q u ía , si p o r ella se en tie n d e u n a
c ie r ta fo r m a p o lític a a la q u e c o r r e sp o n d e d ete rm in a d a estru ctu ra
s o c ia l ca ra cteriza d a p o r la p rep o n d era n c ia de u n a c la se n i rica ,
c o m o la q u e p re v a le en la s o lig a r q u ía s, n i p ob re, c o m o la q u e p re­
d o m in a en la s d e m o cr a cia s, es p r e cisa m e n te q u e ella e stá m e n o s
e x p u e sta a ca m b io s r e p en tin o s q u e so n la c o n sec u e n c ia de lo s c o n ­
flic to s s o c ia le s , lo s q u e a su v ez se d eriv a n de la d iv is ió n d e m a sia d o
m a rca d a en tr e la s c la se s co n tr a p u es ta s.
T a m b ién m e d e tu v e en la “p o l i t i a ” p o r o tra razón: es el p r o d u c­
to de u n a " m ez cla ”. La id ea d e q u e el b u en g o b ie rn o es el fru to
de u n a c o m b in a c ió n de fo rm a s de g o b ier n o d ifere n tes es u n o de lo s
g ra n d es te m a s d el p e n sa m ie n to p o lític o o c cid en ta l q u e, c o m o v ere­
m o s, lle g a h a s ta n u e str o s d ía s. S o b re el tem a d el " g o b iern o m i^ to ”
to d o gran e sc r ito r p o lític o ten d rá a lg o q u e d e cir en fa v o r o en
co n tr a , y su fo r m u la c ió n m á s e x ito s a es en u n cia d a p r e cisa m e n te
p o r e l e sc r ito r q u e ex a m in a r é en el c a p ítu lo sig u ie n te , P o lib io .
*No puede tomarse el concepto “clase” en sentido marxista, es decir, de
acuerdo con el papel que ocupa en las relaciones de producción, [t .]
P O L IB IO
IV . P O L IB IO
J u n to con los textos de Platón y A ristóteles, la antigüedad clásica
nos legó un te rc er escrito fundam ental p a ra la teo ría de las form as
de gobierno, el libro VI de las H is to r ia s de Polibio. Un texto cuya
a u to rid a d no es m enor (piénsese en nu estro M aquiavelo) que la de
los dos prim eros. A diferencia de Platón y A ristóteles, Polibio (que
vivió en el siglo i i a.c.) no es un filósofo sino u n histo riad o r.
Griego de nacim iento, fue dep o rtad o a Rom a después de la con­
q u ista de Grecia, y se relacionó con los círculos m ás altos de la
ciudad, especialm ente con el am biente de los Escipión. Escribió
en griego la prim era gran h isto ria (apologética) de Rom a antes de
la de Tito Livio. Al te rm in a r victoriosam ente las guerras púnicas,
Rom a se acercó a la cum bre de su fuerza. Después de n a rra r los
acontecim ientos de la b atalla de Cannas (216 a.c.), Polibio se de­
tiene precisam ente en el libro VI, p a ra h acer una exposición deta-*
liada de la constitución rom ana, con lo cual elaboró un verdadero
tra ta d o de derecho público rom ano en el que se describen las di­
versas m ag istratu ras (los cónsules, el senado, los tribunos, la o r­
ganización m ilitar, e tc .). Se dice explícitam ente la razón p o r la cual
el h isto ria d o r se detiene a d escribir la constitución del pueblo del
que está n arra n d o la historia:
La constitución de un pueblo debe considerarse como la prim er
causa del éxito o del fracaso de toda acción (VI, 2).*
Con base en esta prem isa, él quiere d em o strar la im portancia que
tuvo la excelencia de la constitución rom ana en el éxito de la po­
lítica de u n pueblo que en "m enos de cincuenta y tre s añ o s”, como
se lee en el m ism o parágrafo, venció a todos los o tro s E stados al
hacerlos caer b ajo su dom inio.
Polibio p resen ta algunas consideraciones sobre las constitucio­
nes en general antes de a b o rd a r la rom ana. Tales consideraciones
constituyen u n a de las m ás com pletas teorías de las form as de
gobierno que la h isto ria nos transm itió. E n esta teo ría sobre todo
expone tres tesis que m erecen ser expuestas aunque sea brevem en­
te: 1. Existen fundam entalm ente seis form as de gobierno, tres bue­
* Para la traducción al español de los textos de Polibio me apoyo en:
Polibio, H istorias, 43, Credos, Madrid, 1981. [t .]
44
45
ñas y tres m alas; 2. Las seis form as de gobierno se suceden una a
o tra según cierto ritm o, y p o r tan to constituyen un proceso cíclico
que se repite en el tiem po, y 3. Además de las seis form as tra d i­
cionales, existe una séptim a, de la cual la constitución ro m an a es
un ejem plo, que en cuanto síntesis de las tres form as buenas es la
m ejor constitución. Con la p rim er tesis Polibio confirm a la teoría
tradicional de las form as de gobierno; con la segunda precisa en
un esquem a com pleto, si bien rígido, la teoría de los ciclos (o, para
u sar la m ism a p alabras griega, de a n a c id o s i s ') que ya h abía sido
expuesta p o r Platón; con la tercera, p resen ta p o r p rim era vez de m a­
n era com pleta la teoría del gobierno m ixto (en la ‘‘p o l i t i a ' de
A ristóteles vim os una form a espuria de esta form a, p o r lo m enos
en referencia a la teorización clásica que será precisam ente la de
Polibio). De estas tres tesis, la p rim era rep resen ta el uso sistem á­
tico de la teoría de las form as de gobierno, la segunda el historiográfico, la tercera el axiológico. Dicho de o tro m odo: con sus
diversas tesis, Polibio establece definitivam ente la sistem atización
clásica de las form as de gobierno. Expone, en cierne, una filosofía
de la h isto ria de acuerdo con la cual el desarrollo histórico acontece
según cierto orden, que se verifica p o r la sucesión p red eterm i­
nada y recu rren te de las diversas constituciones; expresa la pre­
ferencia p o r una constitución frente a todas las dem ás, p o r la cons­
titución m ixta con respecto a las sim ples.
Comenzam os p o r la p rim er tesis que, después de todo lo que
hem os visto h asta aquí, no p re se n ta m ayores dificultades y p o r
ta n to no requiere m uchos com entarios. Polibio inicia la exposi­
ción rem ontándose a la tipología tradicional:
La mayoría de los que quieren instruirnos acerca del tema de las
constituciones, sostienen la existencia de tres tipos de ellas: llaman
a una reino, a otra aristoc ra cia y a la tercera d e m o cra cia (VI, 3,
las cursivas son mías).
La única observación que debe hacerse es term inológica: Polibio
llam a dem ocracia a la tercera form a que A ristóteles llam ó “p o li­
t i a ', es decir, usa el térm ino "dem ocracia'' con una connotación
positiva a diferencia de Platón y Aristóteles. Como era de espe­
rarse, poco después ab o rd a las form as corruptas:
No todo gobierno de una sola persona ha de ser clasificado inme­
diatamente como reino, sino sólo aquel que es aceptado libremente
y ejercido más por la razón que por el miedo o la violencia. Tam-
46
P O L IB IO
poco debemos creer que es aristocracia cualquier gobierno de pocos
hombres; sólo lo es la presidida por hombres muy justos y pruden­
tes, designados por elección. Paralelamente, no debemos declarar
que hay democracia allí donde la turba sea dueña de hacer y de­
cretar lo que le venga en gana. Sólo la hay allí donde es costumbre
y tradición ancestral venerar a los dioses, honrar a los padres, reve­
renciar a los ancianos y obedecer a las leyes [ . . . ] Hay que afirmar,
pues, que existen seis variedades de constituciones: las tres repeti­
das por todo el mundo, que acabamos de mencionar, y tres que
derivan de éstas: la tiranía, la olig arq uía y la oclocracia (VI, 4, las
cursivas son mías).
Hay dos observaciones que hacer: u n a sim plem ente term inoló­
gica y o tra m ás sustancial. Polibio, al u sa r el térm ino ''dem ocracia"
p a ra la form a buena de gobierno popular, introduce u n a nueva
p alab ra (que a decir verdad no tuvo m ucho éxito y sólo fue tra n s ­
m itida en el lenguaje culto) p a ra n o m b ra r al gobierno p o p u lar
en su form a co rru p ta: ''oclocracia'', de o k h lo s , que significa m ul­
titu d , m asa, chusm a, plebe, y que bien corresponde a n u estro "go­
bierno de m asa'' o "de las m asas", cuando el térm ino "m asa" (am ­
bivalente) es utilizado en su sentido peyorativo que le es asignado
po r los escritores reaccionarios (en expresiones com o "la rebelión
de las m asas", la "sociedad de m asas", etc.). E n cam bio, la obser­
vación m ás sustancial se refiere al criterio que Polibio usa p a ra
distinguir las constituciones buenas de las m alas. Es un criterio
que no concuerda con el aristotélico sino con el platónico. (Por
lo dem ás parece que Polibio no recabó ninguna de las tesis de Aris­
tóteles, sino que tuvo como fuente a Platón. Él m ism o cita a Pla­
tón en el § 5, sucesivo al que estam os exam inando.) Como hem os
visto, el criterio aristotélico se basa en la diferencia en tre interés
público y privado. Tal diferencia no aparece en el texto de Polibio.
No se puede decir que en el fragm ento citado el c riterio de dis­
tinción en tre las form as rectas y las co rru p tas esté m uy claro o
por lo m enos sea m uy explícito; pero de cualquier m an era no es
el del interés. Los criterios esbozados son dos: p o r u n lado la
contraposición entre el gobierno fundam entado en la fuerza y
el basado en el consenso; p o r otro, la sem ejante pero no idéntica
contraposición entre gobierno ilegal, y en consecuencia a rb itra rio ,
y gobierno de las leyes. Son dos criterios que ya encontram os en el
P o lític o de Platón.
Una vez definidas las seis form as, Polibio las dispone inm edia­
tam ente en orden cronológico, o sea, m u estra la teo ría de los ciclos,
ram bicn aquí citam os todo el pasaje:
P O L IB IO
47
El prim ero que se forma por un proceso espontáneo y n a tu ra l es el
gobierno de uno solo, y de él deriva, por una preparación y una
enmienda, el reino. Pero se deteriora y cae en un mal que le es c on ­
gèn ito, me refiero a la tiranía, de cuya disolución nace la a r isto ­
cracia. Cuando ésta, por su naturaleza, vira hacia la oligarquía, si
las turbas se indignan por las injusticias de sus jefes, nace la d e ­
m ocracia. A su vez, la soberbia y el desprecio de las leyes desem­
bocan, con el tiempo, en la oclocracia (VI, 4, las cursivas son mías).
H ay m uchas observaciones que h acer sobre este fragm ento. Ante
todo las etapas del proceso histórico son las siguientes: reino, ti­
ranía, aristocracia, oligarquía, dem ocracia y oclocracia. E n segundo
lugar, el proceso histórico d esarro lla ciclo p o r ciclo u n a tendencia,
en ú ltim a instancia degenerativa, com o la descrita p o r Platón; pero,
a diferencia del ciclo platónico, en el que la form a que sigue es
degenerada con respecto a la a n te rio r en un proceso continuo, el
ciclo polibiano se desenvuelve m ediante una altern an cia de cons­
tituciones buenas y m alas, en la cual, p o r lo dem ás, la constitución
buena que sigue es m enos buena que la buena a n te rio r y la m ala
siguiente es m ás m ala que la m ala precedente. E n o tras palabras,
la línea decreciente del ciclo platónico es continua, la del ciclo
polibiano está fragm entada p o r una alternancia de m om entos bue­
nos y m alos, aunque a final de cuentas tiende a declinar. Además
de la diferencia en tre los procesos continuo y alternado, tam bién
hay u n a con respecto al pu n to final que p a ra Platón es la tiranía,
m ien tras que p a ra Polibio es la oclocracia. No se puede d e ja r pasar,
aunque es un argum ento que m erecería tra ta rs e p o r separado,
la contraposición en tre esta concepción regresiva de la h isto ria y la
progresiva que caracteriza a la edad m oderna —p o r lo m enos del
R enacim iento en adelante, de acuerdo con la cual lo que viene
después en ú ltim a instancia es, si no inm ediatam ente, m ejo r de lo
que aconteció p rim ero (recuérdese la fam osa m etáfora de los ena­
nos sobre los hom bros de los gigantes)— , en tre u n a concepción,
com o la platónica, p a ra la cual la h isto ria procede de lo m ejor
hacia lo peor y una, com o la m oderna, según la cual la h isto ria se
m ueve de lo bueno hacia lo m ejor; en sum a, en tre una teoría del
regreso indefinido y o tra del progreso indefinido. Una terc era ob­
servación es que esta concepción de la h isto ria es fatalista dado
que el paso de una form a a o tra parece e sta r predeterm inado y
ser necesario, incuestionable y n a tu ra l ya que estas tran sfo rm acio ­
nes están inscritas en la naturaleza de las cosas, o sea, en la n a tu ­
raleza m ism a de los gobiernos, los cuales no pueden d e ja r de su­
49
P O L IB IO
P O L IB IO
frir el proceso de cam bio, y tam bién, m ás específicam ente, debido
a que cada uno no puede tran sfo rm arse m ás que en cierto tipo de
gobierno y no en otro. N ótese en el fragm ento citado la insistencia
en expresiones com o "n atu ral", "congènito'', "naturaleza". P ara
m o stra r de m anera definitiva que el germ en de la degeneración es
inherente a toda constitución, Polibio utiliza la com paración del
orín p ara el hierro y de la carcom a p ara la m adera, en el siguiente
fragm ento:
de Polibio deriva del restringido cam po de observación de las
ciudades griegas, la de Vico se m ueve en to d a la h isto ria de la
hum anidad. La teo ría polibiana de los ciclos se deduce de la his­
to ria de las ciudades griegas en el periodo de su crecim iento, flo­
recim iento y decadencia; y vale solam ente p a ra e sta pequeña y
específica p a rte del m undo. Las grandes m onarquías asiáticas están
fu era y perm anecerán fuera de la h isto ria europea tam bién d u ran te
los siglos siguientes, com o verem os, h a sta Hegel: ellas no re p re ­
sentan el principio del m ovim iento y del desarrollo, sino de la
inm ovilidad y de la invariabilidad (que no debe confundirse con
la "estab ilid ad ").
La tesis principal de la teo ría polibiana de las constituciones
es p o r m ucho la referente al gobierno m ixto; Polibio h a pasado
a la h isto ria del pensam iento político com o el teórico p o r exce­
lencia del gobierno m ixto. No es difícil d escubrir el nexo entre la
idea del gobierno m ixto y la teoría de los ciclos: esta teo ría m ostró
que todas las form as sim ples, ta n to las consideradas trad icio n al­
m ente rectas como las co rru p tas, son de breve duración porque
están destinadas p o r su m ism a n aturaleza a tra n sfo rm a rse en u n a
form a diferente. E sto significa que todas las constituciones sufren
de un vicio grave, el de la falta de estabilidad: vicio grave porque
u n a constitución es generalm ente m ás apreciada en cuanto m ás
éstable sea. ¿Cuál es el objetivo de una constitución? Si se repite
la definición aristotélica, se puede decir que su objetivo es poner
orden en las m a g istratu ras, o sea, establecer quién debe gobernar
y quién debe ser gobernado, y p e rm itir un desenvolvim iento regu­
la r y ordenado de la vida civil. Ahora bien, el desarrollo regular
y ordenado de la vida civil no puede llevarse a cabo si el sistem a
político de una ciudad es som etido a cam bios continuos. Uno de
los tem as recu rren tes de la filosofía política es el del o rden (m u­
cho m ás el del orden que su contrario, la lib e rta d ). La teo ría de
los ciclos indica que las constituciones com unes son inestables;
debido a que son inestables, incluso las consideradas trad icio n al­
m ente buenas, son, aunque parezca paradójico, m alas. Desde el
p u n to de vista del valor suprem o del orden garantizado p o r la
estabilidad se puede h acer u n a distinción entre constituciones búenas y m alas. E sta distinción puede establecerse si se observa lo
que unas y o tras tienen en com ún: ser constituciones sim ples en
las cuales quien gobierna es el rey (o el tira n o ), o los m ejores (los
m ás ricos) o el pueblo (o la plebe). La tesis de Polibio considera
que todas las constituciones sim ples, p o r el hecho de serlo, son
48
El orín, para el hierro, y la carcoma y ciertos gusanos, para la ma­
dera, son enfermedades congénitas que llegan a destruir estos mate­
riales incluso cuando no sufren ningún daño externo. De modo no
distinto, con cada una de las constituciones nace una cierta enfer­
medad que se sigue de ella naturalmente. Con el reino nace el des­
mejoramiento llamado despotismo; con la aristocracia, el mal llama­
do oligarquía, y con la democracia germina el salvajismo de la fuerza
bruta. Y es inevitable que con el tiempo todos los regímenes polí­
ticos citados anteriormente no degeneren en sus inferiores, según el
razonamiento que acabo de apuntar (VI, 10).
Queda por decir lo que acontece al final del ciclo, o sea, cuando
la degradación de las constituciones ha tocado el fondo (que es la
oclocracia). En Platón, en el libro V III de la R e p ú b lic a , la pregunta
había quedado sin respuesta. En cam bio Polibio contesta de m a­
nera m uy precisa (de acuerdo con la respuesta esbozada p o r el m is­
mo Platón) : al final del p rim er proceso el curso de las c o n stitu ­
ciones regresa al punto de p artida. De la oclocracia se regresa con
un salto hacia atrás al reino, de la form a peor a la m ejor. La con­
cepción polibiana de la h isto ria es cíclica, es decir, según ella la
histo ria es una continua repetición de acontecim ientos que regre­
san sobre sí m ism os, o sea, el "eterno reto rn o hacia lo m ism o".
Después de haberse detenido am pliam ente p ara describir an alítica­
m ente los seis m om entos sucesivos (y fatales) concluye:
Ésta es la rotación de las constituciones; ésta es la ley natural por
la cual las formas políticas se transforman, decaen y regresan al
p u n to de p a rtid a (VI, 10, las cursivas son mías).
Tam bién en este caso no se puede d ejar de m encionar o tra gran
teoría cíclica de la historia, la de los cursos y recursos de Giam­
b a ttista Vico, aunque los m om entos, el ritm o y la dim ensión his­
tórica son com pletam ente diferentes, como verem os en el capítulo
dcdicado cspccílicainciitc a el. Baste decir que m ic n tia s la teoría
P O L IB IO
P O L IB IO
m alas (incluso las rectas). ¿Cuál es el rem edio?; el gobierno m ixto,
es decir, una constitución que sea producto de un arreglo entre
las tres form as clásicas. Polibio no term in a de en u m erar las tres
form as buenas (en el fragm ento citado anteriorm ente) cuando
agrega a m anera de anticipación un concepto que d esarro llará
m ás am pliam ente en los parágrafos siguientes:
en el gobierno, y el pueblo a su vez lo es p o r el senado. Al rep re­
sen ta r el rey al principio m onárquico, el pueblo al dem ocrático y
el senado al aristocrático, re su lta u n a nueva fo rm a de gobierno
que no coincide con las tres form as co rru p ta s po rq u e es recta.
Polibio encuentra la razón de la excelencia del gobierno m ixto en
el m ecanism o de control recíproco de los poderes, o sea, en el p rin
cipio del "equilibrio". E ste p u n to es extrem adam ente im portante:
el tem a del equilibrio de los poderes (que en la época m oderna se
vuelve el tem a central de las teorías "constitucionalistas" con el
nom bre de b a la n c e o f p o w e r ) es uno de los tem as dom inantes en
to d a la trad ició n del pensam iento político occidental. Aun cuando
la teo ría del gobierno m ixto, que observam os ya bien fo rm ada en
Polibio, no debe ser confundida con la m oderna teo ría de la sepa­
ración y equilibrio de poderes (que será enunciada p o r M ontes­
quieu en u n a teo ría fam osa), es u n hecho que am bas cam inan
paralelam ente. E sto se confirm a en la continuación del discurso
cuando Polibio expone con detalle los principios en los que se ins­
p ira la constitución rom ana.
Polibio enuncia la tesis de la excelencia del gobierno m ixto p o r­
que considera com o u n ejem plo adm irable de tal especie de go­
bierno la constitución ro m an a en la cual "los órganos [ . . . ] que
p a rtic ip a b an en el gobierno de la cosa pública eran tre s" (los cón­
sules, el senado y los com icios del pueblo), con la siguiente conse­
cuencia:
50
En efecto, es evidente que debemos considerar óptima la consti­
tución que se integre de las características de las tres formas cita­
das (VI, 3).
El ejem plo histórico con el que co rro b o ra la idea de que la m ejor
constitución será la que "se integre de las características de las
tres form as citadas" es el de la E sp a rta de Licurgo. Aquí no im ­
p o rta el hecho de que existan m uy diferentes interpretaciones de
la constitución de E sp arta, ni discutir si la in terp retació n de Po­
libio es correcta. Lo que interesa, p ara los fines de n u estro análi­
sis, es que p a ra Polibio la constitución de E sp a rta es excelente;
y lo es porque es m ixta. Desde el inicio del siguiente fragm ento
es clara la relación entre gobierno m ixto y estabilidad:
Licurgo llegó a comprender que todas las transformaciones enume­
radas se cumplen natural y fatalmente, y así consideró que cada va­
riedad de constitución simple y basada en un principio único resulta
precaria: degenera m u y p r o n to en la fo r m a c o rr u p ta que la sigue
naturalmente (VI, 10, las cursivas son mías).
Polibio da una definición, que se volvió clásica, del gobierno
m ixto y de su funcionam iento en la descripción del rem edio que
Licurgo tuvo que establecer p a ra resolver el inconveniente de la
"inseguridad":
Licurgo [ . . . ] promulgó una constitución no simple ni homogénea,
sino que juntó en una las peculiaridades y las virtudes de las cons­
tituciones mejores. Así evitaba que alguna de ellas se desarrollara
más de lo necesario y derivara hacia su desmejoramiento congènito;
neutralizada por las otras la potencia de cada constitución, ninguna
tendría un sobrepeso ni prevalecería demasiado, sino que, equili­
brada y sostenida en su nivel, se conservaría en este estado el má­
ximo tiempo posible, según la imagen de la nave que vence la fuerza
del viento contrario (VI, 10).
El arreglo de las tres form as de gobierno consiste en que el
rey es frenado poi el pueblo que tiene una adecuada participación
51
Si nos fijáramos en la potestad de los cónsules, nos parecería una
constitución perfectamente monárquica y real, si atendiéramos a la
del senado, aristocrática, y si consideráramos el poder del pueblo,
nos daría la impresión de encontrarnos, sin duda, ante una demo­
cracia (VI, 12).
E l concepto del control recíproco de los poderes y del conse­
cuente equilibrio está ta n estrecham ente ligado a la idea del go­
bierno m ixto que regresa al final de la exposición de la consti­
tución rom ana. El p arág rafo final del libro VI com ienza así:
Ya que en tal modo cada órgano puede o b sta c u liza r o c olab ora r 6on
los otros su unión parece adaptable a todas las circunstancias, tanto,
que resulta imposible encontrar una constitución superior a ésta.
Y term in a de la siguiente m anera:
51
P O L IB IO
P O L I B IO
m alas (incluso las rectas). ¿Cuál es el rem edio?; el gobierno m ixto,
es decir, una constitución que sea producto de un arreglo entre
las tres form as clásicas. Polibio no term in a de en u m erar las tres
form as buenas (en el fragm ento citado anteriorm ente) cuando
agrega a m anera de anticipación un concepto que d esarro llará
m ás am pliam ente en los parágrafos siguientes:
en el gobierno, y el pueblo a su vez lo es p o r el senado. Al rep re­
sen ta r el rey al principio m onárquico, el pueblo al dem ocrático y
el senado al aristocrático, re su lta u n a nueva fo rm a de gobierno
que no coincide con las tres form as c o rru p ta s p o rque es recta.
Polibio en cu en tra la razón de la excelencia del gobierno m ixto en
el m ecanism o de control recíproco de los poderes, o sea, en el p rin
cipio del "equilibrio". E ste p u n to es extrem adam ente im portante:
el tem a del equilibrio de los poderes (que en la época m oderna se
vuelve el tem a cen tral de las teorías "constitucionalistas" con el
nom bre de b a la n c e o f p o w e r ) es uno de los tem as dom inantes en
to d a la trad ició n del pensam iento político occidental. Aun cuando
la teo ría del gobierno m ixto, que observam os ya bien fo rm ada en
Polibio, no debe ser confundida con la m oderna teo ría de la sepa­
ración y equilibrio de poderes (que será enunciada p o r M ontes­
quieu en u n a teo ría fam osa), es u n hecho que am bas cam inan
paralelam ente. E sto se confirm a en la continuación del discurso
cuando Polibio expone con detalle los principios en los que se ins­
p ira la constitución rom ana.
Polibio enuncia la tesis de la excelencia del gobierno m ixto p o r­
que considera com o u n ejem plo adm irable de tal especie de go­
bierno la constitución ro m an a en la cual "los órganos [ . . . ] que
p a rtic ip a b an en el gobierno de la cosa pública eran tre s" (los cón­
sules, el senado y los com icios del pueblo), con la siguiente conse­
cuencia:
50
En efecto, es evidente que debemos considerar óptima la consti­
tución que se integre de las características de las tres formas cita­
das (VI, 3).
El ejem plo histórico con el que corro b o ra la idea de que la m ejor
constitución será la que "se integre de las características de las
tres form as citadas" es el de la E sp a rta de Licurgo. Aquí no im ­
p o rta el hecho de que existan m uy diferentes interpretaciones de
la constitución de E sp arta, ni discutir si la in terp retació n de Po­
libio es correcta. Lo que interesa, p a ra los fines de n u estro análi­
sis, es que p a ra Polibio la constitución de E sp a rta es excelente;
y lo es porque es m ixta. Desde el inicio del siguiente fragm ento
es clara la relación entre gobierno m ixto y estabilidad:
Licurgo llegó a comprender que todas las transformaciones enume­
radas se cumplen natural y fatalmente, y así consideró que cada va­
riedad de constitución simple y basada en un principio único resulta
precaria: deg enera m u y p r o n to en la fo r m a c o rr u p ta que la sigue
naturalmente (VI, 10, las cursivas son mías).
Polibio da una definición, que se volvió clásica, del gobierno
m ixto y de su funcionam iento en la descripción del rem edio que
Licurgo tuvo que establecer p ara resolver el inconveniente de la
"inseguridad":
Licurgo [ . . . ] promulgó una constitución no simple ni homogénea,
sino que juntó en una las peculiaridades y las virtudes de las cons­
tituciones mejores. Así evitaba que alguna de ellas se desarrollara
más de lo necesario y derivara hacia su desmejoramiento congènito;
neutralizada por las otras la potencia de cada constitución, ninguna
tendría un sobrepeso ni prevalecería demasiado, sino que, equili­
brada y sostenida en su nivel, se conservaría en este estado el má­
ximo tiempo posible, según la imagen de la nave que vence la fuerza
del viento contrario (VI, 10).
El arreglo de las tres form as de gobierno consiste en que el
rey es frenado p o r el pueblo que tiene una adecuada participación
Si nos fijáramos en la potestad de los cónsules, nos parecería una
constitución perfectamente monárquica y real, si atendiéramos a la
del senado, aristocrática, y si consideráramos el poder del pueblo,
nos daría la impresión de encontrarnos, sin duda, ante una demo­
cracia (VI, 12).
El concepto del control recíproco de los poderes y del conse­
cuente equilibrio está tan estrecham ente ligado a la idea del go­
bierno m ixto que regresa al final de la exposición de la consti­
tución rom ana. El p arág rafo final del libro VI com ienza así:
Ya que en tal modo cada órgano puede o b sta c u liza r o c o labo rar 6on
los otros su unión parece adaptable a todas las circunstancias, tanto,
que resulta imposible encontrar una constitución superior a ésta.
Y term in a de la siguiente m anera:
52
P O L IB IO
Cuando [ . . . ] uno de los órganos constitucionales, empieza a engreír­
se, a promover altercados y se arroga un poder superior al que le
corresponde, es notorio que, no siendo alguna parte autónoma, como
ya se ha explicado, y al caber la posibilidad de que cualquier acción
pueda ser desviada o impedida, ninguna de las partes excede su com­
petencia y sobrepasa la medida. En consecuencia todos permanecen
en los límites prescritos: por una parte están impedidos en cualquier
impulso agresivo, por otra parte temen desde el inicio la vigilancia
de los otros (VI, 18).
Con estas afirm aciones Polibio concluye perfectam ente el dis­
curso que inició cuando dijo que la p rim era causa del éxito o fra ­
caso de un pueblo debe buscarse en su constitución. E n efecto, lo
que Polibio m u estra claram ente p a ra a firm a r la excelencia de una
constitución es lo que hoy se llam aría su "m ecanism o". La teoría
de Polibio es una teoría de los m ecanism os constitucionales, que
perm iten una form a de gobierno estable, y p o r ello preferible a
cualquier otra. A bien entender, hoy no estam os igualm ente dis­
puestos a considerar que la p rim er causa del éxito o fracaso de
un pueblo sea su constitución; ah o ra tendem os a tra sla d a r el aná­
lisis del sistem a político al sistem a social subyacente, de la an ato ­
m ía de las instituciones políticas a la anatom ía, com o diría Marx,
de la sociedad civil, de las relaciones de p o d er a las relaciones de
producción. Pero la preferencia p o r las instituciones d u ra rá un
largo tiem po, y, com o verem os, no le será ex trañ a a Hegel.
Más bien, es conveniente hacer una com paración ráp id a con la
" p o l itia ” de A ristóteles que es concebida como u n a form a a n ti­
cipada de gobierno m ixto. Según A ristóteles, la superación del
conflicto entre las dos p artes antagónicas no sobreviene, com o p a ra
Polibio, a nivel institucional, sino que se p resen ta en la sociedad,
cuando es la ocasión, m ediante la form ación de una fu e rte clase
m edia que tiene un interés propio, de clase, p o r la estabilidad. El
equilibrio aristotélico antes de ser institucional es social, y sola­
m ente es institucional si prim ero es social. E n este sentido la
teoría aristotélica de la politia m ás que una teo ría del gobierno
m ixto es la concepción de una sociedad sin grandes desequilibrios
de riqueza.
La presencia sim ultánea de los tres poderes y su m utuo control
preserva a las constituciones m ixtas de la degeneración a la que
están expuestos los gobiernos sim ples, porque im pide los excesos
que p or reacción provocan la oposición y llevan al cam bio. Pero
entonces, ¿cómo se concilia la estabilidad de los gobiernos m ixtos
P O L IB IO
53
con la teo ría de los ciclos? ¿No existe quizá u n a contradicción
en tre la afirm ación categórica de que los ciclos de las constituciones
son u n hecho n a tu ra l y p o r tan to im postergable y la afirm ación
tam bién categórica de que los gobiernos m ixtos son estables? Desde
hace tiem po quienes han analizado el libro VI de Polibio han su b ra­
yado esta contradicción: verdaderam ente es extraño, se afirm a,
que quien teorizó la fatalidad del cam bio dedicó al m ism o tiem po
algunas páginas a la descripción y exaltación de una constitución
cuya característica es la de evitar el cam bio. La existencia de una
constitución com o la rom ana, que se form ó lentam ente m ediante
"grandes luchas y agitaciones" y precisam ente porque lo hizo por
m edio de la creación de un com plejo sistem a de poderes c o n tra ­
puestos, no estuvo su jeta a degeneraciones, ¿no desm iente ab ierta ­
m ente la teoría de los ciclos? La contradicción es m ás ap aren te
que real: que las constituciones m ixtas sean estables no quiere
decir que sean eternas, sim plem ente que d u ran m ás que las sim ­
ples (por lo dem ás el p rim er m odelo de constitución m ixta, el
espartano, cuando Polibio escribió, era un m ero recuerdo h istó ­
rico ). Lo que distingue las constituciones m ixtas de las sim ples
no es el hecho de que no estén som etidas a cam bios, ni tam poco
que estén exentas de la m uerte que golpea a todas las co n stitu ­
ciones com o a todas las cosas vivientes, sino es un ritm o diferen­
te y una razón diversa del cam bio. No es casualidad que inm edia­
tam ente después de h a b er enunciado la ley de los ciclos históricos
Polibio escriba en referencia al E stado rom ano:
En lo que, particularm ente, atañe a la constitución romana, es prin­
cipalmente a partir de este método [es decir con la ley de los ciclos,
por la que "las formas políticas se transforman, decaen y regresan
al punto de partida'"] como llegaremos a entender su formación, su
desarrollo y su culminación, y, al propio tiempo, la decadencia que
de ello derivará (VI, 9).
No hay duda de que desde el inicio Polibio está consciente de
que tam bién el E stado rom ano, a p esar de su excelencia, está su­
je to a la "ley n a tu ra l" del nacim iento, crecim iento y m uerte, y
que p o r ta n to el m érito del gobierno m ixto es su m ayor estabilidad,
no su p erpetuidad.
Por lo que hace al ritm o del cam bio, como se ha dicho, es m ás
lento que el de las constituciones sim ples porque m ediante el m e­
canism o de la contem porización de las tres p artes que integran la
sociedad los conflictos que provocan en las constituciones sim-
55
P O L IB IO
P O L IB IO
pies los cam bios constitucionales y el paso brusco y violento de una
form a a otras, son resueltos d en tro del sistem a político, y si se
producen cam bios son, diríam os hoy, sistém icos y no extrasistém icos, graduales y no violentos, no producen el desequilibrio intem ­
pestivo que genera la revolución sino un desplazam iento del equi­
librio interno que es reabsorbido con u n reasentam iento del m ism o
equilibrio en un grado diferente. La razón que explica p o r qué
tam bién las constituciones m ixtas decaen y m ueren, es que se
p resen ta un desplazam iento tal del equilibrio e n tre las p artes en
favor de una sola que la constitución cesa de ser m ixta y se vuelve
sim ple. A juzgar p o r lo que Polibio escribe sobre la ciudad de
Cartago, tam bién regida p o r un gobierno m ixto, pero destinada a
ser d e rro ta d a p o rque ya hab ía caído en m anos de u n gobierno
dem ocrático (en el sentido peyorativo del té rm in o ), m ientras Rom a
e stab a destinada a la victoria porque el equilibrio de los tre s
poderes no había sido ro to todavía en favor de uno solo de ellos,
se p o d ría decir que existe una especie de ciclo d en tro de las cons­
tituciones m ixtas, que da lugar a un c ic lo e n e l c ic lo , con la conse­
cuencia de que no todas las constituciones m ixtas pueden ubicarse
en el m ism o plano, sino que deben distinguirse, según prevalezca
una u o tra p a rte de la ciudad, en constituciones m ixtas con carác­
te r m onárquico, a risto crático o dem ocrático. Quizá se pueda aven­
tu ra r la hipótesis, aunque no m anifestada del todo, de que tam bién
de este "'ciclo en el ciclo" PoHbio haga un uso adem ás de descrip­
tivo tam bién axiológico, al establecer u n a ponderación en tre los
diversos tipos de constituciones m ixtas, y al d a r su preferencia a
la constitución m ixta de c arácter aristocrático, com o la ro m an a de
sus tiem pos, y al co nsiderar la constitución m ixta de c arác te r de­
m ocrático com o el principio del fin. De acuerdo con e sta hipótesis,
la m e jo r constitución m ixta sería aquella en la cual, de las tre s
p artes que la com ponen, prevaleciera la que e stá en m edio (o sea
la p a rte a ris to c rá tic a ): un buen ejem plo de la p rim acía de la "m e­
dianía".
ban consolidadas. Una y o tra se refuerzan m utuam ente: la cons­
titución rom ana es la m ejo r de las constituciones porque es un
gobierno m ixto; pero al m ism o tiem po el gobierno m ixto es el m e­
jo r de los gobiernos porque es el pro d u cto secular de Roma.
Después de h ab er expuesto la aco stu m b rad a teoría de las seis
form as, Cicerón escribe:
54
An e x o
En la R e p ú b lic a (alrededor de 50 a.c) de Cicerón, la excelencia
del gobierno m ixto y el elogio de la constitución ro m an a corren
paralelam ente. Cuando Cicerón escribió su libro u n siglo después
de Polibio, la idea de que el gobierno m ixto fuese el m ejo r y la
conccptual¡/ación de la constitución rom ana com o m ixta ya e sta ­
A mi parecer de las tres prim eras formas es preferible la monarquía,
pero es superior a ella la compuesta e q u ilib ra d a m e n te [a e q u a tu m e t
te m p e r a tu m ] p o r las tres fo r m a s m e jo re s de c o n stitu c ió n (I, 45, las
cursivas son mías).
Obsérvese el uso de la expresión “a e q u a tu m e t t e m p e r a t u m ” que
reclam a el tem a polibiano del equilibrio. ¿Cuál es la razón de la
excelencia de este tipo de constitución?
Conviene que haya en el gobierno algo de eminente y real, y que
otros poderes sean atribuidos y concedidos a la autoridad de los
notables, y que ciertas cuestiones sean reservadas al juicio y deseo
de la m ultitud (I, 45).
¿Cuáles son las consecuencias?
En prim er lugar tal constitución presenta una cierta igualdad, de
la que difícilmente pueden prescindir por largo tiempo los ciuda­
danos libres, en segundo lugar tiene e sta b ilid a d [ fir m itu d in e m ] (I,
45, las cursivas son mías).
D espués de lo que se ha dicho sobre Polibio, me parece inútil
in sistir en la im portancia de la idea de ''estab ilid ad " p a ra la asig­
nación de un valor positivo a una constitución. De cualquier m odo,
el fragm ento de Cicerón es una confirm ación acreditada, y tam ­
bién u n a corroboración de que la excelencia del gobierno m ixto
reside en ú ltim a instancia en el hecho de que asegura la estabili­
dad que las o tras form as de gobierno no logran garantizar; esto se
deriva del siguiente fragm ento que reproduce sintéticam ente el
ciclo polibiano:
y'
Mientras las prim eras tres formas de gobierno fácilmente caen en
los defectos contrarios, de suerte que del rey deriva el tirano, de los
notables las facciones, del pueblo la turba y el desorden, y estas
mismas formas cambian en formas nuevas, en contraste eso general­
mente no sucede en una forma de gobierno como ésta, compuesta
y moderadamente mixta [ . . . ] En efecto no hay motivo de cambio
56
P O L IB IO
[causa c o n v e r sio n isl allí donde cada uno está sólidamente colocado
en su lugar y no se pone en condiciones de precipitar y caer (I, 45).
Una vez m ás hay una relación estrecha en tre constitución m ixta
y estabilidad: cuando el gobierno está com puesto y cada p a rte
cum ple su función den tro del todo, no hay c a u s a c o n v e r s io n is , es
decir, no hay u n a razón p o r la cual el gobierno degenere y de la
degeneración nazca una form a de gobierno com pletam ente nueva.
Una vez m ás, en u n texto clásico de filosofía política, el elogio de
la estabilidad corre paralelam ente con el m iedo al cam bio, especial­
m ente cuando éste lleva a la “tu r b a e t c o n f u s i o ” del gobierno po­
pular.
V. IN T E R M E D IO
''in term ed io '' a estas breves consideraciones sobre el m e­
dievo, o sea, a los m uchos siglos que separan la época clásica de
M aquiavelo, a quien dedico el capítulo siguiente. Ya dije que me
detengo en este e x c u r s u s histórico en algunas etapas que considero
esenciales en la h isto ria de las teorías de las form as de gobierno,
es decir, en algunas teorías ejem plares. E n el curso de la filoso­
fía política m edieval no hay etapas verdaderam ente fundam entales
p a ra el desarrollo de la teoría de las form as de gobierno. Aquí me
lim ito a p re se n ta r algunos m otivos de esta carencia y a darle una
explicación.
No se puede p a sa r p o r alto u n a razón externa que puede haber
influido en la larga pausa de la h isto ria que exponem os sin téti­
cam ente. El texto canónico de esta historia, la P o lític a de A ristó­
teles, no era conocido p o r los escritores cristianos de los prim eros
siglos: sum ergido en la crisis de la civilización antigua, fue des­
cubierto a finales del siglo x iii. La R e p ú b lic a de Cicerón no fue
conocida h a sta principios del siglo xix. Cuando el texto aristotélico
fue recuperado, su lectura tuvo am plias repercusiones, ta n grandes
que la célebre clasificación de las form as de gobierno fue repetida
al pie de la letra, aunque la realidad h istó rica era m uy diferente
de la que había originado las observaciones y las distinciones de
los autores griegos. R ecurro a un ejem plo m uy significativo: una
de las obras políticas m ás im p o rtan tes del alto m edievo ciertam ente
es el D e fe n s o r p a c is de M arsilio de P adua (1324). Lo que M arsilio
escribió en el capítulo v iii dedicado a la clasificación de las cons­
tituciones es una p u ra y sim ple repetición, p o r no decir tra d u c ­
ción, del fragm ento aristotélico ya citado:
Ll a m o
Existen dos géneros de partes gobernantes o gobiernos: una tempe­
rada y la otra viciada. Llamo junto con Aristóteles [ . . . ] bien tem­
perado el género en el que el gobernante gobierna para beneficio
común, de acuerdo con la voluntad de sus súbditos; mientras eL gé­
nero viciado es el que no concuerda con esto. Cada uno de estos
géneros se divide a su vez en tres especies: el temperado en monar­
quía real, aristocracia y politia, el viciado en las tres especies opues­
tas de la monarquía tiránica, oligarquía y democracia.
57
59
IN T E R M E D IO
I N T E R M E D IO
P ero q u isiera a d u cir u n a razón m ás p r o fu n d a , a u n q ue lo h a g o
c o n m u ch a ca u te la , y a q u e se tra ta d e u n a g e n er a liza c ió n q u e n e ­
c es ita r ía m a y o re s p ru e b a s. G ran p a rte d e la s te o ría s m e d ie v a le s d el
E sta d o , o p o r lo m e n o s la s d e lo s p rim er o s s ig lo s, a n ter io r es a la
gran e s c o lá s tic a (q u e r eto m a la s te s is a r is to té lic a s ), tie n e n u n a
co n c e p c ió n n e g a tiv a d el E sta d o . L lam o c o n c e p c ió n n eg a tiv a d el
E sta d o a la q u e c o n sid e ra q u e la tarea e se n c ia l d el E sta d o e s
p o n er r em ed io a la n a tu ra leza m a lv a d a d el h o m b re , y e n la cu al
el E sta d o e s v is to so b re to d o c o m o u n a d u ra n e c e s id a d y es c o n s i­
d era d o p r ep o n d er a n te m en te en su a s p e cto rep re siv o (cu y o s ím b o lo
es la e s p a d a ). La c o n c e p c ió n g riega d el E sta d o era m u y d istin ta .
B a ste reco rd a r q u e p a ra A r istó teles el fin d el E sta d o n o es so la ­
m e n te p e r m itir la v id a c o le c tiv a sin o h a cer p o s ib le q u e q u ie n es v iv e n
ju n to s ten g a n u n a "vida b u e n a ”. Para q u ie n p o s tu la la n a tu ra leza
m a lv a d a d el h o m b re (el h o m b r e d e sp u é s d e la ca íd a , e l h o m b r e
d e l p ec a d o o r ig in a l), la ta rea d el E sta d o n o es p r o m o v e r el b ien ,
s in o ú n ic a m en te te n e r a le ja d o el d e sen ca d en a m ie n to de la s p a s io ­
n es, q u e h a ría im p o sib le cu a lq u ie r tip o d e c o n v iv e n c ia p a c ífica , m e ­
d ia n te el u s o d e la esp a d a de la ju stic ia . La sa lv a ció n d el h o m b r e
n o es p r o m o v id a p o r el E sta d o sin o p o r la I g le sia . Para d ar u n a
id ea de lo q u e h e lla m a d o c o n c ep ció n n eg a tiv a d el E sta d o , c ito
a u n a u to r q u e r esu m e en su s o b ra s e n c ic lo p é d ic a s e l p e n sa ­
m ie n to c r is tia n o de lo s p rim e ro s sig lo s, Isid o r o d e S e v illa (550­
6 3 6 ), q u ien en su s S e n te n c ia s d ic e q u e p o r v o lu n ta d d iv in a la p en a
de la serv id u m b re fu e d ecla ra d a a l g én ero h u m a n o p o r e l p e c a d o
d el p rim e r h o m b re. C uan do D io s n o ta q u e a a lg u n o s h o m b r es n o
le s v ie n e b ie n la lib erta d , m is e r ic o r d io sa m e n te le s im p o n e la e s ­
c la v itu d . Y a u n q ue el p e ca d o o rig in a l es a b su e lto a to d o s lo s fie le s
g ra cia s al b a u tism o , sin em b a rg o D ios, en su eq u id a d , h a d ifere n ­
c ia d o la v id a de lo s h o m b r es, e s ta b le c ie n d o q u e a lg u n o s fu e s e n
s ie r v o s y o tr o s a m o s , de m a n era q u e el a r b itrio d e a c tu a r m a l de
lo s sier v o s sea d e ten id o y lim ita d o p o r la p o te s ta d d e q u ien d o m in a.
¿ S i n a d ie tu v ie s e te m o r , q u ién im p ed ir ía el m a l? P or e s to s o n
e le g id o s p rín c ip es y reyes, p ara q u e c o n e l te r r o r sa lv e n d el m a l
a su s p u e b lo s y en v ir tu d d e la s le y es lo s o b lig u e n a v iv ir c o n r e c ­
titu d .
C reo q u e es d ifíc il en co n tr a r u n a e x p o s ic ió n m á s in c is iv a y sin ­
tética de la c o n c e p c ió n n eg a tiv a d el E sta d o : c o m o la razón d e
SCI' d cl E sta d o es la m a ld a d h u m a n a , el p o d er d e lo s g o b e r n a n tes
no p u ed e reg irse m ás q u e co n el terror. L os h o m b r es n o s o n natura liu ciilc b u en o s, cii c o n sec u e n c ia d eben ser o b lig a d o s a se r b u e ­
n os; e l E sta d o e s el in s tr u m e n to de ta l c o n s tr ic c ió n . Q u ienes tie ­
n e n u n p o d er ta n te rrib le p e r te n e ce n p o r n a tu ra leza a la raza de
lo s a m o s , a s í c o m o q u ie n es e stá n d e s tin a d o s a o b e d e c er fo r m a n la
raza d e lo s sie r v o s. V im o s en el c a p ítu lo d ed ic a d o a A r istó teles
q u e e l rég im en e n el q u e la re la c ió n en tr e g o b e r n a n tes y g o b ern a ­
d o s se co m p a r a c o n la q u e e x is te en tr e a m o s y e sc la v o s e s la m o ­
n a rq u ía d e sp ó tica : n in g u n a o tr a c o sa m á s q u e m o n a rq u ía d e sp ó ­
tic a es el rég im en d e scr ito en el fr a g m e n to de Isid o r o . S e en tie n d e
qu e en u n a te o r ía d el E sta d o c o m o é sta n o h a y a lu g a r p a ra u n a
d e la s fo rm a s d e g o b ie rn o , q u e p r e su p o n e , c o m o s e h a v is to en
rep etid a s o c a sio n e s , la o b s e rv a c ió n d e q u e h a y m u ch a s fo r m a s de
g o b ier n o y d e q u e en tr e e lla s h a y b u en a s y m a la s . D o n d e to d a s
la s c o n s titu c io n e s so n m a la s (y s o n n e c es a r ia m e n te a s í) , d o n d e
to d a s la s c o n s titu c io n e s s o n d e s p ó tic a s , d o n d e el E sta d o , p o r el
s o lo h e c h o d e se r lo , n o p u ed e d e ja r de se r d e s p ó tic o , d o n d e, en
o tr a s p a la b ra s. E sta d o y d e s p o tis m o s o n u n u m e t id e m , n o h a y
lu g a r p a ra d is tin c io n e s s u tile s d e la s fo r m a s de g o b ie r n o en g é n e ­
ro s, e sp e c ie s y su b e sp e c ie s.
S e p o d ría o b je ta r q u e P la tó n ta m b ié n te n ía u n a c o n c e p c ió n n e­
g a tiv a d e lo s E sta d o s e x is te n te s, p u es so ste n ía q u e to d o s era n m a ­
lo s c o n r e s p e c to a la rep ú b lica id e a l, m a s p r e c is a m e n te P la tó n
c o n tr a p o n ía lo s E sta d o s e x is te n te s a l E sta d o ó p tim o , y en c o n se ­
cu en cia , a u n q u e sea p o r d e d u cc ió n ra cio n a l, te n ía la id ea d el E s ­
ta d o b u en o . U n fr a g m e n to c o m o el d e I sid o r o n o co n tr a p o n e el
E sta d o m a lo al b u en o . A quí el c o n tr a ste es o tro: n o es en tr e E s ­
ta d o s b u e n o y m a lo , sin o en tre E sta d o e Ig lesia . E l gran tem a
d e la p o lític a m e d ie v a l es la d ic o to m ía E sta d o -Ig le sia , n o el d e la
v a r ied a d h is tó r ic a d e lo s E sta d o s. La sa lv a ció n de lo s h o m b r es
n o era tarea d e l E sta d o , c o m o pa ra lo s e sc r ito r e s g r ieg o s y c o m o lo
será p a ra lo s e sc r ito r e s p o lític o s q u e in a u g u ra n la tr a d ic ió n d el
iu s n a tu r a lis m o m o d er n o , c o m o H o b b es, sin o d e u n a in s tit u c ió n
d ifer e n te d el E sta d o , su p e rio r a é s te y en c ie r to s a s p e c to s in c lu so
a n tité tic a d el E sta d o , u n a in s titu c ió n q u e tie n e la tarea ex tra o rd i­
n a ria d e llev a r a lo s h o m b r es h a c ia el rein o d e D io s. N o r e sis to
la te n ta c ió n , a u n q u e m e a d ela n to a lg u n o s s ig lo s, p ero p erm a n e zco
en la m is m a tr a d ic ió n d e p e n sa m ie n to , d e c ita r u n cé le b r e fra g­
m e n to e n el q u e la c o n tr a p o s ic ió n e n tre lo s d o s rein o s n o p o d ría
ser d e fin id a c o n m a y o r fu erza. S e tra ta d el e sc r ito S o b r e la a u to ­
r id a d s e c u la r (1 5 2 3 ), de L utero:
58
60
IN T E R M E D IO
Al reino de la tierra, es decir, bajo la ley, pertenecen todos aquellos
que no son cristianos. En efecto, siendo pocos los verdaderos cris­
tianos y m enos aún los que se portan según el espíritu cristiano.
D ios ha im puesto, por encim a de la condición de cristianos y del
reino de Dios, otro régim en, y los ha puesto bajo la espada,
de m anera que aunque lo harían con gusto, no puedan ejercer su
m aldad y, donde lo hagan, no estén sin tem or, o con serenidad y
despreocupación; p r e c is a m e n te c o m o c o n lazos y c aden as se ata a
u n a b e stia salva je y fe ro z, a fin d e q u e no p u e d a m o rd e r n i ata ca r
se g ú n su in s tin to , aunque lo haría de buena gana; m ientras im ani­
m al m anso y dom éstico no tiene necesidad de ello, siendo apacible
aun sin lazos ni cadenas (Martín Lutero, S c r itti p o litic i, U tet, p. 403).
Para en c o n tr a r en la h is to r ia o tra c o n c e p c ió n n e g a tiv a d el E s ­
ta d o c o m p a r a b le a la de lo s p r im er o s p en sa d o re s c r is tia n o s e s n ec e­
sa rio lleg a r a M arx. A e ste a u to r d ed ic a r é u n c a p ítu lo , p ero p u ed o
a d ela n ta r q u e p a r te d e u n a c o n c e p c ió n n eg a tiv a d e la h is to r ia , p o r
lo m e n o s h a s ta e l m o m e n to de la r esu r rec ció n m e d ia n te la rev o ­
lu c ió n , es d ecir, in ic ia d es d e u n a c o n c ep ció n d e la h is to r ia d e
a cu e rd o c o n la cu a l to d a s la s s o cie d a d es q u e h a n e x is tid o h a sta
a h ora (sa lv o la s p r im itiv a s ) e stá n d iv id id a s en c la se s a n ta g ó n ic a s,
y a fir m a q u e la c la se d o m in a n te tie n e n e c e s id a d d e u n a fu erza
rep resiv a , en la q u e c o n s is te p r e cisa m e n te e l E sta d o , p a ra m a n ­
ten e r e l d o m in io . E l p u n to d e p a r tid a d e M arx n o e s el h o m b r e
m a lv a d o , y m u ch o m e n o s p o r q u e e stá m a n ch a d o p o r el p e c a d o
o rig in al; e s, p o r d e cirlo a sí, la so c ie d a d m a lv a d a en su co n ju n to ,
p o rq u e la d iv isió n d el tra b a jo h a p r o d u cid o la d iv isió n d e c la se s , y
é sta p e r p e tú a la d e sig u a ld a d en tre lo s p r o p ie ta r io s y lo s d e s p o s e í­
d o s. S e tra ta d e u n p u n to de p a r tid a q u e tie n e c o m o c o n sec u e n c ia
el r e c o n o c im ie n to de la n e c es id a d d e u n d o m in io fé rre o , p o rq u e
sin él la c la se d o m in a n te n o p o d ría m a n te n e r su p o d er. T a m b ién
para M arx, el E sta d o n o p u ed e ser c o n s er v a d o sin terro r, c o n la
d ifere n c ia d e que e s te terro r n o se v u elv e n e c es a r io p o r la m a l­
d a d de lo s s ú b d ito s, sin o p o r la s c o n d ic io n e s o b je tiv a s d e la s re­
la c io n e s d e p r o d u cc ió n q u e h a n d a d o o r ig en a u n a s o c ie d a d d e
d e sig u a le s q u e n o p u ed e se r m a n te n id a m á s q u e c o n la fu erza . N o
p o r c a s u a lid a d M arx h a b la d e " d icta d u ra d e la b u r g u e s ía ” p a ra in ­
d ica r el E sta d o b u rg u és y de " d icta d u ra d el p r o le ta r ia d o ” p ara
señ a la r al E sta d o en el q u e la c la se d o m in a n te será el p r o le ta r ia d o .
D icho de o tr o m o d o: d e sig n a al E sta d o , cu a lq u ie r fo r m a q u e a su ­
m a, con un tér m in o q u e siem p re ha in d ic a d o u n p o d er e x clu siv o
y absKjhito. En su m o m en to v e rem o s q u e, c o n r e sp e c to a la teo ría
(.lo las lt)im a s de g o b iern o , la c o n sec u e n c ia es la m ism a q u e ap re­
IN T E R M E D IO
61
c ia m o s en la c o n c ep ció n n e g a tiv a d el E sta d o q u e ca ra cteriza a
a lg im o s e sc r ito r e s c ristia n o s: ta m p o c o en M arx h a y xma v erd a d era
te o r ía d e la s fo rm a s d e g o b ier n o . S i to d o s lo s E sta d o s p o r e l só lo
h e c h o d e s er lo so n " d icta d u r a s”, c u a lq u ie r E sta d o v a le p o r o tro .
H a s ta q u e e x is ta el E sta d o h a b rá el d o m in io de la fu erza , la co a c­
ció n , la r ep resió n , la v io le n c ia d e la c la se q u e d e te n ta el p o d er
so b re la q u e n o lo tien e, etc. S e co m p re n d e q u e M arx n o ve en el
E sta d o el fin d e la h isto r ia : el E sta d o e s tá d e stin a d o a d esa p a recer
p a ra d a r lu g ar, c u a n d o y a n o h a ya c la se s c o n tr a p u e sta s, a la so ­
c ie d a d s in E sta d o . P ero m ie n tra s pa ra lo s e sc r ito r e s c r is tia n o s la
sa lv a ció n d el in d iv id u o e stá en o tra so c ie d a d q u e co rre p a ra lela
a l E sta d o
e x tr a e c c le s ia m n u lla s á lu s ”) , pa ra M arx la s o lu c ió n
e stá e n la te r m in a c ió n d el E sta d o , o sea , en la so c ie d a d q u e y a n o
é s té b a sa d a en la s re la c io n es de fu erza , en la so c ie d a d q u e p od rá
ser in sta u ra d a cu a n d o d esa p a rezca la d iv isió n d e c la se s. E n u n a
c o n c ep ció n n eg a tiv a d el E sta d o n o p u ed e d eja r d e e x is tir la a fir­
m a c ió n de u n m o m e n to p o s itiv o , e s d ecir, d e u n a e n tid a d q u e se
co n tr a p o n e a l E sta d o , y q u e al h a c e rlo lo d o m in a y al fin a l lo d e­
rro ta. Para lo s a u to re s c r is tia n o s e s te m o m e n to p o s itiv o es la Ig le ­
sia , p a ra M arx la so c ie d a d sin cla ses; para lo s p r im e r o s u n a fo r ­
m a de v e rd a d ero a n ti-E sta d o , para el seg u n d o el n o -E sta d o . P ara
c o m p le ta r el m a r co d e la s c o n c e p c io n e s n e g a tiv a s d el E sta d o , d e s­
d e q u e p o c o a n te s rec o r d é a P la tó n , se d eb e a gregar q u e la s o lu ­
c ió n p la tó n ic a d el E sta d o n eg a tiv o n o es n i el a n ti-E sta d o n i el
n o -E sta d o , s in o el E sta d o id ea l, q u e es la s u b lim a ció n d el E sta d o ,
el su p e r-E sta d o , la so cie d a d o rg a n iza d a d e m a n era q u e la s d e sig u a l­
d a d es en tr e lo s m ie m b ro s de la co m u n id a d e sta ta l, la s d e sig u a ld a ­
d es d e la s q u e tie n e su o rig en el E sta d o c o m o p u ro d o m in io , sea n
e sta b le c id a s p a ra siem p r e y p er p e tu a d a s. E n o tra s p a la b r a s, n o es
la e lim in a c ió n de la d iv isió n de la so c ie d a d en c la se s s in o su eter ­
n iz a ció n .
T a m b ién se p u ed e dar u n a ex p lic a c ió n filo s ó fic a d el e sc a s o in ­
te rés de lo s e sc r ito r e s c r is tia n o s p o r la c la sific a c ió n d e la s fo rm a s
de g o b iern o : el p r o b le m a cen tr a l d e lo s e sc r ito r e s p o lític o s d e lo s
p r im e r o s sig lo s d e sp u é s d el c r is tia n is m o e s a n te to d o m o ra l. S e
tra ta d e l p r o b le m a d e la r ela c ió n en tr e el E sta d o , cu a lq u ie ra q u e
sea su fo r m a h istó r ic a , y la ju stic ia . S a n A g u stín p r e se n tó el p r o ­
b le m a c o n g ra n cla rid a d — a l q u e to d o el p e n sa m ie n to p o lític o
m e d ie v a l tr a ta rá d e d a r u n a r es p u es ta — cu a n d o se p reg u n tó :
62
IN T E R M E D IO
IN T E R M E D IO
Sin la justicia, ¿qué serían en realidad los reinos si no bandas de
ladrones?, ¿y qué son las bandas de ladrones si no pequeños reinos?
[ . . . ] Por ello, inteligente y veraz fue la respuesta dada a Alejandro
Magno por un pirata que había caído en su poder, pues habiéndole
preguntado el rey por qué infestaba el mar, con audaz libertad el
pirata respondió: por el mismo motivo por el que tú infestas la
tierra; pero ya que yo lo hago con un pequeño bajel me llaman
ladrón, y a ti porque lo haces con formidables ejércitos, te lla­
man emperador (De c iv ita te dei, IV, 4).*
Q uisiera re sa lta r p o r lo m enos u n a consecuencia de este p lan tea­
m iento ético del problem a político: el interés que el pensam iento
político m edieval tuvo p o r la tir a n ía . Me atrevería a decir que de
todos los grandes tem as políticos que form an la herencia del pen­
sam iento clásico, quizá el de la tiran ía fue el m ás tra ta d o en los
um brales del pensam iento m oderno, antes de M aquiavelo. El tem a
m aquiaveliano (¡y m aquiavélico!) p o r excelencia, el del "príncipe
nuevo", es el clásico del tiran o , es decir, de la perso n a que con­
quista el p o d er de hecho y lo m antiene al ejercerlo de acuerdo con
reglas que no son las de la m oral pública (o de la m oral relig io sa).
Es el m ism o tem a, pero no tra ta d o como u n p roblem a m oral ni
com o uno jurídico. El m ás célebre tra ta d o m edieval sobre la tiran ía
es de B artolo (1314-1357), D e r e g im in e c iv ita tis , el cual introduce
la distinción, destinada a te n er gran éxito, en tre el tira n o que lo
es porque ejerce abusivam ente el p o d er —llam ado " t y r a n n u s e x
p a r te e x e r c iti i”— y el tiran o que lo es p orque adquirió el poder
sin ten er derecho a él —llam ado " t y r a n n u s e x d e f e c t u t i t u l i \ Tal
vez el m ás com pleto de los tra ta d o s sobre el tiran o sea el de Co­
luccio S alutati, el T r a c ta tu s d e ty r a n n o (escrito al final del si­
glo xv), con el que este a u to r quiso resp o n d er a la p reg u n ta de
si César tuviese que ser considerado un tiran o y p o r ta n to si Dante
estaba en lo ju sto p o r h a b er colocado en el últim o nivel del in­
fierno a sus asesinos. Coluccio reto m a u n a clasificación de las
form as de gobierno o p r in c i p a tu s que ya se en cu en tra en Santo
Tom ás, Tolomeo da Lucca y Egidio Rom ano, y que deriva lejan a­
m ente de A ristóteles sin ser aristotélica en el pleno sentido de la
palabra. Las tres form as de p r in c i p a tu s son el r e g iu s , el p o litic u s ,
el d e s p o tic u s . Es interesante el criterio de distinción tom ado de
las relaciones fam iliares (así como fueron p resen tad as en el p rim er
libro de la P o lític a de A ristóteles): en el p r in c i p a tu s r e g iu s el rey
*
P a ra la tr a d u c c ió n d e e s t e fr a g m e n to
c i u d a d d e D io s , P o r rú a , M é x ic o , 1984. [t .]
m e apoyo
en :
San
A g u s tín , L a
63
gobierna com o el p ad re sobre los hijos; en el p o litic u s gobierna
com o el m arido sobre la m ujer, y en el d e s p o ti c u s lo hace como
el am o sobre los esclavos. R egresa a la distinción tam bién a risto ­
télica entre el poder ejercido en interés de los súbditos (el poder
p a te rn a l), el que favorece ta n to a quien tiene el p o d er como a
aquellos a quienes está dirigido (el p o d er conyugal), y el ejercido
en interés exclusivo de quien gobierna (el p o d er p a tro n a l). Por
lo que hace a la tiranía, Coluccio retom a la distinción en tre las dos
form as especificadas p o r B artolo: tiran o es tan to quien “in v a d it
i m p e r i u m e t i u s t u m n o n h a b e t t i t u l u m d o m i n a n d i ” —y se tra ta
del príncipe que conquista el po d er sin ten er el título ju sto , y p o r
ta n to es el príncipe u su rp ad o r, ilegítim o, etc.— , com o quien “s u p e r b e
d o m i n a t u r a u t i n i u s titia m
fa c it v e l iu r a le g e s q u e n o n o b s e r v â t"
—y es el príncipe que, aun teniendo b ajo un título ju sto el poder,
lo ejerce violando las leyes, abusando de sus privilegios, tra ta n d o
cruelm ente a los súbditos, etc. A ntitéticam ente, el príncipe legítim o
y ju sto , no tirano, es quien al m ism o tiem po tiene un ju sto títu lo
p a ra gobernar — “c u i iu r e p r in c i p a tu s d e la tu s e s t ”— , y gobierna
ju sta m en te — “q u i i u s titia m m a n i s t r a t e t le g e s s e r v a t”. E stas ob­
servaciones sobre la teoría del tiran o sirven tam bién como in tro ­
ducción a M aquiavelo.
M A Q U IA V E L O
V I. M A Q U IA V E L O
Con M aquiavelo inician m uchas cosas im p o rtan tes en la h isto ria
del pensam iento político, incluso una nueva clasificación de las
form as de gobierno. M aquiavelo ab o rd a las form as de gobierno
ta n to en el P r ín c ip e com o en los D is c u r s o s s o b r e la p r im e r a d é c a ­
d a d e T ito L iv io . Me ocuparé de am bas obras, advirtiendo que
tam bién respecto al tem a que nos atañe, el estudio resiente la
diferencia en tre los dos escritos: el p rim ero es de política m ili­
tante, el segundo de teo ría política, m ás separado de los aconteci­
m ientos de la época.
La novedad de la clasificación de M aquiavelo con respecto a la
catalogación clásica, aparece desde las prim eras p alab ras con las
que se abre el P r ín c ip e , dedicadas precisam ente a n u estro tem a:
Todos los Estados, todas las dominaciones que ejercieron y ejercen
imperio sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados.*
Estos renglones tam bién son im p o rtan tes p a ra la h isto ria del
pensam iento político porque introducen la p alab ra, destinada a
ten er gran éxito. E stado, p a ra indicar lo que los griegos llam aron
p o lis , los rom anos re s p u b lic a , y un gran p en sad o r político fran ­
cés, Jean Bodin, m edio siglo después de M aquiavelo, llam ará r é p u ­
b liq u e . R ecientem ente se ha escrito m ucho sobre el uso y la fo rtu n a
del térm ino E stado en la época de M aquiavelo e inm ediatam ente
después, en Italia y fuera de ella. No me detengo en esto porque
es un tem a ex trañ o al curso, pero p a ra quien q uiera saber un
poco m ás del asunto le sugiero leer el capítulo iv de la D o ttr in a
d e llo s ta to , de A. Passerin d'E ntreves, titu lad o "Il nom e stato:
genesi e fo rtu n a di un neologism o" (G iappichelli, T urin, 1962, pá­
ginas 47-60).
Del fragm ento citado se desprende que M aquiavelo p resen ta u n a
b ip artició n en vez de la trip artició n clásica aristotélico-polibiana.
El principado corresponde al reino, la repiiblica ab arca ta n to la
aristo cracia com o la dem ocracia. La diferencia continúa siendo
* Para la tr a d u c c ió n de los fragmentos de Maquiavelo en este capítulo
m e a p o y o en: N ic o lá s M a q u ia v e lo , E l p r ín c ip e , P o r r ú a , M é x ic o , 1970, y en:
N ic o lá s M aciiiia v elo , O b r a s p o lític a s . I n s t it u t o C u b a n o d e l L ib ro , La H a b a n a ,
1971. |T . |
64
65
cu an titativ a (m as no sólo c u a n tita tiv a ), pero es sim plificada: los
E stados están regidos p o r uno o p o r varios. E sta es la diferencia
verdaderam ente sustancial: los 'V ario s'' pueden ser pocos o m u­
chos, de allí que en el ám bito de las repúblicas se distingan las
aristo cráticas y las dem ocráticas; p ero esta segunda distinción ya
no está b asada en una diferencia esencial. Dicho de o tro m odo:
o el p oder reside en la voluntad de uno solo, y se tiene el p rinci­
pado, o el p o d er radica en una vo lu n tad colectiva, que se expresa
en un colegio o en una asam blea, y se tiene la república en sus
diversas form as. La diferencia e n tre la voluntad de un colegio res­
tringido, com o puede ser el de u n a república aristo crática, y la
de u n a asam blea popular, com o puede ser la de u n a república de­
m ocrática, no es tan relevante com o la diferencia e n tre la voluntad
del soberano único, que es la de u n a perso n a física, y la de un sobe­
rano colectivo, que es la voluntad de una persona ju ríd ic a (de una
“p e r s o n a f i c t a ”) . Lo que cam bia en el paso del p rincipado a la
república es la naturaleza m ism a de la voluntad; lo que cam bia en
el paso de la república a risto crática a la república dem ocrática
solam ente es la diferente form ación de una voluntad colectiva. Una
voluntad colectiva, cualquiera que é sta sea, p a ra fo rm arse tiene nece­
sidad de que se respeten ciertas reglas de procedim iento (como
p o r ejem plo la de la m ayoría), que no se aplican a la form ación
de la voluntad única del príncipe, en cuanto ésta se identifica como
la de u n a persona física.
Independientem ente de estas consideraciones ju ríd icas, la dis­
tinción de M aquiavelo corresponde m ucho m ejo r a la realidad de
su tiem po que la clasificación de los antiguos. La teo ría de las fo r­
m as de gobierno form ulada p o r los griegos no nació de la cabeza
de los filósofos; fue p ro d u cto de la observación de las constitucio­
nes de las ciudades griegas, de sus características y de sus m u ta ­
ciones. Tenía u n a base h istórica com o puede apreciarse en los ejem ­
plos que ta n to P latón como A ristóteles tom an de e sta o aquella
constitución real cada vez que se les p resen ta la ocasión. No debe
olvidarse que el m ism o A ristóteles, en una o bra que se perdió, re­
copiló 158 constituciones de su tiem po. La realidad política de J a
época de M aquiavelo había cam biado profundam ente. No podía
escapar a quien había escrito de política que era '"más conveniente
ir tra s la verdad efectiva de las cosas que tra s su ap arien cia'', y
m ira con desconfianza a todos aquellos que ''se h an im aginado
com o existentes de veras a repúblicas y principados que nunca se
han visto ni conocido" ( E l p r ín c ip e , XV). La E u ro p a del tiem po
M A Q U IA V E L O
M A Q U IA V E L O
de M aquiavelo ofrecía al observador desinteresado el espectáculo de
los reg n a , com o el inglés, el francés, el español, que se habían
form ado poco a poco después de la caída y disolución del im perio
rom ano, y que se estaban tran sfo rm an d o en grandes E stados te­
rrito riales de los cuales nació el "E stad o m oderno", y el de las
c iv ita te s , que crecían y extendían su dom inio en el te rrito rio cir­
cundante que com prendía o tras ciudades m enores regidas p o r se­
ñores tem porales y electivos, p o r colegios o consejos de notables o
representantes, o p o r am bos, y de las cuales Ita lia exhibía en tiem ­
pos de M aquiavelo ejem plos conspicuos, com o las repúblicas de
Génova, Venecia y Florencia. Tam poco debe olvidarse que con res­
pecto a la h isto ria pasada, el cam po de las reflexiones de M aquia­
velo no fueron las ciudades griegas sino la república rom ana: u n a
h isto ria secular y gloriosa que parecía hecha a pro p ó sito en su
desarrollo dividido principalm ente, salvo los prim eros siglos, en u n a
repúbhca y un principado, p ara co nfirm ar la tesis de que los E s­
tados son precisam ente como quería dem ostrarse, o repúblicas o
principados.
La p rueba de que esta distinción no fue una diferenciación tri­
vial o puram ente libresca, se encuentra en el hecho de que Ma­
quiavelo la retom ó en diversas ocasiones y se sirvió de ella p a ra
com prender la realidad de su tiem po. Me lim ito a c ita r un frag­
m ento de un escrito m enor, D is c u r s o s o b r e la r e fo r m a d e l E s ta d o
tuosos". El fragm ento siguiente, del m ism o D is c u r s o , es todavía
m ás explícito:
66
d e F lo r e n c ia h e c h o a in s ta n c ia s d e l P a p a L e ó n X :
La causa de los frecuentes cambios de instituciones en Florencia,
consiste en no haber sido nunca ni republicanas ni monárquicas con
las cualidades genuinas de cada una de estas formas de gobierno;
porque se llama monarquía sólida aquella en que la deliberación es
de muchos y la ejecución de uno, y no puede ser república duradera
aquella en que no se satisface la opinión de la mayoría, pues al des­
atenderla, se arruina el régimen republicano (cito de T u tte la opere,
Milán, Mondadori, 1950, vol. ii, p. 526).*
La cita no deja lugar a dudas sobre la im p o rtan cia que M aquia­
velo atribuye a la distinción. Se tra ta de u n a distinción verdade­
ram ente esencial, tan es así que un E stado bien ordenado no puede
te n er m ás que una u o tra constitución. Cada u n a de las dos fo r­
m as, hoy se diría, tiene su p ro p ia "lógica", que debe ser resp etad a
si no se quiere c rear confusiones, y d a r origen a E stados "defec" E s te e s c r it o s e e n c u e n tr a e n e s p a ñ o l en: N ic o lá s M a q u ia v e lo , O b r a s p o ­
li lir a s , p. 261. [t.]
67
Respecto al Estado de Cosme, digo que ningún Estado puede vivir
ordenadamente sino con verdadera monarquía o verdadera repú­
blica, porque todo régimen intermedio es defectuoso. La razón es
clarísima: la monarquía, como la república, sólo tienen un camino
para desintegrarse; para aquélla convertirse en república, para ésta,
en monarquía. Los Estados intermedios tienen dos vías: una la que
les conduce hacia la monarquía, y otra la que les lleva hacia la re­
pública, y de aquí su inestabilidad (p. 530).
El fragm ento tam bién es in teresan te p o r o tra razón: en la distin ­
ción n eta e n tre principados y repúblicas no hay lugar p a ra "los
E stados interm edios". Y no hay lugar p a ra ellos, es decir, p a ra
los E stados que no son ni principados ni repúblicas, p orque estos
E stados sufren del m al que es característico, com o hem os visto ya
en diversas ocasiones, de los m alos E stados, o sea, la inestabilidad.
Una tesis de este tipo parece co n trad ecir la teo ría del E stado m ixto,
del cual, a p esar de todo, M aquiavelo, ad m ira d o r de la república
rom ana, es, en la m ism a línea de Polibio, un p artid ario . Tam bién,
com o se h a dicho, una de las razones de la excelencia del E stado
m ixto es la estabilidad. Ahora parece que, p a ra M aquiavelo, los E s­
tados estables son los sim ples, principado o república, m ientras
la inestabilidad sería una característica de los "E stados in term e­
dios". E stos E stados son inestables p o r la m ism a razón p o r la cual
en los p a rtid a rio s del E stado m ixto, com o Polibio, son inestables
las form as sim ples, es decir, porque en ellos y no en las form as
sim ples se produce m ás fácilm ente el paso de u n a form a a o tra.
É sta no es la única contradicción entre el M aquiavelo h isto ria d o r
y teórico de la política y el M aquiavelo político y consejero de
príncipes. Mas, ¿se tra ta verdaderam ente de u n a contradicción?
¿Los "E stados interm edios" y los "gobiernos m ixtos" son la m ism a
cosa? Creo que no. E n efecto, se puede sostener que no todas las
com binaciones en tre las diversas form as de gobierno son buenas,
es decir, son verdaderos y propios gobiernos m ixtos. No es sufi­
ciente m ezclar u n a form a de gobierno con o tra p a ra ten er un go­
bierno m ixto; hay com binaciones que tienen éxito y o tras que no lo
tienen. Una com binación puede ser una síntesis bien lograda de
constituciones opuestas y entonces será su p erio r a las c o n stitu ­
ciones sim ples; pero tam bién puede ser una contam inación de cons­
tituciones que ni^ pueden e sta r ju n tas, y entonces una constitución
68
M A Q U IA V E L O
sim ple será superior. Como verem os m ás adelante, el gobierno m ix­
to que M aquiavelo identifica en el E stado rom ano es una república,
com puesta, com pleja, form ada p o r diversas partes que m antienen
relaciones de concordia y discordia entre ellas. En cam bio, el E s­
tado interm edio que él critica no deriva de una fusión de diferen­
tes partes en un todo que las trasciende, sino de un acuerdo p ro ­
visional entre dos p artes en conflicto que no lograron en co n trar
una constitución u n ita ria que las abarque y supere. De cualquier
m anera, este discurso sobre la reform a del E stado de Florencia
está dem asiado vinculado a la coyuntura h istórica que tra ta como
p ara ser com parado s ic e t s im p lic ite r con el discurso teórico sobre
las form as de gobierno en general, que M aquiavelo expone en los
D is c u r s o s .
Una vez diferenciados los E stados en principados y repúblicas, el
P r ín c ip e se aboca al estudio de los prim eros:
D e j a r é a u n l a d o e l d i s c u r r i r s o b r e la s r e p ú b l i c a s p o r q u e y a e n o t r a
o c a s i ó n lo h e h e c h o e x t e n s a m e n t e . M e d e d i c a r é s ó l o a l o s p r i n c i p a ­
d o s , p a r a ir t e j i e n d o la u r d i m b r e d e m is o p i n i o n e s y e s t a b l e c e r cómo
p u e d e n g o b e r n a r s e y c o n s e r v a r s e ta le s p r in c ip a d o s (c a p . i i ) .
Aquí solam ente me detengo en la clasificación de los principados.
La p rim era distinción tra ta d a en el libro es entre principados he­
reditarios, en los cuales el poder se tran sm ite con base en u n a ley
constitucional de sucesión, y principados nuevos, en los que el
poder es conquistado p o r un señor que antes de co n q u istar aquel
E stado no era ''príncipe'" (como sucedió en Milán, p ara to m a r el
ejem plo con el que el m ism o M aquiavelo inicia el discurso sobre
los principados nuevos, gracias a Francisco S fo rz a ). El libro está
dedicado casi com pletam ente a los principados nuevos. Lo que
preocupa a M aquiavelo es establecer las prem isas que le perm itan
invocar al últim o, en la fam osa exhortación final, el ''p rín cip e nue­
vo'', que deberá redim ir Italia del "dom inio b á rb a ro ", el novel
'‘Teseo", el "redentor".
En cuanto a los principados h ereditarios, los hay de dos especies:
L o s p r in c ip a d o s [ s e e n tie n d e lo s h e r e d ita r io s d e lo s q u e h a b la e n
e s t e c a p ít u lo ] d e q u e se g u a r d a m e m o r ia h a n s id o g o b e r n a d o s d e d o s
m o d o s d is tin to s : o p o r u n p r ín c ip e q u e e lig e d e e n tr e s u s s ie r v o s ,
q u e lo s o n t o d o s , l o s m i n i s t r o s q u e lo a y u d a r á n a g o b e r n a r , o p o r
u n p r ín c ip e a s i s t i d o p o r b a r o n e s q u e , n o a la g r a c i a d e l s e ñ o r , s i n o
a ki a n t ig ü e d a d d e s u lin a j e , d e b e n la p o s i c i ó n q u e o c u p a n ( c a p . i v ) .
M A Q U IA V E L O
69
El criterio de distinción entre estas dos especies de principados
es claro: hay príncipes que gobiernan sin interm ediarios, cuyo
poder es absoluto con la consecuencia de que los súbditos son con
respecto a él "siervos", incluso aquellos que p o r concesión gra­
ciosa del soberano lo ayudan como m inistros; hay príncipes que
gobiernan con la interm ediación de la nobleza, cuyo poder no
depende del rey sino que es originario. E sta segunda especie de
príncipes ya no tiene un poder absoluto, porque lo com parte con
los "barones", aunque conserva sobre todos un poder em inente.
P ara la p rim era especie de principado M aquiavelo retom a el tra d i­
cional concepto de m onarquía despótica, del que había hablado
A ristóteles, es decir, el de la m onarquía en la cual la relación entre
dom inante y dom inado es sem ejante a la que existe entre am o y
esclavo. La distinción inm ediatam ente es aclarada p o r los ejem plos
que siguen:
L o s e j e m p l o s d e e s t a s d o s c l a s e s d e g o b i e r n o s e h a lla n h o y e n e l
G r a n T u r c o y e n e l r e y d e F r a n c ia . T o d a la m o n a r q u í a d e l T u r c o
e s t á g o b e r n a d a p o r u n s o l o s e ñ o r , d e l c u a l lo s d e m á s h a b i t a n t e s s o n
s i e r v o s [ . . . ] E n c a m b i o , e l r e y d e F r a n c ia e s t á r o d e a d o p o r u n a
m u lt it u d d e a n tig u o s n o b le s q u e t ie n e n s u s p r e r r o g a tiv a s , q u e so n
r e c o n o c id o s y a m a d o s p o r s u s s ú b d ito s y q u e s o n d u e ñ o s d e u n
E s t a d o q u e e l r e y n o p u e d e a r r e b a t a r l e s s in e x p o n e r s e ( i b i d . ) .
El ejem plo del Turco es interesante: con la categoría de la
m o n arq u ía despótica tam bién se retom a la idea del despotism o
oriental, que como se ha visto A ristóteles la conocía perfectam ente.
E sta idea co n tin u ará hasta Hegel (e incluso más a d e la n te ). Siem^
pre hay un E stado del O riente, no europeo, que es útil para de­
m o stra r la existencia de una form a de gobierno, pro p ia de los
"pueblos serviles". En A ristóteles era Persia, en M aquiavelo T ur­
quía, en el siglo x v iii China.
E n cuanto a los principados nuevos, a los que se dedica la m ayor
p a rte del libro, M aquiavelo distingue cuatro especies de acuerdo
con el diverso m odo de co nquistar el poder: a) p or virtud; h) por
fo rtu n a; c) p o r m aldad (es decir p o r violencia), y d ) p or el con­
senso de los ciudadanos. E stas cuatro especies se disponen en liarejas antitéticas: virtud-fortuna, fuerza-consenso. Como se sabe,
los conceptos de v irtu d y de fo rtu n a son centrales en la concepción
m aquiaveliana de la historia. M aquiavelo entiende p or virtud la
capacidad personal de dom inar los acontecim ientos y de realizar,
incluso recurriendo a cualquier medio, el fin deseado; por lortuna.
Il
71
M A Q U IA V E L O
M A Q U IA V E L O
entiende el curso de los eventos que no dependen de la voluntad
hum ana. Hoy diríam os el m om ento subjetivo y el objetivo del m o­
vim iento histórico. P ara M aquiavelo lo que uno consigue no de­
pende del todo ni de la v irtu d ni de la fo rtu n a, es decir, traducido
a p alab ras nuestras, ni todo p o r el m érito personal, ni todo p o r el
favor de las circunstancias, sino p o r u n a y o tra causa en igual
proporción:
c o n stru irá la figura del jefe carism àtico. D iferente es el caso del
príncipe que conquista el E stado "p o r m aldad", o "p o r un cam ino
de perversidades y delitos" (cap. v iii). É ste es el tiran o en el sen­
tido tradicional de la p alab ra, com o p o r lo dem ás resu lta de uno
de los dos ejem plos que M aquiavelo presenta, el de Agatocles,
rey de S iracusa (el o tro ejem plo es de un contem poráneo, Liverotto
da F erm o). Pero obsérvese aten tam en te que tam bién en este caso
el juicio de M aquiavelo no es m oralista. El criterio p a ra distin­
guir la buena política de la m ala es el éxito; el éxito p a ra un p rín ­
cipe nuevo se m ide p o r su capacidad de conservar el E stado (una
vez m ás e n tra en escena el valor de la e sta b ilid a d ). La utilización
del criterio del éxito com o única m edida del juicio político perm ite
a M aquiavelo d istinguir tam bién, d en tro de la categoría del tirano
m alvado, al buen tiran o del m alo. Bueno es el tiran o que como
Agatocles, a p esar de h a b er conquistado el E stado m ediante delitos
terrib les, logró conservarlo. Mal tiran o es Liverotto da Ferm o que
logró m an ten er el E stado solam ente un año, luego de lo cual tuvo
el m ism o fin que sus adversarios. ¿E n qué consiste la diferencia
en tre los dos príncipes? "Creo que depende —com enta M aquiavelo
con u n a de aquellas frases que lo hicieron al m ism o tiem po fam oso
y cruel— del buen o m al uso que se hace de la crueldad." Los dos
príncipes fueron crueles, pero la crueldad de uno fue usada, p ara
los fines del resultado, que es lo único que cuenta en política, bien,
de m an era útil p a ra la conservación del E stado; la crueldad del
o tro no sirvió p a ra el único objetivo al que un príncipe debe apegar
sus acciones, que es m an ten er el poder. Cedo la p alab ra a Ma­
quiavelo:
70
Sin embargo, y a fin de que no se desvanezca nuestro libre albe­
drío, acepto por cierto que la fortuna sea juez de la mitad de nues­
tras acciones, pero que nos deja gobernar la otra mitad, o poco
menos (cap. xxv).
La diferencia en tre los principados adquiridos p o r v irtu d y los
logrados p o r fo rtu n a está en que los prim eros d u ra n m ás, los se­
gundos, en los cuales el príncipe nuevo llega m ás que p o r los p ro ­
pios m éritos personales p o r circunstancias externas favorables, son
lábiles y están destinados a desaparecer en corto tiem po.
El principado "p o r m aldad" (m ediante crím enes) nos perm ite
p re sen ta r o tra consideración: en la distinción m aquiaveliana entre
principado y república no sólo desaparece la trip a rtic ió n clásica,
sino que ya no aparece, p o r lo m enos directam ente, la duplicación
de las form as de gobierno en buenas y m alas. Al m enos p o r lo
que se refiere a los principados, que es la m ateria del P r ín c ip e ,
M aquiavelo no introduce la distinción en tre principados buenos y
m alos, o sea, no repite la distinción clásica en tre príncipe y tirano.
Como se h a visto, él distingue los diversos tipos de principado
con base en el diferente m odo de adquisición, y si bien uno de
éstos, el que adquiere el p o d er "p o r m aldad", corresponde a la
clásica figura del tirano, n u estro a u to r lo considera u n príncipe
com o todos los dem ás. La verdad es que todos los príncipes n u e­
vos, si se observa la figura del tiran o ilegítim o, o sea, la del tiran o
e r d e fe c tu titu li, son tiranos, y no solam ente el príncipe m alvado.
E n el sentido m oderno de la p alab ra son tiran o s p o rq u e su p o d er
es de hecho y su legitim ación se presenta, cuando es el caso, sola­
m ente ante un hecho consum ado. Precisam ente p o rq u e todos los
príncipes nuevos son en cierto sentido tiranos, ninguno es verda­
deram ente tirano. E n el discurso m aquiaveliano su figura no tiene
ninguna connotación negativa. Más aún, los príncipes nuevos p o r
virtud son alabados como los fundadores de E stados, son aquellos
grandes protagonistas del desarrollo histórico que Hegel llam ará
"individuos cósm ico-históricos", y en to rn o a los cuales Max W cber
Llamaría bien empleadas a las crueldades (si a lo malo se le puede
llam ar bueno) cuando se aplican de una sola vez por absoluta ne­
cesidad de asegurarse, y cuando se insiste en ellas, pero, por el con­
trario, se trata de que las prim eras se vuelvan todo lo beneficiosas
posible para los súbditos. Mal empleadas son las que, aunque poco
graves al principio, con el tiempo antes crecen que se extinguen.
Una proposición de este tipo es un claro ejem plo del conocido
principio m aquiavélico "el fin ju stifica los m edios". ¿Cuál es el fin
de u n príncipe? Es m an ten er el poder. El juicio sobre la bondad
o m aldad de un príncipe no p a rte de los m edios que utiliza, sino
solam ente del resu ltad o que, no im portando los m edios de que se
valga, obtiene:
72
M A Q U IA V E L O
Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los
medios siempre serán honorables y loados por todos (cap. xviii).
Como observam os, M aquiavelo, al m iciar el P r ín c ip e , señala que
ya en o tra ocasión discutió sobre las repúblicas extensam ente. Se
refiere al p rim er libro de los D is c u r s o s s o b r e la p r im e r a d é c a d a
d e T ito L iv io que ya había escrito cuando inició el P r ín c ip e (en
1513). El capítulo ii de este libro se titula: "De cuántas clases son
las repúblicas y a cuál de ellas corresponde la rom ana."' Como se
ve, hay u n a influencia polibiana. M aquiavelo, igual que Polibio, al
a b o rd a r la h isto ria de Rom a, se detiene p a ra d escrib ir su consti­
tución, y p o r te n er que tra ta r con una constitución p a rtic u la r em ­
pieza con un breve estudio de las constituciones en general. Pero
la influencia no es solam ente de Polibio. Como h a sido indicado
y com entado en diversas ocasiones, el segundo capítulo de los
D is c u r s o s es u n a paráfrasis, o incluso u n a traducción, del libro VI
de las H is to r ia s de Polibio. Que este capítulo sea una p aráfrasis y
tal vez una traducción casi literal de Polibio, no quiere decir que
éstas ta n discutidas páginas no contengan reflexiones originales.
Pero ciertam ente la derivación es evidente y la sem ejanza entre los
dos textos im presionante. E n las páginas de M aquiavelo se reen­
c u en tran los tres tem as enunciados y desarrollados p o r Polibio:
la tipología clásica de las seis form as de gobierno, la teo ría de los
ciclos, y la del gobierno m ixto, ejem plificada, com o en Polibio, p or
los gobiernos de E sp a rta y Roma. (Como Polibio, M aquiavelo dis­
tingue a E sp a rta de R om a p o r el hecho de que aquélla obtuvo su
constitución de un legislador, Rom a p o r la fuerza de los aconteci­
m ientos, p o r una tradición que se form ó paulatinam ente, casi p o r
naturaleza: M aquiavelo dice: "en distin tas ocasiones, al acaso y
según los sucesos".) M aquiavelo, com o Polibio, enriquece las ob­
servaciones sobre las constituciones en general y la ro m an a en
particu lar, con un apunte de h isto ria universal que describe el
surgim iento de los E stados de la condición prim itiva y salvaje
cuando los hom bres vivían "disperos y a sem ejanza de las bestias".
Comencem os p o r la tipología:
Algunos de los que han escrito de las repúblicas distinguen tres
clases de gobierno que llaman principado, notables y popular, y
sostienen que los legisladores de un Estado deben preferir el que
juzguen más a propósito. Otros autores, que en opinión de muchos
son más sabios, clasifican las formas de gobierno en seis, tres de
ellas pésimas y oirás tres buenas en sí mismas; pero (an expuestas
M A Q U IA V E L O
73
a corrupción, que llegan a ser perniciosas. Las tres buenas son las
antes dichas; las tres malas son degradaciones de ellas, y cada cual
es de tal modo semejante a aquella de que procede, que fácilmen­
te se pasa de una a otra, porque el principado con facilidad se con­
vierte en tiranía; el régimen de los notables en Estado de pocos, y
el popular sin dificultad en licencioso. De suerte que un legislador
que organiza en el Estado una de estas tres formas de gobierno, la
establece por poco tiempo, porque no hay precaución bastante a
impedir que degenere en la que es consecuencia de ella por la simi­
litud que en este caso hay entre la virtud y el vicio (ed. cit., vol. i,
97-98).
E n la presentación de la tipología clásica, M aquiavelo ya plan­
tea la sucesión de las constituciones, que analizará extensam ente
en las páginas siguientes, p a ra explicar, aunque brevem ente, siem ­
p re b ajo la guía de Polibio, las razones del paso de u n a form a a
o tra. Se tra ta de la sucesión polibiana de acuerdo con la cual toda
constitución buena degenera en la correspondiente m ala, en el si­
guiente orden: gobierno de uno, de pocos y de m uchos. Desde el
p u n to de vista term inológico, debe indicarse que de los antiguos
y originarios térm inos griegos no quedó m ás que el de "tiran ía":
los o tro s son térm inos latinos: principado, notables, gobierno de
pocos, gobierno popular, gobierno "licencioso" (que señala el go­
b ierno c o rru p to de m uchos: en o tro lugar p a ra indicar el E stado
p o p u lar c o rru p to , dice sim plem ente "licen cia"). El paso de u n a
constitución a o tra es u n a vez m ás m uy rápido. Cada u n a de
las constituciones m encionadas d u ra "poco tiem po". Y p o r tan to , el
defecto de las constituciones sim ples es la inestabilidad. E ste de­
fecto es ta n grave que incluso las constituciones que serían buenas
p o r sí m ism as, en realidad son m alas p o r la falta de estabilidad.
E sta acentuación del aspecto negativo de las constituciones posi­
tivas es aún m ás fu erte que en Polibio. E n el fragm ento a n te rio r­
m ente citado, M aquiavelo escribió que las constituciones aunque
"buenas en sí m ism as", pero ta n "expuestas a corrupción", deben
ser consideradas "perniciosas". P ara re a firm a r este concepto m ás
ad elante dice:
Todas estas formas de gobierno son perjudiciales; las tres que califi­
camos de buenas por su escasa duración, y las otras tres por la
malignidad de su índole (p. 100).
En M aquiavelo, com o en Polibio, la clasificación de las consti­
tuciones cam ina de la m ano con la indicación de su sucesión en el
74
75
M A Q U IA V E L O
M A Q U IA V E L O
tie m p o . T a m b ién p a ra M aq u ia v elo e sta s u c e s ió n e stá p r e e sta b le ­
cid a y p e r m ite en u n cia r u n a v erd a d era y p r o p ia le y n atu ra l. E s la
le y n a tu ra l d e lo s c ic lo s h is tó r ic o s , la p o lib ia n a ''an a ciclo sis''. A q u í
la cerc a n ía en tr e M aq u ia v elo y el h is to r ia d o r d e R o m a es ta n gra n d e
q u e la le y de lo s c ic lo s es p r e se n ta d a c a si co n la s m is m a s p a la b ra s
(c o m o si se tr a ta se de u n a tr a d u c c ió n ). P o lib io e sc r ib ió (lo rep e­
tim o s) :
p u n to d e p a rtid a . É l d ed u ce q u e la s o lu c ió n m á s p ro b a b le es que
u n a v ez q u e ca e tan b a jo se co n v ie rta en fá c il p r e sa de u n E sta d o
v e cin o m á s fu er te cu y a " o rga n iza ció n sea m ejor" . D e e sta m a n era
n o se p r e se n ta el reg re so a lo s o r íg en es en el á m b ito d el m is m o
E sta d o , sin o u n a tr a n sfe ren cia d el d o m in io d e u n E sta d o a o tro .
E s su p e r flu o seíia la r q u e u n a v is ió n de e ste tip o es m á s rea lista .
E fe ctiv a m e n te sirv e p a ra dar u n a im a g en m u ch o m á s c o n g r u en te
co n la d in á m ic a de la s fu erza s h is tó r ic a s q u e crean y d estru y e n lo s
E sta d o s, p o rq u e c o m p re n d e n o so la m e n te la s fu erza s in ter n a s sin o
ta m b ié n la s ex tern a s.
D e cu a lq u ie r m a n era , la teo r ía d e lo s c ic lo s c o n fir m a la c o n ­
c ep ció n e m in e n te m e n te n a tu r a lista q u e M a q u ia velo tie n e de la
h is to r ia . La ta rea d el h is to r ia d o r es reca b a r d el e stu d io de la h is ­
to r ia la s g ra n d es le y e s q u e en e lla reg u lan lo s a c o n te c im ie n to s.
S ó lo q u ien es cap az de ex p lic a r p o r q u é la s c o sa s su ced en , e stá en
p o s ib ilid a d d e p rev er c ó m o a c o n tec erá n . Al en u n cia r la ley de la
r o ta c ió n P o lib io esc rib ió :
Ésta es la rotación de las constituciones; ésta es la ley natural por
la cual las formas políticas se transform an, decaen y regresan al
punto de partida.
M a q u ia velo escrib e:
Tal es el círculo en que giran todas las naciones, ya sean goberna­
das, ya se gobiernen por sí (p. 100).
S in em b a rg o , la te s is d e M aq u ia v elo n o e s u n a r ep e tic ió n to ta l
de la de P o lib io ; M a q u ia v elo e s u n e sc r ito r r ea lista . Q ue lo s c ic lo s,
o " círcu los" c o m o lo s lla m a , se rep ita n in fin ita m e n te n o tie n e n in ­
gú n v ín c u lo c o n la rea lid a d , so b re to d o p a ra u n e sc r ito r q u e e s
ca pa z d e c o n te m p la r u n a rea lid a d h is tó r ic a m u ch o m á s rica y v a­
riad a q u e la q u e p o d ía n o b se rv a r lo s g rieg o s. M aq u ia v elo p a r ece
creer en la s ec u e n c ia d e la s se is fo rm a s; p e ro n o e s tá ta n d is p u e s to
a a d m itir la r ep e tic ió n in d is cr im in a d a d e la sec u e n c ia . C om o h e m o s
v is to en d iv ersa s o c a sio n e s , el p u n to d é b il d e la te o r ía d el c ic lo
era el sig u ien te: ¿q u é c o sa su c ed e a l fin a l d e la p rim e ra sec u e n c ia ,
cu a n d o el p r o c e s o de d eg ra d a ció n lle g a a su té r m in o (en P la tó n
co n la tira n ía , en P o lib io c o n la o c lo c r a c ia ) ? P o lib io r es p o n d ió
sin d ific u lta d es: se p r o d u ce el reg re so al p r in c ip io , d e d o n d e v ie n e
la id ea d e la " rotación " . E n e ste p u n to M aq u ia v elo e s m u ch o m á s
p ru d en te. D esp u és d e en u n cia r la te s is d e l "círcu lo" agrega:
Pero rara vez restablecen la misma organización gubernativa, por­
que casi ningún Estado tiene tan larga vida que sufra muchas de
estas mutaciones sin arruinarse, siendo frecuente que por tantos tra­
bajos y por la falta de consejo y de fuerza quede sometido a otro
Estado vecino, cuya organización sea mejor (p. 100).
E sta o b se rv a c ió n es to ta lm e n te d ig n a d e u n e sc r ito r q u e, d e b ie n ­
d o e sc r ib ir d e c o sa s p o lític a s, se h a b ía p r o p u es to ir tra s la " verd ad
efectiv a " . M a q u ia velo d u da d e q u e u n E sta d o q u e ca e a l n iv e l m á s
bajo d e d ec a d e n c ia teng a la fu erza su fic ie n te p ara rem o n ta r se al
Quien domine esta doctrina con profundidad puede que se equivo­
que en cuanto al tiempo que durará un régimen político, pero en
cuanto al crecimiento de cada uno, a sus transformaciones y a su
desaparición es difícil que yerre (VI, 9).
T a m b ién M a q u ia velo cree q u e el h is to r ia d o r p u ed e p rev er lo s
a c o n te c im ie n to s fu tu r o s a c o n d ic ió n de q u e sea a g u d o y p r o fu n d o ,
p a ra p o d er ex p lic a r lo s s u c e s o s d el p a sa d o . Me lim ito a cita r d os
fr a g m e n to s (el p r o b le m a d e la c o n c ep ció n de la h is to r ia y de la
c ie n c ia en M aq u ia v elo es d e m a s ia d o c o m p le jo p ara tra ta r lo a q u í) :
El que estudia las cosas de ahora y las antiguas, conoce fácilmente
que en todas las ciudades y en todos los pueblos han existido y
existen los mismos deseos y los mismos humores; de suerte que,
examinando con atención los sucesos de la antigüedad, cualquier
gobierno republicano prevé lo que ha de ocurrir, puede aplicar los mis­
mos remedios que usaron los antiguos, y, de no estar en uso, imagi­
narlos nuevos, por la semejanza de los acontecimientos {D iscursos,
libro I, cap. xxxix, p. 181).
T a m b ién d e lo s D is c u r s o s :
Suelen decir las personas entendidas, y no sin motivo, que quien
desee saber lo porvenir consulte lo pasado, porque todas las cosas
del mundo, en todo tiempo, se parecen a las precedentes. Esto de­
pende de que, siendo obras de los hombres, que tienen siempre las
76
M A Q U IA V E L O
M A Q U IA V E L O
77
m ism as pasiones, por necesidad ha de producir los m ism os efectos
(D isc ursos, libro III, cap. XLiii, p. 435).
de ochocientos años de duración, con gran gloria suya y perfecta
tranquilidad del Estado, [ . . . ]
E l s u p u e sto d e la fo r m u la c ió n d e le y es h is tó r ic a s es el r ec o n o ­
c im ie n to d e la c o n s ta n c ia d e c ie r ta s c a r a c te rístic a s d e la n a tu ra leza
h u m a n a . E n a m b o s fr a g m e n to s M a q u ia v elo in s is te en e s te p u n to .
E n el p r im er p a sa je h a b la d e “m is m o s d eseo s" y d e " m ism o s h u ­
m o r e s ” y en el seg u n d o d e “m is m a s p a s io n e s ”. La r e p etic ió n d e lo
“m is m o ”, el r eto rn o d el sie m p r e igu al, e x p lic a e l m o v im ie n to d e
la s c o n s titu c io n e s d e a cu erd o c o n u n o r d e n p r e es ta b le c id o .
La c o m p r e n sió n d e la s le y es p r o fu n d a s de la h is to r ia n o so la ­
m e n te sirv e pa ra p re v er lo q u e su ced erá , s in o ta m b ié n , a u n q u e
p a rezca u n a c o n tr a d ic c ió n , p a ra p re v en irlo , e s d ecir, p a ra p o n er re­
m e d io al m a l, si e s u n m a l lo q u e la le y p e r m ite p rever. E n e l p ri­
m er fr a g m e n to , M aq u ia v elo n o so la m e n te d ice q u e q u ien ex a m in a
c o n d ilig en cia la s c o sa s p a sa d a s e s cap az d e p re v er la s fu tu r a s, sin o
ta m b ié n q u e u n a v ez h e ch a la p r e v is ió n e s p o s ib le p o n er le rem ed io .
M a q u ia v elo a p lica a l p r o b le m a de la s c o n s titu c io n e s e sta d o b le p o ­
s ic ió n p r ev isió n -p rev en ció n . La s ec u e n c ia d e la s s e is c o n s titu c io n e s
d em u estra q u e to d a s so n “p e r ju d ic ia le s ”, n o s ó lo a q u ella s tra d i­
c io n a lm en te m a la s, sin o ta m b ién la s b u en a s a c a u sa d e su rá pida
d eg en e ra c ió n . P er o el h o m b r e n o ser ía e l s e r p a r c ia lm e n te lib re
q u e e s, n o d e te r m in a d o c o m p le ta m e n te p o r la " fortu na " (r eléa se
. el p a s a je d el cap. x x v so b re e l h o m b re q u e n o es d ete r m in a d o c o m ­
p le ta m e n te p o r lo s e v e n to s p ero q u e ta m p o c o e s d e l to d o lib r e ), si
n o fu e s e ca p a z, u n a v ez d e s c u b ie r to el m a l, de in v e n ta r u n rem e­
d io . A sí p u es , el r em ed io a l fr a ca so d e la s c o n s titu c io n e s s im p le s
e x is te , y e s — o tr a v ez u n a in sp ir a c ió n p o lib ia n a — el g o b ier n o
m ix to . E n e fe c to , in m ed ia ta m e n te d e sp u é s d e h a b er d ic h o q u e to d a s
la s c o n s titu c io n e s sim p le s so n " p e r ju d ic ia le s”, M a q u ia v elo c o n ­
tin úa :
m ie n tra s S o ló n , que in s titu y ó en A ten a s u n g o b ie rn o p o p u la r “lo
h izo ta n de p o c a d u ra ció n , q u e a n te s de m o r ir v io n a c er la tira n ía
Un legislador prudente que conozca estos d efectos, huirá de ellas,
estableciendo una que participe de todas, la cual será m ás firm e y
estable; porque en una constitu ción donde coexistan el principado,
los notables y el gobierno popular, cada uno de estos poderes vigila
y contrarresta los abusos de los otros (p. 100).
E n c o n se c u e n c ia elo g ia a L icu rgo, q u ien :
[ . . . ] organizó de tal manera a Esparta, que, distribuyendo la auto­
ridad cnire el rey, los notables y el pueblo, fundó un régimen de más
de P is ís tr a to ”.
E l o b je tiv o q u e M aq u iav elo se p r o p o n e a l e lo g ia r el g o b ier n o
m ix to es ex a lta r, c o m o lo h a b ía h e c h o P o lib io , la c o n s titu c ió n de
la rep ú b lica ro m a n a , la q u e, a d ife r e n c ia de la esp a rta n a , p r o d u cto
d el cereb ro d e u n leg isla d o r, se fo r m ó , c o m o se h a d ic h o , m e d ia n te
u n la rgo p r o c es o q u e d u ró s ig lo s, n o p o r v o lu n ta d d e u n le g isla d o r ,
s in o “r e b u s ip s is a c f a c t i s ”. D esp u és de la e x p u ls ió n d e lo s rey es,
R o m a se c o n v ir tió en u n a rep ú b lica , p ero c o n ser v ó la fu n c ió n rea l
c o n la in s tit u c ió n de lo s c ó n s u le s. P o r teinto:
Los cónsules y el senado hacían la constitu ción rom ana m ixta de
dos de los tres elem entos que hem os referido, principado y notables.
Faltaba, pues, dar entrada al pueblo. Llegó la nobleza rom ana a
hacerse insolente, por causas que después direm os, y el pueblo se
sublevó contra ella. A fin de no perder todo su poder, tuvo que con­
ceder parte al pueblo [ . . . ] Tan favorable le fue la fortuna, que
aun cuando la autoridad pasó de los reyes y de los notables al pue­
blo por los m ism os grados y por las m ism as causas antes referidas,
sin em bargo no abolieron por com pleto el poder real para aum entar
el de los nobles, ni se privó a éstos de toda su autoridad para darla
al pueblo, sino que haciéndola m ixta, se organizó una república per­
fecta (pp. 101-102).
N ó te s e en e l ú lt im o ren g ló n e l n ex o en tre el ser la rep ú b lica
ro m a n a " m ixta" y el se r " p erfecta" . Y tó m e s e en cu e n ta q u e la s
c o n s titu c io n e s q u e n o so n m ix ta s h a b ía n s id o lla m a d a s, p o c o a n te s,
" p ern icio sa s" y " p e r ju d ic ia le s”. C u an do la r e p ú b lica r o m a n a era
a r isto cr á tic a , a u n q u e c o n ta b a c o n la p r e se n c ia d e lo s c ó n s u le s, n o
era p e r fe cta . S ó lo c o n la in s tit u c ió n d e lo s tr ib u n o s d e la p le b e,
q u e r ep resen ta n e l e le m e n to p o p u la r, a lca n za , ju n to c o n lo c o m ­
p le to d e la m e z cla d e la s tre s c o n s titu c io n e s sim p le s, la p e r fe cc ió n .
H e m o s v is to e n v a r ia s o c a sio n e s en q u é c o n s is te la p e r fe cc ió n de
u n g o b ie r n o m ixto : en la c a p a cid a d d e d u rar p o r larg o tiem p o ;
p er o n o d a ría m o s la im p o r ta n c ia ju s ta al in g e n io d e M a q u iav elo
si n o n o s p e r ca tá ra m o s de q u e la v ir tu d d el g o b ier n o m ix to , en
su a n á lisis, h a c e de la c o n s titu c ió n de la rep ú b lic a ro m a n a o tra
co sa . E s lícc csa rio leer el im p o rta n te cap. iv titu la d o : “La d e su n ió n
d cl p u eb lo y dcl sen a d o h izo lib re y p o d er o s a la rep ú b lica ro m a ­
'I
79
M A Q U IA V E L O
M A Q U IA V E L O
na." La lectura de este capítulo produce una nueva observación. El
co n traste en tre las dos p a rte s antagónicas de la ciudad, los p a tri­
cios y los plebeyos, p a ra decirlo como A ristóteles, los ricos y los
pobres, una vez resuelto constitucionalm ente m ediante el gobierno
m ixto, al m ism o tiem po a risto crático y popular, no g arantiza sola­
m ente la duración de la constitución sino tam bién la lib e rta d in­
te rn a del E stado. E n el siguiente fragm ento, que se h a vuelto cé­
lebre, M aquiavelo hace u n a afirm ación que será considerada com o
u n a anticipación de la concepción m oderna de la sociedad civil.
De acuerdo con tal afirm ación, no es la arm onía sino el conflicto,
el antagonism o, lo que establece las condiciones de la salud de los
E stados —en los siguientes siglos se d irá del progreso histórico—
y el p rim er requisito de la libertad:
p o r u n a p a rte y de los plebeyos p o r o tra, de los dos "h u m o res"
presentes en to d a república, la concepción del gobierno m ixto, es
decir, del gobierno en el cual las diversas p a rte s conviven aunque
en u n a situación de antagonism o perm anente, adquiere u n a p ro ­
fundidad histó rica que la teo ría m eram ente constitucional del go­
bierno m ixto no hab ía tenido h a sta entonces. El gobierno m ixto
ya no es solam ente u n m ecanism o institucional, es el reflejo (¡la
su p erestru ctu ra!) de u n a sociedad determ inada: es la solución po­
lítica de u n problem a —el del conflicto e n tre las p a rte s antagón ic a s - que nace en la sociedad civil.
78
Sostengo que quienes censuran los conflictos entre la nobleza y el
pueblo, condenan lo que fue prim era causa de la libertad de Roma,
teniendo más en cuenta los tumultos y desórdenes ocurridos que
los buenos ejemplos que produjeron, y sin considerar que en toda
república hay dos partidos, el de los nobles y el del pueblo. Todas
las leyes que se hacen en favor de la libertad nacen del desacuerdo
entre estos dos partidos [ . . . ] No se pueden, pues, calificar de no­
civos estos desórdenes, ni de dividida una república que en tanto
tiempo, por cuestiones internas, sólo desterró ocho o diez ciudada­
nos y mató muy pocos, no siendo tampoco muchos los multados;
ni con razón se debe llamar desordenada a una república donde
hubo tantos ejemplos de virtud; porque los buenos ejemplos nacen
de la buena educación, la buena educación de las buenas leyes, y
éstas de aquellos desórdenes que muchos inconsideradamente con­
denan. Fijando bien la atención en ellos, se observará que no pro­
dujeron destierro o violencia en perjuicio del bien común, sino leyes
y reglamentos en beneficio de la libertad pública (p. 104).
La im portancia de una afirm ación de este tipo —los "tim iu lto s"
que m uchos condenan no son la causa de la ru in a de los E stados
sino la condición p a ra que se prom ulguen buenas leyes en defensa
de la lib ertad — jam ás será exaltada suficientem ente: ta l asevera­
ción expresa claram ente una nueva visión de la h isto ria, que po­
dríam os llam ar ju sta m en te "m oderna", de acuerdo con la cual el
desorden, no el orden, el conflicto entre las p a rte s co n trap u estas,
no la paz social im puesta desde arrib a, la desarm onía, no la arm o­
nía, los "tu m u lto s", no la tran q u ilid ad derivada de u n dom inio
irresistible, son el precio que se debe p ag ar p o r el m antenim iento
de la libertad. Además, m ediante esta visión de la función bené­
fica del co n traste en tre las dos partes opuestas, de los patricios
B O D IN O
V IL B O B IN O
E n l a é p o c a en q u e se fo r m a n lo s g ra n d es E sta d o s te r rito ria le s,
la ob ra p o lític a m á s im p o rta n te es D e la r e p ú b lic a , d e J ua n B o d in o
(1530-1596). A p arecid a en 1576, en fra n c és (u na e d ic ió n la tin a a p a ­
reció d iez a ñ o s m á s ta r d e ) , sin ex a g era ció n es la m á s a m p lia y s is ­
te m á tic a o b ra de teo r ía p o lític a d e sp u é s d e la P o lític a d e A ristó ­
te le s. S e h a o b se rv a d o ta m b ié n q u e lo s d o s tr a b a jo s s e a s em eja n
en la d iv isió n d e la m a te r ia estu d ia d a . L a o b r a d e B o d in o e stá
d iv id id a en se is lib ro s (la d e A r istó teles en o c h o ) : en e l p rim ero
B o d in o c o n c en tr ó el e s tu d io d e lo s p r o b le m a s g en era le s d el E sta d o
(co r re sp o n d ie n te a la m a te r ia d el p rim er lib ro a r is to té lic o ); el
seg u n d o e stá d e d ic a d o a la s fo r m a s d e g o b ie r n o , a s í c o m o el te r ­
cero y el cu a r to d e la P o lítica ', el sex to , q u e a b o r d a e l te m a ta m b ié n
c lá sic o d el ó p tim o E sta d o , c o rr e sp o n d e a lo s ú ltim o s d o s lib ro s q u e
cierra n la o b r a d e A r istó te le s. S in em b a rg o , B o d in o d e n in g u n a
m a n era e s u n a r is to té lic o . La sem eja n za e n la e stru ctu ra fo rm a l
de la s d o s o b r a s n o d eb e h a ce r p e n sa r ta m b ié n e n u n p a r e cid o
su sta n c ia l. N o h a y te m a e n el q u e B o d in o n o p r e se n te, in c lu so c o n
v e h e m e n c ia , s o lu c io n e s d ifer e n te s d e la s q u e p r o p o n e A r istó te le s y
su s s eg u id o r es m á s fie le s.
B o d in o p a só a la h is to r ia d el p e n sa m ie n to p o lític o c o m o e l te ó ­
rico d e la so b eran ía ; p e r o e s te c o n c ep to q u e ca ra c ter iz a la n a tu ­
raleza d el E sta d o c ie r ta m en te n o fu e d e scu b ie rto p o r B o d in o .
" S o b era n ía ” s ig n ific a p u ra y sim p le m e n te " p o d er s u p r e m o ”, e s
d ecir, p o d er q u e n o r ec o n o c e p o r en cim a d e sí m is m o n in g ú n o tr o .
E n la e sc a la d e lo s p o d ere s, d e lo s q u e cu a lq u ie r s o c ie d a d je ra rq u i­
zad a e s tá c o n s titu id a , si se p a rte d e a b a jo h a c ia a rrib a , s e o b se rv a
q u e e l p o d er in fer io r e stá su b o rd in a d o a l su p e rio r, e l q u e a su v ez
lo e stá a u n p o d er to d a v ía m á s elev a d o ; a l fin a l d e la e sc a la fo r ­
z o sa m en te e x is te u n p o d er q u e n o tie n e p o r e n c im a d e s í m is m o
n in g ú n o tr o . E ste p o d er su p r em o , o s u m m a p o te s t a s , e s el p o d er
so b era n o ; d o n d e h a y u n p o d er so b era n o , h a y u n E sta d o . Y a lo s ju ­
rista s m e d ie v a le s, c o m e n ta d o re s d el C o r p u s iu r is , d istin g u ie r o n la s
“c iv i ta te s s u p e r io r e m r e c o g n o s c e n te s " : so la m e n te e s ta s ú ltim a s p o ­
seía n el r eq u is ito d e la so b er a n ía y p u ed en c o n s id e r a r s e E sta d o s
en el s e n tid o m o d er n o de la p alab ra . C u an d o so b r ev ie n e la ru p tu ra
en tr e lo s r e g n a p a rtic u la res y el im p er io u n iv er sa l, p a ra a fir m a r
la in d ep en d e n c ia d e lo s re g n a , fu e a cu ñ a d a la fó r m u la “r e x in r e g n a
80
81
s u o im p e r a to r " . E sta fó r m u la in d ic a b a q u e e l rey s e h a b ía v u e lto
so b e ra n o , o sea , “s u p e r io r e m n o n r e c o g n o s c e n s ”. B o d in o d e fin e la
so b e ra n ía d e la sig u ie n te m an era:
Se entiende por soberanía el poder absoluto y perpetuo de un Estado
(libro I, cap. 8, en la edición italiana de los C lassici d elta p o lític a
de la Utet, a cargo de M argherita Isnardi Párente, p. 345).*
L o s a tr ib u to s d e la so b era n ía so n d o s: lo p e r p e tu o y lo a b so lu to .
E s c la r o lo q u e s ig n ific a " p e r p e tu o ”, a u n q u e n o sea ta n e v id e n te
d ó n d e se p u ed a traza r la lín e a d e d em a rc a ció n e n tr e tupi p o d er
p e r p e tu o y u n o q u e n o lo sea . D e la d ilu c id a c ió n q u e sig u e y d e lo s
e je m p lo s h is tó r ic o s m o s tr a d o s , p a re ce q u e p a ra B o d in o u n p o d er
n o p u ed e c o n sid e ra r se p e r p e tu o c u a n d o h a s id o a sig n a d o a u n a
p e r so n a o a u n c u e rp o p o r "un p e r io d o d e te r m in a d o ” . D e lo s m u ­
c h o s e je m p lo s e x p u e s to s, el m á s fa m ilia r es e l d el d ic ta d o r ro m a n o ,
q u e B o d in o in te r p r e ta c o m o u n s im p le " c o m is a r io ” a l q u e se le
a sig n ó u n a ta re a e sp e c ífic a — ^por e je m p lo c o n d u cir u n a g u erra o
s o fo c a r im a rev u elta — , c u m p lid a la cu a l el p o d er ex tr a o rd in a r io se
a g o ta . (E n e l tr a n sc u r so d e n u es tr a d is e r ta c ió n to c a r e m o s en rep e­
tid a s o c a sio n e s e l c o n c e p to d e d icta d u ra ; a q u í m e lim ito a lla m a r
la a te n c ió n en la fig u ra d e la lla m a d a " d icta d u ra c o m is a r ia ” , q u e
u n o d e lo s m a y o r es e s tu d io s o s d e la d icta d u ra en la s d iv e rsa s é p o ­
ca s, Cari S c h m itt, d is tin g u e d e la d icta d u ra r ev o lu cio n a ria .) P o r
" a b s o lu to ” s e e n tie n d e q u e el p o d er so b e ra n o p a ra se r ta l d eb e ser
le g íb u s s o lu tu s , es d ecir, d e b e e sta r d e slig a d o d e la o b lig a c ió n d e
o b e d e c e r a la s le y e s, se e n tie n d e a la s le y e s p o s itiv a s , o sea , a la s
d a d a s p o r s u s p r e d e ce so re s y a la s q u e él p r o d u jo en tie m p o s a n ­
te r io re s. C on la s m is m a s p a la b ra s d e B o d in o ;
Quien es soberano de ninguna m anera debe estar sujeto al m andato
de otros, debe poder dar leyes a los súbditos, y cancelar o anular
las palabras inútiles en ella para sustituirlas por otras, cosa que no
puede hacer quien está su jeto a las leyes o personas que ejercen
poder sobre él (p. 359).
C o n tra r ia m en te a lo q u e c o m ú n m e n te se cree, p o d er a b s o lu to
n o q u ier e d e cir d e n in g u n a m a n era p o d er ilim ita d o ; sim p le m e n te
s ig n ific a q u e e l so b e ra n o , sie n d o e l d e te n ta d o r d el p o d er d e h a ce r
le y es v a le d e ra s p a ra to d o e l p a ís , n o e stá s o m e tid o a e sa s le y es ,
* P ara la tra d u cció n al e sp a ñ o l d e lo s fr a g m en to s d e B o d in o m e a p o y o en:
J. B o d in o , L its s e is lib r o s d e la r e p ú b lic a , A guilar, M ad rid, 1973. [x.]
B O D IN O
B O D IN O
p orque "no es posible m andarse a sí m ism o". Como todos los
dem ás seres hum anos, el soberano está som etido a las leyes que
no dependen de la voluntad de los hom bres, es decir, a las leyes
n atu rales y divinas. E n la escala ascendente de poderes, el poder
del soberano te rre n a l no es el últim o de los poderes p o rque enci­
m a de él está la s u m m a p o te s t a s de Dios, del que dependen las
leyes n atu rales y divinas. O tros lím ites del p o d er soberano están
dados p o r las leyes fundam entales del E stado, que hoy llam aríam os
constitucionales, com o en la m o n arq u ía lo es la ley que establece
la sucesión al trono:
Me he detenido en la definición que B odino ofrece de la sobe­
ran ía porque, com o verem os m ás adelante, n u estro a u to r distingue
la titu la rid a d de la soberanía de su ejercicio, y e sta distinción in­
cide en la teoría de las form as de gobierno. De hecho, rep resen ta
el aspecto m ás original de la teo ría bodiniana de las form as de
gobierno. E n c o n traste con la tradición, tam bién está la confu­
tación —que Bodino p resen ta desde el inicio del estudio del tem a
al que está dedicado todo el segundo libro— a dos tesis clásicas, la
de la duplicación de las constituciones en buenas y m alas, y la del
gobierno m ixto.
P ara Bodino las form as de E stado (Bodino dice é ta t, que el tra ­
d u c to r italiano in te rp re ta como "régim en", p a ra d istinguir el "E s­
tad o " o "régim en" del "gobierno" com o verem os m ás adelante)
son tres, y solam ente tres; es decir, las form as clásicas, m onarquía,
aristo cracia y dem ocracia.
82
El príncipe no puede derogar las leyes que se refieren a la estruc­
tura misma del reino y su estructura fundamental, en cuanto ellas
están vinculadas a la corona y a esta unidad inescindible (tal es
por ejemplo la ley sálica); cualquier cosa que haga un príncipe al
respecto, el sucesor está en pleno derecho de abolir todo lo que haya
sido hecho en perjuicio de las leyes en las que la misma m ajestad
soberana se basa y se fundamenta (p. 368).
O tro lím ite del p o d er soberano está dado p o r las leyes que regu­
lan las relaciones privadas en tre los súbditos, en p rim er lu g ar las
de propiedad:
Si el príncipe soberano no tiene el poder de sobrepasar los límites
de las leyes naturales, establecidas por el Dios del cual es imagen,
podrá tom ar los bienes de otros sólo por un motivo justo y razona­
ble; por compra, intercambio, confiscación legítima, o por la salva­
ción del Estado [ . . . ] Al no subsistir las razones que he dicho, el
rey no puede posesionarse de la propiedad ajena y disponer de ella
sin el consenso del propietario (pp. 398-399).
No tengo necesidad de su b ray ar la im p o rtan cia de e sta ú ltim a
lim itación del p o d er "absoluto" del E stado: é sta sirve p a ra h acer
entender que la sociedad que Bodino contem pla está dividida en
u n a esfera pública y una privada, en la esfera del súbdito y la del
"burgués", que fu era del E stado está la sociedad civil, es decir, la
de las relaciones económ icas, que tienen u n a tendencia p erm an en te
a su straerse al p oder del E stado. La distinción e n tre la sociedad
de los privados, regulada p o r el derecho privado, que es u n derecho
en tre iguales, y la sociedad política, regulada p o r el derecho p ú ­
blico, que es un derecho en tre desiguales, acom paña la form ación
del E stado m oderno, ¡y de ninguna m an era es, com o frecuente­
m ente se dice, una invención de Hegel!
83
Afirmamos que no hay más que tres regímenes o tres formas de
Estado: la monarquía, la aristocracia, la democracia. Ya hemos dicho
que monarquía se llama al Estado en el que uno sólo tiene la sobe­
ranía, y el resto del pueblo está excluido de ello; democracia o ré­
gimen popular aquel en el cual todo el pueblo o su mayoría reunida
en asamblea tiene el poder soberano; aristocracia aquel en el cual
una minoría, reunida en cuerpo, tiene el poder soberano y da la ley
al resto del pueblo, sea en general o en particular (p. 544).
In m ediatam ente después de esta clasificación, Bodino se ap re­
su ra a decir que las form as de E stado solam ente son tres, sea
porque no tiene ningún fundam ento la distinción de las form as
buenas de las m alas o porque jam ás ha existido la séptim a form a
que algunos escritores antiguos y m odernos (entre los m odernos
cita a M aquiavelo) han identificado erróneam ente con el gobierno
m ixto. P or lo que se refiere a la distinción en tre form as buenas y
m alas, el principal argum ento adoptado p o r Bodino p a ra rechazar
la diferencia es que si se debiesen d istinguir las constituciones con
base en sus defectos y virtudes, el núm ero de constituciones
que derivarían de esto sería infinito. Precisando su pensam iento,
B odino explica que p a ra d a r definiciones válidas uno no se puede
aten e r a "factores accidentales", sino que es necesario to m a r "dife­
rencias esenciales y form ales". En sum a, la consideración de los
E stados con base en sus virtudes y defectos d aría lugar a u n a ca­
suística lan am plia que h aría im posible cualquier intento de orde­
nam iento sisU niíilico, haría caer al investigador "en un laberinto
'I
84
85
B O D IN O
B O D IN O
infinito, cerrándole cualquier posibilidad de verdadera ciencia"
(p. 544). A decir verdad, el argum ento es u n poco engañoso: en
realidad los antiguos hab ían introducido la distinción en tre form as
buenas y m alas con base en un criterio m uy preciso, com o el de
la fuerza y el consenso, o el del interés com ún y el interés propio,
es decir, no hab ían h ablado en general de las virtudes y defectos
de las constituciones, sino que hab ían buscado u b ic ar algunas dife­
rencias fundam entales, de las que se pudiese o b ten er u n a distinción
b asada en elem entos no accidentales. P or lo dem ás, el m ism o Bo­
dino, contradiciéndose, re in tro d u c irá la distinción trad icio n al e n tre
buen gobierno y m alo al h a b la r de las form as de gobierno (que
distingue, com o se h a dicho, de las form as de E sta d o ). E n cuanto
a la teoría del gobierno m ixto, el argum ento principal (que a m í
me parece igualm ente engañoso) es el siguiente: "el p o d er real, el
aristo crático y el p o p u la r al reunirse no dan p o r resu ltad o m ás que
u n a dem ocracia" (p. 547). E sta afirm ación es nueva y extraña,
p o r lo que conviene escuchar la explicación que da el m ism o au to r:
E stado pierde su unidad y con ella la estabilidad. El E stado es uni­
tario o no lo es. Como se aprecia, la razón p o r la cual B odino cri­
tica al E stado m ixto, es decir, al E stado dividido, es precisam ente
lo co n trario de la razón que los p a rtid a rio s de esta fo rm a de E s­
tado esgrim ían p a ra ju stific a r su superioridad. Si el E stad o es ver­
daderam ente m ixto, si en verdad el p o d er soberano pertenece a
diversos órganos, el E stado continuam ente será p resa de conflictos
que lo d esgastarán y m e rm a rá n su seguridad. La mezcla, m ás que
ser g a ran tía de m ayor estabilidad, es la causa principal de inesta­
bilidad. Léase el siguiente juicio:
En realidad no se logra ni siquiera imaginar cómo puedan estar jun­
tas la monarquía, la señoría aristocrática y la democracia. Si la so­
beranía es, como demostramos, indivisible, ¿cómo se puede pensar
que pueda ser dividida entre el príncipe, los señores y el pueblo?
La prim er prerrogativa de la soberanía es la de dar leyes a los súb­
ditos: ¿dónde estarían los súbditos que obedecen, si también ellos
tuviesen el poder de hacer leyes? ¿Quién podría dar la ley si al
mismo tiempo estuviese obligado a sufrirla? No hay más que con­
cluir que, si ninguno tiene el poder exclusivo de dar leyes, sino
que tal poder espera a todos, el régimen del Estado es democrático
(p. 547).
Sin em bargo, se p o d ría o b je ta r que los E stados que los antiguos
y los m odernos han considerado m ixtos, han d u rad o m ás que los
otros. La resp u esta de Bodino a esta objeción es clara: los E stados
que los antiguos y m odernos han considerado m ixtos, en realidad,
si sus constituciones son exam inadas con detenim iento y no se
realiza un exam en m eram ente form al, de ninguna m an era son
m ixtos, p o rq u e u n a de las p artes siem pre prevaleció sobre las otras.
Además, si de hecho u n a p a rte no hubiese dom inado sobre las
o tras, el E stado h a b ría term inado p o r caer m uy p ro n to en un
conflicto destructivo de su unidad y de su m ism a n atu raleza de
E stado. A continuación B odino critica sutilm ente las constitucio­
nes antiguas de E sp a rta y Rom a, que, com o hem os visto en diver­
sas ocasiones, hab ían sido consideradas m odelos del E stado m ixto;
y censura tam bién a los escritores m odernos que han in te rp re ta d o
com o E stado m ixto la república de Venecia. (P ara B odino la re­
p ública ro m an a es un E stado dem ocrático, m ientras que la repúbli­
ca de Venecia es uno aristocrático.) Bodino repite m uchas veces
que el E stado dividido es un pésim o E stado. B aste la siguiente
c ita a p ro p ó sito del reino de D inam arca:
T ratem os de en ten d er el razonam iento de Bodino: el p o d e r so­
berano consiste fundam entalm ente en el p o d er de hacer leyes, es
decir, de establecer norm as generales que involucran a to d a la co­
m unidad. Aquí hay dos opciones: o el pueblo no tiene el p o d e r de
hacer leyes y entonces el E stado no es m ixto, sino que será a risto ­
crático si el poder de h acer leyes pertenece al senado, o m o n ár­
quico si pertenece al rey; o bien el p oder de hacer leyes pertenece
al pueblo, y entonces el E stado es dem ocrático. E n el fragm ento a n ­
terio rm en te citado la afirm ación m ás im p o rtan te es que la sobe­
ranía, adem ás de los atrib u to s que ya hem os considerado, de lo
perpetuo y absoluto, tam bién tiene el de la "indivisibilidad". El
soberano, sea un m onarca o una asam blea, o tiene todo el p oder
o no tiene ninguno. Cuando el p oder está realm ente dividido, el
Si se diese un día la soberanía a un monarca, otro día a la minoría
del pueblo, y en el siguiente a todo el pueblo; si a fin de cuentas
la soberanía fuese concedida por turnos [ . . . ] en este caso no habría
más que tres regímenes yuxtapuestos que n o p o d r í a n t e n e r u n a la r g a
v i d a , al igual que una mala familia en la que la esposa y el marido
manden alternadamente y luego a su vez los sirvientes manden a
ambos (p. 547).
Ciertamente se puede decir que el rey y la nobleza de Dinamarca se
dividen la soberanía; pero también se debe agregar que p r e c i s a ­
m e n te p o r e s to el E s ta d o n o tie n e p a z [ . . . ] y es u n a c o r r u p c ió n d e
E s t a d o }}¡ás q u e u n v e r d a d e r o E s t a d o . Bien afirmaba Heródoto que
86
B O D IN O
en
de
la s
de
r e a lid a d n o h a y m á s q u e t r e s f o r m a s d e E s t a d o , q u e j a m á s c e s a n
s e r a g it a d a s p o r e l v ie n t o d e la s d is c o r d ia s y d e la t e m p e s t a d d e
g u e r r a s c iv ile s h a s t a q u e e l p o d e r n o q u e d e e n la s m a n o s d e u n o
lo s c o n t e n d ie n t e s (p . 5 62 , la s c u r s iv a s s o n m í a s ) .
No podríam os im aginar contraposición m ás p ro fu n d a e n tre Bo­
dino y los p a rtid a rio s del gobierno m ixto: el E stad o que p a ra
unos es el E stado p o r excelencia, p a ra Bodino es nada m enos u n a
"corrupción de E stado"; y el E stado que p a ra los autores critica­
dos es un E stado "p erjudicial", p a ra u sa r el epíteto de M aquia­
velo, es decir, el E stado de constitución sim ple, p a ra B odino es al
co n trario , el "verdadero" E stado.
E n realidad el c o n traste es m enos p ro fundo de lo que parece p or
los fragm entos citados si se considera la distinción e n tre form as
de E stado y form as de gobierno, a la que ya he hecho alusión y que
ah o ra debe ser exam inada con m ás detenim iento. A nticipando la
conclusión, creo que se puede decir que el reconocim iento de que
hay E stados com binados p a rte del análisis de los E stados his­
tóricos hecho p o r B odino, la distinción en tre la titu la rid a d de la
soberanía, que puede pertenecer, p o r ejem plo, a un m onarca (por
lo que el E stado será m o n árq u ico ), y el ejercicio de la soberanía
que puede ser confiado p o r el rey a u n a asam blea aristo crática o
popular: esta distinción tiene com o consecuencia que u n E stado
puede ser m onárquico-aristocrático, o m onárquico-dem ocrático, sin
que p o r esto sea un E stado m ixto. E n el m om ento en que B odino se
a p re su ra a h a b lar de la form a de E stado m onárquica y a distinguir
en ella varios tipos históricos, m u e stra de nueva cuenta la dife­
rencia a la que atribuye ta n ta im portancia, y que considera "un
secreto de E stado que todavía no ha sido tom ado en cuenta p o r
ninguno", en tre E stado (que la traducción italian a in te rp re ta com o
"régim en") y gobierno. Como se puede o b servar en el siguiente
fragm ento, la existencia de E stados com binados, expulsada p o r la
p u e rta de la crítica al gobierno m ixto, vuelve a e n tra r p o r la ven­
ta n a de la distinción en tre E stado y gobierno.
E l r é g im e n p u e d e s e r m o n á r q u ic o , p e r o c o n g o b ie r n o d e m o c r á t ic o ,
s i e l p r ín c ip e p e r m it e p a r t ic ip a r a t o d o s e n la s a s a m b le a s d e l o s
E s t a d o s , e n la s m a g is t r a t u r a s , e n lo s o f i c i o s , e n la s r e c o m p e n s a s , s in
im p o r t a r la n o b le z a , la s r iq u e z a s o e l m é r it o . E n c a m b io p u e d e s e r
s ie m p r e m o n á r q u ic o , p e r o c o n g o b ie r n o a r is t o c r á t ic o , s i e l p r ín c ip e
n o c o n rier e p o d e r o b e n e f ic io s m á s q u e a lo s n o b le s , a lo s n o t a b le s
o a lo s m á s r ic o s , i g u a lm e n t e u n a s e ñ o r ía a r is t o c r á t ic a p u e d e t e n e r
u n g o b ie r n o d e m o c r á t ic o si h o n o r e s y r e c o m p e n s a s s o n a t r ib u id o s
B O D IN O
87
e q u it a t iv a m e n t e e n t r e t o d o s lo s s ú b d it o s ; c o n g o b ie r n o a r is t o c r á t ic o
s i s o la m e n t e t a le s p r e r r o g a t iv a s s e d a n a lo s n o b le s o a lo s r ic o s .
E s t a v a r ie d a d d e f o r m a s d e g o b ie r n o h a h e c h o c a e r e n e l e r r o r a
a lg u n o s l l e v á n d o l o s a p r e s e n t a r f o r m a s m i x t a s d e E s t a d o , s in d a r s e
c u e n t a d e q u e e l g o b ie r n o d e u n E s t a d o e s u n a c o s a m u y d if e r e n t e
d e s u a d m in is t r a c ió n y d e l m o d o d e g o b e r n a r lo (p . 5 70, la s c u r s iv a s
so n m ía s ).
E n este fragm ento B odino no habla de la diferencia en tre régi­
m en y gobierno con respecto a la dem ocracia; pero tra ta de ella
en el capítulo que le dedica específicam ente (cap. v ii del libro I I ) .
Tam bién en este caso lam enta la confusión en la que cae A ristó­
teles en tre el régim en de un E stado y su gobierno. Bodino sos­
tiene:
S i la m a y o r ía d e lo s c iu d a d a n o s e s s o b e r a n a p e r o e l p u e b lo c o n c e d e
c a r g o s h o n o r a r io s , p r iv ile g io s y b e n e f ic io s s o la m e n t e a lo s n o b le s ,
c o m o s e h iz o e n R o m a h a s t a la le y C a n u le y a , s e t e n d r á u n a d e m o ­
c r a c ia c o n g o b ie r n o a r is t o c r á t ic o ; s i e n c a m b io e l p o d e r e s t á e n
m a n o s d e la n o b le z a o d e lo s r ic o s , q u e s o n m in o r ía , y lo s c a r g o s ,
lo s h o n o r e s y lo s b e n e f ic io s s o n c o n f e r id o s p o r l o s s e ñ o r e s i n d if e ­
r e n t e m e n t e t a n t o a lo s c iu d a d a n o s p o b r e s y h u m ild e s c o m o a lo s
c iu d a d a n o s r ic o s , s in p r iv ile g io s p a r t ic u la r e s p a r a a lg u ie n , s e t e n d r á
u n a a r is t o c r a c ia c o n g o b ie r n o d e m o c r á t ic o . M á s a ú n : s i t o d o e l p u e ­
b lo o la m a y o r ía d e é l t ie n e la s o b e r a n ía y c o n f ie r e c a r g o s y b e n e f i­
c i o s a t o d o s s in p r iv ile g io s p a r t ic u la r e s , o in c lu s o lo s c a r g o s s o n
d is t r ib u id o s e n t r e t o d o s lo s c iu d a d a n o s b a j o e l s i s t e m a d e s o r t e o , s e
p o d r á a f ir m a r q u e n o s ó lo e l r é g im e n d e a q u e l E s t a d o e s d e m o c r á ­
t ic o , s in o t a m b ié n s u g o b ie r n o (p . 6 6 0 ).
¿Qué causó la introducción de la distinción e n tre E stado y go­
bierno? P rodujo u n a tipología de las constituciones m ucho m ás
rica que la que B odino había creído p re sen ta r al inicio de su es­
tudio con la trip artició n de las constituciones sim ples. De los frag­
m entos citados resu lta que las constituciones ya no son tres sino
seis: m o n arq u ía a risto crática y m o narquía dem ocrática, a risto cra ­
cia aristo crática y aristo cracia dem ocrática, dem ocracia a risto c rá ti­
ca y dem ocracia dem ocrática. Si luego se considera que la form a
de gobierno tam bién puede ser m onárquica, cuando el ejercicio del
p o d er es confiado a uno solo, se obtienen o tras tre s form as: m o­
n a rq u ía m onárquica, aristo cracia m onárquica y dem ocracia m o n ár­
quica. Si se com binan las form as de E stado y las de gobierno, en
to tal las constituciones posibles son nueve.
La distinción en tre el E stado y el gobierno será retom ada dos
86
B O D IN O
en
de
las
de
realidad no hay más que tres formas de Estado, que jamás cesan
ser agitadas por el viento de las discordias y de la tempestad de
guerras civiles hasta que el poder no quede en las manos de uno
los contendientes (p. 562, las cursivas son mías).
No podríam os im aginar contraposición m ás p ro fu n d a en tre Bo­
dino y los p a rtid a rio s del gobierno m ixto: el E stad o que p a ra
unos es el E stado p o r excelencia, p a ra Bodino es n ada m enos una
"corrupción de E stado"; y el E stado que p a ra los autores critica­
dos es un E stado "perjudicial", p a ra u sa r el epíteto de M aquia­
velo, es decir, el E stado de constitución sim ple, p a ra Bodino es al
c o ntrario, el "verdadero" E stado.
E n realidad el c o n traste es m enos profundo de lo que parece por
los fragm entos citados si se considera la distinción en tre form as
de E stado y form as de gobierno, a la que ya he hecho alusión y que
a h o ra debe ser exam inada con m ás detenim iento. A nticipando la
conclusión, creo que se puede decir que el reconocim iento de que
hay E stados com binados p a rte del análisis de los E stados his­
tóricos hecho p o r Bodino, la distinción en tre la titu la rid a d de la
soberanía, que puede pertenecer, p o r ejem plo, a un m onarca (por
lo que el E stado será m o n árq u ico ), y el ejercicio de la soberanía
que puede ser confiado p o r el rey a u n a asam blea aristo crática o
popular: esta distinción tiene com o consecuencia que u n E stado
puede ser m onárquico-aristocrático, o m onárquico-dem ocrático, sin
que p o r esto sea un E stado m ixto. E n el m om ento en que B odino se
a p re su ra a h a b la r de la form a de E stado m onárquica y a distinguir
en ella varios tipos históricos, m u estra de nueva cuenta la dife­
rencia a la que atribuye ta n ta im portancia, y que considera "un
secreto de E stado que todavía no ha sido tom ado en cuenta p o r
ninguno", en tre E stado (que la traducción italian a in te rp re ta com o
"régim en") y gobierno. Como se puede o bservar en el siguiente
fragm ento, la existencia de E stados com binados, expulsada p o r la
p u e rta de la crítica al gobierno m ixto, vuelve a e n tra r p o r la ven­
ta n a de la distinción en tre E stado y gobierno.
El régimen puede ser monárquico, pero con gobierno democrático,
si el príncipe permite participar a todos en las asambleas de los
Estados, en las magistraturas, en los oficios, en las recompensas, sin
im portar la nobleza, las riquezas o el mérito. En cambio puede ser
siempre monárquico, pero con gobierno aristocrático, si el príncipe
no confiere poder o beneficios más que a los nobles, a los notables
o a los más ricos. Igualmente una señoría aristocrática puede tener
un gobierno democrático si honores y recompensas son atribuidos
B O D IN O
87
equitativamente entre todos los súbditos; con gobierno aristocrático
si solamente tales prerrogativas se dan a los nobles o a los ricos.
Esta variedad de formas de gobierno ha hecho caer en el error a
algunos llev án do los a p r e s e n ta r fo r m a s m ix ta s de E sta d o , sin darse
cuenta de que el gobierno de un Estado es una cosa muy diferente
de su administración y del modo de gobernarlo (p. 570, las cursivas
son mías).
E n este fragm ento B odino no habla de la diferencia en tre régi­
m en y gobierno con respecto a la dem ocracia; pero tra ta de ella
en el capítulo que le dedica específicam ente (cap. v ii del lib ro I I ) .
Tam bién en este caso lam enta la confusión en la que cae A ristó­
teles en tre el régim en de un E stado y su gobierno. Bodino sos­
tiene:
Si la mayoría de los ciudadanos es soberana pero el pueblo concede
cargos honorarios, privilegios y beneficios solamente a los nobles,
como se hizo en Roma hasta la ley Canuleya, se tendrá una demo­
cracia con gobierno aristocrático; si en cambio el poder está en
manos de la nobleza o de los ricos, que son minoría, y los cargos,
los honores y los beneficios son conferidos por los señores indife­
rentemente tanto a los ciudadanos pobres y humildes como a los
ciudadanos ricos, sin privilegios particulares para alguien, se tendrá
una aristocracia con gobierno democrático. Más aún: si todo el pue­
blo o la mayoría de él tiene la soberanía y confiere cargos y benefi­
cios a todos sin privilegios particulares, o incluso los cargos son
distribuidos entre todos los ciudadanos bajo el sistema de sorteo, se
podrá afirm ar que no sólo el régimen de aquel Estado es democrá­
tico, sino también su gobierno (p. 660).
¿Qué causó la introducción de la distinción en tre E stado y go­
bierno? P rodujo una tipología de las constituciones m ucho m ás
rica que la que B odino había creído p re sen ta r al inicio de su es­
tudio con la trip artició n de las constituciones sim ples. De los frag­
m entos citados resu lta que las constituciones ya no son tres sino
seis: m o n arq u ía aristo crática y m o n arq u ía dem ocrática, a risto cra ­
cia aristo crática y aristo cracia dem ocrática, dem ocracia a risto c rá ti­
ca y dem ocracia dem ocrática. Si luego se considera que la form a
de gobierno tam bién puede ser m onárquica, cuando el ejercicio del
p o d er es confiado a uno solo, se obtienen o tras tres form as: m o­
n a rq u ía m onárquica, aristocracia m onárquica y dem ocracia m o n ár­
quica. Si se com binan las form as de E stado y las de gobierno, en
to tal las constituciones posibles son nueve.
La distinción en tre el E stado y el gobierno será retom ada dos
88
B O D IN O
B O D IN O
s ig lo s d e sp u é s p o r R o u sse a u en e l C o n tr a to s o c ia l, c o n la d ifere n c ia
d e q u e en R o u sse a u la so b e ra n ía r es id e e x c lu siv a m e n te en el p u e­
b lo , e s d ecir, en e l c u er p o c o le c tiv o q u e e x p resa la v o lu n ta d g en era l,
y p o r ta n to p a ra él n o h a y m á s q u e u n a s o la fo r m a d e E sta d o , e l
b a sa d o en la so b era n ía p o p u la r a la c u a l lla m a " r ep ú b lica ”; p er o
la rep ú b lica p o p u la r p u ed e se r g o b e rn a d a de tr e s d ife r e n te s m a ­
n e ra s seg ú n si el e je r c ic io d el p o d er , el lla m a d o p o d er e je c u tiv o , se a
c o n fia d o a u n o , a p o c o s o a m u ch o s . R o u sse a u ta m p o c o rep u d ia
la tr ip a r tic ió n c lá sica , p e ro y a n o la a d m ite en c u a n to a l p o d er
le g is la tiv o , q u e p e r te n e ce sie m p r e y e x clu siv íu n e n te a l p u eb lo , y
s í cu a n d o se tra ta d el p o d er e je c u tiv o , q u e p u ed e se r c o n fia d o s e ­
g ú n lo s r eg ím en es a u n s o lo m a g is tr a d o , a u n g r u p o r es tr in g id o d e
e llo s o a to d o e l p u eb lo . S u s p a la b ra s a cla ra n e sta p e r sp ec tiv a y
a l m is m o tie m p o p e r m ite n e n te n d er m e jo r la in n o v a c ió n d e B o ­
din o:
tic a m e n te c o n lo s ch a rlata n es ja p o n e se s q u e d escu a rtiza n a u n n iñ o
a la v is ta d e lo s e sp ecta d o re s, a rro ja n d e sp u é s al aire to d o s su s
m ie m b ro s u n o tras o tr o , y h a ce n ca er a la cria tu ra v iv a y en tera.
A d ife r e n c ia d e B o d in o , R o u sse a u n o rech aza la c a te g o r ía d el g o b ie r­
n o m ix to p o r q u e la in terp reta n o c o m o d iv isió n d el E sta d o , co m o
lo h a c e B o d in o , sin o c o m o d iv isió n d el g o b ier n o . Q ue el g o b ier n o
e s t é d iv id id o de nin gu n a m a n era a fe c ta la u n id a d de la so b era n ía
(o d el E s t a d o ). D e h e c h o la d iv isió n de lo s p o d er e s d el g o b iern o ,
d e a c u e rd o c o n R ou ssea u , es ta n n o rm a l q u e to d o s lo s g o b ie rn o s
s o n m ix to s: “n o ex isten g o b ie r n o s s im p le s ” (cap . v i i d el lib ro I I I ) .
La b re v e referen cia a R o u s se a u n o s p e r m ite a cla ra r m e jo r la
in n o v a c ió n d e B o d in o, q u e c o n s is te en un a in te r p r e ta c ió n d ifer en te
d e l fe n ó m e n o , tan fr e cu en te en la s c o n s titu c io n e s de to d o s lo s
tie m p o s, d e la p resen cia sim u ltá n e a d e ó r g a n o s m o n o c r á tic o s y
c o le g ia d o s , d e órga nos c o le g ia d o s re str in g id o s y c o le g ia d o s rep re­
s e n ta tiv o s d e la m a yo ría d el p u eb lo , es d ecir, de ó rg a n o s q u e re­
p r e se n ta n e sp ec ífic a m e n te u n p r in c ip io c o n s titu c io n a l d ife re n te , m o ­
n á r q u ic o , a r isto c rá tic o o d e m o c r á tic o . L os te ó r ic o s d el g o b ie rn o
m ix to s o s tie n e n que se tra ta d e u n a d iv isió n d el p o d er so b era n o en
p a r te s d ife r e n te s del q u e ca d a u n a tie n e u n a so b era n ía lim ita d a .
E n ca m b io , B o d in o a firm a q u e se tra ta de u n E sta d o en el qu e el
g o b ier n o o p o d er ejecu tiv o e stá reg u la d o c o n b a se en u n p r in ci­
p io d ife r e n te de aquel en el q u e se fu n d a el p o d er so b er a n o , y
p o r ta n to e s te p o der c o n tin ú a r es id ie n d o en u n ó rg a n o (y p o r ta n to
el E sta d o e s sim p le ), a u n q u e lo s ó rg a n o s a lo s q u e es c o n fia d o el
p o d er e je c u tiv o o bed ecen a u n p r in c ip io d ife re n te . T ó m ese en cu en ­
ta el e je m p lo a costu m b ra d o de la c o n s titu c ió n de la R o m a rep u ­
b lica n a: p a ra lo s teó rico s d el g o b ier n o m ix to la rep ú b lic a ro m a n a
es u n E sta d o e n el q u e la so b era n ía e stá d iv id id a en tr e lo s c ó n ­
su le s, e l sen a d o y los c o m ic io s p o p u la res; pa ra B o d in o es u n E s ­
ta d o d e m o c r á tic o en el q u e el p o d er so b e ra n o resid e en el p u eb lo ,
y q u e tie n e c o m o órgan o s e je c u tiv o s de la ú n ic a v o lu n ta d so b era n a
a lo s c ó n s u le s y al sen ad o . D ic h o d e o tro m o d o: se p u ed e o b serv a r
q u e u n o s v e n en el E sta d o m ix to u n e q u ilib r io de p o d e re s ig u a l­
m e n te so b e ra n o s, B o d in o , q u e n o cree en la p o s ib ilid a d de q u e
p o d er e s so b era n o s pu ed an c o e x is tir en u n ú n ic o E sta d o sin d estru ir ­
lo , r ec o n o c e u n poder s o b r es a lie n te , q u e en d e fin itiv a es el v e rd a ­
d ero p o d er so beran o, y v a rio s o tr o s p o d ere s su b o r d in a d o s q u e n o
c o n s titu y e n el régim en sin o el g ob iern o ; n o el p o d er le g is la tiv o , q u e
e s el fu n d a m e n to de to d o s lo s d em á s p o d ere s, sin o el p o d er e je c u ­
tiv o , (|U f a clú a en n om b re y p o r cu e n ta d el p o d er le g is la tiv o .
El soberano puede, en prim er lugar, confiar el dep ósito del gobierno
a todo el pueblo o a su mayoría, de suerte que haya m ás ciudadanos
m agistrados que sim ples particulares. A esta form a de gobierno se
da el nom bre de de m o cracia. O puede tam bién reducir el gobierno,
depositándolo en m anos de los m enos, de m anera que resulten m ás
ciudadanos que m agistrados. E sta form a tom a el nom bre de a r is to ­
cracia. Puede, por últim o, concentrar todo el gobierno en un m agis­
trado único de quien los dem ás reciben el poder. E sta tercera form a
es la m ás com ún y se llam a m o n a rq u ía o gobierno real {C ontrato
social, libro III, cap. iii) .*
A u n q u e la p r efe re n c ia p o lític a de R o u s se a u e s o p u e s ta a la d e
B o d in o — e n c u a n to e l a u to r d el C o n tr a to s o c ia l id e n tific a la so b e ­
ran ía c o n la so b era n ía p o p u la r, m ie n tra s B o d in o c o n sid e r a q u e la
so b e ra n ía p u ed e r es id ir en el p u eb lo , en u n ú n ic o p r ín c ip e o en
la c la se de lo s n o ta b le s e, in c lu so , cu a n d o d e b e ex p r esa r su p r e fe ­
ren cia , s e p r o n u n c ia e x p líc ita m en te p o r la m o n a rq u ía — la ló g ic a
d el d is c u r so r o u sso n ia n o e s id é n tic a a la d el a u to r D e la r e p ú b lic a .
T a m b ién p a ra R o u s se a u u n a d e la s c a ra c te rística s d e la so b e ra n ía
es la in d iv is ib ilid a d (a la q u e d ed ica u n c a p ítu lo a d h o c , ca p . i i d e l
lib ro I I ) . La so b era n ía o e s ú n ic a o n o lo es. R o u sse a u c ritic a s e ­
v era m en te a lo s q u e d iv id en la so b era n ía y d e sp u é s d e h a c e rlo c o n ­
sid e ra n q u e p u ed en in teg ra rla en la u n ida d; y lo s co m p a r a s a r c á s­
* P a r a la tra d u cc ió n d e e s t e fr a g m en to m e a p o y o en: J. J. R o u ssea u , “D u
co n tr a ct s o c ia l”, en Œ u v r e s c o m p le te s , i i i . B ib lio th è q u e d e la P léia d e, G alli­
m ard , P a rís, p. 403; y en: J. J. R o u ssea u , E l c o n tr a to so c ia l, P o rrúa , M éxico ,
1969, p . 35. [T.]
f
90
91
B O D IN O
B O D IN O
La d istin c ió n en tr e rég im en y g o b ier n o , en tre titu la r id a d d e la
so b er a n ía y e je r c ic io , tie n e o tra c o n se c u e n c ia im p o rta n te en el
c o n ju n to d e la te o r ía b o d in ia n a d e la s fo r m a s d e g o b ier n o . H a sta
a q u í h e m o s v is to q u e e sta d is tin c ió n sirv e p a ra c o m p r en d e r la
c o m p le ja rea lid a d d e lo s E sta d o s sin recurrir a la te o r ía d el g o ­
b ier n o m ix to q u e B o d in o c o n sid e ra u n a fic c ió n . A sim ism o , h e m o s
v is to q u e B o d in o rech a za d e la s te o r ía s tr a d ic io n a les n o s o la m e n te
el c o n c ep to d e g o b ier n o m ix to , sin o ta m b ié n el d e la s fo r m a s d eg e­
n era d a s. Y b ien: la d is tin c ió n en tre rég im en y g o b ier n o le p e r m ite
a B o d in o co m p re n d er, y p o r ta n to in clu ir en su s is te m a g en era l, el
fe n ó m e n o d e la s fo r m a s d e g en era d a s, p o rq u e lo q u e c o n s titu y e
e ste fe n ó m e n o n o e s u n v ic io d e la so b e ra n ía en c u a n to ta l, sin o d e
su e je rc ic io . C ada u n o d e lo s tres r eg ím en e s, m o n a rq u ía , a r isto cr a c ia
y d em o cr a cia , p u ed en a su m ir , d e a c u erd o c o n B o d in o , tre s d ifere n ­
te s form a s: to d a m o n a rq u ía p u ed e ser rea l, d e s p ó tic a y tirá n ica;
to d a a r isto cr a c ia p u ed e ser le g ítim a , d e s p ó tic a y fa cc io sa ; to d a
d em o c ra cia p u ed e se r le g ítim a , d e sp ó tic a y tirá n ica . A p r o p ó s ito d e
la s tres fo r m a s d e m o n a rq u ía , B o d in o a d v ie rte q u e n o se tra ta
de "tres d ifere n tes r eg ím en e s, sin o só lo d e u n a m a n era d ifer e n te d e
eje rc er el g o b ier n o en u n . E sta d o m o n á rq u ico " (p. 5 7 0 ). Lo m is ­
m o se p u ed e d ecir d e la s tr e s fo r m a s d e a r isto cr a c ia y d e la s tre s d e
d em o c ra cia . B o d in o es ex tr em a d a m e n te c la r o a l d e fin ir la s tre s
fo r m a s d e m on a rq u ía :
poder. E n efecto, ¿qué o tra cosa son la form a despótica y la tirá ­
nica que él tom a en consideración en toda form a de E stado si no
una corrupción de las respectivas form as "legítim as"? Pero enton­
ces lo que cam bia en la sistem atización de Bodino no es la p re ­
sencia o ausencia de las form as co rru p tas, sino p u ra y sim plem ente
su reinterpretación. Repito: la corrupción no es del E stado sino del
gobierno. Veamos un poco m ás de cerca cuál es la diferencia entre
m onarquía real y m onarquía tiránica: el rey es el m onarca que res­
peta las leyes de naturaleza; el tiran o es el que no las respeta.
¿No es ésta la diferencia en tre rey y tiran o que nos legó el pensa­
m iento clásico? ¿Qué o tra cosa es el tiran o tal como lo define
Bodino si no el “ty r a n n u s e x p a r te e x e r c iti i” de la tradición? Léase
el siguiente fragm ento de carácter un tan to convencional en el que
Bodino contrapone en form a de an títesis el príncipe bueno al p rín ­
cipe m alo:
La monarquía real o legítima es aquella en la cual los súbditos obe­
decen a las leyes del rey, y éste a las leyes de naturaleza, quedán­
doles a los súbditos la libertad natural y la propiedad de sus bienes.
La monarquía despótica es aquella en la cual el príncipe se ha hecho
señor de los bienes y de las personas mismas de los súbditos por
derecho de armas y de guerra justa, y gobierna a los súbditos como
un jefe de familia a sus esclavos. La monarquía tiránica es aquella
en la cual el monarca transgrede las leyes de naturaleza, abusa de
los libres como si fueran esclavos, dispone de los bienes de los súb­
ditos como si fueran propios (p. 570).
M ás o m e n o s la s m is m a s fó r m u la s p u ed e n u s a r se p a ra d e scr ib ir
la s tr es fo rm a s d e a r isto cr a c ia y la s tre s d e d em o c ra cia . ¿Q ué n o s
su g ie ren e sta s d e fin ic io n e s d e E sta d o le g ítim o . E sta d o d e s p ó tic o y
E sta d o tirá n ico ? N o s su g ie ren a lg o m u y sim p le: q u e B o d in o , d e s ­
p u és de n eg ar el r ec o n o c im ie n to a la d is tin c ió n en tr e fo r m a s recta s
y co rr u p ta s en referen cia a la fo rm a d e E sta d o , in tro d u c e la d is ­
tin c ió n cu a n d o c o n sid e ra la m a n era en q u e el so b e ra n o , sea é s te
el p rín c ip e, el c o n s e jo d e n o ta b le s o la a s a m b lea p o p u la r, e jer ce el
La diferencia más clara entre un rey y un tirano es que el rey se
apega a las leyes de naturaleza, m ientras el tirano las transgrede.
Uno cultiva la piedad, la justicia, mantiene la fe de la palabra dada;
el otro no reconoce Dios, fe, ni ley. Uno hace todo aquello que
considera útil en vista del bien público y para la tutela de los súb­
ditos; el otro no actúa más que en vista de su provecho personal,
por venganza o capricho [. . . ] Uno se complace de ser en ocasiones
visto y escuchado directamente por los súbditos; el otro se esconde
de ellos como si fuese su enemigo. Uno toma muy en cuenta el
amor de su pueblo, el otro su temor [. . . ] Uno es amado y vene­
rado por todos los súbditos, el otro los odia a todos y es odiado por
todos [ .. . ] Uno es honrado en vida y llorado en su muerte, el otro
es difamado cuando está vivo y después de muerto tratan de olvi­
darlo (pp. 594-595).
Además de las m onarquías legítim a y tiránica, Bodino habla de
la despótica. El tem a de la m onarquía despótica no es nuevo: ya
A ristóteles lo había tocado. Bodino, al igual que A ristóteles, con­
sidera que el elem ento característico del despotism o es la relación
amo-esclavo; déspota es quien gobierna a su pueblo com o el amo
al esclavo. Lo que cam bia con respecto a A ristóteles es la ju stifica­
ción del p oder despótico: A ristóteles no había dudado al hablar^en
la P o lític a , de acuerdo con su teoría de la diferencia n a tu ra l entre
amos y esclavos, de pueblos natu ralm en te serviles. Después de si­
glos de cristianism o, una concepción de este tipo ya no era sosteniblc. La Justificación ad optada p o r Bodino es otra: en el frag­
m ento cilailo c‘l habla del despota como de quien se ha hecho señor
T
92
B Ü D IN Ü
B O D IN O
ttl
d e lo s p r o p io s s ú b d ito s " p o r d er ech o d e a rm a s y d e gu erra ju s ta ” .
E n o tr o fr a g m e n to rea firm a su p e n s a m ie n to a l p recisa rlo :
sus bienes m ás que en renta y durante el tiem po que peí iiuuii’»ph
con vida (p. 577).
V encidos los enem igos en guerra santa y justa, es adm isible que un
rey se haga señor de sus personas y de sus propiedades por derecho
de guerra, gobernando a los nuevos súbd itos com o el jefe de fam ilia
dispone en calidad de am o, y por tanto con pleno arbitrio, de sus
esclavos y de sus bienes (p. 572),
E s te e je m p lo in tro d u c e u n c a so n u ev o y e x tr em a d a m e n te in ter e ­
sa n te e n la fe n o m e n o lo g ía d el d e sp o tism o : el d e s p o tis m o c o lo n ia l,
q u e tie n e lu g a r en la s r e la c io n es en tr e lo s e u r o p e o s lib r e s y lo s
d e m á s p u e b lo s " s er v ile s” . D e e s to s e d eriv a q u e e l d e s p o tis m o d e
a h o ra en a d e la n te n o so la m e n te e s “o r ie n ta l” s in o ta m b ié n o c ­
c id e n ta l”, d e sd e e l m o m e n to en q u e la s g ra n d es n a c io n e s d e o c c i­
d en te en tra n e n c o n ta c to c o n p u e b lo s d e o tr o s c o n tin e n te s c o n ­
s id e ra d o s m e n o s c iv iliz a d o s. E n o tr a s p a lab ra s: la e x is te n c ia d e
p u e b lo s se r v ile s n o ju s tific a s o la m e n te el d e s p o tis m o en e l p r o p io
lu gar, s in o q u e o fr e ce u n a r g u m en to p a ra le g itim a r lo ta m b ié n s o ­
b re e llo s p o r p a r te d e p u e b lo s q u e ja m á s p o d ría n a d m itir u n ré­
g im e n d e s p ó tic o p a ra sí m is m o s . A p a r tir de la é p o c a d e la s c o n ­
q u is ta s c o lo n ia le s , e l d e s p o tis m o y a n o e s tá s o la m e n te ca ra c teriza d o
c o m o u n rég im en d e io s p u e b lo s n o e u r o p e o s, s in o q u e ta m b ié n ,e s
le g itim a d o c o m o u n rég im en s o b r e lo s p u e b lo s n o e u r o p e o s de p a r­
te d e lo s p u e b lo s e u r o p e o s. S i e s v erd a d q u e h a y p u e b lo s a c o s ­
tu m b r a d o s a s e r g o b er n a d o s d e sp ó tic a m e n te , n o h a y ra zó n p ara
q u e e llo s n o sea n g o b e rn a d o s d e la m is m a m a n era p o r p u e b lo s q u e
c o n sid e ra r ía n ile g ítim o u n g o b ie r n o d e s p ó tic o e je rc id o so b r e ello s:
B o d in o n o d e sa r r o lla e s te a rg u m en to , p e r o el e je m p lo d e l g o b ie rn o
e sp a ñ o l so b r e P erú n o d eja lu g a r a d u d a s a cerca d e la a m p lia ció n
d e la c a te g o r ía h is tó r ic a d el d e s p o tis m o d e lo s r eg ím en es d e lo s
p u e b lo s n o e u r o p e o s a lo s r eg ím en es s o b r e lo s p u e b lo s ta m b ié n
C o n sid era d a c o m o la c o n se c u e n c ia d e u n a v ic to r ia en u n a g u erra
ju s ta — o b sé rv e se c o n a te n c ió n , la gu erra d eb e se r " ju sta ”, e s d ecir,
d eb e ser a c ep ta d a c o m o la rep a ra ció n de u n d a ñ o — la e sc la v itu d
e s ju stific a d a en cu a n to e s c o n s id e ra d a c o m o u n c a stig o . E n su
m o d a lid a d d e c a stig o , la e sc la v itu d y a n o e s u n h e c h o n a tu ra l sin o
la c o n se c u e n c ia d e u n a c to d e lib re v o lu n ta d (d e u n a v o lu n ta d m a l­
v ad a, q u e h a q u erid o e l m a l, en e s te c a so la g u erra in ju sta , y d eb e
su fr ir la s c o n s e c u e n c ia s ). N o d eriv a e x n a tu r a , s in o e x d e lic io .
(T am b ién el rem er o co n d e n a d o a tra b a ja r en la s g a le ra s n o e s e s ­
cla v o p o r n a tu ra leza s in o e x d e lic to .) E n e l á m b ito d e la tr a d ic ió n
c lá sic a p e rm a n e ce el e je m p lo h is tó r ic o d e la s m o n a rq u ía s d e sp ó ­
tic a s h e c h o p o r B o d in o . E sta s m o n a rq u ía s s o n u n n u ev o ca p ítu lo
e n e l te m a d el d e s p o tis m o o r ie n ta l, q u e v e re m o s r ep ro d u cid o co n
p o c a s v a r ia cio n e s e n lo s s ig lo s p o ste r io r e s.
Las m onarquías despóticas que hoy quedan son m uy pocas [ . . ] , sin
em bargo todavía se pueden encontrar un cierto núm ero de ellas, en
Asia, Etiopía, e inclu so en Europa, com o por ejem plo el señorío de
los tártaros y la M oscovia (p. 572).
A e s ta s a ltu ra s la c o n tr a p o s ic ió n en tr e la E u r o p a lib er a l y el r es ­
to d el m im d o e s p ra g m á tica ; d e sp u é s d e h a b er s o s te n id o q u e el
r ein o de E tio p ía e s "una a u tén tic a m o n a rq u ía d e s p ó tic a ”, agrega:
En cam bio los pueblos europeos, m ás ind óm itos y guerreros que los
africanos, ja m á s h a n p o d id o tolera r m o n a rq u ía s d e sp ó tic a s (p. 575,
las cursivas son m ías).
N o la s h a n p o d id o to le r a r p ero la s h a n im p u e sto a lo s p u eb lo s
c o n sid e r a d o s in fer io r es cu a n d o h a n p o d id o . C on d e sen v o ltu r a B o ­
d in o p r e se n ta el sig u ie n te ejem p lo :
A l d o m in a r e l r e in o d e l P e r ú e l e m p e r a d o r C a r lo s V s e c o n v ir lió e n
u n m o n a r c a d e s p ó t ic o , d e s u e r t e q u e lo s s ú b d it o s n o d is p o n i li d e
n o e u r o p e o s.
D e a c u erd o c o n la tr a d ic ió n , a p a re ce a s im is m o la d ife r e n c ia en tr e
la m o n a r q u ía d e s p ó tic a y la tira n ía , y la su p e r io rid a d d e la p rim era
s o b r e la seg u n d a , la cu a l c o n s is te e n q u e la m o n a rq u ía d e s p ó tic a
e s d u ra e n e l e je r c ic io d e l p o d e r, p ero tie n e u n a ju s tific a c ió n y p o r
ta n to , en ú lt im a in sta n cia , e s leg ítim a ; la tira n ía a d em á s d e q u e
e s d u ra en e l e je r c ic io ta m b ié n e s ile g ítim a (se e n tie n d e q u e la
c o m p a r a c ió n e s e n tr e e l d e s p o tis m o y la tira n ía e x d e f e c t u t i t u l i ) .
V a le la p e n a le er e l s ig u ie n te p a s a je p o r la cla rid a d c o n la q u e e l
p r o b le m a e s e x p u e sto :
Aunque es verdad que convertir en esclavos a los hom bres libres
y adueñarse de lo que es propiedad ajena va contra la ley de natu­
raleza, tam bién es cierto que, por consen so de todos los pueblos, lo
que ha sido conquistado m ediante una guerra legítim a pasa a ser
propiedad del vencedor y los vencidos se vuelven sus esclavos, de
94
B O D IN O
m anera que no se puede decir que una señoría conquistada de esa
form a equivalga sin m ás a una tiranía (p. 578).
V III. H O BBES
Y e ste otro ;
En general se puede decir que deseando identificar el régim en des­
pótico con el tiránico se deberá afirm ar que n o existe diferencia
entre el legítim o enem igo en guerra y el ladrón, entre el príncipe
legítim o y el bribón, entre la guerra legalm ente declarada y la fuerza
ilegítim a y violenta, la que los antiguos llam aban piratería v saqueo
(p. 578).
La d ife re n c ia en la s ca u sa s rep er cu te a fin de c u e n ta s en lo s e fe c ­
tos: m ie n tra s el d e s p o tis m o es e sta b le , la tira n ía es efím er a . La
razón de e sta d ifer en cia se ex p resa en u n fra g m e n to q u e n o n ec e­
sita co m en ta r io s:
La razón por la que la m onarquía despótica dura m ás que las otras
reside en el hecho de que es m ás augusta, y que los súbditos depen­
den com pletam ente, en lo que se refiere a la vida, la libertad y la
propiedad, del soberano que los ha conquistado a ju sto título, cosa
que abate com pletam ente cualquier rebelión, así com o el esclavo,
consciente de su condición, generalm ente se vuelve hum ilde, vil, de
carácter servil, tal com o se dice. En contraste los hom bres libres y
señores de sus bienes, si se trata de dom inarlos o de usurpar lo que
les pertenece, se sublevan rápidam ente, porque tienen un carácter
generoso, alim entado por la libertad y no corrom pido por la escla ­
vitud (p. 579).
C om o se a precia, a d em á s d el esc la v o p e r g e n e r a tio n e m e stá ta m ­
b ién el p e r i n s titu íio n e m , es d ecir, el e sc la v o q u e n o n a ce ta l sin o
qu e a d q u iere esa co n d ic ió n , p o rq u e la e sc la v itu d le es im p u e sta
y se a d a p ta a ella; y al a d a p ta rse al d o m in io d el a m o le da fu er ­
za y e sta b ilid a d .
H o b b e s es el m á s g ra n d e filó s o fo p o lític o d e la é p o c a m o d er n a a n tes
q u e H eg el. E sc r ib e m u ch a s o b ra s p o lític a s de c a p ita l im p o r ta n c ia
p a ra la c o m p r e n sió n d el E sta d o m o d er n o , d e la s cu a les la s p r in c i­
p a le s s o n L o s e le m e n to s d e la le y n a tu r a l y p o lític a (1640) (trad ,
ita lia n a a ca rg o d e A. P a cch i, La N u o v a Ita lia , F lo ren cia , 1968); D e
c iv e (1642 y 1647) (trad , ita lia n a a ca rg o d e N . B o b b io , U tet, Tu­
rin, 195 9); L e v ia tá n (1651) (trad , ita lia n a , L aterza, B a rí, 1911, e n
d o s v o lú m e n e s ).* E n cu a n to a la s te s is q u e n o s in te r e sa n , se rela­
c io n a d ir e cta m e n te c o n B o d in o , p e ro la s s o s tie n e c o n u n rig o r
to ta lm e n te d ife re n te, ta n es a s í q u e d e sp u é s de él n a d ie p u ed e y a
so ste n e r la s te s is tr a d ic io n a les sin to m a r en cu e n ta lo s a r g u m en to s
q u e a d o p tó p a ra c o n fu ta r la s. Al ig u a l q u e B o d in o , H o b b es n o a cep ta
d o s d e la s te s is q u e h a n ca ra c te riza d o d u ra n te sig lo s la te o r ía de
la s fo rm a s d e g ob iern o : la de la d is tin c ió n en tr e fo rm a s b u en a s y
m a la s, y la d e l g o b ie r n o m ix to . A m b a s c o n fu ta c io n e s d eriv a n co n
ló g ic a férre a d e lo s d o s a tr ib u to s fu n d a m en ta le s de la so b era n ía:
e l ser a b so lu ta y el ser in d iv isib le . C o m o v e re m o s, d e l a tr ib u to
d e l se r a b s o lu ta p r o v ien e la c rític a d e la d is tin c ió n en tr e fo r m a s
b u en a s y m a la s, m ie n tra s q u e d el d e la in d iv is ib ilid a d d eriva la
c r ític a d e l g o b ie r n o m ix to .
A sí c o m o pa ra B o d in o , ta m b ié n pa ra H o b b es el p o d er so b era n o
e s a b so lu to ; si n o lo e s, n o e s so b e ra n o . E l ser so b e ra n o y el ser
a b s o lu to s o n u n u m e t id e m . A u n qu e p u ed a p a r ece r q u e u n a tr i­
b u to c o m o " a b solu to " n o p e r m ita u n su p e r la tiv o , n o es d e sca b e ­
lla d o d e cir q u e e l p o d er so b era n o d e H o b b es e s m á s a b s o lu to q u e
e l d e B o d in o . C om o h e m o s v is to , p a ra B o d in o el p o d er d e l so b e ­
ra no, a u n sie n d o a b so lu to , en cu a n to n o e stá lim ita d o p o r la s ley es
p o s itiv a s , r e c o n o c e lím ite s (a d em á s d e la s le y e s c o n s titu c io n a le s
q u e n o e stá n en d is c u sió n ) en e l a p e g o a la s le y es n a tu r a les y d i­
v in a s, y en e l d erech o d e lo s p riv a d o s. F ren te a la ín d o le a b so lu ta
d el p o d er so b e ra n o c o m o la c o n c ib e H o b b es, a m b o s lím ite s d e sa p a ­
recen . P or lo q u e h a ce a la s le y es n a tu ra les y d iv in a s, n o e s q u e
H o b b es n ie g u e la e x is te n c ia d e é sta s, p ero a fir m a (c o r recta m en te )
* P a r a la tr a d u cc ió n a l es p a ñ o l d e lo s fr a g m en to s d e H o b b es m e a p o y o
en: T h o m a s H o b b es, L e v ia th a n , P en g u in B o o k s, In g la terra , 1981; T h o m a s
H o b b es, L e v ia tá n , E d ito r a N a c io n a l, M adrid, 1983; T h o m a s H o b b es, L e v ia tá n , F o n d o d e C u ltu ra E c o n ò m ic a , M éx ico , 1982. [x.]
95
»/
HOBBES
HOBBES
q u e e lla s n o so n c o m o la s le y e s p o sitiv a s; y n o lo s o n p o r q u e n o
s e p u ed en h a ce r v a ler c o n la fu erza d e u n p o d er co m ú n . A sí p u es,
n o s o n o b lig a to r ia s e x te rio r m e n te , sin o s ó lo lo s o n in ter io r m e n te ,
e s d ecir, en c o n c ie n cia . D ic h o d e o tr o m o d o ; e l v ín c u lo q u e u n e a
lo s s ú b d ito s c o n la s le y es p o s itiv a s , o sea , la s le y es p r o m u lg a d a s
p o r el so b e ra n o , n o tie n e la m is m a n a tu ra leza q u e e l la z o q u e
rela cio n a a l so b e ra n o c o n la s le y es n a tu ra les, e s d ec ir, c o n la s
d ic ta d a s p o r D io s. S i el sú b d ito n o o b se rv a la s le y e s p o s itiv a s p u e­
de se r c o n str eñ id o p o r la fu erza d el p o d er so b era n o ; si e l so b e ra n o
n o r es p e ta la s le y e s n a tu ra les, n a d ie p u ed e o b lig a rlo y c a stig a r lo
(p or lo m e n o s en e s te m u n d o ) . E n c o n s ec u e n c ia , m ie n tra s la s le y e s
p o s itiv a s so n p a ra lo s s ú b d ito s m a n d a to s q u e d e b en se r o b e d e c id o s
a b so lu ta m e n te , la s le y es n a tu ra les s o n p a ra e l so b e ra n o so la m e n te
reg la s de p r u d en cia q u e le su g ie ren co m p o r ta r se d e c ie r ta fo rm a
s i q u iere a lca n za r u n fin d eter m in a d o , p e ro n o le im p o n e n n ec e­
sa ria m en te u n a co n d u cta en lu g ar d e o tra . M ien tra s e l ju ez de la
c o n d u cta d el sú b d ito es el so b er a n o , d e la co n d u cta d el so b e ra n o
e l ú n ic o ju ez es él m is m o . P or lo q u e se r efier e a l d e r ec h o d e lo s
p r iv a d o s, B o d in o s o stie n e , c o m o h e m o s v is to , q u e la s r ela c io n es
en tr e lo s p r iv a d o s s o n reg u la d a s p o r u n d er ech o en el q u e e l s o ­
b era n o n o p u ed e in te rv en ir p o r q u e e s u n d er ech o q u e tie n e su fu e n ­
te p r in c ip a l en la v o lu n ta d d e lo s in d iv id u o s c o m o p a r tic ip a n te s
d e la so c ie d a d d e la s re la c io n es e c o n ó m ic a s, q u e e s in d ep en d ie n ­
te d e la so c ie d a d p o lític a . H o b b es n ieg a e s ta d ife r e n c ia en tr e la
e sfe r a p riv a d a y la p ú b lica ; u n a v ez c o n s titu id o e l E sta d o , e l c a m ­
p o d e la s re la c io n es p r iv a d a s, q u e en H o b b es c o in c id e c o n e l e s ­
ta d o d e n atu ra leza , se r es u e lv e c o m p le ta m e n te en la e sfe r a d e la s
r ela c io n es p ú b lic a s, e s d ecir, d e la s r e la c io n es d e d o m in io q u e
v in cu la n al so b era n o co n lo s sú b d ito s. E n e fe c to , la razón p o r la
cu a l lo s in d iv id u o s sa le n d el e sta d o d e n a tu r a le za p a ra e n tra r e n
el E sta d o , es q u e el d e n atu ra leza , n o reg u la d o p o r le y es p r o m u l­
g a d a s y h e ch a s v a ler p o r u n p o d er co m ú n , se r es u e lv e e n u n e sta d o
d e c o n flic to p er m a n en te (el fa m o so “b e llu m o m n i u m c o n tr a o m n e s " ) . M ien tras p a ra B o d in o la p ro p ied a d c o m o d er ech o d e g ozar
y d isp o n er d e u n a c o sa , ex clu y e n d o a c u a lq u ie r o tr o , e s u n d er e­
c h o q u e se fo r m a y d esa rr o lla en u n a e sfer a de re la c io n es p riv a d a s
a n te s e in d ep en d ie n tem e n te d el E sta d o , p a ra H o b b es el d e rec h o
d e p r o p ie d a d e x is te so la m e n te en el E sta d o y m e d ia n te la tu te la
q u e d e él h a ce ta l E sta d o : en el e sta d o de n a tu ra leza lo s in d iv i­
d u o s tie n e n u n iu s in o m n ia , o sea , tie n e n u n d er ech o so b r e to d a s
la s c o sa s , lo q u e eq u iv a le a d ecir q u e n o tie n e n d er ech o a n a d a,
d e sd e el m o m e n to en q u e, te n ie n d o to d o s el d erech o so bre (otlu,
cu a lq u ier c o s a e s al m is m o tie m p o m ía y tu y a, y p o r ta n lo iio os
m á s m ía de lo q u e e s tu ya . S o la m e n te el E sta d o p u ed e garan tizar
c o n su fu erza , q u e es su p e rio r a la de to d o s lo s in d iv id u o s ju n to s,
q u e lo m ío s e a e x clu siv a m en te m ío y lo tu y o sea s ó lo tu y o . E n
o tra s p a lab ra s: ú n ic a m en te el E sta d o p u ed e a seg u ra r la e x isten cia
96
d e la p r o p ie d a d p riva da .
D e la ín d o le a b so lu ta d el p o d er e sta ta l deriva , c o m o s e h a d ich o ,
la n eg a c ió n d e la d is tin c ió n en tre fo r m a s b u en a s y m a la s de g o ­
b ier n o . E l ra zo n a m ie n to d e H o b b es e s rig u ro so : la d is tin c ió n en tre
fo rm a s b u en a s y m a la s p a r te d e la d is tin c ió n en tre so b e ra n o s q u e
e je rc en el p o d er d e a c u erd o c o n la s le y es y so b e ra n o s q u e g o b ier ­
n a n sin re sp e ta r la s le y es co n la s q u e e stá n o b lig a d o s; p ero si e l
so b e ra n o v e rd a d e ra m en te e s “le g ib u s s o l u t u s ”, s i n o e stá o b lig a d o
p o r n in g u n a le y q u e e s té p o r e n c im a de él, ¿ c ó m o es p o s ib le d is ­
tin g u ir a l so b e ra n o q u e r es p e ta la s le y es de a q u el q u e n o lo h ace?
E n o tr a s p a lab ra s: el m a l so b e ra n o e s q u ien a b u sa d el p o d er q u e
se le h a c o n fia d o . ¿ P ero tie n e s e n tid o h a b la r d e a b u so d e p o d er
a llí d o n d e e x is te u n p o d er ilim ita d o ? D o n d e el p o d er e s ilim ita d o ,
e l c o n c e p to m is m o d e a b u so se v u e lv e c o n tr a d ic to r io . E n to n c e s,
¿ c ó m o se p u ed e d is tin g u ir al so b e ra n o b u en o d el m a lo , si y a n o
o p er a el c rite r io , el ú n ic o criter io , q u e p e r m ite su d ifere n c ia ció n ?
C o n v ien e d eja r la p a la b ra a l m is m o H o b b es, cu y a cla rid a d es in ­
su p era b le;
Los antiguos escritores políticos introdujeron otras tres formas opues­
tas a éstas [se entiende a las tres formas clásicas de la monarquía,
la aristocracia y la democracia], es decir la anarquía (o sea la con­
fusión) en contraste con la democracia, la oligarquía (el poder
excesivo de pocos) en oposición a la aristocracia, y la tiranía con­
traria a la monarquía. Pero éstas no son tres formas de Estado di­
versas de las prim eras, sino tres diferentes denominaciones, que les
da a las prim eras quien tenía odio por el gobierno o los gobernantes.
Ciertamente los hombres no sólo tienen la costumbre de indicar
con los nombres las cosas, sino de designar con ellos sus sentimien­
tos, el amor, el odio, la ira, etc. De lo que se desprende que lo que
uno llama democracia, el otro denomina anarquía; lo que uno define
aristocracia, el otro indica como oligarquía, y lo que uno denomina
tirano, el otro le da el nombre de rey. De manera que con estos
nombres no se designan formas de Estado diferentes, sino única­
mente las diferentes opiniones de los ciudadanos en referencia a las
personas de los gobernantes (De cive, VII, 2).
98
HOBBES
E n e ste fr a g m e n to H o b b es h a c e u n a a fir m a ció n filo s ó fic a im ­
p o rta n te: n o e x iste n in g ú n cr iter io o b je tiv o p a ra d is tin g u ir a l b u en
rey d el tir a n o , etc. L os ju ic io s d e v alo r, o sea , lo s q u e u sa m o s
p a ra d ecir q u e a lg o e stá b ien o m a l, so n ju ic io s su b je tiv o s q u e d e­
p e n d en de la " o p in ió n ”. Lo q u e a u n o le p a re ce b u en o a o tr o le
p a rece m a lo : e sto su ce d e p o r q u e n o e x iste n in g ú n c riter io ra cio ­
n a l para d istin g u ir el b ien d el m a l. T o d o cr iter io es d e riv a d o d e
la p a sió n , n o de la razón . E l m o tiv o p o r el q u e n o e x is te n in g ú n
cr iter io o b je tiv o p a ra d is tin g u ir al rey d e l tir a n o se a cla ra p u n ­
tu a lm e n te en e ste seg u n d o fra g m en to :
Las pasiones de los hombres no les perm itirán fácilmente conven­
cerse de que el reino y la tiranía sean la misma forma de Estado.
Aunque prefirieron que el Estado estuviese sujeto a un solo indi­
viduo en lugar que a muchos, piensan que no esté bien gobernado
si no está regido según su juicio. Pero es necesario buscar con la
razón y no con el sentimiento en qué cosa difiere el rey del tirano,
ya que no se distinguen por una mayor amplitud del poder que
uno tenga en lugar de otro, debido a que no se puede dar un poder
más grande que el poder soberano. Tampoco por el hecho de que
el prim ero tenga una autoridad limitada y el otro no, porque si una
autoridad es concedida con ciertos límites, quien la recibe no es
rey, sino súbdito de quien la concede (De cive, VII, 3).
E n e ste fr a g m e n to H o b b es, d e sp u é s d e c o n fir m a r q u e la d is tin ­
ció n en tr e el rey y el tir a n o es p a sio n a l y n o ra cio n a l, m a n ifie sta
q u e, si e l so b e ra n o es q u ien tie n e el p o d er su p r em o , n o p u ed e
h a b er n in g u n a d ife re n c ia en tr e u n so b e ra n o y o tr o c o n r e s p e c to a
la m a y o r o m e n o r c a n tid a d d e p od er. S i el rey tu v ie s e u n p o d er
lim ita d o co n r es p e c to al tira n o , n o sería u n v e rd a d ero rey; p ero si
su p o d er es ilim ita d o , n o e s p o s ib le q u e p u ed a ser d is tin g u id o d el
p o d er d el tira n o . U na vez m á s, el tira n o e s u n rey q u e n o cu e n ta
co n n u estra a pro b a ció n ; el rey e s un tira n o q u e tie n e n u es tr a ap ro­
b a c ió n . La fig u ra d el tira n o q u e a q u í H o b b es tie n e en m e n te es la
d el tira n o e x p a r te e x e r c itii: es c o m o si se d ije s e q u e a llí d o n d e el
p o d er n o tie n e lím ite s (p o rq u e si lo s tu v ie s e y a n o ser ía e l p o d er
so b era n o ) n o tie n e sen tid o h a b la r d e e x c e s o d e p o d er, y p o r ta n to
n o tie n e c a so m en cio n a r u n a fig u ra de so b e ra n o q u e e sta r ía ca ­
racteriza d a p r e cisa m e n te p o r el e x c e so d e p o d er. Al c o n tin u a r c o n
el fr a g m e n to y a cita d o , n o s e n c o n tr a m o s d e in m e d ia to c o n la o tr a
fo r m a de tira n ía , a q u ella e x d e f e c t u titu li:
HOBBES
99
En segundo lugar, rey y tirano no difieren por la manera de adquirir
el poder. En efecto, si en un Estado democrático o aristocrático
un ciudadano se adueña por la fuerza del poder, en el momento en
que haya logrado obtener el reconocimiento de los ciudadanos se
vuelve un rey legítimo; en caso que no lo obtenga queda como
un enemigo, y no como un tirano {De cive, VII, 3).
T a m b ién e n e ste c a so el r a z o n a m ie n to h o b b e sia n o e s u n dilem a:
o el p r ín cip e q u e c o n q u is ta el E sta d o p o r la fu erza (q u e para la
te o r ía tr a d ic io n a l ser ía u n tir a n o p o r fa lta d e títu lo ) lo g ra c o n ­
serv ar el p o d e r, c o n sig u e q u e lo s s ú b d ito s lo rec o n o z ca n y s e v u e l­
v e u n p rín c ip e le g ítim o q u e n o s e d is tin g u e d e cu a lq u ie r o tr o p rín ­
c ip e le g ítim o , o n o lo g r a c o n s er v a r el p o d er p o rq u e lo s sú b d ito s
co n tin ú a n s ié n d o le h o s tile s y e n to n c e s es u n e n e m ig o . N o ten g o
n e c e s id a d d e su b ra ya r la im p o rta n c ia d e e sta a fir m a c ió n , q u e re­
sid e e n la e n u n cia c ió n d el p r in c ip io sig u ie n te: o el p r ín c ip e lo gra
le g itim a r in c lu so p o s t f a c t u m el p o d er y e n to n c e s e s u n p rín cip e
c o m o to d o s lo s d em á s, o n o lo g r a le g itim a r lo d e sp u é s d e c o n q u is­
ta r lo y e n to n c e s n o es u n p r ín c ip e sin o u n e n e m ig o . La d ifere n cia
n o s e e sta b le c e en tr e p r ín c ip e b u en o y m a lo , s in o en tr e p rín cip e
y n o p r ín c ip e. N o m e en tr e te n g o en e s te m o m e n to en la le g itim a ­
c ió n p o s t f a c tu m , q u e e s lo q u e lo s ju r is ta s lla m a n a h o ra p rin cip io
d e e fe c tiv id a d , o sea , el p r in c ip io p o r el cu a l es le g ítim o el p o d er
q u e lo g r a “e fe c tiv a m e n te ” im p o n e rs e , p o r q u e te n d re m o s o c a sió n
de h a b la r de e lla m u ch a s v e ce s d u ra n te la s le c c io n e s. P or a hora
b a ste d ec ir q u e si n o se a c ep ta se el p r in c ip io d e e fe ctiv id a d , n in gú n
p o d er sería , en ú ltim a in sta n cia , leg ítim o : n o s p o d em o s m o v er d e
u n p o d er le g ítim o a o tr o , p ero fo r z o sa m e n te se lleg a rá a u n p u n to
en el q u e n o s e n c o n tr e m o s c o n u n p o d er c o m o el de A tlan te q u e n o
r ep o sa m á s q u e en sí m is m o , e s d ecir, en su ca p a c id a d d e h a c erse
v aler.
C o m o h e m o s v is to , B o d in o n o s ó lo d istin g u ió el rein o de la ti­
ra nía, s in o ta m b ié n la m o n a rq u ía tir á n ica d e la m o n a rq u ía d e s ­
p ó tica . ¿Q ué lu g a r o c u p a la m o n a rq u ía d e sp ó tic a en el s is te m a h o b ­
b e sia n o ? C om o d e c o stu m b r e , c ito u n p á rrafo e x trem a d a m en te
cla r o d el c a p ítu lo x x d e l L e v ia tá n :
El dominio adquirido por conquista o victoria en la guerra es el que
algunos escritores llaman despótico, de "despotes” que significa señor
o amo, y es el dominio del amo sobre su siervo (ed. cit., voi. i,
p. 166).
100
HOBBES
N o h ay n ad a q u e d ecir so b re la d e fin ic ió n d el d e sp o tism o : p o r
d e s p o tis m o to d o s lo s e sc r ito r e s e n tie n d en la fo r m a d e d o m in io en
la q u e el p o d er d el p r ín c ip e so b re su s s ú b d ito s es d e la m ism a n a tu ­
raleza q u e el p o d er d el a m o so b re su s e sc la v o s . E n ca m b io , c o n v ie n e
c o m e n ta r a u n q u e sea b re v e m en te la id e n tific a c ió n d el d e s p o tis m o
c o n el d o m in io o b te n id o m e d ia n te la c o n q u is ta y la v ic to r ia . B o d in o
ta m b ién h a b ía rela cio n a d o el d e s p o tis m o co n la co n q u ista , y co n la
v icto r ia , p ero h a b ía e sp e c ific a d o q u e d eb ía tr a ta rse de u n a g u erra
" ju sta ”. H o b b es ú n ic a m en te h a b la de c o n q u is ta y d e v icto ria : n o d ice
si la gu erra q u e se g an a d eb a ser ju sta . A u n qu e a p rim e ra v is ta la
o m is ió n p u ed e p a recer grav e, en rea lid a d H o b b es, n o só lo d esd e u n a
ó p tic a r ea lista , s in o ta m b ié n d e sd e el p u n to de v is ta d e la d o c tr in a
g e n era l de la guerra ju sta , tie n e to d a la razón . E n e fe c to , ¿ c ó m o
se p u ed e d istin g u ir un a gu erra ju sta d e u n a in ju sta ? A p esa r d e lo s
in te n to s de lo s te ó lo g o s y de lo s ju r is ta s p o r e sta b le c e r a p r io r i
la s ju s tific a c io n e s d e la s g u erra s, d e h e c h o , é sta s so n siem p re , h a sta
q u e d u ra el c o n flic to en tre lo s d o s c o n te n d ie n te s, ju sta s en a m b a s
p a rtes. Lo q u e fin a lm e n te d e te rm in a la ju s tic ia de la g u erra es la
v ictoria : a llí d o n d e n o h ay u n trib u n a l su p e r io r a la s p a r te s q u e p u e­
da h a cer gan ar a q u ien tie n e razón , la tie n e el q u e ga na . E n lo s
tie m p o s de B o d in o y de H o b b es la gu erra en tr e E sta d o s era c o m ­
p ara d a c o n el d u elo: era un d u elo p ú b lic o m ie n tra s q u e é ste
b ie n p o d ía co m p a r a r se co n u n a g uerra p riv ad a. Y c o m o to d o s s a ­
b en , en el d u elo la so lu c ió n de u n a c o n tr o v e rs ia es co n fia d a a la
r es p u es ta de la s arm as: la v ic to r ia es la p r u eb a d e la ju stic ia . D e­
cía , p o r ta n to , q u e H o b b es tie n e ra zó n cu a n d o h a b la ú n ic a m en te
d e c o n q u ista y d e v ictoria: si en tr e d o s c o n te n d ie n te s q u e n o r eco ­
n o c e n p o r e n c im a de e llo s n in g ú n ju ez su p e r io r se d es en ca d en a
u n a guerra , la v ic to r ia e s el ú n ic o cr iter io p ara d is tin g u ir q u ién
tie n e razón y q u ién n o la tien e. P ero si la c o n q u is ta y la v ic to r ia
so n el o rig en d el E sta d o d e sp ó tic o , p ara H o b b es a q u élla s n o c o n s ­
titu y e n la ju stific a c ió n , el p r in c ip io d e le g itim id a d d e é ste . La v er­
d a d era in n o v a ció n fr en te a la teo ría tr a d ic io n a l d el d e s p o tis m o
es in tro d u c id a p o r H o b b es al en u n cia r el p r in c ip io de le g itim a c ió n
en el sig u ie n te fra g m en to :
Este dominio [se entiende el despótico] es adquirido por el vencedor
cuando el vencido, para evitar el inminente golpe de muerte, pacta
por palabras expresas o por otros signos suficientes de la voluntad
que mientras se le preserve la vida y la libertad de su cuerpo el
vencedor usará de todo ello a su gusto (L eviatán, cap. xx, ed. cit.,
vol. I , p. 166).
HOBBES
101
C o n firm a d o p o r e s te o tr o p a sa je:
No es por eso la victoria lo que proporciona el derecho de dominio
sobre el vencido, sino su propio pacto. Ni está él obligado porque foe
conquistado, esto es, golpeado, pretendido, o puesto en fuga, sino
porque viene y se somete al vencedor (ib id .) .
Lo q u e r e su lta c la r o d e e s to s fr a g m e n to s es q u e e l fu n d a m en to
d el p o d er d e s p ó tic o , la razón p o r la cu a l ta m b ié n p u ed e e n c o n ­
trar e n c ie r ta s c ir c u n sta n c ia s su le g itim a c ió n , e s e l m is m o c o n s e n so
d e q u ie n se s o m e te . H a sta a h o ra h a b ía m o s v is to ju stific a d o el
d e s p o tis m o e x n a tu r a (A r is tó te le s ), y e x d e lic to (B o d in o ), a q u í lo
v e m o s ju s tific a d o e x c o n tr a c tu . E sta te s is ta m b ién co m p a g in a p er­
fe c ta m e n te c o n la ló g ic a de to d o e l s is te m a d el p e n sa m ie n to hobb e sia n o . ¿P o r q u é lo s in d iv id u o s sa le n d el e sta d o d e n a tu ra leza y
d a n v id a c o n su s v o lu n ta d e s c o n c o rd a n te s al E sta d o civil? C om o
s e sa b e , la ra zó n q u e e sg r im e H o b b es es q u e el e sta d o de n a tu ra ­
leza , sie n d o u n e sta d o de guerra d e to d o s co n tr a to d o s, es u n e s ­
ta d o e n el q u e n a d ie tie n e la g a r a n tía d e su vida: p a ra sa lv a r la
v id a lo s in d iv id u o s co n s id e ra n n e c es a r io so m e te r s e a u n p o d er c o ­
m ú n q u e sea ta n fu er te q u e p u ed a im p ed ir el u s o de la fu erza p ri­
va da. D ich o d e o tr o m o d o : el E sta d o su rg e de u n p a cto q u e lo s
in d iv id u o s e sta b le c e n en tr e e llo s y q u e tie n e el o b je tiv o de o b ten er
la seg u rid a d d e la v id a m ed ia n te la su m is ió n recíp r o c a a u n so lo
p o d e r. E n n a d a e s d ifer e n te en cu a n to a c o n te n id o y o b je tiv o el
p a c t u m s u b ie c tio n is q u e se da e n tre el v e n c ed o r y e l v e n c id o . E l
v e n c ed o r te n d ría el d er ech o de q u ita rle la v id a a l v en c id o , e l cual
pa ra p er m a n e cer v iv o ren u n c ia a su lib erta d . E n tre el v en ced o r
y el v e n c id o tie n e lu g a r u n v e rd a d ero in te r c a m b io de p resta cio n es :
e l v e n c id o m e d ia n te su su m is ió n o fr e ce a l v e n c ed o r su s se r v ic io s,
e s d e cir, le p r o m e te serv irlo; el v e n c ed o r, p o r su p arte, o fr e c e a l
v e n c id o su p r o te c ció n . T a n to en el p a c to q u e d a o rig en al E sta d o
c iv il c o m o en el q u e e x is te en tr e el v e n c ed o r y el v en cid o el b ien
su p r e m o , a l q u e se ap eg a , en el p rim er c a s o , la v o lu n ta d d e lo s
in d iv id u o s q u e in te n ta n s a lir d el e sta d o de n atu ra leza , en el se ­
g u n d o , la v o lu n ta d d el v e n c id o , es la v id a.
^
C o m o se h a d ic h o , o tr a ca ra c te rístic a de la so b era n ía es la in d i­
v is ib ilid a d , d e la q u e d eriva la seg u n d a te s is h o b b esia n a , q u e n o s
in te r e sa co m en ta r: la c rític a de la te o r ía d el g o b ier n o m ix to . Co­
m e n z a m o s co n la le ctu r a de u n fr a g m en to to m a d o d el D e c iv e :
102
HOBBES
Hay quienes consideran que es necesaria la existen cia de un poder
soberano en el Estado; pero sostien en que, si este poder se deposi­
tase en las m anos de uno solo o de una asam blea, se daría lugar,
para los otros, a u n E s ta d o d e o p re sió n servil. Para evitar esta
degeneración de los ciudadanos a esclavos del poder soberano, pien­
san que pueda existir un E stado com puesto por las tres form as de
gobierno anteriorm ente descritas, pero al m ism o tiem po diferente
de cada una de ellas; llam an a estas form as de E stado m onarquía
m ixta, aristocracia m ixta o dem ocracia m ixta según cuál de las tres
form as predom ina. Por ejem plo, si la designación de m agistrados y
las deliberaciones en torno a la guerra y la paz están en poder del
rey, la adm inistración de la ju sticia reside en los notables, la fijación
de im puestos en el pueblo, y la facultad de prom ulgar leyes queda
e n los tres, un E,stado recto ju stam en te es denom inado m onarquía
m ixta. Aun adm itiendo que pueda existir un E stado de este tipo, no
se o b te n d r ía p o r ello u na m a y o r lib e r ta d para los ciudadanos. En
efecto m ientras todos los poderes estén de acuerdo entre ellos, la
sujeción de todo ciudadano es tan grande que no podría ser mayor;
si en cam bio nace algún disenso, rápidam ente se cae en la guerra
civil y en el derecho de espada privada, lo que es peor que cualquier
sujeción {De cive, VII, 4, las cursivas son m ía s ).
P ara H o b b es, u n p u n to in a m o v ib le e s q u e el p o d er so b e ra n o n o
p u ed e ser d iv id id o m á s q u e a riesg o d e d estr u irlo . In c lu s o c o n s i­
d era c o m o u n a te o r ía s e d ic io sa a la q u e a fir m e q u e el p o d er s o b e ­
ran o es d iv isib le , y q u e u n g o b ier n o b ie n o r d en a d o d eb ería p r o h i­
b irla . C uan do a b o rd a la s te o r ía s s e d ic io sa s en fa tiza c o n en erg ía su
a rg u m en to:
Tam bién hay quienes subdividen el poder soberano para atribuir
la facultad de declarar la guerra y de acordar la paz a una sola
persona (que llam an rey), pero el derecho de im poner tributos no
lo atribuyen a él sino a otros. Sin em bargo com o el dinero es el
nervio tanto de la p e r r a com o de la paz, quienes dividen la sobe­
ranía com o se ha dicho, o no la dividen de hecho, porque le dan el
poder efectivo a quien dispone de las finanzas y al otro solam ente
un poder nom inal, o si lo dividen disuelven el E stado, porque no se
puede hacer la guerra si es necesario, ni conservar la tranquilidad
pubhca, sin dinero {De cive, X II, 5).
E l r a zo n a m ie n to h o b b e sia n o es d e u n a sim p licid a d ejem p la r: si
e fe c tiv a m e n te el p o d er so b e ra n o e stá d iv id id o , y a n o e s so b e ra n o ,
SI co n tin ú a sie n d o so b e ra n o q u iere d ec ir q u e n o e stá d iv id id o , lo
cu al sig n ific a q u e la d iv isió n so la m e n te es a p a ren te. S a b em o s m u y
bien cu á l es la situ a c ió n h is tó r ic a d e la q u e n a ce la r eflex ió n hob besia na: es la c o n tie n d a en tr e el rey y el p a r la m en to en Tnghitérra
HOBBES
103
q u e d io o rig en a la g uerra civ il, es d ecir, a la d is o lu c ió n d el E s­
ta d o . H o b b es c o n s id e ra r e sp o n sa b le s de e sta d is o lu c ió n a q u ie n es
d e d iv er sa s m a n era s so stu v ie r o n q u e el p o d er so b er a n o d e b ía ser
d iv id id o en tre el rey y el p a r la m en to . La d o ctrin a d o m in a n te en tre
lo s c o n s titu c io n a lis ta s in g les e s d u ra n te v a rio s sig lo s era q u e la m o ­
n a rq u ía in g le sa fu e se u n a m o n a rq u ía m ix ta , y h a b ía sid o rep etid a
p o c o a n tes d e la gu erra c iv il en 1642 p o r el rey C arlos I, en u n a
d e su s c lá sic a s a firm a cio n es:
La experiencia y la sabiduría de nuestros antepasados m odelaron
este gobierno m ediante una com binación de form as [m onarquía,
aristocracia, dem ocracia] para dar al régim en (en los lím ites perm i­
tidos por la providencia humana) las ventajas de las tres, sin los
inconvenientes de cada una, a fin de que haya un equilibrio entre
los tres e sta te s y que ellos cam inen juntos por su propia vía (de la
Answer to the N ineteen Propositions, que cito de L. D'Avack, "La
teoría della m onarchia m ista n e llln g h ilterra del Cinque e del Seicen­
to ”, R e v is ta In te rn a zio n a le d i filo s o fia d el d ir itto , 1975, p. 613).
S o b re to d o en el p rim er fr a g m e n to d eb e o b serv a r se el señ a la ­
m ie n to a la lib erta d de lo s ciu d a d a n o s, en a rb o la d a c o m o a rg u m en to
de lo s p a r tid a rio s d el g o b ie rn o m ix to . C om o h e m o s v is to , el argu ­
m e n to tr a d ic io n a l en fa v o r d el g o b ier n o m ix to era el de la e sta b i­
lid ad; m a s ta m b ié n in d ic a m o s q u e en M aq u iav elo a p arece u n se ­
g u n d o , el de la g ara n tía d e la lib erta d . E n s ín te s is , la a p o lo g ía del
g o b ier n o m ix to se b a sa en d o s a rg u m en to s: e x p a r te p r in c ip is , en
la m a y o r e sta b ilid a d d el E sta d o ;
p a r te p o p u li, en la m a y o r li­
b er ta d de lo s ciu d a d a n o s. H o b b es to c a el te m a de la lib er ta d a llí
d o n d e recha za al g o b ie rn o m ix to c o n b a s e en el b in o m io serv i­
d u m b re-lib ertad ; p ero n o d e scu id a el a r g u m en to de la e sta b ilid a d ,
en cu a n to m u es tr a q u e la c o n sec u e n c ia in ev ita b le d el g o b ier n o m ix ­
to es la d is o lu c ió n d el E sta d o y la guerra c iv il. Para H o b b es , igu a l
q u e p a ra B o d in o , el in c o n v e n ien te d el g o b ie rn o m ix to es p r e c is a ­
m e n te e l de llev a r a c o n se c u e n c ia s o p u e sta s a la s q u e se h ab ía n
im a g in a d o su s p a rtid a rio s: en p rim er lu ga r a la in e sta b ilid a d q u e
e s lo co n tra rio de la tan trilla d a e sta b ilid a d q u e le a tr ib u y ero n al
g o b ie r n o m ix to P o lib io y M a q u ia velo. U na c o n c ep ció n de e ste tip o
n o p o d ía r efle ja rs e en el ju ic io so b re lo s g o b ier n o s m ix to s h is tó ­
r ic a m en te r e c o n o c id o s y p r in c ip a lm e n te en el g o b ier n o ro m a n o . E n
el L e v ia tá n h a y u n p á rra fo d e d ic a d o a lo s E sta d o s q u e se d e sin ­
teg ra n p o r la fa lta d e u n p o d er a b so lu to ; la rep ú b lica ro m a n a es
el e je m p lo h is tó r ic a m e n te m á s sig n ific a tiv o de e s to s E sta d o s. Al
r es p e c to H o b b es escrib e:
104
HOBBES
M ientras el antiguo gobierno rom ano estaba form ado por el senado
y el pueblo de Roma, de hecho ni el senado ni el pueblo tenían todo
el poder, cosa que causó prim ero las sed iciones de Tiberio Graco,
Cayo Graco, Lucio Saturnino y otros; y, después, las guerras entre
el senado y el pueblo bajo Mario y Sila, y de nuevo bajo Pom peyo
y César, hasta la extinción de su dem ocracia y el establecim ien to de
la m onarquía {Leviatán, cap. x x ix , ed. cit., vol. i, p. 265).
No hace fa lta decir que Polibio y H obbes se refieren a periodos
diferentes de la h isto ria rom ana, y que p o r ta n to am bos pueden
ten er razón; pero es un hecho que p a ra sostener la tesis de la ines­
tabilidad del gobierno m ixto, H obbes hace uso de un argum ento
histórico de la m ism a constitución que había sido exaltada com o
m aravilloso ejem plo de estabilidad. P or lo que se refiere al gran
ejem plo de gobierno m ixto, el gobierno de E sp arta, H obbes utiliza
la o tra cara del dilem a (si v erdaderam ente el E stado es m ixto no
es estable, si es estable ciertam ente no es m ixto) en un fragm ento
en el que in te rp re ta la constitución esp a rta n a com o un gobierno
aristocrático, de acuerdo con una antigua y sólida tradición:
El rey cuyo poder es lim itado no es superior a aquel o aquellos que
tienen el poder para lim itarlo; y quien no es superior no es suprem o,
esto es, no es soberano. En consecuencia, la soberanía estuvo siem pre
en esa asam blea que tenía el derecho de lim itarlo y, por consiguiente,
el gobierno no es m onarquía, sino dem ocracia o aristocracia, com o
sucedió en la antigüedad con E sp a rta , donde los reyes tenían el privi­
legio de dirigir sus ejércitos, pero donde la soberanía radicaba en
los é fo ro s {Leviatán, cap. x ix , ed. cit., vol. i, p. 158).
De la crítica hobbesiana del gobierno m ixto b ro ta o tro problem a
que ya he m encionado pero que es h o ra de in d icar to d a su im por­
tancia. Se tra ta de la sobreposición, e incluso de la confusión n o r­
m alm ente no reconocida y p o r ta n to tra slad a d a sin sentido crítico
en tre teoría del gobierno m ixto y teo ría de la separación de poderes.
Me ap resu ro a decir que de los fragm entos citados re su lta claro
que la crítica de H obbes al gobierno m ixto es al m ism o tiem po, e
incluso fundam entalm ente, u n a crítica a la separación de poderes.
¿G obierno m ixto y separación de poderes son la m ism a cosa? Sí
y no. Lo pueden ser, pero tam bién pueden no serlo. Antes de con­
sid erar esto un poco m ás a fondo, conviene c ita r o tro fragm ento
hobbesiano, de gran agudeza y perspicacia:
A veces puede haber tam bién en el gobierno m eram ente civil m ás
de un alma. Como cuando el poder de recaudar dinero (ciuc es la
HOBBES
105
facultad nutritiva) ha dependido de una asam blea general, el poder
de conducta y m ando (que es la facultad locom otriz) ha depen­
dido de un hom bre, y el poder de hacer leyes (que es la facultad
racional) ha dependido del consentim iento accidental de un tercero.
E sto pone en peligro a la república, algunas veces por falta de buenas
leyes, pero m ás a m enudo por carecer del alim ento necesario para
la vida y el m ovim iento. Pues aunque pocos perciben que tal go­
bierno no es gobierno sino división del Estado en tres facciones,
llam ándolo m onarquía m ixta, la verdad es que no se trata de un
E stado independiente, sino de tres facciones independientes; no de
una persona representativa, sino de tres. En el reino de Dios puede
haber tres personas independientes sin ruptura de la unidad en el
Dios que reina; pero donde los hom bres reinan no puede perm itirse
una diversidad de opiniones. Y, por tanto, si el rey ostenta la re­
presentación del pueblo y la asam blea general ostenta tam bién esa
representación, y otra asam blea representa una parte del pueblo, no
son una persona ni un soberano, sino tres personas y tres soberanos.
A qué enferm edad en el cuerpo natural del hom bre puedo comparar
exactam ente esta irregularidad de un Estado, es cosa que no sé. Pero
he v isto a un hom bre que tenía a otro hom bre creciendo de su
flanco, con cabeza, brazos, pecho y estóm ago propios. Si hubiese te­
nido a otro hom bre creciendo desde el otro flanco la com paración
podría entonces haber sido exacta {Leviatán, cap. x x ix , ed. cit.,
vol. I , p . 272).
P or si n o b a s ta s e n las c ita s a n te rio r es, la o p in ió n q u e H o b b e s
tie n e d el g o b ie r n o m ix to se refu erza co n lo s ú ltim o s ren g lo n es; el
g o b ier n o m ix to es co m p a r a d o co n a lg o m o n str u o so . E n el rein o
d el E sp ír itu , la u n ió n de las tres p e r so n a s g en era la T rin idad , p ero
en e l te rren a l, la u n ió n de la s tres p a r te s d el E sta d o da o rig en a
m o n str u o s. ¿C uál es el b la n co v erd a d ero de la c rítica h o b b e sia n a ?
S i se v u e lv en a le er a te n ta m en te lo s p rim er o s ren g lo n es, q u e p o r
lo d em á s r ep ite n c o sa s ya d ich a s en lo s fr a g m e n to s a n terio r m e n te
c ita d o s , se o b serv a q u e la c rítica de H o b b es v a co n tr a la sep a ­
r a ció n d e la s p r in c ip a le s fu n c io n e s d el E sta d o y de su a sig n a c ió n
a ó rg a n o s d ifer e n te s. ¿E ra é sta la id ea o rig in a l d el g o b ier n o m ix to ,
c o m o fu e d is e ñ a d a p o r lo s g rieg o s? E sta id ea n o n a c ió de la e x i­
g en cia d e d iv id ir e l p o d er ú n ic o d el E sta d o , sin o p r e cisa m e n te del
c o n c e p to co n tr a r io , o sea , de la n e c es id a d de in teg ra r en la u n id a d
la s d ife r e n te s c la se s q u e c o n stitu y e n un a so cie d a d co m p le ja . La s o ­
b r e p o s ic ió n d e la te o r ía d e la sep a ra ció n de p o d er es y de la d el
g o b ie r n o m ix to , su c ed e ú n ic a m en te p o rq u e se b u sca h a c er c o in c i­
d ir la tr ip a r tic ió n d e la s fu n c io n e s p r in c ip a le s d el E sta d o , q u e de
a cu e rd o con lo s p a rtid a rio s de la sep a ra ció n de p o d er es d eb erían
ser d iv id id a s, es d ecir, a trib u id a s a ó r g a n o s d ifere n tes, co n la d e s­
HOBBES
HOBBES
a g r eg a ció n y u n ific a c ió n de la s c la se s q u e co m p o n en u n a so cie d a d
c o m p le ja y d e la s c u a le s, ca d a u n a , d e a c u erd o c o n lo s p a r tid a rio s
d el g o b ie rn o m ix to , d eb ería te n e r su p r o p io ó rg a n o d e rep resen ­
ta c ió n en el E sta d o c o m p u e s to , y, p r e cisa m e n te p o r e sto , “m ix t o ”.
P ero ta l c o in c id e n c ia d e n in g u n a m a n era e s n ec esa ria . V e a m o s u n
p o c o m á s d e cerca e sta c u e stió n . S i s e a d m ite q u e la s fu n c io n e s
d el E sta d o so n tr e s — la le g is la tiv a , la e je c u tiv a y la ju d ic ia l— , la
id e n tific a c ió n de la p rá ctica d e la d iv isió n de p o d er e s c o n la rea li­
d a d d el s is te m a p o lític o , lla m a d o “m ix t o ”, p u ed e d a rse s o la m e n te
si a ca d a fu n c ió n c o r r e sp o n d e u n a d e la s tre s p a r te s d e la so cie d a d
(rey, n o ta b le s, p u e b lo ), o sea , si se p u ed e c o n c e b ir u n E sta d o en
e l cu a l, su p o n g a m o s , al rey le sea c o n fia d a la fu n c ió n e je cu tiv a , al
sen a d o la ju d ic ia l y al p u eb lo la le g is la tiv a . P ero lo s p rim e ro s te ó ­
r ico s d el g o b ier n o m ix to ja m á s so stu v ie r o n u n a id ea d e e ste tip o .
E n to d o c a so , e l g o b ier n o m ix to p e r fe c to es e x a cta m en te lo o p u e s ­
to: e s a q u el g o b ie rn o en e l cu a l la m is m a fu n c ió n , e n tie n d o la
fim c ió n p rin cip a l, la le g is la tiv a , es e je rc id a h a b itu a l y c o n ju n ta ­
m e n te p o r la s tre s p a r te s q u e co m p o n en al E sta d o ; o sea , p a ra
p er m a n ec er fie le s a la c o n s titu c ió n q u e H o b b es tie n e en m e n te, al
m is m o tie m p o p o r e l rey, lo s lo r es y lo s c o m u n es . E n e l g o b ie rn o
m ix to n o h a y n in g u n a c o rr e sp o n d e n c ia n e c esa r ia en tr e la s tres
ftm cio n e s d el E sta d o y la s tre s p a rtes d e la so c ie d a d q u e se re in ­
te g ra n en el s is te m a p o lític o p r o p io d e l g o b ier n o m ix to . La d ifi­
c u lta d d e la id e n tific a c ió n a u m en ta s i se to m a e n c o n sid e ra c ió n el
h e c h o de q u e lo s te ó r ic o s d el g o b ier n o m ix to siem p r e h a b la ro n d e
tre s c la se s o E sta d o s en lo s q u e e stá d iv id id o el p o d er d e u n a s o c ie ­
d a d c o m p le ja , m ie n tra s lo s te ó r ic o s d e la sep a r a c ió n d e p o d er e s
fr e cu en te m en te red u jer o n a d o s la s fu n c io n e s b á s ic a s d el E sta d o ,
la le g is la tiv a y la e je cu tiv a . E n e s te c a so n o p u ed e d a rse la c o ­
r re sp o n d en cia e n tre lo s tre s p o s ib le s s u je to s d el g o b ie r n o (rey,
n o ta b le s y p u eb lo ) y la s fu n c io n e s d e l E sta d o ; a llí d o n d e la
a r tic u la c ió n d el p o d er d e l E sta d o c o n te m p la la m a n e ra e n q u e e stá n
d iv id id a s la s fu n c io n e s q u e le c o m p e te n a l E sta d o m á s q u e a lo s
p o s ib le s s u je to s d el p o d er e sta ta l, la in ter p r e ta c ió n m á s c o rre cta
d e la rea lid a d e s la b o d in ia n a , q u e v e en el E sta d o c o m p u e s to u n a
d is tin c ió n en tre E sta d o y g o b ie rn o , en lu g a r d e la te o r ía d e l g o ­
b ie r n o m ix to q u e o b serv a en e llo u n a c o m p o s ic ió n e n tr e la s d ife ­
r en te s c la se s so cia les .
La te o r ía p o lític a m á s im p o r ta n te q u e v ie n e d e sp u é s es la d e
J o h n L ock e, e x p u e sta en lo s D o s e n s a y o s s o b r e e l g o b ie r n o c iv il
(1 6 8 0 ). J u s ta m e n te L ock e p a sa a la h is to r ia c o m o el te ó r ic o d e la
m o n a rq u ía c o n s titu c io n a l, e s d ecir, d e u n s is te m a p o lític o b a sa d o
a l m is m o tie m p o en la d o b le d is tin c ió n en tr e d o s p a r te s d el E s ­
ta d o , el p a r la m e n to y el rey, y en tr e d o s fu n c io n e s d el E sta d o , la
fu n c ió n le g is la tiv a y la e je cu tiv a , y en u n a c o r r e sp o n d e n c ia c a si
p e r fe c ta en tr e la s d o s d is tin c io n e s, en cu a n to el p o d er le g is la tiv o
em a n a d el p u e b lo q u e tie n e su r ep re sen ta ció n en el p a rla m en to
y el p o d er e je c u tiv o es d ele g a d o p o r el p a r la m e n to a l rey. U na
c o n s titu c ió n de e s te tip o n o es u n g o b ier n o m ix to en e l se n tid o
tr a d ic io n a l d e la p a la b ra (y p o r lo d em á s ta m p o c o L ock e lo c o n ­
sid e ra a s í); es u n a c o n s titu c ió n q u e se p o d ría lla m ar, d e a cu erd o
c o n la in te r p r e ta c ió n b o d in ia n a , d em o c rá tic o -m o n á rq u ic a , o sea,
u n a c o n s titu c ió n en la cu a l la so b era n ía d el E sta d o p e r te n e ce al
p u eb lo , y el g o b ie rn o , e n te n d id o c o m o e je r c ic io d el p o d er e je c u ­
tiv o , al rey.
106
107
V IC O
IX . V IC O
Y a h e te n id o o p o r tu n id a d d e n o m b ra r a G ia m b a ttista V ico a p ro ­
p ò s ito d e la teo r ia c ic lic a d e P o lib io . T a m b ién la te o r ia d e la h is to ­
ria d e V ico e s c ic lica . A qu í p r e te n d o m o str a r q u é p a rte o c u p a la
te o r ia tra d ic io n a l d e la s fo r m a s d e g o b ier n o en la c o n c e p c ió n g e­
n era l d e V ic o so b r e el d e sa r r o llo h is tó r ic o . Al r eto m a r la d is tin ­
c ió n , m u ch a s v e ce s m e n c io n a d a , en tre u s o s is te m á tic o , p r e sc r ip tiv o
e h is tó r ic o d e la te o r ía d e la s fo r m a s d e g o b ie r n o , d ig o in m ed ia ­
ta m en te q u e en la d o c tr in a d e V ico p r e v a le c e e l u s o h istó r ic o :
la te o r ía tr a d ic io n a l d e la s fo r m a s d e g o b ie r n o e s e m p le a d a p o r
V ico p r in c ip a lm e n te p a ra trazar la s lín ea s d el c u r so h is tó r ic o q u e
la s n a c io n e s tr a n sita n en e l a v a n ce d e la b a rb a rie a la civ iliz a c ió n .
E n p a r tic u la r m e refie r o a la p rin c ip a l o b r a d e V ico , L a s c ie n z a
n u o v a , d e la q u e a p a re cie ro n d o s e d ic io n e s , lla m a d a s r es p e c tiv a ­
m e n te, L a s c ie n z a n u o v a p r i m a (17 2 5 )* y L a s c ie n z a n u o v a s e c o n d a
(1 7 4 4 ). L a s c ie n z a n u o v a e sc r ita en ita lia n o , fu e p re ced id a p o r u n a
o b ra la tin a en tre s p a r tes titu la d a I I d i r i t t o u n iv e r s a le , c o m p u e s ta
e n tr e 1720 y 1723, q u e p u ed e se r co n sid e ra d a c o m o la p rim era e d i­
c ió n o e l p rim er e sb o z o d e la o b r a m a y o r. C ie rta m en te n o e s el
m o m e n to d e d e cir en q u é c o n s is te la “n u ev a ” c ie n c ia q u e V ic o se
p r o p u so escrib ir: m e lim ito a d ec ir q u e se tra ta fu n d a m en ta lm e n te
d e u n a filo s o fía d e la h is to r ia , u n in te n to g r a n d io so (el m a y o r a n ­
te s d e l d e H egel) d e d es cu b rir la s le y es g en era le s q u e d e ter m in a n
el cu rso h is tó r ic o u n iv e rsa l, y q u e, p o r ta n to , p e r m ite n c o m p r e n ­
d er e l s e n tid o d e la h isto r ia . (P ara d a r u n " s e n tid o ” a la h is to r ia
e s n e c es a r io d e scu b rir la " d irección " e n la q u e se m u ev en lo s h o m ­
b re s q u e s o n su s a r tífic e s, y p a ra e n te n d er e sta d ir e cc ió n h a ce fa lta
su rca r la s d ifer e n te s e ta p a s d el m o v im ie n to h is tó r ic o , d escu b rir
la s ra zo n es p o r la s q u e se d a el p a so de im a eta p a a o tra , y r eco ­
n o c e r el fin , e l te lo s , d e l m o v im ie n to g en era l.)
L as p r in c ip a le s c a te g o ría s m e d ia n te la s c u a le s V ic o tra ta d e
c o m p r en d e r e l m o v im ie n to h is tó r ic o , si n o en su to ta lid a d , c o m o
v e re m o s m á s a d ela n te, p o r lo m e n o s e n su p a r te m á s im p o rta n te ,
so n u n a v ez m á s la s tre s fo r m a s c lá sica s d e g o b ie r n o , q u e V ic o
d is p o n e en e l sig u ie n te orden: a r isto c ra cia , d e m o c r a cia y m o n a r ­
* F x is tc u na tra d u cción al es p a ñ o l d e e s ta o b ra, p u b lica d a p o r el F o n d o
d e C u ltu ra E co n ó m ica , co n el títu lo L a p r im e r a c ie n c ia n u e v a , [ t . )
108
109
quía; ca m b ia n r a d ic a lm en te el tr a d ic io n a l (el le g a d o p o r A r istó te le s
y P o lib io , ta n s ó lo p a ra d ar lo s e je m p lo s m á s d e s ta c a d o s ), q u e
era m o n a rq u ía , a r isto cr a c ia y d e m o cr a cia . U no d e lo s p u n to s d e
p a r tid a de la c o n c ep ció n de V ico d e la h is to r ia es q u e, u n a v ez
q u e la h u m a n id a d sa lió d e la fa s e p r e e s ta ta l q u e c o rr esp o n d e
a l e sta d o de n a tu ra leza de lo s iu s n a tu r a lis ta s, la p rim era fo r m a de
E sta d o fu e la rep ú b lic a a r isto cr á tic a , s eg u id a p o r la rep ú b lica p o ­
p u la r para d e sem b o c a r en la m o n a rq u ía . P ero v a y a m o s e n o rden:
V ic o h a b la d e e sta s tre s fo r m a s d e E sta d o c o n lu jo d e d e ta lles en
u n a p a rte d e I I d i r i t t o u n iv e r s a le , d e la q u e, s ir v ié n d o m e de un a
tr a d u cc ió n d e l sig lo x ix , m u es tr o la s s ig u ie n te s d e fin ic io n e s:
El gobierno aristocrático o de los notables se basa en la conserva­
ción, en la tutela del Orden de los Patricios que lo ha constituido,
y es una máxima esencial de su política (es decir), sólo a los patri­
cios se les atribuyen los auspicios, los poderes, la nobleza, los
matrimonios, los magistrados, los comandos y los sacerdocios [ . . . ]
Son condiciones del gobierno popular la paridad de los sufragios,, la
expresión libre de las opiniones y el acceso equitativo de todos a
todos los honores, sin excluir a los más altos, en razón del censo,
o sea, del patrimonio [ . . . ] El carácter del reino o de la m onarquía
es la señoría de uno sólo en la cual reside el soberano y muy libre
arbitrio de todas las cosas (D ell'unico p rin c ip io e d e ll'u n ic o fin e del
d ir itto u n iv ersa le, trad. C. Sarchi, Milán, 1866, § 138, p. 134).*
D e e s ta s d e fin ic io n e s p o d e m o s p r e se n ta r u n a p rim er a o b se r ­
v a ció n : e l m u n d o h is tó r ic o q u e V ico h a ce o b je to d e su s r e fle x io n es
y d el q u e r e c o p ila p r in c ip io s y le y e s, es la h is to r ia de R om a . D e
la m e d it a c ió n d e la h is to r ia ro m a n a é l d ed u ce la le y de su c e s ió n
d e lo s E sta d o s , q u e, c o m o d e c ía m o s , in v ie r te e n re la c ió n c o n la
in d ic a d a p o r lo s e sc r ito r e s g rieg o s. Al in te rp r eta r la é p o c a a n tig u a
d e lo s rey es d e R o m a c o m o im p e r io d o en e l cu a l se fo r m ó u n a
r ep ú b lica a r isto cr á tic a , é sta se p r o lo n g a h a s ta la c o n c e s ió n d e lo s
d e r ec h o s p ú b lic o s a la p leb e, d e la cu a l su rg ió la rep ú b lic a p o p u la r ,
q u e d e b id o a lo s d e só r d en es d e la s fa c c io n e s y d e la g u erra c iv il
te r m in ó e n e l p r in c ip a d o d e A u g u sto , d ic h o en o tr a s p a la b ra s, en
la m o n a rq u ía .
S in em b a r g o , la s u c e s ió n d e la s tre s fo r m a s d e g o b ie r n o , q u e
a b a rca to d a la h is to r ia d e R om a, n o e s m á s q u e u n a p a r te de la
h is to r ia u n iv er sa l. Lo q u e a tr a jo a V ic o y lo m o tiv ó p a ra rea lizar
* P a r a la tr a d u cc ió n a l es p a ñ o l d e lo s fr a g m en to s d e V ico q u e s e e n cu en ­
tran en ila lia n o a n tig u o , c u en to co n el a u x ilio d el p ro fe so r M ic h ela n g elo B o ­
y er o y dcl cloclo r F iero M eag lia. [x.]
111
V IC O
V IC O
in v e stig a c io n e s q u e c o n s titu y e n la m a y o r n o v e d a d d e su o b ra , fu e
el d e seo de c o n o c er lo s ''tiem p o s o scu ro s" , o sea , la s é p o c a s q u e se
d iero n a n tes d e la h is to r ia n arrad a y e sc r ita . La c o n o c id a te s is d e
V ico (a n tig u a p ero ren o v a d a en su im a g en y sig n ific a d o gen era l)
c o n sid e ra q u e el e sta d o p r im itiv o d el h o m b r e (q u e V ico p re sen ta
d e sp u é s d el d ilu v io , p a ra h a ce r ca m in a r p a r a le la m e n te su h is to r ia
su p u es ta m e n te p r o fa n a c o n la sag ra d a ) fu e u n ''es ta d o ferino " .
T esis n o n u ev a , d ijo , p o rq u e el e sta d o b e s tia l d el h o m b r e p r im i­
tiv o h a b ía sid o d e scr ito p o r L u crecio en u n cele b é r rim o fra g m en to
d el lib ro V d el D e r e r u m n a tu r a
. .v u lv iv a g o v i t a m tr a c ta b a n t
m o r e f e r a r u m ”, v, v e rso 9 3 2 ), en el q u e V ico se in sp ir ó . La ca ra c­
te r ís tic a d e e ste e sta d o en el q u e lo s h o m b r es s o n s e m e ja n te s a la s
b e stia s, es la fa lta d e to d a rela c ió n so c ia l y, p o r c o n sig u ie n te , la
c o m p le ta in e x is te n c ia d e c u a lq u ie r fo rm a de v id a a so cia d a , a u n de
la fa m ilia . (D ebe señ a la r se q u e a q u ello s q u e co m p a r a n la v id a
p r im itiv a d el h o m b re c o n la d e lo s a n im a le s, n o sie m p r e co n s id e ra n
a é s te o rig in a r ia m en te a so cia l, co n b a se en la o b se rv a c ió n d e q u e
m u c h a s e sp e c ie s a n im a le s ta m b ién v iv en en g rup o . D e en tre lo s
a u to re s q u e h a sta a q u í h e m o s a n a liza d o y q u e s o n p a rtid a r io s d e
la a n terio r o p in ió n , p o d em o s cita r a P o lib io , q u ien d e sp u é s d e c o m ­
p a ra r la v id a p r im itiv a d e lo s h o m b r es c o n la d e lo s a n im a le s
d ice q u e e llo s fu ero n " rea grup ad o s c o m o lo s a n im a le s y sig u ie n d o
a lo s m á s v a le ro so s y fu ertes" , V I, 5.) D e jo la p a la b ra a l m is m o
V ico , q u e d e scr ib ió la v id a de lo s h o m b r es p r im itiv o s , a lo s q u e
lla m a ta m b ién " b estia s" en u n fr a g m e n to m u y fa m o so :
r es p e c tiv a m e n te m o n á s tica , e c o n ó m ic a y c iv il. La a u to rid a d q u e
ca ra cteriza la v id a d el h o m b re p r im itiv o es la m o n á stic a , q u e e s
d e fin id a de la sig u ie n te m an era:
110
Errando com o anim ales en la gran selva de la tierra [ . . . ] para
vivir de las fieras que debieron existir en abundancia y para perse­
guir a las m ujeres que en tal condición debían ser salvajes, ariscas
y esquivas, y tom ando en cuenta que ellos se desbandaban para en­
contrar alim ento y agua, las m adres abandonaban a sus crios, que
crecían sin oír voz humana, y sin aprender las costum bres del hom ­
bre, en consecuencia se encontraron en una situación absolutam ente
b estial y ferina, en la cual las m adres, com o anim ales, apenas los
am am antaban, los dejaban revolcarse desnudos en sus propios ex­
crem entos; apenas destetados eran abandonados para siem pre {La
scie n za n u o v a seconda, cap. 369).
C om o se a p recia, el e sta d o sa lv a je es u n a c o n d ic ió n to ta lm e n te
a so cia l, y a q u e aun la p rim era fo r m a d e v id a s o cia l, la fa m ilia , n o
lo g r a c o n stitu ir se . E s u n e sta d o en el q u e el h o m b r e v iv e s o lo y
a is la d o . E n el D e lV u n ic o . . . (q ue es la p r im era p a r te de I I d i r i t t o
u n iv e r s a le ) V ico d istin g u e tres tip o s de a u to rid a d a la s q u e lla m a
La prim era autoridad jurídica que el hom bre tuvo en la soledad
puede ser llam ada m onástica o solitaria. Aquí entiendo igualm en­
te por soledad ya los lugares frecuentados, ya los deshabitados,
cuando en ellos el hom bre agredido y am enazado en su persona, no
puede recurrir al auxilio de las leyes [ . . . ] En virtud de esta auto­
ridad m onástica, el hom bre deviene soberano en la soledad, de m a­
nera que cuando es agredido debe protegerse, consciente de su su­
perioridad sobre el asaltante porque lo supera en el sentim iento
de la justicia, lo m ata ejerciendo un derecho de superioridad o de
soberanía {D elV unico . . . , ed. cit., §§ 98 y 99).
E n el e sta d o de n a tu ra leza d e sc r ito p o r H o b b es ta m b ié n cad a
h o m b r e v iv e p o r su cu e n ta y d eb e p ro cu ra r su d e fe n sa , p o r lo q u e
e s te e sta d o ter m in a en u n a gu erra de to d o s co n tr a to d o s; lo m is m o
a c o n te c e c o n el e sta d o de n a tu ra leza ilu str a d o p o r R o u sse a u en
e l D is c u r s o s o b r e e l o r ig e n d e la d e s ig u a ld a d e n tr e lo s h o m b r e s ,
en el q u e el h o m b r e p r im itiv o , id e n tific a d o c o n el b u en sa lv a je ,
v iv e d e m a n era sim p le , ru d im en ta r ia , sin te n er c o n ta c to c o n su s
se m e ja n te s sin o tan s ó lo c o n la n atu ra leza , p u es es c o n c eb id o c o m o
e sta d o " m o n á stico " , p a ra u sa r la e x p r es ió n v iq u ia n a , o sea, a so cia l.
A un a sí n o se p u ed en p a sa r p o r a lto la s d iferen cia s: p a ra V ico el
e sta d o sa lv a je es h is tó r ic o , e s to es, u n e sta d o q u e e stá en el o rig en
d e la v erd a d era h is to r ia de la h u m a n id a d ; p ara H o b b e s el e sta d o de
n a tu ra leza e s u n a h ip ó te sis ra cio n a l, es d ecir, la q u e d eriva de im a ­
g in ar q u é ser ía la v id a h u m a n a si n o h u b ie se u n p o d er c o m ú n para
im p ed ir el d e s en ca d en a m ie n to de lo s in s tin to s , p ero ta m b ié n es
el e sta d o a l q u e la h u m a n id a d reg resa ría ca d a v ez q u e se d e s in te ­
grara la a u to rid a d d el E sta d o (a sí c o m o su c ed ió en la g uerra c iv il
in g le sa y c o m o h a b itu a lm en te su c ed e en la s re la c io n es en tre lo s
E sta d o s q u e v iv en c o m o en u n e sta d o d e n a tu r a lez a ). E n cu a n to
al e sta d o de n a tu ra leza d el b u en sa lv a je de R o u ssea u , ta m b ié n se
p u ed e p e n sa r q u e e s te a u to r lo c o n c ib ie s e c o m o u n a c o n d ic ió n
h is tó r ic a , o sea , c o m o el e sta d o en el q u e v iv ier o n p e r so n a s sa lv a ­
je s a n tes d e ser in flu id a s (y seg ú n R o u sse a u co rro m p id a s) p o / l a
civ iliz a ció n . P ero la d ifer e n c ia c o n r es p e c to al e sta d o fe r in o de
V ic o e stá en la e v a lu a c ió n q u e pa ra R o u ssea u es p o s itiv a — el
e sta d o d el b u en sa lv a je es u n a c o n d ic ió n fe liz q u e la h u m a n id a d c o n ­
tem p la con n o sta lg ia a u n q u e sep a q u e n o p u ed e regresa r a e lla — ,
m ie n tra s q u e para V ico es n eg a tiv a — el e sta d o sa lv a je es u n a c o n ­
112
V IC O
d ic ió n de ex trem a in felic id a d y d e te s ta b le p o r la p érd id a de to d o
s e n tid o relig io so .
D e a cu erd o c o n V ico , la h u m a n id a d n o p a s ó d ir e cta m e n te d el
e sta d o fe r in o a la c o n d ic ió n de la s ''rep ú b licas'' (s i se to m a el
se n tid o la tin o de so cie d a d civ il o p o lític a ). E ste e sc r ito r c o lo c a u n
e sta d o in ter m e d io en tre el fe r in o y la c o n d ic ió n d e la s rep ú b lic a s.
T al e sta d o in ter m e d io ya n o es p r e h is tó r ic o , p ero ta m p o c o e s e s ta ­
ta l (o sea, es p r e e s ta ta l ) : el e sta d o de la s fa m ilia s, q u e es la s itu a ­
c ió n en la q u e se p r o d u cen la s p rim era s fo r m a s d e v id a a so cia d a , q u e
so n p r e cisa m e n te la s c o m u n id a d e s fa m ilia r es. V ico d e scr ib e in g e ­
n io s a m e n te la fo r m a en q u e se p a só d el e sta d o fe r in o a l d e la s
fa m ilia s: d es p u é s de u n la rgo tie m p o se c o y á rid o , c o n el p rim er
tr u en o y co n el p r im er rayo el h o m b re se a su s ta , a lza lo s o jo s y
''co n tem p la el cielo''. A sí a d q u iere u n a p rim era , a u n q u e to d av ía
va ga , c o n c ie n cia de la d iv in id a d . Con el te m o r a D io s n a c e la v er­
g üen za de la v id a sa lv a je y p r in c ip a lm e n te d el " am or fís ic o rea li­
za d o sin m ás". E l h o m b re lle v a a la m u je r a la ca v ern a p ara e s ­
co n d er el c o n c u b in a to de lo s o jo s de su s s e m e ja n te s, e in s tit u y e
a q u ella rela ció n d u ra b le co n su co m p a ñ era q u e c o n fo r m a el m a ­
tr im o n io d el q u e n a ce la v id a fa m ilia r. C on e sta d o c ta fá b u la V ico
q u iere d e m o stra r q u e la s in s tit u c io n e s c iv ile s, en p rim er lu g a r el
m a trim o n io (al q u e sig u e la sep u ltu ra d e lo s m u e r to s ), n a ce n d e
la relig ió n , y q u e el p a so d e la v id a sa lv a je a la h u m a n a s e d a cu a n ­
d o el h o m b r e co m ie n z a a alzar lo s o jo s al c ie lo .
E n d iv e rso s lu g a res V ico lla m a " esta d o de n a tu ra leza " a e sta
p rim era fa se de la h is to r ia d e la h u m a n id a d (a q u í d is tin g o el tér­
m in o " h istoria" d el de " p re h isto r ia " ). E n c o n se c u e n c ia , p a ra V ic o
el e sta d o de n a tu ra leza es u n e sta d o s o c ia l, c o n s titu id o p o r la fo r ­
m a p r im itiv a y n a tu r a l de a s o c ia c ió n q u e e s la fa m ilia . E sto d ifie re
d el p e n sa m ie n to h o b b e sia n o . A sim ism o , en c o n tr a s te c o n H o b b es
y to d o s lo s iu sn a tu r a lis ta s, ta l e sta d o d e n a tu r a lez a n o e s e l e sta d o
p r im itiv o de la h u m a n id a d , p o rq u e es u n a c o n d ic ió n en la cu a l e l
h o m b r e a l sa lir d el e sta d o a n im a l in icia la v id a so c ia l, a u n q u e sea
u n a fo r m a de v id a a so cia d a q u e n o es to d a v ía e l E sta d o . C om o se
h a señ a la d o , de a cu erd o c o n V ico d e sp u é s d e la a u to rid a d m o n á s­
tic a sig u e la e co n ó m ic a (" eco n ó m ico " q u e v ie n e d e la p a la b ra
g rieg a o ik o s q u e sig n ific a ca sa , lo m is m o q u e " fa m ilia " ). Y la d e­
fin e d e la sig u ie n te m an era:
. . . nació la autoridad económica o familiar, por la cual los padres
son soberanos en su familia. La libertad de los hijos cslá completa­
V IC O
113
mente en poder de los padres, por lo que éstos tienen el derecho
de vender al hijo [ . . . ] Los padres tienen la tutela de los hijos al
igual que la tienen sobre su casa o sobre sus cosas. Así pueden dis­
poner de ellos, los pueden ceder a otros imperativamente, como cual­
quier otra cosa de su pertenencia (D e lV u n ic o . . ed. cit., § 102).
E l fr a g m e n to te rm in a así:
De manera que las familias fueron un primero y pequeño esbozo de
los gobiernos civiles (ibid., § 103).
Q ueda p o r d ec ir q u e, de co n fo r m id a d c o n la tr a d ic ió n a n tig u a .
V ico e n tie n d e p o r so cie d a d fa m ilia r n o so la m e n te la fa m ilia n a ­
tu ra l, la fa m ilia en el se n tid o r es tr in g id o y m o d ern o de la p a la ­
bra, sin o la so cie d a d q u e co m p r e n d e a d em á s de lo s h ij o s y lo s
d e sc e n d ie n te s, ta m b ié n a lo s cr ia d o s, su b y u g a d o s p o r la a u to rid a d
del p a d re y d e p e n d ie n te s de ella . S e tra ta de la m a sa de lo s lla ­
m a d o s " fám ulos" o " clientes" c o n s titu id a p o r q u ie n es to d a v ía n o
h a n s a lid o d e la c o n d ic ió n a n im a l y q u e pa ra so b rev iv ir, cu a n d o
ya h a n su r g id o la s p r im era s fa m ilia s, se v en o b lig a d o s a s o m e te r se
a ella s. Q u isiera lla m a r la a te n c ió n en el h e c h o de q u e u n a vez
m á s la n e c es id a d de u n a a u to rid a d s o cia l, en e s te c a so la d el p a ­
d re de fa m ilia , n a ce d e u n a s itu a c ió n o b jetiv a de d esig u a ld a d : n o
s o la m e n te se tr a ta de la n a tu ra l en tr e el p a d re y el h ijo , sin o ta m ­
b ié n d e la d e sig u a ld a d so cia l en tre d o s c la se s de h o m b r es, q u ien es
s a lie ro n de la v id a sa lv a je y e m p r en d ie ro n la h u m a n a , y q u ien es p er­
m a n ec ie ro n en la c o n d ic ió n sa lv a je, y p o r c o n sig u ie n te p er te n e ce n
a u n a raza in ferio r , d e stin a d a a ser d o m in a d a y serv ir a lo s p o ­
d e r o s o s.
Las fa m ilia s c o m o e sta d o in te r m e d io en tre el sa lv a je y el civ il
e s u n a de la s in n o v a c io n e s efe ctu a d a s p o r V ico en la d o ctrin a d o ­
m in a n te , ta n to en la q u e reto m a la v e rs ió n a r is to té lic a q u e in ­
ter p re ta el in ic io de la h is to r ia de la so c ie d a d c iv il a p a rtir d e la s
fa m ilia s, c o m o en la d iv u lg a d a p o r la m a y o r p arte d e lo s iu s n a tu ­
r a lis ta s, d e a cu e rd o c o n la cu a l la h is to r ia id ea l etern a (p ara re­
to m a r u n a id e a d e V ico ) d e la h u m a n id a d e stá d iv id id a fu n d a m en ­
ta lm e n te en d o s e sta d io s , el e sta d o de n a tu ra leza y e l E stá d o
civ il. C on e sta in n o v a ció n V ico q u iere d e m o stra r q u e la h is to r ia de
la h u m a n id a d h a sid o m u ch o m á s c o m p le ja y v a ria d a d e lo q u e le
p a rece a q u ien n o h a p e n e tr a d o c o m o él en la in v e stig a c ió n d e
lo s tie m p o s o scu ro s. B a ste el sig u ie n te fra g m en to :
114
V IC O
Solam ente ahora podem os aquí pensar cuánto tiem po fue necesario
para que los hom bres de la condición de libertad natural anim al,
de la condición de libertad salvaje en la que nacieron, m ediante
un largo periodo de ciclópea disciplina fam iliar, se dom esticaran en
los Estados que los obligaron a vivir ju n tos de m anera civil, obe­
deciendo naturalm ente a las leyes (L a scie n za n u o v a secon da, ed.
cit. lad. 523).
E l p a so d e la c o n d ic ió n fa m ilia r a la p rim era fo r m a d e E sta d o ,
qu e es la rep ú b lica a r isto cr á tic a , se e fe c tu ó p o rq u e lo s e sc la v o s se
reb ela ro n . (T ra ta rem o s u n p o c o m á s a d ela n te e s te p u n to .) C on
b a se en el p r in cip io q u e co n sid e ra q u e "el h o m b re s u je to n a tu ra l­
m e n te a n sia sa cu d ir se la escla v itu d " , V ico e x p lic a p o r q u é lo s
" fá m u lo s, d eb ie n d o siem p r e v iv ir en tal e sta d o ser v il, lu e g o d e u n
larg o p e rio d o se fa stid ia ro n " y se a m o tin a ro n (lad . 5 8 3 ). La re­
v u e lta de lo s cria d o s o b lig ó a lo s p ad res d e fa m ilia a u n ir se p ara
d e fe n d erse y co n serv a r el d o m in io : la u n ió n d e lo s p a d res d e fa ­
m ilia c o n s titu y ó la p rim era fo rm a d e E sta d o ; y , c o m o q u ería d e­
m o s tr a s e , la p rim era fo r m a d e E sta d o es la rep ú b lic a a r is to cr á ­
tic a , en c u a n to u n ió n en u n c ie r to sen tid o p a r ita ria d e lo s je fe s d e
fa m ilia . Con la p rim era fo r m a d e E sta d o se o r ig in a (d esp u és d e la
a u to rid a d m o n á stic a y la eco n ó m ic a ) la fo r m a m á s c o m p le ja y
c o m p le ta de a u to rid a d a la q u e V ico d e n o m in a " a u to rid a d civil" .
A sí p u es, la rep ú b lica a r isto cr á tic a es la p rim er a fo r m a h is tó r ic a
de a u to rid a d civ il. E n la rep ú b lic a a r isto cr á tic a la c o n d ic ió n d e
d es ig u a ld a d q u e ju s tific a el d o m in io de u n a p a r te so b re o tra y a
n o e s la q u e d iv id e a lo s p a d r e s d e lo s fá m u lo s , s in o la q u e sep a ra
a lo s p a tric io s de lo s p le b e y o s, es d ecir, q u ie n es g o za n d e lo s d er e­
ch o s p riv a d o s y p ú b lic o s y q u ien es e stá n p r iv a d o s d e cu a lq u ie r
c o n d ic ió n ju ríd ica . E l p a so d e la rep ú b lic a a r is to c r á tic a a la p o p u ­
lar se da p o r la m ism a razón p o r la q u e se e fe c tu ó el c a m b io d e la
c o n d ic ió n de la s fa m ilia s a isla d a s al E sta d o de la s fa m ilia s u n id a s
en la p rim era fo rm a de rep úb lica : la reb elió n d e lo s s o m e tid o s c o n ­
tra lo s q u e d e te n ta n el p o d er p ara su p r o p io b e n e fic io , la lu c h a d el
o p rim id o p o r el r ec o n o c im ie n to d e su s d er ech o s (h o y se d iría la
lu ch a de c la s e s ). C uando e sta lu ch a ter m in ó , o sea , cu a n d o lo s
p le b e y o s o b tu v ie ro n p rim ero el d er ech o de p o s e er , lu e g o el d e
lo s m a trim o n io s s o le m n e s y le g ítim o s (lo s lla m a d o s “c o n n u b ia
p a t r u m ”) , y al fin a l lo s d er ech o s p o lític o s, q u e V ic o h a ce c o in c i­
dir con la le x P u b lilia de 416 a.c. co n la cu a l, e sc r ib ió , "la rep ú b lica
Io m a n a d ec la ró el ca m b io de la a risto c ra cia al rég im en p o p u lar"
(lad. 104), so b re v in o el p a so d e la p rim era fo rm a d e rep ú b lic a a la
VICO
\\s
seg u n d a . E l fin de la rep ú b lica pop iilai y c*l p a s o n In \ c w c i a Im
m a de E sta d o , el p rin cip a d o o m o n a rq u ía , a c o n U w |> o r h is n i i s n i n s
ra zo n es q u e la s e sg r im id a s p o r lo s c lá sic o s en rcIci ciR ia a la miu i It*
n a tu ra l de to d a s la s d e m o cra cia s: la d eg ra d a ció n de la lih criad
en lic en cia , y d el a n ta g o n ism o cre a tiv o en c o n flic to d e str u c tiv o de
fa c c io n e s y en gu erra civ il. P ara V ico , el p rin c ip a d o n o su rg e c o n ­
tra la s lib er ta d es p o p u la res, sin o pa ra p r o te g e rla s de las fa c cio n e s;
se p o d ría d ecir, p a ra d efe n d er al p u eb lo de sí m is m o . E n el e lo g io
q u e V ico h a ce de la fo rm a m o n á rq u ic a (q u e ta m b ié n es v á lid o pa ra
su tie m p o ), se d eb e to m a r en cu e n ta la id ea de q u e el rein o n o es
u n a fo rm a d ifer e n te de la r ep ú b lica p o p u la r, sin o q u e es la m ism a
r ep ú b lic a p o p u la r p r o te g id a co n tr a su s m a le s, es el g o b ier n o p o p u ­
la r llev a d o a su p e r fe cc ió n , in m u n iza d o c o n tr a su fá c il fa ta l d eg e­
n eració n ; al co n tr a r io , la r ep ú b lic a p o p u la r sí es v erd a d er a m en te
u n a fo rm a a lte rn a tiv a fr en te a la r ep ú b lica a r isto c rá tic a . E n o tra s
p a la b ras: m ie n tra s la rep ú b lica a r isto cr á tic a y la p o p u la r so n a n ti­
té tic a s, la m o n a rq u ía co n r es p e c to al g o b ier n o p o p u la r gu a rda un a
rela ció n d e c o n tin u id a d .
E sta d ifere n c ia de p la n o s en lo s q u e se p re sen ta n la s tres fo r ­
m a s d e E sta d o es c o n fir m a d a p o r o tr a rep re se n ta ció n d el cu r so
h is tó r ic o de la h u m a n id a d q u e V ico to m a de u n a tra d ic ió n eg ip cia .
M e r efier o a la d iv isió n de la s e ta p a s de la h is to r ia en é p o c a de
lo s d io s e s, d e lo s h é r o es y de lo s h o m b r es. C o rresp o n d e a la ép o c a
d e lo s d io s e s la c o n d ic ió n fa m ilia r , ca ra cteriza d a c o m o h e m o s
v is to p o r el s u r g im ie n to del s e n tim ie n to re lig io so y p o r la su b o r ­
d in a ció n rev er en te y tre m e b u n d a d el h o m b re p r im itiv o , d e sp erta d o
a p en a s d el s u e ñ o de la b e stia lid a d , a la s a d v e rten cia s d el cielo .
La ép o c a de lo s h ér o es se id e n tific a co n la de las r ep ú b lica s a r is ­
to c r á tic a s, a la s q u e V ico lla m a ta m b ié n " so cied a d e s h e ro ica s" ,
p o rq u e e stá n d o m in a d a s p o r h o m b r es fu er te s, b r u sc o s y v io le n to s
co n tr a lo s p r o p io s s u je to s , a lo s q u e n o le s g u sta m á s q u e lo q u e
e s líc ito y n o e s líc ito si n o lo q u e le s pa rece; p ero de cu a lq u ie r
m a n era so n al m is m o tie m p o lo s v erd a d ero s fu n d a d o res d e lo s
p r im e r o s E sta d o s , lo s g e n e ra d o res rea les d el gran c a m b io d el e sta ­
d o d e n a tu r a lez a al E sta d o civ il. T a n to la rep ú b lic a p o p u la r c o m o
la m o n a rq u ía co rr e sp o n d e n a la é p o c a de lo s h o m b r es. D e e sto se
d e riv a q u e m ie n tra s la rep ú b lica a r isto cr á tic a c o n s titu y e en sí m is ­
m a u n g é n ero , la rep ú b lica p o p u la r y la m o n a rq u ía so n d o s e sp e ­
cie s d e u n o m is m o . La c o n c lu s ió n n o ca m b ia si se co n sid e ra q u e
V ico p ra ctica o tra d iv is ió n de lo s tie m p o s h is tó r ic o s. S e tra ta de la
b a sa d a en la d istin ció n (ta m b ié n clá sic a ) en tre la s tres fa c u lta d e s
116
d e la m e n te h u m a na: el se n tid o , la fa n ta sía y la razón; m ie n tra s la
rep ú b lica a r isto cr á tic a p e r te n e ce a la é p o c a en la cu a l p re v a lec e
la fa n ta sía en el h o m b r e, ta n to la rep ú b lica p o p u la r c o m o la m o ­
n a rq u ía se in sc rib e n en la ú ltim a é p o c a , la d e la razó n , en la ép o c a
en la q u e e l h o m b r e a lca n za e l m o m e n to m á s a lto d e su h u m a n i­
da d. F in a lm e n te, si se d is tin g u e to d a la h is to r ia d e la h u m a n id a d
en la s d o s g ra n d es fa se s d e la b arb a rie y la c iv iliz a c ió n , la s s o c ie ­
d a d es h e r o ica s p e r te n e ce n a la é p o c a d e la b a r b a rie, m ie n tra s la
rep ú b lica p o p u la r y la m o n a rq u ía rep resen ta n c o n ju n ta m e n te el
m o m e n to e n el cu a l el h o m b r e en tr a en la ép o c a d e la c iv iliz a ció n .
Q uiero d ecir q u e ta n to si se a d o p ta la tr ip a r tic ió n d e é p o c a s d e lo s
d io s e s, d e lo s h é r o es y d e lo s h o m b r es , o la s d e se n tid o , fa n ta sía
y razó n, c o m o si se u tiliz a la b ip a rtic ió n e n tr e la b a rb a rie y la
c iv iliz a c ió n , la r ep ú b lica a r isto c r á tic a se u b ic a en u n a c a te g o r ía
d ife r e n te d e a q u ella a la q u e p e r te n e ce n al m is m o tie m p o la re­
p ú b lic a p o p u la r y la m o n a rq u ía . P ara te n e r u n a v is ió n c o m p le ta
d eb e señ a la r se q u e la tr ip a r tic ió n d e la s é p o c a s n o c o in c id e c o n
la d e la s a u to r id a d e s, m o n á stic a , e c o n ó m ic a y c iv il, q u e h e m o s
m e n c io n a d o a n ter io r m en te: e fe c tiv a m e n te s o n d o s m a n era s d ifere n ­
te s d e o rd en a r el tie m p o h is tó r ic o . La tr ip a r tic ió n d e la s a u to ri­
d a d es c o m p re n d e lo s cin c o m o m e n to s d el d e sa r r o llo h is tó r ic o , el
e sta d o fer in o , el d e la s fa m ilia s, la rep ú b lic a a r isto cr á tic a , la p o ­
p u la r y la m o n a rq u ía , y la s d iv id e d e la sig u ie n te m a nera: e sta d o
fe r in o (a u to r id a d m o n á s tic a ), e sta d o d e la s fa m ilia s (a u to r id a d
e c o n ó m ic a ), la s tre s fo r m a s d e E sta d o (a u to rid a d c iv il). La tr ip a r­
tic ió n d e la s ép o c a s s o la m e n te a b a rca cu a tr o d e lo s c in c o m o m e n to s
y a q u e d eja fu era al e sta d o fe r in o y la s d iv id e d e e s ta o tra m a n era:
e sta d o d e la s fa m ilia s (ép o ca d e lo s d io s e s ) , rep ú b lica a r isto cr á ­
tic a (ép o c a d e lo s h é r o e s ), rep ú b lic a p o p u la r y m o n a rq u ía (ép o c a
d e lo s h o m b r e s ).
C o n sidero q u e n o h a y m e jo r m a n era d e r esu m ir lo q u e h e d ic h o
h a s ta a q u í q u e c ita r u n fr a g m e n to s in té tic o d e L a s c ie n z a n u o v a
s e c o n d a , titu la d o "Tre sp e zie d i govern i":
Los primeros gobiernos fueron divino s, que los griegos llamaron "teo­
cráticos”, en los cuales los hombres creyeron que los dioses orde­
naban todo; fue la edad de los oráculos, la más antigua de todas
las cosas que se leen en la historia. Los segundos fueron g o b ie rn o s
h ero ic o s o sea a risto c rá tic o s, lo que quiere decir ''gobierno de los
notables'', que significa de los ''más fuertes" [ . . . ] En los cuales, en
virtud de la posesión de una naturaleza más noble, porque era con­
siderada de origen divino, como dijimos anteriormente, todos los
117
V IC O
V IC O
privilegios civiles estaban comprendidos dentro de las óhU-ik-h rol
nantes de los propios héroes, mientras que a los plebeyos, con.sUla=
rados de origen animal, solamente se les perm itía el gozo de la vida
y de la libertad naturales. Los terceros son g o b ie rn o s h u m a n o s en
los cuales, debido a la homogeneidad de la naturaleza inteligente,
que es propia de la naturaleza humana, las leyes tratan equitativa­
mente a todos, porque nacen libres en sus ciudades. Los gobiernos
humanos son p o p u la re s cuando todos o la mayor parte constituyen
las fuerzas populares de la ciudad, gracias a las cuales ellos son los
señores de la libertad popular; son m o n a rq u ía s cuando los monarcas
igualan a todos los sujetos con sus leyes, y, siendo los únicos al tener
en sus manos la fuerza de las armas, solamente ellos ocupan una
posición civil especial (lad. 925-927).
A d em á s, c o n sid e ro q u e es ú til rep ro d u cir en u n cu a d ro to d a s la s
fig u ra s d e fin id a s h a s ta a q u í c o n la s d iv isio n e s c o rre sp o n d ien te s;
a d v ie rto q u e h e p u e s to en m e d io lo s c in c o m o m e n to s d el cu rso
h is tó r ic o , a la izq u ierd a la s b ip a r tic io n e s y a la d erech a la s trip a r­
tic io n es :
Fase
preestatal
Pre­
historia
Estado
salvaje
Autoridad
monástica
Estado
de las
familias
Autoridad
económica
Barbarie
Historia
Fase
de los
Estados
República
aristo­
crática
Época
de los
dioses
Época
de los
héroes
República Autoridad
civil
popular
Civilización
Monar­
quía
Época
de los
_ hombiDes
N o s e p u ed e cerrar el c a p ítu lo so b re V ico sin rea liza r a lg u n a
c o m p a r a c ió n c o n la s te o r ía s a n ter io r es. S o b re to d o m e d e te n g o
en d o s p u n to s q u e m e p a recen e se n c ia le s p a ra r ec o n o c er la gran
y te m e ra ria e m p re sa v iq u ia n a fr en te a las de su s p r ed ece so res: la
118
V IC O
clirccción d el cu rso h is tó r ic o y la c a u sa d e lo s ca m b io s . D ije q u e
una filo s o fía d e la h is to r ia e stá ca ra cteriza d a p o r la d ir ecc ió n q u e le
de al c a m b io y p o r la n a tu ra leza d e la s ca u sa s p o r la s q u e c o n s i­
d era q u e é ste se p r o d u ce. P or lo q u e to c a a la d ir ecc ió n , se p u ed en
d is tin g u ir d o s m o d e lo s d e filo s o fía d e la h is to r ia , u n o seg ú n el
cu a l la h is to r ia a van za en s e n tid o p r o g r es iv o (d e lo b u en o h a c ia
lo m ejo r ) y o tro q u e c o n sid e ra q u e la h is to r ia se m u ev e en se n tid o
reg resivo (d e lo m a lo h a cia lo p e o r ). O tras c o n c e p c io n e s q u e a q u í
no n o s in te re sa n so n a q u ella s seg ú n la s cu a les la h is to r ia n o tie n e n i
d ir ecc ió n , en cu a n to se m u ev e en to d a s sin u n a ra zó n p la u sib le ,
ni ca m b io , p o rq u e es esta cio n a ria y en c o n sec u e n c ia siem p r e es
ig u a l a sí m ism a .
La d ir e cc ió n de la filo s o fía d e la h is to r ia d e V ico se d istin g u e d e
la d e lo s a n tig u o s p o r q u e es p ro g resiv a , m ie n tra s q u e la d e é s to s ,
c o m o h e m o s v is to en r ep etid a s o c a sio n e s, era reg resiv a . E je m p lo
c lá sic o d e u n a c o n c ep ció n reg resiv a d el cu r so h is tó r ic o es la p la ­
tó n ica , seg ú n la cu a l el p a so de u n a c o n s titu c ió n a o tr a se d a p o r
d eg en era cio n es s u c es iv a s, co n la c o n se c u e n c ia d e q u e la c o n s titu ­
c ió n sig u ie n te siem p r e es p e o r q u e la p re ced en te. P ero ta m b ién en
la s c o n c e p c io n e s a r is to té lic a y p o lib ia n a (esta ú ltim a reto m a d a
p o r M a q u ia v e lo ), el cu r so de la s c o n s titu c io n e s , a u n q u e sig u ie n d o
u n a lín ea q u eb ra d a y d is c o n tin u a , en ú ltim a in sta n c ia siem p r e se
m u ev e en el s e n tid o de la d e g e n e ra c ió n g rad u a l. E n c o n tr a ste , en
la c o n c e p c ió n de V ico su ced e to d o lo co n trario : el h o m b r e sa le g ra ­
d u a lm e n te d e l E sta d o sa lv a je p a ra rem o n ta r se h a sta la m á s e x ce ­
le n te d e la s fo rm a s de g o b iern o . C o n sid erem o s ú n ic a m en te la s tres
fo r m a s c lá sic a s de g o b ie rn o , m o n a rq u ía , a r isto cr a c ia y d e m o c ra cia .
H a sta a h o ra h e m o s v is to a u to re s q u e, a fin de d arles u n u s o h is ­
tó r ic o , la s h a n d is p u e s to en u n o rd en d e c re c ie n te a p a rtir d e la
m e jo r p a ra lle g a r a la p eo r. V ico p re sen ta u n u s o h is tó r ic o o p u esto :
p a rte d e la p eo r, la rep ú b lic a a r isto cr á tic a , q u e to d a v ía n o p e r te n e ce
a l m o m e n to de la razón to ta lm e n te d e sa rro lla d a , y lle g a a la m e ­
jo r , a la q u e co n sid e ra m á s co n v e n ie n te p a ra su tie m p o . La c o n ­
c e p c ió n d e la h is to r ia d e V ico se in sc rib e c o n to d o d er ech o en la
h is to r ia de la s te o r ía s d el p r o g reso , q u e co m ie n z a c o n la v is ió n c ris­
tia n a d el c u r so h is tó r ic o y c o n tin ú a c o n la v is ió n h u m a n is ta y
lu eg o ilu m in is ta , q u e sec u la riza la v is ió n c ristia n a p ero n o la rech a ­
za. (E s u n p r o b le m a m u y in ter e sa n te el d e lo s d ife r e n te s e sq u e m a s
c o n c e p tu a le s co n lo s cu a le s lo s filó s o fo s h a n p e n s a d o la h isto r ia
d e la h u m a n id ad ; p ero es d em a sia d o c o m p le jo para a b o r d a r lo en
e ste m o m en to . M e lim ito a in d ic a r u n lib ro m u y e s tim ú la m e s o ­
V IC O
119
b re e s te tem a : K. L o w ith , S ig n ific a to e f i n e d e lla s to r ia , E d izio n i di
C o m u n ità , M ilán, 1963.)
La d e scr ip c ió n de la v is ió n h is tó r ic a d e V ico n o e stà co m p le ta
si n o se re sp o n d e ta m b ién a la s ig u ie n te p regu n ta: ¿q u é su c ed e
cu a n d o el c u r so h is tó r ic o lleg a a l fin a l, e n el c a so e sp e c ífic o de la
fo r m a d e E sta d o m o n á rq u ic o ? Las r e sp u e sta s p o s ib le s p o r lo m e ­
n o s so n tres: la h is to r ia se d e tie n e , a v a nza h a c ia o tr a s fo rm a s
im p r e v is ta s, reg resa al p u n to de p a rtid a . La r es p u es ta de V ico es la
tercera : u n a v ez c o m p le ta d o el p r im e r c u r so , la h u m a n id a d en tra
en u n a eta p a d e d e ca d en cia ta n g rav e q u e se ve o b lig a d a a c o ­
m en z a r d e sd e e l p rin c ip io . D e sp u és d el " c u r so ” e stá el " recu rso ”.
Lo q u e q u iere d e cir q u e V ico tie n e u n a v is ió n p r o g r e s iv a y a la vez
c íc lic a d e la h isto r ia . E n cu a n to p ro g r esiv a , e sta v is ió n de la h is to ­
ria s e d is tin g u e de la d e lo s a n tig u o s; p ero en cu a n to c íc lica c o n ti­
n ú a la tr a d ic ió n d e é s to s y se d ifer e n c ia de la s te o r ía s d el p r o ­
g r e s o in d e fin id o (o sea , c o n tin u o , sin r eg r e sa r ), p ro p ia s de lo s
m o d er n o s . A d em á s, d e b e m o s d ecir q u e el tem a d e la d eca d en cia , y
p o r ta n to d el recu rso , le fu e su g erid o a V ico p o r la m is m a h isto r ia
de R o m a en la q u e se e je r c itó en un c o n tin u o y "m uy d e se sp e r a d o ”
estu d io : la te r m in a c ió n d el im p er io r o m a n o ab re u n a n u ev a ép o c a a
la q u e V ico d e d ic ó to d o u n lib ro d e su o b ra m a y or, la ép o ca
d el m e d ie v o , a la q u e lla m a n o p o r ca u sa lid a d de la "barbarie
q u e r eg r e sa ” o d e la " seg u n d a ” b a rb a rie co m p a ra d a c o n la "pri­
m e r a ” b a rb a rie de la q u e n a c ió el p rim e r c u r so q u e fin a liz ó co n
la d ec a d en cia d el E sta d o r o m a n o y c o n la s in v a sio n es de lo s b á r­
b a ros. E n la é p o c a m e d ie v a l la h u m a n id a d reg resa a la co n d ic ió n
fa m ilia r , p a sa a tra v és d e la s r ep ú b lica s a r is to cr á tic a s, de la s q u e
V ico d ice q u e e stá n d esa p a rec ie n d o (y p o n e lo s e je m p lo s de Gén o v a , V en ecia , L uca y R a g u s a ), y c u lm in a co n la s rep ú b lica s p o ­
p u la res (d e la s q u e v e d o s e je m p lo s en lo s P a íse s B a jo s y en S u iz a ) ,
y so b re to d o c o n la s m o n a rq u ía s (n o h a y q u e o lv id a r q u e él era
sú b d ito d e u n E sta d o m o n á rq u ic o ) co n te m p o r á n ea s a él. V ico c o n ­
te m p la el s eg u n d o c u r so , o el p r im er recu rso , y a q u í se d e tie n e su
m e d ita ció n .
Q ueda e l p r o b le m a de la s c a u sa s d el c a m b io , e s d ecir, el d el
p a s o d e u n a fa s e a o tra d el cu r so h is tó r ic o y el de la tr a n sic ió n
d e u n c u r so c o m p le to al rec u r so . A e x ce p c ió n d el p a so d el e sta d o
fe r in o a la c o n d ic ió n fa m ilia r, en e l q u e lo s m o tiv o s so n e x te rn o s
(el rayo d e J ú p ite r ), pa ra lo s c a m b io s de u n a fa se a o tra la s c a u sa s
so n parto de la so c ie d a d m ism a . Y c o m o se h a v is to son: la reb e­
lió n de lo s lá m u lo s en el p a so d e la c o n d ic ió n fa m ilia r a la s repú-
120
V IC O
b lic a s a r isto cr á tica s; la lu ch a d e lo s p le b e y o s p o r el r ec o n o c im ie n to
de su s d e rec h o s y d e la ig u a ld a d ju ríd ic a co n lo s p a tric io s en el
c a m b io de la rep ú b lic a a r isto cr á tic a a la rep ú b lica p op u la r, y, fi­
n a lm en te, la s d isc o rd ia s y la gu erra civ il en el p a so de la rep ú b lica
p o p u la r a la m o n a rq u ía . E n tre la s c a u sa s de lo s p r im er o s d o s c a m ­
b io s h a y u n a c ier ta sem eja n za , a u n q ue la s c o n sec u e n c ia s so n d ife ­
ren tes: en el p rim er c a so la reb elió n de lo s o p r im id o s n o p ro d u ce
u n E sta d o n u ev o en el q u e e llo s se c o n v ie rta n en lo s d o m in a d o ­
res, sin o q u e p r o d u ce p o r el co n tra rio el fo r ta le c im ie n to d el d o m i­
n io d e lo s a n tig u o s a m o s, q u ien es se in teg ra n en a lia n za s para
c o n serv a r el p o d er (¡ca so v erd a d e ra m en te eje m p la r de la h eterog é n e sis de lo s fin e s !) . E n el seg u n d o , la su b le v a c ió n de lo s o p r i­
m id o s co n d u ce a la in s tit u c ió n d e un v erd a d ero E sta d o n u ev o , la
rep ú b lic a p o p u la r, q u e m o d ific a su sta n c ia lm e n te la v ie ja rela ció n
d e fu erza. Lo im p o rta n te es h a cer n o ta r q u e ta n to el p rim er c a m ­
b io c o m o el seg u n d o so n in te rp re ta d o s co m o m o v im ie n to s h a cia el
p r o g reso h is tó r ic o (n o h a cia el reg reso ) : e sto s ig n ific a q u e para
V ico la lu ch a , el a n ta g o n ism o , el c o n flic to , n o d eb en co n sid e ra r se
c o m o fa c to r es d e str u c tiv o s, sin o , al co n tr a r io , d eb en in ter p r e ta r ­
se c o m o m o m e n to s n e c es a r io s p ara el av an ce so cia l. Ya h e m o s v is to
q u e en M a q u iav elo flo r e ce la id ea de q u e la lu ch a de c la se s en tre
p a tric io s y p le b e y o s fu e u n a de la s razon es p o r las q u e R om a m a n ­
tu v o su lib erta d . C o n tin u a n d o la le cc ió n de M a q u ia v elo, V ico ex ­
p r esa u n a c o n c ep ció n a n ta g o n ista de la h is to r ia , o sea , u n a de
a cu erd o c o n la cu al el m o m en to su p u es ta m e n te n eg a tiv o (el de la
lu ch a en tre p a rtes a n ta g ó n ica s) al fin a l tie n e u n resu lta d o p o s itiv o
(la in s tit u c ió n de u n a fo rm a de co n v iv en cia h u m a n a su p er io r a la
a n te r io r ). E n c ie r to sen tid o se p o d ría h ab la r de u n a c o n c ep ció n
d ia lé c tic a de la h is to r ia , cu a n d o se e n tien d a p o r ella q u e el cu r so
h is tó r ic o se m u ev e p o r a fir m a c io n e s y n e g a c io n e s, y en la cu al
lo s m o m e n to s n e g a tiv o s so n tan n e c es a r io s c o m o lo s p o s itiv o s . T am ­
b ié n se p u ed e d ec ir q u e en el ca m b io de la rep ú b lic a p o p u la r a
la m o n a rq u ía , d el m al n a ce el b ien , de las fa c c io n e s y de la g u erra
c iv il d eriva la fo rm a m ás a lta de rég im en p o lític o , si b ie n la s p a rte s
c o n te n d ie n te s y a n o so n la s c la se s a n ta g ó n ic a s, sin o q u e el c o n flic to
se p r e se n ta d en tro de las m is m a s p a rtes d o m in a n te s.
S e d eb e h a ce r u n a c o n sid e ra c ió n d ifer e n te c o n r es p e c to a las
c a u s a s d el c a m b io de to d o el cu r so , o sea, d el p a s o d el cu rso al
recu rso ; p ero a n tes c ito u n e sp lé n d id o fra g m e n to en el q u e V ico
p r e cisa m e n te d escr ib e la m u ta ció n de la ú ltim a fa se a la q u e h a
lle g a d o la civ iliz a ció n de un a rep ú b lica a la " b arbarie q u e ri‘ju’esa".
V IC O
121
Pero si los pueblos se corrom pen en aquel últim o m al civil, que ni
aceptan un m onarca nacido en su propio país, ni perm iten que vengan
de fuera naciones m ejores para conquistarlos y conservarlos, en­
tonces la providencia aplica un rem edio radical para este m al extre­
mo: [ . . . ] m ediante obstinadas fracciones y guerras civiles desespe­
radas las ciudades se transform an en selvas, y éstas en m adrigueras
de hom bres; de suerte que, d u ra n te largos siglo s de barbarie, dege­
neran las m alnacidas sutilezas de los ingenios m aliciosos, que con
la b a rba rie d e la re fle x ió n transform aron a los hom bres en bestias
m ás feroces que la prim era barbarie del sentido (La scie n za n uo v a
seco nd a, ed. cit., lad. 1106, las cursivas son m ías).
E n e s te c a m b io ta m b ié n tie n e n u n a im p o rta n c ia fu n d a m en ta l la s
lu ch a s in tes tin a s ; p ero la d ifere n c ia c o n r e sp e c to a lo s c a m b io s
a n ter io r es e stá en q u e la s m is m a s ca u sa s y a n o g en era n ig u a les
e fe c to s , e s d ecir, u n c a m b io d en tr o d el cu rso , sin o u n e fe c to m u ch o
m á s d rá stico : el p a so de un cu r so a o tr o . ¿C uál es el e le m e n to d is ­
tin tiv o ? É ste d eb e ser b u sc a d o en la sig n ific a tiv a e x p r es ió n "bar­
b a rie d e la reflex ió n " . ¿Q ué sig n ific a "barbarie de la reflex ió n " ? S e
e n tie n d e la razón q u e, al d eslig a rse d e u n a c o n c e p c ió n p rov id en c ia lis ta de la h is to r ia , p r eten d e co n ta r ú n ic a m en te c o n s ig o m ism a .
Al co n d e n a r la "barbarie de la reflex ió n " , m á s aún , al a cu sa rla de
ser la c a u sa p r in c ip a l d e la d e ca d e n c ia de la s n a c io n e s. V ico c o n ­
d en a la razón lib ertin a , y a n tic ip a d a m e n te la ilu m in is ta , q u e llev a
h a sta la s ú ltim a s c o n sec u e n c ia s su p o te n c ia in d a g a d o ra y q u e tie n e
c o m o c o n s e c u e n c ia la d e sco n sa g r a c ió n de la n a tu r a lez a y la h is to ­
ria, y p o r ta n to el reto rn o a la p rim era fa se en la q u e el h o m b re ,
h a b ie n d o p e rd id o el s e n tid o de lo d iv in o y el te m o r d e D io s, c o ­
m ien za d e n u ev o a vagar p o r las se lv a s c o m o u n a fiera . Para
co n c lu ir , ¿ se p o d ría d ec ir q u e m ie n tra s en la s m u ta c io n e s p a r cia le s
e l b ie n b r o ta d el m a l, a q u í, en el c a m b io to ta l, d el m a l n a ce el
m a l, y q u e p o r c o n s ig u ie n te se d e s m ie n te la le y d e la d ia léctic a ?
S í y no: sí p o rq u e d el m a l d el e x ce so de razó n b r o ta el m a l de la
p érd id a de la razó n y d el reg reso al h o m b r e q u e es to d o s e n tid o
y n ad a de razó n. N o , p o r q u e e ste d e c a im ie n to ra d ica l de u n a
so c ie d a d q u e se h a v u e lto b á rb ara p o r e x c e so d e c iv iliz a ció n es
n e c es a r io d e b id o a q u e el h o m b re, al reg resa r a la v erd a d era y
g en u in a b a rb a rie, la d el " sen tido " , n o la d e la " reflex ió n" , e n c u e n ­
tra de n u ev o la s fu erza s n e c esa r ia s p a ra tr a n sita r u n a vez m á s el
la rg o c a m in o d e u n a n u eva c iv iliz a ció n (q u e la P ro v id en cia h ará
q u e sea su p e rio r a la a n terio r, para q u e el esfu er zo y la p en a de
rein ic ia r d e sd e el p r in c ip io n o sea n en v a n o ).
M O N T U SÜ U IE U
X . M O N T E S Q U IE U
La m a y o r o b ra d e M o n tesq u ie u (1689-1755), D e l e s p ír itu d e la s
le y e s , a p a re ció en 1748, p o c o s a ñ o s d e sp u é s de la seg u n d a ed ic ió n
de L a s c ie n z a n u o v a d e V ic o (1 7 4 4 ). Al ig u a l q u e L a s c ie n z a n u o v a ,
D e l e s p ír itu d e la s le y e s e s u n a o b ra c o m p le ja , d e la q u e se p u ed en
d ar d iv er sa s in te r p r e ta c io n e s; c o m o L a s c ie n z a n u o v a , n o es u n a
o b ra de te o r ía p o lític a , a u n q u e c o n tie n e u n a q u e a n a lizaré en e sta s
le c c io n e s. D e to d a s la s in ter p r e ta c io n e s de L a s c ie n z a n u o v a re sa lté
la q u e la c o n sid e ra c o m o u n a filo s o fía d e la h isto ria ; d e to d a s la s
v e rs io n e s D e l e s p ír itu d e la s le y e s m e in ter e sa sub ra ya r, p a ra lo s f i­
n es d el cu rso , la q u e la e n tie n d e c o m o u n a " teoría g en era l d e la
so cied a d " . Al ig u a l q u e V ico , M o n te sq u ieu se p la n te a e l p r o b le m a
d e si e x is te n le y e s g en era le s q u e d e te rm in en la fo r m a c ió n y el
d e sa rro llo d e la so cie d a d h u m a n a en g en era l y d e la s so cie d a d es
h u m a n a s en p articu la r; p ero a d ifer en cia de V ico, M o n tes q u ieu se
m u ev e en u n h o r iz o n te d e in v e stig a c ió n m á s a m p lio : el á m b ito de
la in fin ita er u d ic ió n de V ico en gran m e d id a es el m u n d o c lá sic o ,
y s ó lo en u n a p o r c ió n m ín im a el m u n d o m ed ie v a l y m o d ern o co n
p a r tic u la r refere n c ia a lo s E sta d o s eu ro p eo s; en la v is ió n d e M on­
te sq u ie u o c u p a n u n lu g a r p r e p o n d era n te lo s E sta d o s ex tra eu ro p eo s,
ta n e s a sí q u e u n a ca te g o ría fu n d a m en ta l d e su c o n str u c c ió n c o n ­
ce p tu a l, la d el d e s p o tis m o , fu e p r o d u cid a e sp e c ífic a m e n te p a ra dar
cu e n ta d e la n a tu ra leza d e lo s g o b ier n o s q u e n o p e r te n e ce n al m u n ­
d o eu ro p e o . (T a n to p ara V ico c o m o p a ra M o n te sq u ieu , es el m u n d o
d e lo s p u e b lo s p r im itiv o s , d e lo s " salvajes" .) M as la d ife re n c ia
p rin cip a l e n tr e lo s d o s a u to re s es otra: la d im e n sió n d e V ico es
so b re to d o te m p o ra l (y p o r e llo la p re sen té , a riesg o d e dar u n a
id ea lim ita d a , c o m o u n a filo s o fía d e la h is to r ia ), m ie n tra s la de
M o n te sq u ie u es fu n d a m en ta lm e n te e sp a cia l y g e o g r á fica (y p o r e llo
p r e fie ro d e fin ir la c o m o u n a te o r ía g en era l de la s o c ie d a d ). E l in te ­
rés p r im o r d ia l d e V ico b u sc a d es cifra r la s ley es m e d ia n te la s cu a le s
se p r o d u jo y c o n tin ú a el d esa rr o llo h is tó r ic o de la h u m a n id a d ; el
in ter é s e se n c ia l d e M o n tesq u ieu se d irige a ex p lic a r la v aried a d
d e la s so cie d a d es h u m a n a s y de su s r es p e c tiv o s g o b ie r n o s n o s o la ­
m e n te en el tie m p o sin o ta m b ién en el esp a cio .
E s e v id e n te , d e sd e el p rim e r c a p ítu lo c o n el q u e se a bre la gran
o bra, titu la d o "De la s le y es en general" , q u e el p r o b lem a d e M on ­
te sq u ie u es p r in c ip a lm e n te d escu b rir la s le y es q u e g o b ie rn a n el
122
123
m o v im ie n to y las fo r m a s de la s so c ie d a d e s h u m a n a s, y cu y o d e sc u ­
b r im ie n to p e r m ite ela b o ra r u n a te o r ía de la so cied a d . L os p r im er o s
ren g lo n es e stá n d e d ica d o s a la d e fin ic ió n d e ley:
Las leyes en su significación m ás extensa, no son más que las rela­
ciones necesarias derivadas de la naturaleza de las cosas; y en este
sentido, todos los seres tienen sus leyes: la divinidad, el m undo
m aterial, las inteligencias superiores al hom bre, los anim ales, el hom ­
bre (trad. italiana de S. Cotta, Utet, Turín, 1952, vol. I, p. 55) *
A u n qu e e sta d e fin ic ió n e s té al in ic io d el lib ro n o es n i cla ra ni
p recisa ; p ero pa ra n u e str o s fin es se p u ed en reco ger d o s a fir m a ­
cio n es: a) to d o s lo s sere s d el c o sm o s (in clu id o D ios) e stá n g o b e r­
n a d o s p o r le y es , y b) se tie n e u n a ley , o m e jo r d ich o se p u ed e
e n u n cia r u n a ley , cu a n d o en tre d o s e n te s d el c o sm o s h a y r e la c io ­
n es n e c es a r ia s, de* m a n era q u e d a d o u n o de lo s d o s en tes n o p u ed e
d eja r d e e x is tir el o tr o (el e je m p lo c lá sic o d e e sta rela ció n e s la
d e c a u sa lid a d , p o r la q u e se d ice q u e d o s e n te s fís ic o s so n u n o
la c a u sa d e o tr o , cu a n d o d ad o el p r im ero n e cesa ria m en te sig u e el
s e g u n d o ). D e e sta s d o s a fir m a c io n e s, o sea , d e la d e fin ic ió n d e ley
c o m o e n u n cia c ió n de u n a rela ció n n e c esa r ia en tr e d o s o m á s e n te s
(in c iso b ) y d e la c o n s ta ta c ió n d e q u e to d a s la s c o sa s e stá n g o ­
b e rn a d a s p o r le y es (in ciso a ) , M o n tesq u ie u in m ed ia ta m e n te in d ic a
u n a co n secu en cia : el m u n d o n o e stá g o b er n a d o p o r "una c ie g a fa ­
talidad " . T an es a sí q u e in m ed ia ta m e n te d e sp u é s de a cla ra r la
teo r ía q u e p r e te n d e nega r, co n fir m a , c o m o refu erzo para la te o r ía
q u e q u iere so ste n e r , la te s is in ic ia l so b re la e x is ten cia de le y es c o n
e sta s p alab ras:
Hay pues una razón prim itiva; y las leyes son las relaciones que
existen entre ellas m ism as y los diferentes seres, y las relaciones de
estos ú ltim os entre ellos (p. 56).
H a sta a q u í se d iría q u e M o n tes q u ie u p r eten d e p o n er se fr en te
a l m u n d o h u m a n o c o m o el fís ic o a n te el de la naturaleza; p e ro la s
c o sa s en el m u n d o h u m a n o so n u n p o c o m ás co m p leja s p o r q u e
(u n a a fir m a c ió n d e e s te tip o p u ed e p a r ecer so rp ren d en te) " falta
m u ch o pa ra q u e el m u n d o in te lig e n te se h a lle ta n b ien g o b e rn a d o
c o m o el m u n d o físic o " (p. 5 7 ). ¿P or q u é el m u n d o h u m a n o n o e stá
* P ara la tra d u c ció n al esp a ñ o l d e lo s fr a g m en to s de M o n te sq u ieu en e s te
c a p ítu lo iTic a p o y o en: M o n tesq u ieu , D e l e s p ír itu d e la s le y e s, P orrúa , M é­
x ico , 1977. |T.|
124
M O N T E S Q U IE U
M O N T E S Q U IE U
ta n b ie n g o b e rn a d o c o m o e l fís ic o ? P or la c o n d ic ió n in telig en te
d el h o m b r e q u e lo e m p u ja a d eja r d e o b se rv a r la s le y es d e la n a ­
tu ra lez a a s í c o m o la s q u e él m is m o se h a d a d o (c o m o v e re m o s un
p o c o m á s a d e la n t e ). E l h e c h o d e q u e el h o m b r e, p o r su n a tu ra leza ,
n o o b ed ez ca la s le y es n a tu ra les tie n e c o m o c o n sec u e n c ia la d is tin ­
ció n ta ja n te en tr e el m u n d o fís ic o y el h u m a n o . T al c o n sec u e n c ia
e s la sig u ie n te: p a ra lo g ra r el r e sp e to de la s le y es n a tu r a le s, lo s
h o m b r es tie n e n q u e d a rse o tr a s . E sta s le y es s o n la s p o s itiv a s , e s
d ecir, la s le y es q u e en to d a so c ie d a d p a r tic u la r s o n p u e sta s p o r la
a u to rid a d q u e tie n e la tarea d e c o n serv a r la c o h e sió n d el g ru p o .
A sí p u es , m ie n tra s el m u n d o n a tu ra l s o la m e n te e s tá reg id o p o r
la s le y e s n a tu ra les (y p o r c o n s ig u ie n te e s m á s fá c il a n a liza rlo y
c o n o c e r su m o v im ie n to reg u la r y u n ifo r m e ), e l m u n d o h u m a n o
e stá g o b er n a d o p o r la le y n a tu ra l q u e e s co m ú n a to d o s lo s h o m ­
b re s y p o r la s le y es p o s itiv a s q u e, te n ié n d o se q u e a d a p ta r a la s
d iv e rsa s fo rm a s d e s o c ie d a d , so n d ifer e n te s de p u eb lo a p u eb lo .
P or e s t o el e stu d io d el m u n d o h u m a n o e s m u ch o m á s c o m p lica d o ,
lo q u e ex p lic a p o r q u é la s c ie n cia s fís ic a s h a n a va n za d o m á s q u e
la s so c ia le s .
L os d o s d ifer e n te s p la n o s en lo s q u e se p r e se n ta n lo s d o s tip o s
d e le y se a cla ra n en el s ig u ie n te fra g m en to :
n a l ) , e l d er ech o p o lític o (a h o ra d e r e c h o p ú b lic o ) y e l d er ech o c iv il
(ta m b ié n lla m a d o a s í en n u e s tr o s d ía s ) .
U na v ez c o n s ta ta d a la d is tin c ió n e n tr e im a le y n a tu ra l vm iversal
y la s le y es p o s itiv a s p a r tic u la r e s, e l e s tu d io d e l m u n d o h u m a n o , a
d ife r e n c ia d el d e la n a tu ra leza , r e q u ie re u n a m p lio c o n o c im ie n to
d e la s le y e s p o s itiv a s , e s d ecir, d e la s q u e c a m b ia n en e l tie m p o
y el e sp a cio . U na teo r ía g e n era l d e la s o c ie d a d (c o m o h e m o s lla m a ­
d o a D e l e s p ír itu d e la s le y e s ) n o p u e d e s e r e la b o r a d a m a s q u e
c o n b a s e e n e l e stu d io d e la s s o c ie d a d e s p a r tic u la re s. P re cisa m en te
e l p r o p ó s ito d e M o n tesq u ie u e s c o n s tr u ir xma te o r ía g e n e ra l d e la
so c ie d a d a p a rtir d e l ex a m e n d el m a y o r n ú m e ro p o s ib le d e s o ­
c ie d a d e s h is tó r ic a s. ¿ P ero p o r q u é ta n ta s s o c ie d a d e s d ifer e n te s,
ca d a cueil c o n su s le y e s, c o n s u s r ito s , c o n s u s c o stu m b r e s, si
la s le y e s n a tu r a les s o n xm iversales? E l in te n to p r im o r d ia l d e D e l
e s p ír itu d e la s le y e s e s e x p lic a r ta l v a r ie d a d . La m u ltip lic id a d d e
la s le y e s e s u n te m a ta n v ie jo c o m o la r efle x ió n so b r e la s s o c ie ­
d a d es h u m a n a s (lo q u e e s ju s to d e e s t e la d o d e lo s A lp es se v u e l­
v e in ju s to d e l o t r o ) . S e tra ta d e u n o d e lo s te m a s so b r e lo s
c u a le s p u ed en s e r e x te rn a d a s la s m á s d ife r e n te s r e sp u e sta s, d e
h e c h o ca d a u n a d e e lla s ca ra c ter iza u n a d ife r e n te c o n c e p c ió n d e la
n a tu ra leza y d e l h o m b re . S e p u ed e r es p o n d e r q u e e s ta v a r ied a d e s
in c o m p r e n s ib le p a ra la m e n te h u m a n a p o r q u e e s c o s a d e im a in te ­
lig e n c ia su p e r io r q u e e n su in fin it a sa b id u ría h a c e q u e lo s d iv e r so s
h ilo s d e la s d ifer e n te s c iv iliz a c io n e s se c o n c en tr en e n u n a m is te r io ­
sa u n id ad ; s e p u ed e ta m b ié n r es p o n d e r q u e n o h a y u n a e x p lic a c ió n
r a cio n a l p o r q u e la h is to r ia c o n to d a s s u s ra reza s y s u s a berra ­
c io n e s e s e l fr u to d e la lo c u r a h u m a n a o d e la p u ra casucilidad. La
s o lu c ió n q u e M o n te sq u ie u d a a l p r o b le m a n o s e e n c u e n tr a en e sta s
r esp u esta s: la m u ltip lic id a d d e la s le y e s tie n e u n a razón y a p a rtir
d e e lla p u ed en en c o n tr a r se la s ca u sa s a c o n d ic ió n d e q u e s e a p li­
q u e a l e s tu d io d el m u n d o h u m a n o e l m is m o rig o r m e to d o ló g ic o
y el e sp ír itu d e o b se rv a c ió n q u e lo s f ís ic o s e m p le a n en e l a n á lisis
d e l m u n d o n a tu ra l.
Al r e su m ir la s c o n c lu s io n e s a la s q u e M o n te sq u ie u lle g a m e ­
d ia n te e l e x a m e n d e u n a e n o r m e c a n tid a d d e d a to s q u e le p r o ­
p o r c io n a n la filo s o fía p o lític a , la s n a r r a c io n es h is tó r ic a s y "^los
te s tim o n io s d e lo s v ia je r o s , se p u ed e d e c ir q u e la s ca u sa s d e la v a­
ried a d d e la s le y es s o n d e tr e s tip o s: fís ic a s o n a tu ra les, c o m o e l
c lim a y la m a y o r o m e n o r fe r tilid a d d el te rre n o , e c o n ó m ic o -s o ­
c ia le s, c o m o la s d ife r e n te s m a n era s q u e ca d a p u eb lo tie n e p ara
a lle g a rse lo s m e d io s d e s u b s is te n c ia , p o r lo q u e s e d is tin g u e n lo s
La ley, en general, es la razón humana en cuanto se aplica al go­
bierno de todos los pueblos de la tierra; y las leyes políticas y civiles
de cada nación no deben ser otra cosa sino casos particulares en que
se aplica la misma razón hum ana (p. 63).
La r ela c ió n e n tre la le y n a tu ra l y la s le y es p o s itiv a s p a sa en tre
u n p r in c ip io g en era l y su s a p lica c io n e s p rá ctic a s. La ley n a tu ra l se
lim ita a e n u n cia r u n p r in c ip io , c o m o p o r e je m p lo e l q u e la s
p r o m e s a s d eb en ser cu m p lid a s; la s le y e s p o s itiv a s e sta b le c e n e v en ­
tu a lm e n te y d e d ifer e n te m an era , de a c u erd o co n la s d iv e rsa s s o c ie ­
d a d es, la s m o d a lid a d es b a jo la s cu a le s se in ter c a m b ia n la s p r o m e­
sa s p a ra q u e sea n v á lid a s, la s sa n c io n e s q u e d eb en e sta b le c e r se
p ara q u ie n es n o la s m a n tie n e n co n el o b je to de h a cer m á s p r o b a b le
su e je c u c ió n , etc . M o n te sq u ie u d istin g u e tre s e sp e c ie s d e le y e s p o s i­
tiva s: la s q u e reg u la n la s re la c io n es en tr e lo s g ru p o s in d ep en d ie n ­
te s, p o r e je m p lo , en tr e lo s E sta d o s, la s q u e n o r m a n d e n tro d el
g r u p o la s re la c io n es en tr e g o b er n a n tes y g o b e r n a d o s, y la s q u e,
ta m b ién d e n tro d el g ru p o, sa n cio n a n la s re la c io n es d e lo s g o b e rn a ­
d o s, d e lo s c iu d a d a n o s o d e lo s p r iv a d o s, en tre e llo s . C o n stitu y en
r es p e c tiv a m e n te el d erech o d e g e n te s (ah o ra d er ech o in tcrn acio -
125
127
M O N T E S Q U IE U
M O N T E S Q U IE U
p u eb lo s sa lv a je s (c a z a d o r e s ), b á rb a ro s (p a s to r e s ), c iv ile s (p rim ero
a g ricu lto res y d e sp u é s c o m e r c ia n te s ), y e sp ir itu a le s (la r e lig ió n ).
D esp u és d e e sta b rev e p r e se n ta ció n d e l sig n ific a d o d e to d a la
o bra, a h o ra d eb e o b serv a r se cu á l e s el lu ga r q u e en ella o c u p a n u e s ­
tro tem a , el de la s fo rm a s d e g o b iern o . A firm o in m ed ia ta m e n te q u e
o c u p a u n lu g a r cen tra l: ta m b ién p a ra M o n te sq u ie u la s ca te g o r ía s
g en e ra le s q u e sirv en pa ra dar u n o rd en s is te m á tic o a la s d iv e rsa s
fo r m a s h is tó r ic a s d e so cie d a d so n la s q u e co rr e sp o n d e n a lo s d ife ­
ren tes tip o s d e rég im en p o lític o . U na vez m á s la tip o lo g ía d e la s
fo r m a s de g o b ier n o a d q u ier e u n a gran im p o rta n c ia p a ra la c o m ­
p r e n sió n (u so s is te m á tic o ), ev a lu a c ió n (u so p r e sc r ip tiv o ) y p a ra la
in te r p r e ta c ió n h is tó r ic a (u so h is tó r ic o ) d e la fe n o m e n o lo g ía so cia l.
Lo q u e ca m b ia en M o n te sq u ie u es el c o n te n id o d e la tip o lo g ía q u e
y a n o co rr e sp o n d e n i a la c lá sica (la tr ip a r tic ió n c o n b a s e en el
" q u ién ” y e l "cóm o" ) n i a la m a q u ia v e lia n a (la b ip a rtic ió n en
p r in cip a d o s y r e p ú b lic a s ). E l seg u n d o lib ro co m ie n z a c o n u n ca ­
p ít u lo titu la d o "De la ín d o le de lo s tres d is tin to s g o b ie r n o s ” q u e
c o n v ie n e citar:
a la de M a q u ia velo p o r q u e e s, c o m o la s tip o lo g ía s d e lo s a n tig u o s,
trip a rtita , c o n la d ife r e n c ia d e q u e la tr ip a r tic ió n se o b tie n e c o n la
in c lu sió n d e u n a fo r m a d e g o b ie r n o q u e en la s tip o lo g ía s a n tig u a s
era c o n s id e ra d a u n a fo rm a e sp e c ífic a d e m o n a rq u ía (y c o m o h e m o s
v is to ta m b ié n pa ra B o d in o ), o sea , e l d e s p o tis m o . M ás aún: si se
p o n e a te n c ió n en la d e fin ic ió n d el d e s p o tis m o d e l fr a g m e n to cita d o ,
n o s d a m o s cu e n ta d e q u e M o n te sq u ie u d e fin e e l d e s p o tis m o en lo s
m is m o s té r m in o s en lo s q u e la tr a d ic ió n h a sta a h o ra h a d e fin id o
a la tira n ía , e n p a r tic u la r la tir a n ía e x p a r te e x e r c itii, e s d ecir, c o m o
e l g o b ie rn o d e u n o s o lo " sin le y e s n i fr e n o s ”. E n su m a , la ter cera
fo r m a d e g o b ie r n o de M o n te sq u ie u e s, si se to m a en cu e n ta la teo ría
c lá sica , u n a d e la s fo r m a s m a la s o co rru p ta s. E n c o n se c u e n c ia , la ti­
p o lo g ía q u e e s to y ilu str a n d o e s m a rc a d a m en te a n ó m a la fr e n te a
to d a s la s tip o lo g ía s q u e h e m o s v is to h a s ta aquí: la a n o m a lía c o n ­
s is te en q u e c o m b in a d o s c r ite r io s d ife r e n te s, e l d e lo s s u je to s d el
p o d er so b e ra n o q u e p e r m ite d is tin g u ir la m o n a r q u ía d e la rep ú ­
b lic a , y el m o d o d e g ob ern a r, q u e c o n s ie n te d ifere n c ia r la m o n a r­
q u ía d e l d e s p o tis m o . E n o tr a s p a lab ras: M o n te sq u ie u u tiliz a a m ­
b o s c r ite r io s tr a d ic io n a le s, p e r o lo s u s a a l m is m o tie m p o , o sea , e l
p rim e ro p a ra d is tin g u ir la p rim e ra fo r m a d e la seg u n d a , m ie n tra s
recu rre a l seg u n d o p a ra d ifere n c ia r la seg u n d a de la tercera. A de­
m á s d e q u e e s a n ó m a la , la tip o lo g ía d e D e l e s p ír itu d e la s le y e s
p u ed e d ar la im p r e sió n d e q u e e s tá in co m p le ta : en e fe c to , a l h a­
b la r d el d e s p o tis m o c o m o la ú n ic a fo r m a d egen era d a , d e ja en te n d er
q u e la r e p ú b lica n o c o n o c e fo rm a s co rru p ta s. H a sta a h o ra h e m o s
e n c o n tr a d o tip o lo g ía s q u e o n ieg a n la d is tin c ió n en tr e fo r m a s b u e ­
n a s y m a la s (co m o la s de B o d in o y H o b b es) o d u p lic a n to d a s la s
fo r m a s b u en a s (y n o s o la m e n te la m o n a rq u ía ) en o tr a s ta n ta s
m a la s . E n c o n tr a ste , M o n te sq u ie u a d o p ta el c riter io a x io ló g ic o , p ero
s o la m e n te lo a p lica a u n a d e la s fo r m a s. ¿ D eb em o s d ed u cir q u e
la r ep ú b lica , sea a r isto cr á tic a o d em o c r á tic a , n o p u ed e d eg en erar?
D ese a ría c ita r p o r lo m e n o s u n fr a g m e n to en e l q u e p a re ce q u e
M o n tesq u ie u se co n tr a d ic e . S e tra ta d e u n p a s a je d el lib ro V II I
q u e tie n e p o r a r g u m en to la " c o rr u p ció n ” d e lo s p r in c ip io s d e lo s
g o b ie r n o s. E n e s te lib ro tra ta el te m a d e la c o rr u p ció n ta n to d e
la d e m o cr a cia c o m o d e la a r isto cr a c ia , y a p r o p ó s ito d e la seg u n d a
c o m en ta :
126
Hay tres especies de gobiernos: el rep ublican o, el m o n á rq u ic o y el
d e sp ó tic o [ . . . ] Supongo tres definiciones, m ejor dicho, tres hechos:
uno, que el gobierno republicano es aquel en que todo el pueblo, o
una parte de él, tiene el poder supremo; otro, que el gobierno mo­
nárquico es aquel en que uno solo gobierna, pero con sujeción a leyes
fijas y prestablecidas; y por último, que en el gobierno despótico
el poder también está en imo solo, pero sin leyes ni frenos pues
arrastra a todo y a todos tras su voluntad y caprichos (p. 66).
La d ifer en cia de e sta tip o lo g ía c o n re sp e c to a la s a n terio r es sa lta
a la v ista . Las d os p rim era s fo rm a s co rr e sp o n d e n a la s d o s fo r m a s
m a q u ia v elia n a s: e fe c tiv a m e n te la rep ú b lic a a b a rca ta m b ié n a q u í
ta n to a la a r isto cr a c ia c o m o a la d em o c ra cia , seg ú n si s ó lo u n a
p a rte d el p u eb lo o " to d o el p u e b lo ” ejerc e el p o d er. M o n tesq u ieu
lo d ice in m ed ia ta m e n te d esp u és:
Cuando en la república, el poder supremo reside en el pueblo en­
tero, es una democracia. Cuando el poder supremo está en manos
de una parte del pueblo, es una aristocracia (p. 66).
Lo q u e q u iere d ecir q u e ta m b ién p ara M o n te sq u ie u la d ifere n c ia
fu n d a m en ta l c o n re sp e c to al s u je to d el p o d er so b e ra n o e stá en tr e
cl g(jbicrno de u n o y el de m ás de u n o (n o im p o r ta si é s to s sea n
p o c o s o m u c h o s); p ero la tip o lo g ía de M o n tesq u icit es d ilc ic n t e
Si las democracias llegan a su perdición cuando el pueblo despoja
de sus funciones al senado, a los magistrados y a los jueces, las
monarquías se pierden cuando van cercenando poco a poco los pri­
vilegios tic las ciudades o las prerrogativas de las corporaciones. En
128
M O N T E S Q U IE U
el prim er caso, se va al d e s p o tis m o d e todos; en el segundo, al des­
potism o de im o solo (p. 215).
N ó te s e la ex p r esió n " d e sp o tis m o de to d o s ” q u e se co n tra p o n e
a la ex p r es ió n " d esp o tism o de u n o s o lo ”. C om o se h a d ic h o , en
e ste c a so se tra ta d e u n a e x p r es ió n im p ro p ia : e s u n h e c h o q u e, si
es v erd a d q u e ta m b ién el g o b ier n o d e m o c r á tic o p u ed e su fr ir u n a
d eg en era ció n , llá m ese o n o a e sta fo r m a c o rr u p ta " d e s p o tis m o ”,
de la m is m a m a n era q u e la fo r m a co rru p ta d el g o b ie rn o m o n á r ­
q u ico , la trip a rtic ió n p r in c ip a l d e la s fo rm a s d e g o b ie rn o en la
q u e ú n ica m en te ap arece c o m o fo r m a co rr u p ta la d e g e n er a c ió n de
la m o n a rq u ía e stá in c o m p leta . D ich a o r d e n a c ió n n o m u estra , c o m o
d ebería h a ce rlo , la gran v a r ied a d de g o b ie r n o s r ea lm en te in s titu i­
do s p o r lo s h o m b r es a lo larg o d e su h isto ria .
Al ex a m in a r la s d ifere n tes te o r ía s d e la s fo r m a s d e g o b ie rn o ,
siem p re m e h e p r eo cu p a d o p o r m o s tr a r su rela c ió n co n la rea lid a d
h is tó r ic a q u e su a u to r ten ía a la v ista , p a ra h a c e r e n te n d er q u e
ella s n o so n in v e n c io n es p u ra m e n te lib resca s. Al ig u a l q u e la s te o ­
rías p re ced en tes, la de M o n te sq u ie u so la m e n te se ex p lic a , a p esa r
d e su a p a re n te a n o m a lía y su rea l lim ita c ió n , si s e le c o n sid e ra
c o m o u n a r efle x ió n so b re la h is to r ia d e su tie m p o y so b r e la h is ­
to ria p a sa d a d e a cu erd o co n su p r o p ia in te rp re ta c ió n . D ije q u e
fr en te a V ico la ob ra de M o n te sq u ieu se d is tin g u e p o r la gran im ­
p o rta n cia q u e co b ra en e lla el m u n d o e x tra eu ro p eo , e sp e c ia lm e n te
el a siá tic o . Y b ien , el d e sp o tism o , q u e p o r p rim e ra vez e s ele v a d o
a ca teg o ría rep resen ta tiv a de u n a d e la s fo r m a s típ ic a s de g o b ie rn o
(m ien tra s q u e h a s ta e n to n c e s el g o b ie r n o d e s p ó tic o h a b ía sid o
co n sid era d o en tr e la s s u b e sp e cie s d e la m o n a r q u ía ), se c o n v ie rte
en la ca te g o ría e se n c ia l para la c o m p r e n sió n d el m u n d o o r ie n ta l.
E s c o m o si se d ije s e q u e, u n a vez q u e se to m ó en cu e n ta al
m u n d o o r ien ta l, n o se p u ed e d eja r a u n la d o la c a te g o ría d el
d e s p o tis m o para d ise ñ a r u n a c o m p le ta y c o rr ecta tip o lo g ía d e la s
fo rm a s de g o b iern o . M o n te sq u ieu e sta b a c o n v e n c id o d e q u e el
m u n d o ex tra eu r o p eo , y e sp e c ia lm e n te el a s iá tic o , n o p o d ía ser c o m ­
p ren d id o c o n la s ca te g o ría s h is tó r ic a s q u e sirv iero n d u ra n te m ile ­
n io s para en te n d er al m u n d o eu r o p e o . Para e je m p lific a r lo a n ter io r ,
M o n tesq u ie u se ñ a la el d e s p o tis m o d e C hin a, q u e lo s ilu m in is ta s
ex a lta b a n c o m o e je m p lo d e b u en g o b ie rn o (en c u a n to era c o n s i­
d era d o c o m o g o b ier n o " p a tern a l” y n o c o m o rég im en " d e s p ó tic o ” o
" p a tro n a l”) . M o n tesq u ieu d ed ica u n c a p ítu lo (cap . x x i d el lib ro
V III ) a la c rítica d e " n u estro s m is io n e r o s q u e h a b la n d cl gran im'
M O N T E S Q U IE U
129
p e r io c h in o c o m o d e u n g o b ie r n o a d m ir a b le ”, y lo c o n c lu y e c o n
e s ta s p a la b ra s:
China, pues, es un E stado despótico; y su principio es el tem or. Puede
ser que en las prim eras dinastías, cuando el im perio no era tein ex­
tenso, el gobierno se alejase un poco de este espíritu; hoy, no
(p. 324).
P o r ta n to , la tip o lo g ía d e M o n te sq u ie u s e v u e lv e m á s cla ra si
s e in te r p r e ta c o m o u n a r ep etic ió n d e la tr a d ic io n a l, p o r lo m e n o s
d e M a q u ia v elo en a d ela n te, q u e c o n b a se en la s tr a n sfo r m a c io n e s
su fr id a s p o r la so c ie d a d eu r o p e a c la s ific a a to d o s lo s E sta d o s c o m o
rep ú b lica s o p r in c ip a d o s , c o n a lg o m á s: la in co r p o r a c ió n d e la
c a te g o ría q u e sir v e p a ra in c lu ir en e l e sq u e m a g en era l d e la s fo r ­
m a s d e g o b ie r n o al m u n d o o r ien ta l. D eb e a greg a rse q u e M o n tes­
q u ie u p u d o h a b er c o n fir m a d o su tip o lo g ía c o n e l e je m p lo d e la
h is to r ia p a s a d a , e sp e c ia lm e n te c o n la h is to r ia de R om a, q u e, c o m o
to d o s lo s g ra n d es e sc r ito r e s p o lític o s , d e P o lib io en a d e la n te, h a ­
b ía h e c h o o b je to d e su s r efle x io n es , p a r tic u la rm e n te en u n a o b ra
e sc r ita a n tes q u e D e l e s p ír itu d e la s le y e s , titu la d a C o n s id e r a c io n e s
s o b r e la s c a u s a s d e la g r a n d e z a y d e c a d e n c ia d e lo s r o m a n o s (1 7 3 3 ).
La h is to r ia ro m a n a p o d ía d iv id ir se en p e r io d o s d e la s ig u ie n te
m an era: la m o n a r q u ía d e la p rim e ra é p o c a de lo s " reyes d e R o m a ”,
la r ep ú b lica , p rim e ro a r isto c r á tic a y lu e g o d em o c rá tic a , d e l p e r io d o
r ep u b lica n o , y fin a lm e n te el d e s p o tis m o d e l p e r io d o d el im p er io .
(N ó te s e la d ifer e n c ia c o n r e sp e c to a V ic o , q u e en c u a n to id e n ti­
fic a e l p e r io d o d el p r in c ip a d o co n el g o b ie r n o m o n á r q u ic o , q u e
p a ra V ic o e s la m e jo r fo r m a de g o b ier n o , d a u n ju ic io p o s itiv o d el
im p erio , a l m e n o s en lo s p r im e r o s sig lo s.)
C om p arad a c o n la s tip o lo g ía s a n te r io r es, la d e M o n te sq u ie u p re­
se n ta o tr a n o v e d a d , p u es es d e sa rro lla d a en d o s p la n o s d ifer e n te s,
u n o lla m a d o d e la " n a tu ra leza ” de lo s g o b ie r n o s y e l o tr o d e lo s
" p r in cip io s”. H a s ta a h o ra la s d e fin ic io n e s d a d a s de lo s tr e s g o b ie r ­
n o s s o n la s q u e v a n d e a c u erd o c o n su " n a tu ra leza ”; p e ro lo s
m is m o s tre s g o b ie r n o s p u ed en ser d ifer e n c ia d o s ta m b ié n c o n b a se
e n su s r e s p e c tiv o s " p r in cip io s”. M o n te sq u ie u m u es tr a la d ifere n c ia
en tr e n a tu ra lez a y p r in c ip io d e la s ig u ie n te m an era:
''
Hay esta diferencia entre la naturaleza del gobierno y su principio:
que su naturaleza es lo que le hace ser y su principio lo que le hace
obrar. La prim era es su estructura particular; el segundo las pa­
siones hum anas que lo m ueven (p. 83).
130
M O N T E S Q U IE U
La " naturaleza" d e u n g o b ie r n o d eriv a d e su " estru ctu ra" , e s to
e s, d e la c o n s titu c ió n q u e regu la en c ie r to m o d o , q u e c a m b ia de
fo rm a a fo rm a , q u ién g o b ier n a y de q u é m an era; p ero seg ú n M on ­
te sq u ie u to d a fo rm a de g o b ier n o p u ed e ta m b ié n e sta r ca ra cteriza d a
p o r la p a s ió n fu n d a m en ta l q u e lle v a a lo s sú b d ito s a o b ra r d e
a cu erd o c o n la s le y es e sta b le c id a s y en c o n se c u e n c ia p e r m ite du rar
a to d o rég im en p o lític o . E sta " p asión " fu n d a m en ta l, q u e M on ­
te s q u ie u fre cu en te m en te lla m a el "resorte" { r e s s o r t) d el q u e to d o
g o b ier n o tie n e n e c es id a d p ara p o d er c u m p lir c o rr e cta m en te co n su
ta rea , es el "prin cipio" . Q uiero a d v ertir q u e e sta te s is d el d iv er so
p r in c ip io q u e in sp ira a lo s d ifer e n te s reg ím en e s ta m p o c o e s n u ev a,
y a q u e n o s h a c e reco rd a r in m ed ia ta m e n te a la tip o lo g ía p la tó n ic a
q u e en p a rte e stá b a sa d a en la s d iv er sa s " p a sio n es" (p o d e m o s lla ­
m a rla s e x a cta m en te a sí) q u e im p rim e n u n ca rá c te r e sp e c ífic o a lo s
d ifer e n te s g ru p o s d irig en te s, p e r so n ific a d o s en el h o m b r e tim o c r á ­
tic o , en el o lig á rq u ico , etc . U sa n d o el té r m in o de M o n te sq u ie u ,
" p rin cip io" , p o d e m o s d ecir q u e el p r in c ip io d e la tim o cr a c ia p ara
P la tó n es el h o n o r, d e la o lig a r q u ía la riq u eza , d e la d em o c ra cia
la lib erta d y de la tira n ía la v io le n c ia . ¿C uáles so n lo s tre s p rin ­
cip io s de M o n tesq u ieu ? S o n lo s sig u ie n te s: la v ir tu d p a ra la rep ú ­
b lica , el h o n o r p a ra la m o n a rq u ía y el m ie d o pa ra el d e s p o tis m o .
(U no so lo , el h o n o r, es co m ú n a P la tó n y a M on tesq u ieu ; p ero si
se o b se rv a n a te n ta m en te la s d o s tip o lo g ía s, se d ed u ce q u e la p la ­
tó n ic a e stá h e ch a e x p a r te p r in c ip is , la d e M o n te sq u ie u e x p a r te
p o p u li. E sto se c o n sta ta en el c a so d e la tira n ía o d e s p o tis m o q u e
es ca ra c teriza d o p o r P la tó n co n b a se en la " p asión " d el tira n o y
p o r M o n te sq u ieu en la " p asión " de lo s s ú b d ito s.)
M o n te sq u ie u e n tie n d e p o r v ir tu d n o la v ir tu d m o r a l, q u e es u n a
d is p o s ic ió n m er a m en te in d iv id u a l, sin o u n a d e te r m in a c ió n q u e
v in cu la ín tim a m e n te el in d iv id u o al to d o d el q u e fo r m a p arte. E n
d iv e rsa s o c a sio n e s la lla m a "am or a la patria" , c o m o en el sig u ie n te
fra g m en to :
El tem or en los gobiernos despóticos nace espontáneam ente de las
am enazas y de los castigos; el honor en las m onarquías lo favorecen
las pasiones, que son a su vez por él favorecidas; pero la virtud
política es una renuncia a sí m ism os, lo m ás difícil que hay. Se
puede definir esta virtud diciendo que es el am or a la patria y a
las leyes. E ste amor, prefiriendo siem pre el bien público al bien
propio, engendra todas las virtudes particulares, que con siste en
aquella preferencia (p. 104).
M O N T E S Q U IE U
131
Y m á s ad elan te:
La virtud, en una república, es la cosa m ás sencilla: es el am or a la
república; es un sentim iento y no una serie de conocim ientos, tanto
el últim o com o el prim ero de los ciudadanos pueden probar ese
sentim iento. Cuando el pueblo tiene buenas m áxim as, las practica
m ejor y se m antiene m ás tiem po incorruptible que las clases altas;
es raro que com ience por él la corrupción. M uchas veces, de la
m ism a lim itación de sus luces ha sacado m ás durable apego a lo es­
tatuido. El am or a la patria m ejora las costum bres, y la bondad
de las costum bres aum enta el am or a la patria (p. 115).
E sta m a n era de en te n d er la v ir tu d p r o v o c ó en su s tie m p o s m u ­
ch a s c rític a s, c o m en z a n d o p o r V o íta ire, q u ien c o n sid e ra b a q u e la
v ir tu d era m á s id ó n ea p a ra lo s g o b ie r n o s m o n á rq u ic o s y e l h o n o r
era m á s c o m p a tib le c o n lo s g o b ie r n o s r ep u b lic a n o s. S e p r eg u n ta b a
en g en era l s i la v ir tu d n o fu e s e n ec esa ria p a ra to d a s la s fo r m a s de
g o b ie rn o .
Para entender m ejor los cuatro prim eros libros de esta obra hay
que tener en cuenta: 1? que lo que llam o virtud en la república es
el am or a la patria, es decir, el am or a la igualdad. Ella no es una
virtud m oral ni cristiana, es la virtud política. Y ésta es el resorte
que hace m over la república, com o el honor es el resorte que hace
m over la m onarquía. Así pues, he llam ado virtud política al amor
a la patria y a la igualdad (p. 51).
C om o h e m o s v is to , M o n te sq u ie u h a c e u so d el c o n c e p to d e ig u a l­
d a d p a ra p r e cisa r la id ea de la v ir tu d c o m o re so r te d e la s rep ú b li­
ca s. T al c o n c e p to d eb e ser su b ra y a d o p o rq u e sirv e p a ra d istin g u ir
a la rep ú b lica (a q u í c o n v ie n e a greg ar la rep ú b lica d e m o cr á tica ) d e
la s o tra s fo r m a s de g o b ier n o , q u e en co n tr a ste e stá n b a sa d a s en
u n a in s o lu b le d e sig u a ld a d en tr e lo s g o b e rn a n tes y lo s g o b er n a d o s,
y ta m b ié n en u n a in s o lu b le d e sig u a ld a d en tre lo s m is m o s g o b e r­
n a d o s. E s im p o r ta n te e s te c o n c ep to , p o rq u e es la c o n d ic ió n m is m a
d el e je r c ic io d e la v ir tu d c o m o a m o r a la patria; se a m a a la p a ­
tria en c u a n to es s e n tid a c o m o c o sa de to d o s, y es sen tid a a sí en
c u a n to to d o s se co n s id e ra n y so n ig u a les en tr e sí.
E s m e n o s fá c il en te n d er y d e fin ir el c o n c ep to de h o n o r (q u e el
p r o p io M o n tes q u ie u n o d e f in e ) . E n tre lo s d iv e r so s fr a g m e n to s u n o
d e lo s m á s ilu str a tiv o s es el sig u ien te:
El gobierno m onárquico supone, com o ya hem os dicho, preem inen­
cias, catcgot ías y hasta una clase noble por su nacim iento. En la
132
M O N T E S Q U IE U
naturaleza de este gobierno entra el pedir honores, es decir, distin­
ciones, preferencias y prerrogativas; por eso hem os dicho que el
honor es un resorte del régim en. La am bición es perniciosa en una
república, pero de buenos efectos en la monarquía: da vida a este
gobierno, con la ventaja de que en él es poco o nada peligrosa,
puesto que en todo instante hay m edio de reprim irla. Es algo sem e­
jante al sistem a del universo, en el que hay dos fuerzas contrarias:
centrípeta y centrífuga. El honor m ueve todas las partes del cuerpo
político, y las atrae, las liga por su m ism a acción. Cada cual con­
curre al interés com ún creyendo servir al bien particular (p. 91).
P or "honor", o m e jo r d ich o p o r " s en tim ie n to d el h on or" , se
e n tie n d e a q u ella se n sa c ió n q u e n o s h ace realizar u n a c to d e te r m i­
n a d o p o r el d e se o d e te n er y m a n te n e r u n a b u en a rep u ta ció n . E n
co n tr a s te , la v irtu d rep u b lica n a n o s h a ce ob rar p o r el b ie n co m ú n .
E l h o n o r es u n re so r te in d iv id u a l (c o m o el in te r é s); p ero , in d e ­
p e n d ie n te m e n te de la v o lu n ta d d el in d iv id u o , es ú til p a ra el b ie n
co m ú n , en c u a n to llev a al c u m p lim ie n to d el p r o p io deber. (Lo im ­
p o r ta n te en to d a s o c ie d a d es q u e h a lla n " p asion es" y " resortes"
q u e in d u zca n al s ú b d ito a cu m p lir su d eb er, a n te to d o el d e o b e ­
d ecer a las ley es.) A d ifere n cia de la v ir tu d rep u b lica n a , q u e n o
p u ed e ten er lu ga r m ás q u e en u n a so cie d a d de ig u a les, el h o n o r
p r e su p o n e u n a so cie d a d de d es ig u a le s, b a sa d a en la d ife re n c ia de
ra n g o s, en la p re sen cia d e ó rd e n e s o g ru p o s p r iv ile g ia d o s, a lo s q u e
se le s c o n fía n e x clu siv a m en te lo s ca rgo s p ú b lic o s y en tre lo s c u a ­
le s se realiza la d is tr ib u ció n d el p o d er p ú b lic o en su s d ifer e n te s
ex p r es io n e s. E l se n tim ie n to d el h o n o r n o es de to d o s y pa ra to d o s:
es el re so r te de a q u ello s a q u ien es el so b era n o c o n fía el cu id a d o
d el E sta d o , y q u e p r e cisa m e n te p o r e sto c o n s titu y e n c u e rp o s re s­
tr in g id o s y p r iv ile g ia d o s.
E l m ie d o , que es el reso r te d el d e sp o tism o , n o req u iere c o m e n ­
ta r io s p a rticu la res, p o rq u e en to d o c a so se c o m e n ta p o r sí m is m o .
B a ste e n to n ce s u n a cita:
Como la virtud en una república y el honor en una m onarquía, es
necesario el tem or en un gobierno despótico; pero en esta clase de
gobierno, la virtud no es necesaria y el honor hasta sería peligroso
(p. 93).
A p ro v ech o la o p o rtu n id a d para lla m a r la a te n c ió n en la im p o r ­
ta n cia h is tó r ic a q u e, d e sp u és de m e d io s ig lo de la p u b lic a c ió n de
la o b ra de M on tesq u ieu , a d q u irirá el p r in cip io del m ie d o v in cu la d o
con \í\ ca te g o ría dcl d es p o tism o : al fin a l de e se sig lo , por pi im cra
M O N T E S Q U IE U
133
vez en la h is to r ia , u n d e s p o tis m o , la d icla d u ra ja co b in a , será Un
m a d a el rég im e n d el "terror". Y d e sd e e n to n c e s la d icla d u r a rcvolu
cio n a r ia y e l te rro r será n c o n sid e ra d o s co m o fru to s dcl m ism o
e s ta d o d e n e cesid a d . Para S a in t-J u st y R o b esp ierre, el tci ror es
n e c es a r io p ara in sta u ra r (u na vez m á s u n a ca te g o ría de M o n tes­
q u ieu ) el rein o d e la v irtu d , o sea, la rep ú b lica d em o cr á tica . R o b e s­
p ie rre d irá en u n fa m o so d is c u r so q u e "el r es o r te d el g o b ier n o
p o p u la r en la r ev o lu ció n es al m is m o tie m p o la v i r t u d y el te r r o r :
la v ir tu d sin la cu a l el ter ro r es fu n e sto , el te rro r sin el cu a l la
v ir tu d e s im p o te n te " .
H a s ta a q u í h e c o n s id e ra d o la tip o lo g ía d e D e l e s p ír itu d e la s le y e s
a p a rtir de su u s o s iste m á tic o y en p a rte h isto r io g r á fic o . ¿P ero
q u é h a y d e su u s o p r e sc r ip tiv o ? D ich o de o tr o m o d o : ¿ cu á l e s el
id e a l p o lític o de M o n te sq u ie u ? Al r es p o n d e r e sta p reg u n ta en tra ré
e n la p a r te m á s im p o r ta n te d e su o b ra en té r m in o s h is tó r ic o s. N o
h a y d u d a de q u e d e la s tres fo r m a s d e g o b ie rn o q u e h e m o s d e sc r ito ,
M o n tesq u ie u p re fie re la m o n a rq u ía ; p ero la m o n a rq u ía q u e tie n e
en m e n te e s la fo rm a de g o b ier n o q u e, m á s q u e d ife r e n c ia rse de
la rep ú b lic a , se d istin g u e d el d e s p o tis m o p o r q u e el p o d er d el rey
e stá c o n tr o la d o p o r la s lla m a d a s ó r d e n e s o c u e rp o s in ter m e d io s.
E n u n c a p ítu lo titu la d o "De la e x ce le n c ia d el g o b ie rn o m o n á rq u i­
co", escrib e:
El gobierno m onárquico le lleva una gran ventaja al gobierno des­
pótico. Estando en su naturaleza el príncipe tiene bajo él a varias
órdenes que están vinculadas a la constitución, así el E stado es m ás
fijo, la constitu ción m ás firm e, la persona de los que gobiernan
m ás asegurada (p. 134).
E sta c o n tr a p o s ic ió n en tre el d e s p o tis m o y la m o n a rq u ía m u e s ­
tra a é s ta c o m o la fo r m a d e g o b ier n o en la q u e e n tr e lo s s ú b d ito s
y el so b e ra n o h a y p o d er e s in te r m e d io s, o " con tra p o d eres" , q u e le
im p id e n a l so b e ra n o a b u sa r d e su a u to rid a d . E sto s co n tr a p o d er e s
e stá n c o n s titu id o s p o r cu e rp o s p r iv ile g ia d o s q u e d e sa rro lla n fu n ­
c io n e s e s ta ta le s, y en cu a n to ta le s h a ce n im p o sib le la co n c en tr a ció n
d el p o d er p ú b lic o en m a n o s d e u n o s o lo , q u e e s la c a ra c te rístic a del
g o b ie r n o d e s p ó tic o , y d an v id a a u n a p r im era (p ero n o ú n ica )
fo r m a d e d iv isió n d el p o d er, a la q u e d e n o m in o " d iv isió n h o r i­
zo n tal" p a ra d is tin g u ir la d e la v e rtic a l q u e v e rem o s u n p o c o m á s
a d ela n te. N o tie n e c a so h a b la r a q u í d e la im p o rta n c ia de la te o r ía
d e lo s cu e rp o s in te r m e d io s en el d e sa rro llo d el E sta d o m o d ern o :
b a ste d ec ir q u e ella n o s ó lo se co n tra p o n e a la teo ría d el d espo -
134
11%
M O N T E S Q U IE U
M O N T E S Q U IllU
tis m o , sin o ta m b ié n a la d e la rep ú b lica en u n cia d a p o r R o u ssea u ,
p a ra q u ien , u n a vez c o n s titu id a la v o lu n ta d g e n era l q u e e s la titu ­
la r e x c lu siv a d e la so b e ra n ía , m e d ia n te el p a c to so c ia l de ca d a
c u a l c o n to d o s lo s d em á s, ya n o s e a d m ite n " s o cied a d e s p a r c ia le s ”,
in ter p u es ta s e n tre lo s in d iv id u o s y el to d o , y q u e c o n s titu y e n u n
id e a l d e stin a d o a te n e r é x ito en la s d o c tr in a s lib er a le s d el sig lo x ix
q u e n o so la m e n te v erá n en el d e s p o tis m o tr a d ic io n a l, sin o ta m ­
b ié n en la d icta d u ra ja c o b in a , u n tr is te e fe c to d e la su p r e sió n de
lo s cu erp o s in ter m e d io s. A qu í m e lim ito a su b ra ya r la im p o rta n cia
q u e e sta id ea d el g o b ie rn o m o n á rq u ico , ca ra cteriza d o p o r la p re­
s en cia d e lo s c u er p o s in te r m e d io s, tie n e en la te o r ía d e M o n te s­
q u ieu co n sid era d a en su a s p e c to p r e sc r ip tiv o , p o r q u e in tro d u c e
en la tip o lo g ía d e lo s g o b ie r n o s u n a fig u ra n u ev a ca ra cteriza d a
p o r u n cr iter io e v a lu a tiv o , la fig u ra d el " g o b iern o m o d e r a d o ”. L éase
e s te p a sa je:
r i t u d e la s le y e s , es la q u e h a te n id o m ay or é x ito , a tnl ^indu «|iula s p rim e ra s c o n s titu c io n e s e sc r ita s, la n o r lc a m ci icaiia tlf 17/f»
y la fr a n c e sa d e 1791, se co n s id e ra n una a p lica c ió n de i-lla. Ya
a l fin a l d el c a p ítu lo so b re H o b b es h a b ía m o s h e c h o m en ció n de la
te o r ía d e la sep a ra ció n d e p o d ere s: aqu í re p etim o s q u e e sta te o ­
ría p u ed e se r co n sid era d a c o m o la in sp ir a c ió n m o d ern a d e la teoría
c lá sic a d el g o b ier n o m ix to . E n tre el g o b ier n o m ix to y e l go biern o ,
q u e p a ra u tiliz a r la e x p r es ió n d e M o n tesq u ieu , lla m a ré " m od era­
d o ”, e x is te vma u n id a d de in sp ira ció n : a m b o s d eriv a n d e la co n ­
v ic c ió n d e q u e c o n el o b je to de q u e n o h a ya a b u so d e p od er, é ste
d e b e s e r d is tr ib u id o de m a n era q u e el p o d er su p r em o sea el e fe cto
d e u n a sa b ia d is p o s ic ió n de e q u ilib r io e n tre d ifere n tes p o d eres
p a r c ia le s, y n o e s té c o n c en tr a d o en las m a n o s de u n o s o lo . R ecu ér­
d e n se la s e x p r e s io n e s q u e u tiliz a el p rim er te ó r ic o d el gob iern o
m ix to , P o lib io , c u a n d o d ice q u e en u n g o b ie r n o m ix to "ninguna
d e la s p a r te s e x ced e su c o m p e te n c ia n i so b rep a sa la m e d id a ”; en ­
co n tr a r em o s e x p r es io n e s se m e ja n te s en M o n tesq u ieu . S in em bargo,
en tr e e l g o b ie r n o m ix to y el m o d era d o hay u n a d ife re n c ia e n cu a n to
a la m a n era e n q u e se c o n c ib e e s ta d is tr ib u ció n de p o d eres. E l
g o b ie r n o m ix to d eriv a de u n a r e c o m p o sic ió n de la s tr e s form a s
c lá sic a s , y e n c o n s e c u e n c ia d e u n a d is tr ib u ció n d el p o d er entre
la s tre s p a r te s q u e c o m p o n e n u n a so cie d a d , e n tre lo s d ifere n te s
p o s ib le s " s u je to s ” d e l p o d er, p a r tic u la r m e n te en tre la s d o s p a rtes
a n ta g ó n ic a s, lo s r ico s y lo s p o b res (lo s p a tr ic io s y lo s p le b e y o s);
e n ca m b io , e l g o b ie r n o m o d er a d o de M o n te sq u ieu d eriv a de la
d is o c ia c ió n d el p o d er so b e ra n o y d e su d iv isió n c o n b a s e en
la s tr e s fu n c io n e s fu n d a m en ta le s d e l E sta d o , la le g isla tiv a , la e je ­
c u tiv a y la ju d ic ia l. N o s e ex clu y e q u e la s d o s d iv isio n e s p u ed an
c o in c id ir , c u a n d o a ca d a u n a de la s tres p a r te s se le c o n fíe un a
d e la s tr e s fu n c io n e s, p ero e sta c o in c id e n c ia d e n in g u n a m a n era es
n ec esa ria . C ierta m en te a M o n te sq u ie u n o le in te r e sa d e m a nera
p a r tic u la r e s ta c o in c id e n c ia . L o q u e lla m a la a te n c ió n a M o ntes­
q u ieu , d e m a n era fu n d a m en ta l, es la sep a ra ció n d e p o d er e s seg ún
la s fu n c io n e s, n o la d iv isió n b a sa d a en la s p a rtes c o n s titu tiv a s de
la s o cie d a d . C uan do h a ce el e lo g io de la rep ú b lica ro m a n a , que
e s u n a p r á c tic a c o m ú n en lo s te ó r ic o s d el g o b ie rn o m ix to , n o”"lo
h a ce p o r q u e la c o n sid e r e u n g o b ie r n o m ix to , s in o p o r q u e la in ter­
p r e ta c o m o u n g o b ier n o m o d era d o , e s d ecir, u n g o b ier n o b asa d o
en la d iv isió n y c o n tr o l recíp r o c o de p o d eres:
Parecería que la naturaleza humana se volviera con indignación y
se sublevara sin cesar contra el gobierno despótico. Pues nada de
eso: a pesar del amor de los hombres a la libertad y de su odio a la
violencia, la mayor parte de los pueblos se ha resignado al despo­
tismo. Esta sumisión es fácil de comprender: para fundar un go­
bierno moderado es preciso combinar las fuerzas, ordenarlas, tem­
plarlas, ponerlas en acción; darle, por así decirlo, un contrapeso, un
lastre que las equilibre para ponerlas en estado de resistir unas a
otras. Es una obra m aestra de legislación que el azar produce rara
vez, y que en contadas ocasiones dirige la prudencia (p. 143).
C o m o ta m b ién lo s " g o b iern o s m o d e r a d o s ” p u ed en ser la s rep ú ­
b lic a s (c o m o se le e en el c a p ítu lo sig u ie n te a l q u e c o n tie n e el
fr a g m e n to c ita d o ) , se p u ed e p e n sa r q u e la tip o lo g ía tr ip a r tita d e
la s fo r m a s d e g o b ier n o p o d ría se r su stitu id a , a l in tro d u c ir se el
u s o p r e sc r ip tiv o , p o r u n a b ip a r tic ió n en g o b ie r n o s m o d er a d o s e in ­
m o d er a d o s (o d e s p ó tic o s ). E sto lo c o n fir m a el títu lo d el c a p í­
tu lo X d el lib ro III: " D istin ció n de la o b e d ie n c ia en lo s g o b ie r n o s
m o d e r a d o s y en lo s d e s p ó ti c o s ”. E n to n ce s c o n v ie n e p re g u n ta rse
u n a v ez m á s, ¿q u é e s lo q u e h a c e d e u n rég im en p o lític o u n g o b ie r n o
m o d era d o ? E l fra g m en to c ita d o es claro: la d is tr ib u c ió n d el p o d er
p a ra q u e n a d ie p u ed a a c tu a r a rb itra ria m e n te a l h a b er p o d er e s c o n ­
tr a p u e sto s.
E n M o n te sq u ie u , a l la d o de la d iv isió n h o r iz o n ta l d el p o d er h a y
ta m b ié n u n a d iv isió n q u e d e n o m in ó v ertica l; e sta seg u n d a fo rm a
d e d iv isió n c o n s titu y e la fa m o sa te o r ía de la sep a ra c ió n d e p o d er es
q u e, sin lu g a r a d u d a s, d e to d a s la s te o r ía s d el a u to r d e D el e sp t-
136
M O N T E S Q U IE U
M O N T E S Q U IE U
137
Sabiam ente las leyes de Rom a dividieron el poder público entre un
gran núm ero de m agistraturas que se sostenían, frenaban y m odera­
ban im a a otra; y en cuanto ellas tenían un poder lim itado cada
ciudadano se podía prevenir. De esta m anera el pueblo veía pasar
m uchos personajes, sin poderse habituar a alguno (C o nsideraciones
s o b re las cau sas d e la g ra n d eza y d eca de nc ia d e los rom a no s, ca­
p ítulo X I ) .
p o d ere s e stá la r es p u es ta d el c o n s titu c io n a lis m o m o d er n o co n tra
el p e lig r o rec u rren te d el d e s p o tis m o , c o m o r es u lta cla ro d el s i­
g u ie n te fra g m en to :
M o n te sq u ie u e x p o n e la te o r ía d e la sep a ra ció n d e p o d er e s en el
lib ro X I, q u e tr a ta d e la s le y es q u e fo r m a n la lib erta d p o lític a . E n
e ste ca p ítu lo , d e sp u é s d e d e fin ir la lib erta d c o m o "el d e rec h o d e
h a cer to d o lo q u e la s le y e s p erm iten " (lo q u e h o y se lla m a lib er ­
ta d " n eg a tiv a " ), e n u n cia su sen ten cia : "La lib erta d p o lític a se en ­
cu e n tr a en lo s g o b ie r n o s m o d era d o s" (cap . iv ) , y co n tin ú a :
La im p o rta n c ia q u e M o n te sq u ieu a trib u y e a la sep a ra ció n de
p o d er e s, q u e ca ra cteriza a lo s g o b ie r n o s m o d er a d o s, c o n fir m a la
t e s is d e a c u erd o c o n la cu a l la tr ip a r tic ió n d e la s fo rm a s d e g o ­
b ie r n o en rep ú b lica , m o n a rq u ía y d e s p o tis m o , q u e c o rr e sp o n d e al
u s o d e scr ip tiv o e h is tó r ic o d e la tip o lo g ía , se ve a c o m p a ñ a d a p o r
o tr a tip o lo g ía m á s s im p le c o n r e sp e c to a l u s o p r e sc r ip tiv o , q u e
d is tin g u e lo s g o b ie r n o s en m o d er a d o s y d e s p ó tic o s (p o r lo q u e lo s
g o b ier n o s d e s p ó tic o s co m p re n d en ta n to la s m o n a rq u ía s c o m o las re­
p ú b lic a s) .
Pero ella no se encuentra siem pre en los E stados m oderados; sería
indispensable para encontrarla en ellos que no se ab u sara d e l p o d e r,
es una experiencia eterna que todo hom bre que tiene en sus m anos
el poder a b u sa d e él, hasta que no encuentra lím ites [ . . . ] Para que
no se abuse del poder es necesario que, com o la naturaleza m ism a
de las cosas, el p o d e r fr e n e al p o d e r (p. 274, las cursivas son m ía s).
¿C uál e s el recu rso c o n s titu c io n a l q u e p e r m ite la rea liza c ió n d el
p r in c ip io , q u e p r e sc r ib e q u e "es n e c es a r io q u e el p o d er fren e al
p o der"? La r e sp u e sta d e M o n te sq u ie u , q u ien tie n e en m e n te la c o n s ­
titu c ió n in g le sa (n o o lv id e m o s q u e era la c o n s titu c ió n q u e te n ía
en tr e su s in sp ira d o re s a L o c k e ), e s ta ja n te: el c o n tr o l r ecíp r o c o
d e lo s p o d er e s es la d istr ib u ció n de la s tr es fu n c io n e s d el E sta d o
en ó r g a n o s d ifer en tes:
Cuando el poder legislativo y el poder ejecu tivo se reúnen en la
m ism a persona o el m ism o cuerpo, no hay libertad; falta la confian­
za, porque puede tenerse que el m onarca o el senado hagan leyes
tiránicas y los ejecu ten ellos m ism os tiránicam ente. N o hay libertad
si el poder de juzgar no está bien deslindado del poder legislativo
y del poder ejecutivo. Si no está separado del poder legislativo, se
podría disponer arbitrariam ente de la libertad y la vida de los ciu­
dadanos; com o que el juez sería legislador. Si no está separado del
poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor. Todo
se habría perdido si el m ism o hom bre, la m ism a corporación de
próceres, la m ism a asam blea del pueblo ejerciera los tres poderes:
el de dictar las leyes, el de ejecutar las resolucion es públicas y el
de juzgar los delitos o los pleitos entre los particulares (p. 277).
N o m e e x tie n d o en e ste tem a , lo s te x to s p r e se n ta d o s so n b a sta n te
e lo c u e n te s. B a ste reco rd ar q u e en la te o r ía d e la sep a ra ció n d e
Los príncipes que han querido hacerse tiranos, han com enzado siem ­
pre por reunir en su persona todas las m agistraturas (p. 278).
IN T E R M E D IO S O B R E E L D E S P O T I S M O
X I. IN T E R M E D IO SO BR E EL D E S P O T IS M O
C o n s i d e r o ú til e sta p a u sa p o r q u e, d e sp u é s d e lla m a r la a te n c ió n
so b r e la im p o rta n c ia de la c a te g o r ía d el d e s p o tis m o , q u e n o s sig u e
y p e rsig u e d esd e A r istó teles en a d ela n te (v im o s q u e n o h a y a u ­
to r q u e n o la to m e en c o n s id e r a c ió n ), n o es p o s ib le d eja r d e su b ra ­
y a r q u e s o la m e n te en la o b r a d e M o n te sq u ie u e l d e s p o tis m o se
v u e lv e u n a ca te g o ría v erd a d e ra m en te fu n d a m en ta l p a ra el a n á lisis de
la s so cie d a d es p o lític a s. C reo q u e n o h a y o b r a p o lític a en la q u e lo s
reg ím en es d e s p ó tic o s sea n o b je to d e ta n ta s o b se rv a c io n e s p a r tic u ­
la res, in c lu so tan m in u c io sa s, c o m o en D e l e s p ír itu d e la s le y e s . E l
d e s p o tis m o e s c o n sid e ra d o b a jo to d o s lo s a s p e c to s, d e sd e la s ca u ­
sa s n a tu ra les, e co n ó m ic o -s o cia le s, r elig io sa s, q u e lo d ete rm in a n , h a s­
ta la s ley es p e n a les, c iv ile s, su n tu a r ia s, etc., q u e lo ca ra cteriza n . Ya
q u e la h is to r ia d e la n o c ió n d e d e s p o tis m o co m ie n z a c o n A ris­
tó te le s , es in ter e sa n te leer lo q u e M o n tesq u ieu esc r ib e so b re la
te s is a r isto té lica :
V isiblem ente aparecen las dudas de A ristóteles cuando trata de la
m onarquía. E stablece cinco especies: no las distingue por la forma
de su constitución, sino por cosas que son accidentales com o los
vicios o las virtudes del príncipe; o bien por cosas extrañas, com o
la usurpación de la tiranía o la transm isión de la tiranía de unas a
otras m anos. A ristóteles pone entre las m onarquías el im perio de
los persas y el reino de Esparta. Pero, ¿quién no ve que el uno es
el im perio despótico y el otro una república? Los antiguos, que no
conocían la distribución de los tres poderes en el gobierno de uno
solo, no podían tener una idea exacta de la m onarquía (p. 295).
A u n qu e sea b rev e e ste p a sa je n o s m u es tr a en q u é c o n s is te la
n o v e d a d d e M o n tesq u ie u fr e n te a la tra d ició n : m ie n tra s A r istó ­
te le s, seg u id o p o r la m a y o r p a rte d e lo s e sc r ito r e s p o lític o s in c lu so
d e la ép o c a m o d ern a (p ié n se se en M a q u ia velo y B o d in o ), h izo d el
d e s p o tis m o u n a e sp e c ie d el g én ero m o n a rq u ía , M o n te sq u ie u e x p li­
ca en e ste fra g m en to p o r q u é el d e s p o tis m o d eb e ser c o n sid e ra d o
c o m o u n a fo r m a de g o b ie rn o c o m p le ta m en te d ifer e n te d e la m o n a r ­
q u ía , y p o r ta n to n o s o fr e ce u n a razó n v á lid a d e p o r q u é en su
tip o lo g ía el d e s p o tis m o a p a rece p o r p r im era v ez c o m o u n a fo r m a
a u tó n o m a , e s decir, c o m o u n a fo rm a d e g o b ier n o d ifer e n te ta n to
de la rep ú b lica c o m o de la m o n a rq u ía . C om o se v io en cl ca p ítu lo
138
139
a n terio r , e l cr iter io d e d ifer e n c ia ció n e s la " d istr ib u c ió n d e p o d e ­
res", q u e e x is te en la m o n a rq u ía y q u e e stá a u s e n te e n lo s reg í­
m e n e s d e s p ó tic o s . E s a sí c o m o e l fr a g m e n to c ita d o m u es tr a u n a
vez m á s la im p o r ta n c ia q u e M o n te sq u ie u o to r g ó a la sep a ra ció n de
p o d er e s, e s to es, a la in s tit u c ió n q u e h a c e d e u n g o b ie rn o u n ré­
g im e n " m od erado" .
U na p ru eb a de la a m p litu d y a u to n o m ía d e la ca te g o ría d el d e s p o ­
tis m o en M o n tes q u ie u se p u ed e e n c o n tr a r en la v a ried a d d e s­
crip tiv a d e su s a s p e c to s n a tu ra les, e c o n ó m ic o s, ju r íd ic o s, so c ia le s ,
r e lig io so s , etc.; en c o n tr a ste , en lo s a u to re s a n te r io r es el c riterio
c a r a c te r ístic o d el d e s p o tis m o era so b re to d o el p o lític o , en p ar­
tic u la r la id e n tific a c ió n d e la re la c ió n e n tr e g o b er n a n tes y g o b e r­
n a d o s c o m o la e x is te n te en tre a m o s y e sc la v o s. E n la o b ra de M on­
te s q u ie u a b u n d a n la s r efere n cia s al c o n c e p to d e e sc la v itu d , en
p a r tic u la r d e e sc la v itu d p o lític a q u e es d is tin g u id a c u id a d o s a m en te
de la c iv il y d e la d o m és tic a , p a ra d e fin ir e l d e s p o tis m o , c o m o
cu a n d o e sc r ib e q u e en lo s g o b ie r n o s d e s p ó tic o s "es m e n e s te r que
la e d u c a c ió n sea serv il" (IV , 3 ) , o , a p r o p ó s ito d el e stu d io de la s
m u je re s, q u e "en lo s E sta d o s d e s p ó tic o s la s m u je re s n o in tro d u c en
el lu jo ; p e ro e lla s m is m a s so n o b je to s d e lu jo , y d eb en ser esc la v a s
en d em a sía " (V II, a ) , o , so b re la s le y e s q u e reg u la n la e sc la v itu d
civ il, q u e "en lo s p a ís e s d e s p ó tic o s , en lo s q u e y a se e n c u e n tra u n
rég im en d e e sc la v itu d p o lític a , la e sc la v itu d civ il es m á s to le r a b le
qu e en o tr o s lu ga res" (X V , 1 ). P ero la e sc la v itu d n o es m á s q u e
u n o de lo s e le m e n to s , y n i siq u ie ra el m á s im p o rta n te , p a ra d is tin ­
g u ir el r ég im en d e sp ó tic o . O tros fa c to r e s so n el c lim a (c a lu r o s o ), el
tip o d e terre n o (lo s p a ís e s m á s fé r tile s s o n a q u ello s en lo s c u a ­
le s es m á s fá c il q u e se e sta b le zc a u n rég im en d e s p ó tic o ), la e x te n ­
sió n d el te r rito rio (el d e s p o tis m o es n e c es a r io en lo s E sta d o s m u y
g r a n d e s ), e l ca rá cter o el in g e n io de lo s h a b ita n tes (p riv a d o s de
en erg ía y p e r e z o s o s ) , el tip o de le y e s (n o le y es p r o p ia m en te d ich a s
sin o u s o s y c o stu m b r e s q u e se tr a n sm iten o r a lm e n te ), la relig ió n
(m ien tr a s el g o b ie r n o m o d er a d o es m á s c o n v e n ie n te p a ra la reli­
g ió n cr istia n a , el d e s p ó tic o es m á s a d ec u a d o p a ra la m a h o m e ta n a ),
etc . L éa se e s te p a sa je , d e u n o s c u a n to s r en g lo n e s, v erd a d e ra m en te
la p id a rio :
"
Cuando los salvajes de Luisiana quieren fruta, cortan el árbol de
raíz y la cogen. He aquí el gobierno despótico (V, 13, p. 136).
140
I N T E R M E D IO S O B R E E L D E S P O T IS M O
A qu í el d e s p o tis m o se rela c io n a c o n u n c o m p o r ta m ie n to q u e p er­
te n e c e a la e sfe r a e c o n ó m ic a , y es e x p lic a d o a lg u n a s p á g in a s m á s
a d e la n te, en la s c u a le s M o n te sq u ie u s o s tie n e q u e en e s to s E sta d o s
"no se c o n str u y e n c a sa s m á s q u e p o r lo q u e d u ra u n a v id a , n o se
p la n ta n á r b o le s, d e la tierra se sa ca to d o sin d e v o lv e rle nada; to d o
e s tá b a ld ío , to d o e stá d es ier to " (p. 1 4 0). (M o n tesq u ieu to m ó el
e je m p lo d e lo s sa lv a je s d e L u isia n a — e je m p lo s q u e h a b ía h e ch o
in v e stig a r V o lta ir e p o r su " im b ecilid a d " — d e la s in fo rm a cio n es de
lo s m is io n e r o s. P ero C on rad o R o ss o r e c ie n te m e n te in d ic ó q u e lo s
" salva jes" n o eran ta n im b é c ile s — ^y s ó lo p o r p r e ju ic io s a rra ig a d o s
e in tr a n sig e n tes lo s c o n s id e ra b a n ta le s — , d esd e el m o m e n to en q u e
h a b ía á r b o le s, c o m o lo s b a n a n o s, c u y o s fr u to s n o eran r ec o le c ­
ta d o s " co rta n d o el á rb o l d e raíz", c o m o lo m o str a b a el a r tíc u lo
" B anan ier" d e la E n c ic lo p é d ie .)
La c o n tin u id a d en tr e M o n te sq u ie u y lo s c lá s ic o s c o n r es p e c to
a la ca te g o ría d el d e s p o tis m o e stá en la d e lim ita c ió n h is tó r ic a y
g e o g rá fica d e e sta fo r m a d e g o b iern o ; n u e s tr o a u to r h a b la d e "la
p a r te d el m u n d o en q u e el d e s p o tis m o se h a n a tu ra liz a d o , p o r d e­
cirlo a sí, q u e e s A sia" (p. 14 3). La id e n tific a c ió n en tr e e l d e sp o ­
tis m o y el d e s p o tis m o " oriental" — q u e en c o n tr a r em o s e n H eg el
y en la m a y o r p a r te de lo s e sc r ito r e s d el sig lo x ix — e stá d e fin i­
d a p o r M o n tes q u ieu e n to d a s su s p a r tic u la rid a d e s y, p o r d ec irlo
a sí, co n sa g ra d a . H e lv é tiu s, en su o b ra p r in c ip a l D e l ’e s p ir it (1 7 5 8 ),
a b o rd a a m p lia m e n te la c o n tr a p o s ic ió n en tr e g o b ie r n o s lib res y d e s ­
p ó tic o s (so b r e to d o en lo s c a p ítu lo s x v i-x x i d e l te rce r d is c u r s o ),
p ero e n e l m o m e n to en el q u e to c a el p r o b le m a d e e ste c o n tr a ste
o b se rv a q u e a l h a b la r d e d e s p o tis m o s e r efier e a " aq u el d e s e o
d e sen fr en a d o d e p o d er a r b itra rio c o m o s e e je rc e en el O riente".
Al d is tin g u ir d o s e sp e c ie s d e d e s p o tis m o , e l q u e se im p o n e in te m ­
p e s tiv a m e n te co n la fu erza so b re u n a n a ció n v ir tu o sa , c o m o Gre­
cia , y e l q u e se in sta u ra c o n el tie m p o , e l lu jo y la d e b ilid a d d e
ca rá cter, p re ten d e d e te n e r se so b re to d o en e ste ú lt im o q u e ca ra c ­
te riza a lo s E sta d o s o r ie n ta le s. A p ega do a la s o b s e r v a c io n e s de
M o n te sq u ie u so b r e la rela c ió n en tre e l d e s p o tis m o y la relig ió n ,
N ico lá s-A n to in e B o u la n g e r e x p u so u n a in ter p r e ta c ió n r elig io sa , o
m e jo r d ic h o te o c rá tica , d e l d e s p o tis m o en su o b r a p ò s tu m a R e ­
c h e r c h e s s u r l ’o r ig in e d u d e s p o ti s m e o r ie n ta l (1 7 6 2 ). D e a cu erd o
c o n e s te a u to r, el o rig en d e to d o s lo s m a le s d e la so c ie d a d re sid e
e n e l g o b ie rn o de la relig ió n , es d ecir, en la te o c ra c ia , q u e en O rien­
te p r o d u jo lo s reg ím en e s d e sp ó tic o s : "De to d o s lo s v ic io s p o lític o s
d e la te o c ra c ia — esc r ib e — h e a q u í el m á s g ra n d e y cl m á s fatal.
I N T E R M E D IO SO H K Is I I
D l'S I 'iH IS M U
MI
e l q u e p re p a ra e l c a m in o pa ra el d e s p o tis m o oiiiMilitl"
n i ) Nu
e s o c io s o reco rd a r q u e, p o r ra zo n es de polc'inii ti |t<>llllt n, ni ininn
d el d e s p o tis m o o r ie n ta l h a s id o r es u c ita d o in c lu so f ii luichliuN <lhiN
en el c o n o c id o y d is c u tid o (y d is c u tib le ) lib ro d e Kiu I A. Wlllli»
g el. O r ie n ta l D e s p o tis m (1957, trad . ita lia n a , 1 96 8). La coiitiiipoNl
c ió n en tr e la s s o cie d a d es p o lic é n tr ic a s , c o m o la s q u e se e sliih lc
cier o n en E u r o p a , ca ra c teriza d a s p o r u n a fu e r te te n s ió n en tre
so c ie d a d c iv il y a p a ra to e sta ta l, y la s so c ie d a d e s m o n o cé n tric a s,
ca ra cteriza d a s p o r e l p r e d o m in io d el E sta d o so b r e la so cie d a d ,
c o m o la s q u e se fo r m a r o n y a sen ta r o n en lo s g ra n d e s im p er io s
o r ie n ta le s, y c o m o sea en so c ie d a d e s ex tr a e u ro p ea s (c o m o a lg u n a s
d e la s g ra n d es c iv iliz a c io n e s d e la A m érica p r e co lo m b in a , y a e n u ­
m era d a s en tr e lo s r eg ím en es d e s p ó tic o s p o r e l m is m o M o n tes­
q u ie u ), n o sería u n c o n c e p to p o lé m ic o s in o u n a rea lid a d h istó r ic a ,
q u e d e b e a n a liz a r se c o n in s tr u m e n to s d e in v e s tig a c ió n d ifer e n te s
d e lo s q u e se h a n u tiliz a d o h a s ta a h o ra p o r q u ie n es la h a n a c ep ­
ta d o . W ittfo g e l r eto m a a lg u n o s te m a s tr a d icio n a le s: e l ca rá c ter
to ta l, n o c o n tr o la d o , y p o r ta n to a b s o lu to , d el p o d er d e s p ó tic o ,
e l ter ro r c o m o in s tr u m e n to d e d o m in a c ió n , y, c o r r e la tiv a m e n te, la
s u je c ió n to ta l d el sú b d ito h a c ia el so b era n o ; la la rg a d u ra ció n , y
fin a lm e n te la v in c u la c ió n en tr e rég im en d e s p ó tic o y teo c ra c ia . La
in n o v a ció n d e W ittfo g e l c o n r e s p e c to a la tr a d ic ió n se r efier e a la
in ter p r e ta c ió n d el fe n ó m en o : lo s p o d e r o s ís im o s a p a r a to s b u ro c rá ­
tic o s q u e s o n e l n er v io d el d e s p o tis m o , n a c en d e la n e c es id a d , en
la q u e se e n c u e n tr a n lo s te r r ito r io s d e la s g ra n d e s e x te n s io n e s
a s iá tic a s, de u n a r eg la m en ta c ió n d e la irrig a c ió n , e s d ec ir, de u n a
reg u la r y reg u la d a (d esd e arrib a) d is tr ib u c ió n y c a n a liz a c ió n d el
a g u a d e lo s río s. Y a n o s e tra ta , c o m o en lo s e sc r ito r e s c lá sic o s ,
d e la n a tu ra lez a de lo s p u e b lo s ser v ile s, n i ta m p o c o , c o m o e n M on­
te s q u ie u , d e l clim a y el terren o; e l E sta d o b u ro c r á tic o y d e s p ó tic o
d e la s so c ie d a d e s q u e el a u to r lla m a " h id r á u lic a s”, n a c e p o r ra zo ­
n e s té c n ic a s, v in c u la d a s a su v ez c o n la n a tu ra leza d e l s u e lo y c o n
la fo r m a d e p r o d u cció n . C om o fo r m a de g o b ie rn o , el d e s p o tis m o
e stá ca ra c te riza d o p o r el m o n o p o lio de la o r g a n iza ció n b u ro c r á tic a
q u e, fo r m a d o p o r ra zo n es o b je tiv a s en la s s o cie d a d es a g raria s, h o y
s e a p lic a en la s so c ie d a d e s a lta m en te in d u str ia liz a d a s (es e v id e n te
e l b la n c o p o lé m ic o co n tr a e l q u e s e d irige) y r ep resen ta la m á s
terrib le a m e n a z a q u e ja m á s se h a lla p r e se n ta d o a la lib e r ta d del
h o m b r e.
E n to d o s lo s a u to re s c ita d o s el " d e sp o tism o o r ie n ta l” siem p re
fu e c o n sid e ra d o c o m o un a ca te g o r ía n ega tiva; M o n te sq u ie u u s ó la
142
IN T E R M E D IO S O B R E E L D E S P O T IS M O
ex p r es ió n " e sto s m o n str u o s o s g o b ie r n o s ” . S in em b a rg o , en el m is ­
m o sig lo X V II I h u b o e sc r ito r e s q u e u sa ro n la m is m a ca teg o ría , m e
p a rece q u e p o r p rim era vez en la h is to r ia , c o n u n a co n n o ta ció n
p o sitiv a . E n p a rticu la r m e refier o a lo s fisió c r a ta s q u e p r o p u sie ro n
pa ra la reflex ió n de su s co n te m p o r á n eo s u n n u ev o tem a , el d el " d es­
p o tis m o ilu s tr a d o ” (p o r la m a n era en la cu a l h a sid o e n te n d id o
el d e s p o tis m o en la tr a d ic ió n e sta ex p r esió n resu lta en sí m ism a
u n a c o n tr a d ic tio in a d ie c t o ) . La te s is fu n d a m en ta l d e la e sc u e la
fisio c rá tic a , cu y o m a y o r e x p o n e n te es F ra n ço is Q u esna y (1694­
1 7 7 4 ), es q u e la ú n ica e r a d a o d o m in io , p o r el q u e lo s h o m b re s se
d ebería n d e ja r g u ia r p ara ser fe lic es y p r ó sp e ro s, es el de la “f is is ”,
o sea , el de la n a tu ra leza . D e a c u erd o co n Q u esn ay (v éa se su e n ­
sa y o D r o it n a tu r e l) y su s seg u id o r es, ta n to la n a tu ra leza c o m o la
so c ie d a d h u m a n a e stá n reg id a s p o r le y es u n iv er sa le s y n ec esa ria s
q u e la razón h u m a n a b ien a p lica d a es cap a z d e co n o cer . D esa fo r­
tu n a d a m en te el h o m b re c o r ro m p id o p o r la s p a s io n e s y p r e ju ic io s
c a s i siem p re h a ig n o ra d o e sta s le y es d e la n a tu ra leza , y c o n su s
ley es p o s itiv a s b á rb a ras e in se n sa ta s le ha im p ed id o a la n atu ra leza
a p lica r su sa b ia y b e n é fic a gu ía. E sta s le y es a h o ra h a n s id o d e scu ­
b ie r ta s (o p o r lo m e n o s Q u esn a y y su s seg u id o res cree n h a b er lo
h e c h o ). S ó lo es n e c esa r io q u e u n p r ín cip e ilu str a d o la s c o n o z ca
pa ra a p lica r la s , y ejecu ta rla s; la s le y es p o s itiv a s , es d ecir, las
im p u e sta s p o r la a u to rid a d so b era n a , q u e lo s fis ió c r a ta s lla m a n
" a u to rid a d tu te la r ”, ú n ic a m en te d eb en ser u n a e je c u c ió n d e la s le ­
y e s n a tu ra les, n o d eb en ser le y e s c o n s titu tiv a s sin o ex clu siv a m en te
" d e cla r a tiv a s” . Para e sta b le c e r e ste c o n ju n to d e ley es, cu y a fu n ­
c ió n so la m e n te es r efleja r lo m á s fie lm e n te p o s ib le la s le y es n a tu ­
ra les, b a s ta u n p r ín cip e ú n ic o y sa b io , al q u e se le p id e e x c lu siv a ­
m e n te q u e ten g a la fu erza p ara h a ce rse o b e d ecer. M ás aún; m ie n tra s
el p rín c ip e sea el ú n ic o , m ien tra s m ás ilu str a d o y c o n c en tr a d o se a
su p o d er, la ca p a c id a d pa ra g o b ern a r d e a c u erd o co n la s ú n ica s
le y e s q u e d e b e n reg u lar la so cie d a d h u m a n a será m a y o r, es d ecir,
m ie n tra s m á s g o b ie rn e de a cu erd o c o n la s le y es n a tu r a les , e sta rá
en m e jo r e s c o n d ic io n es p a ra h a cer resp e ta r "el o rd en n a tu ra l y
e s e n c ia l” de la s co sa s. D e e s te c o n ju n to de id e a s n a ce la n u ev a
fig u ra d el d é sp o ta b u en o ; b u en o en cu a n to n e c es a r io , ya q u e só lo
el d é sp o ta , es d ecir, a q u el q u e log ra c o n cen tr a r en su p e r so n a el
p o d er su p r em o , p u ed e r esta b lec er el o rd en n a tu ra l su b v e r tid o p o r
las m a la s le y es p o s itiv a s. C ito u n fra g m en to de la o b ra d e P ierre­
S a m u el D up on t de N em o u rs (1739-1817), D e l'o r ig in e e t d e s p r o g r è s
d ’u n e s c ie n c e n o u v e lle (1768 ):
IN T E R M E D IO S O B R E E L D E S P O T IS M O
Mi
Hay un orden natural, esencial y general, que com prciulc In» Ifiy»»
constitutivas y fundam entales de toda sociedad; un orden «IpI «jiip
las sociedades no pueden alejarse sin ser m enos sociedades, mIii
que el E stado p olítico tenga m enor consistencia.
Para c r itic a r d ir e cta m e n te a M o n te sq u ie u , q u e d e sea u n p o der
so b e ra n o d iv id id o . D u p o n t d e N e m o u r s s o s tie n e q u e la a u torid a d
qu e tie n e la ta re a d e " velar p o r to d o s m ie n tra s c a d a cu a l s e o cu p a
d e su s a s u n t o s ” d e b e ser ú n ica , y c o n sid e r a a b su rd a la id e a d e m u ­
ch a s a u to rid a d e s e n c o m p e te n c ia , p o r q u e si é s ta s s o n ig u a les el
r e su lta d o e s la a n arq u ía , si e n c a m b io u n a p re v a lec e so b r e la s
o tr a s, é sta s o la e s la v e rd a d era a u to r id a d (n o h a y n a d a n u ev o b a jo
e l s o l, e s t e a rg u m e n to h a b ía s id o esg r im id o c a s i c o n la s m is m a s
p a la b ra s p o r H o b b e s ). É l d ic e q u e la a u to rid a d so b e ra n a n o e stá
pa ra ela b o r a r le y es , p o rq u e la s le y es y a e stá n h e ch a s p o r e l cread or;
la s le y es d e l so b e ra n o so la m e n te d eb en ser a c to s d e c la ra tiv o s del
o r d en n a tu ra l, y en c o n s e c u e n c ia la s ó r d e n e s co n tr a r ia s a la s le y es
n a tu r a le s "no so n le y es , sin o a c to s in s e n s a to s q u e n o d e b ería n ser
o b lig a to r io s p a ra n a d ie ” (a q u í n u es tr o a u to r to m a la s c o n s e c u e n ­
cia s ló g ic a s d el p o s tu la d o iu sn a tu r a lista d e a c u erd o c o n e l cual
e x is te n le y es n a tu ra les a x io ló g ic a m e n te s u p e r io re s a la s p o s itiv a s ,
p o r lo q u e u n a le y p o s itiv a c o n tr a r ia a u n a le y n a tu r a l “n o n e s t
le x " , p a ra d e c ir lo d e a c u erd o c o n lo s e sc r ito r e s e s c o lá s tic o s " s e d
c o r r u p tio le g is ”) . P o r lo q u e r es p e c ta a la fo r m a d e g o b ie r n o , de
a cu erd o c o n D u p o n t d e N e m o u r s, la m o n a r q u ía h er ed ita r ia e s la
ú n ic a q u e c o r r e sp o n d e al id ea l d el b u en g o b ie rn o , y en c o n s e c u e n ­
c ia d e sca r ta a la d em o cr a cia , a la a r isto c r a c ia y a la m o n a rq u ía
e le c tiv a . E s to e s a s í p o r q u e s ó lo en la s m o n a rq u ía s h e r ed ita r ia s,
q u e s o n " sim p les y n a tu r a le s ”, lo s so b e ra n o s so n v e rd a d e ra m en te
" d é s p o ta s ”, o sea , p u ed en d is p o n e r d e p le n o s p o d er e s (a p ie d e
p á g in a e l a u to r e x p lic a c o n u n a e tim o lo g ía s in fu n d a m e n to q u e
" d é sp o ta ” e s q u ien p u ed e " d isp o n e r a su g u s to ” d el p o d e r ) .
La o b ra en la q u e la te o r ía d el d é s p o ta b u en o es e x p u e s ta c o n
m á s v e h e m e n c ia es L 'o r d r e n a tu r e l e t e s s e n tie l d e s s o c ié té s p o li­
tiq u e s (el títu lo y a d e p o r sí c o n s titu y e u n p r o g r a m a ), d e P a u l­
P ierre Le M ercier de la R iv ière (1720-1793, la o b r a a p a r e ció jen
1 7 67 ). Al p r e g u n ta r se cu á l e s la m e jo r fo r m a d e g o b ie r n o resp o n d e:
E s la que no perm ite que se pueda sacar provecho gobernando m al,
y que al contrario som ete a quien gobierna para que no tenga m ayor
interés que el de gobernar bien (I, p. 239).
IN T E R M E D IO S O B R E E L D E S P O T I S M O
IN T E R M E D IO S O B R E E L D E S P O T I S M O
Ü n ica m e n te el g o b ie rn o d e u n o so lo p u ed e a lcan zar ta l n iv e l de
p e r fe cc ió n , p o rq u e e x clu siv a m en te e ste g o b ie rn o p u ed e d eja rse g u iar
p o r la ev id e n c ia , q u e es lo co n tra rio d el a r b itrio . D o n d e rein a la
ev id e n c ia , d o n d e lo q u e el so b era n o d eb e m a n d a r n o e stá d icta d o
p o r su ca p rich o , sin o p o r el c o n o c im ie n to d e la s le y e s n e cesa r ia s
q ue reg u la n la so cie d a d , n o so n in d is p e n sa b le s m u ch o s p o d ere s en
c o m p e te n c ia e n tr e ello s ; es c o n v e n ie n te u n so lo p o d er a la vez fé ­
rreo y sa b io , es d e sea b le u n p o d er. E s p r e ciso p erd erle el m ie d o
a la p ala b ra d e sp ó tic o ; d ice Le M ercier e n fá tic a m e n te q u e h a y qu e
p e rd erle el m ie d o a e sta p a la b ra g e n er a lm en te u sa d a p ara señ a la r
a lo s g o b ie rn o s a r b itra rio s e in h u m a n o s. P or c o n sig u ie n te , h a y de
d e s p o tis m o s a d e sp o tism o s:
p h ilo s o p h e s é c o n o m is te s s u r V O r d re n a tu r e l e t e s s e n tie l d e s s o c ié té s
p o litiq u e s , e n el q u e u n o de lo s te m a s m á s tr a ta d o s e s p r e cisa m e n te
la c rític a d el d e s p o tis m o y la d e fe n sa d e la s ep a r a c ió n d e p o d er e s,
q u e sin lu g a r a d u d a s e s id e n tific a d a p o r M ab ly c o n la tr a d ic io n a l
fig u ra d el " g o b iern o m ixto " . P ara e s te a u to r n o se p u ed e e sta b le c e r
n in g u n a d ifer e n c ia e n tr e d e s p o tis m o leg a l y a rb itrario : e l d e fe c to
d el d e s p o tis m o , d e cu a lq u ie r fo r m a q u e a d o p te , e s la c o n c en tr a ­
c ió n d el p o d er en la p e r so n a d e u n o so lo ; y la c o n c e n tr a c ig n d el
p o d er siem p r e es m a la . N o h a y m á s q u e u n re m ed io c o n tr a e l d e s­
p o tism o : el g o b ie rn o m ix to , q u e e s e l m is m o a l q u e M o n te sq u ie u
h a b ía lla m a d o " g ob iern o m o d era d o " . Al d e fe n d er e l g o b ie r n o m ix to
M ably e x p r esa c o n g ra n cla rid a d la id e a recu rr en te d e q u e e l m e jo r
r em ed io p a ra e l a b u so d e p o d er e s d iv id ir lo , o sea , p o n er u n p o d er
c o n tr a o tr o p a ra q u e sea n g a r a n tiza d a s la e sta b ilid a d d e l rég im en
y la lib er ta d d el c iu d a d a n o p o r el c o n tr o l r ecíp r o c o . C ito u n fra g­
m e n to q u e re su m e m u y b ie n e s te co n c ep to :
144
Hay un despotism o legal, establecido natural y necesariam ente con
base en la evidencia de las leyes de un orden esencial, y hay un
despotism o arbitrario producido por la opinión que se presta a todos
los desórdenes, a todos los excesos, y que la ignorancia hace pro­
picio.
D e lo q u e él p r eten d e h a b la r cu a n d o e lo g ia al d e s p o tis m o c o m o
ú n ic a fo rm a recta y sa b ia d e g o b ier n o n o es d el d e s p o tis m o a rb i­
tra rio , sin o d el legal; se tra ta d el d e s p o tis m o cu y o cr iter io n o es
la o p in ió n (ca m b ia n te y s u b je tiv a ), sin o la ev id e n c ia (u n c riterio
o b je tiv o , in d ep en d ie n te de n u estra s se n sa c io n e s, q u e en d o n d e q u ie ­
ra y p a ra cu a lq u iera siem p re tie n e la m is m a a u to r id a d ). ¿A caso
E u clid es, q u e d e scu b r ió u n a vez y para siem p r e la s reg la s d e la
g e o m e tría q u e d e sd e e n to n ce s to d o s se g u im o s sin reb ela rn o s, n o
es u n d é sp o ta ? P ero p r e cisa m e n te su d e s p o tis m o e s e l d e la e v i­
d en cia , n o el de la o p in ió n ; el d e s p o tis m o d e la e v id e n c ia es la
ú n ica m a n era de lib er a r n o s d el d e s p o tis m o de la o p in ió n , e s d ecir,
d el a rb itrio . C on cluy e n u estr o autor: fe liz la n a c ió n q u e g o za d el
b e n e fic io de u n d e s p o tis m o de la ev id e n c ia .
N o n o s h e m o s a leja d o , c o m o p o d ría p a recer, de M on tesq u ieu ; la
ev a lu a c ió n p o sitiv a d el d e s p o tis m o rea lizad a p o r lo s fis ió c r a ta s y
llev a d a a su s ú ltim a s c o n sec u e n c ia s p o r Le M ercier de la R iv ière,
es la a n títe sis a b so lu ta d el ju ic io q u e so b re el d e s p o tis m o , el "go­
b ie rn o m o n str u o so " , h a b ía d ad o el a u to r de D e l e s p ír itu d e la s
le y e s . Y es un a a n títe sis p o rq u e u n o d e lo s p u n to s in a m o v ib le s d e
lo s d e fe n so r es d el d e sp o tism o , a u n q u e fu e s e le g a l, es la cr ític a
de la sep a ra ció n de p o d ere s, de lo s lla m a d o s " co n tra p eso s" . E n
1768 M ably (1709-1785) e sc r ib ió u n a c o n fu ta c ió n m u y p u n tu a l d e
las tesis de Le M ercier en un lib ro titu la d o D o u te s p r o p o s c c s a u x
145
En política los contrapesos no son instituid os para privar al poder
legislativo y al ejecutivo de la acción que les es propia y necesaria,
sino para que sus actos no sean ni violentos, ni irreflexivos, ni apre­
surados, ni precipitados. Se crean poderes antagónicos para que las
leyes tengan un poder superior al de los m agistrados y para que
todos los órdenes de la sociedad tengan protectores con los cuales
contar. Se form a un gobierno m ixto para que nadie se ocupe exclu­
sivam ente de sus intereses personales, y para que cada m iem bro del
Estado, al ser obligado a conciliarios con los intereses personales
de los dem ás, trabaje a pesar suyo por el bien público.
E l e je m p lo d e lo s a n tig u o s fu e la r ep ú b lic a ro m a na , e l d e lo s
m o d er n o s e s la m o n a rq u ía in g le sa . Y e fe c tiv a m e n te el fr a g m e n to
c o n tin ú a d e e s ta m a nera:
Por ejem plo en Inglaterra el rey no puede em itir alguna ley sin el
parlam ento, y el parlam ento sin el rey: no debe concluirse por esto
que los ingleses no tengan leyes. El rey, los pares y los com unes
únicam ente están obligados por esta constitución a acercarse para
que un decreto tenga fuerza de ley. N inguno de estos tres m iem bros
del cuerpo legislativo se sacrificará a los otros dos: el gobierno ^ e
consolida, la costum bre lo fortifica y la nación tiene leyes im par­
ciales e igualm ente respetuosas de la prerrogativa real, de la digni­
dad de los pares y de la libertad del pueblo (ed. italiana de los
S c r itti p o litic i de Mably, a cargo de D. M affey, Utet, Turín, 1965,
vol. I I , p. 179).
146
I N T E R M E D IO S O B R E E L D E S P O T I S M O
E sta n o e s la ú ltim a v ez q u e n o s to p a m o s c o n el g o b ie rn o m ix to
in d ic a d o c o m o la m e jo r fo r m a d e g o b iern o ; lo e n c o n tr a r em o s en
o tr a s o c a sio n e s . P ero ca d a v ez q u e lo e n c o n tr a m o s en n u e s tr o ca ­
m in o n o p o d e m o s d eja r d e r efle x io n a r e n la v ita lid a d d e la id ea ,
en su a d a p ta b ilid a d a la s m á s d iv er sa s c o n d ic io n e s h is tó r ic a s, en
la p e ren n e ex ig en cia q u e ex p r esa de u n c o n tr o l d el p o d er m e d ia n ­
te e l p o d er.
X IL H EG EL
D i j e q u e en V ico se en cu en tr a en lo fu n d a m en ta l u n a c o n c e p c ió n
h is tó r ic a de la s fo rm a s de g o b ie r n o , m ie n tra s q u e e n M o n tesq u ie u
la h a y p r in c ip a lm e n te g e o g rá fica y esp a cia l; en H eg el — e l p e n sa ­
d o r e n el q u e co n v erg en , s e fu n d e n , en u n s is te m a o m n ic o m p r en ­
siv o y c o m p le jo , d o s m ile n io s de r e fle x ió n filo s ó fic a — se e n c u e n ­
tra n u n a y o tra . C om o h a s id o o b se rv a d o r e c ie n te m e n te ( S to r ia
u n iv e r s a le e g e o g r a fia in H e g e l, a c a rg o d e P. R o ss i, S a n so n i, F lo ­
ren cia , 1 9 75 ), "la a fir m a c ió n d e l fu n d a m en to g e o g rá fico d el p r o c es o
h is tó r ic o [ . . . ] c o n s titu y e u n o d e lo s b a s tio n e s d o c tr in a r io s d e la
filo s o fía h e g e lia n a de la h is to r ia ” (p. 6 ) . T a m b ién p o r e s te a s p e c to
la d eu d a q u e tie n e co n tr a íd a H eg el c o n M o n te sq u ie u (q u e é l d e fin e
c o m o "el a u to r d e la o b ra in m o r ta l”, en u n e s c r ito d e 1802) e s
en o rm e. P ero lo q u e en M o n te sq u ie u so la m e n te e s u n a in tu ic ió n ,
e n H e g el, b a jo lo s lin c a m ie n to s d e l g éo g ra fo a le m á n K arl R itter,
a u to r d e u n a g e o g r a fía " rela cio n a d a co n la n a tu ra leza y la h is to r ia
d el h o m b r e ”, p u b lic a d a en 1817, se v u e lv e u n a v e rd a d era te o r ía . E n
la s L e c c io n e s d e f ilo s o fía d e la h is to r ia , q u e r ep resen ta n la ú ltim a
fa s e d e la e v o lu c ió n d e su p e n s a m ie n to , H eg el d e d ic a u n c a p ítu lo
in tr o d u c to r io a la " base g e o g rá fica d e la h is to r ia d el m u n d o ”, e n e l
q u e e x p lic a q u e la h is to r ia d el m u n d o h a p a sa d o p o r tre s fa s e s ,
ca ra cteriza d a s p o r tre s d ifer e n te s tip o s d e a s en ta m ie n to s: el a lti­
p la n o c o n su s g ra n d es e ste p a s y lla n u ra s, q u e es e l p a is a je típ ic o
d e la A sia C entral, d o n d e n a c e n la s n a c io n e s n ó m a d a s (p rin cip a l­
m e n te d e p a s t o r e s ) , la lla n u r a flu v ia l, q u e ca ra cteriza la s tier ra s d el
In d o , d el G a ng es, d el T igris y d e l E u fr a te s, h a s ta el N ilo , d o n d e
"el te rre n o fé r til lle v a c o n s ig o e sp o n tá n e a m e n te el p a so d e la a gri­
c u ltu r a ”, y fin a lm e n te la z o n a c o s te r a , en la q u e s e d e sa rr o lla n la s
a c titu d e s d e l h o m b r e a l c o m e rc io y se fo r m a n n u ev a s ra zo n es d e
riq u eza y a l m is m o tie m p o n u ev a s c o n d ic io n e s d e p r o g r es o c iv il.
P ara d ar u n a id e a d el le n g u a je r ig u r o so e im a g in a tiv o d e H e g el
lé a se e l s ig u ie n te p a sa je :
^
En general el m ar origina una forma especial de vida. El elemento
indeterminado nos da idea de lo ilimitado y de lo infinito, y el hom­
bre sintiéndose en este infinito cobra ánimo para superar lo limi­
tado. El mismo m ar es lo que es infinito, y no admite delimitaciones
pacíficas ni en la ciudad ni en la tierra firme. La tierra, la lla147
148
HEGEL
nura fluvial fija al hombre en el suelo; de esta manera su libertad
está restringida por un enorme conjunto de vínculos. Pero el mar
lo lleva más allá de estas limitaciones: el m ar despierta el ánimo;
invita al hombre a la conquista y a la rapiña pero también a la
ganancia y a la adquisición {L ezioni d i filo s o fía della storia, trad.
italiana, La Nuova Italia, Florencia, 1947, vol. i, p. 218).
Como se observa, pastoreo, ag ricu ltu ra y com ercio, que rep re­
sentan tres fases del desarrollo de las sociedades hum anas, desde
el pu n to de vista económ ico, y, p a ra decirlo com o M ontesquieu,
desde el p u n to de vista de la "m an era de sustentación", corres­
ponden tam bién a tres zonas diferentes de la tie rra , y confirm an
la im p o rtan cia que M ontesquieu le había a trib u id o a la "n atu raleza
del terren o " como elem ento determ inante de la diferenciación so­
cial. Además, el hecho de que tres fases de la civilización corres­
p ondan a tres diferentes zonas de la tie rra d em u estra que la evo­
lución de las sociedades hum anas no se p resen ta solam ente, com o
se h abía creído h a sta entonces, en m om entos sucesivos, y en el
m ism o espacio (como se ha visto el espacio de Vico, salvo el ocu­
pado p o r los pueblos salvajes, es esencialm ente E u ro p a), sino que
sobreviene tam bién m ediante un desplazam iento de á re a a área.
Dicho de o tro m odo: a un cam bio en el tiem po corresponde uno
en el espacio, lo que acontece, com o el cam bio tem poral, en cierta
dirección. La dirección en la que se da el paso de una civilización
a o tra a través del espacio es la que va de O riente a Occidente, es
decir, la que corre en la dirección del Sol. ¿Se puede deducir de
esta idea de la dirección espacial de la civilización que ésta, una
vez que alcanzó la m adurez en E uropa, te n d rá su próxim a estación
en los E stados Unidos de N orteam érica, que hacía poco se había
liberado de la dom inación colonial, e iniciaba un rápido desarrollo
económ ico y dem ográfico? Hegel no quiso hacer profecías pero en
varios lugares afirm a que N orteam érica es el "país del fu tu ro " o
"aquel al cual en los tiem pos venideros [ . . . ] se o rie n ta rá el in te­
rés de la h isto ria universal" { L e z i o n i . . ed. cit., I, p. 233).
La influencia de M ontesquieu sobre Hegel va m ucho m ás allá
de la concepción geográfica del desarrollo histórico, pues tam bién
e stá inm iscuida la m ism a tipología de las form as de gobierno. Hay
un paso m uy significativo que toca este tem a en u n a o b ra del p ri­
m er periodo. L a c o n s ti tu c ió n d e A le m a n ia , escrita a finales del si­
glo x v iii y principios del xix, en la que Hegel lam enta que Alema­
nia ya no sea un E stado e invoca, m aquiavélicam ente, al novel
Tesco que le deberá d a r una nueva unidad. Después de sostener
H EG EL
149
que todos los E stados m onárquicos fueron fundados p o r pobla­
ciones germ ánicas, p o rque en las "poblaciones germ ánicas, origi­
nalm ente, todo hom bre libre p o r el hecho de que se contaba con
él, to m ab a p a rte p o r pro p ia voluntad en la gesta de la nación" y
"el pueblo elegía al príncipe y tam bién decidía con su voto la paz
y la guerra, así com o todos los actos colectivos", agrega:
El sistema representativo es el de todos los modernos Estados eu­
ropeos. No existió en las selvas alemanas, sino salió de ellas, e hizo
época en la historia universal. La continuidad de la cultura mundial
condujo el género humano, después del d e sp o tism o o rien ta l, y des­
pués de que degeneró la re p ú b lica que había dominado el mundo, a
esta posición intermedia entre las dos anteriores —y son los alema­
nes el pueblo del que nació esta tercera y universal figura del es­
píritu del mundo {La c o n stitu c ió n d e A lem a nia, que cito de la trad.
italiana de C. Cesa, en S c r itti p o litici, Einaudi, Turín, 1972, p. 83).
E n este fragm ento Hegel no está de acuerdo con M ontesquieu
en un p u n to secundario, allí donde dice que el sistem a represen­
tativo "no existió en las selvas de Alem ania" contradice u n a afir­
m ación del a u to r de D e l e s p ír itu d e la s le y e s , quien escribió:
Quien lea la admirable obra de Tácito sobre las costumbres de los
alemanes, verá que los ingleses tomaron de ellos la idea del gobierno
político; este bello sistema fue encontrado en los bosques (libro IX,
cap. VI, ed. cit., vol. i, p. 291).
Pero la concordancia con M ontesquieu en referencia a las tres
form as de gobierno y su sucesión h istó rica verdaderam ente es
sorprendente. A p esar de ser breve el fragm ento citado es m uy claro:
p a ra el joven Hegel las form as de gobierno históricam ente rele­
vantes son las m ism as de M ontesquieu, o sea, el despotism o (orien­
ta l), la república (antigua) y la m o narquía (m oderna).
Si dam os un salto decenal y llegam os a una de las ú ltim as obras
de Hegel, las L e c c io n e s d e f i lo s o fía d e la h is to r ia , apreciarem os la
gran fidelidad que Hegel guardó a esta tipología. E n la p rim era
p a rte de estas lecciones, de c arác te r in troductorio, hay un capítulo
dedicado al concepto de constitución, en el que Hegel explica que
"es la p u erta, p o r donde el m om ento ab strac to del E stado e n tra
en la vida y en la realid ad " (vol. I, p. 138), y que la determ inación
fundam ental, que indica el paso de la idea a b strac ta de E stado a
su form a concreta e h istó rica es "la diferencia entre quien gobierna
y quien os gobernado". Inm ediatam ente después agrega:
150
HEG EL
Por tanto, justam ente las constituciones han sido distinguidas uni­
versalmente en las clases de la monarquía, la aristocracia y la de­
mocracia. Donde sólo es necesario observar, en prim er lugar, que
la m o n a rq u ía m is m a tie n e q ue se r d istin g u id a en d e sp o tism o y m o ­
n a rq u ía c o m o tal (p. 139, las cursivas son mías).
No es necesario re p e tir que la separación en tre los dos conceptos
de m o n arq u ía y despotism o, tradicionalm ente com prendidos en el
m ism o g e n u s , es uno de los rasgos característicos, si no el m ás
im p o rtan te, de la tipología de M ontesquieu. Pero hay un fragm ento
todavía m ás decisivo, que se en cuentra en una edición de las L e c ­
c io n e s d e f i lo s o fía d e la h is to r ia , a n te rio r a la edición trad u cid a
al italiano y que p o r ta n to traduzco directam ente del alem án:
La historia universal es el proceso mediante el cual se da la edu­
cación del hombre de lo desenfrenado de la voluntad natural a lo
universal y a la libertad subjetiva. El Oriente sabía y sabe que sola­
mente uno es libre, el mundo griego y romano que algunos son
libres, el mundo germánico sabe que todos son libres. En consecuen>
cia la prim era forma que nosotros vemos en la historia universal es
el d e sp o tism o , la segunda es la d e m o cra c ia y la aristocracia, y la
tercera es la m o n a rq u ía (este fragmento corresponde a la pág. 273
del vol. I de la traducción italiana y citado por mí de la edición ale­
mana, p. 169).
P or encim a de la in terp retació n de estas form as históricas de las
constituciones, basada en el principio de la lib ertad y de su exten­
sión, que es propiam ente hegeliana, la tipología hegeliana no se
distingue de la de M ontesquieu, con tal que se reúnan en la única
categoría de la república los dos conceptos de dem ocracia y de a ris­
tocracia, como lo hizo el a u to r de D e l e s p ír itu d e la s le y e s . No
solam ente la tipología hegeliana se asem eja a la de M ontesquieu,
sino que es a d o p tad a com o esquem a general del proceso histórico
de m anera m ás clara y rigurosa que lo que se pueda e n co n trar en
la o b ra de M ontesquieu. Hay un fragm ento todavía m ás im p o r­
ta n te que conviene citar:
L a d i f e r e n c i a d e la s c o n s t i t u c i o n e s s e r e f i e r e a l a f o r m a e n q u e la
t o t a l i d a d d e la v id a e s t a t a l l l e g a a m a n i f e s t a r s e . L a p r i m e r a f o r m a e s
e n la q u e e s t a t o t a l i d a d t o d a v í a e s t á p o c o d e s a r r o l l a d a , y s u s e s f e ­
r a s p a r t i c u l a r e s n o h a n a lc a n z a d o s u a u t o n o m í a ; la s e g u n d a e s e n la
q u e e s t a s e s f e r a s , y c o n e l l a s l o s i n d i v i d u o s , s e v u e l v e n m á s lib r e s ;
f i n a l m e n t e la
r c e r a e s e n la q u e e l l o s a l c a n z a n s n a i i í o n o n i í n , y
e n la q u e s u a c l i v i d a d c o n s i s t e e n p i o d u c i r lo u n i v e r s a l . V c m h o s lo d o s
HEGEL
151
los reinos, toda la historia del mundo recorre estas formas; ante
todo observamos en todo Estado una especie de reino patriarcal,
pacífico y guerrero. Esta prim era gestación de un Estado es despó­
tica e instintiva; pero en la violencia y en la obediencia, en el miedo
a un dominador, está ya presente la voluntad. Más tarde se mani­
fiesta la particularidad: dominan aristócratas, esferas específicas,
democráticos e individuos. En estos individuos se cristaliza una aris­
tocracia accidental, y ésta se transform a en un nuevo reino, en una
monarquía. Por tanto, al final está la sumisión de estas particulari­
dades a un poder, que forzosamente debe ser tal para que fuera de
él las diferentes esferas tengan su autonomía, y éste es el poder
monárquico. De manera que se tiene que distinguir entre un prim ero
y un segundo tipo de poder real (p. 147).
El fragm ento es claro: las form as históricas de constitución p o r
las cuales p asan todos los E stados y la pro p ia h isto ria del m undo
son tres: u n a p rim era form a de reino p a tria rc al, que corresponde
a la categoría del despotism o; u n a fo rm a de E stado libre aunque
se tra te de una lib e rta d p a rtic u la rista, que es la república en sus
dos encarnaciones históricas, la a risto crática y la dem ocrática, y
finalm ente u n a form a de reino ya no p a tria rc al y despótico, esto
es, un reino en el cual el rey gobierna en u n a sociedad que ah o ra
está articu lad a en esferas relativam ente autónom as que es la m o­
n a rq u ía (precisam ente la m o n arq u ía en el sentido de M ontesquieu,
o sea, com o la form a de gobierno en la que el p o d er del rey es
corregido p o r la existencia de órdenes relativam ente independientes
que desem peñan funciones p úblicas). E ste fragm ento no es una
sim ple repetición de la tipología de M ontesquieu. Lo nuevo en este
pasaje, fren te a to d a la tradición y al m ism o M ontesquieu, es el
criterio con base en el cual se distinguen las tres form as. Obsérvese
bien: ya no es el criterio del "quién" y del "cóm o", que incluso
todavía fue adoptado p o r M ontesquieu; se tra ta de uno m ucho m ás
rico en potencialidades explicativas, porque tom a en cuenta la es­
tru c tu ra de la sociedad en su conjunto. Efectivam ente las tres fo r­
m as de gobierno corresponden a tres tipos de sociedad, la p rim era
a u n a sociedad todavía indiferenciada y desarticulada en la que las
esferas p articu lares que com ponen u n a sociedad evolucionada, y
que son las órdenes, los E stados o los estam entos, todavía no lian
salido de la unidad in d istin ta inicial (como acontece en l a fam ilia,
q u e e s un todo q u e todavía n o e s t á c o m p u e s t o de n a r t e s relativa­
m e n t e a u t ó n o m a s ) ; la s e g u n d a e s u n a s o c ie d a d
zan
a
a |ia i e c c r
s il a n i o i i o n n a
la s
e ste r a s
¡)a t t i c u l a r e s
s in
e n la c u a l c o m i e n ­
lo g r a r
c o n ip le la m c n íc
I i t ' n l e a la í o í a i i d a t l , t's c l n io n ic M íío ele la L n iid a tl d i s -
152
153
HEGEL
HEGEL
gregada y no recom puesta; la tercera es una sociedad en la que la
u nidad se recom pone m ediante la articulación de las diversas p a r­
tes, es decir, en la que al m ism o tiem po hay u n idad y distinción
y en la cual, p o r lo tan to , la u n idad es p erfectam ente com patible con
la lib e rta d de las diferentes p artes. Más aún: vive y actú a m e­
diante el juego relativam ente autónom o de las p artes. Hegel se re­
fiere a este tercero y últim o m om ento del desarrollo del E stado, al
que corresponde históricam ente la m o n arq u ía m oderna (diferente
del despotism o an tig u o ), es decir, a la m o n arq u ía constitucional,
cuando habla de las "esferas p a rtic u la res" en u n "E stad o evolu­
cionado":
titución bella y perfecta pueda ser im puesta a los pueblos m ás
diferentes, y considera que es ab su rd o p reg u n tarse quién debe hacer
la constitución p orque sería lo m ism o que "p reg u n tarse quién debe
hacer el esp íritu de un pueblo" { E n c ic lo p e d ia , § 540). De esta m a­
nera rechaza todo in ten to de ocuparse de la ó p tim a república, y,
al co n trario , considera que to d a discusión sobre la óp tim a form a
de gobierno es u n a p érd id a de tiem po. E n el m ism o capítulo so­
b re la "constitución" que ya he citado se en cu en tra el siguiente
fragm ento:
E n u n E s ta d o e v o lu c io n a d o , e n e l q u e e s t o s a s p e c to s h a n d is tin g u id o
y r e a liz a d o s u d e s a r r o llo , c a d a c u a l s e g ú n la s e x ig e n c ia s d e s u n a tu ­
r a le z a , e l l o s s e d e b e n a r t i c u l a r e n d i f e r e n t e s c l a s e s o E s t a d o s [ . . . ]
P o r o t r a p a r t e e s t a s e s f e r a s s e d i v i d e n e n c l a s e s e s p e c i a l e s , e n t r e la s
c u a l e s l o s i n d i v i d u o s s o n r e p a r t i d o s : e l l a s c o n s t i t u y e n l o q u e e s la
p r o f e s i ó n d e l in d i v i d u o . L a s d i f e r e n c i a s , q u e s e e n c u e n t r a n e n e s t o s
a s p e c to s , c ie r ta m e n te d e b e n c o n s titu ir s e e n e s fe r a s p a r tic u la r e s , o r ie n ­
ta d a s a o c u p a c io n e s c a r a c te r iz a d a s e s p e c íf ic a m e n t e . E n e s t o s e b a s a
la d i f e r e n c i a e n t r e l a s c l a s e s q u e s e e n c u e n t r a n e n u n E s t a d o o r g a ­
n iz a d o . E l E s t a d o e s u n t o d o o r g á n i c o , y t o d a s e s t a s a r t i c u l a c i o n e s
s o n n e c e s a r ia s e n é l c o m o e n e l o r g a n is m o ; a s í é l e s u n t o d o o r g á ­
n ic o d e ín d o le é tic a . L o q u e e s lib r e n o t ie n e e n v id ia , p u e s é l p e r m it e
a s u s m o m e n t o s c o n s t it u ir s e , y a p e s a r d e e llo lo u n iv e r s a l c o n s e r v a
la f u e r z a p a r a m a n t e n e r u n i d a s e s t a s d e t e r m i n a c i o n e s ( p p . 1 3 6 -1 3 7 ).
Se com prende que si la form a de gobierno es la e stru c tu ra po­
lítica de una sociedad bien determ inada, to d a sociedad tiene su
p ro p ia constitución y no puede ten er o tra. Una constitución no es
un som brero que se pueda poner a rb itra ria m e n te sobre cualquier
sociedad. El fragm ento citado term in a con estas consideraciones:
É s te e s e l c u r s o a b s tr a c to p e r o n e c e s a r io d e l d e s a r r o llo d e E s ta d o s
v e r d a d e r a m e n t e a u t ó n o m o s , d e m a n e r a q u e d e b e t e n e r lu g a r e n e l l o s
c a d a v e z q u e a q u e lla d e te r m in a d a c o n s t it u c ió n , q u e n o d e p e n d e d e
la c a s u a l i d a d , s i n o q u e s o l a m e n t e e s la q u e s e a d e c ú a a l e s p í r i t u d e l
p u e b l o (p . 1 4 7 , l a s c u r s i v a s s o n m í a s ) .
La estrecha dependencia que la constitución tiene con respecto
al "esp íritu del pueblo" es una tesis que Hegel repitió incluso en
o tra s obras (véase la E n c ic lo p e d ia , § 540, y tam bién L a c o n s t i t u ­
c ió n d e A le m a n ia , ya citada, p. 131). Y es la razón p o r la que no se
cansa de polem izar co n tra el espejism o ilum inista de que una cons­
L a p r e g u n t a s o b r e la m e j o r c o n s t i t u c i ó n f r e c u e n t e m e n t e e s p l a n t e a ­
d a n o s ó l o c o m o s i la t e o r í a r e l a t i v a f u e s e s i m p l e c u e s t i ó n d e l i b r e
c o n v e n c i m i e n t o s u b j e t i v o , s i n o t a m b i é n c o m o s i la a d o p c i ó n e f e c t i v a
d e u n a c o n s t i t u c i ó n m e j o r , o d e la c o n s i d e r a d a ó p t i m a , p u d i e s e s e r la
c o n s e c u e n c i a d e u n a r e s o l u c i ó n t o m a d a a s í, d e m o d o e s t r i c t a m e n t e
t e ó r ic o , e n s u m a c o m o s i la e s p e c ie d e to d a c o n s t it u c ió n n o d e p e n ­
d ie s e m á s q u e d e u n a s e le c c ió n lib r e , d e te r m in a d a p o r la r e fle x ió n
(p .
140).
C iertam ente ustedes reco rd arán el debate en tre los tres p rín c i­
pes persas con el que com enzam os nu estro curso. T om ándolo
com o ejem plo de discusión ociosa sobre la m e jo r form a de go­
bierno, Hegel continúa el fragm ento citado de esta form a:
D e e s t a m a n e r a t o t a lm e n t e in g e n u a tu v ie r o n c o n s e j o , s i n o lo s p e r ­
s a s , a l m e n o s l o s g r a n d e s d e a q u e l p u e b l o [ . . . ] A l n o h a b e r a lg ú n
d e s c e n d i e n t e d e la f a m i l i a r e a l, e l l o s d i s c u t i e r o n s o b r e la c o n s t i t u ­
c i ó n q u e d e b í a s e r i n t r o d u c i d a e n P e r s ia ; y H e r ó d o t o , c o n i g u a l i n g e ­
n u i d a d , n a r r a t a l d i s c u s i ó n y d e l i b e r a c i ó n (p . 140).
Después de lo que dije h a sta aquí sobre Hegel, en cuanto co n ­
tin u a d o r de M ontesquieu, puede p ro d u cir alguna sorpresa la cons­
tatació n de que cuando este a u to r ab o rd a sistem áticam ente, ta n to
en los últim os parágrafos de la F ilo s o fía d e l d e r e c h o com o en las
L e c c io n e s d e filo s o fía d e la h is to r ia , el estudio de las d iferentes
épocas de la h isto ria universal, estas épocas ya no son tres sino c u a ­
tro , el m undo oriental, el griego, el rom ano y el germ ánico.
P ara u n filósofo ta n sistem ático com o Hegel, que se mueve por
tercias, esta ru p tu ra del esquem a tern ario , nada m enos que en la
división de las épocas de la h isto ria universal, debe h a b er sido un
acto de sum isión forzosa ante las evidencias. Es claro que el esq u e­
m a cu atern ario deriva de la división de la época antigua en m undo
griego y rom ano. Hegel tuvo que ceñirse a esta distinción p or la
154
HEGEL
H EG EL
reflexión sobre la época del im perio, que no puede ser puesta en­
tre paréntesis, com o si no hubiese existido, y de ninguna m anera
puede resolverse en la categoría de la república dem ocrática o
aristo crática, considerada com o la form a típica del m undo antiguo.
P ara quien no tenía a disposición m ás que la trip artició n clásica
o la de M ontesquieu, el im perio sólo podía ser in te rp re ta d o como
una form a de principado, com o lo había hecho Vico (pero éste pudo
hacerlo p orque in terpuso en tre el principado del m undo antiguo
y las m onarquías del que le fue contem poráneo, la "b arb arie que
regresa" del m edievo, es decir, hizo te rm in a r con el im perio ro m a­
no el p rim er curso de la h isto ria universal) o como u n a form a de
despotism o, com o M ontesquieu, p a ra quien el curso histórico no
estab a ta n rígidam ente p redeterm inado com o p a ra Hegel. P ara
Hegel ninguna de las dos interpretaciones era válida; p a ra él, el
m ovim iento histórico era continuo y p o r ta n to no podía ser cíclico, y
p o r si fu era poco tam bién sostenía que toda form a estaba rigu­
rosam ente vinculada a su espacio geográfico y a su tiem po h istó ­
rico, p o r lo que no podía ser rep etid a dos veces. He aquí la nece­
sidad de ro m p er el esquem a tern ario e in tro d u cir u n a c u arta edad
que no puede ser reducida a ninguna de las tres form as históricas.
Hegel com prende solam ente la época del im perio en el lapso his­
tórico que llam a "m undo rom ano"; in te rp re ta este intervalo de
tiem po com o una gran época de transición en tre el final del m undo
antiguo y el inicio del m oderno. En cuanto época de transición,
la del im perio no corresponde a ninguna de las form as históricas
de gobierno, y no lo hace porque no es propiam ente una form a es­
tatal. En el análisis del m undo im perial de la R om a antigua, Hegel
re salta todos los aspectos que deben servir p a ra p oner en duda su
form a estatal. De éstos subrayo sobre todo dos:
a)
En cuanto dom inio que abarca a diversos pueblos, el im perio
carece de la determ inación característica de todo E stado, que es
su elem ento p o p u lar (o nacional), de acuerdo con la expresión he­
geliana es u n a "universalidad a b strac ta " (m ientras un E stado, p o r
ser un verdadero E stado debe ser la im agen del esp íritu del pue­
blo, es una universalidad c o n c re ta ). Una pru eb a de ello está en el
hecho de que en Rom a se erigió un tem plo p a ra todos los dioses
(el P a n te ó n ), m ientras cada pueblo tiene su Dios y su religión, y
b) al conceder la ciudadanía indiscrim inadam ente a todos los súb­
ditos del im perio, este dom inio universal tra n sfo rm a a todos sus
súbditos en personas iinídjcas form alm ente iguales, entre Ins cun~
!es no nilercorreii o lía s iclaciones m ás q u e las de deix-elio ix ivado,
111
y allí donde solam ente existen relaciones de derecho privndo no
existe todavía o ha dejado de existir un Estado. Tanto el univer^
salism o a b stracto com o el particu larism o individual son caracte­
rísticas que c o n tra sta n con la realidad concreta e histórica de un
E stado. De lo a n terio r p a rte la cru d a descripción del im perio ro ­
m ano que se puede leer en un p arág rafo de la F ilo so fía d e l d e ­
re c h o :
L a d i s o l u c i ó n d e l a t o t a l i d a d t i e n e t é r m i n o e n la in f e l i c i d a d u n i v e r ­
s a l, e n la m u e r t e d e l a v id a é t i c a , e n l a c u a l la s in d i v i d u a l i d a d e s
n a c i o n a l e s p e r e c e n e n la u n i d a d d e l P a n t e ó n y t o d o s lo s i n d i v i d u o s
s e c o n v ie r t e n e n p e r s o n a s p r iv a d a s e ig u a le s e n u n d e r e c h o fo r m a l;
o p o s i c i ó n q u e m a n t i e n e u n i d o s o l a m e n t e a u n a r b it r io a b s t r a c t o q u e
s e a r r o j a e n lo m o n s t r u o s o
(§ 3 5 7 ) .
Una vez in te rp re ta d o el im perio com o un largo periodo de tra n ­
sición e n tre u n a form a estatal y o tra, la h isto ria universal regresa
a ser estu d iad a de acuerdo con un ritm o ternario. Ya que insistí
m uchas veces en la im portancia histórica de la categoría del des­
potism o, m e detengo únicam ente en la p rim era época, la que co­
rresponde al m undo oriental que tam bién p a ra Hegel es la época
del despotism o. Procediendo de oriente a occidente, los Estados des­
póticos h an sido tres: el despotism o teocrático de China, la a ris­
tocracia teocrática de la In d ia y la m onarquía teocrática de Persia.
Como se aprecia, p a ra Hegel el carác te r d eterm inante del régim en
despótico es la teocracia. El nexo en tre el despotism o y la teo­
cracia se volvió un lugar com ún en tre los escritores ilum inistas,
(recuérdese a B oulanger). En el p arág rafo de la F ilo s o fía d e l d e ­
r e c h o dedicado al m undo oriental, Hegel escribió:
E s t e p r i m e r m u n d o c o n s t i t u y e la i n t u i c i ó n u n i v e r s a l , q u e d e r i v a d e
l a t o t a l i d a d n a t u r a l p a t r i a r c a l , e n s í i n d i v i s a , s u s t a n c i a l , e n la q u e e l
g o b ie r n o d e l m u n d o e s te o c r a c ia , e l s o b e r a n o ta m b ié n e s s u m o
s a c e r d o t e o d i o s , la c o n s t i t u c i ó n d e l E s t a d o y la l e g i s l a c i ó n s o n a
la v e z r e l i g i ó n , a s í c o m o l o s p r e c e p t o s r e l i g i o s o s y m o r a l e s , o m e j o r
s u s p r á c t i c a s , s o n i g u a l m e n t e l e y e s d e l E s t a d o y d e l d e r e c h o (§ 3 5 5 ) .
Hegel tam bién llam a al m undo oriental "la época infantil de la
h isto ria": con ello quiere decir que con la época del despotism o
el hom bre ingresa en la h isto ria (antes del surgim iento de la p ri­
m era form a de E stado todavía no hay historia, solam ente prehistO! ¡a ). Ssii em bargo, aun siendo ya un m undo histórico, el dei
d e s p o l isiiK) oricnlal es iin m undo <|ije no tiene un verdadero des
156
HEGEL
arrollo histórico, com o dice Hegel es u n reino de la "duración
constante"', es decir, un reino sin cam bios sustanciales, u n a "his­
to ria sin h isto ria '', una "h isto ria ah istó rica'', un proceso "que no
es u n verdadero proceso'', porque todos los cam bios, aunque sean
incesantes, "no producen avance" { L e z io n i d i filo s o fia d e lla s to r ia ,
ed. cit., p. 276). La h isto ria com o proceso real, la h isto ria "h is­
tórica", solam ente com ienza cuando la h isto ria universal se tra s ­
lada a Occidente. P or consiguiente, Hegel, al caracterizar al m undo
oriental, no se separa de la tradición que siem pre ha contrapuesto
a las civilizaciones estáticas de O riente la móvil y p ró sp era civili­
zación europea.
He m encionado al E stado oriental com o el p rim er ingreso del
hom bre en la historia. Antes de la h isto ria está el hom bre n a tu ra l
o sea, el hom bre que todavía está y p erm anecerá fuera de la his­
toria; p a ra Hegel este hom bre n a tu ra l prehistórico (el "salvaje" de
los escritores ilum inistas) es el hom bre africano. Antes de h ab lar
del m undo oriental, del que com ienza el curso histórico de la h u ­
m anidad, Hegel dedica al África algunas páginas que hoy parece­
rían blasfem ias. El negro es el "h om bre en su inm ediatez", en "el
estado pedestre", es "el hom bre n a tu ra l en su to ta l b a rb a rie y
desenfreno", etcétera. En consecuencia:
D e t o d o s e s t o s r a s g o s r e s u l t a q u e l o q u e c a r a c t e r i z a la í n d o l e d e l
n e g r o e s e l d e s e n f r e n o . E s t a c o n d i c i ó n n o e s s u s c e p t i b l e d e a lg ú n
d e s a r r o llo o e d u c a c ió n : a s í c o m o lo s v e m o s h o y , h a n s id o s ie m p r e .
E n la i n m e n s a e n e r g í a d e l a r b i t r i o s e n s i b l e , q u e l o s d o m i n a , e l m o ­
m e n t o m o r a l n o t i e n e a lg ú n p o d e r p r e c i s o . Q u ie n q u i e r a c o n o c e r
m a n i f e s t a c i o n e s p a v o r o s a s d e la n a t u r a l e z a h u m a n a , p u e d e e n c o n ­
t r a r l a s e n Á f r ic a . L a s m á s a n t i g u a s n o t i c i a s s o b r e e s t a p a r t e d e l m u n ­
d o d ic e n lo m is m o : p o r ta n to e lla n o t ie n e p r o p ia m e n t e u n a h is ­
t o r i a (p . 2 6 2 ) .
Pero com o la referencia a M ontesquieu en estas lecciones de
Hegel es constante, no olvidem os que el a u to r de D e l e s p ír itu d e la s
le y e s había sido igualm ente severo (para no decir cruel) al hacer
m ención de los negros. B asten estas dos afirm aciones (¡cuántas
reflexiones se po d rían hacer sobre los prejuicios de los filósofos, es
decir, de quienes hacen consistir la dignidad de su saber en la au­
sencia de prejuicios!) :
N o n o s p o d e m o s c o n v e n c e r d e q u e D io s , q u i e n e s u n s e r m u y s a b i o ,
h a y a p u e s t o u n a lm a , y s o b r e t o d o u n a l m a b u e n a , e n u n c u e r p o ta n
n e g r o [ . . . ] N o s e s i m p o s i b l e s u p o n e r q u e e l l o s s e a n I io n il^ ic s , p o r ­
HEGEL
157
que si los supiéramos tales, se podría comenzar a creer que nosotros
mismos no somos cristianos (XV, 5, ed. cit., vol. i, pp. 409410).
Queda p o r p re sen ta r el uso prescriptivo de la teo ría de las fo r­
m as de gobierno en el pensam iento de Hegel, aunque h a b lar de
"uso prescriptivo" en referencia a la filosofía política de Hegel sea
sum am ente im propio. Como se ha dicho, Hegel rechaza plantearse
el problem a de la m ejo r form a de gobierno. El objetivo que se p ro ­
pone al escrib ir una teo ría del derecho y del E stado, como se
m u estra en el fam oso prefacio de los L in c a m ie n to s d e filo s o fía d e l
d e r e c h o , es "en ten d er lo que es la razón":
Así pues, este escrito, en cuanto contiene la ciencia del Estado, no
debe ser otra cosa más que el intento por comprender y presentar
al Estado como cosa racional en sí. En cuanto escrito filosófico, debe
estar muy lejos del construir un Estado como debe ser; la enseñanza
que puede encontrarse en él no puede llegar a indicarle al Estado
cómo debe ser, sino más bien de qué manera debe ser reconocido como
universo ético'' (en la ed. italiana de Laterza, 1954, p. 16).
E sto no q u ita que él sea p a rtid a rio de u n a d eterm in ad a form a
de gobierno, que es la m o n arq u ía constitucional; pero si se revela
en repetidas ocasiones su preferencia p o r la m o n arq u ía c o n stitu ­
cional, no es porque ésta sea en a b strac to la m e jo r form a de go­
bierno, sino porque es la form a de gobierno que m ejo r corresponde
al "esp íritu del tiem po". Ú nicam ente en este sentido m uy re strin ­
gido se puede h ab lar, p a ra Hegel, de un uso prescriptivo de la
teo ría de las form as de gobierno. E n realidad Hegel no pretende
p re scrib ir nada; solam ente in ten ta c o n sta ta r cuál es la fase de
desarrollo a la que ha llegado la h isto ria universal, o, p a ra decirlo
con sus m ism as palabras, "com prender lo que es".
Sigam os paso a paso la evolución del pensam iento de Hegel con
respecto a este tem a: la p rim era o b ra en la que ab o rd a con p a r­
tic u la r atención las form as de gobierno es la P r o p e d é u tic a filo s o ­
fic a (en la que se recogen las lecciones elem entales que Hegel dictó
en el liceo de N urenberg en 1812, y que puede ser considerada como
el p rim er intento, todavía m uy im perfecto, de sistem atización ge­
neral de la m ateria que co n stitu irá el objeto de la o b ra m ayor; los
L in e a m ie n to s d e filo s o fía d e l d e r e c h o , 1821). E n estas lecciones
Hegel se rem o n ta literalm ente h a sta la tradición antigua y distingue
las seis form as de gobierno, tres buenas y tres m alas, en la term i­
nología polibiana, b ajo el siguiente orden: dem ocracia, oclocracia,
a r i s t o c r a c i a , oligarquía, m onarquía y despotism o (en el que debe
158
HEGEL
observarse que ah o ra el térm ino “despotism o” sustituye al tradicio­
nal “tira n ía ”) . A p ropósito de la m onarquía, dice:
E l m o n a r c a n o e s c a p a z d e e je r c e r d ir e c ta m e n te to d o e l p o d e r p a r a
g o b e r n a r , y c o n fie r e p a r c ia lm e n te e l e je r c ic io d e lo s p o d e r e s p a r ­
tic u la r e s a lo s c o le g io s o c o r p o r a c io n e s p ú b lic a s , q u e e n n o m b r e d e l
r e y y b a j o s u c o n t r o l y d ir e c c ió n e j e r c e n d e a c u e r d o c o n la s le y e s
e l p o d e r q u e h a n r e c i b i d o . E n u n a m o n a r q u í a la l i b e r t a d c i v i l e s t á
m e jo r p r o te g id a q u e e n c u a lq u ie r o tr a c o n s titu c ió n { P r im e r c u r s o ,
p a r á g r a fo 2 8 ).
El carácter de la m o n arq u ía se aprecia m ejo r m ediante la com ­
paración con su degeneración, el despotism o, definido como la
fo rm a de gobierno en la que el gobernante ejerce d ir e c ta m e n te el po­
der de m anera a rb itra ria y en la cual los derechos de los individuos
no están garantizados; en contraste, la m o n arq u ía es la form a de
gobierno en la que el rey ejerce el po d er indirectam ente p o r m edio
de los llam ados “cuerpos interm edios” y en la cual, p o r consiguiente
—aquí aparece la connotación positiva— , “la lib ertad civil está m e­
jo r protegida que en cualquier o tra co n stitu ció n ”. En la o b ra si­
guiente, la llam ada E n c ic lo p e d ia d e H e id e lb e r g (que es de 1817),
Hegel no habla de las form as de gobierno, pero en una glosa de
1818, publicada recientem ente, se encuentra u n a anotación extre­
m adam ente precisa (como com entario a los §§ 437439):
M o n a r q u ía c o n s t i t u c i o n a l la ú n i c a c o n s t i t u c i ó n r a c i o n a l / C o n s t i t u ­
c i ó n a ) e n g r a n d e s E s t a d o s b ) d o n d e e l s i s t e m a d e la s o c i e d a d c i v i l
y a s e h a d e s a r r o lla d o /D e m o c r a c ia e n p e q u e ñ o s E s ta d o s .
E n estos pocos renglones hay algunas cosas m uy im portantes:
en p rim er lugar la expresión “m o n arq u ía co n stitu cio n al” seguida
de u n juicio positivo; en segundo lugar, la afirm ación de que la
superioridad de la m o n arq u ía constitucional no es absoluta sino
relativa y lo es b ajo dos condiciones: a) es la form a m ás conve­
niente p a ra los grandes E stados (m ientras la dem ocracia es m ás
adecuada p a ra los pequeños) , y b) es la form a de gobierno que m ejor
se ad ap ta a los pueblos en los que ya se h a desarrollado el sistem a
de la sociedad civil. Sobre la p rim era condición no hay nada n u e­
vo que decir: la idea de que la república fuese u n gobierno viable
sólo en los pequeños E stados había sido tam bién de M ontesquieu
y después de M ontesquieu de R ousseau (y era u n a idea tra d ic io ­
n a l). La única observación pertinente (o im pertinente) es que en
los tiem pos de Hegel ya había surgido una república en un E stado
HEGEL
159
grande, en u n E stad o que se h a b ría vuelto m ucho m ás grande que
las viejas m onarquías europeas: los E stados Unidos de N orteam é­
rica (pero como se sabe Hegel lo consideraba com o un E stado en
form ación, com o una “sociedad civil” que no h ab ía llegado todavía
a la perfección del E s ta d o ). Una tercera observación se refiere a la ex­
presión “sociedad civil” que quizá es u sad a aquí p o r p rim era
vez en el sentido específico que te n d rá en la o b ra m ayor, en la
cual el m om ento de la eticidad (que sigue en la esfera d e l espíritu
objetivo al del derecho y al de la m oralidad) e stá dividido en los
m om entos parciales de la fam ilia, la s o c ie d a d c iv il y el E stado; o
sea, en el sentido de esfera interm edia e n tre la fam ilia y el E stado,
en la que, con base en la disolución de la fam ilia, se fo rm an las
clases sociales, precisam ente las clases cuya existencia constituye,
com o hem os visto, el c arác te r distintivo del E stado m oderno que
es diferente del despotism o antiguo. E n sum a Hegel quiere decir,
aunque sea con u n a ráp id a anotación, que allí donde la sociedad
se h a articu lad o al dividirse en clases, es necesaria u n a co n stitu ­
ción diferente de la que convenía a las sociedades m ás sim ples,
es decir, a sociedades en las que todavía no se h a dado la distinción
e n tre la esfera pública y la privada; o sea, es indispensable la for­
m a de gobierno m onárquica, en el sentido específico que adquiere
en M ontesquieu, esto es, u n gobierno del rey no directo sino m e­
diado p o r la presencia activa de cuerpos interm edios.
La idea de la m o n arq u ía constitucional es uno de los tem as cen­
trales de los L in e a m ie n to s d e f ilo s o fía d e l d e r e c h o . E n esta obra
Hegel toca el p roblem a del E stado después de exponer sus ideas
sobre la fam ilia y la sociedad civil; el E stado del que h ab la es la
m o n arq u ía constitucional; la constitución e statal que p re sen ta com o
la constitución p o r excelencia del E stado m oderno es la de la m onar­
quía constitucional. E n el § 273, Hegel, después de d istinguir los tres
poderes del E stado en legislativo, de gobierno y del príncipe o del
soberano, concluye al decir que el E stado com puesto y articulado
de esta m an era es la "m o n arq u ía constitucional”. Inm ediatam ente
después, en la anotación que sigue, precisa que "el perfecciona­
m iento del E stado m ediante la m o n arq u ía constitucional es la ob ra
del m undo m o d ern o ”, confirm ando el concepto fu n d a m e n tal''d el
orden histórico en el que las diversas form as de gobierno se su­
ceden, y la idea (que tam bién es u n ideal político) de las form as
de gobierno m onárquico com o la ú lim a form a a la que h a llegado
la h isto ria universal, y en consecuencia com o la form a "b u en a”
para su liompo, com o la form a de la que no se p o d ría dar, en el
159
HEG EL
H EG EL
observarse que ah o ra el térm ino "despotism o" sustituye al trad icio ­
nal "tira n ía " ). A propósito de la m onarquía, dice:
grande, en un E stado que se h a b ría vuelto m ucho m ás grande que
las viejas m onarquías europeas: los E stados Unidos de N orteam é­
rica (pero como se sabe Hegel lo consideraba com o un E stado en
form ación, com o una "sociedad civil" que no h ab ía llegado todavía
a la perfección del E s ta d o ). Una tercera observación se refiere a la ex­
presión "sociedad civil" que quizá es u sad a aquí p o r p rim era
vez en el sentido específico que te n d rá en la o b ra m ayor, en la
cual el m om ento de la eticidad (que sigue en la esfera d e l esp íritu
objetivo al del derecho y al de la m oralidad) e stá dividido en los
m om entos parciales de la fam ilia, la s o c ie d a d c iv il y el E stado; o
sea, en el sentido de esfera interm edia e n tre la fam ilia y el E stado,
en la que, con base en la disolución de la fam ilia, se fo rm an las
clases sociales, precisam ente las clases cuya existencia constituye,
com o hem os visto, el c arácter distintivo del E stado m oderno que
es diferente del despotism o antiguo. E n sum a Hegel quiere decir,
a unque sea con u n a ráp id a anotación, que allí donde la sociedad
se h a articulado al dividirse en clases, es necesaria u n a c o n stitu ­
ción diferente de la que convenía a las sociedades m ás sim ples,
es decir, a sociedades en las que todavía no se h a dado la distinción
en tre la esfera pública y la privada; o sea, es indispensable la fo r­
m a de gobierno m onárquica, en el sentido específico que adquiere
en M ontesquieu, esto es, u n gobierno del rey no directo sino m e­
diado p o r la presencia activa de cuerpos interm edios.
La idea de la m o n arq u ía constitucional es uno de los tem as cen­
trales de los L in e a m ie n to s d e f ilo s o fía d e l d e r e c h o . E n e sta obra
Hegel toca el problem a del E stado después de exponer sus ideas
sobre la fam ilia y la sociedad civil; el E stado del que hab la es la
m o n arq u ía constitucional; la constitución e statal que p re sen ta com o
la constitución p o r excelencia del E stado m oderno es la de la m o n ar­
quía constitucional. E n el § 273, Hegel, después de distinguir los tres
poderes del E stado en legislativo, de gobierno y del príncipe o del
soberano, concluye al decir que el E stado com puesto y articulado
de esta m an era es la "m o n arq u ía constitucional". Inm ediatam ente
después, en la anotación que sigue, precisa que "el perfecciona­
m iento del E stado m ediante la m o n arq u ía constitucional es la ob ra
del m undo m oderno", confirm ando el concepto fundam ental del
orden h istórico en el que las diversas form as de gobierno se su­
ceden, y la idea (que tam bién es un ideal político) de las form as
de gobierno m onárquico com o la úlim a form a a la que h a llegado
la h isto ria universal, y en consecuencia com o la form a "b uena"
para su (icinpo, com o la form a de la que no se p o d ría dar, en el
158
El monarca no es capaz de ejercer directamente todo el poder para
gobernar, y confiere parcialmente el ejercicio de los poderes par­
ticulares a los colegios o corporaciones públicas, que en nombre del
rey y bajo su control y dirección ejercen de acuerdo con las leyes
el poder que han recibido. En una monarquía la libertad civil está
mejor protegida que en cualquier otra constitución {P rim er curso,
parágrafo 28).
El carácter de la m onarquía se aprecia m ejo r m ediante la com ­
paración con su degeneración, el despotism o, definido como la
fo rm a de gobierno en la que el gobernante ejerce d ir e c ta m e n te el po­
der de m anera a rb itra ria y en la cual los derechos de los individuos
no están garantizados; en contraste, la m o n arq u ía es la form a de
gobierno en la que el rey ejerce el poder in directam ente p o r m edio
de los llam ados "cuerpos interm edios" y en la cual, p o r consiguiente
—aquí aparece la connotación positiva— , "la lib ertad civil está m e­
jo r protegida que en cualquier o tra constitución". En la o b ra si­
guiente, la llam ada E n c ic lo p e d ia d e H e id e lb e r g (que es de 1817),
Hegel no habla de las form as de gobierno, pero en una glosa de
1818, publicada recientem ente, se encuentra u n a anotación extre­
m adam ente precisa (como com entario a los §§ 437-439):
Monarquía constitucional la única constitución racional/Constitu­
ción a) en grandes Estados h) donde el sistema de la sociedad civil
ya se ha desarrollado/Democracia en pequeños Estados.
E n estos pocos renglones hay algunas cosas m uy im portantes:
en p rim er lugar la expresión "m onarquía constitucional" seguida
de un juicio positivo; en segundo lugar, la afirm ación de que la
su p erio rid ad de la m onarquía constitucional no es absoluta sino
relativa y lo es b ajo dos condiciones: a) es la form a m ás conve­
niente p a ra los grandes E stados (m ientras la dem ocracia es m ás
adecuada p a ra los pequeños ) , y b) es la form a de gobierno que m ejor
se ad ap ta a los pueblos en los que ya se ha desarrollado el sistem a
de la sociedad civil. Sobre la p rim era condición no hay nada nue­
vo que decir: la idea de que la república fuese un gobierno viable
sólo en los pequeños E stados había sido tam bién de M ontesquieu
y después de M ontesquieu de R ousseau (y era u n a idea trad icio ­
n al). La única observación pertinente (o im pertinente) es que en
los tiem pos de Hegel ya había surgido una república cu un E stado
HEGEL
H EG EL
m om ento que vive, u n a m ejor. En esta m ism a anotación Hegel
com para la form a de gobierno "m o n arq u ía constitucionaF ' con las
form as de gobierno tradicionales (que, com o se ha visto, ya tenía
presentes en la P r o p e d é u tic a f i l o s ó fic a ) , y hace la siguiente ob­
servación:
gobierno m ixto (identificación que tam poco había hecho M ontes­
quieu). E n efecto, inm ediatam ente después agrega:
160
La antigua división de las constituciones en monarquía, aristocracia
y democracia tiene como base la unidad sustancial todavía indivisi­
ble, que no ha llegado a su distinción interna (y a una organización
desarrollada en sí) y, por tanto, a la profundidad y a la racionalidad
concreta.
De esta contraposición entre m onarquía constitucional y form as
clásicas, resu lta una vez m ás que el criterio fundam ental con base
en el cual Hegel distingue las diversas constituciones es el de la
m ayor o m enor com plejidad de la sociedad subyacente. Las form as
clásicas sólo son convenientes p a ra las sociedades sim ples; única­
m ente la m onarquía constitucional, que es la m o narquía entendida
en el sentido que M ontesquieu la describió p a ra oponerla al des­
potism o, es la form a idónea p ara las sociedades com plejas, es decir,
p a ra las sociedades en las que las delim itaciones particu lares que
constituyen la "sociedad civiF' son relativam ente independientes
fren te al sistem a estatal. Así pues, continúa:
Estas formas [entiende las simples, o sea, las tres formas clásicas],
que de tal manera pertenecen a diferentes totalidades, son red u cid a s
a m o m e n to s de la m o n a rq u ía c o n stitu c io n a l: el monarca es uno;
con el poder gubernativo intervienen los pocos y con el poder legis­
lativo se presenta la multitud en general.
E stos renglones m erecen un com entario: en efecto, ¿qué re p re ­
senta la afirm ación de que las tres form as sim ples son "reducidas"'
a m om entos de la m onarquía constitucional sino una enésim a ap a­
rición de la vieja idea del gobierno m ixto? No hay duda de que
la m anera en que Hegel p resenta en este breve fragm ento la m o­
n arq u ía constitucional es de tal naturaleza que la hace aparecer
com o una reencarnación, o si se quiere com o la form a m oderna,
del gobierno m ixto entendido en su esencia de gobierno generado
p o r la com binación de las tres form as sim ples. Ya he subrayado en
dem asiadas ocasiones la extrao rd in aria vitalidad y el éxito excep­
cional de la teoría del gobierno m ixto, como p a ra in sistir aún m ás
ante esta nueva aparición; pero no conviene creer que Hegel desee
con estas palabras identificar la m onarquía constitucional con el
161
Pero tales diferencias [es decir las que existen entre uno, pocos y
muchos], simplemente cuantitativas, son, como se ha dicho, sola­
mente superficiales y no indican el concepto de la cosa; [ . . . ]
p a ra decir con esto que el carác te r distintivo de la m onarquía
constitucional no reside en el hecho de que gobiernen en los
diferentes niveles uno, pocos y m uchos, sino en el m ás sustancial
de que los poderes fundam entales del E stado estén divididos y sean
ejercidos p o r órganos diferentes. M uchas veces he llam ado la aten ­
ción acerca de la diferencia, que se acentúa históricam ente con la
form ación del E stado m oderno, en tre teo ría del gobierno m ixto y
teo ría de la división de poderes: en Hegel esta distinción llega a
plena conciencia —en cuanto el fragm ento citado quiere d em o strar
lo insuficiente, superficial y extrínseco de la identificación de la
m o n arq u ía constitucional, que es la m onarquía con poderes div¡
didos— con el gobierno m ixto, es decir, con el gobierno entendido
com o com binación de las form as sim ples, o sea, com o acercam ieiilo
extrínseco del gobierno de uno, el de pocos y el de m uchos.
La m o n a r q u ía
c o n s t it u c io n a l
: Hegel
y
Mo n t e s q u ie u *
El tem a de la m onarquía constitucional m erece alguna conside­
ración subsecuente, que nos p e rm ita p recisar m ejo r la índole de
la relación en tre Hegel y M ontesquieu bajo el doble aspecto de la
continuidad y de la diferencia en la continuidad. Por lo dem ás,
ta n to lo p rim ero com o lo segundo fue subrayado de m anera ex­
plícita p o r el m ism o Hegel.
La constitución m onárquica que Hegel describe en los L in e a ­
m i e n to s d e filo s o fía d e l d e r e c h o com o constitución "de acuerdo
con la razón'', se m u estra m ucho m ás articulada y com pleja que la
m o n arq u ía com o es descrita en la tipología clásica de las form as
de gobierno; de la m ism a m anera, la m onarquía que M ontesquieu
presen ta com o form a de gobierno "excelente'' es una constitución
com pleja, y precisam ente en tal com plejidad consiste su rasgo dis­
tintivo frente a las o tras form as de gobierno. Así como M ontes­
quieu considera que la m onarquía "m o d erad a'' es el tipo de régimen
Aiu’\<) (K‘ M ichelangelo Boveio,
HEGEL
H EG EL
político conveniente p a ra las grandes naciones de la E uropa m o­
derna, de la m ism a form a Hegel afirm a, desde el p unto de vista
de la m odernidad, que la m onarquía tradicional y las o tras fo r­
m as de la tipología clásica pueden ser consideradas "indiferentes'',
porque ah o ra son im practicables, o sea, no van de acuerdo con el
desarrollo de la h isto ria y de la sociedad, ya no están a la a ltu ra
de los tiem pos. Efectivam ente, se tra ta de constituciones "sim ples"
que se refieren a la "unidad indiferenciada" como e stru c tu ra de la
vida colectiva de la época antigua; m ientras la época m oderna
contem pla las diferencias y las articulaciones en la vida colectiva,
y en consecuencia, en cierto sentido, requiere u n a constitución
articu lad a como la m o n arq u ía constitucional. La novedad de la
concepción hegeliana con respecto a la de M ontesquieu reside en
la diferente m anera de considerar la sociedad m oderna y sus a r­
ticulaciones. De acuerdo con Hegel, la vida social se ha diferenciado
en una m ultiplicidad de aspectos y niveles p articu lares, pero sobre
todo, p o r decirlo así, se ha "duplicado" en dos esferas diferentes
con características opuestas: la sociedad civil y el E stado. Ello sig­
nifica que de la unidad sustancial indivisa de la com unidad p re ­
m oderna no sólo se ha em ancipado el principio de la p articu larid ad
y subjetividad, sino que tal principio se ha vuelto el fundam ento
de un nuevo y m oderno aspecto o dim ensión de la socialidad, p re ­
cisam ente la sociedad civil. E sta sociedad civil es la esfera de la
vida colectiva p r iv a d a , que funciona con base en los intereses p a r­
ticulares de los individuos y se constituye en "sistem a" autónom o
m ediante su objetiva y recíproca dependencia. E ste sistem a es, en
cuanto tal, una esfera diferente de la socialidad (de la vida colec­
tiva) frente al Estado. En la sociedad civil —sede de la actividad
económ ica, de la reproducción social y de su regulación jurídicoad m in istrativ a— los individuos se diferencian en grupos o "m asas
p articu lares", es decir, se desarrolla la división en posiciones o
condiciones sociales (E stados, órdenes o congregaciones) diferentes
y desiguales. Se puede decir esquem áticam ente que p a ra Hegel la
m oderna vida colectiva se ha diferenciado en dos esferas: la p rim e­
ra, la sociedad civil, es la de las diferencias sociales; la segunda, el
E stado, es la de la unidad política en la que las diferencias so­
ciales están articuladas y resueltas. Así pues, en una p rim era a p ro ­
ximación podem os afirm ar que la m onarquía constitucional com o
constitución a r tic u la d a corresponde a la sociedad m oderna com o so­
ciedad d ife r e n c ia d a , y que la división de poderes en la cual se
cstiLictura la constitución m oderna se im pone allí donde la unidad
sim ple de la com unidad antigua se ha fragm entado, y una nueva
u n idad no puede recom ponerse m ás que con base en las diferen­
cias sociales y p o r ta n to com o un id ad com pleja.
Tam bién p a ra M ontesquieu la m o n arq u ía con "leyes fundam en­
tales" es la form a de gobierno adecuada p a ra los E stados m oder­
nos porque se basa en una sociedad diferenciada y p orque rep re­
senta la unificación de las diferencias. Exam inem os la relación
unión-diferencias en M ontesquieu releyendo dos fragm entos que se
refieren (el prim ero) al cuerpo político en general y a la m o n ar­
quía (el seg u n d o ):
162
163
Lo que se llama unión en un cuerpo político es una cosa muy equi­
vocada: la verdadera unidad es una unión armónica que hace que
todas las partes, por antagónicas que puedan parecer, coincidan en
el bien general de la sociedad; como las disonancias en la música
concurren al acuerdo total. Puede haber unión en un Estado donde
no se crea ver más que desorden {C onsideraciones so b re los ro m a ­
nos, cap. I X ) .
El gobierno monárquico supone, como ya hemos dicho, preemi­
nencias, categorías y hasta una clase noble por su nacimiento. En la
naturaleza de este gobierno entra el pedir honores, es decir, distin­
ciones, preferencias y prerrogativas [ . . . ] El honor mueve todas las
partes del cuerpo político, y las atrae, las liga por su misma acción.
Cada cual concurre al interés común creyendo servir al bien par­
ticular {Del e sp ír itu de las leyes, III, 7).
O bservam os que: 1) la referencia social del discurso de M ontes­
quieu, en sus rasgos form ales y en la lógica de su funcionam iento
(cada uno persiguiendo su propio interés hace el interés com ún),
es análoga a la sociedad civil de Hegel; 2) pero tal referencia no es
contem plada com o sociedad civil en el sentido hegeliano de esfera
diferente del E stado, sino en térm inos inm ediatam ente políticos,
p o r lo que las diferencias aparecen aquí como propias del cuerpo
político, y 3) es diferenciada de m an era diversa de la sociedad
civil de Hegel.
Veamos este últim o p u n to que deriva directam ente de los an te­
riores. La m o n arq u ía de M ontesquieu tiene un fundam ento que
presen ta dos aspectos que recíprocam ente se condicionan, uno ob­
jetivo, las desigualdades, y o tro subjetivo, el honor. La división en
estam entos o rangos evidentem ente está hecha p o r líneas horizon­
tales, y las diferencias que b ro tan de esto son p reordenadas p ara
la acliviclad social e incluso la determ inan, son inm ediatam ente di­
165
HEG EL
HEGEL
ferencias políticas: de aquí los privilegios y el principio del honor.
En la sociedad civil de Hegel la división en grupos ante todo es
económico-social y es una división en líneas verticales, porque cada
grupo es, en el ám bito de la reproducción social, funcional para
el o tro y para el todo, y p o r ello los grupos están en principio
en el m ism o plano; en p rim er lugar las diferencias sociales que
derivan de esto consisten sim plem ente en la p a rtic u la rid a d de la
actividad de cada uno frente a los dem ás, pero tam bién en la "des­
igualdad de las fo rtu n as'', que "de hecho" es el resultado inevitable
de la actividad social y de la m ism a división económ ica "funcio­
nal". Pero precisam ente por esto la desigualdad no está preconstitu id a y no tiene nada que ver con los privilegios del a n tig u o ré ­
g im e n . En efecto, p ara Hegel, la abolición de los privilegios es una
conquista positiva de la Revolución francesa (cf. R e a lp h , ii, trad.
italiana, pp. 201-202, n o ta ). A decir verdad, en la visión hegeliana
todavía sobrevive un residuo del principio del honor: me refiero
a la "dignidad de grupo" que Hegel atribuye a los m iem bros de las
corporaciones. Mas la dignidad de grupo, como expresión inm e­
diata del principio de la particu larid ad , tiene sU validez efectiva en el
ám bito de la sociedad civil, y no en el del E stado. Para Hegel el m o­
to r de la acción política es el d e b e r en cuanto se dirige a lo uni­
versal y no al interés vinculado a la posición social p a rtic u la r de
cada cual; se podría decir que en Hegel el deber sustituye al honor
como "reso rte" (principio en el sentido específico de M ontesquieu)
del E stado m oderno bajo la form a m onárquico-constitucional. La
in terp retació n que Hegel da de la m onarquía de M ontesquieu como
form a de gobierno, ligada a in stitu to s prem odernos, se basa en este
conjunto de diferencias:
Los m iem bros del E stado descrito por Hegel no actúan con base
en el privilegio, ni en general sustentándose en un principio p a r­
ticular, como sucede en la sociedad civil, sino inspirándose en el
deber; y el deber p ara los individuos es el de "llevar una vida
universal": en ello reside tam bién su verdadera libertad. En otras
p alabras, p a ra Hegel la lib ertad consiste en obedecer a las leyes,
porque de esa m anera los individuos cum plen conscientem ente su
tarea en y p ara la colectividad. En la visión de Hegel el E stado
es, en general, el reino de la libertad, ya que en él cada cual, al
cum plir su deber, es consciente del fin que persigue y que las
leyes prescriben, en lo que consiste el bien colectivo; m ientras que
la sociedad civil es el reino de la necesidad, en cuanto el objetivo
colectivo, que en ella es la subsistencia m aterial y el b ien estar de
todos, es alcanzado sin una intención consciente p o r p a rte de los
sujetos, quienes en la vida privada (o sea en cuanto m iem bros de
la sociedad civil) persiguen individualm ente sus propios fines.
R ecuérdese que la lib ertad de la que habla M ontesquieu es muy
diferente. E n térm inos generales puede definirse como libertad
"negativa", en cuanto lib ertad frente a la opresión y frente a los
abusos; pero si intentam os tra d u c ir positivam ente este concepto,
al integrarlo a la e stru c tu ra je rá rq u ic a del E stado m onárquico des­
crito p o r M ontesquieu, se verá claram ente cóm o la lib ertad "de
hacer lo que las leyes perm iten" en realidad consiste en la posibi­
lidad de a c tu a r con base en las prerrogativas del propio rango,
aseguradas y garantizadas p o r la ley. Dicho de o tro m odo: la con­
dición de la lib ertad en la m onarquía de M ontesquieu es que
el privilegio sea asegurado. B ajo esta perspectiva debe ser visto el
tem a re c u rre n te del peligro p ara la m onarquía m oderada de caer
en el despotism o, bajo el cual M ontesquieu esconde su aversión
p o r el absolutism o. En este sentido debe tom arse la orientación
de la teo ría de la separación de poderes como in stru m en to de de­
fensa de la lib ertad co n tra los abusos. Aunque la interpretación
de este aspecto del pensam iento de M ontesquieu presente m uchas
dificultades, no hay duda de que la separación de poderes es con­
cebida com o un sistem a de "frenos" p ara alcanzar un "equilibrio":
el objetivo de este sistem a es lograr que ninguna potencia (pero
especialm ente el rey) se vuelva tan fuerte (al a trib u irse las dife­
rentes funciones del E stado) que afecte las prerrogativas y los piivilegios de todas las dem ás (pero especialm ente de la nobleza).
Hegel, que si bien acepta el principio de la división de poderes y
su com prom iso con la libertad pública, y basado en su diferenle
164
L a c i r c u n s t a n c i a d e q u e M o n t e s q u i e u r e c o n o z c a c o m o p r i n c i p i o d e la
m o n a r q u ía e l h o n o r , se d e d u c e d e e s to : q u e é l e n t ie n d e p o r m o n a r ­
q u ía n o la o r g a n i z a c i ó n p a t r ia r c a l o a n t i g u a n i la q u e s e h a d e s ­
e n v u e l t o c o m o c o n s t i t u c i ó n o b j e t i v a , s i n o la m o n a rq u ía fe u d a l, e s
d e c ir , c u a n d o la s r e l a c i o n e s d e l d e r e c h o p o l í t i c o i n t e r n o s e h a n c o n ­
c r e ta d o [ . . . ] e n p r iv ile g io s d e in d iv id u o s y c o r p o r a c io n e s . P u e s to
q u e e n e s t a o r g a n i z a c i ó n la v id a d e l E s t a d o s e a p o y a s o b r e u n a
p e r s o n a lid a d p r iv ile g ia d a e n c u y o c a p r ic h o e s c o lo c a d o g r a n p a r te
d e lo q u e d e b e s e r r e a liz a d o p a r a la e x i s t e n c i a d e l E s t a d o , la o b j e ­
tiv id a d d e e s t o s s e r v ic io s n o se fu n d a m e n ta e n lo s d e b e r e s , s in o e n
la r e p r e s e n t a c i ó n y e n la o p i n i ó n y , p o r l o t a n t o , e n v e z d e s e r e l
d e b e r e s e l h o n o r lo q u e m a n t i e n e u n i d o a l E s t a d o {Filosofía d el
derecho , § 273).
HEGEL
H EGEL
concepto de libertad, critica duram ente esa m anera de concebir la
división de poderes:
príncipe (o del m onarca, o del soberano) rep resen ta un agregado
frente al paradigm a de los poderes de M ontesquieu, quien tenden­
ciosam ente a trib u ía al m onarca el p o d er ejecutivo y no un poder
u lte rio r y específico. En la constitución de Hegel el m onarca es
la persona en la que todos los asuntos y los poderes particu lares
del E stado encuentran su unidad definitiva: él rep resen ta el m o­
m ento de la decisión o resolución con respecto a cualquier cosa, cl
m om ento de la ''p u ra voluntad sin m ás". E n el m odelo hegeliano
la figura del m onarca expresa la p u ra y sim ple unidad del E stado,
en cuanto esta unidad, p a ra no ser sim plem ente alegórica, debe
concretarse en la voluntad de una persona física específica.
Pero el m odelo constitucional hegeliano no tuvo éxito: aunque
Hegel haya captado perfectam ente el carácter, en m uchos aspectos
retrasad o , de la construcción de M ontesquieu, com o se sabe esta
ú ltim a es la que ha tenido la m ayor influencia en la h isto ria de las
ideas y en la h isto ria m oderna real, y no la hegeliana.
166
. . . [ la ] d iv is ió n n e c e s a r ia d e lo s p o d e r e s d e l E s ta d o [ . . . ] j u s t a m e n ­
t e , e s d e c ir , s i h u b i e s e s i d o t o m a d a e n s u r e a l s i g n i f i c a d o p o d í a s e r
c o n s i d e r a d a c o m o la g a r a n t í a d e la l i b e r t a d p ú b l i c a [ . . . ] p e r o ta l
c o m o la c o m p r e n d e e l e n t e n d i m i e n t o a b s t r a c t o s e e n c u e n t r a , p o r u n a
p a r t e , la f a l s a d e t e r m i n a c i ó n d e la a u t o n o m í a a b s o l u t a d e l o s p o d e ­
r e s e l u n o f r e n t e a l o t r o ; y p o r o t r a , la p a r c i a l i d a d d e c o n c e b i r s u
r e la c ió n r e c íp r o c a c o m o n e g a c ió n y m u tu a lim it a c ió n . E n e s t e p u n to
d e v i s t a t a l p r i n c i p i o [ d e la d i v i s i ó n d e p o d e r e s ] s e c o n v i e r t e e n
h o s t i l i d a d y t e m o r f r e n t e a c a d a p o d e r [ . . . ] c o n la r e s o l u c i ó n d e
o p o n e r s e a é l y e f e c t u a r c o n e s t e c o n t r a p e s o , u n e q u i l i b r i o g e n e r a l,
p e r o n o u n a u n id a d v iv ie n t e { F ilo s o fía d e l d e r e c h o , § 2 7 2 ).
Al re a firm a r el principio de la unidad del E stado, Hegel esgrim e
argum entos de tipo hobbesiano co n tra la autonom ía absoluta (es
decir, la separación) de poderes:
C o n la a u t o n o m í a d e l o s p o d e r e s [ . . . ] s e p l a n t e a d e i n m e d i a t o ,
c o m o s e h a v i s t o e n g r a n d e la d e s t r u c c i ó n d e l E s t a d o , o b i e n e n
c u a n t o e l E s t a d o s e m a n t i e n e e s e n c i a l m e n t e , la l u c h a p o r l a c u a l u n
p o d e r s o m e t e a s í a l o tr o ; d e lo c u a l e lla o r ig in a e n p r im e r té r m in o
la u n id a d , d e c u a lq u ie r m o d o q u e s e a c a lific a d a , y a s í s a lv a ú n ic a ­
m e n t e lo e s e n c i a l : la e x i s t e n c i a d e l E s t a d o { i b i d . ) .
D entro del m odelo hegeliano el principio de la división de pode­
res asum e un significado nuevo: tal principio no re p re se n ta un
artificio inventado p a ra prevenir el peligro de los abusos de poder,
no es algo m ecánico o in strum ental, sino orgánico; m ás aún, es el
principio de organización del cuerpo político, m ediante el cual las
esferas p articu lares son reconducidas a lo universal. E n sum a,
la división de poderes, en lo que consiste el carác te r constitucional
del E stado, es p a ra Hegel la form a racional de la unidad política
en la diferenciación propia de la vida social m oderna.
Cabe señalar que los poderes com prendidos en la constitución
descrita p o r Hegel no corresponden estrictam en te con los exam ina­
dos p o r M ontesquieu. E fectivam ente Hegel distingue: p oder del
príncipe, del gobierno y legislativo; el p oder judicial no está p re ­
sente en esta división porque no es in te rp re ta d o p o r Hegel com o
u n verdadero p oder constitucional, sino com o u n a actividad ad ­
m in istrativ a directam ente funcional p a ra el o rden civil m ás que
p a ra el político. En consecuencia, Hegel ubica la adm inistración
de la ju sticia en el plano de la sociedad civil. En cam bio, el poder del
167
M ARX
X III. M A R X
una teo ría de las form as de gobierno en el pensam iento po<
lítico de M arx? C iertam ente una p regunta de este tipo no es habitual
en tre los innum erables estudiosos que se han ocupado del pensa­
m iento político de Marx, los cuales han m anifestado casi siem pre la
tendencia a poner el acento en la teoría general del E stado de índole
m arxista en vez de analizar sus aspectos particu lares a la luz de la
trad ició n del pensam iento político presente. Y, sin em bargo, creo que
d a r una respuesta a esta p regunta reviste cierto interés p a ra com ­
p re n d e r en térm inos generales la teoría política m arxista y poder así
evaluar su validez actual.
Como de costum bre utilizo la distinción entre uso descriptivo, his­
tórico y prescriptivo de la tipología. Comienzo p o r el uso descrip­
tivo: en ningún lugar de su inm ensa ob ra aparece algún interés
de M arx p o r la tipología de las form as de gobierno, que h asta
ah o ra hem os visto siem pre presente en los escritores políticos de
P latón a Hegel. Se puede ad u cir una razón extrínseca de esta au ­
sencia en el hecho de que Marx, a pesar de que se propuso escribir
en sus prim eros años "una crítica de la política" y que m ostró in­
terés p o r la teoría política al com entar algunos parágrafos sobre
el E stado de la F i l o s o f í a d e l d e r e c h o de Hegel (se tra ta del escrito
de juventud. C r í t i c a d e l a f i l o s o f í a d e l d e r e c h o p ú b l i c o d e H e g e l ,
escrita en 1843 y publicada p o r p rim era vez en 1927), no escribió
ninguna o b ra dedicada expresam ente al problem a del E stado, tan
es así que la teoría política m arxista debe ser deducida de pasajes,
generalm ente breves, tom ados de obras de econom ía, historia, po­
lítica, lite ra tu ra , etc. La única ob ra general sobre el E stado es la
de Engels, E l o r i g e n d e l a f a m i l i a , l a p r o p i e d a d p r i v a d a y e l E s ­
t a d o (1884), aunque el problem a que allí se tra ta es en gran p a rte
el de la form ación histórica del E stado y no el de la organización
del poder político, que es el problem a central de la teoría política
clásica. Además, m e parece que una razón intrínseca del escaso
interés de M arx (y del m ism o Engels, aunque escribió una o b ra
com pleta sobre el E stado) p o r la tipología de las form as de go­
bierno radica en su característica concepción negativa del E stado.
Ya indiqué en el capítulo v lo que entiendo p o r concepción negativa
del E stado. Aquí preciso que la concepción negativa del E stado en
M arx resu lta m ás evidente si se com para con la extrem adam ente
¿E x is t e
168
169
positiva de su gran predecesor y antagonista, Hegel. Por lo que se
refiere a la relación entre sociedad civil y E stado, la posición de
M arx es a n titética a la de Hegel: p ara Hegel, el E stado es lo " ra ­
cional en sí y p ara sí", y el "Dios te rre n a l" es el sujeto de la histo ­
ria universal; en sum a es el m om ento final del E sp íritu objetivo, y
com o tal es la superación de las contradicciones que se m ani­
fiestan en la sociedad civil; p ara Marx, al contrario, el E stado no
es o tra cosa m ás que el reflejo de estas contradicciones, no es su
superación sino su perpetuación. Por lo dem ás, no sólo p a ra Hegel
sino p a ra la m ayor p a rte de los filósofos clásicos, el E stado rep re­
senta un m om ento positivo en la form ación del hom bre civil. El
fin del E stado es la ju sticia (P latón), el bien com ún (A ristóteles),
la felicidad de los súbditos (Leibniz), la lib ertad (K ant), la m á­
xim a expresión del e t h o s de un pueblo (H egel). H abitualm ente el
E stado es considerado com o la salida del hom bre de la condición
de b arb arie, o del estado de naturaleza caracterizado p o r la gue­
rra de todos co n tra todos, com o el dom inio de la razón sobre la
pasión, de la reflexión sobre el instinto. G ran p a rte de la filosofía
política es u n a exaltación del E stado; en contraste, M arx considera
al E stado com o un p u ro y sim ple i n s t r u m e n t o de dom inación, tiene
u n a concepción que yo llam o t é c n i c a del E stado p a ra oponerla a
la prevaleciente concepción é t i c a de los escritores anteriores, de los
que el m áxim o rep resen tan te ciertam ente es el teórico del "E stado
ético". Muy brevem ente los dos elem entos principales de esta con­
cepción negativa del E stado en M arx son: a ) la consideración del
E stado com o p u ra y sim ple su p erestru c tu ra que refleja la situación
de las relaciones sociales determ inadas p o r la base social, y b ) la
identificación del E stado con el a p arato o los ap arato s de los que
se vale la clase dom inante p a ra m an ten er su dom inio, razón p o r
la cual el fin del E stado no es un fin noble, com o la justicia, la
libertad, el bienestar, etc., sino p u ra y sim plem ente es el interés
específico de una p a rte de la sociedad, no el bien com ún, sino el
bien p a rtic u la r de quien gobierna que, com o hem os visto, siem pre
h a hecho co nsiderar un E stado que sea expresión de una form a
c o rru p ta de gobierno. Por lo que hace al p rim er punto, me lim ito
al siguiente fragm ento:
L a v id a m a t e r ia l d e lo s h o m b r e s , q u e d e n in g u n a m a n e r a d e p e n d e
d e s u p u r a v o lu n t a d , s u m o d o d e p r o d u c c ió n y la s r e la c io n e s q u e se
c o n d i c i o n a n m u t u a m e n t e , s o n la b a s e r e a l d e l E s t a d o , y c o n í i n ú n n
s i é n d o l o e n t o d o s l o s e s t a d i o s e n l o s q u e t o d a v ía s o n n e c e s a r i a s la
d i v i s i o n d e l í r a b a j o y la p r o p ie d a d p r iv a d a [ . . . ] E s l a s r e l a c i o n e s
170
MARX
reales de ninguna manera son creadas por el poder del Estado; más
bien ellas son el poder que crea el Estado {Ideologia tedesca, Edi­
tori Riuniti, Roma, 1958, p. 324).*
E n la ob ra siguiente, publicada en 1845, L a s a g r a d a fa m ilia , en
polém ica con B runo B auer, M arx escribe:
Sólo la s u p e r stic ió n p o lític a imagina todavía hoy que la vida civil
deba estar integrada al Estado, mientras al contrario es el Estado,
en realidad, el que está comprometido en la vida civil (Editori Riu­
niti, Roma, p. 131).
E stá claro que aquí M arx entiende p o r '"superstición po lítica''
toda concepción que p o r so b restim ar al E stado term inó p o r h a ­
cerlo un '"Dios terren al", al que debem os sacrificar incluso la vida
en nom bre del interés colectivo, que sólo el E stado falsam ente re­
presenta. Si se to m a esta expresión en su significado profundo,
se p o d ría decir que la teo ría del E stado de M arx rep resen ta el fin
de la superstición política (aunque no hay que olvidar a M aquia­
velo, p a ra quien el E stado era, al igual que p a ra M arx, p u ra y
sim plem ente u n in stru m en to de p o d e r). P resentam os la cita m ás
conocida:
El conjunto de estas relaciones de producción es la estructura eco­
nómica de la sociedad, la base real, sobre la que se eleva una super­
estructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales
determinadas de conciencia {Per la c ritic a della e c o n o m ía polític a,
P re fa zio n e, Editori Riuniti, Roma, p. 11).**
P or lo que se refiere al segundo punto, b aste el fam oso frag ­
m ento del M a n ifie s to d e l P a r tid o C o m u n is ta (1848) :
En sentido propio, el poder político es el poder de una clase orga­
nizado para oprim ir con él a otra (cap. ii) .***
Como ya m o stré en el capítulo v, en una concepción negativa
del E stado el problem a de la diferenciación de las form as de go* P a r a la tr a d u c c ió n a l e s p a ñ o l d e e s t e fr a g m e n to m e a p o y o en : C. M a rx
y F . E n g e ls , La ideología alemana, E d ic io n e s d e C u ltu r a P o p u la r , M é x ic o ,
1977. [T .]
** P a r a la tr a d u c c ió n d e e s t e p a s a j e m e a p o y o en : C. M a r x , C ontribución
a la crítica de la economía política, C o m u n ic a c ió n , M a d r id , 1970. [t .]
*** P a r a la tr a d u c c ió n d e e s t e fr a g m e n t o m e b a s o en : C. M a r x y F. E n g e ls ,
“M a n ifie s to d e l P a r tid o C om u n ista'", C. M a r x y F . E n g e ls , Obras escogidas,
P r o g r e s o , M o s c ú , 1973. [ t .]
M ARX
171
bierno, y sobre todo la distinción e n tre form as buenas y malas,
pierde gran p a rte de su im portancia; en una concepción negativa clcl
E stado, éste, cualquiera que sea la form a de gobierno, es siem pre
m alo. Lo que cuenta para M arx y Engels (lo m ism o que p ara Lcnin)
es la relación real de dom inio, que es la que hay entre la clase dom i­
nan te y la dom inada, cualquiera que sea la form a institucional
con la que esté revestida esta relación. P or tan to , l a form a ins­
titucional, cualquiera que sea, no cam bia sustancialm ente l a rea­
lidad de la relación de dom inación que hunde sus raíces en la base
real de la sociedad, es decir, en las relaciones de producción. Desde
el p u n to de vista de las relaciones reales de dom inación, no de las
aparentes (como están establecidas en las constituciones form ales,
o de cualquier m anera en las e stru ctu ras in stitu c io n a les), todo
E stado es una form a de despotism o. P ara d a r un ejem plo vcase cl
siguiente fragm ento que se puede leer en una de las obras marxistas m ás ricas en destellos de teoría política:
C i e r t a m e n t e la d e r r o t a d e l o s i n s u r r e c t o s d e j u n i o h a b í a p r e p a r a d o ,
a l l a n a d o , e l t e r r e n o e n q u e p o d í a c i m e n t a r s e y e r i g i r s e la r e p ú b lic a
b u r g u e s a ; p e r o , a l m is m o tie m p o , h a b ía p u e s t o d e m a n if ie s t o q u e en
E u r o p a s e v e n t i l a b a n o t r a s c u e s t i o n e s q u e l a d e la « r e p ú b l i c a o m o ­
n a r q u ía » . H a b í a r e v e l a d o q u e a q u í r e p ú b l i c a b u r g u e s a e q u i v a l í a a
d e s p o t i s m o i l i m i t a d o d e u n a c l a s e s o b r e o t r a s {El 18 b ru m a rio de L u is
B o n a p a rte , c a p . i ) . *
Después de lo que dije sobre el ''despotism o" com o categoría
histórica, e sta equiparación del concepto "república" con el de
"despotism o" suena extraña; pero de ninguna m anera lo es si s e
tiene p resente que en este contexto "república" indica la form a
de gobierno, que com o tal es p u ra y sim plem ente el revestim iento
exterior, y "despotism o" señala la naturaleza de la relación real de
dom inación, que se sirve de la form a institucional m ás adecuada
p a ra hacerse valer. Se puede observar que precisam ente en el e s c r i ­
to del que tom e la cita, M arx identifica una verdadera form a de
gobierno diferente del E stado representativo, o sea, el llam ado "bo­
n ap artism o ". E sta observación, aunque im p o rtan te y que debe te­
nerse m uy presente, no llega tan lejos p a ra poder dem ostrar que
sea erró n ea la tesis de la irrelevancia de las form as de gobierno.
¿Qué es el "b o n ap artism o "? En un pasaje escrito algunos años m á s
tard e, Engels, después de re a firm a r la tesis de que el E stado es
*
P a ra la ( la d u c c ió n d e e s l e fr a g m e n to m e a p o y o en:
c io c h o h n n n a r io d e L u is B o n a p a r te " , ibid. [r.J
C. M a rx , "El d ie ­
173
MARX
MARX
el E stado de la clase m ás poderosa, agrega que en tiem pos excep­
cionales en los que las clases antagónicas tienen fuerzas casi iguales,
el poder estatal puede asum ir el papel de m ediador entre las clases
y a d q u irir una cierta ''au to n o m ía" fren te a am bas, y entre los
ejem plos destaca ''el bo n ap artism o del prim ero y especialm ente del
segundo im perio que se valió del p ro letariad o co n tra la burguesía
y de la burguesía c o n tra el p ro letariad o " (L 'o r ig in e d e lla fa m ig lia ,
d e lla p r o p ie tà p r iv a ta e d e llo s ta to . R inascita, Rom a, 1950, p. 172.)*
Lo que Engels dice en este fragm ento sobre el b o napartism o hace
p en sar en la m an era en la que fue in te rp re ta d a m uchas veces en
el pasado la figura del tiran o clásico, considerado precisam ente
com o aquel que tom a el p oder en un m om ento de graves conflictos
sociales y se erige como á rb itro p o r encim a de las p artes en con­
flicto. E n realidad, si se lee atentam ente el ensayo de M arx sobre
el golpe de E stado que llevó al p oder a Luis B onaparte (2 de di­
ciem bre de 1851), resu lta difícil ver en la figura del sobrino de
N apoleón un á rb itro p o r encim a de las partes. Aun el d ictad o r es
un in stru m en to de la clase dom inante, la cual en m om entos de peli­
gro renuncia a su poder directo y se pone en m anos del salvador
(la figura del bon ap artism o frecuentem ente ha sido citada en las
interpretaciones del fascism o). Me parece decisivo este pasaje:
papeles en el ám bito del m ism o E stado burgués. I'.u electo, Marx
considera que la novedad del gobierno b o n ap artista c’sla
el hecho
de que el poder ejecutivo cobra prepondcraiici;» sol)iv el legisla­
tivo (lo que sucedió p o r ejem plo en Italia con el aclvi-niiniento del
fascism o que desautorizó al p arlam ento para cxallai el |>otief del go­
bierno y en p a rtic u la r del jefe del gobierno). M ieiilras en el E s­
tado representativo el centro del poder estatal es el pailam ento,
del que depende el poder ejecutivo, en el E stado b o n ap artista el
poder ejecutivo m argina al poder legislativo y se apoya en el es­
pantoso cuerpo p a ra sita rio ” de la burocracia. Sin em bargo, este
cam bio de papeles no m odifica la naturaleza del !■ stailo que siem ­
pre es un E stado de clase y es, en cuanto E stado, el p o rta d o r de
un poder despótico. Para confirm ar la escasa relevancia de las fo r­
m as de gobierno en la teo ría del E stado de Marx creo que no se
puede ad u cir una frase m ás elocuente que ésta:
172
Por tanto, cuando la burguesía excomulga como socialista lo que
antes ensalzaba como liberal confiesa que su propio interés le ordena
esquivar el peligro de su autogobierno, que para poder imponer la
tranquilidad en el país tiene que imponérsela ante todo a su parla­
mento burgués, que para m antener intacto su poder social tiene que
quebrantar su poder político; que los individuos burgueses sólo pue­
den seguir explotando a otras clases y disfrutando apaciblemente de
la propiedad, la familia, la religión y el orden bajo la condición
de que su clase sea condenada con las otras clases a la misma nuli­
dad política; que, para salvar la bolsa, hay que renunciar a la corona
(cap. iv).
P or consiguiente, con el ascenso del d ictador al p oder la b u r­
guesía renuncia al p oder político, pero no al p o d er económ ico; se
p o d ría decir que en ciertos m om entos de graves tensiones sociales,
el único m edio que le queda a la clase dom inante p a ra m an ten er
su p o d er económ ico es la renuncia m om entánea, es decir, h a sta
que el orden sea restablecido, a su poder político directo. Más que
u n a nueva form a de gobierno, el bo n ap artism o es un cam bio de
*
P a r a la t r a d u c c ió n d e e s t e f r a g m e n to m e b a s o en : F. E n g e ls , ‘'E l o r ig e n
d e la fa m ilia , la p r o p ie d a d p r iv a d a y e l E sta d o " , ib id . [t .]
Por tanto, Francia sólo parece escapar al despotismo de una clase
para reincidir bajo el despotismo de un individuo (cap. vil).
Lo que cam bia es el titu la r del p o d er político, m as no la n a tu ­
raleza despótica del E stado. El E stado, cualquier E stado, p o r su
índole, en cuanto E stado, es despótico: al cam biar la fo rm a de go­
bierno se m odifica la m an era de ejercer el poder, pero no la sus­
tancia de éste. En sum a, la categoría del despotism o, que h a sta
ah o ra indicó un tipo de E stado y com únm ente (con excepción
de los fisiócratas) un tipo degenerado de E stado, en el lenguaje de
M arx adquiere un sentido general y sirve p a ra indicar la esencia
m ism a del E stado.
E n el lenguaje m arxista el térm ino que ha tenido m ás éxito p ara
indicar el dom inio de u n a clase sobre o tra no es ta n to "despo­
tism o ”, que hem os visto lo usa M arx en los fragm entos citados,
sino "d ic ta d u ra ” : las expresiones “ d ic ta d u ra de la b u rg u esía” y
" d ic tad u ra del p ro le ta ria d o ” se h an vuelto com unes en la teoría
política m arxista p a ra designar respectivam ente al E stado burgués
y al proletario. Parece que M arx usó p o r prim era vez la expresión
“d ic ta d u ra del p ro le ta ria d o ” en la c arta a Joseph W eydem cycr el
5 de m arzo de 1852, en la que se reconoce el m érito de h a b er de­
m ostrado:
. . . 1 ) q u e la e x i s t e n c i a d e l a s c l a s e s s ó l o v a u n i d a a d e t e r m i n a d a s
f a s í ’s l i i s l ó r i c a s d e d e s a r r o l l o d e la p r o d u c c i ó n ; 2 ) q u e la lu c h a d e
c l a s e s t o i u l i i e e , n e c e s a r i a m e n t e , a la d i c t a d u r a d c l p r o l e t a r i a d o ; 3 ) q u e
174
M ARX
e s t a m i s m a d i c t a d u r a n o e s d e p o r s í m á s q u e e l t r á n s i t o h a c i a la
a b o l i c i ó n d e t o d a s la s c l a s e s y h a c i a u n a s o c i e d a d s i n c l a s e s *
E sta carta fue considerada p or Lenin en E l E s ta d o y la r e v o ­
(1917) como uno de los docum entos m ás significativos de
la teoría m arxista del Estado, y com entada con estas palabras:
lu c ió n
M a r x is t a s ó l o e s e l q u e h a c e e x t e n s i v o e l r e c o n o c i m i e n t o d e la lu c h a
d e c l a s e s a l r e c o n o c i m i e n t o d e la d i c t a d u r a d e l p r o l e t a r i a d o . E n e l l o
e s t r i b a la m á s p r o f u n d a d i f e r e n c i a e n t r e u n m a r x i s t a y u n p e q u e ñ o
(o g r a n ) b u r g u é s a d o c e n a d o ( e d ic ió n d e S a m o n á e S a v e lli, 1972,
p á g in a 39).^^"
El com entario de Lenin concluye de la siguiente m anera:
A d e m á s , la e s e n c i a d e la t e o r ía d e M a r x s o b r e e l E s t a d o s ó l o la
a s i m i l a q u ie n h a y a c o m p r e n d i d o q u e la d i c t a d u r a d e u n a c l a s e e s
n e c e s a r ia , n o s ó lo p a r a to d a s o c ie d a d d e c la s e s e n g e n e r a l, n o s ó lo
p a r a e l p r o l e t a r i a d o d e s p u é s d e d e r r o c a r a la b u r g u e s í a , s i n o t a m ­
b i é n p a r a t o d o e l p e r i o d o h i s t ó r i c o q u e s e p a r a e l c a p i t a l i s m o d e la
s o c ie d a d s in c la s e s , d e l c o m u n is m o . L a s fo r m a s d e lo s E s t a d o s b u r ­
g u e s e s s o n e x t r a o r d i n a r i a m e n t e d i v e r s a s , p e r o s u e s e n c i a e s la m i s ­
m a: to d o s e s o s E sta d o s so n , b a jo u n a fo r m a o b a jo o tr a , p e r o , e n
ú l t i m a i n s t a n c i a , n e c e s a r i a m e n t e , u n a d i c t a d u r a d e la b u r g u e s í a . L a
tr a n s ic ió n d e l c a p ita lis m o al c o m u n is m o n o p u e d e , n a tu r a lm e n te , p o r
m e n o s d e p r o p o r c io n a r u n a e n o r m e a b u n d a n c ia y d iv e r s id a d d e fo r ­
m a s p o l í t i c a s , p e r o la e s e n c i a d e t o d a s e l l a s s e r á , n e c e s a r i a m e n t e ,
u n a : la d i c t a d u r a d e l p r o l e t a r i a d o (p . 4 0 ) .
P ara nuestros fines este fragm ento es im p o rtan te porque, aun
si se adm ite que "las form as de los E stados burgueses son e x tra ­
o rdinariam ente diversas", y que la transición al com unism o "no
puede, naturalm ente, p o r m enos de pro p o rcio n ar una enorm e a b u n ­
dancia y diversidad de form as políticas", reconoce que a p esar
de ello el E stado esencialm ente siem pre es una d ictad u ra de clase,
en el p rim er caso de la burguesía, en el segundo del proletariado.
Como se aprecia, lo que indiqué con respecto a las frases en las
que usé el térm ino "despotism o" es válido tam bién p a ra las frases
en las que utilicé el térm ino considerado su sinónim o, aunque el
significado de los dos es m uy diferente (pero p a ra ello véase el ca­
pítulo siguiente), "d ictad u ra": la relación fundam ental de dom i­
C. M a rx y F. E n g e ls , '‘C a rtas" , ib id . [t .]
** P a ra la tr a d u c c ió n al e s p a ñ o l d e e s t e y el s ig u ie n t e fr a g m e n t o m e
a p o y o en L en in : "E l E s ta d o y la r e v o lu c ió n " , V. I. L e n in , O b r a s e s c o g id a s ,
P r o g r e s o , M o sc ú , 1980. [t.J
M ARX
175
nación que deriva de la fo rm a de producción, en cierto sentido
es indiferente p a ra la fo rm a de gobierno. E n o tra s palabras: la
eventual discontinuidad de las form as de gobierno no coincide con
la continuidad de la relación de dom inación, desde el m om ento
en que ésta siem pre encuentra, h a sta que no cam bian las relacio­
nes sociales, o sea, las relaciones subyacentes b a jo las form as po­
líticas, la form a de gobierno adecuada p a ra su sustancia.
El desinterés de M arx p o r las form as de gobierno es confirm ado p o r
su filosofía de la h isto ria que prescinde com pletam ente de las for­
m as de gobierno p a ra d eterm in ar las etapas del desarrollo histórico,
a diferencia de las filosofías de la h isto ria an terio res (hasta H egel).
Ya en el siglo x v iii, en la m ism a o b ra de M ontesquieu, se expuso un
criterio diferente con respecto a los diversos m om entos del d esarro ­
llo h istórico prescindiendo com pletam ente de las form as de gobierno
y tom ó en cuenta exclusivam ente la variedad de los sistem as eco­
nóm icos: m e refiero a la distinción en tre pueblos salvajes (cazado­
res) , b á rb a ro s (pastores) y civilizados (ag ricu lto res), que el m ism o
M ontesquieu adoptó y com entó, sin relacionarla con la trip artició n
de las form as de gobierno:
La diferencia entre los pueblos salvajes y los pueblos bárbaros es
que los prim eros son pequeñas naciones dispersas, imposibilitadas
de reunirse por unas u otras razones, y los segundos son también
pequeñas naciones que pueden reunirse. Los pueblos salvajes son ge­
neralm ente cazadores, los pueblos bárbaros suelen ser pastores (li­
bro XVIII, cap. 11).
E n 1767 apareció la o b ra del escocés Adam Ferguson, E n s a y o s o b r e
la h is to r ia d e la s o c ie d a d c iv il, basado en gran p a rte en M ontes­
quieu, que describía el desarrollo de la hum anidad en los tres m o­
m entos de las naciones salvajes, b á rb a ras y civiles, y se refería en
p rim e r lugar a las instituciones económ icas, y con p a rtic u la r m en­
ción a la propiedad. El nacim iento de la econom ía en el siglo x v í i i
y de la sociología en el x ix contribuyó a observar la h isto ria dcl
progreso civil de la hum anidad m ás desde la perspectiva del sis­
tem a económ ico o del sistem a social que desde la óptica del siste­
m a político. El criterio adoptado p o r M arx p a ra dividir las diversas
épocas históricas es, com o bien se sabe, el de la evolución de las
relaciones de producción, según la cual la hum anidad pasó de la
sociedad esclavista a la feudal, de la feudal a la burguesa, y estaría
destinada a tra n s ita r de la sociedad burguesa a la socialista (luego
conuinisfa). Lo que queda en M arx de las filosofías de la h isto ria
176
M ARX
M ARX
precedentes es la in terp retació n sustancialm ente eurocèntrica de
la historia, que relega al m undo oriental en un lugar aparte, carac­
terizado p o r la inm ovilidad. Como se sabe, M arx considera al lado
de los m odos de producción esclavista, feudal y capitalista, al
''m odo de producción asiático", del que escribe:
El organismo productivo simple de estas comunidades autosuficientes [habla de las comunidades agrícolas indias] que se reproducen
constantemente de la misma manera, y, cuando por el azar son des­
truidas, se reconstruyen en el mismo lugar y con el mismo nombre,
nos da la pauta para entender el secreto de la in m u ta b ilid a d de las
so cied ad es asiáticas, que contrasta radicalmente con la disolución
constante y la reforma permanente de los E s ta d o s asiáticos y con el
incesante cambio de las dinastías (II capitale, I, 2, Rinascita, p. 58).
Por lo que respecta al E stado y su evolución, el libro de Engels
ya citado sobre el origen de la fam ilia y del E stado, que resum e y
am plía las conclusiones a las que llegó el antropólogo n o rteam e­
ricano Lewis M organ en el libro L a s o c ie d a d a n tig u a (1877), p re ­
senta una línea evolutiva de la h isto ria de la hum anidad dividida
en tres m om entos. En origen el hom bre se reunió en grupos gen­
tilicios que tuvieron una organización com unitaria y fam iliar, no
conocieron ni la propiedad ni la división del tra b a jo y no tuvieron
nada que ver con el tipo de organización social basada en la divi­
sión de clases antagónicas y en la dom inación de una clase sobre
o tra que conocem os con el nom bre de "E stado". P or consiguiente,
en un principio se encuentra la fase que podem os llam ar "p rees­
tatal", que corresponde al estado de n atu raleza de los iu sn a tu ra ­
listas, a la condición fam iliar de Vico, a la época de los salvajes
de M ontesquieu y sus seguidores. Luego viene la fase estatal que
todavía dura y que, con respecto a la fase p reestatal, es b ajo cierto
aspecto una época de decadencia, de la que la hum an id ad p o d rá
salir únicam ente al d ar un salto cualitativo de la fase estatal a la
de disolución del E stado, es decir, a la fase posestatal m ediante el
llam ado "E stado de transición" que extinguirá pau latin am en te las
instituciones políticas. En el siguiente fragm ento se c o n stata que
Engels, sugestionado p o r M organ, que exaltó la libertad, la igual­
dad y la frate rn id a d de las antiguas g e n s , consideró a la m an era de
R ousseau el paso de las sociedades prim itivas a la sociedad divi­
dida en clases como una decadencia y p o r consiguiente com o el
inicio de un largo periodo de corrupción:
177
Y esta constitución gentilicia, con todas sus puerilidades y con toda
su simplicidad: jes una constitución maravillosa! (Rinascita, p. 98).
En consecuencia:
De esta manera aparecían los hombres y la sociedad antes de que
apareciera la división en clases diferentes. Y si comparamos su si­
tuación con la de la inmensa mayoría de los hombres civilizados de
hoy, la distancia es enorme entre el proletariado y el pequeño cam­
pesino de hoy y el miembro libre de la antigua ge n s (p. 99).
He aquí la form a en que Engels describe idílicam ente la vida
de los pueblos prim itivos (retom a el tem a del siglo x v iii de ca­
rá c te r roussoniano del "buen salv aje"):
Sin soldados, gendarmes o policías, sin nobles, rey, lugartenientes,
prefectos o jueces, sin prisiones y procesos, todo sigue su curso re­
gular. Todo litigio o pleito son decididos por la colectividad de aque­
llos a los que la cosa interesa, por la g e ns o tribu, o por las g e n te s
[ . . . ] Aunque los asuntos comunes fuesen mucho más numerosos
de lo que son hoy (la administración es común a una serie de fa­
milias y es comunista; el suelo es propiedad de la tribu, sólo los
huertos son confiados provisionalmente a las administraciones do­
mésticas) , sin embargo no es necesaria ni la sombra de nuestro vasto
y complicado aparato administrativo. Los interesados deciden y en
la mayor parte de los casos la costumbre secular regula cualquier
cosa. No puede haber pobres y necesitados: la administración co­
m unista y la ge ns conocen sus obligaciones para con los viejos, los
enfermos y los incapacitados de guerra. Todos son iguales y libres,
incluso las mujeres (p. 98).
Presenté todo este pasaje porque las características que Engels
atribuye a las sociedades p rim itivas son las m ism as que to d a la
trad ició n m arx ista asigna a la sociedad sin E stado que deberá
realizar el com unism o; o sea, la falta de un p oder coactivo y re­
presivo ("sin soldados, gendarm es", etc.), la ausencia del a p arato
adm in istrativ o ("no es necesaria ni la som bra", etc.) —aquella ca­
rencia de a p arato adm inistrativo que según Lenin p o d rá realizarse
cuando aún la cocinera pueda a ten d e r los asuntos de E stado— , la
falta de leyes y su sustitución p o r las costum bres ("la costum bre
secular regula cualquier c o sa " ), y finalm ente la lib ertad y la igual­
dad de todos ("todos son iguales y lib res").
En consecuencia, la fase e statal es in term edia en tre la fase p re ­
estatal irrem ediablem ente superada y la posestatal que debe venir.
¿Pci'o c(')nu) se articu la esta larga fase del E stado? T anto Vico com o
MARX
M ARX
Hegel, para dar los ejem plos m ás destacados de una filosofía de la
histo ria que abarca todo el curso histórico de la hum anidad, p a r­
tieron de una fase p reestatal (la condición fam iliar p ara Vico, los
salvajes del África negra para Hegel); pero cuando tuvieron que
reco rrer la fase del E stado, utilizaron, p ara dividir las épocas, la
distinción de las form as de gobierno (república aristo crática, re­
pública dem ocrática, m onarquía: Vico; despotism o, república, m o­
narquía: H egel). Engels, no. Leamos este pasaje:
decir que M arx tom ó de la experiencia de la Com una la idea de
que el E stado proletario, es decir, el E stado como "dom inación
organizada del p ro letariad o ", co n tra p o n d ría a la dem ocracia rep re­
sentativa del E stado burgués la dem ocracia directa, es decir, la
participación de los ciudadanos en las diversas sedes en las cuales
se ejerce el poder, no filtra d a a través de rep resen tan tes p o r muy
librem ente elegidos que hayan sido. La dem ocracia d irecta fue el
ideal de Rousseau, quien al c ritic a r el sistem a representativo b ri­
tánico, afirm ó que el pueblo inglés "piensa que es libre y se enga­
ña, lo es solam ente d u ran te la elección de los m iem bros del P arla­
m ento: ta n p ro n to como éstos son elegidos, vuelve a ser esclavo, no
es n ad a" { C o n tr a to so c ia l, H I, 15). Es probable que M arx tuviese
en m ente la dem ocracia en el sentido roussoniano cuando en su
ob ra juvenil. C r ític a d e la filo s o fía d e l d e r e c h o p ú b lic o d e H e g e l,
co n trap u so el ideal de la dem ocracia, que dice es "el enigm a re­
suelto p o r todas las constituciones", al ideal hegeliano de la m onar­
quía constitucional. C iertam ente, al hacer el elogio del gobierno de
la Com una, ejem p lar aunque fuese efím ero, M arx tiende a resaltar
sobre todo el ejercicio directo del pueblo en los diversos niveles
del p o d er estatal, en las diferentes funciones gubernam entales.
Efectivam ente, después de decir que la Com una fue la antítesis
directa del Im perio (es decir de la form a de E stado que le sugi­
riero n las páginas sobre el "b o n a p a rtism o " ), enum era algunos rasgos
del breve gobierno de la Com una que le parecieron una innova­
ción radical fren te a las form as de gobierno anteriores. E stos rasgos
son: 1) supresión del ejército perm anente, sustituido p o r el pueblo
arm ado; 2) elección p o r sufragio universal de los consejeros m u­
nicipales, responsables y revocables en cualquier m om ento, y tra n s­
form ación de la Com una en un lugar de tra b a jo , al m ism o tiem po
ejecutivo y legislativo; 3) privación a la policía de sus atribuciones
políticas y su conversión en in stru m en to responsable de la Com u­
na; 4) lo m ism o p a ra la adm inistración pública, con una d rástica
reducción de los sueldos (a salarios de o b rero s); 5) disolución y
expropiación de todas las "iglesias en cuanto entes poseedores";
6) a p e rtu ra g ra tu ita p ara el pueblo de todos los in stitu to s de ense­
ñanza, y 7) m agistrados y jueces elegidos, responsables y revoca­
bles com o todos los dem ás funcionarios públicos. El ejem plo de
la C om una de París debería haberse extendido a todos los entes
locales franceses, de suerte que el viejo gobierno centralizado dicia
paso al "autogobierno de los productores". De his com unas debe­
rían haberse dirigido hacia el centro los delegados de las provincias
178
E l E s t a d o , e n c u a n t o n a c i ó d e la n e c e s i d a d d e f r e n a r l o s a n t a g o n i s ­
m o s d e c la s e , p e r o a l m is m o a p a r e c ió e n m e d io d e l c o n f lic t o d e e s t a s
c l a s e s , e s , p o r r e g la g e n e r a l , e l E s t a d o d e la c l a s e m á s p o d e r o s a ,
e c o n ó m ic a m e n t e d o m in a n te q u e , p o r su m e d ia c ió n , se v u e lv e ta m b ié n
p o lít ic a m e n t e d o m in a n te y d e e s t a m a n e r a a d q u ie r e u n n u e v o in s ­
t r u m e n t o p a r a s o m e t e r y e x p l o t a r a la c l a s e o p r i m i d a . A s í c o m o e l
E s ta d o a n tig u o fu e s o b r e to d o e l E s ta d o d e lo s p o s e e d o r e s d e e s ­
c la v o s p a r a m a n te n e r s o m e t id o s a é s t o s , a s í ta m b ié n e l E s ta d o fe u d a l
f u e e l ó r g a n o d e la n o b l e z a p a r a m a n t e n e r s o m e t i d o s a l o s c a m p e ­
s in o s , s ie r v o s o v in c u la d o s , ig u a lm e n te e l m o d e r n o E s ta d o r e p r e s e n ­
t a t i v o e s e l i n s t r u m e n t o p a r a la e x p l o t a c i ó n d e l t r a b a j o a s a l a r i a d o
p o r p a r t e d e l c a p i t a l (p . 1 7 2 ).
De los tres tipos de E stado que Engels enum era sólo el tercero,
el E stado representativo, puede ser considerado com o u n a form a
de gobierno, los otros dos, el esclavista y el feudal, no son tipos de
E stado caracterizados p o r su form a de gobierno, sino p o r el tipo
de sociedad de la que son reflejo, o m ejor dicho del tipo de rela­
ciones de producción (la relación entre am o y esclavos o en tre no­
bleza y cam pesinos), que ellos, en cuanto E stados, tienen la m isión
de perp etu ar. Me parece que no hay necesidad de re a firm a r que
en la teoría m arx-engelsiana del E stado las tipologías de las fo r­
m as de gobierno, que d u ran te siglos fueron utilizadas p a ra señalar
el ritm o de la historia, perdieron todo valor.
P ara term in ar, ¿existe en M arx un uso prescriptivo de la teo ría
de las form as de gobierno? En o tras palabras: ¿se p resen ta en
M arx, al m enos p a ra el fu tu ro E stado, el problem a de la "m e jo r"
form a de gobierno? Aunque tan to Marx como Engels siem pre fue­
ron m uy avaros al d a r indicaciones sobre la condición del E stado
fu tu ro , se pueden to m ar algunas sugerencias, y efectivam ente han
sido tom adas (piénsese en el Lenin de E l E s ta d o y la r e v o lu c ió n y
de los escritos y discursos de los prim eros m eses de la revolu­
ción), de las páginas que M arx escribió sobre la experiencia de
gobierno de la Com una de París (m arzo-mayo de 1871). Se suele
179
181
M ARX
M ARX
p a ra tr a ta r asuntos de interés nacional, pero de tal m anera que no
se pudiese re c o n stitu ir un p arlam en to central soberano, sino que
solam ente se form ase una sede de reunión de los delegados locales
p a ra la discusión de los asuntos nacionales. Me parece que los p rin ­
cipales tem as de la "m ejo r" form a de gobierno de acuerdo con
M arx pueden ser resum idos de la siguiente m anera: a) supresión
de los llam ados "cuerpos separados" (como el ejército y la p o lic ía ),
y su transform ación en m ilicias populares; b) transform ación de
la adm inistración pública, de la "b u ro cracia" (contra la que M arx
escribió desde su ju v en tu d páginas feroces), en cuerpo de agentes
responsables y revocables al servicio del p o d er popular; c) am plia
ción del principio de elección y p o r ta n to de la representación
(siem pre revocable) a o tras funciones com o la del juez; d ) elim i­
nación de la prohibición de m andato im perativo (que era un ins­
titu to clásico de las prim eras constituciones liberales) e institución
p a ra todos los elegidos del m andato im perativo, es decir, de la
obligación de atenerse a las instrucciones recibidas p o r los electo­
res b a jo la pena de revocación (allí donde existe la prohibición
de m an d ato im perativo, com o en n u e stra constitución, artículo 67,
el elegido puede d e ja r de ser reelegido pero no puede ser revocado
d u ra n te todo el periodo que dure la legislatura),* y e) am plia des­
centralización, de m anera que se reduzca al m ínim o el poder cen tral
del E stado.
H an sido vertidos ríos de tin ta sobre estas sum arias indicaciones
de Marx. B aste decir aquí que lo que M arx propone no es ta n to
la dem ocracia directa, en el sentido estricto de la palabra, o sea, la
form a de dem ocracia en la que cada cual p articip a personalm ente
en la deliberación colectiva (com o sucede en el referén d u m ), sino
la dem ocracia electiva con revocación de m andato, esto es, la form a
de dem ocracia en la que el elegido tiene u n m andato lim itado p o r
las instrucciones recibidas de los electores y es rem ovido de su
cargo en caso de inobservancia. Las indicaciones sum arias pero
agudas de M arx fueron hechas célebres p o r la inspiración que de
ellas sacó Lenin en el fuego de la revolución: un capítulo de E l
E s ta d o y la r e v o lu c ió n está dedicado a com entar las páginas m arxistas sobre la Com una. E n estas páginas Lenin ve "en principio
la grandiosa sustitución de un tipo de institución p o r instituciones
d iferen tes”, o sea, u ñ a dem ocracia "realizada integral y coherente­
m en te” p a ra tra n sfo rm a r la “dem ocracia b u rg u esa” en "dem ocra-
cía p ro le ta ria ”, incluso el “E stado (fuerza especial p ara la represión
de una determ inada clase) ” en “algo que ya no es p ropiam ente un
E sta d o ” (ed. cit., p. 50).
C iertam ente p ara M arx la m ejo r form a de gobierno es, a dife­
rencia de todos los escritores anteriores, la que perm ite el proceso
de extinción de cualquier posible form a de gobierno, es decir, que da
lugar a la transform ación de la sociedad e statal en una sociedad
no estatal. A esta form a de gobierno corresponde el E stado que Marx
llam a “ E stado de tra n sició n ” (o sea, de transición del E stado al
n o -E stad o ), y desde el pu n to de vista del dom inio de clase es el
periodo de la "d ic tad u ra del p ro le ta ria d o ”. P ara decirlo con las pala­
b ra s que M arx usa en la C r ític a a l p r o g r a m a d e G o th a :
180
* S e r e f ie r e e l a u to r a la c o n s t it u c ió n it a lia n a .
[E .]
E n t r e la s o c ie d a d c a p it a lis t a y la c o m u n is t a e s t á e l p e r io d o d e la
t r a n s f o r m a c ió n r e v o lu c io n a r ia d e u n a e n o tr a . A é l c o r r e s p o n d e u n
p e r io d o p o lít ic o d e t r a n s ic ió n , c u y o E s t a d o n o p u e d e s e r o t r o m á s
q u e la d ic ta d u ra revoluc io n a ria d e l p r o le ta ria d o *
O con las p alab ras de Engels (todavía una ú ltim a c ita ), quien
en la introducción a una reedición de los escritos m arxistas sobre
la guerira civil en F rancia concluye con estas palabras:
Ú lt im a m e n t e la s p a la b a r s d ic t a d u r a d e l p r o le t a r ia d o h a n v u e lt o a
s u m ir e n s a n t o h o r r o r a l f i l i s t e o s o c ia ld e m ó c r a t a . P u e s b ie n , c a b a ­
l le r o s , ¿ q u e r é is s a b e r q u é fa z p r e s e n t a , e s t a d ic t a d u r a ? M ir a d a la
C o m u n a d e P a r ís : ¡h e a h í la d ic t a d u r a d e l p r o le ta r ia d o ! ( c it a d o d e
C. M a r x y F . E n g e ls , II p a r tito e l'in te rn a zio n a le , R in a s c it a , R o m a ,
1 948, p . 1 4 2 ).* *
* P a r a la tr a d u c c ió n d e e s t e p a s a j e m e a p o y o en : C. M a rx, " C r ític a d e l
p r o g r a m a d e G o th a ”, e n C. M arx y F. E n g e ls , o p . c it. [T .]
** I iilr o d u c c ió n d e F. E n g e ls a C. M a r x , "La g u e r r a c iv il e n F r a n cia " ,
ihid. (T.)
IN T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
X IV . IN T E R M E D IO SO BR E LA D IC T A D U R A
C o m o vim os en el capítulo an terio r, “despotism o” y "d ic ta d u ra ”
son usados, en el lenguaje m arxista, com o sinónim o en las dos
expresiones "despotism o de clase” y "d ic tad u ra de clase”; pero,
com o hem os advertido, "d ic ta d u ra ” term inó p o r prevalecer; ta n es
así que hoy no sólo en el lenguaje com ún sino tam bién en el téc­
nico, de los tre s térm inos que la trad ició n nos legó p a ra señalar
u n gobierno absoluto, exclusivo, personal, m oral y ju ríd icam en te
reprobable, " tira n ía ”, "despotism o” y "d ic ta d u ra ”, los prim eros
dos cayeron en desuso y al c o n trario el tercero es utilizado y apli­
cado continuam ente en las m ás diferentes situaciones. Se com enzó
a h a b la r de d ictad u ra a p ropósito del fascism o italiano, del nazis­
m o alem án, del estalinism o, y luego p au latin am en te de todos los
regím enes —h a sta el de los coroneles griegos o el del general Pino­
chet en Chile— en los que el régim en constitucional a n te rio r fue
destru id o p o r m edio de la fuerza y, después de la conquista del
E stad o p o r p a rte de un grupo arm ado, el p o d er continúa ejercién­
dose p o r m edio de la violencia al su p rim ir todas las libertades ci­
viles y políticas. E n 1936 Elie Halévy podía definir la época en que
vivía com o "la era de las tira n ía s”, pero hoy ninguno u saría esta
expresión p a ra n o m b ra r las dos décadas que co rren en tre las dos
grandes guerras m undiales: aquellos regím enes que Halévy llam a­
b a (quizá m ás ap ropiadam ente de acuerdo con el uso histórico)
" tira n ía s ”, ah o ra h an pasado a la h isto ria con el n om bre de "dic­
tad u ras".
Tam bién " d ic ta d u ra ” es un térm ino, com o tira n ía y despotism o,
que nos llega de la antigüedad clásica, si bien del m undo rom ano
y no del griego. E n Rom a se llam ó "d ic ta d o r” a un m agistrado
ex traordinario, in stitu id o alrededor del año 500 a.c. y que duró
h a sta finales del siglo ii d.c., que era nom inado p o r uno de los
cónsules en condiciones ex traordinarias, com o u n a situación de gue­
r r a { d ic ta to r r e i p u b lic a e g e r u n d a e c a u sa ) o el apaciguam iento de
u n a rebelión { d ic ta to r s e d it io n is s e d a n d a e c a u s a ) . Dado lo excep­
cional de la situación, al d ictad o r se le oto rg ab an poderes ex trao r­
dinarios que consistían sobre todo en la disolución de la distinción
e n tre el i m p e r i u m d o m i, que era el m ando (soberano) ejercido
d en tro de los m uros de la ciudad, y en cuanto tal som etido a lí­
m ites que hoy llam aríam os constitucionales, com o la p r o v o c a tio
182
183
a d p o p u l u m , y el im p e r i u m m ilitia e , que e ra el m ando ejercido
fu e ra de los m uros y en cuanto ta l e stab a caracterizado p o r la
disolución de cualquier lím ite de índole constitucional. Lo excep­
cional del po d er del d ictad o r ten ía su contrapeso en la temporeilidad: el d ictad o r era nom brado solam ente m ien tras d u ra ra su m i­
sión e x trao rd in aria que no p asab a de seis m eses o perm aneciera
en su cargo el cónsul que lo había nom brado. Así pues, el dictador
era u n m agistrado ex traordinario, pero perfectam ente legítim o,
porque su institución estaba prevista en la constitución y su p oder
ex trao rd in ario lo ju stificab a el "estado de necesidad” (jurídica­
m ente el "estado de necesidad” es u n “hecho n o rm ativ o ”; es decir,
un hecho que suspende una situación ju ríd ica a n te rio r o que da
lugar a u n a condición ju ríd ica n u e v a ). Las características de la dic­
ta d u ra ro m an a pueden ser resum idas brevem ente de la siguiente
m anera: a) estado de necesidad con respecto a la legitim ación;
b ) c arác te r excepcional de los poderes que consiste sobre todo
en la suspensión de las g aran tías constitucionales o rd in arias; c ) uni­
dad de m ando (el d ictad o r siem pre es una perso n a cuyo p oder
sustituye a cualquier form a de p o d er colegiado), y d ) tem poralidad
del cargo. De esta m an era la d ic ta d u ra es una m a g istra tu ra monocrática, con poderes ex trao rd in ario s pero legítim os (o sea, co n sti
tucionales), y lim itad a en el tiem po. E stas características nos per­
m iten d istin g u ir conceptualm ente la d ic ta d u ra de la tira n ía y del
despotism o, que en el lenguaje com ún frecuentem ente son confun
didos: la tira n ía es m onocrática, tiene poderes ex traordinarios
pero no es legítim a y tam poco es necesariam ente tem poral; e
despotism o es m onocrático, tiene poderes excepcionales, es legítim o
pero no tem p o ral (al c o n trario es un régim en de larga duración)
E stas tres form as tienen en com ún la índole m onocrática y el
c arác te r absoluto del poder; pero la tiran ía y la d ictad u ra se diferen­
cian con base en la legitim idad (la d ictad u ra tiene u n a p latafo rm a
de legitim idad de la que la tiran ía adolece); despotism o y dicta­
d u ra se distinguen con respecto al fundam ento de legitim idad (que
es histórico-geográfico p a ra el despotism o, el estado de necesidad
p a ra la d ic ta d u ra). Por últim o, la d ic ta d u ra se distingue ta n to de
la tira n ía com o del despotism o p o r la tem poralidad.
■"
Precisam ente la n aturaleza tem p o ral de la d ic ta d u ra hizo que
siem pre fuese diferenciada de la tira n ía y del despotism o com o una
form a p o s itiv a de gobierno, y que p o r ta n to jam ás haya sido con­
fundida con las form as co rru p ta s o negativas, com o puede ser de­
mos! lad o por estas rápidas referencias históricas, para las que me
184
IN T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
sirvo de dos autores ya conocidos, M aquiavelo y Bodino, y tam bién
de R ousseau (que es el gran ausente de nu estro cu rso ).
En un capítulo de los D is c u r s o s (cap. xxxiv del libro I ) , titulado
significativam ente "La au to rid ad d ictatorial benefició y no dañó
a la república rom ana", M aquiavelo p rim eram ente critica a los
que sostuvieron que la d ictad u ra fue la causa "con el tiem po de la
tiran ía de Rom a". La causa de la tiran ía (se refiere a César) no fue
la d ictad u ra en sí m ism a, sino que se debió a la prolongación de los
cargos de dictador m ás allá de los lím ites de tiem po establecidos:
es conocido que Sila fue el prim ero en hacerse a trib u ir una dic­
ta d u ra especial (r e i p u b lic a e c o n s titu e n d a e ) y perp etu a (que desem ­
peñó de 82 a 79 a .c .), y César se hizo nom inar d ictador p o r tiem po
indeterm inado en 48 a.c. y en 46, d ictad o r anual p o r la duración
de diez años. Al desaparecer su carácter peculiar que era la tem po­
ralidad, la función de la d ictad u ra se m odificó. M aquiavelo tuvo
plena conciencia de este carácter y lo resaltó con su acostum brada
agudeza:
La dictadura era un cargo temporal y no perpetuo; nombrábase dic­
tador para resolver determinado conflicto y hasta que desapareciera;
su poder alcanzaba a determ inar por sí mismo los remedios al u r­
gente peligro, a ponerlos en práctica sin necesidad de consulta, y a
castigar sin apelación; pero no podía hacer cosa alguna que a lterase
las in s titu c io n e s del E sta d o , como lo sería privar de su autoridad al
senado o al pueblo, o derogar la antigua constitución política para
establecer otra nueva (D iscorsi, libro I, cap. xxxiv).
Sobre todo en este fragm ento M aquiavelo subraya, com o ya lo
indicó Cari Schm itt (L a d itta tu r a , trad . italiana, L aterza, B ari,
1971, p. 19), un aspecto del poder del d ictador que a b o rd a rán todos
los defensores de esta institución, esto es, que el d ictad o r no puede
hacer nada que "alterase las instituciones del E stado", lo que quie­
re decir que su poder está lim itado p o r la función ejecutiva y no se
extiende a la legislativa. En o tras p alabras: el d ictad o r tiene el
p oder de suspender m om entáneam ente las leyes vigentes, pero no
tiene la capacidad de m odificarlas y m ucho m enos de cam biar
la constitución del Estado. Como se indicó, el juicio de M aquia­
velo sobre la d ictad u ra rom ana es altam ente positivo:
Y es notorio que el dictador, cuando llegó a serlo por legal nombra­
miento y no por autoridad propia, siempre hizo bien a Roma. Per­
judican a las repúblicas las magistraturas creadas y la autoridad
concebida por procedimientos extraordinarios; pero no si lo han sido
IN T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
185
conforme a las leyes. Así se ve que durante larguísimo tiempo, todos
los dictadores hicieron en Roma gran bien a la república (ib id ,).
E n el capítulo v ii hice m ención del ejem plo que B odino p resenta
del d ictad o r rom ano p a ra distin g u ir el p o d er soberano del que
no es soberano con base en la característica de la perpetuidad.
Como uno de los rasgos de la soberanía es la p erp etu id ad , el dic­
ta d o r rom ano, en cuanto e ra u n m agistrado p o r tiem po determ i­
nado, no podía llam arse d eten tad o r del p o d er soberano (que en
cam bio p ertenecía a quien o a quienes nom inaban al d ictad o r).
Cito textualm ente:
De ello deriva que el dictador romano no era ni príncipe ni magis­
trado soberano, como muchos han escrito, y no disponía más que
de una comisión con un fin determinado, conducir una guerra, re­
prim ir una revuelta, reform ar el Estado o instituir nuevos magis­
trados; m ientras la soberanía no está limitada, ni en el poder, ni en
las tareas ni por tiempo determinado (libro I, cap. viii).
Bodino, al igual que M aquiavelo, respondió a quienes oponían
a la b ondad de esta m a g istra tu ra el ejem plo de Sila, que "no se
tra ta b a ni de una ley ni de u n a d ictad u ra, sino de u n a cruel tira ­
nía", y a p e sa r de ello el m ism o Sila renunció al cargo después
de c u atro años y siem pre perm itió que los trib u n o s se opusieran
librem ente. Al h a b la r de "com isión p a ra u n fin preciso", B odino
resaltó que u n a de las características de la d ic ta d u ra no es sola­
m ente la lim itación tem poral, sino tam bién la que existe en cuanto
a la extensión del poder, y que e sta lim itación consiste en el hecho
de que el dictador, com o bien lo observó M aquiavelo, ejerció su
p o d er en el ám bito de la función ejecutiva y no en la legislativa.
R ousseau dedicó todo u n capítulo del C o n tr a to s o c ia l a la dic­
ta d u ra ; p a rte de la ju s ta consideración de tipo general (Rousseau,
a diferencia de los escritores de política y de h isto ria, com o Ma­
quiavelo y Bodino, siem pre p a rte de posiciones de principio) de
que las leyes no pueden prever todo y que p o r ta n to es posible que
se p resen ten casos excepcionales en los que sea conveniente suspen­
der m om entáneam ente su efecto. Él afirm a: "E n estos casos raro s
y m anifiestos, se provee a la seguridad pública p o r un acto p a r­
ticular, que entrega el cargo en m anos del m ás digno." E sta dele­
gación puede suceder en dos form as: al a u m en tar la a u to rid a d del
gobierno legítim o, y en este caso no se alte ra la au to rid ad de las
leyes, sino lan sólo la form a de su adm inistración; o, cuando el
186
187
I N T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
I N T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
peligro sea tal que el a p arato de las leyes constituya u n obstáculo
p a ra la acción, al n o m b ra r un jefe suprem o (y es el caso del dic­
tad o r) que “haga callar las leyes y suspenda tem poralm ente la au­
to rid ad so b eran a” :
bién la d ic ta d u ra soberana (que S ch m itt llam a así p o rq u e el dicta­
do r en este caso tiene el p o d er soberano y no solam ente el de un
com isario) nace de un estado de necesidad, y se propone ser desde
el inicio u n p o d er excepcional y p o r su índole tem p o ral (y p o r
esto, a p e sa r de todo, le queda el nom bre de " d ic ta d u ra ”); pero
la m isión que se le atribuye o que se atrib u y e es m ucho m ás am ­
plia: no es solam ente rem ed iar u n a crisis parcial del E stado, como
puede ser u n a g u erra o u n a rebelión, sino resolver im a crisis total,
es decir, la que pone en tela de juicio la existencia del E stado, com o
puede ser u n a g u erra civil, que se suele lla m a r "revolucionaria”.
M ientras el d ictad o r com isario perm anece d en tro de los lím ites de
la constitución, el d ictad o r soberano pone en juego to d a la consti­
tución preexistente y se atribuye la ta re a ex tra o rd in a ria de crear una
nueva; el d ictad o r com isario es c o n s ti tu id o , el d ictad o r soberano
es c o n s titu y e n te ] el p rim ero recibe su p o d er de la a u to rid a d cons­
titu id a, el segundo es el p ro d u cto de u n a a u to in v estid u ra (o de una
investidura sim bólicam ente, pero sólo sim bólicam ente, p o p u la r). El
caso que S chm itt cita com o ejem plo de d ic ta d u ra soberana es el
de la Convención nacional que decidió el 10 de o ctu b re de 1793
suspender la constitución de 1793 (que ya no volvió a regir) y e sta­
bleció que el gobierno provisional francés fuese "revolucionario”
h a sta que no se hubiese alcanzado la paz. El gran h isto ria d o r de la
Revolución francesa, George Lefebvre, p re sen ta sistem áticam ente
los elem entos esenciales del "gobierno revolucionario”, con el que la
revolución respondió al peligro externo e interno, al escrib ir que
este gobierno "fue concebido ju ríd icam en te com o u n régim en p ro ­
visional destinado a te rm in a r apenas fuese ap ro b a d a la nueva
co n stitu ció n ”, y "tam b ién fue u n régim en de guerra, encam inado
a defender la revolución c o n tra el enem igo in tern o y ex tem o p o r
m edio de disposiciones excepcionales que suspendieron los dere­
chos del hom bre y del ciu d ad an o ” (L a r iv o íu z io n e fr ú n c e s e , trad.
italiana, E inaudi, T urín, 1958, p. 364). No hay duda sobre la con­
tin u id ad e n tre la d ic ta d u ra clásica o com isaria y la d ictad u ra
soberana, y en este caso revolucionaria (porque u n a d ic ta d u ra sobe­
ra n a puede ser tam bién co n trarrev o lu cio n aria): tam bién esta se­
gunda p resen ta m uy claram ente las dos características de ser ex­
cepcional y tem poral, aunque se tra te de u n a tem poralidad cuyos
lím ites no e stán preestablecidos. P or lo dem ás, el c a rá c te r excep­
cional y tem p o ral son dos a trib u to s íntim am ente vinculados: una
situación excepcional p o r principio es considerada com o tem poral.
Un gobierno excepcional, com o p o r ejem plo uno revolucionario,
La suspensión así de la autoridad legislativa no la deroga. El ma­
gistrado que la hace callar, no puede hacerla hablar; la domina sin
representarla. Puede hacerlo todo menos dar leyes (libro IV, cap. v).
Como se aprecia, R ousseau insiste p articu larm en te en el carácter
m eram ente ejecutivo de la d ictad u ra al decir que el d ictad o r puede
h acer callar a las leyes (o sea, puede suspender tem poralm ente su
validez); pero no puede hacerlas h ab lar, esto es, no tiene el p oder
de em itir nuevas leyes. En efecto, concluye, el d ictad o r puede hacer­
lo todo “m enos d a r leyes”. El o tro pu n to en el que R ousseau se
detiene es la tem poralidad. E n la conclusión del capítulo escribe:
Por lo demás, cualquiera que sea la manera como se confiera esta
im portante comisión, conviene fijar su duración con un término muy
corto e improrrogable. En las crisis en las cuales la dictadura se
impone, el Estado perece o se salva en breve tiempo. Pasada la ne­
cesidad urgente, la dictadura conviértese en tiránica o inútil (ib id .).
La h isto ria de la d ictad u ra “ejecutiva”, com o la hem os visto en
M aquiavelo, B odino y R ousseau, no es m ás que una p a rte de la
h isto ria de esta m a g istra tu ra . A hora es necesario, en la segunda
p a rte de esta h isto ria, h acer referencia a la lectu ra m arx ista p a ra
a c la ra r el concepto de dictadura. Como ya indiqué en el capítulo
sobre Bodino, Cari S chm itt p a rte de la definición de la d ictad u ra
com o “com isión” y de la contráposición que el m ism o B odino es­
tablece e n tre p e rp etu id ad del p o d er soberano y tem p o ralid ad del
p o d er d ictatorial, p a ra así llam ar a la d ic ta d u ra trad icio n al “dic­
ta d u ra com isaria”, y distinguirla de o tra form a de d ic ta d u ra que se
desarro lla con la Revolución francesa a la que llam a "so b e ra n a ” en
cuanto no es solam ente com isaria o ejecutiva. S chm itt explica que,
m ien tras la d ic ta d u ra com isaria se lim ita a suspender concreta­
m ente la constitución p a ra defender su existencia, "la d ictad u ra
soberana ve en todo el ordenam iento existente u n estado de cosas
que debe ser cam biado com pletam ente con su acción”, y p o r ta n to
"no suspende u n a constitución vigente apoyándose en u n derecho
em anado de ella, y p o r ello m ism o constitucional, sino que tiende
a c re a r u n a condición en la que sea posible im poner u n a consti­
tución au tén tica según su propio c rite rio ” (o p . c it., p. 149). T am ­
189
IN T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
IN T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
al surgir siem pre es un gobierno provisional (aunque de hecho lo
provisional está destinado a prolongarse en el tiem po, o sea, a
tran sfo rm arse, aunque parezca un juego de palabras, en algo p ro ­
visional p e rm a n e n te ). Lo que distingue la d ictad u ra soberana de la
com isaria es ante todo la p érd id a del c arác te r m onocrático: la dic­
ta d u ra jacobina, aunque sobresale la figura de R obespierre, no es
la d ictad u ra de una persona, sino de un grupo revolucionario, con­
cretam ente del Com ité de salud pública. E sta disociación en tre el
concepto de d ictad u ra y el de p o d er m onocrático, que se p resenta
p o r m edio de la in terp retació n del gobierno provisional revolucio­
nario com o dictadura, indica el paso del uso clásico del concepto
al uso m arxista, engelsiano y leninista, que in tro d u jo y divulgó la
expresión ''d ic ta d u ra de la burguesía" y "d ic tad u ra del p ro le ta ria ­
do", con lo cual no entiendo el dom inio exclusivo de una persona
ni tam poco de un grupo de personas, sino el de to d a u n a clase so­
cial. La segunda y m ás im p o rtan te característica que distingue a la
d ictad u ra com isaria de la soberana es la am p litu d del poder, que
ya no es solam ente un poder circunscrito a la ejecución de un m an­
dato aunque sea extraordinario, sino que se extiende al p o d er de
in tro d u cir nuevas leyes e incluso una nueva constitución, si bien en
el caso específico del gobierno revolucionario francés éste tiende
a presen tarse com o u n a dictad u ra en el sentido clásico de la p ala­
b ra , y en consecuencia como un gobierno que no cancela sino
suspende excepcional y provisionalm ente las garantías constituciona­
les. Tam bién es necesario decir que p o r m ucho que la diferencia en­
tre la d ictad u ra com isaria y la soberana —que es la diferencia
en tre la d ictad u ra clásica y la m oderna, en tre una d ictad u ra cons­
titucional y constituida, y una extraconstitucional y constituyente—
sea clara en ab stracto , de hecho los lím ites en tre una y o tra no son
fáciles de establecer siem pre. Me parece indudable que desde el
p u n to de vista de la dictad u ra clásica, la d ictad u ra soberana, sea
revolucionaria o contrarrevolucionaria, ya no es u n a d ictadura, sino
una form a de gobierno diferente a la que los clásicos dieron el
nom bre (considerado com o un nom bre odioso y p o r ta n to m al
aceptado p o r los dictadores m odernos) de "tira n ía ". C uando el
dictador, aprovechándose del p oder que le fue conferido, se adueña
de un po d er m ayor que el que le fue atribuido, se ap ro p ia del p o d er
soberano, p a ra un e scrito r clásico ya no es un d ictad o r sino un
tiran o (Sila y César, de acuerdo con lo que dijim os de M aquiavelo,
son ejem plos válidos).
Un paso adelante en la h isto ria de la d ictad u ra m oderna, que
anuncia directam ente la teoría m arxista y leninista de la dicta­
dura, es el que nos hacen d a r los desafortunados antecesores de
una revolución ya no burguesa sino socialista e igualitaria, Babeuf,
B u o n arro ti y com pañeros, los pro tag o n istas de la Conspiración de
los iguales (9-10 de septiem bre de 1795). En el libro F ilip p o B u o ­
n a r r o ti e i r iv o lu z io n a r i d e lV O tto c e n to , el h isto ria d o r A. G alante
G arrone escribe que, de acuerdo con el estado actual de las inves­
tigaciones, parece que los Iguales se decidieron " p o r un gobierno
revolucionario de pocos hom bres, apoyados p o r el pueblo e inves­
tido de poderes dictatoriales, debido al peligro inm inente de la
insurrección, h asta in stitu ir una condición constitucional estable"
(E inaudi, T urín, 1951, p. 312). De acuerdo con S chm itt, una d icta­
d u ra concebida de esta m anera evidentem ente es una d ictad u ra so­
berana. El m ism o au to r, al tr a ta r de p recisar el pensam iento de
B u o n arro ti (que se volverá al final de su vida el h isto ria d o r y
teórico de la secta, con el libro C o n s p ir a tio n p o u r V é g a lité d ite d e
B a b u e f, 1830, que recientem ente se tra d u jo al italiano, con una in­
troducción de G. M anacorda, E inaudi, T urín, 1971), escribe que
en este p en sad o r era m uy clara "la idea de que después de la revo­
lución debe h ab er un periodo tra n sito rio en el que los poderes son
asum idos de m anera d ictato rial p o r los pocos hom bres que enca­
bezaron la revolución; y que, p o r ten er que ser ésta una revolución
no sólo política sino tam bién social, e incluso la ú ltim a de las
revoluciones, la d ictad u ra revolucionaria debe d u ra r h a sta que se
hayan establecido y consolidado las nuevas instituciones igualita­
ria s" (p. 313). En un breve texto de B u onarroti, presentado p or
G alante G arrone com o anexo, las tesis de la d ictad u ra p a ra el
pueblo (¿o s o b r e el pueblo?) son m o strad as de una m anera tan
clara que parecen (a quien piense en tan to s acontecim ientos de la
h isto ria del m ovim iento obrero h a sta Lenin) provocadoras. T ra­
duzco un fragm ento de un enorm e significado:
188
Para superar estas dificultades [o sea las que se le presentan a la
revolución] es necesaria la fuerza de todos. P e r o e s t a f u e r z a g e n e r a l
e s n u la s i n o e s tá d ir ig id a p o r u n a v o lu n ta d fu e r te , c o n s ta n te , ilu m i­
n a d a e i n m u t a b l e [ . . . ] ¿Puede tenerse la libertad al día siguiente
de la insurrección? No, sólo se puede tener una esperanza bien fun­
dada [ . . . ] S o n n e c e s a r i a s m u c h a s r e f o r m a s a n t e s d e q u e la v o l u n t a d
g e n e r a l p u e d a s e r e x p r e s a d a y r e c o n o c i d a . Antes de que estas refor­
mas sean realizadas el pueblo no puede percibir ni declarar la vo­
luntad general (pp. 495-496, las cursivas son mías).
190
IN T E R M E D IO S O B R E LA D IC T A D U R A
Y é sta es la conclusión:
NOTA
A s í p u e s , la e x p e r ie n c ia h a d e m o s t r a d o : 1) q u e e l r e y y lo s p r iv ile g ia ­
d o s s o n m a lo s d ir e c t o r e s d e la r e v o lu c ió n p o p u la r ; 2 ) q u e e l p u e b lo
e s in c a p a z d e r e g e n e r a r s e p o r s í m i s m o y d e d e s ig n a r a la s p e r s o n a s
q u e d e b e n d ir ig ir s u r e g e n e r a c ió n ; 3 ) q u e a n t e s d e p e n s a r e n u n a
c o n s t i t u c i ó n y e n le y e s f ij a s e s n e c e s a r i o e s t a b l e c e r u n g o b i e r n o r e ­
f o r m a d o r o r e v o l u c i o n a r i o c o n b a s e s d i f e r e n t e s d e la s d e u n a l i b e r ­
t a d r e g u l a r y p a c i f i c a . ¿ C ó m o s e o r g a n iz a r á e l g o b ie r n o r e v o lu c io ­
n a r io d e lo s s a b i o s p a r a lo g r a r h a c e r lo s a g r a d a b le s a l p u e b lo ? E s
im p e r a t iv o d a r a e s e g o b ie r n o u n a o r g a n iz a c ió n id ó n e a p a r a la s
f u n c io n e s q u e d e b e c u m p lir . E s t a s f u n c io n e s s o n d e n a tu r a le z a d if e ­
r e n t e : d e b e d ir ig ir t o d a la f u e r z a n a c io n a l c o n t r a l o s e n e m ig o s e x ­
t e r n o s e in t e r n o s ; c r e a r y e s t a b le c e r la s in s t it u c i o n e s p o r m e d io d e
la s c u a le s e l p u e b lo s e r á im p e r c e p t ib le m e n t e c o n d u c id o a e j e r c e r
r e a lm e n t e la s o b e r a n ía ; p r e p a r a r la c o n s t i t u c i ó n p o p u la r q u e d e b e
c o m p le t a r y c o n c lu ir la r e v o lu c ió n (p p . 4 9 7-49 8, la s c u r s iv a s s o n m í a s ) .
Doy las gracias sinceram ente a la d octora A driana Pistoi, quien
tom ó m is lecciones con sus apuntes constantes y cuidadosos p a ra
p ro porcionarm e de esta m anera gran p a rte del m aterial que u tili­
cé p a ra elab o rar este escrito. Tam bién doy las gracias a m i asis­
tente, el do cto r M ichelangelo Bovero, p o r la contribución que brin d ó
p a ra a cla ra r los conceptos expuestos en el curso, sea con sus lec­
ciones com plem entarias, sea con el punzante estím ulo de sus co­
m entarios a m is lecciones.
N. B.
Si el fragm ento no fuese suficientem ente claro, nad a m ejo r que
esta ú ltim a m isión: "p re p a ra r la constitución", que puede ser to ­
m ada com o u n a confirm ación de la índole específica de la d icta­
d u ra soberana, es decir, de la d ictad u ra que asum e p o r sí m ism a
el p o d er fundam ental, del que dependen todos los dem as poderes,
y en consecuencia es el p o d er soberano p o r excelencia, el p o d er
constituyente. Pero el com entario no e sta ría com pleto si no se
dijese que algunas frases, com o en la que se habla de u n a voluntad
''ilu m in ad a" o en la que se denom ina "sabios" a los hom bres del
gobierno revolucionario, nos sugieren relacionar la idea de la dic­
ta d u ra revolucionaria con la del despotism o ilu strad o , que, com o
hem os visto, había tenido efecto en tre algunos "sabios" de la época
ilum inista. Me parece indudable que hay u n nexo e n tre el despo­
tism o en su sentido positivo y la d ictad u ra que siem pre tuvo u n a
connotación positiva; en cam bio, dejo con m ucho gusto al juicio
del " trib u n a l de la h isto ria " (como h u b iera dicho Hegel) que lo
haya tam b ién con la "tiran ía".
191
ÍN D IC E
7
P r ó l o g o ...................................
9
I n t r o d u c c i ó n .............................
15
I. U n a c é le b r e d is c u s ió n
21
II. P l a t ó n .............................
El
El
El
El
hom bre
hom bre
hom bre
hom bre
25
25
25
26
tim ocrático .
oligárquico .
dem ocrático.
tiránico . .
33
III. A r i s t ó t e l e s ...............................................
44
IV. P o l i b i o ....................................................
Anexo
54
....................................................
57
V. I n t e r m e d i o ..............................................
64
VI. M a q u i a v e l o ..............................................
80
V II. B o d i n o ....................................................
95
V III. H o b b e s ....................................................
108
IX . V i c o ..........................................................
122
X. M o n t e s q u i e u .........................................
XI. I n t e r m e d i o s o b r e e l d e s p o ti s m o .
.
X II. H e g e l .........................................................
La m onarquía constitucional: Hegel y ]>/Iontesquieu .
X III. M a r x ..............................................
XIV. I n t e r m e d i o s o b r e la d ic ta d u r a .
138
147
161
168
182
191
N o ta
191
-
;-l
V
“’ ' " - Vi ,
ÍN D IC E
’
P r ó l o g o .............................................................................................
7
I n t r o d u c c i ó n .......................................................................................
9
I. U na c é le b r e d i s c u s i ó n .................................................... 15
II. P l a t ó n ................................... .............................................. 21
El
El
El
El
hom bre
hom bre
hom bre
hom bre
tim o c r á tic o .................................................... 25
o l i g á r q u i c o .................................................... 25
d em o crático .................................................... 25
t i r á n i c o .......................................................... 26
III. A r i s t ó t e l e s ............................................................................33
IV. P o l i b i o ................................................................................. 44
A n e x o ................................................................................. 54
V. I n t e r m e d i o ............................................................................57
VI. M a q u i a v e l o ............................................................................64
V II. B o d i n o ................................................................................. 80
V III. H o b b e s ................................................................................. 95
IX . V i c o ....................................................................................... 108
X. M o n t e s q u i e u ......................................................................122
X I. I n t e r m e d i o s o b r e e l d e s p o ti s m o .
..............................138
X II. H e g e l ......................................................... ............................ 147
La m o n arq u ía constitucional: Hegel y M ontesquieu . ,161
X III. M a r x ....................................................................................... 168
XIV. I n t e r m e d i o s o b r e la d i c t a d u r a .........................................182
N o t a ................................................................................................... 191
19 .-?
E ste lib r o se te r m in ó d e im p r im ir y e n c u a ­
d ern a r en el m es d e e n e r o d e 2 0 0 6 en Im p re­
sora y E n cuad ern a dora P rogreso, S. A. d e C. V.
( i e p s a ) , C alz. d e San L o r e n z o , 244; 0 9 8 3 0
M éx ico , D. F. Se tiraron 3 0 0 0 ejem p la res.
O TRO S T ÍTU LO S D E LA
SECCIÓN DE POLITICA Y DERECHO
A lm in o , J o áo . L a e d a d p r e s e n t e . T i e m p o , a u t o n o m í a y r e p r e s e n t a c i ó n e n la
p o lític a ,
B ro d ie, B ern a rd . G u e r r a y p o l í t i c a ,
B u rk e, E d m u n d o . T e x t o s p o l í t i c o s .
C am p, R o d er ic Ai. L a f o r m a c i ó n d e u n g o b e r n a n t e .
C am p, R o d eric Ai. L í d e r e s p o l í t i c o s d e M é x ic o . S u e d u c a c i ó n y r e c l u t a m i e n t o .
C árdena s d e O jed a, O lga. T o x i c o n o m í a y n a r c o t r á f i c o ,
C arly le, A lex a n d er J a m e s. L a l i b e r t a d p o l í t i c a . H i s t o r i a d e s u c o n c e p t o e n
la E d a d M e d ia y e n lo s t i e m p o s m o d e r n o s ,
C laval, P au l. E s p a c i o y p o d e r ,
C olliard , C laude-A lbert. I n s t i t u c i o n e s d e r e la c io n e s i n t e r n a c i o n a l e s .
C ollier, D av id . E l n u e v o a u t o r i t a r i s m o ,
C o n n ell-S m ith , G ord on. L o s E s t a d o s U n id o s y la A m é r i c a L a t i n a ,
C o n n ell-S m ith , G ord on. E l s i s t e m a i n t e r a m e r i c a n o ,
D a vis, J. C. U to p ia y la s o c i e d a d id e a l. E s t u d i o d e la l i t e r a t u r a u t ó p i c a i n ­
g le s a , 1516-1700,
D E R E C H O e c o n ó m i c o in t e r n a c i o n a l ,
D eu tsc h , K arl W o lfg an g. L a s n a c i o n e s e n c r is is ,
D e u tsc h , K arl W o lfga ng . P o lític a y g o b ie r n o ,
D u v erg er, M a urice. L o s p a r t i d o s p o l í t i c o s ,
F ig g is, J o h n N e v ille. E l d e r e c h o d i v i n o d e l o s r e y e s y t r e s e n s a y o s a d ic io n a le s .
F in er, S. E. P o lític a d e a d v e r s a r i o s y r e f o r m a e le c to r a l.
G a rcía R o b les, A lfo n so . 338 d í a s d e T la te lo lc o ,
G leije se s, P iero . L a c r i s i s d o m i n i c a n a ,
H a m ilto n , A lex an der; J a m e s M a d iso n y J o h n Jay. E l f e d e r a l i s t a ,
H eller , H erm a n n . T e o r í a d e l E s t a d o ,
H er m et, G uy. ¿ P a r a q u é s i r v e n la s e le c c io n e s ?
H o fs ta d te r , R ich ard . L a t r a d i c i ó n p o l í t i c a n o r t e a m e r i c a n a y lo s h o m b r e s q u e
la f o r m a r o n ,
H o b b es , T h o m a s, L e v i a t á n ,
H o u n , F ra n k lin W illin gto n . B r e v e h i s t o r i a d e l c o m u n i s m o c h in o ,
H u g h es, C h arles E v a n s. L a S u p r e m a C o r te d e E s t a d o s U n id o s ,
H u m b o ld t, G u illerm o de. E s c r i t o s p o l í t i c o s .
J U S T I C I A e c o n ó m i c a in t e r n a c i o n a l .
^
K elly , R o b ert. E l m o d e l o c u l t u r a l e n la p o l í t i c a n o r t e a m e r i c a n a ,
K rip p en d o rf, E k k en a . E l s i s t e m a i n t e r n a c i o n a l ,
K rip p en d o rf, E k k en a . L a s r e la c io n e s in t e r n a c i o n a l e s .
L acro ix, B ern a rd . D u r k h e i m y l o p o l í t i c o .
L achs, M a n fred . E l d e r e c h o d e l e s p a c io u l t r a t e r r e s t r e .
L ip set, S ey m o u r M. P o lític a d e la s i n r a z ó n .
L ira G on zález, A n drés. E l a m p a r o c o l o n ia l y e l j u i c i o d e a m p a r o m e x i c a n o .
L ó p e z P in a , A n to n io . L a c o n s t i t u c i ó n d e la m o n a r q u í a p a r l a m e n t a r i a ,
M a g u ir e , J o h n M . M a r x y s u t e o r í a d e la p o lític a ,
M a n n , F. A. E l a s p e c t o le g a l d e l d in e r o ,
M a n g a b e ir a , U n g e r R o b e r to . C o n o c i m i e n t o y p o lític a .
M a n s fie ld , H a r v e y . M a q u ia v e lo y lo s p r i n c i p i o s d e la p o l í t i c a m o d e r n a . U n
e s t u d i o d e lo s D i s c u r s o s d e T i t o L iv io ,
M a y e r, J a c o b P e te r . T r a y e c t o r i a d e l p e n s a m i e n t o p o lític o ,
M o o n e y , M ic h a e l. L o s h u m M u is ta s y la p o lític a ,
N eu m a n n , Franz. B e h e m o th .
N o v o a M o n r e a l, E d u a r d o . N a c i o n a l i z a c i ó n y r e c u p e r a c i ó n d e r e c u r s o s n a ­
t u r a l e s a n t e la le y in t e r n a c i o n a l .
O s m a n c z y k , E d m u n d o J a n . E n c i c l o p e d i a m u n d i a l d e r e l a c io n e s i n t e r n a c i o n a ­
le s y N a c i o n e s U n id a s ,
P a in e , T h o m a s . L o s d e r e c h o s d e l h o m b r e ,
P la m e n a tz , J. P. C o n s e n t i m i e n t o , l i b e r t a d y o b lig a c ió n p o lític a .
R e y e s H e r o le s , J e s ú s . E l l i b e r a l i s m o m e x i c a n o . (3 v o ls .)
R o th , D a v id F. y W ils o n F r a n k L. E s t u d i o c o m p a r a t i v o d e la p o lític a ,
R o w a t, D o n a ld C a m e r o n . E l O m b u d s m a n . E l d e f e n s o r d e l c iu d a d a n o ,
R u s to w , D a n k w a r t A le x a n d e r . F i l ó s o f o s y e s t a d i s t a s ,
S a b in e , G e o r g e H . H i s t o r i a d e la t e o r ía p o lític a .
S a r to r i, G io v a n n i. L a p o lític a . L ó g ic a y m é t o d o e n la s c ie n c ia s s o c ia le s .
S c h le ife r , J a m e s T. C ó m o n a c ió ' ‘L a d e m o c r a c i a e n A m é r i c a ” d e T o c q u e v i l l e ,
S e a r a V á z q u e z , M o d e s to . T r a t a d o g e n e r a l d e la o r g a n i z a c i ó n i n t e r n a c i o n a l ,
S k in n e r , Q u e n tin . L o s f u n d a m e n t o s d e l p e n s a m i e n t o p o l í t i c o m o d e r n o . E l
R e n a c im ie n to ,
S k o c p o l, T h e d a . L o s E s t a d o s y la s r e v o l u c i o n e s s o c ia le s .
S m ith , T o n y . L o s m o d e l o s d e i m p e r i a l i s m o . E s t a d o s U n id o s , G r a n B r e t a ñ a
y e l m u n d o t a r d í a m e n t e i n d u s t r i a l i z a d o d e s d e 1815,
S o le r , S e b a s tiá n . L a s p a l a b r a s d e la le y ,
S o r e n s e n , M a x. M a n u a l d e D e r e c h o I n t e r n a c i o n a l P ú b lic o .
T o llo , M a n u e l. L a p o l í t i c a e x t e r i o r d e M é x ic o (1970-1974).
T o c q u e v ille , A le x is d e. L a d e m o c r a c i a e n A m é r ic a .
V a r g a s C a rr eñ o , E d m u n d o . A m é r i c a L a t i n a y e l d e r e c h o d e l m a r ,
W a ld h e im , K u r t. E l d e s a f í o d e la p a z .
W ich, R ic h a r d . L a c r i s i s p o l í t i c a c h in o - s o v ié tic a .
Z a c k lin , R a lp h . E l d e r e c h o d e l m a r .
I d l('()rí.i (j(> Lis loriiuts (J(> (jolìiotiio (>s ('I Unii,) (i(>|
curso impartido por Norberto Bobbio en la Fa­
cultad de Ciencias Políticas de la Universidad de
Turín durante 1975-1976. Bobbio concibe la filo­
sofia politica corno la disciplina dedicada a estu­
diar los temas recurrentes que integran una teoría
general de la política.
Entre estos temas destaca la tipología de las formas de gobierno. El
autor analiza el tema en los pensadores más representativos, desde la
Grecia clásica hasta la época contemporánea; Platón, Aristóteles, Poli­
bio, Maquiavelo, Bodino, Hobbes, Vico, Montesquieu, Hegel, Marx.
Bobbio se refiere al doble uso de esta tipología: el sistemático, que
consiste en ordenar los datos recopilados, y el axiológico, que jerar­
quiza y valora dichos datos. La teoría de las formas de gobierno en la
historia del pensamiento politico contempla ambas perspectivas y pre­
senta una visión histórica y conceptualmente rigurosa del pensamiento
político.
Norberto Bobbio (18 de octubre de 1909), filósofo y jurista, profesor de filosofía
del derecho y filosofía política, es uno de los más reconocidos pensadores contem ­
poráneos en el tema de la democracia y los conflictos internacionales. En los años
setenta fom entó el debate en la izquierda italiana para favorecer su transformación
dentro de una línea democrática; fia incursionado también en el estudio del papel de
los intelectuales en la política.
Del mismo autor, el
f ce
ha publicado: El futuro de la demacrada; Thomas Hobbes;
El existenaahsmo; Estado, gobierno y sociedad: por una teoría general de la política;
Liberalismo y democracia; Perfil ideológico del siglo xx en Italia; Sociedad y Estado en
la filosofía política moderna (con Michelangelo Bovero); Ni con Marx ni contra Marx;
La izquierda en la era del Karaoke (FCE-Argentina), y una antología a cargo de José
Fernández Santillán titulada Norberto Bobbio: el filósofo y la política.
III
Descargar