JUSTICIA Y TECNOLOGÍA “El verdadero peligro no es que los ordenadores empiecen a pensar como los hombres, sino que los hombres empiecen a pensar como los ordenadores.” Sydney Harris Causó revuelo una decisión de tutela que dictó el Juez Primero Laboral del Circuito de Cartagena porque para lograr la conclusión del fallo, se utilizó la herramienta de inteligencia artificial Chat GPT. Se escucharon voces a favor y otras en contra. Las primeras aludían a la permisión legal del uso de las TICs en la administración de justicia y a su utilidad; las segundas apelaban al romanticismo del Juez humano que rehúsa ser desplazado por las máquinas. Tengo las mejores referencias académicas y profesionales del Juez Juan Manuel Padilla García, por eso no sorprende que haya sido a nivel nacional, el pionero en valerse de este tipo de herramientas para un mejor proveer. Particularmente, estoy de acuerdo con la implementación de estos softwares como insumos para una correcta declaración de justicia, todo ello sin desplazar la autonomía, responsabilidad y humanidad del togado. Chat GPT es un robot creado por la empresa OpenAI, alimentado por una vasta información y, que, gracias a sus sofisticados algoritmos, tiene la capacidad de interactuar y responder preguntas con envidiable rapidez, precisión y coherencia. Puede retroalimentarse permanentemente, traducir y generar textos. Como toda creación humana puede tener errores, pero es responsabilidad del usuario contrastar y confirmar la fiabilidad de la información que entregue, sobre todo, si de administrar justicia se trata. No es de extrañar que un juez se valga de estas aplicaciones para optimizar sus funciones, estas facilitan la labor y de ninguna manera desplazan al fallador, aunque conforme con los avances tecnológicos, no sería raro que a futuro esto pueda suceder. En la actualidad vemos reiterados ejemplos de aplicación tecnológica: los GPS; buscadores por voz como Alexa y Siri; navegadores web como Google, en fin. Todos nos simplifican los problemas de la vida. Por eso es claro que Chat GPT facilita el rastreo de información relevante para el caso, por lo tanto, los fundamentos de derecho y la decisión que adopte seguirán siendo responsabilidad del funcionario, con independencia de si aquella fue obtenida “quemándose las pestañas” en una biblioteca física o si la obtuvo a través de la tecnología. Lo cierto es que la inteligencia artificial puede ser útil a la justicia para salvaguardar la igualdad, anular los sesgos, evitar los efectos de los juicios paralelos y, sobre todo, para minimizar la mora, ya que los estudios de casos se podrán hacer con celeridad. No está de más advertir que en esta sociedad de odios podría resultar siendo más humana una máquina que algunos juristas de carne y hueso que dejaron la sensibilidad a un lado, justo al lado del miedo, ese que a veces es fundado y no lo sienten los bots.