Subido por Raquel Pinilla

Pinilla Cano Raquel TrabajoFinal (1)

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LOS DISCURSOS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
Trabajo final
Raquel Pinilla Cano
06290528-M
Grado en Lengua y Literatura Españolas.
rpinilla23@alumno.uned.es
634477460
Centro asociado: Alzira.
Patriotismo y virtud: de David al joven Ingres (temas 1 y 4) y Arte y libertad: la
herencia de Schiller (tema2).
El juramento de los Horacios, Jacques-Louis David / Valle de Dedham, John
Constable.
A lo largo de las siguientes páginas analizaré de forma breve los textos
Patriotismo y virtud: de David al joven Ingres, de Thomas Crow, y Arte y libertad: la
herencia de Schiller, de Javier Hernandez Pacheco. Las lecturas tratan el arte desde
puntos de vista muy diferentes pero siguiendo una evolución lineal directa. Dichos
escritos estarán relacionados con las obras El juramento de los Horacios, de JacquesLouis David, y Valle de Dedham, de John Constable.
Antes de centrarnos en el contenido de los textos, es conveniente tener en cuenta
el contexto histórico en el que se recogen para así obtener una mayor comprensión acerca
del cambio de perspectiva que se produce en el arte y en la sociedad. La sociedad se
enfrenta a una gran revolución y una serie de transformaciones políticas que se verán
reflejadas en el mundo artístico.
Durante este periodo, el arte se ve sometido a una corriente que se muestra a favor
de los principios de Poussin y Le Brun, como pretexto para conseguir el renacimiento de
la escuela francesa de pintura. Dichos principios defienden la historia de Roma como una
utopía lograble a través del arte. A dicha escuela pertenece Jacques-Louis David, un joven
artista que destaca como virtuoso y dedicará su pintura a exaltar el poder del estado
revolucionario a través de la idea de estado romano.
El juramento de los Horacios está considerado como su primera gran obra. Está
perfectamente lograda en todos los aspectos, tanto en la forma como en la elección del
instante en el que se reflejan a la perfección las virtudes romanas.
Pero cuando la Revolución Francesa llega a su fin, el arte se encuentra sometido
a una fuerte base filosófica que se preocupa más por sus propias raíces. Se aleja del ideal
romano en el cual el espíritu reside en la perfecta armonía entre estado y sociedad, para
centrarse en la búsqueda de las raíces nacionales las cuales se encargan de crear una
identidad propia. Este cambio también se ve reflejado en el arte, pues deja de tener
importancia la grandeza de las imágenes en las que se muestra la perfección del ser
humano, y como esta se ve reflejada en la sociedad, para dar paso a la pintura de paisajes
y el reflejo de la belleza y armonía que en esta reside.
Schelling plasma este cambio en Filosofía de la Naturaleza, un libro en el que se
recoge las modificaciones que se han llevado a cabo en el arte para dejar de lado lo clásico
y dar importancia a la nueva sensibilidad que se muestra a través de la naturaleza. El
paisaje pasa a considerarse como algo imperfecto pero cargado de belleza pura en la cual
se desarrolla la fuerza del espíritu humano.
Dicha filosofía la podemos ver reflejada en obras como Valle de Dedham, de John
Constable, en la cual se puede observar la armonía del universo por medio de la creación
de un paisaje perfecto que traslada al público a la niñez del autor, a un momento idílico.
Como podemos observar, el arte no puede excluirse del contexto histórico, hecho
que queda fuertemente reflejado en la trayectoria artística de David, pues su arte estuvo
sometido a las peticiones del Estado e Iglesia de su país, los cuales definen el nuevo
modelo de artista. El creador debía tener devoción por la nación, lograr una idea física de
la lealtad que el pueblo debía al estado y a la idea de bienestar general. Esta noción de
lealtad que querían establecer es el modelo de las repúblicas de la antigua Grecia y Roma.
David conseguía mostrar a la perfección ese proyecto de sociedad a través de la
pintura, pues lograba escoger momentos y entornos que promovieron la soberanía de la
moral impuesta sobre los placeres del ser humano. En general, se tratan de obras cuyo
paisaje queda en segundo plano. También, se plasman personajes de “importancia” en la
historia contada pero que quedan en segundo plano para dar paso a la principal idea: la
imagen perfecta del hombre. Las historias elegidas para las pinturas cuentan relatos en
los cuales el bienestar común queda por encima del propio, como es el caso de la obra
anteriormente mencionada o Brlisario pidiendo limosna.
Por el contrario, el neoclasicismo que surge en Alemania busca alejarse de esas
pautas establecidas para encontrar las raíces de su nación. No busca una sociedad perfecta
en la que todos estén al servicio del bien común, sino que surge la necesidad de crear una
identidad lejana de la establecida por las repúblicas de Grecia y Roma. En esta nueva
tendencia tendrá vital importancia el “Anmut”: capacidad que tiene la libertad de hacer
“por sí” lo que en la naturaleza es resultado de un proceso en el que todo sucede “por
otro”, por causas1.
1
HERNÁNDEZ-PACHECO, Javier, “Arte y libertad: la herida de Schiller”, en Javier Hernández-Pacheco,
La conciencia romántica, Madrid, Tecnos, 1995
El anmut dentro de la pintura refleja la belleza propia de la naturaleza, que no está
manipulada por los seres humanos. Para los griegos, las personas tienen un estándar base
de belleza que se basa en la juventud, en el caso de las mujeres, o el estado físico, en el
de los hombres. Esto es lo que les da el valor propio a cada individuo: la belleza es
sinónimo de divinidad, una manifestación plena de lo infinito. Pero, la filosofía de la
época eleva el paisaje a una potencia más alta, exhibiendo recuerdos del autor o
situaciones perfectas en las cuales todo está en armonía.
En la obra de John Constable, Valle de Dedham, la armonía es la protagonista del
cuadro, pues se plasma un momento de la naturaleza que está en calma. El cuadro del
Valle de Dedham, zona natural destacada en Inglaterra por sus paisajes cargados de
belleza salvaje, plasma el traslado a la vida rural, a la nobleza provinciana.
El lugar elegido para la obra es el originario del autor, pues allí se crió y por el
cual pueblo se hizo famoso. Es un recuerdo de su niñez en el que prevalece la armonía y
la belleza del lugar que le vió crecer, creando así la identidad propia para este, más allá
de la propia identidad del autor, pues este ya era conocido en el lugar, tanto que su
localidad era conocida como Constable Country por el famoso pintor.
En cambio, en la obra de David: El juramento de los Horacios, muestra
exactamente de lo que el neoclasicismo huía. Dicho cuadro es una representación del
momento en el que los hijos de Horacio le juran lealtad por encima de sus propios deseos.
Podemos observar como en un primer plano aparecen los tres jóvenes con rasgos
perfectos que se muestran fieles a los deseos de su Estado, es decir, conseguir vencer en
la batalla para así lograr el bien común de la sociedad. En un segundo plano, aparecen las
mujeres de los jóvenes que lamentan la batalla que se aproxima.
Aunque parecen carecer de importancia estas figuras femeninas, cabe destacar que
la historia, creada por Tito Livio, expone un conflicto amoroso entre familias enfrentadas
por el deber patriótico. Las mujeres, que se lamentan por lo que va a ocurrir, reflejan la
negación de los deseos del individuo. Por lo tanto la obra expone, así, la lucha entre deseo
y bienestar común y deja clara la decisión de los protagonistas. Siendo este el mensaje
que se buscaba dar dentro de la Revolución Francesa: no hay identidad propia, los deseos
del individuo no importan, pues todo está sometido al bien social y político.
En conclusión, podemos afirmar que ambos movimientos nacen de un mismo
punto: el regreso al arte clásico, pero con ideales muy diferentes entre ambos. Por un lado
se usa ese retroceso artístico para elevar las virtudes del hombre dentro del estado,
mostrándose así como una figura de héroe romano. Y por otro, se rechaza esa unidad
característica de la sociedad romana para buscar una identidad propia donde prevalezca
la armonía para las personas sobre los deseos del Estado latente. Podemos afirmar que
ambas corrientes reaccionan ante un movimiento artístico anterior, aunque de forma
opuesta.
Anexo I
Jacques-Louis David: El juramento de los Horacios, 1785. Museo del Louvre, París.
John Constable: Valle de Dedham, 1802. Museo de Victoria y Alberto, Londres.
Bibliografía
AZNAR ALMAZÁN, Yayo, GARCÍA HERNÁNDEZ, Miguel Ángel y NIETO
YUSTA, Constanza. Los discursos del arte contemporáneo. Madrid, Editorial
Universitaria Ramón Areces, 2011.
CROW, Thomas, “Patriotismo y virtud: de David al joven Ingres”, en VV.AA.,
Historia crítica del arte del siglo XIX, Madrid, Akal, 2001, pp. 15-53.
HERNÁNDEZ-PACHECO, Javier, “Arte y libertad: la herencia de Schiller”, en
Javier Hernández-Pacheco, La conciencia romántica, Madrid, Tecnos, 1995, pp. 85-105.
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