¿Qué nos enseña la Pascua? La celebración de la Pascua ha sido, muchas veces espiritualizada. Convertida en una fiesta para pensar en lo que nos espera en el más allá, en la otra vida. En un consuelo para cuando nos llegue el momento de la muerte. Y es verdad que apunta hacia ello. Pero también encierra otros mensajes: - Lo primero que nos enseña la fiesta de Pascua, es que la vida no es justa. Porque al que mataron es a un hombre joven, de treinta y pocos años, en la plenitud de sus fuerzas, que había pasado por el mundo haciendo el bien, curando a los enfermos, abrazando a los leprosos, comiendo con los pecadores y con los considerados escoria de la sociedad, juntándose con las prostitutas y con los corruptos de su tiempo para tratar de cambiarles la vida. - Un hombre bueno que había luchado por una sociedad más justa, que había compartido sus horas con los pobres, con los lisiados, con los piojosos. Un maestro extraordinario, que había sido capaz de reducir todas las leyes religiosas a un solo pequeño mandamiento: el de amar a los demás. Un profeta que sólo habló de Dios, de su amor por las criaturas, de su perdón a los pecadores, de su infinita ternura. ¿Cómo se puede matar a alguien así? Sin embargo, a las autoridades de su tiempo les pareció peligroso, y lo condenaron. Desde entonces, cuando uno se pregunta: ¿Por qué a mí me sucede esto? ¿Por qué mi hija intentó suicidarse? ¿Por qué mi hijo murió en un accidente? ¿Por qué a mi madre la asaltaron y golpearon? ¿Por qué sufro esta enfermedad que me amenaza y atormenta? ¿Por qué Dios permite que sufra tanta gente inocente? La Pascua nos recuerda que la vida es injusta. Que el dolor golpea a todos, sin importar si somos buenos o malos, si vamos a misa o no, si rezamos o somos indiferentes. El sufrimiento no tiene nada que ver con la fe, ni con la bondad de las personas. La Pascua nos recuerda que, si Jesús terminó muriendo de manera brutal e injusta, sin que Dios lo haya permitido, todo hombre puede sufrir injusticias y dolores, y no por eso debemos pensar que Dios lo permitió, o lo quiso, o lo mandó. - Y lo segundo que nos enseña la Pascua: Es que nadie está amenazado de muerte. Todos estamos "amenazados de resurrección" Que la muerte ya no es más el final del camino. La muerte es sólo una puerta para pasar de una vida, a otra vida. Y quien ha entendido esta iluminación, puede decirse que ha comprendido el secreto de la existencia humana. Lo expresó muy bien un periodista guatemalteco, en una preciosa oración, que se hizo famosa, y que dice así: "Dicen que estoy amenazado de muerte. Tal vez. Pero estoy tranquilo. Porque si me matan, no me quitarán la vida. Me la llevaré conmigo, colgando sobre mi hombro como un morral de pastor ". "Cuando matan a alguien, le pueden quitar los dedos de la mano,etc . Le pueden quemar el cuerpo con cigarrillos, lo pueden aserrar, partir, destrozar…. quizás se conmuevan profundamente al oír esto". "Yo no me conmuevo. Porque desde niño, Alguien sopló a mis oídos una verdad inconmovible, que es, al mismo tiempo una "No temas a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitar la vida" (Mateo 10,28) invitación estupenda: Estamos todos amenazados de vida, amenazados de esperanza, "amenazados de resurrección". "Porque así nos lo prometió Aquél que ha vuelto a vivir. Aunque a veces parezca que sigue crucificado en la cumbre del basurero del mundo” Ariel Álvarez Valdés (Santiago del Estero, Argentina, 1957) es un teólogo y biblista argentino, licenciado en Teología Bíblica por la Facultad Bíblica Franciscana de Jerusalén y doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Salamanca.