LA MEDIACIÓN ENTRE LA ECOLOGÍA Y LA RECREACIÓN “Una apuesta para seguir cohabitando” Daiana Campo González1 Universidad del Valle Resumen El abordaje del componente ecológico-recreativo, amerita nuevas maneras de ser pensado y ejecutado. Por ese motivo, se hace necesario diseñar los contenidos teóricos y metodológicos que un trabajo de tal envergadura requiere. Si partimos de la premisa que, ante tal crisis ambiental y de valores urge descubrir lo recreativo en la ciencia ecológica, es porque hemos detectado que aún desde los aportes de diferentes perspectivas y disciplinas, no se ha cumplido a cabalidad la tarea de que la humanidad, logre reconciliarse y reconocerse como naturaleza; y el método más cercano para -desde el presente escrito- analizar dicha realidad, parte de comprender la recreación como mediación semiótica inmersa en las prácticas cotidianas. Abstrac The approach of eco-recreational component, deserves new ways to be thought out and executed. For this reason, it is necessary to design the theoretical and methodological content that a work of such magnitude requires. If we start from the premise that, at such environmental crisis of values urges discover what recreational in ecological science, it is because we have detected even from the contributions from different perspectives and disciplines, has not fully complied with the task of humanity reconcile and achieve recognized as nature; and the nearest approach to this writers-from analyzing this actually part of understanding recreation as semiotic mediation immersed in daily practices. 1 Docente hora cátedra del Área Desarrollo y Comunidad del Instituto de Educación y Pedagogía. Correo electrónico: daianacampo3@gmail.com. INTRODUCCIÓN El primer ambiente que habitamos, es un mundo acuoso, cálido y reducido. Un lugar privado donde se empieza a formar nuestro cuerpo, mente y espíritu; por tanto, el arraigo a esta tierra inicia en el vientre, y el ombligo que se corta una vez nacemos se convierte en el símbolo del paso a la independencia, pero también en esa dependencia primigenia que nos permitió estar hoy aquí reunidos. De ahí que los ombligos puedan entreverse como señal de un vínculo que nos recuerda también cuan ombligados seguimos. De esta manera, “ombligándome” a la recreación descubro otros ambientes- naturales y sociales- donde un espectro de posibilidades se abre para hacer y rehacer con las personas. En las emociones que afloran al interactuar, encuentro un poco de mi humanidad, y justamente ese hallazgo permite la reflexión con mis otras identidades: mujer, madre, esposa, hija, amiga… y profesional de la recreación, quien ve en esta actividad social una forma de dialogar con la realidad, a veces para comprenderla y otras buscando transformarla. El potencial que conlleva su práctica debe ser asumido con humildad del mismo modo que debe ser enseñado. Tarea que requiere voluntad y convicción. Más aún en una época que presenta una crisis ambiental y de valores humanos a una escala nunca antes conocida, donde parafraseando a Oscar Wilde “…conocemos el precio de cualquier cosa pero ignoramos el valor de todo. Urge entonces humildad para examinar nuestros actos cotidianos y entrever que los aprendizajes inician en la localidad del cuerpo individual, que a su vez, es un reflejo de un cuerpo colectivo que nos caracteriza como comunidad terrestre. Comunidad que cohabita entre las historias de vida de personas, grupos y pueblos que condensan en sus contemplaciones, juegos o expresiones festivas, un saber cultural digno de ser reconocido. En ese sentido, existen muchas maneras para efectuar ese reconocimiento. Justamente, el presente escrito aspira mostrar una de ellas: la mediación entre ecología y recreación, como una alternativa para comprender que el ser humano cuando resignifica la naturaleza, resignifica también su propia humanidad. Por tanto, la ecología se comprende aquí no sólo como la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí, y con su medio ambiente, también como “el conjunto de principios, para considerar cómo podemos vivir concertadamente en nuestra casa”. De ahí que la narrativa que se despliega a continuación, utilice la metáfora del vientre para explicar cómo esa dialogicidad me permitió concebirme como un ser recreado, en plena capacidad de recrear y dotar de sentido al mundo que habito, considero mío, pero le conozco poco. 1. Empezando por mirarme el ombligo… “No es solo sabernos juntos, ni siquiera sentirnos juntos. Es imperativo actuar juntos, unir todas nuestras energías, todos nuestros esfuerzos, todos nuestros trabajos y adquirir el protagonismo que hemos cedido a quienes nos conducen por rumbos equivocados”2 La historia nos ha demostrado que hablar de desarrollo o progreso, es hablar de “ir hacia adelante”, por tal motivo no es extraño que la palabra “movilidad” en estos días sea tan sonada; y para que ésta sea una realidad, la transformación del paisaje natural desde la irrupción del capitalismo en nuestro continente, ha sido acelerada. Para que hoy podamos viajar de un lugar a otro en poco tiempo, se han encauzado ríos, disecado lagunas, talado árboles…, se ha intervenido de manera drástica los ecosistemas, pero hay regocijo porque en poco tiempo es factible arribar al destino planeado. El pensamiento entonces, está puesto en todo aquello que implique un crecimiento económico para escalar en la geografía, y así –pensando en mi país-, productos como 2 Disoñadores del futuro “para cambiar el rumbo” colección milenio tres. Colombia, 1997 pg. 20 el café, algodón o la caña de azúcar, se convirtieron en los amos y señores de los cultivos, dejando relegada a las tiendas de mercado, las centrales de abasto o los grandes centros comerciales, la variedad alimentaria que otrora se encontraba en las fincas, e incluso en la ciudad. Sin embargo relucimos en el mapa, pero obviamos el desempleo, la contaminación, el hambre, las enfermedades, la sangre que ha bañado este terruño para que la “dinámica social progrese”. No se ustedes, pero al recordar mi niñez podía permanecer en la calle por horas y si hambre tenía, bastaba con subirme a un almendro, guayabo, mango, ciruelo, papayo…, para calmarla. Hace poco un abuelo me decía con nostalgia: “cuando era chico no podía estrenar zapatos o comprarme ropa nueva, pero siempre tuve que comer, tantos frutales para comer, jugar y refrescarme”3 Quisiera decir que antes esas situaciones me producían impotencia, pero no fue así, porque mis propios problemas cotidianos me impedían pensar en ello, y si por casualidad me enteraba de algo en la radio o televisión-porque no había facebok-, me indignaba pero luego lo olvidaba. Ahora como recreadora e historiadora ambiental, estoy aún más convencida que para trascender lo económico y avizorar una conciencia ambiental colectiva, es necesario transformar el pensamiento mismo, que a su vez se nutre del sentido y los sentidos con los que se interpreta la realidad. La recreación puede despertar nuevas sensibilidades para asimilarnos como una sociedad solidaria que se sienta protagonista y no espectadora de los conflictos y así comprender que desde el lugar que se encuentren pueden actuar y recrearlos en benéficos colectivos. Por ello conocer la recreación ha sido una experiencia maravillosa, llegó a mí un día y desde ese instante ha enriquecido la manera en que concibo el mundo. Tal vez sin pretenderlo se instalo en mis entrañas, y desde allí reordenó la forma en que estoy y permanezco en los espacios. Sin embargo, ella tomo al inicio la apariencia de práctica pedagógica, que a través de mis maestros, me retó reflexionar acerca de si este era mi camino con corazón, puesto que el corazón pulsante sería mi brújula cuando el recorrido se tornase agreste. Su latir ha guiado mi peregrinar, incluso cuando opté adentrarme en la dimensión ambiental sin siquiera tener claridad del marco teórico que lo alimentaba. En un principio, esa inestabilidad conceptual la percibieron los biólogos, ecólogos y 3 Rentería Miguel Hernando, vecino de candelaria 73 años. ambientalistas con que trabajaba, más al creer como muchos otros que el mayor problema ambiental por el que atravesaba el mundo consistía en el debilitamiento de la capa de ozono. Así permanecí por un tiempo dando tumbos en círculos, buscando en la ecología o biología la respuesta a mis preguntas. Me perdí, pero la recreación afortunadamente emergió de nuevo y con ella me fui reinventando. Esa iniciativa es gracias a que en mi práctica profesional se me asignó explorar los Proyectos Ambiéntales Escolares (PRAES), inscritos dentro de los Proyectos Educativos Institucionales (PEI) 4 como estrategia de La Educación Ambiental Formal. La palabra “estrategia” sugiere por tanto “decisión, ganas de hacer”; e interpretar qué tantas ganas producía realizarlos se convirtió en mi objetivo, además porque instan “introducir a los estudiantes en la identificación de problemas cotidianos causados por los desequilibrios que se generan en la relación del hombre con su entorno natural y social, así como en el análisis y la búsqueda de soluciones alternativas a estos problemas”.5 Pese a que eso suena motivador, llamo considerablemente mi atención que al momento de ver su reflejo en la práctica, los “análisis y la búsqueda de soluciones alternativas a estos problemas” se remiten constantemente a jornadas de reciclaje, siembras de árboles o talleres de creación de objetos hechos de cartón, palos de paletas o vasos de yogurt sugeridos por el docente, donde los padres ante la premura de la tarea terminan comprándolos, y la gestión que podrían haber realizado sus hijos en la consecución de tales cosas, una vez más se aplaza. Con ello no quiero decir que esas tareas carezcan de valor, pero sí que alcanzarían un mayor impacto si para su diseño, se articulan a un proceso que poco a poco vaya tomando forma con la participación activa de padres y estudiantes. De pronto, la apropiación del ejercicio ambiental- al ceñirse a la extensa lista6 de lo que se debe o no hacer para asegurar el buen termino de los proyectos-; restringe la posibilidad de que sea el mismo docente con sus estudiantes quienes descubran la manera de hacerlo, o tal vez el ver lo ambiental incorporado a la idea de “problema” indique que los ejercicios deban formularse y ejecutarse con prontitud, en la gran mayoría de casos, pasando por alto el contexto físico e histórico donde la situación es detectada. Esa posibilidad de asumir el problema ambiental como una invitación a repensar nuestra propia humanidad, se camufla en actividades que dejan la evaluación y retroalimentación en el papel. 4 Para mayor información se puede ver la ley de educación 115 de 1994, reglamentada por el decreto 1860 del mismo año. 5 Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca. CVC. Socialización en Educación Ambiental, módulo del taller: El proyecto Ambiental Escolar, 1999. 6. Diseñada por el ministerio de educación y medio ambiente. Años después al llegar a la Universidad y dictar materias de tinte ambiental, noto que ella tampoco escapa a esta debilidad de análisis, pues se circunscribe lo ambiental a acciones puntuales que distan de comprensiones globales, en la que el ser humano aún persigue la idea de que el inconveniente está en situarse encima de lo natural y se queda cavilando en esa idea-a veces en la soledad de su ego-, sin percatarse que en la escuela, la calle u otros espacios puede encontrar pistas al conocimiento. Con todo y eso, en la escuela y la academia existen experiencias exitosas que han logrado trascender las limitaciones y han hecho de sus proyectos una empresa innovadora, pero eso es resultado de un arduo trabajo. Nuestra participación como recreadores a esta causa, podría consistir en alertar y alertarnos creativamente, en juntarnos para exigir y exigirnos dialogar con otros en diferentes lugares, tanto físicos como mentales con la esperanza de trazar un nuevo rumbo. Si Commoner (1987) al decir que “cuando se percibe el origen de uno cualquiera de los problemas del medio ambiente, salta a la vista una verdad ineludible: las causas radicales de esta crisis no las hallamos en la interacción del hombre con la naturaleza sino en la interacción de los hombres entre sí”, entonces no estaríamos tan equivocados al apostarle a lo ambiental en esos espacios. 2. La pelusa que no puede faltar… “Cuando adoptas un nuevo enfoque de lo que haces y ese nuevo enfoque da resultado, estas usando tu creatividad. Cuando vas más allá de las maneras tradicionales de solucionar un problema con un éxito que influye en los demás, tu creatividad adquiere una dimensión social vital” 7 ¿Quién no ha encontrado alguna vez en su ombligo pelusilla, esa que parece un pequeñísimo copo de algodón? Imagino que muchos de los que leen estas palabras de inmediato se miraran el ombligo. Y si es así, me da gusto porque habré logrado causar el efecto que esperaba: que por lo menos lo miren y se pregunten para que sirve. 7 Goleman Daniel, Kaufman Paul, Ray Michael. El espíritu Creativo. Ed. Vergara, Buenos Aires-Argentina. 2000, pg. 24 Antes de escribir estas líneas pregunté a varias personas que opinaban de esa parte del cuerpo. Las respuestas no se hicieron esperar y fluctuaron entre pena y admiración. Unos pocos concluyeron que esa cicatriz no servía de mucho y otros tantos que era una cavidad que se ensuciaba con facilidad, se llenaba de pelusa. El diccionario de la real academia de la lengua española define por pelusa: “Polvo y suciedad que se va acumulando en los lugares que se limpian con menor frecuencia.” Al percatarme de eso, imagino que muchos ombligos deben estar un poco sucios, pues-con frecuencia- las cavidades de nuestro cuerpo son “a veces” molestas de limpiar, o tal vez tengamos poca consciencia de que la pelusa aparece. En ese sentido, la pelusa del profesional en recreación, puede surgir al momento de dejar de exigirse ser creativo, o confiar ciegamente que su función en lo ambiental se limita a desarrollar los procesos en espacio abiertos, donde lo natural sea evidente. Si la apuesta es por una conciencia ambiental colectiva, su papel bien podría iniciar en cualquier lugar donde una conciencia esté dispuesta a participar; pero antes es importante que se acerque a comprender la dimensión ambiental, a través-por supuesto de los saberes de la gente-, pero también a otras disciplinas que como la geografía, ecología, antropología o historia-entre otras más-, han procurado examinar en las relaciones humanas y sus pensamientos, las condiciones materiales con las que han contado en su devenir. No sería justo- ni para nosotros como recreadores, ni para la gente con la que compartimos-, que dejásemos acumular polvo en ciertos intersticios del cerebro y el alma, ya que, la recreación vista desde un sentido medio, sin pretensiones que eleven o reduzcan su presencia, revela la plasticidad que la identifica en un proceso histórico, registrada en los imaginarios de la gente como la relación entre lo humano y su medio cultural, simbólico, físico, biológico y social. De ahí que, para referirme a ella, tomo el concepto que desarrolla Guillermina Mesa8 desde la perspectiva socio histórica de Vigotsky “como una actividad que completa y complementa las otras dos grandes actividades humanas-trabajo y educación”. Este planteamiento de entrada, expone que la recreación no es un mero “utensilio” para “conseguir” conocimientos, pero sí da pautas para intuir que es una forma de 8 Mesa Guillermina, La recreación “dirigida” ¿mediación semiótica y práctica pedagógica? Una pregunta para el debate, ponencia presentada en el III congreso internacional de lúdica y pedagogía siglo XXI, Cartagena de Indias, noviembre de 2004. conocimiento que se moldea en una amplia gama de manifestaciones; como actividad social general, práctica pedagógica y mediación semiótica, que posibilita al hombre interpretar, identificar y expresar de forma creativa, las continuas interacciones con todo aquello que le rodea. De este modo, es también un puente de comunicación entre percepciones diferentes y se convierte en un espacio de encuentro, donde se construye, crea y dota de sentido la vida misma. Ante fenómenos planetarios como la hiperdegradacion de las ciudades, pauperización de lo social, explotación indiscriminada de recursos naturales y la artificializacion de los ecosistemas-entre otros pues la lista es larga-, los espacios de encuentro recreativo posibilitarían que los grupos que participen de ellos, puedan proyectar otras realidades, y en esos escenarios se pondría en juego lo que saben y lo que pueden aprender, lo que son y lo que pueden llegar a ser. Por consiguiente, la recreación se puede identificar en medio de la humanidad como una forma primigenia de aprendizaje que ante nuestros ojos se regula y recrea, y el que a veces seamos indiferentes a ello, no significa que eso deje de ser así. Una vez contemplamos esa idea, comprendemos el gran compromiso de estudiar la recreación, más ahora cuando el horizonte se ve y se siente poco alentador, se requieren maneras de acercarse a dialogar con otras disciplinas para aprender de sus certezas y también de sus errores. He encontrado en mi camino algunos recreadores haciendo trabajos ambientales de formas que bien, cualquier otro profesional podría hacerlo. Ahora, con lo expresado no trato de avivar egoísmos intelectuales o riñas metodológicas, pero sí invitar a crear elementos innovadores para iniciar tal abordaje, ya que no sería ético diseñar procesos de intervención donde una y otra vez se replique lo lúdico, festivo o contemplativo sin aplicar las variables que el contexto y el grupo específico necesite. Porque contamos con las condiciones necesarias para ello, exhorto a esta tarea. Si algo caracteriza un recreador es su gran potencial creativo, la sensibilidad y recursividad para hacer estallar la realidad presente, en fragmentos de fantasía que nos permitan aferrarnos a la vida, pero a una vida colectiva. Así, como se encuentra en Campo (2007) “el avistamiento de la dimensión ambiental y su relación con la recreación, se puede asumir desde la magia que evoca en las personas el deseo de expresar e intuir en los espacios de encuentro recreativo, los vínculos que existen con sus otras identidades, con otras personas cercanas, extrañas o lejanas y con todo aquello que conforma su mundo circundante y a su vez le sitúa en un espacio específico. De allí, que el gran potencial de los espacios recreativos, los convierta en lugares comunes donde se ansía estar, para conocer y reconocer en la práctica nuevas formas de ver y sentir el mundo”9 Con estas abstracciones mi empeño está puesto en realzar el papel del recreador, pero también en expresar que sería preocupante que por un descuido nuestro, la riqueza recreativa al hacer con la gente quede reducida a un activismo efímero, donde las acciones estén desconectadas y el espacio transformador se deje al azar y carezca de dolientes. Hay urgencia de que alguien que ha sufrido un trauma corporal se reconcilie con su cuerpo y aprenda nuevas formas de leerlo, que un convict@-aunque esté en la cárcel por su equivocación comprenda, que ese error no determina quién puede llegar a ser, que unos niños de escasos recursos económicos puedan emprender un viaje maravilloso a otros lugares sin que esto les cueste nada, que un grupo de estudiantes que comparten por primera vez una materia en la universidad, la terminen recordando los nombres de todos con quienes estuvieron ese semestre…,el recreador no resuelve estas situaciones, pero sí puede desde la recreación abrir la realidad para que tanto él como los demás crean en otros mundos; sueñen despiertos con lo no visto, y por ende, atisben en esas realidades una posible forma de encuentro donde muchos, parafraseando a Max Neef “hacen un esfuerzo por dejar de ser fragmentados, para integrarse con amor a aquello con lo cual se quieren potenciar como seres humanos”10. La educación ambiental, como un tratado clave de la ecología, puede ser una alternativa eficaz para reflexionar acerca de la permanencia en el mundo, pero lo recreativo sumado a ella puede hacer de nosotros seres dignos de vivir en la tierra. El quehacer ambiental desde esta perspectiva enseña que en los ejemplos mencionados anteriormente, lo recreativo y educativo ambiental pueden complementarse extraordinariamente sino se limitan a un espacio o población especifica. La recreación no se queda en el parque, ni la educación ambiental en el campo. 3. El símbolo como vientre … “si hoy en día nos vemos obligados a celebrar la festividad de la tierra, no es porque esta necesite de celebraciones, sino porque el hombre 9 Campo González Daiana. La Educación ambiental desde una perspectiva recreativa; Reflexiones en torno a la experiencia de práctica profesional en cuatro instituciones educativas urbanas de Guadalajara de Buga. Tesis de pregrado Universidad del Valle. 2007. Pg. 25 10 Max Neff Manfred. El acto creativo necesita celebrar para recordar que él mismo hace parte de ella”11 Muchos profesionales se dirán constantemente que no tienen “feeling” para articular la recreación con el componente ecológico. Pero es mi deber comunicarles que sólo tienen que intentarlo. Claro está, hay pasos que sería interesante seguir, como estudiar primero experiencias educativas de este tipo-de antemano les adelanto que son pocas, por ello es un campo de acción ávido de propuestas-, y además conocer y aplicar adecuadamente los conceptos ambientales, pues es poco provechoso seguir refiriéndonos-por ejemplo- a la contaminación como algo simple, éste es un término complejo que necesita ser asumido con responsabilidad, al igual que los demás que soportan este tema. Las habilidades en esa línea empiezan a surgir, preparando nuestro entendimiento para reconocer lo que somos, pero no sabemos definir. Por ello, las estrategias de encuentro son clave; espacios de trueque, comitivas, paseos e incluso las festividades de los días ambientales y no ambientales, son coyunturales para reencontrarnos. Nuevamente, reitero la importancia de tener claridad en las nociones y no aplicarlas como si las conociésemos de siempre. Es cierto que las vivimos, pero hay que pasarlas por la lectura y la escritura en aras de interiorizarlas de la mejor manera posible. La recreación y los espacios de encuentro recreativo, albergan elementos simbólicos que, una vez descifrados, se convierten en una poderosa estrategia para encarar lo ambiental, pues la simbología como código humano nos insta indagar acerca de la procedencia que une; así, el origen de ella se da tanto en la matriz de una mujer, como en las entrañas de la tierra; por ello es valioso conocer quién es la madre que sustenta ese proceso formativo. La curiosidad respecto a este tema es motivo de múltiples posturas que vienen permeando-desde la era arcaica- las ideas humanas, donde se concibe la imagen terrestre como un conglomerado natural autónomo, que se vale de sus propios medios para subsistir, pero que de igual manera crea las condiciones necesarias para que la vida- en todas sus dimensiones- tenga razón de ser. En ese sentido, un objetivo humano es el de entender qué rol desempeñamos en dicho engranaje; y en ese tránsito nos percibimos, bien sea como hermanos de la naturaleza, 11 Ángel Maya. Op. Cit pág.37 como dueños de sus riquezas o- en una mirada poco más apocalíptica- en intrusos cuya misión consiste en arrasar lo que se encuentre al paso. El cine, la literatura y la publicidad tienen gran responsabilidad en que dichos argumentos cobren importancia para las sociedades, no es casual que una gran porción de habitantes terrestres se califiquen como plaga que carcome la tierra; incluso “los biólogos, con más frecuencia que los filósofos, han hecho una larga profesión del pesimismo. Para muchos el ser humano es el error de la naturaleza, pues sin él plantas y animales desplegarían su vigor por doquier. Pero entonces la vida no tendría sentido porque las mujeres y los hombres le dieron el color y la alegría al construir un mundo por encima de la propia labor del ADN: el mundo de los símbolos”12. Esos cimientos simbólicos convienen ser tratados a partir de una relectura crítica y juiciosa que admita el desplazamiento en direcciones que exijan pensar de manera diferente. Si como lo enuncia ángel Maya (2000) “el hombre además de haber actuado sobre la naturaleza, la ha pensado y sólo ha podido actuar sobre ella pensándola”13 entonces aún hay oportunidad para madurar los pensamientos y materializarlos en acciones que logren acercarnos como especie. No obstante, esta labor demandaría de personas dispuestas en afrontar los cambios y desafiar las incertidumbres que son el pan de todos los días en el panorama global; y aquí el profesional de la recreación puede realizar aportes valiosos, en tanto cuentapor ejemplo- con los lenguajes lúdico creativos, que dentro de la practica pedagógica le sirven como excusa para motivar a la gente a participar en la exploración de sus habilidades, pero también como “instrumentos semióticos que permiten mediar y construir conocimiento a través de la imaginación y la creatividad” 14. Esto sugiere que en ese proceso, la elaboración de saberes se da no necesariamente en términos de igualdad entre individuos, pero sí en un momento propicio donde el simbolismo impregna la atmosfera de confianza, y una vez esta es respirada por los participantes, cada uno se permite ser y hacer como un conjunto que se destaca, aún por encima de sus diferencias. Mafesoli (1996) refuerza esta idea al señalar que “El simbolismo siempre remite a la preeminencia del grupo. Los símbolos nacen en el 12 Beltrán Mauricio. En Ángel, Maya Augusto. La aventura de los símbolos. Ed. Ecofondo, 2000. pág. 6 Ibíd. 14 Mesa. Op.cit. pg. 14 . 13 grupo y le permiten percibirse como un todo estable. El símbolo es causa y efecto de la vida societal. Por tanto, el grupo no solo se constituye a partir de la conciencia y la razón”15. También en el hacer cotidiano la riqueza simbólica se asoma, por eso es comprensible que Morín (1994) identifique que lo complejo16 en la cotidianidad, radica en su aparente simplicidad que tomamos como inofensiva, pero que en los avatares de los días se cuela en las mentes y moldea las ideas que luego se convierten en hábitos. Aquí el problema no es que esto suceda, sino que quizá las costumbres que se integran a la vida social nos separen, en vez de unirnos. De ahí que la pertinencia del símbolo aluda a pensarlo como objeto de estudio obligado para quienes se interesan por desenmarañar la complejidad de las relaciones humanas en un tiempo específico, y para los recreadores como una fuente primaria que enseña el camino de ahondar en las correspondencias humanos-naturaleza. Así pues desde ambas posturas, a través de los símbolos que crean y recrean los grupos, es posible conocer las preocupaciones que le dan forma, y las pistas para debilitar las resistencias conceptuales y actitudinales que sellan el cuerpo colectivo y entorpecen la transformación desde dentro. En esa cuestión, Parra (1996) ha dicho que “Los símbolos desbordan el olvido. (…) juegan con ellos mismos escondiendo a su creador para no dejarlo morir. (…) se libran del tiempo físico para instalarse en la memoria colectiva de la humanidad, y se convierten en una comunicación entre hombres que no se conocen.”17, esa característica comunicante los hace atrayentes al momento de tenernos presentes en los procesos de intervención recreativa, porque además de eso, en la lúdica que los matiza Eliade (1955) cita que“…revelan ciertos aspectos de la realidad -los más profundos- que se niegan a cualquier medio de conocimiento”18. Esas revelaciones han emergido en todos aquellos instantes donde la recreación ha estado presente para darle otra forma a la realidad, una forma aceptada que atraviesa sigilosamente la estructura social permitiéndole regenerarse, en la cual se hace lícito, Vigotsky (1997) “reconstruir realidades adaptadas a sus ficciones y necesidades”, que 15 Mafesoli Michel. De la orgía una aproximación sociológica. Ed. Ariel, Barcelona 1996, pg. 17 Por complejo, Morín se refiere a aquello que está tejido en conjunto; cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo. 17 Parra Rodríguez Jaime. Inspiración; asuntos íntimos sobre creación y creadores. Ed. magisterio Colombia 1996, pg. 19 18 Eliade Mircea. Imágenes y símbolos. Taurus Ediciones, Madrid, 1955. Pág. 12 16 se manifiestan en el colectivo y se resignifican cuando el sentido toma relevancia en el proceso. Sin duda, queda todavía incontables reflexiones al respecto, pero puede decirse que la humanidad ha simbolizado “(…) para descubrir, y no necesariamente en aras de obtener una respuesta concreta que revele la verdad única que nos unifique como seres humanos, sino de simbolizar para ejercer humanidad, aquella que alude al ser creativo, que siente, proyecta y materializa. Una humanidad que se recrea en el ambiente, que interactúa con éste y lo modifica acorde a sus necesidades, pero igual, una humanidad que se adapta y puede reconocer en un espacio establecido nuevas formas de asumirse desde una perspectiva solidaria”19. Así, visto de esta manera, el símbolo puede asemejar las funciones del vientre que tiene la capacidad de nutrir, proteger y ensancharse para permitir el crecimiento y evidenciar que algo maravilloso ocurre dentro, pero que no puede ser revelado hasta que el momento indicado llegue, y se presenta además como una pista que un profesional en recreación no debería pasar por alto. 4. Las ombligancias… “- No moriré tan fácil, soy un Guerrero. - Si eres Guerrero, pelea con la Nada. - Lo haría, pero no pude cruzar los límites de Fantasía. (Gmork rió estrepitosamente). - No le veo la gracia. - Fantasía no tiene límites... - Eso no es cierto, mientes!!! - Niño tonto, no sabes nada de la historia de Fantasía. Es el mundo de las Fantasías humanas. Cada parte, cada criatura, pertenecen al mundo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por consiguiente, no existen límites para Fantasía... - ¿Y por qué está muriendo entonces...? -Porque los humanos están perdiendo sus esperanzas y olvidando a sus sueños. Así es como la Nada se vuelve más fuerte. 19 Campo. Op. Cit. Pg. 34 - ¿Qué es la Nada? -Es el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada. - ¿Por qué? -Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el control, tendrá el Poder”20 Como profesionales de recreación tenemos la responsabilidad de subir el nivel de nuestras investigaciones y realizar aportes significativos al quehacer ecológicoambiental, por ello es importante atreverse a dialogar con otras disciplinas, otear metodologías y pulir la destreza para combinarlas y adecuarlas con la gente en diferentes espacios. De igual manera, propiciar las condiciones pedagógicas para interpretar y representar mediante el goce, la comprensión de la educación ambiental en una reflexión constante que se haga tangible en las acciones diarias. La recreación posibilita este encuentro, en tanto media y activa la forma de ver y experimentar desde lo simbólico esas realidades naturales y ambientales, pues si “el simbolismo añade un nuevo valor a un objeto o a una acción, sin que por ello queden afectados sus valores propios o inmediatos. Aplicándose a un objeto o a una acción, el simbolismo los “abre”. El pensar simbólico hace “estallar” la realidad inmediata, pero sin disminuirla ni desvalorizarla; en su perspectiva el universo no está cerrado, ningún objeto está aislado de su propia existencialidad: todo se sostiene unido por un sistema cerrado de correspondencias y asimilaciones”.21 Aquí activar el “querer hacer” -para sí y los demás-permite hallar sentido al quehacer diario, uno que tenga relevancia y permita vincular acciones individuales al colectivo, de forma tal que sin perder la diferencia entre unos y otros, se puedan construir a la par nuevas ventanas de exploración al conocimiento, donde se aprenda por el placer de hacerlo. Bibliografía 20 21 Ende, Michel. La historia interminable. Ed. Alfaguara. 1982. Traducción de Miguel Sáenz, Pg. Eliade. Op.cit pg. 191 Ángel, Maya Augusto. La aventura de los símbolos. Ed. Ecofondo, 2000. Campo, González Daiana. La Educación ambiental desde una perspectiva recreativa; Reflexiones en torno a la experiencia de práctica profesional en cuatro instituciones educativas urbanas de Guadalajara de Buga. Tesis de pregrado Universidad del Valle. 2007. Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca. CVC. Socialización en Educación Ambiental, módulo del taller: El proyecto Ambiental Escolar, 1999 Disoñadores del futuro “para cambiar el rumbo” colección milenio tres. Colombia Eliade Mircea. Imágenes y símbolos. Taurus Ediciones, Madrid, 1955. Goleman Daniel, Kaufman Paul, Ray Michael. El espíritu Creativo. Ed. Vergara, Buenos Aires-Argentina. 2000. Mafesoli Michel. De la orgía una aproximación sociológica. Ed. Ariel, Barcelona 1996. Max Neff Manfred. El acto creativo Mesa Guillermina, La recreación “dirigida” ¿mediación semiótica y práctica pedagógica? Una pregunta para el debate, ponencia presentada en el III congreso internacional de lúdica y pedagogía siglo XXI, Cartagena de Indias, noviembre de 2004. Morin Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa S.A 1 edicion, Barcelona, España 1994. Parra Rodríguez Jaime. Inspiración; asuntos íntimos sobre creación y creadores. Ed. magisterio Colombia 1996.