Para la CONTEXTUALIZACIÓN histórica y filosófica del

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Para la CONTEXTUALIZACIÓN histórica y filosófica del mito de la caverna de
PLATÓN (en su obra La República, libro VII).
A. EL CONTEXTO HISTÓRICO DE PLATÓN
Si bien no es en absoluto imprescindible para el comentario del texto del
llamado “mito de la caverna” de Platón, con la intención de comprender mejor los
condicionantes de su teoría política, desarrollada, como sabemos, en La República (obra
a comentar en el examen) y Las Leyes, conviene hablar un poco de cómo estaban
configuradas las ciudades-estado griegas, en especial Atenas, donde Platón vivió, de los
antecedentes y desarrollo de la democracia ateniense y del conflicto con Esparta en la
larga guerra del Peloponeso. Después haremos una breve referencia a la vida de
nuestro filósofo y destacaremos cómo afectó a Platón la muerte de Sócrates, su
maestro.
1. Introducción.
Ciertamente puede exponerse y estudiarse la filosofía platónica (o cualquier
otra) relativamente al margen de los condicionantes de su tiempo, pero toda persona y
toda teoría es sin duda hija de su tiempo y debe ser relacionada, para ser cabalmente
entendida, con los aspectos más significativos de su época. Así, la crisis ideológica y
los cambios políticos (transición de los regímenes aristocráticos a las democracias) que
se da en Atenas y en Grecia en tiempos de Platón, pero cuya génesis se remonta al
menos dos siglos antes, necesariamente tienen que ver con el diseño de la ciudad ideal
trazado en “La República”.
Así, los problemas que los griegos, y Platón de modo eminente entre ellos, se
plantearon en filosofía política no pueden ser correctamente entendidos sin una
referencia a ciertos hechos básicos como: las características propias de las ciudadesestado griegas, la variedad y evolución de sus tipos de constitución, las relaciones entre
polis por medio de ligas y confederaciones, la experiencia democrática de Atenas, su
imperialismo y su enfrentamiento con Esparta en la larga (30 años) guerra del
Peloponeso. Conviene tener en cuenta, por tanto, los siguientes puntos: la polis griega
(con especial referencia a Atenas), la democracia y el imperio atenienses, y la Guerra
del Peloponeso como final expresión de la crisis de Atenas en el siglo IV a. de C.
2. La polis griega y sus órganos de gobierno.
La polis griega, compuesta por un centro urbano y el campo, es sobre todo la
comunidad misma de los ciudadanos. Había en efecto tres tipos de habitantes: los
ciudadanos, las personas libres pero carentes de ciudadanía (extranjeros o metecos: así
Aristóteles, que era macedonio, cuando vivió en Atenas) y los esclavos. El ciudadano es
el que tiene derecho a participar en la Asamblea, el que puede hablar en el foro
público; plenamente ciudadanos se considera a los que participan activamente en el
gobierno de la ciudad. Hay que tener en cuenta (al hablar de la democracia griega) que
los ciudadanos siempre fueron una pequeña minoría (aproximadamente una séptima
parte de la población). Así Atenas, que en tiempos de Platón tenía una población
excesiva1 (quizás unos 300.000 habitantes), ésta se repartía de la siguiente manera:
1
En Esparta había unos 5.000 ciudadanos y sabemos que Platón propone en las Leyes un número exacto
como ideal: 5.040 (ver Leyes, 771 a).
Para la contextualización histórica y filosófica de Platón
40.000 ciudadanos (160.000 con sus mujeres e hijos), 20.000 extranjeros residentes
(unos 60.000 con sus familias) y en torno a 80.000 esclavos.
En cuanto a la estructura social de la polis digamos que estaba integrada por las
siguientes agrupaciones cada vez más amplias (integradas cada una por conjuntos de las
anteriores): la familia, el clan (o genos), la fratría y la tribu. En todas las ciudades
griegas los ciudadanos se repartían en tres o cuatro tribus (y a veces las mismas tribus
aparecen en distintas ciudades). Todo ello comporta una organización vertical de la
sociedad: el poder aristocrático de familias que están situadas en la cúspide de clanes y
fratrías. Es verdad que la democracia neutralizó el poder político, pero no la
significación social y religiosa de las fratrías, sobre todo.
En cuanto a los órganos de gobierno, diremos que eran tres: ASAMBLEA,
CONSEJO y un grupo de MAGISTRADOS sobre los que recaían ciertas funciones y
cargos de carácter unipersonal. Por cierto que esta organización formal de gobierno se
remonta en Grecia a épocas muy remotas, las monarquías premicénicas. Este esquema
era general en Grecia, con variaciones de participación en la Asamblea, según los
estados y según hubiese o no regímenes democráticos, aristocráticos u oligárquicos. La
forma de elegir a los consejeros también variaba en las aristocracias y las democracias.
En cuanto a los magistrados o arcontes, su poder político disminuyó en la Atenas del
siglo V a. C., pasando gran parte de sus competencias a manos de los generales (esta fue
una de las reformas que hizo, como veremos Clístenes)2.
Finalmente diremos que el respeto y sumisión a las leyes era general. Esto
explica, por ejemplo, la larga vigencia de las leyes de Solón en Atenas y nos permite
comprender mejor la actitud de Sócrates al ser juzgado injustamente pero no querer
quebrantar las leyes de la ciudad o, en fin, el valor que da Platón a las leyes
(obviamente, si son justas). Pero el paso que se dio de la identificación inmediata del
individuo con la polis a su afirmación como tal individuo (lo que supone reflexión,
libertad, etc.) se produjo en Grecia, en el terreno teórico y de modo diverso, con los
Sofistas y con Sócrates, es decir, muy cerca ya de Platón.
3. La democracia ateniense.
Como sabemos, la democracia ateniense vivía en y de la discusión política. Era
esencialmente el gobierno por la palabra. Por eso tuvieron tanta importancia los
sofistas que enseñaban el dominio de la palabra, la capacidad de persuasión en los
discursos.
Es importante tener en cuenta que casi toda la literatura política de finales del
siglo V y del siglo IV (la época de Platón) es hostil a la democracia. Platón, pues, no
fue el único en criticarla. El régimen democrático, con sus logros indudables, terminó
siendo considerado por muchos como responsable de la derrota final en la guerra del
Peloponeso, así como de los errores y horrores cometidos durante la misma.
4. El imperio de Atenas y la guerra del Peloponeso (431-404).
Pericles tomó una serie de medidas encaminadas a afianzar el dominio ateniense
sobre la Liga de Delos: limitó la soberanía de las ciudades aliadas, con medidas
2
Desde muy pronto, los reyes en Grecia fueron despojados de sus funciones por la nobleza. En Atenas
había tres magistrados: el Arconte (que tenía mayor poder político), el Basileus (funciones religiosas) y el
Polemarco (competencias militares). Luego, en el siglo VII a. C., se crearon seis cargos más (los
tesmotetas) con funciones judiciales. Estos nueve magistrados se llamaron genéricamente ARCONTES,
eran elegidos anualmente y el primero de ellos daba nombre al año (arconte epónimo).
2
Para la contextualización histórica y filosófica de Platón
abusivas que propiciaron el imperialismo ateniense. Dos acontecimientos se destacan
aquí, de los muchos de la guerra: la sublevación de Mitilene (428) y la conquista de la
isla de Melos (416). En ambos se ve la crueldad ateniense y el cinismo de que es justo o
es ley natural el dominio del más fuerte sobre el más débil (como propugnaron algunos
sofistas).
Después de Pericles dirigen los destinos de Atenas políticos de una nueva
generación (como Cleón, Alcibíades, Nicias, etc., educados ya durante la democracia en
el espíritu de las enseñanzas de los sofistas. Todos ellos recibieron el nombre de
demagogos y los críticos han solido echar la culpa de todos los males atenienses a la
demagogia, es decir, al egoísmo irracional de aquéllos, capaz, a su vez, de excitar y
promover el egoísmo e irracionalidad de la masa que tomaba decisiones en la
asamblea. Atenas, por ejemplo, estuvo varias veces en condiciones de firmar una paz
ventajosa con Esparta (años 425 o 410) y los demagogos lo impidieron o rompieron esa
paz recién firmada (así el nefasto Alcibíades en el 421).
En la larga guerra del Peloponeso tengamos en cuenta que se enfrentaban
también los partidarios de la democracia (Atenas y las ciudades con ella aliadas) y de la
aristocracia más tradicional (Esparta y sus aliados). El desastre mayor ateniense y el
comienzo del fin de su imperio fue la derrota en la expedición naval a Sicilia, con más
de 40.000 muertos (año 413 a. J.C.). En el año 404 es derrotada Atenas por Esparta. Se
derriban sus murallas, se disminuye su flota y gobierna en Atenas un Consejo de treinta
tiranos, si bien un año y medio después los atenienses reinstauraron la democracia.
Esa democracia fue la que condenaría a muerte a Sócrates, en el año 399 antes de
Cristo. Platón tenía, no lo olvidemos, 28 años.
5. Síntesis de la vida de Platón.
Platón (427-347 a. C.) nació en Atenas, en el seno de una familia perteneciente a
la oligarquía. En sus comienzos fue discípulo de Cratilo, un seguidor de la filosofía de
Heráclito), quien le enseñó la teoría del eterno fluir de todas las cosas; pero a los 21
años entró a formar parte del círculo de Sócrates, produciéndose, en consecuencia, un
profundo cambio en sus orientaciones filosóficas. En el año 399 a. C., como se ha
dicho, murió Sócrates y Platón, temiendo la predisposición de los atenienses contra los
discípulos de aquél, se refugió en Megara durante un corto período de tiempo y,
probablemente, fue en esta ciudad donde comenzó a escribir sus Diálogos filosóficos.
Posteriormente, durante diez años viajó por Egipto y otros lugares del norte de
África e Italia; en la Magna Grecia trabó amistad con el pitagórico Arquitas de Tarento
y conoció las ideas de los eléatas, seguidores de Parménides; en Sicilia intentó influir en
la política del tirano Dionisio I, estratega de Siracusa; pero éste, molesto por sus
ingerencias y sus críticas, le hizo vender como esclavo3.
De esta penosa situación salió gracias a la intervención de un rico personaje,
Aníceris de Cirene, quien habiéndole reconocido le compró y le devolvió la libertad. Se
cuenta que, una vez vuelto a Atenas, Platón intentó reintegrar el dinero de su rescate;
pero Aníceris rehusó aceptar dicha cantidad y con ella Platón compró una finca en las
afueras de Atenas, en un lugar próximo a la estatua del héroe Academos. Así fundó un
centro dedicado a la actividad filosófica y cultural, la Academia, en donde impartió sus
enseñanzas durante el resto de su vida. La célebre escuela habría de subsistir varios
siglos después de muerto nuestro filósofo, hasta que el emperador cristiano Teodosio
ordenó su clausura en el siglo V de nuestra era.
3
De todas maneras y pese a su fracaso, Platón intentó, como sabemos, otras dos veces llevar a la práctica
sus ideas políticas convenciendo a los tiranos de Siracusa. No fue mayor su éxito.
3
Para la contextualización histórica y filosófica de Platón
Sus discípulos y otros escritores contemporáneos recopilaron abundantes
noticias y documentos sobre su vida y su obra (la primera obra filosófica que se nos ha
conservado escrita casi en su integridad), pero casi todos ellos se han perdido, de tal
manera que, en la actualidad, sus propios escritos (los Diálogos y las Cartas) junto con
algunos testimonios de Aristóteles y, posteriormente, Diógenes Laercio son la fuente
principal que poseemos para conocer sus actividades y su pensamiento.
6. La muerte de Sócrates.
A la muerte de su maestro parece aludir claramente Platón, en el “mito de la
caverna” cuando expone la situación en la que se encontraría quien, una vez liberado de
su prisión y sus cadenas (su ignorancia y sus pasiones), pretendiese regresar a la cuevaprisión para animar a sus antiguos compañeros a abandonarla. Estos, sumamente
molestos por todas las privaciones y penalidades se encararían con su libertador y
acabarían dándole muerte.
En efecto, la muerte de Sócrates influyó de modo decisivo, casi traumático, en la
vida y en la obra de Platón. Sócrates, todo un dechado de virtudes, prototipo de persona
justa y virtuosa, fue condenado a muerte y dicha pena se cumplió; esta condena no fue
fruto del capricho de un tirano, ni de la conspiración urdida por una oligarquía enemiga,
sino que el filósofo fue sometido a un juicio, tras ser acusado por dos ciudadanos, en el
que la culpabilidad y la sentencia fueron decididas por un jurado compuesto por 500
conciudadanos suyos, elegidos de forma aleatoria. El propio Platón, presente en dicho
juicio, pudo comprobar que se cumplieron todos los requisitos legales de acuerdo con
las normas de Atenas, esto es, en consonancia con las leyes que tanto él mismo como el
propio Sócrates habían considerado justas. Y sin embargo, a sus ojos esta condena era
injusta, tremendamente injusta.
¿Cómo podían acontecer tales sentencias? Algo tenía que fallar en la
constitución, en los gobernantes o en la educación que debía formar a los ciudadanos.
Platón, tanto por su ascendencia familiar como por su propia vocación, estaba
destinado a participar en las magistraturas públicas y en el gobierno de Atenas, pero la
muerte de Sócrates le hizo cambiar el rumbo de su vida y, alejándose de toda actividad
pública, se retiró a filosofar. No pretendía abandonar definitivamente la política, sino
sólo provisionalmente, mientras meditaba, ponía en claro sus ideas, y averiguaba qué
era el bien y qué el mal, qué era la virtud, cómo debe ser la justicia, qué organización
debe adoptar la ciudad, quiénes deben dirigir los asuntos públicos, etc.
En este sentido, la obra de Platón puede ser considerada como una profunda
meditación sobre cuestiones políticas; dos de sus obras más notables llevan por título
República y Leyes, y numerosos nombres de políticos y de personajes públicos aparecen
en sus textos, de tal modo que podemos afirmar que las consideraciones ontológicas y
epistemológicas, en último término, parecen orientadas a fundamentar las concepciones
políticas, los ideales políticos, es decir, el hallazgo de una forma ideal de gobierno.
B. CONTEXTO FILOSÓFICO DE PLATÓN
1. El diálogo como forma de filosofar. Principales diálogos platónicos.
Platón, siguiendo a su maestro Sócrates, expresó sus pensamientos mediante el
diálogo, pues pensaba que mientras los escritos y los discursos no nos permiten
esclarecer las dudas y las aporías (dificultades) que en ellos se contienen, el diálogo, por
el contrario, es una forma viva de filosofar que reproduce el dramatismo y el vigor de la
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Para la contextualización histórica y filosófica de Platón
dialéctica; el diálogo, mediante preguntas y respuestas, aclaraciones y refutaciones,
matizando ciertas opiniones y rechazando otras, va conduciendo la investigación hasta
el descubrimiento de la verdad; el diálogo, pues, constituye una especie de certamen
intelectual que por medio de la discusión en común pone de manifiesto el esfuerzo lento
y fatigoso del proceso mediante el cual se llega al conocimiento4.
En general, la mayoría de los diálogos comienzan enfocando una cuestión, un
determinado tema o asunto; a continuación, se desarrolla un proceso negativo o
refutación, mediante el cual se rechazan las opiniones falsas, esto es, se eliminan los
errores y, por último, tiene lugar el proceso mayéutico, que se dirige al descubrimiento
de la verdad.
Casi todos los personajes que Platón hace intervenir en sus diálogos son reales,
aunque frecuentemente se recurre a situaciones anacrónicas al colocar unos en relación
con otros, es decir, a muchos interlocutores se les sitúa en tiempos distintos a los que en
realidad existieron. El protagonista principal en la mayoría de ellos es Sócrates, que,
mediante una ingenuidad fingida (ironía socrática), va refutando las posiciones de sus
interlocutores, frecuentemente de los sofistas, los “profesionales” de la enseñanza,
quienes, a los ojos de Platón, no hacen sino confundir a la juventud con sus sofismas.
En la actualidad, se atribuyen a Platón 42 Diálogos; pero, por una parte, este
número es dudoso y, por otra, resulta muy difícil establecer la secuencia cronológica
correcta entre ellos; de manera general, siguiendo a los tratadistas principales, podemos
diferenciar cuatro períodos, a saber:
a)
Primeros diálogos o diálogos socráticos. En ellos se contienen de modo
predominante preocupaciones éticas. Entre éstos destacan Apología de Sócrates, Critón,
Protágoras, Cármides y Eutifrón.
b)
Época de transición. Primeros diálogos de la Academia; continúan las
cuestiones éticas, pero cobran también intensidad los problemas políticos, así como los
temas relacionados con la preexistencia e inmortalidad del alma humana. Podemos
considerar como los más importantes de este período Gorgias, Menón, Cratilo,
Menéxeno...
e)
Época de madurez o diálogos doctrinales. En éstos formuló la doctrina de las
Ideas como fundamento de la teoría ética y política; destacan Banquete, Fedón,
República y Fedro.
Diálogos de vejez o diálogos críticos. En ellos Platón sometió en cierto modo a
revisión sus propias ideas anteriores; podemos señalar como los más importantes
Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo y Leyes.
El contexto filosófico más inmediato del “mito de la caverna”5.
El mito de la caverna ocupa un lugar central en la que acaso sea la obra más
importante de este filósofo: La República. Además, como ya hemos dicho, este “mito”
resume y simboliza todo el platonismo: la liberación de la ignorancia y las pasiones, el
4
Y todo esto que decimos aquí es muy coherente con el valor de las llamadas doctrinas no escritas de
Platón de las que nos habla la llamada tradición indirecta. A todo ello nos hemos referido ampliamente,
aunque muchas veces o casi siempre en letra pequeña, en el tema: La filosofía de Platón.
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Este apartado es muy importante y debe ser tratado en la contextualización del comentario de texto.
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Para la contextualización histórica y filosófica de Platón
tránsito del mundo inferior al superior (mundo de la verdad o mundo de las Ideas).
Ahora bien, conviene saber, y decir en la contextualización, al menos lo siguiente:
Este “mito” (y lo escribimos entre comillas porque no es exactamente un mito
tradicional) aparece como culminación de una temática inmediatamente anterior –de un
diálogo entre Sócrates y sus discípulos- que versaba sobre el más elevado conocimiento:
el conocimiento del Bien (la realidad suprema). Sócrates se resiste a hablar del Bien y
afirma que es muy difícil de conocer, pero finalmente accede a establecer una
comparación entre el sol y el Bien (el sol como hijo del Bien), inaugurando lo que será
durante siglos algo característico de todo platonismo: el tema de la iluminación; la
verdad como luz (lo veremos en S. Agustín).
Así como el sol, al producir la luz, ilumina nuestros ojos para que podamos ver
colores y objetos, de igual manera el Bien ilumina nuestra inteligencia para que
pueda conocer, en todo su esplendor y en toda su verdad y perfección, las Ideas. El sol
es la causa de la visión, pero él no es visión; el Bien es causa de la verdad y del
conocimiento, pero él no es conocimiento: está por encima del ser (Ideas), del
conocimiento (verdad) y se equipara con la divinidad. Por eso es casi imposible
conocerlo adecuadamente, pero tiene que vislumbrarlo el verdadero filósofo, tanto para
vivir bien como para gobernar con justicia.
Después de esta comparación entre el sol y el Bien, Platón menciona (al final del
libro VI de La República), en un célebre pasaje, los grados de conocimiento y de
realidad, grados que aparecerán simbolizados en el mito de la caverna, donde la salida
al exterior, el descubrimiento de un mundo más luminoso, grande y bello, y la final
contemplación del sol y la comprensión de lo que éste produce y causa (vida,
generación, crecimiento, etc.), son equiparables al descubrimiento de la verdad y al
conocimiento y contemplación de la suprema realidad y la suprema belleza.
3. Principales influencias filosóficas que recibió Platón. (Aristóteles, el más
importante de sus discípulos y críticos).
Al escribir sobre el contexto filosófico de Platón hay que tener especialmente en
cuenta el contenido del fragmento objeto del comentario. Siempre será preciso, de un
modo u otro, hacer referencia a Sócrates y a Aristóteles (es muy importante mencionar
la crítica que hace Aristóteles al dualismo de Platón, en sus tres niveles: la realidad,
el conocimiento, el ser humano); además, si se alude a algo relacionado con la ética o la
política, convendrá referirse a los sofistas. El “mito de la caverna” alude a la diferencia
entre los dos mundos (dualismo), que tiene su origen en Parménides. Y cualquier
referencia del texto al alma nos permitirá referirnos al orfismo de los pitagóricos6.
También hay que hablar de su obra “la República” (de la que se ha seleccionado
el texto propuesto este año como lectura de Platón). En ella trata sobre todo de la
justicia y de su teoría política y su diseño de la ciudad ideal, pero se tratan además
muchos otros temas relacionados con ello, como lo son: la educación, el comunismo de
bienes, la doctrina de las virtudes fundamentales, la teoría de las formas de gobierno, el
célebre mito de la caverna o el relato final sobre el destino del alma en el más allá. En
la República, además, se dice que el Bien está por encima de las Ideas y se establece su
comparación con el sol, a la que ya nos hemos referido y que tendrá tanta influencia en
el platonismo posterior7.
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Para estos filósofos que aquí mencionamos, ver el tema introductorio: Presocráticos, sofistas, Sócrates.
De lo que trata La República hemos hablado con más detalle en el apartado del tema dedicado a la
política.
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Para la contextualización histórica y filosófica de Platón
Parménides, los Pitagóricos y Sócrates fueron quienes más influyeron en
Platón. Su discípulo Aristóteles, el otro gran filósofo griego, debe tenerse en cuenta y
mencionarse por las diferencias que hay entre las dos filosofías: Aristóteles intenta
superar los dualismos latentes en el platonismo: dualismos ontológico (realidad),
gnoseológico (conocimiento) y antropológico (ser humano).
Por otra parte, el contexto filosófico de Platón está formado por su relación con
los sofistas (aunque no fue contemporáneo de los más importantes) y por la Academia
que él mismo fundara. Dedicado a esta última vivió Platón la mitad de su vida,
entregado al estudio, el diálogo, la enseñanza y la escritura, compartiendo su tiempo con
muchos discípulos y sabios de su época, pero sin olvidar, pese a los fracasos anteriores
en Sicilia, la dimensión práctica: la aplicación de sus ideas a la vida política cuando las
circunstancias lo permitiesen y la elaboración de leyes y constituciones justas para la
polis, (algunos discípulos de Platón sí pudieron aplicar con éxito las ideas de su
maestro en materia política y fueron honrados por ello).
Con los sofistas polemiza a menudo, pero también en muchos casos los respeta y
admira (como, por ejemplo, a Protágoras y Gorgias, los más importantes). Fueron el
contrapunto necesario del pensamiento ético y político de Platón. Los sofistas tendían al
relativismo (no hay verdades absolutas) y al escepticismo (no se puede conocer la
verdad), anteponían a veces los intereses prácticos a las convicciones morales y estaban,
como Platón muy interesados en la retórica. Plantearon la célebre distinción entre lo
que es por naturaleza (physis) y lo que es por acuerdo humano o convención (nomos),
distinción tan importante en cuestiones políticas y morales.
Platón conoció las obras de todos los filósofos presocráticos, pero elogió a
Parménides y coincidió sobre todo con él, especialmente en la distinción de los dos
niveles de realidad (el intelectual y el sensible) y en las características del ser verdadero:
Lo que decía Parménides del Ser lo aplica Platón a las Ideas 8. El influjo órfico (y por
tanto de origen oriental) le vino de los pitagóricos y hay que reconocer que esa
influencia fue de enorme importancia en Platón, quien llegó a decir que las Ideas son
números (en cambio Aristóteles criticó duramente a los pitagóricos y rechazó el
pitagorismo de su maestro Platón). Además, esa idea de que el cuerpo es el sepulcro o
la cárcel del alma, así como las ideas referidas a la transmigración de las almas y a la
necesidad de la purificación para alcanzar una vida más alta, son también influencias
órficas y pitagóricas. Finalmente, la influencia de Sócrates seguramente fue la decisiva:
él decidió a Platón por la filosofía y el recuerdo del maestro (Sócrates muere siendo
joven Platón), así como su honda preocupación ética y política, le acompañaron toda su
vida. No parece que Sócrates concibiera una especie de teoría de las Ideas, pero su
preocupación por alcanzar definiciones universales de las virtudes, principalmente,
influyó en la teoría platónica. Además, destaquemos la idea central de la filosofía
socrática: la interioridad: el conocimiento del alma como nuestro verdadero ser, y la
consecuencia moral de todo ello: hay que preocuparse del alma y mejorarla, en lugar de
preocuparse por los bienes externos y perecederos. La virtud, para Sócrates, se
fundamentaba en el autodominio y dependía sobre todo del conocimiento: el verdadero
sabio no obra el mal y por eso mismo es feliz. Todas estas ideas serán recogidas por
Platón.
Y para terminar esta contextualización vamos a referirnos de nuevo brevemente
a Aristóteles. Si el fragmento a comentar alude a la teoría de las Ideas o al tema del
conocimiento, se podría hablar de la crítica que hace Aristóteles a Platón y resumir un
8
Es verdad que luego, como el mismo Platón dice, tiene que hacer el parricidio filosófico que consiste en
oponerse a Parménides, aceptando de alguna manera el no ser, la diferencia. Esto se aprecia sobre todo en
el diálogo El Sofista.
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Para la contextualización histórica y filosófica de Platón
poco su ontología. Además, convendría añadir algo sobre la psicología y la gnoseología
(o teoría del conocimiento) de Aristóteles9.
9
Ver el tema segundo, dedicado a Aristóteles. En las páginas dedicadas a la contextualización nos
ocupamos de establecer las principales diferencias entre las filosofías de Platón y Aristóteles, lo que nos
será de utilidad para la contextualización de los fragmentos a comentar de ambos filósofos.
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