Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) 7.1. La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La Constitución de 1876. 7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino. 7.3. El problema de Cuba y la guerra entre España y EE.UU. La crisis de 1898 y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas. 1 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) 7.1. La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La Constitución de 1876. La inestabilidad política del Sexenio Revolucionario (1868-1874) provocó una vuelta de la burguesía a posiciones conservadoras, cansada de experimentos políticos y temerosa de una radicalización social que amenazara sus propiedades y sus privilegios. El fracaso de la I República facilitó el retorno a la monarquía. Su instauración fue posible por la combinación de tres factores: el deseo de pacificación del país, el reconocimiento internacional de Alfonso XII y la aceptación de la monarquía por la población. Antonio Cánovas del Castillo, antiguo miembro de la Unión Liberal, había organizado durante el Sexenio un partido, el alfonsino, cuyo objetivo era restaurar la monarquía en la persona de Alfonso XII de Borbón (1875-1885). Para ello consiguió que Isabel II abdicara de su derecho al trono en la persona de su hijo Alfonso y logró atraer a su causa a gran parte del ejército, a la burguesía catalana, a la aristocracia madrileña y a los círculos conservadores españoles y cubanos. Por último, el 1 de diciembre de 1874 Cánovas redactó e hizo firmar al príncipe Alfonso el Manifiesto de Sandhurst (localidad inglesa donde estudiaba; ver texto 1) en el que se afirmaba que la única solución para los problemas de España era el restablecimiento de la monarquía constitucional al estilo tradicional, es decir, un régimen conservador y católico que devolviera la estabilidad política y el orden social. Cánovas intentó que la vuelta a la monarquía fuera el resultado del deseo del pueblo español y no de un nuevo pronunciamiento militar. Sin embargo, y en contra de su parecer, el 29 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII tras un pronunciamiento en Sagunto. A continuación se procedió a la formación de un gobierno provisional con Cánovas a la cabeza hasta la llegada del monarca, en enero de 1875. Con la proclamación de Alfonso XII como rey se inicia una larga etapa conocida como “la Restauración” que se mantendrá hasta 1923 (año en el que siendo rey su hijo Alfonso XIII, el General Primo de Rivera dio un golpe de Estado). El objetivo del nuevo gobierno, presidido por Cánovas del Castillo era conseguir la estabilidad política. Para ello afrontó la búsqueda de soluciones para los problemas inmediatos: - Pacificar el país En 1876 se pone fin a la Tercera Guerra Carlista, aboliendo los fueros vascos de forma que quedaron sujetos al pago de impuestos y al servicio militar como los demás los territorios, aunque se acuerda con ellos un concierto económico propio. - Acabar con la guerra colonial en Cuba. En 1878 se firmó la Paz de Zanjón por la que el gobierno se comprometía a abolir, de manera progresiva, la esclavitud y a otorgar una amplia autonomía a Cuba. - Poner fin a la intervención del ejército en la política. - Establecer un sistema político estable que garantizara el orden social. El régimen político de la Restauración, diseñado por Cánovas (de ahí su denominación de sistema canovista), se inspiraba en el modelo británico. Consistía en una monarquía parlamentaria en la que dos grandes partidos se turnan en el poder de forma pacífica, renunciando a los pronunciamientos como forma de acceder al gobierno. Pero esta alternancia no dependía del triunfo en unas elecciones sino de la decisión del rey en función de una crisis política o del desgaste en el poder del partido gobernante y se conseguía mediante el fraude electoral. Para Cánovas, la nación era una creación histórica que se configuraba a lo largo del tiempo y de la experiencia histórica surgía una constitución interna, propia de cada nación, que estaba por encima de las Constituciones escritas. La historia había convertido al rey y a las Cortes en las dos instituciones fundamentales de la nación española y, por lo tanto, debían ejercer la soberanía 2 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) conjuntamente. Este sistema político estaba controlado por la oligarquía financiera, industrial y terrateniente que a través del fraude electoral pretende mantener el orden social y estaba regido por valores conservadores (orden, propiedad, estabilidad y monarquía) combinados con algunos aspectos del liberalismo. El sistema canovista se basaba en: a- Un sistema bipartidista o turno de partidos. Solo dos partidos participan en el sistema, el Liberal y el Conservador, que se alternan en el gobierno, el resto (republicanos, socialistas o nacionalistas) quedan fuera y forman la oposición al sistema: - El Partido Conservador. Fue creado por el propio Cánovas, integraba a los miembros del antiguo partido moderado y de la Unión Liberal. Defendía una monarquía parlamentaria que fuera controlada por una oligarquía financiera (sufragio censitario), partidario de la limitación de libertades (prensa, cátedra, asociación), de la confesionalidad católica del Estado y del proteccionismo económico. - El Partido Liberal. Liderado por Sagasta, aglutinaba a los progresistas y radicales del Sexenio. Difería muy poco del conservador, ya que representaba los intereses de la misma clase social, la burguesía, aunque su base social era más amplia. Defendían la soberanía nacional, el sufragio universal, unas libertades más amplias (incluida la de asociación y culto), eran laicos y partidarios del librecambismo. b- El fraude electoral y el caciquismo. El instrumento para hacer efectivo el turno de partidos era el falseamiento del proceso electoral: los dirigentes de los partidos (los oligarcas) lo pactaban previamente y alteraban el resultado electoral. Cuando por desgaste, pacto o decisión real se decidía el cambio de partido gobernante, se producía el siguiente mecanismo: El rey disolvía las Cortes y encargaba al jefe del partido de la oposición la formación del gobierno. El nuevo gobierno convocaba unas elecciones completamente adulteradas: “fabricaba” los resultados mediante el “encasillado”, asignación previa de escaños en los que se dejaba un número suficiente a la oposición. Esto garantizaba la estabilidad del sistema. Los dos partidos tenían su propia red organizada para asegurarse los resultados electorales adecuados. En Madrid estaba la oligarquía integrada por altos cargos políticos y personajes influyentes (ministros, diputados, propietarios de periódicos, etc.); en las capitales de provincias la figura clave era el gobernador civil; y en las comarcas, pueblos y aldeas estaban los caciques locales, personas con poder económico e influencias que podían “orientar” el voto de mucha gente que dependía de ellos. Cuando se disolvían las Cortes y se convocaba elecciones, desde Madrid se enviaba a los gobernadores civiles de cada provincia la lista de los candidatos que tenían que salir elegidos en cada localidad –los encasillados- y se lo comunicaban a los alcaldes y caciques locales (que controlaban los movimientos políticos de su circunscripción o distrito electoral) que se encargaban de la manipulación directa de los resultados electorales utilizando distintos procedimientos: actitudes protectoras hacía los electores, amenazas, extorsiones, compra de votos, el cambio de urnas o “pucherazo” (computar votos no emitidos, desaparición o duplicación de urnas, utilización del nombre de electores fallecidos, etc.). El sistema descansaba sobre el voto de las zonas rurales, en las ciudades, como las elecciones eran una farsa, la abstención era muy alta. El modelo político de Cánovas del Castillo se concretó en la Constitución de 1876. Fue elaborada por unas Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal masculino, aunque las 3 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) elecciones fueron fraudulentas. Constituyó el marco jurídico del sistema de la Restauración y se mantuvo vigente hasta 1923 (Primo de Rivera la suspende). En general mantiene el carácter de la Constitución moderada de 1845, pero incluyendo algunos elementos progresistas de la de 1869. Su redacción es muy ambigua para que el partido que gobernara pudiera hacer una interpretación más amplia o más restringida del texto constitucional y evitar que el cambio de gobierno implicara un cambio de Constitución. Tiene un marcado carácter conservador, manifestado en: - El régimen político es una monarquía parlamentaria en el que la soberanía es compartida por el rey y las Cortes. - Reforzamiento del poder del monarca. La monarquía aparece como una institución superior e incuestionable a la que se le atribuye un papel moderador, de árbitro de la vida política y se le conceden amplios poderes: puede convocar, suspender y disolver las Cortes y tiene derecho de veto. Tiene el poder ejecutivo y nombra a sus ministros al margen del Parlamento. Para evitar pronunciamientos militares y la intromisión del ejército en los asuntos políticos, el rey se convierte en el jefe del ejército. - En cambio, se limitó el poder de las Cortes, que eran bicamerales: con un Senado cuyos miembros eran nombrados en gran parte por el rey y otros elegidos -mediante un sistema indirecto, por las corporaciones y los mayores contribuyentes-, y un Congreso electivo. La Constitución no definía el tipo de sufragio que fue censitario en un principio y, desde 1890, universal para varones mayores de 25 años. - Confesionalidad católica del Estado español, pero permitía el culto privado de las demás religiones. - Centralismo: se acentuó la centralización al quedar bajo control del Gobierno ayuntamientos y diputaciones y al ser suprimidos los fueros vascos y navarros. - La declaración de derechos individuales es ambigua pues, en general, los derechos se regulaban por decretos posteriores que los conservadores limitarán y los liberales ampliaran. El partido Conservador ejerció el poder hasta 1881, año en el que, con el primer gobierno del partido Liberal, comenzó a funcionar el turno de partidos. En 1885, muere Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo, su viuda, asumió la regencia hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII, del que estaba embarazada a la muerte de su esposo. La Regencia de Mª Cristina de Habsburgo (1885-1902) y el turno de partidos. A la muerte de Alfonso XII, su segunda esposa, Mª Cristina de Habsburgo-Lorena asumió la Regencia (1885-1902) hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII. Ante el temor de una posible desestabilización del sistema político tras la prematura muerte del rey, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo (1885), un acuerdo por el que se comprometían a apoyar a la regente para garantizar la continuidad de la monarquía, respetar el turno de partidos y conservar las medidas legislativas aprobadas por los respectivos gobiernos. Para garantizar el turno de partidos se continuó con el fraude electoral generalizado para dar estabilidad al sistema y evitar los pronunciamientos militares, pero dejaba fuera del juego político al resto de opciones (carlistas, republicanos, obreros y nacionalistas). Durante este periodo el Partido Liberal gobernó más tiempo que el Conservador. Tras la muerte de Alfonso XII, Cánovas del Castillo dimitió y la Regente nombró presidente a Sagasta; durante los cinco años del llamado Gobierno largo de Sagasta (1885-1890) los liberales llevaron a cabo una importante labor reformista: 4 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) · · En 1887 se aprueba la libertad de cátedra, asociación y prensa, suprimiendo la censura. Nueva Ley de Asociaciones (1887) que permitía la completa legalización de las actividades de todas las organizaciones obreras y sindicales. · En 1890 se aprueba el sufragio universal masculino. Este derecho fue concedido más que por presión colectiva de los ciudadanos por el deseo de cumplir el programa del partido en el gobierno y prolongar el liderazgo de Sagasta. El sufragio universal no supuso una democratización real del sistema debido al fraude electoral. Sin embargo, permitió que los republicanos obtuvieran un puñado de diputados en las ciudades, donde no funcionaba el caciquismo. En la última década del siglo se mantuvo el turno pacífico de los partidos. Sagasta y Cánovas se alternaron en el poder hasta 1897, fecha en que Cánovas fue asesinado en un atentado anarquista. Sagasta volvió al poder y tuvo que afrontar el Desastre el 98. El sistema comenzaba a manifestar síntomas de agotamiento y de mal funcionamiento por parte de los diferentes gobiernos que no se atrevieron a solucionar los grandes problemas del país: persistencia del analfabetismo, continuación del déficit y del endeudamiento estatal, la ausencia de reformas sociales efectivas, mantenimiento del sistema de reclutamiento discriminatorio y ausencia de instituciones políticas democráticas. En 1902, al llegar a la mayoría de edad, Alfonso XIII fue proclamado rey de España, dando fin a la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo. 5 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) 7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino. A pesar de la solidez del sistema articulado por conservadores y liberales, a finales del XIX van a surgir diferentes movimientos políticos y sociales de oposición al régimen de la Restauración. Estos movimientos, por diferentes motivos, quedaban marginados del juego político aunque su desarrollo fue fundamental en décadas posteriores cuando el sistema entre en crisis. La oposición al sistema canovista se divide en tres grandes grupos: los movimientos antidinásticos, los movimientos regionalistas y nacionalistas periféricos y el incipiente movimiento obrero. Las muertes de los principales líderes de la restauración, Cánovas en 1897 y Sagasta en 1903, no afectaron al funcionamiento del turnismo entre conservadores y liberales. Sin embargo, frente a este gobierno oficial restaurador aparentemente diseñado a la perfección, surgirán prácticamente desde sus comienzos tres grandes movimientos opositores: 1. Movimientos antidinásticos: Carlistas (derecha del sistema). Cabe distinguir dos grupos: los dispuestos a colaborar con el régimen y formar parte de la legalidad y los que rechazaban cualquier acercamiento al gobierno oficial (corriente integrista de Ramón Nocedal). Republicanos (izquierda del sistema). Con varios grupos: 1) “posibilistas” de Castelar (colaboran con Sagasta); 2) grupo encabezado por Ruiz Zorrilla que organizó un pronunciamiento militar fallido; 3) defensores de una República unitaria (Salmerón); 4) defensores de una República federal (Pi y Margall). 2. Movimientos regionalistas y nacionalistas: Hasta la Restauración, la reivindicación foralista o nacionalista se había canalizado a través del republicanismo federal, si era progresista, y del carlismo, si era conservadora. Debilitadas ambas corrientes, surgieron entonces movimientos que reivindicaban los derechos históricos catalanes, vascos, valencianos, gallegos y andaluces. El movimiento regionalista fue más fuerte surgió antes en Cataluña y País Vasco, al existir allí una diferenciación lingüística que cimentó el sentimiento nacional, y una burguesía desarrollada en la que arraigó la ideología nacionalista. Si bien en España tuvo caracteres propios, fue un fenómeno común a toda Europa, que en la misma época experimentaba el auge de un nacionalismo a veces imperialista. Por tanto, en la última década de siglo eclosionan una serie de movimientos regionalistas –de planteamientos moderados, como la consecución de la autonomía administrativa para las regiones- o nacionalistas –de planteamientos radicales como la reclamación de autodeterminación o independencia de sus territorios a los que consideraban auténticas naciones en función de unos hechos diferenciales tales como la lengua, unos hechos históricos (fueros), una cultura y unas costumbres propias. Entre los factores que propiciaron el nacionalismo hay que destacar: - La influencia de la corriente cultural del Romanticismo, que propició el interés por el folclore popular, la filología, la historia, en especial la época medieval. Surgieron 6 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) movimientos culturales que rescataron la riqueza de las lenguas vernáculas y las costumbres autóctonas. - Existencia de un centralismo uniformador del Estado liberal, sin que se crease un nacionalismo español que vertebrara la sociedad. - El diferente desarrollo económico e industrial de las distintas regiones españolas fue potenciado por las burguesías locales. EL NACIONALISMO CATALÁN: Su nacimiento podríamos ubicarlo durante el Sexenio Democrático, representado por el federalismo que entonces enarbola Pi y Margall. En un primer estadio se limitó a reivindicar una Cataluña más autónoma integrada en un conjunto de estados españoles federados. Ya en la Restauración asistimos a la formación de grupos como Centre Catalá, liderado por Valentí Almirall, quien a través del manifiesto Lo Catalanisme (1886) abogar por aglutinar a los catalanistas de diferentes clases. Se percibe asimismo la existencia de otros partidarios de un nacionalismo más tradicionalista, rural y antiliberal (Joan Mañé i Flaquer, Jacint Verdaguer). Seguidamente la Unió Catalanista intentó unificar tendencias en torno a la burguesía nacionalista ilustrada pero conservadora y promueve las Bases de Manresa (1892), primer programa explícito de catalanismo que incluye un proyecto de Estatuto de Autonomía conservador y tradicionalista. No obstante, la formación del primer gran partido catalanista no se produce hasta 1901 con la aparición de la Lliga Regionalista, liderada por Prat de la Riba y Cambó. EL NACIONALISMO VASCO: El movimiento vasco surgió en fechas más tardías. El nacionalismo vasco no podía tener su origen, como el catalán o el gallego, en la recuperación de la defensa de una cultura y una lengua propias, ya que el euskera, limitado al ámbito rural, carecía por completo de tradición literaria. Su aparición en el último cuarto del siglo XIX se debió a otras causas, de las cuales pueden destacarse dos: - La rápida industrialización de Vizcaya a finales de siglo, como consecuencia del desarrollo de la industria siderometalúrgica, que estaba transformando radicalmente la economía, la estructura social y la cultura tradicionales, sobre todo por la llegada masiva de inmigrantes no vascos. - La abolición de sus fueros históricos tras la última guerra carlista (1876), que había supuesto el final de la peculiaridad política vasca. A partir de una idealización de su pasado y de la sociedad tradicional vasca (católica y rural), el nacionalismo vasco rechazó la “españolización”, traída en gran medida por los trabajadores procedentes de fuera. Como reacción a la “agresión española”, se sublimó todo lo considerado genuinamente vasco y se reivindicó un Estado propio. Por otra parte, el fuerte arraigo de la tradición carlista confería al nacionalismo vasco un peculiar componente belicista y violento. Con estos elementos ideológicos, en 1894 Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), de raíces carlistas y claramente conservador, expresión de los intereses agrarios y de la pequeña burguesía tradicionalista de Bilbao (la burguesía industrial se sentía bien representada en Madrid); su lema era “Dios y ley vieja”. Al principio, su apoyo social fue escaso debido a su radicalismo antiespañol e independentista, su rancio tradicionalismo agrario y su limitación al entorno vizcaíno. Por ello, desde comienzos del siglo XX, evolucionó hacia posiciones más moderadas para extender su influencia entre la población vasca. EL REGIONALISMO GALLEGO: Por su menor trascendencia y conquistas hay autores que los vinculan más con pretensiones regionalistas que propiamente nacionalistas, especialmente orientadas a reaccionar frente al atraso económico y la marginación de sus respectivas regiones. En 7 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) el caso del gallego asistimos en 1846 al primer conato de levantamiento autonomista, con marcado signo progresista y revolucionario, que fue duramente reprimido por el gobierno. Al igual que en Cataluña, contó con un movimiento cultural dinamizador a mediados de siglo, O Rexurdimento, y ya en 1889, Murguía (esposo de Rosalía de Castro) y Brañas, promovieron la fundación de una Asociación Regionalista Galega, de marcada tendencia tradicional y menor implantación política que los otros nacionalismos, cuyas pretensiones por excelencia fueron la descentralización administrativa y el uso de la lengua gallega. Con ella el galleguismo político inició su andadura 3. Movimiento obrero y campesino De forma paralela a la consolidación del Liberalismo, los trabajadores fueron tomando conciencia de que pertenecían a una clase distinta que sus patronos y de que era necesario mejorar su situación (jornadas superiores a 12 horas, inseguridad laboral, bajos salarios, falta de prestaciones básicas…). Esto dio origen a un nuevo tipo de conflictividad social que puso el acento en la lucha por la igualdad. De ahí surgió el movimiento obrero, en defensa de sus derechos como trabajadores. Hasta 1868 el movimiento obrero español se circunscribió casi en exclusividad a Cataluña (en 1855 se había producido aquí la primera huelga de la Historiad e España), con manifestaciones aisladas y violentas (destrucciones de máquinas, incendios de fábricas) o la creación de mutualidades obreras para cubrir las necesidades básicas de sus asociados en caso de enfermedad, vejez y también huelgas. La situación del jornalero agrícola era aún peor que la del obrero: salarios de hambre, paro estacional y carencia absoluta de tierra propia (la desamortización de Madoz había hecho pasar la mayor parte de las tierras comunales a manos privadas sin posibilidad de un reparto más beneficioso para los jornaleros). Unos pretendieron huir del hambre emigrando a centros industriales, otros optaron por soluciones desesperadas como la ocupación de tierras o el bandolerismo. En cuanto a las agitaciones campesinas, se daban sobre todo en Andalucía, zona de latifundios y de jornaleros agrícolas, y respondían casi siempre al mismo esquema: el hambre ocupaba a la ocupación ilegal de tierras, pero el carácter localizado y la escasa o nula organización del movimiento facilitaban la intervención militar y la represión. La Guardia Civil se creó en el año 1844, precisamente para luchar contra estas prácticas y garantizar la propiedad y el orden en el medio rural. La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) se fundó en 1864, con la intención de coordinar y aunar los esfuerzos de todos los trabajadores del mundo en su lucha contra el capitalismo. El manifiesto inaugural y los estatutos fueron elaborados por Marx. Pero, junto al pensamiento marxista, surgieron dentro de la Internacional otras posiciones ideológicas, entre las cuales destacaba la corriente anarquista, encabezada por Bakunin. La fricción entre anarquistas y marxistas se debía a dos diferencias fundamentales: una de objetivos, ya que los anarquistas pretendían la abolición del Estado, y los marxistas su conquista por parte de los trabajadores; y otra de estrategia, pues los anarquistas –al contrario que los marxistas- rechazaban la formación de partidos obreros y su participación en el sistema político burgués (elecciones, gobiernos, partidos políticos…). En España, el reconocimiento de la libertad de asociación desde el comienzo del Sexenio permitió a las organizaciones obreras salir a la luz y expandirse. En 1868 Bakunin envió a Giuseppe Fanelli a España para organizar la sección española de la AIT. Fanelli difundió sus ideales particulares anarquistas (supresión del Estado, colectivización, apoliticismo…) como si fueran los propios de la Internacional, de ahí que arraigaran entre el campesinado andaluz y el proletariado catalán al mismo 8 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) tiempo que el apoliticismo, tras la decepción que para muchos había supuesto la decepción de los partidos políticos. Fanelli creó dos secciones: una en Madrid y otra en Barcelona. En 1871 llegó a Madrid Paul Lafargue, yerno de Marx, para reconducir hacia el marxismo a los internacionales españoles. Lo consiguió con un pequeño grupo de la sección madrileña, que constituyó la Nueva Federación Madrileña, en la que estaba el tipógrafo Pablo Iglesias, futuro fundador del Partido Socialista Obrero Español (1879). Comenzó así la escisión del movimiento obrero español entre socialistas y anarquistas. Cuando en 1872 se materializó la separación entre ambas corrientes en la Internacional, la Federación Regional Española de la AIT se adhirió a los planteamientos de Bakunin y rechazó los marxistas: se consolidaba, pues, el predominio de la corriente anarquista en el movimiento obrero español. La Federación Regional Española, fiel a su apoliticismo anarquista, no quiso intervenir en las elecciones de la siguiente República (1873). El apoyo a la insurrección cantonalista llevó al fin de la Federación y de las asociaciones obreras ya que Serrano acabaría ilegalizándolas tras el golpe de Pavía. A partir de este momento se desarrollarían en la clandestinidad. A partir de este momento parte de las asociaciones se inclinaron por un activismo predominantemente sindical y reivindicativo; sin embargo, una minoría de radicales optó por la “acción directa”, es decir, la huelga violenta, o el atentado (“propaganda por el hecho)”, que tendría su máximo apogeo con el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897. A pesar de ser una acción minoritaria sirvió de pretexto para etiquetar de violento a todo el anarquismo y justificar una represión indiscriminada general, aunque, los sindicatos anarquistas continuaron creciendo. En 1879 se fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en torno al núcleo de los tipógrafos. Pablo Iglesias se convirtió en su principal líder. El programa inicial incluía tres objetivos: 1) abolición de las clases, 2) transformación de la propiedad privada en colectiva y 3) la conquista del poder político por la clase obrera. El partido empezó a crecer por todo el país. En 1888 se fundó la UGT (Organización General de Trabajadores), un sindicato de inspiración socialista. Desde ese momento se marcaría una clara línea divisoria entre las funciones de cada cual: el Partido, con objetivos políticos, y el Sindicato cuya acción inmediata era la defensa de los trabajadores en la sociedad capitalista. La expansión del socialismo a pesar de ser lenta se vio favorecida por la aprobación del sufragio universal en 1890, año en que se celebró por primera vez el Primero de mayo siguiendo la consigna de la II Internacional y dando lugar a numerosas manifestaciones. En las elecciones municipales de 1891 el PSOE obtuvo por primera vez 4 concejales en las grandes ciudades, éxito que impulsó el crecimiento del Partido y la elección de Pablo Iglesias como primer diputado socialista en 1910. 9 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) 7.3: EL PROBLEMA DE CUBA Y LA GUERRA ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS. LA CRISIS DE 1898 Y SUS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS En febrero de 1895 se produjo un levantamiento independentista en Cuba, que se convirtió rápidamente en insurrección de toda la isla contra la metrópoli. Y en 1896 sucedía lo mismo en Filipinas. En diciembre de 1898, tras la extensión del conflicto y su conversión en una guerra hispano-norteamericana, España perdía Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, tras una completa derrota militar. Como consecuencia de la pérdida de estos territorios del Imperio colonial se desencadenó una crisis nacional, ante la desmoralización, el escándalo y la debilidad militar y política demostrada por el gobierno de la Restauración. Al conjunto de estos acontecimientos se le ha dado el nombre de Desastre del 98, trauma que supone una ruptura parcial respecto al pasado y que abre una nueva etapa en la historia española contemporánea. EL IMPERIO COLONIAL ESPAÑOL A finales del siglo XIX España sólo contaba con las colonias de Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y con las Filipinas y algunas otras pequeñas islas en el Pacífico. Cuba era la principal posesión española, y concentraba numerosos intereses y negocios españoles y un gran flujo de emigración procedente de la metrópoli. La vida económica de la isla se basaba en una agricultura de plantación, esencialmente de azúcar de caña, café y tabaco para la exportación. Esta actividad constituía una importante fuente de ingresos para el Estado y algunas empresas españolas. La política arancelaria que imponían los gobiernos españoles convertía a las islas en unos mercados cautivos. Obligadas a comprar a elevados precios los productos españoles, fundamentalmente el trigo castellano y los tejidos catalanes, la legislación española les dificultaba la exportación hacia Europa o EEUU. El caso de Filipinas era distinto porque la población española era escasa y los intereses económicos españoles se basaban en la producción de tabaco y en el hecho de que el archipiélago daba acceso a intercambios con el continente asiático. A nivel político, estos territorios eran considerados parte de España, no colonias, aunque en la práctica la participación de sus representantes en la elaboración de las leyes tenía más que ver con la pertenencia a una determinada facción que a la representación de los intereses de las islas. EL PROBLEMA CUBANO En la Paz de Zanjón de 1878 (tras la “Guerra Larga”) se pactaron medidas destinadas a facilitar la paulatina autonomía cubana, la abolición de la esclavitud y la presencia de diputados cubanos en el Parlamento español. Y aunque los gobiernos liberales de Sagasta eran partidarios de introducir mejoras en las islas, solo concretaron la abolición de la esclavitud en 1888. Sin embargo, la mayoría de los políticos españoles eran contrarios a conceder ningún tipo de autonomía, ya que para ellos autonomía e independencia eran equivalentes. Un ejemplo ilustrativo fue el fracaso del “Plan de Reformas Coloniales” de Maura de 1893, que chocó con la oposición de los sectores más intransigentes de las Cortes, quienes tacharon de separatista lo que era un proyecto de limitada autonomía. 10 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) Tan tajante actitud provocó que disminuyeran cada vez más las filas de los partidarios cubanos de la autonomía, y aumentaran las de las los independentistas. El malestar de la población aumentó a partir de 1891, cuando España introdujo en Cuba un impuesto a la importación de productos no procedentes de la Península, el llamado “Arancel Cánovas”. Esta medida incomodó a EEUU, que adquiría la mayor parte del azúcar y el tabaco isleño, pero debía pagar fuertes aranceles por los productos que vendía a Cuba. El incumplimiento de los compromisos de la Paz de Zanjón, el nuevo arancel y el apoyo de Estados Unidos hicieron que, en 1895 se reiniciara el conflicto cubano. La insurrección se inició en la localidad de Baire (Grito de Baire) bajo la dirección de José Martí –dirigente e ideólogo del Partido Revolucionario Cubano- y los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo. Los intentos de España por poner fin al conflicto combinaron el diálogo (general Martínez Campos), con una fuerte represión, (general Weyler). Con el objetivo de aislar a los rebeldes, Weyler obligó a los campesinos a concentrarse en determinadas aldeas y castigó a los rebeldes prisioneros. La población sufrió las duras consecuencias, como el hambre o las epidemias. España envió casi 200.000 soldados a la isla, muchos de los cuales enfermaron o murieron a causa de las enfermedades tropicales y la falta de medios sanitarios. A pesar de su elevado número, las tropas españolas no lograron derrotar militarmente a los insurgentes cubanos, mucho más adaptados a la lucha en zonas tropicales y a la guerra de guerrillas. El asesinato de Cánovas del Castillo, en el verano de 1897, dio lugar a un imprevisto cambio de gobierno. Sagasta, el nuevo presidente, inició una estrategia de conciliación: destituyó al general Weyler, decretó la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la igualdad de derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria. Sin embargo, las medidas llegaron demasiado tarde para convencer a los partidarios de la independencia. Es en ese momento cuando EEUU decide intervenir. En 1896 había sido elegido presidente Mckinley, partidario de la intervención, como su secretario de estado Shermann. La opinión pública estadounidense, influida por los ideólogos del imperialismo norteamericano, y preparada por las campañas de los periódicos de Hearst y de Pulitzer, presionaba en favor de la guerra. El incidente que propició el estallido de la misma fue la explosión del acorazado estadounidense “Maine”, anclado en la bahía de La Habana, el 15 de febrero de 1898, y que causó 254 muertos. Había sido enviado a Cuba para “proteger los intereses norteamericanos en la isla”. Pese a la propuesta española de una comisión de investigación internacional, Estados Unidos, tras una rápida y particular investigación, atribuyó toda la responsabilidad a España, a quien correspondía garantizar la seguridad en el puerto. Inmediatamente, lo que era una atribución indirecta fue convertido en por la prensa norteamericana en una responsabilidad directa sobre la voladura del barco. En esas condiciones, el gobierno de Washington propuso primero, la compra de la isla por 300 millones de dólares, y, ante la previsibilidad de la negativa española, lanzó un ultimátum que amenazaba con la guerra si en tres días (20 de abril) España no renunciaba expresamente a la soberanía. Desde la óptica de los dirigentes políticos y militares de la época, la guerra era inevitable. FILIPINAS El otro escenario colonial importante fueron las Islas Filipinas. Estas nunca habían despertado tanto interés en España como las colonias americanas; pero tras la pérdida de estas a comienzos del siglo XIX, se dirigió de nuevo la atención hacia la riqueza en tabaco y azúcar de Filipinas, cuya explotación y comercio se intentó fomentar, sobre todo a partir de la Restauración. 11 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) Desde hacía tiempo, habían aparecido también en Filipinas movimientos de carácter nacionalista, y en 1896 estalló una revolución que aspiraba a la independencia. Tras tres años de insurrección independentista, el ejército español, mandado primero por el general Polavieja y posteriormente por Fernando Primo de Rivera, había conseguido dominar en parte la situación. Pero en la primavera de 1898, ante la inminencia de la guerra entre EEUU y España, la flota norteamericana en Hong Kong, mandada por Deweyk, se dirigió a las islas para apoyar a los insurrectos. Las acciones marcharon en paralelo con las de Cuba. Los barcos estadounidenses tomaron Cavite el 1 de mayo, destrozando la flota española, mientras que tras un periodo de calma, Manila fue conquistada casi sin combate el 14 de agosto, cuando ya se había firmado el armisticio. FINAL DE LA GUERRA En Cuba, el desarrollo de las operaciones fue rápido y contundente. La superioridad material y técnica norteamericana y la mayor cercanía a los objetivos eran apabullantes. La flota del almirante Cervera, tras permanecer sitiada en Santiago, acabó siendo derrotada el 13 de julio, y el día 17 se rendía la ciudad. A primeros de mes tropas norteamericanas habían desembarcado en Guantánamo y a finales del mismo mes de julio nuevos contingentes desembarcaban en la isla de Puerto Rico. La guerra hispano-norteamericana, conocida también como “Guerra de los Cien Días”, finalizó con la capitulación de España en agosto de 1898 y la firma del “Tratado de París” en diciembre de ese mismo año. En virtud de ese tratado: - España renunciaba definitivamente a su soberanía sobre Cuba, - Cedía a Estados Unidos las Islas Filipinas (a cambio de 20 millones de dólares), y Puerto Rico, así como la isla de Guam en las Marianas. El tratado de París representó, al mismo tiempo, el primer capítulo del colonialismo estadounidense y el último del colonialismo español en América y el Pacífico. El desmantelamiento completo de los restos del imperio español se produce en junio de 1899: el gobierno español, consciente de la imposibilidad de mantener los últimos reductos, cedió a Alemania, por el Tratado hispano-alemán, las Carolinas y Palaos, a cambio de 15 millones de dólares. LAS CONSECUENCIAS DEL DESASTRE DEL 98 El desastre supuso un auténtico golpe en la conciencia de los españoles y arrastró una serie de consecuencias importantes, que hacen del fin de siglo un momento crucial de nuestra historia. En primer lugar, las pérdidas humanas. Se calculan en unos 60.000 muertos para el periodo entre 1895 y 1898, la mayoría debidos a enfermedades infecciosas que dejaron además graves secuelas en los supervivientes. Poco a poco la repercusión en la opinión pública se manifestó en forma de protestas ante la injusticia de la muerte de los miembros de aquellas familias que no podían pagar las 2.000 pesetas que libraban de las quintas. Los perjuicios psicológicos y morales fueron también importantes: los soldados retornaban heridos, pésimamente atendidos, muriendo de hambre, mutilados o tarados por la guerra. A ello se unía la desmoralización de un país consciente de su propia debilidad y de lo inútil del sacrificio. En general el pueblo español vivió la derrota como un trauma colectivo en el que predominaban los sentimientos de inferioridad, desmoralización e impotencia. Esta crisis de la conciencia nacional influyó en el desarrollo del Regeneracionismo e impulsó las amargas y pesimistas reflexiones de los intelectuales de la llamada generación del 98. 12 Historia de España 2º de Bachillerato. BLOQUE 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) Las pérdidas materiales, si bien no fueron excesivas en la metrópoli, salvo la fuerte subida de los precios en los alimentos en 1898, sí fueron graves a largo plazo. La derrota supuso la pérdida de los ingresos procedentes de las colonias, así como de los mercados privilegiados que estas suponían y de las mercancías que, como el azúcar, el cacao el café, deberían comprarse en el futuro a precios internacionales. Sin embargo, resultó beneficiosa la repatriación a España de capitales situados en América, que permitió un gran desarrollo de la banca española. La crisis política resultó inevitable, y derivó en la incapacidad de los sucesivos gobiernos para evitar primero, controlar después y, finalmente, vencer en las guerras que se les escaparon por completo de las manos. El desgaste fue de ambos partidos, pero afectó esencialmente al Liberal y a Sagasta, a quien tocó la misión de afrontar la derrota. Consecuencia inmediata fue la pérdida de la autoridad y el final de la carrera de la primera generación de dirigentes, que debió ceder el terreno a los nuevos líderes (Silvela o Maura -conservadores- y Moret o Canalejas -liberales-). En cualquier caso, el sistema político sobrevivió al desastre. Pero quizás fue más grave el desprestigio militar, derivado de la dureza de la derrota, y a pesar de la capacidad demostrada aisladamente por algunos generales y el valor de las tropas. Era evidente que el Ejército, pese a las impopulares quintas, a los recursos materiales y a los sacrificios humanos, no había estado preparado para un conflicto como el ocurrido. Aunque en último extremo la responsabilidad era más política que militar, el Ejército salía considerablemente dañado en su imagen, lo que traerá graves consecuencias para el siglo XX. 13