A PROPÓSITO DEL LARGOMETRAJE UTAMA (2022), UNA ANÁLISIS CRÍTICO SOBRE EL DISCURSO CINEMATOGRÁFICO Por: C. Ernesto Peñaranda Sánchez La crítica no es una especialidad, sino la tarea de todo espectador cinematográfico. Luis Espinal Camps INTRODUCCIÓN El interés de plantear una ponencia en esta IV Jornadas de Cine Boliviano, tiene dos motivaciones. La primera, por la publicación del artículo “Utama: una crítica con perspectiva de izquierda”1 (23/10/2022) en La Ramona Cultural, suplemento del diario Opinión de Cochabamba, en donde pude desarrollar un primer análisis respecto al film de Alejandro Loayza Grisi, sobre la cual pretendo hacer una mayor ampliación. Y la segunda, motivada por el artículo “Utama, la crítica de la crítica” (19/12/2022), elaborada por Claudio Sánchez y publicada en el mismo suplemento cultural mencionado, con lo cual pretendo dar continuidad a un dialogo particular, una crítica de la “crítica crítica”, que busca sobrepasar ambos escritos y reformularse en otro elemento. Desde una perspectiva sociológica de las estructuras simbólicas y la sociología del cine planteada por Luis Espinal, esta ponencia propone un análisis crítico sobre el discurso cinematográfico del largometraje Utama (2022), tomando como punto de partida la premisa de que toda forma de representación conlleva, consciente o inconscientemente, una toma de posición respecto a lo que se representa, por ende, propone, sugiere o interpela al espectador a asumir una determinada posición a través de dicha representación. Es de esta manera, que veo la necesidad de dar un breve rodeo, sobre tópicas necesarias y polémicas, que hacen a la estructura de esta perspectiva que se pone a disposición del lector2. I. – ¿ARTE Y POLÍTICA? En la sociedad boliviana se ha normalizado, a través de los medios de comunicación dominantes y las prácticas sociales a las que nos inducen, la idea de que no es aceptable Originalmente presentado como cápsula informativa en el segmento “Con perspectiva de izquierda”, en el programa No. 37 de Abriendo Brechas (21/10/2022), trasmitido por La Izquierda Diario Bolivia. 2 “Como no existe lectura inocente, digamos de cuál lectura somos culpables.” (Althusser, 2010: 19). 1 ni comprensible una relación entre el arte y la política3. De esta manera, es dominante la representación ilusoria de que ambos campos, el artístico y el político, existen separados y sin posibilidad de encuentro4; que una condición necesaria para hacer arte es no hacer política y viceversa. Asumiendo esta postura como cierta, quienes son artistas y quienes actúan en la política deberían estar en el lugar que les corresponde: los artistas en sus talleres o reunidos en galerías y los políticos en sus escritorios o en alguna campaña proselitista5, separados, a pesar de convivir con las problemáticas y contradicciones (diferencias y distinciones) económicas, políticas e ideológicas comunes a la sociedad en donde viven y desarrollan sus actividades respectivas. Esta separación no es accidental, ni tampoco ingenua o inocente, pues, cumple una función de disgregación del todo social en la comprensión de la realidad concreta, que como diría Marx (2011), solo es comprensible como “…la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, la unidad de lo diverso” (p. 21). Es necesario dejar de lado aquella visión aparentemente “espontánea”, en especial, cuando tratamos de valorar una obra de arte que, independientemente de la conciencia o no del autor o del espectador, se inscribe en las condiciones y circunstancias sociales que la rodean. De esta manera, partimos señalando que tanto el campo artístico, como el campo político (estructuras-estructuradas), existen en relación6 y que separados, ambos, llegarían a ser irrealizables e incomprensibles7. Como señalo Bourdieu (2001) “…supuestos tácitos que son aceptados por todos: por el estilo de ‘el arte es el arte’, ‘la política es la política’, etc.” (p. 13) 4 Situación parecida a lo que sucede en la supuesta separación de la educación y la política, cuya máxima planteada por muchos profesores y docentes universitarios a sus estudiantes es: “Aquí se viene a estudiar, no a hacer política”. 5 Acudiendo a un aforismo popular: “Zapatero a sus zapatos”. 6 Relación que sostienen con otros campos, al mismo tiempo (campo económico, campo educativo, campo académico, etc.), pero que, para fines de esta ponencia, nos limitaremos a plantear la relación entre los campos señalados, asumiendo a título personal los posibles riesgos de hacerlo. 7 Bourdieu (2008) sostuvo que “pensar en términos de campo es pensar relacionalmente” (p. 134). De esta manera se opone al postulado de Hegel (2005) que señala: “Lo que es real es racional, eso es efectivamente lo real, y lo que es efectivamente real, eso es racional.” (p. 106), lo cual implicaría que la realidad es el resultado de un proceso de racionalización y evolución histórica de la sociedad a través de planteamientos abstractos. Por el contrario, Bourdieu sostiene que la realidad social es el resultado de un conjunto de prácticas sociales concretas y relaciones sociales que son construidas, entre estructuras sociales y acciones individuales, y negociadas en contextos específicos a través de la relación entre actores sociales, instituciones y estructuras de poder. Así, Bourdieu (2019) planteo que “…ningún elemento, ninguna posición, ningún lugar, ningún punto, tiene sentido por fuera de su relación con otros puntos” (p. 472). 3 II. – EL CINE, ALGO MÁS QUE ENTRETENIMIENTO: UN HECHO COMUNICATIVO SITUADO QUE DEBE SER INTERPRETADO Otra idea dominante en nuestra sociedad contemporánea, es que el cine es solamente entretenimiento, un medio a satisfacer a través del consumo; por lo cual, una actividad a la que determinados sujetos acuden para desestresarse, abstraerse de la realidad en la que viven y pasar un “buen momento”. Si bien es cierto que se puede disfrutar de una película en el cine, esto no convierte a aquel hecho en su única finalidad, pues, como señalaría Luis Espinal (1982c): “El cine, de hecho, es un agente invasor que sutilmente nos inocula mil ideas y sentimientos, que nosotros aceptamos sin reflexionar, y sin caer en la cuenta de la trascendencia que tienen.” (p. 9). Esto es debido a que el cine es un hecho comunicativo que transmite un mensaje, es decir, una determinada representación de la realidad social en la que vivimos y que conlleva, consciente o inconscientemente, una toma de posición respecto a lo que se representa, por ende, propone, sugiere o interpela al espectador a asumir una determinada posición a través de dicha representación8. En otras palabras, una película alude a una problemática real y crea una representación particular de ella9, sobre la cual, el público incorpora y codifica un determinado habitus10 (estructuras-estructurantes), a través de las cuales adquirimos disposiciones que tienden a lograr que nos adaptemos o sumemos a determinadas posiciones, sin necesidad de mayor reflexión11. Luis Espinal (1982c) señalo que “el espectador no se puede contentar con recibir sumisamente lo que le da la pantalla. Si el cine es comunicación social, el espectador ha de ser dialogante, ha de participar en la comunicación, aportando su propia inquietud y Como señalo Ovando Mercado (1997), “El cine nace en la sociedad y tiene como destino también la sociedad. Por ello el cine no cambia directamente a la sociedad, pero la retrata. (p. 19). Por otro lado, para Espinal (1982b) “Si consideramos al cine como lenguaje, vemos que el cine presenta una visión del mundo; representa de alguna manera la realidad… Representar algo es una de las facetas básicas del lenguaje. Lo representado será real o irreal, subjetivo u objetivo, será una expresión del que utiliza el lenguaje o una reproducción del mundo objetivo; pero lo esencial del lenguaje es significar y representar.” (p. 7). 9 “…el lenguaje tiende a algo, o más exactamente tiene un doble objetivo: un objetivo ideal (decir alguna cosa) y una referencia real (decir acerca de alguna cosa).” (Ricoeur,1975: p. 94) 10 “…sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito o explicito que funcionan como un sistema de esquemas generadores…” (Bourdieu, 2002: p. 125), 11 Luis Espinal (1979) tenía razón cuando señalo que “El Cine es un poder social que forma parte del amplio sector de la comunicación social. Este poder del cine se deriva de la relación del cine con los grandes capitales que moviliza, y por la enorme avalancha de espectadores a quienes llega continuamente en todo el mundo.” (p. 7). 8 su sentido crítico y, por tal motivo, debemos ser conscientes de que el cine tiene un lenguaje nuevo, en que las ideas se afirman con las técnicas más sutiles de la luz, el color, la simpatía o el tono afectivo. Hay que conocer el lenguaje y las técnicas del cine, para poder defenderse de ellas” (p. 10). Es aquí donde se hace necesaria la interpretación sobre lo que visualizamos en la pantalla grande, pues como afirmo Paul Ricoeur (1998): “…un mensaje es intencional; es pensado por alguien…ellos, además de decir algo (acto locutivo), hacen algo al decir algo (el acto ilocutivo), y producen efectos al decirlo (el acto perlocutivo)” (p. 17 y 28). III. – LA CRITICA CINEMATOGRAFICA COMO UN MEDIO DE INTERPRETACION DEL DISCURSO CINEMATOGRÁFICO Luis Espinal (1982c), en su libro Conciencia Crítica ante el Cine, manifestó que existen dos posiciones ante los efectos, de lo que podemos denominar, el discurso cinematográfico. La primera, que considera “…ingenua y utópica, cambiar el cine; esto debido a que el cine como fenómeno lleva consigo múltiples intereses industriales, económicos y políticos, que a corto plazo sería difícil modificar”. La segunda, a la cual él se adscribe, cambiar al espectador, lo cual significaría “…preparar al espectador para que sea crítico ante el cine, y para que pueda reaccionar positivamente delante de él.” (p. 10). Pero ¿Qué significa preparar al espectador? ¿Cómo hacerlo? Para entablar este diálogo con el cine Espinal (1980c) plantea ciertas condiciones al espectador, una de ellas dejar de ser un sujeto contemplador de una realidad que se le plantea a través de una representación desde afuera, para convertirse en un sujeto de acción en el proceso comunicativo, es decir, que el espectador intervenga en el film para enfrentarlo en un dialogo abierto12. Respecto a las técnicas, para desarrollar una postura crítica y dialogante, nos plantea el cine-debate –como un diálogo con otros espectadores respecto a una película–, también nos habla de la simple meditación individual y, sobre la cual ponemos énfasis, “…la lectura… crítica de [una] película, una vez ya la hemos visto; para que, a “El espectador ya no contempla una realidad desde fuera, sino que se mete dentro de la ficción de la pantalla. Ya no está contemplando una acción, sino que el espectador entra en la acción; sufre las amenazas y recibe los besos…Aquí la cámara se convierte en un órgano más del espectador.” (Espinal, 1982a: p. 89). 12 partir de las sugerencias del crítico, podamos enfocar nuestras propias reflexiones.” (p. 11). Pero ¿Qué es la crítica cinematográfica? Un acercamiento al concepto de crítica, es el que planteo Michel Foucault (2018) como: “…cierta manera de pensar, de decir, también de actuar, cierta relación con lo que existe, con lo que se sabe, con lo que se hace, una relación con la sociedad, la cultura, una relación, asimismo, con los otros, y que podríamos llamar, digamos, la actitud crítica.” (p. 46). Para Espinal (1980c): “La crítica no es imposición, por esto, no podemos pensar en una crítica cinematográfica que imponga al espectador una interpretación de un film, de la misma manera que la película la ha impuesto una cosmovisión y una filosofía de la realidad…Una crítica impositiva seria dañina, ya que contribuiría a la alienación del espectador. No existen alienaciones buenas y otras malas… Por esto, la crítica cinematográfica no pretende imponer una interpretación del film, sino volver critico al espectador y provocar el dialogo y la respuesta. En otras palabras, la crítica no pretende dar ideas concretas sino impulsar una actitud dialogante y critica.” (p. 13-14). Hasta este punto, hemos trazado una línea de demarcación (Lenin), sobre la estructura constitutiva de esta interpretación. Es tiempo de entrar en materia. IV. – UTAMA Y SU DISCURSO CINEMATOGRÁFICO La película Utama dirigida por Alejandro Loayza Grisi, tras su estreno en cines bolivianos a finales de septiembre de 2022, logró generar un conjunto de apreciaciones y comentarios de distinta índole en territorio nacional. Muchos de ellos enmarcados en el efecto publicitario que se le ha dado, a través de los medios de comunicación, que manejaron el eslogan de “la mejor película del cine boliviano” o “la película boliviana con mayores galardones internacionales”, convirtiéndola en la película de moda, algo que se tenía que ver. El discurso cinematográfico puesto en escena nos sitúa en una comunidad agraria del altiplano boliviano que se ve azotada por una fuerte sequía, el abandono de las autoridades gubernamentales y una profunda pobreza; escenario, en donde los protagonistas, una pareja de ancianos de origen quechua y su nieto –que llegará de la ciudad con la intención de llevarlos a la ciudad–, intentaran sobrevivir a la Bolivia del siglo XXI. De esta manera, el eje de la película gira en la problemática cotidiana de una vida agraria sin posibilidades de prosperar, una cultura “originaria” en su ocaso, el choque intergeneracional y cultural entre “lo nuevo y lo viejo” y la negativa de los ancianos a abandonar la comunidad para ir a vivir a la ciudad, a pesar de las precarias condiciones en las que viven. Temáticas, cuyo contenido manifiesto, no son difíciles de identificar o describir para la mayoría de los espectadores, por la forma en que se estructura la representación cinematográfica de este film. V. UTAMA: DISCURSO CINEMATOGRÁFICO E IDEOLOGÍA Tenemos que tener en cuenta, parafraseando a Luis Espinal (1982a), que el discurso cinematográfico es un factor ideológico que transmite, a través de determinados contenidos, una cosmovisión o concepción del mundo (p. 99). En ese sentido ¿Cuál es el contenido ideológico que plantea el discurso cinematográfico de Utama? A medida que la trama se va desarrollando, distintos elementos se exponen a los espectadores, como paisajes imponentes del altiplano boliviano13 que parecen contrastar con la situación de miseria; a su vez, la historia de amor eterno de los ancianos quechuas, se constituye en el recurso discursivo para aliviar al espectador y enternecerlo ante la evidencia de contradicciones sociales actuales y presentes en pleno “proceso de cambio”14. De esta manera, problemáticas de mayor relevancia como la resignación a la muerte a través del “mito del cóndor” –que encubre un hecho violento, tener que morir sin la mínima atención medica en pleno siglo XXI–, el conflicto intergeneracional y cultural, En donde más de uno quisiera ir a “pueblear” y sacarse una selfie junto a una llamita. Lindo lugar para ver, pero no para vivir. 14 Según Slavoj Zizek (2008), “para funcionar, la ideología dominante tiene que incorporar una serie de rasgos en los cuales la mayoría explotada pueda reconocer sus auténticos anhelos. En otras palabras, cada universalidad hegemónica tiene que incorporar dos contenidos particulares: el contenido popular autentico y la distorsión creada por las relaciones de dominación y explotación.” p.141). 13 ahondados por los efectos de la migración a la ciudad –que se revela en las imposibilidades de comunicarse en quechua entre el abuelo y su nieto– o la diferencia de opiniones y valoraciones sobre lo que es una “vida digna”, terminan volviéndose recursos anecdóticos y folclóricos. Así temáticas complejas son subsumidas en la aceptación de la inevitable fatalidad, el horror a lo nuevo y en la conformidad de una historia de amor frente a la adversidad, las cuales, son incorporadas como contenidos latentes en la subjetividad de los espectadores, condicionando a los mismos a un tipo de cine en particular: Un cine alejado de la toma de posiciones políticas radicales15. Luis Espinal (1979) señalo que: “El cine es el gran comunicador de ideología implícita. Esta ideología latente que nos comunica el cine no es aceptada críticamente, sino con la ingenuidad de quien ni siquiera cae en la cuenta del presupuesto ideológico que encierra la imagen.” (p. 101). De esta manera, el contenido latente del discurso cinematográfico de Utama conmina al espectador a una actitud pasiva frente a una contradicción social; lo ata a su butaca o asiento, haciéndole consentir, que a pesar de los problemas materiales concretos que en su propia cotidianidad pueda tener, debe sentirse satisfecho de no estar en la misma situación de los personajes del film; es por eso que al salir de la sala de cine –seguramente después de haber dado un fuerte aplauso al terminar la película–, la mayoría de los espectadores volverán como si nada a la normalidad de sus vidas en las ciudades. A modo de una no-conclusión… En Bolivia, y en otras partes del mundo, como efecto de la globalización, el cine cuando no es de violencia o sexo, se concentra en las historias de amor; en este caso, con un barniz culturalista y ecológico. La historia de una población aparentemente perdida en el territorio boliviano tiene algo en común con el típico cine Hollywoodense, las telenovelas y series; un equivalente altiplánico de "Little House", donde la familia Ingalls es reemplazada por Virginio, Sisa y Clever. “Además de la temática manifiesta, el cine presenta una extensa ideología implícita. Esta ideología, por el mismo hecho de que no es expresada con claridad, tampoco le llega la crítica consciente del espectador, y por esto mismo puede ser fácilmente alienante.” (Espinal, 1979: p. 118 15 Para finalizar, señalar que toda crítica es una representación particular16, en este caso, que no discute a nivel personal con el director de Utama, sino, al contrario, con el discurso cinematográfico del film. La radiografía del presente debe promover el dialogo abierto y la crítica de la “crítica crítica”, con la finalidad de promover un proceso dialéctico de la crítica cinematográfica en Bolivia. Como diría Luis Espinal (1982c): “Que la palabra ‘fin’ sea solamente el principio de un dialogo y no un punto final de un monologo.” (p. 184). “…la crítica no es para dar, de una vez y por todas, la interpretación verdadera de una película de cine. Ante todo, porque no existe una interpretación ‘verdadera’. El cine no es una ciencia exacta; y contiene una enorme gama de subjetividad y de sentido oculto, tanto para el creador de la película como para el espectador.” (Espinal, 1982c: p. 13) 16 BIBLIOGRAFÍA - Althusser, L. (2010). Para Leer El Capital. Siglo Veintiuno Editores. - Bourdieu, P. (2019). Curso de Sociología General I – Conceptos Fundamentales/Collège de France 1981-1983, Siglo Veintiuno Editores. - Bourdieu, P. y Wacquant, L. (2008). Una Invitación a la Sociología Reflexiva, Siglo Veintiuno Editores. - Bourdieu, P. (2002). Campo de Poder, Campo Intelectual – Itinerario de un Concepto, Editorial Montressor. - Bourdieu, P. (2001). El Campo Político. Plural Editores. - Bourdieu, P. (1990). Sociología y Cultura, Editorial Grijalbo. - Espinal Camps, L. (1979). Sociología del Cine, Cuaderno de Cine No. 12. La Paz: Bolivia: Editorial Don Bosco. - Espinal Camps, L. (1982a). Lenguaje Cinematográfico, Cuaderno de Cine No. 4. Editorial Don Bosco. - Espinal Camps, L (1982b). 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