Subido por Dai Palpacelli

El mito de las carencias.

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EL MITO DE
LAS CARENCIAS
Calcio y osteoporosis
Hierro y anemia
Ácido fólico - B12
Minerales y asimilación
Cómo resolver el desorden
El proceso depurativo
Palmetti, Néstor Rene
El mito de las carencias / Néstor Rene Palmetti. - 2a ed. - Villa de Las Rosas:
Néstor Rene Palmetti, 2022.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-88-7062-5
1. Educación Nutricional. I. Título.
CDD 613.2
Esta publicación está basada en experiencias, investigaciones y observaciones
personales del autor, que no es médico. La intención de la obra es informar, no
debiéndosela considerar sustituto de las opiniones de los profesionales del arte
de curar, a quienes el lector deberá siempre consultar a propósito de cuestiones
relacionadas con su salud y ante síntomas que lo ameriten. El autor declina
expresamente toda responsabilidad ante cualquier efecto perjudicial para la salud
que derive del uso o aplicación de la información aquí contenida.
El mito de las carencias - Segunda edición
Autor: Néstor Palmetti
ISBN 978-987-88-7062-5
© 2022 Néstor Palmetti (5885 Villa de Las Rosas, Córdoba).
Edición de autor. Libro de edición argentina.
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.
Para solicitar aclaraciones:
Néstor Palmetti
Técnico en Dietética y Nutrición Natural
Director del Espacio Depurativo
5885 Villa de Las Rosas - Traslasierra (Córdoba)
Tel (03544) 494.871 - 483.552
info@nestorpalmetti.com
www.nestorpalmetti.com
Índice
INTRODUCCION
EL MITO DEL CALCIO Y EL HIERRO
CONSUMIR MUCHO CALCIO NO ES BUENO
LAS SALES INORGÁNICAS
MINERALES ORGÁNICOS E INORGÁNICOS
REDUCCIONISMO TOXICO
MITOS DEL AGUA: MINERAL O MARINA
CÓMO SE TRANSFORMAN LOS MINERALES
LAS DEFICIENCIAS METABÓLICAS
MINERALES Y REFINACION
EL CASO DEL ÁCIDO FÓLICO
EL EXCESO DE FOSFORO
LOS MINERALES DE LA VIDA
OSTEOPOROSIS: MITOS Y VERDADES
SUPLEMENTOS DE CALCIO: RIESGO DE INFARTOS Y ACV
EL CALCIO Y LA ACIDEZ
ASÍ EN LA SANGRE COMO EN LA CÉLULA
COMPENSAR O MORIR
LAS FUENTES DE CALCIO
ANEMIA: EL MITO DEL HIERRO
HIERRO Y FLORA
HIERRO, ANEMIA Y PARASITOS
LAS FUENTES DE HIERRO
CLOROFILA COMO FUENTE DE HIERRO
LA POLÉMICA B12
¿QUÉ ES LA VITAMINA B12?
NECESIDADES HUMANAS
ANEMIAS MEGALOBLÁSTICAS
LA CUESTIÓN NUTRICIONAL
CONCLUSIONES DE SENTIDO COMÚN
CÓMO RESOLVER EL DESORDEN
LA CAUSA PROFUNDA
¿CÓMO EMPEZAR?
LIMPIAR Y NO ENSUCIAR
EL PROCESO DEPURATIVO
EL COLAPSO INTESTINAL
EL LAVAJE COLONICO
EL COLAPSO HEPATICO
HÍGADO Y EMOCIONES
LOS CÁLCULOS INTRAHEPÁTICOS
LA LIMPIEZA HEPATICA PROFUNDA
EL NECESARIO DESPARASITADO
LOS ALIMENTOS ENSUCIANTES
LOS ALIMENTOS DEPURATIVOS
Los grupos esenciales
Los grupos complementarios
TABLAS ANEXAS
ACERCA DEL AUTOR
Con este primer Cuaderno Depurativo damos inicio a una serie de
publicaciones destinadas a aportar claridad sobre temas muy consultados, que
justamente despiertan la atención de mucha gente afectada. Víctimas del
condicionamiento a pensar siempre en términos de síntomas, tendemos a
enfocarnos en dichas señales, sin advertir que generalmente la causa profunda
del problema pasa por otro lado.
Estas publicaciones monográficas, breves y concisas, recopilan saberes de
variadas procedencias y noticias relacionadas que aparecen en los medios de
comunicación. La idea es que las personas adviertan que hay otras cuestiones a
considerar y otro enfoque posible. Cuando uno enfoca sus energías en resolver
la causa profunda, el síntoma remite por natural y fisio-lógica consecuencia. Si
nos empeñamos en manipular síntomas, es inevitable quedar siempre
“chapaleando en el barro” del desorden biológico que impide nuestra plenitud
física y mental.
El primer tema abordado en esta serie es el mito de las carencias, que lleva a
gran cantidad de personas a perder tiempo, dinero y esfuerzo en
suplementaciones de escaso, nulo o hasta contraproducentes resultados. En
primer lugar, porque pensamos que los estados carenciales son solo
consecuencia de la falta de nutrientes. En segundo lugar, porque intentamos
resolverlo, inclinándonos por el facilismo de las fuentes sintéticas o inorgánicas.
Y en tercer lugar, porque mientras tanto nos “distraemos” del verdadero
problema a resolver, perdemos tiempo y vamos agravando un desorden que
luego “explotará” bajo otro síntoma.
En los próximos Cuadernos Depurativos iremos abordando otras problemáticas.
Las cuestiones parasitarias, tumorales, prostáticas, menopáusicas, tiroideas,
nerviosas, reproductivas, intestinales, hepáticas, renales… En síntesis, un aporte
a la claridad de conceptos y a una mejor calidad de vida.
Néstor Palmetti
Técnico en Dietética y Nutrición Natural
Director del Espacio Depurativo
INTRODUCCION
Cuando uno profundiza en el orden fisiológico, tanto corporal como nutricional,
está claro que no necesitamos suplementos. Y menos aún cuando provienen de
fuentes sintéticas o artificiales. Muchos se atiborran con cotidianas dosis de
compuestos inorgánicos, sin imaginar que ello incrementa el desorden, al ser
percibidas por el organismo como sustancias tóxicas que deben ser neutralizadas
y eliminadas. Salvando las distancias, es como si pretendiésemos combatir un
estado anémico ingiriendo limaduras de hierro, o la osteoporosis consumiendo
polvo de tiza. Pero, lamentablemente, es lo que hacemos, pensando que
cuidamos nuestra salud.
Por tanto resulta útil y conveniente comprender claramente por qué nos pasa lo
que nos pasa, para evitar dar “manotazos de ahogado” (eso son los suplementos,
los fármacos, las intervenciones invasivas... y hasta los productos y alimentos
“naturales”, cuando son usados sin saber bien por qué y para qué), que
obviamente no ayudan para nada a la verdadera resolución del problema.
Como veremos, lo que habitualmente llamamos “carencias nutricionales” son
apenas un síntoma de algo mucho más profundo: el ensuciamiento corporal
crónico. Si uno se concentra en resolver este desorden “madre”, luego, todo lo
demás (incluso otros síntomas que seguramente uno padece, pero que no asocia
con la causa central) remite solito; no por arte de magia, sino como fisio-lógica
consecuencia.
EL MITO DEL CALCIO Y EL HIERRO
¿Quién no ha sentido que debemos consumir mucho calcio para asegurar huesos
fuertes y mucho hierro para evitar la carencia de glóbulos rojos? A modo de
latiguillo, lácteos y cárnicos se han convertido en la armada terapéutica que evita
osteoporosis y anemia. Pese a las ingestas récord de estos alimentos, los
problemas, lejos de disminuir aumentan.
Es más, a mayores ingestas, mayores problemas. Las alarmantes cifras europeas
sobre osteoporosis y fracturas, evidencian el absurdo en un continente líder en el
consumo lácteo¹. En nuestras latitudes, la comparación con los hermanos
chilenos también desnuda la incoherencia entre consumo cárnico y anemia.
Mientras nosotros consumimos promedio 74kg de carne vacuna (persona/año) y
ellos apenas 22kg, tenemos 33% de los niños menores de 2 años con anemia y
ellos apenas 5% en tal condición².
Respecto al calcio, ya veremos que la reserva ósea es un recurso, extremo pero
habitual hoy día, al cual debe recurrir la homeostasis orgánica para preservar el
equilibrio del pH sanguíneo en su fisiológica alcalinidad. Frente a una dieta
predominantemente ácida, disolver huesos para evitar la acidificación, es el “mal
menor”.
Además, el “atiborramiento” cálcico por medio de alimentos acidificantes
(lácteos y derivados) agrava el problema y hace que el calcio, en exceso y
desbalanceado en sus sinérgicos metabólicos (23 nutrientes necesarios), se
convierta en un problema tóxico para la estructura corporal.
Algo similar ocurre con el hierro. Por un lado el organismo merma su
disponibilidad sanguínea (hemoglobina) frente a la presencia de virus y parásitos
que se nutren de él. A la espera que los “huéspedes” sufran inanición, el cuerpo
lo encubre en formas no asimilables (ferritina) en el bazo. Por otra parte, la
asimilación del hierro depende del orden en la flora bacteriana, la adecuada
disponibilidad nutricional (vitaminas, enzimas, minerales, ácidos grasos) y es
inhibida por los excesos (calcio, fósforo, mercurio) y la putrefacción intestinal.
Con puntos y evidencias en común, es poco serio seguir pensando en términos
de “calcio para la osteoporosis” e “hierro para la anemia”. Nunca el problema es
la carencia nutricional, sino más bien su exceso, la calidad de los alimentos
aportantes, el orden de la química corporal y la falencia depurativa. Además de
invitar a trabajar sobre las causas y no sobre las consecuencias, esto nos debe
servir para combatir la letanía sobre el “imprescindible” consumo de
suplementos de todo tipo.
Hace tiempo venimos advirtiendo sobre la falacia de basar la nutrición en
recomendaciones de tablas con escaso fundamento fisiológico. Pero claro, la
tendencia es tomar como válida la opinión de los “expertos”.
Por décadas la gente respetó a rajatabla las recomendaciones de consumir 1.300
miligramos diarios de calcio, atiborrándose de calcio y de lácteos. Sin embargo
ahora un estudio suizo descubre que un tercio es suficiente y más de eso resulta
poco saludable.
CONSUMIR MUCHO CALCIO NO ES BUENO
Recientes investigaciones aseguran que los adultos necesitarían la mitad de la
cantidad de calcio diario recomendada actualmente. Asimismo, los suplementos
de calcio aumentarían un 64 por ciento el riesgo de fractura de cadera. En tanto,
el consumo de vitamina D aconsejado sería escaso. “Nuestro meta-análisis no
respaldó la relación entre una ingesta de calcio superior a los 555 miligramos
diarios y la disminución del riesgo de fractura de cadera”, dijo a Reuters Health
el profesor Heike Bischoff-Ferrari, del Hospital Universitario de Zurich, en
Suiza.
Esto contrasta con las guías actuales que aconsejan el consumo de entre 1.200 y
1.500 miligramos diarios de calcio a los adultos mayores, indicaron los
investigadores. Los resultados se basaron en datos combinados de estudios que
incluyeron a casi 180.000 mujeres y unos 68.600 hombres de más de 40 años.
Asimismo, cuando los expertos combinaron la información de ensayos al azar
controlados que incluyeron a más de 5.600 mujeres, en su mayoría
posmenopáusicas de más de 58 años, hallaron que los suplementos de calcio
aumentarían un 64 por ciento el riesgo de fractura de cadera.
Investigaciones previas no identificaron claramente cuál es el monto óptimo de
calcio que debería consumirse a diario, indicaron los autores en un informe
publicado en American Journal of Clinical Nutrition. El equipo de científicos
sugirió que otras deficiencias alimenticias, que incluyen al fosfato y la vitamina
D, afectarían la absorción de calcio y, en algunas ocasiones, influirían en la salud
ósea. Estudios previos mostraron que el consumo de suplementos de calcio
(citrato y carbonato de calcio) reduciría la absorción de fosfato, necesario para
acumular calcio en los huesos, dijo Bischoff-Ferrari. El efecto combinado
induciría la pérdida ósea, especialmente entre las personas mayores.
Fuente: Reuters - www.infobae.com
1. “La osteoporosis es el mayor riesgo sociosanitario al que se enfrentan las
mujeres europeas. Se calcula que hasta un 68% va a padecer esta enfermedad,
que es responsable de un millón y medio de fracturas cada año, y se ha duplicado
la incidencia durante los últimos 27 años”. Thierry Bégué, secretario general de
la Sociedad Francesa de Cirugía Ortopédica y Traumatología (SOFCOT).
2. Una lamentable estadística muestra que mientras en la Argentina uno de cada
tres lactantes es anémico, en Chile esto ocurre en aproximadamente uno de cada
veinte chicos (Estudio CESNI). La Nación, 2.12.09
LOS MINERALES EN LA NUTRICIÓN
El estudio de los minerales es una visión totalmente parcial. Como bien dice el
Dr. Shelton “Nos hemos acostumbrado tanto a descomponer los alimentos en
factores nutritivos (proteínas, carbohidratos, grasas, minerales, vitaminas, etc.),
que a menudo pasamos por alto la verdadera importancia de los alimentos
completos”.
El tema de los minerales abarca una parte esencial en el estudio de la nutrición
humana. Frases como “deficiencia de hierro” o “alimentos ricos en calcio” son
frecuentes en cualquier análisis que se efectúe sobre los minerales y representan
una visión fragmentada de nuestra dieta y bienestar nutricional.
La acción de los minerales en el interior del organismo siempre va unida a la
presencia de otros elementos nutritivos. Por ello no podemos hablar de una
deficiencia mineral, en el sentido estricto de la expresión, ni podremos
recomendar un producto porque contenga un contenido mineral determinado. El
estudio de los minerales debe abandonar la visión fragmentada de la nutrición
ortodoxa. No se puede relacionar la aparición de una condición con una
deficiencia mineral, ni deberían consumirse los alimentos en función de su
contenido mineral.
Al iniciar cualquier investigación o estudio sobre los minerales, tenemos que
tener presente un factor fundamental: debemos comprender que los minerales
poseen una relación de interdependencia con los otros elementos nutritivos y con
las acciones que lleva a cabo el organismo. Los minerales no pueden actuar por
sí solos, sino que forman parte de todo el proceso nutritivo.
¿Qué son los minerales? Existen diversas definiciones, pero definiremos al
mineral como un elemento orgánico, de origen natural, que forma parte de la
corteza terrestre y que se transforma en una sustancia orgánica para que el
organismo humano pueda asimilarlo y usarlo. Por un lado, hablamos de los
minerales que el organismo puede utilizar y cuya presencia es fundamental para
garantizar el perfecto desarrollo de nuestras funciones corporales. Y en segundo
lugar, distinguimos entre un elemento inorgánico (forma mineral que posee en la
corteza terrestre) y un elemento orgánico (forma mineral utilizable por el
organismo humano). Esta diferencia, que analizaremos en profundidad más
adelante, es crucial para comprender la nutrición mineral.
El Dr. Herbert M. Shelton ha llamado a los minerales los “constructores de
bloques” del cuerpo. Son básicos para la regeneración de cada parte del
organismo. Además, son necesarios para sostener cada función biológica. Sin
minerales no podríamos movernos o pensar. Y constituyen nuestras principales
reservas adaptativas, pues nos permiten soportar tensiones e imprevistos que
puedan surgir. Sería imposible enumerar sus múltiples funciones e incluso hay
innumerables funciones que permanecen ocultas en recovecos del laberinto
humano.
El cuerpo debe obtener sus minerales en la forma de sales orgánicas que están
presentes en todos los alimentos. El hombre consume su alimento y mediante los
procesos de digestión, absorción, transporte y asimilación celular, es capaz de
reorganizar estas sales minerales en su propia sustancia orgánica. Estos procesos
complejos finalizan con el drenaje, por medio del cual los subproductos del
desecho metabólico son eliminados y devueltos a su punto de origen: el suelo.
Los minerales inorgánicos pasan a ser parte de una estructura viva: los vegetales.
Todas las partes de la planta representan el banco de alimentos de todos los
organismos vivos del planeta, desde el más grande hasta el más pequeño. En una
secuencia ecológica cuidadosamente programada, los animales no están
diseñados para utilizar minerales inorgánicos, ni tienen la capacidad de
emplearlos en sus procesos vitales.
Por el contrario, los animales son capaces de usar sólo minerales orgánicos como
alimento y cada especie tiene el alimento para su correcta función. Los cereales
mantienen a los pájaros en perfecta salud. El hombre, al no ser un pájaro y al
carecer tanto de pico como de buche, no puede obtener una nutrición adecuada a
partir de los cereales. Por otro lado el hombre está estructuralmente diseñado
para comer en abundancia frutas maduras, más unas verduras de hoja verde y
algunos frutos secos y semillas comestibles. Dicho alimento es totalmente
adecuado y todos estos alimentos están provistos de todos los minerales
necesarios para mantener su plena salud.
LAS SALES INORGÁNICAS
Las sales inorgánicas serán rechazadas por el cuerpo humano; y si no pueden ser
eliminadas del organismo, permanecerán en los fluidos o serán depositadas como
un precipitado, resultando un impedimento para la función eficaz del cuerpo. La
sal de mesa común (cloruro de sodio) es una sal inorgánica. Sales de potasio
suelen ser indicadas a los pacientes cardíacos, para elevar el nivel de potasio de
la sangre. Una elevación temporal se logra a menudo pero, cuando se interrumpe
la ingesta, el nivel de potasio vuelve a descender. Esto no ocurre cuando la
provisión de potasio se realiza a través del potasio iónicamente activo presente
en vegetales, desapareciendo los desvanecimientos y la falta de energía.
Si una cantidad abundante de sales inorgánicas es introducida en el cuerpo,
aumentará la viscosidad de los fluidos, obligando al organismo a depositar estos
“residuos” donde sea posible (en las arterias, en las articulaciones, alrededor de
las sinapsis nerviosas, en los músculos), causando un desequilibrio que se
traduce en entumecimiento gradual, rigidez de los músculos y fragilidad ósea.
Al consumir sal de mesa (cloruro de sodio inorgánico), el organismo lo registrará
como un elemento tóxico, reactivo y destructivo, especialmente para el tejido
nervioso. Sin embargo, las sales orgánicas de un vegetal, producidas por los
esfuerzos combinados de bacterias, suelo, aire, sol y la misma planta, serán bien
recibidas por el cuerpo, ayudando a mantener los fluidos del cuerpo limpios y
eficientes.
MINERALES ORGÁNICOS E INORGÁNICOS
Si bien todos reconocen la necesidad de obtener ciertos minerales para garantizar
un perfecto estado de salud, muy pocos saben que estos minerales deben
encontrarse en su forma orgánica para actuar en nuestro cuerpo. Para
comprender mejor el mundo de los minerales, veamos estos principios
esenciales:
•Los minerales inorgánicos son aquellos que se encuentran de forma natural en
la corteza terrestre y en el agua.
•Cuando estos elementos se encuentran en el interior de las plantas y animales,
reciben el nombre de minerales orgánicos.
•Las plantas son las únicas responsables de transformar los minerales
inorgánicos en orgánicos.
•Los animales deben consumir plantas o animales herbívoros para obtener
minerales orgánicos.
•Los minerales inorgánicos no pueden actuar en el interior del organismo animal,
ya que son elementos nocivos.
Cuando los nutricionistas comenzaron a analizar y a comparar minerales
orgánicos con elementos inorgánicos, descubrieron que ambos minerales poseían
la misma composición química. Es cierto que la composición química del hierro
presente en los vasos sanguíneos es igual que la composición del hierro existente
en un clavo, después de todo no podemos olvidar que hablamos de un mineral, y
el hierro siempre será hierro. Sin embargo, cometieron un gran error al pasar por
alto otras diferencias.
Los minerales orgánicos deben sufrir un proceso de transformación que tiene
lugar en el interior de las plantas antes de convertirse en elementos asimilables
por el organismo. La estructura molecular de los minerales generados en los
laboratorios es diferente de la generada por las plantas. Aunque el organismo
pueda absorber hierro inorgánico, no podrá utilizarlo para generar hemoglobina,
por lo que permanece en el interior del cuerpo como un elemento inservible.
Químicamente puede ser que el hierro que se encuentra en el interior de los
vasos sanguíneos y el hierro del clavo sean similares, del mismo modo que el
calcio de las rocas (carbonato cálcico) es idéntico al calcio de los huesos. Sin
embargo, no podemos caer en el gravísimo error de considerar que el organismo
puede metabolizar y asimilar clavos pulverizados y rocas molidas.
REDUCCIONISMO TOXICO
Los suplementos minerales son perjudiciales para el ser humano porque son
elementos inorgánicos y porque son productos fragmentados.
El cuerpo humano no puede asimilar ningún elemento inorgánico. Es más, el
desequilibrio originado a raíz de su ingestión obliga al organismo a trabajar con
mayor intensidad para compensar. Acelera sus actividades eliminativas e inicia
procesos con el fin de expulsar las sustancias extrañas. Esta estimulación suele
confundirse con una “acción curativa” del suplemento.
Este tema ha sido magistralmente denunciado por una eminencia nutricional
como el Dr. Colin Campbell (autor del Estudio China) en su libro Integral
(Whole). Allí justamente, con amplia evidencia demuele el mito que prevalece
en el consumidor: “si no hacen bien, mal no harán”.
En la actualidad, nos encontramos con suplementos minerales cuya propaganda
comercial indica su origen “orgánico”. Sin embargo, no podemos olvidar que se
trata de productos fragmentados que las industrias extraen de su entorno natural,
pero resultan igualmente perjudiciales. Los minerales no pueden trabajar de
forma aislada. Al extraerlos de sus fuentes naturales, las industrias separan los
minerales de sus compañeros inseparables (vitaminas, enzimas y otros
minerales). Aunque no los separaran, los procesos químicos que se efectúan en
los laboratorios destruyen los valores vitales que acompañan a los minerales.
Nos referimos al patrón biológico organizador de las moléculas.
En este contexto, es obvia la precaución frente a modernas formas de
intervención “suplementaristica”, que opera bajo rótulos como la “medicina
ortomolecular”. Más allá de la biodisponibilidad de las formas administradas,
siempre debemos priorizar el orden global del organismo, el equilibrio entre los
nutrientes y la causa profunda que genera los síntomas. Al no ser bien
comprendido este concepto, es obvio que se generarán intervenciones
contraproducentes.
Como bien señalan Berg y Shelton, es imposible saber exactamente como están
las cosas a nivel de equilibrio nutricional, por más sofisticados métodos de
análisis que utilicemos. Son muy sutiles los límites entre los cuales un mineral
pasa de sinérgico a antagónico respecto a otro. Y son demasiadas las variables
que interactúan. Como si no bastase con los trillones de células que operan en un
organismo, ahora sabemos que coexisten muchos más microorganismos vivos,
en una relación de diez “bichitos” por cada célula humana!!!
En el caso del calcio, es sabido que el metabolismo cálcico depende de la
adecuada presencia de fósforo (en nuestro organismo esa relación sinérgica es
2,5:1). Pero los modernos estudios comprueban claramente que el habitual
exceso de fósforo alimentario, convierte a este compuesto en uno de los
principales antagonistas de la correcta asimilación del calcio en los huesos. Si en
el caso del calcio extrapolamos esto a sus 23 nutrientes
sinérgico/complementarios, veremos que es imposible leer desde fuera lo que
falta/sobra en el organismo. Sobre todo, teniendo en cuenta que estos equilibrios
se modifican a cada momento y por distintos mecanismos cinéticos y
metabólicos.
Por tanto el consejo es apuntar siempre al orden fisiológico interno, manteniendo
al organismo libre de acumulaciones toxicas a través de la depuración, con lo
cual garantizamos la adecuada autorregulación. Y limitarnos a consumir siempre
los minerales en su estado natural, es decir en su forma orgánica y no
fragmentada, para que el cuerpo pueda asimilarlos con eficacia. Los mejores
suplementos minerales son aquellos que se encuentran naturalmente en forma de
frutas, hortalizas, semillas, brotes y algas.
MITOS DEL AGUA: MINERAL O MARINA
Al igual que sucede con los suplementos, las aguas minerales no contienen
elementos útiles para el organismo. Los minerales de estas aguas son
inorgánicos, por lo que el cuerpo debe expulsarlos de forma inmediata. Si la
cantidad de agua ingerida sobrepasa los límites de tolerancia orgánica, el
organismo no puede expulsar los excedentes minerales y tiene que depositarlos
en su interior. Estos depósitos inorgánicos provocan ciertos trastornos
patológicos, como la formación de cálculos renales y biliares, el endurecimiento
de las arterias, la aparición de artritis, problemas cardiovasculares, la
calcificación del cerebro y otras enfermedades. Asimismo, estos minerales se
van uniendo con el colesterol hasta formar unas placas que provocan trastornos
cardiovasculares, reumatismo y artritis (estas dos últimas patologías debidas a la
unión de las placas con el ácido úrico).
El organismo sólo puede asimilar y utilizar agua pura, destilada, tal como se
encuentra en los vegetales (y en la lluvia) viéndose obligado a expulsar cualquier
elemento inorgánico presente en las aguas minerales.
Cuando ingerimos agua mineralizada, el organismo provoca una leucocitosis
(proliferación de leucocitos). Esta condición, iniciada por el propio cuerpo para
defender al organismo, puede comenzar justo después de la ingestión (treinta
minutos) o transcurridas tres horas desde su consumo. El cuerpo humano
provoca esta condición para combatir la invasión de sustancias extrañas y
nocivas (los minerales del agua), siendo los leucocitos la primera línea de
defensa orgánica.
El agua mineral no contiene otro elemento nutritivo que no sea la propia agua.
Los minerales inorgánicos que contiene, se eliminan a través de la piel, riñones u
otros órganos, o bien se depositan en su interior, donde pueden dañar seriamente
al organismo. Muy distinto es el caso del agua de mar (plasma marino), el fluido
más dotado en minerales y el ambiente en el cual se generó la vida planetaria. El
agua de mar es un excelente nutriente, alcalino y mineralizante. Todos los
elementos esenciales para la constitución de los carbohidratos, las grasas y las
proteínas, imprescindibles para la vida de los organismos, se encuentran en el
agua de mar: hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, magnesio, manganeso, sodio,
potasio, calcio, hierro, fósforo, flúor, sílice, yodo y todos los minerales de la
tabla periódica, que permiten la absorción de las vitaminas y los procesos
enzimáticos de la célula.
Esta riqueza que fue la “sopa primogenia”, está obviamente en forma iónica
biológicamente activa, gracias a la tarea combinada de los fotones del sol, del
plancton (fito y zooplancton) y de la vida marina en su conjunto. Las
experiencias nutricias y reparadoras del agua de mar correctamente ingerida, son
abultadas y muy significativas. Su concentración en sales puede llegar, según los
mares, al 35% mientras que nuestro interior orgánico está por debajo del 10%.
Por esta razón hay que rebajar el agua pura de mar hasta convertirla en isotónica
(igual concentración de sólidos) y también por esa razón beber agua pura de mar
puede llevar a la muerte por deshidratación, en un intento del organismo por
equilibrar las densidades. También por ello, el consejo para los náufragos, es
beberla a pequeños sorbos, dejando que la insalivación permita el equilibrio.
CÓMO SE TRANSFORMAN LOS MINERALES
Ni siquiera las plantas que se encuentran en su estado embrionario (brotes)
pueden asimilar los minerales inorgánicos que se hallan en la corteza terrestre.
Hasta que sus raíces y hojas puedan utilizar los elementos inorgánicos presentes
en el subsuelo, las plantas deben alimentarse de los componentes orgánicos del
interior de la semilla.
La fotosíntesis es el responsable principal de la transformación del material
inorgánico en orgánico. Este proceso de conversión tiene lugar principalmente
en las hojas de las plantas, gracias a la presencia de clorofila. Sin este elemento,
las plantas no podrían convertir las moléculas inorgánicas de carbono en
combinaciones orgánicas de almidón y azúcar con la ayuda de hidrógeno y
oxígeno. Finalmente, la planta combina el nitrógeno y los minerales presentes en
la corteza terrestre y genera combinaciones orgánicas complejas. Sólo las plantas
que contienen clorofila pueden asimilar y utilizar el hierro, calcio y otros
minerales del subsuelo para generar nucleoproteínas.
Todos los minerales sufren cambios vitales al introducirse en la estructura
vegetal de las plantas. Estos cambios no pueden obtenerse en laboratorios a
través de procesos químicos, ni siquiera destruyendo y analizando los tejidos de
las plantas. Esta visión “diseccionante” corresponde más bien a la era
oscurantista, cuando se buscaba “encontrar el alma humana” diseccionando
cadáveres.
LAS DEFICIENCIAS METABÓLICAS
Aunque muchas personas consideran que la dieta inadecuada es el responsable
principal de una deficiencia mineral, debemos señalar que muchos de los males
carenciales surgen como consecuencia de un exceso mineral. A veces, el
organismo no puede asimilar o digerir los minerales presentes en los alimentos,
por una razón u otra, provocando con ello una deficiencia metabólica.
En muchos casos de anemia perniciosa (trastorno ocasionado por una gran
deficiencia de hierro) hay numerosos pigmentos férricos en los órganos.
Autopsias realizadas a personas que padecían de anemia mostraron la presencia
de suficiente hierro en el bazo, como para corregir la deficiencia. Aunque el
mineral estaba presente, el organismo no había podido metabolizarlo.
Asimismo, se ha descubierto que el organismo puede utilizar sus reservas de
hierro y glóbulos rojos con más eficacia cuando se encuentra en ayuno, aún
padeciendo de anemia. Debemos señalar que esto sucede pese a que la persona
no consume ningún elemento mineral, ni siquiera hierro. El proceso de ayuno
permite al organismo metabolizar eficientemente las reservas de hierro existentes
en el cuerpo.
Algo similar sucede con las personas que sufren de raquitismo, una condición
supuestamente relacionada con la falta de calcio. Después de realizar varias
pruebas, se demostró que personas que se encontraban bajo un régimen de ayuno
total mejoraban con la única ayuda de los rayos del sol. La luz solar provoca la
generación de vitamina D en el interior del organismo, una vitamina que permite
al cuerpo humano utilizar las reservas de calcio con mayor eficacia. Podemos
señalar que estas personas carecían más de la luz solar que de ciertos minerales.
Son muchos los factores que pueden inhibir al cuerpo humano en su intento por
asimilar y utilizar los minerales existente en los alimentos. Entre ellos, debemos
destacar los hábitos tóxicos, el entorno laboral, el equilibrio mental, las
costumbres alimenticias, las carencias enzimáticas y fotónicas, las parasitosis,
las emociones estresantes, la falta de sueño, la sobrealimentación, las
preocupaciones, los sentimientos, etc. Si queremos asimilar y utilizar los
minerales que se hallan en nuestras dietas con eficacia, seguramente tendremos
que cambiar nuestros hábitos. Un descanso físico o mental puede ayudar, pero
sin dudas que necesitamos un “reseteo” fisiológico y depurativo.
MINERALES Y REFINACION
Es uno de los procesos más antiguos que realizó el hombre, en su afán por
disponer de alimentos más “pulcros y puros”. Inconscientemente es algo que
practicamos en casa cuando, por ejemplo, hacemos un jugo con la centrífuga y
obtenemos un líquido, “evitando” de ese modo la materia sólida o fibrosa de la
fruta, sinérgica con los azúcares y demás nutrientes del jugo.
Según la Real Academia, refinar es “hacer más fino o más puro algo, separando
las materias heterogéneas o groseras”. El problema de la refinación moderna es
que, en base a sofisticadas tecnologías, hemos accedido a grados de pureza casi
absolutos (harina, azúcar, sal). Durante décadas se consideró a esta “pulcritud”
como un logro, al cual inicialmente solo accedían las clases altas.
La masificación industrial hizo que los “inmaculados y deseados” refinados
traspusieran las barreras sociales y llegasen a los estratos más humildes, en gran
volumen y a bajo precio. Sin embargo, esto que puede parecer progreso y
benéfica opulencia, se ha convertido en causa principal de nuestros problemas de
salud.
El problema de los refinados no es solo la eliminación de la fibra, sino la pérdida
de vitales nutrientes (vitaminas, minerales, enzimas), a lo cual se suma la
aditivación de blanqueadores, mejoradores químicos… y ahora la adición de
suplementos nutricionales.
El mismo proceso de la refinación genera la fragmentación de sus componentes
y la degradación de los mismos por efectos del procesamiento (oxidación,
desmembrado, etc). Como consecuencia se pierden o inactivan infinidad de
nutrientes.
El magnesio, mineral clave para el organismo, es un claro ejemplo de la
generación de carencias a través del alimento industrializado. Ya resulta carente
en los productos agrícolas por el empobrecimiento de los suelos de cultivo.
Luego la industria le asesta el golpe de gracia, eliminándolo en la refinación de
las harinas (se va con el germen), la sal (la ley exige pureza en cloruro de sodio),
el azúcar (se va en la melaza)…
La sal es otro buen ejemplo del empobrecimiento cualitativo: de los 80
elementos presentes en el plasma marino, a la mesa llegan solo dos (cloruro de
sodio). Y esto no se resuelve con suplementos, ya que los minerales requieren
del sinergismo de los demás nutrientes que la Naturaleza combina y activa en los
alimentos naturales.
El metabolismo del calcio es buena muestra de ello, ya que requiere 23
nutrientes sinérgicos en equilibrio para su correcto arribo a la estructura ósea:
minerales (fósforo, magnesio, manganeso, cinc, cobre, boro, silicio, flúor),
vitaminas (C, D, B6, B12, K), folatos, ácidos grasos esenciales y proteínas.
Excesos y defectos tan habituales en la alimentación refinada, generan incorrecta
calcificación… y no justamente por falta de calcio.
EL CASO DEL ÁCIDO FÓLICO
Las embarazadas que reciben suficiente ácido fólico reducen el riesgo de tener
un bebé con espina bífida y otros defectos del tubo neural. Por ese motivo, varios
países, incluidos Estados Unidos y Canadá (y Argentina), exigen que los
productos de granos estén fortificados con ácido fólico. La autoridad de
Seguridad Alimentaria de Irlanda recomendó que la fortificación fuera
obligatoria. Pero las preocupaciones sobre la seguridad, incluidas nuevas
evidencias de que una dosis diaria de 1 mg de ácido fólico aceleraría el
crecimiento de tumores colorrectales y de próstata (más del doble de la dosis
recomendad para las embarazadas), llevó al país a rever esa legislación.
El equipo de la Dublin City University³ determinó cuánto ácido fólico estaría
recibiendo la población en Irlanda y estimó cuánto aumentaría si se aprueba la
ley de fortificación. Lo lograron al controlar los niveles de ácido fólico en sangre
que el organismo no había procesado para utilizar. En test a 50 donantes de
sangre, el equipo halló en 49, pequeñas cantidades de ácido fólico sin
metabolizar. Y en 20 mujeres que acababan de tener un bebé por cesárea, el
equipo halló ácido fólico sin metabolizar en 18 de ellas y en el cordón umbilical
de 17 bebés.
Los resultados señalan la posibilidad de que las personas, en especial las
embarazadas, estarían expuestas a altos niveles de ácido fólico, lo que podría
acelerar el crecimiento tumoral. Los autores calculan que la fortificación
obligatoria de la harina elevaría un 12 por ciento los niveles de ésta vitamina sin
metabolizar.
“La preocupación de que el ácido fólico acelere los cánceres existentes debería
seguir siendo una inquietud para los responsables de legislar las políticas
alimentarias”, dijo la autora del estudio. El desafío para las agencias de salud
pública y los legisladores es garantizar que los bebés por nacer estén protegidos
de los defectos del tubo neural, pero que la población general no quede expuesta
a dosis potencialmente dañinas.
En un intento por “emparchar” esta pauperización nutricional, en Argentina se
ha legislado para obligar a “fortificar” las harinas con adición de minerales y
vitaminas. Obviamente la industria utiliza elementos de síntesis química,
cuestionados por un reciente estudio británico⁴. Mientras los folatos naturales se
metabolizan sin problemas en el intestino, el ácido fólico sintético se metaboliza
en el hígado, órgano que posee una capacidad limitada de asimilación. Estos
excedentes no procesados pueden dar lugar a problemas cognitivos, tumores
intestinales, desórdenes nerviosos y mala absorción de cinc.
En el caso de embarazadas, se ha fijado un límite máximo de 0,4 mg diarios,
mientras que todas las harinas se suplementan con 2,2 mg por kg. O sea que con
180 g de harina común se estaría en el límite de consumo diario aconsejado, sin
tomar en cuenta los suplementos farmacológicos. Tampoco se toma en cuenta
que esas cantidades llegan a niños, ancianos y otros grupos de riesgo… Lo cual
explica el porqué del término “emparchar” usado al inicio.
Ahora bien, ¿por qué se llega a una suplementación por ley? Básicamente
porque las gestantes no consumen alimentos fisiológicos que aportan folatos
(termino que deriva de la palabra latina “folium” que significa “hoja”) y no
cuidan su orden intestinal y bacteriano. El folato y el ácido fólico son formas de
una vitamina hidrosoluble de la familia de las vitaminas del grupo B, que
también se denominan vitamina B11 o, en algunos países, vitamina B9. El folato
es la forma que se encuentra naturalmente en los alimentos y la forma que está
activa en el cuerpo. El ácido fólico no se produce de forma natural, sino que se
sintetiza a través de la mediación de las bacterias intestinales.
Nuestro organismo no es capaz de producir folato, pero podemos obtenerlo a
través de los alimentos ricos en folato, como las verduras de hoja verde, los
repollos y las frutas (paltas o aguacates, cítricos). Los folatos de los alimentos
son inestables y también sensibles a la luz, el oxígeno y la temperatura. Si la
gestante mantiene normal el circuito (comer ensaladas verdes y frutas, y cuidar
el microbioma), no hay carencia, ni necesidad de suplementación tóxica…
EL EXCESO DE FOSFORO
A la par de muchas carencias, nuestra sociedad se ha convertido en víctima de
excesos que no se visualizan como peligrosos. Un ejemplo es el fósforo, mineral
considerado importante en la nutrición saludable, entre otras cosas por su rol en
la actividad celular y enzimática. Sin embargo, y como todo en la Naturaleza, los
excesos invierten la cualidad del nutriente.
La industria química alimentaria usa mucho fósforo inorgánico, mineral
base de aditivos, conservantes, leudantes, emulsionantes, estabilizantes,
espesantes y saborizantes (ejemplo, el ácido fosfórico de las gaseosas). Una
sola fábrica alemana produce de 20 a 25 toneladas diarias de estas versátiles
sustancias!!! Sólo a causa de estos aditivos, se estima que diariamente
consumimos 1.000mg de fósforo, superando los 800mg que recomienda la
OMS para una persona adulta. Y a esto hay que agregar el fósforo que
ingerimos con los alimentos.
El fósforo es muy utilizado como fertilizante agrícola y ese exceso en los suelos
se transfiere a la cadena alimentaria (vegetales, animales, humanos). El poroto
de soja es, en sí mismo, un gran suministrador de fósforo: aporta 590mg en solo
100g de semillas.
Los lácteos son otra gran fuente de fósforo, ya que la leche vacuna tiene una
relación calcio/fósforo (1:1) muy diferente a nuestras necesidades corporales
(2,5:1). En esta última relación, el fósforo resulta sinérgico del calcio, pero en el
lácteo vacuno, su alta proporción lo convierte en antagónico del calcio, al cual
bloquea. En 100g de queso parmesano encontramos 840mg de fósforo.
Tal como advirtiera hace décadas Hertha Hafer⁵, investigadora farmacéutica
alemana, el exceso de fósforo está en el origen de los desórdenes de conducta
infantil (DDA, hiperactividad, agresividad), problemas que remiten con una
dieta baja en fósforo. Una reciente investigación coreana , demostró que una
dieta alta en fosfatos incrementa el riesgo y la virulencia de tumores pulmonares
y daños en las vías respiratorias.
Pero la abundancia de fósforo (propia de la alimentación industrializada)
también genera otros síntomas: fibromialgia (reuma), artritis, confusión mental,
temblores, calambres, contracturas musculares, reflujos gástricos, daños en
mucosas y flora intestinal. Y sobre todo daño renal, ya que la vía de excreción de
los excesos de fósforo son justamente los riñones.
3. Yahoo News - ar.news.yahoo.com/s/reuters/090819/n_health/salud_embarazo
4. Trabajo del Instituto de Investigación de los Alimentos (IFR) publicado en
octubre de 2007 por el British Journal of Nutrition.
5. Ver el libro “La droga oculta: La dieta de fosfatos (Causa de los problemas de
conducta, dificultades de aprendizaje y delincuencia juvenil) en
www.phosadd.com (sitio australiano solo en inglés)
6. Dirigida por el Dr. Myung Haing Cho de la Seoul National University (Corea)
y publicada en American Journal of Respiratory.
LOS MINERALES DE LA VIDA
Para cerrar estas consideraciones, elegimos un breve pero intenso texto del Dr.
Herbert M. Shelton, uno de los padres del movimiento higienista americano.
Dejemos espacio a sus preclaros conceptos.
El organismo puede usar y asimilar únicamente aquellas sales que se
encuentran en su forma orgánica, sólo ante la presencia de vitaminas puede
utilizar estas sales inorgánicas. Berg apuntó que ningún científico había podido
realizar un informe completo del organismo humano, ni de excreciones, ni de los
alimentos que ingería. Existen numerosas lagunas en torno a la funcionalidad
de los minerales en el interior del organismo y algunos de estos elementos nos
son prácticamente desconocidos.
Algunos minerales, como el zinc o el níquel, realizaban algunas funciones
relativamente similares a las efectuadas por las vitaminas. El profesor
McCollum demostró que los animales que carecían de manganeso perdían su
instinto de maternidad, realizando acciones sorprendentes con las crías, como
negarse a dar de mamar, no construir un nido e incluso comérselas. Sus
glándulas mamarias no habían culminado su proceso de desarrollo y eran
incapaces de secretar leche para sus crías.
Estas son sólo algunas de las consecuencias relacionadas con la deficiencia
mineral. La importancia de estos elementos es fundamental, ya que su presencia
es esencial para culminar los procesos evolutivos de cada uno de los tejidos y
fluidos que conforman el organismo vegetal o animal. La pérdida o falta de uno
de estos minerales puede tener consecuencias nefastas para la vida, incluso
mortales.
Entre las funciones más importantes, debemos señalar que participan
activamente en la construcción de los tejidos orgánicos, principalmente en la
formación de estructuras duras, como los huesos (uno de los elementos
principales de su construcción es el fosfato cálcico), dientes, pelo, uñas, etc.
Asimismo, controlan los niveles de alcalinidad y la gravedad específica de la
sangre. También participan en los procesos secretores del organismo y cualquier
ausencia mineral puede provocar una disminución en las secreciones.
Finalmente los minerales participan como agentes desintoxicantes, al
combinarse con los residuos ácidos de las células. Mediante este proceso,
consiguen neutralizar y preparar los desechos para su inmediata eliminación.
Su presencia en los alimentos previene su descomposición. Es necesario señalar
que la acidosis producida por la fermentación de las proteínas y carbohidratos
puede tener su origen en la extracción mineral de los alimentos.
De una forma muy simplificada, podríamos definir la sangre y la linfa como
líquidos en los que se encuentran diluidos diversos elementos sólidos (igual que
la sal se diluye en el agua). Asimismo, podríamos definir a las células que fluyen
constantemente por la linfa como elementos semilíquidos que contienen
sustancias sólidas disueltas en su interior. Si la linfa que rodea a las células
contiene demasiados elementos sólidos disueltos en su interior, en comparación
con los elementos presentes en el interior de las células, éstas reducen su
tamaño. En cambio, si la concentración de sólidos en la célula supera la
cantidad en la linfa, las células aumentan su tamaño, llegando incluso a
explotar.
En ambos casos, las consecuencias patológicas son nocivas para el organismo.
Si la cantidad de elementos sólidos disueltos en el interior de las células es igual
al contenido del fluido externo, las presiones se equilibran y las células
recobran la normalidad. Los minerales intervienen directamente en este
equilibrio osmótico.
Algo similar sucede con las toxinas acumuladas en el organismo. Una de las
funciones principales de los elementos minerales es controlar y neutralizar los
ácidos generados por estas toxinas. Los minerales intervienen directamente en
la formación de los jugos digestivos. A modo de ejemplo, podemos afirmar que
el ácido clorhídrico que se encuentra en el jugo gástrico contiene cloro.
A diferencia de las proteínas, las grasas o los hidratos de carbono, la presencia
de minerales en el interior de los alimentos no sufre ningún cambio en el
proceso digestivo antes de la absorción. Durante la digestión, el organismo
separa los minerales de los otros elementos y los traspasa directamente a la
sangre.
Si nuestros alimentos no contuvieran los requisitos mínimos de minerales
podríamos morir de hambre. A diferencia de lo que siempre hemos creído, lo
más importante no es la cantidad, sino la calidad. Si nuestra dieta carece de los
elementos minerales necesarios podemos sufrir una lenta, pero progresiva
inanición, padecer trastornos y desequilibrios glandulares o sufrir enfermedades
relacionadas con la escasez mineral. La obtención de un buen estado de salud
debe ir íntimamente relacionada con estos minerales.
Sólo consumiendo aquellos alimentos que contengan nuestras necesidades
minerales, podremos alcanzar un buen estado de bienestar. Podemos estar
seguros que cada elemento mineral posee su propia función que debe cumplir,
aunque sepamos que deben combinarse para culminar ciertas funciones vitales.
Ningún mineral artificial podrá cumplir las funciones de los elementos
naturales. Como afirmara el doctor William H. Hay, “La naturaleza nos
suministra todos los elementos químicos necesarios para nuestra propia
restauración en forma coloidal y orgánica; dos formas que el ser humano ha
intentado imitar durante bastante tiempo sin éxito. Los diferentes fracasos nos
demuestran su incapacidad por conseguir los minerales perdidos a través de
medios artificiales, por lo que debemos confiar simplemente en los coloides
naturales generados por las plantas y las frutas”. Ningún producto químico,
farmacológico o “bioquímico” puede recuperar sus pérdidas minerales, se
encuentre uno sano o enfermo.
OSTEOPOROSIS: MITOS Y VERDADES
El Dr. George J. Georgiou (Ph.D, nutricionista clínico, herbalista, naturópata,
homeópata, iridólogo y psicólogo) examina algunos de los problemas alrededor
de este tema, que tienden a confundir el proceso de la enfermedad llamada
osteoporosis y desentraña algunos mitos.
Los “expertos” constantemente nos bombardean con su propaganda, intentando
vendemos hormonas sintéticas, diciéndonos que comamos productos lácteos
regularmente, y llenándonos con una variedad de suplementos de calcio. ¿Estas
“opiniones especializadas” son válidas? ¿Realmente necesitamos tomar
suplementos de calcio? ¿Ellos actúan previniendo esta enfermedad? ¿Qué hay
sobre los productos lácteos? ¿Realmente nos protegen de la osteoporosis?
La Organización Mundial de la Salud ha definido osteoporosis como una
densidad ósea baja que incluye la presencia de fracturas. La definición médica
de osteoporosis, que era “fracturas causadas por los huesos delgados”, se ha
redefinido subsecuentemente a “una enfermedad caracterizada por la baja masa
del hueso y el deterioro micro-arquitectónico del tejido óseo que lleva a la
fragilidad del mismo, con un aumento consecuente del riesgo de fractura”. La
baja masa del hueso es sólo un factor de riesgo para la osteoporosis; no es la
osteoporosis en sí. El Dr. Love nos ofrece una analogía llamativa: “Esto es como
definir las enfermedades del corazón por tener el colesterol alto, en lugar de un
ataque cardíaco”.
Innecesario es decir que esta nueva definición ha aumentado número de mujeres
y hombres que tienen osteoporosis. Los hombres y mujeres continúan perdiendo
masa ósea cuando envejecen. Por consiguiente, el predominio de aumentos de
baja masa ósea aumenta cuando las mujeres envejecen. El hueso se fractura
debido exclusivamente a su delgadez. Ahora que es más conocida la fisiología
del hueso, está claro que ésta no es la historia real. ¿Por qué parece haber ahora
muchas más mujeres con osteoporosis que en el pasado? El Dr. Love nos
explica: “parte de este aumento es nada más que un cambio en la definición, al
ser más amplio el criterio que define la osteoporosis, es mayor el número de
mujeres que entrarán en dicha categoría.
Mito 1: Las mujeres menopáusicas están en mayor riesgo de contraer
osteoporosis. Hay muchas culturas en el mundo dónde la mujer
posmenopáusica está en buena salud, activa y saludable hasta el extremo de
su vida. Las mujeres mayas viven durante 30 años después de la
menopausia, pero ellas no contraen osteoporosis, no pierden altura, no
desarrollan “la joroba de viuda” y no sufren fracturas. Un equipo de
investigación analizó sus hormonas, niveles y densidad ósea, y encontró que
sus niveles de estrógeno no eran más altos que aquellos de las mujeres
americanas blancas; en algunos casos eran incluso más bajos. Las pruebas
de densidad mostraron que la pérdida de hueso ocurrió en estas mujeres en
la misma proporción de sus colegas americanas.
Mito 2: Los bajos niveles de estrógeno son una causa de osteoporosis. Se
pensaba que todas las mujeres tienen una disminución considerable en el
hueso, a causa del más bajo nivel de estrógeno en la menopausia. Así se dijo
que la deficiencia de estrógeno parecía ser la causa de osteoporosis.
Continuando las investigaciones, se refutó esta idea. Los estudios
individuales que siguen la densidad del hueso de mujeres, con el tiempo han
mostrado que aunque algunas mujeres pierden mucho hueso con la
menopausia, otras pierden un porcentaje comparativamente pequeño;
también, que alguna pérdida empieza antes. Un estudio que utiliza la orina
como prueba para medir pérdida de calcio, encontró que algunas mujeres
son “perdedoras rápidas” y otras son naturalmente “perdedoras normales”.
Si la osteoporosis fuera debida a la deficiencia del estrógeno, nosotros
deberíamos encontrar más bajos niveles de estrógeno en las mujeres con
osteoporosis que en las mujeres sin este desorden. Sin embargo, los estudios
han mostrado que ese nivel hormonal fue similar en mujeres
posmenopáusicas, con y sin osteoporosis. Agregando otro aspecto, hemos
encontrado que las mujeres vegetarianas tienen más bajo nivel de estrógeno
y nivel de densidad ósea más alta que sus pares carnívoras.
El Dr. Jerilynn Prior, Profesor de Endocrinología en la Universidad de Columbia
Británica, ha dirigido una seria investigación que contradice el papel importante
del estrógeno para prevenir la pérdida de hueso. En su estudio de atletas mujeres
encontró que la osteoporosis ocurrió solo en cuando las atletas se volvieron
progesterona-deficientes, aunque sus niveles de estrógeno permanecían
normales. Prior continuó su investigación con las mujeres no atléticas, y ellas
mostraron los mismos resultados. Como resultado de su extensa investigación,
confirmó que no es el estrógeno, pero sí la progesterona, la hormona importante
de la construcción del hueso. Estos hechos demuestran seriamente la
contradicción en cuanto a la deficiencia del estrógeno como eslabón de la
osteoporosis.
Entonces ¿por qué un gran número de doctores y ginecólogos sigue diciendo a
las mujeres menopáusicas que la causa de la osteoporosis es principalmente el
estrógeno y recomiendan tratamientos de sustitución hormonal, cuándo la
investigación también ha mostrado otros factores importantes a la deficiencia de
esa hormona como causantes? El estrógeno, opuesto a la progesterona, causa
salinidad y retención de líquidos, aumento de la coagulación de sangre,
promueve el fibroma uterino, problemas en los pechos, aumento de cálculos, y el
trastorno más vivo y más ominoso: aumenta el riesgo de cáncer de endometrio,
el prolactinoma pituitario, y el cáncer del pecho.
Es obvio que los elevados riesgos del tratamiento de sustitución hormonal pesan
más que los efectos beneficiosos, bastante limitados, sobre el hueso; sobre todo
cuando hay muchas otras alternativas eficaces. ¿Merece la pena aumentar el
riesgo de una enfermedad amenazante para la vida? Probablemente, una de las
razones mayores por la cual los médicos están usando tan a menudo el
tratamiento de sustitución hormonal es debido al hipermercadeo que han
generado las compañías farmacéuticas, que vieron esto como un gran negocio.
Mito 3: Necesitamos más suplementos de calcio. Cuando se pregunta por las
causas de osteoporosis, la mayoría de las personas responde “falta de
calcio”. Dado que el hueso está principalmente compuesto de calcio, podría
parecer lógico relacionar la ingestión de calcio con la salud del hueso. Es
curioso, sin embargo, que cuando se entrecruzan los datos con los de otras
culturas, estos muestran claramente que en los países menos desarrollados,
donde las personas consumen poco o ningún producto lácteo e ingiere
menos calcio, hay muchas más bajas proporciones de osteoporosis.
Los estudios de poblaciones en China, Gambia, Ceilán, Surinam, Perú y otras
culturas, nos informan resultados similares de baja ingestión de calcio y bajas
proporciones de osteoporosis. Mientras es un hecho conocido que la proporción
de calcio adecuado es completamente necesaria para el desarrollo y
mantenimiento de huesos saludables, no hay nada que sugiera una mayor
ingestión de calcio que la normal. Sin embargo, deben entenderse otros factores
vitales que determinan el proceso complejo de tener huesos saludables. Los
huesos son afectados por la ingestión de otros nutrientes de la construcción del
hueso; el consumo de sustancias potencialmente perjudiciales para el hueso,
como el exceso de proteínas, sal refinada, grasa saturada y azúcar blanca; el uso
de algunas drogas (alcohol, cafeína y tabaco); el nivel de ejercicio físico; la
exposición a la luz del sol y a las toxinas ambientales; y muchos otros factores
que limitan el funcionamiento de las glándulas endocrinas.
Hay 18 nutrientes que son importantes en la construcción del hueso, o realmente
esenciales para su salud óptima. Si la dieta personal es baja en cualquiera de
estos nutrientes, los huesos sufrirán. Ellos incluyen: minerales (fósforo,
magnesio, manganeso, cinc, cobre, boro, silicio, flúor), vitaminas (C, D, B6,
B12, K), ácido fólico, ácidos grasos esenciales y proteínas. El cuerpo sólo usa
minerales cuando están en el equilibrio apropiado. Por ejemplo, en las
muchachas que consumen datas altas en carnes, gaseosas y comidas procesadas
(que tienen niveles altos de fósforo), se ha encontrado una pérdida alarmante de
masa ósea. Una proporción de fósforo alta en relación al calcio, hará que éste sea
desalojado de los huesos en un esfuerzo compensatorio. Hay ahora evidencias
que un alto nivel de suplemento de calcio, está en realidad asociado con un 50%
de incremento en el riesgo de fracturas. Todavía no hay ninguna prueba que
aumentando la ingestión de calcio (con suplementos o dieta) después de la
menopausia, se prevengan las fracturas.
SUPLEMENTOS DE CALCIO: RIESGO DE INFARTOS Y ACV
Una reciente investigación de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) ha
concluido que el consumo de suplementos de calcio está relacionado con un
mayor riesgo de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares (ACV). En
concreto, estiman que estas tabletas concentradas pueden incrementar el riesgo
de sufrir un infarto en un 30%, aunque reconocen que esta relación no es
significativa en el caso de ACV.
El trabajo, publicado en la revista “British Medical Journal”, ha realizado un
seguimiento en 12.000 ancianos durante un periodo de cuatro años. Durante ese
periodo, a la mitad de ellos se les administraron suplementos de calcio, y al resto
un placebo. Las conclusiones reflejan que en un grupo de 1.000 personas que
tomen este tipo de concentrados durante cinco años, se registrarían 14 infartos,
10 ACV y 13 muertes más que entre otro mismo grupo que no reciba ese
tratamiento.
Pese a que los expertos no están seguros de la causa por la que las que este tipo
de suplementos dañan la salud, algunos estudios anteriores ya habían asociado
los niveles altos de calcio con este tipo de patologías. “Cuando se toman
suplementos de calcio, los niveles en sangre suben en las siguientes horas hasta
el extremo máximo del rango normal”, afirma Ian Reid, profesor de medicina de
la Universidad de Auckland. “Sin embargo, los niveles en sangre del calcio
apenas varían cuando se toma en la dieta porque el calcio de los alimentos se
absorbe de manera muy lenta”, explica el científico. Reid apunta que una mayor
presencia de calcio puede conducir a la formación de placas en los vasos
sanguíneos y ocasionar la producción de incidentes coronarios.
Fuente: www.consumer.es - 2 de agosto de 2010
Mito 4: La leche y los productos lácteos protegen contra la osteoporosis. ¿Y
qué pasa con las comidas lácteas para la fortificación de los huesos?
Después que todos nosotros nos hemos adoctrinado con este concepto, es
una revelación chocante descubrir que los productos lácteos...
¡¡¡contribuyen a la pérdida de masa ósea!!! Los países que consumen altas
cantidades de productos lácteos (como los países escandinavos), tienen las
proporciones más altas de osteoporosis.
En la sabiduría del cuerpo, la prioridad más elevada es mantener la acidez y la
alcalinidad apropiada para equilibrar la sangre. Una dieta alta en proteínas de
carne y productos lácteos, supone un gran riesgo de osteoporosis, porque hace
que el tenor de la sangre sea muy ácido. Entonces el calcio debe extraerse de los
huesos para restaurar el equilibrio apropiado. Desde cada célula del cuerpo se
usa el calcio para mantener la integridad en la sangre. Por consiguiente el cuerpo
sacrificará el calcio del hueso para mantener la homeostasis en la sangre.
Hay todavía otros problemas con los productos lácteos. Ellos contienen
antibióticos, hormonas estrogénicas, pesticidas y una enzima que es un factor
conocido en el cáncer del pecho. Constantemente se bombardea a las mujeres
con el mensaje que la guerra contra la pérdida de hueso debe incluir suplementos
de calcio y un consumo diario de comidas ricas en calcio, principalmente los
producto lácteos. Los doctores recomiendan entusiastamente el uso a largo plazo
de estrógeno (sintético) a la mujer en período posmenopáusico, y si se requiere
ayuda adicional, pensar en el uso de drogas. Así, armada con este poderoso
arsenal, una mujer estará segura que atravesará protegida y libre de fracturas la
última parte de su vida. Desgraciadamente, esto está muy lejos de la verdad...
Los tratamientos más populares para la osteoporosis son, de hecho, peligrosos a
la salud de mujeres. El estrógeno sintético es una droga carcinogénica conocida.
Más suplementos de caldo no sólo son ineficaces para reconstruir el hueso, sino
que realmente pueden llevar a deficiencias minerales, calcificación y formación
de cálculos en el riñón.
La prevención es mejor que la cura. Cuando se quiere asegurar huesos
saludables, es importante recordar que no sólo está lo que uno se pone en el
cuerpo, sino también lo que uno hace por él. Cada vez con más frecuencia
los estudios están validando los efectos sumamente beneficiosos de
programas de ejercicio peso-productivos para regular la densidad creciente
del hueso en las mujeres del período posmenopáusico. Por lo menos siete
estudios bien controlados han mostrado que cuando una mujer ha hecho
dietas para perder peso, también ha perdido hueso. El entrenamiento eficaz
incluye algunos ejercicios como caminar cuestas ascendentes, andar en
bicicleta y caminar con peso en los pies.
La osteoporosis no es una enfermedad de la vejez o debida a la falta de
estrógeno o a deficiencia de calcio, pero sí es un síntoma del desorden crónico,
propio de nuestra cultura Occidental. Nosotros la hemos incorporado a través de
hábitos dietéticos equivocados, factores de nuestro estilo de vida y exposición a
las drogas farmacéuticas. Es nuestra ignorancia la que nos ha hecho vulnerables
a intereses que han torcido los hechos intencionalmente y de buena gana han
sacrificado la salud de millones de mujeres en el altar de la ganancia y la codicia.
Sólo tomar la responsabilidad por nuestros cuerpos y hacemos el compromiso de
volver a un estilo de vida saludable y equilibrado hará que podamos caminar
bien el resto de nuestras vidas.
EL CALCIO Y LA ACIDEZ
Es poco conocido el significado de alcalinidad, como concepto opuesto a acidez.
Incluso éste término se interpreta en forma muy limitada, asociado sobre todo al
clásico ardor estomacal o a los reflujos. Sin embargo, no es exagerado afirmar
que la adecuada comprensión -y la posterior corrección- de la acidificación
orgánica, serviría para resolver la mayor parte de los grandes problemas que
afligen a la salud pública.
Estos conceptos han sido científicamente demostrados por grandes
investigadores de nuestro siglo y utilizados desde tiempos remotos en la
medicina oriental. Para comenzar, conviene explicar lo que significa acidez y
alcalinidad. Estos dos términos responden a la forma de clasificar la reacción de
cualquier elemento, sobre todo en medios líquidos.
El grado de acidez o alcalinidad se mide a través de una escala de pH (potencial
de hidrógeno), que va de 0 (extremo ácido) a 14 (extremo alcalino), ubicándose
en el centro (7) el valor neutro. O sea que entre 0 y 7 tenemos valores de acidez
y de 7 a 14, de alcalinidad. Esto no quiere decir que lo ácido sea “malo” y lo
alcalino “bueno”, dado que ambos se necesitan y se complementan en las
reacciones químicas. Por ello se habla de equilibrio o balance.
El pH normal para todos los tejidos y fluidos en el cuerpo, excepto el estomago,
es alcalino. Las secreciones digestivas del hígado y su bilis están entre 7,1 y 8,5.
La bilis de la vesícula está entre 5,0 y 7,7. Si cualquiera de estos sistemas de pH
no está en el rango óptimo, las enzimas digestivas y metabólicas en esas áreas y
órganos funcionarán bajo nivel óptimo y se experimentará una baja en la salud.
Con la excepción de la sangre, todos estos sistemas tienen un vasto rango de pH,
en parte, para que puedan ayudar a mantener el balance en el pH de la sangre,
que debe mantenerse entre 7,35 y 7,45. Debido a que el pH de la sangre tiene un
rango tan pequeño, el cuerpo da una gran prioridad para mantener la homeostasis
del pH de la sangre en 7,4.
A pesar de que tejidos y fluidos tienen su función enzimática óptima en la parte
alcalina de su rango, pueden cambiar a un rango ácido si necesitan eliminar
minerales alcalinos para evitar que la sangre se torne muy ácida. Si el sistema se
vuelve muy ácido, la sangre tomará elementos de formación alcalina de las
enzimas del sistema digestivo del intestino delgado. Por ello, un pH balanceado
de la sangre está íntima y críticamente relacionado con una buena digestión.
ASÍ EN LA SANGRE COMO EN LA CÉLULA
Dado que la química corporal genera infinidad de reacciones y exigencias
específicas, intentaremos comprender aquí como funciona el mecanismo base
del equilibrio ácido-alcalino a nivel celular. Los trillones de células que
componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar residuos y
renovarse constantemente.
A fin de satisfacer esta exigencia vital, la sangre cumple dos funciones vitales
para el correcto funcionamiento celular: llevar nutrientes (sobre todo oxígeno) y
retirar los residuos tóxicos que genera la transformación (metabolismo) de
dichos nutrientes.
A nivel celular se produce una especie de combustión interna, que libera calor
corporal. Los residuos que se originan en este proceso de combustión, son de
naturaleza ácida y alcalina; los de naturaleza ácida deben ser evacuados del
organismo mediante la sangre, a través de las vías naturales de eliminación
(hígado, riñones, pulmones…).
En este contexto vuelve a tomar importancia la cuestión enzimática, pues las
enzimas son esenciales para “detonar” dicha combustión y además de la
temperatura, también son sensibles a la variación del pH. Por ejemplo, hemos
visto que las amilasas digestivas pueden actuar sobre los almidones en un medio
alcalino (saliva) y son inhibidas por un medio ácido (secreciones estomacales).
Como vimos, para permitir una eficaz combustión celular, y por otra gran
cantidad de razones fisiológicas, el plasma sanguíneo debe mantener a ultranza
un ligero nivel de alcalinidad. El pH de la sangre puede oscilar en un estrecho
margen: entre 7,35 y 7,45.
Al transgredir estos límites, la sangre pierde capacidad de almacenar oxígeno en
los glóbulos rojos y también pierde eficiencia en la tarea de eliminación de los
residuos celulares. En pocas palabras, la sangre no nutre y no limpia las células,
génesis profunda de cualquier enfermedad. Para dar una idea del estrecho
margen de maniobra del pH sanguíneo, digamos que al descender de 7 se
produce el coma diabético y la muerte.
COMPENSAR O MORIR
Cuando se incrementa el nivel de acidez sanguínea, varios mecanismos
(tampones) buscan restablecer este vital equilibrio. En todos los casos se
requiere la suficiente presencia de bases (álcalis) que neutralicen los ácidos. O
sea que un eficiente metabolismo celular exige un constante flujo de sustancias
alcalinas, con el fin de poder neutralizar los ácidos provenientes del alimento y
del metabolismo celular.
En primera instancia, y como mecanismo más simple, la sangre debe obtener
suficientes bases de los alimentos. En caso de carencia (tanto por exceso de
ácidos circulantes como por deficiencia nutricional de bases), la sangre echa
mano a dos mecanismos de emergencia para preservar su equilibrio.
Un mecanismo consiste en derivar ácidos, depositándolos en los tejidos a la
espera de un mayor aporte alcalino. Esto genera (reuma, problemas circulatorios,
afecciones de piel, etc).
El otro mecanismo es recurrir a su reserva alcalina: las bases minerales (calcio,
magnesio, potasio) depositadas en huesos, dientes, articulaciones, uñas y
cabellos. De este modo, la sangre se convierte en un “saqueador” de la estructura
orgánica, con el único objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico que
permite sostener el correcto funcionamiento orgánico.
Esta lógica funcional es la homeostasis orgánica, que significa “mantener la vida
generando el menor daño posible”. Para el organismo, una menor densidad ósea
no significa peligro para la vida, pero sí un pH ácido en la sangre. Así funciona
el mecanismo de la descalcificación y la desmineralización.
ALIMENTOS RICOS EN CALCIO (en mg/100g de producto)
Algas hiziki
1400
Algas wakame
1300
Queso parmesano
1253
Algas kombu
800
Sésamo
783
Cacao
765
Agar agar
760
Queso gouda
699
Algas nori
470
Uva negra
363
Almendras
283
Perejil
245
Repollo rizado
230
Berro
214
Poroto mung
197
Ortiga
190
Diente de león
173
Higo seco
169
Acelga
149
Yema de huevo
141
Poroto blanco
138
Pistacho
135
Espinaca
126
Leche de vaca
125
Los huesos ceden calcio en forma de sales alcalinas, se hacen frágiles y hay
osteoporosis; las piezas dentales se fisuran con facilidad y surgen caries; las
uñas muestran manchas blancas y se tornan quebradizas; las articulaciones
degeneran y hay artrosis; el cabello se debilita y se cae; se advierten lesiones
en las mucosas, piel seca, anemia, debilidad, problemas digestivos,
afecciones de vías respiratorias, infecciones, sensación de frío, etc.
Normalmente no se asocian estos síntomas con la acidez. Un ejemplo es la
osteoporosis, clásica enfermedad de acidificación. Sin embargo se la combate
inadecuadamente con alimentos (lácteos) que, por su aporte ácido, agravan el
problema. El sentido común nos indica que frente a osteoporosis y anemia, lo
correcto es atacar la causa profunda del problema: alcalinizar el organismo para
neutralizar su acidez.
LAS FUENTES DE CALCIO
Por lo visto, podemos concluir que para permitir el normal trabajo de la sangre y
las células, debemos ser cuidadosos en el aporte que realizamos a nuestro cuerpo
a través de los alimentos que ingerimos. Por un lado tratando de evitar alimentos
(y situaciones) acidificantes, y por otro incrementando la provisión de bases a
través de una mayor ingesta de alimentos alcalinizantes. Todo esto
complementado por un buen aporte de oxígeno, a través del necesario
movimiento, y un correcto funcionamiento de los órganos depurativos
encargados de eliminar los ácidos.
La idea es que la variedad de alimentos que muestra la tabla (señalados en
cursiva los “emblemáticos” aportantes de calcio), nos incentive a diversificar y
enriquecer nuestra alimentación, evitando los riesgos generados por la toxicidad
de las fuentes animales y las fuentes sintéticas industriales.
Por otra parte, como siempre conviene ser cautos y no caer en exageraciones que
puedan llevarnos a padecer las consecuencias, también indeseables, de un exceso
de calcio (cálculos, calcificación arterial, sobrehuesos, cataratas, etc).
En el equilibrio, la variedad y la calidad de nuestros nutrientes, está el secreto
del balance natural y fisiológico.
ANEMIA: EL MITO DEL HIERRO
Detrás de una carencia de hierro expresada en un análisis bioquímico, se
esconden muchas más cosas que un simple estado anémico y una falta del
mineral. El fluido sanguíneo, adonde se requiere la presencia del hierro para
formar la hemoglobina, está demandado en muchos frentes de la fisiología
corporal, que debe sobreponerse a los desafíos del “modo supervivencia”.
Un primer factor es la inflamación, que instalada normalmente en forma
“crónica”, reclama flujo sanguíneo extra. Otro factor son las menstruaciones
abundantes son otra vía de drenaje cotidiano. Un tercer factor son los parásitos
internos que consumen sangre: se sabe que unos 500 Ancylostoma (nematodos
que producen anquilostomiasis y anemias) pueden consumir 250cc diarios. Y
también se sabe que en el intento por debilitar a estos invasores, el cuerpo deriva
reservas al bazo en forma de ferritina. Un cuarto factor es la disbiosis bacteriana
y el desorden intestinal, que impiden la eficiente conversión y asimilación de los
iones de hierro (sean férricos o ferrosos) a hemoglobina, tal como se explica más
adelante. ¿Falta de hierro o exceso de desorden?
Como veremos, lo que habitualmente llamamos “carencias nutricionales” son
apenas un síntoma de algo mucho más profundo: el ensuciamiento corporal
crónico. Si uno se concentra en resolver este desorden “madre”, luego, todo lo
demás (incluso otros síntomas que seguramente uno padece, pero que no asocia
con la causa central) remite solito; no por arte de magia, sino como fisio-lógica
consecuencia.
Cuando se habla de hierro, generalmente hay una asociación con productos de
origen animal. Por lo visto anteriormente esto puede deberse a su fácil
asimilación y a los hábitos carnívoros de la población. Sin embargo la
observación de la tabla adjunta nos muestra gran cantidad y variedad de
alimentos ricos en hierro. Además el texto explica la incidencia de la flora
intestinal en el ciclo metabólico del hierro.
En épocas en que la cría animal recibe los indeseables aportes de hormonas,
antibióticos y balanceados (los cuales pasan al ser humano por cadena
alimentaria), es bueno procurar el aporte de hierro a través de alternativas menos
tóxicas y más confiables. Ciertos órganos animales (sobre todo hígado y riñón)
acumulan toda la toxicidad aportada por medicamentos y alimentos balanceados
(metales pesados).
HIERRO Y FLORA
Inicialmente es importante comprender que el tipo de alimentación que
practiquemos, determinará la calidad y composición de nuestra flora intestinal.
Claramente, un vegetariano desarrollará preeminencia de flora fermentativa,
mientras que una persona carnívora tendrá prevalencia de flora putrefactiva.
El ser humano, por su condición de omnívoro, debe convivir con ambas
realidades y si bien tiene mecanismos de adaptación, los problemas surgen del
desequilibrio. En los animales, este dualismo está bastante atenuado por los
hábitos instintivos de dicho reino. Por un lado están los animales fitófagos, o sea
comedores de vegetales, como los simios, las vacas o los caballos. Por otro lado
están los predadores (carnívoros cazadores, como los leones) y los necrófagos
(carroñeros, como los buitres). Lamentablemente los animales sufren las
consecuencias de la domesticación humana, irrespetuosa de su naturaleza
intrínseca; esto les suele crear problemas de salud que no difieren mucho de los
padecimientos que sufre el mismo ser humano cuando artificializa su dieta.
Tanto animales como seres humanos, necesitamos la adecuada presencia de
microorganismos adaptados al proceso metabólico del alimento que ingerimos
cotidianamente. A su vez, dichos alimentos promueven el desarrollo de la
correspondiente flora especializada. Los microorganismos fermentativos son
aquellos mecanismos biológicos que la naturaleza desarrolló para metabolizar
alimentos vegetales y sintetizar, a partir de ellos, las necesarias vitaminas,
proteínas, enzimas, etc. Estas bacterias viven en simbiosis con el animal en cuyo
intestino se hospedan, y lo protegen. La flora fermentativa produce ácido láctico
(por ello se habla de bacterias lactoacidófilas), el cual inhibe la reproducción de
microbios putrefactivos. Las bacterias fermentadoras más importantes son las
bifidobacterias y los lactobacilos acidófilos.
Por su parte los productos cárnicos contienen microorganismos putrefactivos
(clostridios, proteus, estafilococos, escherichia coli, etc), mecanismos biológicos
naturales de la descomposición cadavérica que son abundantes en los intestinos
de animales carnívoros y necrófagos (carroñeros). Estos animales tienen
mecanismos protectivos contra las sustancias que genera el metabolismo
putrefactivo, pero dichos mecanismos son menos eficientes en el organismo
humano, obligado a convivir con ambas realidades. En este sentido, el elevado
consumo de proteína animal genera un manejo crítico de varios subproductos del
metabolismo putrefactivo. Nos referimos a la histamina (genera alergias), el
amoníaco y el ácido úrico (artritis y reuma), la tiramina (irrita el sistema
nervioso, baja la inmunología, produce taquicardia y angustia), compuestos
como los fosfatos, los uratos y los oxalatos (causan osteoporosis), o la
cadaverina y la putrescina (intoxican y desnutren). Además, el metabolismo
putrefactivo inhibe la síntesis y absorción de vitaminas, minerales y nutrientes
importantes, mientras que estimula el estreñimiento
El hierro y la anemia son buenos ejemplos para ilustrar esta dicotomía provocada
por la coexistencia de ambos tipos de floras. El hierro, un micromineral (hay
apenas 4 gramos en una persona adulta) clave en el transporte del oxígeno y en
la activación enzimática, está presente tanto en alimentos vegetales (ión férrico)
como animales (ión ferroso). El hecho que el organismo lo asimile en forma de
ión ferroso, no quiere decir que no pueda asimilar el hierro vegetal. La
transformación iónica la realiza la misma flora fermentativa. Los cítricos (ricos
en vitamina C y bioflavonoides) incrementan la velocidad de esta
transformación.
Pero para evitar la anemia no basta con suficiente cantidad de hierro; también se
necesita vitamina B12 (sintetizada por las bacterias fermentativas), ácido fólico
y ácido málico (ambos presentes en vegetales). Por su parte, la flora putrefactiva
conspira a favor de la anemia en dos aspectos: generando toxinas que afectan la
eficiente regeneración sanguínea e inhibiendo la benéfica flora fermentativa. O
sea que una buena disponibilidad de hierro requiere, tanto en vegetarianos como
en carnívoros, un correcto equilibrio de la flora intestinal. Los carnívoros,
teóricamente favorecidos por la ingesta de hierro más fácilmente asimilable,
pueden tener anemia por carencia de los necesarios efectos de la flora
fermentativa. Los vegetarianos, favorecidos
en este aspecto, sin embargo pueden verse perjudicados por una proliferación
putrefactiva a causa de desequilibrios, como la candidiasis crónica.
Este dualismo bacteriano (fermentación-putrefacción) también tiene mucho que
ver con el equilibrio ácido básico del organismo. En los animales fitófagos o
vegetarianos, la materia fecal excretada por un cuerpo sano, muestra un pH
ácido; en los carnívoros, dicho pH es alcalino. Esto es consecuencia de los
diferentes metabolismos. La digestión fermentativa permite asimilar sustancias
alcalinas, que pasan rápidamente a la sangre. Por su parte, los microbios
putrefactivos retienen los álcalis y generan la absorción sanguínea de sustancias
ácidas. Es por ello que la flora fermentativa ayuda a alcalinizar la sangre,
mientras que la flora putrefactiva la acidifica.
HIERRO, ANEMIA Y PARASITOS
Muchas son las especies de parásitos que se alimentan del fluido sanguíneo del
hospedador. Y aunque resulte bastante difícil determinar la cantidad de sangre
usurpada por el intruso, la cantidad desviada por ese curso puede llegar a ser
considerable. Por ejemplo, hay investigadores que estiman que apenas 500
ancylostoma pueden llegar a extraer del hombre hasta 250cc de sangre por día,
lo cual constituye una significativa pérdida permanente de hemoglobina, células
y suero. El botriocéfalo⁷, por ejemplo, es capaz de causar una anemia de tipo
perniciosa, pues absorbe una enorme cantidad de vitamina B 12.
ALIMENTOS RICOS EN HIERRO (mg/100g de producto)
Espirulina
52,8
Tomates deshidratados
39,4
Brotes de alfalfa
35,0
Fenogreco
33,6
Algas hiziki
29,0
Menta
27,4
Agar agar
21,0
Sésamo
20,1
Algas nori
20,0
Melaza de caña
20,0
Brotes de trigo
19,8
Levadura nutricional
17,5
Jengibre
17,0
Coriandro
16,1
Harina de algarroba
16,0
Polen de abejas
15,9
Azúcar integral mascabo
15,0
Brotes de soja (mung)
15,0
Algas kombu
13,0
Algas wakame
12,9
Cebada perlada
12,3
Cacao amargo
12,2
Semillas de zapallo
11,2
Riñón de ternera
10,0
Germen de trigo
10,0
Semillas de girasol peladas
8,9
Mijo pelado
8,8
Habas secas
8,2
Yema de huevo (3 unid)
8,0
Perejil
8,0
Hígado de ternera
7,9
Porotos aduki
7,6
Quínoa
7,5
Pistacho pelado
7,4
Pero la relación entre parásitos y hierro no se limita a la ingesta de los huéspedes
internos: es también n una clara estrategia disuasoria del propio cuerpo. Cuando
el organismo se ve invadido por demasiada población parasitaria, echa mano a
un recurso extremo. Conocida la dependencia de estos huéspedes por la
hemoglobina, el organismo intenta privar del vital recurso a los parásitos. El
mecanismo consiste en convertir la forma disponible del hierro en una forma no
disponible (ferritina) y almacena dicha reserva en el bazo.
Esto fue comprobado a principios de siglo pasado en el África sahariana, donde
los pobladores locales, habituados a convivir con parasitosis endémicas
favorecidas por las naturales condiciones ambientales, estaban crónicamente
adaptados a una forma de carencia crónica de hierro, como mecanismo de
supervivencia.
Llegadas las “salvadoras” avanzadas médicas extranjeras (bajo organizaciones
tipo OMS), plagadas de buenas intenciones, comenzaban con la conocida
práctica de suplementar frente a la anemia. Esto no hacía más que beneficiar a
los “huéspedes” internos, que bien “alimentados” tomaban el control de la
situación y provocaban la muerte masiva de los pobladores locales.
LAS FUENTES DE HIERRO
Respecto a los valores mencionados en la tabla, cabe señalar que deben tomarse
como orientativos, dada la gran diferencia existente en distintos análisis y
distintas condiciones de producción de los alimentos. Las condiciones de suelo
condicionan directamente el contenido de sales en el producto final, razón por la
cual conviene siempre orientarse por cultivos orgánicos o productos de origen
silvestre, evitando en lo posible el empobrecimiento generado por la producción
intensiva y química.
Otro consejo es evitar los productos “enriquecidos” con hierro, ya que
industrialmente se utilizan forman inorgánicas: gluconato ferroso, sulfato ferroso
o fumarato ferroso. Estas formas sintéticas son asimiladas y acumuladas en
exceso en el organismo, dando lugar a riesgo de enfermedades cardíacas y
cáncer. Por este tema, algunos países europeos han prohibido la aditivación de
hierro a las harinas.
Tal como vimos en el caso del calcio, la idea es que la variedad de alimentos que
muestra la tabla (señalados en cursiva los “mitológicos” aportantes de hierro),
nos incentive a diversificar y enriquecer nuestra alimentación, evitando los
riesgos generados por la toxicidad de las fuentes animales y las fuentes sintéticas
industriales.
Por otra parte, como siempre conviene ser cautos y no caer en exageraciones que
puedan llevarnos a padecer las consecuencias, también indeseables, de un exceso
de hierro. En el equilibrio, la variedad y la calidad de nuestros nutrientes, está el
secreto del balance natural.
Síntomas de carencia de hierro: Anemia, acidosis orgánica, piel pálida o
áspera, problemas de concentración, dificultad respiratoria, fatiga, rayas
verticales en uñas, uñas frágiles, dificultades al tragar, infecciones, cefaleas
crónicas, hipotiroidismo, estreñimiento, astenia, palpitaciones, arritmias,
artritis, manejo del estrés.
Síntomas de exceso de hierro: Cirrosis hepática, hipertensión, diabetes,
hiperactividad, hepatitis, infecciones crónicas, migrañas, problemas
emocionales (hostilidad, agresión), artritis reumatoide.
CLOROFILA COMO FUENTE DE HIERRO
Uno de los principales atributos de los vegetales, es la captación de energía
fotónica y la consecuente generación de clorofila (transformación de energía
luminosa en energía química).
La clorofila es estructuralmente similar a la hemoporfirina, precursor de la
hemoglobina, responsable del transporte de oxígeno en la sangre y cuya
deficiencia se asocia a la anemia. La diferencia es que la clorofila tiene un ión de
magnesio en lugar de hierro. De hecho, es la clorofila la causa de la riqueza en
magnesio de los vegetales (en especial las hojas verdes).
El poder depurativo, oxigenante y regenerador de la clorofila es enorme. Estos
pigmentos presentes en vegetales terrestres y marinos (algas), están
especializados en captar energía luminosa (fotones) para convertirla en energía
química. La estructura molecular de la clorofila es exactamente igual a la
hemoglobina sanguínea, con la diferencia que la clorofila tiene un ion central de
magnesio en lugar de hierro.
La clorofila de las hojas permite: depurar la sangre, eliminar toxinas del cuerpo,
alcalinizar el organismo, controlar infecciones, crear un ambiente adverso para
virus y parásitos, cicatrizar heridas, reducir la presión sanguínea, hacer más
eficiente el ciclo de la insulina, mejorar la actividad tiroidea, modular mejor el
colesterol y mejorar estados degenerativos como las esclerosis.
7. Botriocephalus, gusano chato que llega a tener 15 metros de longitud, cuyas
larvas se enquistan en los peces y mediante su consumo llegan al intestino
humano, en un ciclo similar al de las tenias.
LA POLÉMICA B12
En realidad esta vitamina es consecuencia de síntesis bacteriana. Los mejores
precursores de la B12 son aportados por el polvo que está sobre frutas, verduras
y vegetales en general. Y luego es la química bacteriana la que hace el resto. Así
que, desde este conocimiento, conviene poner en tela de juicio la paranoia de la
asepsia.
Obvio que pueden no ser necesarios los suplementos (tal vez solo al comienzo,
hasta regenerar flora e hígado, puedan ayudar complementos a modo de
“empujón”, de un modo económico y carente de riesgos), pero sí es necesario
encarar el proceso depurativo profundo. Y sobre todo el reordenamiento del
bioma intestinal, ya que son las bacterias las protagonistas de la síntesis y
absorción de esta vitamina. Si la B12 está presente en animales, es porque ellos
generan el ámbito bacteriano para asimilar este metabolito microbiano ¿Qué
pasaría si a fuerza de suplementos “normalizamos” los valores en el análisis de
laboratorio, pero no atendemos el reordenamiento interno?
Veamos: cada vez que se habla de eliminar el consumo de proteína animal, se
agita el miedo por la falta de vitamina B12, siendo conocido el hecho que la
carencia de cobalamina (su nombre técnico) puede causar anemia perniciosa,
degeneraciones nerviosas, malformaciones en el embarazo e incluso la muerte.
Pocos cuestionan si esta carencia es nutricional o bien responde a una dificultad
asimilativa ¿Acaso esos síntomas no los acusan también empedernidos
carnívoros? ¿Cómo? ¿No es que la carne se hace imprescindible para garantizar
su adecuado nivel corporal? Tampoco se repara en que las poblaciones
vegetarianas del Planeta, que siempre hubo (los humanos evolucionamos durante
tres millones de años con dieta vegetal), hay y habrá, son las más longevas y
saludables.
¿QUÉ ES LA VITAMINA B12?
La vitamina B12 o cobalamina (así llamada porque contiene cobalto) es una
vitamina hidrosoluble (su exceso se drena por orina) que se ofrece en el mercado
de los suplementos bajo distintas formas (ciano, hidroxi, metil ó dosoxiadenosil
cobalamina). Resulta clave para el funcionamiento normal del cerebro, del
sistema nervioso, y para la formación de la sangre y de varias proteínas.
Esta vitamina no es producto de células animales ni vegetales: las bacterias son
las únicas capaces de fabricarla. Su síntesis química es muy compleja (necesita
70 reacciones enzimáticas), razón por la cual la producción industrial también se
lleva a cabo gracias a la colaboración bacteriana.
Hay varias bacterias que hacen síntesis de B12. Una de las más conocidas es
Pseudomonas denitrificans, la gran productora comercial. Su alimento son los
compuestos de azufre reducido. De hecho, bajo condiciones apropiadas, estas
bacterias se cultivan en melaza de remolacha azucarera (hortaliza que aporta el
precursor betaína).
También se produce a partir de otras bacterias como Streptomyces griseus,
Propionibacterium freudenreichii y Propionibacterium shermani. Igualmente
otras especies generadoras son: Acetobacterium, Enterobacter, Agrobacterium,
Alicaligenes, Azotobacter, Bacillus, Clostridium, Corynebacterium,
Flavobacterium, Lactobacillus, Micromonospora, Mycobacterium, Nocardia,
Protaminobacter, Proteus, Rhizobium, Salmonella, Serratia, Streptomyces,
Streptococcus y Xanthomonas.
Los animales tienen B12 como reserva propia, pero ya no la sintetizan como
antes, a causa de suelos y alimentos empobrecidos, y por la disbiosis generada
por la moderna nutrición industrializada y el amplio uso de antibióticos en la cría
de escala. Estas causas también se aplican al moderno “animal humano”. ¿O no?
NECESIDADES HUMANAS
Los humanos tan sólo necesitamos de 3 a 5 microgramos diarios y nuestro
hígado puede almacenar reservas para varios años. En los adultos, los síntomas
típicos de deficiencia son: fatiga, mareos, piel pálida, falta de concentración,
dificultad para respirar, inflamación y enrojecimiento de lengua y encías,
confusión, depresión, perdida del equilibrio, hormigueo en extremidades,
anemia…
A menudo estos síntomas se desarrollan gradualmente a lo largo de varios meses
o hasta un año antes de ser identificados como provocados por deficiencia de
B12 y generalmente son reversibles mediante la administración de vitamina
sintética. Esto puede transmitirse a bebés amamantados por madres veganas
cuya propio nivel de B12 sea bajo. En casos de deficiencias severas se
manifiestan un tipo específico de anemia (megaloblástica) y síntomas
neurológicos.
Pueden ser causantes de esta carencia: el uso de antiácidos (omeprazol), el
tratamiento para úlceras, el uso de metformina (droga empleada por diabéticos),
la diabetes, el alcoholismo, el uso de quimioterapia, el consumo excesivo de
café, el bypass gástrico, la acidez estomacal, los reflujos gástricos, enfermedad
de Crohn (inflamación intestinal crónica), el padecimiento celiaco, etc. Ahora
bien, ¿estos causales pueden responder solo al déficit de vitamina B12?
ANEMIAS MEGALOBLÁSTICAS
La deficiencia severa de ácido fólico o de vitamina B12, se asocia a un tipo de
específico anemia llamada “megaloblástica” (porque los glóbulos rojos tienen un
aumento de tamaño) y a una variedad de síntomas neurológicos.
La anemia perniciosa es un tipo de anemia megaloblástica, causada por una
gastritis atrófica y la subsiguiente pérdida de las células parietales del estómago,
responsables de secretar el factor intrínseco. Se suele atribuir a un defecto en la
absorción de B12, ya que el factor intrínseco es indispensable para ello.
Pero en un 90 por ciento de los casos se debe a una reacción autoinmune. La
anemia perniciosa se observa como resultado secundario de ciertas
enfermedades endocrinas autoinmunes, tales como diabetes tipo 1,
hipoparatiroidismo, enfermedad de Addison, hipopituitarismo, enfermedad de
Graves, tiroiditis crónica, miastenia grave y vitiligo.
También se debe a problemas digestivos o por efecto de medicamentos que
alteran la absorción gástrica, como infecciones por Helicobacter pylori, gastritis
crónicas, enfermedad de Crohn, las citadas carencias de B12, pobreza,
desnutrición, esprue tropical o enfermedad celíaca, una dieta deficiente durante
el embarazo (sobre todo en el primer trimestre), pacientes bajo tratamientos para
tuberculosis, etc.
LA CUESTIÓN NUTRICIONAL
Los animales son buena fuente de esta vitamina, simplemente porque en ellos se
desarrollan más bacterias. Pero esto se creó el mito: al no comer carne y leche,
habrá carencia de B12.
Sin embargo, también los vegetales aportan precursores. Las algas marinas
(vegetales del mar, como las kelp, wakame y nori) son las mejor dotadas;
también la levadura nutricional y las microalgas espirulina (es el alimento no
animal con mayor concentración de estos precursores de la B12). Como hemos
visto, también la remolacha y las hortalizas de las familias umbelíferas (apio,
perejil), liliáceas (ajo, cebolla) y crucíferas (brócoli, coliflor, repollo) nos aportan
los precursores compuestos azufrados. Y no olvidemos que la clorofila es la
fuente más fisiológica y abundante de la molécula base: la porfirina.
Ahora bien, ¿cómo se logra que todos los precursores ingeridos, sean
aprovechados por el organismo? En el ciclo metabólico de esta vitamina entran
en juego la flora intestinal, el adecuado fluido biliar y la riqueza enzimática.
Merced a un armónico sinergismo, el proceso asimilativo adquiere su máxima
eficiencia.
En contrapartida, la demanda de B12 se ve incrementada por el exceso de
proteínas en la dieta; al consumir menos proteínas, menor necesidad. Por otra
parte, el calor puede destruir hasta el 96% de la B12 presente en el alimento; o
sea que a más crudos, menor necesidad.
Todo esto indica que incluso un carnívoro, a pesar del consumo de carne y
lácteos, puede tener deficiencia, a causa del exceso proteico (mayor demanda
orgánica), el desorden de la flora intestinal (menor absorción), la abundancia de
cocción (destrucción de la B12 y de las enzimas necesarias para su
metabolización) y la malfunción hepática (reducido flujo biliar y consiguiente
disminución del aporte orgánico).
El Dr. Víctor Herbert, gran investigador de esta vitamina, estima que diariamente
la bilis secreta en nuestros intestinos entre 1 y 10mcg de B12, siendo nuestra
necesidad de apenas 5mcg (0,000005g). Recordemos que un hígado saludable
debe producir diariamente alrededor de un litro de fluido biliar, mientras que un
hígado colapsado y lleno de cálculos intra-hepáticos puede llegar a secretar
apenas 200cc en una jornada.
Por más carne y suplemento de B12 que uno ingiera, si la bilis es escasa
(presencia de “piedras” que bloquean el flujo biliar), la flora está desequilibrada
(habitualmente en lugar de flora hay “fauna”) y el cuerpo sufre una crónica
carencia enzimática (la “bancarrota” que vimos en el capítulo anterior), es obvio
que la cuestión no tendrá final feliz. Y es que lo “normal” hoy día, son personas
que conviven con todos estos factores negativos.
CONCLUSIONES DE SENTIDO COMÚN
Estigmatizar a los vegetarianos como “población a riesgo” o a los veganos como
“irresponsables sociales”, es faltar el respeto al sentido común. Acaso los no
vegetarianos ¿no tienen también estas carencias? Acaso ¿no hay gran cantidad
de anémicos en la población carnívora? Acaso ¿quién lleva la estadística de la
cantidad de niños con problemas neurológicos generados por padres omnívoros?
Acaso ¿no hay buenos y malos vegetarianos, al igual que hay buenos y malos
carnívoros?
Siendo que en naturaleza los circuitos bacterianos de la B12 funcionan en
animales que viven en entornos naturales y no funcionan en animales de
cría/alimentación industrializada/antibioticada ¿no será que estamos pagando el
precio por la excesiva aseptización de nuestras vidas urbanas modernas? ¿No
tiene todo esto acaso que ver con la masiva disbiosis intestinal, generada por
nuestros alimentos industrializados, la alta presencia de antibióticos y
agroquímicos en la cadena alimentaria, y la preminencia de nuestras patologías
gástricas/digestivas con compromiso estomacal/intestinal/hepatorenal?
No tiene sentido generar polémicas ni conflictos, cuando una eventual carencia
se puede resolver con suplementos económicos y que no generan riesgos. No
somos “anti suplementos” pero sí críticos de la actitud de “tapar síntomas”,
enfocada en que el análisis “dé bien” y sin actuar sobre la verdadera causa
profunda, que es lo que corresponde.
El valor de B12 es solo la punta de un iceberg y como toda problemática
corporal, es multifactorial. Por tanto las soluciones también deben ser
multifactoriales. O sea, tomemos el suplemento al mismo tiempo abordemos la
causa profunda, que es el ensuciamiento crónico.
CÓMO RESOLVER EL DESORDEN
Hay muchas cosas que podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida. Este
término significa: buen nivel de energía, adecuado manejo del estrés, retardo del
proceso de envejecimiento y ausencia de los desequilibrios que llamamos
enfermedad. Si nos autoreparamos, nos autodepuramos y nos autoregeneramos,
¿por qué se degrada nuestra calidad de vida?
¿Por qué nos resignamos a la mediocridad, conviviendo con enfermedades
crónicas y degenerativas? ¿Por qué esperamos un diagnóstico grave, para recién
entonces comenzar a modificar los hábitos nocivos? La calidad de vida depende
únicamente de nosotros y podemos mejorarla a través de cosas sencillas que
podemos incorporar en nuestra rutina diaria, beneficiando a todo el entorno
familiar.
¿Por qué cree usted que nos ocurren estas cosas?:
•Vivimos menos y peor
•Envejecemos más rápido
•Los niños tienen problemas de viejos
•Nos falta energía
•No manejamos el estrés
•Nos resignamos a la mediocridad
•Convivimos con enfermedades crónicas
•Aumentan las afecciones degenerativas
•La ancianidad no es dignidad; se padece
¿Puede ser todo esto culpa de virus, genética o estrés? Virus y genes requieren
siempre las necesarias e imprescindibles condiciones favorables para expresarse.
Si no le brindamos un “terreno” acorde, no pueden manifestarse.
Por su parte, el estrés es consecuencia y no causa del problema. ¿Qué hay detrás
de una persona estresada?:
•Desorden nutricional: excesos y carencias
•Síntesis hormonal desequilibrada
•Acidosis orgánica; falta de alcalinidad
•Malfunción intestinal
•Y sobre todo, colapso hepático
Como luego veremos, el hígado controla la vitalidad, el estado emocional y la
claridad mental de una persona. Un hígado sobrecargado y colapsado, generará:
depresión, cólera, irritabilidad, mal humor, violencia, agresión, estrés…
Entonces, ¿no es más correcto decir que una persona está intoxicada en lugar de
rotularla como “estresada”?
LA CAUSA PROFUNDA
Los modernos problemas de salud son apenas síntomas del ensuciamiento
corporal, problema generado en las últimas décadas a causa de nuestra
antinatural alimentación artificializada y el total olvido del mantenimiento
depurativo. El Dr. Jean Seignalet, catedrático francés que investigó el tema
durante décadas en miles de pacientes con enfermedades crónicas y
degenerativas, demostró la incidencia de la moderna alimentación como causa
profunda de las principales patologías actuales, muchas de ellas consideradas
“incurables” por la ciencia.
El problema comienza cuando los alimentos que ingerimos no están adaptados a
nuestra fisiología. Entonces la digestión de la comida es insuficiente, la flora se
desequilibra, se genera putrefacción, inflamación y enlentecimiento del bolo
alimenticio. Esta combinación de factores genera un peligroso incremento de la
permeabilidad intestinal, lo cual permite que gran cantidad de macromoléculas
alimentarias y bacterianas, atraviesen fácilmente la delgada mucosa intestinal.
De ese modo, un gran volumen de sustancias inconvenientes pasa rápidamente al
flujo sanguíneo, generándose graves problemas ulteriores, como la hipertensión,
el colapso de la función hepática, el “tilde” del sistema inmunológico e inéditas
parasitosis crónicas. Dicho de otra manera, en condiciones normales, lo toxico y
no digerido, se elimina; actualmente, lo toxico y no digerido, se absorbe.
El Dr. Seignalet clasificó a las enfermedades según los tres tipos de reacciones
generadas por las distintas moléculas que atraviesan la mucosa intestinal
permeable. Cuando se trata de moléculas antigénicas (que provocan reacción
inmune), progresivamente se generan enfermedades autoinmunes. Cuando las
moléculas no provocan reacción inmunológica, su acumulación progresiva
genera enfermedades de intoxicación. Cuando las moléculas ensuciantes intentan
ser eliminadas por los glóbulos blancos, su abundancia genera enfermedades de
inflamación.
Luego de 30 años de tratar y remitir casos incurables, es importante lo que
concluyó el Dr. Seignalet: “Al final, es el balance entre los aportes y las salidas
de desechos, lo que determina la evolución de la enfermedad:
•Cuando los aportes superan las salidas, más o menos tarde podemos esperar una
enfermedad;
•Cuando las salidas superan los aportes, el retorno a la normalidad es posible;
•La eliminación parcial de los desechos se traduce en una mejora parcial;
•La eliminación total de los desechos se traduce en una remisión completa”.
En síntesis, lo que habitualmente llamamos enfermedad, no es más que un
intento del cuerpo por sobreponerse al agobio tóxico… que nosotros mismos
generamos cotidianamente y nunca aliviamos. Es fácil constatar cómo
reduciendo la toxemia, remiten los síntomas que habitualmente rotulamos como
“enfermedades”.
¿CÓMO EMPEZAR?
En presencia de un organismo sobrecargado de toxinas, y más aún, si dicho
estado de sobrecarga es de antigua data, la pregunta resulta obvia: ¿por dónde
empiezo? Por cierto, cada organismo es distinto y reacciona en forma diferente,
pero en todos los casos la necesidad imperiosa es una: limpiar para restablecer el
orden perdido.
Es por ello que, a modo de estrategia inicial, hablamos de un proceso depurativo
básico. Dicho conjunto de acciones, está basado en dos aspectos imprescindibles
y complementarios, que van bien para todos: evacuar los desechos antiguos
acumulados y evitar que penetren nuevos desechos, sin dejar de satisfacer las
necesidades orgánicas. Tal como indica el ejemplo del automóvil con su motor
carbonizado, ambas cosas (limpiar y no ensuciar) deben realizarse al mismo
tiempo.
Quién haya realizado alguna cura depurativa, habrá constatado la cantidad de
toxinas que pueden acumularse en el cuerpo. Cuando el organismo ve
sobrepasada su capacidad de eliminación, no tiene más remedio que almacenar
la escoria tóxica remanente, rogando que en algún momento se produzca la
pausa que permita evacuar los desechos.
Esta pausa sería el antiguo y olvidado hábito del ayuno, o bien una crisis
depurativa (el caso de una gripe). Pero como los ayunos no se hacen y las crisis
se reprimen con fármacos, los remanentes tóxicos se incrustan cada vez más en
las profundidades de los tejidos, encapsulados en líquidos o cuerpos grasos para
evitar que generen daño.
Dicha lógica corporal (homeostasis) de no contaminar el resto del organismo, es
similar a la que usamos en casa cuando hay huelga de recolectores de basura.
Mientras esperamos que se restablezca el servicio, depositamos los residuos en
bolsas gruesas, para evitar que contaminen la vivienda. Como el cuerpo no
dispone de bolsas de consorcio, echa mano a la grasa corporal (captura lipógena)
o a la cristalización (cálculos hepáticos) para encapsular y aislar toxemia.
LIMPIAR Y NO ENSUCIAR
Habiendo visto los principales mecanismos y leyes de la depuración orgánica,
estamos en condiciones de evaluar puntos críticos, tipos de desechos
predominantes y órganos a estimular. Pero más allá de las particularidades de
cada persona, veremos a continuación un conjunto de recursos que pueden
utilizarse simultáneamente, con cierta seguridad e indudables beneficios en todos
los casos. Nos referimos al proceso depurativo básico, un abordaje efectivo,
basado en dos líneas de acción bien identificadas: limpiar y no ensuciar.
Es obvio que cada persona responde a una particularidad y a una historia que la
diferencia del resto. No será lo mismo un individuo que ha siempre cuidado su
estado general, a una persona con ensuciamiento corporal crónico, que por años
no ha realizado ninguna tarea depurativa, cosa por demás frecuente hoy día. Por
cierto, tampoco serán iguales las reacciones orgánicas frente al trabajo
depurativo, pero en ningún caso resulta contraproducente actuar. Es más, a
mayor cronicidad y gravedad, mayor necesidad de intensificar la tarea.
Obviamente siempre es mejor contar con la supervisión de un profesional para
llevar adelante estas prácticas eminentemente caseras. El problema es encontrar
un profesional que maneje estos conceptos y estas temáticas, en muchos casos
ignoradas u olvidadas. Un ejemplo de esto es la “negación oficial” de los
cálculos hepáticos, las burlas disuasorias frente a los lavajes intestinales o la casi
nula consideración de las parasitosis, acusando a los pacientes de “delirio
parasitario” frente a obvios falsos negativos de estudios inadecuados.
De allí la importancia que estos temas sean retomados seriamente por la
ortodoxia médica, a fin de lograr el necesario enriquecimiento del arsenal
terapéutico, frente a los nuevos desafíos de nuestra cambiante realidad. Mientras
tanto, las personas deben ocuparse sin dilaciones de resolver sus problemas, ya
que es su propia calidad de vida la que está en juego. Si no se resuelve la causa
profunda del desorden, será inevitable seguir “chapaleando en el barro” de los
síntomas y sus nefastas consecuencias. La cuestión está en nuestras manos: los
de “afuera” son “de palo”…
Muchas veces nos encontramos con gente que duda en iniciar estas prácticas
depurativas, temerosas de sufrir algún efecto negativo en la experiencia. Sin
embargo, esas mismas personas ignoran, total o parcialmente, los efectos
secundarios, seguros y probados, de las prácticas ortodoxas a las que están
siendo sometidos.
Más que “efectos negativos”, estas prácticas depurativas generarán sensaciones
causadas por las positivas reacciones de la vital energía corporal que ha
despertado: fiebre, erupciones, mucosidad, nauseas, diarreas, sudor fuerte, etc.
Sensaciones que siempre deberán ser comprendidas y soportadas con paciencia y
perseverancia, y nunca reprimidas. Cuanto más rápido aparecen los síntomas
depurativos, quiere decir que mayor es la energía vital disponible en el
organismo y por tanto más rápida será la recuperación. Por otra parte, cuanto
más intensas sean las crisis, lejos de sentir temor, debemos comprender que
mejor será la resolución del problema.
Por tanto es fundamental comprender esto y no reprimir ningún síntoma. El
organismo invierte mucha energía en estos procesos y al reprimirlos, estamos
anulando el fisiológico trabajo orgánico, volviendo todo a foja cero. Lo mejor en
estos casos es, tal como hacen los animales, “desenchufarse” y retirarse de la
actividad, buscando el ayuno y el reposo reparador. Todo puede funcionar sin
nosotros por unos días y mejor funcionará con uno “a pleno” y no “a media
máquina”.
EL PROCESO DEPURATIVO
Como bien resumió el médico alemán Carlos Kozel al prologar su “Guía de
medicina natural”: “Curar es limpiar”. Por lo tanto no podemos pretender
solución efectiva de ningún problema de salud, sin resolver el colapso tóxico que
ha sido causa profunda del síntoma, luego convertido en “enfermedad”.
Otra cuestión importante a comprender cuando abordamos un proceso como el
aquí propuesto, es que solo el cuerpo cura. En realidad nuestra función
“curativa” se limita a crear las condiciones para que el propio organismo, a
través del trabajo mancomunado de billones de células, pueda realizar las tareas
de reparación, limpieza, regeneración y restablecimiento del equilibrio
fisiológico perdido.
Es algo que la inteligencia corporal viene haciendo a la perfección desde hace
millones de años… siempre y cuando el hombre lo permite. O sea que basta con
que retiremos y dejemos de colocar “palos en la rueda”, que obstaculizan la tarea
de la inmensa inteligencia y sabiduría corporal que nos anima.
Por todo esto, un eficiente abordaje depurativo implica transitar seis carriles
simultáneamente: la limpieza de los órganos más comprometidos (intestinos e
hígado, en ese orden), desparasitar, depurar fluidos con preparados vegetales,
oxigenar el medio interno y hacer un reposo digestivo semanal, a lo cual se suma
el imprescindible cambio nutricional, o lo que llamamos “no ensuciar”.
LOS SEIS ANDARIVELES DEPURATIVOS
1
Limpiar órganos
Intestinos - Hígado - Riño
2
Desparasitar
Antiparasitarios en secuen
3
Depurar fluidos
Tónico Herbario - Zeolita
4
Oxigenar
Clorofila - Respiración - A
5
Reposo digestivo
Jornada semanal frutal
6
Nutrir sin ensuciar Alimentación fisiológica
Muchas personas que se asoman temerosas a este tipo de abordaje, deciden ir
probando alguna cosa por vez. Claro que hacer sólo alguna de estas prácticas es
siempre mejor que nada, pero si pretendemos resolver un problema crónico,
debemos considerar un abordaje integrado y sinérgico, lo cual nos garantiza la
máxima eficiencia reparadora, en tiempo y profundidad.
Un ejemplo. Desparasitar es siempre bueno y todos lo necesitamos. Pero si uno
sólo desparasita, estará generando mortandad de parásitos y este material tóxico
debe ser administrado por órganos ya colapsados a causa de la invasión
parasitaria que se combate. Por ello la necesidad de contar con órganos
depurativos limpios y bien funcionales. En esto ayudan las limpiezas, el reposo
digestivo y los depurativos.
Siguiendo con el ejemplo anterior, poco sentido tiene matar parásitos si al mismo
tiempo estamos estimulando su desarrollo a través de una alimentación
ensuciante con lácteos, harinas, refinados, carnes, exceso de cocidos, etc. Este
enfoque nos obliga a ser responsables con lo que hacemos o dejamos de hacer;
somos nosotros los que manejamos la intensidad y la eficiencia de un proceso
depurativo.
EL COLAPSO INTESTINAL
Frente a una frecuente acumulación anormal de desechos en los intestinos, y a
los problemas que esto genera, siempre resultará beneficioso practicar un
drenaje. Si bien es necesario modificar contemporáneamente las causas que
generaron dicha acumulación (carencia de fibra, desequilibrio de flora, excesos
proteicos…), es prioritario deshacerse urgentemente de las viejas costras
acumuladas. Las imágenes hablan por sí solas.
En casos de estreñimiento leve u ocasional, puede bastar con incorporar fibras
solubles o hierbas para normalizar el tránsito, pero difícilmente esta estrategia
logre remover vieja materia adherida a las paredes intestinales. Como referencia,
el Dr. Jensen cita casos de autopsias que mostraban un diámetro de colon de más
de 20cm y apenas una diminuta sección libre del diámetro de un lápiz!!! Un
simple cálculo matemático nos indica que un estreñimiento de tres días, mucho
más frecuente de lo que se cree, nos hace convivir con desechos de 15 comidas
distintas. En otra autopsia, el Dr. Jensen reportó 18kg de moco colónico.
No hay dudas que efectuar una limpieza intestinal es algo netamente benéfico.
Siempre se constatan experiencias sorprendentes, como la eliminación de algún
producto ingerido inadvertidamente tiempo atrás, además de parásitos, barro
biliar y moco colónico. Todo ello es fácil de experimentar con técnicas como el
lavaje colónico o el agua salada.
La limpieza intestinal genera una agradable sensación de quietud interior, que en
los días siguientes se traducirá en un mejor sueño, mejor aliento, la desaparición
de erupciones, granos y olores corporales. También deben señalarse sus efectos
tónicos, como la estimulación del hígado y otras glándulas abdominales,
especialmente el páncreas. Finalmente digamos que la limpieza del intestino
comporta una mejor absorción y asimilación de los alimentos.
Debido a los efectos de esta verdadera “arma de destrucción masiva” que es el
alimento moderno, no es de extrañar el amplio consumo de fármacos laxantes,
cuyos principios activos resultan irritantes y tóxicos. A nivel natural, es siempre
preferible el uso de lavajes, enemas, sales e hierbas. Son recursos útiles y
confiables, pero que deben ser elegidos y utilizados con cierto conocimiento. Por
ello conviene profundizar en sus virtudes y limitaciones.
De todos modos, nunca deberíamos ser dependientes de estos métodos para
regularizar la función intestinal. Las técnicas de limpieza deben ser siempre
utilizadas para drenar la acumulación tóxica y restablecer el orden fisiológico; la
regularidad debe surgir luego, como natural consecuencia.
EL LAVAJE COLONICO
Este efectivo y saludable procedimiento consiste en hacer circular agua a
temperatura corporal (37°C) por simple gravedad y en flujo continuo. Se
requiere la asistencia de un terapeuta y una particular camilla que permite
adoptar una posición relajada. El paciente no retiene el agua que ingresa, sino
que fisiológicamente va eliminando líquido y desechos mientras continúa
ingresando agua limpia en flujo continuo. El agua ingresa por una diminuta
cánula y se elimina por la diferencia de diámetro entre la cánula y el ano.
La sesión normal de lavaje colónico se resuelve en el arco de una hora.
Cómodamente acondicionado en la camilla, el paciente va visualizando los
desechos que elimina a través de un hermético conducto transparente, cuya
imagen se proyecta en un monitor a disposición del paciente. Dicha visión ayuda
a tomar consciencia respecto a todo el material tóxico que acumulamos en los
intestinos y lo que ello provoca.
Si se hace por primera vez, el lavaje colónico suele requerir tres sesiones, una
cada día, en jornadas consecutivas. Este ritmo puede eventualmente concentrarse
en el arco de 48 horas, a fin de facilitar la práctica cuando la persona no puede
atender la rutina normal de tres días. Lo que no resulta conveniente es distanciar
las sesiones, dejando pasar varios días entre ellas.
Previo a un lavaje colónico, la persona debe realizar una preparación consistente
en algunos días a solo frutas crudas y licuadas. Esto se hace para desinflamar y
descongestionar los intestinos y ablandar la materia estancada en la luz
intestinal. Las sesiones encadenadas favorecen este proceso y permiten una
rápida y espontanea regeneración de la flora. Al distanciar las sesiones,
generamos el efecto opuesto: más congestión, más inflamación, más
endurecimiento de los residuos tóxicos y más dificultades en la regeneración de
la flora.
El lavaje colónico permite resolver una serie de patologías derivadas de esta
toxemia y el desorden exacerbado por su cronicidad y magnitud, tales como
contracturas, congestión hepática, parasitosis, hemorroides, prostatitis,
hipertensión, edemas linfáticos, desorden circulatorio, diverticulosis, tiroidismo,
proliferación tumoral, dificultades reproductivas, desorden menopáusico,
carencias nutricionales, acidosis orgánica, estados depresivos, cuadros nerviosos,
crisis fóbicas y psiquiátricas, diabetes, debilidad inmunológica, problemas
posturales, dermatosis varias, lesiones renales, dificultades visuales, psoriasis,
gastritis y reflujos...
Hay gente que se opone a los lavajes intestinales, argumentando que “barren la
flora intestinal”. Una persona con crónicas acumulaciones tóxicas en el intestino,
ya no tiene flora, sino “fauna” intestinal. Eliminando parásitos, fermentos,
microbios y toxinas, solo se puede obtener beneficio y se evitará el uso de
laxantes agresivos, que comprobadamente destruyen la flora benéfica e irritan
las paredes intestinales. Además, el organismo regenera muy rápido (un par de
días) la flora benéfica (fermentativa y aerobia), siempre que nuestros hábitos
dietarios (crudos, fibra soluble, bacterias) ayuden.
El lavaje colónico es el único método que permite limpiar en profundidad todo el
colon, hecho que compensa la necesidad de recurrir a un terapeuta especializado
y su costo. Los tradicionales enemas simples solo limpian un tramo del colon (el
descendente). Además, el lavaje colónico no es un procedimiento incómodo,
más allá del eventual traslado geográfico obligado por la distancia al terapeuta
más próximo.
El lavaje colónico, como todo abordaje depurativo tiene ciertas limitaciones de
sentido común en cuanto a su aplicación (hernias abdominales en fase aguda,
operaciones recientes, embarazos de más de 4 meses, fallos renales…), debiendo
evitarse siempre en medio de crisis agudas (fiebre, período menstrual, estado
gripal…) y requiriendo la adecuada supervisión del terapeuta. Para ampliar
conceptos respecto a esta especialidad, se puede consultar otros libros y sitios
web.
Otra limitación del lavaje colónico es la imposibilidad de limpiar los varios
metros de intestino delgado, que también acumulan toxemia crónica. La limpieza
del intestino delgado es importante practicarla luego de realizar la depuración
hepática profunda, pues cálculos y barro biliar se descargan al duodeno (apenas
después del estómago), debiendo recorrer los dos intestinos antes de abandonar
el cuerpo por medio de la evacuación. El método del agua salada tiene la ventaja
de limpiar ambos intestinos, pero no resulta suficiente para remover viejas y
consistentes acumulaciones de moco colónico.
EL COLAPSO HEPATICO
Si todo anda bien, no tenemos motivo para darnos cuenta del trabajo del hígado:
la digestión se realiza sin problemas y el cuerpo funciona normalmente. Por el
contrario, los inconvenientes digestivos, suelen advertirnos que algo anda mal en
el sistema hepatobiliar. Sin embargo, y dado que el hígado interviene en gran
cantidad de funciones corporales, los síntomas de su malfunción son muy
variados, aunque normalmente no se relacionen con su desorden funcional.
Un hígado cansado y sobrecargado genera gran variedad de síntomas físicos,
como: dificultades para asimilar alimentos, inapetencia, dolores de cabeza luego
de comer, boca pastosa, lengua blancuzca o amarillenta, sabor amargo en la
boca, hinchazón de vientre, acumulación de gases, náuseas, vértigo, piel
amarillenta, cutis graso, granos, catarro, estreñimiento, heces en forma de
confites o poco consistentes y de color amarillento, insomnio en las primeras
horas de la noche y dificultades para despertar por la mañana, picazón de piel,
caspa, caída del cabello, migrañas, cefaleas, dolor en la nuca, síndrome
premenstrual (catabolismo hormonal), fatiga muscular, edemas, calambres, mala
circulación venosa, coloración verdosa del rostro y los ojos, fobia a la luz,
dificultad para permanecer al viento, problemas de visión, afecciones oculares,
precoz pérdida de la vista…
La relación hígado/visión, ampliamente conocida por la antigua medicina
oriental y totalmente ignorada por la ciencia occidental, es fácil de verificar dado
el estrecho vínculo entre ambos órganos y la rápida respuesta que se genera. Una
depuración hepática, incrementa automáticamente la capacidad visual. Esto
hemos podido experimentarlo personalmente y a través de testimonios
impactantes: una persona nos refería haber tenido que desechar nuevos anteojos
con mayor aumento, apenas después de haber concluido una primera limpieza
hepática profunda.
Dos líneas verticales en el entrecejo, nos indican un hígado agotado. Cefaleas y
migrañas aparecen cuando este órgano se siente afectado y no llega a
desempeñar su función de empujar y distribuir la energía hacia la cabeza y las
extremidades; entonces la cabeza se congestiona y se calienta, al mismo tiempo
que las manos y los pies se enfrían.
Dado que el hígado es responsable de la formación de la albúmina y las
hormonas, su malfunción repercute directamente en los sistemas inmunológico y
hormonal. Una alergia está indicando claramente que algo no marcha bien a
nivel hepático. Es notable la rapidez con que remiten las reacciones alérgicas,
una vez que hemos depurado el hígado.
La relación albúmina defectuosa/células tumorales, confirma que el cáncer es un
simple reflejo del hígado colapsado. Y pensar que una persona con cáncer es
sometida a potentes drogas que no hacen más que agravar su colapso hepático.
En general puede afirmarse que todas las enfermedades crónicas y degenerativas
reflejan el mal estado hepático o, mejor dicho, resultan ser su consecuencia
directa.
HÍGADO Y EMOCIONES
El estado emocional y la claridad mental de una persona, dependen de la libre
circulación de la energía y la sangre. Precisamente es el hígado quien controla
ambos factores, y por tanto la estabilización del equilibrio emocional. Un hígado
sano proporciona juicio claro y decisiones firmes; la acción que genera es rápida
y consecuente. La emoción positiva de un hígado sano es el idealismo.
El bloqueo de la energía del hígado, crea un estado depresivo y de agobio. La
tendencia psíquica negativa es la cólera, que se produce como reacción a la
depresión y es acompañada por crisis de irritabilidad, mal humor, ira y violencia.
Las crisis de cólera son normalmente reprimidas hasta el momento en el cual se
liberan, desembocando en verdaderas erupciones volcánicas, con deseos de
gritar y pegar. Esta emoción se considera la más dañina, pues condiciona todas
las funciones del sistema energético, al alternarse euforia con depresión.
Los desequilibrios biliares se asocian con rigidez de pensamiento, cólera,
excesiva preocupación por los detalles, frustraciones y miedo hacia lo
desconocido. Decisiones y acciones quedan paralizadas.
Según la medicina tradicional china, el hígado es el “maestro de la astucia y de
la acción”, así como la vesícula biliar lo es de la “fuerza de decisión”. La salud
de ambos órganos determina la capacidad de ser un líder; es el “eterno ganador”.
La capacidad de previsión, o sea de anticipar la realidad interior y exterior,
depende de la salud del sistema hígado/vesícula.
LOS CÁLCULOS INTRAHEPÁTICOS
Como hemos visto, todo tiene que ver con la correcta función hepática. Nuestro
laboratorio interno cumple gran cantidad de funciones y casi todo lo que ocurre
en el cuerpo tiene que ver con su estado. A raíz del ensuciamiento alimentario y
la consiguiente permeabilidad de la mucosa intestinal, grandes cantidades de
sustancias inconvenientes alcanzan el hígado y generan un crónico colapso
tóxico, que repercute en muchos ámbitos y que generalmente no es tenido en
cuenta a la hora de abordar un problema concreto de salud.
Es el caso de los cálculos biliares, que se generan dentro de la estructura
hepática (cálculos intra hepáticos). Pese a comprometer en grado sumo la
eficiencia del hígado y sobre todo el correcto flujo de bilis, es un tema que la
medicina alopática no atiende como debiera. Lo que aquí se propone, es
sencillamente un método de limpieza para eliminarlos del cuerpo; esto permite
recuperar la correcta funcionalidad del hígado y resolver graves desordenes
crónicos.
Los cálculos intra hepáticos (como los que se aprecian en la imagen) están
constituidos por colesterol, fragmentos de bilis coagulados, calcio y pigmentos,
como la bilirrubina. Además tienen desechos coloidales (moco), toxinas,
bacterias y parásitos muertos. Siendo el colesterol el principal ingrediente, son
poco perceptibles en la tecnología de diagnóstico por rayos o ultrasonidos. A lo
sumo, en muchos casos se diagnostica a la persona como hígado graso (aparecen
zonas blancas en los exámenes por ultrasonidos). Es posible que una persona con
este diagnóstico tenga cientos o miles de piedras de distintos tamaños, alojadas
en su hígado.
No debemos confundirnos con los cálculos vesiculares, ya calcificados, que se
detectan sencillamente con radiografías y que generan reacciones dolorosas, las
cuales concluyen con intervenciones que “mutilan” este órgano importante de la
función digestiva e intestinal. Los cálculos en la vesícula deben ser considerados
apenas la “punta del iceberg” respecto a lo que se encuentra alojado en el hígado.
Las personas con enfermedades crónicas, seguramente tienen centenares de
cálculos obstruyendo los conductos biliares intra hepáticos. La bilis es un fluido
amarillo verdoso y alcalino, esencial en la química corporal. Además de
colaborar en los procesos metabólicos de grasas, proteínas y minerales, la bilis
mantiene el orden de las grasas en sangre, elimina material tóxico del hígado,
alcaliniza los intestinos, impide el desarrollo de parásitos y evita la proliferación
de microorganismos nocivos en el colon, entre otras cosas.
Una persona saludable produce aproximadamente un litro diario de bilis. En
cambio, individuos con cálculos biliares y enfermedades crónicas, llegan a
producir apenas un tercio o menos de esa cantidad. Por lo tanto serán personas
con mala digestión del alimento (dispepsias), desorden en los triglicéridos,
acidificación intestinal, toxicidad hepática, desorden en la flora del colon,
parasitosis crónicas, etc.
LA LIMPIEZA HEPATICA PROFUNDA
Por lo visto, resulta prioritario atender las necesidades depurativas del hígado y
por ello la necesidad de estar atentos y estimular los mecanismos de evacuación,
mediante técnicas caseras. Si bien pasaremos revista a varios procedimientos
depurativos, quién nunca haya hecho nada por su hígado, deberá considerar
prioritariamente el método profundo, cuyo poder de eliminación es inigualable.
Luego hay técnicas más “blandas” como el enema de café o la ingesta de aceite
de oliva, que bien pueden usarse para mantenimiento o en casos donde no pueda
realizarse el método profundo (inmovilidad, embarazo, lactancia, infancia, etc),
nunca deben compararse a la limpieza profunda, a la hora de resolver la toxemia
crónica.
El procedimiento se basa en un período preparatorio (6 días), durante el cual se
ingiere diariamente al menos un kilo y medio de manzanas (si no se alcanza a
consumir esa cantidad diaria, se puede complementar con ácido málico disuelto
en agua). Esto se realiza para generar un ablandamiento de los cálculos, por
acción del ácido málico presente en la manzana. Luego, durante los dos días de
la limpieza se toman 4 vasos de solución magnésica (sulfato de magnesio). El
efecto del magnesio es dilatar los diminutos conductos biliares, a fin de facilitar
el tránsito de los cálculos reblandecidos por la acción de las manzanas.
Finalmente se ingiere una emulsión de aceite de oliva y jugo de pomelo, lo cual
provoca un fuerte estímulo de secreción biliar, lo cual activa la expulsión de los
cálculos.
Antes y después de la limpieza hepática profunda, es necesario realizar una
cuidada limpieza de los intestinos, a fin de evitar el estancamiento de los
tóxicos cálculos biliares en el tránsito intestinal, lo cual generaría una
peligrosa reabsorción de la materia tóxica expulsada (parásitos, virus,
materia putrefacta) a través de la mucosa intestinal. Además de migrañas y
nauseas, podrían generarse cuadros de pancreatitis o apendicitis. Lo ideal es
hacer antes de la primera hepática profunda, un lavaje colónico completo (3
sesiones) y luego una sesión simple de colónica, a modo de “enjuague
intestinal”. En las sucesivas hepáticas y según se lleve a cabo una
alimentación fisiológica (solo frutas, hortalizas y semillas) puede
prescindirse del lavaje colónico previo y limitarse al “enjuague” posterior
(agua salada, sesión simple de colónica, etc).
Dependiendo de la congestión presente en cada persona, suelen ser necesarias
varias sesiones de este método, entre las cuales debemos dejar al menos un mes
de intervalo. La ausencia de cálculos en las evacuaciones es la señal que hemos
concluido el proceso satisfactoriamente. Una vez ultimada la serie completa de
limpieza hepática profunda, y dependiendo de los hábitos higiénico/alimentarios
de la persona, se sugiere realizar una limpieza anual como mantenimiento
preventivo.
EL NECESARIO DESPARASITADO
En el libro Cuerpo Saludable se analizan las distintas parasitosis y los variados
abordajes para combatirlas. Como bien se expresara allí, el desparasitado es un
trabajo periódico y permanente, ya que estamos en continuo contacto con
nuestros depredadores naturales. La periodicidad de estas prácticas y la calidad
de nuestra nutrición, determinarán el grado de invasión parasitaria con el cual
convivimos y las consecuencias que experimentamos.
Como en el caso de las limpiezas del organismo, lo más común es que el lector
se enfrente por primera vez con esta temática, de la cual podrá tener vagos
recuerdos infantiles si es algo mayor. Lo que era habitual hasta promediar el
siglo pasado, hoy es “cosa de viejos”. Así que deberemos aprender y practicar
las principales técnicas naturales.
Dado que la temática de los parásitos es vasta, poco investigada y sobre todo, no
relacionada con nuestros modernos desequilibrios (mucosa permeable, debilidad
inmunológica, agotamiento hepático, desorden alimentario, etc), el lector deberá
ir aprendiendo, experimentando y alternando distintas opciones.
En general, recomendamos abordar el tema desde distintos ámbitos
contemporáneamente: secuencia desparasitante, alimentos (despensa
antiparasitaria), biofrecuencias (zapper), etc. Obviamente el abordaje múltiple
incrementa la eficiencia del proceso y al mismo tiempo la magnitud de las
reacciones (saludables) que se experimentarán.
Por ello cada uno deberá ir regulando el arsenal de prácticas, según su tolerancia
individual y sus necesidades. Como en el caso de las compras, hay quienes
prefieren pagar en cómodas cuotas con intereses y otros que optan por abonar al
contado y con descuento!!! Pero lo que no debemos hacer es pasar por alto el
abordaje antiparasitario.
Como base se sugiere una secuencia de herramientas no tóxicas, que puede
comenzar con cinco semanas de propóleo (excelente anti giardias), un mes de
plata coloidal (tal vez el desparasitante más fisiológico, ver monografía), dos
meses de tinturas vegetales (el caso de altamisa y suico, combinadas), un mes de
arcilla (ingesta), otro mes de plata coloidal, otros dos meses de tinturas vegetales
(el caso de genciana o artemisa y eucaliptus, combinadas), un mes de moringa y
así sucesivamente.
Conviene un purgado depurativo (usando por ejemplo la mezcla purgante) al
final de cada serie de tomas; pero esto no es necesario cuando estamos
transitando los andariveles del Proceso Depurativo (donde la limpieza intestinal
siempre está presente).
Es importante comprender que se trata de un proceso de mediano y largo plazo,
que requiere paciencia y constancia, si pretendemos resultados liberadores. En
cualquier caso, es siempre importante evitar la represión de eventuales síntomas:
fiebre, congestión de vías respiratorias, estado gripal, migrañas, nauseas,
sensaciones depresivas…
Cada uno puede ir manifestando alguno de estos síntomas, en relación a la
intensidad de su parasitosis y al abordaje elegido. Los síntomas pueden darse
aislados o combinados y generalmente en crisis que no exceden algunos días. En
cualquier caso, serán siempre señal de un acertado efecto sobre los parásitos y de
la correspondiente mortandad generada.
En la contratapa figura un cuadro indicativo, con la sugerencia de recursos a
utilizar en secuencia y los tiempos de cada proceso. Es solo una orientación: el
“orden de los factores no altera el producto” y puede adecuarse a la
disponibilidad de los elementos. Se sugiere consultar las monografías de cada
elemento en particular (libro “Cuerpo Saludable”, guía “Proceso Depurativo”, el
sitio www.prama.com.ar y el sitio www.procesodepurativo.com.ar), que brindan
un detalle pormenorizado de usos y aplicaciones.
CÓMO “NO ENSUCIAR”: ALIMENTACIÓN FISIOLOGICA
Dentro de los andariveles depurativos, hay uno muy relevante: el cambio
nutricional. Hemos visto como evacuar los antiguos desechos acumulados. Pero
esto sirve de poco si seguimos introduciendo nuevos desechos y no logramos
satisfacer las necesidades orgánicas. Por ello la conveniencia de adoptar una
alimentación nutritiva pero no ensuciante.
Precisamente de eso tratan nuestros libros Nutrición Depurativa, Nutrición
Vitalizante y Alimentos Saludables, que abordan específicamente esta amplia
temática, orientan en planificación y brindan recetas. Dado que no podemos
exceder aquí el ámbito de la obra, nos limitaremos a realizar algunas precisiones
nutricionales que faciliten la introducción a este rubro, principal responsable del
cotidiano ensuciamiento corporal.
El alimento fisiológico es aquel que puede ser correctamente procesado por las
enzimas digestivas, las mucinas y la flora intestinal; en resumen: el alimento
ancestral. Definimos al alimento fisiológico como aquel que nutre, energiza,
vitaliza y depura, sin requerir procesamiento y sin generar ensuciamiento. El Dr.
Jean Seignalet lo define como aquel adaptado a nuestro sistema digestivo
originario. Dado que el ser humano no es granívoro, herbívoro, carnívoro ni
omnívoro, y que genéticamente nuestro ADN es 99% chimpancé (animal
frugívoro), nuestra fisiología digestiva está diseñada y preparada para frutas,
hojas, semillas, raíces…, todo en crudo.
Pero hace miles de años, por una simple cuestión de supervivencia, el ser
humano tuvo que adaptarse a la proteína animal (cárnicos, lácteos), a los
amiláceos (cereales, tubérculos) y a la cocción (para poder digerir esos alimentos
no fisiológicos). Como es obvio, adaptación no es normalidad. Además, luego la
tecnología nos introdujo en las últimas décadas el alimento industrializado y
procesado, con el artificial aporte de la síntesis química, completándose un
esquema tóxico y adictivo, causa profunda del proceso de ensuciamiento
crónico.
Por suerte hoy disponemos de numerosas opciones fisiológicas y saludables, que
nos permiten resolver inteligentemente este desorden crónico. Pero ante todo
debemos reconocer los alimentos que debemos evitar en nuestra despensa
cotidiana y por otra parte tener en claro lo que debemos privilegiar cada día.
El hecho que habitualmente consumamos muchos alimentos del primer grupo y
poco o nada del segundo, desnudan claramente la causa profunda de nuestros
problemas. Los cotidianos y añejos errores nutricionales, convertidos en
arraigados hábitos de los cuales generalmente no somos conscientes y cuyo daño
venimos acumulando por décadas, tienen un doble efecto nocivo en nuestra
salud: mala calidad de renovación celular y alta producción de toxinas.
Ninguna práctica depurativa podrá resultar efectiva si no rectificamos los hábitos
nocivos que nos atiborran de tóxicos y nos privan de sustancias esenciales para
la buena química corporal. Si nos damos cuenta de esto (y modificamos hábitos),
habremos hallado la génesis (y al mismo tiempo la solución) de gran parte de los
modernos problemas de salud.
LOS ALIMENTOS ENSUCIANTES
Resulta obvio que el alimento moderno: No es fisiológico y no se digiere
correctamente, genera excesos y carencias nutricionales, consume energía y no
proporciona vitalidad, es adictivo y difícil de dejar, y genera mucha toxemia y
ensuciamiento crónico
El grado de eliminación de estos alimentos de nuestra rutina diaria, será
directamente proporcional al beneficio depurativo que pretendamos lograr. No
por caso estamos mal y no por caso los alimentos ensuciantes representan la base
de nuestra moderna dieta industrializada: los consumimos en grandes
volúmenes, los 365 días del año y muchas veces al día. La decisión (y el
beneficio) está sólo en nuestras manos (y bocas).
En primer lugar pasaremos revista a aquellos alimentos ensuciantes, que
deberíamos descartar de nuestra ingesta diaria o al menos reservarlos para
excepciones (fines de semana o eventos sociales); no es importante la
excepcionalidad sino la cotidianeidad de su ingesta.
Refinados y azúcares industriales (azúcar blanca, jarabe de maíz de alta
fructosa, harina blanca, arroz blanco, aceites refinados, sal refinada, etc) y
los alimentos que los contienen (alimentos industrializados, gaseosas,
panificados, copos de cereales, golosinas, productos dietéticos…)
Margarinas (aceites vegetales hidrogenados) y los numerosos productos
masivos que los contienen (helados, lácteos, golosinas, papas fritas,
panificados…)
Almidones de alimentos no fisiológicos (cereales, tubérculos como papa o
batata), por la estimulación sobre hongos y parásitos, por su aporte al
ensuciamiento corporal, por su influencia en el desorden glucémico
(resistencia a la insulina), por su manipulación transgénica (trigo, maíz) y
por su condición de fuertemente adictivos
Soja en forma de porotos, harinas, texturizados, aceites refinados, proteína
aislada o jugos (leche de soja); existe profusa evidencia científica de los
problemas que ocasiona su consumo regular
Alimentos cocinados por encima de los 100ºC (punto de ebullición del agua),
dada la generación de compuestos artificiales (cancerígenos y mutagénicos)
y la reacción defensiva que realiza el cuerpo (leucocitosis post prandial)
Edulcorantes, conservantes y aditivos sintéticos, y los numerosos alimentos
de uso masivo que los contienen, dado que “engañan” al cuerpo (provocan
hipoglucemia y obesidad), inhiben la química corporal (flora, hígado) e
intoxican
Productos animales de cría industrial (feedlot, estabulación, piscicultura en
piletas, pollos de jaula…) incluidos lácteos y sus derivados
Si bien los fundamentos de la problemática de los lácteos exceden el marco de
esta obra, hemos visto a lo largo del libro muchas objeciones a su uso, por
distintos motivos. A modo de resumen podemos decir que su ingesta genera
evidentes perjuicios: agotamiento inmunológico, desorden mineral y hormonal,
reacciones alérgicas, daños circulatorios, congestión mucógena, desequilibrio de
flora y mucosa intestinal, estreñimiento, consumo adictivo y sobre todo, toxemia
corporal.
En contrapartida, los lácteos no aportan nutrientes “esenciales”. El solo hecho de
experimentar con 15 días de abstinencia total (tranquilos, nadie se muere ni
pierde los dientes por ello!!!), y su posterior reintroducción, nos permitirá
obtener una respuesta absolutamente personalizada e inequívoca de nuestro
organismo.
Además de evitar el tabaco (cuyos daños corporales son por demás conocidos) y
el alcohol, en un proceso depurativo resulta esencial prescindir de muchos
fármacos aparentemente inofensivos y hasta socialmente vistos como necesarios.
Nos referimos a antibióticos, antiácidos, antiinflamatorios, analgésicos, etc.
Los efectos secundarios de estos productos son numerosos. Fundamentalmente
afectan el equilibrio de la flora y la mucosa intestinal, deprimen la inmunología e
inhiben la síntesis de nutrientes claves para la química corporal. Quedan fuera de
esta consideración, las medicaciones específicas de tratamientos
convencionales..
LOS ALIMENTOS DEPURATIVOS
Entendemos que la base para organizar una alimentación fisiológica y saludable,
pasa por la correcta organización de la despensa alimentaria. Lo que hay en la
despensa es lo que se acaba consumiendo; de allí la importancia de su
composición. Por tanto: no comprar aquello que resulta inconveniente para
nuestra salud, ya que a la larga lo utilizaremos.
En cambio, es importante tener buena existencia de aquellos alimentos que
debemos consumir diariamente. El hecho de identificar los alimentos por grupos,
nos permitirá utilizarlos en forma racional, hasta familiarizarnos intuitivamente
con ellos, evitando así errores e improvisaciones. Esto nos dará la necesaria
flexibilidad para ir adecuando la nutrición a los variables requerimientos
personales y estacionales.
Otra finalidad de identificar los grupos alimentarios de la despensa, tiene que ver
con la conveniencia de ingerir algo de cada grupo a lo largo del día. Esto resulta
básico para garantizar una nutrición sin riesgos de excesos o carencias. También
la identificación de los grupos nos permitirá realizar una adecuada variación de
los elementos de cada grupo. No hay alimento perfecto y cada uno tiene lo suyo,
razón por la cual es aconsejable rotar y alternar los integrantes de cada grupo.
Además, al trabajar una diversidad de alimentos, el consumo será menor y esto
nos conducirá a la frugalidad alimentaria.
Los grupos esenciales
Los tres grupos esenciales y prioritarios en una despensa saludable deberían ser
frutas, hortalizas y semillas. En frutas no hay excepciones. En hortalizas y
semillas, debemos evitar las de alto contenido amiláceo (papa, batata, cereales),
reconocibles porque no pueden consumirse crudas en su estado original.
Todos los elementos de estos grupos esenciales son recomendables. En el caso
de los vegetales frescos, son preferibles aquellos del lugar, de la estación y
madurados naturalmente. También es recomendable consumirlos
preferentemente crudos o ligeramente cocidos, salvo los amiláceos (papa, batata)
que no son fisiológicos. Los vegetales secos (frutas pasas, verduras
deshidratadas) deben reservarse para el consumo fuera de estación.
En materia de frutas, podemos citar ananá, arándano, banana, caqui, cereza,
ciruela, coco, damasco, dátil, durazno, frambuesa, frutilla, granada, higo, kiwi,
lima, limón, mandarina, manzana, mango, melón, membrillo, mora, naranja,
níspero, papaya, pera, pomelo, sandia, tuna, uva, zarzamora…
En cuanto a hortalizas, aceituna, acelga, achicoria, ajo, apio, berenjena, berro,
borraja, brócoli, cebolla, coliflor, diente de león, endibia, escarola, espinaca,
hakusay, hinojo, lechuga, nabo, ortiga, palta, pepino, perejil, pimiento, puerro,
rabanito, remolacha, repollo, repollito de bruselas, rúcula, tomate, zanahoria,
zapallito, zapallo…
Respecto a las semillas, el alimento más concentrado y más fácil de conservar,
transportar y consumir, todas son buenas. Algunas podemos consumirlas
directamente o siempre mejor activadas (remojar durante la noche). Nos
referimos a almendra, chía, cajú, coco, girasol, lino, maní, nueces, pará,
pistacho, sésamo, zapallo…). Otras requieren la germinación (alfalfa, amaranto,
amapola, fenogreco, lenteja, quínoa, sarraceno…). Las semillas pueden dar lugar
a saludables licuados sustanciosos, sopas licuadas, leches, mantecas y quesos
vegetales… y combinan muy bien con frutas y hortalizas. Este grupo esencial
nos garantizará la adecuada provisión de grasas y proteínas de alta calidad.
Si privilegiamos estos grupos, totalmente fisiológicos, estaremos garantizado el
vitalizante y depurativo aporte nutricio, energético, enzimático y protector del
organismo. Cómo indica el cuadro anexo, nada puede faltar en el organismo si
diariamente ingerimos elementos de estos tres grupos, rotando y variando en el
consumo.
Otros dos grupos de alimentos, que muchos califican como importantes, son
cereales y legumbres. En primer lugar conviene considerar que los granos con
alto contenido en almidón (forma práctica de considerar a los cereales) no están
adaptados a nuestra fisiología digestiva y metabólica. Hemos visto que los
humanos no disponemos de las características digestivas de las aves, principales
animales granívoros. Aunque el hombre, por cuestiones de supervivencia
desarrolló mecanismos (molienda, leudado, cocción) para suplir la ausencia de
buche y estómago molturador, no puede resolver otras cuestiones que a la larga
afectan su salud.
Al recurrir a la cocción como mecanismo para convertir el indigesto almidón en
azúcares simples asimilables, se genera la inevitable pérdida del proceso
enzimático que naturalmente acompaña al almidón en el interior del grano. Esta
carencia debe ser compensada por el aporte de enzimas orgánicas, lo cual estresa
al páncreas cuando la demanda es cotidiana y abundante.
Por otra parte, si no se realiza un correcto procesamiento, el almidón (crudo) se
convierte en importante fuente de toxemia corporal. Dicha situación es
favorecida por la excesiva permeabilidad intestinal, que permite el rápido paso
de las moléculas intactas de almidón al flujo sanguíneo, causando gran cantidad
de padecimientos crónicos.
Pero aún cuando el desdoblamiento de los almidones se haga en forma correcta,
la elevada densidad en materia de carbohidratos que tienen los cereales, resulta
inadecuada para nuestra fisiología. El aparato cardiopulmonar es sometido a
dura exigencia. En el caso de personas sedentarias, esto generará una demanda
energética y una toxemia adicional, que a largo plazo termina desvitalizando al
individuo. La fatiga, la resistencia a la insulina y el desgaste cardio-respiratorio
son moneda corriente en los grandes consumidores de cereales.
A todo ello se agrega el factor adictivo, generado por su consumo crónico y
abundante (ver informe ¿Por qué cuesta cambiar?). En la papa y el trigo se han
aislado compuestos de efectos adictivos (benzodiacepinas activas, similares a las
usadas en medicamentos como el valium) tanto por su acción calmante como por
activar circuitos cerebrales de recompensa (liberación de dopamina, tal como la
marihuana, la heroína y la cocaína). De allí la dificultad para dejar estos
alimentos.
Por todo esto, en un proceso depurativo es aconsejable limitar al máximo su
consumo, usando con moderación granos con bajo contenido amiláceo (quínoa)
y privilegiando su uso como semillas, bajo forma de germinados (lentejas) o
pastos de brote (avena).
Los grupos complementarios
Luego se ubican otros grupos complementarios de una despensa saludable:
algas, aceite, condimentos, proteínas, endulzantes, bebidas y algunos
suplementos.
Las algas aportan minerales, vitaminas, fibra soluble y excelentes efectos
protectivos (antitumorales, reguladoras de flora y tiroides, depurativas,
adelgazantes…). A las de mar (verduras espontáneas del lecho marino) se
agregan las de agua dulce (espirulina). Se usan en planchas o escamas (nori),
polvo (kelp, espirulina, agar agar) u hojas secas que deben macerarse
previamente (cochayuyo, hiziki, kombu, nori, wakame).
Los aceites son la principal fuente de ácidos grasos esenciales, razón por la cual
deben ser de presión en frío, sin refinación, usados en crudo (sólo el de oliva es
recomendable para exponer a temperatura) y estar preservados de luz, aire y
calor. Los únicos aceites confiables en el país son oliva, girasol, chía, lino y
sésamo. Se sugieren combinaciones equilibradas en sabor y omegas, como el
oliva/girasol/lino. Por otra parte, el mayor consumo alimentario de semillas, irá
disminuyendo la necesidad de aceites.
Los condimentos aportan gran cantidad de beneficios, sugiriéndose el uso de
mucha variedad y poca cantidad. Podemos usar ajedrea, ají, albahaca, azafrán,
canela, cardamomo, cayena, clavo de olor, comino, coriandro, cúrcuma,
jengibre, mostaza, nuez moscada, páprika, perejil, pimentón, pimienta, romero,
tomillo… Pero sin dudas que el principal condimento es la sal marina no
refinada (residuo sólido del plasma marino), cuya pureza está garantizada por los
cristales de roca (sal andina), que se disuelven y se usan en forma de salmuera.
También podemos usar limón, vinagres naturales, salsa de soja y miso (todos
estos sin conservantes ni pasteurización).
A nivel proteínas, consumiendo variedad, complementación y rotación de los
alimentos antes citados, no puede haber carencias; por el contrario, el problema
moderno es el exceso proteico y sus formas coaguladas. No olvidemos que la
real necesidad del organismo son los aminoácidos libres (fuentes vegetales) y no
las proteínas coaguladas (fuentes animales). En caso de eventual necesidad, se
puede recurrir siempre a polen de abejas, algas espirulina, algún huevo casero
(evitar cocinar la yema en exceso, ya que la coagulación ralentiza el proceso
digestivo) o simple y saludablemente: más semillas...
En materia de endulzantes podemos usar transitoriamente y con moderación:
azúcar integral mascabo, miel de abejas o harina de algarroba, sin dejar de lado
el saludable efecto dulcificante de las frutas pasas (dátiles, higos, pasas de uva).
El consumo cotidiano de frutas aporta ya demasiados azúcares. Recordemos que
los edulcorantes (aunque naturales) “engañan” al cuerpo, generando
hipoglucemia y obesidad. Por otra parte las especies (vainilla, cacao,
cardamomo, jengibre, salmuera) estimulan la mayor percepción del sabor dulce.
Respecto a bebidas, sin dudas debemos priorizar el agua, sin olvidar que frutas y
hortalizas son la mejor fuente de agua biológica (agua destilada); pudiendo
utilizarse las terapéuticas infusiones de hierbas, el saludable kéfir de agua que
regenera la flora intestinal o el agua enzimática. No demonizar mate, té o café,
siempre que se consuman con moderación, se usen buenos ingredientes (yerba
de secado natural, sin saponinas aditivadas; té verde o rojo; café en granos sin
torrar) y no se acompañen con elementos nefastos (endulzantes, lácteos,
harinas).
Por último, inicialmente y hasta reordenar la química corporal, se puede hacer
uso de una serie de complementos naturales, con distintos efectos:
mineralizantes (algas, polen o pan de abejas, levadura nutricional, furikake,
maca, tekka), depurativos (tónico herbario, zeolita, homeopático baplaros,
tinturas de cardo mariano, genciana o alcaucil), inmuno estimulantes (propóleo,
equinácea, harina de vino, hongos shiitake), regeneradores de flora (kéfir de
agua, kombucha, chucrut, kimchi, algas, agua enzimática) y alcalinizantes
(limón, ortiga, clorofila).
En síntesis, es importante tener presente que no hay soluciones “mágicas”. Solo
una suma de factores -entre ellos la toma de conciencia y nuestra voluntadpuede devolvernos el equilibrio y la plenitud. Tenemos derecho natural a ese
estado; y lo lograremos si dejamos de resignarnos a la mediocridad. También
debemos tener en cuenta que nada cura del exterior, hacia el interior; el
verdadero equilibrio se logra desde el interior, hacia el exterior.
TABLAS ANEXAS
En la contratapa incluimos dos tablas que pueden resultar de utilidad a las
personas que decidan llevar adelante el tránsito de los andariveles del Proceso
Depurativo. Por una parte se detallan los andariveles y las secuencias de los
dos primeros (Limpieza de órganos y Desparasitado). Luego se describen las
herramientas útiles que hay disponibles para facilitar el tránsito de cada uno de
los andariveles. En caso de dudas, siempre es posible consultar personalmente,
telefónicamente o por medio del correo electrónico
consultas@nestorpalmetti.com
ACERCA DEL AUTOR
Néstor Palmetti desarrolló su actividad profesional a nivel nacional e
internacional en periodismo y publicidad. A partir de 1992 se introdujo en la
vida natural, haciendo experiencias en agricultura biológica, apicultura
orgánica, hierbas medicinales, técnicas depurativas, macrobiótica, yoga,
naturismo, chamanismo, orinoterapia y nutrición. En 1997 inició un
emprendimiento familiar y artesanal, Productos Naturales PRAMA
(prama.com.ar), destinado a la producción y distribución de alimentos
saludables, el cual funciona en Villa de Las Rosas, Traslasierra, Córdoba.
Luego se graduó como “Técnico en Dietética y Nutrición Natural”. Tras
varios años de difundir la temática del necesario proceso de desintoxicación
corporal, en 2010 concreta un ámbito que ofrece las condiciones para llevarlo
a la práctica: el Espacio Depurativo de Villa de Las Rosas
(espaciodepurativo.com.ar). Allí se brinda asesoramiento, asistencia,
supervisión, entrenamiento y capacitación para llevar una vida más higiénica
y saludable. En el Espacio Depurativo se realizan entrevistas de orientación,
talleres intensivos y temáticos, limpiezas asistidas, retiros depurativos,
alojamiento y alimentación fisiológica. Todo ello apuntando a la autogestión
casera del Proceso Depurativo (procesodepurativo.com.ar). En 2016 comenzó
un programa radial llamado Espacio Bio Lógico, cuyas emisiones están
disponibles junto a otras entrevistas radiales y televisivas en su sitio web
(nestorpalmetti.com). En 2017 puso en marcha la línea de productos
Evacuando para la higiene intestinal (evacuando.com). En 2019 comenzó a
brindar consultas personales on line. En 2020 lanza su plataforma de cursos
on line (espacioescuela.com). Contacto: info@nestorpalmetti.com
LIBROS PUBLICADOS
Alimentación Depurativa - Editorial Antroposófica
Alimentación Viva - Editorial Kier
Alimentos Saludables - Edición propia
Creando Futuro Consciente - Edición propia
Cuadernos Depurativos - Edición propia
Cuerpo Saludable - Edición propia
Depuración Corporal - Editorial Kier
Proceso Depurativo - Edición propia
Grasas Saludables - Edición propia
Intestinos Saludables - Editorial Kier
La Sal Saludable - Edición propia
Lácteos y Trigo - Edición propia
Nutrición Vitalizante - Edición propia
Plantas Saludables - Edición propia
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