"QUÉ ES LA FILOSOFÍA? (ALGUNOS EJEMPLOS DE PREGUNTAS

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"QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
(ALGUNOS
EJEMPLOS
DE
PREGUNTAS
FILOSÓFICAS)", (extraído del libro de Law, Stephen (2008): Filosofía. Ed.
Espasa. Madrid; cap. 1).
¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
Las cuestiones filosóficas incluyen algunas de las preguntas más emocionantes,
desconcertantes e importantes que jamás se han planteado. Desafían nuestras creencias
más fundamentales. En este capítulo se plantea: ¿qué son las preguntas filosóficas y
cómo intentan responderlas los filósofos?
Todos tenemos creencias filosóficas
A veces la filosofía se describe como una disciplina banal que no tiene relevancia en la
vida diaria, pero lo cierto es que la filosofía puede ser muy relevante, y muy a menudo
lo es.
Aunque no nos demos cuenta, todos tenemos creencias filosóficas. Por ejemplo, seguro
que tú, como yo, supones que el pasado es una guía bastante fiable del futuro; pues eso
es una creencia filosófica. Es posible que creas que Dios existe, o que no, y eso también
son creencias filosóficas. Algunos creen que poseemos un alma inmortal, mientras que
otros creen que solo somos seres materiales. Muchos creen que las cosas son morales o
inmorales, independientemente de lo que supongamos, mientras que otros afirman que
el bien y el mal son subjetivos. Creemos que el mundo que nos rodea es real y que sigue
existiendo aunque no lo estemos observando, y eso también son creencias filosóficas,
ambas muy examinadas por los filósofos.
Es evidente que estas creencias pueden tener un impacto significativo sobre nuestra vida
diaria. Es posible que quien crea que la moralidad es algo subjetivo no se comporte
igual que alguien que cree que la maldad de robar o matar es algo objetivo. También
aparecen aspectos filosóficos en muchos debates morales y políticos contemporáneos; el
aborto, los derechos de los animales, la guerra o la libertad de expresión son temas con
una importante dimensión filosófica.
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Por tanto, quien nunca haya pensado en estos temas o no esté preparado para hacerlo,
tendrá graves problemas para decidir qué es, o probablemente es, verdad.
PREGUNTAS FUNDAMENTALES
Como todos sabemos, los niños suelen preguntar «¿por qué?» sin parar, y no tardan en
escarbar en algunas de nuestra creencias más fundamentales. Los filósofos tienen esta
misma tendencia infantil a cuestionar lo fundamental, a hacer las preguntas básicas que,
en nuestra vida diaria, no se nos ocurren porque pertenecen a lo que normalmente
damos por sentado.
Aunque pensar de forma filosófica puede ser estimulante, también puede ser
perturbador. Guando empezamos a pensar así, lo hacemos sin red de seguridad. El suelo
firme bajo nuestros pies puede desaparecer rápidamente y dejarnos sobre el vacío. Esta
sensación de vértigo intelectual es algo común en la filosofía. No es de extrañar que
muchos prefiramos no pensar en esos temas o considerar dichas cuestiones, sino que
prefiramos quedarnos donde nos sentimos seguros.
Pero vale la pena correr el riesgo. Cuestionarse lo fundamental puede ser muy
fructífero. Algunos de los descubrimientos científicos más importantes han surgido
cuando los científicos se han planteado esas cuestiones. Einstein señalaba que una de
sus grandes inspiraciones le llegó tras leer al filósofo del siglo XVIII David Hume, que
le hizo cuestionarse lo que los demás presuponían que era cierto.
No solo los científicos se pueden beneficiar de cuestionar lo fundamental. Algunas de
las ideas políticas y morales más importantes han sido desarrolladas por personas que
deseaban cuestionar, y en algunos casos rechazar, lo que casi todo el mundo presuponía
como cierto. No hace demasiado tiempo, se consideraba obvio en la mayoría de
occidente que la esclavitud era algo moralmente aceptable y que el lugar de la mujer
estaba en casa. El progreso moral y político de estos temas lo iniciaron los que dieron
un paso adelante y se cuestionaron lo que los demás daban por sentado. La civilización
occidental le debe mucho a aquellos preparados para pensar y cuestionar lo que los
demás consideraban un hecho.
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FILOSOFÍA Y RELIGION
Muchas de las preguntas planteadas por la filosofía las plantea también la religión. Las
religiones, por lo general, intentan proporcionar respuestas a la pregunta de por qué
existe el universo y todo lo demás.
Algunas suponen que Dios lo creó todo. Muchas plantean preguntas sobre si poseemos
algún tipo de esencia no física o alma y qué hace que las cosas estén bien o mal. De
hecho, muchos de los pensadores religiosos más importantes han sido filósofos y
algunos de los filósofos más importantes han sido teólogos.
Si se tiene en cuenta esta separación entre la filosofía y la religión sobre las cuestiones
que plantean, ¿en qué se diferencian? Una de sus diferencias es el énfasis que ponen en
el papel de la razón. Evidentemente, hay que reconocer que la razón tiene sus límites, no
es capaz de resolver todos los enigmas filosóficos. La filosofía solo nos anima a aplicar
nuestra razón tanto y tan lejos como podamos. La religión también anima a aplicar la
razón, pero normalmente también insiste en la importancia de otros caminos hacia la
verdad, como la revelación y las escrituras. Algunas van más allá y desaconsejan la
aplicación de la razón en ciertas cuestiones. Cuando ese es el caso, la filosofía y la
religión se separan. En la tradición filosófica occidental, lo importante es someter las
afirmaciones a un escrutinio crítico e intentar justificar nuestra postura de forma
racional, intentar proporcionar al menos una base sólida para suponer que son ciertas.
RAZONAMIENTO FILOSÓFICO
Hay que remarcar que el tipo de razonamiento de los filósofos no es especial o poco
común, sino que la mayor parte es el razonamiento normal y corriente que aplicamos
cuando intentamos averiguar lo que le pasa a nuestro coche, si alguien nos está diciendo
la verdad o cómo llegar de A o B por el camino más corto. Como digo, sería un error
presuponer que la razón es capaz de responder a todas nuestras preguntas más
importantes. Sin embargo, sin duda tiene el poder de iluminar al menos algunas de ellas,
e incluso cuando no puede proporcionar respuestas definitivas, a menudo puede revelar
por qué ciertas respuestas no son suficientes. Esa es una de las razones por las que
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pensar de forma filosófica puede ser un ejercicio valioso, aunque no se encuentre
ninguna solución.
FILOSOFÍA Y CIENCIA
La filosofía plantea cuestiones que, en muchos casos, parecen ir más allá del punto en el
que la ciencia da respuestas. Por ejemplo: ¿por qué existen las cosas? ¿Cómo puedo
saber que no estoy atrapado en una realidad virtual? ¿Tenemos un alma inmortal? ¿Qué
hace que las cosas sean buenas o malas? ¿El ser humano posee libre albedrío?
Una de las razones por las que la ciencia no puede, en muchos casos, ofrecer respuestas
a estas preguntas es que las presupone. Por ejemplo, ¿cómo puedo saber que no estoy
atrapado en un mundo de fantasía? Si has visto la película Matríx, te será familiar la
idea de que el mundo en el que parecemos vivir podría no ser real, quizá una realidad
creada por un ordenador al que nos conectan desde el momento en que nacemos, un
engaño sobre nuestro sistema nervioso alimentado por una máquina central. Como la
ciencia empírica solo presupone que nuestros cinco sentidos nos dan acceso a la
realidad, no puede esclarecer si somos víctimas de una ilusión tan elaborada.
Otro ejemplo: ¿por qué existen las cosas? Los científicos explican la existencia del
universo mediante un big bang que tuvo lugar hace unos trece mil millones y medio de
años. Este suceso extraordinario no solo creó materia y energía, sino también el tiempo
y el espacio. Pero, ¿esta explicación científica consigue eliminar nuestra sensación de
que es un misterio? ¿Explica eso por qué existen las cosas? No. Ahora podemos
preguntar por qué hubo un bang. El misterio de por qué existen las cosas no se ha
resuelto, solo se ha pospuesto. Aunque la ciencia tiene un gran interés en descubrir el
origen del universo, parece que el misterio fundamental de la existencia de las cosas va
más allá del punto en el que la ciencia puede proporcionarnos respuestas.
Otra razón por la que la ciencia es incapaz de responder a estas preguntas es que suele
tratar, al menos en parte, sobre significados y conceptos. Si queremos responder a la
pregunta «¿el ser humano posee libre albedrío?», debemos tener claro qué significa
«libre albedrío», lo que implica ese concepto. Incluso cuando aparecen todos los hechos
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científicos, ese enigma persistirá si no sabemos lo que significa el libre albedrío. La
aclaración de significados y conceptos es una de las principales labores del filósofo.
EL PAPEL DE LA CIENCIA
Eso no quiere decir que la ciencia o las pruebas empíricas no puedan resolver cuestiones
filosóficas. En algunos casos la ciencia, y sin duda nuestros sentidos, pueden ser muy
útiles. En el caso de la discusión sobre la existencia de Dios, algunas personas creen que
la ciencia moderna ha descubierto pruebas de un diseñador inteligente, mientras que
otras creen que el sufrimiento del mundo es una prueba abrumadora de que no existe un
dios todopoderoso y omnipotente. En ambos casos la observación del mundo revela
unas pruebas que pueden cambiar enormemente la balanza de las probabilidades a favor
y en contra de Dios, incluso aunque esas pruebas no puedan afirmar de forma
concluyente si existe Dios o no (aunque quizá si puedan). La investigación y las pruebas
empíricas pueden ser relevantes cuando se trata de creer en Dios, a pesar de que la
existencia de Dios siga siendo una cuestión filosófica.
DISTINTAS APROXIMACIONES
Aunque la mayoría de filósofos remarcan la importancia de la razón, difieren enormemente en su aproximación hacia las cuestiones filosóficas. El método más evidente de
aplicar la razón a una cuestión filosófica es intentar encontrar su respuesta, como
cuando se intenta encontrar la solución de una adivinanza. Aunque no se pueda decidir
qué respuesta es la correcta, quizá se pueda demostrar que cierta respuesta no es, o es
probable que no sea, correcta (igual que Sherlock Holmes cuando todavía no sabe quién
ha cometido el crimen, pero puede afirmar que el mayordomo no ha sido). Esta
aproximación frontal a las cuestiones filosóficas es muy común, pero existen otras
alternativas.
Una aproximación más radical consiste en intentar demostrar que la pregunta es una
pregunta equivocada. Por ejemplo, a la pregunta «¿por qué existen las cosas y no la
nada?», podemos buscar una respuesta o podemos demostrar que, aunque parezca que la
pregunta tiene sentido, en realidad no lo tiene. Cuando normalmente consideramos una
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situación en la que no hay nada, queremos decir que no hay nada allí, es decir, un
espacio que está vacío, como cuando decimos «en esta caja no hay nada». Pero el otro
tipo de nada es mucho más radical, ya que implica la ausencia del tiempo y el espacio.
Pero, ¿esta noción de la nada absoluta tiene sentido? Varios filósofos afirman que no, y
si la noción de nada absoluta no tiene sentido, la pregunta tampoco, en cuyo caso, no
necesita respuesta.
Cuando nos enfrentemos a una problema en apariencia insoluble, vale la pena
considerar este tipo de aproximación alternativa.
LA HABILIDAD DE PENSAR
Existe otra razón por la que pensar de forma filosófica puede ser un buen ejercicio. La
actividad de filosofar puede ayudar a adoptar una importante habilidad para pensar, una
habilidad que todos necesitamos para descubrir la verdad. Suele ser una habilidad
transferible que nunca caduca. La capacidad de descubrir un error de lógica, eliminar la
paja, ser relevante y establecer una afirmación de forma clara y precisa, etc., son
habilidades que siempre vienen bien, hagas lo que hagas en la vida. Es evidente que son
los profesionales quienes más las emplean, por eso en muchas empresas dan mucha
importancia a una titulación en filosofía.
Las habilidades críticas que desarrolla la filosofía son prácticas también en otros
sentidos. Ayudan a inmunizarnos contra las artimañas de los políticos, los curanderos,
los vendedores de coches de segunda mano, los que niegan el holocausto, los gurús de
moda y otros engañabobos. Existen ciertos errores básicos que tendemos a cometer
cuando sopesamos probabilidades y extraemos conclusiones, e incluso una pequeña
exposición al pensamiento filosófico y crítico puede contribuir a hacernos menos
vulnerables.
De hecho, existen cada vez más pruebas de que los debates filosóficos en el colegio
tienen beneficios educativos sobre los niños, ya que no solo aumentan su inteligencia
intelectual, sino también su inteligencia social y emocional. Parece que incluso una
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pequeña exposición a la filosofía en edades tempranas puede mejorar profundamente la
vida.
EL VEREDICTO DE SÓCRATES
Se dice que cuando el filósofo griego Sócrates fue acusado de corromper a la juventud
ateniense y se enfrentó a una posible sentencia de muerte, comentó: «Si la vida no se
examina, no vale la pena vivirla». Sócrates creía que era mejor morir que dejar de
pensar de forma filosófica, lo cual puede ser una exageración, pero creo que se puede
decir que una sociedad en la que no existe reflexión filosófica es una sociedad poco
sana. Una sociedad sin filosofía en la que no existe pensamiento crítico sobre lo
fundamental es una sociedad que se arriesga a atrofiarse.
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