LAF_288_Execuciones de justicia de la Acordada

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DIARIO DE MÉXICO
Del Lunes 8 de Septiembre de 1806
La Natividad de Nuestra Señora la Virgen María, que según los AA. más
célebres fue en Sábado, a 14 de la Luna el año cuatro de la Olimpiada 190 año de
Roma 738, siendo Cónsules, Lucio Domicio, y [Publio] Cornelio Scipion al abrir la
Aurora, como dice Durando. Q. H. en la tercera orden de la Merced, y pasan a la
Capilla de la Portería. Indulgencia plenaria en los Belemitas, Nuestra Señora del
Carmen, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Lázaro, Capilla de Aránzazu, San
Jerónimo, Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, Capilla de Nuestra Señora
de los Dolores de San Diego, y en San Bernardo, por concesión de varios
Pontífices: también hoy y toda la octava en Regina y Balvanera.
Soneto
Cuando la Augusta eterna Majestad
Dispuso, que naciones, Virgen Pura
Unió con su poder a tu hermosura.
La gracia, la virtud, la santidad,
Imagen viva de la Trinidad,
Porque en una purísima Criatura,
Hija, Madre, y Esposa, me asegura
En caracteres tres una entidad:
Hija del Padre, el Mundo te venera,
Madre del Hijo Dios, la Iglesia canta,
El Espíritu Santo, en tí se esmera,
Y a ser su Esposa tu humildad levanta:
Y la piedad cristiana considera,
Que crea ¡oh tu María! tres veces Santa M.B.
Ejecuciones de justicia en la Acordada.
El Señor Don Manuel de Santa María y Escobedo, del Consejo de Su
Majestad Oidor honorario de esta Real Audiencia y Juez Privativo de la Acordada,
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se ha servido pasarnos la siguiente instrucción de todas las formalidades, que se
practiquen en aquel tribunal antes de la ejecución de la pija [?] capital, en ella, y
después.
Señor Don ya que Usted ha tenido la bondad de anunciar al público, en sus
periódicos de 21 y 22 del próximo Agosto los once espantosos homicidios, y
robos, cometidos por José Isabel Mandujano; coserá desagradable el que, pues el
mismo esplendor fue testigo de la penitencia, resignación, conformidad y quietud
espiritual, que este horrible criminal conservó hasta el postrero momento de su
vida, esté instruido de que puede causar con santos efectos la singular práctica,
observado inalterablemente en el Tribunal de la Acordada con los reos destinados
a sufrir: la pena del último suplicio, a cuyo fin describiré a Usted exactamente esta
con los pasos, que median entre los puntos de ponerse la sentencia en estado de
ejecución, y de sepultarse el cadáver.
Fijado por mí, como único Jefe de este tribunal, sin otra dependencia, que de
la del alto Gobierno Superior, el instante de empezar la obra indicada, luego que
los reos se recogen, y encierran por la tarde en los respectivos calabozos, se saca
del suyo al infeliz (o infelices, pues suelen ser dos, tres, o más) por el Alcalde
acompañado de cuatro soldados con bayoneta calada, subiéndolo tapado en
hombros de uno de los sirvientes de la cárcel al oficio del Escribano de la causa,
donde se identifica con el mayor escrúpulo la persona, para remover cualquiera
equivocación en una materia de tanto interés; e inmediatamente se introduce en
las hermosas y asendas [sic] piezas del apartado, en que lo aguarda el Sacerdote
prefecto con los brazos abiertos, y las dulces consoladoras palabras capaces de
aplacar los primeros movimientos de la naturaleza, ayudándolo el tierno alabado,
que entonen los reos todos desde sus tristes lugares, en honor de la Santísima
Virgen María por el buen suceso de su miserable compañero, cuya muerte
conocen entonces por medio de la voz, que en el acto levanta el carcelero.
Al día siguiente, o al otro, si acaso el ánimo del criminal está turbado, principia
por nueve cabales los devotos ejercicios de San Ignacio de Loyola, observando
todas las distribuciones piadosas, que prescribe tan grande Padre, y teniendo a
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mano los instrumentos, que acostumbran los llamados a penitencia por este
camino, por si quisiere, con dictamen del director espiritual, ocurrir a este auxilio.
No será superfluo dar una idea de que así en este tiempo, como en el de
los tres días de la Capilla, se asiste al reo con cuantos socorros temporales
puedan la religión, y prudencia contribuir a su consuelo, para quitar parte del
descubrimiento de tan amargo cáliz: y de que a esto coopera la bella disposición
del apartado, cuya principal pieza se compone de un altar de perspectiva
exquisitamente pintada al óleo, haciendo centro una imagen de Nuestra Señora en
el adorable misterio de su inmaculada Concepción: llenando la [tercera] varios
jeroglíficos de ejecuciones de justicia, de la misericordia divina, y del infierno : y
sirviendo de tapiz al resto de aquella diversas pinturas de Santos patronos de la
buena muerte.
La otra pieza anterior, dejando paso para la comunicación, se divide en una
sacristía, en que se reviste el Sacerdote, que dice Misa diariamente con decentes
ornamentos, y vasos propios de este Tribunal: y en un corto refitorio [refectorio],
en que caben a comer ocho personas, y lo hace el delincuente.
En la otra, que forma la entrada, y da comunicación a los corredores o
claustros altos de la cárcel, duerme el reo en tarima limpia, cómoda, y pintada de
verde al óleo, a fin de libertarlo de los insectos, que de otra suerte abundarían,
habiéndose substituido al antiguo, duro y penoso cepo, una cadena, que, aunque
afianzada en la pared, deja lugar al cuerpo para volverse a todos lados, y recibir
este alivio, sin que el aire pueda ofenderlo, por estar las cinco grandes ventanas,
que facilitan abundante luz, adornadas de vidrieras, y sin que le falte modo de
recordar los novísimos del hombre, ni en las horas del recogimiento, no en las de
alimentarse, supuesto que esta pieza, y la del refitorio [refectorio] están cubiertas
de algunas poesías de buen gusto, y de moción.
Concluidos los ejercicios, al día inmediato, si no está embarazado él en que
ha de ser la ejecución, procediendo al romper la aurora el toque del clarín en las
puertas del apartado, a las seis de la mañana, el Escribano respectivo intima al
reo la sentencia delante de una Imagen de nuestro Redentor, que manifestó su
humildad, y paciencia, y postrado de rodillas lo oye, besa, y firma, si sabe.
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A la hora acostumbrada se procede a rezar la letanía de los Santos por los
hermanos de la caridad, que ya han entrado a la Capilla, alternado estos, y otras
personas devotas el responsorio. El Padre Prefecto, y otros Sacerdotes seculares,
y regulares le encomiendan el alma: empiezas después a vestirlo, aplicando a
cada pieza del traje aquellas fervorosas exhortaciones adecuadas a los pasos de
la adorable pasión de nuestro Crucificado Redentor: sale el criminal al corredor, en
cuya puerta lo un Presbítero con estola, que lleva enarbolado el Sagrado madero,
en que está clavada la efigie del Santo Cristo, que se venera en la Parroquia de la
Santa Veracruz de esta Capital con el título de la Misericordia: en el descanso de
la escalera vuelve a arrodillarse el reo para clamar a la hermosa Imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe, que allí se venera; y dando la última vista al Señor
Crucificado de la Misericordia, sin embargo de que lo acompaño hasta el patíbulo
se le vendan los ojos.
En el zaguán monta en un jumento, bestia de silla o serón según la calidad
de la sentencia: y precedido del estandarte de la Hermandad, que porta un
Teniente del tribunal, del clarinero y pregonero, que a trechos publían [sic] los
delitos del criminal; de muchos comisarios, que con espadas en mano forman dos
ordenadas filas, en cuyo centro va auxiliado por varios Sacerdotes, custodiado de
un piquete de soldados granaderos de infantería, y acompañado de los caballeros
hermanos de la Misericordia, de los cuales lleva el mayor, o Prior el guión de tan
ilustre Archicofradía, y otros dos, dos tarjetas pintadas representativas de la
expulsión del templo a los comerciantes en él: cierran la comitiva el Teniente
principal de la casa, y el Escribano correspondiente, puestos a caballo con cuatro
comisarios, que van a la retaguardia.
No se pierde este orden en el espacio, que media entre la cárcel, y ejido
(lugar donde se halla la horca) donde ya están formadas en cuadro las tropas de
infantería y dragones, que la Capitanía General ha franqueado por vía de auxilio.
Allí se quita la vida al miserable delincuente: y evacuada esta diligencia se retiran
todos, quedando dos comisarios en custodia del cadáver hasta las tres de la tarde
en que se amortaja, y lleva a enterrar a la citada parroquia de la Santa Veracruz
con el lucido acompañamiento de los hermanos de la Misericordia, los cuales
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llenos de caridad emplean los tres días de la capilla en colectar limosnas, que
sirven de satisfacer los derechos parroquiales, y aplicar sufragios a el alma del
reo.
Dios guarde a Usted muchos años Real Tribunal de la Acordada 4 de
Septiembre de 1806. B.L.M. de V. su atento servidor, Manuel de Santa María, y
Escobedo.
Pérdida. Dos pliegos de parte, uno escrito enteramente, y otro comenzado,
firmados ambos por los sujetos que allí se expresan: van envueltos en dos planas,
y se han perdido del callejón de la Condesa al Sagrario: ocurra quien los hubiere
hallado al estanquillo, que ésta frente de dicha Iglesia a Don Juan González.
Robo. El día 21 del próximo pasado Agosto, un albortante de plata del nicho de
San Vicente Ferrer, colocado en una de las capillas de la Iglesia del Convento
Imperial de Santo Domingo de esta Ciudad: quien tenga noticia de él particípelo a
Don Vicente Francisco Vidal, que vive en la esquina de la 2 calle del mismo Santo
Domingo.
La Comedia: El premio de la humanidad: dos buenos intermedios de
cantado, y un sonecito del país.
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