Paz En la sabana africana la banda de machos primates conducido por su Alfa se apresta para el combate. Al otro lado del arroyo una banda vecina avanza hacia ellos,los machos excitados, gritando, saltando, golpeándose el pecho; el mensaje es claro: “Lo vamooooa reventar Siglo tras siglo, hasta hoy, en todas partes del mundo, nuestros Machos Alfa han conducido bandas humanas a la guerra para conquistar o reconquistar territorios o recursos, para oprimir o liberarse de la opresión, por las causa más nobles, ( la Libertad, Dios, la Justicia) o las más oscuras (venganza, codicia, ambición). La Guerra, si bien es un programa común que compartimos con aquellos monos y otros animales, es actividad muy humana. La Historia es la Historia de las Guerras y pareciera que sirven para parir avances tecnológicos, descubrimientos científicos, nuevas verdades morales. Por algo en nuestros genes están las instrucciones para segregar testosterona, adrenalina y demás drogas propias que nos hacen tanto valerosos y capaces para el combate como crueles, violentos y destructivos. Yo fui testigo de la pequeña y limitada Guerra (si la comparamos con la española, por ejemplo) que vivió la Argentina hace 40 años. Rara (no contendían 2 ejércitos regulares), sucia (la tortura y las desapariciones fueron armas de uno de los bandos y el ocultamiento el arma del otro), disfrazada como casi todas con Grandes Palabras ( “Defender la Patria del Comunismo”, “Defender nuestro tradicional Modo de Vida Cristiano”, “Justicia Social”, “Libertad”, “Igualdad”,”Revolución”…) nuestra Guerra Revolucionaria también liberó, como todas, al Demonio que espera agazapado a que estallen para salir de la lámpara en la que queremos mantenerlo encerrado. La energía del odio, de la crueldad, que gusta de la sangre, del poder de destruir, que se excita con el sufrimiento de otros, se expande en los lugares en guerra. Oficinistas grises, soldados profesionales, estudiantes de ingeniería o primitivos campesinos se descubren capaces de violar niñas del otro bando, torturar a un tipo atado a una cama, matar al padre de una compañerita del colegio o machetear con saña al ayer vecino hoy enemigo. Y en esto sí que hemos evolucionado, esta energía oscura es puramente humana: no imagino un mono torturando a otro. La Civilización, la Moral, la Evolución, esos productos humanos son también una forma de aquietar esta energía oscura que llevamos dentro. Permanentemente buscamos que hacer con ella, como redirigirla. El Talmud, el Libro Sagrado de los Judíos indica que quien tiene gusto por la sangre debe dedicarse a ser carnicero kosher o el Rabino que practica la circuncición. El Espectáculo del Deporte, esa representación descafeinada de la guerra, uno de los ejes sobre el que se construye la vida cotidiana de los hombres contemporaneos es la forma que hoy tenemos de sublimar esa energía. Las guerras parecen terminar pero los daños, las víctimas, la degradación moral que el Demonio de la Guerra nos deja permanecen. Y aún continúan muchos años después: los que perdieron una vez vuelven a combatir para vengarse y así generación tras generación hay pueblos que no conocen la paz. No se cuanto más necesitaremos de las guerras. O si las crisis, la escasez de recursos, la superpoblación o algo así van a aumentar su número. Pero creo que también es una posibilidad de nuestra evolución un mundo sin guerras, por que no? He visto el mundo cambiar de una forma absolutamente inimaginable. Porque no pensar que finalmente los hombres decidiremos que el horror de una guerra no vale la pena? Mucho deberíamos aprender y cambiar para esto. Entre otras cosas a mantener a nuestros Machos Alfa puros lejos del poder. Hay que reubicar a los tipos como Chavez, Admanidejah, (o como en su tiempo lo fueron Bush o Videla, Pinochet, Santucho o el Che) y todos los gobernantes que aquí o allá , de un lado o del otro, todavía creen que de la guerra surgen soluciones. Solo nos deberían gobernar quienes saben que, pase lo que pase, siempre es preferible la Paz.