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Taltal Railway Company Primeras Paginas

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THE TALTAL RAILWAY COMPANY LIMITED.
HISTORIA GLOBAL DE SU IMPACTO
EN EL DESIERTO DE ATACAMA, 1880-1980
THE TALTAL RAILWAY COMPANY LIMITED.
HISTORIA GLOBAL DE SU IMPACTO
EN EL DESIERTO DE ATACAMA, 1880-1980
MILTON GODOY ORELLANA
The Taltal Railway Company Limited. Historia global de su impacto en el
desierto de Atacama, 1880-1980
Portada: “Muelle n.° 2, construido por The Taltal Railway Company Ltd.
a inicio del siglo XX”. Fotografía del autor. Taltal, 2021.
Diseño de Portada:
Ediciones del Despoblado
Diagramación:
Marco Murúa C.
marcomurua@gmail.com
Corrección de estilo:
Patricia Ayala A.
patriciainesa@gmail.com
Fotografía de portada:
© Milton Godoy Orellana
Derechos Reservados:
Se agradece respetar las leyes establecidas en el Copyright © no reproduciendo de
forma total o parcial esta publicación ya sea por medio mecánico, electrónico o
cualquier otro, sin la autorización escrita del editor.
Inscripción Registro Propiedad Intelectual N° 2023-A-3218.
ISBN: 978-956-09472-2-2.
Comité científico de referato
Dr. Jorge Pinto Rodríguez, Universidad Católica de Temuco; Dr. Sergio González
Miranda, Universidad de Tarapacá; Dra. Viviana Gallardo Porras, Universidad
Diego Portales; Dr. Sergio Grez Toso, Universidad de Chile; Dr. Hugo Contreras
Cruces, Universidad de Tarapacá.
Ediciones del Despoblado.
edicionesdeldespoblado@gmail.com
Primera edición:
2000 ejemplares.
Santiago de Chile, agosto de 2023.
Imprenta:
Andros Impresores S.A.
Impreso en Chile.
A la memoria de
Gabriel Godoy y Olga Orellana.
A Patricia Sandoval, Gabriel Godoy
Sandoval y Matías Eterovic Lavín,
por el futuro.
“Me parece inútil demostrar que es sumamente difícil,
por no decir imposible, construir ferrocarriles o telégrafos
eléctricos por el desierto. […]
Doy por entendido que se pensaría únicamente en tales
empresas si se verificase un día en el centro del desierto el
descubrimiento de minas de metales preciosos de una riqueza
fabulosa, porque sin eso nadie pensaría en tales empresas”.
Rodulfo Philippi, Viaje al desierto de Atacama, 1860.
“Lo que no debe perderse de vista en la determinación
sobre la manera de que debe construirse este ferrocarril es
el desarrollo de la industria naciente que sin duda alguna
traerá nueva vida y prosperidad en esa zona del desierto”.
Aurelio Lastarria, Diario Oficial de la República de Chile, 1879.
“Por lo que se ve, ya es un hecho que el árido desierto de
Atacama va a desaparecer; porque no es posible llamar desierto
donde el tren hace oír a cada rato el potente silbido de sus
calderos y donde el telégrafo va marcando con la uniforme
sucesión de sus postes, que por ese delgado alambre que
les une se comunican el mundo entero, se transmiten sus
impresiones, sus novedades, sus esperanzas y sus desengaños”.
La Revista de Taltal. Taltal, 23 de julio de 1888.
ÍNDICE
Presentación
Prólogo
Preámbulo
15
17
25
Capítulo I
Introducción
La única arteria que da salida al mar
El ferrocarril y sus variantes historiográficas
La minería y el ferrocarril de Taltal
en una perspectiva global
Fuentes globales para un problema global
¿Por qué un ferrocarril en el desierto?
Un difícil escenario: geografía y clima
37
40
57
63
77
80
Capítulo II
El despoblado y la irrupción de la modernidad, 1800-1900
La región antes de las líneas férreas
Espacios y habitantes
La proyectada Villa de Nuestra Señora del Paposo
Las primeras explotaciones cupríferas
Copiapó salitrero y las trabas impositivas
Modificaciones administrativas y poblamiento
La salvación argentífera y aurífera
Turbulencia política y transporte
Entre la crisis y el difícil repunte de las cifras
87
89
96
102
106
121
123
129
134
Capítulo III
Globalizando las pampas salitreras, 1880-1950
El hijo de la mina y el capitalismo en el desierto
Capitalismo y globalización en el desierto
Instalación y consolidación de la red ferroviaria
Infraestructura y material rodante
Expansión ferroviaria y nuevos ramales
Una red entre la costa, el desierto y la sierra andina
La ciudad-puerto y el recinto ferroviario
Los nodos del interior: estaciones, placillas y oficinas
La arquitectura empresarial: entre Londres y Taltal
Explotación, extracción y transporte del salitre
El viaje en el desierto y el flujo de pasajeros
La venta y aprovisionamiento de agua
Transporte hacia la pampa y la sierra: combustibles,
bienes y alimentos
El transporte hacia el puerto
Un mundo diferenciado: administradores,
empleados y obreros, 1900-1950
143
147
157
196
201
206
212
220
227
237
250
262
269
276
278
Capítulo IV
Ferrocarril, política y economía regional, 1900-1950
La época dorada de la región: 1900-1913
Una década de incertidumbres
La Gran Depresión en una perspectiva regional, 1930-1940
Trabajadores ferroviarios: demandas laborales
y organización
El terremoto de 1936. Un punto de inflexión
Temporales, aluviones e incendios
La elección presidencial de 1938
Guerra, demandas de estatización
y diplomacia económica, 1940-1950
El silencioso repliegue de la red ferroviaria
Las demandas por la estatización
291
305
315
326
337
343
351
352
394
399
Capítulo V
De The Taltal Railway Company Ltd.
al Ferrocarril salitrero de Taltal, 1950-1980
El repliegue británico
Una perspectiva más esperanzadora
Una desastrosa espiral de inflación, 1955-1960
Un ferrocarril más en Chile deja de ser británico
La venta: un dilatado proceso de negociaciones
El Ferrocarril Salitrero de Taltal, 1955-1980
El desmantelamiento y la venta de activos
Diagnósticos, soluciones y paliativos estatales
Movimientos sociales y sísmicos
Intervención, cierre y desmantelamiento del ferrocarril
La larga agonía del salitre
y el despoblamiento de la pampa
419
424
429
439
441
452
454
464
473
487
498
Epílogo
Apagando los fuegos...
507
Bibliografía
515
Abreviaturas
ANHFS
: Archivo Nacional Histórico, Fondo del Salitre. Santiago
ANHIANT
: Archivo Nacional Histórico, Intendencia
de Antofagasta. Santiago
ANHIAT
: Archivo Nacional Histórico, Intendencia de Atacama.
Santiago
ANHMH
: Archivo Nacional Histórico, Ministerio de Hacienda.
Santiago
ANHMINT
: Archivo Nacional Histórico, Ministerio del Interior.
Santiago
ARNADIANT : Archivo Nacional de la Administración, Intendencia de
Antofagasta. Santiago
ARNADMH
: Archivo Nacional de la Administración, Ministerio
de Hacienda. Santiago
ARNADMOP : Archivo Nacional de la Administración, Ministerio
de Obras Públicas. Santiago
AHUCNFSFC : Archivo Histórico Universidad Católica del Norte,
Fondo Salitrera Flor de Chile. Antofagasta
AMRAIAT
: Archivo Histórico Museo Regional de Atacama,
Intendencia de Atacama. Copiapó
BNSM
: Biblioteca Nacional, Sala Medina. Santiago
ACMREP
: Archivo Central, Ministerio de Relaciones Exteriores
del Perú. Lima
AGIE
: Archivo General de Indias, Estado. Sevilla
AGIAL
: Archivo General de Indias, Audiencia de Lima. Sevilla
AGIACH
: Archivo General de Indias, Audiencia de Chile. Sevilla
NAFO
: National Archive, Foreing Office. Londres
RODTRC
: Report of the Director. The Taltal Railway Company,
Limited. Londres
BLDCH
: Boletín de las Leyes y Decretos de Chile. Santiago
Entender el pasado para proyectarnos al futuro
Ningún país, ciudad, organización o persona puede proyectarse en el
futuro sin conocer ni entender su propia identidad, sus raíces o su pasado.
En los ya casi seis años que nuestra empresa Colbún lleva presente en la
comuna de Taltal, donde estamos construyendo el Parque Eólico Horizonte,
uno de los sellos distintivos de su comunidad y su gente es el orgullo que
sienten precisamente por su historia. El libro que tienen en sus manos ayuda
a comprender ese sentido de orgullo.
Taltal experimentó a partir de mediados del siglo XIX una transformación económica, social y cultural que la llevó a estar en el centro del
desarrollo económico de Chile. Y el ferrocarril, a través de The Taltal Railway Company Ltd., jugó un papel preponderante en dicha transformación.
Avanzar en estas páginas es adentrarse entonces en la historia de Taltal,
entender el auge que vivió la pampa nortina de la mano de la minería y
en particular del salitre, y comprender el orgullo que los taltalinos sienten
por su pasado.
La decisión de Colbún de apoyar este libro radica en nuestra firme
convicción de que, para proyectar el futuro de Taltal, tenemos que conocer
su pasado. Y estamos convencidos que esta comuna tiene, en las energías
renovables, una oportunidad relevante para construir un mejor futuro. Esta
oportunidad es también un desafío, uno que demanda la articulación de
numerosos actores del sector público, privado y la sociedad civil para que
el crecimiento que se prevé para el desarrollo de proyectos de generación de
energía renovable beneficie a la comuna de Taltal y sus habitantes.
15
En este libro, su autor, Milton Godoy Orellana, plasma de manera
vívida, detallada y echando manos a un sinnúmero de fuentes documentales,
la ruta que siguió el ferrocarril de Taltal para ir articulando las transformaciones de este puerto, partiendo primero con las explotaciones cupríferas,
pasando luego a la minería del oro y plata, hasta llegar a la bonanza del
salitre. Pero el viaje que el lector de esta obra puede hacer no termina allí.
El libro representa también un valioso aporte de información para entender el declive posterior que vivió este territorio tras la irrupción del salitre
sintético, fenómeno que implicó el abandono de los antiguos poblados del
interior y la disminución de la población pampina durante el siglo XX.
En esa perspectiva, es imposible soslayar la importancia de incorporar
los aprendizajes del pasado de cara al desarrollo futuro de Taltal y sus habitantes, entendiendo que, en un sentido amplio, este territorio puede tener un
rol relevante hacia un crecimiento más sustentable de Chile y del planeta.
Jose Ignacio Escobar
CEO Colbún S.A.
16
Prólogo
Los ferrocarriles, quizás deberíamos decir los trenes, ejercen una
fascinación especial, como también ocurre con los puentes de hierro, recordemos la imponente imagen del puente que cruza el río Malleco. Como la
admiración por las calles de París de Walter Benjamin, quien nos recuerda
los pasajes parisinos de hierro y cristal que llegaron con la gran renovación
urbana del barón Haussmann.1 También fueron un adelanto impresionante
los edificios mecanos del siglo diecinueve como la emblemática torre Eiffel
de ejemplo. De los talleres de Alexandre Gustave Eiffel llegó (con algo de
fortuna) a Arica la iglesia de San Marcos. Allí está imperecedera para el
goce de los turistas y orgullo de los ariqueños.
Todos los puertos de embarque de salitre tuvieron muelles de hierro
y madera, capaces de soportar las violentas marejadas. El muelle histórico
de Taltal, que ilustra la portada de este libro, colapsó en enero pasado “tras
resistir varios días las intensas marejadas que han afectado a la comuna”.
En realidad, soportó 123 años de marejadas. Es lo maravilloso de las construcciones en hierro o acero que, además de bellas, resistían el paso del tiempo
y a los elementos con dignidad. Algunos veleros de finos cascos de acero
o Clipper tuvieron vida después del salitre como buques escuela de varios
países, y los vapores siguieron surcando mares todo el siglo XX.
Posiblemente, los ferrocarriles fueron el santo grial de esa inteligencia
asociada al vapor y a la modernidad. Fueron vistos como la piedra de tope
del desarrollo para los países pobres que tenían la fortuna o la desgracia de
poseer grandes recursos naturales. Para cuando el ferrocarril generaba ese
efecto de admiración en todo el mundo, especialmente en los países de la
1
Walter Benjamin, Libro de los Pasajes (Madrid: Ed. Akal, 2005).
17
periferia, todavía no se conocía de la “enfermedad o síndrome holandés”,
de la que no escapó Perú con el guano ni Chile con el salitre.2
Las máquinas sean los trenes, los vapores o las fábricas, no tienen
culpa alguna del uso que los Estados nacionales y los empresarios hicieron
de las grandes ganancias que produjeron. Y menos que algunos ferrocarriles se hayan construido dentro de un monopolio como fue el caso de las
empresas inglesas en territorio salitrero.
Con los vapores y con los ferrocarriles se acortaron las distancias
marítimas y terrestres, porque los flujos circulaban a mayor velocidad,
pero también se acortaron las distancias sicológicas y sociológicas entre el
centro y la periferia: hasta el desierto de Atacama llegaron no solo viajeros
o investigadores, sino empresarios, administradores, ingenieros, técnicos e,
incluso, trabajadores. Un técnico llegaría a convertirse en “rey del salitre”,
J.T. North, y un ingeniero en el “padre de salitre”, J.T. Humberstone.
Hubo muchos ingenieros en la construcción de líneas férreas en el desierto
que merecen reconocimientos, solo por nombrar a uno: Josiah Harding.
En el siglo XIX las Ferias internacionales que exponían los adelantos
de la modernidad fueron la síntesis de esa fascinación por los ferrocarriles y
todo lo construido en hierro o acero, y Chile no quedó excluido. La primera
fue en Londres en 1851 conocida como “The Crystal Palace”, por el cristal
utilizado en el Pabellón que, por cierto, tenía también hierro y acero, el
material del momento. En realidad, se trata de la adhesión de la sociedad
internacional por la revolución industrial que definió el destino del planeta
hasta la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, no todas las sociedades o
regiones dentro de ellas, se integraron a esa segunda mundialización como
diría Francisco Iturraspe.3 Según este autor durante la primera mundialización, iniciada con la conquista de América, lo esencial fue la expansión
territorial, las materias primas y las manufacturas, dentro de un capitalismo
mercantil y colonialista. Este orden mundial se caracterizó por la hegemonía
europea, pero será superado y profundizado, por el establecimiento de un
segundo orden global, a partir de fines del siglo XVIII y hasta la Primera
Guerra Mundial, caracterizado por la hegemonía británica y la revolución
industrial. En este nuevo orden surgen los ferrocarriles como uno de sus
iconos. Y el desierto de Atacama será uno de los territorios que se integrará
a esa nueva hegemonía europea.
2
3
Pedro Jeftanovic P., El Síndrome Holandés: teoría, evidencia y aplicación al caso chileno (19011940), (Santiago: Centro de Estudios Públicos, 1991).
Francisco Iturraspe, “Mundialización, regionalización y territorio: un enfoque histórico y revisión de algunos aportes teóricos”, Región y Sociedad, XIV, n.º 23 (Hermosillo 2022): 171-191.
18
Hubo territorios de la periferia definidos como anecúmenes durante
la primera mundialización, fue el caso del “despoblado de Atacama” que,
por lo mismo, solo fue un gran territorio de paso y/o habitado por los
pueblos originarios. Sin embargo, tomaron la delantera en este nuevo orden
mundial producto de la minería y de la iniciativa de empresarios mineros
locales, bolivianos, peruanos y chilenos, quienes les abrieron las puertas a
las compañías extranjeras, como la casa Gibbs, entre otras.
A ese “despoblado” llegará la revolución industrial con todos sus adelantos y sus impactos colaterales. Precisamente, este es uno de los méritos
de este libro de Milton Godoy Orellana, no elude, al contrario, los destaca,
a los “efectos colaterales” del ferrocarril, como fueron las huelgas y la
demanda social. Godoy señala que no hay huellas de huelgas en la fase
temprana de la construcción del ferrocarril, pero ello no significa ausencia
de confrontaciones. Los carrilanos siempre tuvieron conflicto por la expoliación que sufrieron y porque no se les consideraba como obreros sino
peones. La muerte de miles de estos obreros en las líneas férreas en zonas
altamente peligrosas y en algunas conocidas por las enfermedades, como
el ferrocarril a la Oroya en Perú, donde hubo mano de obra chilena que
llegó hasta esos parajes siguiendo al empresario ferroviario Henry Meiggs.
Aunque no se registraran huelgas como bien señala Godoy, ellas
quedaban subsumidas con otros conceptos, como “saqueo” de los peones,
como lo hemos demostrado en Tarapacá. Se culpaba a los peones del ferrocarril o de las oficinas de todos los asaltos en los caminos y en pueblos del
interior y, sin embargo, se ocultaba que ellos asumían los costos de los
vaivenes de la economía, cuando se les negaba el salario.4
Ya desde mediados del siglo XIX el algodonado vapor de un tren
se esparciría por el desierto entre Copiapó y Caldera y, desde ese momento, la demanda creció como la espuma por este medio de transporte que
parecía invencible e inevitable para toda sociedad con pretensiones y para
toda empresa con ambiciones. Unos pocos años después (1855) se formó la
Compañía del Ferrocarril del Sur, por iniciativa de prominentes personajes
de la sociedad chilena. Por su parte, Tarapacá, entonces territorio peruano,
una década después ya tenía planes de un ferrocarril salitrero y trasandino,
a pesar de que la industria del nitrato todavía no se consolidaba totalmente.
Antofagasta estaba en la fase de los cateos y Taltal esperando su oportunidad.
4
Sergio González Miranda, “Sublevación y saqueo en las oficinas del norte. Indicios de protesta
obrera en la industria del Salitre durante el periodo peruano. Tarapacá en la crisis de 1867”,
Tiempo Histórico, n.° 25, (Santiago 2022): 109-128.
19
Parecía que los trenes podían resolverlo todo, desde llevar carga y
pasajeros a los más remotos lugares, a justificar guerras empresariales en
Estados Unidos. En Europa, incluyendo a Rusia, no hubo país que no se
involucrara en guerras donde los ferrocarriles fueron causa o consecuencia.
La imagen del tren era no solo imponente por su diseño y materialidad, también lo era por sus efectos geopolíticos. Bolivia y Chile no habrían
alcanzado un acuerdo en 1904 sin la oferta de construcción de un ferrocarril
entre Arica y La Paz. Las tratativas previas entre los dos gobiernos fueron
asumidas por diplomáticos bolivianos que eran también mineros. El apellido
Aramayo estuvo en la mesa de negociaciones, como también estuvo en el
primer proyecto de un ferrocarril de Iquique a Bolivia casi medio siglo antes.
La imagen poderosa del ferrocarril puede, sin embargo, terminar
siendo tan frágil como depender de un simple detalle. Un cuento ruso narra
la historia de un humilde pescador que por años a lo largo de su vida fue
extrayendo clavos del ferrocarril que pasaba cerca de su casa como plomada
para la pesca, hasta que el último clavo provocó un descarrilamiento fatal.
Nunca pensó que un clavo tumbara a ese monstruo de hierro. No fue un
clavo, fueron muchos. Igualmente, no fue una crisis, fueron muchas las que
terminaron con el ferrocarril decimonónico. La gran crisis de 1930 fue el
comienzo del fin de los ferrocarriles salitreros en el desierto de Tarapacá y
Atacama, incluyendo Taltal.
Afirmar que los ferrocarriles fueron un recurso geopolítico puede
resultar extraño, especialmente para quienes ven en estos medios de
transporte un nostálgico fetiche. Hubo, a fines del siglo XIX un proyecto
de construcción de un ferrocarril internacional panamericano que uniría
Buenos Aires con Washington, incluso Canadá. Era una tarea titánica, pero
perfectamente coherente con las Conferencias Panamericanas, celebradas
entre 1889 y 1954, dentro de las ideas y principios del panamericanismo,
un tipo de pensamiento liberal promovido por Estados Unidos. Durante la
Primera Conferencia Internacional Panamericana realizada en Washington,
en 1890, se planteó por vez primera este proyecto. Aunque frustrado, igualmente surgió una red ferroviaria en el continente americano que tenía un
propósito dendrítico de llegar a los más recónditos lugares, especialmente
si estos poseían recursos naturales. Igualmente, tuvo por objetivo unir los
océanos con el interior, para poder exportar los productos agropecuarios y
mineros. El ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, cuyo origen fue la minería
regional, ha sido el más exitoso, eficiente y persistente, de los construidos
durante el ciclo del salitre.
20
Milton Godoy utiliza el concepto “globalizar las pampas”, para
apuntar a la internacionalización de un territorio impactado por la modernidad, la tecnología, el capitalismo, las ideas de progreso y sobre todo
por el vapor o la máquina. Más allá de la precisión del concepto, acierta
al apuntar hacia un fenómeno que no tuvo mejor lugar para desplegarse
y desarrollarse como si fuera un laboratorio. Ello significó que, desde la
segunda década del siglo XIX en Tarapacá y desde mediados de ese siglo
en Atacama, exploradores cartografiaron esa pampa, mapas que fueron
clave para la llegada del ferrocarril. Ingenieros como Hugo Reck ya habían
alcanzado fama en toda la región andina. La construcción de ferrocarriles
era un proceso inevitable e imparable, pero algunos fueron postergados una
y otra vez por los Estados nacionales.5
Haciendo un símil con lo afirmado por Hobsbawm sobre los ferrocarriles ingleses como “hijos de las minas”, Godoy señala que en el Norte
Grande fueron “hijos del salitre”, un término utilizado por Volodia Teitelboim
en el título de una novela que aborda la masacre obrera más emblemática en
la Historia de Chile. Curioso juego de palabras para analizar un fenómeno
que suele separar a la tecnología de la vida de los trabajadores. Como si la
tecnología fuera neutra o gozara de cierta asepsia hacia lo político. Godoy
sin entrar en detalles deja bien establecido que eso no es así, al contrario,
la tecnología es siempre un proyecto político.
Es un notable mérito de este libro, no ser lo que se espera tradicionalmente de una obra sobre ferrocarriles o sobre “trenes”. Quien diga que este
libro es solo sobre el ferrocarril salitrero de Taltal, es que no lo leyó, pues
no solo lo excede, sino que es un trabajo exhaustivo, detallado, integrador,
con historias comparadas. Es una obra sobre cómo el capitalismo llegó y
se desarrolló en el desierto de Atacama.
Comparto totalmente que la organización del territorio es la clave
para comprender el desarrollo de una actividad económica y la ocupación
humana del mismo. La minería del salitre definió una forma de ocupación
y organización territorial, que se inició en Tarapacá para después difundirse
al resto del Norte Grande, porque en esa provincia al norte del río Loa esta
minería se inició medio siglo antes y, a partir de ella, empresarios, cateadores
y obreros se trasladaron hacia otros destinos, incluyendo Taltal. Entre ellos
estuvieron Andrés Keating y Jorge Hilliger, ambos alemanes radicados en
5
Luis Castro, “Espejismos en el desierto: proyectos ferroviarios e integración subregional
(Tarapacá 1864-1937)”, Si Somos Americanos, Revista de Estudios Transfronterizos, V, n.º 4
(Iquique 2003): 21-48.
21
Iquique, como muchos otros que partieron a Taltal, incluyendo al propio
Daniel Oliva.6
En Tarapacá se había desarrollado un proceso industrializador inédito
en la periferia austral del Perú, que generaría un “efecto demostración” para
esta minería al sur del río Loa, siendo la primera la Compañía Exploradora
del Desierto en 1868, que al año siguiente se transformaría en Melbourne
Clarke Cº y en 1873 en la Compañía de Ferrocarriles y Salitre de Antofagasta, después vendrían las compañías en el Toco y en Taltal. De Tarapacá
se conocía la factibilidad y ventajas de un ferrocarril salitrero, no solo por
la modernidad que ello significaba, sino porque –supuestamente– permitía
reducir los costos y los tiempos de traslado, además de absorber el cambio
de escala de producción de las oficinas de máquina que cada año tenían más
capacidad productiva. Andrés Keating como residente en el pueblo de la
Noria fue posiblemente testigo del primer viaje de la máquina “Tarapacá”
de la empresa Montero Hnos., entre Iquique y La Noria.
Andrés Keating junto a Alfredo Quaet-Faslem se asociaron para la
construcción del ferrocarril salitrero de Taltal, el 12 de marzo de 1880 fue
aceptada la propuesta, aunque rápidamente cambiaría de manos: The Taltal
Railway Co. Ltd., y surge el apellido Meiggs, el mismo que vemos rematando
de forma irregular las salitreras del Toco al gobierno de Bolivia.7 ¿Coincidencia? La especulación no estuvo ajena a la industria ni a los ferrocarriles.
La referencia al Toco es válida también porque concluida la guerra del
Pacífico y “aclarado” en parte la operación de los testaferros (Juan Gilberto
Meiggs, Carlos Watson y otros) respecto de los “papeles del Toco”, que al
quedar definitivamente en manos del inglés Edward Squire, el gobierno
chileno autoriza la construcción del ferrocarril de Tocopilla al Toco, que
se inició en 1883, creándose en Londres la Chilian Nitrate y Railway
Company, Limited. Por tanto, fue casi en paralelo al ferrocarril de Taltal,
demostrando que esa década de 1880 fue la de expansión de este medio de
transporte para la minería del salitre, llegando simbólicamente a su punto
más alto en 1889 con la gira del presidente J.M. Balmaceda el norte a bordo,
precisamente, del ferrocarril salitrero.8​
6
7
8
Sergio González Miranda, “Más que una golondrina. La influencia minera de Tarapacá –como
efecto demostración– en el desarrollo del cantón salitrero de Taltal antes de la guerra del Pacífico
(1875-1879)”, Taltalia, n.° 15 (Taltal 2022): 45-71.
Manuel Ravest, “La casa Gibbs y el monopolio salitrero peruano”. Historia, I, n.° 41 (Santiago
2008): 63-77.
Rafael Sagredo, La gira del presidente Balmaceda al norte. El inicio del “crudo y riguroso invierno
de su quinquenio” (verano de 1889). (Santiago: Ed. LOM, 2001).
22
Milton Godoy cita a Zdenek Tomeš, porque este autor establece una
periodicidad para el ciclo de los ferrocarriles a nivel mundial, tomando cuidado en que no se ajusta perfectamente al caso de Taltal y de los ferrocarriles
de Chile. Este autor indica una primera fase, entre 1800 y 1850, cuando los
trenes irrumpieron en el transporte de bienes y personas; seguidamente una
etapa de expansión entre 1850 y 1900; para concluir con la decadencia de
los ferrocarriles entre 1900 y 1950. Godoy establece la etapa de expansión
para el caso estudiado entre 1910 y 1930. A pesar de que el capítulo principal
donde aborda la política y la economía regional lo enmarca entre 1900 y
1950, haciéndolo coincidir con la última fase de Tomes.
Sabemos que los ferrocarriles fueron introducidos en Chile a mediados del siglo XIX, es decir, cuando en Europa ya comenzaba la etapa de
consolidación. Los ferrocarriles salitreros lograron construirse (los proyectos
pueden haberse presentado a los gobiernos dos décadas antes) recién a inicio
de la década de 1870, y logrado su consolidación alrededor de 1890 y expandirse hasta la Primera Guerra Mundial. Coincidente con su articulación con
el ferrocarril longitudinal norte que se concluye el 10 de enero de 1914. La
Primera Guerra Mundial le dio un segundo aire a la economía del salitre
y, por añadidura, a todos los servicios asociados, como el ferrocarril. Sin
embargo, el término de este conflicto bélico fue, con excepción de Antofagasta, el fin de la expansión salitrera, y el ferrocarril iniciará su decadencia.
Cuando el ferrocarril Arica-La Paz fue inaugurado el 13 de mayo de
1913, incluso con la presencia de Ismael Montes, el presidente que firmó el
Tratado entre Bolivia y Chile en 1904 que consideraba entre sus obligaciones
la construcción de este ferrocarril, ya se podía percibir que el tiempo de los
trenes estaba llegando a su fase final. En la década siguiente en estas regiones
comenzaría una demanda por carreteras para camiones de alto tonelaje.9
Muy pocas veces uno puede afirmar que una obra cierra definitivamente un tema. El libro de Milton Godoy Orellana logra cierta “completud”,
permítanme este concepto extraído de la epistemología, por el alcance y
los detalles que contiene. El trabajo exhaustivo queda de manifiesto en
cada capítulo, demostrando la dedicación del autor por alcanzar un objetivo difícil y escurridizo. A lo anterior, se suma el esfuerzo por conseguir
las mejores ilustraciones del ferrocarril de Taltal, lo que también
ubica a este libro en el campo del patrimonio salitrero.
9
Carlos Harms Espejo, Los Grandes Problemas de la Zona Norte de Chile (Santiago: Imp. La
Ilustración, 1930).
23
No he querido detenerme describiendo los capítulos de este libro.
Dejo esa tarea al lector, porque es un camino largo, interesante, entretenido
y pleno de sorpresas.
Sergio González Miranda
Premio Nacional de Historia 2014
Caleta Molle, Iquique.
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