Tecnología y educación: nuevos escenarios para el enseñar Introducción En esta primera lectura se brindará un primer esbozo en cuanto a comprender el impacto de la tecnología en la educación como un cambio cultural. Esta primera apertura nos otorgará las bases conceptuales necesarias para ir construyendo una nueva concepción en cuanto a lo que significa el enseñar y el aprender hoy en entornos con alta disposición tecnológica. Analizaremos algunos aspectos que propician la existencia de fisuras entre una institución educativa moderna sólida y aprendices que viven inmersos en una modernidad líquida. Comprenderemos el rol que como profesionales de la educación ocupamos en la formación de ciudadanos que puedan desarrollar plenamente una identidad analógica y digital. Partiremos de una realidad concreta propia de muchas instituciones educativas actuales para luego avanzar en un constructo dialéctico que nos permitirá un ida y vuelta entre el análisis teórico y la reflexión crítica de la realidad, a fin de lograr una mirada multidimensional sobre los cambios y demandas que el auge de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) provoca en el ámbito educativo. 1. Caso disparador La directora de la institución secundaria pública “Rosita del Río” presenta, en la jornada docente de inicio de año, las estadísticas y resultados de una autoevaluación llevada a cabo el año anterior, en el marco de un requerimiento realizado por el Ministerio de Educación para el proyecto “Nueva educación; nueva escuela”. Dentro de los aspectos relevados en la autoevaluación se encuentran: Tasa de repitencia y abandono. Característica del alumnado. Hitos claves en la historia institucional. Características de los docentes. Aspectos cualitativos que se consideren neurálgicos y prontos a ser tratados. Propuesta de superación. La directora muestra los resultados arrojados hasta el momento: ☰ Tasa de repitencia Existe una alta tasa de repitencia del 20% en el primer ciclo del CBU; siendo el primer año de un 7%, el segundo año de un 5% y el tercer año de un 8%. Esto genera que la tasa de abandono sea del 17%. Los datos relacionados al segundo ciclo o ciclo de especialidad arrojaron una tasa de repitencia menor (siendo del 15%), pero una tasa de abandono mayor (siendo del 22%). ☰ Característica del alumnado Las características de los alumnos fue modificándose en los últimos dos años, teniendo no solo estudiantes de los alrededores, sino que también acceden al establecimiento estudiantes procedentes de zonas más alejadas. Los alumnos que proceden de lugares más apartados son en su mayoría estudiantes con problemas de repitencia por diversos factores. La mayoría de los estudiantes proceden de hogares de clase media-baja. Una gran cantidad de los mismos cuentan con un equipo de celular de gama media y acceden a consumos culturales como el cine. En un alto porcentaje los padres cuentan con trabajos informales o independientes y las madres se dedican al servicio doméstico. ☰ Hitos claves en la historia de la institución Desde el inicio de la institución la misma se ha caracterizado por ser el centro de reunión y de eventos especiales en el vecindario; logrando así tener un gran apoyo de la comunidad en general y de las familias en particular. Desde hace aproximadamente unos 7 años esta situación fue mutando debido al crecimiento demográfico de la región, la existencia y funcionamiento de nuevos establecimientos educativos de corte privado o semiprivado y las crisis económicas sufridas a nivel país. De esta manera al establecimiento acceden estudiantes cuyas familias no pueden solventar la cuota de los establecimientos privados, o que cuentan con diversos hijos y algunos van al establecimiento privado o semiprivado —en especial a nivel primario—. La institución cuenta con una concepción instituida en la zona sobre su calidad académica, la cual está siendo puesta en jaque debido a la asistencia de alumnos repitentes de otros establecimientos alejados. ☰ Características de los docentes El 40% de los docentes del establecimiento son considerados “golondrinas” por contar con pocas horas académicas en el establecimiento, siendo la mayoría docentes de las áreas de la especialidad; un 30% de los docentes poseen la mitad de las horas cátedras máximas permitidas en el establecimiento y corresponden a las áreas artísticas (música, dibujo, teatro, diseño, etc.); el 30% de los docentes restantes tiene el 80 a 100% de las horas cátedras máximas permitidas destinadas a la institución, en su mayoría corresponden a docentes de asignaturas básicas como matemática, lengua, literatura, historia, etc. ☰ Aspectos cualitativos que se consideren neurálgicos y prontos a ser tratados El abandono y la repitencia se marcan como el eje neurálgico a trabajar. En un relevamiento de corte cualitativo se obtuvo que, de 50 alumnos entrevistados, el 60% manifiesta que se aburre en clase o que no encuentra conexión entre lo que se les enseña y lo que pasa en la vida real, o que muchas veces con cortar y pegar pueden solucionar las tareas; un 20% manifiesta que asiste porque lo obligan; un 10% muestra que se le complica asistir en función de tener que cuidar a los hermanos menores o ir a trabajar; y el 10% restante no sabe qué contestar. En cuanto a la repitencia, los alumnos manifiestan que no comprenden lo que se les explica y eso los desanima a seguir intentando. Por su parte los docentes comentan que los estudiantes tienen una actitud desinteresada y apática; así como no contar con normas sociales básicas en cuanto a la relación con la autoridad o el lugar donde se producen determinadas acciones (maquillarse, enviar mensajes, ver partidos de fútbol, ver series, dormir en clase, etc.). Esto hace muy difícil el seguimiento de aquellos que van más “flojo” en las aulas, las cuales tienen en promedio entre 25 y 40 estudiantes. A su vez, plantean que los alumnos se vuelven cada vez más descuidados en la entrega de las tareas, siendo muy evidente un corte y pegue de Internet sin ninguna lectura selectiva. Además, se hace complejo llevarlos a la sala de computación ya que la misma tiene pocas máquinas en funcionamiento, o se vuelve muy alborotado el grupo en la clase. Luego de presentar estos resultados, la directora manifiesta que la reunión tiene como propósito repensar una acción institucional que ayude a trabajar sobre el tema neurálgico expuesto. Esta suele ser la realidad de muchas instituciones secundarias a nivel nacional o de la región. ¿Cuál es el problema central que se presenta?, ¿qué produce el desencuentro entre docentes y alumnos?, ¿qué realidad les toca vivir hoy a las instituciones educativas?, ¿cómo mejorar la calidad de la educación?, ¿qué pasa con los modelos y métodos de enseñanza?, ¿qué pasa con los estudiantes?, ¿cuál es la realidad de los estudiantes en relación a su aprendizaje?, ¿qué debe cambiar? Estos son algunos de los interrogantes que como profesionales de la educación nos hicimos y nos seguimos haciendo. Para comenzar a esbozar un principio de respuesta es fundamental que comencemos a mirar desde una perspectiva crítica y reflexiva uno de los fenómenos que más ha puesto en jaque a las instituciones educativas y a los sistemas educativos en general; estamos hablando del surgimiento de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) y su acelerado crecimiento. 2. El lugar de las tecnologías en la educación actual Reflexionar y analizar el impacto que las TIC tienen y seguirán teniendo en el ámbito educativo, nos obliga a “mirar el bosque detrás del árbol”; es decir, nos obliga a ampliar la mirada a fin de partir desde una perspectiva más vasta del análisis. Claramente la educación no es el único estamento en el que las TIC tuvieron incidencia, y si se quiere está siendo uno de los más lentos en aceptar su impronta. Debemos ver esta realidad como un cambio cultural (S. Bacher, 2016) que nos permita salir del foco de pensarlo como un momento coyuntural, para pasar a comprender la complejidad del hecho desde una perspectiva multidimensional. Comencemos a abordar el tema desde lo macro. Para ello tomaremos la metáfora propuesta por Zygmunt Bauman (2020) de que actualmente vivimos en lo que el autor llama “modernidad líquida”. Retomando estos postulados, Area Moreira (2011) plantea un análisis de la cultura líquida y sólida desde la perspectiva educativa. El autor plantea una clara diferencia entre las características de la llamada “cultura sólida”, propia del s. XX y la nueva “cultura líquida”, que está emergiendo durante el s. XXI. La cultura sólida hace referencia a lo que se vino desarrollando durante dos siglos en cuanto a certezas y conocimientos estables que se transmitían de una generación a otra. En esta trasmisión del conocimiento no existían replanteamientos relevantes y las transformaciones conllevaban muchos años. Esta transmisión estaba dotada de generalidad y hegemonía, por lo que se estaba ante la presencia de solidez de las verdades. El conocimiento estaba asociado a la certeza, a la seguridad de tener argumentos sólidos, a la certidumbre. Este conocimiento era almacenado y guardado en objetos físicos casi exclusivamente, sean estos libros, cuadernos, discos compactos, cintas de películas, etc. De esta manera cuando se hacía referencia al volumen de información se estaba pensando y asociando a espacios físicos que la misma ocupaba, es decir a cuestiones netamente materiales. Esto provocaba que la creación, producción y difusión de obras culturales conllevara lentos procesos que requerían largos tiempos de revisión y diseño hasta producir una obra totalmente cerrada y casi inalterable. Claro está que durante estos años surgieron las industrias culturales que son (o eran) las encargadas de llevar adelante estos procesos. La cultura sólida se valió de dos grandes instituciones para su afianzamiento y perpetuidad: las bibliotecas y el sistema educativo. Ambas canonizaron el libro como aquel objeto cultural reverencial. Por un lado, las bibliotecas contenían dichos objetos en gran cantidad, y así brindaban la democratización (a través de las bibliotecas populares) y el acceso a “la cultura”. Por otro lado, las escuelas garantizaban y democratizaron la alfabetización, brindando a los sujetos las herramientas que necesitaban para acceder a los libros. En el s. XXI se vivencia un proceso a través del cual aquellos objetos culturales propios de la cultura sólida tienden a desaparecer o modificarse. Las TIC son señaladas como las provocadoras de este cambio, al que algunos autores tienden a llamar revolución. Este cambio al que hacemos referencia tiene que ver con las formas de creación, producción, difusión y almacenamiento de la información; las formas de comunicación interpersonal y las formas a través de las cuales se representa la cultura y el saber. Hoy, nos dice Area Moreira (2011), lo digital es una experiencia líquida: En esta segunda década del s. XXI, prima el software, es decir, la levedad, la fluidez, la capacidad de adaptación a las formas cambiantes en los escenarios líquidos de la sociedad digital. Internet, y especialmente, la denominada Web 2.0, ha trastocado las reglas de juego tradicionales de la producción, difusión y consumo de la información y la cultura. Asimismo, también ha transformado los mecanismos y procesos de interacción comunicativa de las personas. Y por todo lo anterior también ha generado un cambio profundo en nuestras experiencias culturales y de interacción social. (Area Moreira, 2011, p. 3). De esta manera el autor nos muestra cómo la cultura, en especial la escrita, visual y sonora, se van independizando del soporte físico para adoptar la forma de datos binarios fácilmente almacenables, replicables y distribuidos de forma más ágil y económica. Así la era digital nos presenta un tiempo de relatividad y mutabilidad del conocimiento, donde las ideas, valores y costumbres van mutando de forma rápida y ágil, donde la diferencia es la constante. Aquí la información es recreada y presentada en diferentes formatos y tipos, lo que hace que todo sea más complejo. Esta realidad genera que hoy los ciudadanos vivamos paralelamente en dos escenarios: el analógico, es decir el real, físico, material; y el mundo virtual, donde nuestra identidad se completa con la que desarrollamos en él. Así las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) se constituyen en más que herramientas culturales, son espacios donde se propicia la comunicación e intercambio entre sujetos y grupos sociales. Ante esta situación la educación se enfrenta al hecho de tener que preparar a los sujetos para ser ciudadanos en un mundo en constante transformación, y en donde las tecnologías y lo que ellas propician juegan un papel central. Por tal razón nos encontramos actualmente frente al debate en torno a la llamada alfabetización digital o competencias digitales. Algunos de los interrogantes actuales sobre las competencias digitales son: ¿qué son?, ¿quién las enseña?, ¿cómo se aprenden?; ¿dónde se aprenden? Área Moreira y Pessoa (2012) esbozan algunas respuestas a estos interrogantes al presentar un modelo de alfabetización digital que tiene dos planos: uno referido a los ámbitos de la alfabetización y el segundo relacionado al aprendizaje (instrumental, cognitivo, socio comunicacional, emocional y axiológico). Los autores dan cuenta de que, así como se alfabetiza para las experiencias e interacciones presenciales y analógicas, se debe alfabetizar para las experiencias e intercambios virtuales. Ambos ámbitos son válidos y ningún ciudadano tendrá una formación completa si no desarrolla las competencias para transitar en ambos espacios. En ambos espacios deben desarrollarse las competencias instrumentales (en cuanto a la lógicas de usos y dominio técnico); cognitivas (en cuanto a habilidades para la búsqueda, selección, análisis, interpretación y recreación de la información); socio comunicacionales (en cuanto a poder expresarse e intercambiar ideas en distintos lenguajes, en ámbitos virtuales como presenciales); emocionales (en cuanto al afecto y pulsiones puestas en marcha en las experiencias virtuales y presenciales) y axiológicas (en tanto reconocer la no neutralidad de las tecnologías). Estas competencias desarrolladas en ambos espacios darían por resultado la formación de una identidad y una ciudadanía digital y analógica capaz de actuar de forma crítica, autónoma y con valores democráticos. Para ampliar sobre el tema los invito a la lectura del siguiente artículo: De lo sólido a lo líquido. Las nuevas alfabetizaciones ante los cambios culturales de la Web 2.0 Fuente: Area, M., y Pessoa, T. (2012). De lo sólido a lo líquido: las nuevas alfabetizaciones ante los cambios culturales de la Web 2.0. Comunicar, XIX(38), 13-20. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15823083003 Teniendo en cuenta estos aportes, partimos de reconocer que —para darle sentido a los aspectos presentados por la dirección de la institución “Rosita del Río”— primero es necesario comprender que la institución en sí es parte de un cambio cultural que la atraviesa y la interpela, desde organismos y actores tanto externos como internos —en tanto los sujetos pedagógicos que la transitan—. Se trata de una institución que cumplió en su momento con un mandato fundacional de alfabetización y formación de ciudadanos; pero que hoy se encuentra en una encrucijada, ya que la formación cívica que imparte es incompleta, pues no está avanzando con la misma impronta sobre la ciudadanía digital con el desarrollo de las competencias correspondientes. Esta realidad tiene como base, en la mayoría de los casos, la falta de insumos e infraestructura, la falta de formación en la docencia en relación a dichas competencias (no siempre los docentes logran apropiarse de las mismas) y la aceleración en cuanto a los cambios que producen las tecnologías a nivel social y cultural, que propician la introducción de prácticas culturales “no válidas” al interior de la institución escolar (como es, por ejemplo, revisar el celular en clase). Esta tensión entre las prácticas culturales juveniles y la cultura tradicional de la institución escolar es denominada por S. Bacher (2016) como “desacompasamiento”, es decir la convivencia de distintos patrones de comportamiento que genera un desencuentro entre ambas culturas propiciando el desinterés y el abandono escolar, tal como sucede en la institución “Rosita del Río”. Nos explica la autora: La autoridad, la transmisión y los modelos de relación se ven cuestionados. A pesar de esto la escuela aún recurre a formatos del pasado, a los que supo percibir como zonas de confort, y no logra poner en debate estas cuestiones. (Bacher, 2016, p. 17). La presentación de la directora, claramente, da cuenta de estos síntomas, de un quiebre o fisura entre el mundo y cultura escolar y el mundo y cultura de los adolescentes que a ella asisten. De esta manera logramos comprender la complejidad multidimensional que atraviesa el escenario en el que se desarrollan las prácticas de enseñar y los modos de aprender, constituyéndose en un reto desde lo pedagógico. Cabe preguntarnos entonces: ¿Cómo impacta esta realidad en las prácticas docentes en la institución “Rosita del Río?, ¿cómo modifica la labor docente y la manera de concebirla?, ¿cómo interpela o nos interpela como profesionales de la educación? A continuación, comenzaremos a brindar unas primeras pinceladas y a escribir los primeros renglones de lo que se podría considerar una posible respuesta; nada está dicho, todo está en construcción y es nuestro deber como profesionales dedicados a la educación ir construyendo esas posibles respuestas. 3. Repensar las prácticas educativas en los nuevos escenarios Una de las prácticas más habituales que las políticas educativas han puesto en marcha como respuesta al avance de las TIC es la de “llenar de pantallas” la escuela. Este proceso de saturación tecnológica se constituye en una trampa en la medida que se sigue desconociendo la lógica propia de los entornos digitales en tanto escenarios de ejercicio de una ciudadanía digital. En este sentido es fundamental que los educadores de la institución “Rosita del Río”, como tantas otras, comiencen a reflexionar e imaginar su práctica docente más allá de los procesos de trasmisión y apropiación del conocimiento. Para ello es necesario que quienes nos ocupamos de la profesión de educar comencemos a conocer y reconocer las posibilidades didácticas y comunicativas que nos ofrecen los nuevos entornos tecnológicos. Este proceso conlleva ir más allá de verlos y valorarlos como instrumentos tecnológicos o como nuevos medios que posibilitan nuevas formas de presentar y representar el conocimiento; es imprescindible comprender que estamos frente a una nueva cultura del aprendizaje. Esta nueva cultura del aprendizaje implica considerar que las actividades que los estudiantes llevan adelante en contextos mediados por tecnologías implican procesos cognitivos, afectivos y de autorregulación; y es justamente allí donde el docente reconfigura su rol convirtiéndose en un facilitador, orientador, mediador o tutor que guía y acompaña en la actividad constructiva de los estudiantes. Pero para que realmente se produzcan verdaderos procesos de aprendizaje, deben planificarse fuertemente los procesos de enseñanza. Sabemos que ambos procesos no son lineales, pero también sabemos que las tecnologías por sí solas no propician aprendizajes significativos y perdurables. Se trata de pensar el enseñar cómo proceso que se desarrolla en nuevos escenarios. Estos nuevos escenarios tienen la característica de ser, al decir de M. Maggio (2012), “ambientes de alta disposición tecnológica”; se trata de la posibilidad que tanto alumnos como docentes tienen de acceder a los entornos digitales, ya sea a través de la computadora, el celular, una tablet, etc. En este sentido la ubicuidad se constituye en una de sus características, es decir la posibilidad que tienen las personas hoy de acceder desde cualquier ubicación a la información. Cabe aclarar que acceder a información no es sinónimo de conocimiento, para que el segundo se produzca es necesario poner en marcha ciertas competencias cognitivas que posibiliten el análisis crítico, reflexivo, selectivo de cierta información a fin de poder comprenderla, apropiarse de ella y así convertirla en conocimiento, el cual pueda ser transferible a diversas situaciones de la vida cotidiana. Como vemos, el foco sigue estando en lo metodológico, es decir en la planificación educativa; pero no en una planificación tradicional que agregue las TIC a su desarrollo; sino más bien, en una nueva planificación en la que las TIC sean naturalizadas como una herramienta cultural más con potencialidades y limitaciones, en la cual su uso esté justificado desde lo didáctico con un sentido educativo pleno. Pero la realidad no indica que estamos a medio camino. Concepciones docentes como las expresadas en la institución “Rosita del Río” (“los estudiantes tienen una actitud desinteresada y apática”; “no cuentan con normas sociales básicas en cuanto a la relación con la autoridad”, “son cada vez más descuidados en la entrega de las tareas siendo muy evidente un corte y pegue de internet”, “la sala de computación alborota el grupo”, “para todo usan el celular”, etc.) son tan cotidianas que ya no llaman la atención. Se trata de expresiones que devienen de la puesta en marcha de diversos programas y proyectos de equipamiento tecnológico a las escuelas sin un verdadero sentido pedagógico como base y sustento, lo cual desgasta la labor docente, propiciando una percepción de “obligación” en cuanto al uso de las tecnologías y no una decisión en función de propiciar aprendizajes significativos. Lo cierto es que la figura del docente, no como poseedor absoluto del saber, sino como guía y acompañante cognitivo, cobra cada vez más relevancia; porque no se trata de pensar las TIC como panacea de todos los problemas educativos, o como medios que propicien mejor el aprendizaje con menor carga de trabajo, no, sino que se trata de concebirlas como lo que son, herramientas culturales que nos brindan la posibilidad de replantearnos nuestro rol docente a fin de desarrollar propuestas educativas innovadoras, inclusivas y poderosas que generen aprendizajes perdurables en el tiempo. Referencias Area, M., y Pessoa, T. (2012). De lo sólido a lo líquido: las nuevas alfabetizaciones ante los cambios culturales de la Web 2.0. Comunicar, XIX (38), 13-20. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15823083003 Area Moreira, M. (octubre del 2011). Educar para la cultura líquida de la Web 2.0: apuntes para un modelo de alfabetización digital. Paper presentado en el I Congreso Internacional sobre Educación Mediática y Competencia Digital. Segovia. Bacher, S. (2016). Navegar entre culturas: educación, comunicación y ciudadanía digital. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, AR: Paidós. Bauman, Z., & Rosenberg, M. (2020). Modernidad líquida. Ciudad de México, MX: Fondo de Cultura Económica. Maggio, M. (2012). Enriquecer la enseñanza: los ambientes con alta disposición tecnológica como oportunidad. Buenos Aires, AR: Paidós.