BRASAS (FUEGO DE NOCHE) De ROGELIO BORRA GARCIA Verano. Noche cerrada. Calor. Calor agobiante. El viento parece haber muerto. Pesan todos los sonidos nocturnos: los grillos, las ranas, algún perro. Galería de una vieja casa en Oroño, paraje de la provin cia de Santa Fe que alguna vez fue casi pueblo, que alguna vez tuvo vida. Una vieja casa en el medio de una corta extensión de campo. Una vieja casa rodeada de paraísos mustios y soledad. A la débil luz de un farol, CELINA se abanica, sentada descalza en el piso; a su lado, sobre un banquito de madera, una añosa radio desgrana tenues melodías. NOEMI, en una sillita de paja, borda. NOEMI no parece sentir el calor y tampoco escucha la música NOEMI simplemente borda, con agónica lentitud. CELINA.(con voz cansada y la respiración dificultosa) Por qué hará tanto calor... (eleva su mirada) Va a llover, creí ver un refusilo... ¡Qué noche más negra!... Si ALCIRA nos dejara, podríamos salir a cazar ranas... Pero ALCIRA no nos va a dejar (se desprende algunos boton es de la blusa) No sé qué me pasa. Tengo mucho calor y estoy tan... aburrida... Noemí... ¡Noemí! NOEMI (Sin levantar la mirada) Qué. CELINA Este domingo hay baile en Gessler, ¿creés que podamos ir?. NOEMI (sorprendida, la mira) ¿A un baile? ¿Quiénes?. CELINA A un baile. Este domingo. Vos y yo. (se arrastra, ansiosa, hasta NOEMI) ¿Creés que podamos ir?. NOEMI Mamá no nos deja ir a los bailes. CELINA Pero Mamá está enferma. NOEMI Por eso, no podemos ir a un baile. CELINA Mamá no tiene por qué enterarse. NOEMI Qué decís? ¿Y ALCIRA?. CELINA (sombría) ALCIRA que se muera. ¡Quiero ir a ese baile! NOEMI ¿Por qué? CELINA Porque nunca fui a un baile! NOEMI ¡Mentirosa! En el casamiento de LEONOR, bailaste. Bailaste un vals. CELINA (Tristemente) No era un vals. No sé lo que era, porque me hicieron bailar con el tío Pepe, que tenía un aliento de vino y me apretaba y me pisaba sin piedad. ¡Pero esto es distinto, Noemí! Es un baile... ¡sin parientes! ¿Me entendés? NOEMI Yo no conozco a nadie y no sé bailar! A mí dejáme seguir bordando. CELINA Yo te puedo enseñar. NOEMI ¿A... bailar? (CELINA asiente con la cabeza) ¿Y vos dónde aprendiste? CELINA ¿Me prometés que no se lo vas a contar a nadie? NOEMI (entusiasmada) ¿Un Secreto? CELINA ¿Me prometés? NOEMI (con aire conspira torio) Te lo prometo. CELINA (atisbando hacia la puerta que lleva a la habitación) Ramón. Ramón me enseñó (el rostro de NOEMI se ensombrece) fue en el galponcito, hace unos días... Había música en la radio y yo le dije que... NOEMI No quiero oír más! (vuelve a su bordado, nerviosa) CELINA Me tomó de la cintura. Me hizo girar sin que mis pies tocaran el suelo. NOEMI No quiero oír más! (se cubre los oídos) (CELINA la mira un instante, luego regresa a su sitio junto a la radio y permanece sentada en el suelo, abanicándose; NOEMI sigue bordando, con un pañuelo se seca los ojos) CELINA (con la mirada fija en NOEMI) Si no me acompañás, voy a ir sola. Y voy a bailar toda la noche con el primero que me invite. Voy a bailar hasta que esté tan cansada que ya no pueda caminar. Y me voy a sacar los zapatos, sabés? ¡Y voy a volver descalza, en el primer auto que se ofrezca a traerme! NOEMI (deja de bordar y se santigua tres veces) CELINA No hagas eso! (le arroja el abanico) ¡No lo hagas! ALCIRA (aparece desde la habitación) Ché, ché, ¿qué es eso? ¿Qué les pasa? (NOEMI vuelve a bordar; CELINA mira el cielo, respirando agitada) Siempre con esos arranques vos, eh. ¿Quién te creés que sos? (levanta el abanico) ¿Qué pasó? CELINA Nada ALCIRA Apagá esa radio, querés. ¡Tu madre está enferma y vos!.. CELINA Mamá no se va a sanar porque la radio esté apagada. ALCIRA Hay que ver que tenés humos... ¡Qué lindas contestaciones! ¡La chica que va a la escuela! Esa insolencia te enseñan en la escuela? CELINA (Bufando) Hace calor. Dejáme de hinchar, ALCIRA. (ALCIRA se dispone a apagar la radio; rápida, CELINA le aferra el brazo y clava en ella sus ojos encendidos; NOEMI ha levantado la vista, atónita observa a sus hermanas enfrentadas en tenso silencio y balbucea tímidamente:) NOEMI Es linda la música, ALCIRA... (ALCIRA se libera bruscamente de su hermana y patea el banquito; la radio cae con estrépito y cesa la música; CELINA se arroja al suelo, tocando el aparato, moviendo en vano sus perillas rotas) CELINA (al borde del sollozo) No, no, no. NOEMI ¿Se rompió? (ALCIRA se ha sentado en su sillón y se abanica; CELINA le dirige una mirada furibunda y hay ronca cólera en su voz) CELINA Vos, ALCIRA!... ALCIRA Cuidado con esas miradas, CELINA. Y cuidado con lo que vas a decir. El rebenque está colgado en el ropero y mamá no puede usarlo, pero yo sí. (CELINA deja caer intencionalmente el aparato, se pone de pie y camina hasta el otro extremo de la galería.) CELINA Ya ni siquiera música podremos escuchar! ALCIRA Te dije que lo apagaras y no me hiciste caso. ¡Nunca me hacés caso! ¡Tu Madre está postrada en la cama, pero a vos lo único que te importa es escuchar esa maldita radio! NOEMI Es linda la música, ALCIRA... ALCIRA Es una falta de respeto escuchar música con la pobre mamá en ese estado. Pero a ustedes parece que no les doliera verla en esa cama, incapaz de levantar los brazos, incapaz de pronunciar una palabra, sólo moviendo sus ojos tristes, velando por nosotras desde su lecho. CELINA (como para sí, estrujando sus manos en nervioso movimiento) Vigilando... ALCIRA ¿Qué dijiste? CELINA Nada. ALCIRA ¡No te oí! CELINA No dije nada! ALCIRA ¿Qué hacés descalza? CELINA (gira y camina hacia el otro extremo de la galería) Tengo calor. ALCIRA ¡Abrocháte esos botones! Porque haga calor hemos de andar desnudas? NOEMI ¡ Desnudas!... (emite una risita infantil y se ruboriza) CELINA Tengo calor, ALCIRA! ALCIRA ¡Yo también tengo calor! Pero estuve ahí adentro, abanicando a mamá, mojándole la cara con paños frescos y hablando de cualquier cosa, para que no se sintiera tan dolorida. ¡Estuve porque es deber de una buena cristiana cuidar a su madre hasta el final! NOEMI (pregunta por curiosidad, sin dejo de preocupación) ¿Mamá está dolorida? ALCIRA (con intención trágica) ¡Mamá está luchando con la muerte! CELINA Hace tres años que nos venís diciendo lo mismo. ALCIRA ¿Qué estás queriendo decir? !¡¿Qué?! CELINA Qué estoy cansada de verla sufrir todos estos años. ¡Que no soporto acercarme a su cama y ver esos ojos que me miran, que me suplican, que me traspasan! ALCIRA (Se pone de pie, centelleante) ¡Tenés la conciencia sucia porque sabés que no fuiste una buena hija! CELINA Lo único que sé es que preferiría que muriera! ALCIRA (aferra a CELINA de un brazo) ¿Qué decís? ¡Qué decís! CELINA ¡Qué terminara de sufrir! ¡Y vos esperás lo mismo! (ALCIRA levanta su brazo para golpearla) ¡Podés pegarme, romperme la boca para que deje de hablar, pero las dos sabemos que ésa es la verdad! ALCIRA (la suelta con violencia; camina hasta el sillón y se sienta, extenuada) Mamá tenía razón: Cría cuervos, que te sacarán los ojos... (se cubre el rostro con un pañuelo) ¡Pobre Mamá! NOEMI No llorés, ALCIRA. ALCIRA (visiblemente acongojada) ¿Qué clase de hija es la que desea la muerte de su madre? CELINA Hay cosas que no tienen remedio, ALCIRA. Mamá no se levantará jamás de esa cama. ALCIRA ¡Pero está viva! CELINA ¡Sufriendo! ¡Lo único que hace es sufrir! ALCIRA ¡Pero está viva! (se levanta y enfrenta a CELINA) CELINA (Con cierta histeria) ¡Yo también estoy viva! ALCIRA (que parece no haberla oído) Y mientras mamá esté viva, las tres nos quedaremos en esta casa, en permanente vigilia, alrededor de su cama, día y noche si es preciso, para que sus ojos nos encuentre y sepa que sus hijas no la han abandonado ni la abandonarán. CELINA ¡Yo no estoy postrada! ¡Yo me muevo, respiro, siento cosas!. ALCIRA ¡Calláte! CELINA ¡No quiero secarme como ella! ALCIRA (la abofetea con violencia y retrocede, como si aquella acción la hubiese herido y sorprendido también a ella) NOEMI ALCIRA... Le pegaste... ALCIRA (a CELINA) ¡Es tu madre! ¡Y vas a acompañarla hasta la mismísima tumba, hasta donde sea necesario! CELINA (mirándola furibunda, acariciando el golpe, con ronca voz) No me volvás a tocar, ALCIRA... ALCIRA (la agarra de un brazo y la sacude) ¡Vas a caminar derecha! ¡Vas a aprender! Mamá no puede vigilar todos tus pasos... ¡pero yo sí! CELINA (Se desprende de su hermana) No me volvás a tocar! ALCIRA Y si me obligás, voy a atarte a los barrotes de la ventana grande, como lo hacía mamá cuando eras mas chica y le contestabas con la misma insolencia, que tenés ahora! CELINA (con sombría amenaza) Hacé la prueba, ALCIRA... Yo no te tengo miedo. Ahora no te tengo más miedo. ALCIRA (tratando de controlarse) Medí la lengua y ablandá esos ojos, CELINA. Por el bien de todas... ¡Y no se hable más del asunto! ¡Nunca más!... Ahora vení. ¡Vení! Tenemos que dar vuelta a Mamá. Yo sola no puedo hacerlo. Y le vas a mojar los labios con agua fresca y le vas a preguntar cómo se siente, ¿entendiste?. (ALCIRA regresa a la habitación. CELINA se limpia los ojos con el dorso de la mano y se abotona lentamente la blusa) ALCIRA (desde adentro) ¡ CELINA! CELINA (en casi un grito de impotencia) ¡Voy! (entra a la habitación) (NOEMI ha quedado sola, deja lo que hace y mira el cielo, sonriente.) NOEMI ¡Uuuuy!... ¡Una centella! ¡Roja, roja, roja! Va a venir tormenta... ¡Una gran tormenta! Cuando era una nena, le tenía miedo a las tormentas. No iba a estar sentada aquí afuera, tan tranquila, en una noche como ésta... Me quedaba enmi cuarto, con puertas y ventanas cerradas, y una vela encendida. Oía como el viento sacudía los eucaliptos y hacía volar las chapas del gallinero, como los truenos hacían temblar las paredes. Y pensaba que la casa se iba a derrumbar, con todas nosotras adentro. Y pensaba que si papá estuviera vivo, yo no le tendría miedo a las tormentas... Ahora le perdí el miedo a las tormentas, aunque papá siga estando tan muerto como siempre. (Alguien golpea las manos y NOEMI se estremece; es LEONOR, que viene del patio y entra a la galería.) LEONOR (Sonríe) ¿Te asustaste? (se sienta en el sillón de ALCIRA, quitándose los zapatos.) NOEMI ¿Cómo te animaste a venir sola hasta aquí? LEONOR ¿Y quién me va a comer? ¿Y las otras?. NOEMI Adentro, con Mamá. LEONOR Cuando entré, estabas hablando sola, como cuando eras chica. Eso es malo, te podés acostumbrar y después no vas a querer hablar con ninguna otra persona, y eso es malo, muy malo. NOEMI Estuviste tomando... 5 LEONOR Me preparé licor de mandarina. ¡Y estaba de rico! La abuela me enseñó a hacerlo, sin que Mamá se enterara, claro. ¿Por qué te creés que la abuela dormía tan profundamente?. NOEMI ¿Se emborrachaba? LEONOR ¡Se alegraba! Pero aquí no había lugar para la alegría... Entonces, se acostaba a dormir y soñaba... Al día siguiente, las dos solas bajo la sombra de la higuera, ella me contaba las cosas que soñaba y yo me ponía colorada y me reía... ¡La abuela soñaba cada cosa! (ríe con tristeza) NOEMI (interesada) ¿Qué cosas? LEONOR Cosas... Cosas lindas que una quisiera hacer cuando está despierta y no se anima. ¿Vos nunca tenés esos sueños?. NOEMI (haciendo la distraída) Casi nunca... (se golpea la pierna) ¡Hay mosquitos!. LEONOR Pero a mí el licor de mandarina no me hace soñar. Me hace pensar y pensar también es malo, muy malo... (se estira desgarbadamente en el sillón y levanta una pierna desnuda) Julio me decía que tenía lindas piernas... Yo sé que no me mentía... Pero me dejó sola... Y se olvidó de decirme, antes de morirse, como tenía que hacer para volver a vivir sola, ahora que lo tenía a él por todos los rincones de mi cuerpo. NOEMI (se levanta, inquieta) Voy a traerte una silla. LEONOR Si estoy sentada. NOEMI Pero es el sillón de ALCIRA. LEONOR ¡Pobre ALCIRA! ¡Lo único que tiene en este mundo es un sillón! (empieza a reír) (Entran ALCIRA Y CELINA.) CELINA ¡LEONOR! (corre y le da un beso, sinceramente feliz de ver a su hermana) ALCIRA (más atrás con el mismo tono seco de siempre) ¡Qué milagro! ¡Te acordaste de tu madre y de tus hermanas!. LEONOR ¿Y cuándo las olvidé, ALCIRA? ¿Quién puede olvidar? Yo no puedo. Ni quiero. Lo que sí quiero es algo fresco para tomar. Tengo la boca seca y hace tanto, tanto calor... Tanto calor... ¿Hay vino?. NOEMI ¿Vino?. ALCIRA ¿Te creés que esto es el boliche? ¡Nadie toma vino aquí! LEONOR (Con una sonrisa) Ramón sí. NOEMI (horrorizada) ¡No pensarás ir a su rancho a pedirle vino!. ALCIRA (retando a Noemí por la sola idea) ¡Claro que no! ¿Cómo se te ocurre?. LEONOR ¿Por qué no? Cuando venía para acá, lo vi... Medio desnudo, tirado en un catre bajo el naranjo, lleno de la luz de un farol. (NOEMI y CELINA tratan de ver en la oscuridad lo que LEONOR acaba de describir) ALCIRA (a sus dos hermanas) ¿Qué hacen? (las dispersa de un brazo) ¿Pero qué hacen? ¿Se volvieron locas?. LEONOR (tranquila) Quieren ver a un hombre, ALCIRA. Dejálas. ALCIRA ¿Para eso viniste? Lo mejor que podrías haber hecho es quedarte encerrada en tu casa, guardando luto por tu esposo... Todo el pueblo murmura cosas; todo Oroño habla de vos... LEONOR (a voz en cuello) ¡ No vivimos en Oroño, ALCIRA! ¡Ya no! (se pone de pie y se pasea por la galería) Le cambiaron el nombre a este pueblo, ¿no te enteraste?... ¡Qué te vas a enterar! Siempre encerrada en la cueva... como una vizcacha huraña! (ríe locamente) NOEMI (tentada, se tapa la boca para no reírse) Como una vizcacha... ALCIRA (mirando perpleja a LEONOR) Virgen santa, ¡estás borracha! LEONOR ¡La virgen no está borracha! ALCIRA (Se santigua rápida; NOEMI también) Dios mío!. LEONOR (con desesperada alegría) ¡Dios tampoco está borracho! ¡Yo tampoco estoy borracha! ¡Estoy alegre! ¡Quiero estar alegre! ¡Como la abuela, que se reía de la vida y ahora se ríe de la muerte!. ALCIRA ¡Estás borracha! Por eso en el pueblo dicen que... LEONOR ¡Le cambiaron el nombre, ALCIRA! NOEMI ¿Ya no se llama Oroño?. ALCIRA (a NOEMI) ¡No le hablés! ¡Vamos adentro! ¡Vamos!. NOEMI ¿Ya nos vamos a dormir?. LEONOR (en la misma cara de ALCIRA) ¡No se llama más Oroño! ¡Vivimos en Otoño! ¡Otoño! ¿No ves que nos estamos secando, marchitando, deshojando? ¿Te estás deshojando, ALCIRA? (ALCIRA la empuja, separándola de sí; LEONOR se sienta en el sillón) ¿No? Yo creo que sí... ALCIRA (levanta a LEONOR de un brazo) ¡Andáte a tu casa! Si seguís borracha, olvidáte de tu familia!. LEONOR (vuelve a sentarse, tran quila) Tengo la garganta seca; a lo mejor, todo el cuerpo se me está secando... (se mira los brazos, casi al borde del sollozo) ¿Tan rápidamente me estoy secando, ALCIRA? ALCIRA Lo único que agradezco a Dios es que mamá no pueda verte en ese estado. Noemí, traéle agua fresca del pozo. NOEMI ¡Tengo miedo de ir al pozo!. ALCIRA ¡No seas pava! ¿Quién te va a agarrar? Lleváte el “sol de noche”. (NOEMI sale, de mala gana.) LEONOR No, nadie la va a agarrar, nadie, nadie... (ahora sí solloza con amargura) ALCIRA A vos lo que te hace falta es un té con mucho limón y tilo... (se dispone a salir, cuando ve a CELINA con los ojos fijos en la oscuridad, desabotonando lenta, sensualmente su blusa), ¿Qué estás haciendo? ¿Qué estás mirando? (mira hacia la oscuridad, apartando a CELINA) ¡Es ese hombre! Él está en la oscuridad... ¡Es eso!. CELINA ¡No! No hay nada en la oscuridad. LEONOR Estás equivocada, CELINA. ¡Tantas cosas están en la oscuridad! Cuando entraba a la chacra, una lucecita se me prendió a los tobillos y me subió por las piernas. Era como una brasa encendida. CELINA (algo asustada) ¿En serio?. ALCIRA Pero no le hagás caso. ¿No te das cuenta de que está borracha? ¡Y no le da vergüenza!. LEONOR Sí, ALCIRA, me dan vergüenza todas estas cosas que siento. ¡Pero las siento! ¡Las siento! Cada noche, cuando comprendo que estoy sola en la cama... ALCIRA (a CELINA) ¡Andáte adentro! LEONOR ... cuando me arde el cuerpo y se me secan los labios y grito: ¡Julio! ¡Julio!... Y sé que él no está... ALCIRA ¡Basta! LEONOR ¡Y sé que él no va a estar nunca más!. CELINA ¡Pobrecita LEONOR! (se arrodilla a su lado) ALCIRA ¡Mamá te puede oír! ¿Pero qué te pensaste? ¡No vengás a trastornarnos con tu borrachera!. LEONOR No estoy borracha... ¡Estoy sola! CELINA ¿Lo extrañás a Julio, LEONOR?. ALCIRA ¡Virgen santa! ¿Qué les pasa a estas mujeres? ¡Es el diablo el que anda merodeando! Y ese hombre... ¡Ramón! ¡Mañana mismo lo pongo de patitas en la calle!. CELINA (se incorpora presurosa) ¡No!... (mide su voz) ¿Qué te hizo él, ALCIRA? LEONOR Nada. A ALCIRA nunca nadie le hizo nada. Ningún hombre, ningún... ALCIRA Respetáme, LEONOR porque soy capaz de... ! LEONOR ¡Ya sé de cuántas cosas sos capaz! Siempre me envidiaste, ALCIRA, siempre. Porque yo era más alegre, porque yo era más linda, porque tuve novio y pude casarme... ¿Qué pensás ahora que me quedé más sola que todas ustedes juntas? ALCIRA ¡Sos una pobre mujer!. LEONOR ¿Te alegra verme así? Yo me acuerdo, ALCIRA. No puedo olvidar. Por ser mayor que yo, me azotabas con la fusta sólo porque mamá te lo pedía. ALCIRA ¡Merecías cada uno de esos golpes!. LEONOR ¡Y me golpeabas con gusto, por toda la envidia que me tenías!. ALCIRA (medida la voz) Va a ser mejor que volvás a tu casa... LEONOR ¡No me voy, ALCIRA! Ya no le tengo miedo a tu fusta. Ya no le tengo miedo a vos, ni a mamá, ni a la oscuridad, ni a las tormentas, ni al cementerio... ¡Perdí todos los miedos, ALCIRA! Y perder el miedo es algo... milagroso! Es como cuando un hombre te abraza por primera vez y sentís que se te afloja el cuerpo y que se mueve el suelo bajo tus pies... CELINA ¿Todo eso sentís?. LEONOR Y mucho más. Cosas que no se pueden explicar. (ALCIRA se ha marchado al otro extremo de la galería, mirando a la oscuridad con ojos brillosos; su rostro se ha ablandado y aparece cansada de repente, lejana, vencida.) CELINA (inclinada junto a LEONOR) Por qué se tuvo que morir Julio... Vos eras feliz con él, eras distinta. LEONOR Lo tuve tres meses, tres meses apenas... Y ahora... CELINA ¿Te vas a volver a casar? ALCIRA (cerrando los ojos con fuerza) CELINA...! CELINA (insistente) ¿Te vas a volver a casar?. LEONOR CELINA, antes de venir para acá, fui al cementerio... CELINA (Impresionada) ¿De noche y con esta tormenta? LEONOR Recorrí las tumbas y llegué hasta la de Julio... (se pone de pie, se abraza los hombros) Me acosté sobre su tumba, pensando que así iba a recibir el mismo calor que cuando Julio me abrazaba... Pero no, no... La tierra me lo niega. La tierra es fría... fuera de sí) ¡Enterré mis manos en esa tierra! ¡Escarbé! ¡Escarbé hasta que me sangraron las uñas! (CELINA se ha puesto de pie y retrocede; ALCIRA se estremece) ALCIRA ¡Te volviste loca! ¡No sabés lo que estás haciendo! LEONOR (angustiada) Yo quería que él me abrazara, ¡una vez más! ¡Qué vas a entender vos de eso! (NOEMI entra con un jarro de agua.) NOEMI Creo que mamá quiere darse vuelta; respira mal. ALCIRA Vayan ustedes dos. NOEMI ALCIRA, yo no puedo. ALCIRA ¡Sí podés! Ayudále, CELINA. (NOEMI le da el jarro de agua fresca a LEONOR, quien parece absolutamente ausente) ALCIRA Y pueden quedarse en sus piezas. ¡No son horas de estar levantadas!. CELINA ¡Hace calor!. ALCIRA ¡En todas partes hace calor! ¡Vayan a atender a su madre!. CELINA (aferrándose al brazo de LEONOR) Después, vuelvo a hablar con LEONOR. ALCIRA ¡LEONOR ya se va! ¡Atendé a mamá y andáte a dormir! ¡Movéte!. CELINA ALCIRA, te lo ruego: ¡No lo echés al Ramón! LEONOR, decíle... ¡Decíle!. ALCIRA ¿Qué es esto? ¿Qué son esos ruegos? CELINA... (la sacude de un brazo) ¡CELINA!. CELINA (se deshace de ella con violencia) ¡No me toqués! ¡No tenés derecho! ¡No tenés ningún derecho! ALCIRA ¡Sos una perdida! Todo el tiempo pendiente de lo que hace ese hombre, espiándolo desde tu ventana, si yo te he visto... ¡Te he visto! CELINA (con ira) ¡Sí! ¡¿Y qué?! ALCIRA (parpadea vacilante ante la furiosa actitud de CELINA, enfrentándola) No hagás que te pegue, CELINA. No quiero pegarte... ¡Andá a atender a tu madre!. NOEMI (tímidamente) Mamá respira mal... ALCIRA (a CELINA) ¡Apuráte! CELINA (aún con la ira reflejada en sus ojos) Si lo echás al Ramón, te juro que te vas a arrepentir...!! (CELINA sale rápida por la habitación, seguida por NOEMI que corre con pasitos cortos; ALCIRA permanece perpleja, lleva una mano a la frente y la baja lentamente hasta sus ojos.) LEONOR (con arrastrada voz) Cuidado con las mujeres cuando pierden el miedo, se vuelven como la tormenta cuando suelta los rayos. ALCIRA (Se acerca, derrotada) Dáme mi sillón. LEONOR No, ALCIRA. No tengo ganas de darte el sillón. (la mira fijamente) ALCIRA (se sienta en el banquito de Noemí, lentamente, mirando el cielo) Dios mío... ¿Qué pasa esta noche? LEONOR Es el calor, ALCIRA. Es la noche. ¿No lo sentís? El aire... Hay... brasas encendidas en el aire. Que se te suben por las piernas y se te enredan en los vestidos... ALCIRA (baja la cabeza y fija repentinamente sus ojos encendidos en la oscuridad del patio.) ¡Es ese hombre! No debí permitirlo aquí. Nosotras solas podríamos arreglarnos con el trabajo de la chacra. Pero... CELINA es tan haragana y Noemí tan inútil... y yo sola no puedo con todo esto... ¡no puedo! Estoy tan... cansada. LEONOR (la mira como si viese por primera vez a su hermana, como si descubriera una imagen desacostumbrada de ella) Qué cosa rara... verte ahí sentada, hablando sin gritar... ALCIRA (se cubre la cara con las manos) Estoy tan cansada... LEONOR (ansiosa, súbitamente ansiosa, se arrodilla junto a ALCIRA) Deberíamos vender la chacra. ALCIRA Nunca. LEONOR Irnos lejos. Tiene que haber algo mejor que todo esto. ALCIRA Mamá no me lo perdonaría. LEONOR ¿Lo pensaste, ALCIRA? ¿Lo pensaste alguna vez? (la abraza en un arranque de histérica y desesperada ternura) ALCIRA (se pone de pie, desarmando el abrazo de su hermana, que permanece arrodillada en el suelo, mirándola con gesto ansioso.) Va a ser mejor que te vayas a tu casa, antes de que empiece a llover. LEONOR Nunca me perdonaste que me casara... ¿Es eso? ALCIRA (avanza hacia la oscuridad unos pasos) ¡Cómo pesa el aire! No voy a poder dormir en toda la noche. ¡Y esta tormenta!. LEONOR Contestáme, ALCIRA. ALCIRA (la mira, se le acerca; LEONOR de rodillas y ella de pie; con voz creciente:) Te voy a contestar, sí: Te casaste, te fuiste. Qué te importaron tus tres hermanas cargando en sus espaldas todo el peso de una chacra a la que debían mantener en pie, porque era lo único que les daba el pan que llevaban a la boca. Te casaste y te fuiste, sin pensar en tu madre enferma, empeorando día tras día, sumando angustias y sacrificios a tus tres miserables hermanas ¿A qué venís ahora, que quedaste sola?... Volvé a tu casa, LEONOR, no hay lugar para vos acá; a tu cama de soltera la desarmé y la vendí... Vos tenés una cama de dos plazas, que te aproveche. (se aleja de LEONOR, cerca de la puerta que lleva a la habitación) Ahora, andáte; voy a apagar la luz. (NOEMI aparece en la puerta, con un desaliñado camisón de franela y un gesto de temor.) NOEMI ALCIRA... ALCIRA (gira, sobresaltada ante la súbita aparición de NOEMI) ¿No te dije que te fueras a dormir?. NOEMI No puedo... Hay muchos perros al lado de mi ventana. ALCIRA ¿Perros? NOEMI Vinieron por la Perlita, sintieron el olor. Pero ella está encerrada en el galponcito, yo la encerré. No le pueden hacer nada. ALCIRA (furiosa) ¡Les dije que esa perra nos iba a traer fastidio, pero ustedes...! Voy a buscar la azada, ¡esos perros me van a matar algún pollo! (sale hacia el patio, perdiéndose en la oscuridad.) NOEMI (mira a LEONOR, arrodillada, con los ojos fijos en el cielo y el jarro de agua fresca a su lado.) ¿Qué hacés, LEONOR? ¿Estás contando las estrellas?.. (mira también al cielo) Pero si no hay estrellas... ¿Qué mirás, entonces? (LEONOR no le responde; NOEMI se encoge de hombros y se acerca al extremo de la galería, al borde de la oscuridad.) El Ramón apagó el “sol de noche”... ALCIRA lo quiere echar porque tiene miedo que en el pueblo hablen de nosotras. De nosotras y de él. Y hace bien: Que lo eche... (sonríe ruborizada) La Perlita anda en celo, ¿sabías, LEONOR? Pero está encerrada en el galponcito y no le pueden hacer nada... (seria de repente) No le pueden hacer nada, ¿no es cierto, LEONOR? No, claro que no... (se acerca a LEONOR, que permanece en su posición inmóvil) LEONOR, mamá respira mal. ¿Vas a venir mañana? Te espero con el mate. (mira el cielo, siguiendo los ojos de LEONOR) ¡Qué linda tormenta! (retrocede hasta la puerta que lleva a la habitación; levanta su mano, sin importar que LEONOR no la vea) Buenas noches, LEONOR... (mira el cielo y sale.). (LEONOR baja la mirada; hay una extraña sonrisa en su rostro; toda ella parece haberse iluminado de repente. Se pone de pie, despacio, selibera el cabello y sacude su cabeza, se abre lentamente el vestido y luego, levantando el jarro de agua fresca, lo eleva sobre su cuerpo y vierte el agua sobre ella, con la expresión de una planta que ansiaba el roce de la lluvia, voluptuosa y sonriente. Así, chorreando el agua, con el rostro feliz, camina hasta perderse en la oscuridad, descalza y con pasos flojos.) ALCIRA (desde fuera de escena:) Noemí... ¡Noemí! (ALCIRA entra a la galería por el extremo opuesto al que saliera LEONOR; al mismo tiempo, entra NOEMI desde la habitación, aferrando el escote de su camisón, con el rostro demudado.)ALCIRA (enojada) ¡Noemí! ¡La perra se escapó! ¡No cerraste bien la puerta!...(repara en el mudo temor de NOEMI) ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa? NOEMI (con temblorosa voz) CELINA... No está en su pieza... No está... (El rostro de ALCIRA se transfigura en una máscara de terror; retrocede, llena de presagios y se precipita hacia la habitación.) ALCIRA CELINA... ¡CELINA! (sale corriendo) NOEMI (se sienta en su banquito, lánguida, mortecina, los ojos fijos en la oscuridad cada vez más…)