LEYENDA DEL CERRO DEL TORO DE ACAMBARO En Acámbaro mucho representaba, una puesta de sol para todos sus habitantes que acostumbraban a leer en las maravillas del cielo, la grandeza del señor que no es, sino un mensaje de tranquilidad para este pueblo hospitalario, por ello todo es conmovedor y apacible agonía del día que muere, invita a todos a la meditación, de pronto la paz es perturbada un día en Acámbaro por la insólita aparición de dos seres extraños: por el toro y la mona, que llenaban de miedo a todo el pueblo. A pasado el toque del ángelus, la oración por la tarde y se escucha el eco piadoso del “alabao” que se pierde entre el caserío y la densa oscuridad que lucha entre la tenue luz de los mecheros que encendían en las esquinas de las calles, los guardianes del orden publico, avanzaba la noche, a lo lejos se deja ver la silueta de un provinciano trasnochador que comenzaba a deambular y mientras mayor era la obscuridad, este trasnochador no tardaba en volver acompañado d otros, que llenos de miedo, retornaban a sus casas; habían visto descender al toro, un animal que bajaba bramando del acantilado del cerro conocido como el Biombo, echando chispas de fuego en el hocico, y que su exaltada imaginación veían los pobladores toreando precisamente por una mujer, a quien le llamaban por su ingenua sencillez: “La Mona”, aterrorizados unos valientes otros, descontando algunos que caían desplomados por la obsesión que tenían, de que era un espíritu diabólico, continuaban inmensos en aquél espectáculo, los valientes se quitaban el típico patio, “Que era una prenda de vestir de los hombres humildes, que se ponían en la cintura, sobre los calzoncillos” o usaban la frazada para torearlo. Esto hizo arraigar la costumbre de cantar a la hora de ángelus “el alabao” por los Caciques del pueblo, que contestaba el vecindario las ultimas palabras de la piadosa oración hasta perderse en el silencio de la noche. Por esta leyenda se le ha llamado “El Cerro del Toro” y ya no el Biombo como se le conocía. Anteriormente al fundarse San Francisco de Acámbaro, en 1526 dicho sitio, era conocido era conocido como el cerro azul, el nombre del cerro del toro, es reciente y permanece hasta hoy en día, siendo el que semicircunda, a la zona urbana, hay uno mas “El del Chivo Blanco” pero esa es otra leyenda. Esto lo confirma mas aun, su fe, quedando como testigo las estampas del mismo toro y la mona en el peñascoso y acantilado del cerro, formados por manchas oscuras en la roca. Final del formulario