Marco Palacios La clase más ruidosa y otros ensayos sobre política e historia grupo editorial norma Bogotá Barcelona Buenos Aires Caracas Guatemala Lima México Panamá Quito San José San Juan San Salvador Santiago Santo Domingo La clase más ruidosa/Marco P. 3 9/24/07, 8:56 AM Palacios, Marco, 1944La clase más ruidosa y otros ensayos sobre política e historia / Marco Palacios. -- Bogotá: Editorial Norma, 2002. 256 p.; 21 cm. -- (Colección Vitral) ISBN: 958-04-6476-8 1. Colombia - Política - Ensayos, conferencias, etc. 2. Colombia Historia - Ensayo - Conferencias, etc. 3. Historia política - Colombia Ensayo, conferencias, etc. 4. Clase dirigente - Historia - Colombia Ensayos, conferencias, etc. I. Tít. II. Serie 320.986 cd 19 ed. AHG7061 CEP-Biblioteca Luis-Ángel Arango Copyright © 2002 por Marco Palacios Copyright © 2002 por Editorial Norma, S.A. Apartado aéreo 53550, Bogotá, Colombia Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso escrito de la Editorial. Impreso por: Editora Géminis Ltda. Impreso en Colombia - Printed in Colombia Edición, Patricia Torres Diseño, Camilo Umaña Armada electrónica, Blanca Villalba Palacios Ilustración de cubierta, Ensayos de dibujo. Dibujo de José Gabriel Tatis, 1853. Colección Museo Nacional de Colombia, Bogotá. Este libro se compuso en caracteres Sabon. isbn 958-04-6476-8 isbn 978-958-04-6476-1 cc 26022213 La clase más ruidosa/Marco P. 4 9/24/07, 8:56 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano1 La clase más ruidosa/Marco P. 155 9/24/07, 8:57 AM 1. Publicado inicialmente en ECO, Revista de la Cultura de Occidente, Bogotá, tomo xli1/2, diciembre, 1982. La clase más ruidosa/Marco P. 156 9/24/07, 8:57 AM Los Reportes y los diplomáticos i. Una relectura de los reportes sobre Colombia en la primera mitad del siglo xx conservados en el Public Record Office (pro) de Londres sugiere el nudo temático de estas notas. El reencuentro con tales fuentes en 1982 –diez años después de una incursión al fondo que las contiene– trastocó nuestras primeras impresiones; el campo factual se nos presentaba ahora más menguado y de la retórica de los informes parecían escaparse muchas resonancias arrogantes y paternalistas2. En este ensayo no empleamos la riqueza documental del fondo “Colombia” del pro para elucidar y comprender mejor los episodios e incidentes de la vida política colombiana. Nos servimos apenas de referencias significativas para sugerir algunas interpretaciones provisionales en torno a la idiosincrasia y los estilos políticos en Colombia. El estudio explora la veta de episodios e incidentes de este archivo para ofrecer una interpretación cultural del proceso político colombiano de la primera mitad del siglo xx. 2. El pro se encuentra ahora en unas modernísimas y cómodas instalaciones cerca de Kew Gardens, en Ruskin Avenue, Kew, Richmond, Surrey, que crean una atmósfera menos pintoresca y dickensiana que la de los vetustos edificios de Chancery Lane y Portugal Street, donde el autor encontró estos materiales por primera vez en 1972, por indicaciones de Malcolm Deas. El fondo “Colombia” del período 1906-1952 comprende aproximadamente 200 volúmenes, pero la información posterior a 1940 es muy pobre comparada con la que se ofrece para los años veinte y treinta. El pro abre documentos al público 30 años después de su emisión. La misma regla se aplica a los Archivos Nacionales de Washington, pero los del Quay D’Orsay tienen una protección de medio siglo. El fondo “Colombia” corresponde a la sección del Foreign Office (fo); su número de serie después de 1906 es 371. Aquí damos una de estas dos referencias: fo 371/ seguido del número del volumen correspondiente o el número del documento citado. En ambos casos indicamos entre paréntesis el año a que corresponde. Comprende la correspondencia dirigida por el Ministro o Embajador al fo. No consideramos necesario citar sus nombres ni la fecha exacta de emisión de los documentos. [157] La clase más ruidosa/Marco P. 157 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos Este archivo es una de las fuentes más promisorias para describir y delatar la trayectoria de los intereses británicos en Colombia, y de pasada los norteamericanos y franceses, como acaba de probarlo S. J. Randall en un excelente estudio que pasó desapercibido en Colombia3. Empero, las notas que siguen se apartan de semejante línea; queremos simplemente ofrecer una interpretación alternativa de algunas idiosincrasias sociopolíticas colombianas, empleando los informes diplomáticos como puntos de referencia incidentales. Enfocamos algunos tópicos recurrentes en estos informes, como la moralidad media y las ambiciones, estilos y preferencias de los grupos elitistas que hacían política en Bogotá4. Bajo estos supuestos, el valor de estos documentos queda reducido a una condición de prueba testimonial, de un testigo de parte, poco o nada neutral, pero distante. Es preciso recordar, además, que la capital colombiana era una modesta ciudad andina, alejada de los mares, apacible y, con todo y su Sabana, enclavada en los trópicos húmedos. Los reportes discurren en varios planos confluentes hacia una visión empiricista de la sociedad y la política de Colombia: descripciones e interpretaciones de incidentes y formalizaciones 3. S. J. Randall, The Diplomacy of Modernization: Colombian-American Relations 1920-1940, Toronto, 1977. Del mismo autor ver también “The International Corporation and American Foreign Policy: The United States and Colombian Petroleum, 1920-1940”, Canadian Journal of History, vol. IX, N° 2, agosto, 1974, págs. 179-196. 4. “En cambio todos los que hacen política y los que ven en peligro sus destinos, o temen una rebaja de sueldos o creen que se les aleja la esperanza de colocarse, o bien temen que vacila el contrato de que disfrutan, o que se hace difícil el que proyectan o que se les ha de pedir cuentas por el que ya tuvieron, y sus amigos, parientes y simpatizadores, y los que medran con el contrabando o hacen prosperar sus intereses políticos dando pábulo al descontento por injustificado que sea; todos ellos con cucarda de patriotas buscan y encuentran oportunidades de mover escándalo [...] en muchos casos con caracteres de chantage”. T. O. Eastman, Informe de Hacienda al Consejo de Ministros, Bogotá, 1911, pág. 4. [158] La clase más ruidosa/Marco P. 158 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano mediante un sistema de juicios que acomoda un espíritu etnocéntrico que, para estar en paz consigo mismo, elige entre mutilar los hechos o despojar a los agentes históricos nativos de su intencionalidad para adjudicarles otra, completamente arbitraria. Sugieren, por ejemplo, que no todos los países dan la talla de la civilización. En naciones tropicales como Colombia el cultivo de aquellas cualidades que posibilitan la vida civilizada se vería entorpecido por un conjunto de factores. El primero, “el carácter del pueblo”: ¿Por qué, podríamos preguntar, un país que a primera vista parece ser verdadera tierra de promisión se convierte, para aquellos que viven suficientemente en él, en tierra de promesas incumplidas? La respuesta debe buscarse en el carácter del pueblo5. El “carácter del pueblo” se desdobla en pliegues viciosos. Por eso unos años después otro informe comenta el posible impacto de las reformas legales y financieras del primer paquete Kemmerer (1923) y concluye: Cualquiera que sea la excelencia de las nuevas leyes e independientemente de los recursos naturales del país, los habitantes son y serán una raza Latina-Berberisca-Indígena, cuya capacidad para el autogobierno no ha impresionado a los observadores extranjeros por su brillo después de un siglo de independencia 6. ii. Los autores de estos documentos desempeñaban cargos importantes en la Legación Británica en Bogotá pero, con toda seguridad, Bogotá debió considerarse un lugar muy modesto en la escala de prestigios del Foreign Office7. Compartían los antecedentes arquetípicos de la clase media británica: educados en public schools, recibieron en Oxbridge algún grado en clásicos griegos, literatura inglesa o historia y, más temprano que 5. fo 371/1100; Reporte 1911, pág. 7. 6. fo 371/A2322/2322/11 (1923), pág. 2. 7. Sólo hasta junio de 1944 los gobiernos acordaron elevar sus representaciones diplomáticas al rango de Embajada. [159] La clase más ruidosa/Marco P. 159 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos tarde, se incorporaron al servicio diplomático. Aquellas excepciones provenientes de la clase media-media y media-baja debieron pasar por las grammar schools, establecidas en el Balfour Act de 1902. Su carrera profesional los llevó a países inesperados que clasificaron instintivamente según la fortaleza de sus vínculos con el Imperio. La retórica de los informes denota una tirantez constante entre el esnobismo y la posesión de genuinas virtudes victorianas. El medio bogotano en el que se familiarizaron les colmó un vicio advertido en su clase y condición: envanecerse de una excentricidad de anticuariato8. Eran hombres del siglo xx prorrogando actitudes decimonónicas. El lapso que cubren los documentos aquí empleados coincide con todo un ciclo de la historia británica. A la muerte de la reina Victoria (1901), Gran Bretaña detentaba el imperio más vasto y poderoso del planeta. En 1946 inició en la India su repliegue imperial para caer inexorablemente al rango de potencia segundona, subalterna de los Estados Unidos. En este medio siglo la vida espiritual de los británicos continuó alimentándose en la seguridad y confianza adquiridas en la época anterior. La idea fija en el progreso racional parecía confirmada por una práctica científica y tecnológica que colocaba a la nación entre las vanguardias del mundo. Con todo, después de 1918 la sociedad empezó a secretar un miedo colectivo a la guerra. La desigualdad social, la persistencia de cinturones de miseria proletaria y la contracción del ciclo económico produjeron miedos sociales y en la clase obrera, un verdadero pánico al desempleo. El temor a la revolución se acrecentó en algunos sectores después del triunfo de los soviets en Rusia y tomó fuerza en los años veinte, con su gran pico en la Huelga General de mayo de 1926. Ahora eran Freud y Marx quienes obtenían la preeminencia que habían disfrutado Smith y Ricardo, Darwin y Spencer. La ilusión de la época victoriana de una paz universal garantizada por la hegemonía de la civilización británica se extinguió 8. W. J. Reader, Life in Victorian England, Londres, 1944, pág. 178. [160] La clase más ruidosa/Marco P. 160 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano paulatinamente ante el fortalecimiento del militarismo industrial japonés en Asia, y en Europa, el ascenso alemán y la consolidación de la Unión Soviética. La “cuestión irlandesa” también debió aportar su cuota en la percepción del ocaso imperial. El bipartidismo aristocrático-burgués británico no atinaba a comprender la mentalidad y las demandas de la clase obrera. El auge inicial del laborismo (1900-1921) desconcertó: grupos de las clases alta y media alta, liberal o conservadora, lo percibían como un movimiento insólito y desarticulado. En el siglo xix Gran Bretaña había sido el paradigma de un sistema capitalista de libre empresa. En el siglo xx la inequidad social y la militancia sindical promovieron salidas gradualistas que culminaron en el primer modelo de un “Estado de Bienestar”. Una vez que el laborismo ganó las primeras elecciones parlamentarias, el gobierno de Attlee (1945-1951), impulsó una formidable legislación social intentando abolir un pasado que todavía en la época de los Beatles pesaba demasiado en la sensibilidad y los hábitos británicos. iii. Sería aconsejable tener una actitud dubitativa ante las reacciones que estas transformaciones suscitaron en la comunidad diplomática. Es seguro que ésta se dejó guiar por las orientaciones emanadas de su burocracia. Del archivo no puede sacarse ninguna conclusión sólida al respecto debido, entre otras razones, al papel insignificante que pareció tener Colombia en el Foreign Office. Es cierto que en los años veinte los informes expresan recelos ante la rápida penetración norteamericana en Colombia; pero todavía se trataba a los yankees con sorna: “Se comportan como niños nuevos ricos”9. Habrá que esperar hasta la década de 1930 para advertir un esfuerzo sigiloso para inducir a los medios de comunicación mundial –prensa y radio– a utilizar material periodístico que 9. Ver por ejemplo: fo 371/a2322/2322/11 (1923), págs. 7-8; fo 371/a1022/1022/11 (1924), pág. 8; fo ma3192/ 3192/11 (1928) págs. 9-11. [161] La clase más ruidosa/Marco P. 161 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos presentara una imagen positiva de Gran Bretaña y desprestigiara a los totalitarismos de Alemania y Japón10. Es impensable que estos diplomáticos consiguieran desconectarse a su antojo de los cambios que ocurrían bajo sus pies. Sus actitudes condensaban una concepción más global, incubada en ese mundillo de mandarines (Whitehall y El Banco de Inglaterra) que quizás por rutina y pereza mental ignoró la vitalidad de las corrientes históricas que trabajaban por el derrumbe del Imperio y por el ascenso de lo que en la segunda posguerra se conocería como el Tercer Mundo. Quizás a esto obedezca al anacronismo con que se trasvasan muchos de los juicios sobre Colombia y sobre América Latina. Corresponden por su fondo y forma a una era penetrada por la mentalidad imperialista liberal del último tercio del siglo pasado y comienzos del presente11. iv. En la mira de los intereses británicos estatales y privados Colombia representaba un punto apenas perceptible para los entendidos. El trabajo político de la Legación Británica en Bogotá no debió desvelar a ninguno de sus Ministros. Las economías presupuestales dan indicios. Pueden citarse incidentes como éste: un Ministro legatario concebía algún esquema para mejorar e incrementar las relaciones entre los dos países. Una vez comunicada la iniciativa, recibía respuestas vagas que se tornaban hoscas si insistía. Un mensaje de Londres cancelaba el episodio: “El costo de los próximos telegramas que envíe sobre este asunto le serán cargados a su cuenta personal”. La monotonía de la vida del servicio incitó a muchos diplomáticos a matar el tiempo estrechando relaciones sociales. El ocio y la curiosidad los obligó a aguzar inteligencia y sentidos para bucear en los valores centrales, las normas de conducta y los estilos de vida de sus interlocutores y amigos. Se adentraron en el ambiente elitista de un país pobre y ensimismado, donde el Concordato de 1887 había conseguido fraguar un modelo 10. fo 371/a1086/313/11 (1937). 11. El tema del Imperialismo victoriano sigue debatiéndose. Un buen resumen se encuentra en D. K. Fieldhouse, Economía e Imperio. La expansión de Europa (1830-1914), México, 1978. [162] La clase más ruidosa/Marco P. 162 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano cultural provinciano y superficial que, sobre el neotomismo oficial, estampó un mito pagano al que podían endilgársele referencias inesperadas: En efecto, Bogotá se describe con frecuencia como la Atenas Suramericana; pero el único punto de semejanza con su prototipo griego sería que, de hecho, en ambas ciudades se prefiere jugar el contract bridge en lugar del royal auction bridge12. Las visiones etnocéntricas de la sociedad colombiana v. La edad madura del modelo agroexportador latinoamericano, el período que va de 1910 a 1930, con la notable excepción del México revolucionario, se caracterizó, por paradójico que parezca, por el ímpetu de las corrientes intelectuales que subrayaron el malestar general de la condición latinoamericana. La nota pesimista, barnizada o profundamente corroída de etnocentrismo, predominaba en los diagnósticos más lúcidos y más exóticos. Latinoamericanos y extranjeros, algunos muy eminentes como Ortega y Gasset, apuntaban hacia una crítica global y sustantiva de la “personalidad latinoamericana”13. Señalaban los males del mestizaje, el infantilismo patriotero y la exacerbación nacionalista. Para comprobarlo estaba ese gran manchón de dictaduras militares del más diverso signo, de abigarrada complexión, estilos desconcertantes y matices sutiles, infinitamente 12. fo 371/a1886/1886/11 (1926), pág. 17. La ironía es mejor comprendida por quienes conocen el juego del brigde al que se atribuye origen griego. Los que no lo conocemos debemos aprender las diferencias entre el contract y el auction brigde en las extensas entradas que les dedican las sucesivas ediciones de la Enciclopedia Británica. 13. Las referencias más significativas de esta época se hallan comentadas por Alcides Arguedas en su ensayo La danza de las sombras, reeditado en sus Obras completas, México, 1959, vol. 1. José Ortega y Gasset en su Meditación de un pueblo joven y otros ensayos sobre América, Madrid, 1981, emprendió un breve y lúcido análisis de la sociedad y de la sicología social del argentino. De actualidad es su estudio “Intimidades”, págs. 105-146, escrito en septiembre de 1929. [163] La clase más ruidosa/Marco P. 163 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos mejor comprendidas en su complejidad por la novela que por la sociología latinoamericana. Ese manchón cubría Centroamérica y el Caribe (con las excepciones de Costa Rica y Panamá) y los países suramericanos donde las fuerzas civilistas refulgían con avara intermitencia. En América del Sur, Colombia y Uruguay eran las excepciones. En un contexto continental deben apreciarse las observaciones de Spencer Dickson, uno de los diplomáticos británicos más duchos en asuntos colombianos. Había estado en Bogotá entre 1886 y 1894; 1900 y 1906 y regresó en 1930. A él debemos los Reportes Consulares más completos sobre la economía colombiana de fines del siglo xix y principios del xx, entre éstos su muy citado informe de 1903 sobre la situación cafetera14. En un informe fechado en 1930 dividió a la población colombiana en tres grandes segmentos etnosociales, cada uno con una función política activa (gobernar) o pasiva (obedecer): La elite de la población se encuentra en las principales ciudades y en sus haciendas dispersas por el país; representa escasamente el 5% del total. Refinada y bien educada se enorgullece justamente de su ancestro español puro. El orgullo familiar es muy acusado y se traspasa de una generación a otra. En el extremo opuesto de la escala está la clase ‘nativa’, ‘india’ o ‘de peones’, que constituye cerca del 80% de la población total. Su tipo varía según los distritos del país. Los rasgos principales de los indios son docilidad, lealtad a sus amos, y aunque indolentes, tienen una capacidad infinita para el trabajo cuando se los dirige correctamente. El restante 15% está formado por los mestizos, algunas veces inteligentes pero generalmente viciosos, crueles o inescrupulosos. Generalmente actúan de intermediarios, sirviendo a los españoles y dominando a los indios. Aunque útiles, son peligrosos puesto que los más inteligentes de entre ellos obtienen frecuentemente poder y riqueza; este elemento intermediario de la población constituye el principal obstáculo para progresar sobre las líneas 14. Report for the Year 1901, Parlamentary Papers (PP), vol. cvi, Londres, 1902, págs. 347-64, y Report for the Year 1903, PP, vol. xcviii, 1904, págs. 593-628. [164] La clase más ruidosa/Marco P. 164 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano de una administración más honesta por la cual luchan muchos de los mejores elementos de Colombia15. vi. Este diagnóstico formula el principio de coexistencia de las dos Colombias, la de los indios, quienes, según otro reporte, “apenas están por encima de la creación bruta”16, y la de la ínfima minoría blanca. Las dos Colombias se unían por un sistema de pasadizos visibles únicamente desde arriba. Los intermediarios de este comercio económico, espiritual y político formaban una tercera clase, los “mestizos”. Las condiciones de vida material de la vasta mayoría “india” seguían siendo aterradoras: Las clases trabajadoras están en una situación que sería desfavorable de comparársela con la de las razas africanas (sic) con las desventajas adicionales que trae la semicivilización. Viven al día y cualquier suceso anormal puede llevarlas a la inanición17. Considerando los elementos integradores de la vida espiritual del pueblo colombiano, algunos informes excavan más hondo en el mismo terreno: Los indios se han vuelto estólidos y estoicos; han perdido la iniciativa; son esclavos del hábito y su religiosidad pierde carácter cristiano para convertirse en asunto rutinario tocado de supersticiones18. Por lo general los autores de estos documentos sumergen el pueblo en un submundo homogéneo; sus notas: servilismo y resignación, indolencia e ignorancia. Al referirse a su participación en política lo asemejan al “buen salvaje” del siglo xviii, con una diferencia: este pueblo es sujeto formal de derechos que prefiere desconocer. Así, por ejemplo, un informe de 1912 15. fo 371a/2853/2853/11 (1931), pág. 3. 16. fo 371/a1022/1022/11 (1925), pág. 12; fo 371/1350, Reporte 1911, pág. 16. 17. fo 371/1350; Reporte 1911, pág. 16. 18. fo 371/1630; Reporte 1912, págs. 9-10. [165] La clase más ruidosa/Marco P. 165 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos otorga validez y actualidad a observaciones que Cochrane hiciera en 1823: Por lo que he visto, considero que los rangos inferiores, o sea la gran masa de la población se adapta mejor a una Monarquía que a una República. Es tranquila, tratable, gusta de los espectáculos y la diversión; no tiene fuertes sentimientos de libertad e igualdad y prefiere un superior que le aconseje y que sea más competente para juzgar qué conviene a sus intereses19. Sería sencillo suponer que este texto es un antecedente respetable y directo del principio del “buen dictador” que circula por el pensamiento político colombiano desde la Independencia, tal y como lo planteó con desdichada lucidez la famosísima Carta de Jamaica. En el año de 1932 los diplomáticos de Su Majestad abordaron el tema, quizás por última vez. Su conclusión reitera: Bajo una perspectiva adecuada, Colombia es un pueblo de campesinos muy humildes y primitivos, en su mayoría mestizos, sometidos a la opresión política y social; viven casi gratis de una tierra ubérrima pero bajo un clima malsano y en pésimas condiciones de salubridad20. La escasa o casi nula conciencia social convierte a esta numerosa “clase de peones” en un conglomerado pasivo hasta el grado de total insolidaridad consigo mismo: Por una curiosa paradoja, debida a la ignorancia y falta de solidaridad de la clase trabajadora, la escasez de fuerza de trabajo no implica incrementos apreciables en los salarios que son excepcionalmente bajos, en particular en las zonas cafeteras donde el sistema de trabajo escasamente se distingue de la servidumbre21. 19. Ibíd., págs. 10-11. 20. fo 371/16570; Reporte 1932, pág. 32. 21. fo 371/A1886/1886/11, pág. 18. [166] La clase más ruidosa/Marco P. 166 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano Estudios como los de Absalón Machado y Mariano Arango, Gonzalo Sánchez y Pierre Gilhodes no avalan esta apreciación simplista22. La masa india recibe otro elogio: es honrada en contraste con los blancos y mestizos. Hay complacencia en esta constatación: los robos y asaltos en descampado son menos frecuentes en Colombia que en muchas naciones europeas: Realmente no hay calle en Bogotá y no existe una parte del país, excepto en los casi inaccesibles distritos todavía poblados por indios salvajes, donde un extranjero o un nativo no puedan transitar con perfecta seguridad a cualquier hora del día o de la noche23. Una verificación adicional del diagnóstico de Cochrane: “La clase baja es calmada; pueblo inofensivo de voz apacible y maneras singularmente corteses”. Es cierto que “no es muy inteligente” puesto que la chicha lo embrutece, salvedad hecha de los “judíos antioqueños”24. vii. La nota etnocéntrica no era exclusividad de europeos y el veredicto de Dickson no era planta exótica en Colombia. El joven Laureano Gómez, desencantado con la oligarquía política de su partido, apoltronada y marrullera, difunde sin inhibiciones una concepción pesimista de la sociedad colombiana. Al optimismo característico del liberalismo colombiano, que anuncia la posibilidad efectiva de realizar los ideales de la democracia política y social, Gómez contrapone un pesimismo 22. Ver los elaborados estudios de M. Arango, Café e Industria, 1850-1930, Bogotá, 1977; P. Gilhodes, Las luchas agrarias en Colombia, Medellín, 1972; A. Machado C., El café: De la aparcería al capitalismo, Bogotá, 1977, y G. Sánchez, Las ligas campesinas de Colombia, Bogotá, 1977. Igualmente, M. Palacios, El café en Colombia, 1850-1970 Una historia económica social y política, Bogotá, 1979. 23. fo 371/234; Reporte 1906, pág. 5. 24. fo 371/a1022/1022/11 (1925), pág. 11. [167] La clase más ruidosa/Marco P. 167 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos radical de estirpe racista y denuncia de paso las desarmonías ideológicas y las constantes ambigüedades de la praxis política del liberalismo. Laureano aprueba el dictum antropológico según el cual “Dios hizo al hombre blanco; Dios hizo también al hombre negro; pero al mulato lo hizo el Diablo”. El mestizaje primario de la sociedad colombiana contenía la fuerza misma de la negatividad sociopolítica. Un país predominantemente mestizo está derrotado de antemano; su población: No constituye un elemento utilizable para la unidad política y económica de América; conserva demasiado los defectos indígenas; es falso, servil, abandonado y repugna todo esfuerzo y trabajo. Sólo en cruces sucesivos de estos mestizos primarios con europeos se manifiesta la fuerza de caracteres adquirida por el blanco25. Gómez hila este criterio a una lógica que sería negada por acontecimientos posteriores: En las naciones de América donde preponderan los negros reina también el desorden. Haití es el ejemplo clásico de la democracia turbulenta e irremediable. En los países donde el negro ha desaparecido, como en la Argentina, Chile y Uruguay, se ha podido establecer una organización económica y política con sólidas bases de estabilidad26. Basta fechar la proposición: junio de 1928. Sobra decir que estas observaciones no se originaban en investigaciones científicas sino en sugestiones sociológicas, lecturas de geografía, viajeros y conversaciones de sobremesa. La evidencia parecía tan abrumadora como para molestarse en hacer el ejercicio trivial de demostrarla. 25. L. Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia (Conferencias dictadas en el Teatro Municipal de Bogotá en junio de 1928), Bogotá, 1970, págs. 46-8. 26. Ibídem. [168] La clase más ruidosa/Marco P. 168 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano Los horizontes de la burguesía bogotana viii. No acontece igual con los retratos de la vida íntima, social y política de la clase blanca y con la descripción de algunas facetas políticas de los mestizos. Los británicos de la Legación fueron por lo general buenos retratistas aunque quizás no enmarcaron adecuadamente sus obras. Sus mejores retratos probaron que venían de una tradición empírica asentada. Son, por supuesto, los de la clase social que los rodeó: la gente bien instalada en Bogotá. A principios del siglo xx registraron su desconexión de las provincias y aun de su entorno más inmediato, su riqueza de veras moderada y el ideal cosmopolita: “Ir a París por lo menos una vez en la vida”27. Enumeraban diferencias y semejanzas en asuntos mundanos entre Bogotá y alguna ciudad provinciana europea; verbigracia, el ambiente de una fiesta social era semejante en las dos latitudes, pero en Bogotá el mobiliario era más ordinario y más elegante la moda, masculina y femenina: “Los trajes vienen de París, aun cuando en muchos casos uno no sabría decir cómo se pagan”28. Estos bogotanos, “superficialmente leídos” pero “realmente muy cultivados para su medio”, no titubeaban debatiendo en torno a tesis de Spencer o Darwin y en “algunos casos sobre los últimos escritores franceses e ingleses”. Muchas familias pertenecientes a esta clase social ponían pequeños almacenes en el centro de la ciudad, pero “son tan numerosos que a pesar de las exorbitantes ganancias obtenidas en cada artículo, no alcanzan a ser significativas como fuente de ingreso”29. José María Cordovez Moure anotó el fenómeno apuntando hacia otro blanco. Para Cordovez el almacén era consustancial a una tradición cultural quizás más santafereña que bogotana. En Bogotá, el almacén era un centro de comunicación social, fuente ubicua de rumores políticos y comadreos familiares, antecesor directo del café abierto, en contraste con el club: 27. fo 371/234; Reporte 1906, pág. 5. 28. Ibíd., págs. 4-5. 29. Ibíd., pág. 5. [169] La clase más ruidosa/Marco P. 169 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos La preferente ocupación de los bogotanos se reduce a desempeñar un destino público, o a permanecer doce horas del día detrás de un mostrador, esperando a quien no ha querido venir30. Como el tendero de veredas, el almacenista bogotano tasaba bien el prestigio y la función social de su profesión. Hasta un Aristides Fernández, ex ministro de Guerra, terror de los revolucionarios liberales en la Guerra de los Mil Días, “vende ahora (1906) muñecas y ropita de bebé detrás del mostrador de un pequeño almacén”31. En el reporte de 1911 advertimos una descripción con evocaciones zodiacales que ahonda en la sicología del “bogotano educado”, oponiéndola a la urbanidad que le sirve de máscara: En su apariencia la clase alta bogotana es cortés, refinada, puntillosa en los modales, hospitalaria y bien leída [pero] es indolente por naturaleza, propensa a la adulación, insaciable en la búsqueda de elogios; se enoja con rapidez y olvida con lentitud. Ingeniosa e inteligente en la crítica, es celosa y sospecha del éxito. Adaptable y lista a imitar, no muestra capacidad organizativa ni de aplicación práctica32. Por último, padece achaques de patrioterismo y engreimiento por “la civilización” que ha forjado en el entorno de la Sabana de Bogotá. Los estudios de Luis Ospina Vásquez o Frank Safford, entre otros, desvirtuaron la presunción del bogotano decimonónico carente de iniciativas empresariales33. 30. J. M. Cordovez Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, Madrid, 1957, pág. 335. 31. fo 3711/2853/2853/11 (1931), pág. 5. Sobre estos episodios de la vida de Fernández, ver Luis Martínez Delgado, A propósito del Dr. Carlos Martínez Silva, 2ª ed., Bogotá, 1930, págs. 394-6, y Charles W. Bergquist, Coffee and Conflict in Colombia, 1886-1910, Durham. N. C., 1978, págs. 166-67; 176-92. La fama de Fernández y su contraparte liberal, el “Negro” Marín, llegó hasta los años treinta. 32. fo 371/1350; Reporte 1911, pág. 18. 33. L. Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, [170] La clase más ruidosa/Marco P. 170 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano ix. Esta contraimagen británica altera el campo visual desde el que la clase alta bogotana acostumbra autoproyectarse en público. Habría, con todo, que dar crédito a las pocas producciones que ilustran la hipocresía moral de esta clase. Aquí sobresalen algunas novelas que hacen aflorar condenas despiadadas y transparentes. A más de medio siglo de distancia del ideal romántico y señorial de María, no excluyen a los negros del sentimiento trágico del que sólo serían dignos los grandes propietarios blancos. Al contrario, imputan los más negros sentimientos a la burguesía de Bogotá, expuesta a las contingencias de una cotidianidad insulsa. Son, entre otros, los ejemplos que brindan un Ignacio Gómez Dávila en El cuarto sello (México, 1951), o un Alfonso López Michelsen en Los elegidos (México, 1953). Subrayar este carácter de autocrítica implica revelar el síndrome de subordinación mental, ideológica y de sensibilidad que tradicionalmente ha padecido la clase media. Desprovista de signos propios para fijar una identidad social, no precisaba construir un discurso literario para compensar la inferioridad que advertía en la escala socioeconómica, con una supuesta superioridad moral de sus propios héroes: el cachaco había conseguido colonizar a las clases medias a lo largo del “proceso civilizador”34. 1810-1930, Medellín, 1955, y F. Safford. “Commerce and Enterprise in Central Colombia, 1821-1870”, Disertación doctoral inédita, Columbia University, 1965. 34. El tema fue sugerido con su hondura característica por Jaime Jaramillo Uribe en El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogotá, 1964. Aquí empleamos el término en la acepción sociológica elaborada por Norbert Elias, The civilizing process, Oxford, 1978 (1ªed. alemana, Basilea, 1939) y del mismo autor What is Sociology?, Londres, 1978, págs. 134-74. No deja de tener mucho interés esta consideración de Rufino José Cuervo (París, 25 de enero de 1897), uno de nuestros máximos exponentes del hispanismo: “¿Será posible la regeneración de España y de sus hijos? ¿Corresponden sus cualidades de raza a lo que llamamos civilización moderna? Es un punto que no sé resolver. Las glorias españolas pertenecen al género de aventuras que hoy no pegan”. Epistolario [171] La clase más ruidosa/Marco P. 171 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos Con excepciones que siempre se dan por descontadas, cuando la nueva clase media bogotana intenta dibujar su autorretrato emplea una lente rosada de conmiseración y humor muy bogotano, por supuesto. Como el celebrado Simeón Torrente, creación extemporánea de un personaje que pasó por la época que aquí nos concierne, la clase media bogotana rebosa de envidias hacia arriba y temores hacia abajo35. Julio Florez dio la justa medida de su personalidad social: una lírica sentimental y melcochuda aunque tristona, afín al bambuco de salón republicano, antesala de aquellos boleros que el novelista López Michelsen analizara sutilmente36. Siguiendo una observación de Roger Bastide, podemos decir que la poética aparece aquí como un medio de clasificación y ascenso social. La poesía de Flórez encarna los ideales de la pequeña burguesía provinciana. Su ascenso a un Parnaso presidido por dos “hidalgos”, Guillermo Valencia y José Asunción Silva, se convierte en inmejorable fuente de estatus social. x. Para reflexionar sobre estos temas de identidad cultural y social tendríamos que apreciar mejor las sugerencias y conclusiones de trabajos como los de Jaime Jaramillo Uribe sobre la personalidad histórica de los colombianos y los ensayos de sicología social de José Gutiérrez o Álvaro Villar Gaviria. Esto significa que debemos dar más importancia histórica a la cotidianidad de la acción del sujeto social, para poder explorar racionalmente los fundamentos simbólicos e irracionales de la inter-subjetividad; quedaría entonces abierto un campo de indagación: ¿Cuáles son los nexos que median entre lo cotidiano de la acción social y la mentalidad subyacente? de Angel y Rufino José Cuervo con Rafael Pombo (Mario Germán Romero ed.), Bogotá, 1974, págs. 218-19. 35. Absalom Barrera, Don Simeón Torrente ha dejado de deber, Bogotá, 1970. Menos exitosa, más pesimista, quizás de la misma calidad literaria pero de gran penetración sociológica es el conjunto que ofrece J. Perea, Relatos de clase media, Bogotá, 1973. 36. A. López Michelsen, Los Elegidos, México, 1953, capítulo viii. [172] La clase más ruidosa/Marco P. 172 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano La sensibilidad demostrada por Alfonso López Pumarejo para captar la riqueza peculiar de interacciones de esta índole y anticipar con base en ésta los acontecimientos fue, en nuestra opinión, uno de sus grandes atributos personales. Así, el primero de enero de 1926 López publica un artículo de prensa repleto de ironías sobre las actitudes y posiciones de la juventud socialista, capitaneada, entre otros, por Felipe Lleras Camargo. Les achaca “un criterio esencialmente literario, casi musical” en su acción política y los desnuda sin contemplaciones; contrasta sus biografías con sus principios doctrinarios y con su vida cotidiana para demostrar que el suyo era un caso de avidez por poseer verdades universales, que los restituyera de una semignorancia peligrosa acerca de las realidades nacionales; socialistas de café, pelmazos políticos37. En esta querella López explora una veta promisoria para comprender algunas tensiones centrales de la historia colombiana del siglo xx: “Los hábitos mentales –afirma– perduran largo tiempo después de que han desaparecido las condiciones económicas que les dieron vida”38. Percatarse de este desfase sería crucial para comprender y explicar algunos aspectos de los estilos y la cultura política colombiana. Desbroza el camino a esta pregunta: ¿Cuál es el papel de la mentalidad como soporte de la continuidad histórica de la nación y de la vida privada de los ciudadanos? Lo que nos puede parecer surrealista de Colombia en el panorama político latinoamericano de la primera mitad de nuestro siglo (1903-1948), y muy especialmente en el período de la República Conservadora, es la fácil desenvoltura de los principios democráticos y civilistas; la vigencia más o menos tranquila de los principios antimilitaristas en un país marcado por la resistencia al cambio y por hondas desigualdades sociales, regionales y económicas. Entre el orden conservador y católico y el progreso material, digamos entre la consagración oficial al Sagrado Corazón de Jesús y la inversión internacional de la United Fruit Co., no 37. A. López Pumarejo, Obras selectas (Jorge Mario Eastman, Ed.), Bogotá, 1979, págs. 49-53. 38. Ibíd., pág. 52. [173] La clase más ruidosa/Marco P. 173 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos mediaba pleito hasta que afloró en su magnitud el drama de la masacre de la zona bananera. Independientemente de las cifras reales de muertos y heridos, la masacre señalaba, según la atalaya sociopolítica desde la que se mirase, límites y peligros; apuntaba hacia nuevas direcciones y posibilidades, alimentaba esperanzas y temores. Pero el hecho concreto era éste: el desarrollo económico no desquiciaba el sistema bipartidista. De la transición pacífica de 1930 el régimen político salía firme y renovado. El viraje era epidérmico y engañoso: las mentalidades y hábitos, los estilos y gustos, las preferencias y creencias públicas y privadas permanecían inmunes al cambio político y ajenos a las transformaciones inducidas por el rápido crecimiento económico de 1910-1930. Para los liberales no se trataba de promover la revolución social sino de ajustar las instituciones a las exigencias, desencuentros y alteraciones que traía la modernidad. Desde otra esquina, la batahola de Leticia abría en la conciencia pública la inquietud acerca de los requisitos materiales de la nacionalidad. El cachaco conquistador xi. ¿Cuáles son las modalidades específicamente colombianas de este llamado proceso civilizador? En una sociedad ambivalente que mantiene el ideal democrático-burgués, pero contiene el paradigma de la desigualdad social polarizada y de una participación política limitada, la educación formal y el desempeño de tareas en el taller político son caminos trazados de antemano a los jóvenes ambiciosos, independientemente de su origen social y que buscan posiciones de prestigio y autoridad. La universidad se convierte desde el quinto decenio del siglo xx en fuente de reclutamiento del personal político de nivel nacional y agente de re-socialización. La conciencia de estatus de los universitarios junto con sus respectivas predisposiciones sociales encarna en tres estilos: cachifos, patanes y cachacos39, que disputan a mediados del siglo el escenario de una sociedad no constituida, atrasada 39. José María Samper, Historia de un alma, Medellín, 1971, págs. 126-134. [174] La clase más ruidosa/Marco P. 174 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano materialmente y desubicada frente a los principios de legitimidad política. Subrayemos: tipos universitarios antes que militares o eclesiásticos. Un triunfo del proyecto secular de Francisco de Paula Santander, que pretendió ocluir el programa confesional de la Regeneración. A mediados de siglo hay una lucha social soterrada. Venancio Ortiz en un polo y Ramón Mercado en el opuesto intentan explicarla40. Comprueban el mismo hecho: la caída incompleta de una vieja clase, el arribo incompleto de una nueva. xii. Sobre el filo de esta línea quebradiza, lustros más tarde, el filólogo Rufino José Cuervo infiere: “El buen hablar es una de las más claras señales de la gente culta y bien nacida”41. El predicado no es textual sino contextual. Como sus pares, Cuervo es ejemplar de movilidad. La de su familia un poco hacia arriba; la de su entrañable amigo Rafael Pombo, un poco hacia abajo. Las circunstancias y las afinidades electivas los hermanan en la confluencia de una nueva clase y una nueva generación que no es “culta y bien nacida” por la nomenclatura del abolengo, sino porque se civilizó ganando el autocontrol personal que regula la convivencia de una pequeña ciudad de tradiciones político-burocráticas y que se ve a sí misma espiritualmente muy por encima de su contorno campesino. Más aún: que se proclama el centro político y cultural de una nación moderna (y remota), llamada República de Colombia. En 1831 desaparece la amenaza del militar tipo venezolano. De ahí en adelante la parábola histórica del cachaco es limpia y precisa. Primero se acomodan los lanudos de la estirpe santanderista, o de la más abigarrada, que tendrá por figuras a hombres como Pedro Alcántara Herrán, Tomás Cipriano de Mosquera, José Ignacio Márquez y Mariano Ospina Rodrí- 40. V. Ortiz, Historia de la revolución del 17 de abril de 1854, 2ª. ed., Bogotá, 1972, y R. Mercado, Memorias sobre los acontecimientos del sur, especialmente en la Provincia de Buenaventura durante la administración del 7 de marzo de 1849, Bogotá, 1853. 41. R. J. Cuervo, Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, 7 ed., Bogotá, 1939, págs. 1; iv-ix. [175] La clase más ruidosa/Marco P. 175 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos guez: civilistas y legalistas, ilustrados y formalistas. En la época turbulenta que nace con el medio siglo los cachacos acatarán su legado. Adecuarán sus normas, estilos y principios de acción a la regla de oro del civilismo, puesta en entredicho por José María Melo en 1854. Desde entonces la política será concebida como un arte del compromiso, en la guerra como en la paz. El embate de las “grandes pasiones” ya no será impedimento sino tonificante. Arte supremo en el que hay que desplegar hidalguía, caballerosidad, sentido del honor. Para comprobarlo bastaría repasar algunos incidentes significativos en momentos críticos; leer, por ejemplo, las correspondencias de Mosquera y Espina en 1860-1861; la de Luis Lleras con los Cuervo en 1885; o considerar la auténtica consternación que produjo en los círculos conservadores de Bogotá el método draconiano empleado por Aristides Fernández para aplastar las guerrillas liberales en 1901. xiii. Visto desde el presente, podríamos describir el proceso paralelo de formación y consolidación de una oligarquía política y social, en un país pobre y aislado de las grandes corrientes del capitalismo internacional; oligarquía forzada a eliminar de tajo la incertidumbre y el riesgo de la arbitrariedad. Desde este punto de vista la preeminencia adquirida por el cachaco anuncia un doble logro: de tendencias hacia la cohesión de las clases dominantes y de dinamismo histórico. La ley, antes que la espada, adquiere la pátina legitimadora. Pero el imperio de la ley no puede más que desenvolverse en una atmósfera civilizada. Se acepta generalmente que la cultura, en tanto que atributo de los hombres cultivados que lo adquieren del patrimonio histórico de la colectividad, es una expresión pasiva; una especie de vaso que, aunque sacralizado, recibe sus contenidos de la sociedad, de la lucha social entre las clases antagónicas. Desarrollando esta proposición de la cultura como pasividad, tendríamos por ejemplo que la cultura bogotana expresaría de modo multifacético el aislamiento geográfico, cultural, comercial y político de Bogotá. El tono menor de esta pasividad sería, [176] La clase más ruidosa/Marco P. 176 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano por ejemplo, el sentimiento nostálgico de fines del siglo xix por el pasado colonial, por un Bogotá, “con cachet de verdadera población española”42. En tono grave podría acusarse a su elite, y con buen fundamento, tal como lo hace Rafael Gutiérrez Girardot, de construir una cultura de viñeta sobre la desmesura provinciana43. En cuanto la “cultura culta” difunde imperceptiblemente una mentalidad peculiar, el estereotipo nacional conformado por ideas, aspiraciones, hábitos y modos de ser empieza en ese instante a representar un principio activo que, en última instancia, encubre la colonización de una clase social sobre las demás44. No se trata de la mera imposición de la dictadura de clase, ideológica o jurídico-política, sino de la aparición de símbolos de cohesión e identificación profundos y duraderos que se ajustan a la centralización del poder político. Su mejor expresión es la mentalidad compartida y el estilo que define una formación nacional. 42. Epistolario, loc. cit., págs. 78-83. 43. Manual de Historia de Colombia (Jaime Jaramillo Uribe, Director), 3 vols., Bogotá, 1978-1980, vol 3, págs. 447-536. 44. N. Elias, The civilizing, loc. cit., págs. 5-6. Elias elabora varias distinciones entre los conceptos de civilization (inglés y francés) y Kultur, Kulturell, Kutiviert, y afirma: “Hasta cierto punto el concepto de civilización resta importancia a las diferencias nacionales entre los pueblos; enfatiza lo que es común a todos los seres humanos. Expresa la confianza de aquellos pueblos cuyas fronteras nacionales e identidad nacional se establecieron completamente hace muchos siglos, de modo que no son tema de discusión alguna. En contraste, el concepto Kultur hace hincapié en las diferencias nacionales y la identidad peculiar de grupos”. A pesar de estas diferencias, dentro de cada sociedad la “cultura” o “civilización” refleja y es instrumento social y político de una clase específica: la burguesía que ya se siente capaz de “colonizar” otras clases y aún pueblos, págs. 47-50. Bajo estas condiciones parecería existir en los casos nacionales latinoamericanos una mayor afinidad con el concepto “cultura”; pero el tema rebasa totalmente nuestra intención de señalar el valor instrumental de la “cultura” o de la “civilización” en la construcción del dominio social y nacional de una clase. [177] La clase más ruidosa/Marco P. 177 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos xiv. Esta cultura denota la aparente victoria del cachaco sobre las demás clases y modos de ser provincianos. Una vez que el proceso político queda inmerso en una arraigada socialización bipartidista adquiere vitalidad una sociedad de modales deferentes. Los cachacos consiguen el control de las reglas del buen hablar, al que siguen otros en cadena: la suave imposición de gustos, modas, sensibilidades (la “estética de la dominación”) y la ulterior definición de los principios del autocontrol individual: la hipocresía como manifestación del progreso social, para usar la expresión de Kolakowski. Estamos ante la horquilla de un doble convencionalismo: la gramática de Caro y Cuervo que acota las vías del lenguaje literario, “el más universal”, y el Manual de Urbanidad de Manuel Antonio Carreño, que codifica comportamientos cuya vigencia también debería ser universal. Su requisito previo es la aceptación de la gramática jurídica, la prioridad que debe guardar la Constitución con mayúsculas: el “librito rojo” de los colombianos rojos o azules. Las buenas maneras, el buen hablar y el apego a la legalidad formal separa a los hombres del reino salvaje. xv. Si a la receta se añade dinero, el lujo y la elegancia se convierten en las formas más acabadas de distinción y decencia. El edificio corre entonces el riesgo de venirse abajo. La historia social bogotana, desde los quineros hasta los marimberos, da buena cuenta de cómo este sistema de movilidad lleva el principio de su destrucción / renovación. El cuarto de siglo que corre después de 1890 es decisivo para entender los compromisos que hubieron de hacer los cachacos para triunfar. Los historiadores pueden identificar este triunfo estudiando el bien delimitado período oligárquico, de los elegidos, los nacidos para mandar, que cierra la funesta tarde del 9 de abril de 1948. Su punto débil: la incongruencia entre una cortesía o una elegancia apabullantes y la solidez de una moralidad interiorizada; la contraposición kantiana entre la virtud, atributo interior, y la cortesía, atributo externo45. 45. Elias, loc. cit., pág. 10. [178] La clase más ruidosa/Marco P. 178 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano Esta incongruencia ha sido finamente diseccionada por aquellos intelectuales dispuestos a diagnosticar la fuerza y dirección que llevan los vientos; en la segunda mitad del siglo pasado lo diagnosticaron los tradicionalistas que se veían amenazados por las oportunidades que abría la nueva riqueza; en la segunda mitad del siglo xx son los inconformes o revolucionarios, quienes buscan comprobar la ilegitimidad nacional y social de los que mandan. Hace un siglo, Cordovez Moure o Rafael Pombo; hoy, Fals Borda, José Gutiérrez, Jorge Child o Mario Arrubla, para sólo mencionar cuatro personalidades representativas de la actual crítica social. Todos concluyen que llegó el reinado de la inautenticidad, de la superficialidad de espíritu, de las variaciones de conductas candorosamente seudo-aristocráticas; de lo que, en fin, en el período del romanticismo europeo fue considerado el dominio de lo superfluo sobre lo profundo46, subrayando así el anacronismo social cachaco. Entre 1890 y 1910 hacen eclosión en Bogotá grupos poderosos que venían desarrollándose desde 1850. Cubren su despegue clasista minando el campo que dejaban atrás. La acumulación de riqueza es el instrumento para imponer nuevos puntos de clasificación social inalcanzables para muchos, por virtuosos que fuesen: arquitectura, decoración interior, modas, viajes. Hasta 1930 vivirían la mejor de las vidas: en confort y seguridad política y social. xvi. Su inseguridad sicológica es la contrapartida. No en vano Alberto Lleras Camargo, en su discurso en los funerales de Alfonso López Pumarejo, hizo alusión a los grupos que en 1930, al correr de una generación, padecen la presencia de las masas populares (decimos nosotros) o sufren los efectos reformistas y progresistas de la República Liberal de la cual López fue, según Lleras Camargo, el gran capitán. Lleras ubica el talón de Aquiles de estas clases dominantes: En un país de aluvión que apenas va conformando sus estratos sociales, hay mucha gente insegura, vacilante sobre su 46. Ibíd., pág. 27-40. [179] La clase más ruidosa/Marco P. 179 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos estabilidad, dispuesta a defenderse agresivamente de peligros imaginarios47. De ser así, Alberto Lleras estaría reividicando el papel histórico fundamental desempeñado por su propia “clase”, es decir, la clase política. Por muchas razones habría que congratularse de que aquella otra clase insegura, que imagina peligros sociales, no manejara directamente los negocios propios del poder político y que, como observó Dickson, éstos, al menos parcialmente, quedasen a cargo de “mestizos” intermediarios y subalternos. Hacer política, ¿para qué? xvii. Desde la fundación de la república se ha concebido la política como un medio idóneo de acceso individual al privilegio que se dispensa en las alturas sociales del país de aluvión. El análisis de esta circunstancia, más o menos universal en los regímenes constitucionalistas, reitera las dificultades del análisis político atrapado entre la descripción positiva y la normatividad. Estudios penetrantes del poder político en Colombia, como los emprendidos por Orlando Fals Borda o Fernando Guillén Martínez48, ejemplifican el problema; desbordan la descripción del sistema político tal y como se ha manifestado en su regularidad histórica, en aras del sistema político ideal: quizás en aras del etéreo bien supremo de Aristóteles. Piensan que la política colombiana gana en valor instrumental lo que pierde en contenido ético: con el tiempo deviene en una forma más de corrupción pública. Comprobando la presencia sin aparente fundamento racional del bipartidismo en todas las clases y lugares, el sicoanalista José Gutiérrez elabora proposiciones que adscriben a los políticos una valoración esen- 47. En López, Obras, loc. cit., pág. 23. 48. O. Fals Borda, La subversión en Colombia. El cambio social en la historia, Bogotá, 1967; J. L. Payne, Patterns of Conflict in Colombia, New Haven y Londres, 1968, esp. págs. 25-95; F. Guillén Martínez, El poder político en Colombia, Bogotá, 1979. [180] La clase más ruidosa/Marco P. 180 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano cialmente negativa49. Fals Borda en sus estudios más recientes se queda en la misma orilla: la política bipartidista es estéril como ejercicio intelectual y moral y socialmente es un oficio pernicioso50. Fals, Guillén, hasta cierto punto el politólogo norteamericano James L. Payne y los reportes británicos, todos desembocan desde distintos afluentes a este tronco. Fals, en uno de sus primeros trabajos de sociología política, dio altura interpretativa al fenómeno colocándolo en la órbita de la dialéctica conformismo/subversión, mediante un detallado análisis histórico de la “cooptación de las contraelites”51. Guillén lo explicó recurriendo a un tipo hacendario que habría nacido con la encomienda y habría de penetrar toda la historia social posterior52. Payne, en un fascinante ejercicio de politología norteamericana –fieramente atacado por Albert Hirschman– sofoca los fundamentos de la acción política colombiana al concluir trivialidades, aunque, justo es reconocerlo, en el recorrido destaca a contrapelo los mecanismos recurrentes de la praxis política convencional, de forma mucho menos amena y perspicaz que Mario Latorre Rueda53. Desde el otro ángulo ideológico, Alvaro Gómez Hurtado o Mario Laserna nos recuerdan la pertinacia del principio del buen dictador: lo que anda mal en la política colombiana no son los políticos o los mecanismos de corrupción, cacicazgo y patronazgo electoral del Estado. Son los fundamentos filosóficos liberales de todo el sistema del pacto social, del Estado concebido como creación voluntaria 49. José Gutiérrez ofrece una síntesis de sus trabajos anteriores en Idiosincrasia colombiana y nacionalidad, Bogotá, 1966. 50. Ver su bosquejo de contraposición biográfica J.J. Nieto/A. Mier en el Mompox de la primera mitad del siglo xix, presentado al simposio de Fundación Antioqueña de Estudios Sociales (faes), Medellín, diciembre de 1981, “La politización inicial del mundo costeño en el siglo XIX”. 51. O. Fals Borda, La subversión, loc. cit., págs. 97-201. 52. F. Guillén Martínez, El poder, loc. cit., pág. 93-103. 53. M. Latorre, Elecciones y partidos políticos en Colombia, Bogotá, 1974. [181] La clase más ruidosa/Marco P. 181 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos de los individuos que componen la sociedad. Lo que anda mal con las instituciones políticas sería, precisamente, su presunta estirpe calvinista54. xviii. Esta discusión académica es trasunto oblicuo del debate político real. Según algunos estudios politológicos recientes, los límites de la legitimidad del sistema político colombiano estarían siendo rebasados constantemente por la acción-reacción dejada por ciertas secuelas de la modernidad. Del lado de la sociedad civil, la violencia endémica de muchas zonas rurales (los frentes de la frontera agraria, creemos nosotros); la persistencia de focos guerrilleros, organizados ahora bajo nuevas modalidades (el M-19) y la insurgencia y malestar de la nueva clase media urbana, que se manifiesta por ejemplo en el sindicalismo militante de empleados estatales y bancarios, maestros y médicos, y también en el fenómeno electoral que Mario Latorre denomina la avalancha de votos impredecibles55. Del lado del Estado se advierte la militarización de la justicia; la corrupción, cada vez más generalizada hacia abajo; el abuso del estado de sitio56. Síntomas todos muy inquietantes para la supervivencia de la democracia liberal. El diagnóstico que la hace naufragar es tan viejo como la misma República, aunque una razonable participación electoral disipa momentáneamente cualquier duda. xix. Si nos fijamos en la cadena de episodios críticos enfrentados por el sistema político entre 1903 y 1946 podemos comprobar la vitalidad del despliegue del repertorio civilista colombiano y su límite final: el 9 de abril de 1948. A este respecto el defecto de los reportes es que no llegan a la hondura 54. M. Laserna, Estado fuerte o caudillo (El dilema colombiano), Bogotá, 1961. En la misma vertiente, Á. Gómez Hurtado, La revolución en América, Barcelona, 1958. 55. M. Latorre, Política y elecciones, Bogotá, 1980, págs. 249-250. 56. Gustavo Gallón Giraldo, Quince años de estado de sitio en Colombia: 1958-1978, Bogotá, 1979. [182] La clase más ruidosa/Marco P. 182 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano suficiente para apreciar aquellos aspectos que no recibieron en el centro político la atención que merecían, como la violencia generada en muchos municipios boyacences y santandereanos después de 1930. Entre estos incidentes, narrados con gran acopio de datos y detalles en los documentos británicos, bastaría recordar el atentado a Rafael Reyes, su caída y la confusión que campea en la sucesión presidencial de 1909-1910; el descrédito del Republicanismo; la renuncia de Marco Fidel Suárez en medio del escándalo político; la pugnacidad de la campaña electoral de 1922 que enfrentó a Pedro Nel Ospina contra Benjamín Herrera; la masacre de las bananeras; la agitación social y la confusión política de la elección de 1930 que, en cierta forma, expresó la vieja división conservadora entre históricos y nacionalistas de la época de la Regeneración y que culminó en el cambio pacífico y “ejemplar” del régimen; el caldeado enfrentamiento del liberalismo en el gobierno con ciertos sectores de la jerarquía eclesiástica en 1935-1936; la elección de 1942; el teatral golpe de Pasto en 1944; la renuncia de Alfonso López al año siguiente, en un tenso ambiente de feroces acusaciones y escándalos orquestados por Laureano Gómez; la división liberal de 19441946; el empuje gaitanista de 1944 en adelante. Después del 9 de abril de 1948 se enardece la política y llega al poder la derecha más doctrinaria que haya conocido la historia política colombiana; se desencadena la guerra civil irregular de 19491954, que después de 1958 deja secuelas de bandolerismo, guerrillas y anomia. En este horizonte más amplio puede preguntarse: Qué desborda la legitimidad del sistema ¿la pugnacidad intra e interpartidista, la presencia de masas, o una conjunción de las tres? Si consideramos que bajo esta perspectiva el Frente Nacional fue un intento sistemático para contrarrestar tales fuerzas desestabilizadoras, ¿podríamos decir que lo consiguió? Suponiendo que el problema de las pugnas interpartidistas (que presidentes como Rafael Reyes, Carlos E. Restrepo, Enrique Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, Alberto Lleras Camargo y Mariano Ospina Pérez consideraron como un peligro de primera magnitud) haya sido superado, podría pensarse que la amenaza al sistema proviene de la posibilidad de una [183] La clase más ruidosa/Marco P. 183 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos movilización política de las masas formadas desde la postguerra. Pero la experiencia anapista demostró que esta movilización padece graves limitaciones y que, a fin de cuentas, no puede competir con el paternalismo estatal57. xx. Si algunas modalidades de la actividad partidaria y faccionalista no pueden revivirse fácilmente, la continuidad subyacente de sus principios de acción es incuestionable. La más obvia es la naturaleza bipartidista de la cultura política dominante. Leamos nuevamente a Dickson: Cuando llega el momento de intentar una definición de las diferencias sustantivas (entre los dos partidos), se vuelve muy difícil para un extranjero, inclusive para alguien como yo que he conocido a intervalos este país en los últimos cuarenta y cinco años. Están las tradiciones y los clanes políticos. Algunos apellidos bien conocidos están asociados a uno u otro partido y generalmente entre las familias dirigentes cuenta primero la familia y después la política. Cuando se desciende un poco en la escala so-cial, la adhesión a un partido depende en alto grado del interés personal y de una variedad de circunstancias fortuitas, mientras que más abajo de la escala, el factor dominante es la fidelidad personal o el miedo al patrón o al jefe. Al hacer estas generalizaciones no quiero dar la impresión de que las masas carezcan absolutamente de conciencia cívica. La semilla está echada y sólo falta dejarla crecer; prueba de esto es la reciente elección en la que cierta proporción del voto emitido por el Dr. Olaya Herrera fue, sin duda, resultado de un juicio y pensamiento independientes58. 57. Ver, entre otros trabajos relativamente recientes, A. Berry, R. G. Hellman y M. Solaún, Politics of Compromise, Coalition Government in Colombia, New Brunswick, N. J., 1980; El Estado y el desarrollo (cede ed.), Bogotá, 1981; R. H. Dix, “The developmental significance of the rise of populism in Colombia”, Austin, Texas, 1975, 22 págs.; A. Wilde, “Conversations among gentlemen: Oligarchical democracy in Colombia”, en J. Linz y A. Stepan (eds.), The Breakdown of Democratic Regimes, 3 vols., Baltimore y Londres, 1978, vol. 3, págs. 28-81. 58. fo 371/A2853/2853/11 (1931), pág. 3. [184] La clase más ruidosa/Marco P. 184 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano Estudios electorales emprendidos por el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes demuestran que la semilla no germinó hasta bien entrado el Frente Nacional. Las estadísticas registran altos índices de polarización electoral en los municipios colombianos. Más importante aún, éstos no parecen variar en el tiempo. Pero a raíz del fenómeno anapista cambian, especialmente en las ciudades grandes e intermedias59. xxi. El ideario político era el barniz que recubría aspiraciones aviesas: Los colombianos en general están muy lejos del estadio de patriotismo en que los intereses nacionales se colocan por encima de las ventajas personales y se cree en general que, dadas circunstancias similares, una repetición de los sucesos de México no es posible sino apenas probable60. Esto señala un Reporte al comentar las amenazas a las empresas petroleras durante las luchas de la Revolución Mexicana, y su posible repercusión en Colombia. Años después se confirma que: El patriotismo de los colombianos es, o bien sentimental, o bien escudo para proteger ambiciones personales[...] La moral mercantil, generalmente mala, está empeorando. No existe empresa extranjera que no tenga buenas razones para quejarse de la miopía y política obstruccionista del gobierno y en muchos casos de su mala fe [en castellano en el original]. Frecuentemente es imposible señalar un acto particular y afirmar que fuese ilegal o injusto. Pero cuando se estudia el conjunto de una historia empresarial y sus tratos con el gobierno, entonces aparecen los entuertos. Si, como medida de última instancia, una compañía solicita ayuda de su Legación el resultado será generalmente insatisfactorio. El Ministro o Embajador se involucra en una masa de sutilezas legales y frecuentemente 59. dane, Colombia política. Estadísticas 1935-1970, Bogotá, 1972. 60. fo 371A/2897/2897/11 (1922), pág. 14. [185] La clase más ruidosa/Marco P. 185 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos se ve obligado a sugerir una salida en los juzgados, aunque sabe de antemano que el remedio es ilusorio61. xxii. El enjambre de instituciones que conforman el Estado de Derecho, arduamente construido en el siglo xix, se convierte en vivero de prácticas corruptas; además de “la proverbial lentitud con que se mueven las ruedas de la justicia colombiana”, los jueces son maestros en el arte del carameleo62. Quizás un poco más que carameleo: Sería injusto decir que todos los jueces son corruptos sin excepción, pero no hay ninguna razón para creer que están menos dispuestos a la “persuasión” que la mayoría de sus compatriotas, o que correrían el riesgo de la crítica, la pérdida del cargo o inclusive la violencia del populacho si dan un veredicto impopular, especialmente si resulta favorable a una empresa extranjera63. Admitiendo que dentro de lo previsible todo esto fuera enteramente cierto, ¿en dónde quedan los fundamentos doctrinarios partidistas? Casi todo colombiano con alguna educación sigue esta profesión fácil (sic) de la política y su fe política puede enunciarse brevemente así: cómo tumbar el gobierno de turno. ¿Por qué? El punto de vista de esta consideración es que el gobierno es botín: Los cargos públicos se buscan por motivos de interés personal y aunque deben quedar unos cuantos incautos que no aprendieron la lección de lo que significa agitar una revolución 61. pro fo 371/1100, Reporte 1910, págs. 6-7. 62. fo 371 /1350, Reporte 1911, pág. 17. 63. En el Reporte de 1908 se alude a que los jueces de la Corte Suprema “son generalmente pobres y como no tienen derecho a pensión, quedan necesariamente en una posición muy dependiente del Ejecutivo”. [186] La clase más ruidosa/Marco P. 186 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano (la Guerra de los Mil Días) hay siempre muchos que están listos a pescar en aguas que otros han revuelto64. Botín sin fondo aparente: En realidad una gran proporción de los bogotanos educados vive de lo que pueden sacar al gobierno o de reclamaciones al Estado y sus almacenes y haciendas son mera reserva en caso de fracasar en sus empeños más lucrativos65. Investigaciones recientes sobre el siglo xix y principios del xx nos llaman a descartar sugerencias de esta índole, por su crudeza e irrealismo: ¿De qué vivía el pobre Tesoro Nacional hasta la Reforma Tributaria de 1935? La clase más ruidosa xxiii. Cuadro asaz sombrío que invita a enfocar algunas esquinas borrosas y todavía más oscuras: ¿Quiénes son los políticos? ¿De dónde provienen? Por una honda e inadvertida afinidad con la clase alta, los británicos están prestos a descubrir una especie de “clase política funcional”. Afirman, por ejemplo, que el oficio político estaba desacreditado en muchos sectores de la alta burguesía. Algo que parece enteramente cierto en todo el período que siguió a la Guerra de los Mil Días y culminó con el anticlimático régimen republicano de Carlos E. Restrepo: Hay unas pocas familias que forman a sus hijos en una tradición de educación europea; pero estas gentes no regresan a Bogotá para emplear sus luces en bien del país, sino que se encierran en una atmósfera de consciente superioridad sobre sus compatriotas menos afortunados... Reconociendo que la política no es muy limpia en Colombia, no hacen ningún esfuerzo para asegurar un mejor estado de cosas; simplemente se quedan aislados. 64. fo 371/1350, Reporte 1911, pág. 19. 65. fo 371/236, Reporte 1906, pág. 5. [187] La clase más ruidosa/Marco P. 187 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos Esta actitud negativa y arrogante abre espacios libres a los impreparados: “El político amateur es la verdadera maldición del país”66. xxiv. Va bordándose una visión deprimente: aparece una clase de políticos depositaria de todos los vicios nacionales. Su fuente principal: la clase media tradicional. El Reporte de 1906 especula sobre sus condiciones socioeconómicas; destaca, en contrapunteo, la situación de la postguerra en Bogotá y las provincias. En tanto que éstas salieron mal paradas, la capital prospera, pero: La guerra, el estancamiento comercial y la devaluación del peso en el curso de unos pocos años, digamos de dos chelines a cerca de medio penique, han puesto a muchas familias al borde de la mendicidad y no conozco ningún otro lugar donde la “pobreza de alcurnia” sea más obvia que en Bogotá67. Miguel Samper no habría requerido de un incidente como la guerra civil para comprobar un fenómeno social que manifestaba gran persistencia en la segunda mitad del siglo xix bogotano: El mayor número de los pobres de la ciudad que conocemos como vergonzantes oculta su miseria, se encierra con sus hijos en habitaciones desmanteladas y sufren en ellas los horrores del hambre y la desnudez68. xxv. Es curioso que no se aprecie bien la recurrencia con que aparecen las capas medias en la literatura y en la vida social del siglo xix colombiano, incluido el fenómeno poco estudiado de la prostitución de mujeres jóvenes de clase media. El tratamiento sociológico contemporáneo las olvida porque presta exclusiva atención a la aparición rápida y masiva de las nuevas clases medias ligadas a la urbanización e industrialización 66. fo 371/1350, Reporte 1911, págs. 19-20. 67. fo 371/236, Reporte 1906, pág. 5. 68. Miguel Samper, La miseria en Bogotá y otros escritos, 2a. ed., Bogotá, 1969, págs. 8-9. [188] La clase más ruidosa/Marco P. 188 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano en el siglo xx. Aunque muy exagerado y manido, el tema de la empleomanía debería reivindicarse para estudiar algunas modalidades históricas de la existencia de esta clase precaria. También debería tener eco el llamado de Jaramillo Uribe sobre la necesidad de investigar a fondo las condiciones del artesanado, sus estratos, tipos, jerarquías y las direcciones de su movilidad social en el siglo que arranca hacia 1840. El informe de 1911 saca el tema a colación; afirma que, si bien las clases populares pueden hallarse en cualquier momento al borde de la inanición, como aconteció durante el terrible verano de 1911-1912: Las clases medias están escasamente mejor. Viven en un sórdido estado de insatisfacción, casi inconcebible para un europeo; siempre ofrecen candidatos de los que “nunca fallan” en la constante competencia por los puestos públicos peor remunerados69. Más explícito es un reporte anterior que define a la “clase política” como: Una gran masa de políticos, esto es, gente que depende del gobierno para vivir y que busca estar bien con el partido (o facción, M. P.) del gobierno, cualquiera que éste sea70. Otro documento concluye que la clase alta deriva su riqueza y poder de la gran propiedad territorial, especialmente en las zonas cafeteras, y que el comercio: Está en manos de los mestizos que también contribuyen a dotar el personal político o clase política, que es la más ruidosamente articulada de este país71. xxvi. Alcides Arguedas escribió, a nuestro juicio, una crónica política completa y sugerente del movido año 1929. Sus observaciones no destacan la corrupción política prevalecien69. fo 371/1350, Reporte 1911, págs. 11, 18-19. 70. fo 371/643, Reporte 1908, pág. 1. 71. fo 371/a 1886/1886/11 (1926), pág. 18. [189] La clase más ruidosa/Marco P. 189 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos te sino su ausencia. Llegan más lejos. Comentando con su hotelera inglesa la irreverencia con que la prensa de Barranquilla trata al presidente Miguel Abadía, inusitada en un país latinoamericano, Arguedas aprende que ... Nadie tiene interés en hacer revoluciones en Colombia porque los conservadores, la gente burócrata y pobre del país, están en el gobierno, y los liberales, que son los ricos, no querrían ver amenazado el orden sin comprometer las finanzas públicas, a las que van ligadas las de los particulares72. Este principio de tejer los intereses estatales y privados mediante la deuda pública interna bien organizada fue, sin duda, uno de los más fructíferos descubrimientos de Rafael Nuñez, medio siglo antes de que el keynesianismo lo volviera moneda corriente. Arguedas cree que la estabilidad política colombiana tiene un secreto: ...Es el equilibrio cabal y casi perfecto entre los pobres con autoridad y con gobierno y los ricos con poder [lo que] mantiene el orden en Colombia73. xxvii. ¿Qué les pasa a los pobres con autoridad y con gobierno cuando los pierden? Christopher Abel subrayó el desclasamiento generalizado que sufrió a comienzos de la República Liberal la clase política conservadora en todos los niveles y en casi todas las ciudades y poblaciones importantes74. Sostuvo que éste fue un ingrediente clave de polarización y pugnacidad políticas. La depresión económica de principios de los treinta operó en la misma dirección. Por ejemplo, los archivos del Anglo South American Bank contienen una correspondencia voluminosa de 72. Alcides Arguedas, Obras Completas, 2 vols., loc. cit., vol. 1, págs. 731-2. 73. Ibídem. 74. C. Abel, “Conservative Party in Colombia, 1930-1954”, Tesis doctoral inédita, U. de Oxford, 1974. [190] La clase más ruidosa/Marco P. 190 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano la sucursal de Bogotá con solicitudes de empleo y cartas de recomendación, en las que puede percibirse la angustia de vivir al borde del abismo del desclasamiento social75. xxviii. Una de las muchas virtudes del Archivo Británico es que entre la maraña de juicios chocantes y etnocéntricos esconde descripciones agudas e inteligentes de personajes privados de su humanidad por la iconografía bipartidista de hoy y porque, justo es convenir, en su época recibieron ataques políticos que hoy nos desconcertarían por su crueldad. Se desprende de éstos la fuerza de la singularidad, de la individualidad. Como todos los mortales, los políticos portan la viscosidad de la especie. Peritos o mediocres en su oficio, temperamentales o fríos con sangre de pez, honrados o pícaros, muchos exhiben inclinaciones aux tavernes et aux filles o a la vanidad de una erudición inalcanzable, y otros decididamente sienten una irrefrenable pasión por la riqueza. Según los informes, paradigma de la primera variedad fue Guillermo Valencia, de la segunda, Luis López de Mesa y de la tercera, Esteban Jaramillo. Estas secciones del Archivo deben leerse con una mirada más de simpatía que de reproche. Sin tomarlas al pie de la letra, reconcilian el modelo teórico de la política con el nervio y la osatura de sus agentes. Como en cualquier actividad competitiva, éstos tienen que emplear a fondo el repertorio de recursos con que fueron dotados. Los políticos de carne y hueso xxix. El patrón biográfico de los políticos colombianos que se obtiene de las fichas periódicamente levantadas por los funcionarios de la Legación Británica (“personalidades dirigentes del país”), destaca las cuatro características conocidas: (a) casi siempre un origen provinciano; muchos son de origen “humilde”, “modesto” o “desconocido”; (b) educación formal de nivel universitario; (c) socialización en las maneras y costumbres 75. Esta correspondencia se conserva en el University College de Londres: “Letterbooks of the Anglo South American Bank, 1931-1933”. [191] La clase más ruidosa/Marco P. 191 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos cachacas y (d) matrimonio conveniente. Las excepciones son pocas, en particular las del principio que asimila la clase política de nivel nacional con la ‘clase educada’: El Ministro de Gobierno Sr. Marcelino Vargas, es considerado un hombre sin grandes principios ni capacidades. Tiene cierta influencia y jugó un papel importante en asegurar la elección del Gral. Reyes a la presidencia. Está muy bien conectado socialmente a través de su esposa, hija del exvicepresidente Marroquín, pero él mismo es un self made man y además, lo que es raro en este país, es un típico rastaquouére en comportamiento y apariencia76. Veinticinco años después hay un caso más pintoresco: Dr. Sotero Peñuela, Ministro de Obras Públicas. Edad aproximada, 60 años. Proviene de Boyacá, donde es el gran cacique conservador. Ingeniero de profesión [egresado en 1894 de la escuela de Minas de Medellín, mp]. Terrateniente. Mal educado; un semi-indio muy rústico. Sin experiencia, carece totalmente de talento natural. Obstinado y vengativo. El brontosaurio de la política colombiana. Hace el ridículo en el Gabinete y orienta totalmente su política en beneficio de su Departamento nativo. Conservador y católico fanático; apoya a Vásquez Cobo. Ha representado en muchas ocasiones a Boyacá en el Congreso. Personalmente es honesto pero su estupidez como Ministro lo convierte en instrumento de hombres inescrupulosos. Casi no habla y cuando lo hace es en español77. xxx. Estas excepciones podrían considerarse honrosas puestas al lado de la sordidez y corrupción, sinuosidad y ambición personal desbocada que adornan por lo menos a la mitad de los hombres que con el tiempo ocuparían las primeras filas de la política nacional, algunos por medio siglo. Traigamos unos ejemplos: 76. fo 371/437, Reporte 1908, pág. 4. 77. fo 371a 1876/1876/11 (1930), pág. 6. [192] La clase más ruidosa/Marco P. 192 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano El mismo Presidente Reyes amasó una gran fortuna por medios bien conocidos, pero que difícilmente pueden evitarse, inclusive aquí; se compara así mismo con el General (Porfirio) Díaz pero en sus virtudes y defectos está mucho más cerca de Guzmán Blanco. Su Secretario (Torres Elicechea) que tiene el rango de Ministro es ostensiblemente venal; escasamente hay un contrato que se firme sin pagar soborno. Casi lo mismo puede decirse de por lo menos dos Ministros y de muchos de sus subordinados; aunque la moral en este campo es universalmente laxa, mucha gente del país rehusa participar directamente en la política78. A veces a la corrupción había que añadir la incapacidad administrativa: El Gobierno de Reyes ha sido en algunas ocasiones víctima inocente de aventureros extranjeros que han fallado en cumplir sus compromisos; se ha gastado mucho dinero sin recibir la retribución correspondiente79. De los prohombres de la República Conservadora, Nemesio Camacho “adora el dinero”80; Jorge Holguín, “inteligente [pero] su conexión con el gobierno del Gral. Reyes y las supuestas especulaciones que se le atribuyen cuando negoció la deuda externa (Convenio Holguín-Averbury) son ofensas inolvidables para un sector considerable de sus compatriotas”81. Felipe Angulo es considerado “un político extremadamente hábil y sin escrúpulos”82. Baldomero Sanín Cano, “un funcionario muy concienzudo y capaz. Estudioso de la literatura en muchas lenguas, no ha viajado nunca (1908) y para un hombre de su talento, tiene concepciones sobre ciertos asuntos bastante estrechas y locales”83. El Dr. Antonio Gómez Restrepo es “una 78. fo 371/236, Reporte 1906, pág. 3. 79. fo 371/347, Reporte 1907, pág. 2. 80. fo 371/643, Reporte 1908, pág. 4. 81. fo 371/875, Reporte 1909, pág. 11. 82. Ibídem. 83. fo 371/643, Reporte 1908, pág. 4. [193] La clase más ruidosa/Marco P. 193 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos mediocridad”84. Benjamín Herrera, “un hombre de honor”85. Valencia, el “Demóstenes de la Nueva Granada”, “poeta distinguido y orador del tipo colombiano más florido”, “caballero y aristócrata. Hombre de gustos refinados y vida bohemia; se dice que es adicto a la morfina. Extremadamente patriota y escrupulosamente honesto. De seguro no es pro-norteamericano. Habla francés y algo de inglés”86. Pedro Nel Ospina, “encantador él y su familia”, “como sus predecesores el Gral. Ospina ha sido acusado de abusar de su posición en provecho personal y de sus protegidos, pero sería un error dar mucha importancia a estos cargos”87. En 1925 se decía que Laureano Gómez era un “hombre capaz y ambicioso […] que debe llegar muy lejos en la vida pública de su Nación y la Presidencia, que indudablemente tiene como su objetivo final, quizás caiga algún día en sus manos, a pesar de los enemigos que ya se ha echado”88. José Vicente Concha era “honesto pero beodo”89. Esteban Jaramillo jamás contó con la simpatía de los británicos: “Inescrupuloso, subrepticio, falso y pernicioso, pero cauteloso; un chacal”90. Tampoco les cayó bien Vázquez Cobo: “Ha vivido de hacer política, intrigas y especulaciones [...] Su candidatura a la Presidencia fue respaldada por la jerarquía católica pero no por las bases del Partido Conservador. Inspira desconfianza y temor; tiene la fama de querer hacerse dictador. Si no resulta elegido, regresará probablemente a París como Ministro; es la clase de hombre que un gobierno prefiere tener fuera”91. El Dr. Silvio Villegas, “25 años, soltero, da la 84. fo 371/7210 Reporte 1921, pág. 7. 85. Ibídem. 86. fo 371/10616, Reporte 1924, pág. 2; fo 371/11132, Reporte 1925, pág. 2, y fo 371/a 5749/1190/11 (1929), pág. 1. 87. fo 371/10616, Reporte 1924, pág. 2; fo 371/11132, Reporte 1925, pág. 1. 88. fo 371/11132, Reporte 1925, pág. 2. 89. fo 371/a 5749/1190/11 (1929), pág. 1. 90. fo 371/a 1591/1591/11 (1929), pág. 5; fo 371/A 1876/ 1876/11 (1930), pág. 6; fo 371/15835 (1931), pág. 25. 91. Ibíd., págs. 4-5; fo 371/a 1429/726/11 (1930), págs 1-2; fo 371/1953/761/11 (1930), págs. 1-2. [194] La clase más ruidosa/Marco P. 194 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano impresión de ser muy insincero; es un patriota profesional”92. El Dr. Jesús M. Marulanda era descrito como “miembro de la clique ‘El Leviatán’, de los hígados de Esteban Jaramillo, amasó una fortuna considerable por medios incuestionables, perro hambriento [en castellano en el original]. Desafortunadamente será Ministro de Hacienda si Valencia sale elegido”93. De Mariano Ospina Pérez se dice que es talentoso; llegará muy lejos; su defecto principal es “su esposa que habla mucho”94. xxxi. Los liberales no salen mejor librados. Alberto Lleras Camargo, después de ser tachado de comunista y clasificado en un rango jerárquico inferior al de su hermano Felipe, empieza a ascender hasta que lo saca del comunismo “el matrimonio con la hija del Ministro chileno, celebrado en la capilla privada de la Catedral de Bogotá”95. Los comentarios sobre Enrique Olaya Herrera, “autócrata sutil”, son elogiosos: “talento político, moderación, honestidad, visión”96. También van elogios para Eduardo Santos97. Los juicios sobre Alfonso López Pumarejo se dividen cronológicamente. Antes de 1935 era considerado un “demagogo”, “arribista social”, “hombre que vive por encima de sus ingresos”; la familia Samper lo ayudó a su regreso de la Legación en Londres asegurándole ingresos por una figuración estrictamente nominal en un cargo directivo en una empresa de cementos. La tónica de estos chismes cambia con su primera Presidencia, elogiada por su moderación y cautela. Pero de la segunda se dice que perdió el élan reformista y que combina dotes de estadista y manipulador político98. Fi- 92. Ibíd., pág. 7. 93. Ibíd., pág. 9. 94. Ibíd., pág. 8. 95. Ibíd., pág. 7; fo 371/15835; Leading personalities, 1931, pág. 3. 96. Ibíd., pág. 5; fo 371/16572; fo 371/19776 (1936); Leading personalities, 1932, pág. 1. 97. Ibíd., pág. 5; fo 371/16572; Leading personalities, 1932, pág. 6. 98. Ibíd., pág. 7; fo 371/16572; Leading personalities, 1932, [195] La clase más ruidosa/Marco P. 195 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos nalmente, Jorge Eliécer Gaitán es descrito desde principios de los treinta como “la mayor ambición que existe en este país”, “político de inclinaciones fascistas”99, acusación ésta lanzada desde los más diversos cuarteles y que lo perseguirá hasta el último día de su vida y aun después de muerto. En los años cuarenta van desapareciendo estas cápsulas biográficas. Igual que los informes políticos, se fragmentan y resumen. Los pilares del orden: ¿Políticos? ¿Curas? ¿Militares? xxxii. El previsible desprestigio social que por largos períodos ha padecido la clase política desde mediados del siglo xix llega como actitud general hasta el presente; hace poco el politólogo Mario Latorre ha advertido con inquietud sus posibles implicaciones100. Rufino José Cuervo expresó una crítica que, con todo y su aristocratismo, ha sido compartida ampliamente por muchos sectores sociales a lo largo de nuestra historia: Una sola vez he votado, en mi vida, siendo Gobernador de Cundinamarca Aldana: díjose que en la urna donde yo había depositado mi boleta había mayoría conservadora; vino Garay, alcalde, con cuatro alguaciles, y antes de comenzar el escrutinio, tomó la urna y llevándola a la esquina noroeste del Capitolio, la vació en el caño. No volví a votar, pero en mi oscuridad, dentro de mi conciencia y en el círculo de mis amigos, voto y votaré mientras tenga vida contra la violencia y el insulto del que mande, cualquiera que sea el título con que ejerza el poder101. Volviendo a la referencia de la clase política “ruidosamente articulada”, comprobamos el cruce social desinhibido que la págs. 4-5; fo 371/33800 (1943); fo 371/44949 (1945); Political situation 1945. 99. fo 371/17514; Leading personalities, 1933, pág. 3. 100. M. Latorre Rueda, Política y elecciones, Bogotá, 1980, especialmente págs. 263-283. 101. Epistolario de Angel y Rufino José Cuervo, loc. cit., pág. 297. [196] La clase más ruidosa/Marco P. 196 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano fundamenta. Basta pensar en los momentos de crisis o de campaña electoral. Malcolm Deas traza un cuadro pintoresco que se reproduce con frecuencia: Francisco de Paula Borda, cachaco raizal, se engancha al carro de la guerra que conduce el apuesto Gaitán Obeso, típico representante de las “clases peligrosas” de Ambalema102. Articulaciones de esta naturaleza o, quizás, la fidelidad por miedo a que aludía Dickson no bastan para explicar la relativa estabilidad del régimen democrático y oligárquico entre 1903 y 1948. xxxiii. En estos decenios Colombia tuvo uno de los ejércitos más pequeños y peor equipados de toda la América Latina, aunque Reyes, prosiguiendo el esfuerzo de Núñez, intentó modernizarlo; vendrán después instructores chilenos, suizos, alemanes, franceses y británicos, para construir además una fuerza naval y aérea merecedoras del nombre. Sólo en el incidente con Perú y en el período de la postguerra volverá a tomar impulso esta tendencia103. Explicando el fracaso de la Misión Militar Suiza, un Reporte se pregunta: ¿Cómo puede llamarse ejército a un grupo de seis mil hombres mal armados? ¿Qué podían hacer los suizos con un regimiento de caballería compuesto por 300 hombres, 150 caballos y 60 galápagos? Además: Mientras que las autoridades militares se quejan de que el Estado Mayor tiene un personal muy limitado, debido a recortes presupuestales, los suizos declaran que sobran oficiales en el staff y que muchos de éstos tienen muy poco conocimien102. M. Deas, “Pobreza, guerra civil y política: Ricardo Gaitán Obeso y su campaña en el Río Magdalena en Colombia, 1885”, Coyuntura Económica, Bogotá, 1981. 103. Hay que recordar que los sucesos del 9 de abril también fueron un antecedente para reequipar, ampliar y modernizar las fuerzas armadas colombianas. En este punto la modernización militar –ideología, armamento y organización– se inspiró sin reservas en el modelo norteamericano. [197] La clase más ruidosa/Marco P. 197 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos to de sus deberes y poco celo para cumplirlos. El oficial suizo encargado dice que el Estado Mayor no tiene la más mínima idea de qué es una movilización y que una concentración del ejército en cualquiera de las fronteras, Venezuela o al sur, no podría llevarse a cabo en menos de dos meses y eso siendo muy optimistas104. La paga en el ejército era muy baja, lo que ayuda a explicar por qué la carrera militar no atraía demasiado a los jóvenes de la clase alta. La otra razón era su menguado prestigio social. En 1928 la situación no se había remediado. El ejército tenía armas de la preguerra europea. El armamento pesado consistía en 24 cañones Krupp de 70 mm (modelo 1912) y 4 ametralladoras por compañía de infantería o escuadrón de caballería. No había armamento de reserva; las botas y driles se importaban. La única noticia buena era que se habían traído 700 caballos de Chile. Los oficiales se reclutaban de la clase media hacia arriba; no se reclutaban negros, mulatos, ni hijos de familias liberales. La capacidad de combate era “especialmente inferior”. El 75% de los soldados eran analfabetos; estatura promedio, 1,60 mts.; moral y disciplina “satisfactorias”. El ejército tenía 419 oficiales, 1800 suboficiales y 7576 soldados reclutados entre campesinos105. 104. Ver fo 371/A 5749/1190/11 (1929), pág. 21; fo 371/ 15087 (1930), Reporte 1930, págs. 3-4, y fo 371/as 3650/113/11 (1948). La mentalidad anticomunista del ejército colombiano antecede la implantación de una “hegemonía norteamericana” en el hemisferio. Se aprecia, por ejemplo, en las Memorias de los ministros de Guerra de fines de los años veinte. Un ejemplo: “...Es cosa evidente y por tanto no necesita demostración que el peligro comunista no solamente existe, sino que es inminente en Colombia”. Memoria del Ministerio de Guerra, 1927, Bogotá, s. f., pág. xiii. Para asuntos de dotación de armamento del ejército colombiano ver National Archives of the United States, Washington, D. C., de 820.24/3-4 a 821.00/12; la caja C-462 está enteramente dedicada al asunto. 105. fo 371/a 3192/3192/11 (1929), págs. 22-24. [198] La clase más ruidosa/Marco P. 198 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano Aunque esta situación cambia sustancialmente en los años de la República Liberal, Dickson insiste, y creemos que con razón, en la persistencia de un sentimiento antimilitarista entre las diversas capas sociales; sentimiento más acentuado en regiones del Caribe colombiano y de Antioquia. A este respecto baste pensar en el fallido golpe de Pasto de 1944. xxxiv. ¿Cómo explicar la paz conservadora? ¿Cómo dar cuenta de que la miseria de las mayorías no arrojara crecientes índices de criminalidad, o que no produjera entre los grupos burgueses algún estado de zozobra e inseguridad? ¿Quién inculcaba la disciplina social? Si el ejército no era pilar del orden público, quedaba la Iglesia: Es evidente que no ha llegado la hora para que los Ministros colombianos de tendencias progresistas esgriman espadas contra el poder de la Iglesia (freno al temperamento latino). El liberalismo en su variedad colombiana, no siendo más que un disfraz de la cultura moderna más espuria, podría presentarse fácilmente como sustituto de la Iglesia, pero los resultados serían desastrosos para un país que aún no aprende a gobernarse a sí mismo106. Esto era así porque: En Colombia la Iglesia Católica Romana se ha establecido más firmemente que nunca antes y a pesar de cualquier cosa que pueda achacársele como poder reaccionario, no cabe duda que ofrece, especialmente a los rangos inferiores de la sociedad, una fuerza disciplinaria carente en la educación secular del país. Se dice que en los distritos campesinos el cura párroco ejerce mucha más influencia que las autoridades civiles107. La afirmación remata así: “El liberalismo y anticlericalismo están confinados a las clases cultas”. 106. fo 371/a 2322/2322/11 (1924), pág. 5. 107. fo 371/1350, Reporte 1911, pág. 16; fo 371/1886/ 1886/ 11 (1926), pág. 19. [199] La clase más ruidosa/Marco P. 199 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos La Iglesia surge como fundamento de la autoridad y de la legitimidad política, cemento ideológico y organización integradora en un doble plano: de las relaciones entre blancos e indios y de la unificación nacional. Desempeña esta doble función organizacional e ideológica sustituyendo o complementando a un Estado incapaz de dispensar ideología y educación básica. La ejecuta en medio de fuertes conflictos internos entre un núcleo ilustrado (los Nuncios papales y la jerarquía) y una base cural propensa a las influencias ultramontanas de sacerdotes carlistas expulsados de España que, desde la Regeneración, recorren los municipios o se establecen en parroquias, atizando las pasiones políticas de la feligresía. Este papel preeminente de la Iglesia empieza a debilitarse paulatinamente con la modernización de la década de 1920. Resurge para librar su penúltimo combate en la siguiente década cuando, con su Partido Conservador, queda reducida a una oposición política inclinada a la deslealtad. xxxv. Bajo estas consideraciones podríamos sugerir que el papel de la República Liberal consistió en acelerar el proceso de secularización política y de centralización estatal, sin abandonar la zona de la Constitución de 1886, como pretendieron ingenua y aventureramente los “generales” liberales de los años veinte. Los alcances de la República Liberal se explicarían no tanto por la profundidad de su reforma social sino por su capacidad de ofrecer paliativos: (a) poner en marcha importantes reformas institucionales; (b) crear una ficción verbal revolucionaria (“la revolución en marcha”) cuyos ecos alcanzan a percibirse actualmente; (c) rejuvenecer a la clase política (“los muchachos” de López). De este modo la República Liberal generó una nueva mentalidad en algunos sectores de las clases dominantes y llenó con las masas populares y con las clases medias el vacío dejado por una Iglesia que perdía terreno y se dividía profundamente. Pese a su incubación conservadora, el ejército tuvo que ceñirse al principio civilista. El experimento quedó inconcluso. El interludio de 1948 a 1958 puede interpretarse como su fracaso. El Frente Nacional, “un puente” según el veredicto opti[200] La clase más ruidosa/Marco P. 200 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano mista de todos los dirigentes nacionales del Partido Liberal, retoma algunos principios de la República Liberal (entre éstos el énfasis en la educación), pero despolitiza al máximo la vida pública. Haciéndole quites a la democratización xxxvi. La colonización civilizadora del cachaco sobre los demás grupos, clases y estereotipos provincianos, de los cuales los más resistentes siguen siendo los costeños, como nos recuerdan la literatura de García Márquez y las tácticas electorales de López Michelsen, definió un estilo de vida y una constelación de actitudes envueltas por la política: Bogotá es a fin de cuentas la capital nacional. El esfuerzo cachaco por definir una nación llamada Colombia, redoblado después del trauma panameño de 1903, es correlato de su colonización civilizadora. Esta empresa se inscribió en contextos abigarrados por la multiplicidad y frecuente entrecruce de fuerzas regionales centrífugas y signos ideológicos equívocos, que daban cuenta de las barreras económicas y mentales que se levantaban contra una hegemonía burguesa a secas. La historia política está llamada a descorrer el velo que esconde este desfase: en el quinquenio de 1904-1909 cuajó el consenso oligárquico modernizador, cuando el país no era más que un agregado de fragmentos rurales y provincianos comandados por Obispos y Soteros Peñuelas, cuando no por generales y coroneles nostálgicos, unos y otros abrumados por el peso del pasado. xxxvii. En cuanto penetra la modernidad aparecen nuevos actores populares. Con la mirada en el futuro, cuestionan de modo confuso y espontáneo los cimientos del orden dominante. Medio siglo de luchas comunistas, de las más diversas formas y variedades, no parece ofrecer la respuesta esperada. Tampoco la ofrecen las eclosiones populistas de la posguerra. Entre 1928 y 1948 el discurso populista desplegó, hasta los límites mismos de la legalidad republicana, la pasión de un moralismo antioligarca. Jorge Eliécer Gaitán y Laureano Gómez, desde dos vertientes ideológicas contradictorias, confluirían en 1945-1948 [201] La clase más ruidosa/Marco P. 201 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos en el ataque más frontal y punzante jamás recibido por el predominio cachaco, cristalizado en la obscenidad de las relaciones mantenidas entre la alta burguesía y el poder central. Malcolm Deas apunta el ancestro estilístico de ese populismo en tanto y cuanto que oratoria desaforada: José María Vargas Vila, “el populista peripatético”108. Bajo la punta del iceberg, pensamos nosotros, se ocultaba un pesimismo fundamental sobre la naturaleza misma de una sociedad que se había dejado adormecer por la sordina cachaca. Juan Gustavo Cobo Borda sugiere que una de las más vigorosas expresiones literarias anti-cachacas se encuentra en la obra de Osorio Lizarazo, novelista de ese Bogotá popular que perdió en “el día del odio” la oportunidad del siglo109. xxxviii. Aquí conviene observar que en los documentos diplomáticos el vocablo liberal causa más problemas definitorios que el término conservador. El reporte de 1947 presenta un ejercicio corriente de aclaración semántica: Debe aclararse que los usos del término liberal en la política colombiana son un tanto engañosos. El empleo que le da el Partido Liberal ortodoxo y tradicional, que se aproxima bastante al Whig Party de la historia británica, es comprensible para una mente anglosajona. Es cierto también que el ala de la Izquierda Liberal, los seguidores del Dr. Gaitán, trae reminiscencias de nuestros Radicales en tanto es el primer Partido colombiano que predica efectivamente una doctrina igualitaria. Pero las restantes características del liberalismo colombiano no guardan semejanza con el significado británico de la locución. Manifiestan una aceptación autoritaria del principio del Caudillo expresada en las demostraciones populares, en los desfiles, en las arengas radiadas y en los carteles. Corolario de esto es el acusado espíritu nacionalista al que se pueden adscri108. M. Deas, “Vargas Vila: The Peripatetic Populist”, Times Literary Supplement, Londres, junio 26 de 1976. 109. J. G. Cobo Borda, “Notas sobre la literatura colombiana”, en: M. Arrubla et. al., Colombia hoy, Bogotá, 1978, págs. 380-394. [202] La clase más ruidosa/Marco P. 202 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa. A propósito de los reportes británicos sobre el siglo XX colombiano bir su actitud proteccionista en asuntos económicos y su postulación de la expropiación de las empresas extranjeras. El Dr. Gaitán podría, de hecho, pasar como un tipo de líder Nacional Socialista si no mediara una reciente ternura suya hacia los comunistas. Fue sin duda la figura más significativa de la escena colombiana de 1947, y parece que lo será en 1948, aunque sus motivaciones y alianzas fueron tan vacilantes durante el año que hacen impredecible su destino eventual110. Líder y masas; partido e ideología, sobrepuestos mediante fronteras borrosas y corredizas, incompatibles con las demandas de los tiempos modernos. xxxix. Los reportes británicos, espejos etnocéntricos que reflejan intimidades colombianas de las que hemos servido un aperitivo, han sido el pretexto de los descoyuntados “a propósito de” que componen este ensayo. El Reporte de 1910 puntualizaba: La historia de este país muestra una constante alternación entre la autocracia y la impotencia y no hay razón para pensar que su futuro diferirá de su pasado111. Ante pesimismo tan enconado o ante el cinismo público concomitante al desenvolvimiento del clientelismo como sistema de distribución del poder político, habría que levantar vigorosamente la democracia en tanto principio de esperanza, bien alcanzable, necesidad cívica de la vida moderna. Probablemente la sociedad colombiana llegó a la mayoría de edad en el último trecho del siglo xx. Deberíamos repensar las condiciones de la vida democrática, una de las cuales es, sin duda, la existencia de partidos modernos. El contexto social de la democracia fue presentado por otro británico, eminente socialista que no fue victoriano ni escribió Informes Diplomá- 110. fo 371/as 1300/1300/11; Reporte 1947, págs. 1-2. 111. fo 371/1100; Reporte 1910, pág. 7. [203] La clase más ruidosa/Marco P. 203 9/24/07, 8:57 AM La clase más ruidosa y otros ensayos ticos. Aneurin Bevan, formidable figura de la historia del partido laborista, apuntó en 1944: O bien la pobreza utiliza la democracia para destruir el poder de la propiedad, o la propiedad, temerosa de la pobreza, destruirá la democracia112. Habría, quizás, dos objeciones históricas a esta idea: primero, nos harían recordar el sustrato lockeano, incompatible con las variedades hispánicas del liberalismo “corporativizado”; segundo, nos señalarían que ahora los países latinoamericanos parecen encaminarse hacia un nacionalismo exacerbado, militarista y volátil. Si esto es así, entonces tendríamos que ver el talante civilista de los colombianos como prerrogativa, pero el aislamiento internacional como una carga cuyo precio podría ser demasiado alto a estas alturas. 112. A. Bevan, Why not trust the Tories, Londres, 1944. [204] La clase más ruidosa/Marco P. 204 9/24/07, 8:57 AM