Revisitando al ogro filantrópico Un ensayo debe hacerse bajo la visión de que la opinión propia es la más acertada, o como mínimo, que aquello que se dirá apunta hacia lo que podríamos llamar correcto. Bajo esta visión es que Medina Torres ha desarrollado su escrito, y ha, para buscar defenderlo, rechazado la estructura hegeliana, esta suerte de baile de tesis-antítesis-síntesis. Bajo esta noción, y buscando un punto equiparable al suyo, desarrollaré mi visión siguiendo la misma estructura que Medin, añadiendo el bailecillo mencionado, es decir, segmentaré sus argumentos de acuerdo a como me parece han seguido en su nueva visión del ogro filantrópico, presentando primero su argumento para luego mostrar un contraargumento que me parece, en la mayoría de los casos, presenta al suyo como falaz o incorrecto, añadiendo que no son ni mutuamente excluyentes ni tampoco inseparables. Finalmente, en cada caso, daré una pequeña síntesis con la que espero desenvolver un poco más la maraña que es en la actualidad la ideología, y más en concreto la ideología política mexicana, tan tergiversada que parece que es imposible aceptar y negar puntos a la vez, creando una ideología de extremos. Dicho esto, iniciaré con un punto que circula por el artículo en general, y es la visión de que Obrador -nombre que, como AMLO, evita como la plaga el autor en todo su análisis- justifica su triunfo estrictamente en el pasado. Medina explica que este presidente en concreto apela con frecuencia al pasado para explicar cómo es que su gobierno ha sido el aceptado en lugar de cualquier otro. Sin embargo, me parece que esto tiene un matiz mucho más enrevesado, y que mencionar únicamente lo que en sus líneas denomina historicismo y que atacaré más adelante, es falaz, pues no toma en consideración lo cíclico del argumento. La historia como justificación del triunfo Es cierto que se argumenta con frecuencia que la política previa a la suya ha sido la fortaleza de AMLO, en el sentido de que era ampliamente rechazada. Esto no es nuevo, ni la idea novedosa, ya desde los tiempos pre revolucionarios existía una tendencia muy marcada en México de rechazo a sus gobernantes. Cabría decir, y esto, me parece, sería motivo de objeción del autor, que México, a lo largo de su historia ha tenido una visión de rebelión. Los pueblos indígenas que circundaban al centro del país se sublevaban a los mexicas, y de no ser por este desprecio a dicho pueblo no habría habido poder militar que lograra derrotar a millones de pobladores de lo que sería la Nueva España1. Lo que es lo mismo, cuando Obrador menciona que ha sido el rechazo al gobierno previo lo que le ayudó o directamente le dio el éxito, no implica una especie de pensamiento mágico que deja de lado a la población. En más de un sentido esto sería contraproducente para él y punto de crítica, pues implicaría que nada ha hecho para ganarse esta aceptación que ser la propuesta opositora a estos gobiernos porque sí. En cambio, dicho gobernante tiene una historia larga de pugna contra esta visión política. Desde los tiempos en que él y Pellicer pertenecían al PRI hasta la actualidad, es decir, tiene un bagaje que le permite justificar de manera pragmática esta conexión. 1 Powell, en La guerra Chichimeca, 1975, FCE, menciona como fue esta alianza la que más ayudó a Cortez a vencer por la diplomacia, y que precisamente dificultaría las cosas con los Chichimecas, al no haber un vínculo con otras tribus vecinas para derrotar a esta población. Se crea pues el argumento cíclico que he mencionado previamente. La población lo ha aceptado como una contraposición por su trabajo previo. Debido al rechazo al gobierno previo, y a las bases para verle como alguien de la misma opinión debido a lo vocal que ha llegado a ser en esto (aspecto en el que en buena medida concuerdo con Medina y que discutiré hacia el final). Su triunfo ocurre porque la población lo ve como contrapeso al gobierno previo, es el rechazo al gobierno previo lo que lo motiva, pero no viene del vacío, ni por parte de AMLO, ni por parte de sus votantes, ni por parte de la historia, tal como Medina mismo apunta al referirse a las vejaciones y problemáticas del gobierno hegemónico del PRI. Fromm, en La revolución de la esperanza, comenta como solo un pueblo que puede imaginar una situación de mejora es capaz de luchar por ella. Más allá de si este ha sido el caso de México o no, lo cierto es que el pueblo mexicano dejo la aquiescencia social pasiva, para imaginarse un cambio radical en el país. Historicismo También antes, pero luego de manera más centrada, Medina menciona como hay una razón puramente histórica en las palabras del presidente, enfocándose principalmente en este periodo para justificar su todo. Es decir, una buena parte del discurso presidencial, y de las acciones que se ejecutan a partir de él, viene de la visión del pasado como objeto. Esto, dicho así, es en buena medida cierto, pues cualquier mensaje venido de Obrador tiene los tintes de pero el PRI robó más. Es decir, de la justificación en el pasado para las acciones -buenas o malas, de este gobierno. Sin embargo, me parece que, como en el caso anterior, esta no es toda la historia, y Medina ignora a propósito o simplemente no alcanza a ver el trasfondo que tiñe de otro color esta posición tan aparentemente a veces poco pragmática. Comenzando con que lo que Medina llama historicismo de Obrador, es en realidad un historicismo mocho. Lo que es más, un historicismo cortado donde el autor ha elegido es más conveniente. El historicismo, en términos generales, y que Medina acepta, es la noción de que la historia es un río y de él se puede predecir el futuro. Para Popper, el historicismo es la noción de extrapolar del pasado la dirección que seguirán los acontecimientos futuros2. Sin embargo, y aquí es donde Medina se detiene, Popper continúa con que esta visión historicista es incorrecta, pues “en lo que al pasado se refiere, están los hechos y nuestra evaluación de los hechos y nuestro juicio3. Esto es lo que diferencia el historicismo demarcado por Medina del historicismo propio de Obrador, que se encuentra igualmente establecido a la contraposición de los gobiernos previos. Por una parte, y nadie está en capacidad de negarlo, el presidente con frecuencia hace alusión a los gobiernos de presidentes previos como, en los mejores términos, inadecuados. Sin embargo, y siguiendo la línea de otros como Isaiah Berlin4 y Popper, el salto que se da al promover la creación 2 El historicismo y la Unión Soviética (1991). Publicado en Popper, Después de la sociedad abierta. Magnum, 2010 3 Ídem. 4 Isaiah Berlin define al historicismo como la noción de que existen leyes deterministas que fungen como estructura a los movimientos históricos y el futuro de las naciones, algo poco similar a lo que trata de exponer el autor del Revisitando. de un futuro diferente a partir de los juicios de valor obtenidos de la visión al pasado, representan la salvación de una postura historicista. En este sentido, los discursos de AMLO suelen tender hacia esta dirección. No ve el pasado como una postura única (como un río), ni como una definición nacional basada en paradigmas y axiomas, sino como estructuras a analizar y evitar dada la postura en contra de las mismas. Con ello, el decir que el presidente tiende al historicismo equivale a ignorar tajantemente la segunda mitad de su mensaje. Aun así, cabría decir que el autor ha optado por usar una palabra, otorgándole un significado nuevo. Igualmente se toparía con una situación fácilmente insalvable: en qué sentido es falaz tomar las estructuras previas como negativas y centrar la postura propia en el cambio radical de las mismas. Esta postura es la que toma la oposición del país (aspecto que igualmente contradice otro de los puntos de Medina), pues su plataforma se basa en la noción de “recuperaremos lo que perdimos con AMLO”, retornando al historicismo de Medina igualmente invalidando los puntos aparentemente- de la oposición política. Sería además, ir en contra, irónicamente de mi parte, de la corriente histórica. Luego de cualquier conflicto bélico por ejemplo, los esfuerzos de las distintas regiones se basan en la restauración del territorio, en la recuperación de la economía. Y, para ello, es necesario echar un vistazo al pasado, evaluar las estructuras y modificar en función de lo necesario. Aquel que no conoce su pasado está condenado a repetirlo, decían, tal vez, nadie sabe con certeza, Santanaya o Bonaparte, y considerar que una visión que se centra en específico en un pasado que se desea no repetir es incorrecta, está pecando quizá un poco de ingenuo, inocente, o ignorante. El gobierno como hegemonía Para paz, El Ogro Filantrópico parte (aunque es tan solo parte de sus tesis) de la noción de que el PRI ejercía un poder incuestionable en el país a partir de las diversas estructuras políticas que gobernaba y que fingían autonomía. Lo menciona al hablar de los partidos satélite, pero también estaban los sindicatos, muchas organizaciones externas al gobierno, empresas, y, claramente, organismos dispuestos a apoyar al partido cuando así fuera necesario como los halcones. Esto es más que cierto, el PRI funcionó de manera tan categórica como único partido de facto que no era para nada anormal que solo hubiera un candidato, el suyo. No por nada es que ha existido el Maximato, ni esta noción de que a partir de Salinas los presidentes estaban ya elegidos. Estas estructuras eran incuestionables bajo una perspectiva de opresión que ha existido, de nuevo para tristeza de Medina, desde periodos previos a la revolución. No por nada la huelga de cananea, por solo mencionar uno de los sucesos más importantes. Incluso para las personas más jóvenes (como los universitarios) estos métodos de represión para mantener al Estado en su forma priista son bien conocidos. No solo por eventos como los aparecidos en el gobierno de Peña, sino porque se ha convertido en básicamente parte de la cultura popular. El rechazo al PRI a raíz de su postura y sus formas para mantener el poder crearon un cisma en la que las clases mexicanas o tienen visiones similares o terminantemente diferentes a las del PRI. Sin embargo el PRI gobernaba. ¿Hasta qué punto es justificable, en cambio, decir que no hay competencia política en el gobierno actual? Por un lado, es común observar como movimientos políticos y legislativos promovidos por el presidente o por su bancada son rechazados al topar con la muralla que es la oposición, al grado de que se ha sabido ya de sanciones aplicables a todo aquel de la bancada priista y que vote por propuestas de MORENA. En este sentido, es común observar una oposición política importante que Medina ignora para no caer en contradicciones. Esta oposición, si bien no es fuerte frente a la población, sí lo es a escala política. Es cierto que una mayoría absoluta del país es gobernado por MORENA, pero también es cierto que se ha hecho lo imposible para evitar que lo mismo ocurriera con la cámara de diputados, por ejemplo, aspecto que se logró con éxito, pues MORENA ya no es mayoría calificada allí, cosa que ha impedido fuertemente que muchos de los cambios propuestos por el presidente se vuelvan posibles. Decir que MORENA, y que por tanto el presidente, tienen un poder hegemónico, en buena medida es cierto, puesto que una parte importante del país es gobernada por MORENA, que por otro lado experimenta sus propios cismas políticos, pero asegurar que no hay una oposición política representativa es directamente falso. En cualquier momento se puede prender la televisión abierta y atinar casi al 100% con argumentos opositores al llamado obradorismo. Desde las visiones de intelectuales y las discusiones serias o casi serias, hasta las llamadas emocionales típicas de la posverdad de Grayling. Periodistas serios se atañen para crear burbujas ideológicas que siembran dudas que no llevan a nada y que sin embargo crean mareas que pueden convencer con facilidad a quien no atina a ver más a fondo. Un interludio sobre la hegemonía priista y la morenista Algo que hay que comentar es la comparativa amenazantemente ignorante de Medina sobre las posibles represiones de Obrador y las establecidas por el PRI. El autor ha establecido al inicio de su discurso la visión comparativa entre estas dos propuestas hegemónicas, lo cual es más que aceptable. Sin embargo, atribuir semejanza a las mofas y estructuras de cuasi represión5 de este gobierno a 1968 es quizá uno de los más grandes insultos posibles no solo a Tlatelolco, sino a muchos otros eventos de represión que el PRI acariciaba con afecto. Antes del 68 los hubo, luego vinieron los halcones, el negro Durazo. Pero también estuvo Ayotzinapa y Tlatlaya. Decir que matanzas estudiantiles y de otros civiles, con lujo de violencia, llegando a límites fetichistas, en contubernio con un crimen organizado que campaba a sus anchas con la autorización del gobierno, es semejante a “censurar” a Loret de Mola6, o hacer comentarios negativos hacia un grupo en específico es simplemente una afrenta a la historia. Más adelante Medina se corrige un poco al separar los modos de represión y técnicas para mantenerse en el poder del PRI con los de MORENA, al grado de comentar como muchos de estos, 5 Estoy, francamente, siendo amable aquí, desconozco un momento en el que Obrador haya actuado con represión violenta contra alguien. También con otros modos de represión que no sean las mofas, o las insinuaciones a civiles a “no hacer caso”. Esto, obviamente, no significa que no ocurran, sino que yo en lo particular no he sabido de alguna, por lo que podría ser que simplemente se me escape de la memoria. 6 Quien por cierto, repetía que era censurado en su programa de televisión, en columnas periodísticas, redes sociales, entrevistas y un largo etc. como las amenazas a perder los beneficios si MORENA pierde el poder, carecen de necesidad. Sin embargo, no quita que quiera equiparar algunos de los momentos más trágicos de la historia del país y que es para muchos un parteaguas, con cualquier posible acto que haya realizado el presidente del país. Ahora sí, sobre la hegemonía priista y la morenista. Algo que el autor menciona es como algunas de las estructura y métodos para mantener el poder del presidente son en buena medida innecesarias. Por un lado, por ejemplo, el amenazar a los pobladores con la noción de que perderán los beneficios si su partido no se mantiene en el poder, es a juicio de Medina una forma en que se solicita un apoyo que en realidad no es necesario viendo la popularidad que Obrador tiene. Aunque de acuerdo con el argumento de Medina, también cierto que esta es simplemente una forma de ver las cosas. En buena medida se podría criticar al presidente si no comentara nada respecto a los aspectos positivos de su gobierno, argumentando que si no se comentan es porque estos son escasos o ningunos. De aquí que considere que es importante comentar, por un lado, aquellas cosas que se hacen y que de alguna manera benefician a la población en general. La segunda parte del argumento al que llamo amenaza, es la visión de que de desaparecer el régimen actual, los beneficios desaparecerán, para detrimento de la población. Una manera de evaluar esta postura, que es la que emplea Medina, es a partir de una postura que pone a Obrador en una posición cuasi mesiánica, del estilo en que Cristo pide que se le rece para proteger de aquello que haría al prójimo si éste no le reza. Dicho de otra forma, Obrador amenaza a manera de mafioso sobre cómo al final es mejor que uno se porte bien y agradezca, pues de otra forma podría perder todos aquellos beneficios. Otra postura es distinta y sin embargo tiene las mismas bases. Ante un individuo que ve con tan malos ojos a los regímenes previos, podría verse como natural exacerbar sus logros y diferencias, con la nota al pie de que, esto se ha logrado fuera de aquellos gobiernos, por lo que existen en tanto dicho movimiento político no se levante de nuevo para gobernar. Así, más que como amenaza surge como recordatorio, aquello que se ha logrado ha sido porque ellos no están, no cometamos el error de volver a ellos, pues ocasionaría que también las dificultades que ocasionan vuelvan. Si el régimen previo vuelve, volverían también los atropellos de éste, las vejaciones, todas aquellas cosas que no resultan beneficiosas para la población y, siendo que claramente se coloca como oposición a quienes antes sugerían al público ser rivales y ahora se unen como mejores amigos de siempre, es evidente que no hay un tercer poder que permita elegir entre lo pasado, lo actual, y lo que podría ser. Dicha diferencia ya ocurrió una vez, y la población estuvo tan insatisfecha con el trabajo del PAN que se optó incluso por volver al PRI, supuestamente, para luego optar por una tercera opción, con la que parece se encuentra a favor. Ni siquiera se puede hablar de una hegemonía en los medios, pues la mayor parte de estos (dado que tan solo dos empresas gobiernan, a modo de oligarquía, sobre una gran parte de estos) aparecen en contraposición al gobierno actual. Por otro lado, algo de lo que es imposible quejarse es de lo que Medina llama aquiescencia social pasiva, pues, tal se ha visto mermada por la gran cantidad de personas politizadas hacia un extremo u otro. Esto a su vez ha traído la consecuencia de que nuevas formas de informar nazcan, y que tanto de un lado como otro personas sin preparación académica puedan dar a escuchar su voz y sus posturas. Ya no es solo lo que Loret, Doriga y compañeros de gremio dicen, sino también personas que en un principio no resultaban importantes o no tenían interés en compartir su postura. Tampoco es de un solo lado, por supuesto, Chumel Torres, recordemos, comenzó en YouTube. El milagro mexicano El milagro mexicano se ha presentado siempre como un evento polémico en la historia de México, pues tiene sus defensores, como aquellos citados por Medina, y quienes lo critican duramente como Cabranes, Domínguez & Ortiz7, o Cordera8, para quienes este periodo representa en buena medida un cambio para el país positivo solo a corto plazo, así como causante de una dependencia que perdura en nuestros días con Estados Unidos. La historia no parece llevarles la contraria, pues a este periodo le siguió una decadencia que culminó en el mismo periodo que Medina defiende. De la Madrid, uno de los principales personajes de este periodo, heredó un país que entraba en crisis, y en efecto, sus políticas fortalecieron económicamente al país, aunque en más de un sentido a costa de su población. Con él, y a manera de amortiguación, el dólar pasó de valer 12.5 pesos (como lo llama Carstens, la generación del 12.50), a superar el valor de 2,290 pesos por dólar. Una generación presidencial anterior López Portillo había prometido defender al peso como perro y sin embargo ocasionó que poco se pudiera evitar para evitar esta suerte que llevo a que Salinas de Gortari le tuviera que “quitar tres ceros”. El milagro mexicano no nada más se había terminado, sino que sus consecuencias no eran para presumir. Devaluación del peso, préstamos impagables, un aumento considerable de la deuda, un país de líderes corruptos, dependencia de extranjeros, privatización que solo benefició a unos cuantos, y un pueblo olvidado al que se le sumaba también un campo olvidado en un país agrícola. Está claro que hubo beneficios a corto plazo, pero el manejo de estos por líderes poco capacitados (como la total dependencia en el petróleo que inició el debacle cuando sus precios cayeron a inicios de los 80s) ocasionaron que el milagro solo sirviera como un sueño pasajero al que de vez en cuando conviene asomarse. El neoliberalismo Por otro lado, es interesante la manera en la que Medina se refiere al neoliberalismo, como si se tratara de una suerte de hechizo que el presidente lanza para obnubilar a la sociedad. Nada más alejado, y sería de suma tristeza que el mismo autor no lo supiera, pues es de enorme importancia. El neoliberalismo nace a mediados del siglo pasado como respuesta a la necesidad de crear nuevas estructuras económicas en los países que iniciaban su desarrollo industrial. En concreto, el neoliberalismo busca, frente a todas las cosas, el libre comercio y la propiedad privada9. Se buscaba principalmente, tal como Braverman comenta en su Trabajo y capital monopolista, a trabajadores poco especializados, con lo que se reducía la necesidad de entre otras cosas el gasto 7 Del milagro mexicano a la globalización neoliberal y su materialización en la ciudad de Mérida, México. Peínsula (2019) 8 La “Gran transformación” del Milagro Mexicano. A 20 años del TLCAN: De la adopción a la adaptación. Problemas del desarrollo (2015). 9 En palabras de David Harvey en su A brief history of neoliberalism, el neoliberalismo trae consigo inestabilidad, todo bajo la persecución de la propiedad privada. en educación, pues serían los extranjeros a quienes se les abriría la puerta a través de la privatización quienes se harían cargo de las partes especializadas. En términos de Bateman, el neoliberalismo se trata de llevar al capitalismo al pobre, para que el rico pueda tener un capitalismo seguro10. Estas son palabras sumamente críticas, y podrían ser leídas como de personas terminantemente en contra de este movimiento económico, buscando expresarse de maneras sumamente negativas para hacer pasar por argumentos opiniones, tal como Medina hace con sus comentarios sobre “transformación de cuarta” o aquel apunte sobre ciertos “espíritus chocarreros”. Sin embargo, estos no son simples sesgos cognitivos, se trata de las conclusiones a las que se ha logrado llegar luego de que dicho modelo económico haya sido puesto a prueba y esté en constante mantenimiento y cambio en países en desarrollo como los que hay en América Latina, África, o el sur de Asia. El neoliberalismo, por propia definición, busca la reducción del gasto público para poder subsidiar a extranjeros a través de la privatización, deja a un lado aspectos como el campo en pos de un crecimiento industrial, que tiene como consecuencia evidente que las grandes fábricas contaminantes pueden moverse a países como Bharat (India) o México. No se trata pues de encantamientos o de palabras altisonantes que mueven a la población, sino de un sistema económico que ha ido poco a poco promoviendo la destrucción de los países en los que se encuentra, frenando su crecimiento interno mientras se procura crecer económicamente, con la consecuencia añadida de que al crecer, hace que otros países, que son dueños de las grandes corporaciones que operan en el primero, también crezcan. Todo esto, claro, sin tocar el tema del imperialismo norteamericano que trae consigo. Hay que añadir a esto que la principal razón de traer a cuento al neoliberalismo de parte de Medina es echar en cara el pobre crecimiento económico ocurrido al inicio del mandato de Obrador, cuando las políticas de Peña tenían todavía inercia y el cambio no se acababa de cimentar, y del crecimiento económico negativo de México durante 2020, que no deja de ser una crítica vacía cuando el mundo en general experimentó un crecimiento durante ese año del -3.6% del PIB11, siendo contados los países que vieron un crecimiento positivo durante el año más importante de la pandemia. La hegemonía y la nueva historia Este es un apartado más corto, pues se trata tan solo de la aseveración de Medina respecto a cómo hay un proceso de reescritura de la historia con la publicación de los libros de texto, proceso que en cualquier caso se hace con una cierta frecuencia. El argumento principal aquí es la modificación de los sucesos previos para dar una luz más positiva al gobierno actual a través del historicismo previamente comentado. Lamentablemente, este es también un argumento falaz que cae por su propio peso. Por un lado, si aceptamos como Medina, que la historia de por sí ha sido siempre modificada para favorecer al régimen hegemónico en el poder, entonces resulta difícil defender que dicha historia siga siendo la vigente. Es importante aceptar que cualquier cambio en la historia narrada, que no en las formas en que esta es narrada, debe estar enmarcado en un paradigma científico en el que solo aquello considerado 10 11 Why doesn’t microfinance work? The destructive rise of local neoliberalism. De acuerdo a la World Trade Organization. totalmente veraz sea tratado como tal, y se acepten las carencias históricas que no permiten llegar al fondo total de un asunto. Si la historia previa ha sido manipulada y es errónea, entonces es importante cambiarla a una más certera, no hay razón para no reescribirla, tratando de eliminar los cánones previos y ficticios cuya única función era apoyar al régimen en el poder. Sin embargo, dicha acción es por completo imposible, ¿cuáles son estos cánones? ¿qué partes de la historia son en efecto contundentemente válidos? Las respuestas sobre esto son mucho más opacas. De otra forma, ¿qué sigue entonces? Aceptar esa historia como la única posible aunque la sepamos falsa no es una opción. Si la oposición hubiera podido buscar de manera adecuada cada uno de los posibles errores históricos cabría la crítica, pero no es factible con una historia tan vaga como la mexicana en la que ya no se sabe qué ocurrió en realidad: ¿Existió el Pípila? ¿Cómo fue verdaderamente la batalla de los niños héroes? ¿Vendió Santa Ana la mitad del territorio para salvar su vida? ¿Era Zapata bisexual? Acepto que es imposible una historia real de nuestro país, pero, en palabras de Lacan, lo real no existe. Libertad de expresión El último argumento que me parece debatible e interesante del ensayo de Medina es el concerniente a la libertad de expresión. El autor menciona como es necesario analizar a profundidad la extensión de la libertad de expresión de un gobernante. De acuerdo con él, Obrador no está en una posición desde la cual pueda darse la libertad de expresar opiniones respecto a otras personas, en concreto, críticas a las distintas personas que circundan su presidencia, desde personas a su favor, como opositores políticos y periodistas. Es cierto que ha habido siempre una preocupación por mantener un cierto estándar en lo que respecta a este actuar. Por regla, los gobernantes han sido más recatados sobre esto, tratando de no hacer muchas críticas a quienes a su vez les critican, permitiéndose esto tan solo muy de vez en cuando, lo cual ya es un punto de contención, pues Obrador no es el único, ni es tampoco el único su partido político en tener personajes con esta forma de acción. Sería fantasioso comentar otra cosa en un país donde la guerra sucia en campañas presidenciales es todo menos recatada, sin importar el flanco del que se hable. Sin embargo, aquí Medina trata de abordar el tema desde una postura más concreta, bajo la visión del sistema interamericano de derechos humanos. Este, tal como Medina comenta y sin embargo olvida citar12, comenta como un funcionario público se encuentra precisamente al ojo público, tiene una cierta responsabilidad de recato en referencia a los comentarios que se hacen sobre de él. En concreto, en su sección 11-12 del apartado II. La libertad de expresión en la convención americana dice: 11. Este es un tema de creciente relevancia en las sociedades en las que en ocasiones los derechos del individuo se ven afectados por el poder fáctico de medios de comunicación en un contexto de asimetría en el que, como lo establece la sentencia, el Estado debe promover el 12 No pasa nada, yo lo hago por él. Posiblemente hacía referencia al caso Kimel vs. Argentina, con sentencia de 2 de mayo de 2008, donde, según el voto concurrente razonado, en su apartado II. La libertad de expresión en la convención americana, menciona que “el derecho a la libertad de expresión (…) no es un derecho absoluto”, y que “puede ser objeto de responsabilidades ulteriores y de restricciones”. equilibrio. Como se dice claramente en la sentencia, en aras de que el Estado pueda ejercer su derecho de garantizar el derecho a la honra, en una sociedad democrática se pueden emplear los caminos que la administración de justicia ofrece –incluidas las responsabilidades penales– dentro del adecuado marco de proporcionalidad y razonabilidad, y el ejercicio democrático y respetuoso del conjunto de los derechos humanos por dicha justicia. 12. Cuando las expresiones vertidas a través de medios masivos de comunicación se refieren a personajes públicos, o de relevancia pública, en aras del legítimo interés general en juego, éstos deben soportar cierto riesgo a que sus derechos subjetivos resulten afectados por expresiones o informaciones de ese calibre. En tal orden de ideas, en esta sentencia se reitera lo ya adelantado en otros casos en el sentido de que “las expresiones concernientes a la idoneidad de una persona para el desempeño de un cargo público o a los actos realizados por funcionarios públicos en el desempeño de sus labores gozan de mayor protección, de manera que propicie el debate democrático” (párr. 86). (Kimel vs. Argentina, 2008) Para concluir luego en la sección 14: 14. En consecuencia, todas las personas –entre ellos los periodistas-, están sujetas a las responsabilidades que se deriven de la afectación de derechos de terceros. Cualquiera que afecte los derechos fundamentales de terceros, sea periodista o no, debe asumir sus responsabilidades. El Estado, por su parte, debe garantizar que todos, periodistas o no, respeten los derechos de los demás limitando cualquier conducta que pueda conducir hacia una afectación de derechos (Kimel vs. Argentina, 2008). Es decir, se deja en claro que un gobernante en efecto debe de aceptar las críticas que llegan a él a causa de su posición política. Sin embargo, contrario a lo que propone Medina, no se comenta que dicho gobernante deba callar a estas críticas, sino, por el contrario, su libertar de expresión se extiende a su defensa, siempre y cuando pueda contener ciertos comentarios que podrían resultar poco adecuados para sus opositores. Lo que es más, la corte interamericana aclara que también los propios periodistas o medios masivos deben contenerse, pues es su responsabilidad también aceptar que ellos mismos, como medios, deben ser capaces de cierto grado de contención pues: 13. No obstante, la Corte deja establecido que el derecho al honor de todas las personas es materia de protección y que los funcionarios públicos se encuentran “amparados por la protección que les brinda el artículo 11 convencional que consagra el derecho a la honra” (párr. 71) ya que “la protección de la honra y reputación de toda persona es un fin legítimo acorde con la Convención” (párr. 71). El distinto umbral de protección no es sinónimo de ausencia de límites para quien comunica por un medio masivo, ni la carencia de derechos para dichos personajes públicos. El derecho al honor es uno vigente para todos por lo cual en ejercicio de la libertad de expresión no se deben emplear frases injuriosas, insultos o insinuaciones insidiosas y vejaciones (Kimel vs. Argentina, 2008). La corte interamericana ha dicho que los gobernantes tienen libertad de expresar sus perspectivas, aunque se trata de una cuestión de rango el hasta qué punto pueden hacerlo. No colocan un límite específico, ni dicen que no deben hacerlo. “(…) si quieren ampararse en la liberta de expresión entonces con que renuncien al cargo y regresen a su condición de gobernados pueden readquirir los derechos y obligaciones que le corresponden” es tan obtuso e infantil como como decirle a un estudiante “si no te gusta que critique dura y emocionalmente tu trabajo, date de baja”. Esto es, la libertad de expresión de los gobernados, entre los cuales están los medios, tiene, y a esto me parece no lo alcanza a mencionar Medina, el derecho de ofender, mientras que quizá, el gobernante no, o no en su completa extensión por lo menos. El ensayo de Medina no deja de ser un artículo de opinión. De opinión basada en opiniones de intelectuales, y por tanto a tomar en consideración, pero opinión a fin de cuentas, exactamente como este. Cualquier posible esta apelación a la autoridad de asumirlo como real solo porque los escritores e intelectuales citados lo dicen hace que todo caiga en un entorno cientificista, cosa que estoy seguro no es el deseo de Medina, que desea principalmente el avance del discurso, incluso si como yo, se muestra muy renuente a cambiar de opinión. En cualquier caso, aunque de forma también falaz, conviene preguntarse quién es la otra posibilidad, qué régimen comparamos con el actual para definir si en efecto estamos en una situación incómoda, y todavía más importante, el régimen que podríamos tener de escoger otros gobernantes, sería mejor o peor. Nuevamente, estaríamos comparando un régimen como el de ahora, o como el anterior, al que se le ha pegado otro partido, antes enemigo jurado y que ahora se pega a él como lamprea y succiona todo lo que puede con el fin de convertirse tal vez en el segundo poder político.