ABANDERADOS SOLIDARIOS Venga conmigo. Lo quiero invitar a un viaje a la esperanza. Vamos juntos al corazón de María de los Milagros es hija del Zenón y la Adelma. Es una familia maravillosa formada en valores que vive en Lagunillas de Farallón, un pueblito humilde cerca de Rinconada. María de los Milagros, en la escuela, tuvo una clase que la iluminó: el maestro les habló de solidaridad y de ayudar al prójimo. En ese momento y con solo 13 añitos se transformó en la líder de un proyecto cargado de humanismo al que se sumaron varios de sus compañeros. A puro pulmón y coraje armaron lo que bautizaron “El Roperito Misionero”. Recolectan ropa y luego la arreglan, zurcen algún problema, clasifican y ponen en valor esas donaciones. Y después transformado con sus propias manos y su corazón, entregan esa ropa a los que más la necesitan. Ahora sumaron otra idea y hacen lo mismo con las zapatillas, porque se quiebran en llanto cada vez que ven a un compañerito descalzo. María de los Milagros, tal vez marcada por sus nombres bíblicos hizo el milagro de la solidaridad. Sacó fuerzas de su familia y su escuela y la llevó a los que necesitan siempre de todo. Un simple par de zapatillas que para una chica de clase media puede ser algo cotidiano, para los más pobres de los pobres es un tesoro inalcanzable. Ella, cuando por esos andares de la vida, conocí hace muchos años, por entonces me decía que la principal tarea que hace con su equipo es contagiar. Contagiar energía positiva que produce cambios concretos. Hacer el bien sin mirar a quien. Sembrar solidaridad y cosechar mejores ciudadanos. Hacer patria en un rinconcito de nuestra provincia y ayudar a refundar nuestra bendita Argentina. María de los Milagros fue elegida “Abanderada joven de la Argentina Solidaria” allá por el 2016. Era la primera vez que premiaban a chicos menores de 18 años. Pero era la séptima ocasión en la que entregan el premio a los mayores. Cuando María Laura Santillán, la maestra de ceremonias de la transmisión televisiva, hizo pasar al ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, todos prestaron atención. Primero dijo que aunque medía dos metros de altura, Milagros, Mili lo hacía sentir muy chico. Después explicó que el alma solidaria y la educación comparten algo: para mucha gente son invisibles. Pero Milagros pudo hacer visible la educación de su familia y su escuela porque allí se forjó el proyecto y pudo visibilizar su propia alma solidaria al observar el alma de los más necesitados. Mili dijo algo parecido: que dar una mano o el corazón a un semejante es mirar más allá de nuestros ojos. Ver lo que muchos gobernantes no quieren ver. Les cuento todo esto porque creo mucho en los espejos, en los ejemplos a imitar. Porque hoy es el “Día Internacional del Voluntario” y creo que estamos utilizando varias de las palabras y conceptos más hermosos que tenemos. Abanderado es el que lidera. El que nos muestra el camino que flamea celeste y blanco. Es un emblema de los mejor que tenemos. Solidario, como decía la Madre Teresa es aquel que quiere dar hasta que duela. Que es capaz de entregar su corazón todos los días. Y voluntario es el que hace lo que le dicta su libertad. Ejerce su voluntad de no pasar gratis por la vida y de gastarla en la mejor de las causas que es que todos nuestros hermanos tengan igualdad de oportunidades. La monjita Alicia Félix fue la ganadora entre los mayores. Nos hizo llorar cien veces con su institución que se dedica a acompañar a los enfermos terminales hasta el fin de sus días. Ella vive en Esperanza y otra vez allí un símbolo y una metáfora se esconde detrás de ese pueblo santafesino. La gente que sigue a Alicia está armada con caricias, sonrisas y contención. Dice que son medicinas que no se consiguen en las farmacias. Que todos los seres humanos la llevamos muy adentro, en el lado más pájaro de los sentimientos. A la monja de la Esperanza la votaron los ciudadanos comunes a través de internet. Más de 35 mil personas se sumaron con su aporte democrático a la elección. Porque los 8 abanderados son dignos de ser premiados, iluminados para que su ejemplo sea diseminado por todos los rincones de nuestra patria. Alicia, impecable con sus hábitos celestes y su crucifijo en el pecho, se dedicó a los cuidados paliativos. Tratan de acompañar en la despedida de la vida a los enfermos hasta el último suspiro. Todo se termina para el enfermo. Y todo comienza para el voluntario que le sostuvo la mano cuando se fue de este mundo. Hay que ser muy valiente para estar de esos dos lados de la vida. Del que se va y del que se queda. No quiero dejar de mencionar al resto de los finalistas. Uno más generoso que el otro. El actor Diego Bustamante lo tenía todo económicamente. Vivía en Recoleta y se fue el pueblito salteño de Yacuy. Quiso ser como su ídolo, san Francisco de Asis y formó Pata Pila, la organización que combate la desnutrición infantil. Más de 250 chicos se salvaron de morir de hambre o de perder capacidades cerebrales. Dijo Diego que en ese encuentro acontece la vida. Luz Vergara tiene “Familias Abiertas”. Son hogares de tránsito para chicos con problemas que después del afecto que reciben vuelven a sus lugares de origen biológico o son entregados en adopción. Los alimentan con afecto y tratan de satisfacer los intereses del chico. Oscar Ghillione transita sus días por un sendero parecido. Apuesta con su grupo de voluntarios a la educación de calidad. Dijo algo que me estrujó el corazón y me hizo correr frio por la espalda. Contó que tiene 4 hijos. Dijo que si su familia fuera la Argentina, dos de ellos serían pobres y dos de ellos no terminarían la escuela. Y confesó que se niega a elegir una condena semejante para el hijo de cualquier hijo de vecino. Por eso los profesores dan clases en escuela vulnerables. La idea de la cordobesa Ana Argento Nasser fue brillante y ligada a nuestro maravilloso oficio de los medios de comunicación. Produce spots publicitarios sobre valores en la voz de los propios chicos con capacidades especiales. Les ayuda a encontrar las herramientas para que puedan comunicar sus necesidades y también sus derechos. Pierre Herrouet, nació en Francia y se quedó a vivir en Salta. Inventó un hornito ecológico que elimina toda posibilidad de humo tóxico para que puedan producir su comida y algunos productos para vender. Es un emprendimiento desde la Puna y desde las familias que aprender a utilizar, fabricar y reparar esas cocinas mágicas que no envenenan el aire ni la gente. Victoria Viel Temperley y sus colaboradores no se mueven de al lado de los enfermos de cáncer mientras reciben el terremoto de la quimioterapia. Se conectan con lo sano de su espíritu mientras se cura la parte enferma del cuerpo. Eduardo “Coco” Derigo es un abogado que armó equipos de rugby en las cárceles. Y allí con el sacrificio, la disciplina y el juego en equipo de la pelota ovalada hizo que la reincidencia bajara de 60 a 5% entre los que se prenden en los scrum y el tercer tiempo. En 18 cárceles aprende que con un tackle pueden voltear a un grandote. Y aprenden que se puede cambiar. Ser honesto y trabajar. Formar una familia y reinsertarse en la sociedad. En nuestra provincia también hay algunos valores para destacar. Este es un trabajo incansable, en el que postergan muchas veces sus propios trabajos, su familia, sus amistades, y todo por hacer un trabajo que muchas veces la gente no conoce, sin retribución alguna, postergando hasta los acontecimientos familiares. Como las tareas como la de doña Petrona Lozano quien a sus 89 años, en la ciudad de San Pedro, colaboradora Ad honorem en la Guardería infantil Don Bosco; Ana María Lucas de Estrada, dirige el programa Cuidadores de la Casa Común que atiende 700 jóvenes en el territorio provincial formándolos en oficios; Ana Moreno, una mujer muy trabajadora, de niña en el tabaco, hasta los 13 años aproximadamente, ella era la encargada de cocinar para todos los obreros; María Alcocer, preside la Asociación Civil Red de Mujeres Solidarias, Institución que lleva más de 10 años realizando un abordaje territorial, favoreciendo la participación activa de las mujeres palpaleñas; Norma Armella, atiende a Adultos Mayores, personas con discapacidad, y enfermos crónicos; Claudia Delgado, Presidente del Centro Vecinal La Merced del distrito El Chingo, desde hace 13 años, visibilizando desde que asumió el compromiso con su barrio la problemática de los jóvenes sumidos en la drogadicción y el alcoholismo y es así que hoy en día esos jóvenes que estaban perdidos en el alcohol y las drogas están contenidos, recuperados y colaboran con los quehaceres domésticos en el comedor barrial donde asisten 60 niños y 30 ancianos en situaciones vulnerables; Adelma Torres, primera alfabetizadora de la provincia desde 1985, entre muchas y muchos otros. Todos recibieron una estatuilla muy representativa. Un corazón hecho con la cinta con los colores de nuestra bandera. Por eso son abanderados. Son la vereda del sol de la Argentina. Hay millones de ciudadanos como ellos. Solo hay que saber mirar. Son los que cambian el miedo por la esperanza. Son faros. Son los que van adelante. Los que llevan la bandera solidaria. Si queremos, podemos ser sus escoltas. Hoy que la economía solo trae malas noticias, hoy que la desocupación y la pobreza están creciendo, hoy que estamos transitando un túnel muy complicado hasta ver la luz de un país mejor, vale la pena multiplicar el ejemplo de estos compatriotas. Hay otra Argentina posible. Por eso es tiempo de levantar la bandera de estos hombres y mujeres que luchan toda la vida y por eso son imprescindibles. Son lo mejor de una patria que viene.