Psicología, ética y derechos humanos. Cátedra II. 2º cuatrimestre 2023 UNIDAD 1 ● Ferrer, J.J. & Álvarez, J.C (2003). Ética, moral y bioética. CLARIFICACIÓN TERMINOLÓGICA: ÉTICA, MORAL, MORALIDAD Nuestra palabra “ética” proviene del griego éthos como contrapuesto a páthos. Por páthos se entiende todo lo que nos ha sido dado por la naturaleza, "pasivamente". Con el éthos, en cambio, entramos en el ámbito de la libertad y de lo estrictamente moral. Desde el punto de vista etimológico, ética y moral significan lo mismo pero actualmente, la bibliografía especializada suele hacer la siguiente distinción: - "ética" se reserva para la disciplina filosófica que estudia racionalmente la conducta humana en tanto que vida moral, desde el punto de vista de los deberes y las virtudes; la ética es saber racional, en cuanto reflexión crítica y sistemática sobre el hecho de la vida moral. - “moral" refiere a los códigos normativos concretos, vigentes en las diversas comunidades humanas; se trata de la moral aceptada por las personas y los grupos, sin que haya sido necesariamente sometida a una crítica racional sistemática sobre su fundamentación. - “moralidad” refiere al fenómeno universalmente dado en todas las comunidades humanas, en una pluralidad de formas y sistemas diferentes; se trata de conductas y formas de vida que son socialmente preferidas, aceptadas y alabadas y otras que son rechazadas y vituperadas. PLURALIDAD DE SISTEMAS MORALES Y UNIVERSALIDAD DE LA EXPERIENCIA MORAL Podría establecerse una analogía entre el hecho de la moralidad y el fenómeno del lenguaje. El ser humano tiene una innata capacidad para el lenguaje, que se materializa en multitud de idiomas distintos. Del mismo modo, la capacidad para obrar moralmente se expresa en códigos morales diferentes entre sí. Sin embargo, la moral como estructura (que el hombre ha de hacer, según la expresión de Aranguren), es un dato universal, aunque la concreción material en normas, en códigos y sistemas, es decir, la moral como contenido (lo que el hombre ha de hacer, según Aranguren) es muy variable. Respecto de la reflexión acerca de la estructura moral del hombre, podemos distinguir tres tipos de saberes: a) Ética descriptiva. La ética descriptiva es el saber acerca de los hechos morales, sean éstos individuales o colectivos, abordados desde el punto de vista de las ciencias positivas. b) Ética normativa. La ética normativa consiste en repertorios, más o menos sistemáticos, de juicios prescriptivos, es decir, de normas morales. Los sistemas normativos nos dicen cómo deben actuar los agentes morales, dándoles normas prácticas de acción. Los repertorios normativos forman sistemas o códigos éticos. c) Ética filosófica en sentido estricto. La ética filosófica es la reflexión racional profunda sobre los presupuestos y los fundamentos de los sistemas de normas morales. Se ocupa de la fundamentación filosófica de la ética normativa, de la reflexión crítica sobre la coherencia de los sistemas normativos y de los criterios por los cuales puede pretenderse que un sistema moral sea válido. Respecto de la reflexión acerca de la génesis de la moralidad hay elementos constitutivos de la estructura humana que hacen ineludible la condición moral del hombre: a) Insuficiencia del instinto. El ser humano nace en el mayor estado de indefensión e indigencia, en una radical dependencia de los otros. Su evolución y supervivencia depende de un proceso de aprendizaje y socialización, y requiere la adquisición de ciertas normas de conducta apropiada. sin la sociedad no sería posible la supervivencia misma del hombre en toda su especificidad humana. b) Racionalidad. La insuficiencia del instinto está compensada por el desarrollo de la inteligencia racional, según la cual puede elegir sus fines y decidir cuáles son los medios más idóneos para conseguirlos. La inteligencia humana permite así elaborar códigos de moralidad, variables según las circunstancias históricas, que favorecen, prescriben y alaban determinados comportamientos, mientras que desaniman, prohíben y vituperan otros. c) Autonomía.La capacidad de elegir racionalmente fines y medios también permite a la persona humana prever las consecuencias de sus actos y tomar decisiones eligiendo las consecuencias previsibles en función de sus preferencias. d) Responsabilidad. Ser responsable es, precisamente, tener que responder, que explicar, que dar razón de lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer. Nos sentimos responsables ante nuestra propia conciencia, pero también ante los otros, ante la comunidad de los seres morales, en cuanto nuestras opciones afectan a los demás; aun cuando no haya responsabilidad jurídica, sigue estando vigente la responsabilidad estrictamente moral a la que están sujetas todas nuestras acciones genuinamente autónomas. e) Índole comunitaria de la persona humana. Somos constitutivamente entes sociales y políticos y, por ende, solidarios.Si mis acciones u omisiones contribuyen a destruir la morada que nos alberga a todos, el dato de la solidaridad se convierte en imperativo moral: me obliga a ejercer mi autonomía con responsabilidad social, a actualizar y configurar la mutua dependencia para contribuir al desarrollo de la persona humana y la promoción de la sociedad. f) Vulnerabilidad humana.La moralidad se interesa por aquellos comportamientos humanos que afectan a los demás porque son seres vulnerables, que necesitan la protección y el calor de la comunidad moral para poder subsistir y florecer. MORAL Y DERECHO Moral y Derecho están íntimamente relacionados, pero no son idénticos. Es necesario que las leyes y la reflexión jurídica establezcan con fuerza coercitiva ciertas exigencias morales formales para la vida de los ciudadanos en la comunidad política. La relación entre el orden moral y el jurídico es entonces dinámica y recíproca. La moralidad es anterior y posterior a la legalidad. Es anterior porque sin la existencia de seres morales no tendría sentido la regulación legal de sus actos. Es posterior porque, más allá de lo normativizado por las leyes, se abre un inmenso campo de acciones donde la obligación es puramente moral. Esta distinción de planos entre Moral y Derecho, que brinda preeminencia al orden moral sobre la ley positiva, reconoce diversos antecedentes en el pensamiento occidental: a) la tradición del “derecho natural clásico”, formulada en el pensamiento aristotélico-tomista entre otras. Se sustenta en la idea de “justicia natural” como la que se ajusta a las exigencias de la razón. Tomás de Aquino (1225-1276) define entonces a la ley como "un mandato establecido por la razón, para el bien común y promulgado por el responsable de la comunidad".Quien la promulgue debe ser el responsable de todos, es decir, una autoridad reconocida. b) la tradición “iusnaturalista” moderna. Entre sus nombres más destacados está el jurista holandés Hugo Grocio (Grot o Grotius, 1583-1645), considerado el fundador del derecho internacional. También el filósofo inglés John Locke (1632-1704), a quien podemos atribuir la paternidad de la moderna teoría de los derechos humanos. Para estos autores, los derechos son “naturales” porque le corresponden al hombre “por naturaleza”, es decir, por el solo hecho de ser hombre. Según Locke, los derechos humanos naturales son cuatro: derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la integridad física.postulan la prioridad del orden moral sobre el orden jurídico, de lo moral sobre lo legal, y, en consecuencia, admiten que hay circunstancias en las que la ley positiva debe ser desobedecida, por ser contraria a las exigencias del orden moral. c) la tradición liberal. El principio fundamental de la ética política del liberalismo se conoce como el "principio de daño": la sociedad sólo usará el poder coercitivo de la ley para limitar la libertad del individuo cuando sus acciones puedan causar daño a otras personas. ÉTICA Y BIOÉTICA a) El legado de Potter. Potter concibió la bioética como una nueva disciplina, que combinaría los conocimientos biológicos (bio) con el conocimiento de los sistemas de valores humanos (ética). Ella debería superar la brecha entre la cultura de las ciencias naturales y la cultura de las humanidades, proporcionando una nueva sabiduría acerca de “cómo usar el conocimiento para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de vida”. b) El legado de Hellegers. Con Hellegers la "bioética" se constituye en un nuevo campo de investigación y estudio, como rama de la ética ordinaria aplicada al reino de la biomedicina. Se distingue de la visión de Potter por dos razones fundamentales: 1) su mayor atención a las cuestiones biomédicas (relación personal médico-paciente, la ética de la experimentación, el aborto, la ética del final de la vida, etc) y 2) su adopción de la herencia teórica y metodológica de la tradición filosófica de Occidente. La línea bioética de Hellegers logró convertirse también en un poderoso movimiento social, tanto en el mundo académico como en el mundo del gobierno y de los medios. Para comprender el nacimiento de Bioética es preciso tener en cuenta dos corrientes culturales decisivas en la segunda mitad del siglo XX: a) el progreso científico-tecnológico, particularmente en el campo biomédico; el alumbramiento de la Nueva Medicina b) los grandes cambios culturales que transformaron los patrones sociales y políticos de convivencia; autonomía, toma de conciencia sobre los abusos, interés por la ética normativa. Con el fin de hacer real y efectiva esta igualdad formal, se adoptaron las políticas de discriminación positiva (affirmative action) y la integración racial de las escuelas. En congruencia con las tradiciones políticas y culturales norteamericanas, estas reivindicaciones sociales se articularon en el lenguaje liberal, con énfasis en la autonomía y los derechos del individuo. Este factor cultural es importante para comprender por qué la Bioética nace poniendo especial énfasis en la autonomía, y por qué su sello continúa hoy en el Bioderecho, establecido por la jurisprudencia norteamericana. La primera generación de bioeticistas se ocupó principalmente de los problemas éticos planteados por el nivel micro, como la protección de los sujetos humanos en la investigación y los derechos del paciente. Paralelamente a las luchas por la igualdad de derechos, se desarrolla una profunda crítica a la autoridad y las instituciones. Para comprender el nacimiento de la moderna Bioética es fundamental atender al cuestionamiento que sufre la autoridad médica, debido especialmente al estado público que alcanzaron numerosos casos de abusos en la investigación científica con sujetos humanos. Tras la Segunda Guerra Mundial, son sacados a la luz los horrores de experimentos realizados durante el nazismo, y las leyes de carácter eugenésico que los precedieron y por otra parte, a partir de la década del sesenta se hicieron públicas varias investigaciones científicas moralmente condenables, llevadas a cabo en los Estados Unidos como por ejemplo la inyección de células cancerosas a pacientes ancianos en el Jewish Hospital de Brooklyn. En 1963, el Dr. Chester Southam inoculó con células cancerosas a 22 pacientes del Hospital. El objetivo del estudio era descubrir si la capacidad del cuerpo para rechazar las células cancerosas debía atribuirse al mismo cáncer o al debilitamiento del organismo por otras causas. La toma de conciencia pública sobre estos abusos dio origen al que sería el primer comité de ética en la historia de la Bioética. La Comisión, que trabajó desde 1975 hasta 1978, identificó tres principios fundamentales que han tenido enorme trascendencia en el desarrollo posterior de la disciplina: respeto por las personas, beneficencia y justicia. En 1979 se publicó el “Informe Belmont” donde se exige escrutinio ético en cualquier actividad científica de investigación, para proteger a los sujetos humanos de posibles abusos. LA DEFINICIÓN DE BIOÉTICA Reich define la bioética de la siguiente manera: El estudio sistemático de las dimensiones morales -incluyendo la visión moral, las decisiones, las conductas y las políticas- de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, usando una variedad de metodologías éticas en un contexto interdisciplinario. Desglosando esta definición, podemos destacar los puntos fundamentales que orientan la disciplina: a) “Ciencias de la vida y la salud” marca la intención de escapar a un sentido estrecho de la atención sanitaria en términos biológicos para favorecer una comprensión bio-psico-social-espiritual de la persona. b) La “índole interdisciplinaria” de la Bioética se impone a partir de la complejidad de sus problemas, ya que ningún especialista posee toda la formación y la información necesarias para comprender todos sus ángulos. c) La “variedad de metodologías éticas” es característica de la Bioética, ya que no se identifica con una teoría ética única. En la Bioética conviven, y discuten entre sí, una multiplicidad de teorías y paradigmas teóricos y una pluralidad de metodologías de análisis. d) ¿Puede la Bioética considerarse una disciplina?Si por disciplina entendemos un conjunto de contenidos y métodos, sometidos a escrutinio crítico y con una razonable unidad temática, la Bioética puede ser considerada una disciplina académica en vías de consolidación. Por otra parte, la Bioética no debiera pretender desgajarse de las disciplinas que le han dado origen y que le siguen dando solidez. A la Bioética se accede siempre desde alguna de sus disciplinas constitutivas en unión con la ética filosófica, exige conocimientos interdisciplinarios y supone conversación y deliberación entre muchos expertos. ● Naciones Unidas, Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental 1991. Los presentes Principios se aplicarán sin discriminación alguna por motivos de discapacidad, raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional, étnico o social, estado civil o condición social, edad, patrimonio o nacimiento. CLÁUSULA GENERAL DE LIMITACIÓN. El ejercicio de los derechos enunciados en los presentes Principios sólo podrá estar sujeto a las limitaciones previstas por la ley que sean necesarias para proteger la salud o la seguridad de la persona de que se trate o de otras personas, o para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos o los derechos y libertades fundamentales de terceros. Principio 1 Libertades fundamentales y derechos básicos Principio 2 Protección de menores. Se tendrá especial cuidado, conforme a los propósitos de los presentes Principios y en el marco de la ley nacional de protección de menores, en proteger los derechos de los menores, disponiéndose, de ser necesario, el nombramiento de un representante legal que no sea un miembro de la familia. Principio 3 La vida en la comunidad. Toda persona que padezca una enfermedad mental tendrá derecho a vivir y a trabajar, en la medida de lo posible, en la comunidad. Principio 4 Determinación de una enfermedad mental. Principio 5 Examen médico. Ninguna persona será forzada a someterse a examen médico con objeto de determinar si padece o no una enfermedad mental, a no ser que el examen se practique con arreglo a un procedimiento autorizado por el derecho nacional. Principio 6 Confidencialidad. Se respetará el derecho que tienen todas las personas a las cuales son aplicables los presentes Principios a que se trate confidencialmente la información que les concierne. Principio 7 Importancia de la comunidad y de la cultura. Todo paciente tendrá derecho a ser tratado y atendido, en la medida de lo posible, en la comunidad en la que vive. Todo paciente tendrá derecho a un tratamiento adecuado a sus antecedentes culturales. Principio 8 Normas de la atención. Todo paciente tendrá derecho a recibir la atención sanitaria y social que corresponda a sus necesidades de salud y será atendido y tratado con arreglo a las mismas normas aplicables a los demás enfermos. Se protegerá a todo paciente de cualesquiera daños. Principio 9 Tratamiento. Todo paciente tendrá derecho a ser tratado en un ambiente lo menos restrictivo posible y a recibir el tratamiento menos restrictivo y alterador posible que corresponda a sus necesidades de salud y a la necesidad de proteger la seguridad física de terceros. El tratamiento y los cuidados de cada paciente se basarán en un plan prescrito individualmente, examinado con el paciente, revisado periódicamente, modificado llegado el caso y aplicado por personal profesional calificado. La atención psiquiátrica se dispensará siempre con arreglo a las normas de ética pertinentes de los profesionales de salud mental, en particular normas aceptadas internacionalmente. Principio 10 Medicación. La medicación responderá a las necesidades fundamentales de salud del paciente y sólo se le administrará con fines terapéuticos o de diagnóstico y nunca como castigo o para conveniencia de terceros.Toda la medicación deberá ser prescrita por un profesional de salud mental autorizado por la ley y se registrará en el historial del paciente. Principio 11 Consentimiento para el tratamiento. No se administrará ningún tratamiento a un paciente sin su consentimiento informado, salvo en casos particulares. Por consentimiento informado se entiende el consentimiento obtenido libremente sin amenazas ni persuasión indebida, después de proporcionar al paciente información adecuada y comprensible, en una forma y en un lenguaje que éste entienda. Principio 12 Información sobre los derechos. Todo paciente recluido en una institución psiquiátrica será informado, lo más pronto posible después de la admisión y en una forma y en un lenguaje que comprenda, de todos los derechos que le corresponden de conformidad con los presentes Principios y en virtud de la legislación nacional, información que comprenderá una explicación de esos derechos y de la manera de ejercerlos. Principio 13 Derechos y condiciones en las instituciones psiquiátricas. El medio ambiente y las condiciones de vida en las instituciones psiquiátricas deberán aproximarse en la mayor medida posible a las condiciones de la vida normal de las personas de edad similar. El trabajo de un paciente en una institución psiquiátrica no será objeto de explotación. Todo paciente tendrá derecho a recibir por un trabajo la misma remuneración que por un trabajo igual, de conformidad con las leyes o las costumbres nacionales, se pagaría a una persona que no sea un paciente. Principio 14 Recursos de que deben disponer las instituciones psiquiátricas. Las instituciones psiquiátricas dispondrán de los mismos recursos que cualquier otro establecimiento sanitario. Todas las instituciones psiquiátricas serán inspeccionadas por las autoridades competentes con frecuencia suficiente para garantizar que las condiciones, el tratamiento y la atención de los pacientes se conformen a los presentes Principios. Principio 15 Principios de admisión. Cuando una persona necesite tratamiento en una institución psiquiátrica, se hará todo lo posible por evitar una admisión involuntaria. Todo paciente que no haya sido admitido involuntariamente tendrá derecho a abandonar la institución psiquiátrica en cualquier momento. Principio 16 Admisión involuntaria. Una persona sólo podrá ser admitida como paciente involuntario en una institución psiquiátrica o ser retenida como paciente involuntario en una institución psiquiátrica a la que ya hubiera sido admitida como paciente voluntario cuando un médico calificado y autorizado por ley a esos efectos determine que esa persona padece una enfermedad mental y considere que debido a esa enfermedad mental existe un riesgo grave de daño inmediato o inminente para esa persona o para terceros. Principio 17 El órgano de revisión. El órgano de revisión será un órgano judicial u otro órgano independiente e imparcial establecido por la legislación nacional que actuará de conformidad con los procedimientos establecidos por la legislación nacional. Al formular sus decisiones contará con la asistencia de uno o más profesionales de salud mental calificados e independientes y tendrá presente su asesoramiento. El órgano de revisión examinará periódicamente los casos de pacientes involuntarios a intervalos razonables especificados por la legislación nacional. Principio 18 Garantías procesales. El paciente tendrá derecho a designar a un defensor para que lo represente en su calidad de paciente, incluso para que lo represente en todo procedimiento de queja o apelación. Si el paciente no obtiene esos servicios, se pondrá a su disposición un defensor sin cargo alguno en la medida en que el paciente carezca de medios suficientes para pagar. Principio 19 Acceso a la información. El paciente (término que en el presente principio comprende al ex paciente) tendrá derecho de acceso a la información relativa a él en el historial médico y expediente personal que mantenga la institución psiquiátrica. Este derecho podrá estar sujeto a restricciones para impedir que se cause un perjuicio grave a la salud del paciente o se ponga en peligro la seguridad de terceros. Principio 20 Delincuentes. El presente principio se aplicará a las personas que cumplen penas de prisión por delitos penales o que han sido detenidas en el transcurso de procedimientos o investigaciones penales efectuados en su contra y que, según se ha determinado o se sospecha, padecen una enfermedad mental. Todas estas personas deben recibir la mejor atención disponible en materia de salud mental. Principio 21 Quejas. Todo paciente o ex paciente tendrá derecho a presentar una queja conforme a los procedimientos que especifique la legislación nacional. Principio 22 Vigilancia y recursos. Los Estados velarán por que existan mecanismos adecuados para promover el cumplimiento de los presentes Principios, inspeccionar las instituciones psiquiátricas, presentar, investigar y resolver quejas y establecer procedimientos disciplinarios o judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o de violación de los derechos de los pacientes. Principio 23 Aplicación. Los Estados deberán aplicar los presentes Principios adoptando las medidas pertinentes de carácter legislativo, judicial, administrativo, educativo y de otra índole, que revisarán periódicamente. Principio 24 Alcance de los principios relativos a las instituciones psiquiátricas Los presentes Principios se aplican a todas las personas que ingresan en una institución psiquiátrica. Principio 25 Mantenimiento de los derechos reconocidos No se impondrá ninguna restricción ni se admitirá ninguna derogación de los derechos de los pacientes, entre ellos los derechos reconocidos en el derecho internacional o nacional aplicable, so pretexto de que los presentes Principios no reconocen tales derechos o de que sólo los reconocen parcialmente. ● UNESCO-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2005) Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. Convencida de que la sensibilidad moral y la reflexión ética deberían ser parte integrante del proceso de desarrollo científico y tecnológico y de que la bioética debería desempeñar un papel predominante en las decisiones que han de tomarse ante los problemas que suscita ese desarrollo, Considerando que es conveniente elaborar nuevos enfoques de la responsabilidad social para garantizar que el progreso de la ciencia y la tecnología contribuye a la justicia y la equidad y sirve el interés de la humanidad, Reconociendo que una manera importante de evaluar las realidades sociales y lograr la equidad es prestando atención a la situación de la mujer, Destacando la necesidad de reforzar la cooperación internacional en el ámbito de la bioética, teniendo en cuenta en particular las necesidades específicas de los países en desarrollo, las comunidades indígenas y las poblaciones vulnerables, Considerando que todos los seres humanos, sin distinción alguna, deberían disfrutar de las mismas normas éticas elevadas en la investigación relativa a la medicina y las ciencias de la vida, Proclama los siguientes principios y aprueba la presente Declaración. Artículo 1 – Alcance. La Declaración trata de las cuestiones éticas relacionadas con la medicina, las ciencias de la vida y las tecnologías conexas aplicadas a los seres humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y ambientales. La Declaración va dirigida a los Estados. Imparte también orientación, cuando procede, para las decisiones o prácticas de individuos, grupos, comunidades, instituciones y empresas, públicas y privadas. Artículo 2 – Objetivos. a) proporcionar un marco universal de principios y procedimientos que sirvan de guía a los Estados en la formulación de legislaciones, políticas u otros instrumentos en el ámbito de la bioética b) orientar la acción de individuos, grupos, comunidades, instituciones y empresas, públicas y privadas c) promover el respeto de la dignidad humana y proteger los derechos humanos d) reconocer la importancia de la libertad de investigación científica y las repercusiones beneficiosas del desarrollo científico y tecnológico, destacando al mismo tiempo la necesidad de que esa investigación y los consiguientes adelantos se realicen en el marco de los principios éticos enunciados en esta Declaración y respeten la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales e) fomentar un diálogo multidisciplinario y pluralista sobre las cuestiones de bioética entre todas las partes interesadas y dentro de la sociedad en su conjunto f) promover un acceso equitativo a los adelantos de la medicina, la ciencia y la tecnología g) salvaguardar y promover los intereses de las generaciones presentes y venideras h) destacar la importancia de la biodiversidad y su conservación como preocupación común de la especie humana Artículo 3 – Dignidad humana y derechos humanos. Se habrán de respetar plenamente la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales; deberían tener prioridad con respecto al interés exclusivo de la ciencia o la sociedad. Artículo 4 – Beneficios y efectos nocivos. Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica médica y las tecnologías conexas, se deberían potenciar al máximo los beneficios directos e indirectos para los pacientes, los participantes en las actividades de investigación y otras personas concernidas, y se deberían reducir al máximo los posibles efectos nocivos para dichas personas. Artículo 5 – Autonomía y responsabilidad individual Se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de adoptar decisiones, asumiendo la responsabilidad de éstas y respetando la autonomía de los demás. Artículo 6 – Consentimiento. Toda intervención médica preventiva, diagnóstica y terapéutica sólo habrá de llevarse a cabo previo consentimiento libre e informado de la persona interesada, basado en la información adecuada. La investigación científica sólo se debería llevar a cabo previo consentimiento libre, expreso e informado de la persona interesada. Artículo 7 – Personas carentes de la capacidad de dar su consentimiento. De conformidad con la legislación nacional, se habrá de conceder protección especial a las personas que carecen de la capacidad de dar su consentimiento: a) la autorización para proceder a investigaciones y prácticas médicas debería obtenerse conforme a los intereses de la persona interesada y de conformidad con la legislación nacional. Se deberían llevar a cabo únicamente actividades de investigación que redunden directamente en provecho de la salud de la persona interesada. Artículo 8 – Respeto de la vulnerabilidad humana y la integridad personal. Los individuos y grupos especialmente vulnerables deberían ser protegidos y se debería respetar la integridad personal de dichos individuos. Artículo 9 – Privacidad y confidencialidad. La privacidad de las personas interesadas y la confidencialidad de la información que les atañe deberían respetarse. Artículo 10 – Igualdad, justicia y equidad. Se habrá de respetar la igualdad fundamental de todos los seres humanos en dignidad y derechos, de tal modo que sean tratados con justicia y equidad. Artículo 11 – No discriminación y no estigmatización Artículo 12 – Respeto de la diversidad cultural y del pluralismo Artículo 13 – Solidaridad y cooperación Artículo 14 – Responsabilidad social y salud. La promoción de la salud y el desarrollo social para sus pueblos es un cometido esencial de los gobiernos, que comparten todos los sectores de la sociedad. Artículo 15 – Aprovechamiento compartido de los beneficios. Los beneficios resultantes de toda investigación científica y sus aplicaciones deberían compartirse con la sociedad en su conjunto y en el seno de la comunidad internacional, en particular con los países en desarrollo. Artículo 16 – Protección de las generaciones futuras. Se deberían tener debidamente en cuenta las repercusiones de las ciencias de la vida en las generaciones futuras, en particular en su constitución genética. Artículo 17 – Protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad. Se habrán de tener debidamente en cuenta la interconexión entre los seres humanos y las demás formas de vida, la importancia de un acceso apropiado a los recursos biológicos y genéticos y su utilización, el respeto del saber tradicional y el papel de los seres humanos en la protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad. Aplicación de los principios Artículo 18 – Adopción de decisiones y tratamiento de las cuestiones bioéticas. Se debería promover el profesionalismo, la honestidad, la integridad y la transparencia en la adopción de decisiones, en particular las declaraciones de todos los conflictos de interés y el aprovechamiento compartido de conocimientos. Artículo 19 – Comités de ética. Se deberían crear, promover y apoyar, al nivel que corresponda, comités de ética independientes, pluridisciplinarios y pluralistas. Artículo 20 – Evaluación y gestión de riesgos. Se deberían promover una evaluación y una gestión apropiadas de los riesgos relacionados con la medicina, las ciencias de la vida y las tecnologías conexas. Artículo 21 – Prácticas transnacionales. Los Estados, las instituciones públicas y privadas y los profesionales asociados a actividades transnacionales deberían procurar velar por que sea conforme a los principios enunciados en la presente Declaración toda actividad que entre en el ámbito de ésta y haya sido realizada, financiada o llevada a cabo de cualquier otra manera, en su totalidad o en parte, en distintos Estados. Los Estados deberían tomar las medidas adecuadas en los planos nacional e internacional para luchar contra el bioterrorismo, así como contra el tráfico ilícito de órganos, tejidos, muestras, recursos genéticos y materiales relacionados con la genética. Promoción de la declaración Artículo 22 – Función de los Estados. Los Estados deberían adoptar todas las disposiciones adecuadas, tanto de carácter legislativo como administrativo o de otra índole, para poner en práctica los principios enunciados en la presente Declaración, conforme al derecho internacional relativo a los derechos humanos. Esas medidas deberían ser secundadas por otras en los terrenos de la educación, la formación y la información pública. Artículo 23 – Educación, formación e información en materia de bioética. Para promover los principios enunciados en la presente Declaración y entender mejor los problemas planteados en el plano de la ética por los adelantos de la ciencia y la tecnología, en particular para los jóvenes, los Estados deberían esforzarse no sólo por fomentar la educación y formación relativas a la bioética en todos los planos, sino también por estimular los programas de información y difusión de conocimientos sobre la bioética. Artículo 24 – Cooperación internacional. Los Estados deberían fomentar la difusión de información científica a nivel internacional y estimular la libre circulación y el aprovechamiento compartido de los conocimientos científicos y tecnológicos. Artículo 25 – Actividades de seguimiento de la UNESCO. La UNESCO deberá promover y difundir los principios enunciados en la presente Declaración. Para ello, la UNESCO solicitará la ayuda y la asistencia del Comité Intergubernamental de Bioética (CIGB) y del Comité Internacional de Bioética (CIB). UNIDAD 2 ● Bonilla, A. (2006). ¿Quién es el Sujeto de la Bioética? Reflexiones sobre la vulnerabilidad. Uno de los fenómenos actuales más relevantes parece ser la apelación a la ética en todos los campos (giro ético). A nivel teórico, la manifestación más evidente de este “giro ético” es el auge de la “ética aplicada”, definida habitualmente “como la parte de la ética que brinda una atención particular y directa a cuestiones y controversias prácticas”. Se plantean a la ética interrogantes nuevos, de relevancia social y señalada conflictividad moral, los cuales imponen una ampliación o revisión de los puntos de vista, de los métodos y hasta de la terminología hasta ahora admitidos. En efecto, dada la índole de los nuevos conflictos, se hace evidente la necesidad de superar el enfoque estrechamente disciplinar de la ética filosófica con un tratamiento más adecuado a la complejidad de los problemas que en general exhibe cuatro rasgos distintivos: 1) se da en un continuum teórico-práctico, 2) es interdisciplinario, 3) tiene una orientación social (McDonald et alii 1988) y 4) ostenta un carácter dialógico que posibilita la práctica de consensos. “El término Bioética pretende centrar la reflexión ética en torno del fenómeno vida. Como se sabe, existen formas diversas de vida y también modos diferentes de consideración de los aspectos éticos relacionados con la misma. Las áreas de estudio y aplicación de la Bioética, por consiguiente, tienen un carácter plural” (Joaquín Clotet). Según Jean Bernard, la ética de la vida humana está asociada a la revolución terapéutica y la revolución biológica en sus tres grandes vertientes: el dominio o poder sobre la reproducción, los caracteres hereditarios y el sistema nervioso. Los estudios contemporáneos son coincidentes en acentuar como rasgo sobresaliente del fenómeno vida (incluida la humana) su intrínseca vulnerabilidad. Casi todos estos textos coinciden críticamente en la idea de que la mayor parte del pensamiento moderno sostiene una ética que afirma la autonomía del hombre, las bondades del progreso técnico y –posteriormente- tecnológico abandonado a su propio ritmo de crecimiento (el cual, en muchos casos, es el de las guerras y de los mercados), y carece de normativa para las acciones humanas que se ejercen sobre la naturaleza. Pero la actual comprensión conceptual de la vulnerabilidad y de la dependencia mutua hombre-naturaleza indica un abandono de la actitud históricamente parasitaria de los seres humanos y, así, la naturaleza se determina como lo que debe ser “respetado”, “preservado” o “conservado” y por esta vulnerabilidad particular de lo vivo y del ambiente que lo sostiene se constituye en objeto privilegiado de la Bioética, obligando al mismo tiempo, como señalan diversos autores (Jonas, 1995; Larrère, 2001; Riechmann, 2000), a buscar nuevos caminos para la reformulación de los fundamentos mismos de la ética. Como consecuencia de estas reflexiones este trabajo considera la enfermedad, una de las formas específicas de vulnerabilidad que afectan a los seres humanos, en un intento de señalar de qué manera la reflexión sobre este fenómeno conduce a una crítica del modelo tradicional del sujeto de la Ética en general (el hombre perfecto) y de la Bioética en particular y plantea la necesidad de recurrir a éticas de la responsabilidad y del cuidado en las que la voz del otro prevalezca. La conjunción de fenomenología, hermenéutica y dialéctica en la metodología de trabajo de Paul Ricoeur (Ricoeur, 2001b: 39-110 y 259-278), así como su atención a la literatura, la historiografía, los estudios bíblicos y el psicoanálisis, le han permitido arribar a una concepción del sujeto de la Ética que reinterpreta y abre las líneas de investigación tradicional mediante la consideración de la vulnerabilidad o fragilidad constitutivas del ser humano. Ricoeur señala que la autonomía se presenta de modo paradojal y como “idea-proyecto”: “Porque el ser humano es por hipótesis autónomo, debe llegar a serlo” (Ricoeur, 2001: 86)4 . De este modo queda manifiesta una ampliación de sentido de la autonomía, que permite considerarla como la prerrogativa y el desideratum de un ser vulnerable, frágil. Ambos términos, vulnerabilidad y autonomía, lejos de oponerse, se componen entre sí: “la autonomía es la de un ser frágil, vulnerable. Y la fragilidad no sería más que una patología, si no fuera la fragilidad de un ser llamado a ser autónomo, dado que siempre lo es de alguna manera” (Ricoeur, 2001: 87). Ahora bien, la reelaboración del concepto de autonomía planteada integra niveles de vulnerabilidad (no potencia o potencia menor o disminuida) que se corresponden igualmente con aquélla: el “no poder decir” (fuente de desigualdad básica, dado que lo distintivo del ser humano es el lenguaje), las fragilidades en el ámbito del obrar, que provienen del curso del mundo (enfermedades, envejecimiento, accidentes) o son infligidas por otros seres humanos, habida cuenta de la disimetría entre el agente y el receptor de la acción, y por último la incapacidad de conducir la vida de acuerdo con la idea de coherencia o identidad narrativa desde la perspectiva insustituible de la singularidad, vale decir, de ser autónomo en sentido pleno. El “sujeto moral”, pretendidamente universal, al que apela la ética tradicional en casi todos sus representantes más conspicuos, a partir de un 8 modelo vigente desde la Antigüedad , no es sino un sujeto entendido de modo parcial (el “sujeto generalizado” del que habla S. Benhabib; 1990), un ser humano varón, adulto, que goza de plenas capacidades físicas y psíquicas, libre, propietario (la propiedad en general, tanto en los sistemas precapitalistas como capitalistas, entendida como signo y condición de la libertad), blanco y occidental. Éste es el sujeto que construye el “nosotros” y excluye a los “otros” y, en consecuencia, veda a la mayoría de los seres humanos el rango de agente moral pleno (o la posibilidad de alcanzar tal estatuto). Dos autores plantean sin tapujos y de modo polémico la necesidad de una ética de la responsabilidad para nuestro tiempo: Hans Jonas, en el libro ya citado, y Emmanuel Levinas en diversos escritos. Subrayan la apelación a la responsabilidad que se manifiesta en la extrema vulnerabilidad del otro: la naturaleza y las generaciones futuras que los alcances de las acciones humanas determinadas por la tecnología pueden poner en peligro, para Jonas; y, para Levinas, empleando la expresión bíblica, “el pobre, la viuda, el extranjero”. La imagen de autonomía individual, entonces, va normalmente asociada a una noción de responsabilidad social concebida como deber u obligación; ha de partirse de una escucha respetuosa que rescate de las voces de los otros no sólo el relato del sufrimiento que trasmiten sino también la imagen de nosotros mismos que nos devuelven, tal vez como agentes y responsables de ese dolor. Con esta democratización efectiva del diálogo, convertido entonces en “polílogo”, (Bonilla, 2006), la convivencia de sujetos a la vez autónomos y vulnerables se torna finalmente posible. ● Barbieri, J. (2018) "Conceptos fundamentales" en dicotomías éticas. - Éticas descriptivas vs. normativas: Las éticas descriptivas se limitan a describir el fenómeno moral sin pretender medio alguno para orientar la conducta (reflexiones propias de las cs. sociales: antropología, psicología, sociología). Las éticas normativas tratan de dar razón del fenómeno de la moralidad sabiendo que, al fundamentarla, están ofreciendo orientaciones para la acción. - Éticas naturalistas vs. no naturalistas: Las naturalistas consideran que los fenómenos morales son fenómenos naturales reductibles a predicados. Las no naturalistas entienden que los predicados morales son específicos de la moralidad e irreductibles a cualquier predicado natural. - Éticas no cognitivistas vs. cognitivistas: Las no cognitivistas consideran que las cualidades morales no son objeto de conocimiento. Las cognitivistas son aquellas según las cuales sobre lo moral se puede argumentar y llegar a acuerdos intersubjetivamente fundados porque existe una racionalidad práctica que funciona de forma análoga a como funciona la racionalidad teórica. - Éticas materiales vs. formales: Las materiales consideran que es tarea de la ética dar contenidos morales (se escinden tradicionalmente en éticas de bienes y valores . Las formales atribuyen a la ética únicamente la tarea de proporcionar un principio abstracto como fundamento de la acción (se ocupan del deon, del deber) - Éticas deontológicas vs. éticas teleológicas: La deontológica considera que la ética ha de bosquejar en una sociedad el marco de lo que es justo en ella, siendo lo justo entonces lo universalmente exigible por racional mientras que lo bueno depende en última instancia de cada persona y de los diferentes grupos sociales. La teleológica considera que la ética puede y debe dilucidar qué es lo bueno para los hombres postulando su consecución como fin. - Éticas procedimentales vs. sustancialistas Las procedimentales entienden que la misión de la ética consiste en ocuparse de la vertiente universalizable del fenómeno moral, que no es la de sus contenidos, considerando que lo universalizable son los procedimientos que debe seguir un grupo social para llegar a determinar si una norma es moralmente válida. Las sustancialistas entienden que es posible dar contenidos morales porque consideran que lo importante en una sociedad democrática no son los procedimientos que se siguen sino los resultados a los que se llega; por lo tanto, es preciso fijar los procedimientos desde los resultados y no a la inversa. - Éticas de convicción vs. éticas de la responsabilidad: Las de convicción ordenan realizar determinadas acciones por su bondad intrínseca y evitar otras por su maldad intrínseca sin atender al contexto en el que se realizan ni las consecuencias. Las de responsabilidad sugieren tener en cuenta el contexto y las consecuencias siempre para lograr un bien propuesto. - Moralidad vs. eticidad Se emplean para caracterizar dos modos de hacer teoría crítica: a) adoptan el carácter de la eticidad las teorías preocupadas por deberes, bienes y valores concretos en una comunidad determinada a través del derecho y la política; b) asumen la perspectiva de moralidad quienes creen necesario mantener un punto de vista abstracto (el moral) no identificado con ningún bien, deber o comunidad concreta. El ethos y la dicotomía deontoaxiológica Si bien desde el punto de vista etimológico ética y moral son analogables, desde el punto de vista académico son distintas: se entiende a la primera como la disciplina que se ocupa de la fundamentación (ética normativa) mientras que la moral sería la enunciación, lo fenoménico del fundamento, el modo de ser. Por deonto se hace referencia a lo normativo, mientras que por lo axiológico se hace referencia a lo valorativo. Lo normativo alude a cómo debemos obrar; lo axiológico da pautas de enjuiciamiento o evaluación de los actos y de las personas que realizan esos actos. Moralidad y eticidad En la moralidad la persona deviene sujeto, el derecho es desplazado por el deber, el imperio de la ley es ocupado por el imperativo categórico y la objetividad jurídica es hecha conciencia en la subjetividad moral. La autonomía del sujeto se alcanza legislando para su voluntad desde la logicidad de una razón práctica que se erige como fuente de toda verdad moral. La vida ética, eticidad, es una totalidad (pueblo) que se ha individualizado arraigándose en las costumbres, las leyes, la familia, la economía, las corporaciones, en definitiva, en el Estado como realidad ética y soberanía. El debate universalismo-comunitarismo El punto de partida común de la moral universalista es el individuo, que es entendido como dotado de derechos (naturales) y de libertades anteriores a todo orden social. Es por ello que la sociedad es vista como un medio para el desarrollo de su individualidad. La dignidad de esta persona consiste en no poder ser nunca tratada como un simple medio (lo que la cosificaría) sino siempre como un fin en sí. Las premisas de la filosofía moral comunitarista tienen en común una impugnación a la racionalidad ilustrada y uno de sus ecos políticos, el liberalismo. El pluralismo de racionalidades que entraña esta postura conduce a la negación de jerarquías universales y a cualquier programa ético que pretenda alcanzar fundamentos absolutos, lo que no implica que se niegue cualquier tipo de fundamentación dado que las mismas sólo podrían ser contextuales o comunitarias. ● Castelli P. y Kalpokas (2006) Teorías y paradigmas de la Ética FICHA DE CÁTEDRA. Usualmente se distinguen tres dimensiones de la ética: a) lo que se suele llamar “ética descriptiva”, que consiste básicamente en describir los valores, normas y costumbres de una comunidad dada; b) la metaética, que estudia los significados de los términos morales como “bueno”, “deber”, etc, y las particularidades del razonamiento moral; y c) la ética normativa, que pretende fundamentar los juicios normativos que se realizan en una comunidad. ÉTICA DE LA VIRTUD: LA EUDAIMONÍA. Cuando hablamos de la filosofía moral antigua, debemos tener presente la cosmovisión griega subyacente. Se trata de una concepción teleológica del mundo, en donde todas las cosas – incluido el hombre- tienden hacia un telos o fin propio, en donde todas las cosas poseen su lugar natural en el cosmos y en donde una “fuerza metafísica”, por así decirlo, las impulsa a realizar su esencia. La pregunta fundamental de la ética griega es esta: ¿cómo debe vivir uno? ¿Cuál es la forma de vida que merece ser vivida? De ahí el interés esencial por lo que los griegos llamaban “eudaimonía” (felicidad). Este interés es central también en la obra de Aristóteles. La eudaimonía es, para Aristóteles, un fin querido por sí mismo, un fin último por el cual queremos todo lo demás. En primer lugar, podría sostenerse que la eudamonía reside en una vida de placeres. Empero, según Atistóteles, una forma de vida que persiguiera exclusivamente el placer y que tuviera a este como fin final, sería meramente una vida de bestias. En segundo lugar, podría sugerirse que el bien reside en la vida de los honores, propia de la vida política. Pero esta tampoco es la forma de vida que estamos buscando, pues los honores son un bien que depende más de quienes nos los conceden que de nosotros mismos. En tercer lugar, hay quienes sugieren que la búsqueda del dinero es el verdadero bien del hombre; pero es claro – sostiene Aristóteles- que el dinero es sólo un medio, no un fin. He aquí el argumento de Aristóteles que prueba que la vida contemplativa es la más propia del hombre y, por ende, es equivalente a la eudaimonía: 1- El bien se define como el fin y, por tanto, el bien supremo como el fin final; 2- El fin final es la eudaimonía; 3- La eudaimonía del hombre reside en su érgon (función propia) y, por tanto, es una actividad, no un estado; 4- El érgon humano consiste en la actividad del alma racional, pues ésta es la diferencia específica que distingue al hombre del resto de los animales; 5- La actividad del alma racional se ejercita plenamente en la contemplación; 6- Por tanto, el bien supremo (la eudaimonía) es la vida contemplativa. El hombre feliz y virtuoso no busca el placer como un fin final, pero su vida es placentera. El obrar y vivir bien causan en él placer. Del mismo modo, el hombre feliz no tiene a la riqueza como meta final de su vida, pero es preciso contar con ciertos bienes materiales si una vida feliz ha de llevarse a cabo. La virtud ética Aristóteles distingue entre virtudes éticas y dianoéticas. Las primeras se adquieren por la costumbre, en el ejercicio constante de aquellas acciones que llamamos virtuosas; las dianoéticas, en cambio, se adquieren a través de la enseñanza. Así pues, adquirimos las virtudes éticas como la valentía, la justicia y la templanza realizando acciones valientes, justas y templadas. Según Aristóteles, todas las cosas (incluidas las virtudes) se destruyen o bien por defecto, o bien por exceso. Pero una vez que hemos adquirido las virtudes correspondientes, nos es más sencillo continuar siendo virtuosos. Por ejemplo, una vez que somos moderados con respecto a los placeres, nos resulta más fácil apartarnos de los placeres; y del mismo modo, siendo valientes, podemos enfrentar mejor los peligros. La virtud moral, pues, es esa disposición que nos permite manejarnos debidamente en las acciones con respecto a los placeres y dolores. Para ser correctas, las acciones morales –según Aristóteles- deben ser realizadas por el agente de acuerdo con cierta disposición. No llamamos a alguien virtuoso por el solo hecho de hacer lo correcto, sino por hacerlo de la manera correcta y con la disposición correcta. He aquí la especificación de los requisitos: i) el agente debe saber lo que hace; ii) debe elegir las acciones virtuosas por ellas mismas; iii) debe hacerlas con firmeza, con cierto estado de ánimo. Pero, ¿qué es exactamente la virtud moral según Aristóteles? He aquí su definición: “Es, por tanto, la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Es, pues, la virtud un hábito, un modo de ser. Este hecho posee una implicación interesante ya que al tratarse de un hábito, la noción de virtud exige cierta continuidad en el tiempo y tiene que ver con una práctica continuada de acciones correctas; es un hábito selectivo que debe estar determinado por la razón. Esto significa que la virtud exige deliberación, exige un proceso de ponderación de diversos cursos de acción que le otorga el status selectivo, racional y cognitivo a la virtud ética. La acción debe realizarse tal como la haría el hombre prudente. Las virtudes dianoéticas: la prudencia. Ahora bien, ¿qué es la prudencia? Podemos comprender la naturaleza de la prudencia – dice Aristóteles- considerando a qué hombres llamamos prudentes. El hombre prudente es aquel que es capaz de deliberar rectamente sobre lo bueno y conveniente para sí mismo y para vivir bien en general. La prudencia es un modo de ser racional verdadero y práctico respecto de lo que es bueno y malo para el hombre; no se limita al conocimiento de lo universal, sino que atiende fundamentalmente a lo particular, porque es práctica y la acción siempre tiene que ver con lo particular. De este modo, Aristóteles termina afirmando que la función propia del hombre se lleva acabo gracias a la prudencia y la virtud moral, porque la virtud postula los fines correctos mientras que la prudencia ofrece los medios adecuados para ellos. No es posible ser bueno sin prudencia, ni prudente sin virtud moral. DEONTOLOGISMO LA FILOSOFÍA MORAL DE KANT Esta corriente de la filosofía moral tiene sus orígenes en el filósofo alemán del siglo XVIII, Emmanuel Kant. En cierto sentido, Kant fue un típico representante de la Ilustración debido a su convicción en el poder emancipatorio de la razón y del conocimiento. Kant sostiene, sin embargo, que ni la experiencia por sí sola, ni la razón por sí sola nos brindan conocimiento. La experiencia no es una mera recepción pasiva de impresiones; antes bien, es una captación significativa de las intuiciones. Así pues, para conocer cualquier objeto de la experiencia debemos intuir y pensar. La teoría del conocimiento kantiana es relevante para su filosofía práctica por el siguiente motivo. Puesto que las relaciones causales tienen lugar únicamente cuando aplicamos las categorías a la experiencia, no hay forma de inferir relaciones causales más allá de la experiencia posible. En la naturaleza no hay libertad, sino mera causalidad. Por ende, debemos buscar el reino de la moral fuera del reino de la naturaleza. La moral tiene que ser independiente de lo que sucede en el mundo. En su indagación, Kant da por supuesta la existencia de la conciencia moral e intenta explicar cómo es posible. Lo que Kant llama “buena voluntad” no es buena por lo que realiza, no es buena por lo que nos permite hacer, no es buena por los resultados que arroja, sino que es buena en sí misma. Posee, pues, un valor absoluto, un valor no supeditado a ningún fin ulterior. Es por eso que Kant dice: “La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma”. Ahora bien, así como para la filosofía moral griega los conceptos centrales eran los de “felicidad” y “virtud”, de modo semejante, para la ética kantiana, uno de los conceptos clave es el de “deber”. El concepto de deber contiene la idea de una voluntad buena, si bien bajo ciertas restricciones u obstáculos subjetivos. El indicio más claro de la existencia de deberes en la conciencia de los hombres es el fenómeno de la constricción: observamos en nosotros mismos, pero también en los demás, que con frecuencia nuestros más fuertes impulsos (lo que Kant denomina “inclinaciones) entran en conflicto con lo que consideramos que es nuestro deber. La causa de nuestra acción debe ser el deber, y no una inclinación ya que sólo las acciones realizadas por deber tienen valor moral. En la teoría de Kant tenemos tres niveles de análisis. En primer lugar, el nivel de las acciones, que son sucesos naturales que ocurren en lo que Kant llama “mundo fenoménico”; en segundo término, las máximas particulares que rigen a estas acciones. Esas reglas de acción pueden ser, grosso modo hablando, de dos tipos: a) hipotéticas y b) categóricas. Las primeras son de la forma “Si quiero obtener tal cosa, entonces debo hacer tal otra”. Las segundas, en cambio, tienen carácter apodíctico, esto es, mandan absolutamente. Tienen la forma “No debo hacer tal cosa” o “Debo hacer tal otra”. Sólo en el caso de las máximas categóricas nos encontramos con normas auténticamente morales. En un tercer nivel de análisis tenemos el imperativo categórico como principio supremo de la moralidad. Dicho principio se aplica directamente, no sobre las acciones, sino sobre las máximas que rigen a esas acciones. El imperativo es una proposición sintético-práctica a priori; esto es, en la terminología kantiana, una proposición que nos brinda cierta clase de información (en contraposición a las proposiciones analíticas, que son tautológicas), pero que al mismo tiempo es universal y apodícticamente válida (esto es, ninguna proposición empírica puede desmentirla). La conciencia de esta ley fundamental es un hecho de la razón, según Kant, pues no puede ser inferida de premisa racional alguna sino que, antes bien, se nos impone por sí misma con una validez incondicionada. Ahora bien, tal como lo entiende Kant, la idea de voluntad de un ser racional es la idea de una voluntad universalmente legisladora. La voluntad, en tanto racional, no está simplemente sometida a la ley sino que, fundamentalmente, se legisla a sí misma. En otras palabras: el hombre, en tanto ser racional, tiene la facultad de poder darse a sí mismo sus propias leyes morales. En tanto perteneciente al reino de los fines (peculiar capacidad que posee el hombre de ser autónomo), los hombres están sujetos a la ley que ordena tratarse a sí mismo y a los demás siempre como fines, y nunca como simples medios. Y esas leyes son, precisamente, leyes que el hombre se da a sí mismo. La autonomía es, pues, el fundamento de la dignidad humana. El hombre es, por tanto, un ciudadano de dos mundos: en tanto ser fenoménico, es una criatura natural sujeta a las leyes de la naturaleza. En tanto ciudadano de un reino de los fines –mundus intelligibilisel hombre es libre en el sentido de que puede darse a sí mismo sus propias leyes de acción, a saber, las leyes de la moralidad . En tanto ser racional, el hombre posee la posibilidad de ser independiente de las causas del mundo sensible. El deontologismo contemporáneo. A principios de los años setenta, Rawls presentó sus ideas éticas y políticas en Teoría de la justicia. A partir de allí, si bien mantuvo el núcleo de su teoría, fue modificando ligeramente sus ideas. Según Rawls, la teoría de la justicia como equidad no supone ninguna concepción filosófica o metafísica. Antes bien, se trata de una concepción política de la justicia aplicable a una sociedad democrática constitucional. Con ello, Rawls pretende estar aplicando el principio de tolerancia a la filosofía misma. Pues bien, la justicia como equidad pretende resolver este conflicto mediante: a) dos principios de justicia que articulan libertad e igualdad; y b) un punto de vista imparcial que muestre que estos principios se adecuan mejor que otros a la idea de ciudadanos democráticos considerados como personas libres e iguales. He aquí los dos principios propuestos por Rawls: 1- Toda persona tiene derecho a libertades básicas iguales compatible con libertades similares para todos; 2- Las desigualdades sociales y económicas deben respetar dos condiciones: i) deben estar ligadas a empleos abiertos para todos, con igualdad de oportunidades, y ii) deben beneficiar a los menos favorecidos. La idea rectora que nos permite organizar nuestras intuiciones morales y políticas es –sugiere Rawls- la idea de la sociedad como un sistema equitativo de cooperación social entre personas libres e iguales. En síntesis, el propósito de la justicia como equidad es eminentemente práctico, no metafísico; no se presenta como verdadera, sino como practicable para llegar a un acuerdo político entre personas libres e iguales. Este acuerdo promueve fundamentalmente el bien de todas las personas. Para asegurar ese acuerdo es preciso dejar a un lado las cuestiones sustantivas filosóficas, morales y religiosas, porque estas son sumamente controvertidas. Para lograr esta condición de equidad en la situación original, Rawls sostiene que debemos apelar a lo que llama “el velo de la ignorancia”. Debemos representarnos cada uno de nosotros, en la situación original, como si estuviéramos afectados por un velo de la ignorancia acerca de nuestras condiciones físicas, psíquicas y sociales. Estas restricciones garantizan la simetría de las personas ubicadas en la situación original. En síntesis, la justicia como equidad es una concepción liberal de la justicia, que no abarca todos los aspectos de la vida de las personas, sino únicamente sus aspectos políticos. UTILITARISMO Para el utilitarismo –una corriente de la filosofía moral que tiene a Bentham y Mill como sus más importantes exponentes modernos-, son las consecuencias de nuestras acciones las que deben tomarse en consideración a la hora de evaluar el valor moral de una acción. El utilitarismo sostiene que la utilidad es el criterio de lo que es justo e injusto. Aquí, la noción de lo que es justo es elucidada en término de utilidad. Que una acción sea útil significa que produce un determinado rango de placer o ausencia de dolor. Para el utilitarismo, pues, el principio de la utilidad (o principio de la mayor felicidad) constituye el fundamento de la moral.El principio de la utilidad sostiene que “las acciones son justas en la proporción con que tienden a promover la felicidad; e injustas en cuanto tienden a producir lo contrario de la felicidad. Se entiende por felicidad el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad, el dolor y la ausencia de placer”. Las acciones son justas únicamente si promueven la felicidad general (o del mayor número posible de personas). Para Mill, el placer y la exención del dolor son las únicas cosas deseables como fines. A diferencia de Bentham, Mill piensa que los placeres pueden ser evaluados, no sólo cuantitativamente, sino también cualitativamente ya que hay dos grandes clases de placeres: los corporales y los intelectuales. De este modo, las elecciones entre acciones posibles no dependen solamente del número de placeres a los que dan lugar, sino también del tipo de placer que provocan. Así pues, desde la perspectiva utilitarista, toda acción moral correcta tiene que poder producir cierta utilidad general. En base a lo expuesto, puede decirse que el utilitarismo, comparado con la ética kantiana, representa una alternativa universalista que, sin embargo, a diferencia de ésta, considera las consecuencias de las acciones como el aspecto de evaluación moral central, y que lejos del apriorismo kantiano, pretende fundamentar los principios morales de una manera empirista. ● Pérez, Efrain: “Derechos Humanos”. Los derechos humanos son todos aquellos bienes inherentes, inderogables e inalienables de la persona humana, los cuales se manifiestan como facultades que tienen su cimiento en la dignidad intrínseca humana y cuyo ejercicio reviste un carácter histórico-social. Para el Derecho, la persona es un sujeto jurídico, titular de derechos, de cosas suyas, res justa, y destinatario de normas legalmente establecidas, de leyes. Es pues el centro y fin del quehacer estatal, como sujeto capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones. Considerados los elementos que le son propios, existen dos dimensiones de la persona en las que ésta se desarrolla. La dimensión ontológica hace referencia a las características de la persona que le confieren un valor único y supremo; tal valor se manifiesta en la dignidad humana. La dimensión jurídica consiste básicamente en su aptitud para protagonizar relaciones de derecho, esto es, en la capacidad para protagonizar la vida jurídica. Ello significa que la persona es, primero, titular de derechos y segundo, sujeto de obligaciones. Los derechos humanos son facultades, esto es, prerrogativas pertenecientes a la persona que le permiten exigir del Estado o de otras personas abstenciones o prestaciones. Para asegurar la protección de los derechos fundamentales, éstos deben ser positivaclos, es decir, convertidos en normas ele derecho, en leyes exigibles por todas las personas que habitan un territorio determinado. Los derechos humanos son todas aquefüis prerrogativas o bienes inherentes, indivisibles, inderogables e inalienables de la persona humana: - Inherentes: emanan de la persona misma - Indivisibles: por su estructura interna, no admiten fraccionamiento alguno, pues si se practicase dicha escisión perderían todo su sentido y el resultado desvanecería su esencia - Inalienables: en el disfrute o dominio de los derechos humanos no se admite que éstos sean cedidos - Inderogables: son bienes que no pueden ser despojados, dejados sin vigencia, derogados, abolidos o anulados por el ordenamiento jurídico - Universales: extensibles a todos y cada uno de los miembros del género humano sin distinción alguna de los rasgos EJERCICIO DE LOS DERECHOS HUMANOS El ejercicio de los derechos humanos se despliega de hecho cuando la persona a través de actos pone en práctica las facultades o poderes de acción que le son propios al hacer uso de un derecho fundamental. Se manifiestan como: - Libertades: Es una prerrogativa natural que tiene la persona de obrar o no, de una manera o de otra de acuerdo con los dictados de su razón, pero lleva impresa la obligación de respetar los derechos de los demás, derecho/ obligación, como ser responsable de sus actos. - Inmunidades: Es la protección total contra cualquier tipo de injerencia externa y, por tanto, de ciertas injerencias o penas que puedan parecer necesarias para el legislador sin la debida orden judicial. Los actos que son relevantes para el derecho serán los actos humanos: aquellos que la persona realiza según los dictados de la razón y de acuerdo con los dictados de la voluntad, son por tanto actos cuyo curso domina. Se caracterizan por ser externos, pues trascienden la esfera interior de la persona y se proyectan sobre los demás. Son jurídicamente relevantes, ya que pueden ser objeto de permisión, de prohibición o, en general, son reglados por el derecho. Límites de los derechos humanos Cada uno de los miembros de la sociedad está obligado a reconocer y a aceptar los límites en el goce de sus derechos con el fin de permitir el legítimo ejercicio de esos mismos derechos a los demás. Los límites deben hacerse tratando de mantener l¡i mayor libertad posible y de imponer las mínimas restricciones. Tipos de Limites al Ejercicio de los Derechos Humanos Los límites previstos en el ejercicio de los derechos fundamentales son intrínsecos y extrínsecos • Los límites Intrínsecos hacen referencia a los límites que poseen los derechos humanos en el ámbito interno, los cuales a su vez pueden ser subjetivos y objetivos. Los intrínsecos subjetivos señalan la buena fe en el ejercicio de los Derechos Humanos. Los intrínsecos objetivos demandan que el ejercicio de los derechos humanos sea racional y no abusivo. Los límites Extrínsecos son aquellos que se enmarcan ·en !as ¡limitaciones previstas en la esfera exterior que poseen los Derechos Humanos cuando la persona ejerce estos bienes fundamentales: - Derecho ajeno: Es imperativo apreciar en los derechos de los demás el primero de los límites a la libertad individual, la otra persona es un igual cuya dignidad y autonomía exigen ser respetados aunque piense o se comporte distinto. - Orden Público: Está constituido por cuatro elementos fundamentales a) Tranquilidad b) Salubridad c) Seguridad d) Moralidad Si por cualquier situación uno de estos factores se llegara a alterar, será deber de la autoridad administrativa conjurar dicha circunstancia mediante la utilización de diferentes medidas coercitivas, como el uso de la fuerza policial con el fin de restaurar el Orden Público. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS DERECHOS HUMANOS Antecedentes: El moderno concepto de derechos humanos es el resultado de un proceso impulsado por diversas corrientes del pensamiento religioso, filosófico y jurídico. Pero la protección otorgada por Jps Derechos Humanos no siempre ha beneficiado a todas las Personas. La historia de los derechos humanos no es exclusiva de la llamada sociedad occidental y tampoco se inicia en la época moderna. Pero antes de la época actual, el concepto de derechos humanos no tenía identidad autónoma. Los cambios económicos y sociales producidos durante los siglos XVI-XVII irán perfilando paulatinamente los elementos que darán forma al moderno Estado liberal de derecho. La etapa de reconocimiento jurídico, nacional e internacional, después de 1789 es una época que se encuentra marcada por la proyección de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y aparecen diversos movimientos que habrán de reivindicar los derechos de la persona. De forma paralela, está marcada por la consolidación del Estado liberal de derecho, que tiene por estructura la tridivisión del poder público y de su independencia, concretamente sobre el sistema judicial. LAS TRES GENERACIONES DE DERECHOS HUMANOS PRIMERA GENERACIÓN La Revolución Francesa marcó un antes y un después en la evolución de los derechos humanos estableciendo los principios de igualdad, libertad y solidaridad y dando origen a los “derechos civiles y políticos”. Es una limitación al poder del Estado y coadyuvan en la protección de la persona frente a los excesos de éste. La libertad entonces llegó a ser el bien fundamental sobre el cual se desarrollarán los demás derechos civiles y políticos. Los civiles son derechos que reconocen y protegen las libertades básicas de la persona; los políticos facultan a la persona para tomar parte activa de en la gestión de asuntos públicos, son derechos que dotan a la persona de unos bienes frente al Estado. El primer instrumento que los incluyó de manera global fue la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esta 1a generación es definida por algunos especialistas con el nombre de Derechos Personalísimos ya que “son derechos subjetivos privados, innatos, vitalicios, que tienen por objeto manifestaciones interiores de la persona y que, por ser inherentes, extrapatrimoniales y necesarios, no pueden transmitirse ni disponerse en forma absoluta y radical”. SEGUNDA GENERACIÓN La igualdad es el bien que habría liderado los derechos de la segunda generación o derechos económicos, sociales y culturales. Con el advenimiento de la revolución industrial a mediados del siglo XVIII y su correspondiente desarrollo en el siglo XIX hubo una incorporación masiva del campesinado a la industria y a la creación de una nueva clase obrera que se vio inmersa en condiciones laborales precarias y extenuantes. Por esto, a lo largo del siglo XIX se evolucionó hacia el Estado social de derecho planteándose la necesidad de protección de los derechos de los trabajadores a la vez que se le exige una intervención frente a la ausencia del sector privado y ante el vacío que deja. El Estado debe actuar y suplir esas carencias que demanda la comunidad y que le permiten a las personas vivir con dignidad. TERCERA GENERACIÓN Se va a cimentar en la fraternidad y de acuerdo con Karel Vasak, van a tener como referente la solidaridad, es decir, mediante la adhesión en la búsqueda de los mecanismos necesarios que eleven el nivel de vida, fomenten el progreso social y estimulen un desarrollo sustentable más acorde con el medioambiente de las naciones y pueblos en vías de desarrollo. Es por esto que también se la suele llamar la generación de “derechos de los pueblos, derechos del medioambiente o derecho al desarrollo sustentable”. Es la más controvertida y la que más debates genera debido en gran medida al compromiso que representa su reconocimiento y protección por parte de la comunidad internacional; para su pleno desenvolvimiento requieren no sólo la voluntad o cumplimientos de acuerdos por parte de un sólo Estado sino la cooperación y la participación de la comunidad internacional que hagan viable las condiciones adecuadas para su puesta en práctica, generando conciencia internacional de respeto, protección y promoción relacionada con el patrimonio común de los pueblos, de su riqueza cultural y de su biodiversidad como legado para las futuras generaciones. CUARTA GENERACIÓN Actualmente los derechos a la utilización del progreso tanto científico como tecnológico son considerados como una categoría aparte y se los ha llamado derechos de cuarta generación. Serán todos aquellos derechos que se generan a partir del desarrollo científico, tecnológico, más concretamente los relacionados con el ciberespacio. En el ejercicio de este derecho se ven vinculados estrechamente otros derechos como el derecho a la libertad de expresión, comunicación, pensamiento; y de una manera indirecta los derechos personalísimos que éstos afectan como son los derechos a la intimidad, honra y propiedad intelectual, etc. LA INTERNALIZACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS Los movimientos de reconocimiento de los derechos humanos se internacionalizaron de la mano de los acontecimientos que marcaron el siglo XX: las dos guerras mundiales y la aparición de los medios masivos de comunicación. Como resultado de la primera se suscribió el Tratado de Versailles y se planteó la creación de la OIT (Organización Internacional de Trabajo) y de la Sociedad de Naciones. Meses antes de finalizada la segunda, la comunidad internacional tomó conciencia de la importancia de establecer un organismo supranacional que se convirtiera en una institución que coadyuvara al mantenimiento de la paz, dirimiera pacíficamente los conflictos entre Estados y buscase el respeto de los derechos humanos: ONU (Organización de las Naciones Unidas) en 1945. GARANTÍA DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS El Derecho Internacional de Derechos Humanos (DIDH) dio paso a varios instrumentos que buscan comprometer a los Estados en el respeto de los derecho de la persona a través de tres mecanismos diferentes, que cubren los ámbitos internacionales, regionales y locales. SISTEMA UNIVERSAL Todos aquellos mecanismos que funcionan en el contexto de la ONU configuran el llamado Sistema universal de protección de los derechos humanos, reforzado últimamente por la Corte Penal internacional. El sistemt de Naciones Unidas para)a promoción y la protección de derechos humanos está compuesto de dos tipos principales de órganos: Órganos creados en virtud de la carta de la ONU, incluyendo la Comisión de Derechos Humanos (sistema extraconvencional) y Órganos creados en virtud de tratados internacionales de derechos humanos (sistema convencional u órganos de los tratados). Varios de esos mecanismos se hallan definidos en instrumentos que integran el llamado Derecho Internacional de los Derechos Humanos (D. L D.H.) El Derecho Internacional de los derechos humanos está integrado por instrumentos de carácter general, tratados que buscan garantizar para todas las personas el reconocimiento de un amplio grupo de derechos, e instrumentos de carácter especializado, instrumentos con los cuales se pretende reconocer o proteger un derecho específico, prevenir una detérminada violación de derechos humanos y proteger los derechos de un determinado grupo social. Sistema extraconvencional: Los mecanismos no convencionales, también llamados extra-convencionales, son aquellos que no están creados directamente por tratados internacionales sino que se derivan de las competencias generales de la Organización de las Naciones Unidas en el ámbito de los derechos humanos, tal como está consagrado en su Carta constitutiva. Sistema Convencional: El sistema convencional adopta. dos formas. Primero, los Mecanismos contenciosos, que es un recurso ante la Corte Internacional de Justicia y sólo procede por iniciativa de los estados parte. Segundo, los mecanismos no contenciosos, que son informes periódicos. De igual manera y dependiendo el caso, se adelantan las llamadas Investigaciones y los Procedimientos cuasi contenciosos de quejas y reclamaciones. Antecedentes de la Corte internacional: Los Tribunales Hasta hace muy pocas décadas no se había configurado un sistema legal permanente de naturaleza internacional capaz de juzgar y sentenciar a los responsables de las atrocidades cometidas durante el desarrollo de un conflicto militar o tras su desenlace. Los primeros Tribunales creados de manera específica por el concierto de naciones, llamados en ese entonces los "Tribunales de Nuremberg y de Tokyo", cumplieron una función ejemplar. Lamentablemente sólo juzgaron a los vencidos y no se ocuparon de sancionar los terribles crímenes y abusos perpetrados por los vencedores contra los millares de civiles que murieron con el fin de doblegar a su opositor dejando mucho que desear desde el punto de vista ético, pues los ganadores acomodaron la justicia a sus intereses, olvidando el principio moral y legal de la imparcialidad. Tribunales de Nuremberg y de Tokyo: En el de Nuremberg las personas que comparecieron ante ese tribunal fueron procesadas por crímenes clasificados en tres grupos: crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad y se formuló dentro del acuerdo de Londres. En el de Tokyo los crímenes a juzgar fueron los crímenes de guerra, los de lesa humanidad y los crímenes contra la paz; se formuló bajo el acuerdo del tribunal de Tokio. Ambos fueron cortes de justicia constituidas por jueces militares designados por cada una de las naciones victoriosas que firmaron los mencionados acuerdos. La Corte; o Tribunal Penal Internacional La comunidad internacional sorprendida ante los crímenes más atroces cometidos durante el pasado siglo XX, pretendió establecer una política del "nunca más" en todos aquellos crímenes que por su gravedad afectaban a todo el género humano concretamente, después del holocausto vivido durante la Segunda Guerra Mundial. pese a las tentativas de la gran mayoría de Países y de diversas organizaciones por establecer una Corte Penal Internacional que se encargara de juzgar a los responsables de los crímenes más atroces cometidos a nombre de un Estado, la cristalización de dicho objetivo sólo se plasma el l de julio del 2002. Se convirtió así en el primer organismo jurídico penal internacional permanente encargado de juzgar y sancionar las transgresiones más graves contra los derechos humanos en la esfera internacional. SISTEMA REGIONAL El sistema regional de protección de los derechos humanos abarca a un grupo de países que se encuentran o que comparten ciertas características geográficas. Al ser regional es una alternativa en la protección de los Derechos Humanos. Sus orígenes se basan en la creación de la ONU y en el imperativo de respeto a los bienes fundamentales. ● Singer, P., Ética práctica, Cambridge, Cambridge University Press, 1995. Fragmento de Cap. 6 “Quitar la vida: el embrión y el feto” (pp. 176-192). La posición conservadora se mueve en terreno firme al insistir que el paso del embrión al niño es un proceso gradual. Algunos liberales no ponen en duda la afirmación conservadora de que el feto sea un ser humano inocente, pero argumentan que el aborto es, sin embargo, permisible. Las consecuencias de una legislación restrictiva El primer argumento consiste en que las leyes que prohíben el aborto no evitan que éste se lleve a cabo, sino que hacen que se realice de forma clandestina, aumentando las dificultades y peligros para las mujeres con un embarazo no deseado. Lo principal de este argumento es que va en contra de las leyes que prohiben el aborto, y no en contra del punto de vista que sostiene que abortar está mal. Este argumento ilustra bien la distinción, ya que una mujer podría aceptarlo de forma consecuente y defender que la ley debiera permitir el aborto libre, mientras que al mismo tiempo decide -si está embarazada- o aconseja a otra mujer que lo esté, que abortar no está bien. Es un error asumir que la ley debería siempre imponer la moralidad; este primer argumento trata de la legislación sobre el aborto y no sobre la ética del mismo. ¿Es competencia del derecho? "Debe haber una esfera de la moralidad e inmoralidad privadas que, dicho en términos breves y claros, no sea competencia del Derecho". Este punto de Vista está ampliamente aceptado entre los pensadores liberales, y se remonta a la obra de John Stuart Mil sobre la libertad. En una sociedad pluralista, deberíamos tolerar a aquéllos que no comparten nuestras posiciones morales y dejar la decisión de abortar a la interesada. El principio de Mili es defendible sólo si se restringe, como Mili lo hizo, a actos que no dañan a los demás. Utilizar el principio como forma de evitar las dificultades de resolver la polémica ética sobre el aborto es dar por sentado que el aborto no daña a "otro", lo cual constituye precisamente el aspecto que hay que probar antes de que legítimamente podamos aplicar el principio al caso del aborto. Un argumento feminista Consiste en que la mujer tiene derecho a elegir lo que le ocurra a su propio cuerpo. Judith Jarvis Thomson, por medio una ingeniosa analogía, ha presentado un argumento que ha mucha influencia. Imaginemos, dice ella, que una mañana despertamos en la cama de un hospital, conectados de alguna a un hombre inconsciente que se encuentra en la cama a la nuestra. Se nos dice que este hombre es un famoso violinista que padece una enfermedad renal. La única forma que de sobrevivir es teniendo su sistema circulatorio conectado a otra persona con el mismo grupo sanguíneo, y nosotros somos la persona con la sangre adecuada. De modo que una asociación amantes de la música nos secuestró y llevó a cabo la operación conexión. Como nos encontramos en un hospital con buena reputación podríamos, si quisiéramos, decirle a un médico que desconectara del violinista; en cuyo caso el violinista moriría irremediablemente. Por otra parte, sí permaneciéramos conectados sólo (¿sólo?) nueve meses, el violinista se recuperaría y ser desconectados sin poner su vida en peligro. Hay que resaltar que la conclusión de Thomson no depende negar que el violinista sea un ser humano inocente, con el mismo derecho a la vida que cualquier otro ser humano inocente. Al contrario, Thomson afirma que el violinista tiene derecho a la Vida, pero tener derecho a la vida, según ella, no implica el derecho de utilizar el cuerpo de otra persona, incluso aunque no utilizarlo nos suponga la muerte. El paralelismo de este caso con el del embarazo, especialmente el embarazo a consecuencia de una violación, es evidente. Una mujer que haya quedado embarazada como resultado de una violación se encuentra a sí misma, sin haberlo elegido, conectada a un feto de la misma manera que nosotros nos encontrábamos conectados al violinista. Cierto es que una mujer embarazada no tiene normalmente que pasar nueve meses en cama, pero los que se oponen al aborto no considerarían esto como una justificación suficiente para abortar. Dar un recién nacido en adopción podría ser más difícil, psicológicamente, que abandonar al violinista al final de su enfermedad; pero esto en sí mismo no parece una razón suficiente para matar al feto. El argumento podría aplicarse más allá de los casos de violación al mucho mayor número lle mujomos que se quedan embarazadas por ignorancia, descuido o fallo en el anticonceptivo utilizado. Thomson no acepta que estemos siempre obligados a tomar la mejor línea de acción, una vez considerados todos los puntos, o hacer aquello que tenga las mejores consecuencias. En cambio, acepta un sistema de derechos y obligaciones que nos permita justificar nuestras acciones independientemente de sus consecuencias. El utilitarismo rechazaría esta teoría de los derechos, al igual que el razonamiento de Thomson en el caso del violinista. El utilitarismo sostendría que, por muy ultrajados que hubiéramos salido de ser secuestrados, si las consecuencias de desconectarnos del violinista son, mirándolo bien, y teniendo en cuenta los intereses de cualquier afectado, peores que las consecuencias de seguir conectado, debemos seguir conectados. Thomson afirmaba que su argumento justificaba el aborto incluso si permitiéramos que la vida del feto tuviera tanto peso como la vida de una persona normal. El utilitarismo diría que estaría mal negarse a mantener la vida de una persona durante nueve meses, si ésa fuera la única forma en la que esa persona podría sobrevivir. Por tanto si a la vida del feto se le da el mismo peso que a la de una persona normal, el utilitarismo sostendría que estaría mal negarse a seguir adelante con el embarazo hasta que el feto pudiera sobrevivir fuera del útero. El valor de la vida del feto El argumento principal contra el aborto desde el cual empezamos era el siguiente: Primera premisa: es malo matar a un ser humano inocente. Segunda premisa: un feto humano es un ser humano inocente. Conclusión: por tanto, es malo matar a un feto humano. La debilidad de la primera premisa del argumento conservador consiste en que descansa en nuestra aceptación de la categoría especial de la vida humana. Hemos visto que el término "humano" encuadra a dos nociones distintas: pertenecer a la especie horno sapiens y ser persona; si se toma "humano" como equivalente de "persona", la segunda premisa del argumento, es falsa y si se toma "humano" en el sentido de simplemente "miembro de la especie homo sapiens", la defensa conservadora de la vida del feto se basa en una característica a la que le falta pertinencia moral y. por tanto, la primera premisa es falsa. La creencia de que el mero hecho de pertenecer a nuestra especie, independientemente de otras características, constituye una gran diferencia sobre el hecho de que matar a un ser esté mal, es un legado de las doctrinas religiosas que incluso los que se oponen al aborto dudan en incluir en el debate: ahora se hace evidente que al movimiento "Pro-vida" 0 "Derecho a la Vida" se le ha denominado de forma errónea. Lejos de sentir preocupación por toda vida, o una escala de preocupación imparcialmente basada en la naturaleza de la vida en cuestión, los que protestan contra el aborto pero comen habitualmente a base de los cuerpos de gallinas, cerdos y terneras, muestran solamente una preocupación parcial por las vidas de los miembros de nuestra propia especie. Ya que ningún feto es persona, ningún tiene el mismo derecho a la vida que una persona. El feto como vida potencial Es al considerar su potencial para convertirse en un ser humano maduro cuando el pertenecer a la especie horno sapiens se hace importante, y el feto sobrepasa con mucho a cualquier gallina, cerdo o ternera. Mientras que es problemático si un feto es realmente un ser humano -depende de lo queramos decir por dicho término-, no se puede negar que es un ser humano potencial. Las personas se ven a ellas mismas como entidades distintas con un pasado y un futuro. No se aplican a los que ni ahora ni nunca han sido capaces de verse a ellos mismos de esta forma. Si éstos son los motivos para no matar a las personas, el mero potencial de llegar a ser persona no es un argumento válido para no matar; si los seres racionales y conscientes de sí mismos son intrínsecamente valiosos, matar a un feto humano es privar al mundo de algo intrínsecamente valioso y. por tanto, está mal. UNIDAD 3 ● Las normas éticas en la práctica profesional. En O. França Tarragó, Ética empresarial y laboral. Los fundamentos y su aplicación (pp.152-173). Para los profesionales la relacionalidad típica es la interpersonal, por lo que le corresponden las normas éticas fundamentales que tienen que ver con la confidencialidad, la veracidad, y la fidelidad. LA NORMA DE LA CONFIDENCIALIDAD Es tradicional la afirmación de que el profesional debe guardar secreto de todas las confidencias que le haga una persona durante la relación profesional y/o laboral. PSICOLOGÍA La noción de "confidencialidad" se relaciona con conceptos tales como: confidencia, confesión, confianza, respeto, seguridad, intimidad y privacidad. Así implica la protección de toda información considerada secreta, comunicada entre personas. Desde el Juramento Hipocrático, pasando por el imperativo del "secreto de confesión" de los sacerdotes católicos, hasta los modernos códigos de ética empresarial puede observarse que en la práctica de las profesiones: 1. Hay una trayectoria continua en defensa de que los individuos tienen derecho a que se guarde como secreto toda información que se relacione con la intimidad. 2. No no se considera una obligación absoluta sirio subordinada al deber de No Perjudicar al inocente. ACLARACIONES TERMINOLÓGICAS La intimidad puede ser definida como el conjunto de características biológicas, psicológicas, éticas, espirituales, socioeconómicas y biográficas de una persona, en la medida que forman parte de su vivencia o conciencia. Privacidad puede entenderse como el derecho de todo ser humano a disponer de un ambiente geo-social donde ciertos aspectos de su intimidad puedan ser preservados para sí, si así lo desea, sin que hayan intrusiones (físicas o psíquicas) impuestas por otros en ese ámbito que el individuo tiene derecho a reclamar como propio o como íntimo. Confidencialidad se refiere a la cualidad de "reservados". o "restringidos" que tienen ciertos datos sobre uno mismo -por el hecho de pertenecer a la intimidad-; o ciertas informaciones u opiniones privadas que son dichas con la suposición ·de que su difusión permanecerá controlada por el sujeto que las emite, en un sentido estricto sería la protección de la comunicación entablada entre personas y en un sentido amplio, el derecho a controlar la información referente a uno mismo. Excepciones al deber del secreto Puede llegar a romperse por dos tipos de circunstancias diferentes: 1. En contra de la voluntad del involucrado 2. Por voluntad del involucrado En contra de los intereses de las personas· o en contra de su voluntad. 1. Cuando las empresas de trabajo quieren obligar al profesional contratado a revelar los problemas psicoemocionales que puedan tener los trabajadores de la empresa 2. Cuando los agentes del gobierno, la policía, los abogados de la parte contraria, o las compañías de seguros quieren ejercer presión o aún coercitividad sobre la empresa o el profesional para que revele datos de sus clientes 3. Cuando el profesional sabe la posibilidad de determinadas enfermedades genéticas que la persona se niega terminantemente a que otros lo sepan, pero que podría poner en riesgo la vida, o la seguridad de terceros dentro de la empresa . 4. Cuando hay amenaza de gravísImos daños o perjuicios materiales contra la sociedad entera o contra individuos particulares A favor del interés y la voluntad de la persona. En este caso el individuo podría exigir al profesional o a la empresa que los datos que le han sido revelados se divulguen, por motivos que interesan primariamente a la persona pero no al profesional. l. Por motivos económicos (para justificar una conducta ante compañías de seguro, en caso de accidente) o ante su jefe de trabajo, etc. 2. Por motivos legales (acusar al mismo profesional, defenderse ante otros, declaración de competencia por haber firmado ciertos documentos, etc.) Contenido y justificación de la confidencialidad En un sentido utilitario podría afirmarse que esta regla tiene un valor instrumental, en la medida que contribuye a facilitar la confianza entre las personas y la revelación de datos a los estratos gerenciales que, de otra manera, no se revelarían. Si produce un buen fin, merecería ser mantenida; si es al contrario habría que quebrantarla. La argumentación deontológica sostiene que aunque la confidencialidad favorece la intimidad interpersonal, el respeto, el amor, la amistad y la confianza, su valor no proviene de que con esta norma se alcancen estas buenas consecuencias; esta postura sostiene que la relación profesional implica -por sus mismas característicasun acuerdo implícito de secreto, que si se rompe, es inmoral, desde el momento en que se quiebra la veracidad y la fidelidad. No obstante, la confidencialidad no es una obligación absoluta: Cuando está en juego la vida del individuo o la de otras personas, existe riesgo de que por guardar el secreto se provoquen gravísimos daños a Ia sociedad u otros individuos concretos, esta norma queda subordinada al principio de Beneficencia, que incluye velar no solo por la integridad de la vida de cada persona sino también por el bien común. LA NORMA DE VERACIDAD Para revisar el tratamiento del tema de la veracidad en los autores contemporáneos es interesante retomar la sistematización que hacen BEAUCHAMP y CHILDRESS. Según ellos habría dos definiciones diferentes del concepto de mentira, que a su vez implicarían dos nociones correspondientes de la regla de veracidad. Según el primero de ellos, mentira sería una disconformidad entre lo que se dice y lo que se piensa con la mente, pero con una intención consciente de engañar a otro; la regla de veracidad podría entenderse como decir activamente lo verdadero y en este caso, la transgresión a la regla de veracidad se haría por un acto o comisión. El segundo concepto de mentira según los autores que hemos citado, sería el acto de ocultar la verdad que otra persona tiene legítimo derecho a saber. Si definimos la mentira como "negación de la verdad que se debe a una persona", la regla de veracidad tendrá que entenderse como la prescripción de no omitir la información merecida por la persona. En este caso, la falta a la veracidad se cometería por una omisión. La fundamentación ética de la norma de veracidad, está en el Principio de Respeto por la Autonomía de las personas. No defender el derecho de las personas a tomar decisiones sobre sus vidas, que no perjudican a otros, sería violar su derecho a la autonomía. Y las personas no pueden tomar decisiones sobre sí mismas si no reciben la información veraz para hacerlo. La regla de veracidad sería claramente inmoral en los casos en que se quiera engañar a la persona para hacerle daño o explotarla; pero en aquellas situaciones en que el engaño es imprescindible para lograr beneficiar o no perjudicar a la persona, la calificación de inmoral se hace más difícil; el deber de decir la verdad es una obligación "prima facie", al igual que en el caso de la norma de confidencialidad. Debe cumplirse siempre que no entre en conflicto con el deber profesional de respetar un principio de superior entidad, que en este caso es el de Autonomía y el de Beneficencia. Su finalidad: posibilitar la decisión válida. El derecho fundamental del individuo es ser respetado como fin y no utilizado como medio. El respeto a la autonomía se posibilita por la regla de veracidad y se instrumenta por el consentimiento. Las dos características básicas que debe tener un consentimiento para ser considerado válido es, en primer lugar, que lo haga una persona competente para decidir y por otro, que dicha persona esté en condiciones válidas de hacerlo en esa situación determinada: 1. La primera condición es que la persona sea competente. El término "competencia" -que proviene del campo de lo jurídico- tiene que ver con la capacidad racional general de un individuo para comprender las informaciones recibidas y decidir en consecuencia. 2. La segunda condición para que un determinado consentimiento sea válido es que la persona haya recibido la suficiente y adecuada información. Una tercera condición es la voluntariedad: que la persona se sienta libre para tomar la decisión concreta que se le pide. Ser libre para tomar una decisión no solo tiene que ver con estar sin coerción exterior. También problemas de inmadurez afectiva, miedos particulares, angustias circunstanciales, experiencias de engaño previo, debilitamiento de la confianza en sí mismo y en los demás, fantasías contratransferenciales, etc, son algunas las tantas causas para que una decisión concreta no pueda hacerse voluntariamente y se vea seriamente afectada la validez de un acuerdo. La regla de veracidad y su instrumentación práctica: la decisión informada o el consentimiento válido desplazan la decisión -que en otras circunstancias estaría en manos del profesional-, a su verdadero lugar: la propia persona. LA NORMA DE FIDELIDAD A LAS PROMESAS HECHAS La fórmula del Juramento Hipocrático traducida a un lenguaje secular, incluye los tres elementos que componen una verdadera promesa, tal como veremos enseguida. En primer lugar formula el objetivo del juramento que es hacer todo lo posible por el bien de los enfermos. En segundo lugar, el juramento hipocrático está hecho delante de testigos. En tercer lugar establece que el médico está dispuesto a reparar los posibles daños que se deriven de no cumplir la promesa que se jura solemnemente. Por Promesa puede entenderse el compromiso que uno asume de realizar u omitir algún acto en relación con otra persona. Por fidelidad (o lealtad) se puede entender al mismo tiempo una virtud y una norma. Aquí nos referiremos a la fidelidad como la obligación que genera en una persona el haber prometido una promesa o haber aceptado un acuerdo. El que no cumple una promesa es culpable de 1io haber mantenido la palabra dada y de perjudicar al otro por todas las decisiones que lo hizo tomar a partir de la promesa. Desde un punto de vista utilitarista puede decirse que la fidelidad a las promesas es lo que garantiza el mayor bien para el mayor número. Desde una perspectiva deontológica, Ramsey ve en la fidelidad a las promesas, el principio ético básico y fundamental a partir del cual todos los demás principios morales se derivarían. ● Gracia Guillen, D. (1999). Planteamiento general de la bioética (fragmento). RAZONES HISTÓRICAS DEL NACIMIENTO DE LA BIOÉTICA Hay cuando menos dos tipos de razones que explican el nacimiento y desarrollo de la bioética en el curso de las dos últimas décadas. Uno primero lo constituyen los avances acaecidos en el campo de la biología molecular y de la ecología humana, y la creciente preocupación por el futuro de la vida sobre nuestro planeta. Otro, la profunda transformación operada en el ámbito de la medicina en los últimos cinco lustros. Las revoluciones biológica y ecológica La biología y la ecología han conseguido en las últimas décadas tal desarrollo, que para muchos la segunda mitad del sigla xx está siendo la gran era de estas ciencias, del mismo modo que la primera lo fue de la física. El crecimiento tiene límites, traspasados los cuales se pone en grave peligro la vida sobre el planeta, y que, por tanto, el desarrollo económico no sólo no va necesariamente acompañado de aumento de la calidad de vida, sino que, muy al contrario, el agotamiento de las materias primas, la contaminación de los mares, la destrucción de los bosques, la alteración de la atmósfera, etc., pueden disminuir drásticamente la calidad de vida de los hombres en las próximas generaciones y comprometen seriamente la viabilidad de la especie humana en un futuro no muy lejano. Especial atención merece el tema de la ingeniería genética. Las técnicas de reproducción asistida (IA, FIV, TE, etc.), y sobre todo la posibilidad de manipulación del genoma humano con técnicas como la del ADN recombinante, plantean en toda su crudeza el tema de si todo lo técnicamente correcto es éticamente bueno.La medicina conoce hoy unas cuatro mil enfermedades de causa genética, que producen graves trastornos físicos y psíquicos en quienes las padecen, algunos incompatibles con la vida. La revolución médico-sanitaria En ninguna otra época como en la nuestra se han planteado tantos y tan complejos problemas morales a los médicos, y nunca como ahora se ha requerido una adecuada formación ética de los profesionales sanitarios. Las razones de este cambio son de tres tipos. En primer lugar, la mayor autonomía y capacidad de decisión del enfermo; en segundo, las profundas transformaciones tecnológicas de la práctica médica; y en tercero, el modo como los poderes públicos, en particular el Estado, han diseñado y gestionado la política sanitaria. La nueva conciencia de la autonomía personal, y el movimiento de emancipación de los pacientes. Los hipocráticos dieron una interpretación peculiar del principio de beneficencia, que hoy suele conocerse con el nombre de «paternalista», entendiendo por paternalismo el beneficemismo «duro», es decir, el hecho de hacer el bien a otro aun en contra de su voluntad, y en cualquier caso sin contar con ella. Este paradigma, relación médico-enfermo vertical y asimétrica, no ha cambiado drásticamente hasta el año 1969, fecha de elaboración del primer código de derechos de los enfermos, y con él de la toma de conciencia explícita por parte del enfermo de su condición adulta, y por tanto de su capacidad para tomar las decisiones sobre su propio cuerpo. De ahí que el derecho máximo de los nuevos códigos de los enfermos sea el que se conoce con el nombre de «derecho al consentimiento informado». Nuestra situación Frente al viejo modelo del «yo mando tu obedeces», ahora ha comenzado a cobrar vigencia otro más horizontal, en el que ambos se tratan como personas adultas y responsables, y por tanto mandan y obedecen. El médico sigue siendo el que sabe medicina, y con ella intenta ayudar al enfermo, fil hace presente en la relación médico-enfermo un principio ético, que hoy suele conocerse con el nombre de «principio de beneficencia» ; el enfermo, por su parte, quiere curarse, y por ello acude al médico «autónomamente». De este modo, la vieja relación «yo mando-tú obedeces» se ha visto sustituida por esta otra: «beneficencia-autonomía». Pero a la relación médico-paciente no hay sólo dos partes, el médico y el enfermo, ni tampoco sólo dos principios, el de autonomía y el de beneficencia. Hay otra parte, la sociedad, el Estado, y otro principio, el de «justicia». CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA BIOÉTICA Los códigos deontológicos de la profesión médica, como los de cualquier otra actividad, son declaraciones de principios que los profesionales se comprometen a respetar desde el momento en que entran a formar parte de ese grupo. Esas declaraciones de principios éticos son necesarias, pero hoy resultan insuficientes. Los problemas éticos han adquirido un volumen y una gravedad tales que necesitan de otros procedimientos de análisis. La bioética está intentando responder a estas necesidades mediante métodos de resolución de problemas éticos que cumplan ciertos requisitos básicos. Ética civil En el campo específico de la bioética esto significa que aun teniendo todas las personas derecho al escrupuloso respeto de su libertad de conciencia, las instituciones sociales están obligadas a establecer unos mínimos morales exigibles a todos. Éstos ya no podrán fijarse de acuerdo con los mandatos de las morales religiosas, sino desde criterios estrictamente seculares, civiles o racionales. La bioética ha de ser, pues, una moral civil o secular. Ética pluralista Ha de ser, además, una ética pluralista, es decir, que acepte la diversidad de enfoques y posturas e intente conjugarlos en unidad superior. De ahí que el pluralismo no tenga por qué ser un obstáculo para la construcción de una ética, sino más bien su condición de posibilidad. Sólo el pluralismo universal puede dar lugar a una ética verdaderamente humana. Ética autónoma La tercera nota que ha de cumplir la bioética actual es la de ser autónoma, no heterónoma. Las éticas autónomas consideran que el criterio de moralidad no puede ser otro que el propio ser humano. Es la razón humana la que se constituye en norma de moralidad, y por ello mismo en tribunal inapelable: eso es lo que se denomina «conciencia» y «voz de la conciencia». Ética racional La tesis del racionalismo es que la razón puede conocer o priori el todo de la realidad, y que por tanto es posible construir un sistema de principios éticos desde el que se deduzcan con precisión matemática todas las consecuencias posibles Más allá del convencionalismo Finalmente, la moderna bioética aspira a ser universal, y por tanto a ir más allá de los puros convencionalismos morales. Una cosa es que la razón humana no sea absoluta, y otra que no pueda establecer criterios universales, quedándose en el puro convencionalismo. La razón ética, como la razón científica, aspira al establecimiento de leyes universales, aunque siempre abiertas a un proceso de continua revisión. Personas de muy distinta formación filosófica pueden aceptar, según ellos, un conjunto de principios éticos comunes, que ellos reducen a cuatro: autonomía, no-maleficencia, beneficencia y justicia. Estos cuatro principios son fácilmente aceptables por todos los miembros de una comunidad plural y civilizada, y pueden considerarse, por ello, como «deberes prima facie». Cuando no entran en conflicto entre sí, obligan moralmente. En caso de conflicto, habrá que ver cuál tiene prioridad sobre los demás en cada situación concreta, lo que en última instancia dependerá siempre de las consecuencias. De ahí que en el sistema de Beauchamp y Childress éstas sean las que acaban decidiendo en un sentido o en otro, Por eso su sistema es a la poste consecuencialista. Cabe afirmar, por ello, que el entramado teórico más importante de la bioética norteamericana es claramente utilitarista. Beauchamp y Childress parten del criterio utilitarista de que la obligación moral básica es lograr el mayor bien posible para todos, o al menos para la mayoría. Esto es lo que entienden por «principio de beneficencia»: evitar el mal posible (principio de no-maleficencia) y promover él bien. Pero sucede que el bien no es independiente de la autonomía de las personas, ya que unas consideran bueno lo que para otras es malo, y todas coinciden en afirmar que la realización del bien ha de contar con la aceptación de aquél a quien se hace. Por tanto, el principio de beneficencia es inseparable de otro, el «principio de autonomía». No hay beneficencia sin autonomía. Finalmente, es preciso establecer un tercer principio, el llamado «principio de justicia», a fin de reducir las desigualdades que generan (o que no evitan) los dos principios anteriores. La justicia tiene, pues, un carácter sólo compensatorio. Naturalmente, los principios de no-maleficencia y de justicia son de algún modo independientes del de autonomía y jerárquicamente superiores a él, ya que obligan aun en contra de la voluntad de las personas. Entre aquéllos y éste hay la misma diferencia que entre el bien común y el bien particular. Yo puedo, debo y tengo que perseguir mi bien particular, pero también tengo obligación, en caso de conflicto, de anteponer el bien común al propio bien particular. Si esto es así, entonces hemos de afirmar que los cuatro principios se ordenan en dos niveles jerárquicos, que podemos denominar, respectivamente, nivel 1 y nivel 2. El primero, el nivel 1, está constituido por los principios de no-maleficencia y de justicia, y el nivel 2 por los de autonomía y beneficencia. El primero es el propio de la «ética de mínimos*, y el segundo es el de la «ética de máximos». A los mínimos morales se nos puede obligar desde fuera, en tanto que la ética de máximos depende siempre del propio sistema de valores, es decir, del propio ideal de perfección y felicidad que nos hayamos marcado. Una es la ética del «deber» y otra la ética de la «felicidad». También cabe decir que el primer nivel es el propio de lo «correcto» (o incorrecto), en tanto que el segundo es el propio de lo «bueno» (o malo). Por eso el primero es el propio del Derecho, y el segundo el específico de la Moral. CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO Sería ingenuo pensar que con un sistema de principios, sea éste el que fuere, se pueden solucionar a priori todos los problemas morales. Los principios han de ser por definición generales, y los conflictos éticos son concretos, particulares. Esto hace que siempre se haya considerado necesario establecer en el proceso de razonamiento ético un segundo momento, distinto del de los puros principios. Si éste es racional y a priori, el momento de particularidad se caracteriza por ser experiencial y a posteriori. Por esto cabe decir que el razonamiento moral consta siempre de dos pasos, uno principialista, deontológico y a priori, y otro consecuencialista, ideológico y a posteriori. El primero sirve para establecer tas «normas», y el segundo las «excepciones» a la norma. LOS COMITÉS DE ÉTICA Las razones del recurso a los comités son siempre de carácter consecuencialista, Para evaluar las consecuencias es preciso tener en cuenta las perspectivas de todos los implicados, o al menos del mayor número de ellos para evaluar las consecuencias de los actos y la multitud de intereses individuales implicados en ellos. En el sistema de Beauchamp y Childress, de hecho, la jerarquización de los principios prima facie ha de efectuarse siempre a la vista de la situación concreta, y previa ponderación de las consecuencias. Quien mejor puede hacer esto no hay duda que es un comité, y tal es la razón de que en la bioética norteamericana se haya convertido en el procedimiento más usual de toma de decisiones. El problema de los CIEs no es que sean plurales, sino el que no lo sean suficientemente. Por muy amplios que se hagan, nunca podrán estar compuestos más que por un pequeño grupo de personas. De ahí el peligro de que éstas actúen teniendo en cuenta sólo los intereses de unos pocos (los grupos que directamente representan), y no los intereses de todos (de acuerdo con los principios de no-maleficencia y justicia). Para evitar esto, es necesario que los ClEs procedan siempre de forma metódica en el análisis de los casos. ● Milmaniene, M. (2013). “Otras propuestas alternativas: críticas en clave feminista” y ss. En La ética de la investigación en ciencias sociales (pp. 76- 83). Buenos Aires: Biblos. BREVE RECORRIDO DEL FEMINISMO La bioética feminista produjo también criticas destinadasa cuestionar la ética y la epistemología basada en los principios, especialmente respecto a la autonomía. Pero hay otro nivel, que se puede denominar público, expresado en el derecho: en tanto vivimos en una sociedad, se necesita que haya ciertos preceptos morales que se apliquen a todos por igual; aquí se encuentran los principios de no maleficencia y justicia. La década del 60 -época importante por la consolidación de la bioética- estuvo marcada por la emergencia de un feminismo organizado en los Estados Unidos signado por la creación de la National Organization for Women (NOW) cuya principal referente fue Betty Friedan quien orientó su lucha hacia la reforma del sistema para lograr la igualdad de los sexos y la inclusión efectiva de la mujer en la esfera pública. Uno de los ensayos más frecuentados de la época era Sexual Politics de Kate Millet quien traza dos frentes de lucha: resignificar la contrahistoria de la oposición femenina a lo largo de la historia y explorar los clásicos de la literatura para identificar la impronta del enfoque misógino. En los primeros trabajos académicos de la vertiente feminista se estudiaron las implicaciones sociales y epistemológicas de la división sexual del trabajo basados fundamentalmente en el privilegio epistemológico concedido a la hegemonía del falocentrismo; el pretendido ideal de neutralidad del trabajo es de carácter históricamente situado y siempre supone las determinaciones de género. Para la filósofa feminista norteamericana Nancy Hartsock la dificultad de pensar la opresión específica de las mujeres está relacionada con que la división sexual del trabajo fue pensada como natural o dada. En base a esto, su proyecto epistemológico consiste en recuperar los recursos cognitivos, históricamente invisibilizados y despreciados, para pensarlos desde las condiciones materiales de existencia de las mujeres, transformando la experiencia vivencial de la feminidad en saber y en lucha política por la igualdad de género ya que las categorías de género socialmente determinadas operan además como normas de control y regulación social. ● Vino, N. (2010). Los Refugiados y la Protección Internacional (Manuscrito no publicado). Buenos Aires: Facultad de Psicología-UBA. ¿Qué es un refugiado? La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 define a los refugiados según 3 tipos de cláusulas: Cláusulas de inclusión (establecen la base positiva sobre la que una persona puede considerarse refugiada); Cláusulas de exclusión (establecen a qué personas debe negársele protección) y Cláusulas de cesación (establecen cuándo llega a su fin el estatuto de refugiado). Según el Artículo 1 A de la Convención, un refugiado es una persona que “…debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él. Personas que no requieren protección - Individuos que reciben la protección o asistencia de las Naciones Unidas (es el caso de los palestinos que reciben protección de la UNRWA). - Individuos que han sido reconocidos por otro país en el cual han instalado su residencia y tienen los mismos derechos y obligaciones que los nacionales. Personas que no merecen protección - Personas que han cometido un delito contra la paz, de guerra o de lesa humanidad. - Personas que han cometido un delito común grave fuera del país de refugio. - Personas que han sido culpables de actos contrarios a las finalidades y principios de las Naciones Unidas. Cláusulas de cesación: De acuerdo con el Artículo 1C de la Convención de 1951, el estatuto del refugiado llega a su fin cuando la persona: - Acepta voluntariamente la protección de su país de nacionalidad. - Recobra voluntariamente su nacionalidad - Se establece nuevamente en el país que abandonó - Adquiere una nueva nacionalidad y protección del país - No puede negarse a aceptar la protección de su país de nacionalidad o de residencia habitual (en caso de no tener nacionalidad) pues han cambiado las circunstancias que llevaron a reconocerlo como refugiado La protección internacional es un conjunto de acciones destinadas a asegurar un acceso igualitario a los derechos (derechos humanos, derecho internacional humanitario y derecho internacional de refugiados) a todas aquellas personas abarcadas por los instrumentos legales pertinentes. Los gobiernos de los países que albergan a los refugiados y el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) son los responsables principales de brindar protección. La protección internacional de los refugiados comienza por garantizar asilo seguro, respeto de sus derechos humanos fundamentales (incluyendo el principio de no-devolución: no ser devuelto forzosamente a un país inseguro) y termina cuando se ha logrado una solución duradera. Otras personas bajo la responsabilidad del ACNUR - Repatriados: Son antiguos refugiados que regresan voluntariamente a sus países de origen. - Apátridas: Son personas que no son consideradas nacionales o ciudadanos por ningún Estado. Es decir, no tienen lazo legal con ningún Estado, motivo por el cual sus derechos no se encuentran protegidos. - Desplazados internos: Son personas que se han visto forzadas a abandonar su hogar pero, en lugar de cruzar la frontera hacia otro país, buscaron protección en otro lugar dentro de su país de origen o residencia. Las causas de los desplazamientos también pueden ser múltiples. Puede tratarse de situaciones difíciles en cuanto al respeto de los derechos humanos, o bien puede deberse a conflictos internos. También es común el desplazamiento de personas a causa de desastres naturales o ecológicos tales como sequías o huracanes. Por su condición de nacionales o residentes, no hay tratados internacionales que regulen su situación o tratamiento. El ACNUR no tiene actualmente un mandato para trabajar con desplazados internos, pero colabora con otras agencias e instituciones bajo la dirección del Coordinador de la Asistencia de Emergencia de las Naciones Unidas para asistir a estos grupos. El ciclo del desplazamiento El proceso por el que transita este “migrante obligado” comienza con la huida y culmina, después de no pocas peripecias, en el asentamiento o reasentamiento. El ciclo se desarrolla en tres etapas: I. Huida y acceso al asilo. Por lo general, buscar asilo implica no sólo superar barreras físicas para salir de un país y entrar en otro sino también, una vez que se llega, esperar la evaluación de la solicitud de asilo y, mientras tanto, intentar cubrir las necesidades diarias de vivienda y sustento. Cuando una persona decide huir deja atrás familiares y amigos cercanos, de manera que los solicitantes de asilo deben ser tratados con la comprensión y sensibilidad que su situación merece. Una vez que han sido admitidos en el territorio, los solicitantes de asilo tienen necesidad de ayuda para satisfacer sus necesidades básicas. II. Las normas de tratamiento Si bien muchas de las normas están definidas a partir de la Convención de 1951 y el Protocolo de 1967, en tanto dependen del reconocimiento de los derechos humanos, deben respetarlas aun los países que no adhieren a los documentos internacionales. Un tratamiento adecuado debe procurar: seguridad física, no devolución, necesidades materiales, acceso al mercado de trabajo y las iniciativas de autoempleo, libertad de movimiento, identificación (documento de identidad), acceso a una educación adecuada de los niños, por lo menos en el nivel básico, y a oportunidades recreativas, unidad familiar; los refugiados, por su parte, tienen la obligación de cumplir las leyes del país que los acoge. III. Soluciones oportunas y duraderas Una solución duradera es aquella que resuelve las dificultades y permite a los refugiados una vida normal, cerrando así el ciclo de desplazamiento. Aunque al buscar solución se debe considerar en cada caso la edad y el género de los refugiados, tradicionalmente, las más usuales son: - Repatriación voluntaria: regresar al país de origen en condiciones de seguridad y dignidad. - Integración local: cuando el país de asilo ofrece residencia. - Reasentamiento: se busca transferir a los refugiados a un tercer Estado dispuesto a admitirlos en forma permanente. ● PROTOCOLO DE ESTAMBUL. Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. …«se entenderá por el término “tortura” todo acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia.” CAPÍTULO I NORMAS JURÍDICAS INTERNACIONALES APLICABLES El derecho a estar libre de tortura está firmemente establecido en el marco del derecho internacional. Derecho humanitario internacional (p. 3) La legalidad de cualquier sanción se determinará por referencia al derecho nacional e internacional, prevaleciendo el derecho internacional en caso de conflicto con la legislación interna. Todos los métodos de tortura están sujetos a la misma prohibición y dan lugar a las mismas obligaciones jurídicas, independientemente de que el dolor o sufrimiento infligido sea de carácter “físico” o “mental”, o una combinación de ambos. El artículo 3 común dice: ...se prohíben, en cualquier tiempo y lugar [...] atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura [...] atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes… Mecanismos de las Naciones Unidas Los mecanismos de derechos humanos de las Naciones Unidas incluyen órganos basados en tratados, como el Comité contra la Tortura, así como órganos basados en la Carta, como el Consejo de Derechos Humanos y sus procedimientos especiales. Comité contra la Tortura El Comité contra la Tortura supervisa la aplicación por los Estados partes de la Convención contra la Tortura. Las funciones principales del Comité incluyen: examen de informes periódicos; consideración de denuncias individuales y comunicaciones interestatales; procedimiento de investigación; y la adopción de comentarios generales, que brindan una interpretación importante de las disposiciones de la Convención contra la Tortura y establecen amplia jurisprudencia sobre la tortura y los malos tratos. Relator Especial sobre la tortura. En 1985, en su resolución 1985/33 la Comisión decidió nombrar un Relator Especial sobre la tortura. El Relator Especial está encargado de solicitar y recibir información creíble y fidedigna sobre cuestiones relativas a la tortura y de responder sin demora a esas informaciones. El Relator Especial se comunica con los diferentes gobiernos a los que solicita informaciones sobre las medidas legislativas y administrativas adoptadas para prevenir la tortura y reparar sus consecuencias siempre que se haya producido, y además les pide que respondan a toda información relativa a la práctica de la tortura. Estos informes describen las medidas que el Relator Especial ha adoptado de acuerdo con su mandato y con constancia llaman la atención acerca de la importancia que tiene la rápida investigación de las alegaciones de tortura. Relator Especial sobre la violencia contra la mujer. . El Relator Especial ha establecido procedimientos con los que trata de obtener explicaciones e informaciones de los gobiernos, en un espíritu humanitario, sobre casos concretos de presunta violencia, a fin de identificar e investigar situaciones y alegaciones específicas de violencia contra las mujeres que se ven en cualquier país. En casos de violencia de género contra la mujer que supongan o puedan suponer una amenaza o temor a una amenaza inminente al derecho a la vida o a la integridad física de la persona, el Relator Especial podrá enviar un llamamiento urgente. Relator especial sobre el derecho universal a disfrutar los mayores estándares alcanzables de salud física y mental. En 2017, el relator especial, Dainius Puras, concluyó: “La salud mental ha sido a menudo descuidada y cuando recibe recursos, se vuelve dominada por modelos ineficaces y dañinos…personas de todas las edades, cuando tienen necesidades asociadas a su condición de salud mental, muy a menudo sufren tanto de ausencia de cuidados y apoyo como de la provisión de servicios ineficaces y dañinos” Derecho internacional de los refugiados y no devolución. La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados define la no devolución como el principio que prohíbe a los Estados contratantes expulsar o devolver (refouler) a los refugiados de cualquier manera a las fronteras de los territorios donde su vida o libertad estarían amenazadas en cuenta de su raza, religión, nacionalidad, membresía de un determinado grupo social u opinión política. La Corte Penal Internacional. 123. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, adoptado el 17 de julio de 1998, instituyó una corte penal internacional con carácter permanente y con la misión de juzgar a las personas responsables de delito de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra (A/CONF.183/9). La Corte tendrá su sede en La Haya. Su jurisdicción se limita a los casos en los que los Estados no pueden o no desean procesar a las personas responsables de los delitos que se describen en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. CÓDIGOS ÉTICOS PERTINENTES La ética en la atención de salud Existen claros vínculos entre los conceptos de los derechos humanos y los tradicionales principios de la ética en la atención de salud. Las obligaciones éticas de los profesionales de la salud se articulan en tres niveles que quedan reflejados en los documentos de las Naciones Unidas de la misma forma que se hace con la profesión jurídica. El principio básico del conjunto de la ética de la atención de salud, cualquiera que sea la forma como se enuncie, es el deber fundamental de actuar siempre de conformidad con los mejores intereses del paciente, sean cuales fueren las limitaciones, presiones u obligaciones contractuales. Declaraciones de las Naciones Unidas en relación con los profesionales de la salud. Estas reglas vienen a reforzar la obligación ética de los médicos antes expuesta de tratar y actuar según los mejores intereses de los pacientes a los que tienen el deber de atender. En estos principios queda bien claro que los profesionales de la salud tienen el deber moral de proteger la salud física y mental de los detenidos. En particular, se les prohíbe el uso de sus conocimientos y técnicas de medicina de cualquier manera que sea contraria a las declaraciones internacionales de los derechos individuales. Los principios de las Naciones Unidas incorporan además una de las normas fundamentales de la ética de la atención de salud al señalar que la única relación ética entre los reclusos y los profesionales de la salud es la destinada a evaluar, proteger y mejorar la salud de los prisioneros. Así, pues, la evaluación de la salud de un detenido con el fin de facilitar su castigo o tortura es evidentemente contraria a la ética profesional. Profesionales de la salud con doble obligación. Los profesionales de la salud tienen una doble obligación, una obligación principal ante su paciente, la de promover los mejores intereses de esa persona, y una obligación general ante la sociedad, la de asegurar el triunfo de la justicia y prevenir violaciones de los derechos humanos. Los intereses de su empleador y de sus colegas no médicos pueden entrar en colisión con los mejores intereses de los pacientes detenidos. No pueden ser obligados ni contractualmente ni por ninguna otra consideración a comprometer su independencia profesional. Es preciso que realicen una evaluación objetiva de los intereses sanitarios de sus pacientes y actúen en consecuencia. Aplicación de principios éticos en las evaluaciones clínicas de la tortura y los malos tratos. Los principios éticos más relevantes para las evaluaciones clínicas de casos presuntos o sospechosos de tortura o malos tratos son actuar en el mejor interés de los pacientes (beneficencia), "no hacer daño" (no maleficencia), respetar las decisiones de los pacientes (autonomía) y mantener la confidencialidad de la información compartida en encuentros con profesionales de la salud. En los últimos años, la AMM (Asociación Médica Mundial) y las Reglas Nelson Mandela han establecido la obligación ética de los médicos y otro personal médico de documentar y denunciar los actos de tortura y malos tratos en determinadas circunstancias. CONSIDERACIONES GENERALES RELATIVAS A LAS ENTREVISTAS Cuando se entreviste a una persona que alegue haber sido torturada, se tendrán en cuenta cierto número de cuestiones y factores prácticos. Finalidad de la investigación, el examen y la documentación. El objetivo general de la investigación consiste en determinar los hechos relativos a los presuntos incidentes de tortura. El objetivo del testimonio escrito u oral del médico consiste en dar una opinión de experto sobre el grado en el que los hallazgos médicos se correlacionan con la alegación de abuso del paciente, y comunicar con eficacia los signos médicos hallados por el facultativo. Además, con frecuencia el testimonio médico sirve para dar a conocer a los funcionarios judiciales y gubernamentales de otros tipos y a las comunidades locales e internacionales cuáles son las secuelas físicas y psicológicas de la tortura. Riesgo de retraumatización del entrevistado Los entrevistadores deben ser conscientes de que las entrevistas clínicas y evaluaciones, incluido el recuento de experiencias pasadas de tortura y traumas graves, así como el examen físico y el examen psicológico y los procedimientos comunes y las pruebas diagnósticas auxiliares, como los análisis de sangre, pueden ser profundamente retraumatizantes para las víctimas, tanto durante el examen como después. Los individuos retraumatizados pueden movilizar defensas fuertes que resultan en un profundo aislamiento y afectivo aplanamiento durante el examen o la entrevista; Alternativamente, pueden expresar hostilidad y enojo. Cuestiones de género Lo mejor es que en el equipo de investigación haya especialistas de ambos sexos, con lo cual la propia persona que diga que ha sido torturada pueda elegir el sexo del investigador y, cuando sea necesario, del intérprete. Entrevistas a niños Los niños tienen derecho a que se respete su consentimiento y confidencialidad. Se debe prestar especial atención a brindar apoyo, como tomarse el tiempo para establecer una buena relación, usar un lenguaje claro y apropiado para la edad en todo momento, y proporcionar descansos y oportunidades para hacer preguntas. Es importante comprender que las características y los efectos psicológicos de la tortura y los malos tratos dependen de la etapa de desarrollo del niño y de las normas sociales de la tortura de la comunidad en la que viven. Conciencia cultural, religiosa y socio/política Los médicos que realizan evaluaciones de las víctimas de presunta tortura deben tener la humildad cultural y la perspectiva transcultural necesarias para comprender y documentar eficazmente los efectos físicos y psicológicos de la presunta tortura o malos tratos. La conciencia y el aprendizaje constante de los modismos de la angustia y las conceptualizaciones específicas de la cultura del dolor y la enfermedad son de Importancia primordial para llevar a cabo la entrevista y formular la impresión clínica y la conclusión. Los entrevistadores deben asegurarse de comportarse de una manera que no ofenda las sensibilidades culturales o religiosas. Uso de intérpretes Al intérprete se le deberá advertir que todo lo que escuche y digan en las entrevistas es estrictamente confidencial. Cuando el intérprete no sea un profesional, siempre existe el riesgo de que el investigador pierda el control de la entrevista. Existe asimismo el riesgo de que un intérprete con sus propios prejuicios pueda influir sobre el entrevistado o distorsionar sus respuestas. El investigador no debe olvidar que es necesario que sea él mismo el que se dirija a la persona manteniendo contacto visual con ella, incluso si ésta tiene una tendencia natural a dirigirse al intérprete. Técnicas aplicables a la entrevista Deberán respetarse ciertas reglas básicas. La información es sin duda importante, pero aún es más importante la persona que está siendo entrevistada y el escuchar es más importante que el preguntar. La tortura, y sobre todo la tortura sexual, es un acto muy íntimo y que podría no exteriorizarse antes de la primera visita de seguimiento o incluso después. No se exigirá a nadie que hable de ninguna forma de tortura si se siente incómodo al hacerlo. Evaluación psicológica/psiquiátrica: Consideraciones Éticas y clínicas. El proceso de la entrevista El especialista clínico debe comenzar la entrevista explicando con detalle qué procedimientos se van a seguir (y las preguntas que se han de hacer sobre los antecedentes psicosociales, incluidos la relación del caso de tortura y el actual funcionamiento psicológico), lo que prepara al sujeto para las difíciles reacciones emocionales que pueden provocar las preguntas. El especialista ha de ser sensible y empático en la manera de formular sus preguntas, pero permaneciendo siempre objetivo en su evaluación clínica. El especialista debe permitir que se expresen y expliquen esos sentimientos y mostrarse comprensivo ante la difícil situación del sujeto. Además, no se debe descuidar la posibilidad de que la persona aún pueda ser perseguida u oprimida. Torturas y maltrato en lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales La investigación sobre niños y jóvenes lesbianas, gays, bisexuales y transgénero muestra que corren el riesgo de sufrir abusos físicos y psicológicos graves y prolongados, con un impacto potencialmente grave en su salud mental. Dependiendo de los diferentes niveles de estigma y patologización, las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales han experimentado en sus vidas grandes dificultades para revelar su identidad, incluso al médico examinador. Al examinar a una presunta víctima de tortura de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, se deben tener en cuenta consideraciones específicas para evitar patologizarla o volver a traumatizarla. Algunos de los principios básicos y notas clave que deben ser tenidos en cuenta por los médicos con el fin de crear una sensación de seguridad y respeto y así ayudar a las personas a revelar todos los aspectos de su historial de tortura y ayudar al médico a comprender mejor sus necesidades actuales (médica, psicosocial y legalmente) incluyen: - Reconocer que la diversidad en la orientación sexual, la identidad de género, la expresión de género y las características sexuales es normal y no es una enfermedad mental - Entender cómo se experimenta la persecución de niños, jóvenes y adultos lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales, y el modo en que afectan su salud mental y física ● Beauchamp, T. “Los fundamentos filosóficos de la ética en psiquiatría” en Bloch, S., Chodoff, P. y Green, S. (ed.), La ética en Psiquiatría, Madrid, Triacastela, 2001. (pp. 35-56). MORALIDAD El término «moralidad» se refiere a las convenciones sociales ampliamente compartidas sobre lo correcto y lo incorrecto, que constituyen un consenso general estable en todas las comunidades morales. La moralidad comprende múltiples pautas de conducta a las que aludimos como «reglas morales», «derechos humanos» y virtudes. La moralidad común La moralidad compartida por todas las personas de moralidad probada en todas las sociedades no es una moralidad, es sencillamente moralidad. Es universal, debido a que contiene preceptos éticos presentes en todo lugar donde se encuentre la moralidad. Justificación moral El objetivo de la justificación moral es fundamentar el propio razonamiento presentando motivos suficientes para una acción o creencia. La justificación exige también la imparcialidad en el proceso de deliberación moral y que se disponga de toda la información relevante posible. Hay que seleccionar y aplicar las propias razones de manera imparcial, mientras se permanece sensible a los conflictos morales así como a los conflictos con las obligaciones legales, las tradiciones religiosas, etc. TEORÍAS ÉTICAS CLÁSICAS Teorías utilitaristas Para los utilitaristas el objeto de la moralidad es favorecer el bienestar humano, minimizando los perjuicios y maximizando los beneficios. A partir del razonamiento de los utilitaristas se pueden extraer cuatro rasgos esenciales del utilitarismo: 1. El principio de utilidad. En primer lugar, los agentes están obligados a maximizar lo bueno: siempre deberíamos obtener el mejor balance posible de valores. Ello conduce a interrogantes sobre cómo hay que interpretar lo bueno o lo valioso. 2. El estándar de bondad. La bondad o naturaleza valiosa de las consecuencias debe medirse mediante hechos que supongan como bienes primarios o utilidades básicas. Muchos utilitaristas coinciden en que deberíamos obtener valores que no varíen entre las personas. Pero otros interpretan lo bueno como lo que se desea o se quiere subjetivamente, y en esta valoración la meta de las acciones morales es la satisfacción de los deseos o las necesidades. 3. Consecuencialismo. Todas las teorías utilitaristas deciden qué acciones son medibles en relación con las consecuencias de las mismas, más que en virtud de cual reco quier característica moral intrínseca que puedan poseer, como la veracidad o la fidelidad. 4, Imparcialidad (universalismo). Finalmente, en la teoría utilitarista todas las partes afectadas deben recibir una consideración imparcial e igual. Teorías kantianas Hay un segundo tipo de teoría que ha recibido el nombre de deontológica, pero en la actualidad se la denomina cada vez con mayor frecuencia kantiana por basarse en las teorías de Immanuel Kant. Éste sostenía que los actos son moralmente dignos de alabanza sólo si el motivo que empuja a la persona es la realización de un auténtico deber. El principio supremo de Kant, denominado «ley moral» e «imperativo categórico», se expresa de diversas maneras en sus escritos. En su primera formulación, el principio es que «nunca debería actuar a menos de que lo hiciera de modo tal que ello me permitiera desear que mi máxima deviniera en ley universal». Dicha formulación estipula que «se debe actuar tratando a todas las personas como un fin y nunca sólo como un medio». Así, se debe tratar a las personas como dueñas de sus metas individuales, establecidas de forma autónoma, no debemos tratar al otro exclusivamente como medio para nuestros propios fines. El imperativo de Kant sólo requiere que las personas sean tratadas en tales situaciones con el respeto y la dignidad moral á la que todo el mundo tiene derecho, incluso en los momentos en que se los utilice como medio para los fines de otros. ALTERNATIVAS A LAS TEORÍAS CLÁSICAS Las teorías alternativas propuestas son: 1) teorías de la virtud, 2) la ética del cuidado y 3) la casuística. Las dos primeras son de importancia sustantiva para la ética de la psiquiatría y la tercera contiene ideas prácticas respecto al método en ética. Ética de la virtud Este enfoque investiga el papel de la estructura motivacional típica de una persona.El motivo de actuar sólo de acuerdo a una regla de obligación no es moralmente suficiente para la virtud; además, también son necesarias virtudes tales como la escrupulosidad. La ética de la virtud puede parecer que sólo posee un interés intelectual, pero tiene un valor práctico, pues es más probable que una persona moralmente buena, con deseos o motivos rectos, entienda lo que se debería hacer, realice los actos exigidos y elabore ideales morales, en contraposición con lo que puede esperarse de una persona moralmente mala o indiferente. Ética del cuidado La «ética del cuidado» amplía algunos temas de la ética de la virtud centrados en la primacía del carácter, pero se focaliza en rasgos de las relaciones personales íntimas, tales como la simpatía, la fidelidad, el amor y la amistad. La conducta que en un determinado con texto es cuidadosa en otro puede estar irrumpiendo en la intimidad o resultar ofensiva. La ética del cuidado se adapta a este contexto de relaciones, mientras que muchas otras teorías parecen mal pertrechadas para este fin. La perspectiva del cuidado es especialmente importante en papeles como el de padre, amigo, médico y personal de enfermería, en los que es probable que haya que contar más con la respuesta del contexto, con la atención a detalles sutiles y con la perspicacia que con su adecuación a ciertas reglas. Casuística Una tercera alternativa a las teorías clásicas se ha etiquetado como «casuística». Se centra en la toma de decisiones utilizando casos particulares, donde los juicios a los que se llega tienen en cuenta los alcanzados en casos previos. Los casuistas son escépticos respecto a la capacidad de los principios y de la teoría para resolver problemas en casos específicos. Piensan que muchas formas del pensamiento y del juicio moral no implican apelar a normas generales, sino más bien a narraciones, ejemplos paradigmáticos y precedentes establecidos por casos previos. Los juicios normativos sobre ciertos casos surgen a través de las comparaciones entre ellos: al evaluar un caso se le sitúa en el contexto de una serie de casos similares, y se valoran sus semejanzas y diferencias. Se supone que el peso relativo de los valores en conflicto se determina por comparación con casos análogos. La pauta moral se obtiene mediante la acumulación de un volumen de casos significativos, que representan un consenso en la sociedad y en las instituciones alcanzado mediante la reflexión sobre tales casos. Dicho consenso se hace entonces vinculante y se extiende a las nuevas situaciones. En los juicios surge un «punto de certeza moral», y los elementos estables cristalizan en principios provisionales. A medida que crece la confianza en estas generalizaciones, se aceptan con menor provisionalidad y progresa el conocimiento moral. La meta consiste en encontrar una teoría que sistematice coherentemente estos juicios, los explique y proporcione ayuda para tratar otros ", Así entendida, la casuística no es incompatible con la teoría ética clásica; sencillamente, marca el énfasis en la determinación práctica de decisiones, más que en ofrecer una teoría general. UN SISTEMA DE PRINCIPIOS MORALES Una serie de principios generales servirá como marco analítico de los principios básicos que expresen los valores generales subyacentes a las reglas, en la moralidad común y en las normas de la ética profesional. En otro lugar James Childress y yo mismo hemos defendido cuatro grupos de principios morales que pueden cumplir esta función: 1) respeto a la autonomía (respeto a la capacidad de una toma de decisión de las personas autónomas); 2) no maleficencia (evitar causar un daño); 3) beneficencia (proporcionar beneficios y que éstos compensen los riesgos); 4) justicia (imparcialidad en la distribución de los beneficios y riesgos). Estos principios no forman un sistema o teoría moral, pero proporcionan un marco mediante el cual podemos identificar los problemas morales y reflexionar sobre ellos. Los principios aportan un punto de partida para el juicio moral y para la evaluación de las normas, pero no tienen en cuenta las particulares sutilezas de los problemas morales. Respeto a la autonomía El respeto a la autonomía es uno de los principios morales más mencionado en la ética psiquiátrica. Se encuentra arraigado en la tradición moral y en la política liberal de la importancia de la libertad y la elección individuales. Así, «autonomía» significa libertad frente a coacciones externas y la presencia de una facultad mental crítica ejemplificada por la comprensión, la intencionalidad y la capacidad de tomar decisiones voluntarias. Muchas cuestiones de ética de la psiquiatría tienen que ver con defectos en el respeto hacia la autonomía de la persona, extendiéndose desde la revelación insuficiente y manipulativa de la información pertinente hasta el no reconocimiento de un rechazo a las intervenciones médicas. Respetar la autonomía de cada paciente es reconocerle el derecho al tratamiento, con el oportuno respeto hacia sus puntos de vista. No-maleficencia Desde la época de Hipócrates los médicos han reconocido que no deben causar daño a sus pacientes. Entre los principios más citados en la historia de los códigos de ética médica se encuentra la máxima primuin non nocere: «ante todo, no hagas el mal». Beneficencia En medicina un valor fundamental es el logro del bienestar de los pacientes como meta de los cuidados sanitarios. Nos exige ayudar a los demás más allá de sus legítimos intereses, evitando o eliminando habitualmente los posibles daños; Las intuiciones morales corrientes, igual que las de los médicos, nos dicen que el deber de no causar daño a los demás se impone al deber de hacerles el bien. Quienes se dedican tanto a la práctica como a la investigación médica saben que en las intervenciones los riesgos de lesión deben ser sopesados frente a los posibles beneficios para los pacientes, los individuos y la población. El médico que declara «no dañar» no está prometiendo no causar jamás daños, sino más bien esforzarse en crear un balance positivo de buenos resultados sobre los daños originados. Ello queda reconocido en el Código de Nuremberg, que ordena: «El grado de riesgo que se asuma nunca debería exceder el determinado por la importancia humanitaria del problema que se resuelva mediante el experimento». Justicia Una persona es tratada justamente si lo es con arreglo a lo equitativo, lo conveniente o lo debido. Por ejemplo, si a todos los ciudadanos les corresponden los mismos derechos políticos, un trato justo a la persona implica concederle esos derechos. El término justicia distributiva se refiere a la distribución imparcial, equitativa y apropiada en la sociedad, determinada por normas justas de reparto que configuran parte de las condiciones de la cooperación social. Las teorías igualitarias de la justicia acentúan un acceso equitativo a los bienes primarios, las teorías liberales hacen hincapié en los derechos a la libertad social y económica, y las teorías utilitaristas destacan un empleo mixto de tales criterios para lograr la máxima utilidad pública y privada. Estas tres teorías de la justicia recogen algunas de nuestras convicciones intuitivas sobre la misma, cada una con un uso diferente de los principios. NATURALEZA Y FUNCIÓN DE LOS PRINCIPIOS MORALES W. D. Ross desarrolló una teoría destinada a ayudar en la resolución de los problemas de conflictos entre principios. Sus puntos de vista se basan en una estimación de lo que él llama deberes prima facie, que contrapone a los deberes reales. Un deber prima facie es un deber prioritario, a no ser que en alguna ocasión concreta entre en conflicto con un deber igual o más urgente. Un deber prima facie siempre es correcto y obliga, siendo indiferentes los demás aspectos y no se ve superado ni condicionado por otras exigencias morales que entren en competencia. Un deber real, por el contrario, queda determinado en las situaciones particulares por el examen del peso respectivo de los deberes prima facie en competencia. Los deberes prima facie reflejan la complejidad de la vida moral, en la que resulta imposible una jerarquía de reglas y principios. El problema de Cómo valorar los diversos principios morales sigue sin solución, lo mismo que averiguar la mejor serie de principios morales para constituir el armazón de la ética biomédica. Especificación y reforma moral Para que sean prácticos, los principios morales deben ser especificados para cada contexto y dar cabida a consideraciones de factibilidad y de política institucional. Incluso las normas concretas muchas veces son demasiado indeterminadas y necesitan una precisión ulterior”. Un simple ejemplo de especificación de las obligaciones para obtener el consentimiento aparece en la siguiente disposición de las Ethical guidelines for the practice of forensic psychiatry de la American Academy of Psychiatry and the Law: «Cuando sea posible, se obtendrá consentimiento informado del sujeto de una evaluación forense. Cuando no se requiera el consentimiento, se avisará al evaluado de la naturaleza de la evaluación. Si el evaluado no es competente para dar el consentimiento, se obtendrá por sustitución, según las leyes de la jurisdicción»36 . En ética biomédica se ha planteado otro problema por una concreción que aparece con frecuencia en la literatura de ética médica: «Los investigadores deben anteponer el bienestar de los sujetos al conocimiento científico obtenido a partir de los estudios». En el caso de muchos pacientes psiquiátricos sería moralmente incorrecto no tener en consideración el rechazo al tratamiento, pero parece legítimo hacerlo cuando está en juego un significativo beneficio de salud en aquellos pacientes que tengan un trastorno transitorio o un nivel de competencia disminuido y en casos similares. Sería demasiado rígida una doctrina que afirmara que siempre hay que aceptar un rechazo, pero resultaría arbitrario hacerlo en algunos casos y no en otros sin unos criterios razonables que nos permitan distinguir las circunstancias en las que se puede prescindir de dicho rechazo. Moralidad profesional Los principios de respeto a la autonomía y beneficencia en ocasiones entran en conflicto, dando origen al problema del paternalismo. La palabra «paternalismo» alude al tratamiento de los individuos como un padre trata a su hijo. La esencia del paternalismo es soslayar la autonomía de una persona con la intención de proporcionarle un beneficio —en medicina, un beneficio médico—. En psiquiatría las obligaciones de beneficencia que justificarían el paternalismo son obligaciones de atención propiamente profesionales.Tal patemalismo ha sido atacado durante los últimos años, sobre todo por los partidarios de los derechos de la autonomía de los pacientes. Éstos sostienen que los médicos intervienen con demasiada frecuencia y asumen un control demasiado paternalista sobre las elecciones de los pacientes. El asunto es que los pacientes pueden estar tan enfermos que sus juicios o sus capacidades voluntarias se encuentren significativamente afectadas, o que sean incapaces de comprender una información importante sobre su caso, no estando en posición de tomar decisiones cuidadosamente razonadas respecto a su tratamiento médico o farmacológico; el patemalismo está justificado si, y sólo si, los daños que se eviten a la persona sean mayores que los daños o afrentas (si las hubo) causadas por la interferencia en su libertad, y siempre que ese trato se pueda justificar de modo universal, bajo circunstancias claramente similares. Indudablemente, ciertas pocas formas de patemalismo son injustificables, pero hay un debate abierto respecto a si ciertas formas menores de manipulación y ocultamiento de la información respecto al tratamiento estarían justificadas ante objetivos tan importantes como los tratamientos capaces de salvar la vida o prevenir el suicidio. Los matices de cada caso implicarán un equilibrio de diversos factores, y la reflexión moral servirá para no asumir de entrada si el patemalismo en general está justificado o no. Ética en la vida profesional La moralidad interna aceptada por los psiquiatras y los diversos intentos de mejorarla se analizarán en este libro más adelante. Aquí sólo habría que destacar una precaución: las obligaciones legales y las pautas de las asociaciones profesionales se aceptan con frecuencia como las autoridades morales principales, y muchos miembros de la profesión creen que estas leyes y normas establecen lo éticamente correcto. Uno de los problemas de este modo de formular los modelos de conducta profesional aparece en su parte final: se considera aceptable en general la conducta que es aceptable a la luz de leyes y códigos, olvidándose de que la conducta puede ser inadecuada para los estándares de moralidad que son independientes de la ley, tales como la teoría ética y las normas de moralidad común que se han analizado a lo largo de este capítulo. Si hay una justificación moral para ayudar a algunos pacientes, los médicos no hacen nada moralmente incorrecto al actuar en su favor. Esta perspectiva da pie a la disconformidad, moralmente justificada, con las leyes en vigor y a la insumisión evasiva frente a las prohibiciones recomendadas por las asociaciones profesionales. Los médicos se sienten con frecuencia ligados por la ley y por el código ético de su profesión. En realidad están ligados, pero sólo por deberes prima facie. UNIDAD 4 ● Barbesi, B. (2007) Ética de la Relación Profesional (Manuscrito no publicado, pp. 6). Buenos Aires: Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. PSICOÉTICA Es un término que está definiendo un espacio donde, a través de la reflexión se intenta responder a conflictos éticos que propone el ejercicio de las profesiones de la psicología y de la psiquiatría. Tanto la psicoética como la deontología profesional pertenecen al campo de la ética aplicada y profesional y se sirven de la perspectiva de análisis de la ética normativa. La psicoética abarca la relación que se establece entre el profesional y el solicitante de su actividad profesional, y que en realidad comprende no sólo a los organismos profesionales sino a temas que abarcan a la sociedad en su conjunto. DEONTOLOGÍA PROFESIONAL Alude específicamente a los deberes a los que están obligados los profesionales en su actividad. El lugar que ocupa un profesional dentro de una sociedad es aquel que el estado reconoce con responsabilidades propias de decisión, con una preparación especializada en constante actualización. Los deberes que integran los Códigos de ética o deontológicos pasan a la jerarquía de ley, con carácter obligatorio y por lo tanto se constituyen en leyes de ejercicio profesional; las leyes de ejercicio profesional están a su vez subordinadas a leyes superiores que conforman un marco dentro del cual están presentes Códigos, Reglamentos y Estatutos pertenecientes a Colegios y Asociaciones profesionales. El Código de ética profesional es un sistema normativo organizado de modo de considerar las responsabilidades y obligaciones que se le imponen al profesional, en este caso el psicólogo, donde se expresan las exigencias que las personas tienen derecho a reclamar. Estructura del Código de Ética Las normas contenidas en un código de ética tienen carácter - Universal - Obligatorio - No absoluto - Prima Facie Se extiende a todo el universo que comprende a los miembros pertenecientes a ese Colegio o Institución, que está regido éticamente por un código aprobado por ese organismo; deben cumplirse obligatoriamente aunque hay situaciones excepcionales que levantan la obligatoriedad en busca de un bien mayor, de ahí que son prima facie. Documentos regionales, nacionales y de la ciudad de Buenos Aires que regulan la práctica profesional del psicólogo El código de ética de los psicólogos de la república Argentina tiene alcance nacional y ratifica los principios enunciados por el Comité coordinador de psicólogos del mercosur y países asociados que enuncia 5 principios básicos: - Respeto por los derechos y la dignidad de las personas - Competencia - Compromiso profesional y científico - Integridad - Responsabilidad social Las reglas que los psicólogos deben observar son en relación a los siguientes temas: - Consentimiento informado - Secreto profesional - Responsabilidad en las relaciones profesionales - Investigación - Docencia - Declaraciones públicas Colegios y asociaciones Dentro de la asociación de psicólogos de la república argentina hay 21 entidades federadas, dos de las cuales son asociaciones: ciudad de Buenos Aires y Mendoza; el resto colegios. El colegio profesional es una sociedad de personas que pertenece a una misma profesión . Posee el control y regulación del ejercicio profesional, y con ello el otorgamiento, registro, fiscalización de la matrícula profesional; las asociaciones no están autorizadas para esto. Tribunales y Comités de ética Los comités de ética están constituidos por un grupo de personas de diferentes profesiones y ocupaciones que se reúnen para analizar y deliberar cuestiones éticamente dilemáticas que no poseen una respuesta clara y única, en busca de alcanzar soluciones moralmente correctas. La función fundamental es consultiva, dan una opinión calificada sobre la situación planteada. La segunda función es educativa, orientando a los participantes a una permanente reflexión sobre lo actuado y establecido. El tribunal de ética está compuesto por un determinado número de miembros, profesionales colegas que pertenecen a la institución a la cual pertenece el denunciado. Al recibir una denuncia sobre una supuesta violación a las reglas establecidas, analizan si debe ser sumariado o denunciado y de ser así llegan a una resolución. La acción denunciada es juzgada y a partir de ese análisis el Tribunal resuelve si es culpable de la violación que se le atribuye y son atribuciones del mismo aplicar las sanciones correspondientes. ● Código de la Asociación de Psicólogo. Códigos de la Federación de Psicólogos de la República Argentina, 10/04/1999. Principios y reglas éticas de la profesión. El Código de Etica de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fe.P.R.A.) tiene como propósito proveer tanto principios generales como normativas deontológicas orientadas a las situaciones con que pueden encontrarse los psicólogos en el ejercicio de su profesión, estableciendo así las reglas de conducta profesional que han de regir su práctica. Consta de una Introducción, un Preámbulo, una Declaración de Principios y una sección de Disposiciones deontológicas. La Introducción expresa la intención y alcance de aplicación del Código de Etica. El Preámbulo y la Declaración de Principios constituyen objetivos deseables que guían a los psicólogos hacia los más elevados ideales de la Psicología; expresan así el espíritu de este Código y si bien no son en sí mismos reglas obligatorias deben ser considerados prioritariamente ya que constituyen el fundamento mismo del actuar ético de los psicólogos. Las Disposiciones deontológicas establecen reglas de conducta profesional; en el proceso de toma de decisiones relativas a su conducta profesional, los psicólogos deben considerar este Código de Ética y el de la Organización en que se encuentran matriculados o asociados, además de las leyes vigentes. PREÁMBULO Los psicólogos nucleados en las entidades que conforman la Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fe.P.R.A.) se comprometen a ejercer su profesión guiados por los principios y reglas de acción que contiene este Código de Etica. Propician para el ser humano y para la sociedad en que están inmersos y participan, la vigencia plena de los Derechos Humanos, la defensa del sistema democrático, la búsqueda permanente de la libertad, la justicia social y la dignidad, como valores fundamentales que se traduzcan en un hombre y una sociedad protagonista, crítica y solidaria. Entienden bienestar psíquico como uno de los Derechos Humanos fundamentales y trabajan según el ideal social de promoverla todos por igual, en el mayor nivel de calidad posible y con el sólo límite que la ética y la ciencia establecen. . Comprenden que es responsabilidad individual de cada psicólogo aspirar a alcanzar él mismo y promover en sus colegas una actitud responsable, lúcida y comprometida frente al ser humano concreto y sus condiciones.. No consienten ni participan deliberadamente prácticas discriminatorias. Propician la armonía entre colegas, pero concuerdan en que el sentimiento de solidaridad profesional no puede avalar o encubrir errores, faltas éticas, crímenes o contravenciones penales practicadas por otros en prestación de servicios profesionales. DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS A. - Respeto por los derechos y la dignidad de las personas Los Psicólogos se comprometen a hacer propios los principios establecidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Asimismo, guardarán el debido respeto a los derechos fundamentales, la dignidad y el valor de todas las personas, y no participarán en prácticas discriminatorias. Respetarán el derecho de los individuos a la privacidad, confidencialidad, autodeterminación y autonomía. B. Competencia Los Psicólogos se comprometen a asumir niveles elevados de idoneidad en su trabajo. Asimismo, reconocen las fronteras de sus competencias particulares y las limitaciones de su pericia. Los Psicólogos se mantendrán actualizados en el conocimiento científico y profesional, relacionado con su ejercicio, reconociendo la necesidad de una educación continua. C. Compromiso profesional y científico Los Psicólogos se comprometen a promover la Psicología en cuanto saber científico. D. Integridad Los Psicólogos se comprometen a promover la integridad del quehacer científico, académico, y de práctica de la Psicología. E. Responsabilidad social Los psicólogos se comprometen a asumir su responsabilidad profesional y científica hacia la comunidad y la sociedad en que trabajan y viven. Este compromiso es coherente con el ejercicio de sus potencialidades analíticas, creativas, educativas, críticas y transformadoras. NORMAS DEONTOLÓGICAS La mayoría de las reglas fueron redactadas en términos generales, de manera que puedan adecuarse a las distintas situaciones regionales y ser aplicadas a todos los psicólogos, independientemente del ámbito profesional en que desempeñen su labor, pudiendo la aplicación de una regla variar según el contexto. Las siguientes son reglas que los psicólogos deberán observar en relación con: 1.- Consentimiento informado Los psicólogos deben obtener consentimiento válido tanto de las personas que participan como sujetos voluntarios en proyectos de investigación como de aquellas con las que trabajan en su práctica profesional. 2.- Secreto profesional Los psicólogos tienen el deber de guardar secreto de todo conocimiento obtenido en el ejercicio de su profesión. Este deber hace a la esencia misma de la profesión, responde al bien común, protege la seguridad y honra de los consultantes y sus familias y es garantía de la respetabilidad del profesional; cualquiera sea el ámbito profesional de desempeño. Los informes escritos o verbales sobre personas, instituciones o grupos deberán excluir aquellos antecedentes entregados al amparo del secreto profesional y ellos se proporcionarán sólo en los casos necesarios cuando, según estricto criterio del profesional interviniente constituyan elementos ineludibles para configurar el informe. Los psicólogos podrán comunicar información obtenida cuando así lo exija el bien del propio consultante, cuando se trate de evitar la comisión de un delito o prevenir los daños que pudieran derivar del mismo, cuando el psicólogo deba defenderse de denuncias efectuadas por el consultante en ámbitos policiales, judiciales o profesionales. 3.- Responsabilidad en las relaciones profesionales. - Con los consultantes. Los psicólogos deberán ser conscientes de la posición asimétrica que ocupan frente a sus consultantes y no podrán hacer uso de su influencia más que con fines benéficos para estos. - Con los colegas. Los psicólogos mantendrán sus vínculos con colegas siempre dentro del respeto mutuo y sin intromisión en los límites de la especialidad ajena. Las divergencias que pudieran surgir deberán ser tratadas por medios coherentes con la competencia científica y la responsabilidad profesional. - Con la profesión y la comunidad. En tanto que profesionales los psicólogos deberán armonizar los intereses propios con el bien común, reconocer a la comunidad como destinataria legítima de sus servicios profesionales, propender al desarrollo científico y profesional de la psicología y conducirse siempre de manera coherente con los Principios que este código indica. 4.- Investigación La investigación psicológica perseguirá el avance del conocimiento científico y/o el mejoramiento de las aplicaciones profesionales. Esta finalidad estará siempre subordinada a la obtención de resultados humanitariamente benéficos y al respeto por los derechos de los sujetos que participen en la investigación. 5.- Docencia Los psicólogos que desempeñan funciones en la formación, capacitación, entrenamiento, supervisión de grado o postgrado de profesionales psicólogos Garantizarán el nivel académico de los docentes involucrados en la enseñanza, capacitación y entrenamiento; serán cuidadosos en el empleo de la influencia; promoverán en los alumnos el conocimiento y observancia de la ética profesional. 6.- Declaraciones públicas 6.1.- Publicidad: Los psicólogos que publicitan sus servicios deberán anteponer siempre las normas profesionales a sus intereses comerciales; la publicidad deberá hacerse en forma mesurada; no ofrecerán recursos o actividades relativas a técnicas psicológicas que no estén reconocidas por la comunidad profesional; participación que los psicólogos pudieran tener en medios de comunicación masiva será con fines educativos y divulgativos. 6.2.- Divulgación: Las declaraciones u opiniones profesionales que los psicólogos deban formular con fines de información al público deberán plantearse siempre con rigor científico; deberán abstenerse de hacer declaraciones públicas que sean falsas, engañosas, desorientadoras o fraudulentas; cuidarán que su aparición sea dentro del máximo respeto por su calidad profesional, por su propio prestigio y el de su profesión. 6.3.- Publicaciones Es inherente a la práctica de los psicólogos comunicar y discutir sus experiencias, el producto de su investigación y, en general, su producción científica, dentro del ámbito de las instituciones correspondientes a su campo de acción y a través de la publicación de sus trabajos en revistas de su especialidad profesional; en la publicación de sus trabajos científicos o profesionales los psicólogos mantendrán siempre su compromiso con la veracidad, por lo cual incluirán todos los datos pertinentes. ● Salinas, Rodrigo et al. “La confidencialidad de la consulta psiquiátrica y el deber de protección a terceros: El caso Tarasoff” en Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, Vol. 45, Nº 1, marzo de 2007 (pp. 68- 75). Neuroética debe entenderse como la ética de la neurociencia. Para el Dr. Michael Gazzaniga esta disciplina comprende el examen de “cómo nos queremos relacionar con los aspectos sociales de la enfermedad, la normalidad, la mortalidad, los estilos de vida y la filosofía de lo viviente, a partir de la comprensión de sus mecanismos cerebrales subyacentes”. En esta oportunidad se recurre a uno de los casos más clásicos de la discusión ética en torno a la atención psiquiátrica, el caso de Tatiana Tarasoff. Poddar conoció a Tatiana Tarasoff en las actividades recreativas de la residencia estudiantil donde vivía e iniciaron una relación que él, a diferencia de ella, interpretó como seria. Al darse cuenta, ella le dijo que estaba comprometida y que no deseaba una relación con él, provocando en el estudiante una seria crisis emocional. En base a esto, Poddar buscó apoyo profesional dentro de la universidad y fue derivado del psiquiatra al psicólogo, a quien le contó -en su novena sesión- que iba a matar a una mujer, claramente identificable como Tatiana. Dos días después, el psicólogo notificó a la policía que su paciente sufría de una reacción esquizofrénica paranoide y que se encontraba en riesgo de dañarse a sí mismo o de dañar a otros. La policía lo retuvo pero lo dejó ir una vez que el estudiante cambió de actitud. Dos meses después, Tatiana regresó luego de un viaje y continuó siendo acosada por Poddar, quien la acuchilló y la mató por negarse a sus requerimientos. Los padres de Tarasoff decidieron querellarse contra la Universidad de California y sus psicoterapeutas debido a que los profesionales no habían dado oportuno aviso a Tatiana ni a sus cercanos acerca de las intenciones de Poddar de asesinarla. La Corte Suprema de California en su decisión final sostuvo que los terapeutas no pueden escapar a su responsabilidad simplemente porque Tatiana no era su paciente. Cuando un terapeuta determina que, o de acuerdo a los estándares de su profesión debiera determinar, que su paciente representa un serio peligro para otros, le asiste la obligación de ejercer cuidados razonables dirigidos a proteger a las víctimas de tal peligro. Así, puede llevarlo a advertir a la posible víctima o a otros que puedan advertir a la víctima del peligro, notificar a la policía o tomar las medidas que sean razonablemente necesarias en esas circunstancias. De las muchas caras inherentes a la confidencialidad nos reducimos a tres: ¿cuánto sabía el psicólogo de Poddar? ¿por qué notificó a la policía del campus para que lo arrestara? ¿debió alertar a Tatiana? Respecto al conocimiento que tenía el psicólogo de Poddar, este había sido evaluado por el psiquiatra antes de enviarlo con él. La ficha clínica (y/o la discusión del caso antes de iniciar el tratamiento) es el material indispensable que debe estar a disposición del psicoterapeuta. Parece claro que la información completa debió estar a disposición del psicólogo y fue deber suyo haberla recabado para ejecutar mejor su asistencia profesional. El dilema de avisar a la policía encierra dos asuntos distintos. Primero, efectuar una interconsulta al psiquiatra y su supervisor para decidir los pasos a seguir. El psicólogo, efectivamente acordó, siguiéndolos, solicitar la reclusión para observar la conducta de Poddar; parece claro que fue éticamente correcto revelarles esta información. Segundo, dar a conocer el diagnóstico psiquiátrico del paciente, oralmente primero (a los psiquiatras) y luego por escrito al jefe de la policía resulta controversial desde la perspectiva bioética. ¿Era esta revelación absolutamente indispensable para justificar ante la ley su potencial peligrosidad y, por tanto, su necesidad de reclusión? El diagnóstico médico es privado, producto de la interacción que se ha llevado a cabo en la intimidad de las sesiones y, salvo que exista una causa poderosísima, le pertenece al paciente y a su médico (o equipo). Lo que interesaba eran los pensamientos y conductas objetivas que hacían aconsejable su internación y no su etiqueta diagnóstica. Por último, no haber alertado a Tarasoff es no haber hecho prevalecer al principio de justicia por sobre los otros tres (autonomía, no maleficencia, beneficencia), principio que justificaría no respetar la confidencialidad. Como conclusión, se debe considerar una excepción tener que revelar a terceros la información que se ha obtenido en la relación médico-paciente. El secreto profesional es una condición necesaria para contar con toda la información requerida que va a permitir poder ayudar efectivamente a los pacientes. Sin embargo, mantener el secreto no es obligatorio en un cierto número de circunstancias. UNIDAD 5 ● Ezequiel E. ¿Qué hace que la investigación clínica sea Ética? Siete requisitos éticos. Elucidación sistemática de estos requisitos éticos. El objetivo principal de la investigación clínica es generar conocimiento generalizable, que sirva para mejorar la salud y el bienestar y/o aumentar la comprensión de la biología humana; los sujetos que participan son sólo un medio para asegurar tal conocimiento. Los requisitos éticos para la investigación clínica están dirigidos a reducir al mínimo la posibilidad de explotación, con el fin de asegurar que los sujetos de investigación no sean sólo usados, sino tratados con respeto mientras contribuyen al bien social. Hay siete requisitos éticos que proporcionan un marco sistemático y racional para determinar si la investigación clínica es ética y están hechos para ser universales, no limitados como respuesta a una tragedia, escándalo o problema especifico, ni limitado a las prácticas en un país o por un grupo de investigadores. 1. Valor Para ser ética, la investigación clínica debe tener valor, lo que representa un juicio sobre la importancia social, científica o clínica de la investigación (1996 #3) (Freedman, 1987 #11). Esta aseveración pone el énfasis en los resultados de la investigación, en cuanto a que tienen probabilidad de promover mejoras en la salud, en el bienestar o en el conocimiento de la población. Las razones fundamentales son dos: el uso responsable de recursos limitados y el evitar la explotación.Las consideraciones de equidad -necesidad de asignar los escasos recursos con sensatez- justifican tales evaluaciones comparativas de valor. 2. Validez científica Para que un protocolo de investigación clínica sea ético la metodología debe ser válida y prácticamente realizable. La , validez es “una condición previa… una exigencia no negociable” (Freedman, 1987 #11). La justificación de validez como requisito ético recae sobre los mismos dos principios que se aplican al valor: los recursos limitados y el evitar la explotación. 3. Selección equitativa del sujeto La identificación y selección de los sujetos potenciales, que participarán en una investigación deben ser equitativas. Son cuatro las facetas de este requisito. La primera se refiere a asegurar que se seleccionen grupos específicos de sujetos por razones relacionadas con las interrogantes científicas incluidas en la investigación; la segunda requiere que a todos los grupos se les ofrezca la oportunidad de participar en la investigación a menos que existan buenas razones científicas o de riesgo que restringiesen su elegibilidad; la tercera afirma que la selección de sujetos puede considerarse equitativa sólo cuando aquellos que se reclutan como sujetos estén en condiciones de beneficiarse si la investigación proporciona un resultado positivo, como ser un nuevo tratamiento; la cuarta y última afirma que debe estar diseñada para reducir al mínimo los riesgos para los sujetos a la vez que se maximizan los beneficios sociales y científicos de los resultados de la investigación. La esencia de la equidad en la investigación en sujetos humanos es que la necesidad científica guíe la selección de los sujetos y que los criterios de elegibilidad usados sean los más amplios posibles compatibles con la interrogante de la investigación científica que se investiga y el intento de reducir al mínimo los riesgos de la investigación. 4. Proporción favorable de riesgo-beneficio Al sopesar los riesgos y los beneficios hay dos comparaciones: 1) riesgos y beneficios potenciales para los sujetos, y 2) riesgos para los sujetos comparados con beneficios para la sociedad. En general, cuanto más probable y/o severo el potencial de riesgo, mayor debe ser la probabilidad y/o magnitud de los beneficios anticipados; por el contrario, la investigación que implique menor probabilidad y/o severidad en riesgos potenciales puede tener beneficios potenciales más inciertos y/o circunscritos. La exhortación a acercamientos utilitarios hacia la maximización es muy polémica; no existe un marco determinado sobre cómo se deben “balancear” los beneficios sociales contra los riesgos individuales. No obstante, estas decisiones se toman, y son los investigadores y los Comités de Evaluación Institucional los obligados a tomarlas. El principio de no maleficencia sostiene que no se debe causar daño a una persona. Esto justifica la necesidad de reducir al mínimo los riesgos de la investigación. El principio de la beneficencia “se refiere a la obligación moral de actuar en beneficio de otros” (Beauchamp, 1994 #16). En la investigación clínica, esto se traduce en la necesidad de maximizar los beneficios de la investigación tanto para el sujeto individual como para la sociedad. 5. Evaluación independiente Una manera común de reducir al mínimo el impacto potencial de ese tipo de prejuicios es la evaluación independiente, haciendo que la investigación clínica sea revisada por peritos apropiados que no estén afiliados al estudio y que tengan autoridad para aprobar, enmendar o, en casos extremos, cancelar la investigación. Una segunda razón para la evaluación independiente de la investigación clínica es la responsabilidad social. La evaluación independiente del cumplimiento con los requisitos éticos, de un estudio o investigación, garantiza a la sociedad que las personas inscritas para los ensayos serán tratadas éticamente y no sólo como meros medios. 6. Consentimiento informado La finalidad del consentimiento informado es asegurar que los individuos participan en la investigación clínica propuesta sólo cuando ésta es compatible con sus valores, intereses y preferencias. Permitiéndole al individuo decidir si -y cómo quiere contribuir a la investigación, el consentimiento informado respeta a la persona y su autonomía. 7. Respeto a los sujetos inscritos El respeto a los sujetos inscritos implica al menos cinco actividades diferentes. Primero, el respeto incluye permitir al sujeto cambiar de opinión, a decidir que la investigación no concuerda con sus intereses o preferencias, y a retirarse sin sanción. Segundo, ya que se recopilará información sustancial sobre los sujetos inscritos, su privacidad debe ser respetada administrando la información de acuerdo con reglas de confidencialidad. Tercero, durante el curso de la investigación clínica, se pueden obtener datos nuevos, información acerca de los riesgos y beneficios de las intervenciones utilizadas. Cuarto, en reconocimiento a la contribución de los sujetos a la investigación clínica, debe haber algún mecanismo para informarlos sobre los resultados y lo que se aprendió de la investigación clínica. Quinto, el bienestar del sujeto debe vigilarse cuidadosamente a lo largo de su participación por si experimenta reacciones adversas o suceden eventos adversos severos, a fin de proporcionarle un tratamiento apropiado y, si es necesario, retirarlo de la investigación. Estas cinco protecciones hacen recordar a los investigadores, a los sujetos, a los revisores y a otros que la investigación clínica ética requiere que se cumplan los requisitos no sólo antes de comenzar la investigación; este requisito recalca la importancia del monitoreo continuo para velar por los intereses de los sujetos inscritos. La adaptación de estos requisitos a identidades, adhesiones y tradiciones culturales encajadas en determinadas circunstancias no debilita su universalidad; pues reconoce que cualquier conjunto de requisitos necesita interpretarse y especificarse en contextos específicos y que esto puede ocurrir de diferentes formas compatibles con su filosofía básica. La puesta en práctica de estos requisitos éticos y la determinación sobre si un ensayo de investigación cumple con cada uno de ellos implica una variedad de habilidades que condicionarán el tipo de capacitación y las aptitudes que será necesario asegurarse que tengan los investigadores clínicos evaluadores. En verdad, cualquier grupo designado encargado de la revisión ética independiente de los ensayos de investigación debe incluir a individuos con aptitudes científicas, estadísticas, éticas, legales; así como a ciudadanos con capacidad de reflexión que comprendan los valores sociales, las prioridades y vulnerabilidad, y las inquietudes de los sujetos potenciales. Estos siete requisitos para considerar la ética de una investigación clínica deben considerarse análogamente a una constitución, en el sentido que proporciona un marco sistemático para guiar las evaluaciones de los protocolos de investigación clínica individuales, las tradiciones de interpretación para los diversos requisitos generales, el contexto de desacuerdos y las clases de consideraciones que deben invocarse para resolverlos. ● Guber R. (2011) La entrevista en la dinámica general de la investigación.pp. 78-88 en La etnografía Buenos Aires: ed Siglo XX. La entrevista es una estrategia para hacer que la gente hable sobre lo que sabe, piensa y cree (Spradley 1979:9), una situación en la cual una persona (el investigador-entrevistador) obtiene información sobre algo interrogando a otra persona (entrevistado, respondente, informante). . En este capítulo analizaremos lo que algunos autores llaman entrevista antropológica o etnográfica (Agar 1980; Spradley 1979), entrevista informal (Kemp 1984; Ellen 1984) o no directiva (Thiollent 1982; Kandel 1982). Nuestro objetivo será mostrar que este tipo de entrevista cabe plenamente en el marco interpretativo de la observación participante, pues su valor no reside en su carácter referencial -informar sobre cómo son las cosas- sino performativo. La entrevista es una situación cara-a-cara donde se encuentran distintas reflexividades pero, también, donde se produce una nueva reflexividad. Entonces la entrevista es una relación social a través de la cual se obtienen enunciados y verbalizaciones en una instancia de observación directa y de participación. En la competencia metacomunicativa los hablantes generan contextos que exigen determinados posicionamientos de los participantes. Las respuestas entonces estarán predeterminadas por la definición de la situación y de las preguntas. Al plantearlas, el investigador establece el marco interpretativo de las respuestas, es decir, el contexto donde lo verbalizado por los informantes tendrá sentido para la investigación y el universo cognitivo del investigador. Este contexto se expresa a través de la selección temática y los términos de las preguntas. La reflexividad en el trabajo de campo y particularmente en la entrevista puede contribuir a diferenciar los contextos, a detectar la presencia de los marcos interpretativos del investigador y de los informantes en la relación; cómo cada uno interpreta la relación y sus verbalizaciones. La aplicación de este supuesto, válido con matices en la entrevista etnográfica, resulta en la obtención de conceptos experienciales (experience near concepts de Agar 1980:90), que permitan dar cuenta del modo en que los informantes conciben, viven y asignan contenido a un término o una situación; en esto reside, precisamente, la significatividad y confiabilidad de la información. Para esto la entrevista antropológica se vale de tres procedimientos: la atención flotante del investigador; la asociación libre del informante; la categorización diferida, nuevamente, del investigador. La premisa es que si bien sólo podemos conocer desde nuestro bagaje conceptual y de sentido común, vamos en busca de temas y conceptos que la población expresa por asociación libre; esto significa que los informantes introducen sus prioridades, en forma de temas de conversación y prácticas atestiguadas por el investigador, en modos de recibir preguntas y de preguntar, donde revelan los nudos problemáticos de su realidad social tal como la perciben desde su universo cultural. La categorización diferida se ejerce a través de la formulación de preguntas abiertas que se van encadenando sobre el discurso del informante, hasta configurar un sustrato básico con el cual puede reconstruirse el marco interpretativo del actor. la entrevista etnográfica requiere un alto grado de flexibilidad que se manifiesta en estrategias para descubrir las preguntas y prepararse para identificar los contextos en virtud de los cuales las respuestas cobran sentido. Estas estrategias se despliegan a lo largo de la investigación, y en cada encuentro. Dentro del proceso general de investigación la entrevista acompaña dos grandes momentos: el de apertura, y el de focalización y profundización. En el primero, el investigador debe descubrir las preguntas relevantes; en el segundo, implementar preguntas más incisivas de ampliación y sistematización de esas relevancias (McCracken 1988). Y una de las premisas clave con respecto a la duración de la entrevista es no cansar al informante ni abusar de su tiempo y disposición; los tiempos se negocian y construyen recíprocamente en la reflexividad de la relación de campo.