Subido por Clau A. (Haditalatina)

El Cuerpo de Blandengues de la Frontera

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Un breve repaso histórico de la unidad militar que estableció el fuerte de
San Juan Bautista
El Cuerpo de Blandengues de la Frontera: de milicias a
unidad de línea
Aníbal José Maffeo
(Publicado en dos partes, en el diario “El Imparcial” de Chascomús, de los días
21 y 28 de mayo de 2006)
La Avenida Pedro Nicolás Escribano es el tributo que la toponimia local brinda
a quien fuera el fundador, en 1779, del “Fuerte de San Juan Bautista”.
Escribano era militar de oficio, habiendo servido en el Cuerpo de Dragones,
unidad esta de infantería montada.
Ascendido a capitán en 1777, es destinado como comandante del fuerte del
“Zanjón”, al mando de una compañía de blandengues.
Y aunque es habitual escuchar en actos oficiales y fiestas escolares el nombre
de blandengues, muchos desconocen qué fue el cuerpo de Blandengues de la
Frontera y cuáles fueron sus orígenes.
No existían en la campaña porteña unidades regulares suficientes para
guarecer las vastas fronteras, constantemente amenazadas por el indio, por lo
que era necesario contar con milicias (unidades irregulares formadas por
pobladores locales) que engrosaran las tropas existentes, para brindar
protección a los rincones más lejanos e inhóspitos del virreinato.
Quizás el antecedente más lejano de los Blandengues sea la creación, en
1752, de tres Compañías de Milicias Rurales de Caballería, integradas
exclusivamente por criollos a sueldo, una de las cuales se asentaría en el
futuro fuerte del “Zanjón”. La elección de crear unidades de caballería, armadas
principalmente con sable y lanza, era lógica: la naturaleza de la Pampa, con
sus grandes distancias y la necesidad de movilidad para combatir al indio, eran
todos factores poco propicios para la creación de unidades de infantería.
Estas compañías, transformándose luego en el Cuerpo de Blandengues de la
Frontera, en 1780 se convirtieron en unidades “veteranas” (o regulares),
perdiendo el estatus de milicia.
Es interesante señalar que, originalmente, muchas de las compañías de
Blandengues estaban constituidas tanto por “veteranos” como por milicianos.
La principal diferencia entre la tropa “veterana” y la miliciana, es que la primera
gozaba del fuero militar (y sueldo) en todos sus grados, desde los soldados
hasta los oficiales, mientras que en la milicia, sólo gozaban de fueros militares
los oficiales, además de recibir paga sólo de manera excepcional y previa
autorización del virrey.
Justamente un año antes de su transformación en unidades regulares, el virrey
Vértiz ordenó la mejora de las unidades de blandengues, aumentando sus
efectivos y mejorando su armamento y uniforme.
La mejora de armamento se produjo con la provisión, como armas de
reglamento, de tercerolas y fusiles, siendo las primeras carabinas ligeras
apropiadas para ser disparadas por soldados montados. No obstante ello, los
blandengues siguieron conservando el arma con la que el miliciano a caballo
de mediados del siglo XVIII combatía: la fiel lanza.
Además, y para coordinar las acciones de las fuerzas que guarecían la
frontera, se instauró el cargo de Comandante Subinspector de Frontera, que
fue secundado por su propio estado mayor.
Para 1803, las compañías de blandengues habían aumentado a seis, y sus
integrantes lucían su uniforme compuesto de casaca azul, collarín, solapa y
calzón encarnado (rojo).
Para 1806, eran 400 los soldados que revistaban en los Blandengues de la
Frontera.
Pero el siglo XIX trajo otras preocupaciones a las costas del Río de la Plata,
que hicieron que los blandengues distrajeran su atención de la frontera.
Durante las Invasiones Inglesas, los blandengues tuvieron una activa
participación. Dos compañías de blandengues participaron de la Reconquista
de Buenos Aires en 1806. En febrero de 1807, durante la Segunda Invasión
Inglesa, como un paso previo a la toma de Buenos Aires, los británicos
atacaron Montevideo. Durante el combate, 325 blandengues que habían sido
enviados como refuerzos desde Buenos Aires, enfrentaron a las fuerzas
inglesas. El asalto británico fue exitoso, y los blandengues sobrevivientes
fueron tomados prisioneros.
Unos meses después, en julio de ese año, los blandengues restantes (mas el
Regimiento de Blandengues de Colonia), se enfrentaron con los ingleses en la
batalla por la ciudad de Buenos Aires, junto con el resto de las fuerzas
defensoras.
Finalizadas las Invasiones Inglesas, los blandengues volverían a la frontera,
aunque sólo por un tiempo.
En mayo de 1810, el Cuerpo de Blandengues seguía siendo el cuerpo de
caballería más numeroso, con 376 integrantes (los otros dos cuerpos del arma,
Dragones de Caballería y Húsares del Rey, sumaban 328 plazas entre ambos).
Luego de la Revolución de Mayo, los blandengues pasarían a conformar una
unidad de caballería de línea, denominándose Regimiento de Caballería de la
Patria.
Con su nueva denominación, los antiguos blandengues participaron en las
Guerras de la Independencia. Formaron parte de la Campaña Auxiliar a las
Provincias Interiores, luchando en Catagaita y en Suipacha. Luego,
acompañarían al general Belgrano en su campaña al Paraguay.
Con las unidades veteranas empeñadas en la lucha con los realistas y la
frontera sureña desprotegida, en 1816 se volvió establecer el cuerpo de
blandengues pero formado por milicianos, tal como en sus orígenes. Para
1822, volvió a constituirse como una unidad regular, formada con elementos
del Regimiento de Húsares y del Regimiento del Orden.
Cuando las Guerras de la Independencia llegaron a su fin, el Regimiento de
Caballería de la Patria pasaría a denominarse, en 1826, Regimiento 6 de
Caballería de Línea.
Luego, ya con las fronteras pacificadas (el Cuerpo de Blandengues participó de
las expediciones contra los indios entre 1821 y 1824) y con el ejército
reestructurado, el Cuerpo de Blandengues careció de su razón de ser y fue
disuelto.
Hoy en día, con el caballo reemplazado por el tanque, el viejo “sexto de
caballería” forma parte del Ejército Argentino bajo su denominación de
Regimiento de Caballería de Tanques 6 “Blandengues”, unidad del Arma de
Caballería con asiento en la ciudad de Concordia, en la provincia de Entre
Ríos, que conserva las tradiciones y el espíritu de aquellos abnegados
soldados de la frontera.
Dice el doctor Ruiz Moreno en su obra “Campañas militares argentinas” que los
blandengues fueron “el más eficaz recurso –siempre relativo- para cuidar la
frágil línea que separaba la seguridad precaria de los estancieros de los
salvajes”. Si a eso le sumamos la participación en las Guerras de la
Independencia y, por supuesto, el establecimiento del fuerte de “San Juan
Bautista”, no podemos dejar de rendir tributo al Cuerpo de Blandengues y al
capitán de blandengues Escribano, sin los cuales, Chascomús no existiría.
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