LA ORATORIA GRIEGA (LISIAS, DEMÓSTENES E ISÓCRATES) 1. Introducción Se entiende por oratoria el arte de hablar en público con la finalidad de convencer; para ello se deben seguir unas reglas cuyo estudio es el objeto de la retórica; oratoria y retórica son, pues, disciplinas complementarias. Aunque ya en los poemas de Homero y en los historiadores hay algunos ejemplos de discursos, será en la segunda mitad del siglo IV-V a.C., cuando la oratoria se convertirá en un género independiente, coincidiendo precisamente con el auge de la democracia, ya que ésta ofrecía la posibilidad de hablar en la asamblea a cualquier ciudadano y también de defenderse ante los tribunales, y la labor de los sofistas, quienes hicieron de la enseñanza de la oratoria y de la retórica la parte fundamental de su trabajo. En los juicios, era el propio acusado el que se veía en la obligación de defenderse ante el tribunal, y a menudo acudían a escritores profesionales de discursos los llamados logógrafos - o a los propios sofistas -, quienes les componían el discurso, que luego ellos, tras memorizarlo, pronunciaban ante el jurado. Tres eran los procedimientos necesarios para persuadir al auditorio: la credibilidad del orador ante el público (ἔθος); la emoción (πάθος) o la habilidad del orador para crear un efecto emocional favorable y la argumentación (λόγος) que era el más importante de los tres, pues hacía referencia a la verdad de los argumentos presentados. Todo discurso solía componerse de cuatro partes: a) La introducción (προοίμιον – proemio), en la que se pretendía granjearse la simpatía del tribunal. b) La narración (διήγησις) o exposición de los hechos. c) Las pruebas (πίστις) o presentación de testimonios, pruebas o argumentos en los que se apoyaba la defensa o la acusación. d) La conclusión (ἐπίλογος) o resumen con la intención de atraerse de nuevo al jurado hacia su terreno. Por otro lado, atendiendo a la temática o a la ocasión en la que se pronunciaba el discurso, se distinguían tres tipos de oratoria: - la oratoria forense o judicial: es decir, los discursos pronunciados ante un tribunal por los propios implicados y compuestos por escritores profesionales o logógrafos; (representada por Lisias). - La oratoria deliberativa o política: sobre todo eran los discursos pronunciados ante la asamblea u otros órganos políticos; (representada por Demóstenes) - La oratoria epidíctica: la constituida por discursos de “exhibición”, generalmente los expuestos en ocasiones solemnes, como alabanza o censura de algunos personajes; (representada por Isócrates). 2. AUTORES Y OBRAS. 2.1. LISIAS. Nacido en Sicilia, vivió en Atenas como meteco y la mayor parte de sus discursos (se le atribuyen más de 200) de carácter judicial fueron compuestos por encargo para otros, pues, por no disponer de la ciudadanía ateniense, no pudo desempeñar la oratoria política. Especialmente debe destacarse su capacidad para retratar el carácter de los implicados, su estilo simple, claro y sencillo y su vivacidad, lo que hace de ellos uno de los mejores testimonios sobre la vida privada ateniense de finales del s. V a.C. y comienzos de IV a.C. Así, por ejemplo, el pronunciado “sobre los mercaderes de trigo y sus abusos"; o “sobre el inválido” o "petición de subsidio de un pobre inválido", etc. El más importante de ellos es el titulado “Contra Eratóstenes”, que él mismo presentó como acusador de uno de los Treinta Tiranos, a quien hizo responsable del asesinato político de su hermano y de la confiscación de la fábrica familiar de armas que tenían. 2.2. DEMÓSTENES. Consideraba que el propio acto de la declamación era el elemento fundamental de un discurso, con todos sus recursos orales y visuales. Su estilo era poderoso, vigoroso, apasionado, violento, con todo calculado, aun aparentando improvisación: sorprendentes cambios de tono, mezclas de estilo, metáforas, preguntas retóricas, diálogos fingidos, apóstrofes, etc., todo con la intención última de impactar intelectual y emocionalmente al auditorio, con un cuidado especial de la estructura de la oración y su disposición rítmica, así como del empleo de partículas deícticas y expresivas que enfatizaban el contacto directo con la audiencia. Inicialmente practicó la oratoria judicial, pues se vio obligado a reclamar a sus tutores la herencia paterna que éstos habían dilapidado. Sin embargo, su producción más destacada es de carácter político y estuvo generada por la figura de Filipo, rey de Macedonia, contra quien compuso sus 4 “Filípicas” en las que lo acusaba de atacar a Grecia bajo la máscara de la paz y llamaba al panhelenismo frente a Filipo, advirtiendo a sus conciudadanos del peligro que representaba, pues pondría fin a la independencia y a la libertad de los estados griegos. Aunque consiguió que los atenienses enviaran un ejército contra Filipo y que se aliaran con los de Platea – tradicionales enemigos de los atenienses-, sus esfuerzos resultaron inútiles, pues Filipo derrotó a los griegos en la batalla de Queronea. 2.3. ISÓCRATES. Ateniense, de familia adinerada y esmerada educación, practicó todas las formas de la oratoria, pero abandonó la labor de escribir discursos judiciales para abrir una escuela en Atenas en la que enseñaba retórica, ejerciendo una gran influencia entre los intelectuales de su época y posteriormente en Cicerón. Como representante de la oratoria epidíctica, elaboraba sus discursos cuidadosamente, para que se leyeran en pequeños grupos o circularan por escrito. Sus discursos revelan un claro patriotismo de unidad de los griegos – panhelenismo - ya sea bajo Atenas o Esparta, o incluso bajo Filipo, pero siempre contra el bárbaro, que él identificaba con el Imperio Persa. Su ideal se verá encarnado posteriormente en Alejandro Magno. El más conocido de sus discursos es “Panegírico”, en el que trató el tema de la unidad griega.