¿Es posible disminuir la pobreza con inflación? Hablar del problema de la inflación se ha puesto de moda. Una novedad que los más ricos parecen no gustar tanto como sí lo hacen los más pobres, según nos ilustrara hace muy poco la Universidad del Pacífico. Siempre ha sido así. En épocas de crisis, los más pudientes tienen una cartera de alternativas para capear el recorte estacional de su consumo. En realidad, la importancia del gasto alimentario en sus canastas es tan baja, que un incremento marginal de los precios de los alimentos apenas si hace mella en su gasto total. Si el aumento es abrupto, pueden sacrificar el consumo de algunos bienes y servicios suntuarios, pero de allí no pasa nada más. En comparación, los más pobres si son más vulnerables a los embates de la inflación, sobre todo si a esta se le ocurre manifestarse en el componente más importante de su canasta: los alimentos. En un país con más del 50% de su canasta compuesta por alimentos (en la sierra rural alcanza el 67% en promedio), los pobres tienen que pagar más si quieren consumir igual que antes. Pero como no pueden, deben recurrir al autoconsumo o a los programas sociales, básicamente los alimentarios. La cobertura de los programas alimentarios es bastante alta en nuestro país y tiene un costo singular: aproximadamente 850 millones de soles al año. Según el INEI (Informe Técnico de Sep. 2007), durante el segundo trimestre del año 2007, el 34.5% de los hogares del Perú se beneficiaba de alguno de los programas alimentarios. En el área rural, esta cifra alcanzó al 53.3%, en tanto que en Lima Metropolitana la cobertura fue del 21.9%. Sin esta ayuda es probable que la tasa de pobreza (sobre todo la extrema) sea más alta que la observada en la actualidad. Y, si la inflación sigue siendo alta, tendrá un impacto directo en el costo total de los programas alimentarios encareciéndolos por encima del financiamiento ya asegurado y bien puede producir cualquiera de los siguientes eventos: i) una disminución de la cobertura total de beneficiarios, o bien ii) una reorientación de los programas alimentarios hacia las zonas más céntricas del territorio perjudicando a los más pobres entre los pobres. Lo anterior implica que por cualquiera de las dos vías, o ambas a la vez, obtendremos un mayor número de pobres. Esto contribuirá a aumentar el nivel de conflictividad social y el descontento con el actual régimen gubernamental lo que motiva la siguiente pregunta: ¿Cuánta inflación será necesaria para volver a observar el mismo número de pobres que al inicio del boom del crecimiento económico? En el año 2001, la tasa de pobreza extrema, según el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2008-2010 fue de 24.4%, lo que significa que habían un poco más de 6.3 millones de personas que vivían en tal situación. En comparación, el 2006, según el INEI, esta tasa alcanzó el 16.1% es decir, afectó a un menor número de personas. Aproximadamente a 4.4 millones. Confrontando ambas cifras, advertiremos que el número de personas en pobreza extrema se ha reducido en cerca de 1.9 millones. En el caso de la pobreza total, ésta también se ha reducido en un poco más de 1.4 millones de personas durante el mismo periodo. Estos resultados se han logrado gracias al crecimiento económico sostenido con baja inflación vivido entre el 2001 y el 2006 (4.75% y 1.66% en promedio anual respectivamente). El problema es que el actual panorama económico del mundo aparece amenazador para con estos resultados. Como consecuencia de la recesión originada por la crisis hipotecaria de los Estados Unidos, se está produciendo una desaceleración generalizada de la economía mundial a la par que los precios de los alimentos y la energía están aumentando sin parar. Este fenómeno tendrá un profundo impacto en el desempeño económico de nuestro país, dado que se conoce que cerca del 40% del dinamismo de nuestro crecimiento económico se explica por la actividad de la economía mundial (Österholm y Zettelmeyer, 2007) y más específicamente de los Estados Unidos (Castillo et al, 2006). Estas afirmaciones son confirmadas por el reciente informe del FMI, World Economic Outlook, donde se señala claramente que este impacto podría ser mayor “… en tanto que las economías [latinoamericanas] se han vuelto más abiertas al comercio y los flujos de capital y los shocks domésticos se han vuelto menos intensos” En efecto, mientras que el MMM 2008-2010 del MEF anunciaba que el crecimiento en el 2008 y 2009 iba a ser de 6.5% y 7% respectivamente, es decir, una cuesta arriba; el FMI notifica hoy que el crecimiento del Perú será de 7% y 6% en el mismo periodo, esto es, una cuesta abajo. Ante tal situación, parece ser que la única opción de política recomendada para países como el nuestro va a ser de tipo monetario (el BCRP ya anunció el aumento de las tasas de encaje) ya que la política fiscal debe mantenerse prudente y buscar ante todo mejorar su eficiencia y calidad de gasto antes que su cantidad para no desequilibrar las cuentas fiscales. 2 Como consecuencia de ello, el informe del FMI anuncia que la inflación dejará de ser una preocupación, al menos para nuestro país, pues pasará de 3.5% a 2.5% entre 2008 y 2009 lo que implica que los temores sobre un aumento abrupto de la pobreza por causa de este factor serían sin fundamento. Pero la secuela que este proceso inflacionario ‘importado’ nos dejará, es una economía peruana con menor dinamismo lo que golpeará definitivamente en los indicadores sociales de nuestro país, aumentando por lo tanto, la pobreza extrema y total. Los episodios recesivos inciden con mayor fuerza y rapidez en el deterioro de los niveles de vida que los episodios expansivos que tardan un poco más en hacer notar sus beneficios. En tal sentido, tal parece ser que la meta propuesta de alcanzar una tasa de pobreza del 30% al término del gobierno de Alan García está en cuestión y, con ello, se pone en duda la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Va a ser necesario que el Sr. Presidente escriba menos acerca de los perros del hortelano y que más bien piense y escriba un poco más sobre cómo hacer frente a los asaltos de la globalización. Pedir un poquito de ayuda a los entendidos, no le haría nada mal. desco Opina / 11 de abril 2008 3