Subido por kevin estrada

Qué se entiende por problemas escolares

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¿Qué se entiende por problemas escolares?
Los problemas escolares son situaciones, internas o externas al estudiante, que causan una mala
adaptación a alguno o varios de los aspectos del contexto escolar. Por ejemplo, los problemas
escolares pueden expresarse en forma de:
Malas calificaciones o bajo aprovechamiento escolar
Falta de motivación y/o concentración
Problemas emocionales, como ansiedad o depresión constante
Dificultades para socializar y llevarse bien con los compañeros
Bullying o acoso escolar
Conductas negativas, desafiantes o antisociales
Deserción escolar
Analfabetismo funcional
Es importante que aprendamos a diferenciar las expresiones o manifestaciones de los problemas
escolares de sus causas, porque cuando no lo hacemos, corremos el riesgo de atacar la
consecuencia y no la dificultad de raíz.
Por ejemplo, si un alumno comienza a presentar problemas de aprovechamiento, en lugar de
asumir que tiene que esforzarse más, debemos sondear qué está causando esa afectación en sus
calificaciones, porque puede tratarse de un tema de motivación que puede resolverse con una
mejor estrategia de enseñanza por parte del docente, pero también puede ser que tenga fuertes
problemas en casa o que esté padeciendo acoso escolar de parte de sus compañeros.
En ninguno de estos casos la causa del problema recae directamente en el esfuerzo del alumno,
sino que está enfrentando situaciones adversas que muchas veces no están en su control.
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Los 7 ejemplos de problemas escolares más comunes, ¿qué pasa cuando los combatimos de raíz?
Cuando en nuestra institución académica hay una alta incidencia de dificultades de adaptación
escolar, ya sea de tipo académico o social, eso suele ser una clara señal de que la escuela no está
ofreciendo suficiente apoyo a los alumnos.
Incluso aunque los problemas escolares sean causados por temas ajenos a la institución, como el
hecho de venir de una familia disfuncional, debemos recordar que la escuela también es un pilar
comunitario para ayudar a los padres a ofrecer una mejor calidad de vida a sus hijos.
Esta postura de la escuela como un eje de inclusión y desarrollo social integral gana cada vez más
fuerza en América Latina, y la podemos ver ejemplificada en reformas como la Nueva Escuela
Mexicana, que le da gran protagonismo a los padres de familia en la educación.
En conclusión: las instituciones escolares tienen una gran responsabilidad, pero sobre todo
una gran oportunidad de incidir positivamente en varios aspectos directa o
indirectamente relacionados con el aprendizaje y para disminuir el efecto de algunas de las
problemáticas más frecuentes. Veamos siete de ellas:
Dificultades de aprendizaje
Se trata de condiciones intrínsecas al alumno que pueden tener una base orgánica, por ejemplo la
dislexia, la discalculia o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Se estima que este
tipo de problemas escolares afectan a uno de cada diez niños y jóvenes en edad escolar.
Estas estadísticas son alarmantes cuando consideramos que, aunque hasta un 10% de nuestros
alumnos podría necesitar acompañamiento especializado, en la práctica son muy pocos los
docentes que cuentan con las competencias necesarias para apoyar a alumnos con necesidades
especiales.
El simple hecho de capacitar a los maestros para que puedan identificar alumnos con alguna
condición o problema de aprendizaje, desplegar estrategias de enseñanza adaptadas y asesorar a
los padres de familia, puede mejorar mucho el rendimiento y las oportunidades académicas de
una gran parte de la población escolar.
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Familias disfuncionales
De acuerdo con la UNICEF, casi la mitad de niños, niñas y jóvenes en Latinoamérica están en riesgo
de que su núcleo familiar no cubra adecuadamente sus necesidades básicas, tanto físicas como
emocionales.
Los problemas de disfunción familiar son extremadamente comunes, al grado de que la violencia,
el machismo, el abuso y la carencia prácticamente se han normalizado en muchas regiones. Estos
se ven reflejados principalmente en problemas escolares de aprovechamiento y de conducta,
acoso y deserción escolar.
Las causas subyacentes a la disfunción familiar pueden tener que ver con falta de educación, con
adicciones, con falta de oportunidades, con un contexto social hostil o todas las anteriores.
Como instituciones educativas, no solamente podemos ofrecer talleres de crianza asertiva a los
padres de familia, también podemos asesorarlos en temas personales y de pareja, así como
ayudarles a conectar con programas de apoyo gubernamentales y a desplegar una mejor
participación ciudadana por el bien de toda la comunidad.
Falta de inclusión
La diversidad cultural, racial, sexual, religiosa, socioeconómica y estructural, así como la
discapacidad en cualquiera de sus formas o incluso los diferentes estilos de aprendizaje, están
presentes en todos los estratos de la sociedad, tanto a nivel individual como familiar.
Sin embargo, la mayoría de los entornos escolares privilegian a los estudiantes neurotípicos que
provienen de familias nucleares y que se adaptan a un estándar estético y heteronormado muy
restrictivo, mientras que los demás están en riesgo de rezagarse académicamente por falta de
acompañamiento adecuado, o incluso de sufrir discriminación, tanto de sus compañeros como de
la propia institución.
Desplegar políticas genuinamente inclusivas para los estudiantes y para sus familias,
concientizando en la diversidad a todos los implicados, disminuye sustancialmente el riesgo de
acosos escolar, depresión, ansiedad y bajo aprovechamiento escolar.
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Baja competencia docente
Los maestros son los responsables de darle la máxima relevancia posible al conocimiento, de tal
manera que los estudiantes se sientan realmente motivados a aprender y a desarrollar nuevas
habilidades que luego podrán utilizar a su favor en la vida real.
Para lograrlo, es necesario no solamente dominar el contenido del plan de estudios, sino
metodologías pedagógicas de alto nivel relacionadas con la empatía, la comunicación, el control
de grupo y el aprendizaje significativo, entre muchas otras.
Cuando nuestros docentes están en capacitación y actualización continua, nos aseguramos de que
puedan detonar la motivación intrínseca de los estudiantes, para que no dependan tanto de la
motivación extrínseca. Esto conlleva a una mejor autogestión y a un aumento general en el
desempeño académico.
Planes de estudio desactualizados
Si bien las estrategias de los docentes tienen un gran peso combatiendo algunos de los problemas
escolares más comunes, obligarlos a trabajar con materiales y planes de estudio desactualizados,
que ya no presentan relevancia para los estudiantes, ciertamente dificulta la tarea.
En muchas escuelas de América Latina siguen utilizándose planes académicos del siglo pasado,
que no toman en cuenta las nuevas corrientes y herramientas pedagógicas, el enfoque
posmoderno que permea actualmente a las humanidades, ni objetivos de aprendizaje centrados
en las necesidades del alumno y de su comunidad.
La actualización y adaptación de los programas académicos a las realidades de los estudiantes
detona la motivación y el sentido de agencia, y permite construir comunidades estudiantiles más
participativas en la solución de los problemas individuales, escolares y comunitarios.
Rezago tecnológico
Las nuevas tecnologías se están convirtiendo en uno de los pilares más importantes de la
educación, ya que gracias a ellas podemos enriquecer, facilitar y democratizar el aprendizaje.
Por desgracia, aún es común ver que las metodologías son extremadamente analógicas en muchas
escuelas, especialmente en instituciones públicas que se encuentran en zonas de bajos recursos.
Por un lado, las escuelas no siempre tienen el presupuesto para invertir en tecnología, y por otro,
muchas familias no pueden costear dispositivos digitales.
El rezago tecnológico causa una enorme brecha de aprovechamiento y pone en riesgo a las y los
estudiantes de perder muchas oportunidades, lo cual fomenta la desmotivación y la deserción
escolar.
Pareciera que no hay mucho que hacer a este respecto, sin embargo, el rezago tecnológico puede
comenzar a combatirse desde las escuelas mediante el aprovechamiento del mínimo común
denominador tecnológico de las familias, que suele ser un dispositivo móvil con conexión a
internet intermitente.
Uso inadecuado de las tecnologías móviles
Si bien los celulares y las tablets pueden y deben convertirse en aliado de primera línea para el
aprendizaje, no debemos olvidar que su uso indiscriminado, ya sea consumiendo contenido,
mirando redes sociales o utilizando aplicaciones de todo tipo, también puede representar una
amenaza y convertirse en una verdadera adicción.
Las nuevas generaciones están más distraídas que nunca por la inmediatez de estímulos, y es cada
vez más difícil mantener su atención en clase el tiempo suficiente como para que los
conocimientos puedan permear y afianzarse.
En los casos más graves, vemos alumnos que ya son incapaces de resistirse a la recompensa
inmediata que ofrece la tecnología móvil, y que sencillamente no se despegan de la pantalla.
No basta con controlar y monitorear el uso de estos dispositivos en la escuela, también es
importante crear conciencia entre los padres de familia para que no permitan que la tecnología se
convierta en un factor de alienación, sino que sus hijos sepan cómo aprovecharla para su
educación y su desarrollo.
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