Reseña Madre fisurada de Marcela Cortés Por Claudia Vila Molina, poeta, correctora de textos y crítico literario. Tú eliges el lugar de la herida En donde hablamos nuestro silencio Tú haces de mi vida Esta ceremonia demasiado pura. (Poema, Alejandra Pizarnik) Entrar en este poemario implica leer nuestra mirada de mujer y esencialmente madre, ya que como señala su título Madre fisurada, el desgarro se produce dos veces. Primero, el desgarro de nuestro cuerpo al ser madres, concebir un hijo (hija) implica de por sí una fisura, se rompe el cuerpo para traer a la vida a un nuevo ser, un nuevo hijo (hija) a esta tierra ensombrecida. Luego, esas mismas sombras toman esta vez el cuerpo engendrado, no estamos exentos de la muerte, este camino rodeado de sombras nos entorpece el paso por este mundo. Así, la fisura se produce por segunda vez, rodea y traspasa el cuerpo de la madre, madre-niña, es un instante en que los dos cuerpos se fusionan en uno solo, tronco madre desde ese hemisferio, te nombro madrecita y te llevo hacia mí, porque no existen límites que se interpongan entre dos seres que son uno parte del otro. Y de ello extraemos que, a pesar de este horrible trance, del dolor desgarrador que esto implica, queda después de todo la fe, la esperanza de reencuentro de aquellos, que constantemente están siempre dentro de nosotros para confirmar que el amor es más poderoso y no tiene límites. Entonces, el poemario de Marcela Cortés presenta textos bastante bien elaborados, centrados en esa fisura interminable que quiebra el cuerpo de la mujer-madre. Los versos, por lo tanto, están colmados de imágenes fúnebres, melancólicas, ansiosas que desean rescatar al ser querido (su hija) de las puertas de la muerte. En el fondo, este poemario es una largo aullido representado en la lucha en pos de la memoria y contra el olvido o la desaparición completa de aquellos a quienes amamos, sin embargo, esa misma queja nos reconstruye permanentemente y nos reconcilia con la vida.