Subido por arelys angelica fuentes herrera

¿CUÁNTO VALE EL VUELO DE LA MONARCA - 06

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¿Cuánto vale
el vuelo de la monarca?
Una aproximación a la valoración económico-ambiental
Dante Ariel Ayala Ortiz1
E
l mundo natural está pleno de recursos, fenómenos y manifestaciones que encierran un extraordinario valor.
¿Cuánto vale el vuelo de la mariposa monarca? constituye una sencilla pregunta con la que se pone en relieve la
importante y delicada tarea del reconocimiento y estimación del valor de los bienes ambientales.
La inmensa mayoría de los habitantes de América del Norte tienen conocimiento del enorme interés que en
menos de tres décadas ha despertado la maravillosa migración de la mariposa monarca. En pocos años, la atención
ha pasado de la curiosidad científica por descifrar los enigmas de tan asombroso fenómeno natural, a la demanda
de la sociedad civil por su protección, y a la preocupación gubernamental por su manejo y conservación.
Pero, si su origen se remonta al menos a dos millones de años y su migración entre México, Estados Unidos
y Canadá es milenaria, ¿de dónde surge tan repentina importancia por conocer, proteger y aprovechar este vistoso
insecto de potentes alas? Si lo que la diferencia entre más de cien mil diferentes mariposas es el fantástico viaje por
hasta cuatro mil quinientos kilómetros a lo largo de Norteamérica, entonces, ¿Cuánto vale el vuelo de la mariposa
monarca? ¿Es el valor de este comportamiento migratorio equiparable a los cientos de millones de pesos que en
más de veinte de años se han aplicado en la Región de la Biósfera de la Mariposa Monarca, o al valor económico
no explotado en los bosques del Oriente michoacano? Luego, ¿es la Monarca un bien ambiental poseedor de
valor natural inmanente? O, por el contrario, ¿es blanco de una
valoración antropogénica subjetiva, recargada de un remordimiento
generacional por la destrucción ambiental masiva?
Ciertamente, dar respuesta a cuestiones tan escabrosas
ameritaría una larga y espinosa discusión desde muchos frentes,
lo cual no es propósito de este artículo. En su lugar, es a partir del
sencillo planteamiento anterior que se contextualiza el objetivo
central, consistente en poner de relieve la importante y delicada tarea
del reconocimiento y estimación del valor de los bienes ambientales.
Una aproximación al debate sobre el valor del mundo natural
Preguntarse por el valor de algo es más complejo de lo que parece,
aunque sea una operación que realizamos todos los días. No es lo
mismo discutir sobre el valor de una computadora que sobre el valor
de una mascota o el de una persona.
Valorar supone una operación de la razón que, hoy por hoy,
parece que sólo realizan los seres humanos: somos los únicos que
analizamos las implicaciones de nuestro comportamiento sobre los
demás, y con base en ello, modificamos nuestro proceder. Pero, el
hecho que el humano es la única fuente para hacer juicios de valor
no significa que el humano sea la única fuente de valor.
La pregunta es: ¿goza el resto de los componentes de la biósfera
de los mismos derechos que los seres humanos? En nuestro caso,
preguntaríamos ¿es la mariposa monarca igualmente merecedora de
consideración moral tan sólo por su extraordinario vuelo?
De acuerdo con la tradición cultural que ha puesto al
hombre en el centro del cosmos (antropocentrismo), se afirma que
es la especie humana quien da valor al resto de sus componentes,
y en función de quien éstos lo adquieren. Así, el ser humano es
el único sujeto del derecho fundamental: no sólo tiene un valor
inmanente sino que además posee el derecho de decidir qué otros
seres o cosas tienen valor y qué tipo de valor.
Desde la perspectiva antropocéntrica, no hay un valor
inmanente en el delicado batir de las alas de nuestra mariposa: el
vuelo de la monarca es valioso, porque al hombre le parece que
así lo es; bien porque satisface sus necesidades de recreación o
satisfacción estética, bien porque ha encontrado una utilidad en él,
o bien, por cualquier otro motivo.
No obstante, sin conceder la validez de esta reduccionista
postura antropocéntrica, nuestro problema de valoración del vuelo
de la Monarca aún no está resuelto: falta encontrar qué tipo de
valor es lo que interesa al humano y cómo podemos estimarlo.
En economía ambiental se manejan diversos métodos para
establecer el precio de la Naturaleza, los que podrían ser clasificados
en dos grandes grupos:
A) Los métodos indirectos que analizan la conducta de
las personas, tratando de inferir, a partir de dicha observación, la
valoración implícita que le otorga al bien objeto de estudio; en este
caso algunas características del medio ambiente. Forman parte de
esta familia fundamentalmente tres métodos:
1) el método de los costos evitados o inducidos;
2) el método del costo del viaje; y
3) el método de los precios hedónicos.
B) Los métodos directos que buscan sencillamente
que la persona revele directamente su valoración mediante
encuestas, cuestionarios, votaciones, etc. En términos
generales, el ejemplo clásico es el método de valoración
contingente, en sus diversas modalidades.
Consideraciones finales
Tomando en cuenta que la mayoría de los recursos
naturales son bienes públicos y de libre acceso, carecen
de un mercado donde intercambiarse y, en consecuencia,
se desconoce su precio. La ausencia de la valoración
de estos recursos puede llevar a su uso inadecuado o a
sobreexplotarlos, al pasar de un estado de conservación a
otro más deteriorado, lo que afecta los flujos de bienes y
servicios que benefician a la población, por lo que se hace
necesario contar con esquemas e instrumentos que nos
aproximen a medir su valor.
La valoración económica de bienes ambientales
es un instrumento económico que permite obtener un
indicador monetario de la importancia que tiene para
una sociedad sus recursos naturales. Este valor revela una
aproximación al costo del uso y escasez de los recursos,
pero no debe tomarse como el valor completo y exhaustivo
de éstos y que por lo mismo puede tratarse como cualquier
bien de mercado, sino como un referente para la toma de
decisiones sobre el aprovechamiento de recursos naturales
y la gestión ambiental desde una base sustentable.
Algunos de los instrumentos estrictamente
económicos para la valoración del mundo natural (por
ejemplo, la calidad ambiental) no recogen la complejidad
de los sistemas ecológicos, puesto que son mono-criteriales
y por tanto, sólo captan un criterio de descripción de la
realidad; en este caso se reducen a la dimensión económica
entre la compleja diversidad de dimensiones que atañe.
Si el valor de bienes ambientales involucra la
consideración de planos que van más allá de su sentido
utilitario y de la optimización de precios y cantidades, lo
que implica componentes relativos a múltiples dimensiones,
entonces el proceso de la valoración de ese bien ambiental
debe ser multidimensional, y en ese sentido, multi-criterial.
Finalmente, hay que tener presente que no es lo
mismo económicamente valorable que moralmente válido
ni que ecológicamente valioso. Aún existe un gran debate
por la valoración de lo inconmensurable, e incluso por la
necesidad de adoptar un nuevo modelo epistemológico
post-normal que permita acercarnos a valorar por ejemplo,
¿cuánto vale el vuelo de la Monarca?
1
Facultad de Economía,
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
daao@fevaq.net
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