MI EXPERIENCIA EN GEOINGENIERIA VICTOR ERNESTO CEDIEL PEÑA Comencé a estudiar química en la Universidad Nacional y un día haciendo cola para ingresar a la cafetería central encontré un folleto relacionado con la carrera de geología, palabra hasta aquel entonces completamente desconocida que asocié con arqueología, antropología, sociología o quizá alguna ciencia oculta, leí cuidadosamente el folleto y me edifiqué con cada una de sus palabras. Guau!, grite para mis adentros, existe una carrera que me permite continuar con mis aventuras, me imagine caminando por las montañas, atravesando ríos, acampando como lo hacía con mi grupo de boy scouts, durmiendo en el bosque, en fin, todo que hacía desde niño y que me llevo a explorar los cerros que rodean Zipaquirá, el semestre siguiente inicie la carrera de geología; eran tiempos difíciles, con suerte se estudiaba un semestre por año, las incursiones de las fuerzas armadas eran frecuentes con caballería y hasta tanques de guerra. Trabajaba como maestro en un colegio del Distrito con un grupo de 35 alumnos que por ser mayor a 30 debía ser atendido por 2 maestros; a pesar de vivir en Zipaquirá y que el colegio quedaba en el barrio 20 de julio, tomé el turno de 7 a.m. a 9:30 a.m., el resto del día lo podía dedicar a mis estudios, entre ellos el aprendizaje de un idioma extranjero, escogí ruso por parecerme diferente, cuando fui a comprar mi texto de estudio en el Instituto de intercambio cultural colombo-soviético me encontré con una secretaria muy amable, hablamos de mis estudios, de mi carrera, ella de su trabajo en el Instituto, sus planes, sus expectativas y entonces le pregunte por la posibilidad de obtener una beca para estudiar en Moscú. - Suba y hable con el señor Pineda, me recomendó Subí y hable con un señor mayor, simpático, quien planeaba enviar a su hijo para que estudiara minería, me pidió algunos documentos y me cito a una entrevista, unos días más tarde estaba sentado al frente de una mujer joven hablando del conocimiento que tenia del país, cosa nada difícil para un maestro que enseña geografía, historia, etc., todo iba bien hasta que llego la pregunta corchadora. - ¿Cuántos países conforman la Unión Soviética? Rusia, … y empecé a contar mentalmente a sabiendas que no tenia ni la menor idea. 13, respondí. No, son 15 Ah, sí, si, conté mal. La verdad es que nunca me aprendí el nombre de los países que la conformaban, pasado un mes recibí un telegrama donde me pedían fotografías y pasaporte para el trámite de la visa. “salida a Moscú en 8 días”, una semana es poco tiempo para tomar la decisión que me cambiaría la vida, así que no pensé en nada y continúe con mis ocupaciones normales, al regresar a casa una tarde mi padre había leído el telegrama y me preguntó: - - Que le pasa, tiene un trabajo donde le pagan lo que gana un profesional recién egresado, estudia en la universidad, acá en casa no le falta nada, ¿porque piensa irse para Rusia? cuando salen? Mañana, le respondí. En ese momento tomé la decisión, no pude explicar los motivos porque lo único que me movía era el inicio de una nueva aventura, salí corriendo a comprar maleta de viaje, ropa, zapatos, todo lo que nos recomendaban llevar, regresando después de 6 años con el título de Ingeniero Geólogo de Minas, Master en Geología aplicada a la exploración y explotación de yacimientos minerales; mi padre murió a los pocos meses de mi partida, el título lo convalide como Geólogo. Ingrese a trabajar en Caminos Vecinales, entidad que contaba con regionales en cada uno de los departamentos y donde se estructuraban proyectos de la red terciaria, evaluación socio-económica, selección de rutas, explotación de canteras, diseños, construcción, operación y mantenimiento; como era el único geólogo debía atender proyectos en todas las regionales, oportunidad que me llevo a conocer la realidad del país y alejarme demasiado de mi familia, realice recorridos por zonas inexploradas en compañía de políticos, ingenieros, líderes locales, varios de los cuales fueron asesinados luego de acompañarnos o en los días siguientes. En proximidades a San José del Guaviare quede en medio de enfrentamientos entre ejércitos legales e ilegales, oí la angustia de mujeres, el llanto de niños, las maldiciones de los combatientes, el gemido de un soldado atravesado por una bala de fusil, sentí silbar las balas cuando rosaron mi cabeza, olí y respiré humo negro con sabor amargo a pólvora y azufre, vi correr angustiados a jóvenes y ancianos, viví de cerca las salvajadas de la guerra y sentí que la muerte merondeaba en torno nuestro; pero también me impresionaron momentos como el grito de un niño cuando el bulldozer entro al caserío de Gazaduje, en Medina Cundinamarca. - ¡Una carra, una carra! Gritaba a sus compañeros, y viene con un carrito, era el campero Suzuki en el que nos transportábamos. O el llanto de un par de ancianos cuando llegamos con la vía a un caserío en Samaná, Caldas. - Pensábamos que nos íbamos a morir sin conocer la carretera, dijeron y nos abrazaban mientras seguían llorando. La actividad en Caminos Vecinales me convenció que se requería tener un 40% de conocimientos, un 40% de estado físico y un 20% de poesía para ejercer la profesión, un híbrido así podría interpretar la evolución de cordilleras cubiertas por una espesa cobertura de vegetación, asociar el intenso verde de los árboles y su morfología con procesos morfodinámicos activos, correlacionar la tranquilidad de los valles con la furia incontrolable de las avalanchas que destruyeron todo a su paso; solo oyendo la suave melodía de las aguas se lograrían descubrir corrientes subterráneas que alimentan la vida de manera similar a un flujo sanguíneo; la presencia de alguien que interpretara el medio físico condujo a conformar la primera “unidad ambiental” en una Entidad Oficial cuyo fin principal era atender los requerimientos del INDERENA, entidad predecesora del Ministerio de Ambiente, quien empezó a exigir estudios ambientales donde se incluía el componente físico haciendo que la participación de los geólogos fuese indispensable. En uno de tantos requerimientos ambientales realizamos un recorrido al municipio de San Juanito Meta, nos acompañó Carlos Fonseca, subdirector de medio ambiente, Juan Pablo Ruiz con 2 compañeros montañistas, además de 2 biólogos. El proyecto consistía en la construcción de una vía que iniciaba en el páramo de Chingaza y conducía hasta el casco urbano, con una diferencia de cota entre el inicio y final de aproximadamente 1.500 m, al regresar de San Juanito a Chingaza los funcionarios del INDERENA se fueron caminando a pesar de que el día estaba lluvioso, el ingeniero que me acompañaba, un joven baquiano y yo nos regresamos a caballo luego de haber almorzado, cuando llegamos a la parte más alta del recorrido, dentro del páramo y entre las penumbras del atardecer, resolví entrar a un cambuche que había construido la comisión de topografía pues pensé que podría haber alguien del INDERENA protegiéndose de la lluvia, en efecto, vi a Carlos Fonseca y 2 biólogos sentados en el piso, pálidos como una hoja de papel y sin poder moverse, con dificultad uno de ellos pregunto. - ¿Tienen algo de comer? El baquiano, un adolescente de 13 o 15 años me dijo que tenia unas arepas y panela que le habían dado para alimentarse cuando regresara con los caballos a San Juanito. - Si, claro, respondí y repartimos el fiambre del baquiano Al comer los biólogos empezaron a recuperar energía y movimiento, el baquiano les frotó manos y cara con el tramo en el que envolvía las arepas y los montamos en nuestros caballos, nosotros continuamos los 2 o 3 kilómetros faltantes a pie, caminando entre las penumbras y sobre un colchón de turberas donde a cada paso nos hundíamos. En las condiciones en que se encontraban estos 3 caminantes se puede presentar una muerte por hipotermia, pues ya era de noche y al llegar al sitio de encuentro con los camperos nos encontramos con Juan Pablo, sus acompañantes y un guardabosques quien dijo: - - ¿Llovió todo el día, el rio creció y los camperos no lo pudieron vadear quedando al otro lado, se comunicaron con el guardabosques de la entrada al parque para que saliera a buscarlos, llegaron todos? Gracias, le respondí, por fortuna llegamos todos, ¿dónde nos podemos quedar? Menos mal llegaron porque no tenemos como salir a buscar a ninguno. Se pueden quedar en mi cabaña, al menos allá podremos prender la chimenea y pasar la noche, si no sigue lloviendo mañana cruzaran los camperos o vadeamos el rio con los caballos. Mi actividad fue conocida por algunas firmas consultoras y constituyó la carta de presentación para el ingreso a Geoingeniería, empresa que para aquel entonces existía casi exclusivamente para atender los requerimientos de B.P.X., quien a su vez se había planteado el reto de la exploración del bloque Niscota; no era fácil ingresar al área, no existían vías ni puentes, debíamos nadar o vadear ríos y caños, caminar días enteros y acampar donde nos lo permitieran; en una de nuestras salidas llevábamos mulas cargadas de víveres, carpas, implementos personales, etc., cuando fuimos interceptados por un comando del ELN, nos dijeron que no teníamos permiso para ingresar a esa zona y que si queríamos que mataran a uno de nosotros para que entendiéramos que estábamos en guerra, ante esa bienvenida tan calurosa nos dimos media vuelta y regresamos a El Yopal. Era común encontrarnos con integrantes de dicho grupo, en el Plan de las Brisas existía un letrero que decía “Prohibido el paso a particulares. Atentamente ELN”, advertencia que ignoramos cuando iniciamos los estudios de la locación Buenos Aires H ubicada en la cima de una loma, dado que entrabamos por el norte a lo largo del Plan Brisas y salíamos por el sur hacia el rio Unete o viceversa, los guerrilleros nos veían subir y se quedaban esperando nuestro regreso para “conversar”; esta estrategia dio resultado hasta que ingreso Silvia con su grupo ambiental y fue retenida por un grupo enfadado al verse burlado en repetidas ocasiones. Para el acceso a una de las plataformas o locaciones seleccionadas dentro del bloque Niscota, localizada en proximidades al corregimiento de Morcote, terreno disputado por Boyacá y Casanare, se habían estudiado varias alternativas entre las que se contemplaba la construcción de vías costosas con túneles incluidos o una construcción helitransportando todos los materiales, equipos, maquinaria y personal requeridos; finalmente se optó por la locación helitransportada, se realizaron estudios detallados para helibases, licenciamiento ambiental y capacitación de técnicos por parte de B.P.X. en Malasia donde se habían realizado construcciones similares; sin embargo, al realizar una evaluación detallada de costo beneficio y encontrar el rechazo de la comunidad optaron por construir un camino veredal de mínimo costo, fue ahí donde mi participación se hizo más activa. Morcote se ubica en las estribaciones de la cordillera oriental, limitado por fallas geológicas cuya actividad ha producido el levantamiento de la cordillera oriental en más de 5.000 m y generado un relieve con cañones profundos en “V”, grandes depósitos de materiales provenientes desde la cordillera cuando se produjo el último evento de desglaciación, enormes flujos de lodo compuestos por arcillas y arenas saturadas, terrenos escalonados donde algunas terrazas se ven limitadas por escarpes que dificultan un desarrollo vial. Por allí paso Simón Bolívar con su ejército libertador y lo único que habían conseguido desde aquel entonces fue lo colocación de una placa conmemorativa. B.P.X. contaba con estudios de ingeniería anteriores cuya conclusión consistía en “adelantar estudios más detallados para poder construir la vía, pues no se garantizaba la funcionalidad de la ruta seleccionada”, y construir un camino veredal cuya filosofía es la de facilitar un flujo vehicular máximo de 50 vehículos diarios donde se consideran un “camión lechero”, “la chiva” principalmente para el día de mercado y vehículos de doble tracción, con curvas cerradas, pendientes que superan el 15% y ancho de vía de 4 m, estaba muy distante de los requerimientos de B.P.X. para un flujo continuo de maquinaria y equipos cuyo peso puede alcanzar las 50 toneladas. En la vida siempre existirán retos grandes y pequeños, pero ninguno de ellos por grande o pequeño que sea deja de ser un reto y como tal hay que afrontarlo, logramos el diseño de la vía, luego preste alguna asesoría durante su construcción enfrentando nuevos retos, uno de esos se hizo famoso en Gran Bretaña donde existía una Organización enemiga de B.P.X., se diseñó un Zodme con una capacidad de 30.000 m3, pero en el afán constructivo se dispusieron 70.000 m3, el Zodme falló y provocó un flujo de lodo a lo largo de 2 a 3 Km, agrietando la construcción de la única escuela que existía en 10 Km a la redonda, no leí los titulares en Londres pero viví de cerca la angustia del director del proyecto, Gabriel León, él contrato a varios geotecnistas con amplia experiencia profesional y me invitó a ver de cerca el problema, desde luego que los diseñadores son los principales responsables del éxito o fracaso de un proyecto, así que en el recorrido encontramos a un vecino y Gabriel le pregunto: cuénteme, que fue lo que paso, con su enorme sapiencia el campesino le responde: - “Doctor, si yo cargo una mula con 10 arrobas el animalito camina sin problemas, pero si le pongo 25 arrobas la aplasto y eso fue lo que paso”, nuestra responsabilidad estaba a salvo. La solución planteada valía tanto como la construcción de la vía, entonces Gabriel me pidió una solución y mi respuesta fue: - Si dejemos la mula aplastada, el año entrante no habrá muestras de ella. Efectivamente, se reconstruyó la escuela y como el flujo era superficial, similar a la mancha de sangre que deja una herida en nuestro cuerpo se dejó el área en recuperación, al año siguiente ya nadie recordaba el suceso, pues el crecimiento de la cobertura vegetal en esa zona es muy intenso. Debo reconocer que una de mis satisfacciones personales más grandes fue ver una fotografía con tracto mulas parqueadas al borde del cañón de la quebrada Niscota quedando convencido que un observador desprevenido se preguntaría: - ¿Como diablos metieron esos vehículos hasta allá? Posterior y simultáneamente participé en muchos proyectos con Geoingeniería, cada loma, cada valle, cada rio tiene su propia historia y cada proyecto tiene la marca de quien lo concibió, aprendí a interpretar la naturaleza desde mi punto de vista, el planeta gasto millones de años preparando la aparición de la vida, después se inició una fuerte interacción donde ella evoluciona caprichosamente, de infinitas maneras y con formas inimaginables, influyendo al mismo tiempo en la modelación del paisaje; entonces el observar la configuración del terreno con sus manifestaciones de vida, nos llevo a plantear la realización de proyectos en sitios nada convencionales donde tanto el planeta como la naturaleza hablan a través de geólogos, biólogos, ingenieros, sociales y todo una gama de profesionales que encuentran un lenguaje en común para plantear un proyecto exitoso, esa quizá, fue la clave para el reconocimiento que alcanzó la empresa. Una de las tantas lomas que recordaremos por mucho tiempo es la de “los aceites”, localizada no muy lejos de El Yopal; allí seleccionamos un área para la posible construcción de una locación, durante la primera visita que realizamos cometimos un error que nos pudo salir demasiado caro, al atardecer, cuando preparábamos el regreso a El Yopal, salió una señora embarazada y nos pidió el favor de llevarla hasta la ciudad, la llevamos, pero de la manera más desprevenida planeamos nuestro recorrido para la mañana siguiente brindando información valiosa que la señora inmediatamente trasmitió a los Elenos; a la mañana siguiente modifique el recorrido acordado inicialmente, le pedí al conductor que nos llevara hasta otra loma cercana y que 2 horas después de dejarnos se devolviera para recogernos donde habíamos estado el día anterior. El recorrido lo hicimos normalmente, pero como a 500 m antes de llegar al sitio convenido le pedí al baquiano que fuera hasta donde estaba el carro y lo llevara como a unos 2 kilómetros más abajo donde había una tienda y a donde se veía muy fácil llegar a pie, el baquiano se fue hacia el vehículo y nosotros desviamos nuestro recorrido por un sector por donde era muy difícil caminar, nos perdimos, gastamos mucho tiempo y energía, me gane más de un regaño de Silvia - “¿Que, estrategia militar?” Me reprimía hasta que al oscurecer llegamos a la tienda acordada, como era un fin de semana la tienda estaba llena de campesinos jugando tejo y bebiendo cerveza, ellos se sorprendieron cuando nos vieron, conversaron entre si al oído hasta que finalmente me preguntaron reiteradamente: - ¿Necesitan ayuda? No, les respondí, estamos buscando un campero rojo que quedó de recogernos Al campero lo cogieron 2 hombres armados, después han estado subiendo y bajando en busca de ustedes, ¿necesitan ayuda? No gracias, respondí de nuevo, voy a ir en busca del campero. Era claro que se trataba de 2 grupos guerrilleros diferentes en disputa del mismo territorio, resolví salir en busca del campero y le pedí al grupo que se ocultaran al lado de la vía mientras regresaba, ellos no entendieron y me siguieron sin que me diera cuenta, a lo lejos vi el campero y fui en su encuentro, al llegar se bajó el baquiano muy alterado e inquieto. - - ¡Ingeniero! Se acaban de salvar de un secuestro ¿Qué paso?, pregunté Cuando llegué al carro me pusieron un revolver en la cabeza y me sentaron en la silla trasera, preguntaron por ustedes y yo les dije que se habían perdido, que como no los encontré resolví llegar al campero para ir a buscarlos. Pero ellos estaban con usted, vamos a buscarlos por la carretera, ya debieron de haber salido. La suerte hizo que efectivamente nos perdiéramos en el monte por donde debíamos salir y que se cansaran de buscarnos, finalmente regresaron hasta donde terminaba la vía y como ya había oscurecido le preguntaron al baquiano - ¿Ellos regresan mañana? Si claro, ellos me contrataron por 8 días Bueno, ya es de noche, ni una palabra, me los trae mañana temprano aquí Sí, sí, claro mi comandante, cuente con eso En la actividad que teníamos nuestra vida dependía de la fidelidad de un baquiano, muchas veces me sacaron de la “boca del lobo” y no poco de ellos fueron fusilados por ser “informantes o colaboradores”. - ¿O sea que mañana nos tenemos que encontrar con los Elenos?, pregunte En eso quedamos, como ustedes no llegaron me esculcaron y me robaron los únicos $20.000 pesos que tenía. No se preocupe, le dije, mañana venimos y hablamos con ellos. Al llegar al hotel llamamos a GI, era común que alguien permaneciera en la oficina hasta muy tarde en la noche o que nos apoyará en nuestros requerimos, a primera hora del día siguiente regresamos a Bogotá. Años mas tarde y con la experiencia vivida regresamos a “Los Aceites”, reconozco que mi grupo estaba cansado porque habíamos hecho recorridos previos y no llevaron “lunch”, comencé el ascenso por un lugar escarpado y al ver que el cielo se nublaba aceleré el paso para poder divisar el corredor de una línea de flujo que estábamos diseñado, a lo lejos el ingeniero Jonny renegaba por alcanzarme, como es mi costumbre lo espere y deje a Diana con el HSE, luego lo obligue a seguir el paso, marcamos con GPS los puntos obligados del corredor y corrimos a refugiarnos en una vivienda pues empezó a llover, decir llueve en los llanos es una gran mentira, se trata casi siempre de tormentas con fuertes vientos y caída de rayos que hacen temblar el suelo, nosotros encontramos refugio, Diana y el HSE apenas alcanzaron la parte superior del escarpe cuando recibieron el mayor baño de sus vidas; de regreso, temblando y llenos de pánico descubrieron que sus botas se habían llenado por completo de agua, esa, aunque parezca cruel, constituida una vivencia normal en nuestras salidas. Nuestra actividad profesional nunca la asociamos con el sufrimiento, tampoco con un paseo, disfrutamos ambientes tan variados como el desierto peruano donde descubrimos “la ruta del pisco”, los acueductos y petroglifos de Nazca, rodamos sobre la arena a más de 80 Km/hora y oí gritar a Don Germancito ¡MAMA! cuando el piloto se precipitaba por un abismo profundo que conocía de antemano, me fascine y viví intensamente cada uno de los proyectos, quizá los que más disfrute fueron los del eje cafetero y mi participación en el proyecto más grande de Suramérica, el Oleoducto Sur Peruano. Perú tiene 3 grandes regiones: selva, sierra y costa, por su ubicación próxima a la Falla de Nazca donde el hundimiento de la placa oceánica origina el levantamiento de los Andes, se presenta un cordón de volcanes, nevados, y una cadena montañosa donde los picos adquieren un relieve endemoniado similar al lomo de los dinosaurios; sobrevolando Cuzco y Machu Pichu pensé que era una locura pensar en construir alguna vez una línea de flujo para llevar gas a sus habitantes, pero basta pensar en una locura para que se haga realidad Participe en los recorridos de las 3 regiones, de la selva me impresiono el coraje de los indígenas abriendo trocha; eran 6 obreros, el primero tumbaba el monte siguiendo la ruta que me indicaba el GPS, 2 iban al lado mío ampliando la trocha y los 3 restantes llevaban agua, se turnaban como las cuchillas de una fresadora para no parar y realizamos recorridos diarios hasta de 5 km., en la programación de los trabajos se había considerado un avance diario de 300 m. La selva peruana es menos densa que nuestros montes, pero el relieve es infernal, perdíamos recorridos difíciles y por las noches había que replantear los recorridos, dormimos en un campamento donde nunca funcionó ni la cocina, ni el suministro de agua, con el primer aguacero todo el piso se convirtió en fango y aunque dentro de la carpa llovía con menos intensidad que afuera, sentíamos que los rayos caían a escasos metros elevándonos del piso. Los recorridos por la sierra se realizaron a mas de 4.000 m.s.n.m., comprobando que para esa actividad estábamos mejor preparados que los peruanos, fue fascinante observar fumarolas que emergen del cono volcánico como gigantes columnas rompiendo el azul intenso del cielo, pasar cerca de glaciares, ver caer granos de granizo del tamaño de una pelota de golf, admirar de cerca cóndores, vicuñas y llamas, visitar pueblos abandonados y compartir con grupos poco amigables que al enterarse de nuestra nacionalidad cambiaban su manera hostil. La costa peruana es un inmenso desierto donde se desarrolla de manera semi-intensa la agricultura y aunque el relieve es menos agreste que el de la selva, presenta cañadas profundas, caminos incas y petroglifos que limitan el desarrollo de los proyectos lineales, en esta región fue donde mas limitantes encontramos para el desarrollo del proyecto. Seria genial ver algún día los 1.500 Km de gaseoducto diseñado. La mayoría de nuestros proyectos se desarrollaron en los llanos de Meta y Casanare, en el valle del Magdalena y las selvas de Putumayo; “el llano es lindo” sobrevolándolo en helicóptero, avioneta o recorriéndolo en campero, motocicleta, lancha o caballo, pero caminarlo implica alimentar decenas de coloraditos, garrapatas y zancudos. Seleccionando el cruce de una línea de flujo en el rio Meta sentíamos que una nube enorme de zancudos empujaba nuestras espaldas perforando la ropa como si se tratara de una delgada y sabrosa capa de miel, manchando nuestras camisas con la sangre que se escurría de sus agudos picos como en las películas de Drácula y generando el dulce placer de rascarnos hasta quedar sin uñas. El rio Meta inunda una franja de aproximadamente 2 kilómetros de ancho durante la temporada de lluvias invadiendo un bosque casi impenetrable debido a la maraña, durante uno de los recorridos con Héctor el agua me llegaba arriba de la cintura, bueno, a él casi hasta el cuello y el baquiano golpeaba rítmicamente el agua para evitar la descarga eléctrica de un temblón o anguila, una y otra vez atravesamos el bosque buscando alinear la traza cuando se descargó una tormenta que hacía estremecer al más valiente de los llaneros. - Corramos, grito Héctor ¿Hacia dónde? má…dre de Dios ¿Hacia dónde se puede correr en una situación de esas?, ahora el riesgo no solo era la descarga eléctrica dentro del agua (600 a 900 voltios), sino la que nos podía caer del cielo (hasta 100 millones de voltios), una vez más estábamos a la suerte de la naturaleza, pero después de la tempestad llega la calma, salimos vivitos y mojados. Finalmente, el oleoducto se construyó. Si bien las actividades de campo son fundamentales para la consecución de información primaria, se hacían más interesantes las discusiones en grupo, elaborar y sustentar estudios y diseños, recibir una que otra no conformidad y ver la satisfacción de los dueños del proyecto, así no recibiéramos los méritos respectivos, creo que nunca se trabaja por eso sino por hacer las cosas bien.