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Principales instituciones fundadas en la Cuba colonial

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históric^.
:Por el Conde San Juan de jaruco-s
Principales instituciones fundadas en
Cuba durante la época colonial
p R A costumbre de la política es^ pañola, introducir y fomentar
la cultura en todos sus dominios
de América, fundando grandes universidades y otros importantes centros docentes y piadosos, en v s z
de destinar sus colonias a beneficiosas factorías, a semejanza de
lo que hicieron otras naciones en
sus dominios.
La enaltecedora conducta observada por España en sus colonias,
dando instrucción a los nativos
americanos igual a la que ellos
recibían en la Península, dió por
resultado que surgieran' hombres
con suficiente preparación
para
organizar y dirigir las revoluciones que terminaron con la • independencia de las antiguas colonias,
y el establecimiento de las grandes repúblicas, que son en la actualidad un orgullo para todos y
para la nación progenitora; pero
sin embargo, por m u y independientes que sean estas naciones, sus
habitantes son de raza hispana, cr.n
las mismas creencias religiosas, el
mismo idioma y las mismas costumbres.
Limitándonos únicamente a tratar sobre algunas de las grandes
instituciones culturales y piadosas fundadas por los españoles en
la Isla de Cuba, y que perduran
en la actualidad, encontramos las
siguientes:
I. A fines del siglo X V I I el obispo Compostela construyó el Colegio de Belén, junto a la capilla de
San Diego y él Hospital de C o n valecencia, encomendados a los religiosos Belemitas, donde se estableció la primera escuela gratuita
que existió en La Habana, situada
en parte de la vasta manzana c o m puesta por las calles de Compostela, Acosta, Picota y Luz, en -cuyos solares tamb'ién se encontraba
la residencia particular de verano
del piadoso obispo.
Declarado el edificio, convento
de Bethlemilas o de Belén, bajo
la advocación de San Diego de Alcalá,. fueron observadas todas las
humanitarias prescripciones de esta
Orden útilísima, que ejercitaba la
enseñanza gratuita y la distribución diaria de alimentos a los p o bres, además de la mira principal de su fundación
que era el
hospedaje y asistencia de los c o n valecientes. En esta benemérita
institución recibieron i n s t r u c c i ó n *
gratuita centenares de niños p o bres, hasta que desapareció en La
Habana, en el año 1842, cüando
fueron suprimidos en Cuba los institutos monacales, a d j u d i c a n d o ^ ,
sus 'temporalidades la Real Hacienda.
Años más tarde, el gobernador
y capitán general de la Isla, don
Juan Manuel de la Pezuela y Ceballos, marqués de la Pezuela, conde de Cheste y Grande de España,
entregó el antiguo Convento de
Belén a la Compañía de Jesús, la
que había sido expulsada de todos
los dominios de España en 1767 por
orden de don Carlos III, pero que
había sido restablecida en nuestro país por Isabel II, según Real
cédula de 26 de noviembre de 1852,
desde cuya fecha los miembros de
la Compañía de Jesús continuaron
dando clases en el antiguo edicio
de la calle de Compostela, hasta el
curso de 1925 al 26, en que pasaron al nuevo y hermoso plantel
que esta útilísima institución construyó en las alturas de Columbia,
Marianao.
2. La Real y Pontificia Universidad de: San Jerónimo de La Habana, una de las mejores del mundo,
fundada a semejanza de la que ya
existía en la isla de Santo D o m i n go, fué establecida en el c o n v e n to de San Juan de Letrán por los religiosos de la Orden de Predicadores, con ayuda en un principio
de la Compañía de Jesús. Comenzó
a funcionar según Bula de 12 de
septiembre de 1721 dictada por Su
Santidad Inocencio XIII, la cual
no se cumplió hasta el 5 de enero
de 1728, en vista de un m e m o rial presentado por fray Juan de
Sotolongo y Aréchaga, de la Orden de Predicadores, miembro destacado de una ú e las más antiguas
y nobles familias de La Habana.
Por Real Cédula de 14 de marzo
de 1732. se ordenó al Claustro que
formara los estatutos para ..su régimen. y remitidos éstos al Consejo de Estado, fueron confirmados
por Real despacho de 27 de junio
de 1734. y en el cual le concedieron a la Universidad de La Ha-
J
pensamiento. Gracias a mi dominio de las palabras inmortales, los
hechos del Faraón, pasan a la atención de las generaciones o quedan
perdidos en el abismo de lo que nadie recuerda. La más gloriosa hazaña del Faraón es menos que el
p o l v o de los astros, si mi mente
alerta no la recoge, la describe, la
califica. Los sucesos mismos, ya sea
que dependan de la voluntad de les
dioses o que resulten del
juego
acompasado de las leyes naturales,
carecerían de significado, se repetirían incansablemente pero en vano, si no fuese porque, al insertarlos yo, en el tejido de las palabras,
les comunico una existencia nueva,
les otorgo significación, les doy la
permanencia que les niega la naturaleza siempre cambiante. Mí tarea, juzga el escriba, porque está
hecho con los hilos de inmortalidad
que son las ideas, pudiera ser más
importante que la del Faraón, p o r que si él maneja el cambio, yo. o r ganizo lo eterno.
La categoría del bien y el mal todavía no se definía con precisión
en la historia: bueno era lo que el
Faraón quería; malo, lo que el F a raón condenaba. Tuvieron que pasar algunos miles de años para que
el escriba, libertada su conciencia
p o r la Revelación, se sintiera el amo
de la verdad, el definidor del bien
y también y en consecuencia, el
juez de las acciones todas.
Es entonces cuando el escriba alcanza las proporciones del Profeta
en el V i e j o Testamento y del A p ó s tol y el Predicador en los tiempos
nuevos. El escriba, el escritor, es
desde entonces el heredero de p r o fetas y de apóstoles, el aliado ocasional de los santos, pero resulta
mal compañero y socio difícil de los
hombres del poder. Frente al Estado resulta siempre un ente sospechoso, que en cada gobernante parece buscar los vestigios de la antigua rivalidad que le suscitaban los
Faraones.
Y en rigor, el escriba comienza a
valer en la medida en que se aparta del Faraón y contrasta su criterio de pensador con el mandato que
no responde a otra dinámica que la
del simple ensanchamiento del p o derío.
Mente y poder se han unido alguna vez en la historia con resultados varios. La rara conjunción p r o d u j o locura en A l e j a n d r o y a César,
tan equilibrado, tan positivamente
augusto, le produjo, en la realidad,
impotencia. El exceso de su visión
le llevaba a la ironía, y el no tener
limitado el mando por los hombres,
le hizo advertir m e j o r ó l o - o o c o que
puede el m á s excelso albedrío en
contra de la naturaleza y los destinos. En el m u n d o m o d e r n o se han
dado casos de gobernantes ilustres
y raros que habiendo reunido en
un m i s m o cetro la inteligencia y la
acción, ya no se perdieron en escepticismos y fantasías, porque la
humildad cristiana les señalaba la
ruta y sus objetivos- San Luis de
Francia, Isabel la Católica, y en el
N u e v o Mundo un Antonio de M e n doza o un Luis de Velasco, entre
los Virreyes, dieron el ejemplo de
lo que puede hacer el rey f i l ó s o f o que Platón adivinó pero que sólo pudo consumarse dentró de un
Estado, gracias al factor de santidad que el cristianismo introduce
en la conducta.
La Edad Media con sus monasterios conservadores y animadores de
la cultura la reconquista española y las huestes misioneras de España, que convirtieron en naciones
los pueblos del V i e j o Mundo, son
otros tantos casos de escribas que
no dependen del Faraón sino de una
fe, un cuerpo de doctrina que es la
fuente de sus obras y sacrificios.
Ellos son los antecesores espirituales de periodistas y de escritores
hispanoamericanos que tantas veces
han sacrificado la comodidad y la
vida para oponerse a los abusos ae
dictaduras y caudillajes que han sido la triste realidad de nuestra historia continental.
Desgraciadamente, la Edad Media
se inicia con un cisma: el de la R e f o r m a y las nacionalidades. El Diopósito capital de la R e f o r m a es
reemplazar a Dios con el Hombre,
la religión católica por un h u m a nismo de tipo pagano y agnóstico.
El pueblo que por fin acaudilla ía
R e f o r m a es Inglaterra. La nación
q u e se opone y lucha por la unidad
de Europa, la abanderada de la
Contra-Reforma, es España. La última etapa de este conflicto la estamos viviendo ahora. Por ello es necesario dedicar un breve recuerdo
a los antecedentes del movimiento.
Con la Reforma protestante vino
la secularización de la cultura. Las
realidades superiores: Dios y
su
Providencia, el alma y sus destinos,
fueron reemplazados ,con abstracciones tomadas a un falso-.humanism o : la razón, la justicia, el deber.
Los nuevos dioses mecanizaron la
inteligencia con una razón estérilmente raciocinante; convirtieron la
justicia en la matrona qeu sostiene
los platillos de la balanza en los
palacios de tribunales en que la justicia se hacía guiños con el capital
y no encontraba marcos por donde pudieran circular las peticiones
de l o s ' h u m i l d e s : la justicia se h i zo kesselniana. Y el deber, deber
kantiano, f o r z ó a la voluntad d e n tro de las exigencias de las catego-
lias del país, solicitaron f u n d a r «.
sus expensas, ese filantrópico establecimiento el cual existe f l o r e ciente en la actualidad, admirablemente . administrado, para b e n e f i cio de los niños abandonados, y p a ra orgullo de la República.
Para construir el edificio del asilo, el generoso obispo Peñalver c o menzó por comprar varios solares
situados frente a la desaparecida
caleta de San Lázaro, iniciando al
mismo tiempo la primera suscripción can una fuerte suma que dió
a la naciente institución, y la cual
fué seguida por otras fuertes d o naciones hechas por las condesa de
San Juan de Jaruco, marqueses de
Arcos, Cárdenas de M o n t e - H e r m o so, Casa-Peñalver, Real Socorro,
Jústiz de Santa A n a y Villalla, y
por don Mateo Pedroso y F l o r e n cia, regidor perpetuo y alcalde d«
La Habana. En otras suscripciones
q u e se llevaron a cabo más tarde,
aparecen en una larga relación,
los primeros n o m b r e s de la Isla.
También contribuyó notablemente a la fundación de la Casa de
Beneficencia, el capitán general
don Luis de las Casas y Aragorri'
(medio hermano del "héroe de B s i lén", teniente general Francisco
Javier Castaños y Aragorri, duque
de Bsilén), que a la sazón gober?
naba brillantemente la Isla de C u ba y desempeñaba también al mism o tiempo el cargo de presidente de la Real Sociedad Patriótica
de La Habana.
El general de. las Casas encargó
la construcción del edificio a don
Francisco Wambitelli, comandante
de ingenieros de la Plaza de La
Habana, pudiéndose inaugurar el
asilo el 8 de diciembre de 1794, baj o -la advocación de la Purísima
Concepción de Nuestra
Señora,
ingresando en aquel mismo
día
treinta y cuatro niñas huérfanas,
pues al principio de su fundación,
sólo se admitían criaturas del sex o femenino. Don Juan D o m i n g o
de Lequerica, profesor de dibujo,
reprodujo con admirable maestría
y fideildad. el lienzo que pintó el
artista cubano Juan del Río, que
representaba la tierna escena^ de
la entrada en el" asilo de las p r i meras treinta y cuatro niñas.
Con arreglo al decreto dictado
con fecha de 29 de f e b r e r o de 1852
por el gobierno superior político
de la Isla de Cuba, fué i n c o r p o r a da la Casa de Maternidad a la
Casa de Beneficencia, p e r m a n e c i e n do desde entonces las dos casa»
regidas por una sola administración y por un mismo reglamento.
Previamente habían trasladado l o i
dementes que se encontraban en
la Casa de Beneficencia, para el
hospital que existía en el p o t r e r o
Ferro, hoy Mazorra, y anteriormente en la Casa de D e m e n t e »
de San Dionisio, que fué otra institución fundada en Cuba p o r el
teniente general don Francisco D i o nisio Vives y Blanes, gobernador
y capitán general de la Isla, la
cual estaba situada en la calle de
San Lázaro entre el hospital y el
cementerio de este nombre, en uno»
solares que habían servido para
enterrar a los individuos fallecidos en el antiguo hospital de San
Juan de Dios.
Tarntrién podríamos citar otras
instituciones piadosas fundadas en
Cuba en teimpos de la Colonia, y
que existen en la actualidad, r i n diendo una gran utilidad a la n a ción c o m o son la O'orapía de d o n
Martín Calvo de la Puerta y- A r r í e la, el Hospital de San Lázaro, y
otras, pero resultaría m u y e x t e n so este trabajo para un artículo de
esta clase.
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