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Violencia politica en regimenes hibridos

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Violencia política en regímenes híbridos: Colombia
como caso de estudio1
Andrés Cendales2, Hugo Guerrero3 y Laura Oñate4
Resumen: Este artículo presenta un modelo de competencia política por el control de curules en el legislativo
a través del clientelismo, y los particos ejercen cierto grado de violencia política según el grado de incentivos
que perciban para defender su posición de dominio sobre la participación legislativa en un régimen político
híbrido. La teoría propone que la violencia política ejercida por los partidos con participación de curules en
el legislativo aumenta si la concentración del poder político en el legislativo aumenta (menos partidos con
más curules cada uno). Un régimen híbrido puede tener periodos de relativa paz como de violencia política
cruenta. Contrario a la teoría de U invertida, se sostiene aquí que los regímenes híbridos pueden tener un
menor nivel de violencia política que la observada en regímenes autocráticos siempre que la concentración
del poder político en el legislativo disminuya (más partidos con menos curules cada uno). El desarrollo teórico
se basa en narrativas, utilizando el régimen híbrido de Colombia como caso de estudio. Se estima un modelo
VAR utilizando series temporales (1946-2014) para verificar las predicciones del modelo. Palabras claves:
violencia política, régimen político, clientelismo, exclusión, partidos políticos.
1. Introducción
La literatura sobre violencia política establece que los regímenes autocráticos ejercen violencia
política durante sus etapas de surgimiento y consolidación. Sin embargo, después de que estos
regímenes han consolidado su poder, se establece un equilibrio institucional de paz y la amenaza de
coerción disuade a la oposición. En el extremo opuesto del espectro, las democracias plenas también
tienden a tener condiciones pacíficas porque el régimen permite la búsqueda de soluciones no violentas
a los conflictos políticos. Entre estos dos extremos, tenemos un continuo de regímenes híbridos con
elementos de ambos: autocracias y democracias. Estos regímenes híbridos tienden a tener una mayor
violencia política para disuadir las acciones de veto y control por parte de la población, garantizando
la permanencia del statu quo (Eck y Hultman, 2007; Fein, 1995; Hegre et al., 2001; Gleditsch y Ruggeri,
2010). La relación descrita entre la violencia política y el tipo de régimen político ha sido representada
siguiendo un patrón de "U invertida" (Hegre et al., 2001). Sin embargo, no siempre es cierto que la
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Forthcoming in Frontiers in Political Science, Section: Peace and Democracy (Switzerland): bit.ly/4doOGXj
Departamento de Economía y Administración. Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas. Universidad de Caldas.
Manizales, Colombia. Email: andres.cendales@ucaldas.edu.co
3 Profesor titular de la Facultad de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad de la Universidad Militar Nueva
Granada, profesor del Doctorado en Derecho Público de la Universidad Santo Tomás. Abogado de la Universidad
Nacional de Colombia y Doctor en Relaciones Internacionales y Globalización de la Universidad Complutense de Madrid.
4 Economista, Universidad del Norte.
2
2
violencia en los regímenes híbridos sea mayor que en los regímenes extremos (Sambanis, 2001; Peic y
Reiter, 2011; Vreeland, 2008).
El caso colombiano puede caracterizarse como un régimen híbrido, y ha sufrido históricamente
una violencia política endémica. El país ha tenido períodos de violencia extrema, por ejemplo, durante
1997-2004, y períodos de relativa tranquilidad (2011-2020), donde sus niveles han sido inferiores a lo
observado en los regímenes autocráticos representados en la Figura 1. Como se observa en la figura,
durante 2008-2020 las autocracias de Corea del Norte, Eritrea y Siria han implementado políticas de
terror durante doce, cinco y nueve años respectivamente. La teoría de la U invertida no puede explicar
la reciente disminución de la violencia en Colombia o su aumento en los otros países de la Figura 1 en
términos del tipo de sus regímenes políticos.
Figura 1. Violencia política
Fuente: Elaborado por los autores
Un enfoque diferente para determinar la violencia política es el análisis del costo de oportunidad.
En esta lógica, cuando hay una alta disponibilidad de empleo formal, la participación en actividades
violentas, incluida la violencia política, es menor (Grossman 1991; Iyengar, Monten y Hanson, 2011;
Beath, Christia y Enikolopov, 2012). Sin embargo, Berman et al. (2011) encuentran una relación
negativa entre el desempleo y la violencia política, y las contribuciones de Bahney et al. (2010, 2013)
también critican este enfoque. Otro enfoque de costo de oportunidad para el problema establece que
los insurgentes están motivados por la “avaricia” y que sus acciones reflejan un intento de capturar el
3
gobierno para beneficio personal (Collier y Hoeffler 1999, 2004; Suhrke, 2007, 1301). Esta hipótesis
de costo de oportunidad ha sido rechazada por Jones y Beath (2008) y por Christia y Enikolopov
(2012). Los enfoques de costo de oportunidad para la violencia política no tienen un poder explicativo
significativo.
Proponemos una teoría de la violencia política en regímenes híbridos, basada en supuestos de
comportamiento racional, pero sin requerir de hipótesis que involucran variables económicas como
desempleo o salarios (en el mercado laboral legal) o beneficios monetarios (en el mercado de bienes y
servicios) o cualquier otra variable estrictamente económica. En la teoría que proponemos se busca
construir una explicación de la violencia política en regímenes híbridos utilizando como actores claves
a los partidos políticos por una razón sustantiva: Los partidos políticos son actores claves de un
régimen político, y es a través de ellos que el carácter democrático o autoritario del régimen puede
determinar, accionar o ejecutar la violencia política. Nuestro enfoque difiere del enfoque de
contrainsurgencia y terrorismo porque en nuestra teoría el objetivo de cada partido político es el de
tener control sobre el poder político, entendido como el poder de administrar los canales de acceso y
mantenimiento del poder burocrático e institucional del Estado. Nuestra explicación se basa en una
hipótesis de racionalidad con que actúan los partidos políticos, tanto para obtener poder político en
una democracia electoral con problemas (Flawed democracy) como también para, mantener ese poder.
Nuestra metodología intenta seguir la metodología de las Narrativas Analíticas propuesta por Bates, et
al. (1998). Por lo tanto, partimos de una narrativa ya construida en las ciencias sociales sobre violencia
política en un régimen híbrido con una amplia variedad de variaciones institucionales: Colombia, nuestro
estudio de caso.
Colombia ofrece un caso de estudio interesante porque, además de permitir construir un
contraejemplo a la hipótesis de la "U invertida", cuenta con una variedad excepcional de características
institucionales. Por un lado, su sistema de partidos ha sido intensamente clientelista a lo largo de toda
su historia; por otro lado, su violencia política y el tipo de partidos políticos han variado en el tiempo.
Estos partidos políticos tenían el papel de representar a grupos sociales de élite en la sociedad durante
la primera etapa de nuestro análisis (1946-1991), pero después de 1992 ha habido una apertura política
con la participación de partidos políticos no élite (Munshi, 2022). Sin embargo, ambos tipos de
partidos han adoptado prácticas clientelistas. Podemos afirmar que el sistema de partidos colombiano
tiene la particularidad de una estructura clientelista estable y auto-sostenible, y este sistema es una pieza
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clave de su régimen democrático. En Colombia, los partidos políticos han utilizado el clientelismo
para manejar el cierre relativo del régimen político y la exclusión social, que son dos problemas
igualmente endémicos (Gutiérrez, 2012; Moncada, 2016). El control clientelista del régimen político
colombiano por parte de sus partidos políticos representa un uso crónico del sistema para la
construcción de riquezas materiales de orden personal, que se auto-perpetúa financiando a los
candidatos ganadores en las elecciones nacionales). El clientelismo no debe entenderse como un
elemento más dentro del juego político colombiano, en realidad es el juego político colombiano en sí
mismo, y en consecuencia, el clientelismo es un elemento estructural de articulación entre la sociedad
y la clase política (Leal y Dávila, 2010).
Dadas las debilidades institucionales de la democracia colombiana, la existencia de una violencia
política estructural asociada con las características del régimen político clientelista plantea una pregunta
intrigante: ¿cuál es el mecanismo que subyace a la relación entre el grado de concentración del poder
político en el régimen híbrido clientelista y la violencia política ejercida por los partidos?
En este artículo, y siguiendo a Przeworski (2000), presentamos un modelo teórico en el que
separamos las reglas del juego del régimen político de sus resultados. La estructura del régimen
democrático define el marco institucional y los actores claves de la narrativa sobre la violencia política
son los partidos políticos clientelistas (political machines). El marco institucional y la racionalidad
instrumental de cada partido son caracterizados en el modelo teórico propuesto de economía política
de la violencia con clientelismo.
En la reconstrucción del proceso histórico de violencia política, no solo se identifican los actores
claves, sino también las estrategias y conjuntos de información utilizados en el contexto de un régimen
político híbrido. Con base en la narrativa se identifica la forma en que los actores utilizan sus conjuntos
de información para elegir sus estrategias para obtener poder político (a través del clientelismo) y
asimismo mantenerlo (a través del ejercicio de cierto grado de violencia política). En una segunda
etapa, los actores políticos con sus estrategias, identificados en la reconstrucción histórica de la
violencia política, se modelan utilizando la teoría de juegos. El equilibrio de Nash del juego permitirá
explicar la violencia política a largo plazo en Colombia.
Este documento analiza cómo la violencia política a largo plazo depende de manera sensible de
la concentración del poder político que los partidos tienen bajo su control. Seguimos a Saiya (2021) al
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evaluar la violencia política como una elección racional en un régimen híbrido con un bajo grado de
acceso a los canales políticos de participación.
A continuación, procedemos a realizar algunas aclaraciones metodológicas sobre las variables
concentración del poder legislativo y violencia política, utilizadas en la narrativa sobre la violencia
política en Colombia y en la evidencia econométrica.
1.1.
Concentración del poder político
Siguiendo el índice de Democratización (D) ofrecido por Polity IV Project, tenemos las siguientes
categorías: Democracia Plena (10), Democracia Defectuosa (6 a 9), Anocracia Abierta (1 a 5),
Anocracia Cerrada (-5 a 0) y Autocracia (-10 a -6). Cuanto más bajo sea el índice, más limitados son
los canales de acceso al poder en un régimen político; una democracia más imperfecta. Consideramos
 D  10 
una transformación lineal D  
 del índice D de tal manera que D tome valores entre 0 y
 20 
100 (Figura 2, Tablas 1 y 5). La interpretación de cada categoría de régimen político caracterizada por
el índice de Democratización D se describe en la Tabla 1.
Uno de los constituyentes fundamentales de un régimen político es su poder legislativo. Este poder
engloba una parte significativa de las normas y medidas que se aplican a otros componentes del
régimen político, ya que otorga autoridad pública para crear y aprobar leyes, y ejercer control político.
El nivel de accesibilidad al poder en un régimen político está directamente relacionado con la
inclusividad de su componente legislativo, en el cual los actores poseen poder de veto, son
independientes del partido gobernante y tienen amplia representatividad.
Tabla 1. Índice de Democratización D y Tipos de régimen político
Tipo de régimen político
D
100
80-99
Democracia plena. Son regímenes políticos donde las libertades civiles y las libertades
políticas fundamentales no solo son respetadas, sino también reforzadas por una cultura
política propicia para el florecimiento de los principios democráticos. Estas naciones
tienen un sistema válido de controles y contrapesos gubernamentales, un poder judicial
independiente cuyas decisiones son aplicadas, gobiernos que funcionan adecuadamente, y
medios de comunicación diversos e independientes. Estas naciones solo tienen problemas
limitados en su funcionamiento democrático. La mayoría de los países de Europa
Occidental eran considerados democracias plenas, y Noruega obtuvo la puntuación más
alta a nivel mundial.
Democracia imperfecta. Son regímenes políticos en los cuales se celebran elecciones y se
respeta las libertades básicas. Sin embargo, existen fallas significativas como una cultura
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política subdesarrollada, bajos niveles de participación en la política y problemas de
gobernanza.
55-79 Anocracia abierta. La anocracia o semidemocracia es una forma de gobierno que se define
de manera general como una combinación de elementos democráticos y autocráticos, o
como un "régimen que mezcla características democráticas y autocráticas". Se considera
una anocracia abierta cuando existen competidores que no provienen de las élites.
25-54 Anocracia cerrada. Se considera una anocracia cerrada cuando los competidores provienen
exclusivamente de las élites.
0-24
Autocracia. Una autocracia es un régimen político en el cual un gobernante tiene un control
absoluto y poder de toma de decisiones en todos los asuntos del Estado y sobre todas las
personas del país.
Fuente: Polity IV Project
Este aspecto es evidente en democracias plenas, como Canadá, Noruega, Suecia, Australia, Reino
Unido y Estados Unidos. Los regímenes híbridos se caracterizan por partidos políticos que poseen un
grado medio a bajo de institucionalización, exhiben representatividad limitada y están segregados
según líneas espaciales, ideológicas y sociodemográficas. Estos atributos son comunes en muchos
regímenes híbridos de América Latina, incluyendo Colombia, como señalan Freidenberg y Levitsky
(2007).
En los regímenes híbridos, se ha relacionado un aumento en la concentración política dentro del
poder legislativo con una mayor probabilidad de violencia política. En este sentido, se pueden
distinguir dos escenarios: 1) cuando aumenta la concentración del poder legislativo dentro de un
partido de oposición, el partido gobernante puede utilizar la violencia política sistemática para
neutralizar dicha oposición, a menudo cerrando el parlamento y reemplazándolo por una alternativa
favorable al régimen5; y 2) cuando el régimen político se clasifica como una democracia imperfecta
5
Entre 2005 y 2022, el régimen político en Venezuela se puede caracterizar como anocrático. En abril de 2017, el partido
gobernante, bajo el liderazgo del presidente Nicolás Maduro, disolvió el parlamento después de la victoria de la oposición
en las elecciones de 2015. En lugar de los procedimientos parlamentarios, Maduro anunció la elección de una asamblea
constituyente (ANC) que se llevaría a cabo en junio de 2017. El período subsiguiente de agitación política de abril a junio
de 2017 estuvo marcado por niveles significativos de violencia política. La ANC asumió el papel del órgano legislativo
oficial hasta 2019. De manera similar, Colombia fue una anocracia desde 1946 hasta 1955. En 1949, el presidente
conservador Mariano Ospina disolvió el parlamento, que previamente había sido dominado por la oposición desde las
elecciones de 1947. El uso de un Estado de Emergencia por parte del partido conservador resultó en alarmantes niveles
de violencia política, desalentando a los liberales de participar en las elecciones parlamentarias de 1951 y otorgando
efectivamente el 100% de los escaños a los conservadores. Del mismo modo, Perú fue una anocracia entre 1991 y 2001.
El partido de gobierno, "Cambio 90", liderado por el presidente Alberto Fujimori, empleó al ejército para disolver el
parlamento dominado por la oposición en abril de 1992. Además, el gobierno cooptó varias ramas del estado, incluyendo
el poder judicial, la Asamblea Legislativa, el Tribunal de Garantías Constitucionales, el Ministerio Público y la Contraloría
General de la República. Este período se caracterizó por el encarcelamiento político de numerosas personas que no habían
cometido delitos, así como la persecución sistemática, intimidación y detención de líderes de la oposición. En conclusión,
7
(con una puntuación entre 80 y 99) o una anocracia (con una puntuación entre 25 y 79), y los partidos
políticos en el cuerpo legislativo tienen una representación limitada, se puede esperar niveles más altos
de exclusión política, lo que conduce a un aumento correspondiente en la violencia política. En nuestro
estudio, buscamos definir y medir el poder político de un partido en un régimen híbrido.
Específicamente, definimos el poder político como el porcentaje de escaños que un partido político
tiene en el cuerpo legislativo.
Para medir la concentración del poder político, se emplea el índice de Concentración del Poder
Político (CPP) propuesto por Amador (2017) basado en el Índice de Herfindahl-Hirschman, el cual se
define como la suma de los cuadrados de los porcentajes de escaños que cada partido político tiene
en el parlamento, de manera que CPP = s12  s22  ...  sn2 , donde si [0,1] representa el porcentaje de
escaños que el partido político i  1, 2,..., n tiene en el parlamento. Utilizamos el Índice CPP propuesto
por Amador (2017) para medir el grado de concentración del poder político por cada año.
Figura 2. Serie temporal de los índices D y CPP.
1946
1948
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Fuente: Elaborado por los autores. La línea oscura corresponde a la serie del índice de D y la
línea clara a la serie del índice de CPP.
El índice CPP se calcula para el período 1946-2014 y sus valores nos brindan una idea del nivel de
concentración del poder político en los regímenes seleccionados durante este período. Al analizar las
estos tres casos ilustran el uso de la anocracia para consolidar el poder político mediante la supresión de voces y acciones
opositoras. La violencia y la coerción empleadas por estos regímenes sirven como ejemplos de advertencia sobre los
peligros de la gobernanza antidemocrática.
8
tendencias y cambios en el Índice CPP a lo largo del tiempo, podemos obtener una mejor comprensión
de la dinámica del poder político y su distribución dentro de estos regímenes híbridos.
Cuando existe una significativa concentración del poder político, lo que implica que solo unos
pocos partidos políticos tienen el control sobre el acceso al poder y la burocracia, el grado de
democratización en el régimen político tiende a ser bajo. Esta situación se atribuye principalmente a
los políticos que se basan en bases de representación estrechas, altamente excluyentes y clientelares,
fuertemente dependientes del clientelismo. Como se muestra en la Figura 2, un índice de
Concentración del Poder Político (CPP) más alto corresponde a un nivel más bajo de democratización
en el régimen político. Nuestro estudio, utilizando la prueba de cointegración de Johansen, indica una
relación de equilibrio a largo plazo entre las series consideradas (Tabla 2). La presencia de
cointegración (una tendencia estocástica compartida) entre el índice de Democratización y la
concentración del poder político sugiere que existe una notable correlación negativa a largo plazo entre
las dos variables. Por lo tanto, en el régimen híbrido de Colombia, un aumento en la concentración
del poder político dentro del poder legislativo se ha correspondido con una reducción en el nivel de
democratización dentro del sistema político.
Tabla 2. Johansen Cointegration Test Results
Series
Trace
5% Critical Value
Cointegration
Corr
Statistic
D y CPP
5,68*
15.41
Si
-0.81
TP y violencia homicida
1.02*
3.76
Si
0.78
Fuente: Elaborado por los autores. *Existe al menos un vector de cointegración
1.2.
Violencia política
El nivel de violencia política en cada país se evalúa anualmente utilizando la escala de terror político
(TP). Esta escala es desarrollada por Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el Departamento
de Estado de los Estados Unidos. Para facilitar el análisis, aplicamos una transformación lineal
TP   TP 5  100 0,100 a la escala TP (Ver: Figura 3 y Tabla 3).
La interpretación de la escala TP es descrita en la Tabla 3. No podemos utilizar la escala de terror
político en nuestra investigación más allá del año 1976, ya que es la única disponible. En su lugar,
utilizamos la tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes como un indicador de la violencia política.
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Para asegurarnos de que esta variable sea un proxy adecuado, la comparamos con la escala de terror
político para Colombia en la Figura 3. Observamos una fuerte asociación temporal entre las dos
variables, lo que indica que un aumento en la violencia homicida se corresponde con un mayor nivel
de violencia política (Ver: Figura 3 y Tabla 5). En otras palabras, existe una correlación positiva entre
la violencia y el índice TP para Colombia. Para verificar la significancia estadística de esta correlación
positiva, realizamos la prueba de cointegración de Johansen para rechazar la hipótesis nula de no
cointegración entre las series (Ver: Tabla 2).
Figura 3. Índices de violencia política ( TP ) y violencia homicida en Colombia.
Fuente: Preparado por los autores. La línea oscura corresponde a la serie temporal del índice de
democratización D y la línea clara corresponde a la serie temporal del índice de concentración del
poder político CPP.
La presencia de cointegración entre la violencia homicida y la concentración política indica una
correlación temporal positiva y significativa a largo plazo. Este hallazgo es consistente con la literatura
previa, que sugiere que la violencia política ha desempeñado un papel significativo en la configuración
de la tendencia a largo plazo de otras formas de violencia homicida en Colombia (Ver: GutiérrezSanín, 2012: 62).
Tabla 3. Niveles e interpretaciones de la Escala de Terror Político
Nivel
Interpretación
0-20
21-40
En países donde el estado de derecho está bien establecido, las personas generalmente no
son encarceladas debido a sus creencias políticas, y los casos de tortura son poco frecuentes
y excepcionales. Además, los homicidios motivados políticamente son extremadamente
inusuales.
Existe una baja incidencia de encarcelamiento relacionado con actividades políticas no
violentas. Aunque el número de personas afectadas es limitado, los casos de tortura y
10
agresión física son raros. Además, los asesinatos por motivos políticos son poco
frecuentes.
40-60
En países caracterizados por este nivel de terror político, existe un encarcelamiento político
generalizado y sistemático, o una historia de dicho encarcelamiento. Los asesinatos
políticos y otras formas de brutalidad, incluyendo la tortura, son frecuentes. La práctica de
detención indefinida, con o sin juicio, como medio de castigar a las personas por sus
opiniones políticas, es comúnmente aceptada.
60-80
En este nivel de terror político, las violaciones de los derechos civiles y políticos se han
vuelto generalizadas y afectan a una gran parte de la población. Son comunes actos como
el asesinato, la desaparición y la tortura. Aunque es generalizado, este nivel de terror se
dirige especialmente a aquellos que se dedican a actividades políticas o intelectuales.
80-100 El terror ha permeado a toda la población. Los líderes de estas sociedades no tienen límites
ni restricciones en los métodos o alcance con los que persiguen sus objetivos personales o
ideológicos.
Fuente: Mark, G., Cornett, L., Wood, R., Haschke, P., Arnon, D. and Pisanò, A. (2017)
El artículo está organizado como sigue. En la sección 2, utilizamos los índices de Concentración
de Poder Político (CPP) y Violencia (CPP) para explorar su relación durante el período de 1946-2014.
Basados en evidencia documental, sostenemos que el aumento en el Índice de CPP produce/causa un
incremento en la violencia política, lo cual a su vez contribuye a niveles más altos de violencia
homicida. En la sección 3, introducimos un modelo de competencia política para el control legislativo,
en el cual los partidos políticos utilizan el clientelismo y la violencia política. Los partidos emplean el
clientelismo para asegurar escaños en el legislativo y la violencia política para bloquear el acceso al
poder por parte de aquellos que puedan amenazar su posición relativa en el sistema político híbrido.
Este modelo de economía política nos permite explicar teóricamente el impacto de la concentración
de poder político en la violencia política. En la sección 4, presentamos la evidencia empírica mediante
la estimación de un modelo de Vector Auto-regresivo (VAR) utilizando las series de CPP, V y la tasa
de crecimiento real del PIB. Finalmente, en la sección 5, sacamos conclusiones y ofrecemos
sugerencias para investigaciones futuras.
2. Narrativa sobre régimen político, violencia y exclusión
Nuestro período de análisis abarca desde 1946 hasta 2015, el cual hemos dividido en cuatro
períodos distintos basados en la concentración del poder político y la violencia. Antes de 1946,
Colombia estuvo sujeta a conflictos armados intermitentes entre sus dos partidos políticos oficiales.
Durante el siglo XIX, el control de tierras y población, más que las diferencias ideológicas, fueron los
impulsores principales de estos enfrentamientos. El conflicto más grande fue la Guerra de los Mil Días
(1899-1902), que resultó en la victoria conservadora y la imposición de un régimen político restringido
11
hasta 1934, caracterizado por la autocracia de 1902 a 1910 y la anocracia cerrada de 1911 a 1934. Los
gobiernos liberales (1934-1946) realizaron algunos esfuerzos para modernizar el país, pero
continuaron dependiendo en gran medida de los privilegios tradicionales basados en la tierra. Hacia el
final de este período, los agentes conservadores comenzaron a llevar a cabo actos de violencia cada
vez más audaces en un intento de recuperar el control del poder político.
2.1. Periodo de La Violencia (1946-1958)
Durante 1946-1950, el partido conservador estuvo en el poder bajo la presidencia de Mariano
Ospina Pérez. Era ampliamente conocido que el partido liberal estaba listo para obtener la mayoría en
las elecciones legislativas de 1947. Para contrarrestar la influencia del partido liberal, los conservadores
ofrecieron cargos gubernamentales a algunos de sus líderes como parte de un esfuerzo diplomático.
Mientras tanto, los conservadores recurrieron a métodos ilegales de coerción contra los votantes
liberales en áreas rurales y pequeñas ciudades. La persecución de los liberales fue llevada a cabo no
solo por fuerzas criminales para-institucionales, afiliadas a la policía a través de sucursales locales del
partido conservador, sino también a través de los medios de comunicación, que promovían la violencia
como un medio legítimo de autodefensa contra los liberales (Bailey, 1967). Como resultado de la
creciente violencia contra los votantes liberales y los líderes locales, la dirigencia del partido liberal en
Bogotá se retiró del gobierno en 1947 (Pécaut, 2012; Medina, 1989).
Los conservadores, bajo el liderazgo de Ospina Pérez, sostenían que el estado del país requería la
promulgación de un Estado de Emergencia, lo cual hicieron mediante el Decreto 3518 el 9 de
noviembre de 1949. Este Estado de Emergencia permitió un uso más amplio de las fuerzas estatales
en la violencia política coercitiva, la suspensión del congreso, la prohibición del derecho a la reunión
pública, la disolución de las asambleas departamentales y los concejos municipales, y el cierre de la
prensa. Debido a la extrema violencia política perpetrada por el partido conservador, los liberales, bajo
el liderazgo de Darío Echandía, no participaron en las elecciones de 1949 y el candidato conservador
Laureano Gómez ganó la presidencia sin oposición. Además, el Congreso permaneció cerrado hasta
1951, cuando se llevaron a cabo nuevas elecciones, pero los liberales nuevamente se abstuvieron de
participar. En consecuencia, la representación conservadora aumentó al 100% tanto en el Senado
como en la Cámara de Representantes (Jaramillo y Franco, 2005). Durante el período analizado (Tabla
2 y Figura 3), el Índice CPP alcanzó su valor máximo de 100 (Palacio, 2006). Este período se caracterizó
12
por una concentración de poder sin precedentes, y el partido conservador ejerció niveles cada vez
mayores de violencia política (Columna A - Figura 4).
Afirmación 1: Durante el período de La Violencia (1946-1958), el régimen político se caracterizó como
anocrático. El partido Liberal tenía una alta concentración de poder legislativo, como mayoría de oposición, lo que llevó
al partido Conservador, como partido gobernante, a recurrir a una creciente violencia política contra el partido Liberal.
El partido Conservador utilizó la violencia política como un medio para preservar su posición de dominio dentro del
régimen político (Columna A - Figura 4).
Durante el período de La Violencia, el cambio institucional fue un acto político. El régimen político
de la época era excluyente, no solo porque se basaba en una ideología conservadora extrema, sino
también debido a la relación clientelista entre el Estado, los partidos políticos y la población. El partido
conservador recurrió a la represión legal para mantener su dominio en el régimen político, lo que
eventualmente condujo a acciones cada vez más violentas e ilegales por parte de ambos partidos. Este
enfoque a corto plazo para el control político resultó ser demasiado costoso, y los líderes de los
partidos acordaron una solución a largo plazo al compartir los cargos políticos en una proporción de
50/50, menos que su máximo de 100. Esto contribuyó a la desescalada de la violencia y eliminó la
amenaza representada por el General Rojas Pinilla (Gutiérrez, 2012; Palacio, 2006; Guisao-Álvarez,
2022). Con la salida del general, los partidos tradicionales llegaron a un acuerdo llamado Frente
Nacional (Palacio, 2006).
2.2. Periodo del Frente Nacional (1958-1974)
El Frente Nacional surgió como respuesta a la amenaza percibida representada por el General
Rojas, según lo documentado por Hartlyn (1993). Este pacto, realizado por los partidos tradicionales,
buscaba mitigar esta amenaza. Sin embargo, es importante destacar que el Frente Nacional atendió
principalmente a los intereses de la élite existente afiliada a los partidos tradicionales, lo que resultó en
una consolidación de poder similar a un cartel político (Período 1958-1969: Figura 1). Bajo el régimen
del Frente Nacional, tanto el Partido Liberal como el Partido Conservador tenían una representación
dual, con dos gobiernos cada uno. Los gobiernos del Partido Liberal estuvieron encabezados por
Alberto Lleras (1958-1962) y Carlos Lleras (1966-1970), mientras que los gobiernos del Partido
Conservador estuvieron liderados por Guillermo León Valencia (1962-1966) y Misael Pastrana (19701974).
13
Consecuentemente, el establecimiento del Frente Nacional resultó en una apertura parcial del
régimen político, ya que los partidos tradicionales se reconocieron mutuamente como actores políticos
legítimos con derecho a participar en los canales de acceso al poder. Este período se caracterizó por
un cartel político con una colusión explícita. Durante este período, la concentración de poder político
(CPP) disminuyó al 50%, al igual que la violencia (Figura 4 — Columna D). Aunque el Frente Nacional
permitió cierto grado de competencia política entre facciones de personalidades dentro de cada partido
élite, en última instancia, funcionó como un acuerdo para compartir el poder entre las élites. La
competencia dentro de cada partido contribuyó a la dilución de la violencia política partidista y a la
desconcentración del poder político entre diferentes líderes regionales y locales afiliados a ambos
partidos. En otras palabras, el Frente Nacional desempeñó un papel decisivo como determinante de
la desconcentración del poder a través del faccionalismo partidista, y según lo afirmado por Hartlyn
(1993) y González (2003), contribuyó significativamente a la reducción de la violencia política durante
el período 1958-1974 (Figura 4 – Columna D).
Afirmación 2: Durante el período del Frente Nacional (1958-1974), el régimen político puede ser caracterizado
como una democracia defectuosa. El Frente Nacional constituyó un acuerdo explícito entre los dos partidos élite con el
objetivo de lograr una distribución equitativa del poder. Este acuerdo redujo efectivamente la concentración del poder
político y limitó de manera efectiva la violencia partidista (Columna D — Figura 4).
El Frente Nacional, como institución formalizada a través del Pacto de Benidorm y el Pacto de
Marzo, tuvo un impacto significativo durante su existencia. Fomentó el reconocimiento mutuo entre
los militantes de los partidos políticos, tratándolos como actores políticos con igualdad de
oportunidades en las luchas electorales y democráticas. Como resultado, el espacio para llevar a cabo
acciones violentas contra los oponentes políticos disminuyó. Las confrontaciones que anteriormente
se daban mediante medios físicos y armados durante las elecciones fueron reemplazadas por una
competencia electoral pacífica, adhiriéndose a los principios de la democracia liberal. En consecuencia,
surgió la necesidad de desmantelar el Frente Nacional, ya que había cumplido su propósito de pacificar
y democratizar el país. Si bien fueron los actores políticos quienes en última instancia decidieron
desactivar el Frente Nacional, iniciando el período de desmantelamiento (1974-1991), el proceso de
toma de decisiones transitó de una estructura formalizada a una informal. Cada partido político,
beneficiándose del Frente Nacional, había establecido bases electorales y políticas a través de su
14
control sostenido sobre los recursos de la burocracia y el sector público tanto a nivel nacional como
subnacional.
Figura 4. Índice de concentración del poder político y violencia en Colombia
Fuente: Elaborado por los autores. La línea oscura corresponde a la serie de violencia y la línea
clara a la serie del índice de concentración del poder político.
2.3. Periodo de desmantelamiento del Frente Nacional (1974-1991)
Durante el período de 1974 a 1991, el índice de concentración de poder político (PPC) se mantuvo
aproximadamente en un 50%, con fluctuaciones menores atribuidas a la participación de movimientos
pequeños como la Alianza Popular Nacional, así como a facciones disidentes de los partidos políticos
tradicionales, como el Movimiento Revolucionario Liberal y la Unión Patriótica (Figura 4). La
concentración política predominante, junto con otros factores, contribuyó a niveles alarmantes de
pobreza durante la década de 1960 y 1970, lo que llevó a una democracia fragmentada caracterizada
por altos niveles de exclusión política y social (Ver: Tabla 5). El problema de la pobreza rural estuvo
directamente vinculado a la extrema concentración de tierras, un fenómeno que fue ampliamente
discutido por asociaciones socio-políticas no elitistas como la Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos (ANUC), pero que fue en gran medida ignorado por los dos partidos tradicionales
dominantes. La movilización social durante este período proporcionó un terreno fértil para la
aparición de grupos guerrilleros contemporáneos, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC-EP), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación
(EPL) y el Movimiento 19 de Abril (M-19).
15
La respuesta de los partidos élite a las revueltas populares implicó la implementación de la doctrina
del "enemigo interno", caracterizada por niveles elevados de represión y persecución política contra
los movimientos políticos de izquierda (LeGrand, 2003), especialmente durante los gobiernos liberales
de Alfonso López Michelsen (1974-1978) y Julio César Turbay Ayala (1978-1982) (Gómez-Suarez,
2020). La implementación del Estatuto de Seguridad (Decreto 1923 de 1978) resultó en una ocupación
parcial de la esfera civil por parte de las fuerzas militares, y líderes sindicales, intelectuales y estudiantes
se convirtieron en objetivos de la represión policial (LeGrand, 2003). Las fuerzas militares recibieron
poderes extrajudiciales para ejercer la represión política tanto en áreas urbanas como rurales, lo cual
incluía detenciones ilegales, juicios militares a civiles, tortura y ejecuciones extrajudiciales (Palacio,
2006). Durante la administración del presidente conservador Belisario Betancur (1982-1986), se
realizaron intentos de entablar negociaciones con grupos rebeldes. Sin embargo, para ese momento,
la política de exterminar a la izquierda como enemigo interno ya estaba firmemente establecida, tanto
a nivel institucional como a través de canales no oficiales. A pesar de que el gobierno de Betancur
promulgó una Ley de Amnistía para combatientes guerrilleros y líderes políticos encarcelados por
administraciones anteriores, la violencia política continuó en aumento (Gómez-Suárez, 2020).
Desde finales de la década de 1970 y a lo largo de la década de 1980, el país presenció el surgimiento
del narcoterrorismo, donde las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas se involucraron en
conflictos violentos para controlar sus negocios ilícitos y también atacaron al Estado que buscaba
enjuiciarlos. Estas organizaciones de narcotráfico a menudo brindaban apoyo a fuerzas paramilitares,
a pesar de que estas últimas estaban asociadas con el Estado en su lucha contra los grupos guerrilleros.
Distinguir entre la violencia criminal relacionada con el tráfico de drogas y la violencia política es una
tarea difícil, ya que están profundamente entrelazadas (Gaffney, 2018; Durán-Martínez, 2018). La
violencia política perpetrada por grupos paramilitares no hubiera sido posible sin el flujo de dinero
proveniente del narcotráfico (Gutiérrez-Sanín, 2022; Moncada, 2021). Los actos de violencia política
contra líderes políticos y organizaciones de la sociedad civil fueron llevados a cabo principalmente por
grupos ilegales distintos de las guerrillas, a menudo a través de alianzas entre traficantes, fuerzas
paramilitares y las fuerzas armadas (Clawson y Lee, 1996; Alabarracín et al., 2020).
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) establecieron
su partido político, la Unión Patriótica (UP), en 1985. La UP buscaba representar a grupos sociales no
elitistas dentro del ámbito político. En las elecciones legislativas de 1986, la UP logró una participación
16
significativa, especialmente a nivel local y regional (Leech, 2011). La mencionada alianza de derecha
interpretó este resultado como evidencia de la influencia comunista que se apoderaba del país, lo que
llevó a una campaña de exterminio violenta que resultó en un mínimo de 3,000 asesinatos (Palacio,
2012; Gómez-Suárez, 2007).
Tabla 4. Indicadores de pobreza nacional, urbana y rural en Colombia, 1978-1990
1978
1988
1995
Tasa de pobreza
80%
65%
60%
Nacional
Tasa de miseria
45%
29%
21%
Tasa de pobreza
70%
55%
48%
Urbano
Tasa de miseria
27%
17%
10%
Tasa de pobreza
94%
80%
79%
Rural
Tasa de miseria
68%
48%
37%
Fuente: Banco Mundial
1999
64%
23%
55%
14%
79%
37%
A pesar de los esfuerzos del gobierno liberal bajo Virgilio Barco (1986-1990), no se pudo evitar la
consolidación de estas alianzas, que llevaron a cabo asesinatos, desplazamientos forzados, apropiación
de tierras, torturas y secuestros contra líderes y simpatizantes de la UP. La violencia política
presenciada durante este período, orquestada y ejecutada por los partidos de élite a través de su
participación activa o aquiescencia, fue sin precedentes en la historia de Colombia (Bejarano y Pizarro,
2005).
Afirmación 3: Durante el período de desmantelamiento del Frente Nacional (1974-1991), el régimen político
puede ser caracterizado como una democracia defectuosa, dado que los partidos de élite detentaban un poder político
exclusivo en el legislativo. Esta concentración de poder resultó en niveles extremos de exclusión política y social, generando
altos índices de pobreza e desigualdad. Los partidos de élite monopolizaron efectivamente los canales de acceso al poder
político, negando la participación a cualquier otro actor político. La violencia política llevada a cabo por agentes estatales
o paraestatales durante este período fue sin precedentes (Figura 4 - Columna E, Tabla 5).
2.4. Periodo de descentralización política (1991-presente)
Tras la promulgación de la Constitución de 1991, surgieron nuevas vías para acceder al poder
político por parte de los partidos emergentes (Palacio, 2006: 334-338). Estos partidos recién formados
establecen alianzas con grupos armados ilegales, como traficantes, fuerzas paramilitares y guerrillas,
en las regiones donde tienen presencia.
17
Tabla 5. Series de violencia (V), CPP, tasa de crecimiento del PIB real (ΔPIB), terror político (PT) y democratización (D)
Año
V
CPP
ΔPIB
D
Año
V
CPP
ΔPIB
D
Año
V
ICPP
ΔPIB
D
TP
Año
V
CPP
ΔPIB
D
TP
1946
12
50
-2
75
1964
34
50
6,17
85
1982
32
49
0,95
90
60
1999
59
29
-4,20
85
100
1947
12
50
-1
75
1965
32
50
3,60
85
1983
32
50
1,57
90
60
2000
63
29
2,92
85
100
1948
16
50
0,58
75
1966
30
50
5,35
85
1984
32
50
3,35
90
60
2001
47
29
1,47
85
100
1949
30
50
1,70
75
1967
29
50
4,20
85
1985
40
50
3,11
90
60
2002
66
29
1,93
85
100
1950
30
100
2,81
25
1968
30
50
6,12
85
1986
48
50
5,82
90
80
2003
53
14
3,86
85
100
1951
33
100
3,12
25
1969
21
50
6,37
85
1987
52
45
5,37
90
80
2004
45
14
4,87
85
100
1952
43
100
6,31
25
1970
21
50
6,74
85
1988
63
45
4,06
90
80
2005
39
14
4,72
85
80
1953
32
100
6,08
25
1971
23
50
5,96
85
1989
65
45
3,41
90
80
2006
40
14
6,84
85
80
1954
24
100
6,92
25
1972
23
50
7,67
85
1990
69
45
4,28
90
100
2007
39
13
7,52
85
80
1955
31
100
3,91
25
1973
23
50
6,72
85
1991
78
50
2,00
95
100
2008
34
13
3,55
85
80
1956
37
100
4,06
25
1974
24
50
5,75
85
1992
77
34
4,04
95
80
2009
29
13
1,65
85
80
1957
37
100
2,23
25
1975
24
44
2,32
90
1993
75
34
5,39
95
100
2010
27
13
3,97
85
80
1958
46
50
2,46
85
1976
26
44
4,73
90
40
1994
70
34
5,81
95
100
2011
26
18
6,59
85
60
1959
37
50
7,23
85
1977
28
44
4,16
90
40
1995
65
36
5,83
95
100
2012
31
18
4,04
85
60
1960
33
50
4,27
85
1978
27
44
8,47
90
40
1996
67
36
2,05
85
100
2013
25
18
4,87
85
80
1961
32
50
5,09
85
1979
30
49
5,38
90
60
1997
60
36
3,43
85
100
2014
24
18
4,39
85
60
1962
31
50
5,41
85
1980
31
49
4,09
90
60
1998
56
36
0,57
85
100
2015
23
17
3,05
85
60
1963
32
50
3,29
85
1981
36
49
2,28
90
60
TP
Fuente Elaborado por los autores. Registro Nacional de Colombia, Policía Nacional, Banco de la República de Colombia, Proyecto Polity IV y
Escala de Terror Político. Violencia (V), CPP, tasa de crecimiento real del PIB (ΔGDP), terror político (PT) y democratización (D).
18
El objetivo de dichas alianzas es adquirir suficientes recursos para asegurar la victoria en las
elecciones subnacionales (Romero, 2003; Acemoglu et al., 2013).
Los grupos armados ilegales se benefician de la seguridad territorial proporcionada por estos
nuevos gobiernos locales. La violencia política se adapta a las dinámicas entre los nuevos partidos, los
grupos ilegales y las antiguas oligarquías en cada región (Eaton, 2006: 544). Específicamente, la
colaboración con grupos guerrilleros como el ELN contribuye a la aparición de nuevas oligarquías
subnacionales que reemplazan a las oligarquías anteriores responsables de las estructuras regionales de
los partidos tradicionales (Eaton, 2006: 555; Peñate, 1999: 88). La adaptación a estas nuevas dinámicas
resultó en una extrema violencia política durante la década de 1990 (Hybel, 2020: 162; Figura 5 Columna F). Sin embargo, la violencia política tendió a disminuir durante este período, no solo debido
al establecimiento de poderes regionales, sino también porque todos los actores políticos (legales e
ilegales) reconocieron que, en el nuevo contexto institucional, las alianzas eran más efectivas para
obtener el control sobre los gobiernos subnacionales (Steele & Schubiger, 2018: 59).
Afirmación 4: Durante el proceso de descentralización política (1991-presente), el régimen político en Colombia
puede caracterizarse como una democracia imperfecta. La expansión de canales para acceder al poder político permitió
la participación de nuevos partidos no pertenecientes a la élite. Como resultado, la concentración del poder político
disminuyó, reduciendo los incentivos para recurrir a la violencia política contra partidos rivales o actores políticos. En
consecuencia, la violencia política experimentó un descenso durante este período (Figura 4 - Columna F).
Basándonos en las afirmaciones 1 a 4, se puede inferir que dentro del marco de un régimen
político híbrido caracterizado por partidos clientelistas, un aumento (o disminución) en la
concentración del poder conlleva un aumento (o disminución) correspondiente de la violencia política.
Además, si la concentración del poder político resulta en niveles más altos de pobreza e desigualdad,
esto contribuirá aún más a la escalada de la violencia política. Basándonos en la metodología de las
narrativas analíticas, la siguiente sección presenta un modelo que abarca el mecanismo identificado
derivado de la reconstrucción histórica de la violencia política en Colombia.
3. Un modelo teórico sobre regímenes híbridos, clientelismo y violencia política
Nuestro modelo teórico opera bajo la premisa de un régimen híbrido, en el cual los partidos
políticos funcionan como máquinas políticas, tal como lo define Stokes, Dunning, Nazareno y Brusco
(2013). Estudios recientes de Stokes (2021) también aclaran cómo las democracias divididas, que se
19
encuentran dentro de la categoría de regímenes híbridos, tienden a fomentar prácticas sólidas de
clientelismo político. Proponemos una variación del modelo propuesto por Amador (2017).
3.1. Juego de competencia política por el control clientelista de la legislatura
Cada partido clientelista i  1, 2,..., n decide estratégicamente la cantidad de burocracia si que
busca tener bajo su control siguiendo estrategias de clientelismo. Durante el periodo de la Violencia
(1946-1958) estuvieron definidas por el clientelismo tradicional, basadas en relaciones de servidumbre
y lealtades en un contexto más rural que urbano. Posteriormente, durante el Frente Nacional (19581974) y el periodo de Desmonte del Frente Nacional (1974-1991), las estrategias clientelares se
definieron principalmente por el clientelismo moderno, basadas en relaciones laborales de naturaleza
burocrática. Durante el periodo de apertura política (1991-Presente), con la descentralización política,
administrativa y fiscal, las estrategias clientelares se definen principalmente por el clientelismo de
mercado. Con esta nueva forma de clientelismo, la contratación pública territorial se asigna en un
mercado en el cual los actores privados que obtienen participación en la contratación pública son
aquellos que presentan las mejores ofertas en la financiación de las organizaciones electorales de los
partidos clientelistas que ganan las elecciones. En cada periodo, si bien es cierto todas las formas de
clientelismo coexisten, se destaca una de ellas, dadas las características institucionales del régimen.
Ingresos. Denotamos por Gmax el valor monetario de los bienes públicos requeridos para satisfacer
todas las demandas ciudadanas en sectores como la salud, educación, seguridad, infraestructura, entre
otros. Sea G el valor monetario de los bienes públicos que el Estado está en capacidad de proveer. El
Estado es tan débil como p 
Gmax  G
se acerque a 1. La debilidad del Estado se refiere a la
Gmax
capacidad de suplir de manera adecuada los bienes públicos en una sociedad democrática. Se define
p  0,1 como una proxy del nivel de pobreza al interior de una democracia.
Por otro lado, los regímenes híbridos se caracterizan por la existencia de un estado depredador:
"“By a predatory state, we mean a state that promotes the private interests of dominant groups within the state (such as
politicians, the army and bureaucrats) or infuential private groups with strong lobbying powers" (Vahhabi, 2020: 233).
En un régimen híbrido, cuando la intensidad de la depredación estatal sobre los recursos públicos
aumenta, esto conduce a un incremento en la desigualdad de ingresos dentro de la sociedad. Sea
g  0,1 el índice de Gini. Cada partido clientelista adquiere un ingreso clientelista
20
I  G   si 
g  p G
 si dada su cuota de curules si tal que S  s1  s2  ...  sn en el cuerpo legislativo
S
bajo el control de los partidos clientelistas. El término g  p  G representa el valor monetario de los
recursos que cada partido clientelista captura para promover sus propios intereses. La cantidad de
recursos g  p  G que los partidos saquean se incrementará tanto como la exclusión política y
económica sea mayor, esto es, los parámetros g y p se incrementen. Con el objetivo de obtener el
ingreso clientelista I  G   si , el partido clientelista debe primero obtener la cuota de curules si en las
elecciones democráticas, lo que involucra la implementación de estrategias clientelistas que generan
unos costos.
Costos. El partido clientelista incurre en un costo c  bi   c  si para lograr el control de una cuota
burocrática si , el cual se genera no solo con la financiación de su organización electoral durante el
periodo de elecciones, sino también con la financiación de sus redes clientelares, pagando coimas y
toda clase de sobornos. El costo medio en el que incurre el partido clientelista al acometer acciones
clientelares es igual a su costo marginal, i.e., asumimos que cada partido clientelista opera al menor
costo medio posible6. Al deducir de los ingresos clientelares I  G   si los costos c  si   c  si el
partido clientelista conoce sus beneficios.
Beneficios. Sea  i (si , si )   I  G   c   si la función de beneficio burocrático del partido
clientelista i tal que s   s1 , s2 ,..., sn  es una distribución de curules legislativas entre n partidos
clientelistas. Cada partido clientelista i  1, 2,..., n decide simultáneamente la cantidad de curules que
busca tener bajo su control a través del ejercicio del clientelismo. Cada partido ejecuta un conjunto de
estrategias clientelistas que involucra todas sus tipologías a un costo capturado por la función de costo.
Por lo anterior, decimos que el juego   S   [Si i 1 ; i ( s)i 1 ] es un juego de competencia
n
n
burocrática con información completa en el cual cada partido clientelista escoge su estrategia si  Si
de manera simultánea. Asumimos que n  1 esto es, se asume que existen al menos dos partidos
políticos.
6
Ejemplos de acciones clientelares serían la compra de votos, el patronazgo, compra de mesas electorales, sobornos a
jueces locales, etc.
21
Resolviendo el juego a través del método de mejor respuesta se tiene que
 i  si , si  g  p  G
s

 c  i2  G
si
S
S
Dado que todos los partidos tienen el mismo conjunto de estrategias y la misma función de pagos,
  S  es un juego simétrico. En consecuencia, el equilibrio es simétrico si s1*  s2*  ...  sn*  s* tal
que S *  n  s* . Por lo tanto,
 i  si , si 
g  p  G n 1
 0 si, y solo si, s* 
 2
si
c
n
En consecuencia,
 g  p G  *  g  p G  g  p G
 c  s 
c 
*
n2
 S

 ns

 i*  s*  
Por lo anterior, se tiene el siguiente lema.
Lema 1. Equilibrio simétrico en el juego   S  – Se cumple que en el equilibrio simétrico de Nash  s1* , s2* ,..., sn* 
del juego simultáneo de competencia burocrática   S  con información completa, si* 
g  p  G   n  1
es la cuota
n2  c
de curules de equilibrio del partido clientelista i  1, 2,..., n . El beneficio  i  s1* , s2* ,..., sn*    i* del partido
clientelista en el EN es  i  S / n .
*
2
Índice de concentración del poder político. Siguiendo el índice de Hirschman-Herfindahl, se
tiene que
2
2
s 
s  s 
(n)   1    2   ...   n 
S S 
S
2
es el índice de concentración del poder político ( n) en el EN del juego   S  . Pero
g  p  G   n  1
s
1
n2  c


g  p  G   n  1 n
S
nc
*
i
*
para cada i  1, 2,..., n en el EN del juego   S  . En consecuencia,
22
2
2
2
2
1 1
1
1 1
  n         ...     n    
n n
n
n n
n veces
es el índice de concentración de poder político en el equilibrio de Nash del juego   S  .
3.2. Juego de violencia política
Cada partido clientelista debe decidir la cantidad de violencia política que ejercerá para garantizar
que en efecto su control sobre su cuota de curules no se encuentre amenazada con la entrada al
régimen de otros partidos clientelistas rivales. Sea


vi
ui (vi , vi ;  i )  
   i    vi



v
v
v
...
n 
 1 2
el beneficio esperado del partido clientelista i  1, 2,..., n tal que
(1)
vi
es la violencia relativa
v1  v2  ...  vn
que ejerce y determina la probabilidad de éxito en el control de su beneficio. Se asume que todas las
polítical machines usan la misma tecnología para ejercer violencia política tal que  es el costo
marginal de ejercerla. Por lo anterior, decimos que el juego  V   [Vi i ;ui (vi , vi ,  i )i i ] es un
n
n
juego de violencia política con información completa en el cual cada partido clientelista escoge su
estrategia vi Vi de manera simultánea. Resolviendo el juego a través del método de mejor respuesta
se tiene el siguiente lema.
Lema 2. Equilibrio en el juego de violencia política – Se cumple que en el equilibrio de Nash  v1* , v2* ,..., vn*  del
n 1   i
es la violencia de equilibrio del partido
juego de violencia política  V  con información completa, vi*  

 n  
*
clientelista i  1, 2,..., n .
Por los lemas 1 y 2, y dado que n  2 por hipótesis, se tiene que
 n 1  S
V*   3 
 n  
es la violencia agregada dados los equilibrios de Nash en los juegos   S  y  V  . Dado el índice de
concentración del poder político ( n) en el EN del juego   S  se tiene que
23
V *  1  (n)  2 (n) 
S

es la violencia política agregada en equilibrio.
Por lo anterior, tenemos el teorema fundamental de la teoría propuesta.
Teorema 1. En un régimen político híbrido, el nivel de violencia política tiende a ser mayor cuando hay una mayor
concentración de poder político en el poder legislativo. El objetivo principal de la violencia política partidista es establecer
el control social y político sobre los canales a través de los cuales se obtiene acceso al poder político. Formalmente, esta
relación se puede expresar de la siguiente manera:
V *    n  
  n 

V *    n  
  n 

g  p G


 2  n   3    n  
2
0
Por lo tanto, si un régimen político híbrido conduce a aumentos en la pobreza o la desigualdad de ingresos, ceteris paribus,
se espera que la violencia política partidista aumente como un medio para suprimir y socavar las movilizaciones sociales
que desafían el status quo existente. El propósito de tal violencia es debilitar y diluir los movimientos que buscan generar
cambios sociales y políticos significativos.
4. Modelo econométrico
Para examinar la predicción teórica del modelo teórico construido con base en las afirmaciones
establecidas en la narrativa, empleamos un método de series de tiempo conocido como modelo de
autorregresión vectorial (VAR). El modelo VAR se utiliza ampliamente para examinar las relaciones
causales y la previsibilidad mediante el análisis de un sistema de ecuaciones que puede identificar
variables endógenas en función de sus determinantes exógenos. Para determinar el número adecuado
de desfases temporales en los sistemas VAR, es necesario realizar procesos de corrección de errores.
Estos procesos tienden a producir resultados más precisos cuando se aplican a conjuntos de datos con
aproximadamente 60 o más observaciones anuales (Enders, 2014). Afortunadamente, nuestro estudio
de caso cumple con este requisito con un total de 68 años de datos, lo que nos permite abordar
eficazmente los errores de regresión y determinar la estructura de rezago óptima del modelo VAR,
como demostraremos en el análisis posterior.
En un modelo VAR (Vector Auto-regresión), cada variable se explica por sus propios valores
rezagados así como por los rezagos de las otras variables incluidas en la estimación (Harris, 1995). El
enfoque VAR elimina la necesidad de construir un modelo estructural, ya que todas las variables se
tratan como endógenas y cada variable se considera una función de los valores rezagados de todas las
24
variables incluidas, formando un sistema simultáneo que captura las interacciones entre las series. Un
resultado importante derivado de los modelos VAR es la función de respuesta al impulso, que indica
el impacto causal o cómo una variable responde a los shocks de las otras variables incluidas en el
modelo. Así, este tipo de modelo permite examinar la interdependencia entre las variables analizadas
sin especificar la causalidad en una sola dirección ni requerir la especificación de una relación específica
entre las variables (Arroyo et al, 2010).
Adoptamos un enfoque de cuatro etapas para nuestro análisis. La primera etapa consiste en
examinar la raíz unitaria de la serie temporal utilizando la prueba aumentada de Dickey-Fuller (ADF).
Si la prueba indica que las series no son estacionarias, empleamos el método de primeras diferencias
para abordar esta infracción. En la segunda etapa, empleamos la prueba de cointegración de Johansen
para investigar si las series están cointegradas, lo que indica la presencia de una relación de equilibrio
de largo plazo entre ellas. Pasando a la tercera etapa, estimamos el modelo VAR y realizamos un
análisis de la causalidad de Granger estándar para explorar las relaciones causales entre las variables.
Por último, en la cuarta etapa, presentamos un análisis de la Función de Respuesta al Impulso (FRI)
acumulativa para examinar el impacto dinámico de los shocks en las variables de interés a lo largo del
tiempo.
Las series utilizadas en el análisis incluyen la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes para
el período 1946-2015, que sirve como variable proxy de la violencia política como se analiza en la
Sección 1. Además, el índice de concentración del poder político y la tasa de crecimiento del PIB real
fueron obtenido del Banco Central de Colombia (Banco de la República de Colombia).
Prueba de resultados para orden de integración. Los resultados de las pruebas de raíz unitaria
se presentan en la Tabla 6. La hipótesis nula establece que la serie de tiempo no es estacionaria, lo que
indica una tendencia estocástica o la presencia de una raíz unitaria. Se puede observar que tanto la
serie de violencia como la serie de índices de concentración no rechazan esta hipótesis nula con base
en las pruebas Aumentada de Dickey-Fuller (ADF) y Phillips-Perron (PPE), o ambas. Sin embargo,
en el caso de la serie de crecimiento del PIB real (ΔPIB), la hipótesis nula se rechaza a favor de la
hipótesis alternativa, lo que sugiere que la serie del PIB real es estacionaria. Para abordar la no
estacionariedad de las series de violencia y concentración, aplicamos primeras diferencias. Por tanto,
concluimos que ambas series están integradas de orden uno, I(1).
25
PHILLIPS-PERRON
ADF
Tabla 6. Resultados de las pruebas de raíz unitaria
Serie
Nivel
1ra Diferencia
Conclusión al 5%
violencia
-1.819
-8.923
I(1)
concentración
-1.378
-8.262
I(1)
ΔPIB
-5.038
-11.016
I(0)
valores críticos
violencia
1% -3.555
5% -2.916
-1.872
-8.923
I(1)
concentración
-1.441
-8.262
I(1)
ΔPIB
-4.999
- 11.333
I(0)
valores críticos
1% -3.555
5% -2.916
Fuente: Elaborado por los autores
Resultados de la prueba de cointegración de Johansen. Se realiza la prueba de cointegración
de Johansen y los resultados se presentan en la Tabla 7. No se rechaza la hipótesis nula de no
cointegración entre las series de violencia, crecimiento y concentración. Esto implica que no existe
una relación de equilibrio o cointegración de largo plazo entre estas series. Este hallazgo es una
condición necesaria para estimar un modelo vectorial autorregresivo (VAR).
Tabla 7. Johansen Cointegration Test Results
Variables
Trace Statistic
Violencia, Concentración y ΔPIB
35.22
Fuente: Elaborado por los autores
5% Critical Value
15.41
Cointegration
No
Prueba de causalidad de Granger. Ampliando el análisis, se realiza la prueba de Causalidad de
Granger para examinar la relación causal entre las variables: el índice de concentración del poder
político, la tasa de violencia y la tasa de crecimiento del PIB real. Los resultados, presentados en la
Tabla 8, indican la presencia de una relación causal entre el índice de concentración del poder político
y la tasa de violencia.
Tabla 8. Prueba de Causalidad de Granger
Regresor
Var. dependiente
Concentración
Violencia
Tcpib
Violencia
Correlación
Causalidad
Violencia
Concentración
0.032*
0.752
Causalidad
Violencia
Tcpib
0.237
0.279
No Causalidad
No causalidad
No causalidad
26
Concentración
Tcpib
0.052
Tcpib
Concentración
0.205
Todo
Violencia
0.020*
Todo
Concentración
0.467
Todo
Tcpib
0.053
Fuente: Elaborado por los autores. *Nivel de significancia al 5%.
No causalidad
No causalidad
Causalidad
No Causalidad
No Causalidad
El coeficiente de correlación entre estas variables resulta estadísticamente significativo, con un
valor positivo de 0,032. Por lo tanto, podemos concluir que el nivel de concentración del poder
político tiene un impacto significativo en la tasa de violencia en el país, mientras que los hallazgos del
modelo VAR no respaldan la causalidad inversa.
Función de respuesta al impulso. Un enfoque útil para analizar las relaciones dinámicas entre
variables es examinar sus respuestas a shocks exógenos. La Figura 5 muestra la respuesta de la tasa de
violencia ante un shock en el índice de concentración.
Figura 5. Función de respuesta al impulso
impuls, dconcentracion, dviolencia
.6
.4
.2
0
0
2
4
6
8
step
95% CI
cumulative irf
Graphs by irfname, impulse variable, and response variable
Fuente: Elaborado por los autores.
Tras un aumento inesperado en la concentración del poder político, la tasa de violencia muestra un
aumento inicial de aproximadamente 0,3 puntos porcentuales por encima de su valor inicial.
27
Posteriormente, el efecto se atenúa ligeramente y se estabiliza en torno a 0,2 puntos porcentuales por
encima del escenario base, manteniéndose este nivel durante todo el período. Esto indica que un
mayor grado de concentración del poder político corresponde a una mayor tasa de violencia durante
ese período.
Las regresiones VAR proporcionan evidencia empírica adicional sobre el impacto estructural de la
concentración del poder político en el parlamento colombiano sobre la violencia política a largo plazo
dentro de un régimen híbrido. Los resultados indican consistentemente que un aumento en la
concentración del poder político conduce a un aumento correspondiente en la violencia política. Este
hallazgo resalta el importante papel que desempeña la concentración del poder político en la
configuración del nivel de violencia experimentado dentro del sistema político.
5. Notas finales
Con base en la narrativa sobre violencia política de largo plazo en Colombia, se ha propuesto un
modelo teórico que, tomando como referencia la línea base propuesta por Amador (2017), propone
una explicación sobre el mecanismo detrás de las variaciones en el nivel de violencia política de largo
plazo al interior de un régimen político híbrido (democracias defectuosas, anocracias abiertas,
anocracias cerradas). No es cierto necesariamente que un régimen híbrido sufra de una violencia
política que siempre sea mayor a las democracias plenas o las autocracias. El modelo teórico permite
resolver apenas una anomalía menor pero que considerado en perspectiva puede contribuir a alimentar
un debate teórico, analítico y epistemológico ya construido desde mucho tiempo atrás por notables
académicos e intelectuales en Colombia,
Identificar la concentración del poder político en legislativo como una variable teórica que explica
el grado de violencia política ejercida en un régimen político podría ampliar en alguna arista de la
literatura la capacidad de cobertura de los análisis ya existentes, muchos de ellos de gran peso y alcance
teórico.
Este patrón observado sobre la relación entre la concentración del poder político y la violencia
política ha servido como base para nuestro modelo teórico, que emplea la teoría de juegos para
dilucidar la dinámica de la política partidista con un marco clientelista dentro de un régimen político
híbrido. Los partidos clientelistas dentro de este modelo aspiran a lograr el mayor grado posible de
concentración de poder político, ya que les permite promover agendas políticas que atienden a sus
bases de apoyo, compuestas principalmente por la élite social y las afiliaciones partidistas.
28
El recurso a la violencia, tal como se manifiesta en el contexto de este régimen híbrido, es una
expresión de la necesidad imperativa de las partes de salvaguardar y hacer valer sus intereses. Es
importante señalar que este contexto se ubica en algún lugar entre una democracia plena y una
autocracia, lo que subraya aún más la importancia de la concentración del poder político como factor
determinante en la configuración de la dinámica de la violencia dentro del panorama político.
El modelo teórico postula que, si todos los demás factores se mantienen constantes, un mayor nivel
de concentración del poder político en el poder legislativo corresponderá a un mayor nivel de violencia
política. Para probar empíricamente esta predicción, empleamos un análisis de series de tiempo VAR
(Vector Auto-regresión) utilizando datos colombianos. El modelo de regresión VAR cumple con éxito
todos los procedimientos necesarios de corrección de errores y selección de retrasos, lo que nos
permite realizar con precisión pruebas de causalidad de Granger.
A través de estos ejercicios predictivos, validamos la existencia de una relación de largo plazo en
Colombia, donde la concentración del poder político está causalmente relacionada con los niveles de
violencia. Este hallazgo se alinea con las predicciones formuladas por nuestro marco teórico.
En este enfoque, las narrativas históricas de los procesos políticos meticulosamente construidas
por antropólogos, historiadores, politólogos y sociólogos sirven como guía para el desarrollo de la
teoría. Sugerimos que el enfoque propuesto con el modelo teórico construido con base en narrativas
ofrece un medio valioso para captar las complejidades y matices inherentes a la reducción de la
violencia política dentro de un régimen político híbrido caracterizado por una política partidista
clientelista. Al adoptar este enfoque, pretendemos proporcionar una descripción sino más precisa de
los desafíos y oportunidades asociados con la mitigación de la violencia política en tales contextos,
aporte alguna luz sobre la necesidad por entender este proceso histórico complejo de la violencia
política en Colombia.
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