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Unidades para la conservación, manejo y aprovechamiento sustentable de la vida
silvestre en México (UMA). Retos para su correcto funcionamiento
Article in Investigación Clínica · October 2009
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4 authors:
Sonia Gallina
Arturo Hernández Huerta
Institute of Ecology INECOL
Institute of Ecology INECOL
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Christian A. Delfín-Alfonso
Alberto González-Gallina
Universidad Veracruzana
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Sonia A. Gallina-Tessaro,1* Arturo Hernández-Huerta,2 Christian Alejandro
Delfín-Alfonso, 2,3 y Alberto González-Gallina
Resumen
Las unidades de manejo de vida silvestre (UMA) innovaron el aprovechamiento de vida silvestre en México
y hay casos que muestran su viabilidad. Sin embargo, desde el punto de vista de la conservación de la
vida silvestre, los resultados de su operación son poco
convincentes. Las estadísticas sobre las especies manejadas actualmente indican que una alta proporción
de UMA tiene centrada su atención en el manejo de
especies de valor cinegético, quedando desatendidas
muchas otras especies de vida silvestre, que pueden
ser afectadas por las acciones destinadas a favorecer
a las poblaciones de especies con interés económico.
En este sentido, identificamos algunas situaciones insatisfactorias y sus consecuencias que se convierten
en retos para un mejor funcionamiento de la UMA,
implementando estrategias para un mejor funcionamiento, con medidas que pudieran funcionar para redirigir el actual manejo de la vida silvestre con el fin de
dar cumplimiento a los objetivos de conservación de
la biodiversidad.
Abstract
The concept of UMA (Units for conservation, management and sustainable use of wildlife) has become an
innovate system for the wildlife management in Mexico
and there are instances that show its viability. However,
from the standpoint of wildlife conservation, the results
of its operation are unconvincing. The statistics on species that are currently managed indicate that a high
proportion of UMA have focused their attention on the
management of valuable game species, therefore, many
other wildlife species are neglected, those which may be
affected by the actions aimed at boosting the populations of species that are of greatest interest encouraged
by the economic dividends earned. In this regard, we
identify some unsatisfactory situations and their consequences that become challenges for a better functioning of the UMA, including deficiencies in management
plans, lack of reliability in the population estimates,
weak monitoring, assessing the management impact
on biodiversity, among others. However, it is possible
to implement strategies for a better performance. In this
regard we mention some measures that could operate
to redirect the current wildlife management to fulfill the
objectives of conserving biodiversity.
Palabras claves
UMA, manejo, conservación, México.
Key words
UMA, wildlife management, Mexico, conservation.
1
Departamento de Biodiversidad y Ecología Animal.
Instituto de Ecología, A. C., Km. 2.5 Km. 2.5 carretera
antigua a Coatepec 351, Congregación El Haya, Xalapa
91070, Veracruz, México. Apartado Postal 63, Tel.
(228) 8421800 Ext. 4125, Fax (228) 8421800 Ext.
4102. Correspondencia al correo-e: sonia.gallina@inecol.
edu.mx
2
3
Departamento de Ecología Aplicada. Instituto de Ecología,
A. C., Km. 2.5 Km. 2.5 carretera antigua a Coatepec 351,
Congregación El Haya, Xalapa 91070, Veracruz, México.
Apartado Postal 63, Tel. (228) 8421847 Ext. 4323,
Fax. (228) 8421847 Ext. 4302. Correo-e: arturo.hernandez@inecol.edu.mx
Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Autónoma
de Querétaro, Av. de la Ciencia S/N Juriquilla, Delegación
Santa Rosa Jáuregui, Querétaro, Querétaro C. P. 76230.
Correo-e: cada7305@gmail.com
Recibido: 23 de marzo de 2008
00-AARevista INE 1-2.indb 143
Investigación
ambiental
2009 • 1 (2): 143-152
Sección:
Investigación
Unidades para la conservación, manejo y
aprovechamiento sustentable de la vida silvestre
en México (UMA). Retos para su correcto
funcionamiento
Aceptado: 20 de agosto de 2008
143
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Introducción
En 1997 la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos
Naturales y Pesca (SEMARNAP) puso en operación
el Programa de Conservación de la Vida Silvestre y
Diversificación Productiva en el Sector Rural 19972000 (SEMARNAP 1997; INE 2000), con el propósito de integrar las estrategias ambientales, económicas,
sociales y legales enfocadas a la vida silvestre que permitieran promover una participación social amplia y
crear incentivos económicos realistas para su correcto manejo (Valdez et al. 2006). Como parte de esa
iniciativa se consideró la creación de un Sistema de
Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida
Silvestre (SUMA), concibiendo a las Unidades para la
Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable
de la Vida Silvestre (UMA) como espacios para promover esquemas alternativos de producción compatibles
con el cuidado del ambiente, mediante el uso racional, ordenado y planificado de los recursos naturales
renovables en ellas contenidos, y que frenan o revierten los procesos de deterioro ambiental (INE 2000;
SEMARNAP 1997). Con la aplicación de este esquema
de acción se pretende preservar la biodiversidad y generar oportunidades de diversificación económica para el
sector rural (Weber et al. 2006).
Las primeras UMA se establecieron hace casi diez
años, sin embargo, se han realizado muy pocas evalua­
ciones para conocer el impacto que han tenido sobre la
conservación de la vida silvestre (Gonzalez et al. 2003;
Valdez et al. 2006; Weber et al. 2006; Sisk et al. 2007;
García-Marmolejo et al. 2008). Este aspecto es importante porque las UMA, junto con los Ordenamientos
Ecológicos del Territorio (OET) y la creación de Áreas
Naturales Protegidas (ANP), constituyen uno de los
principales instrumentos para la conservación de la biodiversidad del país.
El SUMA ha tenido gran auge, mostrando un crecimiento exponencial en el número de unidades registradas. Hasta el mes de abril de 2008, se habían establecido
8255 UMA, cubriendo 28.95 millones de hectáreas, que
equivalen al 14.74% del territorio nacional (SEMARNAT
2008). Aunque estas cifras representan un avance importante en materia de política de conservación, y a pesar de
que uno de los propósitos principales del establecimiento
de las UMA consiste en que los propietarios y legítimos
poseedores de tierras desarrollen una nueva percepción
en cuanto a los beneficios derivados de la conservación
de la biodiversidad (INE 2000), hasta el momento no
hay evidencias de que esto esté ocurriendo.
El concepto de UMA ha venido a innovar los sistemas de manejo y aprovechamiento de vida silvestre en
México y hay casos que muestran su viabilidad, como sucede en algunos lugares del norte del país. De hecho, las
UMA se han desarrollado ampliamente en los estados de
Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas, Sonora y Chihuahua,
en donde se concentra el mayor número de UMA registradas, principalmente con fines cinegéticos (Fig. 1).
Los beneficios económicos que resultan de la operación de las UMA también parecen ser más palpables en
la región norte, donde la mayoría de las unidades de manejo está orientada hacia las actividades cinegéticas, y en
las que los cazadores, particularmente estadounidenses,
dejan una importante derrama económica (Guajardo y
Martínez 2005). Las UMA que están ubicadas en el norte del país combinan varios factores que les permiten tener alta rentabilidad económica; uno de estos factores es
la superficie, pues la mayoría de los ranchos cinegéticos
que han sido transformados en UMA ocupan grandes extensiones de terreno, lo cual les permite incluir más individuos de fauna silvestre y tener mayor flexibilidad en su
manejo. Otro factor a favor es que se ha desarrollado una
gran experiencia sobre las actividades cinegéticas, debido
a prácticas de ganadería diversificada en esa región; esto
se traduce en una base ya consolidada de contactos y
canales de comercialización para los servicios cinegéticos
que se ofrecen en esta parte del país. Otra ventaja más
es que la mayoría de estas UMA están ubicadas cerca
de la frontera con Estados Unidos, de donde provienen
cazadores con gran disponibilidad económica (Villarreal
2008). En cambio, las UMA en las regiones del centro y
sureste de México enfrentan condiciones muy distintas,
a tal grado que se argumenta que en el sureste del país,
éstas han impactado negativamente la conservación de
la vida silvestre y el desarrollo rural en las comunidades
empobrecidas donde han sido implementadas (Weber et
al. 2006).
Al igual de lo que ocurre con cualquier empresa productiva, el funcionamiento de las UMA no siempre es
una historia de éxitos económicos. Es comprensible que
los márgenes de ganancia varíen dependiendo del contexto en el que se encuentran. Sin embargo, desde el
punto de vista de la conservación de la vida silvestre los
resultados de su operación no son del todo convincentes
(González et al. 2003), y esto aplica aun para aquellas
UMA que muestran rendimientos económicos importan-
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tes, varias de las cuales han logrado avanzar en la conservación de ciertas especies de interés comercial. Por un
lado, existen casos que muestran que las UMA extensivas han rehabilitado el hábitat (propiciando la presencia
de matorrales donde antes habían sido eliminados por la
introducción de pastos) o lo están conservando, como
está ocurriendo en el noreste de México. Al respecto,
Pérez-Gil et al. (1996) mencionan cómo los ranchos ganaderos de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, después
de haber casi eliminado por completo las otrora abundantes poblaciones de venado cola blanca, empezaron a
producir venados y lograron recuperar sus poblaciones,
incentivados por el turismo cinegético proveniente de
los EE.UU. que buscaba obtener venados trofeo; de hecho, este proceso derivó en la creación de la Asociación
Nacional de Ganaderos Diversificados (ANGADI), uno de
los grupos organizados con mayor peso en el manejo de
la fauna silvestre en el país. Por otro lado, generalmente
se carece de datos para determinar si la vida silvestre está
siendo cosechada sustentablemente o si las poblaciones
Sección: Investigación
Figura 1. Unidades de Manejo para el Aprovechamiento de la vida silvestre (UMA) distribuidas en México al año 2007, según
el Sistema Nacional de Información Ambiental y de Recursos Naturales (SNIARN) de la SEMARNAT (On line: http://infoteca.
semarnat.gob.mx/index3.htm).
y los hábitat de la fauna se han restaurado en áreas inicialmente degradadas y agotadas (Valdez et al. 2006).
No obstante, a pesar de esos vacíos de información, la
creación de UMA se sigue fomentando en todo el país.
Recientemente, un panel internacional de ecólogos
concluyó que la implementación de esta nueva política ha
sido difícil y que en algunos casos se han generado consecuencias indeseables (Sisk et al. 2007). Por ejemplo, se ha
reconocido que la búsqueda de ganancias económicas con
la administración de las UMA ha inducido a que los propietarios realicen prácticas de manejo no sustentables, como
cercar terrenos que antes eran de libre movimiento para la
fauna, fomentar el cultivo de pastos exóticos, intentar la
propagación en cautiverio y hasta mover animales de caza
entre ranchos cinegéticos para incrementar los éxitos de
cacería (Sisk et al. 2007).
En resumen, el establecimiento de UMA engloba
varias ideas interesantes e innovadoras, pero siguen sin
atenderse varios supuestos que, al pasarse por alto, suelen impedir que los beneficios pretendidos con esta políUnidades para la conservación, manejo y aprovechamiento sustentable
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tica de conservación se logren realmente. En tal sentido,
este escrito tiene como propósito analizar los principales factores que limitan que las UMA logren los efectos
deseados con esta modalidad de manejo o que generan
efectos contraproducentes sobre la vida silvestre.
Situaciones insatisfactorias
y sus consecuencias
El establecimiento y funcionamiento de las UMA presenta varias situaciones insatisfactorias, entre las que destacan las siguientes:
Deficiencias en los planes de manejo
Al revisar los archivos de los planes de manejo se ha
encontrado que éstos pueden estar incompletos, ser
inconsistentes o presentar información cuestionable
(García-Marmolejo 2005, Weber et al. 2006). Dicha
situación suscita desconfianza sobre la calidad de los programas de manejo. Sin embargo, el problema más grave
radica en que suelen tener las deficiencias técnicas y conceptuales, así como el hecho de llevar a cabo el estudio
para el plan de manejo, se recurre a copiar o duplicar los
planes de manejo per se (Weber et al. 2006).
A pesar de que los planes de manejo deben ser elementos clave para asegurar la permanencia de las poblaciones silvestres y su hábitat, en muchos casos son
elaborados meramente a partir de consultas bibliográficas, sin realizar trabajo de campo. En tal sentido, al revisar las bases de datos de las UMA por entidad federativa,
llama la atención el hecho de que en algunos estados
(e.g. Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila), aparece
como responsable de un gran número de UMA un solo
técnico; por lo que resulta difícil creer que una sola persona tenga la capacidad de supervisar el manejo técnico de
una gran cantidad de superficies, de muchas poblaciones,
de hábitat diversos, de situaciones o condiciones diversas
de manejo.
La duplicación de planes de manejo es un problema
no exclusivo del ámbito de las UMA, debido a que también puede observarse en los planes de manejo de los
aprovechamientos forestales, en los cuales suele transcribirse información faunística de forma muy superficial y
descontextualizada.
Las evidentes carencias en los planes de manejo
ocasionan que las UMA operen de forma ineficiente, generando descrédito y desconfianza sobre su posible via-
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bilidad, tanto desde el punto de vista de la conservación,
la sustentabilidad de los aprovechamientos y la rentabilidad económica. Esto genera condiciones que las hacen propicias a involucrarse en actividades ilegales, que
pueden provocar el deterioro genético de las poblaciones
de interés o generan impactos negativos sobre la biodiversidad, al llevar a cabo acciones como la eliminación
de depredadores y la introducción de especies exóticas
de flora y fauna (Sisk et al. 2007). La falta de estudios
de manejo o la inadecuada evaluación de las poblaciones
a manejar, pueden llegar a afectar negativamente a las
especies de interés, al considerar tasas de extracción más
elevadas, alterando con ello el funcionamiento de las cadenas tróficas.
Un ejemplo palpable de las consecuencias derivadas
de las deficiencias conceptuales es el caso del traslado y liberación de individuos de diferentes subespecies
de venado cola blanca, a sitios que no corresponden al
ámbito natural de su distribución. Esta situación está
ocurriendo principalmente con el venado cola blanca de
la subespecie texanus, cuyo rango de distribución original comprende el norte de Tamaulipas, Nuevo León y
Coahuila (Halls 1984). En México existen 14 subespecies o razas de venado cola blanca distribuidas prácticamente en todo el territorio nacional, con excepción de
la Península de Baja California (Baker 1984; Hall 1981;
Halls 1984; Taylor 1956). Cada subespecie ha evolucionado para adaptarse a las condiciones del ambiente;
las subespecies con mayor masa corporal y cuerpos más
grandes, se distribuyen en latitudes más norteñas y las
de menor peso se distribuyen hacia el sur (Evans 1984;
Smith 1991), estando adaptadas a tipos de hábitat
particulares; así, los venados que se han desarrollado en
zonas áridas, donde dominan los matorrales xerófilos o
desérticos, que son hábitats abiertos, han evolucionado
presentando mayores dimensiones corporales y astas
de gran tamaño, mientras que los venados de zonas
tropicales, donde dominan las selvas bajas y medianas,
cuya vegetación es muy cerrada, son de menor talla y
sus astas son más pequeñas y cerradas, lo cual les permite tener mayor movilidad en esos ambientes para poder escapar de sus depredadores (Evans 1984; Méndez
1984). Las grandes astas de los machos de la variedad
texanus los hace trofeos muy codiciados por los cazadores. El mayor valor cinegético que se le ha asignado a
esta subespecie, ha motivado que se les traslade hacia
otras regiones del país. Los agremiados a la ANGADI
trabajan fundamentalmente con esta subespecie y han
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Capacitación inadecuada del personal
Las presencia de inconsistencias técnicas y la falta de
archivos completos de las UMA, reflejan en parte la carencia de una estructura institucional regulatoria, con
personal insuficiente o mal capacitado en las delegaciones federales en los estados y en las oficinas centrales (Weber et al. 2006), y de procesos de revisión
y aprobación poco efectivos, limitando las capacidades
de detección de inconsistencias y propiciando la posible
manipulación deshonesta de los datos. La reducida capacidad de vigilancia e inspección por parte de las autoridades aunado al hueco reglamentario, propicia que las
acciones de mal manejo queden impunes.
Suele ocurrir, que los técnicos responsables de elaborar los estudios, no tienen la suficiente preparación
para el manejo de vida silvestre, ya sea porque no reúnen el perfil profesional adecuado para dicha tarea o
porque no están debidamente capacitados para el tema.
De hecho, varios autores consideran que una de las mayores carencias al momento de desarrollar los programas
de vida silvestre en México es la falta de profesionistas
preparados en esta materia (Valdez et al. 2006; Sisk
et al. 2007). Asimismo, se ha planteado la necesidad
de revisar los programas de capacitación existentes a
fin de que sus objetivos sean más formales y uniformes
e incrementen su corresponsabilidad, pues sucede que
los programas para certificar a los manejadores de vida
silvestre comprenden cursos muy variables en tiempo y
en contenidos curriculares (Sisk et al. 2007). También,
cabe resaltar que el tema de la capacitación implica una
dificultad mayor para los encargados de revisar y autorizar los programas de manejo, debido a que en las
dependencias de gobierno los recursos destinados a capacitación suelen ser escasos, y porque los tiempos que
se manejan en la administración pública son cerrados,
es decir, que el tiempo está destinado a cumplir rutinas
preestablecidas, lo que conduce a que la capacitación
de personal implique la desatención de las tareas cotidianas encomendadas. Además, hace falta crear mecanismos para asegurar que la capacitación sea recibida
por las personas que más la requieren, y desarrollar indicadores que midan la eficacia de la capacitación.
Sección: Investigación
realizado traslocaciones en zonas que forman parte de
su área de distribución original (Pérez-Gil et al. 1996).
Pero otras UMA han promovido el traslado de esta subespecie a áreas fuera de su rango de distribución original, y aunque todavía no se aprecian las consecuencias
de esta práctica, a la larga es posible que se deteriore la
variabilidad genética de las diferentes razas, afectando
su capacidad de respuesta y adaptación. Igualmente,
la cruza de venados texanus machos con hembras de
variedades pequeñas puede ocasionar un aumento de
la mortalidad de éstas al momento de dar a luz a los
cervatillos de mayor tamaño.
Falta de confiabilidad en las estimaciones
poblacionales y los datos biológicos
El manejo sustentablemente la vida silvestre requiere de
estimaciones poblacionales confiables, ya que esto permite definir las tasas de cosecha o aprovechamiento adecuadas. Sin embargo, este aspecto queda lejos de estar
resuelto en las UMA, debido que los esfuerzos de monitoreo que se emplean son altamente variables (Sisk et
al. 2007) y porque existe falta de rigor en la aplicación
de los métodos de muestreo. Un ejemplo de esto se dio
en el estado de Campeche, en un estudio realizado por
García-Marmolejo et al. (2008), encontraron que el uso
de transectos de línea para estimar poblaciones en seis
UMA, no seguían los supuestos del método, haciendo
que las estimaciones obtenidas no fueran confiables. En
este sentido, la SEMARNAT ha realizado talleres con especialistas para tratar de unificar criterios y protocolos de
evaluación de diversos grupos faunísticos, y aunque en
algunos casos no se llegó a un consenso, se obtuvieron
documentos interesantes. Así, por un lado, hace falta
estandarizar los esfuerzos de muestreo para ambientes
relativamente semejantes (incluso tratar de proponer
metodologías más simples pero efectivas), mientras que
por otro lado, existe la necesidad de desarrollar protocolos
de muestreo para ambientes que son difíciles de evaluar
aplicando únicamente las técnicas usadas convencionalmente. En el norte del país, donde abundan ambientes
con espacios abiertos como praderas y chaparrales, los
monitoreos poblacionales por métodos directos son más
fáciles de realizar (González et al. 2003) que en el sur,
donde en las regiones del trópico seco y húmedo, la estimación de las poblaciones animales se ve dificultada por
la menor visibilidad en los hábitat y los hábitos esquivos
de las especies (Weber et al. 2006), además de que las
poblaciones de las diversas especies existen en menor
abundancia.
Estas condiciones se traducen en diferencias tanto en
los costos financieros como en el tiempo requerido para
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obtener las estimaciones poblacionales, y en las regiones
tropicales los requerimientos suelen ser más altos.
Adicionalmente, la falta de registros precisos sobre
las tasas de nacimiento, sobrevivencia, crecimiento y
desarrollo de la fauna dentro de la UMA facilita la introducción de ejemplares, que se obtienen o se extraen de
poblaciones silvestres (blanqueo de especies), con tallas
y condiciones que no corresponden a las que mostrarían
los animales que se producen en ella. Este tipo de inconsistencias es más fácil de detectar en las UMA intensivas,
donde los espacios de confinamiento, las proporciones
entre machos y hembras, así como los datos sobre tasas
de reproducción y crecimiento, no coinciden con las tallas
o el número de individuos reportados como criados en
cautiverio, esto ha pasado en algunas UMA de cocodrilos,
guacamayas y algunas especies de plantas como cícadas,
cactáceas y orquídeas. Este patrón, es más difícil de percibir en las UMA extensivas, y más aún cuando hay falta
de ética profesional por parte de los responsables técnicos, o cuando los encargados de revisar los programas de
manejo tienen una inadecuada preparación para realizar
la tarea, perciben sueldos bajos o poseen una valoración
muy baja de su papel como coadyuvantes del correcto
manejo y conservación de la vida silvestre.
Escaso seguimiento de las UMA autorizadas, y
evaluación de su impacto sobre la biodiversidad
La limitada capacidad institucional de la autoridad ambiental para verificar el correcto manejo y funcionamiento de las UMA es uno de los principales obstáculos para
asegurar que estas entidades cumplan con su cometido
original. La insuficiencia de personal, escasez de recursos
financieros y falta de destreza sobre temas específicos
de fauna silvestre, dificultan poder vigilar adecuadamente la operación de las UMA. Para solventar estas
carencias se ha promovido la creación de Comités de
Vigilancia Ambiental Participativa (CVAP), impulsados
por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(PROFEPA), mismos que aún están poco consolidados.
El alto nivel de especificidad y sectorización de las entidades gubernamentales y la poca articulación existente
entre los procesos administrativos, aun dentro de una
misma dependencia gubernamental, son factores que
dificultan el intercambio de información y la complementariedad de recursos para el seguimiento y evaluación del
desempeño de las UMA. Aunque es comprensible que
los evaluadores no sean expertos en todos los temas de
148
vida silvestre, hasta el momento no se han instrumentado procedimientos efectivos y expeditos para que las dependencias de gobierno se apoyen en los conocimientos
de los expertos de las universidades y centros de investigación, los cuales podrían encargarse de realizar evaluaciones periódicas.
Estas carencias impiden evaluar el desempeño real
de las UMA y determinar cual es su impacto sobre la
conservación de la biodiversidad del país. Otro aspecto estructural que limita conocer el impacto real de las
políticas públicas en materia de conservación, es que las
evaluaciones, esencialmente se basan en criterios enfocados hacia productos (e.g. número de UMA registradas,
número de planes de manejo elaborados, superficie bajo
manejo, entre otros) y no en los procesos (que visualizan
tanto los productos intermedios como los fines a los cuales éstos están asociados) que se pretende volver eficaces. Esto se convierte en una planificación inadecuada y
en el uso deficiente de tiempo y recursos.
Manejo centrado en unas cuantas especies y
basado esencialmente en incentivos económicos
Con base en las estadísticas de la Dirección General de Vida
Silvestre (http://www.semarnat.gob.mx/gestionambiental/vidasilvestre/Pages/sistemadeunidadesdemanejo.
aspx), una alta proporción de las UMA del país tiene centrada su atención en el manejo de unas cuantas especies, tales
como el venado cola blanca, venado bura, guajolote silvestre, pecarí de collar, y palomas, entre otras. Por consiguiente,
en el país quedan desatendidas muchas otras especies de
vida silvestre, las cuales inclusive pueden llegar a ser afectadas por las acciones orientadas a favorecer a las poblaciones de las especies que son de mayor interés para las UMA,
por los dividendos económicos que reportan. Gran parte de
los proyectos de manejo que se realizan en las UMA están
incentivados esencialmente por la obtención de ganancias
económicas (Guajardo y Martínez 2005). Por ejemplo, en
las UMA analizadas en Campeche por García-Marmolejo et
al. (2008), evidentemente están más interesados en los
ingresos y distribución de los mismos en las comunidades,
que en la UMA en sí como un proyecto de desarrollo a largo
plazo. A fin de cuentas lo que interesa es obtener el máximo
de beneficios económicos a corto plazo, quedando relegada
la conservación en sí (que es lo que menos interesa a muchos), ya que no es el fin último. Hay que tomar en cuenta que en el sureste, la cacería de “subsistencia”, no está
considerada dentro de los planes de manejo, como una tasa
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ejemplo de esta situación se puede observar en la Sierra
Fría de Aguascalientes, donde se ponen cercados de malla ciclón de más de 2.5 m de altura, para introducir ciervos exóticos u otras especies exóticas, con lo que se han
ido aislando las poblaciones silvestres que otrora se distribuían y utilizaban terrenos más amplios. Hasta el momento no se ha evaluado cuál es el impacto que resienten las
poblaciones de fauna silvestre que quedan incluidas dentro de los cercados. También se desconoce en qué medida
se está propiciando la endogamia de las especies silvestres
nativas que quedan recluidas en las UMA y cómo se está
contribuyendo a la fragmentación del hábitat.
Los propietarios utilizan los cercados para evitar que
“sus animales” se vayan a otros predios; con esto afectan
los patrones de distribución de la fauna silvestre, alterando los procesos y las interacciones en las comunidades
biológicas, con una merma neta sobre la biodiversidad.
En algunos casos, la presencia de cercados aumenta el
riesgo de que las especies de interés sean más fácilmente acorraladas y cazadas por los depredadores naturales
(Harrington y Conover 2006).
En lo que respecta al control de depredadores, en
muchas ocasiones esta práctica funciona como una verdadera campaña de “exterminio”, que los propietarios de
los predios tratan de justificar aduciendo que los depredadores eliminan al ganado doméstico (vacunos, borregos, cabras, caballos), y que además afectan seriamente
a las poblaciones de presas de fauna silvestre que a los
propietarios les interesa aprovechar, como serían los venados en relación a sus depredadores como pumas y coyotes (esto sucede principalmente en algunas UMA del
Norte del país, en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y
Tamaulipas). Los argumentos para controlar depredadores, pasan por alto que ciertos individuos de depredadores que causan daños directos sobre el ganado pueden
ser eliminados selectivamente, incluso aprovecharlos de
manera cinegética legalmente, sin perjuicio del resto de
depredadores, pues no todos los depredadores son “culpables” de la muerte del ganado. Hay que recordar que
históricamente, por campañas erróneas gubernamentales perdimos en estado silvestre una especie de carnívoro
importante como el lobo mexicano (Canis lupus baileyii)
así como también el oso pardo, y mermado considerablemente las poblaciones de oso negro (Brown 1983 y
1996; Pelton et al. 1999) que apenas recientemente se
han estado recuperando (Hewitt y Doan-Crider 2008).
En cuanto a la interacción con sus presas naturales,
con las que han coevolucionado durante miles de años,
Sección: Investigación
de cosecha sumada a la autorizada para cacería cinegética
(Weber et al. 2006), lo cual evidentemente tendrá efectos
negativos en las poblaciones aprovechadas.
Aunque las UMA deben ser empresas redituables
desde el punto de vista económico; sin embargo, también deben asegurar que se mantenga la integridad de
los recursos naturales de los cuales depende su funcionamiento, en pocas palabras: los intereses económicos
deben quedar a la par de la conservación de los recursos
y un reparto equitativo de los beneficios. Para el caso de
las UMA, el orden de estos factores sí altera el producto,
ya que resulta muy arriesgado aceptar el mito de que por
el solo hecho de que los propietarios adviertan un beneficio económico en los recursos naturales, se actuará
para preservarlos. Cuando el manejo de la vida silvestre
está incentivado básicamente en términos de beneficios
económicos, la lógica imperante consiste en focalizar el
manejo hacia especies económicamente más redituables,
por lo que los dueños de los predios tratan de asegurarse
que la fauna de interés quede confinada a su propiedad y
evitar cualquier pérdida causada por depredación natural.
Esta apreciación ha derivado en dos tipos de prácticas
que pueden tener efectos potencialmente negativos sobre la fauna silvestre. En las UMA extensivas, tales prácticas consisten en establecer cercos y encierros, y realizar
“control de depredadores”.
En años recientes se ha presentado una fuerte tendencia para establecer cercos en las UMA. Esta acción
responde al interés del propietario por retener a la fauna
silvestre dentro de su predio, para maximizar los potenciales beneficios económicos aun cuando esta práctica se
encuentra prohibida por la Ley General de Vida Silvestre
(Art. 73, LGVS del 2000, reformada en el D.O.F. Junio
del 2006). Sin embargo, por otro lado, la instalación de
cercados en las UMA tienen como objetivo manejar especies exóticas (Art. 27, D.O.F. Junio del 2006) para
evitar que éstas compitan con las especies nativas y no
afecten o modifiquen el hábitat natural, que podría repercutir en la conservación de las especies locales. Con
la instalación de cercados, se reduce el intercambio genético entre las poblaciones de fauna silvestre, al impedir el libre desplazamiento de los animales que quedan
confinadas en las UMA, con la consiguiente pérdida de
adaptabilidad hacia los cambios ambientales. Los cercados pueden mostrar diferentes niveles de permeabilidad,
sin embargo, la mayoría de los cercos funcionan como
barreras impermeables al paso de la mayoría de la fauna
silvestre autóctona (Harrington y Conover 2006). Un
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los propietarios y técnicos de algunas UMA no visualizan
que los depredadores cumplen con un papel muy importante en el funcionamiento de las comunidades animales,
al mantener más saludables a las poblaciones de las presas, sin llegar a exterminarlas (Burk 1973; Rasmussen
1941). Esto no sólo refleja el predominio de valores y
actitudes consumistas por parte de los propietarios de los
predios y algunos responsables técnicos, sino que también indica que hay escasez de información pertinente y
significativa sobre la vida silvestre, y existe una deficiente
cultura ambiental. De hecho, son precisamente diversas
especies de depredadores (sobre todo felinos) los que
están actualmente en riesgo de desaparecer. Entonces
surge la pregunta ¿las UMA están en realidad conservando nuestra fauna silvestre?. Aunque uno de los principales
propósitos de las UMA consiste en conservar la biodiversidad del país, en muchas de estas áreas se practica el
manejo de la fauna exótica. Esta inclinación resulta de los
excesivos controles burocráticos a los que se enfrentan
los propietarios que desean manejar especies autóctonas
de fauna silvestre. En general, los trámites para manejar
fauna exótica en el país son más fáciles de cubrir que si
se trata de fauna autóctona. A esto también contribuye
la insuficiente cultura ambiental de los propietarios de
las UMA, combinada con la falta de información sobre la
fauna silvestre que habita en sus predios. Para la mayoría
de los propietarios de UMA, los esquemas de valoración
que tienen para la fauna silvestre están orientados a una
carpeta muy poco diversificada de productos, entre los
que sobresale preponderantemente el aprovechamiento
cinegético.
Escasa articulación entre UMA para
mantener la biodiversidad regional y la
viabilidad de las poblaciones locales
La promoción de UMA como instrumento para la conservación de la biodiversidad tiene como fuerte inconveniente
que este esquema está basado principalmente en valoraciones económicas. En este sentido Sisk et al. (2007)
señalan que aunque la naturaleza y los objetivos de las
UMA varían ampliamente, todas comparten el propósito
principal de conservar, a través del manejo activo y la explotación sustentable de la vida silvestre para tener ganancias económicas. Desde esta perspectiva, la necesidad de
articular a las UMA para preservar la biodiversidad regional
y mantener la viabilidad de las poblaciones de vida silvestre
carece de sentido para aquellos propietarios que sólo vi-
150
sualizan los rendimientos económicos. Las estrategias basadas en criterios de mercado asumen que la conservación
viene por añadidura. La falta de articulación en el manejo
y el intercambio de información entre las UMA reduce la
posibilidad de mantener la viabilidad de la vida silvestre a
largo plazo, constituye efectivamente un tema de suma
importancia, urgente de abordar y atender seriamente por
parte de las autoridades y propietarios de las UMA.
Conclusiones y recomendaciones
La problemática que enfrentan las UMA es multicausal,
por lo que su solución no es única. No obstante, si se desea mejorar el sistema de UMA y darle mayor viabilidad
a esta modalidad de conservación, resulta recomendable
desarrollar las siguientes medidas:
1 Fortalecer las capacidades técnicas del personal encargado de autorizar la creación de las UMA, desarrollando cursos de capacitación y actualización sobre
manejo de vida silvestre, los cuales también puedan
servir para profesionalizar a los responsables técnicos
de las mismas.
2Transparentar el funcionamiento y la operación de
todas las UMA en el país, para que se pueda evaluar el desempeño y la efectividad de cada una de
ellas. Esto implica poner a disposición del público en
general toda la información referente a la creación y
funcionamiento de las UMA en operación, mediante
la publicación de los programas y estudios de manejo en formato electrónico poniéndolos a disposición en Internet, de forma similar a lo que se hace
con las Manifestaciones de Impacto Ambiental, los
Resolutivos y los documentos de información adicional. La información básica de todas las UMA necesita
estar asociada a bases de datos que incluyan, como
mínimo, los registros históricos de las estimaciones
poblacionales, las tasas de aprovechamiento otorgadas y los apoyos financieros recibidos, siguiendo
formatos idénticos en todos los estados del país.
Esto permitiría establecer un programa de certificación para los responsables técnicos, el cual estaría
basado en los historiales de desempeño y capacidad para lograr UMA funcionales, además de servir
como referente para establecer el número y el tipo
de UMA que pueden estar bajo la responsabilidad
de cada responsable técnico y demostrar que operan
adecuadamente.
Sonia A. Gallina-Tessaro et al.
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un mejor manejo de la diversidad biológica, operando
mediante comisiones de trabajo (http://www.ceflorayfaunasilvestrenl.org.mx/).
6 Desarrollar y fomentar programas de educación ambiental, a todos los niveles, que incluyan entre sus
contenidos el conocimiento de las leyes y reglamentos que rigen el aprovechamiento y la conservación
de los recursos naturales del país.
Sección: Investigación
3 Mejorar los mecanismos de vigilancia y seguimiento
de las UMA, ampliando las capacidades de los encargados de vigilar su funcionamiento, definiendo
procedimientos para evaluar la eficacia de las UMAs
y mejorando la capacidad técnica para monitorear las
poblaciones silvestres incluidas en las UMAs. Para lograr esto, se debe promover una mayor vinculación
entre instituciones de educación, evaluadores, prestadores de servicios y propietarios de UMA, a fin de que
los especialistas en los distintos grupos puedan apoyar en la evaluación y la mejora de los programas de
manejo. Respecto a los criterios de evaluación, García
Marmolejo et al. (2008) han propuesto una serie de
15 criterios con 29 indicadores, que cubren áreas temáticas como el ambiente, la economía, el desarrollo
social, leyes y reglamentos, mediante los cuales calculan índices de sustentabilidad para las UMA.
4 Asegurar que el manejo de las UMA esté orientado
efectivamente a la conservación de la vida silvestre,
ya que los incentivos actuales de manejo y apropiación visualizan únicamente la parte económica, desaprovechando otro tipo de beneficios y omitiendo
el aprovechamiento integral de los recursos. Esto
implica una revisión sistemática y periódica del funcionamiento de las UMA a nivel regional, considerando su impacto con base en criterios ecológicos y
socioeconómicos.
5 Dar mayor transparencia a la asignación de apoyos
financieros para las UMA, haciendo del conocimiento público, mediante Internet, los montos otorgados,
los propósitos que se buscan y los beneficiarios de
tales apoyos, lo cual deben cumplir cabalmente todas las delegaciones de la SEMARNAT en los estados
del país, vinculándolo con los mecanismos de seguimiento y evaluación del correcto funcionamiento de
las mismas, a fin de evitar actos de corrupción y el
posible deterioro de la vida silvestre. Al respecto, resulta recomendable fomentar la creación de Consejos
Consultivos Estatales, que no estén subordinados a
las entidades de gobierno y que incluyan a representantes de propietarios, responsables técnicos, universidades y centros de investigación y dependencias
de gobierno. Existen casos que muestran la efectividad de este instrumento regulador. Por ejemplo,
el Consejo Estatal de Flora y Fauna Silvestre estado
de Nuevo León ha permitido organizar y apoyar el
manejo de la vida silvestre, funcionando como un
órgano desconcentrado del estado que coadyuva a
Agradecimientos
Queremos agradecer al Dr. Alberto González Romero del
INECOL por las críticas y recomendaciones realizadas
al manuscrito. A los Departamentos de Biodiversidad y
Ecología Animal y Ecología Aplicada del INECOL por las
facilidades brindadas para la realización de este trabajo,
a la Subsecretaría de Gestión y Protección Ambiental de
la Dirección General de Vida Silvestre de SEMARNAT
por haber otorgado los mapas respectivos de la UMA
de México y a dos revisores anónimos por sus acertados
comentarios y recomendaciones para el enriquecimiento
del manuscrito.
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