la lucha de David contra Goliat Todos tenemos “Goliats” a los que enfrentarnos y podemos vencerlos con la ayuda del Señor. Los israelitas tenían problemas. Los ejércitos de los filisteos se habían reunido para combatir contra ellos. Una mañana, un guerrero gigante llamado Goliat se acercó para burlarse de los israelitas y los desafió a luchar contra él. Cuando los israelitas oyeron los gritos de Goliat, “se turbaron y tuvieron gran miedo” (1 Samuel 17:11). No es de extrañar: ¡Goliat era enorme! La Biblia dice que medía casi tres metros (diez pies) de altura. También llevaba un gran casco de bronce y una armadura pesada. Llevaba un escudo, una lanza y una espada enormes (véase 1 Samuel 17:4–7). Durante cuarenta días, Goliat los desafió a luchar, pero nadie tuvo el valor de enfrentarse a él. Hasta que llegó un joven llamado David. Cuando David llegó al campamento de los israelitas para entregar provisiones, escuchó los gritos de Goliat y se sorprendió al ver a los soldados huir aterrorizados. Cuando quedó claro que todos sentían demasiado miedo para luchar, David se ofreció a enfrentarse a Goliat. Se le dijo a David que no tenía manera de derrotar a Goliat, que era demasiado joven. Sin embargo, él sabía algo que ellos no sabían: su fuerza no provenía de su cuerpo, sino de su Dios. No se trata de que David no tenga miedo. Sin duda que sus sentimientos en ese momento son complejos y difíciles de explicar. Su corazón palpita con fuerza porque sabe que su responsabilidad es muy grande. Es consciente de que está defendiendo el pabellón de Israel. Se da cuenta de que si él comete un pequeño error el gigante lo destrozará. Sin embargo, tiene la profunda convicción de que el Señor está a su lado y que el resultado final va a ser la victoria. Es cierto, él sabe que humanamente hablando no tiene ninguna posibilidad de ganarle al gigante. Luego se escucha la voz del joven de buen aspecto. No trae coraza, no tiene casco, no tiene escudero y no tiene espada. Es un ejemplo viviente de la carencia instrumental bélica. Todo lo que lleva es su honda, su cayado, su zurrón y una fe inamovible en la fidelidad de su Dios. La voz de David suena clara y fuerte. Sus palabras no denotan miedo ni temor: "Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. Pero yo voy contra ti en el nombre del Señor de los Ejércitos, Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado" (1 S 17:45). David hace una breve pausa. Si pudiéramos ver al gigante cuyo rostro está tapado con partes del casco percibiríamos una sonrisa burlona y perversa. El joven pastor continúa: "El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré. Te cortaré la cabeza... ¡Y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel! También todos estos congregados sabrán que el Señor no libra con espada ni con lanza. ¡Del Señor es la batalla! ¡Y él os entregará en nuestra mano!" (1 S 17:46-47). Quizá el gigante pensó: ¡Basta! ¡Te voy a enseñar quién soy yo! El texto continúa: "El filisteo se levantó y se fue acercando al encuentro de David" (1 S 17:48). Cualquiera de nosotros en una situación similar se hubiera espantado y huido o a lo menos se colocaría en posición firme para tratar de aguantar la embestida. Por el contrario, David "se dio prisa y corrió al combate contra el filisteo" (1 S 17:48). La multitud que observa no lo puede creer. David en vez de huir está corriendo hacia el enemigo. Seguramente muchos estarán pensando: "¡Pobrecito!". "¡Ese monstruo lo va a triturar!". Pero entonces, "David metió su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra y la arrojó con la honda hiriendo al filisteo en la frente. La piedra quedó clavada en su frente y éste cayó de bruces en tierra" (1 S 17:49). Miremos en cámara lenta la trayectoria del improvisado proyectil. La piedra es arrojada con toda su fuerza y se dirige como si supiera a dónde tiene que ir. Enfrentarte a tus Goliats En la vida, también nos enfrentamos a “Goliats”. Los Goliats que afrontamos pueden ser muchas pruebas, desafíos y tentaciones. Estas son tres verdades que David sabía y que lo ayudaron a derrotar a su Goliat, y también pueden ayudarte a derrotar a los tuyos. De la historia de David y Goliat podemos aprender que el Dios al que servimos es capaz de derrotar a cualquiera de los gigantes de nuestra vida—miedo, depresión, problemas financieros, dudas en la fe—siempre y cuando lo conozcamos a Él y a Su naturaleza lo suficientemente bien como para dar un paso en la fe. Cuando no sabemos lo que depara el futuro, debemos confiar en Él. Pero no podemos confiar en alguien que no conocemos, así que conocer a Dios a través de Su Palabra edificará nuestra fe en Él. 1 El Señor estará contigo Cuando todos le dijeron a David que no podía pelear contra Goliat, David respondió que ya había peleado contra un león y un oso para salvar las ovejas de su padre. Y confiado afirmó: “… Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de manos de este filisteo” (1 Samuel 17:37). David sabía que el Señor estaría con él. Con el Señor, nosotros también podemos enfrentarnos a nuestros Goliats con confianza. 2 La fe en Dios aporta valor David fue a un arroyo cercano y encontró cinco piedras lisas. Puso las piedras en su bolsa junto con su honda y luego fue a encontrarse con Goliat. Cuando Goliat vio a David, se burló de él porque era joven, lo maldijo y lo amenazó. David, sin embargo, no se sintió impresionado, ni tenía miedo, y le dijo: “… Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel” (1 Samuel 17:45). El presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, ha enseñado: “David […] tuvo una fe firme en el Dios de Israel, y esa fe lo dotó de un valor extraordinario […]. “Hay momentos en que todos tenemos que hacer frente a los que se burlan de nosotros y nos humillan; habrá veces en que algunos de nosotros tengamos que enfrentar una fuerza terrenal tan potente como Goliat. Cuando eso suceda, debemos emular el valor de David, que fue poderoso porque tenía fe y siguió una causa justa en el nombre del Señor de los ejércitos”1. La fe también puede ayudarte a ti a afrontar tus temores con valor. 3 Con Dios, puedes hacer lo imposible Probablemente ya sepas lo que sucedió a continuación. David sacó una piedra de la bolsa y la puso en su honda, lanzó la piedra y golpeó a Goliat en la frente. Goliat cayó y los filisteos, cuando vieron a su campeón derrotado, huyeron para salvarse. Antes de este enfrentamiento, la mayoría de las personas habrían dicho que David no tenía ni la más mínima posibilidad, pero David demostró que “ninguna cosa es imposible para Dios” (Lucas 1:37). Con la ayuda de Dios, puedes permanecer firme con fe y salir triunfante. podemos aprender cinco principios que nos ayudarán a hacer frente a los grandes desafíos o "gigantes" que nos lleguen en la vida. Estos principios son: La importancia de conocer a Dios Debemos conocer las armas con las que contamos Necesitamos conocernos a nosotros mismos No debemos dejarnos intimidar por lo que vemos u oímos Nuestro mayor deseo debe ser que Dios sea glorificado Acude al señor pregúntale que hacer. David lo hizo y Dios le dijo que si. Busca a Dios en la palabra y en oración aprende de Él y descubre sus planes perfectos para contigo. Si lo sigues y tienes fe tu victoria estará garantizada acude al señor y él te guiará. Hagamos una pequeña oración juntos. Oh señor, ayúdame a deshacerme de mis dudas, temores,‘problemas y gigantes al momento de que estoy pasando pruebas. En lugar de eso lléname de tu sabiduría, tu paz y acrecienta mi fe para confiar en ti y tus propósitos. Estoy seguro de que tú tienes planes perfectos para mí y que tu voluntad es perfecta. Amén.