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La Historia global y sus aportes Discusi

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la Historia global y sus aportes. discusiones
teórico-metodológicas
Juan andrés bresciano
Universidad de la República, Uruguay
Resumen:
La Historiografía se renueva periódicamente en la medida en que las transformaciones del presente
arrojan nueva luz sobre los procesos del pasado. Por ello, la globalización, en cuanto fenómeno
contemporáneo, suscita el interés de quienes la abordan desde una perspectiva diacrónica, ya que
les permite identificar tendencias que apenas se vislumbraban en épocas anteriores, aunque existían
en forma embrionaria. Surge, entonces, la Historia global como una especialización disciplinaria
que estudia las redes de interdependencia política, económica, social y cultural que se proyectan a
lo largo y ancho del planeta. Si bien su consolidación académica es relativamente reciente, la diversidad de temas que aborda, la originalidad de las fuentes que emplea y la variedad de métodos
que utiliza amerita un análisis de las características que la definen como corriente científico-social.
Palabras clave: Historiografía; historia global; globalización; macrohistoria; metodología
1. La globalización y la Historiografía
La globalización contemporánea, en cuanto proceso histórico, adopta la configuración de una red
planetaria de interdependencias multidimensionales (porque involucran a todos los ámbitos de la
vida social), multívocas (porque generan vínculos plurales entre actores históricos que se relacionan simultáneamente), asimétricas (porque la gravitación de esos actores resulta profundamente
desigual), fluctuantes (porque esas gravitaciones varían de manera regular) y profundamente dinámicas (porque las interdependencias también se transforman).1
Así definida, la globalización se manifiesta en cuatro planos diferentes. En el plano económico,
lo hace a través de la tendencia a la conformación de un mercado mundial, mediante un capitalismo de acumulación flexible que impulsa las grandes fusiones corporativas, la subcontratación
de servicios, la flexibilización laboral y la deslocalización industrial.2 En el ámbito político, esos
cambios se reflejan en el debilitamiento relativo del Estado contemporáneo como resultado de la
1
2
Ianni, Octavio. Teorías de la globalización. México, 1996.
O’Brien, Robert; Williams, Marc. Global Political Economy. Evolution and Dynamics. Nueva York, 2004.
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transnacionalización de las economías.3 En el contexto social, la globalización se plasma en la
desterritorialización acelerada de numerosas formas de interacción humana, en la mediatización
de los intercambios personales e institucionales y en la imbricación de las identidades.4 En el espacio cultural, se sustancia en lo que Manuel Castells denomina el autoconsumo de masas y en la
espectacularización de la vida corriente.5
Transformaciones tan notorias como las referidas en el párrafo anterior no dejan indiferentes a
los historiadores, abocados al estudio de los cambios y las continuidades en las trayectorias de los
grupos humanos. La globalización contemporánea genera, entonces, el contexto propicio para el
nacimiento de una Historia que se centre en el análisis de los procesos globales, ya que las interdependencias que vinculan a países, regiones y civilizaciones dentro del sistema mundial resultan
cada vez más perceptibles. Se plantea, además, una nueva posibilidad: la de descubrir procesos de
interdependencias macrohistóricas previos a los actuales.6
A partir de esta constatación, el presente trabajo se propone reflexionar sobre algunos de los aspectos más relevantes de la Historia global: la especificidad del objeto de estudio que la define,
la originalidad de las unidades de análisis que emplea, la variedad de temáticas que aborda y la
multiplicidad de prácticas metodológicas que alienta.
2. La especificad del objeto de estudio
La expresión Historia global se generaliza en tiempos recientes, gracias a las obras de diversos
autores que han contribuido, desde la teoría y la práctica, a delimitar su objeto de estudio.7 Según
sus aportes, la Historia global conforma una corriente novedosa que tiene notorias diferencias con
otras especializaciones disciplinarias afines. Así, por ejemplo, no se confunde con la Historia de las
relaciones internacionales, ya que esta última parte del orden político presente, organizado a partir del sistema de Estados nacionales. Tampoco se asimila a la Historia mundial (World History),
especialización dedicada a investigar el desarrollo multisecular de los sistemas macrohistóricos.8
De hecho, la Historia global no se interesa ni por los Estados nacionales ni por los sistemas macrohistóricos, sino por las redes de interdependencia que los vinculan, al tiempo que se preocupa
por dilucidar las regularidades causales que explican esas interdependencias, así como los patrones
que rigen los cambios que experimentan en la larga duración.
3
Fazio, Hugo. »Globalización y relaciones internacionales en el entramado de un naciente tiempo global«. Análisis
Político, n° 53, enero–abril de 2006, pp. 51-71.
4
Castells, Manuel. La Era de la información. Economía, sociedad y cultura. 3 volúmenes. Madrid, 1998.
5
Véase Thompson, John. Los media y la modernidad. Barcelona, 1998; Tomlinson, John. Globalización y cultura.
México, 2000.
6
Véase Giovagnoli, Agostino. Storia e globalizzazione. Bari, 2005; Fazio, Hugo. »De la globalización a la Historia
global: hacia otra representación del mundo contemporáneo«. Análisis político, nº 61, septiembre-diciembre, 2007,
pp. 28-44.
7
Véase Mazlish, Bruce. The New Global History. Nueva York, Londres, 2006; Hopkin, A. G. Global History. Interactions between the Universal and the Local. Basingstoke, 2006; Crossley, Pamela. What is Global History? Cambridge,
2008.
8
Véase Jong, Janny de. »Globalization as a Field of Study for Historians« en Jagalin, Seija; Tavera, Susanna; Dilley,
Andrew (eds.). World and Global History. Research and Teaching. Pisa, 2011, pp. 13-24.
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En el transcurso de los últimos veinticinco años, esta corriente ha generado una voluminosa producción que incluye decenas de libros y cientos de artículos publicados en revistas tales como el
journal of World History (1990-presente), el journal of World-Systems research (1994-presente)
y el journal of global History (2006-presente). Asimismo, la Historia global ha motivado la aparición de algunos centros académicos, entre los que figuran el Instituto para la Investigación sobre
los Sistemas-mundo de la Universidad de California en Riverside, el Instituto de Historia Global
de la Universidad de Georgetown, el Centro de Historia y Cultura Global de la Universidad de
Warwik y el Centro de Historia Global y Local de la Universidad de Stony Brook. La existencia
de estos centros pone de manifiesto, entonces, la vitalidad de una corriente cuyos aportes teóricometodológicos deben analizarse detenidamente.
3. La diversidad de unidades de análisis
Desde que la Historiografía comenzó a consolidarse como un saber científico, a principios de la
Época Contemporánea, el Estado nacional constituyó la unidad de análisis privilegiada de los
estudiosos del pasado. Sin embargo, a lo largo del siglo XIX y durante las primeras décadas del
siglo XX, se gestaron corrientes historiográficas que adoptaron unidades de análisis diferentes,
como las civilizaciones, en el caso del organicismo cultural, o los modos de producción y las formaciones sociales, en el caso del materialismo histórico.9 La Historiografía socioestructural de los
años cincuenta y sesenta del pasado siglo también se interesó por amplios sistemas geohistóricos.
El mediterráneo y el mundo mediterráneo de Fernand Braudel10 y Sevilla y el Atlántico de Pierre
Chaunu11 resultan claros ejemplos de ello.
La Historiografía global recoge algunas de esas tendencias y las profundiza al plantear nuevas
unidades de análisis de carácter macrohistórico. En primer término, cabría aludir a la identificación de espacios que articulan vastas redes de intercambios, a partir de una dinámica relativamente
autónoma. Al respecto, debe mencionarse el aporte de K. N. Chaudury, autor que se interesa por
las relaciones políticas, económicas y culturales que se tejen en torno al Océano Índico, a lo largo
de un milenio.12 Podría referirse, asimismo, la obra de Xinru Liu13 que plantea, en una perspectiva
geohistórica de larga duración, el papel del Asia central y de la ruta de la seda en los intercambios
civilizatorios euroasiáticos. También convendría destacar la labor de Ralph A. Austen14 y su estudio de las rutas multiseculares de comercio que relacionan a diversas regiones del África y del
mundo mediterráneo a través del Sáhara.
Los espacios de intercambio no agotan, sin embargo, las unidades de análisis de la Historia global.
De hecho, la unidad preferida de esta corriente es la que Immanuel Wallerstein denomina sistema-
Véase Iggers, Georg G. Historiography in the Twentieth Century. From Scientific Objectivity to the Posmodern
Challenge. Londres, 1997.
10
Braudel, Fernand. La Méditerranée et le monde méditerraneén à l’époche de Philippe II. París, 1949.
11
Chaunu, Pierre. Seville et l’Atlantique. 12 volúmenes. París, 1955-1960.
12
Chaudhury, K, N. Asia before Europe. Economy and Civilisation of the Indian Ocean from the Rise of Islam to 1750,
Cambridge, 1990.
13
Liu, Xinru. The Silk Road in World History. Nueva York, 2010.
14
Austen, Ralph A. Trans-Saharan Africa in World History. Nueva York, 2010.
9
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mundo.15 Para este autor, un sistema-mundo se organiza a partir de un conjunto de interdependencias económicas, políticas y culturales que involucran a sociedades que coexisten en un amplio
espacio geohistórico, relativamente aislado de otros. Esas interdependencias afectan –en diverso
grado– el modo en que se organizan las unidades que integran el propio sistema. Wallerstein considera, primordialmente, las formas de interdependencia que crean asimetrías y desigualdades. En
sus obras, se interesa esencialmente por la economía-mundo capitalista en cuanto sistema mundial,
ya que en el transcurso de los últimos cinco siglos logró expandirse desde Europa hasta abarcar la
totalidad del planeta.
A comienzos de los años ochenta, basándose en los aportes de Wallerstein, Janet Abu- Lughod16
amplía el concepto de sistema-mundo al estudiar un conglomerado geohistórico de proyección
hemisférica anterior a la expansión europea. Ese conglomerado no puede asociarse con ninguno de
los imperios premodernos, sino con un sistema de intercambios mercantiles que vincula, durante
los siglos XIII y XIV, Europa Occidental, el mundo islámico, Asia Central, India y China. En respuesta a estos aportes, Samir Amín formula un planteo más ambicioso.17 Afirma que desde la conformación del Imperio de Alejandro Magno hasta el Renacimiento existe un único sistema-mundo
con múltiples centros que engloban de manera gradual a las regiones más pobladas de Afroeurasia.
André Gunder Frank y Barry Gills18, por su parte, aseguran que el sistema-mundo más antiguo surge partir del 1700 a.C., como resultado de la formación de redes política-económicas que vinculan
a Egipto y Mesopotamia. Sostienen que estas redes se expanden progresivamente hasta incorporar
al mundo indo-mediterráneo, luego a Europa, y a partir del 1500 a América, África y Asia. Finalmente, Christopher Chase Dunn19 considera que los primeros sistemas-mundo surgen durante el
Paleolítico, a partir del despliegue de redes de intercambio de bienes de prestigio. Entiende que su
mera existencia –lejos de tener una incidencia superficial– afecta hondamente al modo en que las
comunidades prehistóricas se organizan, se reproducen y se expanden.
Para concluir esta sección, es preciso señalar que los trabajos de Chase-Dunn contribuyen a que
la Historia global incorpore una nueva unidad de análisis: las redes en cuanto tales. Según este
autor, existen al menos cuatro clases de redes macrohistóricas que establecen formas específicas
de interdependencia:
(i) Las redes de interacciones político-militares (que en el mundo premoderno suelen afectar a
sociedades con fronteras compartidas).
(ii) Las redes de intercambio de bienes de consumo masivo (que en el mundo precapitalista tienen
una proyección reducida, pero que a partir del siglo XIX se proyectan a lo largo y ancho del
planeta).
(iii) Las redes de intercambio de bienes de prestigio (que entre las comunidades ágrafas y entre las
primeras civilizaciones adquieren una extensión asombrosa).
15
Wallerstein, Immanuel. The Modern World-System. Capitalist Agriculture and the Origins of the European World
Economy in the Sixteenth Century. Nueva York, l974.
16
Abu-Lughod, Janet L. Before European Hegemony. The World System, A.D. 1250-1350. Nueva York, 1989.
17
Amín, Samir. Los desafíos de la mundialización. México, 1997.
18
Frank, André Gunder; Gills, Barry K. (eds.). The World System. Five Hundred Years or Five Thousand? Londres,
Nueva York, 1993.
19
Chase-Dunn, Christopher K., Hall, Thomas D. Rise and Demise. Comparing World-Systems. Boulder, 1997.
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(iv) Las redes de intercambio de información y de bienes simbólicos (que desde la Prehistoria hasta el presente se caracterizan por alcanzar el mayor grado de expansión geohistórica).20
4. Las innovaciones temáticas
La originalidad de la Historia global no se expresa solo en la adopción de nuevas unidades de análisis; se manifiesta también en los temas que indaga. Entre ellos, se destacan las sincronías y las
discronías que experimentan las redes que vinculan a los principales sistemas macrohistóricos. Las
investigaciones de Christopher Chase–Dunn, Alexis Álvarez y Daniel Pasciuti21 comprueban la
existencia de procesos sincrónicos de expansión y retracción económica y política que involucran
a China, al Asia Central, a la Media Luna de las Tierras Fértiles y al mundo mediterráneo desde el
1000 a.C. hasta el 1500 d.C. Basándose en cambios climáticos, ciclos demográficos y pandemias
que afectan al continente euroasiático, estos autores demuestran las conexiones que vinculan a los
grandes imperios de esas regiones durante la Antigüedad clásica y el Medioevo. André Gunder
Frank y Barry Gills22 sostienen, por su parte, que sincronías similares ya existen desde el 1700
a.C., según lo demuestran los procesos de expansión y declive que inciden de manera sincrónica
en Egipto y Mesopotamia y que involucran luego a regiones más amplias. Consideran, además,
que esas fluctuaciones que se perciben en la larga duración constituyen efectos locales de factores
globales.
Al igual que las sincronías, las discronías también concitan el interés de quienes cultivan la Historia global. La explicación de la excepcionalidad transitoria del desarrollo europeo genera una
abundante literatura que se expresa en algunos estudios comparativos notables. Figuran entre ellos
los de David Landes23, André Gunder Frank24, Kenneth Pomeranz25, Jack Goody26 y Niall Ferguson27. En algunos casos, las comparaciones adoptan una escala más amplia. Las teorías de Peter
Watson28 sobre las diferencias acumulativas entre las sociedades del Viejo y del Nuevo Mundo
pueden resultar polémicas pero demuestran la relevancia de esta clase de discusiones.
Además de centrarse en las sincronías y discronías que afectan a las redes macrohistóricas, la
Historia global reflexiona sobre las convergencias y divergencias intersocietales. Con relación a
las primeras, algunos autores caracterizan el desarrollo humano como una secuencia acumulativa
de procesos convergentes que tienden a ampliar las escalas de las interacciones sociales, fruto de
la diferenciación de factores de creciente complejidad. Los investigadores que le conceden una
20
Chase-Dunn, Christopher K.; Hall, Thomas D. Op. cit., p. 52.
Chase-Dunn, Christopher; Álvarez, Alexis; Pasciuti, Daniel. World Systems in the Biogeosphere. Three Thousand
Years of Urbanization, Empire Formation and Climate Change. Edición en línea: http://repositories.cdlib.org/irows/
irows11/
22
Frank, André Gunder; Gills, Barry K. Op. cit.
23
Landes, David. The Wealth and Poverty of Nations. Why Some are So Rich and Some are So Poor. Nueva York,
1998.
24
Frank, André Gunder. Reorient. Global Economy in the Asian Age. Berkeley, CA., 1998.
25
Pomeranz, Kenneth. The Great Divergence. China, Europe and the Making of the Modern World Economy. Princeton, 2000.
26
Goody, Jack. Capitalism and Modernity. The Great Debate. Cambridge, 2004.
27
Ferguson, Niall. Civilization. The West and the Rest. Nueva York, 2011.
28
Watson, Peter. The Great Divide. History and the Human Nature in the Old World and the New. Nueva York, 2011.
21
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mayor gravitación a los factores geopolíticos, como George Modelski y William R. Thompson29,
se interesan en el despliegue progresivo de formas de concentración y estructuración del poder.
Se dedican, a su vez, a establecer la secuencia según la cual unos sistemas políticos sustituyen y
superan a otros, e investigan las condiciones específicas que posibilitan esas transformaciones.
Quienes adoptan el enfoque de los sistemas–mundo se preocupan por la dinámica de los centros
hegemónicos de la economía–mundo capitalista. Así, por ejemplo, Giovanni Arrighi30 explica los
procesos globales de los últimos quinientos años a partir de la sucesión de ciclos de acumulación
capitalista, en los que el centro del sistema se transforma cualitativamente.
Para los enfoques socioculturales, los procesos globales obedecen a un desarrollo civilizatorio.
Por lo tanto, la globalización contemporánea se interpretaría como la proyección mundial de la
civilización occidental (en su versión norteamericana), así como de sus valores característicos. Los
que comparten este enfoque (entre ellos, Samuel Huntington31) diferencian la modernización de la
occidentalización y reconocen que algunas civilizaciones que atraviesan por procesos de modernización –en lo tecnológico, en lo económico e inclusive en lo político– rechazan, al mismo tiempo,
los valores de Occidente, reafirmando su propia identidad cultural.
Desde una óptica distinta, Jeremy H. Bentley32 plantea un esquema articulado exclusivamente a
partir de la dinámica de los contactos intercivilizatorios. Según lo explicita en sus obras, los encuentros entre civilizaciones (pacíficos en algunos casos, violentos en otros) sientan las bases de
una universalización del acontecer histórico que encuentra su expresión más acabada en la sociedad planetaria actual.
5. Los desafíos heurísticos
Desde la génesis de la Historiografía, el relevamiento y procesamiento de fuentes que permitan
conocer el pasado supone uno de sus desafíos metodológicos primarios. En cuanto registros del
acontecer social, los documentos que adquieren valor histórico se encuentran estrechamente asociados a los fenómenos que testimonian. Por ello, al introducir nuevas temáticas, la Historia global
enfrenta un doble reto. Por una parte, debe identificar modalidades de registro del acontecer social
que son características del tiempo actual; por la otra, tiene que analizar un cúmulo de vestigios que,
procedentes de otras épocas, permiten testimoniar formas incipientes de globalización en otros
tiempos. Se trata de un esfuerzo heurístico que requiere tareas tales como el relevamiento de documentación heterogénea, el acceso a repositorios que se encuentran emplazados en varios países
y el análisis de contenidos que responden de manera indirecta a las interrogantes del investigador.
29
Modelski, George; Thompson, William R. Leading Sectors and World Powers. The Coevolution of Global Economics and Politics. Columbia, 1996.
30
Arrighi, Giovanni. The Long Twentieth Century. Money, Power, and the Origins of Our Time. Londres, 1994.
31
Huntington, Samuel P. The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order. Nueva York, 1996.
32
Bentley, Jerry H. »Cross–Cultural Interaction and Periodization in World History«. American Historical Review,
vol. 101, n° 3, 1996, pp. 749–770.
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Las fuentes relativas a los procesos actuales de globalización demandan, además, un especial
cuidado. El historiador debe ser capaz de reconocerlas y de otorgarles el valor que les concede
sus especificidad y su representatividad. Actualmente, buena parte de ellas asumen la forma de
productos digitales, telemáticos o multimediales. Por el modo en que se producen, se almacenan y
se difunden, difieren de los registros tradicionales. El investigador de los procesos globales debe
utilizar documentos que no responden a las lógicas que impone el Estado nacional, ya que los
registros de los archivos estatales no permiten percibir algunas dinámicas interregionales e internacionales. Por suerte, numerosos organismos políticos, económicos y culturales de la sociedad
planetaria producen fuentes que sistematizan las informaciones requeridas por el historiador de los
procesos globales. 33 Sin embargo, no siempre aportan los datos que responden a las preguntas del
investigador; en algunas ocasiones, es preciso consultar los registros que producen organizaciones
privadas y ciudadanos corrientes, a partir de su desempeño en las redes virtuales de la sociedad de
la información.
Estos desafíos heurísticos se profundizan cuando se abordan los procesos globales de épocas anteriores. Las precauciones metodológicas, entonces, se multiplican ya que el análisis del contenido
de las fuentes debe sortear, al menos, tres clases de riesgos. El primero es el de la generalización
infundada toda vez que se pretende identificar procesos regulares de otros períodos a partir de
pruebas documentales ocasionales. El segundo consiste en el presentismo anacrónico que conceptualiza ciertos fenómenos pasados a partir de categorías contemporáneas que no son aplicables a
los registros de otros contextos temporales. El tercero radica en las perspectivas evolucionistas ingenuas que resaltan las similitudes entre procesos del presente y del pasado, enfatizan las continuidades y no perciben las diferencias sustanciales que puedan existir. Todos estos riegos conducen a
interpretaciones distorsionadas que el historiador de los procesos globales debe evitar.
6. Los desafíos hermenéuticos
En la medida en que la Historiografía global investiga las interdependencias que afectan al sistema mundial, la perspectiva macrohistórica constituye su opción metodológica primaria. Trazar la
geografía de esas complejas redes que vinculan a los Estados, las economías y las civilizaciones
en el presente no resulta un objetivo inalcanzable por el titánico esfuerzo que parece requerir, sino
un emprendimiento factible a partir de los recursos que esas mismas redes aportan. De hecho, las
redes telemáticas, al tiempo que crecen y se transforman, brindan datos minuciosos que permiten
seguir su despliegue y evolución.34
Cuando el historiador se interesa por redes que afectan a sociedades de otras épocas, los desafíos
metodológicos se incrementan. Las herramientas de la Geografía histórica y de la Arqueología35
vienen en su ayuda, ya que el estudio en la larga duración de procesos demográficos, socioeconómicos o socioecológicos no puede restringirse a los testimonios procedentes de las fuentes tradi33
Pettinger, Richard. Global Organizations. Oxford, 2002.
Véase, a modo ilustrativo, el proyecto Mapping Globalization de la Universidad de Princeton, disponible en Internet
en http://qed.princeton.edu/main/MG
35
Hall, Thomas D. »The World-Systems Perspective and Archeology. Forward into the Past«. Journal of Archaeological Research, vol. 1, n° 2, junio de 1993, pp. 121-143.
34
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cionales. Los artefactos, las estructuras urbanas y las arquitectónicas, así como todos los vestigios
que revelan los efectos geológicos, climáticos y biológicos de la acción humana sobre el planeta,
se convierten en insumos valiosos para la comprensión de las interdependencias macrosociales,
desde una perspectiva multisecular. 36 Por otra parte, el desarrollo reciente de la Genética histórica,
abocada al estudio del poblamiento del planeta partir de la evidencia que aporta el ADN de los
seres humanos del pasado y del presente, ofrece un camino novedoso para el análisis de procesos
globales que operan en escalas milenarias.37
El discernimiento de esas interdependencias tan intrincadas conduce a varios autores a formular
explicaciones nomológicas, pero estas últimas se diferencian, en varios aspectos, de las que solían
elaborar sus colegas de las décadas centrales del siglo pasado. Si bien algunas incluyen regularidades multicausales que rigen en contextos espacio-temporales claramente delimitados, no pretenden, por ello, formular leyes universales que expliquen mecánicamente comportamientos determinados.38 Por otra parte, esas perspectivas macrohistóricas distan de agotar las opciones de la
Historiografía global. Sin bien la ampliación de las escalas espacio-temporales de análisis permite
al investigador abordar interdependencias que no serían perceptibles de otro modo, la reducción
de esas escalas, adecuadamente aplicada, revelan conexiones insospechadas entre determinados
procesos.
En tal sentido, los enfoques que se centran en el impacto local que tienen las transformaciones
mundiales introducen una nueva perspectiva. Los estudios glocales constituyen un buen ejemplo,
ya que ponderan la proyección de ciertas tendencias generales en ámbitos específicos.39 Quienes
implementan esta clase de estudios ponen de manifiesto que las tendencias globales resultan mucho más fluctuantes en lo relativo a los centros geohistóricos que las generan y muchos menos
determinantes en cuanto a los efectos que producen en las sociedades a las que afectan. Sostienen
que esas tendencias fortalecen las dependencias locales y regionales mientras que alientan, simultáneamente, formas variadas de autonomía. En algunos países, su impacto es profundo mientras
que en otros resulta superficial. A su vez, su influjo difiere según sea el grupo social considerado o
los sectores de actividades que se analicen.
Dentro de los enfoques que incorpora la Historia global, los estudios de caso también ocupan un
lugar significativo. El análisis minucioso de la trayectoria de un individuo, una familia, un grupo
o una institución puede ilustrar cabalmente la complejidad con la que se manifiestan las fuerzas
globales en los contextos microsociales.40 También contribuye a demostrar que esas fuerzas, lejos
de ejercer una determinación inexorable sobre los comportamientos personales y colectivos, definen un amplio campo de posibilidades para la acción humana. De hecho, en un mismo contexto
las fuerzas globales generan efectos dispares, según sea el modo en que los agentes históricos se
sirvan de ellas.
36
Homborg, Alf; Cumbrey, Carole L. The World System and the Earth System. Global Socio-Enviromental Change
and Sustaintability since the Neolithic. Walnut Creek, 2006.
37
Véase el proyecto Genographic de la National Geographic, disponible en Internet en https://genographic.nationalgeographic.com/
38
Véase Sanderson, Stephen K. Social Transformations. A General Theory of Historical Development. Oxford, Cambridge, 1995; Snooks, Graeme Donald. The Laws of History. Londres, Nueva York, 1998.
39
Véase Roudometof, Victor. »Glocal and Global Studies«. Globalizations, vol. 12, n° 15, pp. 774-787.
40
Véase Cossart, Brice. »Global lifes. Writing Global History with a Biographical Approach«. Entremons. UPF Journal of Global History, n° 5, junio de 2013, pp. 1-14.
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7. Las prácticas investigativas
Se indicó anteriormente que las transformaciones del mundo actual plantean a la Historia global
nuevos temas, nuevas fuentes, nuevas preguntas y nuevas formas de encontrar respuestas. A ello
debe sumarse el hecho de que las innovaciones tecnológicas de la sociedad de la información
contribuyen a modificar las prácticas investigativas en todas sus dimensiones. Buena parte de los
historiadores de los procesos mundiales trabajan mediante redes que operan globalmente. Si bien
es cierto que la interacción entre colegas pertenecientes a varios países se constata en distintas
especializaciones historiográficas, en el caso de la Historia global esa interacción constituye un
requisito bastante habitual. El análisis de los procesos globales demanda, con frecuencia, la integración de equipos internacionales de investigadores. Si un proyecto aborda un tema que involucra
a diversas regiones, la participación de especialistas procedentes de cada una de ellas garantiza
un acceso mucho más simple a las fuentes y un análisis crítico más refinado de sus contenidos.
Además, las pertenencias múltiples pueden generar visiones matizadas y complejas de fenómenos
que tienden a percibirse en términos simplistas cuando el proyecto se desarrolla desde un único
contexto geohistórico o a partir de una única institución académica.
Los requisitos heurísticos del estudio de los procesos globales conducen a los historiadores a repositorios cuyo emplazamiento ya no reproduce la geografía de los Estados nacionales. Las propias
exigencias hermenéuticas de los objetos estudiados requieren superar tres clases de fronteras: las
nacionales, las lingüísticas y las civilizatorias. Por lo tanto, quien cultiva la Historia global se halla inmerso en contextos interculturales. En un sentido amplio, ese investigador es un viajero, un
traductor, un decodificador de sociabilidades y de temporalidades ensambladas en un entramado
cambiante.
En términos generales, puede afirmarse que el historiador de lo global estudia redes, las estudia en
redes, y, cada vez más, expresa los resultados de su estudio mediante tecnologías multimediales
que transforman al discurso en una red. En los productos historiográficos que genera, la palabra
escrita no constituye, entonces, el componente excluyente, sino que se articula hábilmente con
recursos gráficos, cartográficos, audiovisuales, etc. Estos últimos, asociados al texto mediante enlaces digitales, se proyectan mediante enlaces telemáticos que contribuyen al diálogo implícito
entre obras. Con estructuras relacionales de gran sofisticación, tales trabajos apuntan a múltiples
públicos globales.
Por los motivos expuestos en esta sección, puede afirmarse que la producción de la Historia global
se globaliza fácilmente, porque su propio objeto, su propio método, su propio discurso y su propio
público la predisponen a ello. Circula, se divulga y se consume globalmente ya que su objeto suele
generar un interés global en el público académico y en el gran público. La producción historiográfica relativa a un Estado nacional se consume, mayoritariamente, dentro de sus fronteras, se edita
en el idioma local y difícilmente se traduce, a menos que se trate de Estados que han tenido gran
ascendencia. En contraste, los textos de la Historia global se editan simultáneamente en varios países, se publican en inglés (y en menor medida, en otras lenguas universales) y resultan mucho más
propensos a la difusión digital, puesto que, en ese caso, el mercado del libro impreso no gravita del
mismo modo que en las producciones historiográficas nacionales o regionales.
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La Historia global y sus aportes. Discusiones teórico-metodológicas
Como resultado de todo ello, la Historia global propende al desarrollo de una comunidad global
de investigadores, ya que por los desafíos que enfrenta debe superar fronteras nacionales, institucionales y generacionales. Si bien no es extraño que la Historia centrada en un Estado nacional sea
también cultivada por historiadores extranjeros, es un hecho fácilmente constatable que la producción historiográfica sobre un país determinado procede, mayoritariamente, del medio local. Y si
bien existen congresos internacionales sobre la Historia de un país concreto o sobre una región en
particular, el peso de los congresos locales continúa siendo considerable. En contraste, en la Historia global la dimensión internacional gravita con una fuerza notoria en sus encuentros académicos
y en sus instituciones más representativas.
8. La Historia global y los estudios latinoamericanistas
¿Qué presente y qué futuro tiene la Historia global en relación a América Latina? En contraste con
la atención que reciben otras regiones –el Asia Oriental, el Asia Sudoriental, el Asia Meridional, el
Medio Oriente y el África Subsahariana– América Latina, como espacio geohistórico, no despierta
el mismo interés en la producción académica que adopta perspectivas globales, ni en los centros
de investigación de Estados Unidos y Europa. Si se considera la producción de dos revistas académicas emblemáticas como World History journal y journal of global History, los artículos que
en ellas trabajan algún aspecto de la Historia latinoamericana constituyen una exigua minoría. Si
se revisa la publicación bibliográfica, la situación no mejora sustancialmente. Abordajes de América Latina en perspectiva global no abundan, aunque una modalidad próxima, los comparatismos
regionales o hemisféricos, dan testimonios de resultados promisorios.41
¿Qué clase de objetos podría abordar un estudio de la región en perspectiva global? En primer
término, cabe considerar a la población del subcontinente. Al sustrato demográfico de las civilizaciones precolombinas se suman los aportes poblacionales de grupos procedentes de Europa, África
y Asia. Durante cinco siglos la región ha recibido flujos demográficos, voluntarios o forzados, que
la vinculan con la historia de tres continentes distintos. A partir del análisis de las historias que
entrelazan el Viejo y el Nuevo Mundo, la dinámica de esos flujos pone de manifiesto un potencial
investigativo que dista mucho de haberse agotado.
En segunda lugar, sobre el subcontinente se imponen, se reproducen, se copian o se adaptan,
estructuras políticas, económicas, sociales y culturales procedentes en su inmensa mayoría de
Europa Occidental. Estas trasposiciones, a lo largo de medio milenio, ofrecen un campo de observación privilegiada para la Historia global, ya que pocas regiones del mundo aportan testimonios
tan representativos de esa clase de procesos. Para quienes se interesan por la hibridación cultural,
la aculturación, la interculturalidad y el multiculturalismo en perspectiva global, América Latina
también brinda un universo de estudio de una riqueza notoria.
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Véase Graham, Richard. Independence in Latin America. A Comparative Approach. Nueva York, 1994; Calderón,
María Teresa; Thibaud, Clément (eds.). Las revoluciones en el mundo atlántico. Bogotá, 2006; Cañizares-Esguerra,
Jorge; Seeman, Erik R. (eds.). The Altantic in Global History (1500-200). Upper Saddle River, N.J., 2007.
1201
Juan Andrés Bresciano
En tercer término, resulta de interés el impacto diferencial de los procesos globales en la región.
Las disputas entre los imperios mercantiles europeos, las guerras napoleónicas, el ciclo de las
revoluciones liberales, las rivalidades entre los imperios coloniales del capitalismo industrial, las
dos guerras mundiales, la Guerra Fría y la actual guerra contra el terrorismo han dejado huellas tan
visibles como diversas en el subcontinente.
Por último, no puede obviarse el influjo de América Latina sobre el resto del planeta que se manifiesta en su papel en el desarrollo histórico del capitalismo, su contribución a las cocinas y a las
dietas del Viejo Mundo, sus aportes a la cultura global en el campo musical, literario y científico, o
su proyección demográfica, social y cultural en la América anglosajona y en Europa, como resultado de los procesos migratorios contemporáneos. Estudiadas de manera sistemática, todas estas
conexiones que generan interdependencias permiten comprender mejor las complejas trayectorias
de América Latina desde la perspectiva de una Historia global.
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