TÚ ERES MI HIJO AMADO Marcos 1, 6-11 Domingo 11 de enero 2015 Bautismo del Señor Ven, Espíritu de Dios. Estamos congregados como comunidad de discípulos en nombre de Jesús. Te abrimos las puertas de nuestra vida. Necesitamos tu aliento inspirador. Queremos que tú seas el fuego que purifica, el viento que impulsa, el sonido que enamora. Amén. Ambientación: La Antigua Alianza de Dios con los hombres no sólo fue provisional sino que se caracterizó, en muchas ocasiones, por el fracaso. Dios había liberado al pueblo de la esclavitud en Egipto, pero ese pueblo seguía reproduciendo en su interior la injusticia, la esclavitud, la opresión. La religión se fue convirtiendo en un negocio. Esta situación fue desembocando en una especie de silencio de Dios con un “cielo cerrado”. Sólo un pequeño resto fiel mantuvo su esperanza en el reinado de Dios y pedía que se abriese el cielo y “lloviese al Salvador”. Precisamente en el bautismo de Jesús “se abrió el cielo”. Jesús de Nazaret, el Mesías esperado, aceptaba su misión. Se inauguraba una nueva relación y comunicación de Dios con su pueblo. Es la Nueva Alianza. Jesús dará su vida en la cruz por todos mostrando así el camino y la misión de todo bautizado. 1. LECTURA: ¿Qué dice el texto? Sin prisa, con unción, leemos: Marcos 1, 6-11 Gustamos y saboreamos la Palabra. Después hacemos ECO… El retrato de Jesús que nos presenta Marcos tiene unos perfiles bien definidos. Tres testimonios certifican su identidad y su obra: las palabras humildes y a la vez sublimes de Juan el Bautista (v.7); la presencia discreta, pero muy expresiva, del Espíritu (v.10); las palabras amorosas del Padre (v.11). El acontecimiento del bautismo de Jesús equivale a la inauguración oficial de su misión, con el crisma de la autoridad plena, garantizada por la presencia del Espíritu y por el testimonio afectuoso del Padre. La teofanía o manifestación de Jesús expresada en el v.11 es solemne y bien expresiva. Jesús, por un lado, al recibir el bautismo, expresaba su plena solidaridad con la humanidad: era el “verdadero hombre”. Pero faltaba la otra dimensión de su identidad, la de “verdadero Dios”, que se le reconoce ahora oficialmente, conferida en el plano de la Trinidad. Dios Padre proclama a Jesús como su “Hijo amado”, con el que tiene un entendimiento pleno, expresado en las palabras “en ti me complazco”. Es un modo de afirmar la naturaleza divina de Jesús. Más tarde, en el cuarto evangelio Jesús nos dirá: “El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30). La comprensión de la identidad de Jesús está enriquecida por la presencia del Espíritu. El mundo de los hombres y de Dios, en antítesis a causa del pecado, están ahora en comunión: eso es lo que significa la apertura –o, mejor, el “rasgarse”- de los cielos (v.10). El Espíritu no sólo desciende, sino que se hace presente en Jesús de una manera estable, definitiva, consustancial, es el Espíritu divino. Estamos ante el misterio de la Trinidad. Dios que no es un solitario, sino amor, familia: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 2. MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto? En el Jordán encontramos el último don de la Navidad. Pasamos del Antiguo al Nuevo Testamento, de Juan Bautista a Jesús. - ¿Sentimos la novedad de Jesús que nos empuja a hacernos vivir según el Espíritu? En el bautismo de Jesús se hace presente la Trinidad. Muestra la relación de Jesús con el Padre y con el Espíritu. - ¿Vemos a través de una sugerente analogía que también nuestro bautismo representa el acceso a la intimidad trinitaria: que se nos hace hijos/as en el Hijo? La persona bautizada con el Espíritu de Jesús tiene que procurar seguir su mismo camino. Porque el bautismo no es un rito con poderes mágicos. Ni es para lograr adeptos a una religión sino seguidores/as de Jesús. - ¿Me lleva el hecho de ser bautizado/a a ser y vivir como discípulo/a y misionero/a de Jesús? En Hechos 10, 38 Pedro evoca esta teofanía del Jordán señalando el distintivo esencial de la vida y misión de Jesús: “Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. - ¿Trato de orientar y vivir así mi misión de bautizado/a en el Espíritu de Jesús? ¿Promuevo la justicia, el derecho, el amor y la paz como Cristo? ¿Soy misericordioso/a y dispuesto/a a “curar heridas” como quiere el Papa Francisco? Lleno de ese Espíritu bueno de Dios, Jesús se dedica a liberar a la gente de “espíritus malignos” que hacen daño, deshumanizan y esclavizan. - ¿Cuáles son hoy día esos “espíritus malignos”? “Se oyó una voz desde los cielos…” - ¿En qué momentos de mi vida he sentido o siento que Dios me habla y me aclara mi misión? 3. ORACIÓN: ¿Qué me hace decirle a Dios? Al celebrar el bautismo del Señor, reavivemos el nuestro para renovarlo y sentir la experiencia única de ser hijos/as predilectos/as del Padre. Pensemos en los símbolos del agua, aceite, vestidura blanca, cirio encendido… En actitud orante leemos de nuevo: Marcos 1, 6-11 Que acojamos el inicio de la vida pública de Jesús con un corazón disponible para escuchar sus enseñanzas y seguir su camino… Que el ejemplo de Jesús que se hace solidario con los pecadores, aunque no tenía pecado, nos mueva reconocer nuestros propios pecados y a saber acoger a quienes han pecado… Que el recuerdo de nuestro propio bautismo “en el fuego del Espíritu Santo” nos lleve a una vida comprometida en la misión de anunciar el evangelio… Señor Jesús, tú eres el revelador del rostro del Padre, y manifiestas su bondad y su misericordia hacia mí. Que yo perciba tu presencia en las pobrezas de los hombres y mujeres, para que pueda anunciar a todos tu Palabra de esperanza. DE SAN JUAN CRISÓSTOMO: Ahora aparece la paloma no para traer un ramo de olivo en el pico, como en tiempos de Noé, sino para señalarnos al que venía a liberarnos de todos nuestros males y para infundirnos las más bellas esperanzas. Esa paloma no venía para sacar a un solo hombre del arca, sino para levantar al cielo la tierra entera y, en lugar del ramo de olivo, trae a todo el género humano la filiación divina.