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ENSAYO ETICA EN EL DERECHO

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Ensayo
¿Es el Código de ética letra muerta o una
necesidad urgente para restaurar el sistema
judicial?
AUTOR: OLGUIN HUERTA LEONARDO GREGORIO
LICENCIATURA EN DERECHO (ARAGÓN)
Deontología jurídica
GRUPO 4510
03 mayo de 2024
Introducción
Tengo la certeza que una de las profesiones con mayor influencia en la vida social del ser
humano es la del Licenciado en Derecho, y lo confirmo al identificar que prácticamente todas
las áreas y durante todas las etapas del desarrollo humano, su actividad está sujeta a alguna
ley u ordenamiento que guie la actividad señalada, desde antes de nacer e incluso después de
morir, el derecho da las pautas para que las personas tengan un comportamiento equilibrado
y armónico con sus semejantes, con el Estado al que pertenecen y de ser necesario más allá
de sus propias fronteras. La justicia y la prevención o erradicación del conflicto son la esencia
pura del derecho y por consecuencia de aquellos que nos profesionalizamos en su ejercicio,
mismos que de cierta forma acompañaremos al ciudadano común cuando por causa de su
actividad surja la necesidad de adherirse a la ley o bien de reclamar su legitimo derecho de
que otro más lo haga.
Un sinnúmero de estudiosos del comportamiento humano, han descrito a lo largo de la
historia del pensamiento, un elemento distintivo en la naturaleza humana, y este puede
resultar paradójico por si mismo, porque aun y que el ser humano es un ser social, también
es cierto que subsiste el instinto de supremacía, de depredación y dominio sobre sus
semejantes.
A lo largo de la historia del derecho, podemos observar que, si bien los sistemas de solución
de controversias en las distintas materias han evolucionado, no han podido erradicar la figura
del castigo o punibilidad, ante el comportamiento desequilibrado de aquellos que lo integran.
Esta evolución en los sistemas de justicia, ha sido acompañada desde las más antiguas
civilizaciones por el estudio del pensamiento humano. La filosofía y en particular la ética es
tan antiguas, como la necesidad de regular las interacciones entre las personas. Y si por un
lado algunos autores han postulado la naturaleza egoísta del ser humano, tengo la impresión
que la ética ha buscado ser contrapeso de esa naturaleza, tratando de permear en la mente de
las personas, la necesidad de un actuar equilibrado y que busque la equidad en las relaciones
humanas. Particularmente el abogado que se destaca por su labor de hidalgo, al ser
patrocinador, promotor, gestor, autor y revisor de la ley en la sociedad, no puede dejar de
lado la esencia deontológica del derecho y es de él la decisión de experimentar la ética como
letra muerta o bien de vivenciarla y darle un sentido como guía de su actuar profesional.
Antecedentes
Las primeras asociaciones de abogados vieron luz por allá del año 1760 con la fundación del
Real colegio de abogados, posteriormente y siendo testigos de los cambios sociales estas
asociaciones fueron adecuándose a la realidad del país. Para 1927 se fusionan y dan paso a
la primera Barra de abogados que tiene entre sus objetivos los citados en la publicación del
periódico Excélsior de aquella época y que versan lo siguiente: “… velar por el buen nombre
de la profesión, defender los intereses colectivos del grupo, prestar a los asociados el apoyo
moral de que hubieran menester en los casos que establezca el reglamento o acuerde la
asamblea general o el Consejo; fomentar el espíritu de la justicia entre los particulares entre
sí y en el de los funcionarios encargados de administrarla y procurar que el ejercicio de la
abogacía no se aparte nunca de los estrictos preceptos de la moralidad y se ajuste a la
doctrina de la ciencia jurídica.”
En estos cuatro principios fundamentales se puede observar la intención de los colegiados de
derecho, que buscaban promover un ejercicio ético de la profesión en vistas de un deterioro
en el ejercicio de la misma que en las primeras décadas del siglo XX, ya causaba revuelo en
los medios de comunicación nacionales, teniendo como ejemplo una nota publicada en el ya
citado periódico, y que anotaba: “ Por desgracia la ética profesional, tratándose del ramo de
los abogados, se encuentra por el suelo, el tinterillo, el crápula, el intrigante que acude a los
chanchullos judiciales con la facilidad con que el político hace juegos malabaristas en las casillas
electorales, el abogado que pospone su propia dignidad y su decoro al influjo del lucro, el que
convencido de la injusticia de la causa que patrocina no vacila sin embargo en sujetar su magín
a tortura para demorar indefinidamente la secuela del negocio, son por desgracia especímenes
demasiado conocidos en nuestro medio…”
La consolidación de la Barra Mexicana de abogados había surgido como respuesta a la
inquietud del gremio de fomentar en la esencia del ejercicio del derecho los principios
deontológicos, dotando a los agremiados de un foro para denunciar y exigir la practica decorosa
de la profesión, de un grupo donde colegiar las experiencias y mejores prácticas del derecho y
no menos importante de herramientas que dotaran a los abogados de una guía con la cual
dilucidar el correcto hacer en caso de situaciones que comprometieran su ejercicio. Así nace en
1948 el Código de Ética Profesional
El sistema de justicia mexicano, ¿un sistema obsoleto y rebasado?
Desde las primeras asociaciones de abogados se vislumbraba el tremendo potencial de la
comunidad de profesionales del derecho, en una sociedad como la mexicana, el abogado
tendría cabida en prácticamente cualquier área del quehacer humano, desde la conformación
del Estado en cualquiera de sus áreas y niveles de organización, la estructuración en especial
del Poder Judicial, donde es requisito ser licenciado en la materia para poder ejercer, sin dejar
de señalar la asesoría profesional en el ámbito privado.
Así pues, el Código de Ética pretendía ser la guía de acción en el ejercicio del profesional
jurídico y llegar a todos los niveles donde se pudiera requerir a un abogado.
Al principio hice mención de algunas precisiones sobre la naturaleza humana según varios
autores, y lo traigo a colación precisamente por que esta naturaleza individualista,
depredadora y convenenciera es la que se encuentra yuxtapuesta con la ética del ser humano
y la esfera profesional no será la excepción. Este comportamiento voraz y codicioso es el que
ha contribuido de manera directa a colapsar nuestro sistema de justicia mexicano, un sistema
donde el modelo de castigo no se aplica necesariamente al culpable y por ende no surte efecto
en su afán de inhibir los comportamientos lesivos de las partes actoras en el proceso. Un
sistema corrupto a fuerza del actuar de quienes formamos parte de él y aprovechamos las
opacidades y huecos del sistema para sacar ventaja. Un sistema que día a día se contamina
por el enfrentamiento entre la ética profesional y la naturaleza humana, como esa vieja
caricatura donde un demonio y un ángel aconsejan al mismo tiempo al ser humano sobre
cómo debe actuar, y donde saca mejor partido el mas astuto y no necesariamente aquel a
quien el derecho asiste.
Concluyo esta reflexión dejando abierta la pregunta eje de este ensayo, ¿es el Código de ética
letra muerta o una necesidad urgente para restaurar el estado de derecho?
El análisis de cada capítulo del Código de Ética Profesional de la Barra Mexicana de
Abogados, buscara dotar de sentido a la conclusión de mi ensayo que al mismo tiempo
pretende exponer mi respuesta a la pregunta lanzada.
Desarrollo
En palabras de la propia Barra Mexicana de Abogados, cito del Código de ética profesional:
“es función del colegio identificar y formular normas de conducta profesional, que recojan
los valores y principios propios de la actividad del abogado, dando cauce a su ejercicio,
permitiendo con ello su conocimiento y su libre aceptación”.
Esta declaración será el eje en el desarrollo de este ensayo, primero sostengo que la ética en
su concepto filosófico no es solo un conjunto de postulados, paradójicamente trata de
principios y valores universales pero que al individualizarse solo tendrán sentido para quien
los vive de manera natural, es decir quien se ha formado desde casa con esos valores, de ahí
que puedan resonar o no con ellos, mientras que para unos cuantos estos valores y principios
dan cauce y motivan al conocimiento más profundo de la ciencia del derecho; para otros
parecerá solo un discurso sin fondo y sin utilidad. La belleza de esta declaración se consuma
al señalar el código de ética como algo de libre aceptación, empoderando al abogado con la
libertad absoluta de elegir si se rige o no por estos preceptos en el ejercicio jurídico, será el
mismo profesional de las leyes quien determine su actuar y la calidad de su desempeño, y en
consecuencia es responsabilidad de cada uno de nosotros restaurar o corromper aún más, un
sistema judicial que en el papel cumple con la función de impartir justicia, pero en la practica
ha sido rebasado por los atajos y arreglos fuera de la norma, con un solo fin, poner los
intereses personales por encima del bien común, que ha decir de paso se ha vuelto el menos
común de los beneficios.
A lo largo de mi vida profesional como ingeniero y administrador he utilizado un modelo
análogo para describir la estructura de una organización y su funcionamiento optimo, este
modelo es asemejar la practica profesional a una casa, si esta casa no cuenta con cimientos
firmes y suficientes, la construcción y operación de la misma corre el riesgo de colapsarla,
con agrado puedo decir que este modelo también se asemeja a la formación y practica del
profesional del derecho, donde la base estructural que cimenta la casa es por una lado el
estudio y dominio de la ciencia jurídica y por otro los principios que rigen el actuar del jurista.
Estos principios se describen con detalle en el documento de estudio, siendo objeto de nuestra
materia deontológica. La diligencia, probidad, buena fe, libertad e independencia, la justicia,
lealtad, honradez y dignidad, así como el respeto, son pilares fundamentales para una vida
profesional consciente.
Igual que una casa afectará a sus vecinos, la actividad del abogado cumplirá una función
social siendo de particular importancia aquella donde influye en el perfeccionamiento o
deterioro del medio ambiente jurídico y los sistemas que operan la impartición de justicia.
Su actuar no puede limitarse a un fin utilitario centrado en la remuneración económica y de
prestigio; a mi parecer tiene un alcance ulterior y más noble.
Su relación con las autoridades y operadores del sistema, da lugar a una simbiosis que
dependiendo de la calidad de intercambios podrá madurar y perfeccionarse o bien convertirse
en otro tipo de relación, una del tipo parasitario o peor aún una depredación donde unos se
sirven de otros con el único fin de subsistir y beneficiarse, sin ningún otro propósito.
Con respecto a los servicios y atención de clientes, tantos años de malas prácticas han
generado vicios que hoy en día se han normalizado y coexisten en la práctica del derecho, se
han convertido en lenguaje, en costumbre e incluso en motivo de risa; las copias, el impulso
procesal, el hay que repartir, y otras tantas más, son costumbres opacas que el abogado
termina endosando al ya de por si comprometido cliente; pareciera que una vez que el cliente
ha depositado la confianza en su patrocinador, este se olvida del principio más importante de
todos, la lealtad a los intereses de su cliente.
Cierto es que no vivimos en un mundo de color de rosa, el sistema jurídico perfecto es una
mera utopía y de una manera u otra el mismo sistema absorbe a sus partes y las obliga a
decidir sobre su forma de conducirse, pero si como lo adelantamos previamente, el asirse al
código es un acto de libre elección donde impera la voluntad del jurista, pienso que seguir
los atajos del sistema debiera ser la última y excepcional elección y siempre que esta sea la
más favorable para el interés del cliente.
Hay una frase popular que dice: “las palabras convencen, pero el ejemplo arrasa”, pienso
en ella y reflexiono, ¿será el ejemplo del abogado capaz de contagiar en sus colegas y actores
del sistema una manera mas digna de actuar? Yo estoy convencido que sí, cuando cada uno
sumamos un poco cada día, llegará un momento en que tendremos un sistema mas equitativo
y eficiente, y sostengo mi postura aun después de escuchar a varios compañeros quejarse del
sistema y decir que no hay forma de cambiarlos. En el fondo observo que el cambio que se
están negando es principalmente de carácter personal, quien busca siempre los atajos es quien
no se cree capaz de conseguir las cosas por el camino de la ley. Mi conclusión acerca de la
relación con otros colegas es actuar conforme a las mejores prácticas y dejar que los demás
actúen de acuerdo a sus propios principios, al final siempre existirán recursos para quien se
prepara continuamente y ejerce devotamente su profesión.
Si en algún párrafo de este escrito hablamos del interés económico como uno de los
motivadores que desvían al abogado de una práctica ética, el impacto social y el bien común
como el fin más elevado del profesional del derecho sería el contrapeso a esta situación. Es
imperativo reflexionar sobre los honorarios y percepciones que a cambio de su pericia los
abogados reciben de sus clientes, mismos que no debemos olvidar, en no pocas ocasiones se
encuentran en el estado mas vulnerable. Es menester del patrocinador, encontrar un punto d
equilibrio entre los múltiples factores que definen sus honorarios, siendo este balance
suficiente para cubrir su trabajo y permitir un progreso económico, sin llegar a lo exagerado
y poner en predicamentos a sus clientes. Pienso también que se debe explorar
minuciosamente la opción de simplificar el proceso a su versión más asequible, con la
finalidad de prevenir un desgaste emocional y económico por parte del cliente, previniéndolo
de una interrupción no deseada de su interés o bien que sean tan desgastante que ponga en
riesgo su salud o patrimonio, esto inclusive signifique la posibilidad de un reconocimiento
menor en lo económico y en su prestigio.
Conclusión
Después de analizar cada capítulo del código y entender la esencia de su existir, me gustaría
exponer mi conclusión, una quizá un tanto utópica a la vista de los que gustan de las
soluciones fáciles. Nuestro sistema de justicia esta rebasado en su totalidad y es
responsabilidad de sus actores, poder restaurar el ejercicio de la profesión con sus mas
elevados principios, estamos experimentando un tiempo de cambios en retroceso, que están
rompiendo el equilibrio en el estado, queda en manos de cada uno de nosotros hacer el mayor
esfuerzo para que el colapso no sea general y prevalezca el estado de derecho.
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