La historia del nazismo comienza en la década de 1920 en Alemania, con el ascenso del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP, por sus siglas en alemán), liderado por Adolf Hitler. El contexto de su surgimiento está marcado por la crisis económica y social que vivía Alemania tras la Primera Guerra Mundial, así como por las tensiones derivadas del Tratado de Versalles, que había impuesto condiciones severas a Alemania. Orígenes del Partido Nazi: El NSDAP fue fundado en 1920, aunque Hitler se unió al partido en 1919. En los primeros años, el partido no era muy influyente, pero Hitler se convirtió en su líder en 1921. Durante esta época, el nazismo promovía una ideología basada en el nacionalismo extremo, el racismo, el antisemitismo y la idea de una "raza aria superior". El intento de golpe de Estado (1923): En 1923, Hitler intentó tomar el poder a través de un golpe de Estado conocido como el "Putsch de Múnich". El intento fracasó, y Hitler fue arrestado y condenado a prisión. Durante su tiempo en prisión, escribió su famoso libro Mein Kampf, en el que delineó sus ideas sobre el futuro de Alemania, el antisemitismo y la expansión territorial. Crecimiento del Partido Nazi: A finales de la década de 1920 y principios de la de 1930, la situación económica en Alemania empeoró debido a la Gran Depresión. La desesperación generalizada favoreció el crecimiento del Partido Nazi, que prometía restaurar el orden, el orgullo nacional y mejorar la economía. En 1932, el Partido Nazi se convirtió en el más grande del Reichstag (el parlamento alemán), aunque no obtuvo una mayoría absoluta. Sin embargo, en enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania por el presidente Paul von Hindenburg. Consolidación del poder (1933-1934): Una vez en el poder, Hitler rápidamente comenzó a consolidar su dictadura. El incendio del Reichstag en febrero de 1933 le dio la excusa para suspender las libertades civiles y perseguir a sus opositores. En marzo de 1933, el Reichstag aprobó la Ley Habilitante, que otorgaba a Hitler poderes dictaturiales y le permitía gobernar sin el control del parlamento. Durante este periodo, los nazis establecieron un régimen totalitario, con la eliminación de cualquier oposición política, la censura de los medios de comunicación y la creación de organizaciones paramilitares como las SS y la Gestapo, que se encargaban de controlar y reprimir a la población. La expansión y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): La política exterior de Hitler estuvo marcada por el expansionismo territorial. En 1939, Alemania invadió Polonia, lo que provocó el estallido de la Segunda Guerra Mundial. A medida que la guerra avanzaba, los nazis implementaron su política de expansión, anexionando varios países europeos y estableciendo un imperio que abarcaba gran parte de Europa. En paralelo, Hitler implementó la "Solución Final", un plan para exterminar a los judíos europeos, lo que llevó al Holocausto, uno de los genocidios más terribles de la historia. Se estima que alrededor de seis millones de judíos fueron asesinados en campos de concentración y exterminio. El colapso del régimen nazi: A medida que la guerra se volvió desfavorable para Alemania, las fuerzas aliadas comenzaron a avanzar desde el oeste, mientras que el Ejército Rojo soviético lo hacía desde el este. En 1945, Berlín fue capturado por los aliados, y Hitler se suicidó en su búnker el 30 de abril de ese año. La rendición de Alemania en mayo de 1945 marcó el fin del Tercer Reich y de la Segunda Guerra Mundial en Europa. El régimen nazi dejó un legado de destrucción, sufrimiento y genocidio, con millones de vidas perdidas en la guerra y en los campos de concentración. Las lecciones de la era nazi han influido profundamente en la historia contemporánea y en la lucha contra el totalitarismo, el racismo y la intolerancia.