ALMA QUEBRANTADA En los altos Andes, donde el viento canta, nació José María, con alma quebrantada. Entre montañas y valles, su corazón ardía, en busca de paz, en medio de la agonía. En la infancia, el dolor marcó su sendero, maltrato y soledad, su compañero sincero. Entre sombras de su niñez, encontró su refugio, en su voz silenciada, un grito de arrullo. De su pluma brotaban historias de aflicción, "Los ríos profundos" y "Todas las sangres", canción. Sus palabras, un puente entre culturas distintas, pero en su alma, el dolor de las heridas distintas. Sensible poeta, en cada crítica desangrado, su obra, un espejo roto, en el que se ha reflejado. Debatió con los sabios, con el alma en pena, olvidando que su arte, fluía de su pena. El 2 de diciembre, la tragedia se consumó, un tiro resonó, su destino se selló. Cuatro días de agonía, tras el acto decidido, su vida partida, un alma herida. Ni el amor de los Andes, ni el aplauso intelectual, pudieron salvarlo de su tormento visceral. Años de depresión, fantasmas implacables, una vida marchita, en laberintos insondables. Arguedas, poeta trágico del Ande, tu voz resuena, como un eco errante. Con tu dolor, nos llevas a un Perú profundo, donde el alma indígena, en la sombra se hunde. En los altos Andes, donde el viento llora, José María, tu memoria aflora. Tu sensibilidad, tu tragedia devorada, en cada verso, en cada sueño, eternizada.
